El 1 de julio de 2025, en la Sala de Exposiciones «Eduardo Chicharro» de la Asociación Española de Pintores y Escultores, tuvo lugar el acto de inauguración de la exposición que bajo el título de «Elogio de las Jacarandas y la materia muda», nos presentó la socia Rita Vega Baeza.
Muestra que es posible gracias a la inquietud que en todo momento han demostrado por hacer esta exhibición, facilitando el material y aportando la ilusión propia de quien desea mostrar al mundo sus obras.
Con este motivo, aquí mismo puedes consultar el catálogo digital elaborado con tal motivo, así como una galería de obra de los artistas.
Todo ello puede seguirse además por el canal de la AEPE en Youtube y por las redes sociales en las que tiene presencia la Asociación Española de Pintores y Escultores.
Sin duda estamos ante una nueva y emocionante cita.
La muestra nos la presenta así Rose Parrat:
«RITA VEGA BAEZA es una pintora, una artista multidisciplinaria de México. Ha expuesto su obra en Bruselas, Madrid, Valencia, Málaga, Guanajuato, Zacatecas y La Habana; además, es poeta, psicoanalista, filósofa y catedrática universitaria. Realizó talleres de neo-expresionismo abstracto en el Círculo de Bellas Artes de Madrid e hizo estudios de Arte Contemporáneo en la Universidad de Barcelona.
En este juego de obras, sus trazos abstractos expresan un cosmos que eclosiona en un crepúsculo, y más que pinceladas, son afluentes que se condensan en la lluvia y florecen de forma híbrida en las jacarandas cuajadas de constelaciones. Los colores predominantes son el violeta, el azul, el rosa tenue o púrpura; el negro y el amarillo que, desde lo matérico, se encuentran ya con un arco iris, ya con un panal o una colina purpúrea y parda. Sus trazos son decididos tendiendo a lo circular, a lo primigenio. Se dejan ver los viajes en esa lluvia de Marrakech que tiene la riqueza de un mineral valioso: la plata jugando con el entorno de las farolas ultramar; o en una esclusa en el Nilo viéndose desde lo alto las embarcaciones devenidas puntos dorados; así mismo, en alguna ciudad de México llamada Querétaro en la que se expresa quizá un sol sereno retirándose lento, diluyéndose entre la bruma violácea y la resistencia amatista. También vemos en la expresión de sus obras una sombra densa, la noche cerrada, la obsidiana sideral con el fulgor del amarillo. En su obra se narra, visualmente, ese elogio de las jacarandas y la materia muda, generando con ello estados anímicos que se abren a la exclamación o a la pesadumbre sin dejar indiferente a los observadores. Sus colores palpitan, desocultan una verdad muda, botánica, marítima y sideral.
El nomadismo estético de la artista deja la puerta abierta a lo inconsciente, a las formas proyectivas del espectador que completa la obra, a la apertura de un secreto, de la materia cósmica y de un habitante de la espuma; combinando en sus obras fuerza y fragilidad; serenidad e inquietud; lluvia tormentosa y “semillas para un himno”.