Marisa Pinazo Mitjans

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Marisa Pinazo Mitjans

ABC, 1931

 

PINAZO MITJANS, Marisa      P       1935           MADRID        MADRID

 

Hija de José Pinazo Martínez (10/7/1879 Roma + 2/12/1933 Madrid) y de Magdalena Mitjans y Sans (1889 +14/2/1977 Madrid), nieta de Ignacio Pinazo Camarlench.

El matrimonio tuvo dos hijas: María Teresa, nacida en 1910 en Madrid, y María Luisa, nacida también en Madrid el 24 de abril de 1912.

Su infancia transcurrió en la localidad valenciana de Godella, donde el matrimonio vivía con el patriarca de la familia Pinazo, hasta su fallecimiento en 1916.

Después, se trasladaron a vivir a Madrid, a la calle Sánchez Bustillo, 3.

Dotada de una tremenda sensibilidad artística y humana, desde niña comenzó a desarrollar su instinto para la pintura y el dibujo, contando con una mano privilegiada.

Distintos retratos de Marisa Pinazo de niña, realizados por su padre, José Pinazo Martínez

 

Bajo el constante aprendizaje del mundo de la pintura que su padre le proporciona y la esmerada educación que recibe de su madre, Marisa crece en un ambiente familiar propicio para las bellas artes.

Los últimos años de vida de su padre, Marisa asumirá el papel que había venido haciendo su madre de apoyo constante al pintor y al hombre. Estará con él permanentemente pintando en el estudio, o llevando sus asuntos personales, sirviéndole de modelo e incluso saliendo al campo y tomando para él apuntes y notas, donde dibuja figuras y objetos que luego servirán a José Pinazo para la elaboración de sus obras.

Retrato de Marisa, por José Pinazo, 1928

 

En 1930, en la revista Blanco y Negro, se hablaba por primera vez de la artista en estos términos: …”Pinazo tiene esposa, compañera y dos hijas que añaden a la simpatía y la belleza la circunstancia de haber nacido de la una con pelo negro y ojos negros; la otra, con ojos claros y pelo de buen oro…. Jovencísima aún, lleva pintados no más de media docena de lienzos y ya se puede decir que hay en ella una pintora… puede apreciarse la excelente manera de entender de esta criatura dotadísima… Y ¡qué ejemplo el de elegir esas materias humildes…! ¡Cómo va, gracias a Dios, abriéndose camino la buena educación plástica…! Unas cuantas cajas de cartón, unos frascos, dos o tres bombillas o una sartén y unos platos… “Pues tengo aquí delante un cuadro preciosísimo… Sí, si… Muy bien está… pero ¡que muy requetebién! Más me convenzo cuanto más lo miro.. Es uno de los Pinazo más “primera medalla” que conozco”…

 

En 1931, el ABC publica un reportaje titulado “Caras nuevas”, en el que se habla así de la artista: …”Marisa Pinazo es pintora. Suave temperamento, espíritu en reposo que busca también el reposo en el arte… Propende hoy a un quietismo cálido. Agrupa esas formas menudas, esas masas de materia diversa, modeladas para la utilidad, y las enlaza en una composición que revela ciencia, pero también un orden interno, una valoración cariñosa, subjetiva, de niña-mujer. No son pueriles los cuadros de Marisa Pinazo, y  sin embargo, fluyen los candores que ella encontró en las menudencias y en las pobres cosas que forman el menaje del mundo. Dio con la manera de robustecer los contornos, de infundir seriedad al color, de bañar en una luz cernida a los humildes seres manuales. La botella, el plato, la bombilla eléctrica, el tintero, el vaso, el búcaro… Andábamos entre esas cosas sin verlas. Marisa Pinazo nos enseña con qué afición las debemos mirar. Hay algo de cuento y varita mágica, de hada de lo inerte, en su pintura”.

 

Y también en el ABC, leemos …”Un Estudio de la gentilísima- Marisa Pinazo confirma cuanto había de prometedores augurios respecto al espíritu de artista de esta muchacha, vástago que honra e ilumina con luz propia su estirpe egregia. El cuadro de Marisa Pinazo representa, con relación a sus obras anteriores, una estilización de la natural, sencillez y de la espontánea gracia que brota de su arte personalísimo. Unas nonadas como tema, y, sin embargo, ¡qué poder evocador el de la candorosa levedad de unas infantiles alegorías… En cuanto a técnica, hay en esta obra un tratado de moderna pintura”.

En 1931 concurre al XI Salón de Otoño, mereciendo una reseña de la revista Nuevo Mundo, en la que se lee: … “También discreta, selectísima, la serie de Naturaleza s en silencio. Maestros como Juan de Echevarría y Nicanor Piñole tienen la coincidente compañía de jóvenes estéticamente capacitados: Marisa Piñazo, Cristóbal González, Chicharro Briones”… y también: …”Marisa Pinazo, en una naturaleza muerta, marca el avance seguro y dichoso de su arte hacia la claridad dispositiva y tonal que también –y tan bien- está en las obras recientes de su padre; pero con un sentido personalísimo y de indiscutible atractivo en las suyas propias”…

En 1932 participó en el Salón de “Heraldo de Madrid”, apareciendo en la prensa como “El arte nuevo de catorce jóvenes reunidos en nuestra capilla”, una exposición de arte moderno en la que coincidió con pintores y escultores escogidos para la ocasión: Arroute, Waldo Insúa, Cobo Barquera, Serny, Borrás Casanova, Gil Guerra, Cristóbal González, Rosario de Velasco, también socia de la AEPE, Florit y Horacio Ferrar, además de los escultores Compostela, Monreal y Vassallo.

En otros diarios se referían a que “el grupo obedece a los dictados de libertad y rebeldía, con propósitos levantados de cultivar el arte nuevo”. Se detallaba que se habían agrupado bajo el nombre de grupo “Acción”.

En Crónica, de mayo de 1932, se publicaba un reportaje sobre lo que la palma de la mano decía de algunas artistas. En el caso de Marisa Pinazo se leía: “La belleza, la expresión, toda ella, es un ritmo de línea. Ritmo de carcajadas suaves y conversaciones en murmullo, ritmo de pinceladas que acaban sus cuadros con un perfil rasgado, casi áspero, capaz de infundirles aún más ingenuidad”…

 

La prematura muerte de su padre en 1933 marca en ella una profunda herida, pero continúa pintando y realizando algunas exposiciones.

En 1933 repite experiencia en el Salón de “Heraldo de Madrid”, con la Exposición de Artistas Independientes. En el Heraldo de Madrid del 28 de febrero se publicaban las fotografías de los componentes del Salón, 14 artistas entre los que ya no aparece Rosario de Velasco, que es sustituida por el pintor Cataluña, publicándose en los días siguientes, algunas fotografías del acto de inauguración.

Fotografía aparecida en el Heraldo, en 1933

 

En 1934 la Junta General de la Casa Regional Valencia rindió un homenaje a José Pinazo, y con tal motivo, y por aclamación popular, acordó nombrar socios de honor a las hijas del finado, María Teresa y Marisa.

En el Blanco y Negro del 28 de abril de 1935, el cuadro “Azucenas”, presentado al Salón de Otoño, ocupa una página entera, mientras que a lo largo de diferentes días de octubre y noviembre, se hace eco de la obra con diferentes reseñas, como la que afirma que … “Hay excepciones honrosas, como el Bodegón de Marisa Pinazo…”, o …“Unas azucenas de delicada factura dentro del sentido moderno”… o la que aseguraba que el …”Bodegón, de la Srta. De Pinazo, que hasta hace poco algo cobarde en el color, ha vencido esta timidez con resultado espléndido. Su obra, si no la más profunda, es la que más encanto tiene entre todo el concurso”… mientras que Julián Moret firmaba unas notas en La Epoca, asegurando que …”Marisa Pinazo describe con una paleta dilectísima, todo un poema literario”…

Azucenas

Bodegón de las bombillas

Bodegón de los pajaritos

Bodegón marinero

 

Faisanes

Magnolias

 

Tan meritoria obra le valió a la artista la recompensa de ser propuesta como Socio de Mérito del Salón de Otoño.

Y otra gran reseña, firmada por Rafael Suárez Solís, que en Crónica decía que …”Estos primeros pasos de una Marisa Pinazo, de un Vázquez Aggerholm, n o pueden denunciarse como lecciones aprendidas. Si acaso, infiltradas o exaltadas. Tomamos estos dos ejemplos por corresponder a dos hijos de pintores ilustres- uno, muerto; otro, activo: don José Pinazo y Martínez, y don Daniel Vázquez Díaz- , de quienes no se puede decir que siguen la simple manera doctrinal de sus padres. Si los recuerdan en sus obras, no es por la lección o por la imitación, sino por cierto “aire de familia” que en arte se llama temperamento y, en última instancia, escuela. Tienen la misma inquietud de raza, como un día la tuvieron los “familiares” Velázquez y Carreño, Madrazo y Vicente López. Pero nada más. Lejos de ser Marisa Pinazo como don José Pinazo y Martínez, y Rafael Vázquez Aggerholm, como don Daniel Vázquez Díaz, debemos considerar que Vázquez Díaz y Pinazo Martínez serían hoy, si hoy empezaran a pintar, como son pintores sus hijos. En Marisa Pinazo el “aire de familia” ha tomado unos rumbos de gran modernidad, con los que da a lo simplemente levantino- color, disposición, plástica –un movimiento y una elocuencia universales y dinámicos. Aprieta sin demorarse y “deja” en el lienzo una inquietud que señala el paso por la vida del arte de una generación rebelde a permanecer en el pasado”…

En 1935 participó en la Exposición celebrada en Valencia en la que se reunieron 38 esculturas y 200 pinturas de firmas como Sorolla, Pinazo padre, hijo y nieta, Benlliure, José y Pepino, Segrelles, Bartolomé, Mongrell, Tomás Murillo, Peris Brell, Domingo, Sigüenza, Novellas y Messeguer entre otros.

En junio de 1935 la revista zaragozana Noroeste dedicó su número 10 íntegramente a algunas escritoras y artistas modernas de lengua española como Carmen Conde, Ernestina de Champourcin, Elena Fortún… y entre las que se encontraba también Marisa Pinazo.

Paisaje

 

En 1936 Participó en la Exposición de Arte Español en París.

En marzo de 1939 contrae matrimonio con Francisco Fernández Longoria, que llegó a ser Jefe del Estado Mayor del Ministerio del Aire, Teniente General Jefe de la Región Aérea Atlántica y Jefe de la Región Aérea Central y Consejero del Reino en 1969.

En 1943 tuvo a su hija María Luisa, cuando ya contaba con dos varones, Francisco y José Luis. Francisco Fernández-Longoria Pinazo se casó con Carmen Muñoz-Seca Blanc, hija del literato Pedro Muñoz-Seca, y tuvieron los hijos: Miguel, Nuria, Paula y Jorge Fernández-Longoria Muñoz-Seca

A partir de entonces, pintará de forma esporádica, acudiendo al estudio en Madrid del pintor valenciano Amadeo Roca, que fuera alumno de José Benlliure, profesor en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando y académico en San Carlos de Valencia.

También acudía a tomar apuntes en las sesiones del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Paisaje

 

Falleció el 21 de febrero de 1990 en Madrid, a los 78 años.

Javier Pérez Rojas dijo de ella que “es una autora de depuradas y sintéticas naturalezas muertas donde los objetos irradian vida propia”.

Retrato de Pacorro

 

Marisa Pinazo y la AEPE

Al XI Salón de Otoño de 1931 concurrió inscrita como Marisa Pinazo, natural de Madrid. Vive en Fortuny, 7, y presentó la obra:

74.- Estudio, óleo, 0,62 x 0,88

Al XIV Salón de Otoño de 1934

7.- Azucenas, óleo, 0,80 x 0,70

Al XV Salón de Otoño de 1935

16.- Bodegón, óleo, 0,87 x 0,98

Azucenas, presentado al XIV Salón de Otoño

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