Recordando… Marino Amaya

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Marino Amaya

AMAYA, Marino B.      E    1952      1929        ASTORGA(Le)    MADRID OJÉN (Má)

 

 

Marino Leonardo Borrega Amaya, conocido artísticamente como Marino Amaya, nació en Astorga, León, al lado de la iglesia de la Puerta de Rey, el 10 de julio de 1928, aunque en otras reseñas de su biografía también aparece como año de nacimiento 1927 y 1929, que es la fecha que con la que se inscribió en nuestra entidad.

Miembro de una familia humilde de ocho hermanos, su madre era extremeña y su padre era ayudante de fogonero, de aquellas máquinas de vapor de la Vía del Oeste que iba de Astorga a Plasencia. Los hijos ayudaban a la economía familia recogiendo el carbón que se caía por las vías para venderlo y ayudar en casa. Además, Marino pastoreaba con las ovejas, lo que le permitía realizar sus primeras obras con ramas secas que modelaba con su navaja.

El padre falleció cuando Marino era muy joven, lo que motivó que volviera de Medina del Campo a Astorga, abandonando así las labores del campo.

Las penalidades de la familia y la muerte del progenitor hicieron que su madre tuviera que repartir a sus hijos entre familiares, para asegurar su manutención, ya que fue consciente de que no podía sacarlos adelante como quería.

Marino fue llevado a un orfanato a Salamanca, donde nunca se adaptó a vivir de forma triste y sin amor.

El director del orfanato sí distinguió las cualidades de Marino para la escultura, proporcionándole un lugar para modelar y el barro necesario para ello.

Amaya realiza diversos trabajos en su juventud. A los quince años recibe su primer encargo como escultor, una estatua de Santiago Apóstol que esculpió en piedra blanca.

Como escribiría Lorenzo López Sancho para el ABC, fue «pastor en Medina del Campo, carpintero en Salamanca, tejedor en Béjar y mal escolar en Astorga».

Pensionado por la Diputación de León, cursa estudios de Bellas Artes en Salamanca, en la Escuela de Artes y Oficios, realizando sus prácticas en el taller del también socio de la AEPE, Francisco González Macías.

La Diputación Provincial de Salamanca le concedió una beca para estudiar en Madrid, en la Escuela de San Fernando pero, Marino Amaya la perderá por no asistir a las clases.

Distintas fotografías de Marino Amaya

 

En Madrid trabajó durante dos años en el taller del escultor y socio de la AEPE, Juan Cristóbal, con quien colabora en la realización del Monumento al Cid que hoy podemos ver en Burgos.

En 1949 emprendería una especie de vuelta al mundo para impregnarse de la estética y los saberes de otros pueblos, recorriendo Francia, Italia, Austria, Holanda, Dinamarca, Noruega, Suecia, Alemania y Grecia. Sus inquietudes personales no quedarían limitadas a la vieja Europa, ya que también estuvo en Egipto y Palestina. El cambio de aires sentaría de maravilla a Marino Amaya pues, de regreso a España, el año 1950, obtuvo la Medalla de Plata en la Exposición Nacional.

En 1951 el Obispo de León le confía un grandioso monumento a La Inmaculada Concepción.

La Inmaculada de León

 

En 1952 expone sus obras por primera vez en la Asociación de Escritores y Artistas de Madrid y en 1954 presenta sus esculturas en León.

En 1954 realiza una escultura de la Inmaculada para Astorga, una Virgen de 3 metros de altura esculpida en mármol blanco de Tranco o Macael.

La Inmaculada de Astorga

 

A partir de los años sesenta trabaja intensamente la escultura.

 

En 1974, Astorga, su ciudad natal, le hace hijo predilecto y le dedica una calle.

En 1981 expone sus obras en Nueva York, en Zoma Gallery, donde adquiere quince de sus obras la Fundación Rockefeller.

En Río de Janeiro

 

En 1985 el Papa Juan Pablo II le concede una entrevista, para conocer su obra El Derecho a la Vida, que fue bendecida por el Santo Padre. Hoy esta escultura forma parte de la colección de obras de arte del Vaticano.

A partir del año 1985 Marino Amaya inicia la creación de numerosas obras dedicadas a la vida de los niños para exponerlas en las ciudades más importantes del mundo y despertar con ellas el amor y el respeto por la Vida.

Este tipo de obras, representando niños y niñas en diversas facetas de su vida, en especial juegos, se han convertido en el sello inconfundible de Marino Amaya, que acabó siendo conocido como el “escultor de los niños”.

Niña

Niña

Maternidad

Oso polar

Reposo

Igualmente están muy presentes en su producción las figuras de animales, en especial perros y gatos.

Su gran pasión, los perros

 

Desde el año 1981 Amaya tiene su estudio en Marbella, que alterna con el de Madrid.

Monumento a la Paz

 

Se trata de un escultor volcado en la escultura pública con un impresionante número de obras públicas diseminas por todos los rincones de la geografía española. Existe obra suya en Gijón, Ciudad Real, Elche, Andújar, Cáceres, Málaga, Salamanca, Marbella, Soria, Madrid, León, Guetaria, Almería, etc.

Monumento a la Constitución, Soria

 

Archivo Salvador Amaya

 

Vivía en Madrid, en la calle Reyes Magos, 9.

Sus últimos años son una peripecia de abstracción, de alejamiento en una parcela de la localidad malagueña de Ojén, con sus perros y sus visiones.

Marino Amaya falleció el 3 de noviembre de 2014 en Villanueva de Algaidas, Málaga, a los 86 años.

Quienes le conocieron distinguen de él que fue un hombre de fuerte personalidad, sabio, generoso y caritativo, apasionado y obstinado y que disfrutó de cada segundo de su vida intensamente.

Padre de cinco hijos, defensor de los animales, sobre todo de los perros, a los que consideraba sus más leales amigos, de la naturaleza, del campo.

Su hijo, Salvador Amaya, ha seguido los pasos de su padre y se dedica también profesionalmente a la escultura.

Ballet

 

EXPOSICIONES INDIVIDUALES

  1. Asociación de Escritores y Artistas, Madrid. 1954. Diputación de León. 1956. Ateneo de Santander. 1957. Museo Romántico, Madrid. 1960. Salas de Bilbao, El Escorial, Málaga y Granada.
  2. 1961. Río de Janeiro. 1962. Círculo de Bellas Artes, Madrid. 1972. «Exposición de Esculturas de Marino Amaya», Madrid. 1974. Sala Lázaro, Madrid. 1976. Sala Rivera, Valencia. 1977.
  3. Seminario, Astorga, León y Castellón. 1978. Logroño. 1981. Sala Zomagallery, Nueva York, EE.UU. Salamanca

EXPOSICIONES COLECTIVAS

  1. Exposición Nacional de Bellas Artes. 1951. Exposición Nacional de Educación y Descanso. Salón de Otoño. Museo Romántico. Bienal Hispanoamericana de Arte

OBRAS PÚBLICAS

La Inmaculada Concepción, 1952, León; La Inmaculada Concepción, 1956, Plaza del obispo Marcelo, Astorga, León; Maternidad, 1960, Parque de Isabel, la Católica, Gijón, Asturias
Madre con dos niños, 1962, Plaza de la Victoria, Málaga Monumento a la reina Isabel La Católica, 1965, Parque de Isabel, la Católica, Gijón, Asturias, Monumento a la conquista de la Luna, 1969, Málaga, Monumento al maestro, 1970, Elche, Alicante, Monumento a Don Quijote y Sancho Panza, 1971, Plaza de España, Alcázar de San Juan, Ciudad Real, Monumento a la Marina Española, 1971, Parque Nicolás Salmerón, Almería, La Faenera, 1974, Calles Carmona y Cantarranas, Álora, Málaga, Niños, 1990, Plaza de Ezcaba, Pamplona, Navarra, Monumento a Walt Disney, 1992, Prado del Rey, Madrid, Monumento a los donantes de sangres, 1997, Parque de la Chantría, León en colaboración con Salvador Amaya, Monumento a la Constitución Española, 1983, Soria, Maternidad, 2007, Parque Botánico Huerta Otea, Salamanca, Monumento al Poeta Leopoldo Panero, jardín de la Casa de los Panero, Astorga, León, Corazón de Jesús, Ocaña, Toledo, Monumento al alférez provisional, Plaza de España, Ciudad Real, Monumento a los mineros muertos en la mina, s/f, Puertollano, Ciudad Real (también conocido por «Monumento a los caídos en el trabajo»), Monumento a la mujer del pescador, s/f, Guetaria, Guipúzcoa, Monumento a los hombres del mar y del campo, Estepona, Málaga, Monumento a los ancianos, Andújar, Jaén, Monumento al Niño Universal, Cáceres,  Monumento a los caídos de las Fuerzas Armadas, Base Aérea de Torrejón de Ardoz (con colaboración de Salvador Amaya), Monumento al F4 Phantom, Base Aérea de Torrejón de Ardoz (con colaboración de Salvador Amaya), Monumento a S.M. el Rey, s/f, Marbella; Monumento a la Paz, Costa del Sol (con colaboración de Salvador Amaya)

OBRAS EN MUSEOS Y OTRAS INSTITUCIONES
Derecho a la Vida, s/f, Colección del Vaticano, Vaticano
Niña con cántaro, s/f, Biblioteca Municipal, Astorga, León
Reposo, 1975?, Palacio de Gaudí, Astorga, León
La noche, 1982, Ayuntamiento de Soria

PREMIOS Y DISTINCIONES

Medalla de Bronce en la Exposición Nacional de Educación y Descanso de 1949.

Medalla de Plata en la Exposición de Educación y Descanso de 1952.

Medalla de Oro y Premio Extraordinario de Escultura en 1953.

Tercera Medalla en el Salón de Otoño de 1953

Segunda Medalla en el Salón de Otoño de 1954

Primera Medalla en el Salón de Otoño de 1955

Premio Duques de Montoro del Salón de Otoño de 1955

Premio Duques de Alba del Salón de Otoño de 1955

Niña con jarra

Abrazo

Amantes

Beso

Busto de joven

Niño con cántaro

 

Marino Amaya y la AEPE

Participó en las siguientes ediciones del Salón de Otoño:

Al XXIV Salón de Otoño de 1950 presentó las obras Busto de adolescente y Adolescencia

Al XXV Salón de Otoño de 1952 concurrió con Marquesa de Toral

Al XXIX Salón de Otoño de 1957 acudió con Dolor, Maternidad y Reposo

 

Mi agradecimiento personal por las fotografías y datos aportados por su hijo, el  escultor Salvador Amaya.

 

Cristo

Guitarrista

 

Flautista

Guitarrista

Invierno

Joven

Madre

Maternidad

 

El ET de Marino Amaya

Quizás sea la primera escultura de un extraterrestre

Marino tenía  una parcela de la localidad malagueña de Ojén. El 26 de septiembre de 1996, sobre las nueve de la noche estaba guardando a sus perros cuando vio una luz que cruzaba el cielo y recordó que algo similar ya lo había visto antes.

Yo estaba en el campo, en la finca que tengo en la montaña. Había recogido a los perros y estaba montándome en la furgoneta cuando una luz, como una llamarada, atravesó todo el cielo. Fue impresionante y curioso porque tres días antes había podido ver algo igual. Era cerca de la una de la madrugada y estaba en la carretera. Iba para Málaga desde Madrid y cuando pasé Córdoba, cerca de la localidad de Cabra, apareció un cuerpo luminoso. Era como una llama que iba volando, navegando por el cielo. Paré mi furgoneta y me bajé a la calzada para poder verlo bien. Volaba muy bajo y no era ningún meteorito ni ningún avión. Aquel día, cuando ya me iba, volvió aparecer. Lo pudieron ver más personas«.

Marino no le dio importancia a aquella visión en el firmamento, una rara luminaria que pudo ser observada por varios vecinos de los chalés colindantes a su finca.

En un primer momento pensó que se trataba de una estrella fugaz pero minutos después comenzó a escuchar un ruido dentro de su propiedad y Marino no sabía por qué, pero estaba seguro de que lo que estaba oyendo no era un sonido animal, sino un ruido extraño. Así que acompañado de sus perros, se dirigió al lugar donde había visto la luz, en donde había unos matorrales y le llamó la atención que las hojas bajas de los árboles se estuvieran moviendo. Porque no había viento.

En un primer momento pensé que se podía tratar de jabalís o de algún zorro, podía ser peligroso. Me subí corriendo a la furgoneta. Cuando cesó el extraño sonido, bajé de nuevo y con mucha precaución abrí los candados de la jaula de los perros pensando, incluso, que podía tratarse de algún atracador. Una vez sueltos los perros, me acerqué hasta el lugar. De pronto, noté una sensación extraña. Sentía escalofríos en todo mi cuerpo. Al volver la cabeza, había una fuerte luz que cegó mis ojos. No podía ver nada en absoluto. Estaba totalmente paralizado y mi cuerpo atenazado como si estuviera clavado al suelo. Lentamente la luz empezó a perder fuerza y mientras se alejaba, un «ser» emergió de ella volando directamente hacia mí”.

Detrás de la potente luz que casi le ciega, apareció un ser pequeño, de unos 90 cms. de estatura, muy delgado, con largos brazos que le llegaban hasta las rodillas, con pies muy planos como los anfibios, ojos grandes de color azul intenso y un color del cuerpo rojo teja.

Tenía un cuerpo pequeño, estilizado, con unos brazos largos, muy largos. Si lo comparamos con un ser humano era desproporcionado. Las manos le llegaban a las rodillas. Los pies eran planos, como aletas de un pez, pero de forma humana. La cabeza era más bien grande, ¿cómo te lo explicaría? Utilizando los cánones de escultura mediría cuatro cabezas de alto. Era un personaje distinto, casi divino, con unos ojos muy grandes de color azul; parecía que giraban y su cuerpo tenía una tonalidad rojiza como las tejas. Además… ¡volaba! Iba de un sitio a otro, de una piedra a otra. Era lo más parecido a un ángel. Se desplazaba de una forma increíble, como un globo de gas que cuando lo sueltas se escapa. Éste sería un buen ejemplo”.

Se sentó en una piedra mirándome fijamente. Me encontré con algo extrañísimo, pero maravilloso. Al principio sentí temor porque aquellas facciones, aquellas formas, eran nuevas para mí. Nunca pensé que se tratara de nada extraterrestre, de un «ser» de otro mundo. Era un ser vivo, era lo único que tenía claro. Se movía y levantaba los brazos al cielo. Me fui tranquilizando con sus palabras, pero no me atreví a tocarle. Le observaba. Estuvo acariciando a los perros. Parecía que quería sentirlos. Hacía lo que quería con su cuerpo. Se movía de un lado a otro. Subía y bajaba, se iba poniendo de piedra en piedra, sin hacer movimientos bruscos y alarmantes, parecían movimientos musicales”.

Marino ya no sintió miedo, sino paz y tranquilidad, que era lo que le transmitía ese ser; una tranquilidad que alcanzaba también a los perros.

 

 

 

El ser se puso a  hablar con Marino con naturalidad, se mostró como alguien amistoso y dijo que venía de una cultura muy lejana que se preocupaba de nuestro planeta y que se había mostrado ante Marino por ser una buena persona.

“¿Por qué vienes a mí y no a otras personas más adecuadas que yo?”, le preguntó Marino. El ser le contestó: «Porque tú eres bueno, amas la vida, amas la Tierra, amas la naturaleza, eres amante de los animales, por eso he venido a dejarte el mensaje del Bien y del Amor. Habla de mí al mundo, para que la tierra, la madre de la vida, se respete, ya que ella es la razón de la existencia de la Humanidad. Di al mundo que estoy aquí en el planeta tierra para protegerlo. Que si no fuera así todo cambiará. Habrá grandes terremotos y grandes inundaciones que arrastrarán al vacío ciudades enteras«. Marino le escuchó atentamente. Después de un tiempo, media hora calculó después, el ser levantó los brazos hacia el cielo y emprendiendo el vuelo, se encendió la misma luz anterior, se despidió diciéndole: “Adiós amigo, nos volveremos a ver», perdiéndose en la oscuridad.

Tras la experiencia, Marino Amaya decidió plasmar para la posteridad aquel «ser». Hacer realidad la silueta del «ángel» que acaba de presenciar como legado de su vivencia.
«Tras el encuentro me fui rápidamente a mi estudio. En esa época lo tenía en la calle Pablo Casal de Marbella, ahora lo tengo aquí en el campo, y me puse a moldear lo que había visto. No quería perder de mi mente las facciones, las formas. Quería dejarlas para la eternidad y que no se perdieran«. Fue así como, con sus manos, concibió primero en barro, y luego en bronce, la escultura que posteriormente fue bautizada bajo el título: «Vino del cielo».

Días más tarde, el antiguo alcalde de la localidad de Ojén, población situada a pocos kilómetros de Marbella, Francisco Manuel Vázquez, se ponía en contacto con Marino Amaya.

«Me llamó y me preguntó si quería poner la escultura en el pueblo. A mí me daba igual y la doné. Él decía que sería bueno para el pueblo. Una grúa cargó una de las piedras en las que el humanoide había aparecido junto con la escultura, y se decidió que se situaría justo a la entrada de la población, frente a la fuente del chorrillo«.

Una enorme forma rocosa en la que emergía un «ser» antropomorfo a la que se le añadió un azulejo con el lema: «El ángel que vino del cielo».

A las pocas semanas, la polémica por el monolito escultórico corrió como la pólvora entre los vecinos de la serranía malagueña. El pueblo se dividió entre el escepticismo y la credulidad comandado por el sacerdote de Ojén. El reverendo de la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación no vio con bueno ojos la escultura angelical, «aquello no podía estar allí”, dijo textualmente.
La llegaron a robar dos veces en muy poco tiempo así que decidieron quitarla. “Nunca debí acceder a poner la escultura en ese lugar».

Nadie sabe el paradero actual de la talla.

Del encuentro, de esa fascinante historia social repleta de censuras, sólo queda una nueva obra artística que realizó Marino Amaya. Está ubicada en el mismo punto donde se produjo lo inexplicable, en la originaria forma pétrea, como si estuviera suspendida en el aire, donde parece cobrar, nuevamente, vida propia.

El martes 10 de Febrero de 2004 (un mes antes de los atentados del 11-M) el mismo ser volvió a visitarlo y le dijo: «Pídeme lo que necesites de mí que siempre estaré dispuesto a ayudarte«; el ente que todo parecía saberlo le dijo también: «Va a haber un golpe de terrorismo en Madrid, en el metro concretamente«, cosa que dejó a Marino muy preocupado. Le contó el extraterrestre que él estaba en contra de todos los que queman los bosques, de todos los que contaminan la Tierra y los mares… y que castigaría a los responsables y a los que hayan colaborado en las guerras injustas que masacran a los seres de la Tierra. Al fin, despidiéndose le dijo: «Tú recuérdame como tu amigo, que otra vez nos volveremos a ver«.

Marino falleció en 2014 a los 86 años llevándose a la tumba secretos de sus encuentros con aquel ser, del que decía que cuando no se aparecía, se comunicaba con él telepáticamente casi todas las noches.

Entre tanto, mucha gente comenzaba a tratarle de forma diferente, ya que acudían a él  para consultarle y que les solucionase algún que otro problema, a lo que Marino accedía siempre gustoso.

En aquellos años corrió después el rumor de que probablemente Marino Amaya había orquestado una rara historia para dar vida a una de las esculturas que le faltaban por realizar: un extraterrestre; ello inspirándose en otra historia, no menos estrambótica, de principios del siglo XX, que tuvo gran repercusión en Ojén y zonas adyacentes de Málaga. Era el caso del pastor Pedro el Sabio, el vecino de Ojén que hablaba con uno de los extraterrestres que custodiaban el planeta Tierra,  que desarrolló cierta clarividencia y ayudaba a los demás.

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver Política de cookies
Privacidad