José Manuel Chamorro en «Salón de Invierno Espacio 120»

El socio José Manuel Chamorro Chamorro participó en el «Salon de Invierno Espacio 120», con dos obras y ocho grabados originales.

Entre las fábricas de ladrillo vista del polígono del Mig se esconde el Espacio 120, en un edificio gris, antiguo, de un pseudoestilo Bauhaus de extrarradio barcelonés.  El concepto de galería de arte se queda pequeño para definir este espacio: una nave blanquísima, con columnas y de dos plantas panorámicas, con 2.500 metros cuadrados y centenares de cuadros expuestos, de todas las tendencias y estilos. Una isla para el arte en pleno polígono industrial.

«Intentamos marcar una pauta y que L’Hospitalet se convierta en un centro de referencia», reivindica el director de la galería, Benjamín. Y Espacio 120 destaca en el área metropolitana: su estética y sus dimensiones sólo encuentran paralelismo en Nueva York, Berlín o Londres. El director está convencido de que si otras galerías o centros de creación se instalaran en el mismo polígono, el distrito industrial de L’Hospitalet se transformaría en un polo artístico de primer nivel. Y ya está pensando en crear un premio de pintura de la ciudad de L’Hospitalet.

Espacio 120 aterriza en los márgenes de la ciudad como ejemplo único de galería urbana, metropolitana. «En Barcelona no hay espacios grandes. Las galerías son pequeñas y su espacio de exposición muy limitado», señala Benjamín. Y en Espacio 120 se pueden exhibir entre 500 y 800 obras de más de 100 artistas.

Espacio 120 abrió sus puertas en mayo de 2013. En febrero estrenará su Salón de Invierno. «Se trata de retomar la tradición de los salones de arte, aunque de forma contemporánea», apunta Benjamín. Pero además de las colectivas, desde este rincón de L’Hospitalet también se reescribe la Historia del Arte y para este año prepara muestras centradas en cuatro artistas fundamentales pero insuficientemente reivindicados: Will Faber (1901-1987), H. H. Pfeiffer (1907-1994), Josep Serrasanta (1916-1998) y August Puig (1929-1999).

Espacio 120 rescata pintores olvidados y descubre nuevos talentos

La colección de Espacio 120 se distingue por su heterogeneidad. «Todos los estilos y todas las tendencias están representadas», señala Benjamín. Y la propia arquitectura del lugar permite construir microexposiciones, crear recorridos a través de diferentes narrativas que transitan entre lo abstracto, el realismo más descarnado o un radical expresionismo colorista.  Y lejos de las pinceladas, en el centro de gravedad de la nave, se alzan las esculturas de bronce y metal: algunas tan ligeras que parecen levitar en el aire y, otras, como si se hundieran en el suelo.

En la planta superior (a la que se accede por el ascensor montacargas o una escalera de metal), hay un misterio. El último lienzo expuesto al final del pasillo, un atractivo cuadro de trazo cubista o futurista, con formas geométricas de colores sobre un fondo beige, no tiene autor conocido. Aunque se ve una firma en azul no se ha podido identificar al pintor, una pesquisa tras la que anda Benjamín. Es un lienzo de 1959 con un elegante marco de madera con filigranas, que la galería adquirió en un lote de pinturas. En Espacio 120 hay lugar para todo: cuadros desconocidos, piezas pop, un dibujo de Dalí, paisajes urbanos, obras metafísicas, lienzos transgresores, clásicos olvidados y… hasta un Ford de 1928.

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