Mª Dolores Barreda Pérez
Secretaria General
Secretaria Perpetua de la AEPE
La AEPE es experta en la dirección, organización y realización de grandes exposiciones. El 60 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura es prueba de ello.
En él, como en el Salón de Otoño, la clave está en el Jurado y en la ausencia de las luchas sórdidas de intereses creados y de compadrazgos más o menos encubiertos.
En los Salones de Otoño, en el Premio Reina Sofía, en el resto de certámenes y salones de la AEPE no hay privilegios, no hay cortapisas; es una palestra a la que pueden asistir los que al Arte se dedican, sin el temor de que sus obras sufran una disección cruel de los partidistas de las diversas escuelas y movimientos.
Al lado de las producciones de los maestros figuran las de los noveles. En ellas no actúan Jurados sujetos a presiones del corazón, de la gratitud y sobre todo, del cupo de género.
Las obras presentadas se almacenan convenientemente en una nave preparada al efecto.
Allí, días antes de la reunión del jurado, y como Secretaria del mismo, superviso personalmente que una a una se desembalen y queden listas para la presentación a los miembros del jurado.
Reviso especialmente que cumplan reglamentariamente con las bases de la convocatoria, sobre todo en lo relativo a las medidas, garantizando que todas participen en igualdad de condiciones.
Convenientemente dispuestas, las esculturas son colocadas en plintos, de forma que luzcan como lo harían en la exposición, mientras que las pinturas se encuentran en módulos, según su tamaño, en vertical, con especial atención a aquellas que ofrecen soportes menos resistentes, como los óleos de gran formato.
Todas sin embalajes, todas identificadas por el número de inscripción, todas, repito, en igualdad de condiciones.
Llegado el momento de la reunión de los miembros del Jurado, el personal especializado, enfundado con guantes de algodón para no dañar las obras, las ofrece a los jueces únicamente con los números de inscripción, jamás con el nombre de sus autores, de forma que la obra se salva o se condena por sí misma, desprovista de todo antecedente histórico de su autor, de su sexo, género, de sus méritos, títulos, medallas, premios o padrinos.
Una primera ronda descarta aquellas cuya calidad no es la mejor, puesto que el jurado siempre busca la excelencia. Son retiradas de plintos y de módulos para no obstaculizar las siguientes rondas de visionado y facilitar así el trabajo.
La segunda ronda afina aún más entre lo visto, volviendo a descartar aquellas dudosas en un primer momento, basado siempre en la votación por mayoría de los jueces.
Hasta una tercera ronda pasan todas y cada una de las obras que van quedando, que deben alcanzar una nueva mayoría de votos de los miembros del jurado.
En la cuarta fase, con todas las dudas aún en cuanto a cuál será la obra ganadora de entre las pinturas y esculturas seleccionadas, cambia el escenario y la nave de almacenamiento se convierte en una exposición improvisada.
Las obras de pintura y escultura seleccionadas (determinada siempre por la espacialidad de la sala en la que se van a exhibir), alrededor de 75 dependiendo del criterio de los jueces, son expuestas alrededor del almacén, de forma que el Jurado se mueve libremente para verlas, una a una, votándose nuevamente las que podrían optar al premio y resultar finalistas.
En esta fase, son alrededor de diez las obras que el Jurado ha estimado tienen una mayor calidad y pueden ser galardonadas, iniciándose una presentación de candidaturas que defiende cada juez según su criterio, exponiendo las razones por las que cree es merecedora de ganar el Premio.
El debate, siempre constructivo, siempre inteligente y sabio, da como resultado la elección de la obra ganadora y de las finalistas, pudiendo asegurar, como garante de las deliberaciones del Jurado, que con ese fallo todos están conformes y satisfechos.
Después de más de cinco horas de deliberación, para todos, para la AEPE, es más que suficiente, es una gran decisión.
Los artistas tienden a pensar que son maravillosos, especiales, únicos, creativos, geniales… en fin, que son los mejores. Y tienden a creer además, que sus obras son exactamente iguales a los adjetivos mencionados.
No cabe para muchos, la aceptación de que una de sus obras quizás no haya estado a la altura del resto de su producción. Para esos, nunca es posible esto.
De esta manera, sintiéndose realmente ofendidos por no haber sido seleccionados, tienden a culpar al jurado, a la manía persecutoria (inexistente) de alguno de sus miembros (que repito, no sabe el nombre del autor, únicamente el número de inscripción), al mal visionado de su obra, a la poca profesionalidad de los trabajadores, a la compañía de transportes que trasladó su obra, a… todos, menos a su obra misma.
Es más, tienden a creer que los catorce miembros del jurado están equivocados. No uno, dos, tres o quizás cuatro, no, están equivocados catorce miembros a la vez. Catorce que no saben apreciar su obra, ni su arte, ni entienden de vanguardias ni de modernidad, ni del más nuevo arte contemporáneo innovador, sobre todo cuando han colgado esa obra en redes sociales y tiene tantísimos “me gusta”…
Les queda el recurso del pataleo, del reclamo de la injusticia, de la amenaza, de la ofensa personal, de la baja de la entidad como socio, de la petición de explicaciones acerca del criterio del jurado, de los análisis realizados en su obra y sobre todo, exigiendo saber los comentarios que ha suscitado su obra y quién no la ha votado y el por qué…
El desmesurado ego de los artistas y la ausencia total de autocrítica son determinantes a la hora de dar ese mal paso que tan mal puede hablar de ellos como personas y tan poco bien hace a su arte.
Los jurados de la AEPE se realizan con auténticos artistas, socios y amigos de esta entidad, que prestan su apoyo a la misma de forma desinteresada y noble. Y nada mejor que un artista para decidir sobre otro artista. Porque estamos hablando de artistas de prestigio y maestría de todas las tendencias y categorías.
El Jurado elegido es siempre el mejor exponente de la genialidad en el arte. Un jurado excepcional no sólo por su competencia y su prestigio, sino por lo muy en serio que se toman las labores de deliberación, incluyendo las apasionadas discusiones surgidas cuando se analizan y enfrentan estilos muy distintos y técnicas muy dispares.
Su energía, dedicación y cariño ejemplares, demuestran que el Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, al igual que el Salón de Otoño, se otorga de una manera honesta y coherente.
Un Jurado que demuestra el bien que puede hacer a un Premio y a nuestra Asociación Española de Pintores y Escultores, el reunir a los mejores artistas, excitando en ellos la emulación y el despliegue de sus talentos para seleccionar y premiar las maravillas de las artes actuales en las que han participado más de 300 artistas de todo el mundo.
Son grandes maestros del arte actual acostumbrados de manera innata a reconocer indistintamente en todas las pinturas y esculturas el mérito real y el lugar que cada obra debe ocupar con una imparcialidad propia y característica basada también en el arte actual.
El Jurado del 60 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, ha ilustrado como ninguno el rechazo del mundo del arte comercial y experto en beneficio de un mundo del arte identificado a los principios de acercar, reunir, exponer conjuntamente cualidades o condiciones que sólo se encuentran en talentos y artistas y en determinadas obras. Se trata pues, de mostrar el arte por el arte, mezclando escuelas, nombres, estilos, métodos, caracteres y técnicas.
Como Secretaria General de la Asociación Española de Pintores y Escultores, Secretaria Perpetua, y como Secretaria del Jurado del 60 Premio Reina Sofía, no puede caberme mayor orgullo que el de proclamar la transparencia e imparcialidad de un premio del que todos deberíamos sentirnos tremendamente orgullosos, así como de pertenecer a nuestra centenaria entidad.
En la AEPE luchamos por dar visibilidad a los artistas, porque representamos en verdad a los artistas de España con actuaciones como estas, tan inusuales en el mundo del arte actual.
En el 60 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, pese a todo y a todos, triunfa el arte. Sólo arte.
Por eso es para nosotros tan importante celebrar este acontecimiento del arte, este premio, vuestra comprensión, vuestra complicidad y participación, en una palabra, contar con vosotros, los artistas.
Como nos dice siempre el Presidente, desde la Junta Directiva sólo queremos agradecer a socios, amigos, colaboradores, instituciones y público en general, vuestro total apoyo a nuestra continua labor en beneficio del arte y de los artistas.
EL JURADO DEL 60 PREMIO REINA SOFIA DE PINTURA Y ESCULTURA
De izquierda a derecha y de arriba abajo: Elena Blanch, Celia Fenollar, Lola Chamero, Wifredo Rincón, Martín Sati, Eduardo Naranjo, Ricardo Sanz, Alejandro Aguilar Soria, José Gabriel Astudillo López, Tomás Paredes, Fernando Colomo, Mª Dolores Barreda Pérez, Paula Varona y Antonio López