CODERCH & MALAVIA SCULPTORS: Hamlet

El 3 de marzo de 2017 se inauguró la exposición del prestigioso concurso convocado por la AEPE, el 52 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura. Sus orígenes se remontan al Salón de Otoño (evento también convocado por la misma entidad), en donde hasta el 10 de enero del 2014 era un premio de dicho acontecimiento, y no es hasta esa fecha cuando se decide convertirlo en un concurso aparte. Esta iniciativa del Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, José Gabriel Astudillo, no sería del todo posible sin el patrocinio de Google.

El misterio del ganador no se resolvió hasta el día 14, en el que S.M. la reina Doña Sofía entregó el premio a: Joan Coderch y Javier Malavia Tabares, si bien se presentan a los certámenes como Coderch & Malavia Sculptors.

Joan Coderch nació en el año 1959 en Casteller del Vallés (Barcelona), y más tarde, se mudó a la capital de la provincia, Barcelona para estudiar Bellas Artes y especializarse en escultura, estudios que finalizó en 1979.

Su compañero, Javier Malavia, nació en 1970 en Oñati (Guipúzcoa), y estudió la misma carrera que su compañero, pero en una universidad española diferente: la Facultad de Bellas Artes de San Carlos en Valencia, terminando sus estudios en 1993.

Los artistas se conocieron en la empresa de porcelana Lladró, donde los dos formaron parte del equipo de escultores de dicha compañía y aprendieron a trabajar tan delicado material, a la vez que llevaban a cabo demostraciones de su trabajo por todo el mundo. No es hasta el año 2015, cuando deciden embarcarse en un proyecto conjunto.  Los dos se sentían especialmente interesados por la escultura figurativa, el ser humano es el elemento central de su discurso estético. Partiendo siempre de modelos naturales, sus esculturas realizadas en bronce exploran diferentes actitudes humanas frente a la vida y que el espectador descodificará según sus propias vivencias estableciendo una relación singular que proporcionará una experiencia personal.

A pesar de su corta trayectoria artística, esta pareja de escultores ha participado en un gran número de exposiciones colectivas e individuales, habiendo sido seleccionados en varias ocasiones y en otros logrando el reconocimiento. Algunas de sus obras forman parte de colecciones prestigiosas europeas, americanas y asiáticas.

El título de la obra que presentaron al 52 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura es Hamlet (173 x 42 x 37 cm), un tema que sin duda puede dar mucho que hablar, debido a las dudas sobre la autoría de las obras de Shakespeare, y por la cercanía de ciertos aspectos muy humanos que aborda la tan popular obra de teatro, como: la ira, la locura, la venganza, la corrupción moral, el incesto, la muerte o el honor, entro otros.

A primera vista, se ve la principal característica de Coderch & Malavia: el ser humano como elemento central del discurso estético. Se trata del propio príncipe Hamlet, el hijo del rey asesinado. Este crimen lo llevó a cabo Claudio, el tío paterno del joven infante, que asesinó al monarca vertiendo veneno en su oído mientras el rey dormía.

Pero en esta ocasión no aparece representado con la vestimenta típica de una persona perteneciente a la realeza, aparece con una especie de corona hecha con una serie de elementos afilados y sostenidos con una cuerda que le tapa los ojos, impidiéndole ver. Las muñecas y el cuello los tiene adornados con unos elementos ornamentales, y viste un tipo de muda. La figura es de pequeño tamaño, y se encuentra sobre una especie de peana, un tanto rudimental. A pesar de que todos sepamos la trama de la historia, la obra no termina de aclarar el momento exacto de la historia que aborda, lo que da pie especular.

Una de ellas podría ser, que se trata de la representación del momento en el que a Hamlet se le aparece el fantasma de su padre y descubre la verdad. Éste se postra ante la aparición, principalmente como su hijo, sin olvidar quien es, pero sobre todo como un primogénito que descubre que su padre ha sido asesinado (de ahí que la figura esté prácticamente desnuda).

En cuanto a su posición, a primera vista parece de sumisión, pero cuando nos empezamos a fijar transmite todo lo contrario, una tensión y una firmeza impresionante, que hace que pueda confirmar el momento de la historia que ésta hipótesis defiende.

El último elemento que da pie a pensar en ese momento de la trama es la corona, se trata de una corona un tanto arcaica, hecha con una especie de elementos planos pero muy afilados, sujetos a la cabeza del chico mediante una cuerda que no le deja ver, haciendo alusión a la idea de lealtad. El joven siempre va a saber que su familia es lo primero, es decir, le debe lealtad al clan, en este caso, a su padre, que, por coincidencias de la vida, también es su rey.

Por otro lado, no podemos obviar la peana, también cumple una función. Además de sujetar la obra y formar parte de ella. Este elemento estructuralmente bastante rudimentario y que alza a la pequeña figura, ayuda a crear esa tensión y firmeza de la obra.  Estos dos elementos juntos hacen de la pequeña obra algo imponente y digno de admirar.

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