Las Medallas de la AEPE: Mateo Inurria Lainosa

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

      Después de ver cómo y cuándo nació la Medalla de la Asociación de Pintores y Escultores, vamos a seguir conociendo más acerca de su creador y en qué galardones se otorga actualmente, con sus correspondientes denominaciones.

Medalla Mateo Inurria

del Salón de Otoño

En 1962 se creó la Medalla Mateo Inurria y al igual que la de Eduardo Chicharro, se nombró un jurado especial para ella, ya que esta medalla tenía reglamentación propia, cuya documentación no ha podido encontrarse, si bien conocemos estos datos por notas sueltas. Esta distinción se adjudicaba entre los poseedores de una Primera Medalla, bien fuera en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes o en los Salones de Otoño.

En 1966 se propuso que los galardonados con la “Medalla Mateo Inurria” pudieran optar al “Premio Princesa Sofía”, creado dos años antes, y que inicialmente se reservaba como premio especial para las Primeras Medallas de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes.

No fue hasta 1972 cuando la AEPE propuso al Ayuntamiento de Madrid que la “Medalla Eduardo Chicharro” y la “Medalla Mateo Inurria” tuvieran una asignación económica, dotando a cada una con 25.000 pesetas que fueron aumentando o disminuyendo con el pasar del tiempo, dependiendo siempre del presupuesto asignado.

Con el cambio de milenio, la dotación económica del Ayuntamiento de Madrid fue retirada y pese a las múltiples peticiones realizadas en este sentido, no ha sido escuchada la reclamación que la AEPE viene haciendo desde hace tantos años.

 

Mateo Inurria Lainosa

INURRIA LAINOSA, Mateo     E     1910(F077)   25.mar..1867   CORDOBA   MADRID    21.feb.1924

Socio Fundador de la AEPE

Vocal de la AEPE

Mateo Inurria Lainosa, escultor, profesor, restaurador y decorador, nació en Córdoba, el 25 de marzo de 1867. Sus desnudos de gran simplicidad formal y pureza de líneas le convierten en uno de los precursores de la renovación de la escultura española del siglo XX.

Primogénito del matrimonio formado por el vasco Mateo Inurria Uriarte y la valenciana Vicenta Lainosa Corcolla. El padre, siendo oficial con destino en Sevilla, abandonó el Ejército y entró en el taller del escultor decorador José Lainosa Genovés, padre de su novia Vicenta. Poco tiempo después, José Lainosa y su familia se trasladaron a vivir a Córdoba, buscando mejores condiciones de trabajo, estableciéndose en el barrio de Santa Marina. Mateo Inurria Uriarte les acompañó, casándose con Vicenta el 22 de abril de 1860. El joven escultor continuó en Córdoba la actividad aprendida en el taller de su suegro, dedicándose a la decoración escultórica y a la cantería.

Mateo Inurria Uriarte y Vicenta Lainosa Corcolla tuvieron su primer hogar en la casa n.º 24 de la calle de Alfaros, donde nació el escultor, Mateo Inurria Lainosa.

En una ambiente familiar artístico, desde muy pequeño despuntó por su afición a la escultura, comenzando sus estudios en la Escuela Provincial de Bellas Artes de Córdoba donde recibieron también formación artística Rafael García Guijo, y los socios de la AEPE Lorenzo Coullaut Valera y los hermanos Rafael y Julio Romero de Torres.

Con solo quince años realizó una de sus más conocidas obras, “Ángel orante”, para la fachada de la capilla del cementerio de Montoro.

Ángel orante

 

Entre 1883 y 1890 cursó estudios en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, pensionado por la Diputación Provincial de Córdoba, y participando ya en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1890 con la obra “Un naúfrago”, tachada de vaciado del natural por el jurado.

Un naufrago

 

Este fue el mismo trato injusto que persiguiera a Auguste Rodin en el Salón de París del 77, pero para Inurria, el fracaso se convirtió en éxito cuando la Córdoba se volcó con él, organizando un festival en su honor y adquiriendo por suscripción popular la obra.

Vivió temporalmente en París y en Roma, donde coincidió con otros artistas de su generación como los socios de la AEPE Rafael Romero de Torres y Marceliano Santamaría.

En 1891 contrajo matrimonio con la también cordobesa María Luisa Serrano Crespo, maestra de la ciudad andaluza, con quien no tuvo descendencia. María Luisa era sobrina del poeta y periodista cordobés Antonio Fernández Grilo, el que fue “poeta real de Alfonso XII” y autor de la célebre obra “Las Ermitas”.

En esa época, trabaja como profesor y restaurador y realiza esculturas gratificantes para él en las que va evolucionando y buscando siempre la expresión sencilla y clara, además de esculturas de temática religiosa, como la titulada “Vivo sin vivir en mí”, en la que representa a Santa Teresa de Jesús y que se perdió en la Exposición Universal de Chicago de 1893.

A la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1895 presentó la obra “Lucio Anneo Séneca”, que consiguió la Medalla de Segunda Clase y fue adquirida por el Estado.

Lucio Anneo Séneca

 

Inmerso en monumentos y encargos, trabajó en las restauraciones de la Mezquita Catedral de Córdoba, que dirigía Ricardo Velázquez Bosco.

En 1896 comienza su actividad como profesor, que tenía una importancia especial para él, ejerciendo como Catedrático de Modelado de la Figura y de Dibujo de Antiguo, en la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Córdoba, que también dirigió, hasta que en 1902 pasó a dirigir la recién creada Escuela Superior de Artes Industriales de Córdoba.

En 1897 es elegido Socio de Número de la Real Academia de Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, realizando para el Ayuntamiento de esa capital, el proyecto de Monumento al Gran Capitán.

Distintas fotografías del maestro entre 1915 y 1924

 

Dos años después, consiguió la Medalla de Primera Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes con “La mina de carbón”, una composición en altorrelieve y figuras exentas de temática de denuncia social.

La mina de carbón, obra destruida en el Museo de Arte Moderno

 

Continúa participando en las distintas Exposiciones Nacionales de Bellas Artes mientras va creciendo su reconocimiento a nivel nacional, que le proporciona nuevos encargos, como el del Ayuntamiento de Madrid para la realización de un Monumento a Lope de Vega, en la Plaza de la Encarnación.

Monumento a Lope de Vega en Madrid

 

Son años de una intensa actividad profesional en la que dedica su tiempo a la docencia y a su contribución al conjunto monumental conmemorativo a Alfonso XII en el madrileño Parque del Buen Retiro, para el que aportó el grupo escultórico “La Marina”.

Grupo «La Marina», perteneciente al Monumento a Alfonso XII en el madrileño Parque del Buen Retiro

 

Bien relacionado en el ambiente artístico, contaba con grandes amigos dentro de su profesión, como el socio de la AEPE Ignacio Zuloaga, con quien hizo de anfitrión de Auguste Rodin en su visita a Córdoba. Una visita que continuó en amistad a tenor de la correspondencia que posteriormente mantuvo con el francés, a quien admiraba profundamente y con quien compartía los injustos juicios de valor de los críticos respecto a sus obras.

Son años de intenso trabajo en los que realiza monumentos y encargos de todo tipo y en los que continúa presentando obras a las distintas Exposiciones Nacionales de Bellas Artes.

 

En 1910 participa en las excavaciones de Medina Azahara que dirigía también Velázquez Bosco.

Un año más tarde, tomó posesión como profesor de Término y Vaciado de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, trasladándose a la capital y volcándose entonces en la creación escultórica y abriéndose al mundo artístico de la época, lo que le granjeó mayor reconocimiento de crítica y público.

Forma

La Parra

 

Desde Madrid, realiza distintos viajes a Toledo, Burgos, Salamanca y Segovia en donde documenta sus obras posteriores. Un periodo fructífero que se refleja en multitud de monumentos, bustos, esculturas y que culminó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1920, a la que presentó tres obras “Ídolo eterno”, “La Parra” y “Forma” que lograron un éxito total, premiándosele con la Medalla de Honor. Estas dos últimas obras, pertenecen a la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, mientras que en el Museo del Prado exhibe “Lucio Anneo Séneca”.

Monumento a Barroso y Castillo de Córdoba, destruido durante algaradas populares

 

Como era habitual en la época, un grupo de artistas organizó un banquete en honor del artista en los jardines del Hotel Ritz, como homenaje y reconocimiento por su Medalla en la Nacional.

Banquete homenaje a Inurria, en el centro, junto a Miguel Blay, Mariano Benlliure y Francos Rodríguez

 

En su taller en la Glorieta de Quevedo, donde gestó sus últimas obras, vivió tres años de intensa actividad que culminaron con su ingreso como Académico Numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1922.

Un año después, adquirió una nueva casa, Villa Udia, a las afueras de Madrid, en Chamartín, en la misma calle que hoy lleva su nombre.

El 1 de enero de 1924 una angina de pecho le apartó de su trabajo, falleciendo en su recién estrenada casa, el 21 de febrero, donde se instaló su capilla ardiente por la que desfilaron multitud de personalidades.

En las notas de la prensa se detallaba que “el cadáver fue envuelto en un sudario y encerrado en un ataúd forrado de terciopelo negro que se colocó en el centro de la casa, frente a un altar con un crucifijo”. A las cuatro de la tarde del 23 de febrero, se llevó a cabo el entierro: “abría la marcha el clero parroquial con cruz alzada; seguía la carroza fúnebre que conducía el féretro, y en la que se colocó una corona dedicada al finado por el Ayuntamiento de Córdoba. A uno y otro lado iban alumbrando porteros del Círculo de Bellas Artes y de la Real Academia de San Fernando… en el acompañamiento, que era muy numeroso, figuraban representaciones de la Asociación de Pintores y Escultores, los socios Julio Vicent, Sr. Ferrándiz, Blanco Coris, Alcántara, Benedito, Torre Isunza, Vázquez Dían, Victorio Macho, Codina, Santamaría, Romero de Torres, Capuz, José Francés, Benlliure”… que acompañaron al cadáver hasta el cementerio de La Almudena de Madrid, donde recibió cristiana sepultura.

Quienes le trataron, le recordaron como una persona sencilla, afable, culto en sumo grado, y un luchador afanoso de superarse siempre en su arte.

Mateo Inurria en su estudio

Una de las últimas fotografías que se tomaron del maestro

 

Tras el fallecimiento de Mateo Inurria, su viuda, María Luisa Serrano Crespo, como única heredera de sus bienes, intentó hacer un museo sobre su marido, vendiendo la colección al Ayuntamiento de Madrid y, después, al de Córdoba. Pero no fue hasta 1942 cuando se deposita en el Museo de Bellas Artes de Córdoba, donde se le dedicó una sala exclusiva, en una de las ampliaciones del museo, en donde se exhibían además obras de su colección particular, como diversos grabados de artistas europeos y españoles de los siglos XVII y XVIII.

Poco después de su muerte, los socios de la AEPE Salazar Alonso, Anasagasti, José Francés y Lerroux, José de Benito y José del Campo solicitaron al Ayuntamiento de Madrid la colocación de una lápida en memoria del escultor, que fue obra del también socio de la AEPE y discípulo de Inurria, Pedro Torre Isunza y se colocó en la fachada del edificio a través del cual se accedía al taller del maestro, en la Glorieta de Quevedo, 5. Al acto de inauguración acudieron el alcalde de Madrid, José Francés, la viuda de Inurria y una representación institucional de la Asociación de Pintores y Escultores.

Descubrimiento de la lápida en honor de Mateo Inurria con su viuda dirigiéndose a los asistentes

 

Tras su muerte, y viendo la comunidad artística que no se había homenajeado lo suficiente en vida a tan gran escultor, se organizó una muestra en el mes de noviembre en el Palacio de Bibliotecas y Museos, la actual Biblioteca Nacional, con 69 obras que hacían un pequeño recorrido de su producción, pero además la exposición se completaba con muebles, enseres personales del artista, como pinturas y grabados, de su propia colección.

A la inauguración asistió una representación de la Asociación de Pintores y Escultores, con algunos de sus socios como Mariano Benlliure, Miguel Blay…

Exposición-homenaje póstumo a Mateo Inurria presidida por su viuda

 

Cuatro años después, Córdoba reconocía al escultor con un busto esculpido por uno de sus discípulos: Adolfo Aznar, que pasaría a la historia como cineasta y no como escultor.

Busto de Inurria obra de Adolfo Aznar

En sus primeros estudios, Mateo lnurria sólo se pudo formar en la estética del naturalismo y en la práctica del realismo. Por eso, toda la obra que realiza hasta aproximadamente 1898, está empapada de todos estos conceptos, a lo que habría que añadir cierta constante historicista local que muchos bautizaron como “cordobesismo de raíz estoica senequista”.

A lo largo de sus primeras obras Inurria demostró situarse dentro de un romanticismo de cuño moderado, donde importaban más los valores visuales y táctiles que los derivados del movimiento, el volumen o el espacio.

Busto de la esposa del artista, María Luisa Serrano Crespo

 

En «La mina de carbón», obra desaparecida, su realismo es evidente e Ilustra cómo Inurria se vio imbuido en los ideales noventayochistas y comprometido con su tiempo, pero será el inicio de un proceso idealizador en la escultura del maestro que prepara su obra para el gran salto al Modernismo.

Esta es la primera etapa sin salida, pues el maestro no realiza nada esencialmente distinto de lo ya hecho y no se ha encontrado aun definitivamente con su personalidad.

A partir de 1900, lnurria ya se nos muestra reaccionando contra el estilo tradicional de la escultura del romanticismo español, dando un primer salto hacia la sencillez temática en lo monumental.

Será esta una etapa marcada por la influencia del gran padre de una de las vertientes de la escultura del siglo XX, August Rodín. Compartió con él acusaciones de plagio, pero nadie supo verla, de hecho, ningún amigo, compañero, crítico… nombró jamás al francés como fuente de inspiración de sus obras hasta que en 1984, Ramón Montes Ruiz publicara la interesante correspondencia entre los dos grandes artistas.

Según la misma, cuando Rodin visitó el estudio de Inurria, quedó muy impresionado de su obra, alabando «la buena simplicidad de la disposición, y la noble modestia en el ropaje que en silencio deja todo el valor a las cabezas, expresivas en su simplificación».

En esta etapa, Inurria asimiló todas las ideas estéticas que poseía el maestro francés, como devolver a la escultura el verdadero sentido de los valores escultóricos, el reconocimiento de la existencia de la masa y el volumen, la interrelación entre entrantes y salientes, la importancia del tratamiento de superficies, la articulación de los planos, la unidad en la concepción, es decir, el concebir la forma en profundidad surgiendo de un centro que se expande de adentro afuera y gravitando sobre todo ello una fe ciega y absoluta en el natural.

Esta es la verdadera herencia que Inurria recibe de Rodin, junto a la visión estética del Modernismo, en su lucha por conseguir la fuerza del “instante” y el ideal de la mujer, que siempre mantuvo. De hecho, Inurria -salvo en el caso de que se tratase de un monumento o tema religioso- no esculpió ningún cuerpo masculino a lo largo de su futura trayectoria.

Con la llegada del nuevo siglo, Mateo Inurria era ya un destacado modernista; a partir de 1910, con la evolución del arte en toda Europa, a Inurria, Rodin se le había quedado ya pequeño.

Es una época en la que en aquellas obras que no tenían que adecuarse a los requerimientos del cliente, se dedicó a tratar la temática de la mujer por medio de su cuerpo desnudo: el ídolo eterno.

El momento culminante y decisivo en su trayectoria escultórica se sitúa en 1920, cuando obtiene la Medalla de Honor en la Nacional. En esta etapa, lleva su escultura a la forma pura liberada de toda anécdota. Su mérito fue la sabia manera de estilizar la forma, llegando a límites inasequibles en la variedad claro oscuro y la riqueza de matices.

Su obra «La Parra», no es ni más ni menos que el canto modernista de la voluptuosidad puesto en favor de la exaltación de los valores de la raza: la mediterraneidad andaluza simbolizada en ese racismo de uvas que sostiene la mujer y que más que alimento es pura alegoría de fertilidad.

La Parra

 

«Ensueño» marca la síntesis definitiva donde lo ideológico queda también patentizado: un desnudo de mujer provisto de esa melancolía típica del modernismo en la que queda también expresada la prototípica belleza de la raza: la de la raza andaluza simbolizada por sus mujeres, en la que tanto hizo hincapié la propaganda del Regionalismo como superación de las nostalgias esteticistas del Modernismo.

Ensueño

 

Su obra de temática religiosa coincide en lo fundamental con esta etapa de madurez y donde se demuestra ese afán de modernidad, ese afán de estar en todo al día que mantuvo a lo largo de toda su vida, este gusto por la idealización exótica tan cara al modernismo, ejemplificada a través de esa significativa composición a la manera del arte bizantino. Cristo no sería nunca para Inurria ese ser atormentado por la pasión en su afán de salvar a los hombres, sino simplemente ese ser tranquilo y melancólico, que con su interioridad contenida anuncia la definitiva felicidad para los humanos.

Cristo Redentor

La flagelación de Cristo

 

Poco se ha hablado también de Inurria como restaurador de monumentos arquitectónicos antiguos; la iglesia de San Pablo de Córdoba, primera parroquia levantada en la ciudad cuando la Reconquista, no se podría comprender ni ver tal y como lo hacemos hoy sin su esmerada y meritísima intervención, que respetó todo lo primitivo en ella y suplió solo lo indispensable para su estática. Pero su gran triunfo fue sin duda, sus trabajos en la Mezquita de Córdoba y en Medina Azahara, cuando las primeras excavaciones comenzaron de manera oficial, despejando cualquier tipo de duda al respecto, si es que todavía la había, de lo que yacía bajo el suelo.

Estamos acostumbrados a pensar en un Inurria escondido en la soledad de su taller y ajeno a las variantes ideológicas que se produjeron en la mentalidad de su tiempo, pero nada más lejos de la realidad: fue un hombre constantemente enraizado en su época y no ajeno a lo que en su horizonte ideológico se fraguaba en cada momento.

Eso, unido al hecho de haber vivido entre dos fechas que transcurren entre los finales del siglo pasado y los inicios del presente, como a la mayor parte de nuestros maestros fundadores de la Asociación de Pintores y Escultores, es lo que hace que su obra no tenga la difusión ni la importancia que se da a otros maestros catalogados en una época más concreta de la historia del arte en España.

Exposiciones Nacionales

Envió obra a las Exposiciones Nacional de Bellas Artes de 1890, 1895, 1899, 1915, 1919 y 1920

Premios y distinciones

1895 Medalla de Segunda Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes

1899 Medalla de Primera Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes

1915 Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Panamá

1919 Diploma de Honor en la Exposición Hispano-Francesa de Zaragoza

1920 Medalla de Honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes

Obras públicas y monumentos

«Monumento a Lope de Vega», 1902, Madrid.

Grupo representativo de La Marina para el «Monumento a Alfonso XII», 1905, Madrid.

Busto y lápida al poeta Manuel Reina, 1906, Puente Genil, Córdoba.

«Monumento a Eduardo Rosales», 1922, Pº del Pintor Rosales, Madrid.

«Monumento al Gran Capitán», 1923, Córdoba.

«Ángel orante», para el cementerio de Montoro, actualmente en el Museo de esta ciudad.

«Busto de Don Luis Ramírez Galuzo», 1922, en La Línea de la Concepción

Monumento a Barroso, en Córdoba

Monumento a Juan Muñoz Chávez, en Cáceres,

Monumento a Carlos Carbonell y Morand, en Córdoba

Grupo funerario Cristo Redentor para el mausoleo que su hermano Agustín Inurria, arquitecto, realizaba para Ángel Vélaz en el cementerio de La Recoleta en Buenos Aires, Argentina

Para el Casino de Madrid conjunto escultórico Las tres edades de la mujer, formado por tres desnudos conocidos como Crisálida, Coquetería y Flor de granado

Cristo atado a la columna, para la iglesia de Santa María de Guernica, la única obra tallada en madera y policromada

Lápida funeraria de Eustasio Terroba Naval

Fuente monumental en San Sebastián

Cristo del Perdón y San Miguel Arcángel, ambas para el cementerio madrileño de la Almudena

Monumento al Gran Capitán, en Córdoba

Monumento a Rosales, Madrid

 

Obras

Alegoría de Córdoba; Alegoría de la Pintura; Materia en Triunfo; Un náufrago; bustos de Don Quijote, Cristo en su expiración, Lagartijo, José María Montoya, Señá Fuencisla, Teodora Zuloaga, Francisco Rizzi, Claudio Coello, Fernández de Córdoba, Francisco de Quevedo, Juan de Toledo y Ramírez de Madrid, que hoy se exponen en la Galería de Madrileños Ilustres del Ayuntamiento de Madrid; relieve Cristo en el desierto, relieve en plata repujada San José; Panteón de Ricardo Ortiz Villalón (1907), en Cabra (Córdoba); ¡Mujer!; diseño y decoración escultórica de la Biblioteca del Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario de Córdoba; Niña, Ídolo eterno, Deseo, Sensualidad, La Parra, Forma, Gitana, Luisita Montoya, Conchita Montoya, María, Ensueño, subtitulada Mi discurso en mármol, Lucio Anneo Séneca

El Lagartijo, busto en bronce

Busto en bronce de Rosales

Monumento al Lagartijo

Maternidad

Un lobo de mar

Monumentos que no llegaron a realizarse

Proyecto de Monumento a Rosalía de Castro para Santiago de Compostela

Proyecto de Monumento a Pestalozzi para la Escuela Superior de Magisterio, en Madrid

Proyecto de Monumento a Cervantes, para la plaza de España en Madrid.

Mateo Inurria y la AEPE

En el I Congreso de Bellas Artes que organizó la Asociación de Pintores y Escultores, actuó como Presidente de la sección de Escultura,

Al I Salón de Otoño de 1920 acudió con un busto en mármol, Nº 957, y en el mismo apareció inscrito como Inurria, D. Mateo; reside en Madrid, Alberto Aguilera, 14.

Las ilustraciones que aparecían en el catálogo del Salón de Otoño de 1935

 

En el XV Salón de Otoño de 1935, por iniciativa del Director de la Gaceta de Bellas Artes, Estévez Ortega, se le dedicó la Sala V, bajo el título de “Arte retrospectivo”, exhibiéndose un total de 51 obras entre mármoles, bronces, cerámicas y cuadros:

Mármoles: Ídolo eterno, Gitana, Desnudo de mujer, María, Cabeza de Cristo, Busto de mujer sin terminar.

Bronces: La Parra, Deseo, Niña, Ensueño, Mujer española, Lobo de mar, Reflexión, Gitana, María, Gran Capitán, Maternidad, Toilette, Niña, Yelmo de Mambrino, Medalla de las Bellas Artes.

Cerámicas: Señá Fuencisla, Los cuatro continentes: Europa, Asia, África, América, Crisálida, Coquetería, Flor de Granada, Flagelación (Cristo en la columna), Forma, Gran Capitán, Rosales boceto, Rosales busto, Cabeza de nazareno, Alfonso el Sabio, Gran Capitán y Proyecto de sepulcro del arzobispo de Tarragona.

Cuadros: fotografías del proyecto de monumento a Cervantes; fotografías del proyecto de monumento a Cervantes, detalle, fotografías del monumento a Antonio Barroso, Flor de Granada, proyecto de panteón, fotografías de varias obras, dibujo del monumento a Barroso, varios dibujos, fotografías de monumentos y obras, fotografías de La Marina del grupo de Alfonso XII del Retiro, fotografías de monumentos religiosos, dibujo del Quijote, retrato grande con marco dorado. (los muebles que exornan la Sala pertenecen a la colección de Mateo Ynurria y se hallan de venta).

Autógrafo del maestro

Las tres edades de la mujer

Placa homenaje que le dedicó el Ayuntamiento de Madrid

 

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