Recordando… Domingo Muñoz Cuesta

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Domingo Muñoz Cuesta

MUÑOZ CUESTA, Domingo              P            1850                       MADRID         MADRID                   9.ene.1935

 

Esposo de la socia y pintora Mª Luisa de la Riva

Madrid Cómico, caricatura del artista de 1888

 

Domingo Muñoz Cuesta nació en 1850 en Madrid.

Amigo de la niñez del socio y creador del Salón de Otoño, Juan Espina y Capo.

Estudió en la Escuela especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, teniendo como profesor al también socio de la AEPE, Francisco Domingo Marqués, quien fuera profesor en la Real Academia de San Carlos de Valencia de los hermanos Benlliure.

En 1867 participó en una exposición de pinturas celebrada en Valencia con motivo de las fiestas del centenar, siendo aún muy joven.

En octubre de 1878 aparece como corresponsal de La Ilustración Española y Americana, que lo reseña así: …”Conjunto de desdichas, de miseria, de talento, de ingenio y de buen humor es Domingo Muñoz… La narración de sus apuros, de su pobreza, de sus luchas titánicas, entre sus aficiones que eran la pintura y el dibujo, y su posición de familia, le honran sobremanera. Cuando está de buen humor y cuenta sus apuros y las peripecias de su vida, es imposible no reír. Los principios de su carrera artística son los de muchos que, a través de tanta contrariedad, llegan a ser gloria de su patria. Sin medios de ningún género, ni aún para estudiar, Muñoz ha conseguido hacerse un nombre que está muy cercano de la notoriedad. Un rasgo dará idea de su escasez. Para copiar un cuadro del Museo, tuvo un día que quitar un pedazo de lienzo a la única camisa que tenía. Pero su constancia, su aplicación, todo lo han podido. Ha dibujado en todo para ganar de comer. Ha sido caricaturista de los periódicos que ha podido; y hoy, después de tanto trabajar, ganará un porvenir de bienestar en La Academia y La Ilustración, que no tendrán muchos dibujantes que le superen. Sus condiciones más relevantes son para pintor, por la brillantez de su colorido, por la manera de concebir la naturaleza, por la ejecución maestra de los asuntos, aún los más vulgares, y por la colocación de todos los términos que toma muy marcadamente del natural”.

En el patio

Sus dibujos empiezan a partir de 1878, a ser habituales en la prensa española: La Ilustración Española y Americana, El Mundo Ilustrado, la Ilustración catalana, El Imparcial…

En 1880 participó en la primera exposición que realizaba el Círculo de Bellas Artes. La prensa del momento reseñó la obra de Domingo Muñoz con notas como esta: “Desafiamos al espectador más indiferente a que pase sin detenerse ante el número 83. Es de Domingo Muñoz y se titula la Hostería de la Paz. Parece que ha dado para la escena asunto, alguno de nuestros clásicos, soldados, caballeros y rufianes del siglo XVI vienen a las manos, salen las espadas, chocan los aceros y todo es lucha, confusión y desorden. Hay escorzos admirables, notas de color brillante, rasgos valientes y atrevidos al lado de algunos imperdonables descuidos. Muñoz es el Echegaray de la pintura”.

En la taberna

 

En La Ilustración Española y Americana sin embargo, se leía: …”El cuadro no puede ser más completo ni más interesante, y el título, imposible superarle en irónico y chistoso. Nos parece el más característico del Certamen, y desearíamos no equivocarnos al asegurar que él anuncia un pintor de genio. ¿A qué notar los defectos? Los tiene; pero, en cambio de ellos, abunda en riqueza, en entonación, en colorido y genialidad. Es el primer cuadro de Domingo Muñoz; celebrémosle con entusiasmo, y anunciemos la aparición de un pintor de gran porvenir. Sí lo llega a ser, como nosotros lo pronosticamos, en Hostería de la Paz se buscará con empeño, como el anuncio que es de un artista de mérito”…

Se conocen sus primeros trabajos públicos gracias a la publicación de caricaturas para el diario El Mundo Cómico, y distintos dibujos para otros como La Ilustración Militar y La Ilustración Española y Americana, ganando el concurso abierto por esta última revista y obteniendo un premio.

Concurrió a las Exposiciones de la sociedad La Acuarela, del Círculo de Bellas Artes y del comercio de Hernández, con sus trabajos.

Realizó las ilustraciones de la edición del Gil Blas de Santillana que publicó la casa editorial La Maravilla.

Una plaza ocupada

 

En 1880 era alumno de las escuelas de Roma, acogiendo en su estudio a Juan Antonio Benlliure.

En 1883 figura como artista pensionado en Roma junto a Muñoz Degrain, Villegas, Moreno Carbonero, Galofre, los Benlliure… “adelantando de día en día y consolidando su buen nombre, ya adquirido, ganándose poco a poco una reputación”.

Ese mismo año, tenía obra en la galería Georges Petit de París, y según el diario La Época, …”Muñoz piensa venir a establecerse en París en el mes de julio. Ya es aquí conocido y estimado, y no dudo de que adquiera muy pronto un puesto preferente al lado de nuestros pintores de fama. De Roma escriben que este pintor ha adelantado mucho, y ya que no pueda ir a visitar su atelier de allí, espero a ver el que ha de montar aquí para ocuparme más despacio del artista que, cual tantos otros, honra a la patria”.

En 1883 participó con una obra en la exposición del Círculo de Bellas Artes de Madrid y en la exposición de la Academia Española en Roma.

Espadachín

 

En 1884 presentó obra a la Exposición de Bellas Artes de París, unas …”maniobras militares cerca de Madrid, ni más ni menos que el general Detaille, con la misma valentía”. En esas fechas, Domingo Muñoz ya residía en París, …”no ha cesado de pintar, vende muy bien sus cuadros a los americanos”…

En 1885 se publicó el álbum Andalucía, una colección de poesías, artículos y dibujos originales entre los que se encontraban obras del artista.

La prensa del momento continuaba publicando dibujos de Domingo Muñoz en páginas inolvidables de La Ilustración española y americana, La Época, Blanco y Negro…

 

 

 

Dibujos de Domingo Muñoz Cuesta aparecidos en los principales diarios del momento

 

En 1888 en la capital francesa, abrió sus puertas el restaurante español Robles, en la Rue du Helder, un local cuyas paredes estaban decoradas por el artista.

Ese mismo año, una caricatura del artista era la portada de Madrid Cómico, el periódico de Sinesio Delgado, bajo cuyo dibujo se leía: “Este célebre pintor,/ que gana mucho dinero,/ es de los que dan honor/ a España en el extranjero”.

El otoño de 1888 lo pasó el artista en Salamanca, una larga temporada donde pintó un cuadro, al cual le sirvió de asunto uno de los episodios de la guerra de la Independencia. Regresó a París en Navidad.

En 1889 contrajo matrimonio con la también pintora y socia de la Asociación de Pintores y Escultores, María Luisa de la Riva Callol, quince años menor que él, fijando su residencia en París, donde ya él vivía, y si bien la unión no debió durar mucho por el carácter bohemio de Domingo, tuvieron dos hijos, conociéndose únicamente algunos datos de su hija, la también pintora Dolores Muñoz de la Riva, nacida hacia 1895.

La amiga

 

En París vivió en el Faubourg de Saint Honoré, 233, una vivienda amplia con zona habilitada como taller de artista, que utilizaba el matrimonio.

En 1891 expuso en el Círculo de Bellas Artes junto a Jiménez Aranda, Sala, Francés, Pla, Lhardy, Sorolla, Bilbao, Espina…

En 1892, exponía una obra en el Palacio de la Industria del Campo de Marte de París, un cuadro militar …“un verdadero cuadro; pintura, en fin, y no ensalada a la moderna”, recogía la prensa. Exposición anual a la que volvería en 1894, 1895, fecha en la que el Jurado decidió adquirir su obra para la Societe Artistique de Normandie y la Soeciete des Amis des Arts, en 1901.

En 1901 conocemos que se encontraba pintando en Córdoba, presentando a la Exposición Nacional de Bellas Artes de ese año, una serie de obras de inspiración andaluza, consiguiendo una Segunda Medalla por la obra “La amiga”.

La prensa reseñaba que …”La amiga, de Domingo Muñoz, ha sido conceptuado como uno de los mejores cuadros de la exposición, y en verdad que la contemplación de esta obra justifica las alabanzas que le han prodigado los críticos y la admiración que ha producido en el público. Hay tanta naturalidad en todas las figuras y tanto acierto en la agrupación de las mismas y son tan encantadoras las cabecitas de aquel enjambre de chiquillas que afanosamente trabajan presididas por su maestra, que comprendemos la atracción que este conjunto de perfecciones ejerce sobre cuantos visitan el actual certamen”.

Viajaba largas temporadas para documentar y pintar sus obras del natural, lo que le valía largas ausencias de su residencia parisina.

Soldado

 

En 1902 participó en la Exposición de Arte Español celebrada en París, conocido como el Salón de París, organizado por la Sociedad de Artistas Españoles con obras de Benlliure, Blay, Madrazo, Checa, Martín Rico, …

En 1903 la prensa del momento hablaba de él como …”una de las figuras más salientes de nuestra colonia artística en París”, que incluía ya en sus obras la temática taurina.

Presentó obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904, 1908.

Joven con guitarra

Mosquetero

 

En la Exposición del Círculo de Bellas Artes de 1909 presentó dos bocetos considerados como “magistrales”.

A la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1910 quiso presentar un cuadro que desde el primer momento causó un gran revuelo y terminó siendo un escándalo debido al matiz político que en él vieron algunos.

Mosquetero

 

Se apeló entonces al Jurado de la Exposición, que retiró el cuadro, siendo utilizado el hecho de forma torticera por los políticos de la época.

Así, El País publicó una extensa noticia bajo el título de “La libertad del Arte, un cuadro de Domingo Muñoz”, que decía: …“Un pintor romántico, alma de artista, corazón fácil al entusiasmo y a la indignación ante la injusticia, Domingo Muñoz, ha pintado un cuadro inspirado en el fusilamiento de Ferrer, y lo ha presentado a la Exposición Nacional de Bellas Artes. ¿Por qué no? La Exposición es Nacional, y en España son libres el pensamiento y las manifestaciones de la ciencia y del arte. Se tratara de una Exposición particular, organizada por un Círculo o por un personaje, y Muñoz no hubiera llevado su obra; pero a la Nacional, sí; y la admitirán, si no quieren los del Jurado dar un escándalo denigrante para los artistas, que deben ser hombres independientes, y no aduladores rastreros. Ese cuadro, sólo por mal pintado podía ser rechazado, y eso no es posible, porque es superior a lo que han pintado y pueden pintar los que se atrevan a rechazarle. Hemos visto el cuadro, lo ha visto medio Madrid en el magnífico estudio de Martínez Gari. Un foso, una muralla, como abocetados, constituyen el fondo. Un cadáver, con los ojos vendados, yace en el suelo; el sombrero caído está en primer término. A la izquierda, un ángel blanco sonríe, las alas extendidas, los pies amarrados. A la derecha, una hoguera, humo, y entre el humo, cuatro fusiles; arriba, agrupados, tres hombres siniestros: Arbués, Torquemada y Domingo de Guzmán. El cuadro es idealista, simbólico. Sobre sus méritos nada diremos ahora; el público lo ha de admirar. Nada habíamos dicho sobre las preocupaciones cobardes, las intriguillas y los cabildeos que el cuadro ha promovido; pero anoche habla del que llama cuadro revolucionario, el señor Blanco Coris en el Heraldo, quien, después de hacer justicia al pintor y describir el cuadro, propone lo siguiente: ‘Como obra de arte, nada tiene de particular que merezca la, preocupación ni de los artistas, ni del público, ni del Jurado. Como asunto, sí que lo tiene, y al artista seguramente le estaba destinado este calvario. Si yo hubiera visto a Muñoz, le hubiera dicho: —Querido Domingo: No lleves eso al Retiro; llévalo a Bruselas, a Stokolmo o a la India; pero a nuestras Exposiciones oficiales, donde es obligada la visita del jefe de Estado, de los ministros, del cuerpo diplomático y otros dignatarios, es una verdadera temeridad. Tu cuadro, que no puede pasar desapercibido a la curiosidad general, será una molestia en ciertas esferas, de la cual serán responsables el inspector general de Exposiciones, y con él el Jurado, que se encuentra en una situación verdaderamente crítica, porque no sabe lo que hacer; esto es lo cierto. Has sido hábil, has tenido una idea de las tuyas, satánica; pero no has previsto las consecuencias: y es que el día de la apertura, o tu cuadro no figura en la Exposición, o, si figura, causas una perturbación, que debe evitarse, capaz de motivar hasta una crisis. Y estará bueno que tú, el mejor de los hombres, el más noble, al que debo, en parte mi conocimiento del arte, no comprendieras que el telar de la vida está lleno de hilos, que se cruzan de tal modo, que es imposible dar un paso sin enredarse. Retira tu cuadro; acepta la recompensa que te ofrezcan, y hasta que volvamos a encontrarnos, siempre recordaré que te debo muchos favores.» Respetamos la intención de Blanco Coris, como respetaremos la resolución de Domingo Muñoz, hombre incapaz de comprar recompensas a costa de abdicaciones; pero hemos de advertir que el cuadro, expuesto en el extranjero porque en Madrid no hay libertad para exponerlo, constituiría una afrenta para España y para los artistas españoles. Y, por hoy, basta, que este cuadro ha de dar mucho que hablar y que escribir”.

Referente al artículo, y un día más tarde, El País publicaba: “El cuadro de Domingo Muñoz, “1909”, será, aunque lo cuelguen y aunque colgaran al autor, el cuadro de esta Exposición Nacional de Bellas Artes. El cuadro no se exhibirá. Lo deducimos de la lectura de un artículo que, si no es oficioso, lo parece, anoche publicado en El Mundo. ¡Con qué dolor vemos que lo suscribe el diputado liberal Baldomero Argente, periodista notabilísimo e inteligencia preclara. Somos en España muy liberales, mucho; pero en cuanto no nos molestan con el ejercicio de la libertad. El Sr. Argente sostiene que no se atenta a la libertad del Arte rechazando el cuadro; lo que se hace es no admitirlo en la Exposición Nacional por temor a un conflicto. Es el criterio de los conservadores, tantas veces criticado por los liberales. El pensamiento no delinque; pero ¡ay del que manifieste su modo de pensar oralmente o por escrito! El Sr. Muñoz tiene libertad para pintar lo que quiera –he ahí respetada la libertad del arte-; pero no la tiene para exponerlo, ni en la Exposición Nacional ni en ningún salón. ¿A qué no se permite que lo exhiba en un teatro? Los demás argumentos son igualmente peregrinos. Que se hace la apología de un delincuente; sobre que es discutible, ¿es que no están llenos los museos de cuadros apologéticos de esta índole? Los comuneros de Gisbert, ese cuadro que está hoy en el Congreso de los diputados, provocó protestas cuando se exhibió por primera vez, y es la apología de tres ajusticiados. No son otra cosa Los Cristos; pero atengámonos a reos más modernos. En el Museo de Arte Moderno figura El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros, que murieron fusilados y juzgados por tribunales militares. Creemos que se comete un atentado a la libertad del Arte y que se interpreta arbitrariamente el Reglamento de la Exposición que determina bien los casos en que puede el Jurado rechazar un cuadro. El autor del titulado 1909 nos favorece con esta carta, en la cual rectifica un error del articulista, sobre cuyo artículo volveremos a escribir algo. La carta dice así: Madrid, 17 de septiembre de 1910, Sr. D. Roberto Castrovido. Muy señor mío y amigo: Yo le agradecería a usted tuviera la bondad de rectificar una equivocación. Yo no sé de dónde habrá salido el rumor que dice El Mundo de hoy, atribuyéndome intención de poner un título al cuadro 1909 –que jamás pensé pues no sintetizaría su asunto ese título que ahora conozco- Yo en esto sigo no viendo otra cosa más que lo que me propuse pintar: la lucha eterna entre dos tendencias: el espíritu inquisitorial de restricción antiliberal, y la libertad de pensamiento, y… ¡nada más! Lo digo como lo siento, con toda sinceridad. Agradecido a este favor, sabe que soy suyo afectísimo amigo, Domingo Muñoz.

Recordaremos al Sr. Muñoz, al Sr. Argente y al Gobierno, que un centro oficial, la Academia de Bellas Artes, dio hace pocos años como tema para el concurso de opositores a Roma, uno esencialmente apologético: Despedida de su familia de un anarquista condenado a muerte. Chicharro y Benedito, si no recordamos mal, pintaron sendos cuadros con ese asunto. Pero, ¿a qué insistir, si hablamos a convencidos, que hubieran puesto el grito en las nubes si es Cierva ministro de la Gobernación y Rodríguez San Pedro, de Bellas Artes, cuando surge este dificultoso trance? Dificultoso en un país como este, donde los poderes públicos o el poder civil son fantasmas, organismos débiles, simulación de poderío”.

Al día siguiente, Domingo Muñoz contestaba en otro medio: «Unos porque realmente vean en el cuadro, a causa de poseer una exuberante imaginación, lo que no hay y otros por lo que sea… han levantado una polvareda, entre la que me han envuelto de tal manera, que me es casi imposible entenderlos, El cuadro no estorba sino porque es anticlerical. No  quiero, pues, dar más que hacer a mis amigos y compañeros del Jurado; sé que es inútil su esfuerzo para mantener mi derecho, y como no soy político, ni he medrar ni tener gloria por ese camino, voy a recoger mi cuadro y evitar que continúe esa cómica anarquía oficial con que se ha de atropellar mi derecho. El mundo todo es grande y España sola es chica para los artistas; todo el que me conoce sabe que a mí me importa tres cominos que manden Sagasta, Canalejas, D. Jaime, Ravachol o Piel de Ubrique. España les debe muy poco a esos caballeros. En todo ese espacio que presenta la superficie del planeta caben las ideas de arte; me marcho muy pronto fuera de la jurisdicción de estos señores; hago el propósito de pintar varios cuadros, ninguno político y todos sangrientos, lo prometo. Allí me amparan las leyes, la libertad, la cultura y el buen sentido”…

El cuadro no se exhibió, ni ha sido posible encontrar una imagen del mismo, ni más referencias.

Los piqueros de Bailén

 

Presentó obra a la Exposición Nacional de 1912 y figuró entre los artistas de la XI Exposición de Pintura española, organizada por José Pinelo y espléndidamente instalada en el Salón Philipon, de la calle Lavallo de buenos Aires.

En 1917 participó en la Exposición benéfica que organizó el Sindicato de la Prensa de París.

En 1919 estuvo presente en la Exposición de arte español del Petit Palais de París.

Retratos de soldados

Desnudo

 

En 1921 integró la Exposición de artistas madrileños.

Por una relación aparecida en La Acción en 1923, conocemos que Domingo Muñoz Cuesta fue declarado cesante como funcionario del ministerio de instrucción pública, siendo oficial de administración de tercera clase.

En 1924 se hablaba de él ya como un “refugiado en la vida humilde… y muchos otros artistas que noblemente lucharon y viven alejados completamente de la tramoya y continuas sorpresas de la política artística”.

Soldado

 

Después de la muerte de su esposa, acaecida en 1926, y a pesar de tener una  hija, casi ciego, solo y pobre, Domingo Muñoz Cuesta vivió en la Residencia de Escritores y Artistas del Instituto Cervantes de Madrid, un establecimiento benéfico para artistas sin recursos, en el que murió el 7 de enero de 1935.

La prensa se hizo eco de la noticia, publicando algunos medios que …”Solía acudir hasta hace unos meses al Círculo de Bellas Artes, en que figuraba con el número 1 de sus socios fundadores… su vida le forzó, después de cosechar triunfos, a la bohemia”…

Otro medio decía …”fue hombre desgraciado y de vida atormentada que le ha llevado a morir en la miseria y sobre la cama de un asilo, bueno, pero asilo al fin. Su obra perteneció a la buena escuela española, y se halla repartida en Museos, centros oficiales y galerías privadas, figurando alguno de sus cuadros grabado en los billetes del Banco de España. Fue también, cosa rara en España, un gran ilustrador, de lo que deja huella en los magníficos bojes que dibujó para la edición del Gil Blas, que publicó el docto señor Balbín de Unquera, y en los que se muestra a la altura del propio Vierge”.

Y también …”fue siempre el propagandista entusiasta de las Bellas Artes españolas y de nuestras supremacías en todas las fases de nuestro temperamento. El suyo le ocasionó muchos disgustos, porque doquiera que fue actuó de Quijote romántico, al que muchas veces tomaron por loco, pero era un loco de gran corazón, que se peleaba valientemente con el que hablase mal de Goya o de Cervantes o de Prim… Domingo era un colorista brillante y defendió su vida y la de su familia pintando, dibujando y escribiendo con fecunda nerviosidad y gran acierto. No obtuvo lo que él merecía por su talento y espíritu de bohemio rebelde a hacer antesalas y a comprometer a los encumbrados repartidores de recompensas, y ha muerto pobre, ciego y envenenado por las ingratitudes de los que no supieron apreciar el caudal de bondades que su alma prodigó en su vida de artista y caballero”.

Militar

 

Fue condecorado como caballero de la Orden de Carlos III.

La siega

 

 

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