Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

Historia Universal del Servilismo

 

Lo que sigue no es un tratado histórico, ni comprende todo el mundo, ni es servil. Evoca el rubro de Historia universal de la infamia, que no es un ensayo histórico, ni contempla el orbe en su esferidad, ni es infame, sino un conjunto de textos maravillosos donde Borges nos revela su maestría escribiendo y su sentido de la perfección, ahormando una obra gloriosa, donde pendonea arrogante el Hombre de la esquina rosada.

Para los maliciosos, aclaro. Ni por asomo, no es una comparación con Borges, sino con el título de un libro, que juega, como su autor, con la ironía, para disimular su grandeza. Lo de aquí, tiene tangueadores, cuchillos filosos y milongas; navajeros, fanáticos y gregarios de risitas orgásmicas, incapaces de decir oxte ni moxte si no es por mandato del Capo.

Han aparecido torquemadas y trileros, servilones grasientos y codiciosos sicarios, chorizos avalados, gente amarilla, que viven de esto, besando la mano de don Giuseppe Genco Russo; tergiversando para confundir, denunciando a otros para proteger al jefe. No todos los infames son serviles, por contra,  todos los serviles son infames.

No creo que exista ninguna actitud tan repugnante, tan humana, tan antiestética, tan facilona, tan gansteril, tan miserable como el servilismo. Servil refiere conducta de siervos y criados. El servilismo es exclusivo del hombre, ningún animal lo practica. No es lo mismo renunciar a la lucha o someterse cuando se ve la fuerza del oponente que el servilismo. El servilismo supera al esclavismo, casi siempre soportado por necesidad existencial. No, el servilismo es aceptado, genuino, saboreado por las mentes más depauperadas y vacías, como un premio mayor a la indecencia.

El servilismo marca de por vida, no se es servil un rato, una temporada. El servil lo es para siempre, porque no es capaz de ser libre, ni de pensar, y el capo, arteramente, beneficiándole le hace entender que está en el camino correcto, que son los demás los que están errados. El fanático no miente, el servil ni se lo cuestiona, va más allá de donde cree para salvaguardar trasero y soldada.

No se pide, se ofrece motu proprio, se da con cierto exhibicionismo, para que se note. Nadie nos pide que seamos serviles, por supuesto. El individuo servil lo canta, bien alto, para que se le oiga y con su conducta lo airea. Para el DRAE servilismo vale por “ciega y baja adhesión a la autoridad de uno”.  El capo marca el camino, incluso las palabras y el silencio, la familia le sigue sin rechistar, sin cuestionarse nada. Lejos de los gregarios la funesta manía de pensar. Llama la atención, este esclavismo del siglo XXI, abolida tiempo ha la esclavitud.

Coriolano, Julio César, Marco Antonio y Cleopatra conforman la trilogía romana de W. Shakespeare. Se detiene en tres tiempos de la historia de Roma: inicios, esplendor y decadencia respectivamente. Se da como más segura la fecha de 1607 para la escritura de Julio César, aunque no se imprime hasta 1623, en ella, W. Shakespeare le hace decir a Casio: “No es culpa de los astros, caro Bruto. Es culpa nuestra que vivamos siervos”. Pero, Bruto a lo suyo.

El servilismo, eso sí, existe desde la noche de los tiempos, aunque no es lo mismo las guerras serviles de los esclavos que los serviles que ahora hacen la guerra. El servil no tiene más patria que la mendacidad, el narcisismo, la cobardía, el pancismo, uno se queda de piedra, cuando ve los caretos impasibles, inalterables, o las risitas de conejo, diciendo un día una cosa y al otro la contraria. ¿Algunos inocentes dudan sobre si podrán dormir? Pues claro, ¡no sean ingenuos!, son profesionales serviles, intentan que su representación no ensombrezca su mensaje y se mueven como un ciego en un apagón de luz: diestros, cómodos, seguros, felones, atroces, como un cuchillo cuya misión es cortar donde quiere que se hincare.

Los serviles son marionetas manejados desde la tramoya por hilos invisibles pero tenaces, todos repiten lo mismo. Juan de Mairena recuerda lo que decía su maestro Abel Martín: “El hombre que no es capaz de luchar por la libertad no es un hombre, es un esclavo”.  Los serviles son esclavos menesterosos de su indecencia, no piensan, no lo necesitan, por eso siguen a toda costa las consignas sin más, sin dolor y sin conciencia; su responsabilidad es con la esclavitud y con el sueldo, lo demás no cuenta.

Se entiende que el gánster conforme la familia y la proteja, cuando uno entra en la familia ya sabe su cometido. Nada de bromas ni experimentos; no hay límites sino obediencia absoluta. Lo difícil de comprender es que medios de difusión, escritos y audiovisuales, que se dicen independientes, se conviertan en el brazo agitpro de la familia. Esto no es sólo servilismo, sino babosismo delictivo, pues se hacen cómplices de los delincuentes, amén de hacer un ridículo personal espantoso, que les marcará.

En la epístola a su amigo Lolius, inclusa en el Libro I de las Epístolas de Horacio, escribe el poeta de Basilicata: Dimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, incipe”. O séase: “Quien ha comenzado, ya ha hecho la mitad, atrévete a pensar(saber), empieza”.

Sapere aude es una locución latina que hace gloriosa Horacio y que significa: atrévete a pensar, sé tú mismo, ten la valentía de seguir tu propia razón, sin esperar consignas para moverte, para actuar. El filósofo del s. XVIII, Emmanuel Kant –“En Proverbios y cantares, dice Machado: “Tartarín de Könisberg / con el puño en la mejilla/ todo lo llegó a saber”- la retoma y pone en circulación de nuevo.

En “¿Qué es la ilustración?, asegura Kant: “La ilustración es la liberación del ser humano de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de utilizar su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia, sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. Sapere aude. ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!”-

Sigue argumentando Kant su razonamiento y señala la pereza y la cobardía como las causas que conducen a la esclavitud, al servilismo. ¡No lo duden, el servil es un esclavo, que come de la mano de su jefe y éste le da la posibilidad de poder pavonearse en un medio del hampa complaciente! En la antigua Roma, Melania luchó contra la esclavitud, pero los esclavos trataron de disuadirla, porque su estado les convenía; en tiempos de incertidumbre, el propietario estaba obligado a darles, comida y cobijo, lo que en muchos momentos tiene un peso incontestable.

Hay lectores de un solo periódico y oyentes de una sola emisora de radio- no hace falta nombres-, lo que leen, lo que oyen, no es lo que pasa, no les cuentan lo que sucede. Lo que oyen es su propuesta de realidad, que apenas coincide con la realidad. Cuando falseamos, tergiversamos los hechos estamos incurriendo en delito contra la libertad, engañando, sorprendiendo la buena fe. Todos estos servilones, con nombres y apellidos, tienen en su contra la hemeroteca. Todo lo que están defendiendo sin objetividad se conservará y nunca se borrará su conducta felona y sectaria.

Los políticos han crispado la convivencia en España y cada día que pasa echan más lumbre al fuego. Bajar la temperatura, domeñar la crispación es asunto de todos y mucho más de los que tienen voz en tribunas públicas y medios de comunicación. Los serviles son los pirómanos que avivan este incendio. Y las consecuencias de un incendio son imprevisibles, por veces acaban quemando al individuo de la lata de gasolina.

Hay políticos incapaces de aportar una sola idea, como algunos plumillas, y sólo se valen de su servilismo putrefacto para envenenar el aire que respiramos. Los que hacen cosas se pueden equivocar, pero nos ayudan a caminar; los que no hacen más que encizañar, justificar conductas hediondas, se convierten en pura basura, en detritus social. ¿Por qué hemos de pagar todos a estos narcisistas ineficaces y trileros?

La huida hacia adelante es una incógnita peligrosa que, la mayoría de las veces, acaba en el precipicio. Que los idiotas triunfen es una gran desazón, una humillación para los ciudadanos nobles que pretende vivir sin renunciar a la libertad y a la dignidad. Los que defienden a los mafiosos se juegan mucho, porque es muy probable que ellos sufran la vendetta de los más, el castigo de las generaciones posteriores, en tanto los mafiosos seguirán ocultos en su tenebrosa oscuridad, en la maraña de sus compras y sus pagos.

 

Tomás Paredes

                                                                                                  Presidente H. AICA Spain

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