Recordando… Rosario Muro Antón

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Rosario Muro Antón

Primera Socia de Honor de la AEPE

 

Rosario Muro, portada de la revista Mujeres Españolas de agosto de 1930

 

Nacida en los últimos años del siglo XIX, Rosario Muro Antón pertenecía a una distinguida familia de La Coruña, siendo sus padres los señores del Castillo de Guimil, si bien residían en Madrid, en la calle Trujillos, 7 y en la calle Arenal, 16.

Era hermana de Joaquín Muro Antón, un arquitecto español. Recibió el título en Madrid en 1916, entrando a formar parte de la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas por el Estado Español desde su fundación en el año 1920 junto a Bernardo Giner de los Ríos, Jorge Gallegos, Leopoldo Torres Balbás y José Luis Moreno Benlliure.

La familia veraneaba en San Lorenzo de El Escorial, donde tenían un chalé y en donde se integraron de forma muy activa a la vida social.

Con una marcada vocación para la interpretación, gran talento, enormes facultades para la escena y una ilusión desorbitada en el teatro, pero sin posibilidad de dedicarse profesionalmente a una vida poco recomendada para su estatus social, Rosario volcó todo su afán en llevar a cabo funciones benéficas y festivales de caridad en los que interpretaba papeles en obras de teatro en las que figuraban otros intérpretes de la alta sociedad madrileña.

Inteligente, culta, resolutiva, humanitaria, quien la conoció destacaba de ella su vocación teatral y artística.

En 1905 un grupo de amigos y amantes de las letras, entre los que se encontraban Fernando José de Larra, Guillermo Fernández Shaw y Manuel Linares Rivas, habían fundado la Sociedad Cultural y Teatral “La Farándula”, siendo su primer Presidente de Honor Jacinto Benavente, el flamante Premio Nobel de Literatura en 1926.

La Farándula ofrecía funciones en teatros de Madrid, principalmente, también el algunos de provincias, con ocasión de galas benéficas en las que se recaudaba un dinero destinado a distintas obras de caridad. Sus intérpretes trabajaban altruistamente, siendo todos ellos destacados aristócratas, autores, escritores, periodistas, y muy diversos miembros de la alta sociedad española.

Hasta 1960, La Farándula representó sus estrenos en los Teatros Nacionales de Madrid para sus socios y abonados, convirtiéndose en una alternativa a la Escuela Nacional de Arte Dramático que se crearía con posterioridad.

Como decimos, veraneaba la familia Muro en El Escorial de principios del siglo XX, que se convirtió en un concurrido centro de veraneo, al que acudían gran número de familias de la alta sociedad madrileña, atraídas por el prestigio del Real Sitio y el privilegiado medio natural de su entorno. El boom de veraneantes propició la construcción de numerosas villas de recreo, unas veces ocupadas por sus propietarios y otras alquiladas en condiciones muy ventajosas.

La presencia de grandes compositores, escritores y artistas hizo que muchos de ellos compusieran obras, sainetes y otras piezas teatrales especialmente para ser representadas por los miembros de la colonia de veraneantes de El Escorial, surgiendo como un acto de sociedad para pasatiempo de los mismos, que terminó encontrando un fin social en funciones benéficas y galas recaudatorias de fines loables.

Es en ese ambiente en el que Rosario Muro encontrará su verdadera vocación, influida por su gran amigo, el escritor Javier Cabello Lapiedra, uno de los integrantes de La Farándula, y que formaron un inolvidable grupo junto al matrimonio Pellicer, Matilde Ribot, Pedro Martín… que llegaron a promover grandes espectáculos culturales que se representaron en El Escorial, en Madrid y en muchas otras capitales españolas.

Debido a su devoción y entusiasmo, en algunas representaciones dirigía y formaba parte del cuadro de actores, recibiendo grandes y merecidos aplausos y extraordinarias críticas por sus interpretaciones.

Obras de Benavente, los hermanos Álvarez Quintero, Marquina, Martínez Sierra, Fernández Ardavín, Javier Cabello Lapiedra, Ricardo de la Vega, Ceferino Palencia, Juan Comba, el maestro Estrella… más de un centenar a lo largo de toda su vida.

El poeta y libretista de zarzuela Guillermo Fernández Shaw, en su crónica del periódico ABC del día 11 de mayo de 1921, escribía: “Rosario Muro no es actriz; sin embargo, es una de las primeras actrices españolas. Y me explicaré. No es actriz esta distinguida señorita, emparentada con aristocráticas familias madrileñas, por culpa de los eternos e inevitables convencionalismos sociales. Ellos le impidieron consagrarse desde niña a esta noble profesión, para la que tenía y tiene excepcionales condiciones. Si se hubiese dedicado al teatro profesionalmente, su nombre figuraría hoy al lado de nuestras actrices más admiradas. Pero Rosario Muro, a pesar de no haberse consagrado oficialmente a la escena, es, ante todo y sobre todo, una actriz. Su vocación irresistible la ha llevado a acometer las más arduas empresas, de las que ha salido siempre triunfante. En el teatro solo piensa, y para el teatro vive. Tiene belleza—una belleza morena de gran fuerza y expresión, — tiene figura, y tiene una voz muy bonita y muy dramática. Si a ello se une que domina perfectamente la escena, que es graciosa cuando hace falta y sabe emocionar cuando es necesario, que viste muy bien y que trabaja siempre con verdadero entusiasmo, se comprenderá que el número de sus admiradores sea extensísimo, y que, función por ella organizada y por ella interpretada, cuente de antemano con un éxito seguro”.

En los veranos de San Lorenzo de El Escorial, no había fiesta en la que no participara Rosario Muro, estando ya considerado como uno de los más afamados centros veraniegos de España.

El Real Coliseo, Paraninfo, Casita del Príncipe y El Parque de Alfonso XIII, eran los lugares donde se celebraban y en los que Rosario Muro siempre estaba allí, organizando y dirigiendo.

Se celebraban fiestas, verbenas, cine al aire libre, se instalaba una pista de baile con palcos y un escenario donde se celebraban representaciones de teatro, zarzuelas, magia y espectáculos infantiles.

La colonia veraniega llegó a suponer una verdadera propaganda que comenzó a rendir para el pueblo los grandes beneficios que perdía en el invierno con la marcha de los veraneantes.

En el Parque de Alfonso XIII a partir de 1932 con las verbenas y fiestas que ya se organizaban, comenzó la costumbre de celebrar la elección de la Dama Regidora, y otras fiestas como la de la Poesía o la de la Danza; pero sobre todo, los primeros Juegos Florales celebrados en el año 1915, de los que fue mantenedor el mismo don Jacinto Benavente.

En aquellos Juegos Florales, Rosario Muro fue elegida como Reina de los mismos, apareciendo en distintos medios de la época como en Mundo Gráfico, La Hormiga de Oro, la Ilustración artística,… varias fotografías que recogían el acontecimiento, que contó con la presencia de la Infanta Isabel, una asidua al verano escurialense.

 

En 1915 fue elegida la Reina de los Juegos Florales celebrados en San Lorenzo de El Escorial, siendo recogido el acto por distintos medios gráficos

 

En 1917 La Esfera se hacía eco de una de esas representaciones de la “colonia de veraneantes”, publicando un artículo dedicado a las obras representadas y unas fotografías de las mismas, en una de las que podemos ver a Rosario Muro en el papel de “Pepita Ríos”

La Esfera, 1917

 

En 1920 aparecían sus fotografías en la revista Vida aristocrática, con motivo de una nueva función teatral.

ABC 1921 Rosario en el jardín de los Señores de Sainz con motivo de la función veraniega

 

En 1928 fue una de las intérpretes de la producción cinematográfica titulada “La pata del muñeco”, dirigida por Javier Cabello Lapiedra. Un drama histórico con argumento original de Pedro Muñoz Seca y que contaba con nombres como José María Alonso Pesquera, María Luisa Pinazo, Alberto Escalera,  Carlos Servet, Miguel, Alfredo Hurtado “Pitusín”, Pilar Calvo Sotelo, Isasa, Carmelina Ibor, María Teresa Ibor, Alicia Bonet, Juanito Leyva, María Luisa Escrivá de Romani…

En 1930 aparecía en La Esfera una fotografía de la artista en una escena de la interpretación de la obra “La maja”, con motivo de la fiesta benéfica celebrada en el Teatro de la Princesa.

En 1930, en una escena de La maja, junto a Concha y Carmen Isasa y el Sr. Escalera

 

En marzo de ese mismo año, su fotografía era portada en la revista Mujeres españolas, acompañada de un breve texto en el que se ensalzaba su vocación teatral.

El paréntesis que supuso la guerra civil y la difícil posguerra, no mermó el entusiasmo de Rosario Muro, que continuó su infatigable labor dirigiendo funciones.

En 1941 fue nombrada Presidenta de Honor de la Hermandad de Señoras de la Virgen de Gracia, patrona de San Lorenzo de El Escorial.

En 1947 el Ayuntamiento escurialense acordó designar una calle del Barrio de Abantos con el nombre de Rosario Muro, en prueba del cariño del pueblo y de su colonia veraniega.

Al acto de inauguración junto con las autoridades locales, asistió Rosario Muro, que descubrió la placa de granito instalada en la pared del chalet “Villa Rosario”, recibiendo el homenaje y aplauso de autoridades y del público presente en el acto.

Murió en Madrid, el 15 de noviembre de 1957, y está enterrada en la Sacramental de San Justo en Madrid.

Rosario Muro tiene una calle en el barrio de Abantos, en San Lorenzo de El Escorial

 

Programa de mano de una de las funciones de 1915

 

 

Rosario Muro y la AEPE

En 1913 la Asociación de Pintores y Escultores organizó un baile de máscaras en el Teatro Real, un Baile de Payasos en el que era obligatorio el disfraz en colores blanco y amarillo, al que acudieron SS.MM. los Reyes, que acudían de forma habitual a apoyar con su presencia los actos que organizaba la institución, como veladas benéficas y exposiciones.

Actos y actividades en los que ya colaboraba Rosario Muro, como en la función benéfica llevada a cabo el 30 de abril de 1918 en el Teatro de la Princesa.

En 1923, la Asociación de Pintores y Escultores acordó preparar un festival a beneficio de la Caja de esta entidad, en el que intervino la compañía de Rosario Muro, representando en el Teatro de la Princesa una obra de Francisco de Quevedo.

La fecha del festival se fijó de acuerdo con los compromisos de SS.MM. los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, para facilitar su asistencia.

Al final de la representación hubo, como ya era costumbre, rifa de cuadros y esculturas donados por los afiliados para este fin.

Ante los magníficos resultados del festival, la Asociación de Pintores y Escultores decidió en su Junta Directiva celebrada el 14 de mayo de 1923, nombrar a Rosario Muro Socia de Honor, en vista de su repetida y desinteresada colaboración con la institución.

 

Revista Vida aristocrática, 1920

 

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