Edith Aguiar Thiel

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Edith Aguiar Thiel

AGUIAR THIEL, Edith de  P     <1931    RIO DE JANEIRO  MADRID

 

Mujeres españolas, 1930

 

Edith Aguiar Thiel nació alrededor del año 1900 de forma circunstancial en Berlín, donde su padre Joao Fausto de Aguiar, estaba destinado como primer secretario de la embajada de Brasil en la capital alemana.

Aunque su familia era natural de Río de Janeiro, el trabajo de su padre llevó a la familia a viajar por todos aquellos destinos en los que fue reclamado como Guatemala, Berlín, San Petersburgo, Venecia y Londres.

Recibió su primera educación en Francia e Italia, visitando los más importantes museos europeos.

En 1912 la familia recaló en España, siendo su padre el Encargado de negocios del Brasil.

Tras una estancia de dos años, regresaron a Brasil, donde comenzó a estudiar pintura en  la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro, siendo discípula del maestro Baptista da Costa y de los profesores Bernardelli, Chambelland y Amoedo.

Hablaba a la perfección cinco idiomas.

Se la conoce como Edith Aguiar Thiel, Edit María Pinheiro de Aguiar Thiel, Edite María Pinheiro de Aguiar y Edith de Aguiar Thiel.

En 1922 participó en la 23ª Exposición General de Bellas Artes de Rio de Janeiro.

En 1923 obtuvo la Medalla de Bronce del XXX Salón de Bellas Artes de Brasil, y al año siguiente, logró la Medalla de Plata de la 31 Exposición General de Bellas Artes de Brasil.

En 1925 concurrió a la 32ª Exposición General de Bellas Artes de Río de Janeiro, y a las ediciones número 33 y 34 de 1926 y 1927.

En el Salón de Bellas Artes de 1927 obtuvo un premio metálico y animada por sus resultados, continuó sus estudios en Roma y París, en la Academia Julián.  Después, se trasladó a Madrid, ampliando sus estudios con el pintor Gabriel Palencia, que fue luego conservador de los Reales Palacios de España, con Zuloaga, Moreno Carbonero, Ortiz Echagüe y Chicharro, todos ellos socios de la AEPE.

El Imparcial, 1929

 

Mientras vivió en Madrid, residía en la calle Abascal, 32 primero, en Fortuny, 45 y más tarde en la calle Rafael Calvo, 20.

Intérprete de música y admiradora de las danzas clásicas de dinamismo latino de España, tocaba el piano, cantaba con bella voz y bailaba como una verdadera profesional.

En octubre de 1929 inauguró una Exposición de Pintura Brasileña en los salones de la Sociedad Española de Amigos del Arte, situados en el Palacio de la Biblioteca Nacional. Una muestra de 40 obras, de ambiente brasileño en su mayor parte, “de una gama fresquísima y brillante. También figuran en la exhibición algunos cuadros de asunto español y aún madrileño”.

ABC 1929

 

En La Esfera, E. Estévez Ortega escribía lo siguiente: …”Edith de Aguiar nos ofrece también una amplia visión de su país natal, Brasil, y algunos retratos y bodegones. La artista ha recorrido Francia e Italia. Ha sentido la atención pedagógica de Baschet, La Rigal, Pugheon y Bautista da Costa sobre todo, que en su tierra vernácula la enseñó a comprender y a expresar bien los verdes jugosos y opulentos de aquella tierra feracísima.

Un impresionismo moderado, sin audacias, pero amplio de colorido, resplandece en toda su obra. Frente al paisaje, aquel paisaje que tiene siempre una umbría agresiva y lujuriante, la artista siente como un regusto espiritual del color, como una sensual euforia dilatada, y pinta aquellos panoramas, ásperos y encendidos, con la técnica que mejor puede expresarlos. Por eso cuando se reintegra al estudio y se encuentra frente al modelo, para el retrato muestra un clasicismo frío: su dicción es opaca generalmente, y se advierten algunos titubeos.

Le gusta el aire libre y los panoramas de atmósferas limpias, que diría Camile Mauclair. Es entonces cuando se reintegra la artista a su sensibilidad, se recoge en su temperamento, y es cuando sus pupilas, que se extasían ante una naturaleza privilegiada, de rudeza insospechada, de verdes ásperos, de azules violentos, de rojos y cadmios vibrantes, saben ver mejor, y es también cuando su paleta muestra la gozosa explosión de su espíritu, traducido en lienzos luminosos, alegres y de viva entonación.

Su figura es justo comentario en el paisaje, puesto oportunamente para determinar y valorizar la extensión que abarca la visión de la pintora. Rara vez es motivo principal en el cuadro. Pero cuando lo es, como en el lienzo A bonitinha otilde, muestra una firmeza constructivista muy plausible. Está bien entonada la figura de mujer, de color, de rostro y actitud expresivas; el fondo muestra un barroquismo muy decorativo, y está recortado con habilidad. La ciudad, a través de una umbría brillante, aparece en la lejanía envuelta en una sutil bruma, que recorta bien la figura de mujer con unas frutas jugosas; compuesto con un gran sentido decorativo, es uno de sus más acertados lienzos, y es que tiene algunos muy estimables, que la acreditan de experta pintora. Sus bodegones, bien compuestos, tienen las justas calidades, estudiadas con esmero, de los modelos, y finura de matices; requieren mejor la atención de la generalidad, y es donde la artista consigue sus mejores logros”.

En otro medio se leía: …”En Edith de Aguiar hemos de ver, pues, a la par que la artista excelente de sólido prestigio, la representación genuina de la pintura brasileña… Estudios, apuntes, paisaje, figura, composiciones de todos géneros y diversos procedimientos, con predominio del óleo, revelan una sensibilidad nada corriente, muy a propósito para recoger y sugerir los matices característicos de la gran tierra brasileña”…

 

El Imparcial, 1929

 

En el Imparcial, Gil Fillol escribía: …”Femenino, al fin, el temperamento de la pintora brasileña, Edith de Aguiar se manifiesta más sensible que el de los hombres en la percepción de los matices delicados. Sus cuadros… acusan energía y genio hombrunos. Son valientes de trazo y de concepción amplia y fogosa. Un pintor varonil no hubiese interpretado las composiciones con mayor robustez ni hubiera fijado la vehemencia del paisaje con más certeros tonos. Nadie diría qué la pintura de la señorita Edith de Aguiar es obra de mujer, en el sentido en que vulgarmente aceptamos la feminidad pictórica bajo un aspecto tímido y premioso. Y, no obstante, es femenina en cuanto a los matices, en lo que se refiere a la emoción colorista, a la fineza de contrastes, a la gracia expresiva y, sobre todo, a esa sutilidad de ingenio quo sólo el Arte femenino sabe descubrir en los mohines y gestos de la Naturaleza. Los pintores brasileños que conocemos no aventajan a Edith de Aguiar en la briosa comprensión de los temas locales. Y, en cambio, desmerecen a su lado por falta de ponderada compenetración con el ambiente. El pintor viene a ser instrumento musical de escala precaria junto a la sensibilidad de las pintoras, riquísima en gamas, tonalidades y armonías. Aquel imprime a su arte un ritmo desconcertado y tumultuoso. Estas sométenlo a un compás lento que registra todas las notas intermedias. La obra del pintor es, por eso, más sintética. La de la pintora es analítica; pero no en cuanto a la minucia de detalles, sino en cuanto al proceso informativo. El pintor—claro que el pintor capacitado—da a sus sentimientos una expresión radical como si le corriese prisa de descargar su cerebro de ideas. La mujer, por el contrario, elabora más despacio y expresa con más calma. Y esa calma, que es en arte examen, serenidad, equilibrio, meditación, mesura, transmite a la obra artística femenina una variedad de acentos y latidos que no se hallan con frecuencia en la obra artística del hombre. Los paisajes y los tipos brasileños de Edith de Aguiar, sin revelar la menor premiosidad técnica, denunciando más bien franca soltura en el manejo de los pinceles, ratifican este concepto. No hay perfil peculiar ni vibración característica que hayan pasado inadvertidos a la ilustre pintora. La luz, sobre lodo, que es lo que más debe impresionar a un artista sensible al color, está fielmente interpretada. La estructura del paisaje, sus accidentes geográficos, las circunstancias del clima, el carácter distintivo, en resumen, no son cosas que puedan omitir los pintores. Pero la luz, la atmósfera, el ambiente que no se afianza en formas materiales, suele escapar a la observación repentista. Sólo cuando se pone en ella cariño cordial y entusiasmo sincero acertamos a reflejarlas con toda exactitud. De buscar algún reparo a la pintura de Edith de Aguiar, podríamos decir que los temas brasileños aparecen tratados con excesiva efusión sentimental.

Tal vez, por ello, al enfrentarse con los panoramas castellanos, su espíritu recurre a las emociones del Brasil, y la artista vuelve a evocarlas sin precisar las justas diferencias entre unos y otros paisajes… bajo el sol del Brasil, las perspectivas se dibujan con solidez estática que no tienen sino contados paisajes de Castilla. Precisamente los más geológicos, los de menos pompa vegetal. Nuestro sol, más vibrátil, destruye un poco los contornos. Los objetos parecen emerger de esta nebulosa solar, mientras que allí los fija como claras siluetas, destacadas sobre los horizontes dilatados y altos.

Pero no es sólo en la impresión del paisaje donde esta pintora demuestra su brasileñismo. Figuras, soberbias de carácter, identifican a Edith de Aguiar entre los más señeros y calificados artistas representativos del Brasil”.

Estampa, 1930

 

En La Época también se reseñaba: …”Temperamento brioso de artista, de toque seguro y valiente, que no excluye en ocasiones la nota de acento delicado. Edith de Aguiar pinta con decisión, y tino, su dibujo es firme y constructivo, maneja el color con sensibilidad y finura. Sus paisajes brasileños son modelo de interpretación y buen concepto. Entre los cuadros que expone, cabe señalar algunos dignos de un pintor de primera categoría”…

Guillot Carratalá escribía en el Diario de Córdoba que …”Es fuerte, emotiva su pintura, pero le falta tecnicismo, escuela, práctica. Es una pintora que atesora cualidades, pero le faltan principios pictóricos. Abundan en sus obras las medias tintas y la dureza en el claroscuro de los vestidos de sus figuras… el cuadro “El patio de los Evangelistas”, visto y reproducido con más atención y estilo, lleno de perfecciones y frescas jugosidades, que aunque un poco extravagantes y abstractas, tienen expresión bella y atrayente”…

1930

 

En la Revista hispanoamericana de ciencias, letras y artes también se pudo leer …”cuarenta obras de temas o asuntos brasileños, interesantes en su mayor parte no ya sólo por el exotismo del bien captado ambiente, sino por la personal técnica, característica de la notable pintora. Esta nos habla con sus obras de un temperamento, de una sensibilidad y de un concepto equilibrado, juicioso y discreto, contenido en una bien entendida orientación, como asimismo confirma con su arte el lugar sobresaliente que ocupa en la contemporánea actividad estética de la bella e interesante República brasileña”.

Por el diario La Época, sabemos que la Infanta Isabel visitó la exposición, haciendo grandes elogios de los cuadros, especialmente del titulado «El Patio del Evangelista», que fue adquirido por el Estado español con destino al Museo de Arte Moderno.

En 1929 participó también en la Exposición de pintura brasileña celebrada en la galería Müller de Argentina, organizada por Paul Biró.

Concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1930 con el óleo “Española castiza”.

Mujeres españolas, 1929

 

En 1931 se presenta al XI Salón de Otoño, y la prensa del momento escribe de ella que …”La conocida artista brasileña Edith de Aguiar, con tres obras en las que muestra su gran entusiasmo por la profesión, y logradas con singular feliz resultado; luminosas y ricas de cromatismo, manifiesta un considerable avance con relación a su pasado estético”…

Logra la recompensa de Socia de Mérito del XI Salón de Otoño.

En 1931 participa en el Salón de Dibujantas del Lyceum Club Femenino.

Concurre a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1932, hecho que recoge la prensa diciendo …”La conocida pintora brasileña Edith de Aguiar, también repetidamente citada con elogio aquí, expone un óleo, cuyo asunto de la Colegiata y Lonja de Alcañiz se halla resuelto con gran luminosidad colorista, aunque un tanto seco de factura y entonación”…

La última vez que participó en una muestra española, fue cuando concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1934, con la obra “San Andrés”.

La contienda española hizo que la artista regresara a Río de Janeiro, teniéndose noticias de que en 1938 realizó una exposición individual de pinturas en el Museo Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro.

Correio da Manha, 1955

 

Un año más tarde, concurrió al 6º Salón Paulista de Bellas Artes de Sao Paulo, logrando Medalla de Plata de pintura.

En el 12 Salón Paulista de Bellas Artes de Sao Paulo de 1946, obtuvo también la Medalla de Plata de pintura.

Presentó obra al 14 Salón Paulista de 1948 y al 15 de 1949.

Una noticia más de 1952, cuando participa en el Salón de Bellas Artes de Brasil, obteniendo Medalla de Plata.

La artista falleció en 1994 en Sao Paulo, Brasil.

La Esfera, 1929

 

Edith de Aguiar y la AEPE

Fue una de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores, AEPE, creada a principios del siglo XX con el fin de apoyar, proteger y desarrollar el arte español. Y es que reunidos más de 180 artistas de primer orden del panorama artístico español, en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando,  fundaron dicha entidad bajo una idea original de Mariano Benlliure, que llevaron a la práctica Eduardo Chicharro, Miguel Blay y Cecilio Pla, con los principales objetivos de organizar certámenes colectivos orientados primordialmente al mejor conocimiento de los jóvenes valores, celebrar concursos, actos culturales, etc., y de modo importante, crear y fomentar entre todos los artistas asociados un beneficioso espíritu de compañerismo y profesionalidad.

Socia de Mérito

X Salón de Otoño de 1930

5.- Plaza del Ángel, Madrid, óleo, 0,86 x 0,66

6.- Madrileño, óleo, 1,24 x 1,00

XI Salón de Otoño de 1931

88.- Lonja y Colegiata de Alcañiz, óleo, 1,14 x 0,89

474.- Aragonesa, óleo, 1,10 x 1,10

68.- Las Calatravas, óleo, 0,90 x 0,74

XII Salón de Otoño de 1932

53.- Retrato de la señora M.N.S. óleo, 1,36 x 1,07

55.- Retrato del señor Revesz

XIII Salón de Otoño de 1933

287.- Catedral de Santiago, Plaza de la Platería, óleo

288.- Bodegón, óleo

Mujeres españolas, 1930

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