Los colores de Galiana se trasladan de los lienzos a los coches de competición
Hace bastante tiempo que Galiana nos dejó claro su atrevimiento. Su potente, vehemente y espontáneo manejo del color impactan sobre la tela con pasional energía; su expresividad, alejada de cualquier convencionalismo, es el instrumento con el que traslada al lienzo una personalidad insólita; sus abstractas conjeturas con las formas apelan a la complicidad del espectador durante la contemplación de la obra o su interpretación de la realidad, mirada a través de cientos de cristales rotos, han sido las señas de identidad inequívocas de su producción desde hace años.
Atrevimiento, audacia y osadía —cada una de estas palabras contiene distintos y complementarios matices— se aúnan en la propuesta artística de Galiana.
Ahora, ha vuelto a hacerlo, ha vuelto a sorprendernos.
Acompañado por los mismos pinceles y tinturas con los que batalla en la solitaria paz de su estudio, se ha trasladado hasta los ruidosos y populosos boxes de una escudería de automóviles de competición.
Aplicando la misma creatividad, ha sustituido el bastidor de madera de sus cuadros por el bastidor metálico de un coche.
De las sosegadas salas de las galerías de arte ha pasado a las vibraciones y el acelerado vértigo del asfalto. Los colores de Galiana, delimitados por sus trazos de formas caleidoscópicas, ahora cubren —en una especie de oxímoron simbiótico entre el rugir del motor y el silencio de la inspiración artística— el capó, las aletas y el morro de un vehículo destinado a cortar el aire velozmente, una labor a la que se acopla perfectamente la obra depositada sobre la chapa, con líneas que parecen creadas por un viento imparable.
Arte efímero que pasa como una exhalación ante los ojos del público, arte expuesto al peligro del deterioro producido por la maquinaria, la manipulación o las huellas dejadas por la carretera, circunstancias que la obra asume como propias. Arte en movimiento y transformación.
De nuevo, el atrevimiento y la originalidad de Galiana han vuelto a sorprendernos.