Josefina Pérez de la Torre

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Josefina Pérez de la Torre

 

PEREZ DE LA TORRE, Josefina    1981  10.dic.1914     RASINES   SALAMANCA 18.ene.2005

Josefina Pérez de la Torre nació el 10 de diciembre de 1914 en Rasines, un municipio próximo a las localidades de Laredo y Castro Urdiales, en Santander.

Por razones de salud, el traslado de la familia a la Castilla reivindicada por la generación del 98, supuso un enorme contraste no solo de paisajes y colores, sino de vida. En Crespos, una localidad de Ávila muy cercana a Salamanca, pasó su infancia, dedicada a leer, sobre todo a Pereda, observar, “sembrando flores, flores blancas, color malva, amarillas, que se morían de sed en los cálidos y secos veranos de Castilla, a pesar de los paseos para regarlas cada día, y se helaban con los tremendos fríos y nevadas del invierno”.

Josefina Pérez de la Torre retratada por Malocha Pombo

 

Comenzó a pintar de niña, actividad que le gustaba mucho y con la que disfrutaba especialmente con una de las monjas del colegio de Madrid en el que estuvo interna. Junto a Sor Sacramento, conoció a alumnas que asistían al estudio de Eduardo Chicharro, Fundador y Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

Su padre, el boticario de Crespos, hubiera deseado que estudiara farmacia, a ella le atraería la  medicina. Allí conocería a su marido, Pablo de Unamuno Lizárraga, en la consulta que éste tenía, como dentista, en la calle Zamora.

Se casó muy joven, en 1934, estableciéndose el matrimonio en Salamanca de forma permanente hasta la década de los setenta.

Allí conoció a su suegro, Miguel de Unamuno, a quien trató estrechamente durante sus dos últimos años de vida. “Yo leía a D. Miguel y creo que su filosofía fue lo que más me gustó, aunque luego, leyendo su poesía, tengo que decir que me encantó”. Josefina siente un gran respeto y admiración a la figura del que fue su suegro; lo adora como persona y como escritor y poeta.

Entre 1935 y 1945 tuvo cinco hijos. El primero, Miguel, todavía pudo conocer y ser conocido por el abuelo quien, meciéndole en sus brazos, sería pintado por la madre del pequeño. En plena guerra civil vendría su segundo hijo, Ramón, seguido por otros tres en la postguerra, Concepción, Josefina y Pablo.

Retrato de Miguel de Unamuno y su nieto Miguel, obra de Josefina Pérez de la Torre

 

Josefina se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios de Salamanca en los cursos 1947 al 1949, obteniendo siempre excelentes calificaciones y participando en distintas exposiciones en los años siguientes, alentada por su profesor y amigo Ramón Cuesta.

A pesar de dedicarse casi por entero a sus hijos, solía salir al campo a pintar, rodeada de niños y paisajes, pero con una vida social que le permitía frecuentar las muestras artísticas y culturales de la Salamanca de esos años.

Josefina Pérez de la Torre retratada por Antonio Torres-Bru

Los estudios que realizó después en la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy de Salamanca, la sitúan en la generación de postguerra de pintoras salmantinas de los años cuarenta como Juanita González, Ludivina Salinas, Consolación Grandes Onís, Arsenia Revilla San Román, Carmen Llorente, María Luisa Hernández, Angelita Cascón Sánchez-Cerrudo, María del Carmen Calzada, María Coscarón o Sofía Hernández.

En 1948 obtiene el Tercer Premio en la Exposición de Educación y Descanso de Salamanca. Un año más tarde, logra el Primer Premio de la misma y además, el Premio Especial (Retrato). En 1950, obtiene el  Premio Especial de Pintura de Salamanca y un año después, el Premio Provincial de Salamanca y el Segundo Premio en la Exposición Provincial de Torrelavega.

En 1955 fallece Pablo de Unamuno. Josefina queda viuda con cinco hijos, y es entonces cuando el patronato de huérfanos de médicos, a través del Colegio de Médicos, sufragó los estudios en una institución, de los dos hijos varones mayores, como alumnos internos en Logroño. Fue una ayuda realmente importante para ella, y permitió que pudieran estudiar la carrera de Medicina.

Anochecer en Salamanca

 

La prensa salmantina publicará noticias de sus obras hasta el año 1956.

En la década de los setenta, Josefina alternará su domicilio salmantino con la ciudad de Cádiz, donde desarrolla además una importante faceta literaria escribiendo poesía y cuentos, que ella misma define como “prosa poética”.

Crucero de la Puerta del Río, Salamanca

Josefina contrae nuevamente matrimonio con un buen hombre que tuvo a gala ejercer como albacea de su producción artística y literaria.

En Cádiz, publicará dos libros en 1986 “Pinceladas” y “7 días en la vida de un escolar y otros cuentos” e intensificará una intensa actividad creativa.

De sus libros se ha destacado siempre su “castellano puro y sencillo con un fondo poético que hasta cierto punto se puede calificar de “juanramoniano” y con un intimismo retrospectivo”.

“A VECES EL ROSAL TIENE ROSAS

tiene hojas, ramas,

las rosas tienen pétalos,

color, perfume.

A veces al rosal

le quedan las espinas solamente”.

Otoño en el río

 

A caballo entre Cádiz, Escocia, donde viven dos de sus hijas, y Salamanca, durante dos décadas realizará una veintena de exposiciones individuales y participará en otras muchas colectivas en diversos lugares de España, además de otras tantas de carácter benéfico y recibiendo la mayor parte de los reconocimientos que obtuvo a lo largo de su vida, como el Primer Premio en la Exposición de Educación y Descanso de Salamanca de 1949, el Primer Premio de las Exposiciones Provinciales de Educación y Descanso de Cádiz de 1976 y 1977, el Primer Premio Ciudad de Rota de 1979, Primer Premio Tema Miróbriga de Ciudad Rodrigo (Salamanca) de 1979,  el Primer Premio Medalla Ruiz Mateos en Rota de 1980, o el Primer Premio Tema el Mar del Casino de Salamanca de 1982…

Paisaje

 

En 1981, Josefina había terminado ya el cuadro más conocido que pintó sobre Miguel de Unamuno y en el que éste aparece junto a su hijo Miguel; el otro, lo terminaría un año después, si bien en ambos se refleja la huella personal que logró plasmar en el lenguaje pictórico, obra que se conserva en la Casa-Museo Unamuno de la Universidad de Salamanca.

En los años noventa, Josefina ya había dejado de pintar. En los últimos ocho años de su vida, un accidente cerebrovascular y la pérdida de visión la apartaron de toda actividad pictórica y literaria.

Falleció en Salamanca el 18 de enero de 2005.

 

«Bruma en Cádiz» y «Vista de Cádiz»

 

Tuvieron que pasar catorce años para que se le dedicara una exposición antológica que se celebró en la Sala de exposiciones del Palacio de la Salina de Salamanca. Comisariada por su hijo Pablo, a la inauguración de la misma acudieron sus mejores trabajos: sus hijos y diez de los 19 nietos de la artista.

La muestra incluyó un catálogo con una biografía sobre su vida y obra, y escritos del académico de la RAE José Antonio Pascual, la historiadora Josefina Cuesta y el experto en arte Ricardo López Serrano.

Gran parte de su trabajo acabó en manos familiares. Hay catalogadas más de 400 obras en manos privadas y más de un centenar de la que se tiene conocimiento por fotografías y que están en manos de coleccionistas de origen desconocido.

Girasoles

El Gitano

Diálogo imposible

Cocina

 

Josefina de la Torre pintó bodegones con flores, paisajes y retratos, especialmente de niños, y maternidades.

Cultivó una rica variedad de géneros: paisaje urbano, rural y marino, retratos, bodegones y una serie de maternidades de exquisita sensibilidad y buen gusto.

En sus retratos se adivina el estudio sicológico que llevaba a cabo la artista profundizando en el alma de los retratados, mientras que en sus maternidades, la atmósfera se impregna de una ternura que nunca resulta empalagosa.

Los paisajes urbanos los resuelve con soltura y facilidad, poniendo bastante más énfasis en los rurales, y alcanzando la plenitud en las marinas, de forma especial cuando como una evocación de Turner, empasta la escena y la sume en una especie de neblina que contribuye a edulcorar la imagen de las playas gaditanas con un juego sutil de la bruma y de la luz. Incluso en algún momento, como señal de plenitud, se permite jugar con la sinopsis y apuntar a la abstracción.

Josefina de la Torre justifica el haber dejado de considerar el bodegón como un género secundario. Utiliza toda clase con maestría y dibujo de alta calidad. Además, sus flores huelen a primavera, sus ramos o sus centros rezuman bienestar y armonía, mientras juega con la composición y la luz, con una agilidad que le permite plasmar la escena de forma accesible y familiar. Son imágenes cercanas, ingenuas y que cualquiera tiene la sensación de haberla visto en su domicilio.

Fue una mujer abierta, alegre, libre, comunicativa, conversadora; apreciaba la vida. Buena persona, agradable de trato, simpática, alegre, sensible, encantadora, recordarán algunas de sus amigas artistas.

Sus autores preferidos fueron Bécquer y sus Rimas, Rubén Darío, José María de Pereda, Neruda, Marañón, Unamuno… Entre sus pintores preferidos, Goya, los impresionistas y la pintura poética o mágica.

La pintura de Josefina Pérez de la Torre siempre fue libre de modas y necesidades ajenas a su propia voluntad.

Su legado descansa y reposa orgulloso en sus hijos y sus nietos, que han seguido la saga pictórica que iniciara aquella niña de carácter alegre y abierto para la que la pintura era su pasión.

Maternidad en rosa

Lactancia en penumbra

Madre embelesada

Siesta en el campo

Josefina Pérez de la Torre y la AEPE

Pese a haberse hecho socia de la centenaria institución, únicamente nos consta su participación en la I Exposición de Pequeño Formato, que organizó la Asociación Española de Pintores y Escultores y se ha convertido ya en tradicional al llegar este mismo año a su edición número 40, y que se celebró del 28 de marzo al 12 de abril de 1980, en la Sala de Arte Eureka, de la calle Caballero de Gracia, 21 de la capital, en donde presentó el óleo titulado    “Maternidad”.

 

Gallinero

Bailarina

 

Retrato de Jaime Pedro y José Ignacio  Fernández Vera

Retrato de Carmen Santos

Retrato de Carmina Unamuno

Josefina Pérez de la Torre  en los años 70

 

Retrato de Miguel de Unamuno

Santiago de Cartes, Cantabria

 

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