Goya… «el decapitado»

Goya… «el decapitado»

El cráneo de Goya pintado por Fierros en 1849

 

Desde que se descubrió que el cadáver estaba decapitado, se hicieron múltiples pesquisas para intentar encontrar la cabeza. Se barajaron varias hipótesis basadas en documentos, testimonios e investigaciones.

Versiones distintas, desde que Goya podía haber pedido a sus albaceas que, a su muerte, le separaran la cabeza del cuerpo y la enterraran en Madrid, hasta que él mismo dejara dicho que se donara a la ciencia para su estudio, o que, sin dejarlo por escrito, le fuera separada del tronco nada más fallecer, para que los científicos estudiaran su privilegiado cerebro, incluso que el pintor dejara dicho a su amigo, el doctor Laffargue, que se la cortara y llevara a su laboratorio, en el asilo de San Juan, de Burdeos, para realizar un estudio frenológico, que pudo haberse llevado en secreto y, posteriormente, depositar el cráneo en unos de los hospitales de la Facultad de Medicina de París.

Autorretrato-Fierros,1878

 

En las investigaciones que se llevaron a cabo sobre el paradero de la cabeza del pintor, y que no llegaron a buen puerto, se encontró, en Fuendetodos, su lugar de nacimiento, un cuadro obra de Dionisio Fierros, en cuya reverso se podía leer: “El cráneo de Goya pintado por Fierros en 1849”. En esa fecha, aún no había sido exhumado su cuerpo en el cementerio de Burdeos. El cuadro desapareció y fue encontrado en 1928, en poder de un anticuario, Hilarión Gimeno. En el transcurso de la investigación, un nieto del autor del cuadro, dijo que había visto en el estudio de su abuelo, “una calavera que podría ser la de Goya”,  testimonio ratificado por la viuda de Fierros, quien añadió, que un hijo suyo, siendo estudiante de Medicina, se llevó el cráneo a Salamanca, donde, según la versión de un sobrino de éste, quiso hacer un experimento sobre la fuerza expansiva de los gases, y el presunto cráneo saltó por los aires, hecho añicos. No sabiendo qué hacer con los huesos, se los dio a un mastín, que los devoró sin tardanza.

Cuando su cuerpo fue inhumado en la ermita de San Antonio de la Florida, se introdujo en la sepultura un pergamino, al parecer firmado por Alfonso XIII, con el  siguiente texto: «Falta en el esqueleto la calavera, porque al morir el gran pintor, su cabeza, según es fama, fue confiada a un médico para su estudio científico, sin que después se restituyera a la sepultura, ni, por tanto, se encontrara al verificarse la exhumación en aquella ciudad francesa«.

 

Firma autógrafiada del Marqués de San Adrián, firma autógrafa de Fierros y la Inscripción Cráneo de Goya pintado por Fierros

 

Saber dónde se encuentra la cabeza de Goya, incluso si fue destruida, o no, sigue siendo un misterio y un reto para quienes tienen la esperanza de que no todo está perdido.

Lo único cierto es que Goya, el gran don Francisco, que casi perdió la cabeza durante su vida en riñas callejeras o escalando tapias en la ciudad de las colinas, supo resistirse hasta su muerte. Y entonces la perdió del todo. Como al fin tenía que ser.

Especial «Francisco de Goya»

Portada del número especial dedicado a Francisco de Goya de la Gaceta de Bellas Artes correspondiente al mes de mayo de 2021

 

La Gaceta de Bellas Artes del 15 de abril de 1928, correspondiente al número 334, exhibía en su portada una reproducción de la obra “Isabel Cobos de Porcel”, de Goya.

La portadilla era un dibujo titulado “Alegoría”, obra de Pedraza Ostos, cuya interpretación hemos tomado para hacer en este número de Mayo de 2021, el merecido homenaje al artista aragonés, con motivo de la celebración del 275 aniversario de su nacimiento.

 

En este número de 1928, se abordó la vida y biografía de Goya, también se incluyeron opiniones de artistas y críticos sobre el pintor.

En 1947, el número 462 de la Gaceta de Bellas Artes que publica la Asociación Española de Pintores y Escultores, estuvo dedicado al II Centenario del nacimiento de Goya.

Con ese motivo, los grandes críticos y artistas de la época, firmaban sus artículos especializados en las múltiples facetas del genial artista aragonés.

José Francés, Manuel Machado, Bernardino de Pantorba, Esteve Botey, José Subirá, Pérez Obís, Ángel Dotor… un número repleto de interpretaciones de un artista del que se ha dicho ya casi todo.

A lo largo de la historia de la Gaceta de Bellas Artes, son innumerables las referencias que se hacen al artista, imposibles de enumerar aunque solo  sea de pasada, lo que demuestra que Goya ha estado, está y seguirá siendo punto de referencia obligado en la historia del arte de España, del mundo.

Con este ánimo, abordamos un especial de Francisco de Goya, en el que reseñamos las facetas más anecdóticas de Francisco de Goya, en un intento por descubrir aspectos menos conocidos del genial aragonés .

Nuestro tributo y admiración por quien, como decimos en el llamamiento realizado a todas las artes, lo fue todo, lo pintó todo.

 

Firmas con sello de lujo: Tomás Paredes

Óscar Domínguez, el TEA y el Dr. Stepanek

 

Todos los lectores saben quién es Óscar Domínguez, uno de nuestros pocos artistas contemporáneos internacionales junto a Picasso, Miró, Dalí, Buñuel. Pero, por refrescar datos, recordaré que nació en la Laguna, Tenerife, en 1906. En 1927 marchó a París a formarse en el negocio familiar, pero dejó la economía y cogió los trastos de pintar y ya en 1929 realiza sus primeros cuadros surrealistas.

Oscar Dominguez photograph in Prague, Czechoslovakia, December 11, 1948. (CTK Photo/Alexandr Hampl)

 

 

Conoce a Breton y en 1934 forma parte del Movimiento Surrealista. Entrando en contacto con Picasso el año siguiente. Su dimensión creadora comienza a crecer y se convierte en un pionero del surrealismo, inventor de la decalcomanía, ilustra libros de los poetas más brillantes y escribe algunos textos y poemas. Está con la flor y nata del arte del París más radiante. Viaja con los Pintores Españolas de Paris a Praga, 1945, y allí conoce un éxito espectacular, exponiendo en los años siguientes en ciudades como Praga, Olomouc, Bratislava.

Oscar Dominguez v Olomouci – Bohdan Bloudek

 

Sigue su realidad imperiosa y comienza a medrar su leyenda de hombre juerguista, donjuán, pintor genial, falsificador y rompedor de tabúes, mezclado todo ello a una enfermedad degenerativa, lo que ocasiona un desborde existencial, que acaba con su suicidio el 31 de diciembre de 1957. Nunca olvidaré las referencias, que me dio Javier Vilató, que fue su amigo y al que regalaba lienzos para pintar, como hombre generoso, de humor, noble, inteligente y cariñoso, con una ternura ácida, de espinas y violetas.

Muchos menos sabrán lo que es el TEA, es decir el espacio público de Tenerife para difundir el arte: Tenerife Espacio de las Artes. Museo, centro fotográfico, expositivo y biblioteca, un vistoso edificio, diseñado por Herzog & Meuron, inaugurado en 1995, propiedad del Cabildo Insular de Tenerife, que dirige Gilberto González.

La entrada a las instalaciones del TEA

 

Y menos aún conocerán la personalidad y trayectoria del Dr. Stepanek. Pavel Stepanek, Kladno, República Checa, 1942, es historiador del arte, hispanista y catedrático de la Universidad Palacky de Olomouc y de la Carolina de Praga. Fue conservador de la Galería Nacional de Praga y diplomático de la República Checa en Venezuela, 1999-94.

Ha enseñado en varias universidades de España, México y Venezuela, colaborando en distintas publicaciones con asuntos de su especialidad que es el arte español de todas las épocas, la pintura latinoamericana. Ha comisariado exposiciones de pintura Barroca, del cristal de La Granja de San Ildefonso, el cubismo y varias de Óscar Domínguez. Entre su gran bibliografía, destaca el estudio Picasso en Praga, CSIC 2005, en cuya presentación participé. ¡A Pavel Stepanek le debemos muchas cosas los españoles y la cultura española!

Esta suerte de presentación aclara el rubro y asunto del que quiero informar: publicación del libro “Óscar Domínguez en Checoslovaquia”, TEA, editores Pavel Stepanek e Isidro Hernández Gutiérrez, conservador jefe de las colecciones del TEA y alma impulsora de todo este largo proyecto en torno a la figura de Óscar Domínguez. Ambos editores fueron comisarios de la exposición homónima que tuvo lugar en 2017.

Isidro Hernández, Pavel Stepanek y Marcela Tosal

 

En 2011 se programó el primer acto de esta empresa cultural, con la exposición “Óscar Domínguez. Una existencia en papel”, que se pudo ver en el TEA desde el 25.II al 10.X.2011. Una maravillosa muestra de la próspera relación de “EL Caimán” con el papel, libros, ilustraciones, dibujos, grabados, plaquettes; una riqueza fascinante de una imaginación desbordada y una mano de seda, primorosa, dulce, ácida, canalla, procaz y gloriosa para inventar iconos.

De aquel evento emergió el primer volumen de esta gesta, un libro, cuajado de reproducciones de libros aludidos, con textos de Isidro Hernández Gutiérrez, Juan Manuel Bonet con un recorrido puntillista e idóneo por el territorio Gaceta del Arte; Jean-Michel Gautier, François Letaillieur, Eliseo G. Izquierdo, Georges Sebragh, C. Brian Morris, Rose-Hélène Iché, J. I. Abeijón Giráldez, Gérard Durozoi, Alfonso Palacio y J. A. Dulce.

 

Miloš Kolèák

 

Aquellos años de intensa relación de Domínguez y Checoslovaquia dejaron un inmenso reguero de amistades, estancias, exposiciones, obras, que aún siguen investigando, sobre todo, El Dr. Stepanek, pero sin olvidar a Isidro Hernández. Llevan años con esta investigación, persiguiendo pistas, piezas, huellas y aún les queda mucho por hacer e identificar.

Fueron siete años, 1943-1949, coordenadas de esta relación, que se volvió idilio desde el 46 al 49, un periodo fructífero y feraz de nuestro gran surrealista. Las amistades y las obras crecieron a un ritmo vertiginoso y hoy hay en Chequia y Eslovaquia un caudal intenso de obras de Domínguez, algunas aún sin localizar, ni catalogar ¡Manes, Frantisek Halas, Zdenek Sklenar, Vitezslav Nezval, Jaromir Solc, Frantisek Bobecky, Jiri Kolar, Zykmund, Guderna y otros están ya ligados al mundo de la cultura y al de Domínguez! Aquí reproducimos la imagen de Domínguez abrazado a Jaromir Solc.

Conociendo a Pavel Stepanek- meticuloso, insistente, lúcido, conocedor- estoy seguro de que acabará apareciendo hasta el vaso en que bebía nuestro genial pintor, conocido internacionalmente, pero no siempre puesto en el lugar que merece. La gracia de sus imágenes, el ángel de su pincel, el descaro creativo, el humor de su osadía, el amor y la ironía, su ternura para la vida, que esta no le devolvió, le hacen un pintor distinto, de talento, un generador de imágenes que internacionalizan lo español.

Algunos le achacaron que era picassiano, pero. ¿quién no era picassiano en el tercio central del siglo pasado? Y eso, por no discutir, pues si hubiera que ir obra por obra, veríamos que es mucho más un homenaje al maestro, que una influencia. Un hombre tan vital, tan diáfano, con tanto humor y tanto amor, tan soñador y tan libre, lo más razonable que le ocurriera es que fuese copiado o sirviere de fuente para otros, no al revés. Como así sucedió con algunos pintores checos, Ladislav Guderna, el más evidente.

 

El catálogo de “Óscar Domínguez. Una existencia en papel”, 2011 que se pudo ver en el TEA desde el 25.II al 10.X.2011.

 

Con el mismo formato que su precedente, Óscar Domínguez. Una existencia en papel, el libro que referencio, Óscar Domínguez en Checoslovaquia” está conformado por cuatro estudios de Pavel Stepanek; “Óscar Domínguez, cabeza de toro” de Isidro Hernández Gutiérrez, “El frutero come-fruta. Humor y metamorfosis en la obra de Óscar Domínguez” de Fernando Castro Borrego, “Praga en la construcción del proyecto Gaceta del Arte” de María Isabel Navarro Segura, cerrando esta publicación coral la catalogación de las “Obras de Óscar Domínguez expuestas en Checoslovaquia” de Pavel Stepanek.

Cuando uno visita la Galería Nacional de Praga observa el poderío y le herencia de Picasso en los cubistas y en segundo orden la presencia de Óscar Domínguez. Pero eso vuelve a suceder en Bratislava, con su hervidero de iglesias cabe el Danubio; Olomouc, Ostrova, Brno. Junto a los textos, imágenes de obras y fotografías personales y de grupo, que ilustran lo que los especialistas historian. Es tal el cúmulo de datos e informaciones, que puede ser equívoco citar a unos pocos.

Cubierta del libro “Óscar Domínguez en Checoslovaquia”, TEA, editores Pavel Stepanek e Isidro Hernández Gutiérrez

 

 

Desde luego, en el caso particular español, no existe otra realidad paralela a la de Óscar Domínguez y Checoslovaquia. En escasos años consiguió un influjo determinante. Muchos artistas españoles han vivido en París, México, Nueva York, ninguno ha experimentado ese influjo recíproco con los lugares de residencia como Domínguez.

El Dr. Stepanek comenzó a investigar este acontecimiento, en 1965, cuando descubrió y se interesó por la exposición de 1946 de los Artistas Españoles de Paris, que organizó en Praga la Dra. Marie Hovorková. Exposición que se pudo ver en Madrid en 1993. Desde entonces ha promovido o participado en numerosas exposiciones y ha dejado su opinión en prensa de fuste.

Este tipo de publicaciones, que no suelen importar, porque son colectivas o tocan asuntos que parecieran secundarios, al cabo del tiempo resultan imprescindibles y se convierten en fuentes veraces de la historia. Óscar Domínguez es un artista complejo y brillante- pintor, grabador, escultor, escritor, generador de vida y de cultura- y nunca hay que dejar de explicarlo y difundirlo. De limpiarlo, porque hay episodios que deturpan su andadura y nada como este proyecto para ir completando, poco a poco, un retrato fiel, limpio, feraz, honesto y con dimensión, la figura del gran Domínguez.

Los museos no deben de ser iguales, ahora se parecen demasiado. Los museos han de tener su idiosincrasia, su particularidad, su pintor predilecto. Y el TEA no debe dormirse. Domínguez, a pesar de la dejadez de todos y de los líos, no es un pintor menor y tiene suficiente entidad como para ser emblema de una institución. El TEA debería ser el centro de estudio permanente de “El Caimán” y su mejor coleccionista, porque Domínguez no cesa de crecer y de significar. Del mismo modo que hay que rogar a Pavel Stepanek que no deje de adentrarse en el paraíso domingueo con la claridad y arrojo que le han llevado a la cima del hispanismo checo.

                                                                                                                Tomás Paredes

                                                      Asociación Española de Críticos de Arte/AICA Spain

Victoria Malinowska

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Victoria Malinowska

 

MALINOWSKA, Vitoria        P     1925            RUSIA          MADRID

 


La artista Victoria de Malinowska fotografiada en 1918

 

Victoria de Malinowska (Polonia, activa entre 1918-1952), es una artista injustamente olvidada a pesar de haber logrado realizar exposiciones individuales en distintos y prestigiosos locales de Madrid.

Y con este currículum poco frecuente en una artista, apenas han trascendido datos de su vida.

Por la prensa sabemos que era ruso-polaca y aunque en algunos escritos se comenta que fue autodidacta, algún que otro medio también menciona que estudió en la Escuela de Bellas Artes de París.

La prensa del momento se refiere a ella en ocasiones como “artista polaca” y otras como “artista rusa”, y dependiendo del artículo, nació en Rusia, hija de un general del ejército ruso.

Sobre sus años de juventud, se cuenta que recorrió Crimea y la estepa de Siberia, visitó los museos de Varsovia, San Petersburgo, Berlín y acabó instalándose en París.

Por entonces realizó algún viaje a España como visitante, pero al llegar la primera gran guerra, tuvo que emigrar a la península  por necesidad, junto a su madre y su hermana, también pintora.

A España debió llegar en torno a 1915, huyendo de la Guerra Mundial como otros pintores y escritores  polacos que vivían en Francia y que fueron considerados personas “non gratas” debido a que casi todos procedían de la Galitzia polaca, es decir, poseían pasaporte austríaco, como fue el caso de la artista.

La amistad entre Malinowska y Valentín de Zubiaurre se remonta al menos a 1917, año del que data el retrato que nuestro socio realizó a la pintora en Paris y que fue reproducido en el n.º 5 de la revista Hermes.

 

 

Victoria de Malinowska,  por Valentín de Zubiaurre

 

Al principio de su estancia en España, vivió con escasos medios económicos hasta que logró una cierta holgura que le permitió incluso  enviar dinero a su familia, gracias a la venta de retratos en los círculos de la alta sociedad madrileña con la que pronto congenió.

Fue esa dependencia económica la que condicionó su obra, y su “triunfo” entre los círculos sociales vino marcado por los retratos, bodegones y paisajes, que resolvía en gamas claras y a veces atrevidas, y tenían un resabio de la moda pictórica del momento, de Gauguin, del fauvismo, del postimpresionismo francés que había vivido, y que poco a poco iría perdiendo, aclimatándose a los realismos de nuevo cuño y a los gustos de sus clientes y de la oficialidad.

En 1912 Ignacio Zuloaga la retrató en París, en el famoso cuadro llamado “Retrato de Madame Malinowska (La Rusa)”, que sería adquirido por el Museo de Arte Moderno en 1929.

«Autorretrato»

 

Amiga de la pintora paisajista y retratista Nicasia de Madariaga, a la que visitaba con frecuencia en la Casa de campo conocida como “La Casa de los Artistas”, que la pintora tenía en Mañaria (Vizcaya), frecuentada también por otros artistas y escritores como los hermanos Pío y Ricardo Baroja.

Realizó algunas muestras en el Salón de Artistas Vascos de Bilbao y San Sebastián, lugar donde residió entre 1918-1919, pintando algunos retratos de mujeres vascas faenando, en la misma línea regionalista que Valentín y Ramón de Zubiaurre  e Ignacio Zuloaga, amigos de la pintora y socios de la Asociación de Pintores y Escultores.

Para Malinowska, mujer sola y sin parentesco español, debió ser fundamental en sus inicios el contacto con Zuloaga y los hermanos Zubiaurre.

«Retrato de Madame Malinowska (La Rusa)» por Ignacio Zuloaga

 

La autora participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1917, mientras estudiaba en profundidad a los clásicos en el Museo del Prado, como algún medio de la época destacó.

En abril de 1917 ofrecía en su estudio una fiesta artística amenizada por el guitarrista Andrés Segovia y la mujer de Zubiaurre,  a la que acudieron ilustres personalidades.

Victoria de Malinowska es uno de los 175 nombres de artistas creadoras activas en España que merecieron la reseña y los titulares del crítico de arte y Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, José Francés, que centraba su atención en las artistas situadas en la línea de la renovación francesa impresionista y un postimpresionismo amplio que llegaba hasta el fauvismo.

En 1918, Malinowska realizó una exposición en el Círculo de Bellas Artes, donde presentó  el “Retrato de Pilar Zubiaurre”, hermana del pintor y amigo. La muestra incluía otros retratos y estudios de paisaje, de España, de Bretaña, Biarritz y los Pirineos franceses.

«Retrato de la condesa de Sobauska, ministra de Polonia» 1925

 

Ya entonces la prensa destacó que la “joven pintora posee un buen temperamento artístico, por lo cual es de desear que, prescindiendo de todo objetivo ajeno al verdadero modo de sentir, se entregue de lleno a la propia inspiración, sin pensar más que en traducir lo que vea y la emocione”.

El crítico Juan de la Encina reseñó de aquella exposición que eran obras de “orientación moderna, vivaces de color, muchas de ellas impregnadas de agradable ingenuidad”.

Silvio Lago escribía que Malinowka “nos muestra nuevos aspectos de su bella pintura. Es un espíritu apasionado del color, éste de la joven artista. Alterna la pintura de retratos con el paisaje. Nosotros preferimos este último aspecto suyo, donde se manifiesta con plena libertad”.

En la exposición de Victoria Malinowska. ABC del 12 de junio de 1918

 

En otro medio, José Francés refiriéndose a esta exposición, le achacó un “abuso de lo naif que hacía que sus obras parecieran de principiantes”, si bien le “agradaron su ingenuidad y sencillez juvenil”, tras las cuales encontraba “grandes dotes en el dibujo y la composición y un armonioso y apasionado colorido, sobre todo en sus paisajes”, género donde la artista se mostraba “más libre y personal”.

En 1918 expuso también en el Salón de «El Pueblo Vasco» de San Sebastián  un conjunto de paisajes y retratos, destacando el de Pilar Zubiaurre.

«Dama con frutas«

 

Ese mismo año, pedía ayuda por carta a Joaquín Sorolla, quien fuera Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores,  para buscar un local donde exponer obras fáciles de vender en San Sebastián, por encontrarse necesitada de dinero para subsistir.

La exposición de Victoria Malinowska en el Círculo de Bellas Artes, 1918

 

En 1919 expuso en el Salón Iturrioz de la calle Fuencarral, hecho que la prensa destacó como un paso intermedio para “llegar a los grandes salones como el Teatro Real o el Círculo de Bellas Artes… ofreciendo a la artista polaca nuestro incondicional elogio por este nuevo y callado triunfo, confiados en que no tarde mucho el ruidoso éxito que tanto persiguen los maestros como ella”.

En 1920 Victoria Malinowska viaja a Vigo, donde entabla relaciones sociales con las clases altas de la ciudad, y trabaja intensamente.

El 6 diciembre de 1920, «recibía en su estudio, de Arenal 68, a sus amistades, a las cuales ofrecerá una taza de té ruso. Con tal motivo los invitados podrán admirar los últimos cuadros que ha pintado».

El 25 de febrero de 1921, inaugurará una exposición en la Sociedad «La Tertulia» de Vigo. «Figuran en ella nuevos trabajos, entre ellos algunas personas conocidas de la localidad».

En mayo se anuncia que impartirá un curso de verano en su Academia de Pintura y Dibujo para alumnas. Desde su llegada a la ciudad gallega, ya había dado clases a jóvenes alumnos, entre ellos «verdaderas precocidades artísticas que están aprovechando sus lecciones prácticas de pintura y dibujo al natural».

La última presencia pública conocida de la pintora en Vigo data del 2 de agosto de 1921, cuando expone en la iglesia de la Divina Pastora de los Capuchinos un cuadro al óleo de asunto religioso.

En 1920 inauguró una exposición de sus obras en los Patios del Ministerio de Estado, que fue registrada por la prensa del momento como “una interesante exposición de cuadros… de la artista que residen desde hace algunos años entre nosotros, trabajando de continuo y estudiando en nuestro Museo. En las dos exposiciones ya celebradas ha demostrado su talento y su arte. En la exposición anunciada presentará notables retratos de señoritas aristocráticas, entre ellos el de una señorita de Dato”…

Por otras reseñas, sabemos que la muestra incluía pasteles y retratos y cuadros de tipos españoles y paisajes de España y los Bajos Pirineos, de la “artista de mérito”.

Otras crónicas destacaban que la exposición estaba siendo muy visitada por “numerosas personas de la sociedad y aficionados al arte… suman hasta 140 entre retratos, paisajes… la artista posee el don de la simpatía que se manifiesta en todos sus cuadros. Es una extranjera interesantísima por la desgracia que la persigue desde que estalló la guerra. Su talento y juventud le han permitido pelear contra todos los infortunios. Esta exposición demuestra que es una artista de verdadero mérito… desde la exposición pasada ha progresado Victoria de una manera tan notable que en casi todas sus obras se percibe el adelanto realizado en el dibujo y en el manejo del color. Sus estudios en el Museo del Prado han sido verdaderamente eficaces…

«La buenaventuraLa Esfera, 31 julio 1920

 

En otro medio se lee que …”desde hace cuatro o cinco años el nombre de esta joven pintora viene sonando en la vida artística española. Expone sucesivamente en Madrid, Bilbao, Barcelona, San Sebastián y Madrid otra vez. Su arte apasionado y sutil va depurándose cada vez más y adquiriendo una consistencia y fijando un norte que antes no se precisaban bastante. La exposición del Ministerio ha sido la que mejor la define… resaltaba su optimismo cromático, el amor a las gamas claras, el feliz instinto decorativista. Y el buen gusto… Así sus cuadros causan alegre sensación de brillantez y diafanidad, brotada tanto de los temas pictóricos como de esa aguda sensibilidad, con que la señorita Malinowska comprende e interpreta el color. Y a veces, cuando es preciso, da también el resultado de una pintura enérgica firmemente constructivista, como en los retratos del músico Bretón, por ejemplo. Retratos femeninos e infantiles tenía muchos deliciosos, y sus notas de flores, sus paisajes del Norte y de la sierra madrileña causaban en el espectador ese deleite intelectual y sensitivo que es una de las características de la pintura moderna”.

Refiriéndose a esta muestra en los patios del Ministerio de Estado, de más de 200 obras entre retratos, paisajes y bodegones, José Francés encontró en la autora “resabios del impresionismo francés”, como ella misma había reconocido en una entrevista concedida a la revista Voluntad, donde decía ser “heredera de Renoir, Monet y Sisley, y sentirse “muy moderna, sin llegar… al ultramodernismo”.

En 1920 expuso además en el salón de fiestas de “El Faro de Vigo” una numerosísima obra “que mereció los elogios de los inteligentes… trátase de una artista de un excepcional temperamento para la cual el colorido no tiene secretos… en todos ellos campea la naturalidad… el gran Zuloaga auguró a la pintora polaca que hoy es huésped de Vigo, un brillante porvenir en el arte de Rembrandt. Y en verdad que la señorita Malinowska camina hacia el triunfo definitivo con paso seguro.”

Ya en 1922 realizó otra exposición en el Hotel Ritz de Madrid, y gracias a las reseñas de la misma, sabemos que “la artista vino a España con su familia, como viajera pudiente antes de la guerra y a consecuencia de esta, se vio poco menos que en la miseria, de la que se ha salvado hasta ahora a fuerza de talento, de trabajo incesante y de heróico valor… la notable artista ha hecho en sus últimos trabajos grandes adelantes, perfeccionando su delicado arte”…

Por entonces su madre y su hermana residen ya en Italia.

Participó en el Salón de Otoño de 1923 y en el de 1924 y presentó obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1924.

«Pequeñas pescadoras de Ondarroa «1912

 

En 1925 expuso en el Museo de Arte Moderno de Madrid. Una puesta de largo de Malinowska que fue un triunfo logrado tras el éxito de sus otras individuales, y fruto también de sus contactos sociales, a algunos de los cuales invitó la noche anterior a su nuevo estudio de la calle Villalar 9, donde acudieron los condes de Peretti de la Roca, el Ministro de Polonia y su esposa, la condesa Plater, la marquesa de Villanueva, la señora del ministro de Cuba, el marqués de Montesa, los artistas Jelewski, Moreno carbonero, Valentín de Zubiaurre…

El montante de obras que colgó en el Museo superaba las 70, entre paisajes al óleo, retratos y cuadros de flores, según lo narrado en La Época.

Este mismo medio citaba entre los asistentes al acto de inauguración, al pintor Hidalgo de Caviedes y al crítico Ángel Vegué.

La prensa le atribuyó cierto éxito de público y crítica, aunque las impresiones no fueron unísonas. A críticos como Rafael Doménech, también miembro de la Asociación de Pintores y Escritores, que en 1918 ya le había recriminado el “abuso de un intencionado carácter infantil”, la apuesta de 1925 tampoco terminó de convencerle, reprochándole en esta ocasión que mostrara “obras de estilos tan dispares que casi parecían realizadas por artistas diferentes”. Entre las obras más modernas, el crítico de ABC señaló su “Autorretrato”. En cambio, los más adeptos a la pintora, destacaron su “agilísima mano”, con rasgos y trazos rápidos y colores suaves que compensaban su “deliberado desdibujamiento”.

Permaneció en nuestro país al menos durante una década, pero más allá de 1926, poco más sabemos de esta artista.

Además de su muestra en el Museo, participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926 con los óleos “Una polonesa” e “Interior”.

Su rastro se pierde a partir de estas fechas.

«Vista de Ondarroa«

 

Pudo volver a San Sebastián, o instalarse en Bayona, porque en 1952 participó en la III Exposición de Artistas Franceses de L’Union Bayonnaise des Arts, celebrada en San Sebastián.

El Museo Reina Sofía posee una de sus obras, titulada  “Florero” (1918), procedente de la ordenación de fondos del  Museo Español de Arte Contemporáneo, MEAC.

«Retrato de señorita«

 

Victoria Malinowska y la AEPE

En el IV Salón de Otoño de 1923, apareció inscrita como Dª. Victoria Malinowska, natural de Rusia; reside en Madrid, Caños, 5, y presentó las obras:

194.- Rincón del salón de la Embajada de Inglaterra en Madrid, óleo, 0,79 x 0,63

195.- Rincón del Parque del Retiro en Madrid, óleo, 0,68 x 0,79

196.- Rincón del jardín del escultor Mariano Benlliure, óleo, 0,79 x 0,63

394.- Retrato de la señorita Isabel Dato, pastel, 0,70 x 0,55

395.- Retrato del Maestro Bretón, pastel, 0,61 x 0,50

396.- Apunte de una cabeza

En el V Salón de Otoño de 1924 está inscrita como Malinowska, natural de Rusia, vive en Madrid, Caños, 5. Concurrió con las obras:

207.- Retrato de la señorita Cristina Camarasa, 0,82 x 0,62

208.- Retrato de la señora S, 0,71 x 0,60

209.- Retrato de doña L. 0,70 x 0,56

210.- Parque del Oeste, 0,87 x 0,65

211.- Jardín de don Mariano Benlliure 0,77 x 0,62

 

«Las Majas» eran… Pepitas

«Las Majas» eran… Pepitas

La Maja desnuda

 

Pese a las dudas, los expertos coinciden en que esta chica andaluza, simpática, morena y con 16 años, retratada como “La maja desnuda” y “La maja vestida” es Pepita Tudó, una mujer conocida en el mundo entero gracias al pincel de Goya.

Pinturas que pertenecieron a Godoy por encargo directo a Goya, para que decoraran una de las salas de su casa-palacio del Marqués de Grimaldi, junto al Palacio Real, una casa obra de Sabatini; “un gabinete secreto donde Godoy guardaba su pequeña colección de cuadros con pinturas como la “Venus” de Tiziano, la “Venus del espejo” de Velázquez, “La escuela de amor”, de Correggio… y por supuesto, las majas, dispuestas de forma que la vestida quedaba a la vista, mientras que con un ingenioso sistema de poleas, Godoy la levantaba y descubría la desnuda.

La tradición de las habitaciones reservadas la seguían los nobles a imitación de los reyes, y ya Antonio Pérez, el secretario de Felipe II, tenía unas salas de desnudos en su residencia cercana a Atocha, en la que había joyas como “Adán y Eva” de Tiziano o los “Amores de Júpiter” de Correggio.

El Almirante de Castilla tenía su casa del Prado de San Jerónimo organizada como un auténtico museo, en el que las habitaciones estaban dedicadas a pintores como Rubens, Ribera, etc., y a géneros como los bodegones o los paisajes. Dos de ellas tenían como tema el desnudo.

Algo parecido ocurría en el palacio de los condes de Altamira, en Morata de Tajuña, que se nutría de la magnífica colección que había formado el marqués de Leganés en época de Felipe IV.

Felipe IV se hizo con la más rica colección conocida, por herencia, encargos y compras. El rey, muy amante de la pintura, no dudó en decorar los salones más íntimos de su palacio, entre ellas el salón al que se retiraba inmediatamente después de comer para gozar… con una siestecilla; una sistecilla rodeado de cuadros mitológicos de Tiziano, en los que destacaban los desnudos, con obras de Rubens, Las tres gracias, El rapto de Paris o Diana y Calixto, Durero, Tiziano, Tintoretto, Veronés, Carraci, Reni, Rubens, Furini…

Pero el gabinete secreto más famoso de los que nos ha quedado noticia es el del  todopoderoso  Godoy,  muy  importante no tanto por su número cuanto por su calidad, pues contenía obras maestras de la talla de la Venus del espejo de Velázquez, las Majas de Goya o La Escuela del Amor de Correggio.

Godoy encargó a Goya estos cuadros que representaban a su amante oficial, Pepita Tudó, que aparece retratada como una mujer real, contemporánea de Goya, e incluso en su época se le llamó “La gitana”, si bien las primeras referencias al cuadro refieren una Venus.

Se ha especulado con que la retratada sea la Duquesa de Alba, pues a la muerte de ésta en 1802, todos sus cuadros pasaron a propiedad de Godoy, a quien pertenecieron las dos majas. Sin embargo, no hay pruebas definitivas ni de que este rostro pertenezca al de la  duquesa  de Alba  ni de que no hubiera podido llegar la Maja desnuda a Godoy por otros caminos, incluyendo el de un encargo directo a Goya.

La historia de la obra está llena de peripecias: en 1807 Fernando VII se la confiscó a Godoy, y en 1814, la Inquisición decidió secuestrarla por «obscena» e iniciarle un juicio a Goya del que logró la absolución merced al influjo del cardenal Luis María de Borbón y Vallabriga, pero la pintura quedó depositada fuera de la vista del público prácticamente hasta inicios del siglo XX.

Que tales pinturas hayan sido posesión inicialmente de Godoy parece desvelar el enigma de quién es la retratada.

Por la amistad, se especula que íntima, que Goya mantuvo con la decimotercera duquesa de Alba, María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, de la cual hizo varios retratos en los que el tratamiento pictórico revela gran cariño, y también por las similitudes entre la duquesa y la mujer representada en Las majas (La maja vestida y, en especial, La maja desnuda) se consideró que ella era la retratada.

Pero por las fechas y por el hecho de que las majas hayan estado en una colección prácticamente secreta de Godoy, se ha considerado mucho más probable que la modelo directamente retratada haya sido Pepita Tudó, la entonces amante y más tarde esposa de Godoy.

La Maja vestida

 

Según otros autores, el pintor aseguró que se trataba de una «gitanilla», amante de un monje «agonizante»,​ ajusticiado por dar muerte a la joven durante un ataque de celos, ​que se ofreció a posar para las obras y cuyo asombroso parecido con la amante de Godoy hizo aconsejable su emplazamiento en una «cámara reservada».​

En 1843, el escritor francés Louis Viardot, que había visto La maja vestida en la Real Academia de San Fernando, dice que en 1802 «creían que representaba a la duquesa de Alba». Será el también francés Charles Yriarte quien primero alerte sobre la total desemejanza entre ambas mujeres, teniendo en cuenta, además, que, cuando Goya pintó La maja desnuda hacia 1800, María Teresa tenía ya casi cuarenta años y estaba muy enferma; y que, cuando terminó La maja vestida hacia 1805, ya había muerto.

Sin embargo, la atractiva posibilidad de que la duquesa hubiese intervenido en la ejecución de las obras siguió seduciendo a muchos admiradores del artista y estudiosos del mundo del Arte hasta el extremo de que, el 17 de abril de 1945, el entonces Duque de Alba, Luis Martínez de Irujo, ordenó exhumar los restos de su famosa antepasada con la intención de demostrar que, efectivamente, ni su estructura anatómica ni su edad se correspondían en absoluto con las de La maja desnuda.

Así, tras el informe realizado por los tres doctores que llevaron a cabo la exhumación del cadáver y posterior autopsia, se llegó a la conclusión, entre otras, de que la aristócrata sufría una grave deformación de la columna vertebral (escoliosis) hacia el lado derecho, que le provocaba una notable elevación del hombro del mismo flanco, lo que, evidentemente, nada tenía que ver con la figura de la joven modelo.

También se había asegurado que, debajo del rostro que aparece en la actualidad, se encontraba una imagen de la duquesa, repintada años más tarde. Pero las radiografías realizadas en 1945 por el gabinete de documentación técnica del Museo del Prado demostraron una vez más que, pese a lo llamativo de la hipótesis, no había debajo figura alguna y, por consiguiente, la cabeza de La maja desnuda fue siempre la misma.

Como destaca Artur Lundkvist , tanto la «maja» desnuda como la vestida presentan dos particularidades morfológicas que las hacen, sin duda, claramente reconocibles: la excesiva separación entre los pechos (canal intermamario demasiado ancho y consiguiente deformación, sobre todo, del izquierdo) y la anormal desproporción entre el talle y la longitud de las piernas, más cortas de lo que correspondería conforme al primero: […] acaso la mujer fuera un poco deforme —la cadera torcida y los muslos demasiado cortos—, defectos que el artista ha reproducido implacablemente.

María Teresa, por el contrario, parece que era más «esbelta» que la mayoría. Tanto es así que, cuando en 1843 se procedió al traslado de sus restos a la Sacramental de San Isidro, se descubrió que al menos un pie había sido desmembrado del resto del cuerpo, muy probablemente porque este no cabía en el ataúd.

En todo caso, dadas ciertas similitudes físicas entre ambas damas es probable que Goya al retratar a Pepita Tudó evocara a La Cayetana, como era llamada popularmente la duquesa de Alba, y así la inmortalizara.

Pepita podría haber sido ya amante de Godoy en el momento en que los cuadros fueron encargados, pues se sabe con certeza que fue este el primer propietario de las obras y que en 1808, aparecen registradas entre sus bienes como “Gitanas”.

La maja desnuda será la fuente de inspiración de la pose de la famosa obra Olympia de Manet.

Olympia, de Manet

 

La última tumba de Goya

La Ermita de

San Antonio de la Florida de Madrid

 

Cúpula de la Ermita de San Antonio de la Florida de Madrid, pintada por Goya

 

La ermita de San Antonio de la Florida es la única superviviente de las dedicadas a San Antonio de Padua que hubo a las afueras de Madrid.

Desde el siglo xix se celebra en sus cercanías la verbena de San Antonio de la Florida  cada 13 de junio, considerada popularmente una de las primeras verbenas del año, que con el tiempo ha pasado de romería a verbena y en donde se realiza el ritual de los trece alfileres, así como la recogida de panes del santo.

Tras dos ermitas que fueron derribadas y levantadas por Carlos III  y Carlos IV, finalmente se construyeron las que hoy conocemos, que formaban parte del Palacio de la Florida.

Desde 1929 son dos ermitas similares: una que ofrece al público las decoraciones murales de Francisco de Goya, siendo además museo y panteón del pintor, y la otra que  está habilitada sólo para el culto religioso.

Goya fue designado para decorar la ermita, trabajo que le ocupó seis meses, de agosto a diciembre de 1798. La parte más espectacular de sus pinturas es la cúpula. Ahí está representado el milagro de San Antonio de Padua que, transportado por los ángeles a Lisboa, la gracia divina hace que un difunto conteste a las preguntas del juez para confirmar la inocencia del padre de San Antonio. Esta obra tiene 6 metros de diámetro. En ella se ven las figuras del difunto, los padres del santo y el propio San Antonio, apreciándose el paisaje y consiguiendo la ilusión de estar a cielo abierto. Aquí, el pueblo de Madrid (majas, chisperos, caballeros embozados) está presente apoyándose en la barandilla de la base de la cúpula, logrando un gran realismo. El ayudante de Goya en la realización de estos frescos fue su discípulo Asensio Juliá.

     

Exterior de la Ermita de San Antonio de la Florida de Madrid

 

En el interior de la ermita, a los pies del presbiterio, se encuentra el panteón del pintor, con la lápida del cementerio de Burdeos, ciudad francesa en la que falleció. Curiosamente, comparte la sepultura con su gran amigo, Martín Miguel de Goicoechea, ya que cuando fueron enterrados en ella el 29 de septiembre de 1919, después de ser desenterrados en Francia, se prefirió dejarlos tal como estaban en el cementerio francés para evitar un error en la identificación de los restos mortales. Pero los restos del pintor no descansan de forma completa en este panteón: el cuerpo de Goya no tiene cráneo ya que se cree que fue separado del resto del cuerpo para hacerle análisis frenológicos.

Tumba de Francisco de Goya, en el interior de la Ermita de San Antonio de la Florida de Madrid

 

 

 

 

 

La estatua de Goya, obra del socio de la AEPE José Llaneces

 

Situada en la Glorieta de San Antonio de la Florida, frente a la Ermita del mismo nombre donde se encuentra la tumba de Francisco de Goya.

El autor de la magnífica escultura ante la que se ha depositado la corona de laurel es el que fuera socio de la AEPE, el escultor, pintor y fotógrafo José Llaneces.

El artista envió desde París en 1901, su estatua sedente de Goya, que cinceló y fundió de su propio bolsillo y que finalmente regaló al Estado español en 1904 y que hoy es de propiedad municipal.

Como vemos, nuestros socios han sido siempre generosos con las bellas artes y con la sociedad y aún hoy siguen siéndolo, constituyendo uno de los rasgos fundamentales de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

Nacido en Madrid el 10 de septiembre de 1864, su inclinación artística surge desde  niño,  en  el taller del fotógrafo Herbert y de su formación en la Escuela de Artes y Oficios. También acude a la Escuela Superior de Pintura de la Academia de San Fernando y es copista en el Museo del Prado.

En 1886, se instala en París, donde se centra en la pintura de género y de casacones, al amparo del éxito comercial que esta temática alcanzó en el mercado internacional, imbuido en la estela artística de Fortuny.

Su amistad con Francisco Domingo, conocido en el mundo artístico argentino, le abre las puertas del mercado bonaerense, de donde recibe importantes encargos no solo de pintura, sino también de escultura.

Secretario de la Sociedad de Artistas en París, es nombrado en 1894 caballero de la orden de Carlos III, en 1901 caballero de la Legión de Honor y en 1902 comendador de la real orden de Isabel la Católica.

A principios de siglo vuelve a España y se dedica a la ejecución de retratos, que combina con la pintura de paisaje y de escenas populares anecdóticas que recoge en diversas ciudades.

Goza de la protección de la realeza, siendo numerosos los retratos que pinta de la reina María Cristina y de miembros distinguidos de su corte.

Pone fin a su vida suicidándose en Madrid el 11 de diciembre de 1919.

En 1925, el Salón de París le rinde un homenaje con una exposición  póstuma de  su  obra realizada en Francia.

La escultura estuvo primero instalada en la escalinata norte del Museo del Prado, pasando en 1925 a la escalera principal de la Casa de la Villa y finalmente, en 1986, pasó a su ubicación actual de la glorieta de San Antonio de la Florida, sustituyendo a la magnífica cabeza de Goya de otro de los socios de la AEPE, el escultor Juan Cristóbal, escultura que hoy se encuentra en los jardines del parque de San Isidro de Carabanchel.

Se trata de una estatua de bronce sobre pedestal  de granito  que representa a Goya, en figura completa y sentada en una silla estilo «Imperio»,  vestido con  ropaje de  la época (camisa con chorreras, pantalón ajustado por debajo de las rodillas, sobre las medias, y casaca abierta) y en actitud de meditación y reposo, con una paleta y unos pinceles en su mano izquierda, en los bajos del sillón, un par de libros apoyados en el suelo y un cartapacio de canto y semiabierto donde se lee la inscripción en relieve: AGUA / FUERTE. En el lateral derecho consta una placa con la inscripción en relieve: FUNDICION ARTISTICA / MASRIERA y CAMPINS, mientras en el opuesto se ha inscrito directamente con letras en relieve el nombre del escultor: J. LLANECES.

 

En el frente principal se inscribe una lápida oval horizontal de caliza de Colmenar con la inscripción simulando caracteres manuscritos, de la firma y rúbrica del pintor: Fran. de Goya, y debajo, la inscripción, con caracteres asimismo rehundidos y pintados: FUENDETODOS 1746 / BURDEOS 1828.

Sobre el frente posterior se adosa una placa también caliza que muestra la inscripción rehundida: EN ESTOS LUGARES / DE LA ANTIGUA / QUINTA REAL DE LA FLORIDA / FRANCISCO DE GOYA / BUSCO INSPIRACION / PARA DOS DE SUS CREACIONES INMORTALES / LOS FRESCOS DE LA IGLESIA / DE SAN ANTONIO DE LA FLORIDA / PINTADOS EN 1798 / EN LA QUE REPOSAN SUS RESTOS / Y EL CUADRO DE LOS FUSILAMIENTOS / DEL TRES DE MAYO/ PINTADO EN 1814 / / LOS HEROES QUE ASI MURIERON / POR LA LIBERTAD DE LA PATRIA ESPAÑOLA / DESCANSAN EN LA CRIPTA / DE LA CERCANA ERMITA / DE LA MONTAÑA DEL / PRINCIPE PIO

José Llaneces fotografiado en 1928

 

 

Goya íntimo

Pintor universal

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Goya era de estatura mediana, cabello moreno, rostro regordete, algo colorado, con grandes ojos negros, nariz gruesa y boca grande, de temperamento y genio vivo que en la galería de tipos hispanos suele asociarse al aragonés: «En acordarme de pintura y Zaragoza, ardo vivo«, genio que suavizó con el ejercicio de su pasatiempo principal, la caza, que practicó con los propios Reyes y el infante Luis de Borbón, su benefactor y hermano del monarca.

No tuvo formación erudita, pero el trato con la Corte y los amigos que hizo, así como el viaje de formación por Italia (tras el cual entendió bien la lengua italiana) lo pulieron bastante. El horizonte de imágenes artísticas que acumuló debió de ser excepcional, siempre en constante incremento gracias a la inquietud vital del artista.

El clamor multitudinario y el olor a muchedumbre no le agradaban, quizás porque  los conocía, bien por haberlos provocado con su ironía y hurgado con su ferocidad.

Amigo de hombres inteligentes, apasionado de mujeres bellas, el tufo de las glorificaciones como decimos, no le era grato.

Goya era elocuente por sí mismo. Su mirada, su arte, sentía la curiosidad de verlo todo y reflejarlo todo: ensueño y realidad, fantasía y exacta copia del natural, realeza y plebe, hombres de pensamiento y de acción, monstruos y mozas garridas, madamas y rudos toreros, místicos y merendolas populares, aristócratas vestidos de majos de gentil apostura, escenas galantes y episodios trágicos, elegancia cromática en los tapices y sombras murales en la Quinta del Sordo, el horror de las escenas de los fusilamientos y la gracia voluptuosa de la maja, el crudo naturalismo de Los Disciplinantes y el misticismo profundo del Cristo Crucificado, el zumbón regocijo que se adivina en las alusiones a Velázquez y la feroz y despiadada sencillez de los Caprichos y los Disparates, la diáfana y sutil delicadeza de grises, amarillos, sienas, rojos y blancos de sus retratos y la hosca fiereza tonal de sus retratos de Burdeos, el acusador alegato pacifista de Los Desastres y el brío de jugador con la muerte de La Tauromaquia.

Se le describe como huraño, intérprete de pesadillas y personajes generativos, que ahora descansa en el Olimpo de la sátira.

A los 46 años se quedó sordo, y sólo quien haya convivido con alguien que sufre de sordera, sabe de las consecuencias no sólo físicas que puede ocasionar la pérdida de audición, como cansancio, cefaleas, vértigos, estrés, problemas de sueño, estomacales… o aumento de la presión sanguínea, sino de cómo afecta también a la estabilidad emocional, haciéndoles ser menos extrovertidos, con creciente riesgo de desarrollar una depresión, fobia social, trastornos de personalidad varios y hasta ansiedad.

Hoy en día lo entendemos, pero con los modernos audífonos y aparatos, la sordera queda como una enfermedad menor, pero en un tiempo y una época en la que sólo se podía leer, y escuchar, por supuesto también hablar, la sordera se transforma en una barrera insalvable que debía afectar muchísimo a quien la padecía, convirtiéndose en un aislamiento total que con toda seguridad cambiaría la personalidad, el carácter, el genio, el humor y todo lo que podamos añadir al respecto.

Así que aislado, se volvió huraño, sí. De repente, estaba solo con él mismo en su cabeza, oyendo únicamente sus pensamientos, percibiendo el mundo de otra forma completamente distinta a la que hasta ese momento había vivido.

Esa introspección debió transformar su manera de ver, entender y asimilar el mundo que le rodeaba, que hasta ese momento conocía y dominaba, pero que se vuelva ahora diferente y cambiante, hostil.

Se sabe que conoció el lenguaje de signos porque en uno de sus grabados realizado en 1812 se ven manos representando las letras del alfabeto. Al menos lo intentó.

Y así, pasó de oír el mundo a escuchar el silencio que produce un alma atormentada sin más sonidos que los que el pensamiento evoca.

Quizás por eso mismo pintara sonidos y no colores. Quizás fue eso lo que trastornó  su  genio y  su figura hasta llevarle a una frenética huida de las formas típicas y tópicas del arte y la pintura.

 

La Romería de San Isidro, estética de lo desagradable, cuerpos deformes y expresiones de ansiedad, angustia, locura y pesadez que denotan desesperación total

 

Si ya eres un pintor reconocido, de cámara, con acceso al rey y a la corte, si no te interesa medrar, ni has medrado, ni alcanzar gloria y fama, que ya tienes, ni eres avaricioso ni ambicioso, si has visto horrores, una guerra, desastres inimaginables, el hambre, la enfermedad, la vileza humana, si te asquea una sociedad corrupta, llena de advenedizos, que deja de lado los enunciados básicos de la ilustración en un país necesitado de cultura, repleto de ignorancia e ignominia, si ya lo has visto y oído todo… y te quedas sordo… te centras entonces en aquello que más te apasiona, te refugias en lo que siempre has deseado en la vida, en pintar.

Y lo haces ya sin tener que dar gusto a necios, ni dar explicaciones a insensatos  y  botarates,  sino  plenamente consciente de pintar lo que tu genio y tu grandeza (por supuesto tu conciencia) te inspiran.

Y entonces sumas todo lo anteriormente expuesto y su mente produce brujas, sátiras, demonios, desastres, caprichos y si hubiera vivido más años, más obras de carácter negro hubiera dejado.

De Goya se ha dicho: “sintó así, vió así, comprendió así y así pintó”. Pero Goya sintió, vio  y comprendió, pintando lo que su temperamento le inspiró, para recoger como herencia el valor de sus antepasados y volcarlo en sus lienzos primorosos, creando un arte nuevo, que es la iniciación del arte moderno.

Goya ni tuvo escuela ni dejó más rastro que la gran revolución estética que solamente se puede asimilar a través de mucho tiempo, ni tampoco se dejó influir por los pintores nacionales ni por los extranjeros.

Quizás ningún artista ni en España ni fuera de ella, y viéndolo a través de todos los siglos de la historia del arte, haya llegado a un grado de personalidad en su propio arte como el genial Goya.

 

Duelo a garrotazos es una escena desértica en dónde dos españoles de rodillas se están peleando a garrotazos, es la lucha de las dos Españas

 

Nadie logró tanta popularidad, al superar el mismo escenario y ambiente, llegando a tener más valor y notoriedad, incluso para la historia, que aquello que en su derredor la generara.

No fue una vida llena de aventuras, de anécdotas irrepetibles, de accidentes determinantes, pero supo transitar por la vida de la Corte y capear los temporales y luchas cotidianas hasta alcanzar la gloria en un tiempo difícil, turbulento, tumultuoso… que le hicieron llegar a ser excepcional.

Pero el hombre, más allá del artista, es el que nos ocupa. La intransigencia le dio carácter, que imprimió en la grandiosidad de sus lienzos, en la valentía para caricaturizar los vicios de la sociedad de su época, en la intransigencia con las normas y modales frente a la incomprensión y la injusticia que campaban a sus anchas en su derredor.

Fue un creador de belleza incomparable, popular, magnífico. Compositor de coloraciones orquestales y fantásticas, de conceptos universales, que igual derrocha caricias de suaves manos al pintar niños, como desprende brujas y aquelarres con pinceles manchados con tierras y negros profundos.

Goya ante todo, tenía talento. De entre los buenos pintores y artistas que da España, pocos tienen talento, que es lo que los encumbra y los glorifica, los hace únicos, irrepetibles, los señala con el dedo acusador de la grandeza que pese a todo, a su genio, a su personalidad, a su simpatía o cordialidad, pese a ellos mismos, les distingue.

Goya ha dejado una huella imborrable en el imaginario universal en las diferentes manifestaciones del arte.

A lo largo de los años, de los siglos, cada época ha vuelto su mirada a Goya, adaptándolo a sus intereses y objetivos. El Goya de los románticos no es el mismo que el de los realistas, ni el de los vanguardistas, pero todos vuelven a él su mirada.

Y qué decir de la escena aragonesa para la que la imagen de Goya es un referente de identificación colectiva en una territorialidad casi única que se amplía y hace nacional como pocos símbolos quedan ya en España.

Ha sido la perspectiva extranjera la que ha visto en Goya el paradigma de España, contemplando su obra como el producto más acabado, rico y de más abundantes significados resultantes de la crítica y la modernidad de España.

Y así se convirtió en una de esas extrañas y escasas figuras que originan unanimidad, que resultan indiscutibles no sólo como virtuosos de su arte, sino como genios, como glorias nacionales, como aglutinantes de valores imprecisos, ejemplaridades diversas y significados eternos, al margen de ideologías políticas, tendencias artísticas o perspectivas religiosas.

Goya fue, ante todo, fiel a sí mismo, noble en la desdicha, humilde en la fama, que pintó primorosamente.

 

 

Las Medallas de la AEPE: Cecilio Pla y Gallardo

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Después de ver cómo y cuándo nació la Medalla de la Asociación de Pintores y Escultores, vamos a seguir conociendo más acerca de su creador y en qué galardones se otorga actualmente, con sus correspondientes denominaciones.

 

Medalla Cecilio Pla y Gallardo

del Salón de Otoño

 

En 2017 y gracias a la propuesta que realizara el Presidente de la AEPE, José Gabriel Astudillo, bajo el título de “La plenitud de los nombres”, se acordaba la reorganización de los premios y galardones que otorgaba la institución en los distintos certámenes y concursos habituales.

Con el ánimo de honrar la memoria de los fundadores de la AEPE, para el Salón de Otoño se sustituyeron los premios de primera, segunda y tercera medalla, reservados únicamente a los socios, otorgándoles el nombre de los grandes maestros fundadores de la centenaria institución.

Fue en el 84 Salón de Otoño de 2017 cuando se establecieron los premios: Medalla de Pintura Joaquin Sorolla y Bastida, Medalla de Escultura Mariano Benlliure y Gil, Medalla de Pintura Cecilio Pla y Gallardo, Medalla de Escultura Miguel Blay y Fabregas, Medalla de Pintura Marcelina Poncela de Jardiel y Medalla de Escultura Carmen Alcoverro y Lopez.

Cecilio Pla y Gallardo

PLA GALLARDO, Cecilio   P   1910(F  )    22.dic.1860       VALENCIA       MADRID           3.ago.1934

Socio Fundador de la AEPE

Vocal y Contador de la Junta Directiva

 

Nació en Valencia, el 23 de noviembre de 1859. Fue el menor de los hijos del matrimonio formado por Sebastián Pla y María Gallardo. Recibió el bautismo en la parroquia de San Andrés Apóstol de Valencia, actual templo de San Juan de la Cruz, y le impusieron los nombres, según transcripción de la partida bautismal, de Cecilio, Joaquín y Abelino.

Su padre era profesor de Música, director de banda y encargado de partituras del Teatro Principal de Valencia.

Entre levantamientos carlistas y movimientos federalistas que desembocaron en la I República, el mismo Cecilio afirma haber nacido entre republicanos, y si bien nunca se interesó por la política, ni participó abiertamente en ella, sus tres hermanos mayores sí se involucraron en las barricadas, ya que pertenecían a los “milicianos de la libertad” (republicanos federales).

Autorretrato

 

En 1876 ingresó en la Escuela de Artesanos de Valencia, donde su padre quería que estudiara música, pero el que le asignaran como instrumento el bombardino, terminó de confirmarle que la música no era su destino.

Es en la Escuela donde despierta su interés por el dibujo y se matricula en esta disciplina mientras trabaja como dibujante de abanicos, práctica común entre los estudiantes de la época.

«En la estación«

 

En 1878 comenzó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Allí tuvo como condiscípulo a Joaquín Sorolla, con quien entabla una amistad que durará toda la vida.

Tras conseguir una Medalla de Plata en la Exposición de Valencia de 1879 y otros premios, se traslada a Madrid en 1880 con su amigo Carlos Mateu.

Autorretrato

 

Su primer viaje al extranjero lo lleva a cabo en 1880, estableciéndose en Roma. Desde allí, viaja por Italia, Francia y Portugal, tomando contacto con las tendencias pictóricas de la época mientras comienza a enviar obras, la mayoría de ellas escenas de género costumbristas en las que se observa la influencia de Mariano Fortuny, con las que participa en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes y con las que consigue numerosos galardones.

Regresa a Madrid y se instala en casa de su tía Pepa Pla, a quien consideró siempre su segunda madre.

«Retrato de mi madre»

 

«Retrato de mi padre»

 

Se matricula en la Academia de la Sociedad de Acuarelistas de Madrid y en 1881, junto con su amigo Joaquín Sorolla, participó por primera vez, en una Exposición Nacional de Bellas Artes. Ambos pintores pasaron totalmente inadvertidos.

«Madre e hijo en un huerto»

 

En 1882 se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y acudió, de forma paralela, a las clases particulares que impartía el también pintor valenciano Emilio Sala. Pla se convirtió en su discípulo predilecto y mantuvo hacia su maestro, siempre, una gran veneración. Le consultaba constantemente y mantuvieron una abundante correspondencia.

A lo largo de los años, Pla no perderá ocasión de manifestar el profundo sentimiento de respeto y admiración que guardaba hacia Emilio Sala.

«Valenciana«

 

A partir de 1883, comenzó a participar en diversas exposiciones y a obtener menciones y premios. Ese año logró la Medalla de Plata en la Exposición Regional de Valencia, promovida por la Sociedad Económica de Amigos del País.

Al año siguiente, consciente de que para obtener alguna mención en los certámenes nacionales había que presentar una pintura más “clásica”, realizó para la Nacional de Bellas Artes su “Dante”, con el que logró una Tercera Medalla. Este primer éxito oficial supuso el reconocimiento de su trayectoria artística y favoreció la reconciliación con sus padres.

«Mujeres con sombrilla»

 

Vuelve a presentarse a la Exposición Nacional, en 1887, con el Entierro de Santa Leocadia, una de sus obras de mayor formato, y obtiene, de nuevo, una Tercera Medalla. A partir de este momento, abandona la pintura de historia y rechaza, al igual que Emilio Sala y Pérez Galdós, la tendencia oficial de premiar sólo obras de este género por lo que supone de estancamiento temático en la pintura.

«Cazadores», una de las obras de la colección Maxam con la que ilustró el almanaque de 1908

 

En 1890 comienza una nueva actividad, la decoración de palacios y centros oficiales, a la que destinó buena parte de sus esfuerzos durante esta década y en la que logró destacar por su buen hacer en este género, como así lo demuestran los murales de los salones principales del Casino de Madrid y otros lugares emblemáticos de la capital como el Círculo de Bellas Artes, el palacio del conde de Valdelagrana, el desaparecido Palacio de Medinaceli de la Plaza de Colón y el de la Infanta Isabel de Madrid.

«Fuente de La Cibeles»

 

Sin abandonar su participación en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en la de 1892 obtuvo la Segunda Medalla del certamen con Las doce.

«Juventud, retrato de mi hija» que se encuentra en el Museo del Prado

 

En 1893 inicia otra nueva actividad artística: la ilustración de prensa, actividad que mantuvo hasta 1910.

Trabajó para La Ilustración Española y Americana, El Apunte Artístico, La Risa, El Imparcial y sobre todo, para la revista Blanco y Negro, en una etapa que coincide con los años en que se consolida como pintor y la evolución de la técnica empleada en la ilustración es paralela a la que se produce en su obra de caballete, en la que parte del realismo para llegar al naturalismo.

«Jugando en el parque»

 

Utiliza una línea de dibujo muy precisa, aunque en los últimos años se aprecia la evolución del autor hacia trazos menos definidos y rasgos más amplios y desdibujados.

Cecilio Pla pintando en la azotea de su estudio rodeado de alumnos

 

Más de cien obras realizó hasta la primera década del siglo xx para esta publicación y entre ellas son muchas las que se pueden considerar excelentes obras de arte.

En 1894 viajará a Granada buscando nuevos temas para su pintura. La estancia, prevista para quince días, se prolongó durante ocho meses, en los que trabajó tanto en escenas urbanas como de plein air.

Allí conoció a algunos de los que, con el tiempo, serán sus alumnos más ilustres: José María López Mezquita, José María Rodríguez Acosta y Gabriel Morcillo, si bien también lo fueron Pancho Cossío, Juan Gris, Francisco Bores, Dalí, Ramón Carazo, Núñez Losada, Rodríguez Acosta y Solana.

El artista fotografiado en su estudio

 

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1895, consigue otra Segunda Medalla para Lazo de Unión. Dos años más tarde, además de lograr Medalla de Oro de la Exposición de Valencia, se presentó a la Nacional con dos de las obras más conocidas del artista: La mosca y Heroínas, que obtiene una condecoración. De nuevo lo conseguiría cuatro años más tarde con Amor vencido, obra que además obtuvo en 1900 la Tercera Medalla de la Exposición Universal de París.

El 9 de noviembre de 1900 se casó con Valentina Navarro Halconero cuando ejercía como profesor de número en el Instituto General y Técnico de Salamanca (Universidad de Salamanca), donde ocupó la Cátedra de Dibujo.

El artista en su estudio en los años 30

Mujeres detrás de una cortina»

 

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1901 consigue la Primera Medalla de Oro con Dos generaciones (eufemismo que enmascara la penuria presupuestaria de estos certámenes), que se haría efectiva en 1915.

En estos años nacen sus hijas, Pepita y Cristina, que serán, además de sus alumnas, modelo para muchas de las obras del pintor.

Cecilio Pla pintando en su estudio

 

Hacia 1904 reanudó sus visitas veraniegas a Valencia, interrumpidas tras la muerte de sus padres. El reencuentro con la luz, el mar y el sol del Mediterráneo es determinante para su trayectoria artística, como queda plasmado, a partir de ese momento, en muchas de sus obras. Alterna sus estancias veraniegas en la playa de Las Arenas de Valencia, con cortas estancias en Buñol (Valencia), donde residía su amigo, el también pintor Layana.

En 1906 se volvió a presentar al Certamen Nacional con varias obras, entre las que destaca el Retrato de Dña. Cecilia Yumury y San Isidro patrón de Madrid.

El artista en su estudio en 1906

 

Cecilio Pla dedicó gran parte de su vida a la enseñanza, en su estudio, cuando su prestigio se consolida, y después en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Ejerce la docencia sin interferir en la personalidad del alumno. Respetaba siempre los individualismos de cada discípulo al impartir sus conocimientos.

No pretendió nunca crear escuela para que su estilo sea imitado, sino que enseñaba a pintar.

Formó a sus alumnos para que cada uno siguiera su propia tendencia, pero dándoles, a la vez, una base técnica que les permitiera trasladar al lienzo lo que realmente querían plasmar.

«Autorretrato pintando»

 

Las preocupaciones básicas de Pla en el ejercicio del magisterio fueron, en primer lugar, que sus alumnos adquirieran una técnica “a través de un estudio disciplinado, que les permita ejercer su profesión, sin olvidar en ningún momento que es imprescindible el sentimiento y el corazón”. La segunda preocupación era el futuro profesional de sus alumnos, como manifiesta en varias entrevistas, en la Cartilla de Arte Pictórico y en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

«La mosca»

 

En 1910, a la muerte de su maestro Emilio Sala, toma posesión de la Cátedra de Estética del Color y Procedimientos Pictóricos en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid.

«Mar dormida»

 

Publicó, en 1914, la primera edición de su Cartilla de arte pictórico, obra que él define como un sumario de consejos prácticos para estudiantes de Bellas Artes y que es un puente para comprender la Gramática del Color que había publicado su maestro, Emilio Sala.

«Verbena»

 

En la Cartilla desarrolla un método de enseñanza neutro, centrado en la técnica de la pintura. En el capítulo “Resumen” afirma que si se siguen las pautas de este aprendizaje se conserva libre la personalidad y el temperamento del que estudia, ya que sólo pretende educar el aparato visual para que, al leer del natural, se obtengan los mejores resultados.

En 1914 presentó a la Nacional otra de sus obras más conocidas La esposa del pintor, Dña. Valentina Navarro y dos años después, al mismo certamen, el Retrato de su hija. Juventud.

«La condesa de Yumuri»

 

En 1917 la Asociación de Pintores y Escultores de Madrid le nombró Contador de la Junta Directiva que presidía el pintor Manuel Benedito y donde ejercía de secretario José Pinazo. Realizó, en 1920, una exposición individual en el Real Club Astur de Regatas, que incluía treinta y cinco obras entre las que se encontraban Mar Dormido y Noche de luna (boceto este último de la más conocida Pleamar).

En 1922 presentó, en el Bazar Masaveu de Oviedo, una nueva exposición, la mayor parte de las obras eran “notas de color”, pequeñas tablas o lienzos de playa, totalmente impresionistas, obras características de Cecilio Pla en sus últimos años.

«Paisaje»

 

El 23 de marzo de 1924 tomó posesión de su cargo de académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Ocupó la plaza destinada inicialmente a Sorolla, quien, una vez nombrado académico, tras haber presentado el cuadro y el texto de su discurso, falleció antes de tomar posesión; como era de esperar, su discurso fue un muy sentido recuerdo y homenaje a su paisano y amigo.

«Retrato en la playa»

«Retrato en una tumbona»

 

En 1925 formó parte del jurado de las Exposiciones de Bellas Artes a las que tantas veces él mismo se había presentado. Volvió a presentarse, el año siguiente, con Lirio entre lirios. En estos años la mayor parte de su producción artística la realizaba en la playa de Las Arenas de Valencia. Abundan las escenas de playa, de pequeño formato, de pincelada suelta e intenso colorido, llenas de niños, que él mismo denomina “colorines”.

En 1928 es nombrado, por unanimidad, académico de número de la Academia de San Carlos de Valencia y el mismo año publicó la segunda edición de su Cartilla de Arte Pictórico, que vuelve a dedicar a su maestro Sala.

«Cupido lloroso»

 

En 1931 se jubiló como profesor de Estética del Color en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, estando gravemente enfermo con una congestión pulmonar en el mes de julio, de la que se restablecerá, aunque su salud quedará comprometida.

En 1932 recibió de sus alumnos un homenaje, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

«Jugando en la playa» 

 

Fue nombrado hijo predilecto de la ciudad de Valencia en 1933. Con este motivo se celebraron numerosos actos en su ciudad natal. Entre otros un homenaje y una exposición en los salones de la Federación Industrial y Mercantil, con treinta y una obra y ochenta y siete apuntes de playa.

«Cecilio Pla» por Ulpiano Checa

 

Murió el 4 de agosto de 1934, en Madrid, rodeado de su familia y demás parientes. Pese a las fechas estivales, en las que la capital se queda casi desierta, fueron muchas las personas que se unieron al duelo en la conducción del cadáver hasta la Sacramental de Santa María, en donde recibió sepultura.

Luna de miel»

«Lazo de unión»

 

En torno del automóvil-estufa, plagado de hermosas coronas, el duelo lo presidían los sobrinos carnales del finado: Ricardo y Sebastián Pla, sus hijos políticos, señores Luchsinger y Delgado, su discípulo predilecto, Pablo Cócera, José Garnelo en representación de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y en representación de la Asociación de Pintores y Escultores muchos artistas y amigos como Miguel Blay, Benedito, Sorolla, Capuz, Victorio Macho… y representaciones de la ciudad de Valencia.

«Mujeres en el jardín»

 

La comitiva marchó a pie desde la casa mortuoria hasta la entrada de la Gran vía, en donde se despidió el duelo, siendo muchos los carruajes que siguieron hasta el cementerio. La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando puso en sus balcones negras colgaduras en señal de duelo.

La Verbena»

 

Del homenaje póstumo, celebrado en enero de 1935 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, quedan las palabras del crítico José Francés, uno de los análisis más lúcidos que se han hecho de Cecilio Pla por un contemporáneo suyo: “Esencialmente maestro, vocativamente profesor, abnegadamente revelador de ojos y dirigente de manos ajenas es lo que quiso ser y lo que fue con toda eficacia íntegra Cecilio Pla.

La lista de sus discípulos con ecos propios es extensa y ejemplar. Supo, hasta un punto que no le es accesible a muchos, enseñar sin egoísmo artístico ni humillación escolástica.

«En la playa»

 

Sus apuntes, vibrantes, millares de notas vivas fugaces, polícromas, donde saltan colores, formas, arabescos sobre la oscuridad azul del mar y la sordera sabia de la playa. Temas favoritos al artista fiel al Mediterráneo y a su Levante nativos. Sus lienzos, dotados de alma interior, de sentimiento elevado, no cediendo solamente al gozo de la luz y el color, sino ahondando en la emoción y la inquietud espirituales […]”.

«Las doce»

«Mejor que una foto».

 

Hombre de encantadora y atrayente bondad, era estimadísimo en el amplio círculo de sus amistades.

Como ya hemos dicho, Cecilio Pla era un gran trabajador, que encontraba en su trabajo la felicidad que le granjeó la simpatía el afecto de todos sus amigos, conocidos y cuantos le trataron, que no dudaron en revelar que era un hombre “todo corazón”. Un mérito que le hizo muy querido para todos sus discípulos, con un amor altruista a la enseñanza y una afición constante al estudio y a la observación del natural, que le mantenían sereno ante las pasiones deslumbrantes de la costa levantina.

Artista ilustre, maestro de juicio sano y prudente, hombre estimabilísimo, tiene las cualidades del verdadero artista: rapidez en la concepción y entusiasmo por su arte.

Valentina Navarro, esposa del pintor, que también aparece debajo, junto a su hija.

 

Valenciano por naturaleza y madrileñísimo de corazón, trabajador infatigable, logró una reputación sana y honrada.

Hombre sensible de tiernos afectos en donde tienen primacía sus padres, su tía Josefa, protectora en los tiempos difíciles, y también su maestro, Emilio Sala, por quien sentía auténtica veneración. Después su esposa, sus hijas y nieta, y tras todos ellos, sus discípulos, numerosos y brillantes. Así ha transcurrido su vida, entre honores, amor y profundos respetos… como los grandes y heroicos militares, caerá en la brecha, pintando y dando generosamente a los discípulos la savia de su saber y de su experiencia…

 

La sepultura de Cecilio Pla y su esposa, Valentina Navarro, una simple lápida en la Sacramental de Santa María de Madrid, donde también descansan sus tíos. No mereció otro homenaje de sus compañeros y alumnos…

 

Cecilio Pla y la AEPE

Como venimos viendo a través de las distintas biografías de los socios fundadores, la Asociación de Pintores y Escultores Españoles nació por iniciativa personal de Eduardo Chicharro.

Para redactar el Manifiesto Fundacional, contó con la ayuda incondicional del escultor Miguel Blay y del pintor Cecilio Pla, siendo los tres quienes redactaron los primeros Estatutos a los que también ayudó Manuel Villegas.

«Cuidando generaciones»

 

Esa primera Junta Organizadora se organizó teniendo como Presidente a Eduardo Chicharro, como Vicepresidente a Miguel Blay y contando con distintos cargos como el que ocupó Cecilio Pla, de Contador.

El Acta Fundacional la firmaban Joaquín Sorolla, Aniceto Marinas, Manuel Benedito, Antonio Muñoz Degrain, José Mª López Mezquita, José Moreno Carbonero, José Pinazo Martínez, Alejandro Ferrant, Rafael Domenech, Manuel Villegas, Francisco Maura, Cipriano Folgueras, Ricardo Baroja, Juan Vancells, Manuel Marín, José Villegas, Luis Menéndez Pidal, José Llasera, Emilio Porset, Joaquín Ibasola,  Clivillés, Enrique Marín, Eulogio Varela, Emilio Nombela, Miguel Jadraque, Eduardo Urquiola, Pedro Collado, Segundo Moreno, Manuel Castaños, José Mangot, Alejandro de Villodas, Fernando de Villodas, Luis Domínguez, Vicente Larraga, Fernando Alberti, Constantino F. Guijarro, Manuel Ramirez, Gómez Alarcón, Luis Tejero y Espina, Manfredo Kühn, F. Díaz Mackenna, Pedro Lacruz, M. García González, Federico Avrial y Alba…

«Muchacha en la fuente»

 

Aquella primera Junta Constituyente convocó Junta General para el 26 de junio, a las tres de la tarde, en los locales de la Escuela Especial de Dibujo, Grabado y Pintura, a fin de explicar a cuantos se iban adhiriendo a la recién constituida Asociación, los Estatutos por los que se regiría su funcionamiento, recogiéndose las observaciones que fueran pertinentes antes de su publicación definitiva. Una vez leídos y debatidos, se procedió a la elección de la primera Junta Directiva que quedó constituida

                Los socios pudieron remitir cuantas consideraciones desearan relacionadas con el Reglamento hasta el 31 de agosto, a calle Serrano 51.

Según relata el propio Eduardo Chicharro en la Gaceta de Bellas Artes de julio de 1935, …El primer acto que celebró la Asociación fue una Exposición de Lucas en un local de la calle de Cañizares, y en cuyos trabajos me ayudaron, sobremanera entusiasmados, Cecilio Pla y Sinesio Delgado”…

En 1919 formó parte de la sección de exposiciones de la Asociación de Pintores y Escultores, junto a Martínez Cubells, Mateo Inurria y Roberto Domingo.

El primer Salón de Otoño de la Asociación de Pintores y Escultores, que nació a iniciativa de Juan Espina y Capo, contó con un reglamento que establecía una comisión interventora y además, para una mejor organización, se formó una comisión de exposiciones de la que formó parte Cecilio Pla junto a otros grandes artistas.

«Chica comiendo pan»

 

En 1924, en la Junta General Extraordinaria celebrada el 19 de enero, quedó constituida la Junta Directiva para ese año, bajo la Presidencia de Pedro Poggio, teniendo como Vicepresidente a Alcalá Galiano, Tesorero a Urquiola, Contador a Aguirre y de Vocales a Vicent, de la Cruz, Benlliure, Cuartero, Forns, Martínez Cubells, Francés, Serra Farnés, Martínez Vázquez, Cecilio Pla y Marín Higuero, siendo Secretario Pedro G. Camio.

Participó en el I Salón de Otoño de 1920, figurando inscrito como natural de Valencia; reside en Madrid, calle de San Marcos, 35, y presentó dos óleos:

592.- “En la playa de Valencia”, 1,30 x 1,50

593.- “Lluvia”, 1,01 x 1,38

En el 50 Salón de Otoño de 1983, con motivo del 50 aniversario de la creación del certamen, se rindió homenaje a los artistas que hicieron posible el I Salón de Otoño de 1920, entre los que se encontraba Cecilio Pla, del que se exhibió la obra “Mujer entre cortinas”.

 

Distintas ilustraciones del artista:

 

«Retrato de Ricardo Pla«, hermano del pintor

 

«Mi hija Pepita Pla«

 

Caricatura del artista aparecida en Madrid Cómico

 

Fotografía de Cecilio Pla aparecida en La Esfera en 1924

 

«Jaulas con pájaros«

 

Grupo valenciano en fiestas

«El Entierro de Santa Leocadia«

 

 

Firmas con sello de lujo: Tomás Paredes

Gonçalo Ivo, y lo Spagnoletto al fondo

 

El arte, esa necesidad humana, esa combinación de formas y colores y luces en el caso de la pintura, no tiene patria, ni matria; tiene autor. El arte es presencia y, si carece de ella, no es nada. Gonçalo Ivo es pintor y nacido en Río de Janeiro en 1958. Pero si digo que es un pintor brasileño, ¿le identifico con idoneidad? No.

Desde inicios de febrero a los de abril tiene una amplia exposición individual de pintura y escultura en el nuevo suntuoso espacio de la galería Simões de Assis, Alameda Carlos Carvalho 2173 a, Curitiba (info@simoesdeassis.com).  Es obra reciente, 2017-2020, realizada en Nueva York y en Bethany para esta ocasión. Maderas, tablas, linos, cartones, papeles en variadas técnicas, con preferencia la témpera.

Gonçalo Ivo preparando la exposición para la galería Simöes de Assis

 

Si, nació en Brasil, pero ha vivido en París, muchos años, y en Madrid, Nueva York y en la Albers Foundation-Josef and Anni Albers de Connecticut. Ahora trabaja en su estudio de Teresópolis, junto a la biblioteca de su padre.  Hijo y albacea del poeta Ledo Ivo, pasaba muchas temporadas con su padre, le acompañó en célebres viajes y encuentros, hasta convertirse en un hombre ecuménico y políglota, aunque la lengua que mejor conoce es la de la pintura y luego la música.

Lêdo Ivo escribió una poesía figurativa, engarzando los asuntos populares y los metafísicos. Era una suerte de mago, que hacía sonreír las palabras y a las personas, desde una ascética y consumada sencillez. La sencillez está relacionada con la accesibilidad al ser, no con la simpleza. Lêdo era un hombre pequeño, grande, empático, que sin buscarlo era un generador de amigos. Tenía duende, estaba tocado por las alas de un ángel y por eso fue a morir a Sevilla, cabe el Guadalquivir con el coro de los cantos de Triana.

La pintura de Gonçalo Ivo es abstracta, o con más certeza, órfica. No aquel cubismo órfico que bautizó Apollinaire, en 1913, sino el orfismo que congregó a Delaunay, Léger, Duchamp y Kupka; el orfismo que ensambla luz y color, huyendo de perspectivas y referencias, aislándose de toda representación, con querencia geométrica, consiguiendo firmamentos de una belleza consumada, serena y grandiosa, íntima, genuina.

Cuando, en silencio, contemplo la pintura de Gonçalo, asohora, oigo la música de Bach o la de Gustave Holst y sus planetas. Y la de Monteverdi abriendo las esencias de los misterios órficos y la caja de las sensaciones. Otras veces, suena jazz y entonces las notas misteriosamente azules de la armónica de Sonny Boy Williamson II se acompasan con las notas de un piano o un clarinete hechicero, componiendo un mosaico de sensaciones y placeres que ponen dulce el corazón.

Una vista frontal de la galería Simöes de Assis con y de la exposición de Gonçalo Ivo

 

Si el arte no es emoción y misterio, si no nos altera y enriquece, si no hace que nuestros sentidos brinquen al compás de una armonía, es otra cosa, no es arte. Conmover con sólo el color y la luz, esa es la grandeza de la obra de Gonçalo Ivo. ¿De dónde salen los verdes esmeraldas, esos rojos cereza, los lapislázulis, el blanco roto? Con evidencia, de un sueño, de la paleta del autor, de su sensibilidad, de la ternura que se le escapa en su vivencia espiritual. Los colores son hijos del azar y de la magia, uno tiene previsto esto o aquello, pero un toque de tierra, de amarillo de Nápoles o de verde Veronés da al traste con todo, para liderar una sorpresa, una fusión fascinante, emotiva.

Los colores son como las fuerzas de la naturaleza, ingobernables ¿Quién domina los volcanes o los vientos? Sabemos de qué esta compuesto el aire, qué es el viento, pero cómo dominarlos. Los colores, igual. El añil se mece en una noche oscura y tristea; un topacio en el regazo del sol, enciende, o un siena en el otoño, recuerda. El color es un milagro in fieri, irrepetible, silencioso y guerrero, salvaje e imbele.

¿Qué es el orfismo? Lo que hace Gonçalo Ivo, renunciar a todas las tentaciones para concentrarse en las virtudes del color y de la luz. Soslaya la referencia del espacio para darle inmensidad, intensidad a sus cromías geometrizantes, esféricas; a la lluvia de pequeñas hojas de árboles sembrados en el viento. Al final la leve geometría desaparece para ofrecer un mosaico de sensaciones.

Orfeo deriva de personaje mitológico a dios de la música; augur y profeta, astrólogo y estratega. Poeta y músico de la Antigüedad, inventor de la cítara, añadió dos cuerdas más a la lira, en honor de las nueve musas. Píndaro lo llama “el padre de los cantos”. Hijo de Apolo y de Caliope, se enamoró de Eurídice y tras la catábasis la rescató de los ínferos, pero cuando quiso verla antes de dejar el submundo, Eurídice se desvaneció en el aire, despareciendo para la eternidad.

Una vista lateral de la galería Simöes de Assis con y de la exposición de Gonçalo Ivo

 

Ovidio, Eratóstenes, Esquilo en su desaparecida tragedia de Las basárides, Pausanias, Higinio nos dan opiniones diferentes de la desaparición de Orfeo, porque se quedó entre nosotros para unir música y poesía, luz y color, sonido y silencio, meguez y meditación, pincel y cálamo, espera y esperanza, azar y necesidad.

¿De dónde proceden estos colores aterciopelados, vibrantes, melosos, de Gonçalo Ivo? De su manera de buscar juguetes hermosos para el hombre y volarlos como vuelan los niños las cometas en la playa. De su pasión por la obra de José de Ribera. ¿Extraño? Ni por pienso. Ivo es un gran conocedor de la obra de Lo Spagnoletto, el maestro más importante del XVII, con sus rojos y azules mágicos, que hereda Ivo. Lord Byron asegura que Ribera pintaba con la sangre de los santos.

José de Ribera (Xátiva 1591-Nápoles 1562), llega a Italia en 1610. Y de primerísimo seguidor de Caravaggio se convierte en jefe de la escuela napolitana; en un grabador perfecto, admirado por Rembrandt; en el mejor dibujante de su tiempo y todavía; “de toda nuestra historia” afirma René Huygue. Firmaba “Hispanus Valentinus Setaben”, incluso “Partenope”. Pero, ¡y el color! Es Gonçalo Ivo quien lo celebra y lo perpetúa, quien lo cultiva y lo actualiza en esta fiesta selecta de su percepción sensible.

La Femme, 2020 têmpera e calcinação sobre madeira 173 x 33 x 33 cm

 

A Ribera se le tuvo por truculento y sombrío, pero superada esa mala fama que le orquestaron los franceses, comenzó a ser un seductor de las formas y del color. En sus primeros años se alaba su claroscuro, luego restaura la claridad. Esos rojos y azules de la Magdalena penitente, El martirio de San Andrés, La Purísima del convento de las Agustinas de Salamanca, La mujer barbuda, Sileno ebrio…Esos fuegos colóricos son los que arden en los lienzos de Ivo, dando vida a los mundos de sus cosmos.

La pintura y la música, como Orfeo. Porque Gonçalo es pintor, con un currículo impresionante, con un presente esplendoroso que es lo que vemos en esta exposición de Curitiba en Simões de Assis. Pero también está en la poesía, en el ensayo y en la música. Y no sólo de oyente, porque ha producido numerosos proyectos musicales, a distintos compositores e intérpretes.

Gonçalo Ivo es arquitecto y urbanista, formado por la Universidad Fluminense, pero además estudió con Iberé Camargo y Aluisio Carvão, Visitó adunia con su padre a Lygia Clark en su taller y es un contumaz visitante del Museos del Prado y otros templos del arte. Y su obra plástica no deja de crecer en tensión y poética, cada vez más sajelada, más limpia, más imponente, más inocente y carente de todo artificio como esa lluvia finísima reciente siempre cayendo y detenida.

Vuelve Gonçalo Ivo a Curitiba, en cuyo mueso ya expuso, y lo hace en plenitud. No quiero aquí repetir las colecciones donde mora, los museos y galerías donde ha expuesto, lo tienen en cientos de referencias, en internet, libros, películas. No quiero aquí sino llamar la atención sobre una obra desnuda, límpida, lúdica, lúcida en la que el color es todo: fuerza, fondo, forma, susurro, silencio y canción, plegaria, elegancia.

Cosmogonia “Africa”, 2020 óleo e folha de ouro, cobre e prata sobre linho 100 x 100 cm

 

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