Obras, artistas, socios, pequeñas historias…
Por Mª Dolores Barreda Pérez
Nicanor Piñole Rodríguez
PIÑOLE RODRIGUEZ, Nicanor P 1911(F ) 6.ene.1878 GIJON GIJON 18.ene.1978
Socio Fundador de la AEPE
Autorretrato. Nicanor Piñole
Nicanor Pedro Vicente Piñole Rodríguez nació el 6 de enero de 1878 en Gijón.
Ingresó a los cuatro años en el colegio de monjas del Santo Ángel de Gijón,  y con doce pasó al Colegio de la Inmaculada, que en aquel entonces dependía aún del Real Instituto Jovellanos para sus estudios de segunda enseñanza, y que acababa de ser inaugurado en 1890, bajo la dirección de los jesuitas.
Con 14 años, en 1892, se traslada con su tío a Madrid para comenzar su formación artística en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde tuvo como profesores a los también socios de la AEPE, Carlos de Haes, Dióscoro de la Puebla, Antonio Muñoz Degrain, Alejandro Ferrant y Fischermans y Nemesio Lavilla.
Así obtendría un premio especial de paisaje en 1897, ingresando en el estudio de Alejandro Ferrant, donde entabló amistad con los socios hermanos Valentín y Ramón Zubiaurre y Cristóbal Ruiz.
Tras un breve período en su ciudad natal, en 1900 se trasladó a Roma, donde compartió un estudio con Gili y Roig en Villa Straufera y fue asiduo del Círculo Internacional de Bellas Artes. Las experiencias vividas en Roma y su paso previo por París ejercieron una influencia determinante en su obra. En esta época conoce también en Francia al que habría de ser su gran amigo Pablo Picasso, dándose la circunstancia de que el primer premio que obtuvo Piñole lo compartió con él. Sin embargo, no tenía demasiado interés en continuar en París.
Autorretratos del artista
En este período, su personalidad artística queda plenamente definida en Familia pobre que presentó a la Exposición de Arte Moderno celebrada en Roma en 1902, a la Nacional de 1904 y a la Internacional de Buenos Aires de 1910, donde obtuvo una Medalla de Bronce. El tema central es una maternidad recogida y melancólica en la que Piñole deja constancia de su opción estética, basada en la sobriedad cromática, con un dominio de tonos ocres delicadamente matizados, y una sabia aplicación de las manchas de color que estructuran sólidamente el conjunto de la composición.
En 1902 regresó a Gijón, donde estableció su residencia definitiva, alternándola con prolongadas visitas a Madrid, ciudad en la que frecuentó tanto el Círculo de Bellas Artes, como las tertulias madrileñas de renovación artística. En estos lugares, trabó amistad con figuras tan representativas como Santiago Rusiñol, Ricardo Baroja y Miguel Anselmo Nieto, entre otros.
Vinculado a los concejos de Gijón y Carreño, y muy especialmente a la Quinta de Chor, residencia estival del pintor, cultivó con asiduidad la pintura de paisaje al aire libre. Son obras de pequeño formato, pintadas al óleo sobre cartón, en las que el soporte adquiere protagonismo cuando la pincelada se alarga y aligera de materia, en contraste con otras zonas en las que el trazo es más rico en empaste, corto y dinámico. Son visiones vitales y hedonistas, con una clara delimitación entre la zona ajardinada y la naturaleza abierta del valle de Prendes, que le servirán para desarrollar obras de mayor envergadura, alguna de las cuales presentó a la Exposición Nacional de 1904.
Retrato de Manuel Prendes
Familia pobre
La calle de los Moros al caer la tarde
A partir de 1912, con motivo de sus excursiones al puerto de Tarna y Pajares, comenzó a pintar sus primeros paisajes de montaña, tema que será recurrente en su producción posterior y muy especialmente a partir de 1941, cuando inició su amistad con José Ramón Lueje y se integró en la Agrupación Montañera Astur Torrecerredo. En ellos parte de una observación rigurosa de la realidad, pero trasciende su descripción meticulosa, en favor de lo esencial de una naturaleza intensamente vivida.
El retrato es otro de los géneros que Piñole cultivó con mayor asiduidad. De primera época son una espléndida serie de retratos de su madre, Brígida Rodríguez Prendes, sus tíos, Manuel y Manuela Prendes, sus primos y amigos más íntimos, protagonistas absolutos de gran número de dibujos con los que el pintor perseguía la rápida comprensión de lo esencial del carácter. Estos trabajos harán posible la extraordinaria profundidad psicológica y perfección técnica de sus retratos al óleo. En este género, Piñole es un claro exponente de la tendencia velazqueña que dominaba la pintura de aquellos años, especialmente destacable en el retrato que pintó a su tío Manuel Prendes en 1914, con el que obtuvo una Segunda Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1917. A la influencia de Velázquez, incorporó la de Goya, cuyas obras copió en el Museo del Prado, y muy especialmente la de James McNeill Whistler, cuyos retratos pudo admirar a su paso por París. En ellos se inspiró para los retratos de Félix Fernández Balbuena y Felipe Mon Camarasa que presentó a la Nacional de 1912, y para el de sus primos Ramón y Pepita Prendes de 1904, uno de sus mejores retratos. La austeridad de la paleta, la ligereza de la capa pictórica, que deja entrevista la textura de la trama del soporte, y las composiciones meticulosamente estudiadas, son algunas de las características más destacadas. Además, dentro de este género cabe destacar los numerosos autorretratos que realizó a lo largo de toda su vida con técnicas diversas, como lápiz, pastel, acuarela, tinta y óleo.
Las romerías y otras escenas de carácter popular, rural o marinero, fueron abordadas por Piñole en obras de gran formato, en la mayor parte de los casos concebidas para ser presentadas a las Exposiciones Nacionales.
El tratamiento retratístico de los personajes y la fidelidad en la recreación paisajística, destaca en estas composiciones, sólidamente construidas, con las que el pintor perseguía una visión renovada de los temas regionalistas que se alejara definitivamente de la pintura realista costumbrista de finales de siglo. Marineros en el puerto de Gijón (1906), La barraca (1916), De promesa al Cristo de Candás (1920), Recogiendo la manzana (1922), La primavera (1924), La hija del patrón (1924) y Estibadores (1927), son algunas de las obras más significativas con las que Piñole participó no sólo en las Nacionales, sino también en los llamados frentes de vanguardia, como la exposición celebrada en Madrid, en 1925, por la Sociedad de Artistas Ibéricos y las promovidas por la Fundación Carnegie de Pittsburgh en Estados Unidos.
Paisaje desde la Quinta de Chor
Segando hierba
Subiendo la montaña
Frente a ellas, destacan sus obras más íntimas, aquellas que se inspiran en la realidad cotidiana, en la que Piñole buscaba captar la belleza del pequeño detalle, en un canto poético que no está exento de melancolía.
Son escenas de la vida cotidiana familiar, de mujeres charlando en la playa y de niños en rincones urbanos, en las que priman unos valores formales que dotan a la obra de un profundo lirismo. En algunas, como Bazar o vida gris (1929), los objetos adquieren un inquietante significado, una presencia que va desplazando al elemento humano hasta llegar a la serie de “naturalezas muertas” que pintó entre 1927 y 1935, con la ayuda de unos muñecos articulados. Son obras que se vinculan a las corrientes plástico-literarias en boga a finales de la década de 1920, con las que Piñole entró en contacto a través del poeta Gerardo Diego.
A partir de la Guerra Civil el pintor se retiró definitivamente a Gijón, donde vivió junto a su madre, de la que realizó un magnífico retrato en 1951. El final de la contienda marcó el inicio de un período tranquilo y de aislamiento, dedicado a la pintura, que se verá interrumpido en la década de 1950 por la llegada del reconocimiento oficial.
Recogiendo la manzana
La Rula
Bueyes en la Plaza de Cibeles
En el puerto de Gijón
Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio
En 1972 Nicanor Piñole se casó con la asturiana Enriqueta Ceñal Costales (1924-1994), teniendo ella 49 años y él 94, aunque su relación se originó en 1942. Ella donó al Ayuntamiento de Gijón más de 700 obras y objetos del autor, con los que se inauguraría en 1991 el Museo Nicanor Piñole, en el antiguo edificio del Asilo Pola.
Falleció el 18 de enero de 1978 en Gijón, siendo enterrado en el cementerio de Ceares.
Su obra se adscribe al postimpresionismo y junto a Evaristo Valle, se le considera el principal responsable de la renovación del panorama artístico regional asturiano, y se expone en el Museo Nicanor Piñole de Gijón.
La fuente
Corpus en Carrió
Retrato de doña Brígida Rodríguez
Nicanor Piñole y la AEPE
Participó en el XV Salón de Otoño de 1931 con la obra titulada Bazar
Desnudo
Catedral
Rafael y Pepita Prendes
La Gran Vía
Londres
De promesa al Cristo de Candás
La vuelta de la romería
Pepita en la playa
El refugio
El torito
Romería
El viejo autobús
Estibadores
Distintas fotografías del artista en su madurez
Museo Nicanor Piñole
Plaza de Europa, 28, Centro
33205 Gijón
Asturias
Martes a viernes: 9.30 a 14.00 y de 17.00 a 19.30 horas,
Sábados, domingos y festivos: de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 19.30 horas.
Cierre: Todos los lunes del año. 1 y 6 de enero, martes de carnaval, 15 de agosto, 24, 25 y 31 de diciembre.
Creado en 1991 para acoger la colección de pinturas y dibujos que la viuda de Nicanor Piñole, Enriqueta Ceñal Costales, donó a la ciudad de Gijón. Su misión principal es el estudio, conservación y difusión de la obra de este artista, uno de los principales responsables de la renovación de la pintura asturiana en el primer tercio del siglo XX.
Ubicado en el antiguo Asilo Pola, la exposición permanente presenta una amplia selección de óleos, bocetos, apuntes y dibujos de Nicanor Piñole, siguiendo criterios cronológicos y temáticos. Junto a las obras más relevantes de su carrera artística, se exponen objetos personales y una amplia selección dibujos que ofrecen una visión intimista del artista y de su entorno familiar.
El fondo del museo lo integran la colección donada por la viuda del pintor y los depósitos del Museo Casa Natal de Jovellanos, Museo de Bellas Artes de Asturias y Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Dentro de la colección se encuentran representados todos los géneros que Piñole cultivó a lo largo de su dilatada trayectoria artística, el retrato, fundamentalmente autorretratos y retratos familiares, el paisaje, las naturalezas muertas y las escenas de carácter costumbrista, temática en la que aborda de forma original y renovadora el paisaje y paisanaje asturianos.
Un aspecto destacado de la colección del museo son los más de cinco mil dibujos, bocetos, apuntes, diseños de cartel, ilustraciones, etc. que aportan las claves fundamentales para interpretar el proceso creativo de este artista de marcada vocación realista.
La colección pone de manifiesto la maestría del artista en el retrato, género que cultivó a lo largo de toda su carrera artística. Los más de trescientos autorretratos, además de los retratos de su madre y otros miembros de su familia, destacan por la captación psicológica de los modelos y por la delicada mirada que proyecta sobre los mismos.
El museo cuenta a su vez con una serie de objetos personales del artista entre los que destacan sus útiles de pintura, las medallas y reconocimiento que recibe a lo largo de su carrera, el archivo fotográfico de la familia, su biblioteca y el mobiliario de su casa.
 
			



































