Recordando… Madelein Leroux Morel

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

El matrimonio

Madelein Leroux y

Enrique Pérez Comendador

El matrimonio

 

Continuando con la saga de artistas que estamos recogiendo a lo largo de estos meses, hoy recordamos a uno de nuestros más ilustres socios, Enrique Pérez Comendador, casado con otra artista desconocida, la francesa Madelein Leroux. Recuperamos así su memoria, para que no duerman en el olvido.

 

Madelein Leroux Morel

Autorretrato

 

Nació en la calle Notre Dame de Champs en Montparnasse, París, el 30 de junio de 1902, de una familia de descendientes bretones afincados en París, fruto del matrimonio entre Auguste Leroux y Jenny Clotilde Morel, del que nacieron además otros dos hijos: André y Lucienne.

Su hermana Lucienne Leroux (1903-1981), siguió los pasos de Madeleine, ya que fue alumna de su padre y Ferdinand Humbert (1842-1936) en la Escuela de Bellas Artes de París, compitió por el Premio de Roma de 1926 donde obtuvo una mención por su «Ninfa dormida», luego presentada sin éxito en 1927. Obtuvo una Medalla de Plata en el Salón de Artistas Franceses en 1924 y una Medalla de Pata en la Exposición Internacional de París de 1937. Fue residente de la Casa de Velázquez de Madrid en 1935. Pintora de composición, de influencia clásica, su toque es a veces más neoimpresionista («En el río», 1920). España fue una gran fuente de inspiración para ella. Se dedicó a la docencia en Dijon, al este de Francia, y luego en la región de París.

En una fotografía de 1922

 

Su hermano André (París 1911-Nogent sur Marne 1997) fue también pintor.

Su padre, Auguste Leroux, al igual que su tío Georges Paul, que era también pintor, fue un destacado artista y profesor de la Escuela Superior de Bellas Artes de París, que decoró con algunas obras los mosaicos de la Basílica del Sagrado Corazón de París.

August Leroux

 

En este ambiente artístico creció Madeleine, que al igual que sus hermanos, fue alumna de su padre y de Ferdinand Humbert, en la Escuela de Bellas Artes de París.

En 1923 expuso en el Salón de los Artistas Franceses y en 1926 logró la Medalla de Oro en el Salón de los Artistas Franceses.

Segundo gran Premio de Roma en 1927, consistente en una beca del gobierno francés, por su obra «Stylite»

En 1929 la Casa Velázquez gestionada por el gobierno francés, la pensionó para que completara su formación en Madrid, donde estudió a los grandes maestros españoles como Velázquez, Zurbarán y Goya.

La artista en 1932

 

En la exposición de trabajos de los artistas becados que se celebró en la Casa de Velázquez en febrero de 1931, la artista presentó un par de docenas de trabajos, vistas y paisajes de lugares españoles y alguna figura femenina popular, tal y como recogen el ABC, que reseña que el escultor Mariano Benlliure adquirió una de sus obras, y el diario La Voz.

En esa exposición participó también su hermana Lucienne, becada también en la Casa de Velázquez, como reseña el Blanco y Negro del 22 de febrero de 1931.

Ese año presentó obra al Salón de Otoño.

Es en esta época cuando conoce al que se sería su marido, el escultor Enrique Pérez Comendador, con el que se casará el 22 de abril de 1931, en París y que recogieron medios como La Época y Ahora.

Presentó obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1932, como recoge el Blanco y Negro de la época.

En mayo de ese mismo año, realizó una exposición en el Círculo de Bellas Artes, a la que asistió el embajador francés, y quedó inmortalizada con una fotografía en el Blanco y Negro del 19 de mayo, y a la que presentó óleos, acuarelas y dibujos.

Madelein Leroux ante un retrato obra de su marido, Enrique Pérez Comendador

 

El ABC del 5 de junio de ese año, anunciaba ya que en su próximo número incluiría  reproducciones en color de la obra “El Castillo de Alcañiz”, de Madeleine Leroux.

Pero fueron los diarios Ahora y La Voz, los que publicaron la misma fotografía de la artista con motivo de la exposición.

Madeleine Leroux en la inauguración de su exposición en el Círculo de Bellas Artes, en 1932

La Voz, 1932

 

Amiga de la también socia de la Asociación de Pintores y Escultores Rosario de Velasco, en junio de 1932 firmaba la convocatoria para un homenaje a esta artista, junto a personalidades como Concha Espina, José Gutiérrez Solana, Juan de la Encina, Antonio Méndez Casal o Matilde Marquina.

El diario Ahora dedicó una página con dos fotografías de sus obras, que firmaba Gil Fillol, a la “pintora españolizada”, en la que se reseña que “Madeleine Leroux ha sido pensionada en la Casa de Velázquez. Pero su retina venia demasiado cargada de pintura de Montmartre para dejarse impresionar por las frondas tranquilas de la Moncloa… Madeleine Leroux venía de París a la Casa de Velázquez; pero a nosotros sus primeros cuadros, sus paisajes y figuras, no nos daban la impresión de cuadros franceses, sino de cuadros de Montmartre, que es otra cosa. Como Mari Cassat, la ninfa del impresionismo, que llenaba de ternura femenina las ásperas composiciones de Renoir, Madeleine Leroux había dado a aquella pintura dislocada y turbulenta una gentileza y una gracia de que eran incapaces los asiduos expositores de Montmartre. Acusaba, además, su obra una personalidad que no es frecuente entre los jóvenes colocados en un medio artístico uniforme. En los primeros momentos, no obstante, la Moncloa, con su magnífica ejecutoria de parque natural, con su limpio cielo, con su arboleda majestuosa y su horizonte goyesco, no parecían sugerirle una interpretación de nuestro arte. Los apuntes de entonces seguían siendo reflejo demasiado directo del naturismo pictórico importado a la tendencia impresionista por los imitadores de Monet, de Sisley, de Pissano. Sisley, especialmente, aparecía con sobrada frecuencia en las notas de monasterios castellanos… En el Círculo de Bellas Artes ha celebrado recientemente una Exposición la pintora Madeleine Leroux. Junto a cuadros de su pensionado en la Casa de Velazquez figuraban otros, hechos bajo la influencia inmediata del ambiente español. (Si pudiéramos hablar a estas alturas de escuelas regionales, diríamos más propiamente castellano.) Madeleine Leroux se ha convertido. Sin renegar de aquellas enseñanzas que animaron su formación artística de ímpetu moderno, ha visto renovada su sensibilidad en una dirección netamente española. Artista de talento, espíritu bien cultivado, más asequible por ello a las emociones de la Naturaleza, ha sabido trocar la dulce melancolía gris de las imágenes parisienses por esta suculenta alegría del color, característica de nuestros jugosos paisajes. Pero insistamos: en la obra actual de Madeleine Leroux no hay rectificaciones caprichosas. No existe esa especie de domesticidad del arte, que nos proporciona  muchas veces la sensación equivocada de temperamentos fácilmente adaptables. Lo que hay es sinceridad, emotividad, franqueza de expresión. Por eso mismo, el tránsito es poco perceptible. Entre los cuadros del pensionado y los de ahora se ha filtrado el sentimiento español, de un modo que tal vez a la propia pintora haya sorprendido. Suavemente, silenciosamente. «No pierden estos lienzos de hoy la fuerza de dibujo y la manera constructiva, que son las mejores aportaciones de la pintura nueva. Y en cambio se enriquecen con gamas y tonalidades coloristas acordes con nuestras tradiciones. Podemos decir que Madeleine Leroux ha españolizado su arte. Y, al mismo tiempo, ha traído al concepto del paisaje español la sobriedad y robustez de tendencias que Montmartre, por exceso de apresuramiento, estaba malogrando”.

Por el ABC de mayo de 1934 sabemos que la artista inauguró en París una exposición de obras ejecutadas en España, en el Ofice National Espagnol du Tourismo, de la que “habla con gran elogio la crítica parisién. Exhibe 16 óleos, 13 acuarelas y ocho dibujos de figura, paisaje y naturaleza muerta. De esta exposición se ocupa Mr. Fouqueray con entusiasmo en Le Journal, como labor de artista que ha comprendido y abordado en el espíritu del paisaje y del ambiente españoles, plantando su caballete frente a los temas vivos de los que ha sabido recoger una emoción delicada. Esta joven e ilustre pintora ha recorrido para preparar los trabajos de esta exposición, diversos ambientes, tales como Segovia, Alcañiz, Hervás, Valverde, Carmona, Sevilla, Paracuellos, Candelario y la Sierra de Guadarrama. Al acto inaugural asistió selecta concurrencia francesa y española, que elogió calurosamente la distinción y acierto logrados”.

Jerez de los Caballeros. Museo de Sevilla

 

En 1935 participó en la exposición de obras de antiguos alumnos de la Casa de Velázquez que se celebró en el salón de la calle Faubourga Saint Honoré.

En Madrid vivió en la calle del General Pardiñas, 118,  en la calle Zurbano, 34.

Falleció en 1984.

Expuso sus obras en varios países del mundo junto a las de su marido, y actualmente pueden encontrarse dos en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y en distintas colecciones particulares, aunque muchas de ellas, se encuentran en el Museo Pérez Comendador-Leroux de Hervás.

Chinas peinándose. Exposición Nacional de Bellas Artes de 1941

 

Sus últimos años de vida los dedicó precisamente a la creación de esta casa museo, que no pudo ver terminada, pero que finalizó su sobrino Roger Lecourtier Morel en 1986.

Vista de Roma

Un parque

Parque

Monasterio de El Parral

 

La merienda, 1934

Catedral de Segovia, presentada al Salón de Otoño de 1931

 

Madeleine Leroux y la AEPE

A pesar de no ser, como su marido, socia de la AEPE, participó en los siguientes salones:

*XI Salón de Otoño de 1931, con las obras:

33.- Paisaje mediterráneo, óleo, 0,89 x 1,07

35.- El Castillo de Alcañiz, acuarel93 x 0,76

36.- La Catedral de Segovia, óleo, 0,59 x 0,69

*Al XV Salón de Otoño de 1935,  en la Sala VIII donde exponían sus obras los pensionados de la Casa de Velázquez, presentó la obra:

134.- Porte de Toledo

Calle mediterránea

Maceta de flores

Busto de Madeleine Leroux de la Fundación Capa

Lámina del Blanco y Negro de 1930

Bodegón de Navidad, del Museo de Bellas Artes de Sevilla

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