AÑO SANTIAGO DE SANTIAGO: En el 100 aniversario de su nacimiento

Socio de Honor

Vicepresidente de la AEPE

 

En 1982 presentó una escultura dedicada a Ernest Hemingway, la obra de la FIFA para el Mundial de Fútbol celebrado en España, y el monumento en honor a Santiago Bernabéu, en Madrid.

En 1989 esculpió el busto del creador de Aldeas Infantiles, Hermann Gmeiner, que fue descubierto por la Reina Sofía.

 

AÑO BOTÍ GAITÁN: En el 125 aniversario de su nacimiento

Socio de Honor

 

«Se ha dicho que Fray Angélico pintaba de rodillas sus Madonnas y que Regoyos se arrodillaba para pintar una col. ¿Y Rafael Botí? Temblando de emoción, con la sensación de un intruso. ¿No habéis presentido en la pintura de Rafael Botí algo así como una paz de claustro, la paz antigua de los jardines solos? Ello es debido al clima intimista que en todo se ofrece, a la amorosa soledad en que todo se ordena…Y allá al fondo, como esos pájaros invisibles que pueblan los huertos, al fondo de cualquiera de estos cuadros, se presiente, grave, un bordón y hasta puede que una copla

Antonio Manuel Campoy

 

La fuente del Olivo (Patio de los Naranjos,) Córdoba

 

AÑO BENEDITO VIVES: En el 150 aniversario de su nacimiento

Socio Fundador

Vocal de la Junta Constituyente

Socio de Honor

Tesorero de la AEPE

 

     Como anécdota, aplicaba una estrategia comercial a quienes le encargaban un retrato: para evitar reclamaciones (muy habituales en aquella época), les advertía que era muy exigente con su propio trabajo y que, tenía la costumbre de hacer dos retratos: el primero «enteramente al gusto de Benedito», serviría de ensayo y se lo quedaría el propio pintor; a continuación realizaría el segundo para el cliente… Según Lafuente Ferrari, era anómalo que alguien consintiera la realización de la segunda pintura…

 

AÑO ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR: En el 150 aniversario de su nacimiento

Presidente de la AEPE

Socio Fundador

Socio de Honor

Director del Museo del Prado

 

Su nombre está unido a la historia del Museo de Bellas Artes de La Coruña ya que como delegado de Bellas Artes, sus gestiones desembocaron en 1937 en la consecución de la primera sede que albergaría el Museo, el edificio del Real Consulado Marítimo. Sotomayor ocupó la dirección de esta institución en el año 1938, entablando además una sólida amistad con el también socio de la AEPE,  José Seijo Rubio, pintor y gran impulsor de la creación del museo coruñés.

 

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

Manolo Conde, Centenario

 

Manolo, así, con hipocorístico, porque era barriero, castizo, madrileño de pro, prefería el comercio de cercanía, las tabernas y las casas de comida casera. Al mismo tiempo, espíritu refinado, melómano, amante de la danza y defensor encendido del informalismo y la abstracción. ¡Una sensibilidad exquisita, sutil, para un tiempo gris panza de burro! Expresión que se atribuye a Héctor Velarde Bergmann referida al cielo ceniza de Lima.

En el estudio que dedica Pilar Sancet Bueno a Juana Francés, AACA, septiembre de 2007, la pintora alicantina sostiene: “A Manuel Conde le conocía desde hacía mucho tiempo. Fue compañero mío en la Escuela de San Fernando de Madrid. Teníamos una entrañable amistad. A través de él conocí a Canogar y a Feito, antes de El Paso, ya antes de El Paso, en la Galería Fernando Fe existía una gran inquietud, queriendo introducir nuevas tendencias. Esta galería, en donde Manuel Conde estaba, fue un lugar de encuentros. También conocí con anterioridad de El Paso a Antonio Saura. También a Pablo Serrano. Al resto del grupo lo conocí a través de Manuel Conde. Creo que Manuel Conde fue el aglutinante del grupo”.

Sigue interrogando la historiadora a la pintora, por si quería precisar o añadir algo y asegura Juana Francés: “Sólo recordar a Manuel Conde, a quien con frecuencia se olvida, cuando se habla de El Paso”.

Foto del grupo El Paso, 1957, con Conde a la derecha

 

En 2024 se cumple el centenario del nacimiento de Manuel Conde, poeta, escritor, crítico de arte, generador de cultura, acendrado bohemio. ¡Pues bien, hasta hoy, ni una línea, ni una mención, ni el más mínimo recuerdo! A excepción de Fernando Fernán-Gómez, que fue amigo cercano y protector en sus últimos años. Fernando se acuerda de él y me pidió una intervención sobre su obra, en el Foro Gaya Nuño, que tuvo lugar el día 29 de noviembre en Soria, patrocinado por Fundos, donde intervine junto a Juan Manuel Bonet, que disertó sobre las conexiones de El Paso y el surrealismo.

Manolo Conde, Madrid 1924, después de su primera enseñanza y brujulear por el Madrid republicano, se encuentra de sopetón con la Guerra Civil, que pasa en condiciones indecentes, como tantos. Su vocación temprana de poeta se aviene mal con el momento convulso. Estudia música y bellas artes en la Escuela de San Fernando y, aunque destaca en dibujo, desde un inicio apuesta por la renovación de la plástica, militando por la abstracción.

Se titula en 1949 siendo compañero de curso de Juana Francés, Revello de Toro o Francisco Farreras, con quien llegaría a tener una gran amistad. Además de las artes plásticas, Manolo era un melómano, asistiendo a conciertos y escuchando música como hábito. Su sensibilidad le encaminó hacia la formación de un gusto exquisito, volcándose en la poesía y defendiendo la causa de la renovación del lenguaje plástico.

Su ambiente estaba entre los pintores. Ya en 1950 publica Preludio de Arcoíris, que en realidad son cinco libros en uno, dedicado a Fernando Mignoni. En 1952, Canogar hace su primera expo en la galería Altamira y se encuentra con Manolo Conde, que le apoya y orienta hacia el informalismo.

Comienza a trabajar en la galería librería Fernando Fe, exponiendo a jóvenes rupturistas como Feito, Lucio Muñoz, Chillida, Quirós, Valdivieso…Con las ganancias marcha a París, invitado por Antoni Clavé con quien establece una relación de amistad y a quien Conde gana para la vía del informalismo. Viaja por Italia y regresa Madrid. Clavé siempre le tuvo en una alta estima.

En el verano del 56, Saura y Ayllón comienzan a fraguar lo que sería, en febrero de 1957, el grupo El Paso, estando entre los fundadores: Antonio Saura, Ayllón, Millares, Canogar, Feito, Manolo Conde, Rivera, Juana Francés, Antonio Suárez y Pablo Serrano.

Libros primero y último de Conde

 

Hasta 1959 formará parte del grupo, escribiendo textos para sus distintas exposiciones, pero, en el mes de abril, deja El Paso, separándose por discrepancias con su funcionamiento. En ese mismo año publica su segundo libro de poemas, El Muro y la monografía de Fernando Sáez. En 1961 está entre los fundadores de la Asociación Española de Críticos de Arte, pronto integrada en AICA. Comisariando ese año la participación española de la Bienal de París, volviendo a hacerlo en 1967.

 En el 63, hace la exposición de Dámaso y escribe un texto crítico sobre su obra en Cuadernos del Ateneo. Comisaría exposiciones y publica estudios sobre Alfredo Alcaín y Eduardo Sanz. Fundamentalmente poeta, en 1966 aparece Habitando el exilio, que es su libro de poemas más cuajada: de entrada, aromado de surrealismo; en su segunda parte, Contemplada presencia, están sus poemas más lúcidos.

Junto con Pepe Hierro, organiza la exposición de Úbeda en Sao Paulo y editan un libro-catálogo sobre su trayectoria. En 1971, publica el ensayo Los problemas del arte y una monografía sobre la vida y obra de Martín Chirino, en la famosa colección de la Dirección General de Bellas Artes.

En 1976, nuevo ensayo acerca de Uría Monzón, una pintura de ensueño, Rayuela. En los setenta, embarnece su bibliografía con textos para catálogos y ensayos sobre Antonio Valdivieso, Bores, Cristino Mallo, El cubismo y su proyección actual, Millares y en 1979, de nuevo en Editorial Rayuela, Toral, el tiempo suspendido.

Conde rodeado de los nombres de los artistas que colaboran en el libro

 

 En 1978, libro de poesía, mezclando éditos e inéditos, con ilustraciones de un centón de amigos pintores: El fuego cuadrado, tamaño folio mayor, con tres textos introductorios de las plumas de Teresa Soubriet, poeta y crítico de arte; el maestro de la síntesis crítica, Castro Arines, y el tercero de Javier Rubio, fino crítico de arte y poeta inédito a su vez.

Colaboró en varias revistas de su tiempo como Bellas Artes, Crónica 3, Arteguía, y Villa de Madrid, donde le buscaron una jefatura de redacción que le daba respiro económico. Fallece el 2 de marzo de 1990 y un año luego, en edición póstuma, con prólogo de Rodolfo Serrano, ve la luz el poemario Naufragio, casi una plaqueta, con sus últimos versos. Aunque no todos porque iba escribiendo por todas partes, en las servilletas de los bares, peteneras y cantares de una estrofa, que descansan en algún rincón preterido.

De Naufragio es esta letra, apta para una garganta de rajo flamenco:

                                                Tengo una mano tendida

                                                a ver si el cielo me oye.

                                                Con la otra mano acaricio

                                                 tu nombre.

Siempre fue muy inquieto. Cuando se reunían a escuchar música gesticulaba como si dirigiera la orquesta. Tuvo una fraternal amistad con Francisco Farreras, incluso existe una amplia correspondencia, que le escribía a Farreras y que el maestro conservó y nunca quiso publicar. Hay muy pocas fotografías de su persona, con el grupo El Paso está en la foto icónica de 1957: menudo y enteco, en el extremo, cabe Manolo Rivera; pero, luego ya es difícil encontrar alguna.

Le conocí y le traté, pero, era esquivo, escapista, timorato, aunque cariñoso. Llegaba a las inauguraciones y tras los saludos de rigor, un tanto precipitado, cuando te querías dar cuenta había desparecido. Nos citamos algunas veces para hablar más de poesía que de pintura. Antonio Leyva, amigo común, tenía muchas de esas peteneras, en papeluchos y servilletas, y prometió hacerle una edición, pero por las razones que fuere, nunca llegó. En 1988 participó en el grueso catálogo de la exposición que hizo el Ayuntamiento de Madrid de los Constructivista españoles.

Tuvo una importancia capital en la fundación del grupo El Paso, pero más para el informalismo y la abstracción de los años cincuenta a setenta en España. Conde fue siempre un ser abandonado. No se prestó atención a su poesía que, no obstante, tiene un acento propio, en algunos libros cercano al sobrerrealismo; en otros, machadiano y de una serenidad sensible para retratar ciudades, con poemas mínimos, leves, de una majestuosa sencillez, de una intensa fragilidad.

Dos poemas del libro Habitando el exilio

 

Y tenía razón Juana Francés, cuando se habla de El Paso, florece su olvido. Y si es de poesía, noche total. Para la tribu era un crítico de arte, que escribía demasiados catálogos, artículos y conferencias. Mas, yo presencié su fineza y su delirio lírico, muy agónico, trágico en los finales, porque veía venir la muerte y se regodeaba, pero escapando, como hacía de sólito. ¡Poeta de terciopelo y azabache, candor y quiebro!

Aunque son más los que le han olvidado que quienes le quisieron, Juan Antonio Gaya Nuño, Historia de la crítica de Arte en España, Ibérico Europea de Ediciones, Madrid enero de1975, le menciona y ensalza como entregado a la defensa del arte abstracto. ¡Heterodoxo, perspicaz, zahorí del duende, supo ver y su canto sobrio suena a Silos!

En 2010, en la fachada de la casa donde vivió, C/ Génova 7 de Madrid, el Ayuntamiento colocó una placa recordatoria de su vecindad. Poeta, escritor, pintor ocasional, aprendiz de músico, nefelibata, giróvago celeste, pero, sobre todo, bohemio: Manolo Conde encarna la figura más tierna y solanesca de la bohemia de esos años -no valleinclanesco, más bien figurante de Mateos- ¡Furtivo, orillado, secluso, casi secreto, anduvo “con dolorido cuidado”, como el canto bellísimo de Jorge Manrique: “desamparado de amores,/ de amores, que no de amor”.

 

Tomás Paredes

                                                                                                 Presidente H. AICA Spain

 

AÑO SANTIAGO DE SANTIAGO: En el 100 aniversario de su nacimiento

Socio de Honor

Vicepresidente de la AEPE

 

El artista abulense Santiago de Santiago es autor de distintos bustos de la familia real española y de otros muchos personajes relevantes del mundo de la política y la cultura en diferentes épocas de su vida. Desde el rey Felipe VI a la Princesa Michiko de Japón, Fabiola de Bélgica… sus monumentos también se encuentran repartidos por todo el mundo: Francia, Italia, Japón, México, Chile, Argentina, Dinamarca, República Checa, Rusia, Grecia…

El artista autodidacta, con numerosísimos premios y galardones de todo tipo, de excepcionales destrezas innatas para la escultura, fue creando, aprendiendo y españoleando por todo el mundo, dejando un legado inmenso para las nuevas generaciones de artistas y como un auténtico mecenas, patrocinando un premio con su nombre en el Salón de Otoño de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

 

Santiago de Santiago junto a una de sus esculturas monumentales

AÑO BOTÍ GAITÁN: En el 125 aniversario de su nacimiento

Socio de Honor

 

Rafael Botí dedicó toda su vida al arte. Músico y pintor, el cordobés fundó, junto a otros artistas, la Agrupación Gremial de Artistas Plásticos que en 1931 publicaron un manifiesto vanguardista que apostaba por la renovación de la vida artística española. París influyó en su trabajo y sus obras asimilaron el color de Matisse y el cubismo picasiano.

Amante de su Córdoba natal, pintaba paisajes que conjugaban la armonía y el ritmo de la música con el equilibrio, la profundidad y la expresividad del arte poético. A lo largo de su vida, reunió una gran colección de obras de su amigo Daniel Vázquez Díaz, entre ellas, una fantástica serie de retratos de personajes de la cultura española.

Rafael Botí Gaitán. Autorretrato

El retrato real

Mª Dolores Barreda Pérez

Secretaria General

Secretaria Perpetua de la AEPE

 

El pasado mes de noviembre, el Bando de España presentó dos retratos de la fotógrafa Annie Leibovitz, Premio Príncipe de Asturias 2013, por un importe de 137.000 euros (casi 23 millones de las antiguas pesetas). Dos fotografías.

Además, se presentó el retrato de Pablo Hernández de Cos, ex Gobernador del Banco de España, por importe de 88.000 euros (más de 14 millones y medio de pesetas). Otra fotografía.

Las tres imágenes tienen iluminación artificial, una vez que Leibovitz ha incluido todas las posibilidades que ofrece la postproducción digital, ya que sus fotografías actuales no se entienden sin las herramientas de creación digital.

Al pobre Hernández de Cos casi le corta el pie, mientras que su figura desgarbada y su pose descuidada y abandonada sobre la mesa, no ofrece la confianza de estar ante uno de los mayores responsables para la estabilidad del sistema financiero nacional y europeo. Claro, tampoco ocurre con su sucesor, pero eso ya es otra película… miedo me da pensarlo.

 

Los retratos de Felipe VI y Letizia son dípticos: 2,2 metros de alto por 1,7 de ancho, que ya forman parte de la colección del Banco de España, entidad que los ha sufragado.

El retrato de la reina Letizia está equilibrado en la composición, con una luz y una atmósfera cálidas, en un ambiente limpio y con una mirada directa al espectador. Su vestido es de alta costura y está desprovista de los elementos simbólicos que aluden a su condición de reina.

El retrato del rey Felipe presenta una composición desequilibrada, con una sensación de inestabilidad acusada y una mirada hacia abajo, acompañado de una luz y atmósfera frías y en un ambiente en extremo recargado. El rey viste de rey, con el uniforme de gala de capitán general del Ejército de Tierra

El retrato de la reina Letizia funciona por sí solo; el del rey, en cambio, cobra sentido como parte del díptico junto al de la reina. Al retrato del rey le falta el de la reina. El de la reina no necesita el del rey.

Así vistos, los retratos restan importancia al rey para ensalzar el glamour de la reina, una reina que por sí sola, no alcanzaría tal condición sino por la existencia del primero, pero que ha sido retratada concienzudamente, dotándola de mayor importancia que el propio rey.

Es un retrato oficial en el que la reina no parece una reina, sino una modelo o actriz preparada para la alfombra roja, una estrella de Hollywood o de cualquier festival de cine, desfile de moda o evento lúdico, pero no una reina.

El photoshop es más que evidente en ella: ojos abiertos y asustadizos, nariz chata, morritos de pose, postura artificial, chal al viento inexistente, la luz y la ambientación fantástica, de esas de película del bosque tenebroso…

El monarca es víctima del ambiente taciturno y recargado de la estancia elegida, repleta de muebles, haciendo de él una imagen poco amable y que no respira, al que casi le han cortado los pies (mucho mejor que la cabeza, claro) y en donde las normas estéticas brillan pero por su ausencia. El retrato del rey está mal encuadrado y da la sensación de que los siglos de tradición y representatividad le pesan, mientras que a la reina la iluminan y reviven.

Lecturas hay muchas que hacer en este sentido… Letizia es la luz de la monarquía, la frescura, el glamour… mientras que el rey está a oscuras, en una atmósfera cargada y en un encuadre de inestabilidad propio del cine de terror, exactamente igual a lo que vive la propia monarquía en España. Una revelación más que un retrato.

El rey no mira a cámara, no es banal, ni vanidoso, pese al cargo, huye de pompas y postureos que quedan bien claros confrontados con la mirada desafiante de su esposa, altiva y dominante, salvadora de la monarquía, castigadora, como dirían los castizos.

Ni el rey está todo lo guapo que es, ni se descubre su esencia y personalidad, su aplomo, jovialidad, la ilusión que pone día a día en la responsabilidad del cargo que ostenta.

El resultado final: las fotografías quieren parecer pinturas de monarcas de un siglo anterior, pero son fotografías. Imagino que para un fotógrafo, el peor piropo que le pueden hacer es que digan que su foto parece un cuadro. Pues por el amor de Dios, para eso, haces un cuadro.

Es pues un retrato de ella junto al rey, lejano de la tradición retratista española y de la representación de los ornamentos propios de su posición.

Es para otros, una obra de arte de calidad “indecible”. Pues por eso mismo, no lo diremos.

Una foto ampliada que ha perdido la oportunidad de convertirse en retrato real para ser una portada de moda que juega a ser una pintura.

Si será indecible, que algunos de los mejores fotógrafos actuales reniegan de la imagen y de los elogios que la exaltan como de la más pura inspiración velazqueña, destacando que la técnica de la fotógrafa ha empeorado respecto a cuando la hacía analógica, frente a la actual digital…

El retrato real es una sucesión de imágenes construidas con una finalidad política en las que nada escapa de la planificación, rigurosa, detallada, porque cada pincelada construye la imagen del monarca a través del arte por una secuencia de artistas escogidos, difundiendo su imagen e incluyendo sus inclinaciones personales e incluso la concepción de su papel ante la sociedad.

Por eso el resultado de esta efigie real construida en estas fotografías es la más irreal de todas. Los monarcas aparecen lejos de virtudes personales como la responsabilidad, el deber, la solidaridad, la amabilidad, la afectividad y la simpatía, que los vincula a conceptos como democracia, cultura, deporte o asistencia social, todo lo cual conecta con lo que buena parte de la sociedad espera de ellos.

En unos años, hemos pasado de las fotos de comunión que realizó García Rodero a los Reyes eméritos, a las fotos glamurosas de las estrellas de Leibovitz, todo fachada, pero ni un ápice de personalidad ni de psicología.

Hemos pasado por el retrato de Antonio López, tan criticado por su tardanza, tan esmerado por su concepción y significado, sin mencionar siquiera los de Hernán Cortés, Manolo Valdés, Ricardo Macarrón, Eduardo Arroyo, Carmen Laffón, Alberto Schommer, Francisco López Hernández, Julio López Hernández…

Pero es que hay vida más allá de todos ellos. No entiendo por qué no descubren el panorama maravilloso de artistas pintores y escultores que existe hoy en España que son capaces de dotar a sus obras de la fuerza y frescura de una disciplina que según vemos, está en declive más cada día gracias a este tipo de actuaciones basadas únicamente en la popularidad de sus autores más que en la calidad de sus trabajos.

Se me ocurren un montón de nombres de esos que todos los que vivimos en el mundo del arte conocemos, de retratistas actuales que continúan con la tradición del retrato, sublimándola: Manuel Díaz Meré, Ricardo Sanz, Golucho, Millán Sañudo, Eduardo Naranjo, Borja Buces, Miriam Escofet, Rodrigo Hurtado, Fernando García Monzón, Fernández Hurtado, Corella, Estudillo, Felipe Alonso, Santos Fontenla, Luis Pérez… y un largo etcétera que se están abriendo paso en el difícil mundo de la pintura y son reconocidos a nivel mundial.

En sus pinceles, el retrato contemporáneo actual encuentra una capacidad excepcional para captar los matices de la emoción, la identidad y la experiencia humanas, infundiendo a sus obras una profundidad y un significado excepcionales que no se limita a igualar el parecido físico, sino que transmiten el mundo interior del sujeto de forma casi poética, embarcando al espectador en un interesante viaje visual y emocional.

Sus obras son el reflejo de la más actual realidad social, ofreciendo además una visión convincente de la dinámica artística, cultural, social y psicológica del mundo moderno, de una España moderna.

Son los actores de una crónica visual de la experiencia artística, que recogen el testigo de la tradición española de tantos siglos y a la vez, capturan el espíritu de nuestro tiempo, ofreciendo una ventana única a la naturaleza polifacética de la sociedad contemporánea.

Cualquiera de sus retratos tiene la notable capacidad de suscitar el diálogo, la introspección y un profundo sentido de empatía, trascendiendo los límites de la expresión artística para convertirse en una poderosa iconografía sobre la condición humana.

Y es que la renovación de retratistas solo pone de manifiesto que esta disciplina sigue evolucionando y explorando diferentes facetas de la identidad y la humanidad, captadas a través de las maravillosas pinceladas de los genios actuales.

Y habiendo tantos y tan buenos… hemos tenido que recurrir una vez más a una fotógrafa, y además extraña.

Lo de sacar pecho y sentimiento patrio ya sé que no se estila, pero había que decirlo y bien alto lo declaro, en favor de los pintores, tantos y tan buenos, que tiene España.

 

AÑO BENEDITO VIVES: En el 150 aniversario de su nacimiento

Socio Fundador

Vocal de la Junta Constituyente

Socio de Honor

Tesorero de la AEPE

 

Manuel Benedito fue una de las glorias de la pintura española. El valenciano supo él solo, con su arte, labrarse un nombre. Pintaba de una manera genial paisajes, naturalezas muertas. Todo lo tocó con arte inimitable. La serie de sus cuadros sobre temas venatorios son sensacionales, lo que le valió ser considerado el pintor de la caza en el arte. El Benedito retratista, magistral, excelente, fue indispensable en la primera mitad del siglo XX.

Su reflexión: «Si hay algún conato de vanidad en los artistas, no hay más que ir al Museo del Prado. Allí se apaga todo intento de presunción rápidamente».

Manuel Benedito Vives. Autorretrato

AÑO ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR: En el 150 aniversario de su nacimiento

Presidente de la AEPE

Socio Fundador

Socio de Honor

Director del Museo del Prado

 

Creador de una importante generación de pintores gracias a sus enseñanzas, la «Generación de 1913» o «Generación Sotomayor», el ferrolano tuvo un importante papel en la recuperación de los cuadros que se ha­bían depositado en Ginebra durante la Guerra Civil y organizó la exposición allí celebrada, que contribuyó a despertar un gran interés por la pintura española en toda Europa.

Considerado uno de los mejores retratistas de la época, sus paisajes se caracterizaron por una pincelada empastada y un colorido vibrante, dentro de una tendencia realista y costumbrista.

Apadrinó exposiciones regionales como forma de recuperar la tradición pictórica hispana, denostada por los franceses, luchando por la recuperación del patrimonio artístico español y con la preocupación constante de defender las libertades de los creadores.

 

Fernando Álvarez de Sotomayor. Autorretrato

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