Amparo González Figueroa

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

 

Amparo González Figueroa

GONZALEZ FIGUEROA, Amparo               P             1930                      VALDELANUSA(Hu)        MADRID

 

La artista en Crónica, en una imagen de 1930

 

Amparo González Figueroa, conocida como Amparito, nació en Valdelamusa, provincia de Huelva, en 1909.

La población, que conjuga las mejores cualidades serranas y mineras, tenía como médico a su padre, y allí es donde recibió su primera educación de manos de una de sus tías, que hizo las veces de maestra, por no contar el pueblo con ninguna.

A los once años, cayó en sus manos un número de La Correspondencia de España en el que se anunciaba un concurso infantil de dibujo.

Según ella misma confesó en una entrevista, nunca en su vida había cogido un lápiz hasta ese momento, pero a fuerza de constancia, realizó un dibujo y lo envió, teniendo la suerte de que fuera uno de los siete seleccionados.

Con doce años pintaría su primer cuadro, un paisaje titulado Mi patria chica.

En 1926 retomó su fervor por la pintura y comenzó a dibujar de forma constante hasta que su padre la presenta al pintor y socio de la AEPE Eugenio Hermoso, con quien se queda a estudiar hasta que en 1927 se instala definitivamente en Madrid, residiendo en un primer momento en la calle Alberto Aguilera, 5, y después en la calle Rodríguez San Pedro, 66.

En 1929, presenta obra a la Exposición femenina del Heraldo de Madrid, donde la prensa del momento le dedica unas líneas, como esta, que firma el también socio de la AEPE, Juan Adsuara: …”Basta mirar su Autorretrato para comprender que esta joven artista está estimablemente dotada. Une a la gracia cándida y primitiva una honda percepción cordial. Diríase que su sonrisa es paralela —en espíritu— al surco de su frente. Gravita en su insipiencia un don reflexivo. El impulso no desconoce el freno. Sus dos Bodegones son, tanto como expresión anhelante, definición real. En resumen: quizá sería aventurado intentar, con motivo de la Exposición del Heraldo, una exégesis respecto al feminismo en la pintura. Pero, desde luego, había en ella pintura. Y eso es lo importante”…

En otra crítica se leía …”Por primera vez se presenta ante nosotros Amparo González Figueroa: esta nueva artista, con toda modestia, hace su aparición, demostrando, no obstante, en sus cuatro obras las más excelentes condiciones para ser una tan buena como fina pintora; por el momento existe en su expresión, algo inclinada a lo primitivo, una sencillez e ingenuidad un poco candorosa que tiene un gran encanto de poderosa atracción”.

Fue una gran satisfacción para ella que el crítico de arte y escritor Antonio Méndez Casal la felicitara especial y personalmente por su autorretrato, y dijera de ella en Blanco y Negro, que …”Una artista desconocida hasta ahora- -Amparo González Figueroa- -presenta cuatro obras. Un autorretrato es pintura ingenuamente ejecutada y de gran encanto, a modo de primitivo. Dos bodegones son obras de gran fineza y graciosamente compuestos. En alguno de los objetos que en ellos aparecen pueden apreciarse delicadas calidades prometedoras de muy excelentes frutos. La acometividad de la mujer moderna puso en fuga a la clásica galantería. Bueno es hacer esta declaración como finan de estos comentarios ante la posible sospecha de algún lector que estime la existencia de trato favorable en donde sólo se intenta juzgar con rectitud”…

Presentó obras ese año al Salón de Otoño.

En 1929 colaboró en la revista La Rábida, de Huelva, en su número 185 del 31 de diciembre de 1929, con un artículo titulado La flor en el libro.

Crónica, 1930

 

Presentó obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1930.

Presentó una “graciosa figura de bien lograda técnica de blancos pastosos y de airosa traza como dibujo”  a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1932.

En 1932 realizó una exposición individual en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, que fue recogida en algunos medios y sobre la que el abogado y crítico literario y artístico, Emiliano Martín Aguilera escribió: …” La de Amparo González Figueroa. Esta señorita nos hace de su exposición de pintura una promesa. Nos asegura que hará cosas interesantes. Y estoy seguro que la promesa quedará cumplida; es solemne. En sus cuadros hay trozos magníficos. Ahora bien, no sé si ese cumplimiento se hará enseguida o si se retardará. Depende, no de las posibilidades de esta muchacha, sino de cómo trabaje. Si refrena su impaciencia, si trabaja más despacio y la emoción creadora se mantiene ante cada obra en ejecución, veremos muy pronto importantes cuadros de Amparo González Figueroa”…

También se referían a ella en otra crítica diciendo que …”la joven pintora Amparito González Figueroa, conocida en nuestro mundo artístico con el lacónico nombre de Amparito, con el cual firma sus obras. Exhibe en esta Exposición veintinueve obras, en las que destacan los bodegones, con aciertos de gran justeza y calidades, excelentes, dentro de una discreta orientación realista de tipo de dibujo coloreado”.

La revista Ella publicaba en 1932 una fotografía de la artista con unas notas en las que se leía: …”Ingenua (ingenua verdad). Ingenuo su espíritu, ingenuo su arte. Ágil y expresiva en su manera de expresarse; de imaginación pronta, y siempre rebosándole por los ojos un entusiasmo infantil, intacto, que habla de su confianza en el porvenir. —¿Cuál es su predilecto entre los pintores modernos? Y ¿por qué? —Eugenio Hermoso; por lo acertado y representativo de los medios expresivos de toda su obra, en la que ha sabido retratar el espíritu de su región”.

Ellas, 1932

 

Confesando también ser una apasionada de Rafael y Fra Angélico.

Eres ánfora de barro, 1932, Antena

 

En 1934 participa en el Concurso del Traje Nacional en Madrid, celebrado en el Palacio del Retiro.

Exposición Nacional del Traje, 1934, Blanco y Negro

Estampa, 1934. Amparo firmando su inscripción en la Exposición Nacional de Bellas Artes

 

Presentó obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1934. En las críticas de la prensa se podía leer …”Amparo González Figueroa con un cuadro casi en boceto, que, terminado, pudo tener gran interés técnico, porque esta discípula de Hermoso sabe lo que es el arte de la pintura, y se distingue por los medios expresivos que posee, plenamente demostrados en «Alegrías», que presentó en la pasada Exposición Nacional”.

Por su parte, Hesperia decía …”Amparo González Figueroa se limita a presentar una figura mallorquina, casi un retrato, de tonalidad muy fina y algunos aciertos de calidades; mas cosa demasiado sencilla, sin interés, a la verdad, ninguno para un tema en el que tanto se pueden desarrollar las aptitudes de pintor como de artista. Pena es que Amparito con las buenas condiciones suyas y la buena escuela que ha tenido tan aromada de regionalismo, haya desperdiciado esta ocasión tan oportuna para sus facultades cuya formación estética tuvo sus principios en este ambiente con maestro de elevada talla en el género”.

En 1934 realizó una exposición individual que el periodista, escritor y crítico de arte Manuel Sánchez Camargo recogió en un amplio artículo en El Siglo futuro que reproducimos a continuación.

“AMPARO GONZÁLEZ FIGÜEROA Esta joven artista ha obsequiado a la afición con una exposición de sus obras, que son un magnifico exponente de sus Indiscutibles dotes pictóricas. Catalogar a Amparo González Figueroa dentro de las múltiples escuelas artísticas que hoy poseemos es imposible, y este hecho, en lugar de constituir un inconveniente, como muchos creen, es todo lo contrario, porque es una demostración de que el espíritu inquieto de la artista no quiere someterse a las torturas y al camino trazado de cualquier «manera de hacer». Lo demuestran los lienzos expuestos. Todos tienen, dentro de la misma factura, un matiz distinto y forma aparentemente desigual. Baste citar “iMare nostrum», «Isabel y Rosario», «Raquel» y el autorretrato de la pintora que ocupa estas líneas. En el rápido ojear que hemos realizado hemos podido apreciar cualidades dignas de estudio, que constituyen una revelación de las disposiciones que adornan a la artista para lograr «colocarse» muy pronto en un primer plano. Dentro del amplio arte de la pintura hay especialidades como en todas las artes libres, así tenemos especialidad según la materia que se emplea; acuarelistas, pastelistas, etc., etc., y más aún dentro del género cultivado, como son los paisajistas, costumbristas, retratistas, etc. En esta última división descuella Amparo González Figueroa de manera sobresaliente; no vacilamos en decir que hoy en día es una de los artistas que mejor manejan esta especialidad. En decir que hoy en día es uno de los más difíciles en la generalidad de la pintura, hay que distinguir aquellos pintores que creen realizada su misión con el mayor o menor parecido que adquieren sus modelos. Los menos son partidarios de encontrar en el retrato lo que se ha convenido en llamar «carácter». Que es lo más difícil de captación en el modelo. Ese «carácter» lo ha plasmado Amparo González Figueroa en todos sus lienzos, que poseen, dentro de una buena cualidad de pintura, todo un ambiente y una personalidad del retratado muy costosa de lograr, y que aparece realizada en una excelente ejecución desprovista de recursos fáciles y accidentes puramente anecdóticos. El colorido y el matizado que pone en sus obras es fino; huye de los tonos agrios y fuertes, hoy de tan moda, que pudiéramos llamar «femenina», y desprovista de los extraños efectos que han marcado las corrientes modernas; excelentes cuadros, pertenecen a una primera parte de un Picasso o un Dalí, y antipictóricos cuando se catalogan en ese grupo de ultraindependientes que son seguidos por una pléyade formada de indocumentados o de ineptos. En la construcción de la figura de Amparo Figueroa hemos encontrado alguna semejanza con los principios «arquitectónicos» de algún pintor de hoy, pero nuestra artista ha sabido vestir a sus cuadros con un ropaje y con un aire de naturalidad que es demostración de la facilidad de la artista. No disponemos de gran espacio para dar una idea a nuestros lectores de la personalidad de Amparo Figueroa. El público ha tenido noticia de sus méritos en varias exposiciones que han precedido a la actual y que han logrado un éxito merecido. Une siempre a una técnica depurada un motivo personal, tesis se imprime en todos sus cuadros, que nos dicen que la ya lograda artista puede «dar más» en próximas producciones”.

Retrato. Revista de las Españas , 1934

 

Socia de Mérito del XV Salón de Otoño de 1935.

Presentó obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1936.

Pasada la guerra civil, se centró más en su faceta de poeta que en la pintura.

Presentó obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1941.

Amparo puso las ilustraciones a los libros que su hermana Margarita publicó en 1943, titulados “Poesía española del siglo XX” y “Mi libro”.

En 1946 las dos hermanas darán un recital de poesías en la sede de la Asociación de Escritores y Artistas, presentadas por el Académico de la RAE, Manuel Machado.

En 1947 expuso en la sala Marabini de Madrid. Con ese motivo, el NODO dedicó uno de sus cortos reportajes a la muestra.

NODO, 1947, inaugurando su exposición NOT. Nº 221 B

Unas imágenes del NODO de 1947  NOT. Nº 221 B

Era miembro de la tertulia literaria de mujeres que también frecuentaban Gloria Fuertes y María Dolores de Pablos (creada en 1851 por Adelaida La Santas) y que se mantuvo hasta 1953. La tertulia sólo admitía a escritoras y poetas previa selección exhaustiva, siendo Amparo una de las poetisas que publicaron antes de 1936 junto a otras menos conocidas como Concha Surárez de Otero, María Ontiveros y Carmen Conde.

En 1951 participó en el Homenaje poético a los hermanos Machado realizado por el grupo literario Rumbos, en el local del café El Recreo de Embajadores, 57.

En 1952 dio un recital de versos inspirados en la Pasión del Señor en el teatro María Guerrero de Madrid.

En 1953 en la Sesión poética de Adelfos, del Círculo Filipino de la calle Castelló, 57, ofreció otro recital poético junto a Fernando Dicenta, Tomás Preciado, Mario Cabré, Juan Pérez Creus y Jesús Canelo.

En 1953, la Asociación Amigos de Bécquer celebró un Aula Magna del Instituto San Isidro de la calle Toledo, en el que participó también con algunos versos.

Falleció en Madrid en 1956.

Paloma y flores

 

En 1958 en el salón de actos de la Asociación de Escritores y Artistas de Madrid, se celebró una velada literaria de la tertulia Aguacantos (creada por el poeta Guillermo de Ossorio), en homenaje a la memoria de la pintora y poeta, hermana de Enriqueta González Figueroa, quien fuera directora del grupo escolar Lope de Vega de Madrid. En el acto, la Premio Nadal de 1952, Elisa Soriano, leyó unas cuartillas y recitaron poesías Gloria Calvo, Acacia Unceta, Isabel Secadas y María Paz Viloria. José Francés cerró el acto con laudatorias palabras hacia la familia González Figueroa.

Como colofón al homenaje, su hermana abrió las puertas del estudio de Amparo a todo el que por cinco días quiso visitarlo. La invitación fue hecha durante ese homenaje a la pintora.

El atelier de Amparito estaba situado en Monte Esquinza, 46 y podía visitarse de seis a nueve de la tarde.

En 1959 el Diario de Burgos publicaba la noticia de que la entidad “Nuestra terraza, 1959” de Madrid, había convocado un concurso literario para poetas y poetisas, estando entre los temas previstos, uno para el quinto premio sobre monumentos, historia, tradiciones, personajes, etc,. Relacionados con Burgos, y en recuerdo de Amparo González Figueroa. El premio consistía en una copa y accésit y podían concurrir las poetisas de Burgos y su provincia.

El Ayuntamiento de Sevilla guarda un retrato de Gonzalo Queipo de Llano pintado por ella.

Niñera de Valdelanusa

Amparo González Figueroa y la AEPE

Socia de Mérito del XV Salón de Otoño de 1935

Participó en las siguientes ediciones del Salón de Otoño:

IX Salón de Otoño de 1929: Mi madre y Magnolia

X Salón de Otoño de 1930: Pilar en la fuente, Risa, Del huerto

XII Salón de Otoño de 1932: En Madrid y Margarita

XIV Salón de Otoño de 1934: Niebla y Mohand

XV Salón de Otoño de 1935: Minera

XVI Salón de Otoño de 1942: Victoria y El padre Ortega

XVII Salón de Otoño de 1943: Corales

XVIII Salón de Otoño de 1944: Retrato del Excmo. Sr. D. Gonzalo Queipo de Llano

XX Salón de Otoño de 1946: Magnolias

XXI Salón de Otoño de 1947: La muchacha del pañuelo

XXII Salón de Otoño de 1948: Retrato del doctor Morales Díaz y Retrato del Dr. Muñoz Seca

XXIII Salón de Otoño de 1949: La escritora María Isabel

La puerta de la poesía: «Mi rosal», de Amparito González Figueroa.

 

MI ROSAL

Mi rosal injertado

da siempre rosas blancas.

Borraron sus colores,

le cortaron las alas…

Yo misma no sé, de ellas,

cómo tienen el alma.

Nadie puede cogerlas.

Nadie puede besarlas.

En mi vaso se mustian

siempre dentro de casa.

El color de mis rosas

hubiera sido grana,

como la que, en las noches

de verano que abrasa,

corto y prendo al escote

de mi blusa de rayas.

Sus hojas están hechas

de terciopelo y grana,

del color de la sangre,

del color de la llama…

¡Ay, rosal de mi vida,

te cortaron las alas,

borraron tus colores,

destrozaron tu alma!…

-Yo quiero rosas mías,

yo quiero rosas grana!…

Y se pierden mis gritos

y mi clamor se apaga

¡y se siguen mustiando

mis pobres rosas blancas!…

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