Mª Luisa de la Riva

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Mª Luisa de la Riva

RIVA DE MUÑOZ, Mª Luisa de la                 P            MADRID

 

Mª Luisa de la Riva en 1900

 

María Luisa de la Riva y Callol de Muñoz nació el 4 de abril de 1859 en Zaragoza.

Era la mayor  de los hijos del matrimonio entre el militar  Serafín de la Riva y Berraondo, natural de Santa María de Frías, en La Coruña, y de Dolores Callol, de origen cubano y procedente de la Isla de Santo Domingo.

Varios destinos tuvo el cabeza de familia que los llevaron a vivir en Zaragoza, donde nació María Luisa, y otras localidades de Cataluña, Galicia y Andalucía. Retirado de la vida militar, ingresó en el Cuerpo y Cuartel de Inválidos de Madrid, ciudad en la que vivió la familia a partir de 1870.

En Madrid vivieron en la calle Roque, 5 y en la calle San Matero, donde vivió hasta 1889 en que se marchó a París.

Pocos datos hay de la infancia y adolescencia de la artista, si bien Bernardino de Pantorba consignó en su “Historia de las Exposiciones de Bellas Artes” al que siempre nos remitimos, que fue alumna del pintor Antonio Pérez Rubio y de Mariano Bellver y Collazos.

Formada lejos de la enseñanza oficial, en los estudios de los artistas, con Mariano Bellver aprendió nociones elementales de dibujo académico y con Antonio Pérez Rubio, descubrió el cromatismo intenso, la pincelada suelta y el interés por la representación de escenas cotidianas de carácter amable.

Desde muy joven se dedicó al estudio de la pintura. Consagrada con entusiasmo al cultivo del arte, en la soledad de su taller pasó los mejores días de su juventud, teniendo por amiga y consejera a su madre, que fue la primera en alentarla en su pasión artística, participando de sus esperanzas y de sus triunfos.

En 1881 expuso en el Círculo de Bellas Artes de Madrid una obra, otra más en la misma sala en 1882 y 1883; participó en los certámenes provinciales como la Exposición Provincial de Bellas Artes de Cádiz de 1882 o la Exposición de la Asociación para el Fomento de las Bellas Artes de Gerona del mismo año, así como en galerías comerciales como la Galería Hernández, en el Palacio de Arenzana de Madrid en 1881 y 1882, en la Sala Parés de Barcelona en 1883 y en la Casa Marxuach también de Barcelona en 1886.

En 1884 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes y en la Exposición Literario-Artística de Madrid, donde logró Diploma de Mérito.

Puesto de flores

 

En 1885 expuso en el Salón de París una obra muy elogiada por la prensa francesa. Un año más tarde, el gobierno alemán invitó al español a concurrir con 24 cuadros de artistas españoles a la exposición de Berlín, siendo elegida una de sus obras.

El gobierno español envió entonces a Viena y a Munich dos lienzos suyos, que luego fueron adquiridos por el Estado y que figuran en el Museo del Prado.

En 1885 consiguió la Medalla de Primera clase y la de Tercera clase en la Exposición Aragonesa que tuvo lugar en Zaragoza.

En 1886 fue la única mujer artista seleccionada para representar al arte español en la Exposición Sud-Americana de Berlín.

Mención de Honor especial obtuvo en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1887.

En la Exposición Universal de Barcelona de 1888, logró la Tercera Medalla.

En la Exposición Universal de París de 1889 obtuvo la Tercera Medalla.

Poco después de su boda con el pintor y también socio de la Asociación de Pintores y Escultores, Domingo Muñoz Cuesta, quince años mayor que ella, en 1889, el matrimonio fijó su residencia en París y si bien la unión no debió durar mucho por el carácter bohemio de Domingo, tuvieron dos hijos, conociéndose únicamente algunos datos de su hija, la también pintora Dolores Muñoz de la Riva, nacida hacia 1895.

Uvas y granadas

 

En París vivió en el Faubourg de Saint Honoré, 233, una vivienda amplia con zona habilitada como taller de artista que utilizaba el matrimonio, participando activamente en las Exposiciones de los Salones nacionales franceses, así como en las muestras de artistas que se celebraban en Francia. Allí adopta la costumbre francesa de asimilar el apellido del marido al nombre de la esposa, de ahí que figure ya como María Luisa de la Riva Muñoz.

En París compartía su tiempo entre el cuidado de su familia y el cultivo del arte, continuando su aprendizaje en el taller de Charles Joshua Chaplin, donde se formarían artistas como Mary Cassatt o Eva Gonzales. De Chaplin se advierte su interés por la representación naturalista de la realidad.

Allí buscó el reconocimiento profesional y como ha documentado Magdalena Illán, en su correspondencia con el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes de Francia (2-2-1902) y con las instituciones públicas francesas, se presenta como una pintora profesional, “que trabaja para vivir”.

Envió obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1892, y en la de 1895, logró una Mención de Honor.

Por La Correspondencia de España conocemos que en julio de 1896 la artista realizó una exposición de sus últimas obras en su estudio del Faubourg Saint-Honoré, con una treintena de cuadros que …”sin contar los dos que tiene en los Campos Elíseos—y otros tantos por lo menos de los que tiene expuestos bien vendidos y dispersos por esos mundos de Dios—representan el trabajo lucido y constante de esta artista en el espacio de un año”. La exposición llamó la atención de los críticos al incluir pinturas de figura, con dos retratos al pastel en los que se aprecia …”la perfecta corrección y solidez del dibujo, …un gusto tan exquisito en la composición y el arreglo de la figura y una habilidad en la disposición de la luz que envuelve al modelo, de un arte y una elegancia maravillosas”. El crítico hace notar “la exactitud del parecido y el talento” de la artista, y respecto a sus pinturas de flores, menciona las obras adquiridas por la reina Isabel.

Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1897, obteniendo la Tercera Medalla, premio que mereció las reseñas de la crítica de la época, que mencionaba “el vigor y la solidez con que están pintadas y construidas aquellas frutas y los demás detalles del cuadro, que más parece pintura de un buen maestro holandés del siglo XVII”…

Ese mismo año, exhibía la obra “Crisantemos”, en la Exposición de Femmes-peintres de París, obra que fue adquirida por el estado francés en 300 francos, siendo la primera artista española que figuraba en un museo de Francia.

En el Salón de París de 1897 participó junto a otros españoles como Pradilla, Sorolla o Moreno Carbonero, y también en la Exposición Internacional de Munich de ese año.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de Barcelona de 1898 obtuvo Segunda Medalla.

Flores y frutas

 

En 1898 es condecorada con el título honorífico de la Orden de las Palmas Académicas que otorga la Academia francesa y es la predecesora de la Legión de Honor, que le entregó personalmente el Presidente de la República M. Félix Faure, al inaugurarse la Exposición de Pintoras celebrada en París ese año.

Al Salón de París de 1899 concurrió junto a Sorolla, Martín Rico, Masriera, Zuloaga…

En abril de 1900, la Ilustración española y Americana nos informaba de que “Una casa editorial de arte de Leipzig anuncia, entre otras monografías de artistas notables contemporáneos, la de la artista española Mademoiselle Muñoz de la Riva. Realmente es doloroso que mientras en el Extranjero saben apreciar a aquellos de nuestros compatriotas que descuellan en cualquier ramo del saber, aquí cuasi ignoramos los nombres de los que nos honran. María-Luisa de la Riva, que esta es la artista que figura en la colección dicha de monografías de pintores ilustres a que me refiero, es una pintora… Sus pinturas se pagan a altos precios, y además de sus hermosos lienzos de flores y frutas, que guardan en sus galerías los Rosthchild, Ratzivill, la reina Doña Isabel y otros amateurs, la pasmosa ductilidad de su temperamento artístico la ha hecho una artista decoradora de gran mérito. En la actualidad se halla trabajando en varios panneaux destinados al hotel de un potentado americano”.

María Luisa de la Riva es la única artista española premiada con Medalla de Plata en la sección de Bellas Artes de la Exposición de París de 1900, lograda por la obra titulada “Carmen”, que supuso un señalado triunfo que consolidó su fama y prestigio.

La Ilustración artística reseña que obtuvo la Segunda Medalla de la Exposición Universal de París de 1900. Con tal motivo, se publicó un extenso artículo que recogía los méritos de la artista, destacando que “…en María Luisa de la Riva se aúnan de una manera en extremo armónica las tiernas delicadezas de la mujer y las nobles y elevadas aspiraciones de la artista. Su temperamento extraordinariamente poético la impulsó desde luego a estudiar con decidido entusiasmo los más peregrinos productos de la naturaleza, que reproduce en sus cuadros, más bellos, si cabe, que los que le sirven de modelo. La frescura y la entonación de las frutas y de las flores que pinta, el modo artístico de agruparlas, la manera especial de sentirlas, tienen tanta espontaneidad, tanta delicadeza, que sin esfuerzo se comprende cómo han debido aunarse el talento de la artista y el sentimiento del poeta para conseguir un conjunto tan admirable y perfecto. María Luisa de la Riva es esencialmente realista; pero su realismo no es el realismo crudo que acepta como buena la verdad, aunque sea repugnante ó aunque esté desprovista de todo interés, sino el que exige como condición primordial que el objeto o el espectáculo que ha de reproducir sea bello, capaz de producir la emoción estética. Y en los cuadros de la inspirada artista esta emoción se avalora con la delicadeza e impresión de tonos que sabe combinar en su paleta, y que al par que causan admiración desde el punto de vista técnico, deleitan por el sentimiento que imprimen en la obra. Aunque su especialidad son las flores y las frutas, con igual éxito cultiva la figura… sus obras figuran en los museos de Madrid, Barcelona y Santiago, y en las importantes galerías de S. M. la reina regente de España, de S. M. la reina doña Isabel II, de S. A. la infanta doña Isabel, de la princesa Dominique de Radziwill, de la baronesa Adolfo Rothschild, del marqués de Casa Riera, de la duquesa de Nájera, de M. de Siemens, de Berlín, y de otros muchos coleccionistas y aficionados”.

En octubre de 1900, su obra formó parte de una exposición en la famosa Casa Amaré, donde se ofrecían muestras de una exhibición de artes decorativas que contó con las firmas de  Villegas, Jiménez Aranda, Muñoz Degrain, Benlliure, Bilbao, Inurria, Ferrant, Morera, Pulido, García Ramos, Muñoz Lucena, Blay, Viniegra, Domínguez, Beruete, Martínez Abades, Santa María… “todo el plantel de maestros, en una palabra”.

Flores

 

Expuso sus obras en la Exposición de Arte Español en San Petersburgo de 1900.

Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1901, obteniendo la Tercera Medalla.

En 1901 expuso en el Salón des Femmes Peintres et Sculpteurs tres obras, entre ellas, un gran lienzo titulado “Uvas de España”, donde se representan uvas de distintos tonos y clases repletas de armonía en las notas, firmeza en el dibujo y naturalidad de composición, sobria y amplia de ejecución del motivo y accesorios, que logró la consideración de “insuperable obra maestra de la artista” a decir de la crítica especializada parisina.

Participó en el Salón de Bellas Artes de París de 1901 y 1902.

En 1903 participó en la II Exposición Española en París, conocida como el Salón español, celebrada en los salones de Durand-Ruel, y estaba patrocinada por la reina Isabel II, residente en París, y por la Duquesa de Denia, mecenas de los artistas españoles.

Presente también en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904.

Dama de París

 

En 1904 el ministerio de Bellas Artes de Francia premió a la artista con la Roseta de Oficial de Instrucción Pública.

En 1905 el Estado francés adquirió el cuadro de «Las uvas y las granadas” de María Luisa de la Ríva, expuesto ese año en el salón Femmes Peintres.

En 1907 estuvo también presente en la Exposición de Bellas Artes de París de la Societé Femmes Peintres et Sculpturs, donde despuntaron sus dos cuadros y por los que el Ministerio de Bellas Artes de Francia acordó otorgarle una nueva condecoración honorífica como recompensa por las obras expuestas.

Dedicada de lleno a la enseñanza y la pintura, se abre un periodo en el que es menos frecuente ver sus obras en las grandes citas artísticas mundiales, si bien sigue participando en el Salón de París de 1910, 1912 y 1913.

En el Salon de la Union de Femmes expuso en 1910 y 1914 su hija y discípula, María Dolores Muñoz de la Riva.

Con motivo de la guerra europea, en 1914 regresa a España y traslada su residencia a Madrid, a la calle Serrano.

En 1919 participa en la cuarta Exposición de la Asociación de Pintores y Escultores que se realiza en Santander, en el local del Círculo de Bellas Artes y del Ateneo.

Uvas de España

 

Participó también en la XV Exposición de Pintura Española que organizaba José Pinelo en la Sala Witcomb de Buenos Aires y volvió a exponer en París en la Exposition de Peinture Espagnole Moderne, como única artista, junto a la escultora Helena Sorolla.

Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1920, logrando la Segunda Medalla.

En 1921 seis obras suyas participaban en la XVII Exposición de Pintura Española de Pinelo en Buenos Aires.

En 1922 participó en la última Exposición Nacional de Bellas Artes.

En 1925 el rey Alfonso XIII recibió en palacio a María Luisa de la Riva y a su hija.

Un año después, falleció en Madrid, el 22 de septiembre de 1926, a los 67 años.

Después de la muerte de su esposa, en 1926, casi ciego y pobre, Domingo Muñoz Cuesta vivió en la Residencia de Escritores y Artistas del Instituto Cervantes de Madrid, un establecimiento benéfico para artistas sin recursos, en el que murió el 7 de enero de 1935.

En 1927, y como homenaje póstumo a la artista, la Exposición de Arte Español Contemporáneo que organizó el estado en la Sala Christofle de Buenos Aires, dedicó parte del espacio expositivo a exhibir la obra de la pintora.

Distintas acuarelas de la artista

 

En París, María Luisa de la Riva creó un estudio de formación para mujeres pintoras que le permitía vivir con desahogo.

Socia de Honor y de Mérito de la Sociedad de Amigos del País de Santiago, Jurado nato de la Sociedad de Pintoras de Francia; miembro de la Sociedad de Pintoras de Berlín, de Viena y de la Asociación de Pintores, Escultores y Dibujantes franceses.

María Luisa de la Riva se caracterizó por una producción artística de carácter decorativo, amable y elegante, de gran expresividad desde el punto de vista técnico y formal. Estas características contribuyeron al éxito de sus obras, las cuales fueron aceptadas por parte de un sector tradicional del mercado artístico.

En 2014 la Universidad de Zaragoza realizó una exposición en su Paraninfo que bajo el título de “Pintoras en España 1859/1926. De María Luisa de la Riva a Maruja Mallo”, con la que quiso destacar a la artista.

En 2020, el Museo del Prado inauguraba la exposición “Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931)”, en la que exhibía algunas de sus obras.

El Museo del Prado posee las siguientes obras de la artista, si bien están desperdigadas en organismos diversos y no cuelgan en sus paredes:

Uvas y granadas, Óleo sobre lienzo, 165 x 118 cm.

Flores y frutas, 1887. Óleo sobre lienzo.

Uvas de España, 1895. Óleo sobre lienzo, 117 x 166 cm.

Puesto de flores. h.1877. Óleo sobre lienzo, 71 x 55cm.

También podemos encontrar cuadros de la artista en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.

María Luisa de la Riva, “muy hábil en la pintura de flores y frutas”, supo utilizar esta circunstancia para posicionarse en un espacio propio en la escena artística francesa y española, a pesar de que algunos de sus bodegones ejecutados en gran formato -como Uvas de España (1898) (2,26 x 1,28 m.)- no fueron bien recibidos por la crítica debido a sus grandes formatos.

La artista en su estudio de París

 

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