El Arte es política

Mª Dolores Barreda Pérez

Secretaria General

Secretaria Perpetua de la AEPE

 

En el artículo que publiqué en esta misma Gaceta de Bellas Artes correspondiente al mes de julio bajo el título de “Similitudes preocupantes”, analicé la libertad de prensa y expresión que se vivía en la Segunda República y que como vimos, resultó ser la época en la que hubo un mayor cierre de periódicos de toda la historia de España, es decir, el mayor ataque a la libertad de expresión de todos los tiempos.

Muchas han sido las reacciones provocadas de todo tipo, debo confesar, desde efusivas felicitaciones por la relación de hechos estrictamente históricos expuestos, hasta otras en las que se me exhortaba a dejar a un lado la política para dedicarme en exclusiva al arte, sin mencionar que en esta España que vivimos, absolutamente todo es política, y no digo ya nada del arte, pura política, pura y dura.

Reacciones que me alientan a seguir escribiendo porque compruebo, admirada, que mis artículos se leen, y no solo se leen, sino que hacen que muchos de los lectores se tomen la molestia de escribirme, da igual en qué sentido. El solo hecho de hacerlo me inspira para continuar y me anima en mi propósito de hablar del arte y los artistas.

Sin embargo, no me resisto a citar mi asombro por el redescubrimiento de la expresión  “regeneración democrática”, así que echando mano a la historia, esa que no se consulta nunca para no repetir errores, he buscado las fuentes primigenias de esas palabras y utilizadas para otros países, ya se usaban en 1848; para España, se utilizan por primera vez en 1851.

En 1871, en el diario liberal El Imparcial, la crónica parlamentaria dice textualmente: …”Y por cierto que es curioso oír al Sr. Castelar tratar de sospechoso al ministro de la Gobernación en la práctica del sufragio universal, mientras para el orador republicano ofrecen una garantía segura en favor del sufragio los carlistas, los neo-católicos, los enemigos del progreso, que han repetido mil veces que usan las prácticas liberales para desacreditarlas. Lo cual, sin embargo, no impide que los republicanos los tomen por compañeros en la obra de nuestra regeneración democrática y del ejercicio del sufragio universal”.

Tras innumerables citas, para 1918 ya se habla de la regeneración democrática asociada a la autonomía de Cataluña, citándose expresamente que “la autonomía va asociada a toda la obra de regeneración democrática que a estas horas anhela España entera”.

Estamos en pleno auge regeneracionista y como vemos, no hay nada nuevo bajo el sol. Nada nuevo que inventar en el gobierno, ni siquiera en eufemismos, que ya sabéis que me encantan.

Pero puestos, vamos a entrar de lleno en temas culturales y artísticos.

En el mes de mayo ya hablamos de la creación de una nueva Dirección General de Derechos Culturales y del Plan de Derechos Culturales que preparaba el gobierno… sigue en estudio, claro, desde que se presentara a principios de año. Imagino que mientras, ya se ha organizado la nueva Dirección General con todo el personal que conlleva, porque eso está claro que no tiene estudio alguno, más bien candidatos y nóminas.

Mientras, seguimos sin saber nada de la segunda etapa del Estatuto del Artista, y seguimos a vueltas con la igualdad, diversidad lingüística y vertebración territorial, el cambio climático, la paz, y poco más porque el Ministerio de Cultura está inmóvil y pensativo, quieto y callado.

Pero he aquí que ante la situación general de España, se nos ha pasado por alto las últimas ayudas aprobadas por el Consejo de Ministros a principios de junio, a propuesta del ministro de Cultura.

Vamos a pensar bien pero, ¿a que no saben a qué industria van? Ni en un millón de años lo adivinarían… bueno, vale, todos hemos pensado lo mismo y sí, van otra vez al cine entre otros…

El Consejo de Ministros autoriza al Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) a convocar las ayudas generales para la producción de largometrajes por un importe total de 62 millones de euros. Ayudas inscritas en el Componente 25 del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR).

No podían faltar estos palabros y términos, cómo no…

Y ¿qué es el Componente 25? dirán ustedes. Componente es parte del PRTR que agrupa una serie de inversiones y reformas destinadas a dinamizar y fortalecer el sector audiovisual, mejorar el clima de inversión y consolidar a España como plataforma de inversión audiovisual a nivel mundial y país exportador de productos audiovisuales, eso sí, desde una perspectiva amplia e integradora, que incluye los videojuegos y la creación digital, a través de la internacionalización, el fomento de la innovación y la mejora de la regulación.

Esto dicho así, queda estupendo… no se entiende bien qué es, pero mola…

Componente 25 contempla una inversión estimada total de 2.465,2 millones de euros, de los cuales 1.931,5 millones proceden del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (PRTR).

Como el arte no es política, según me hacía saber uno de nuestros socios, he buscado la parte de creación plástica dentro del PRTR. Viene contenido en el apartado “Revalorización de la industria cultural”.

Leo atentamente sus bases, basadas en las reformas e inversiones orientadas a fortalecer la cadena de valor de las industrias culturales españolas mediante el refuerzo de sus capacidades y resiliencia, promoviendo tres ejes estratégicos: la competitividad, la dinamización y cohesión del territorio, y la digitalización y sostenibilidad de los grandes servicios culturales. La inversión total es de 325 millones, destinados al desarrollo del Estatuto del Artista y Fomento de la inversión, el mecenazgo cultural y participación, el refuerzo de los derechos de autor y derechos conexos, la dinamización de la cultura a lo largo del territorio, la digitalización e impulso de los grandes servicios culturales y el refuerzo de la competitividad de las industrias culturales, que incluye el refuerzo de las habilidades emprendedoras y financieras de los profesionales del sector cultural a través de un programa de becas; la formación especializada en oficios técnicos y gestión cultural para profesionales de las artes escénicas y musicales; el apoyo a aceleradoras culturales que maximice el desarrollo de proyectos culturales con alto potencial de crecimiento; un proyecto de apoyo a los proyectos de digitalización de los operadores de gestión de derechos de propiedad intelectual; un proyecto sobre vertebración e internacionalización del sector del libro, de las artes escénicas y la música, de las empresas y profesionales; movilidad internacional; estudios y análisis de mercados para producciones escénicas líricas y musicales; y finalmente, el impulso a las galerías de arte para que puedan recuperar su presencia en las ferias internacionales.

Mucho me parece a mí que hay para sólo 325 millones frente a los 1.931,5 millones del sector audiovisual, pero debe ser que soy una malpensada…

Total, que para las bellas artes seguimos sin inversiones. Bueno, claro, si contamos las de los museos para modernización de instalaciones y obras, de patrimonio… pero nada de creación y artistas plásticos.

Y como el arte no es política, ¿dónde quedan los artistas? ¿Dónde los pintores y escultores?

Cuando las grandes exposiciones se han convertido en parques temáticos de la cultura o centros comerciales del arte, sin unos contenidos didácticos que hagan del público un ciudadano crítico, la banalización de la cultura, relegada a ser un mero entretenimiento de masas, hace que en España los pintores y escultores malvivan de su profesión y deban dedicar su trabajo a otras actividades que les permitan poder pintar y esculpir.

Y pese a todo, la creación artística es una necesidad apremiante en nuestra sociedad.

No voy a hablar de cómo el arte mejora la sociedad, no. No toca ahora hablar de eso.

Los pocos que trabajamos “por amor al arte” nunca mejor dicho, defendiendo a los pintores y escultores, intentamos cambiar las cosas sin ningún apoyo y no sólo no avanzamos, sino que tenemos que vivir continuamente en una carrera de obstáculos en la que todos intentan mirar hacia otro lado.

Ningún gobierno se ha ocupado plenamente de la promoción del arte en España, en esa España que sigue inmersa en el amiguismo donde solo los privilegiados consiguen recursos públicos y cátedras sin estudios ni licenciaturas.

La burocracia nos come, el apoyo institucional ni existe, los criterios de compra de obras para museos son de una arbitrariedad incómoda y acongojante, el arte que sustentaba la iniciativa privada es cada vez más escaso y lo único que prolifera en la actualidad son las “galerías buitre”, mercaderes del arte que a fuerza de abusar de exhibiciones, hacen más negocio que aportación y más caja que bien cultural y artístico, despreciando todo lo que no sea rentable.

El arte es política. Y lo es porque con las cifras contempladas en el Plan de Recuperación y Resiliencia (PRTR) mencionado anteriormente, se demuestra que a nadie le importa la pintura y la escultura, que ni se contempla en planes y promociones gubernamentales, por supuesto no digo tampoco nada de su presencia en los planes de estudio, lo que nos aboca a un distanciamiento cada vez mayor entre el arte (y sus corrientes y estéticas y vanguardias) y el público, que no lo percibe como algo esencial y no lo comprende tampoco.

Y henos aquí llegados a dictaminar que las bellas artes, por lo menos la pintura y la escultura, se han convertido en una barrera para acceder a la cultura, puesto que el público contempla las obras como reliquias del pasado que no entiende.

Sin esa complicidad del público, es imposible concienciar, sensibilizar, conservar y difundir el vastísimo patrimonio que tiene España, con ciudadanos que no tienen educación artística, muchos tampoco de la otra, y por tanto, no valoran el bien común que atesoramos.

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