Recordando… Ulpiano Checa

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Ulpiano Checa

CHECA Y SANZ, Ulpiano     P   1910(N)      3.abr.1860    COLMENAR OREJA     PARIS/DAX(F)    16.ene.1916

Delegado de la AEPE en París

Ulpiano Checa fotografiado en 1889

 

Ulpiano Fernández-Checa y Sanz, conocido como Ulpiano Checa, nació el 3 de abril de 1860 en la localidad madrileña de Colmenar de Oreja, en el número 5 de la calle que en la actualidad lleva su nombre.

Desde muy pequeño manifestó tener cualidades para el mundo del arte y cuando contaba con trece años, José Ballester, propietario del Café de la Concepción, de la Corredera Baja de Madrid, se convirtió en su protector.

Ballester trasladó a la familia a Madrid, los instaló en su propia casa y pagó sus estudios, convirtiéndose en su mecenas.

Ulpiano sería amigo de su hijo, Eduardo Ballester Estrecha, con el que convivió durante los años de su estancia en Madrid, de 1875 a 1884.

Distintas fotografías de Ulpiano Checa y su autógrafo

El artista con su esposa e hijos en Toledo en 1895 y pintando en su estudio

 

Así, estudió en la Escuela de Artes y Oficios hasta que en 1875, ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la que estuvo hasta 1880.

Allí obtendría tres Medallas e perspectiva, dibujo de lo antiguo y ropajes y teoría e historia de las bellas artes, y dos becas para pintura de historia.

Sus buenas calificaciones le permitieron trabajar también como profesor adjunto de Pablo Gonzalvo entre 1879 y 1884.

Trabajó como ayudante del socio de la AEPE Manuel Domínguez Meunier, en la decoración del Palacio de Linares y también en la Basílica de San Francisco el Grande de Madrid, los dos proyectos decorativos más importantes de Madrid durante las últimas décadas del siglo.

Decoró además el Café de la Concepción de su protector, con hermosas vidrieras de motivos florales.

Interesado en el devenir artístico de la época, colaboró en el segundo centenario de la muerte de Calderón de la Barca, moviéndose dentro de los círculos culturales madrileños, y participando como socio fundador en el Círculo de Bellas Artes.

En 1884 obtuvo la pensión de número en la sección de pintura de historia en la Academia de Bellas Artes de Roma. Sus trabajos fueron muy destacados. Un año después, durante el último curso de su pensión, viajó a París y participó en el Salón de los Campos Elíseos  con El rapto de Proserpina, lo que provocó discrepancias dentro de la academia española.

 

Tras finalizar sus estudios, solicitó la pensión de mérito para la Academia en Roma, pero ésta recayó sobre Mariano Benlliure. Durante su estancia como pensionado en la Academia Española de Bellas Artes de Roma, colaboró con la revista La Ilustración Española y Americana.

Checa fijó su mirada en París, que por aquellos años ya se había situado como el epicentro cultural europeo. En 1889 se estableció en la capital francesa y participó en la Exposición Universal de este año con el lienzo En la iglesia, que fue premiado con la Tercera Medalla.

Conoció a Matilde Chayé, mujer perteneciente a una familia acomodada de origen gascón y en 1890 contrajo matrimonio. Checa cambió su residencia definitivamente y vivió entre París y Bagneres de Bigorre, donde la familia Chayé, muy apreciada dentro de la comunidad, tenía una residencia.

Nunca olvidó sus orígenes, y regresó a España en diversas ocasiones para pasar temporadas de descanso y visitar a amigos y familiares en Colmenar de Oreja. Su espíritu inquieto y su posición económica le permitieron viajar por medio mundo y esto le convirtió en un artista de fama internacional.

En 1890 obtuvo su primer triunfo en el Salón de París, en el que participó en numerosas ocasiones, cuando presentó su célebre Carrera de carros romanos y consiguió la Tercera Medalla. Tanto el público como la crítica alabaron esta obra. Su nombre se hizo popular dentro de los círculos artísticos y se ensalzó como uno de los pintores españoles más prometedores de cuantos trabajaban en la capital francesa.

Un año después, el gobierno español le condecoró con la Orden de Carlos III.

 

La naumaquia

 

Presentó también obras a otros salones franceses de menor repercusión, como los de Lyon, Montecarlo, Rouen, Angers o Burdeos, y a otros europeos, africanos y americanos en Bélgica, Alemania, Barcelona, San Sebastián, Buenos Aires, Montevideo, Atlanta, Río de Janeiro, Argel, Túnez…

En pocos años se confirmó como uno de los pintores más influyentes del momento, y en 1894 el gobierno francés le condecoró con la Legión de Honor.

En 1895, realizó su primera exposición individual en Georges Petit, donde presentó, con éxito, cerca de sesenta obras. También en este año participó como miembro del jurado de la comisión moderna en el certamen organizado con motivo del centenario de la litografía.

En 1897 se adentró en otras manifestaciones artísticas como carteles, litografías, aguadas, plumillas, carboncillos…

Ese mismo año se publicó Espagne. Le Généralife. Sérénades et Songes, de Zacharie Astruc, de su gran viaje por España, que contenía ilustraciones de Checa.

Durante los meses de verano viajó a Colmenar y aprovechando su estancia pintó dos murales en el presbiterio de la parroquia de Santa María la Mayor. En el muro de la izquierda representó La Anunciación y en el de la derecha La Presentación de la Virgen. Años después realizó un tercer mural en el que representó un San Cristóbal.

En 1900 publicó su Tratado de perspectiva, y obtuvo una Medalla de Oro en la Exposición Universal de París  con Los últimos días de Pompeya, además de participar junto a Jules Cheret, Etienne Dinet y Edmond Grasset en la publicidad del pabellón de Andalucía en tiempo de los moros con una litografía; decoró además una gran cúpula del Buffet de la Gare – «Le trai Bleu» de la estación de tren de Lyon, en París, con cuatro grandes lienzos  para sus techos – hoy día, Monumento  Nacional «Art-Nouveau» y representando cuatro ciudades: Monte-Carlo, Toulon, Arles y  Montpellier.

En 1901 se encargó de diseñar el vestuario de la representación teatral de Quo Vadis? en París. En 1902, tras participar en la primera exposición de artistas españoles residentes en Francia, en la Galería de Artistas Modernos, partió para América, y viajó por Argentina y Uruguay, atendiendo asuntos económicos de su mujer, pero, tras conocer el importante mercado artístico que allí se estaba desarrollando, prolongó su estancia varios meses.

Los últimos días de Pompeya  (detalle)

 

Expuso en las galerías más importantes de Azul, Buenos Aires y Montevideo, retratando a los personajes más influyentes del momento. En Montevideo conoció a Juan Zorrilla de San Martín, quien le propuso ilustrar su libro Tabaré, que vería la luz en 1904. En 1905 viajó por Italia, donde pintó un gran número de obras, y un año después regresó a Buenos Aires para realizar el retrato del recién fallecido General Mitre.

Argelia fue uno de los destinos preferidos del pintor. Viajó con frecuencia, sobre todo durante la primera década del siglo. Además de documentarse para sus pinturas orientalistas, realizó obra y participó en diferentes exposiciones colectivas.

En 1910 enferma de uremia y aunque no deja de trabajar, su producción desciende. Continua cumpliendo con los envíos al Salón de París y dos años después, realiza una exposición individual en la Galería Imberti de Burdeos. Este mismo año recibió la condecoración de Nichan Iftikhar del gobierno de Túnez.

Tras estallar la Primera Guerra Mundial, ya enfermo, dejó París para instalarse en Bagneres de Bigorre primero, y a Dax poco después, donde murió el 5 de enero de 1916. Por expreso deseo del pintor, sus restos mortales fueron trasladados a Colmenar de Oreja, donde fue sepultado el día 20 del mismo mes.

Leda y el cisne

Desafortunado encuentro

El piel roja

 

Premios y condecoraciones

1887: Primera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes

1888: Segunda Medalla en la Exposición Internacional de Viena

1889: Tercera Medalla en la Exposición Universal de París

1890: Tercera Medalla en el Salón Oficial de París

1891: Caballero de la Orden de Carlos II de España

1894: Caballero de la Legión de Honor de Francia

1894: Medalla de Plata en la Exposición Universal y Colonial de Lyon

1895: Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Atlanta

1898: Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Dijon

1900: Medalla de Oro en la Exposición Universal de París

1900: Medalla de Oro en el Salón de Dijon

1912: Condecorado con la Orden de Nichan Iftikhar de Túnez

La obra de Ulpiano Checa se caracteriza por un uso estereotipado del color, del tratamiento de la luz y del uso del dibujo, que se compensan y pasan desapercibidos gracias al dinamismo que imprime a sus obras.

Se trata de un artista ecléctico que incorporó a su obra conceptos del impresionismo, el academicismo o el luminismo sin ahondar en ninguno de ellos.

Sus cuadros de historia usan incesantemente los caballos al galope como recurso para impactar al espectador por su movimiento suspendido. De sus pinceles salieron galopando hunos, bárbaros, pompeyanos, aurigas, franceses, árabes o reyes. También abusa del recurso de oponer un haz de luz cálido y uno frío, encontrándolo tanto en cuadros de historia como costumbristas o retratos. Se le ha adscrito al posromanticismo.

Diligencia nocturna

Entre dos oasis

 

Ulpiano Checa y la AEPE

En 1911, la Junta Directiva de la AEPE acordó nombrar representante de la misma en París al artista, con sede en rue Bayen, 33.

 

Inspiración de Hollywood

Ulpiano Checa está considerado como “gran maestro del dibujo” por el Museo Boijmans de Rotterdam, presentándolo junto a otros maestros españolas de la talla de Goya, Murillo, Alonso Cano o Velázquez en la exposición “Spanish Master Draw (1500 – 1900)“. En cambio, en España es el gran desconocido.

Ulpiano Checa llegó a Roma en plena eclosión de la pintura de historia. Allí descubrió el “merchandising”. Sus cuadros comenzaron a ser utilizados como arma de publicidad y a precios altísimos, los realizaba en óleo, acuarela, grabado, escultura, carteles… un “influencer” de la época, ya que su obra se puso de moda.

La beca de la Academia de España en Roma exigía al final de cada año a los pensionados, realizar varios envíos a España de una serie de trabajos obligatorios y presentar al público romano el fruto de su labor a través de la exposición de sus obras.

Muchos de estos ejercicios se concebían en torno a un tema propuesto por un comité de académicos, sobre el que los artistas debían de ahondar, estudiar y detallar de forma minuciosa en el caso de la pintura de historia.

Batalla

La invasión de los hunos

Carrera de cuádrigas

 

De esta manera, un cuadro o escultura se convertía en un ejercicio de documentación histórica sobre el que se iba creando un archivo gracias al que conocemos la indumentaria de las épocas propuestas: vestidos, telas, materiales, colores, vajillas, muebles, el arte decorativo de las escenas…

Eso ocurrió con Ulpiano Checa y su obra, traductora visual de las grandes novelas de romanos como Ben Hur, Espartaco o Quo Vadis en las que recrea cada detalle de los carros en movimientos, de los aurigas, de las posturas de los caballos, de las armas de los gladiadores, de la arquitectura del circo romano… además de los vestidos, peinados, aderezos y cualquier otra referencia que nos traslada directamente a una época que se recrea con una narración increíblemente minuciosa.

Baño en Roma

El centinela

La nube o la carga de la caballería mora

 

Hizo lo mismo con la obra “La caída de Waterloo”, basada en una escena de Los miserables de Víctor Hugo, que le valió la condecoración de la Legión de Honor de Francia.

En “La invasión de los bárbaros”, Checa se preguntó a sí mismo cómo se dibuja el final de una civilización, el fin del Imperio romano, cómo se recrea un paisaje sin una solo prueba gráfica hasta la fecha y sobre todo, que parezca real. Y eso se logra a través de la documentación de personajes, vestidos, ambientes, lugares… cuyo éxito fue, y sigue siendo aún, brillante.

Pero su aportación al mundo del Arte es más grande y basta con mirar algunos de sus cuadros, casi viñetas de cómic en algunos casos, para darnos cuenta de que esas escenas nos resultan familiares: en algunos de ellos están contenidos grandes fotogramas de la historia del cine, y es que sus imágenes del Imperio Romano inspiraron a cineastas como Cecil B. de Mille y Fred Niblo. De hecho, la famosa carrera de cuadrigas del ‘Ben Hur’ de Niblo, rodada en 1925, tuvo su referencia en uno de los óleos de Checa, algo que también sucede en la siguiente versión de esta historia, filmada por Willian Wyler y protagonizada por Charlton Heston en 1959.

También el italiano Mario Bonnard llevó a la pantalla en 1959 el cuadro ‘Los últimos días de Pompeya’, Medalla de la Exposición Universal de París de 1890, para el que Checa se inspiró en la novela de Edwer Bulwer-Lyton sobre la erupción del Vesubio, y, si observamos algunas escenas de emboscadas y tiroteos en distintos ‘western’ de grandes directores, en las que trabajan gran cantidad de figurantes para ofrecer más realismo, podemos ver también el espíritu de algunos de sus cuadros.

Manola

 

Y es que también se adelantó en el tiempo con su capacidad para el encuadre cinematográfico que se ve en cada una de sus obras: poderosos óleos donde hombres, animales y paisajes son combinados con tanta fuerza expresiva que “se salen del cuadro”. Con su técnica de imprimir mucha acción a sus obras, rostros de caballos exhaustos, cuadrigas, soldados, gladiadores, senadores y populacho, Ulpiano Checa logró que grandes directores de Hollywood consultaran sus obras antes de emprender superproducciones. En “La Naumaquia”, por ejemplo, revela una lucha naval simulada en los foros de Roma, en la que aparecen cientos de figuras que parecen que se mueven.

Ulpiano Checa también recreó otro mundo que ha encantado a la cinematografía: los indios americanos. Caballos desbocados, indios valientes a la carga. Su arte era tan dinámico que se le ha calificado como “el pincel que filmaba”.

El lazo de la pampa

El último de los pieles rojas

 

Mezcla de romanticismo y espíritu aventurero, sus cuadros también reflejan escenas de cargas de caballos moros en el desierto. Y es que viajó después a África. Quería poner carne y hueso a todas esas escaramuzas musulmanas de nuestra Historia, logrando unas bellísimas escenas donde los contrastes y la luminosidad del desierto reflejan mundos evocadores y atrayentes.

Premiado en numerosas ocasiones en su tiempo, Checa fue padre de un texto sobre perspectiva que se estudiada en las mejores escuelas de arte de la Francia de final de siglo y de principios del siglo XX.

Trabajó la escultura, el carboncillo, la ilustración gráfica, y en todas demostró ser un adelantado porque tenía una visión dinámica y muy moderna de las figuras animales o humanas, y de los colores. Algunas de sus primera ilustraciones, como el cartel de una exposición en París sobre los moros, revela un concepto que en muchos aspectos se utiliza en el comic moderno.

Perseguido y buscado, la alta sociedad de la época, los políticos y artistas se peleaban por conocerle y lo reclamaban en Europa, América y Latinoamérica. A nivel mundial, Ulpiano Checa fue tan conocido como Fortuny o Sorolla y sin embargo, en España es invisible.

Vaya en estas líneas nuestro pequeño homenaje y reconocimiento.

 

Juego de los cientos o consejo tardío

 La ninfa Egeria dictando a Numa-Pompilio las leyes de Roma

Torre de Colmenar de Oreja

Crepúsculo

Venecia

El Museo Ulpiano Checa

Su origen se remonta a 1945. Ese año el Ayuntamiento de Colmenar de Oreja acordó crear un museo municipal para custodiar obras de arte y otros objetos de interés y curiosidad local.
A partir de 1950 comienzan las negociaciones con Carmen y Felipe Checa, hijos del pintor que, conscientes del hondo cariño que su padre tenía a su ciudad natal, aceptaron la donación de una veintena de sus obras. Así, el 3 de abril de 1960 se abre el Museo Ulpiano Checa, que se ubica en la denominada Casa de los Siete Patios donde permanece en la actualidad, y que recibe nuevas donaciones de obras de Carmen Checa y de María Ballester, nieta de su protector.

Desde su inauguración ha ido incrementando sus colecciones hasta convertirse en el principal depositario de su obra.(en gran parte pintura histórica de finales del siglo XIX, pintura orientalista y obra de género).

Entre adquisiciones y donaciones ha ingresado casi un centenar de piezas que representan todas sus facetas artísticas. Además de adquirir óleos, carteles, acuarelas, grabados, libros ilustrados, dibujos y libros de referencia, ha tenido acceso a importante documentación cedida por los descendientes del pintor que, conscientes de la importancia de este proyecto, han colaborado con la institución de forma desinteresada.

En 1993 se realizó la primera ampliación, y en 2004 se inició la segunda, que ha incorporado casi mil metros en nuevas salas.  Además de triplicar los espacios expositivos se ha adaptado la institución a las nuevas funciones museológicas. El edificio ya cuenta con salas polivalentes para el desarrollo de actividades didácticas y culturales, biblioteca, almacén y zonas de servicio y descanso para los visitantes.

Museo Ulpiano Checa
C/ María Teresa Freire, nº 2
28380 Colmenar de Oreja – Madrid
Tlfno: +34 91 808 90 02
E-mail: museocheca@colmenarte.com
Horario de visitas al Museo:

HORARIO INVIERNO (Del 1 de septiembre al 31 de mayo)
De martes a viernes: De 10:30 a 13:30 y de 16:30 a 19 horas.
Sábados, domingos y festivos: De 10 a 14 y de 16 a 19 horas.

HORARIO VERANO: (Del 1 de junio al 30 de agosto)
De martes a domingo: (festivos incluidos):
De 11 a 14 y de 17 a 20 horas.

CERRADO
Todos los lunes.
Mes de agosto, cerrado por trabajos de conservación y mantenimiento.
25 de diciembre y 1 de enero

Días de acceso gratuito:

9 de marzo, aniversario de la apertura del museo.

18 de mayo, Día Internacional de los Museos.

Colmenar de Oreja: Museo de Ulpiano Checa

 

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