Por Mª Dolores Barreda Pérez
Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes
de la Asociación Española de Pintores y Escultores
Emiliano Martín Aguilera
AGUILERA, Emiliano M. Cr 1936 MADRID
Emiliano Martín Aguilera en una fotografía publicada por Ahora 17/3/1933
Emiliano Martín Aguilera nació en Madrid, el 9 de abril de 1905.
Estudió con Besteiro en la Universidad Central, obteniendo notas brillantes.
En 1916 escribía para revistas como Vida manchega, y ya en 1920 para Los Muchachos.
A partir de 1927 se hizo habitual en las páginas de El Heraldo de Madrid, así como en otras publicaciones como Transporte, Almanaque de El Socialista o Informaciones, pero también en medios como La Libertad, El Liberal, España en… El Imparcial, La Voz, La Tierra, Nuevo Mundo, El Sol, Ahora, Algo…
En 1921 comenzó sus estudios superiores y en 1929 se licenció en Derecho, aunque sin ejercer la abogacía, ya que desde muy joven se inclinó por el mundo periodístico.
Entre 1928 y 1931 fue redactor, redactor jefe y director de Renovación, órgano de las Juventudes Socialistas, a cuyo Comité Nacional perteneció como miembro de la Agrupación Socialista de Madrid.
Redactor literario en El Socialista, estaba igual de cómodo como cronista de estrenos que como crítico de arte.
En 1931 fue designado como miembro del Patronato del Museo Municipal de Madrid, poniendo su enorme capacidad de trabajo y su empeño en el servicio de la difusión de la cultura.
Durante la guerra civil fue secretario del Consejo de Dirección del Ministerio de Economía y delegado del Ministerio en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París en 1937.
Posteriormente, trabajó de abogado de la Asesoría Jurídica del Comité de Industrias de Guerra de Cataluña y de la Subsecretaría de Armamento del Ministerio de la Guerra.
Finalizada la guerra se exilió en Francia, residiendo en Montauban (Tarn et Garonne), ciudad al norte de Toulouse, donde trabajó para el Museo Ingres.
Desde 1943 comenzó a colaborar en las revistas Lecturas y Destino de Barcelona con el seudónimo “Ignacio de Beryes” y en publicaciones en la editorial Iberia de Barcelona con ese mismo nombre y con otros como “Marcelo Abril” o “Juan Manzanares”.
Regresó a España, residiendo primero en Madrid y desde 1951 en Barcelona, donde fue nombrado director de la Editorial Iberia de Barcelona, puesto que conservó hasta su jubilación, poco antes de su fallecimiento.
Son muy numerosos los artículos que sobre pintura salieron de su pluma, lo que le hizo prolífico autor, ya que publicó cerca de un centenar de libros, muchos con admirables fotografías, presentados a todo lujo por varias editoriales.
Dedicó libros a los grandes pintores como Goya, Tiziano, Tintoreto, Vicente López, Rosales, Sorolla, Zuloaga, El Greco, Chicharro, Castro Gil… y otros muchos y estudios dedicados a Isadora Duncan, Moratín, Larra, Feijoo, Saavedra Fajardo, Schweizer…
Tiene biografías con notas ampliatorias de los autores: Perrault, De Foe, Brillat-Savarin, Franklin, Aristóteles, López de Gómara, Pascal, Goethe, Esopo y Fedro, Chateaubriand, Aristófanes, Vasario, Ariosto, Fernando de Rojas, Confucio, W. Irving, Beaumarchais, Colomela, Gautier, Q-C Rufo, Tolstoi, P.Rivadeneyra, Dickens, Petrarca, F. de Avellaneda, R. de Alarcón, Humboldt, Pérez Rosales, Sócrates, Schiller, Ruskin, B. Metge, Condesa d’Aulnoy, Tucidides, Nepote, Descartes, Aristóteles, Stendhal, Platón, Gayo, Petronio…. Publicadas todas ellas por la Editorial Iberia de Barcelona.
Aguilera, como firmaba, o M. Aguilera, puso entusiasmo y muchas horas de trabajo en la publicación del libro “El pensamiento político de Julián Besteiro”, de Adrés Saborit.
El 30 de junio de 1975 falleció en Barcelona, cuando iba a darse un baño, de forma repentina al sufrir un síncope.
La muerte de su esposa hacía tiempo, había agravado sus dolencias congénitas, puesto que arrastraba varias enfermedades que al perder a su compañera de vida le dejaron física y moralmente derrumbado.
El exilio que compartieron juntos, fue un momento de gran sufrimiento y para cuando regresó a España había perdido peso alarmantemente, por lo que resultaba difícil reconocerle físicamente.
Trabajador infatigable, quienes le conocieron destacaban su buen corazón, generosidad y altruismo.