La AEPE cumplió 111 años como una gran familia

Por José Gabriel Astudillo López

Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores

Desde el minuto uno de la declaración de la pandemia, fuimos conscientes de que el arte y la cultura iban a sufrir especialmente las consecuencias de lo que se nos avecinaba.

Teníamos una gran responsabilidad con nuestros socios, nuestros empleados, amigos, amantes del arte en general y sobre todo con la sociedad.

El mayor reto al que nos enfrentamos fue hacer que nuestro trabajo continuara como siempre cuando nada era ya como siempre.

En apenas unas horas, en marzo de 2020, los empleados y directivos de la Asociación Española de Pintores y Escultores pasamos de trabajar en la sede social a hacerlo desde nuestras casas, con la obsesión de que todo funcionara a la perfección; lejos pero cerca, manteniendo la comunicación constante con los socios y amigos que formamos esta gran familia.

Las personas somos capaces de hacer lo que haga falta para proteger lo que importa. Como Presidente, estoy muy orgulloso de lo que hemos hecho como entidad, pero estoy aún más orgulloso de todo lo que hemos hecho como familia AEPE, especialmente en lo más duro de la pandemia.

Hemos compartido en redes, en nuestro canal de YouTube enterARTE, historias de los artistas, de gente de verdad. Historias que cuentan la verdad de artistas que han sacado lo mejor de sí mismos para ayudar y dar ánimos a otros artistas. Cada uno arrastrando sus problemas, sus penas y circunstancias, pero también sus alegrías, sus ganas de trabajar, su creatividad y sobre todo, su empeño en mostrar al mundo su arte.

Creo que hemos vuelto a amar la vida, a encontrarle el significado que se nos había olvidado, y lo hemos hecho con toda la intensidad que genera el dolor, musa refugio de almas rotas que han calmado su  padecimiento y lo han volcado con fuerza en lienzos y esculturas.

Nos hemos sentido vulnerables y hemos necesitado protección, una voz amiga que nos preguntara tan sólo cómo estábamos, que nos animara a seguir pintando, que aplaudiera nuestra creatividad, que a través de los colores nos mostrara que la vida sigue y que somos necesarios.

Todos hemos sentido en algún momento miedo, hemos creído que no íbamos a poder más y sin embargo, un año después, aquí estamos. Sinceramente, creo que somos una gran familia.

En la Asociación Española de Pintores y Escultores afrontamos el futuro del arte, de nuestra institución, con optimismo, esperanza y orgullo.

Hemos estado ahí, contestando todas y cada una de vuestras comunicaciones, informándoos de todas las acciones que hemos sacado adelante a pesar de todo, enviándoos la Gaceta de Bellas Artes de forma mensual en la que sentíais que seguíamos trabajando duro por los artistas, generando cultura a pesar de todo.

Nuestro mundo quedó en shock en el 2020, pero en la AEPE logramos seguir trabajando a pesar del parón que supuso y que aún atravesamos, nos reinventamos, para estar ahí, haciendo arte, despertando la ilusión y la vida.

Debemos sentirnos orgullosos de lo que estamos haciendo como entidad de referencia cultural en España y en nuestro caso además, como institución generadora de arte, un sector que es ahora más necesario que nunca. Por eso, tenemos que intensificar nuestro trabajo para continuar la defensa del artista.

Somos un país de artistas luchadores, que no se desaniman pese a todo, que se levantan cada día con ideas e ilusiones que plasman en maravillosas obras de arte. Somos arte.

En la Asociación Española de Pintores y Escultores trabajamos cada día para que esto sea posible. Este es nuestro propósito: trabajar para el mundo del arte, para el artista, para la sociedad española, protegiendo lo que importa.

La AEPE somos una gran familia.

Llevamos 111 años haciendo arte

111 años de pasión por el arte

111 años haciendo cultura en España

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver Política de cookies
Privacidad