AÑO MUÑOZ DEGRAÍN: En el centenario de su nacimiento

Por Enrique Carlos Fernández Barrado

Graduado en Historia del Arte

La sinceridad en el arte según el pintor Antonio Muñoz Degraín

 

El 19 de febrero de 1899 ingresaba en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, como académico, el pintor Antonio Muñoz Degraín, ocupando la vacante que dejó el artista Vicente Palmaroli tras su fallecimiento en 1896. El discurso leído en su recepción pública, conciso pero contundente en sus afirmaciones -en consonancia con su carácter sencillo y franco-, nos permite acercarnos a ciertos aspectos que condicionaron su manera de concebir el arte.

A la altura del año 1899, Muñoz Degraín había conseguido importantes distinciones y triunfos, siendo dos de los más señalados, los primeros puestos en las Exposiciones Nacionales con los cuadros: Otelo y Desdémona y Los amantes de Teruel, en los años 1881 y 1884, respectivamente. Ambas obras se enmarcan dentro de lo que se ha venido conociendo como pintura de historia. No obstante, el paisaje fue la dimensión pictórica más grata para el pintor valenciano. Amós Salvador y Rodrigáñez comentaba su amor al natural, aunque no todo lo natural tuviera porqué ser bello, según la propia creencia de Muñoz Degraín. Sin embargo, en su discurso de ingreso deja claro que es la “Naturaleza” el origen de las artes, incluso de la más etérea y espiritual, como lo consideró con respecto a la música. Y esa mirada puesta en la Naturaleza se produce en el ámbito artístico, en comunión con la sinceridad. Esto dio como resultado, para nuestro pintor, la comprensión de la obra de arte como una representación de lo esencial de la Naturaleza, en la que el artista, identificado con ella, es capaz de reproducir la sensación experimentada con verdad tan variada como el manantial de donde nace.

 

Por tanto, hasta ahora, lo que tenemos es el reconocimiento de la Naturaleza como arjé o principio, de la que -como diría Bécquer- es vaso el poeta. Por otro lado, el reconocimiento sincero de la sensación individual del propio artista, como hacedora de la obra, implica asumir la propia subjetividad del individuo. Cuestión que me hace recordar las famosas palabras de Santo Tomás, recipitur ad modum recipientis recipitur; es decir, todo lo que se recibe se recibe al modo de receptor. Sin embargo, miradas hay muchas, tantas como observadores. De ahí la importancia de la sinceridad, que implica voluntad y compromiso del artista para observar y estudiar aquello que es capaz de sentir, en aras de una provechosa transmisión para quien contempla la obra de arte.

Con esta forma de concebir la creación artística, no es de extrañar el reproche que en su discurso le hizo a la fotografía, considerándola monótona e impersonal. Combatividad que no vino exclusivamente por parte de pintores y escultores del momento -basta ver la crítica que tiempo atrás realizó el propio poeta Charles Baudelaire, considerando que el lugar que había de ocupar la nueva tecnología era la de ser sirvienta de las ciencias y las artes. No podemos olvidar que, por entonces, surgió un movimiento en el mundo de la fotografía conocido como pictorialismo, que buscaba a través de sus composiciones asimilarse a la pintura. Destacados pictorialistas fueron Oscar Gustave Rejlander o Henry Peach Robinson, quien llegó a teorizar sobre esta particular forma de fotografía en libros como Pictorial Effect in Photography (1869) o Picture-making by Photography (1884).

Por otro lado, Antonio Muñoz Degraín condenó como funesta tendencia la de querer hacer del arte un instrumento que propague ideas y enseñanzas provechosas, dado que esta forma de proceder por mentes demasiado utilitaristas, como él mismo señalaba, iba en contra del propio sublime desinterés de la emoción estética. Esta forma de interpretar el arte le pone en conexión con la corriente romántica, que se caracterizó por la búsqueda de la autonomía del arte. Sin embargo, la aceptación de estas implicaciones deriva, en parte, de los planteamientos de Immanuel Kant, pues fue él quien en 1790 ya defendió que para poder apreciar estéticamente un objeto debía darse una actitud no egoísta ni interesada. Y esa gratuidad por parte de quien mira, genera a su vez un placer que aunque es subjetivo, puede ser compartido de forma universal. Esta manera particular es la que consideró Muñoz Degraín que podía ser docente y transmisora de verdades, sin pretender decir razones -tal y como señaló Jesús de Garay con respecto a la multiplicidad de formas de lenguaje en las que habita la verdad. Esta particularidad del arte, entre otras muchas formas de comunicación, incide en lo experiencial, no en lo experimental. De ahí que nuestro pintor tome distancias con las ciencias y proclame la singularidad del arte cuando se aúnan en él Naturaleza, técnica y, sobre todo, sinceridad.

Mª Luisa Pérez Herrero

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

María Luisa Pérez Herrero

 

PEREZ HERRERA, Mª Luisa    P  1919  12.abr.1887  MADRID  26 may.1934MADRID

Madrid, 12 de abril de 1898 – Madrid, 26 de mayo de 1934

Cuenta con una calle en el madrileño distrito de Chamartín

 

La pintora Mª Luisa Pérez Herrero nació en Madrid, el 12 de abril de 1898. Sin embargo, en los registros de la Asociación Española de Pintores y Escultores, en los que cada artista, de puño y letra, consignaba sus datos personales, figura como fecha de nacimiento el 12 de abril de 1887.

Nació en el seno de una familia humilde, hija de Manuel Pérez Calvo y de Francisca Herrero Fernández, que tuvieron también otro hijo llamado Félix.

Imagen aparecida en la Revista La Esfera, de 1923

 

Mª Luisa estudió en el Colegio San Luis de los Franceses de la calle Tres Cruces, fundado en esa ubicación en 1856 y que estaba a cargo de las Siervas de María, luego de las Siervas de la Caridad, y quedaba relativamente cercano a la residencia familiar, que por entonces estaba en la calle Orellana, 3.

Las dotes artísticas de la joven debieron quedar patentes desde temprana edad, y como la familia no disponía de recursos económicos con los que sufragar la inscripción en la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado, solicitó la matrícula gratuita.

Ya en el curso de 1918-19, ganó un premio en metálico consistente en 62,50 pesetas en la asignatura de Paisaje, obteniendo también diploma en febrero de 1919, en Dibujo del antiguo.

Fotografía de 1920 aparecida en la prensa de la época

 

En la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid fue discípula de Antonio Muñoz Degrain, uno de los Socios Fundadores de la Asociación Española de Pintores y Escultores y un excelente paisajista del que sin lugar a dudas recibió el influjo que denota cada obra, de su intenso amor por el paisaje.

En 1919 consiguió una beca en el Monasterio de El Paular, en donde desarrolló su afición por la pintura de paisaje que la caracterizaba. Así lo recogía, en la sección titulada Actualidad femenina, la revista popular ilustrada Mundo Gráfico de 1919, en donde la información se acompañaba de una fotografía de la artista.

A finales de 1919, la Biblioteca Nacional (Salón de los Amigos del Arte), acogía la segunda exposición de los alumnos pensionados en El Paular, en donde obtuvo el Primer Premio, hecho que recogió la prensa de la época, que publicó fotografías de la artista y una breve reseña en la que destacaba que …“la artista presenta, entre cuadros, apuntes y estudios, trece obras muy bien pintadas… que tienen un gran encanto y poesía”…

De esa fecha data una reseña que el periodista Juan de la Encina le dedica en el Semanario España: “Rusiñol ha influido sin duda en la señorita María Luisa Pérez Herrero. No por el simple hecho indiferente de que esta señorita haya tomado por tema de algunas de sus obras los jardines de Aranjuez, sino por el modo de componer, en parte, por el estilo y la intención… paisajes finos, brillantes, decorativos. Están ejecutados con un cierto brío y franqueza poco femeninos. Parecen que han salido de mano de varón. Bien empastados y jugosos, sin embargo, a las veces, como es natural en quien comienza, se le enturbia y adensa el color y no consigue el efecto que se propone su autora. El tiempo y el estudio traerán lo que falta”…

«Calleja de Miraflores de la Sierra» y «Puesta de sol», de 1923

 

En agosto de 1919 el Círculo de Bellas Artes de Madrid organizó la Exposición de Bellas Artes en Santander, que incluía más de 350 obras de pintura, escultura y grabado, de artistas como Sorolla, Moreno Carbonero, Muñoz Degrain, López-Mezquita, Domingo Marqués y Pinazo Martínez, entre otros muchos, exhibiendo además una obra de la joven artista Mª Luisa Pérez Herrero.

En aquellos momentos la artista comenzó a destacar por su buen hacer, ocupando portadas de publicaciones a todo color algunos de sus cuadros realizados en El Paular, como el aparecido en La Esfera el 21 de febrero de 1920, titulado “Un rincón de la iglesia”.

 

El pintor y crítico de arte José Blanco Coris, dedica entonces unas líneas en El Heraldo de Madrid, a la artista: “Para nuestros lectores la Srta. Pérez Herrero no es una desconocida. Nos hemos ocupado de ella, con elogio… pertenece al grupo de alumnas que hace poco tiempo ingresaron en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, de las que han seguido con brillantez y aprovechamiento las enseñanzas de aquel centro de cultura… María Luisa Pérez no es una pintora femenina, no refleja el espíritu de mujer en sus obras que están resueltas con factura valiente de pincelada francesa y nerviosa. Su paleta es limpia y luminosa y siente el natural con grandeza… en sus estudios y apuntes no hemos encontrado ningún detalle mezquino, ninguna de esas notas pequeñas que todos los artistas hacen y poseen en el laboratorio de sus producciones… cuadros impresionados del natural con el tema obligado de la nota amarilla, nos recordaron las primeras obras de Mir, por su brillantez y luminosidad, por su factura amplia. La señorita Pérez Herrero, cuya modestia y sencillez son encantadoras, es una artista de gran porvenir, cuyos primeros pasos en la pintura revelan una disposición extraordinaria; la de ir al natural con lienzos de a metro a luchar con los elementos, y esto, que lo hacen contados artistas, es una gran virtud, un gran deseo de avanzar y llegar en poco tiempo a donde otros llegaron a maestros por sus pasos contados. María Luisa Pérez Herrero pertenece al grupo, que poco a poco vamos dando a conocer, de las mujeres pintoras y escultoras que en la actualidad honran y son el encanto de las Bellas Artes españolas”.

En 1920 se le concede una Bolsa de viaje con motivo de la Exposición Nacional celebrada ese año y participa en el Primer Salón de Otoño de Artistas Independientes de Madrid, celebrado en el Palacio de Exposiciones del Parque del Retiro de Madrid y organizado por la Asociación de Pintores y Escultores. Una presencia que no pasó desapercibidos para la crítica y el público.

En agosto de 1921 consiguió aprobar la plaza de ayudante de Dibujo de la Escuela Normal de Maestras de Madrid, participando en noviembre en la Exposición de Artistas Madrileños junto a grandes pintores, miembros de la Asociación de Pintores y Escultores, como Eduardo Chicharro, José Bermejo, Juan Espina, Martínez Cubells, Hernández Nájera, Ramón Pulido, Roberto Fernández Balbuena, Ricardo Fons, la familia Zuloaga (Daniel, Juan, Esperanza y Teodora), y otros muchos artistas.

Una vez más destacaron las obras de Mª Luisa, que mereció una reseña firmada por Ramón José Izquierdo en La Correspondencia de España, quien aseguraba que  “La pintura de paisaje ha hecho evolución en Madrid… en primera línea, debe contarse a María Luisa Pérez Herrero. Frondas estivales la revela como una artista indiscutible, y hace concebir incalculables esperanzas para lo porvenir, teniendo en cuenta que este cuadro, que vale más incomparablemente que los de muchos que se hallan en el final de su carrera artística y se llaman laureados y maestros, es debido a una joven que empezó ayer a pintar. Es verdaderamente raro que en tan poco tiempo se pueda adquirir tanta maestría en la interpretación del natural. La luz, el color, la perspectiva difícil de las enramadas iluminadas por el sol. En cuanto a la poesía que respira su cuadro, no nos extraña que la haya sentido, porque es mujer y artista”.

Con motivo de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1922, distintos periódicos de la época recogen la concesión de una Tercera Medalla a la artista por su obra titulada “Frondas estivales”.

En abril de 1923 realizó una exposición en el Salón permanente del Círculo de Bellas Artes de Madrid, que fue visitada por el rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia, llegando a ser portada del diario ABC.

Fotografía aparecida en El Heraldo de 1923

 

Los comentarios se vuelven cada vez más sólidos y prestigiosos, como el que hace en El Heraldo, el crítico Blanco Coris, destacando que fue “S.M. la Reina Victoria la primera en visitar la muestra y adquirir dos de sus  notables paisajes”…la artista ha puesto su alma entera en la tarea de ofrecernos el ambiente, el encanto y la poesía de las alamedas del Real Sitio, con la honradez y la brillantez de paleta que la caracteriza… en el grupo de los paisajes de la sierra sobresalen lienzos magistrales, obras completas de técnica, color, luz y perspectiva… una nota vigorosa y bien resuelta de una contraluz de sol. Conciertan con estas obras en número de treinta y una, ofreciendo un conjunto brillante y una demostración ponderante de las facultades de esta joven artista”.

Gran Vida destaca también la exposición comentando: … “la labor de esta artista que, aun no siendo nada brusca, ha sabido, sin embargo, abstraerse de ese algo de ñoñería que suelen tener los trabajos femeninos, hasta el punto que, de primera vez, da la sensación de haber sido ejecutadas por manos más vigorosas… una prueba de su valentía… en otras obras empieza a percibirse más el alma de la mujer, sin que esto quiera decir que hallásemos la más ligera falta de vigor. Es, pues, la obra de nuestra joven y estimada pintora, simpática por su modestia, decidida, pero sin estrabismos ni alucinaciones coloristas, antes por el contrario es delicada, bien definida, toda armonía, es la halagüeña esperanza del mañana, la promesa de un brillante porvenir…”

La artista fotografiada en 1935 para Mundo Femenino

 

José Francés, quien fuera Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, le dedica un amplio reportaje, bajo el título de “Una pintora paisajista”, que incluye párrafos como éstos:

…”La vernalidad del ambiente y la fidelidad emocional de los lienzos de la señorita Pérez Herrero han sido, por el momento, más fuertes que nuestro afán de concretar. Dentro del alud paisajista, los cuadros de la señorita Pérez Herrero salvan y se libertan por su esencia peculiar.

«La calle Arcediano de Salamanca»

 

La señorita Pérez Herrero no es el turista mercantil del paisaje… La extraña y valiosa calidad viril del temperamento y de la técnica. Porque María Pérez Herrero pinta como un hombre»—se ha dicho demasiadas veces… el arte de la señorita Pérez Herrero, tiene un acento varonil, una seguridad varonil, una varonil elocuencia. No se sabría definir exactamente con palabras en qué consiste ese carácter de masculinidad en un paisaje; pero es lo cierto que existe. Otras pintoras—evitemos alusiones directas—se ve en seguida que pintan como su mamá bordaba relojeras y zapatillas o como una hermanita suya hace encaje de bolillos… La señorita Pérez Herrero… siente un comprensivo amor al paisaje, se le adivina el deleite de interpretar el amplio milagro de la luz en el aire libre. Su Exposición actual se compone de dos temas distintos: Aranjuez y Miraflores de la Sierra. Los jardines artificialmente logrados y el natural espectáculo pueblerino. Dos épocas también: el otoño preferentemente en los ¡jardines; el verano encandeciendo muros, azulando sombras y mustiando tierras, en las callejas o los caminos … Y siempre María Luisa Pérez Herrero acusa la veracidad de cada sitio y cada hora. Y siempre con un lenguaje enérgico donde hasta la misma languidez otoñal se libra de alfeñiquería femenina… la señorita Pérez Herrero lo consigue en la fidelidad expresiva de la Naturaleza. Cuando abarca horizontes no mengua su brío. Significación fuerte de esa capacidad es el lienzo titulado Lejanía, que está logrado de un modo sereno y atmosférico. En los apuntes se muestra también basta qué profundidad sabe abarcar los fugitivos matices de las cosas”…

Ilustración de 1920

 

En 1923 la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas le otorga una pensión en París. María Luisa Pérez Herrero recibe entonces un homenaje-despedida el día 27 de abril, tras el cual se trasladó a París y a Bélgica. El banquete de honor fue organizado por los profesores, compañeros admiradores y amigos, que deseaban ofrecerle su testimonio de admiración.

Fue un año de intenso trabajo para la artista y fruto de ese viaje, será premiada tres años más tarde en la Exposición de Cádiz de 1926.

Fotografía de la revista Blanco y Negro, 1934

 

Presentó obras a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1924 y ya finalizado su viaje, volvió a exponer los paisajes de Francia y Bélgica en el Salón de Exposiciones del Circulo de Bellas Artes en diciembre de 1925, recibiendo nuevamente la visita de los reyes y elogiosas críticas,  como esta, firmada por L.P.S. en la que destaca: “El triunfo logrado por esta notable pintora de paisajes no ha sido para nosotros una sorpresa. Lo esperábamos. La corriente y curso de su arte estaba definido para cuantos seguimos con interés las cuestiones que afectan al cultivo y desarrollo de las artes-bellas… La Pérez Herrero ha creado con fortuna esos sus cuadros, todos bellos y todos distintos. La mayoría de sus paisajes parecen querer ser y vivir por sí mismos, codiciosos de soledad y silencio. En los canales y viejas calles de Brujas todo parece sumido en el recuerdo de glorias. Quizá las primeras obras de la Pérez Herrero pudieron darnos la impresión de sentimiento de melancolía, de pesadumbre… del sentimiento romántico de Santiago Rusiñol… Desde entonces han pasado algunos años…”

«Melancolía«, aparecida en la revista La Esfera

 

Hesperia firmó en la revista Gran vida otro texto: “Tarea grata para la memoria es recordar la labor expuesta en el Círculo de Bellas Artes por María Luisa hace dos años; era toda una promesa de un porvenir halagüeño; …al contemplar sus nuevas producciones, realizadas unas entré la bruma del Sena, otras bajo el cielo de Bélgica, algo parecido al nuestro, hemos tenido la inmensa alegría de ver en sus lienzos, más enérgicos quizás, la misma serenidad que cuando marchó; ha retenido en ellos todo cuanto sus ojos contemplaron, sin ningún afán innovador, abstrayéndose con resolución inquebrantable del ambiente casi anárquico que la rodeaba. Esta firmeza suya en seguir el camino, comenzado acertadamente, en medio de una Babel de tendencias, en el centro de las exaltaciones y estridencias de unas u otras nuevas orientaciones del arte, nos demuestra que la base sobre la que desarrolla sus actividades nuestra artista es sólida, pues únicamente así puede permanecerse inmutable, sin el más leve contagio de influencia alguna. Indudablemente, el ardoroso celo en el estudio allende la frontera ha contribuido a que adquiriese mayor dominio en su técnica, cada vez más robusta, más resuelta. La diafanidad de su paleta se ha acentuado; esas notas grises, tan finas, …tiene, sin embargo, una vaporosa transparencia… Los efectos de sol en esos trozos de los jardines tienen la natural luminosidad…. El estímulo de la recompensa obtenida; el afán de demostrar al regreso que no se malgastó el tiempo; la ilusión del éxito, hicieron redoblar sus esfuerzos, trabajar intensamente, logrando que su labor fructífera, de una gran fecundidad, obtuviese la deseada aprobación unánime, a la par que el avance dado con tal brío la colocara entre las de los buenos paisajistas. Ante la nueva obra de María Luisa, de conjunto acertadísimo y bello; ante la realización de esperanzas concebidas, hemos de pensar con verdadera alegría que si su enérgica voluntad y la fe en sí misma le han dado valor para salvar dolorosos escollos y conseguir colocarse en primera fila, pronto, si, como es de esperar, sus ánimos no decaen, la veremos ocupar un puesto de honor, llegar a la cúspide de esa cumbre tan soñada, a la que pocas veces se llega joven aún”.

«Oración»

 

Los comentarios fueron unánimes. En otro artículo se lee: …”María Luisa Pérez Herrero es una pintora que hermana con feliz acierto el tecnicismo aprendido de los viejos maestros y la clara y moderna visión de los bellos paisajes, que traslada al lienzo Ubre de todo prejuicio, buscando reflejar en su obra la verdad y la emoción. Y tanto busca lo emotivo María Luisa, la gentil artista, que en ocasiones hace literatura con sus cuadros, porque en ciertos paisajes y apuntes se observa el atormentado espíritu de la autora, a quien impregnan de un sentimiento romántico, melancólico, él ambiente gris de las grandes urbes en que se agitan entre brumas y lluvias las vidas afanosas de las multitudes, o hacen soñadora los lagares solitarios y- sugeridores que recuerdan tiempos pretéritos y gloriosos. La obra de María Luisa Pérez Herrero, realizada con verdadero amor, atrae por su sinceridad y sencillez. No se advierten en ella afectación ni deseo de asombrar con procedimientos nuevos o extravagantes. Está hecha honradamente por quien tiene medios de halagar el snobismo de los que alardean de modernos o de conseguir el aplauso de la galería. Ni unos ni otros son adulados por la artista, a quien no faltan los plácemes del público, el premio de la crítica y el éxito de venta Todo se lo merece la trabajadora e Inteligente pintora”.

La artista en Mundo Gráfico

 

Y justo cuando empezábamos a dejar atrás críticas en las que se hace referencia continua a su condición de mujer, la Unión ilustrada publicó un artículo firmado por otra mujer llamada Regina, en el que se comenta en tono más que jocoso que: …”-Esta muchacha .pinta como un .hombre-… -Yo creo lo contrario, que pinta : como mujer -las mujeres no tienen generalmente esa maestría, ese verismo, y los asuntos, si se quitan las flores y los niños… – i Ah, vamos! Tú te refieres a las que disculpan su ñoñería» con un sexo, sin tener en cuenta que esa incapacidad de hacer acosas serias también se da en los hombres… Creo que si la mujer tiene verdadero talento, puede y debe hacer las cosas con la misma maestría que cualquier hombre; y, sin embargo, su obra ha de ser en todo momento viril. Aquí tenéis un ejemplo. María Luisa Herero pinta como un hombre y siente como una mujer que es. Sus cuadros, irreprochables en la factura, podrían ostentar en lo que a dominio de la técnica se refiere una firma masculina; pero un espíritu varonil no podría darles en esa ternura de interpretación, esa dulce melancolía tan femenina. -Tienes razón-asintió Marichu- se puede ser muy femenina sin ser ñoña”…

Nuevo Mundo, 1925

 

Presentó obra también a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926 y en 1927 vuelve a realizar una exposición en el Lyceum Club Femenino que fue muy bien acogida con críticas como: “María Luisa Pérez Herrero sigue con inquebrantable tesón y entusiasmo su buen camino elegido, o sea desarrollando su actividad siempre al impulso del sentimiento y, por lo tanto, sin preocupaciones de evolución ni esnobismos. Una vez más esta artista ha traspuesto las fronteras, ha pasado entre la exaltación de diversas tendencias, logrando salir libre de todo contagio; su nueva obra, que hace bien poco hemos contemplado, así lo demuestra; en los bellos paisajes de Brujas, Holanda y París hay una enérgica resolución, una firmeza hay en permanecer fiel al íntimo sentir, que tarde o nunca podrá quebrantar ninguna de esas modalidades tan en boga e insustanciales. Nuestra amiga, hoy por hoy, unifica la acción con el sentimiento. ¡Dios le conserve la perseverancia!”.

«Estampa«, 1929

 

O esta otra: “Acaso sea María Luisa Pérez Herrero una de las artistas que con mayor firmeza va creándose una personalidad en la pintura, y, sin duda ninguna, puede afirmarse, que nadie como ella trabaja y lucha en busca de aquella suprema fórmula de la belleza, que es ideal de todo aquel que a las artes consagra su obra. María Luisa recorre el Mundo, en su ansia de nuevos horizontes, y en todos lados recoge con delicada emoción y exquisita factura los paisajes que son regalo de los gemidos y sugieren ideas a la imaginación. Los cuadros de María Luisa Pérez Herrero -yo poseo uno que no vacilo en calificar de primoroso- son una demostración irrefutable de la marcha triunfal que sigue la inteligente y gentil pintora. Los paisajes españoles, las tierras holandesas, las viejas ciudades belgas, los bellos rincones de Francia, canales, calles, jardines. palacios, puertos, todo, en suma, cuanto impresiona la retina de nuestra compatriota tiene su interpretación justa y personalísima en los lienzos que manchan los pinceles de la joven pintora. Y por esto sus Exposiciones son éxitos rotundos de público, de crítica y de venta, que no sólo de aplausos viven los artistas”.

Gran Vida, 1926

 

A finales de 1928 realizó otra exposición en la Sociedad de Amigos del Arte, muestra que recogía sus obras, “interesantes recuerdos de sus recientes viajes por Francia, Bélgica e Italia”, cuyos cuadros son “muestras felicísimas de un fino impresionismo rezagado”… “Desde aquella muchacha … recién salida de la Escuela de San Fernando, a la que atraían los atardeceres otoñales de la Moncloa y del Retiro y las frondas de Aranjuez, a esta joven que se enfrenta con los parquea parisinos, sumidos en la niebla, con las silenciosas calles de las viejas ciudades belgas y con las piedras doradas de los antiguos edificios de Venecia y Roma, hay un corto período de tiempo en que su arte se depura precipitadamente y en el que esta notable paisajista logra captar mejor cada día que transcurre la infinita poesía de los paisajes que ve”.

Gran Vida, 1926

 

Luis León firmaba en la Unión patriótica, un artículo titulado “Los paisajes de María Luisa Pérez Herrero” en el que reseñaba que “emocionan por su sinceridad. Nada de convencionalismos ni de efectos rebuscados y artificiosos. Nada de amaneramientos de estilo, ni de audacias más o menos avanzadas, para seguir la moda. La artista se ha colocado ante el natural, sin prejuicios ni preocupaciones; una sensibilidad exquisita y susceptible de ser impresionada, un talento comprensivo, una noble sinceridad y un temperamento capaz de trasladar al lienzo las notas de color, de armonía y de belleza que han pasado por su alma. Lo que la ilustre paisajista ha llevado a sus cuadros, no son las frías copias del natural, sino sus propias emociones transformadas en luz, en acordes cromáticos y en bellas formas vibrantes de vida… ese es el supremo encanto de estos paisajes. Y en su sinceridad está el secreto de su valor…A través de las tonalidades y las líneas de estos paisajes aparece siempre el alma de la artista. La técnica es sencilla y sobria, desprovista de afectación. No se ve nunca la preocupación de producir efectos exteriores… Ella refleja los bellos matices del natural, pero no como espejo inconsciente, sino como un alma vibrante de emoción, que da vida al reflejo y en cada nota pone un acento de creación. Ofrece, pues, el conjunto de esta obra lo que en arte tiene más valor: personalidad, carácter y la noble orientación de un idealismo”.

Paisaje de Alsasua

 

Para José Francés, esta exposición supuso el triunfo de la artista y así lo relató en La Esfera, en un extenso texto del que destacamos: “María Pérez Herrero es la nómada apasionada de los lugares melancólicos… aprendió en los jardines rusiñolescos… bajo la sombra tutelar del viejo pintor catalán…pero en El Paular se evadió del rusiñolismo… su paleta gana en elementos cromáticos. No hay tanto verde de arquitecturas vegetales, ni tantos ocres y cadmios de otoño… Después se suceden los viajes… el pozo cromático no se agota…la señorita Pérez Herrero es una elegíaca del paisaje, como Rusiñol es un paisajista elegíaco…si al principio parecía coincidir con el maestro catalán, luego abandonaría las coincidencias temáticas y tonales para decir con acento propio la misma modalidad espiritual… temas preferentes que vemos reiterados sin fatiga ni obstinación. Al contrario, fluidamente, deliciosamente atractivos, con algo nuevo e inédito… Cada vez la encontramos mejor dueña de sus facultades y más aprovechada de la natural educación estética recibida. Cada vez también más afirmativa de su personalidad, sin peligro de amaneramiento… La exposición que ahora celebra en el Salón de Amigos del Arte tiene el valor consagrativo y definidor”…

La artista fotografiada para Gran Vida, en 1926

 

En julio de 1929 participará en la Exposición permanente del Círculo de Bellas Artes, en el Salón de Amigos del Arte, junto a otros grandes artistas como Chicharro, Hermoso, Adsuara, Verdugo Landi, Baroja, Julio Moisés, Pulido, Urquiola, Blanco Coris, Zubiaurre, Zuloaga…

Para finalizar el año, la revista La Esfera, le dedica una página completa con la reproducción de tres de sus obras, que firma Antonio García Bouza y titula “Lo que ha hecho María Luisa Pérez Herrero”, refiriéndose a su estancia en Salamanca. Según descubrimos en el relato, un amigo salmantino, Julio Fabrés de Solís, ha dado hospitalidad en su casa a la pintora durante tres semanas. Aquello debió ser un gran acontecimiento para una ciudad como Salamanca, sobre todo porque la artista se dedicó a pintar del natural sus calles y monumentos en plena calle, rodeada de la expectación propia que atraía a niños y mayores. Allí pintó más de una docena de cuadros en la primera visita que realizaba a la ciudad… “Todo lo que ha visto y traducido con sus pinceles ha sido por ella misma buscado con esa fina perspicacia de los verdaderos artistas”…

«Escena del bosque»

 

Entre 1929 y 1934 participó con sus obras en distintas exposiciones en las que siempre aparecía reseñada como “uno de nuestros excelentes paisajistas” o “célebre paisajista”, mientras sus obras ocupaban las portadas de prestigiosas revistas como Blanco y Negro o La Esfera y colabora en otras publicaciones como la revista Ellas, Semanario de las mujeres españolas, dirigida por José Mª Pemán, junto a Rafael Fernández Cuevas, «Osear» y Manuel Pedros..

«Interior con jarrón de crisantemos»

 

En 1930 la pintora visita la Puebla de Bolívar, en Vizcaya, tierra donde nacieron los antepasados del héroe. La prensa recoge el viaje…”Todo Puebla de Bolívar, con su ambiente de poesía y su atmósfera de luz, ha pasado a los lienzos de María Luisa Pérez Herrero… Diez y seis cuadros… magnífica obra, en verdad… por la perfección artística con que ha sido realizado… Los cuadros son de un inmenso valor histórico y de extraordinario mérito artístico… y figuran en una Exposición que, con motivo del Centenario del Libertador, ha de organizarse en Venezuela. Será indudablemente un maravilloso éxito. Venezuela sabrá apreciar como es debido la delicadeza del homenaje y el valor de la labor artística”.

El Liberal, 1928

 

Presentó dos cuadros a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1932 que merecieron el calificativo de “acertadísimos”.

Distintas ilustraciones aparecidas en La Esfera, en 1929

 

A la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1934 presentó dos obras tituladas  “Urdiain (Navarra)” y “Por tierras de Navarra”. En la inscripción situó su domicilio en la calle Isaac Peral, nº 12, 1º.

La exposición, celebrada en los Palacios del Retiro madrileño, se inauguró el día 24 de mayo y contó con la presencia del Presidente de la República y de Miguel Blay, Vicepresidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

«Canal de Brujas»

 

La artista había llevado sus obras y horas antes del “vernissage”, se sintió indispuesta.  El rápido desenlace de la funesta operación de apéndice a la que fue sometida “in extremis”, fue devastador, falleciendo dos días después, el 26 de mayo de 1934. Sus restos descansan en el madrileño cementerio de La Almudena.

La prensa recogió la triste noticia: “Casi repentinamente, en plena juventud, cuando las ilusiones de su arte parecían más próximas al triunfo, ha fallecido ayer en Madrid la notabilísima pintora María Luisa Pérez Herrero. La noticia causará dolor y sorpresa. Su pujante vigor artístico, puesto de manifiesto en la actual Exposición de Bellas Artes, donde se admiran dos obras suyas de las más destacadas del certamen, era promesa de esa consagración a que todos los artistas aspiran… fue prototipo de pintoras disciplinadas. Se formó en el estudio, a fuerza de constancia y vocación y había llegado, tras una lucha dura, pero sin claudicaciones ni desmayos, a ese grado de madurez y maestría que acreditan sus últimas obras. ¡Triste es pensar que son las últimas! Lo mejor de ellas no es solo la delicadeza y ternura con que están ejecutadas, ni la emoción profunda que difunde su espíritu sereno, sino las esperanzas que hacían concebir para un futuro próximo, que la muerte ha truncado. Descanse en paz la excelente pintora”….

En distintos medios se leía… “Se podía considerar como una de las figuras más interesantes de nuestra pintura contemporánea, y a sus méritos de artista, a sus lauros oficiales, había que añadir el encanto personal, su bondad, su gentileza, su talento. Entre artistas y profanos deja un recuerdo dulce y amable que servirá de lenitivo al dolor de perderla”….

O incluso: …”Esos son para mí los recuerdos más vivos; cartas donde expresaba siempre la nostalgia de España, y sobre todo, de su Madrid y de Aranjuez… Pero nos queda su densa obra, sin efectismos ni amaneramientos moderna, sin alarde de vanguardismo llena de vigorosa espontaneidad y trazada con soberbia técnica… La última tarde que estuvo a vernos, fué el 15 de mayo, con su madre, su sobrina y una excelente amiga, que ha velado su espantosa agonía de mártir. María Luisa cortó los últimos lirios del jardín. Para el estudio, me dijo. Y viendo los rosales cuajados de capullos, tardíos por el frío tenaz, añadió: —Volveré pronto, cuando estén abiertas las rosas. Ha sido la última vez que la he visto. Y esas primeras rosas han ido en su ataúd… Asociando su nombre al de tantos pintores y tantos poetas muertos cuando prodigaban el «divino tesoro», cuando ya las promesas habían cuajado en realidades, pero estas realidades habrían la promesa de más vastas perspectivas, buscaremos el consuelo posible en la idea de que los predilectos de los dioses mueren jóvenes, frase, no por mil veces repetida, tumba las rosas y los merecidos laureles.. menos oportuna. MATILDE RAS Las amargas lágrimas son para los que cumplimos el deber de dejar sobre su Ciudad Lineal, 30 de mayo 1934”.

La Gaceta de Bellas Artes destacó sobre su socia: “En la Sala XVII están los paisajes de la infortunada María Luisa Pérez Herrero, cuando más ansias de vivir tenía y más ilusiones se había forjado. Sus dos paisajes, sencillos y delicados, nos hablan de un buen temperamento de paisajista, prematuramente malogrado, y de una artista sensible al color y que sabía ver el natural”.

La Esfera, 1929

 

A propuesta del Jurado de la Exposición de Bellas Artes, el Estado adquirió por un valor de 3.000 pesetas, la obra titulada “Urdiain”, en reconocimiento de sus méritos y homenaje a su memoria.

Días después, la Junta Directiva de la Asociación Española de Pintores y Escultores acordó abrir una suscripción popular para poner una lápida sobre la tumba de la notable pintora, haciendo pública la noticia en los diarios e invitando a los artistas expositores de la Nacional a aportar sus donativos.

La Suscripción popular abierta por la Asociación de Pintores y Escultores se publicó en todos los diarios de la época

 

Vivió también en el número 10 de la calle Ataulfo en Madrid, ​ existiendo actualmente una calle con su nombre en el madrileño distrito de Chamartín.

Firma autógrafa de la artista

 

Sólo unos meses después, en diciembre de ese mismo año, el Círculo de Bellas Artes acogía una exposición póstuma de sus obras, de “aquellos lienzos que habían quedado en su estudio… el placer estético que ha de producirnos la contemplación de su obra ha de estar unido a la tristeza que nos causa el saber que ya la artista no exista…. Obras ejecutadas en Bélgica, Francia y en diversos lugares de España”…

A la inauguración de la muestra póstuma acudieron su madre y su hermano, y distintos familiares …”que han querido honrar su memoria con la mejor ofrenda para una artista, exhibir un conjunto seleccionadísimo y delicado de toda su producción estética… con una figura, se presentan cincuenta y cinco paisajes de Europa, en sus viajes de estudio y formación… de esta ilustre paisajista”…

 

Distintos paisajes de París

 

También se leía: …”Lienzos de una evocación nostálgica, la emoción estética se transfiere al recuerdo de la artista… María Luisa fue haciendo el camino de su carrera artística. Disputaba, sin privilegio alguno, y también sin debilidad, porque es justo reconocer la fortaleza de su carácter, el puesto que pretendía alcanzar; se  lo disputaba a los demás pintores y no era ni quería ser más que un pintor más cuyos laureles fuesen otorgados por el acierto con que la mano supiera llevar al lienzo las sensaciones captadas a la naturaleza. Un concurso, un certamen, una exposición. En cada paso afirmaba su personalidad. Llegó a situarse en la primera línea de nuestros paisajistas. Sus lienzos de Aranjuez, comenzaron a colocar su nombre entre los de los pintores más interesantes de la hora actual” …

«Una calle de Brujas» 1927

 

«Rincón de la Iglesia«, 1920

 

«El Monasterio de El Paular»

 

«Casa Rectoral de Salamanca», 1929

 

«Canal de Venecia»

 

Gil Fillol, en Ahora Madrid, fue más allá. Cerraba el artículo reivindicando lo que sería justo enmendar, lo que desde estas insignificantes líneas también apoyamos: …”En el estricto sentido profesional, María Luisa fue un «pintor». Me acuerdo aún de sus primeros cuadros, cuando, esclavizada todavía por las enseñanzas del colegio, concebía entonces el paisaje un poco a la práctica casera… Ya al celebrar la Exposición en la Sociedad Amigos del Arte (enero de 1929)… María Luisa Pérez-Herrero se había hecho pintor. Era su pintura robusta, vigorosa, arquitectural; pero sin ocultar los infinitos matices de su alma femenina. Parecía pintor por la fuerte solidez constructiva y el garbo masculino de los severos paisajes. Pero en sus Obras resplandecía siempre aquel encanto ingenuo y sencillo, de belleza modesta y natural, que fue siempre el mejor ornato de su labor artística. Supo salvar, a fuerza de talento, los instantes de peligro en que las pintoras, sintiéndose pintores, abandonan definitivamente su ventajosa posición en el Arte. La ternura, la comprensión, la afectividad, todas esas hermosas cualidades de la mujer sensible que estimula el amor a la Naturaleza, suelen apagarse ante las preocupaciones de una técnica briosa y varonil. En María Luisa no cedieron al impulso de sus alientos de pintor. Se hicieron, por lo contrario, más firmes y señeras bajo el signo de su sensibilidad de pintora. Y brillaron más destacadamente en aquellos dos cuadros últimos: “Urdiain» y “Por tierras de Navarra», en los cuales la malograda artista cifraba sus legítimas aspiraciones.

Yo no sé si María Luisa Pérez-Herrero está representada en nuestro Museo de Pinturas.  Es justo que lo estén todas las pintoras ilustres que pintan como los pintores ilustres. Pero es necesario que  no falte ésta, quien, además de ser notable en alto grado, dio a sus paisajes un sello personal, inconfundible, de auténtica y sincera feminidad”.

Un año después, aún era recordada en los círculos artísticos… hasta hoy.

«Urdiain»

 

Mª Luisa Pérez Herrero y la AEPE

Al primer Salón concurrió inscrita como Dª María Luisa Pérez Herrero; natural de Madrid, donde reside, en la calle de Ataulfo, núm. 10, y presentó tres óleos, los titulados “Sol de la tarde (Aranjuez), paisaje, óleo; 1,21 x 1,29; “Hora romántica”, óleo; 0,93 x 0,82; y “Jardín de Aranjuez”, óleo; 0,86 x 0,70.

Al VI Salón de Otoño de 1925 presentó tres óleos: el titulado “El Dyver” (Brujas); 130 x 120; “Una calle de Brujas”, 106 x 88 y “Canal viejo”, 112 x 86.

Al X Salón de Otoño de 1930 presentó dos óleos, el número 211 titulado “Jardín de la Princesa” (Madrid), 1,22 x 1,30; y “Plaza del Burgo” (Brujas), de 0,93 x 0,38.

 

Buscando la tumba olvidada… entre los sepulcros que ya nadie visita

Llegamos temprano al madrileño cementerio de La Almudena donde  se encuentra la tumba de Mª Luisa Pérez Herrero. Es un día radiante de sol que invita al paseo y a la búsqueda… Llevamos las referencias aportadas diligentemente por los servicios de la mayor necrópolis de Europa, y pese a ello… es casi casi, como buscar una aguja en un pajar.

Echamos más de media mañana en limpiar de hojas secas las tumbas, por ver si en alguna figura el nombre que buscamos; el musgo, la piedra… letras irreconocibles por el paso del tiempo y el olvido, que también esculpe como pinta en algunos lienzos.

Y de pronto,  encontramos a Matías, que cuida de muchas tumbas y de su arreglo y mantenimiento. Es providencial, porque estábamos a punto de tirar la toalla, pero conocedor de su oficio, rápidamente sitúa las coordenadas y en menos de diez minutos nos encontramos  limpiando una  tumba repleta de hojas y musgo, de tiempo y olvido, ante la que aparece, por fin, una simple lápida  con un bajorrelieve en el que se adivina la efigie de Mª Luisa y unos pinceles.

El texto es escueto: A LA PINTORA Mª LUISA PEREZ HERRERO SUS COMPAÑEROS.  Rodeando el círculo, a la derecha, difícilmente se lee: A LOS 36 AÑOS.

Esta fue la lápida que en 1934 , y por suscripción popular de la Asociación Española de Pintores y Escultores, le brindaron sus compañeros como último tributo.

Cinco años más tarde, la tumba recibió los restos de su madre, fallecida, curiosamente, el mismo día que realizamos la búsqueda de la tumba de la artista, un 15 de noviembre. Coincidencia?

En 1949 recibió también los restos de su hermano Félix y un 16 de noviembre de 1977, los restos de su padre. La familia  entonces, dispuso una lápida con los nombres de los padres y el hermano, situando justo en el centro, la lápida original de Mª Luisa.

Allí duerme el sueño inmortal de los justos, que en esta vida, da igual quien hayas sido, ni los méritos que aportes… el olvido es una lápida mucho mayor que cualquier mausoleo, y a pesar de la familia y los amigos… cuando caen las hojas de la indiferencia, ya no hay vuelta atrás…

Al menos ha quedado limpia, la hemos adecentado todo lo posible. Mientras lo hacemos, le cuento a Matías su historia, sorprendido como está por el inesperado hallazgo y curioso por algo tan inusual. Sólo lamenta pensar que el sitio no ha sido limpiado en… más de treinta años, de eso dice, puede dar fe. Y sólo piensa en la tristeza de comprobar cuántas tumbas como esa, no reciben ya la visita, aunque tardía, de nadie.

Antes de irnos, un enorme gato de los que abundan en esa parte del cementerio, toma posesión del espacio rehabilitado y me conforta pensar que a partir de ese momento, Mª Luisa va a tener ya siempre compañía…

 

Las Medallas de la AEPE: José Moreno Carbonero

Por Mª Dolores Barreda Pérez

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Después de ver cómo y cuándo nació la Medalla de la Asociación de Pintores y Escultores, vamos a seguir conociendo más acerca de los galardones en los que se otorga actualmente, con sus correspondientes denominaciones.

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Medalla de Pintura “José Moreno Carbonero”

del Salón de Primavera de Valdepeñas

 

En el año 2005 la Asociación Española  de Pintores y Escultores propuso crear en Valdepeñas y para el año 2006, un Salón de Primavera “Por Tierras de Castilla-La Mancha”, que fuera de carácter nacional, teniendo en cuenta la tradición plástica internacional de la ciudad manchega.

De esta forma nació una magnífica exposición que pese a los altibajos sufridos, perdura en el tiempo logrando ser una magnífica exposición, orgullo de nivel artístico y calidad y que viene a convertirse en un espléndido complemento en la vida artística de la ciudad.

El Ayuntamiento de Valdepeñas, sensible a las muestras artísticas y la calidad avalada por la Asociación Española de Pintores y Escultores, acogió desde el principio la iniciativa, presentado para ello el incomparable marco del Museo Municipal, uno de los mejores y más importantes centros de arte de España, para la exhibición del certamen, que suele celebrarse en los meses de mayo o junio.

 

El Salón de Primavera “Por Tierras de Castilla- La Mancha” se ha convertido así en un bastión en el arte y la cultura de Castilla-La Mancha, una muestra consolidada en el panorama artístico español, abierta además a la participación de cualquier artista.

El Salón contó con distintos premios en metálico y honoríficos, hasta que en el año 2017, con motivo de la celebración de su edición número XI, se instituyeron especialmente para el mismo, dos premios con los que honrar a los fundadores de la centenaria entidad y que vienen así a terminar de reconocer la importancia que esta cita tiene en el calendario expositivo de la entidad: la Medalla de Pintura José Moreno Carbonero y la Medalla de Escultura Lorenzo y Federico Coullaut Valera.

 

JOSE MORENO CARBONERO

MORENO CARBONERO, José P   1910(F101)       28.mar.1860     MALAGA               MADRID  15.abr.1942

 

José Moreno Carbonero (Málaga, 28 de marzo de 1860 – Madrid, 15 de abril de 1942) fue uno de los últimos grandes pintores de historia del siglo XIX, destacando también en la técnica del retrato. Fue además el pintor malagueño más reconocido, valorado y con más aceptación de público y venta de obras de su momento.

José Moreno Carbonero retratado en ABC en 1891

 

Nacido en una familia de origen humilde, su vocación artística se inició gracias al pintor valenciano afincado en Málaga, Bernardo Ferrándiz Bádenes, que, al igual que hacía con el resto de alumnos, no le cobraba las clases particulares que ofrecía en su estudio. Ferrándiz era entonces profesor en la Escuela de Bellas Artes de San Telmo de Málaga y desde un principio vio en él a un destacado discípulo a quien apoyó decididamente.

Retratos de Rosario Carbonero Romero y José Moreno Delgado, padres del pintor

 

José Moreno Carbonero logró en 1872 la Medalla de Oro en la Exposición del Liceo de Málaga y un año más tarde, junto a su maestro Ferrándiz, viajó a Marruecos  donde comenzó a interpretar escenas costumbristas y de temática africana a la manera de Mariano ­Fortuny.

En 1875, ganó el Premio Barroso, y realizó el Retrato de Alfonso XII, que le valió fama y notoriedad.

José Moreno Carbonero en 1905 pintando una de sus obras de gran formato según apareció en el diario ABC

 

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1876 obtuvo una Tercera Medalla, logrando después una pensión de la Diputación de Málaga para estudiar en París cuando tenía tan sólo quince años.

Autorretrato

 

Allí ingresó en el taller de Jean-Leon Gérôme, cuyas obras de temática histórica y mitológica llevaron a lo más alto el arte académico francés, que influyó mucho en su pintura, y allí se relacionó también con el célebre marchante de arte Adolphe Goupil, uno de los hombres más ricos de Francia y fundador de Goupil & Cie. una empresa editora de reproducciones de arte, en grabado y fotografía, referencia obligada en el mundo artístico.

En un ambiente artístico privilegiado, conoció a Raimundo de Madrazo, amistad que pervivió  hasta su fallecimiento.

Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1877, consiguiendo la Medalla de Segunda Clase; en la de 1881 ganó la Primera Medalla con una de sus obras más conocidas: El príncipe don Carlos de Viana, pintado con tan sólo veintiún años y que le supuso el inicio de su fama como pintor a nivel nacional.

El Príncipe Don Carlos de Viana

 

Gracias a este éxito, Moreno Carbonero fue distinguido con la pensión de mérito (1882-1885) para la Academia de España en Roma.

En 1883, viajó a París, para documentarse en otra de sus obras más conocidas: La conversión del duque de Gandía por la que obtuvo una Primera Medalla en la Exposición Nacional de 1884, siendo además premiada en las exposiciones internacionales de Múnich y Viena, donde le dieron Medalla de Oro, París (1889) y en la de Chicago (1893), galardonado con medalla única.

La conversión del Duque de Gandía

 

El crítico de arte Jacinto Octavio Picón (El Correo, 1884), calificó esta obra juvenil de Moreno Carbonero como “una de las más notables que ha producido en España la pintura contemporánea”.

En 1887, y ya en Madrid, decoró una de las capillas de la Basílica de San Francisco el Grande, y vivió grandes triunfos y reconocimientos que le acarrearon encargos de la burguesía de la época.

Igualmente, el Senado le encargó uno de los lienzos del Salón de Conferencias, para el que pintó la entrada triunfal del capitán Roger de Flor al mando de ocho mil almogáraves catalanes y aragoneses en la ciudad de Constantinopla.

Entrada de Roger de Flor a Constantinopla, en el Palacio del Senado

 

Profesor, catedrático de dibujo del natural de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, fue nombrado académico correspondiente de la misma, teniendo como alumnos a Juan Gris y Salvador Dalí, entre otros.

El 27 de enero de 1889 contrajo matrimonio con María Rosario Castel Supervielle, hija de Simón Castel Saenz, un importante industrial malagueño que era presidente de la Cámara de Comercio, y de Rosario Supervielle Baratau. En su boda actuaron como testigos el Marqués de la Paniega, presidente de la Real Academia de San Telmo, el ex Ministro Eduardo Palanca y su íntimo amigo Muñoz Degrain. De esta unión nació un único hijo, José Moreno-Carbonero Castel, casado con Josefa Travesedo, hija de los Condes de Maluque, y que falleció sin descendencia.

Retratos de María Castel, esposa del pintor

 

En la década de 1890, continuó participando con obras en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes con temas costumbristas de pequeño formato, recibiendo también una medalla especial en Budapest. Envió obra a las de los años 1907, 1908, 1918, 1919 y 1922, y a la Internacional de Barcelona de 1929.

Realizó también exposiciones individuales en la Sala Barcino (1930 y 1932), en la Sala Parés (1932), en las Galerías Layetanas (1933) y tres exposiciones homenaje que se celebraron en Madrid, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Sociedad de Amigos del Arte y la Agrupación Artística de Castro Gil.

En 1910 antes de hacer entrega de otro de sus cuadros más conocidos, «La fundación de Buenos Aires«, el Rey Alfonso XIII lo visitó su taller madrileño para contemplar la obra terminada. En los ambientes artísticos de la época todos conocían la predilección del monarca por Moreno Carbonero más allá del mero hecho de que el artista fuese pintor de la Corte. El cuadro agradó y conmocionó al rey, que hizo colgar frente a su cama, en el Palacio de Oriente de Madrid, el boceto del rostro de Garay con su yelmo reluciente, que le regalara el artista.

José Moreno Carbonero retratado por Sorolla

 

Moreno Carbonero trabajaba con una rigurosidad técnica y rigorismo historicista que reflejaban la obsesión por la reproducción documental, casi “arqueologicista” del hecho histórico, por lo que sus obras son mucho más que simples pinturas de historia, reflejando modos culturales y corrientes artísticas, pormenorizando en los detalles el rigor histórico de un gran documentalista.

El artista en su estudio en 1922

 

Moreno Carbonero a pesar de vivir en Madrid durante toda su vida, en la calle Miguel Ángel, n.º 5, siguió muy ligado a su ciudad natal, Málaga, donde realizó varias donaciones al Museo de Bellas Artes, y hacia 1937, creó el Legado Moreno Carbonero, en el que se comprendían distintas obras y que tras su muerte, enriqueció su hijo.

En el ABC en 1922 junto a su mujer, su hijo y su nuera

 

Falleció en Madrid, en 1942, siendo reconocido en vida por sus méritos artísticos y su valía como pintor.

El pintor en 1903

En 1912 preparando una de sus exposiciones

 

Moreno Carbonero y la AEPE

Socio Fundador Nº 40 de la Asociación de Pintores y Escultores.

* Participó en el III Salón de Otoño de 1922, inscrito como José Moreno Carbonero, natural de Málaga; reside en Madrid, Miguel Ángel, 5, con la obra titulada “Primera salida de Don Quijote”, óleo de 0,82 x 0,70.

* Al XI Salón de Otoño de 1931 presentó el óleo inscrito con el número 615, titulado “Andaluza”.

* Para el XII Salón de Otoño de 1932 preparó la obra “Un arroyo en el monte”, óleo de 0,70 x 0,95.

*Al XV Salón de Otoño de 1935 presentó la obra “El Monte Ulía en un día de tempestad”, un óleo de 0,63 x 0,73.

* En el XXIV Salón de Otoño de 1950, y aunque ya había fallecido, estuvo presente en la Sala de Fundadores con las obras “Andaluza”, “Retrato de mi hijo” y “La conversión del Duque de Gandía” (réplica).

* En el XXXVII Salón de Otoño también estuvo presente en la Sala de Maestros con la obra “Puerto pesquero”.

«Andaluza», obra presentada al XXIV Salón de Otoño

 

Caricaturas del artista aparecidas en Madrid Cómico en  1886 y 1895

Fotografía del pintor aparecida en el ABC de 1958

 

 

Biografía y webgrafía

ABC 22 de Febrero de 1914, 18/12/1926, 26/03/1960, 7/2/1940, 16/4/1922, 1/6/1905, 19/07/1891, 22/03/1958, 10/03/2006, 16/04/2003, 10/03/2006, 24/11/1957, 28/03/1989, 26/01/1924, 07/05/1927, 24/11/1957, 08/04/1959, 16/02/1963,

Blanco y Negro 12/5/1912, 1/2/1920, 22/2/1914, 27/05/1928, 26/9/1926

Cánovas Vallejo, Apuntes para un Diccionario de pintores malagueños del siglo XIX, Madrid, Antonio G. Izquierdo, 1908, págs. 39-47

Cuenca López, Museo de pintores y escultores andaluces contemporáneos, La Habana, Imprenta Rambla, Bouza y Cía., 1923

AA., Moreno Carbonero. Homenaje al glorioso maestro, Málaga, Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, 1943

Homenaje a José Moreno Carbonero en el primer centenario de su nacimiento, Málaga, Caja de Ahorros Provincial, Diputación Provincial, 1958

Lafuente Ferrari, José Moreno Carbonero, Málaga, Caja de Ahorros Provincial, Obra Cultural, 1967

El palacio del Senado, Madrid, 1980

Sauret Guerrero, “Metodología de la pintura de historia: el ejercicio de Moreno Carbonero”, en Baética, (Universidad de Málaga), n.º 9 (1986)

La pintura de historia del siglo XIX en España, catálogo de exposición, Madrid, Museo del Prado, 1992

A.E. Pérez Sánchez, H. González Zymla y L. de Frutos Sastre, Catálogo de pinturas de la Real Academia de la Historia, Madrid, Real Academia de la Historia-Fundación Ramón Areces, 2003

https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/moreno-carbonero-jose/3b311cad-a5cb-4d74-9bab-45fce96b4a74

https://www.researchgate.net/publication/245344359_Jose_Moreno_Carbonero_Homenaje_en_el_150_aniversario_de_su_nacimiento_1858-1942

https://www.europeana.eu/portal/es/explore/people/52480-jose-moreno-carbonero.html

http://ceres.mcu.es/pages/ResultSearch?txtSimpleSearch=Moreno%20Carbonero,%20Jos%E9&simpleSearch=0&hipertextSearch=1&search=simple&MuseumsSearch=&MuseumsRolSearch=1&listaMuseos=null

Archivo Histórico “Bernardino de Pantorba” de la Asociación Española de Pintores y Escultores

www.gacetadebellasartes.es

www.salondeotoño.es

 

La distinción de la AEPE a Javier Sierra, en el Diario de Teruel

La portada del Diario de Teruel del 12 de noviembre de 2019, se hace eco de la noticia del reconocimiento del turolense Javier Sierra como Socio de Honor de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

En el interior, la noticia se amplía y descubrimos cómo se informa en su ciudad natal de todo lo relacionado con el escritor, el más destacado ejemplo de un “profeta en su tierra”, que recibió recientemente también la distinción de Hijo Predilecto de Teruel, que posee un parque cercano al barrio en el que vivió que ahora lleva su nombre, y que alberga el Legado de Javier Sierra en la Biblioteca Pública de Teruel, que desde el mes de septiembre, pasó a denominarse oficialmente la Biblioteca Pública del Estado en Teruel Javier Sierra.

Como vemos, cualquier noticia relacionada con uno de sus más ilustres “hijos” interesa y más aún cuando se trata de una distinción como la de Socio de Honor, pasando a engrosar la lista de nombres entre los que aparecen reyes, como Alfonso XIII o la reina María Cristina, a mecenas como el Duque de Alba o el Marqués de Aledo, personalidades del mundo de la cultura como escritores, compositores, críticos de arte y galeristas como José Francés o Antonio Cobos y artistas como Eugenio Hermoso, Benedito, Vázquez Díaz…..

 

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