Recordando… Familia Zuloaga

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Familia Zuloaga

 

Eusebio Zuloaga González

Nació en Madrid, el 15 de diciembre de 1808.

Era hijo del armero eibarrés Blas de Zuloaga y de Gabriela González.

Se trasladó a Madrid para ocupar los cargos de armero, arcabucero y ballestero de su Majestad, oficios que más tarde continuaría su hijo. Su padre había sido también maestro examinador de las Reales Fábricas de Armas de Placencia, en Guipúzcoa, y de Oviedo, a finales del siglo XVIII.

A los catorce años se trasladó a Placencia de las Armas, donde permaneció hasta los diecinueve junto a su tío Ramón de Zuloaga, que era maestro examinador en las Reales Fábricas, donde aprendió el oficio de armero.

En 1830 es pensionado para proseguir su aprendizaje en París y en Saint Etienne, y tras dedicar en Francia tres años a su perfeccionamiento, volvió a Madrid, para trabajar junto a su padre.

Nuevamente en 1840 se trasladó a Francia, y después pasó a Bélgica para dedicarse al arte metalúrgico, regresando más tarde a Madrid.

Ya en el momento en que su padre ocupaba la dirección de la Real Armería del Palacio Real, Eusebio obtuvo el cargo de teniente de armero mayor, y una vez fallecido su progenitor, le sucedió en el cargo, siendo la última persona en ocupar el cargo de arcabucero del rey, concretamente del monarca Fernando VII.

Posteriormente se estableció en Éibar, donde abrió una fábrica de arcabuces y otra para cañones y armas en general, que compaginaba con su taller de Madrid, abandonando la capital en 1852.

Entre sus obras destaca la copia de la espada de Francisco I de Francia, cuya original arrebataron las tropas de Carlos I de España en la Batalla de Pavía, en 1525.

Contrajo matrimonio con Antonia Zuloaga, con la que tuvo a su hijo Plácido. Tras la muerte de esta, contrajo matrimonio con Ramona Boneta, una especialista en galvanoplastia, de cuyo enlace nació una saga de artistas dedicados a la pintura, la cerámica y el metal:

Plácido Zuloaga Zuloaga, padre del pintor Ignacio Zuloaga.

Daniel Zuloaga Boneta, considerado uno de los renovadores del arte ceramista en España, cuyo trabajo fue continuado por sus hijos Cándida, Esperanza, Teodora y Juan.

Guillermo Zuloaga Boneta, que trabajó a la sombra de su hermano Daniel.

Germán Zuloaga Boneta.

Murió en la localidad vizcaína de Deusto, el 23 de febrero de 1898.

Considerado con el iniciador del arte del damasquinado moderno y el primer artista español que consiguió una clientela y reputación internacional, al participar en la primera Exposición Internacional, conocida como la Gran Exposición, celebrada en el Crystal palace de Londre s en 1851, a lo que sumó más tarde diversos premios en España, Inglaterra, Francia y Bélgica.

Obtuvo la Medalla de Plata en la Exposición de la Industria española que se realizó en Madrid en 1845 y era considerado el mejor arcabucero español de la época.

Eusebio Zuloaga retratado por Daniel Zuloaga en 1899

 

Guillermo Zuloaga Boneta

Nacido en 1848, fue el segundo hijo de Eusebio Zuloaga y de Ramona Boneta, artista de la galvanoplastia.

Junto con sus hermanos Daniel y Germán, fue becado para estudiar en Sèvres, ciudad a la que Guillermo fue al parecer el primero en llegar y cuya «formación como ceramista sería más completa».

Estuvieron en Francia, durante algunos periodos acompañados por su madre, hasta que la guerra franco-prusiana les obligó a regresar a España en 1870.

En 1875, y acompañando a su padre, fue jurado de Cerámica representando a España en la Exposición Internacional celebrada ese año en el Prater de Viena.

Experto en las técnicas cerámicas de hornos y pastas,​ a partir de 1877 se documenta su actividad al frente de la recién creada fábrica de cerámica de La Moncloa (que incluía una escuela gratuita con doce alumnos).

La producción de la nueva instalación no se afirmó hasta 1881, con la transformación de la Real Fábrica en una sociedad, y con Guillermo como director,​ cargo que dado el mal funcionamiento del negocio le llevaría a hipotecarse personalmente, por lo que estuvo a punto de ir a la cárcel, de no haber salido en su ayuda Daniel y Germán que le prestaron cinco mil reales en 1882.

A pesar del alivio económico temporal que supuso la importante participación de Daniel en la Exposición Nacional de Minería que se celebró en Madrid en 1883, y de los encargos para la Diputación Provincial de Guipúzcoa (1883-4) y para el Salón de Recreo de Burgos, en 1885, la fábrica iba de mal en peor.

Finalmente, en 1886 muere Germán, y Guillermo, agobiado por los problemas económicos, dejó la Moncloa y se trasladó a trabajar en una fábrica de Bilbao, donde falleció en 1893.

​Guillermo, buen técnico ceramista, fue sin embargo pésimo empresario.

Su muerte, tras el ‘exilio’ en Bilbao, y la desbordante fama de las obras realizadas por Daniel, hicieron que algunos de los hallazgos de Guillermo fueran atribuidos a su hermano, así por ejemplo el esmalte sobre la piedra natural o procedimiento de esmaltar piedras, que Daniel aplicaría luego a las pizarras.

A su muerte, era profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, seguramente ocupando la plaza que su hermano Daniel había dejado libre al marcharse a trabajar a la fábrica de loza La Segoviana, instalada en la ciudad de Segovia.

Obras realizadas con sus hermanos: Cerámicas de las fachadas del Palacio de Velázquez del parque del Retiro, Madrid, 1883-1884; Cerámicas de las fachadas del Palacio de Cristal del parque del Retiro, Madrid, 1887; Cerámicas de la Escuela de Ingenieros de Minas, Madrid, 1888-1892, Cerámicas de las fachadas del casino (hoy Ayuntamiento), San Sebastián, 1889.

 

Germán Zuloaga Boneta

Nació en Madrid, el 28 de mayo de 1855. Hijo de Eusebio Zuloaga y de Ramona Boneta.

Junto a sus hermanos Guillermo y Daniel trabajó en la recuperación de técnicas cerámicas tradicionales españolas.

Sus primeros estudios los inició en el taller de metalistería de su padre, recibiendo además clases de pintura de Ignacio Suárez Llanos, que estaba casado con una de sus hermanas.

En 1867 se marchó a estudiar en la Escuela de Cerámica de Sèvres, tendiendo como profesores a Savetat y a Regnaut en química, a Millet en procedimientos de fabricación, a Paul Avis, Renard y Peyre en pintura y decoración cerámica, y a M. Forgeot en la especialidad de escultura.

A su vuelta a Madrid en 1870, continuó sus estudios de dibujo y pintura en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, mientras realizaba decoraciones de tapices pintados para diversos establecimientos en unión de su hermano Daniel y del pintor Alfredo Perea.

En 1877, junto a sus hermanos, puso en marcha la fábrica de cerámica de La Moncloa de Madrid.

Amplió y perfeccionó sus estudios con viajes a Italia, Francia, Alemania y Austria.

Obtuvo Gran Diploma de Honor y Medalla de Oro en la Exposición de Plantas y Flores de Madrid.

La formación de Germán en múltiples artes decorativas como el trabajo de los metales en el taller paterno, la cerámica y el esmalte del vidrio en Sèvres, o la pintura de tapices, le permitió fabricar muchos objetos preciosistas, como una cajita ochavada de hierro incrustada de plata y cincelada en relieve que el rey Alfonso XII regaló al embajador de Austria.

Su prometedora carrera se vio truncada con una muerte en plena juventud, el 29 de octubre de 1886, cuando estaba en el apogeo de su carrera como ceramista, desarrollando una importante labor en la fábrica de cerámica de la Moncloa.

Plácido Zuloaga Zuloaga

Nació en Madrid, el 5 de octubre de 1834. Era hijo de Eusebio Zuloaga y de su primer esposa, Antonia Zuloaga.

Aprendió el oficio de su padre, director de la Armería Real, trabajando junto a él desde temprana edad, en el taller que este poseía en la travesía de la Calle Conde Duque de Madrid.

Eusebio le inculcó la importancia del dibujo en las Artes Decorativas, al igual que hizo con sus hermanastros Guillermo, Daniel y Germán, dedicados a la cerámica.

También amplió conocimientos en el extranjero: en París, con catorce años, estaba ya estudiando en el taller de armería de Lepage, en el que le sorprendió la revolución de 1848, teniendo que volver a España.

Más tarde viajó a Dresde, donde estudió con los célebres maestros Bayre y Carpeaux.

En 1867, Eusebio encargó a su hijo Plácido la administración de la fábrica familiar, la casa Kontadorekua de Eibar, que llevó a su máximo esplendor, perfeccionando la técnica de damasquinar con estriado a cuchilla, que ya había aplicado su padre, tal como lo cuenta su hermanastro Daniel Zuloaga Boneta.

Aquí aprendieron las técnicas del damasquinado numerosos artesanos que después se establecieron por su cuenta, iniciando una producción más dedicada a los objetos artísticos y de lujo que a las armas. Entre ellos destacan Guruceta, Sarasúa y Cª, Arana, Iriondo y Guisasola, Ibarzabal y Sarasqueta y Cª.

Plácido Zuloaga, desde el comienzo de su producción artística, recibió grandes elogios por sus obras, presentándose a numerosas exposiciones.

En 1855, asistió a la Exposición Internacional de París en la que recibió una Medalla de Honor.

En 1856, se presentó a la Exposición de Madrid y a la Internacional de Bruselas y, en 1862, de nuevo a esta última Exposición Internacional.

Plácido Zuloaga se casó con Lucía Zamora y Zabaleta, con la que tuvo diez hijos, de los que sobrevivieron cinco, entre los que destacó el famoso pintor Ignacio Zuloaga.

Después de muerta su esposa, se casó por segunda vez con Francisca Gil y Lete, con la que no tuvo descendencia.

La continua dedicación de Plácido Zuloaga a las artes del metal se vio reconocida con numerosas distinciones: Oficial de la Legión de Honor Francesa, Comendador de la Orden Isabel la Católica, Caballero de la Gran Cruz de Carlos III, Caballero Gran Cruz del León y Espada de Suecia, Cruz del Rey Leopoldo de Bélgica, Gran Cruz de Santiago de Portugal y Caballero de Orden de María Teresa de Austria.

Falleció el 1 de julio de 1910.

Plácido Zuloaga retratado por Ignacio Zuloaga

 

Daniel Zuloaga Boneta

ZULOAGA BONETA, Daniel          c        1911      1852             MADRID        SEGOVIA/MADRID               27-dic-1921

Daniel Zuloaga pintado por su sobrino Ignacio Zuloaga en 1918

 

Hijo de Ramona Boneta, una especialista en galvanoplastia, y de Eusebio Zuloaga, armero y arcabucero de Isabel II, grabador y damasquinador que contaba con una fábrica familiar de armas en Éibar y un taller de cerámica en Madrid, además de ocuparse de la dirección de la Real Armería de Madrid. Conociendo las artes del metal, se dedicaba a investigar para aplicar los esmaltes a las armas, recuperando técnicas como el damasquinado. Esa copia de los arabescos y filigranas de las armas realizadas en el taller, se convirtieron en sus primeras lecciones de dibujo.

En su primera formación también influyó el hecho de que su hermana Teodora contrajese matrimonio con el pintor asturiano Ignacio Suárez Llanos, quien se convirtió en su primer maestro, que lo retrató cuando tenía dieciocho años.

Los grandes conocimientos que después aplicaría en su obra fueron los obtenidos en la fábrica de Sèvres, donde acudió junto con sus hermanos. La escuela de cerámica de Sèvres era entonces la más importante de Europa en esos momentos, y fueron bien recibidos, pues su padre había estudiado en ella muchos años atrás.

Fueron discípulos de Salvetat y de Regnault  y permanecieron en Sèvres desde 1867 hasta 1871, año en que abandonaron la escuela al desencadenarse la Guerra Franco-Prusiana,  regresando a España.

Tras la Restauración borbónica y con apoyo financiero de Alfonso XII, abrió junto a sus hermanos la Real Fábrica de la Moncloa.

Fachada del Palacio de Velázquez del Retiro de Madrid

Altar del Cristo de Lozoya de la Catedral de Segovia

Fachada del Palacio de Fomento de Madrid

 

Más tarde trasladó su taller a la zona madrileña de Vallehermoso, y posteriormente a Segovia, donde trabajó en la fábrica de loza La Segoviana, propiedad de la familia Vargas, con quien tuvo ciertas desavenencias, trasladando nuevamente el taller a Pasajes de San Juan, en Guipúzcoa, para regresar finalmente a Segovia, donde adquirió la iglesia de San Juan de los Caballeros para crear su último taller, que mantuvo hasta su muerte, ocurrida en dicha ciudad el 27 de diciembre de 1921.

Las primeras obras de Daniel fueron realizadas durante el reinado de Amadeo de Saboya y destinadas al Palacio Real, donde se conservan en la actualidad.

Fueron unas copias al óleo de unas sillas de mano existentes en las caballerías reales atribuidas a Francois Boucher. Fue tan bueno el trabajo realizado que el monarca y su mujer le expresaron personalmente sus elogios.

Durante sus comienzos visitaba frecuentemente el Museo del Prado, donde estudió y copió las obras maestras allí expuestas, relación que mantuvo muchos años, pues en 1906 consta como copista del museo en los registros del mismo, y en 1911 recomendó a un ceramista de Talavera para que copiase en el museo.

A su regreso a España en 1871, los hermanos se dedicaron a realizar decoración de porcelanas al estilo Sèvres, Buen Retiro, Alcora y Talavera, hasta que llegó su gran oportunidad, la dirección de la mítica fábrica de La Moncloa.

Los hermanos Zuloaga con trabajadores  de la fábrica La Moncloa hacia 1883

Mural alegórico en el Monasterio de la Cinta de Huelva

Decoración de la fachada de edificio en el Paseo del Espolón de Burgos

Detalle del zócalo de Zahariche

El maestro trabajando

 

Mientras, Daniel acudía a muestras y exposiciones dando a conocer su obra, como lo hizo en la Exposición Universal de París de 1878.

Tras la destrucción de la Real Fábrica de porcelana del Buen Retiro durante la Guerra de la Independencia, Fernando VII mandó construir en 1817 una nueva fábrica, La Moncloa, que tras diversas etapas de funcionamiento cerró sus puertas en 1850, hasta que en 1874 por iniciativa de Alfonso XII se establece de nuevo.

Guillermo Morphy, más conocido como el Conde Morphy, entonces secretario del rey, recomendó a los hermanos Zuloaga para la dirección de la misma. Para ponerla en marcha la Corona concedió a los Zuloaga los terrenos donde se levantaba la antigua, a condición de que estos mantuvieran una escuela pública compuesta por doce alumnos a los que debían enseñar el arte de la cerámica, y que cedieran los modelos de las piezas fabricadas por ellos a las escuelas de arte y museos.

En 1879 el funcionamiento no era muy bueno, pues el propio rey hizo un importante encargo de placas cerámicas para la Sala de Fumar del Palacio Real a una fábrica francesa, y en 1881 se transformó en una sociedad de la que formaron parte personajes importantes como el propio conde Morphy, el ministro José de Cárdenas, el arqueólogo Juan de Dios de la Rada y otros personajes junto a los hermanos Zuloaga, de los cuales Guillermo fue nombrado director y Daniel responsable artístico.

Tras grandes inversiones económicas se consiguió sacar a flote la fábrica, y la mayor novedad de la reapertura fue la producción de azulejos murales, pues en sus anteriores etapas la producción había estado restringida a los clásicos objetos decorativos.

Para mayor información sobre la fábrica de La Moncloa, se puede revisar este enlace: Recordando… Francisco y Jacinto Alcántara – Asociación Española de Pintores y Escultores

Daniel, en su incansable tarea de mostrar su trabajo, no cesaba en el empeño de promocionar su obra; así participó a comienzos de los años 1880 en algunas exposiciones, como las de la Sociedad de Acuarelistas, celebradas en Madrid en 1880 y 1882. El dinero que le reportaban estas exposiciones hizo que gozase entonces de una buena economía, como lo demuestra el hecho de que prestase junto con su hermano Germán cinco mil reales al otro hermano, Guillermo, para sanear la economía de la fábrica, pero los gastos económicos para la puesta en marcha de la fábrica fueron tan importantes que tuvo que hipotecar sus bienes para sacarla adelante y estuvo a punto de ir a la cárcel.

Daniel Zuloaga en su taller laboratorio de San Juan de los Caballeros en 1915

Plato con león, Museo Zuloaga, Segovia

 

La Exposición Nacional de Minería que se celebró en Madrid en 1883, supuso un respiro tanto económico como psicológico para la familia, pues a través de ella Daniel recibió el encargo de toda la decoración cerámica del Palacio de Velázquez de Madrid, obra de Ricardo Velázquez Bosco. Además, realizaron diversidad de piezas para su propio pabellón en la exposición, así como la decoración exterior del mismo. Las obras de Velázquez finalizaron en 1884 y las ventas de la exposición fueron extraordinarias, y no menos el reconocimiento profesional, pues también obtuvieron el proyecto de decoración de los salones de la Diputación Foral de Guipúzcoa.

Un nuevo encargo llegó en 1885, esta vez para el Salón de Recreo de Burgos, pero a pesar de todos estos trabajos, la fábrica iba de mal en peor. Guillermo la abandonó en 1886 a causa de sus problemas económicos y se trasladó a trabajar en una fábrica de Bilbao, por lo que definitivamente La Moncloa cerró sus puertas, y aunque los hermanos Zuloaga confiaban en volver a trabajar en ella, Daniel abrió su primer taller de forma independiente.

Una vez cerrada La Moncloa, Daniel montó un pequeño taller en el Vallehermoso de Madrid, donde seguramente realizó la decoración del Palacio de Cristal del Retiro, encargada por el arquitecto Velázquez Bosco, con quien había trabajado ya en el Palacio de Velázquez. Ese mismo año fallece Germán, un duro golpe para la familia y especialmente para Daniel, con quien había trabajado mucho. A pesar de los años de trabajo, es tal la ruina que sufre la familia que ni siquiera pudieron pagar el entierro de Germán. La mala economía del taller, hace a Daniel cerrarlo y volver a cocer en los hornos de La Moncloa, bajo el encargo de Velázquez Bosco para realizar la decoración de la Escuela de Ingenieros de Minas  de Madrid, trabajo para el que llamó a su hermano Guillermo.

En 1889 comenzó a impartir clases en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid y visitó la Exposición Universal de París, dedicando el viaje a contemplar el trabajo de los que consideraba grandes maestros, entre ellos Théodore Deck.

Permaneció en la cátedra de Cerámica de la Escuela de Artes y Oficios hasta 1893, año en que es nombrado vocal del tribunal de oposiciones a las cátedras de Modelado y Vaciado de las Escuelas de Alcoy, Almería, Béjar, Gijón, Logroño, Santiago de Compostela y Villanueva y Geltrú.

Al mismo tiempo, Guillermo terminaba en La Moncloa la decoración de la Escuela de Ingenieros. En 1892 reciben el encargo de la decoración del edificio del entonces Ministerio de Fomento. Daniel se encargó del mural de la fachada oeste, mientras que Guillermo debía ocuparse del este, pero falleció en el transcurso de las obras y fue Daniel que terminó ambos murales, cocidos también en La Moncloa, pese a que ninguno de los hermanos ocupaba ya la dirección de la misma.

En 1893 Daniel abandonó Madrid y se dirigió al taller de la familia Vargas en Segovia, la fábrica de loza «La Segoviana», comenzando una nueva etapa en solitario, dejando su puesto en la Escuela de Artes a uno de sus alumnos, el ceramista afincado en Toledo Sebastián Aguado, a quien también vendió el taller de Vallehermoso.

Decoración fachada Edificio Grassy, Madrid

 

Uno de los principales motivos de su traslado a Segovia fueron las reducidas dimensiones del taller de Vallehermoso, y puesto que tenía pendiente la realización de la importante obra del Ministerio de Fomento, hizo un viaje de exploración a la ciudad, donde encontró la fábrica de loza de los hermanos Vargas llamada «La Segoviana»; formó una empresa con ellos y se estableció en la ciudad.

Para llevar a cabo la obra montó talleres de esmaltado, decoración y pintura y contrató a especialistas portugueses y españoles, y cerca de veinte obreros que trabajaron para él. Segovia no habría sido la misma sin los Zuloaga ni la obra de estos se entendería sin la ciudad. Desde el mismo instante en que Daniel llegó a Segovia sintió por ella una profunda atracción, que le llevó a asegurar ante Valle-Inclán en la tertulia del Café del Gato Negro, que Segovia era la ciudad más bella del mundo.

Una vez establecido en ella recibía frecuentemente la visita de su sobrino Ignacio Zuloaga, quien estaba comenzando su carrera como pintor, y en quien encontró al alumno, amigo y confidente que había perdido con la muerte de su hermano Guillermo, pero en cambio con su sobrino nunca llega a trabajar de forma conjunta.

En 1904 Daniel adquirió la Iglesia de San Juan de los Caballeros junto con Andrés Pérez de Arrilucea, quien dos años más tarde vendió su parte al artista. El edificio había sido cerrado al culto durante la desamortización de Mendizábal, y desde su llegada a Segovia fue objeto de deseo de Daniel, un gran amante de las antigüedades, donde en su regreso a la ciudad instalaría su taller.

En su laboratorio de “La Segoviana”, como él mismo denominaba a su taller, realizó obras decorativas de extraordinaria importancia en toda España, para edificios oficiales y palacios. Sin embargo, la obra más importante que realizó desde estos talleres fue el altar del Cristo de la Agonía, que erigió en 1897 en la capilla de los Ayala Berganza de la Catedral de Segovia, para el crucifijo legado por la madre del historiador Juan Contreras y López de Ayala, marqués de Lozoya, pues constituye una de las obras más importantes que en su tiempo se fabricaron en cerámica.

A partir de este momento la obra de Daniel comenzó una evolución técnica, comenzando su labor paisajista y otros asuntos aldeanos con diversas series regionalistas, inundando el país con obras decorativas y ornamentales, pero las nuevas técnicas adquiridas por Zuloaga no son bien vistas por los hermanos Vargas, y tras diversas desavenencias Daniel rompió definitivamente su relación profesional con ellos el 18 de julio de 1906 y se instaló en Pasajes de San Juan, Guipúzcoa, al frente de una fábrica de porcelana.

En septiembre de 1906 ya se encontraba junto con su familia instalados en una casa alquilada en la calle de Santa Catalina de San Sebastián, para dirigir la fábrica que se había establecido a mediados del siglo XIX en la localidad de Pasajes de San Juan. La idea de dirigir esta fábrica había sido contemplada por Daniel años atrás, cuando en 1901 su amigo Rogelio Gordon le informó del posible cierre de la fábrica, pues su decadencia era total, pero debido a los compromisos que tenía adquiridos no pudo llevarlo a cabo.

Adaptó los talleres para sus necesidades artísticas, y elaboró el mismo tipo de piezas que se realizaban antes de su llegada: vajillas y obras decorativas, como azucareros, botes de farmacia, candeleros, cafeteras, fruteros, jarras… y además reproducciones de la Virgen de la Victoria, de Lourdes e Inmaculadas, en cuyos trabajos participaron posiblemente algunos antiguos empleados en La Segoviana; con otros continuaba manteniendo contacto, que le informaban de lo que seguían haciendo allí. Una de las pocas obras de cerámica aplicada en arquitectura que realizó durante su estancia en Pasajes fue la estación de ferrocarril de Cartagena. También realizó la fachada de la estación de Ensayos y Semillas de Madrid, cuyos murales se arrancaron cuando se destruyó el edificio y actualmente se conservan en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de dicha ciudad.

Su estancia en Pasajes fue corta, pues al año siguiente volvió de nuevo a Segovia, incitado por su amigo Joaquín Castellarnáu y el obispo de la ciudad, Julián Miranda.

Su regreso a Segovia coincide con el momento de mayor plenitud de su obra, cuando su trabajo comienza a mitificarse. A través de las gestiones llevadas a cabo por Castellarnáu, el obispo Miranda encargó a Daniel la realización de un monumento de Semana Santa para la catedral. Durante la realización de este encargo, residió en una casa alquilada en la calle de San Agustín; al mismo tiempo, realizó la transformación de la iglesia de San Juan de la ciudad, que había adquirido años antes, y donde instaló su definitivo taller.

Sorprende el cuidado que puso el artista en las obras del edificio, que sufrió los mínimos cambios, y respeto con rigurosidad su estructura románica, sin duda por la pasión y entusiasmo que siempre mostró por las antigüedades. El 8 de julio de 1908 encendió por primera vez los hornos de San Juan, y el éxito en los comienzos fue total, hasta el punto que los pedidos le desbordaron a pesar de la amplia plantilla que contrató: además de sus tres hijos (Juan, Esperanza y Teodora), Daniel contó con ocho ayudantes más en plantilla, además de su hija Cándida y su mujer, que fueron las encargadas de llevar la administración y pedidos.

Fue en este momento cuando es reconocido como un genio, y calificado como un ceramista reencarnado de los del Renacimiento, como los Della Robbia, alimentando su figura de una leyenda que no pasó inadvertida fuera del país. En esta ciudad realizó la mayor parte de su obra, y muchos arquitectos se disputaban su colaboración en las obras que llevaban a cabo, como Luis Bellido o Julio Galán, que renunciaron en diversas ocasiones a parte de sus beneficios con tal de que Zuloaga decorase sus edificios. Además, el taller pronto comenzó a ser frecuentado por personajes del mundo del arte y la cultura, como Francisco Alcántara, Mariano Benlliure, Ángel Ferrant, Paco Durrio, José Capuz, Sebastián Miranda, Pablo Uranga o Carmen Tórtola Valencia.

En 1911 participó en la Exposición Nacional de Artes Decorativas, donde presentó treinta y dos lotes, y fue premiado con la Primera Medalla en la sección segunda por el gran Mural de los Pavos, premio que marcó el despegue de su popularidad como ceramista, con numerosas críticas en los periódicos que ensalzaban su obra. También participó el mismo año en la Nacional de Arte Decorativo organizada por el Círculo de Bellas Artes, con una colección de cincuenta y tres lotes.

Además de estas exposiciones, anualmente él mismo expuso muestras en su casa de la calle Bailén de Madrid, que siempre fueron reflejadas en la prensa, principalmente porque a las inauguraciones asistía la familia Real, grandes admiradores del artista, sobre todo la infanta Isabel, con quien Daniel tuvo un trato especial.

Distintas fotografías de Daniel  Zuloaga Boneta

Daniel Zuloaga Boneta a los 18 años, retratado por Ignacio Suárez Llanos

 

A pesar de que continuaba dedicando su cerámica a la arquitectura, pues en este periodo realizó la obra del Hospital de Maudes y la chimenea de su sobrino Ignacio, a partir de este momento comenzó a dedicarse a la obra de pequeño formato. En 1916 volvió a presentar las novedades en su casa, al mismo tiempo que realizó una exposición en la Sala Parés de Barcelona, con gran éxito de ventas y de público, y muy bien aceptada por los ceramistas catalanes, como Venancio Vallmitjana, a quien le entusiasmó la obra. Tanto éxito tuvo su obra entre la sociedad catalana, acostumbrada al modernismo de Gaudí y otros contemporáneos, que le llevó a escribir una amplia crítica sobre la cerámica en los edificios de Barcelona en la publicación Hojas Selectas.

En 1917 sufrió una enfermedad, por la que fue atendido por Gregorio Marañón, que a través del tratamiento que había puesto años antes a la mujer de Daniel para mejorar sus depresiones, se convirtió en gran amigo de la familia. Pero su enfermedad no evitó que continuara con sus exposiciones, y realizó nuevamente las de su propia casa y otra en el Círculo de Bellas Artes, en la que Joaquín Sorolla adquirió las dos piezas que actualmente se conservan en su casa museo de Madrid.

Dos años más tarde su fama había llegado a todos los rincones del país, y fue requerido en diversas ciudades: Barcelona, Madrid, Salamanca, Huelva, Gijón, Bilbao, Toledo y Zaragoza, entre otras. En esta última participó en la Exposición Hispano-Francesa, donde impartió una conferencia muy aplaudida sobre Goya. Su éxito fue tal que le nombraron académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de Zaragoza.

Nuevamente en 1920 organizó una exposición en el Majestic Hall de Bilbao, presentó obras en su casa y participó en una muestra de cerámica junto a otros ceramistas como Juan Ruiz de Luna, Benlliure o Aguado, en la que destacó principalmente su obra, según escribió Ramón Gómez de la Serna.

Su último año de vida tuvo gran importancia para él, pues vio finalizado uno de sus mayores sueños: finalizaron las obras de su casa de San Juan de los Caballeros. Años antes encargó a su amigo Eladio Laredo, con quien había trabajado en Castro-Urdiales, que habilitase un espacio existente en la nave central de la iglesia, que ya existía en el siglo XVIII. En él construyó varias habitaciones, la cocina y un baño, azulejado con cerámica del taller, que aún se conserva en la iglesia.

Viajó a Tánger en busca de nuevos descubrimientos, al mismo tiempo que se prepararon dos exposiciones, en Madrid y Barcelona. La primera se realizó en el Palacio de Bibliotecas y Museos, edificio que ocupan actualmente el Museo Arqueológico y la Biblioteca Nacional, junto a otros artistas de Madrid. Del éxito de la segunda, en la ciudad condal, no pudo disfrutar por encontrarse gravemente enfermo desde el mes de noviembre, falleciendo el 26 de diciembre de 1921.

Tras la muerte de Daniel, sus hijos continuaron con el taller familiar, denominado a partir de entonces «Viuda e hijos de Daniel Zuloaga». Durante los primeros años continuaron trabajando de forma incansable, participando en ferias nacionales e internacionales donde cosecharon importantes premios, pero la Guerra Civil supuso para la familia un periodo de crisis del que jamás se recuperaron.

En 1935 Juan fue internado en el sanatorio psiquiátrico de San Juan de Dios de Palencia, aquejado de una fuerte depresión y, cuando regresó al taller en 1937 falleció su hermana Esperanza, por lo que no llegó a recuperarse del todo. Como el negocio seguía sin reportar los beneficios necesarios, instalaron en el taller una escuela a nivel oficial, pero los problemas familiares acompañados de la gran crisis que sufrió el taller, hicieron que en 1949 se produjese el cese oficial de la empresa familiar, aunque los hermanos continuaron trabajando en ella hasta su muerte.

Durante los años 1947 y 1948 trabajaron para la creación de un museo dedicado a la obra de su padre en el taller donde más obras realizó, la iglesia de San Juan de los Caballeros. El 5 de marzo de ese año el Boletín Oficial del Estado publicó el nacimiento del patronato del museo, y el 7 de noviembre del mismo año, el del propio museo. En el decreto de creación constó además la fundación de una Escuela-Taller de Cerámica, financiada en parte por la Diputación de Segovia, aunque desapareció en 1954.

El 3 de julio de 1949 el museo fue inaugurado, y se nombró directora a Teodora Zuloaga, puesto que ocupó hasta su jubilación, pasando a partir de entonces a ocupar el cargo de directora honoraria. Cándida Zuloaga Estringa fue la única que cedió al Estado su parte de la herencia para la creación del museo que, tras diversos avatares sufridos en el tiempo, continúa abierto al público en la actualidad.

Al año siguiente de su muerte se organizó una exposición póstuma en el Museo de Arte Moderno, calificada como su testamento estético por estar compuesta de un grupo de obras que resumían su obra.

 

En 1924 la ciudad de Segovia encargó al escultor Emiliano Barral un busto del artista, emplazado en la actualidad en la plaza dedicada a Diego de Colmenares, mirando hacia su casa, la iglesia de San Juan de los Caballeros. Fue la primera escultura urbana moderna que se instaló en la ciudad dedicada a un personaje.

El 24 de marzo de 1971, con motivo del Día del Sello, Correos y Telégrafos emitió un sello del retrato que Ignacio dedicó a Daniel, titulado «Mi tío Daniel».

La ciudad de Madrid dio su nombre a una calle en pleno centro, cerca del Parque de la Fuente del Berro.

Daniel Zuloaga Boneta está considerado uno de los renovadores del arte ceramista en España. Su trabajo se caracterizó por la recuperación de antiguas técnicas ceramísticas, como la cuerda seca, la de cuenca o arista y el reflejo metálico, introduciendo los estilos de moda en Europa como el neorrenacentismo y el modernismo.

 

Cándida Zuloaga Estringana

Nacida en Madrid, el 4 de septiembre de 1877, dándose la circunstancia de que sus padres, Daniel Zuloaga Boneta y Emilia Estringana, no estaban casados. Estos no contraerían matrimonio hasta cuatro años después, cuando nace su primera hermana, Esperanza.

Fue la más conocida de los cuatro hermanos Zuloaga por ser la modelo preferida de su primo, el pintor Ignacio Zuloaga Zabaleta, que la retrató una veintena de veces. Así, su retrato se encuentra colgado en museos y colecciones privadas del mundo entero. Muchos más que sus hermanas, que también fueron pintadas por Ignacio. También la retrató su padre – Daniel Zuloaga – y el pintor extranjero Maurice Fronckes, afincado en Segovia.

Permaneció soltera toda la vida y –junto a sus hermanas Esperanza y Teodora –representó a comienzos del siglo XX un ejemplo de mujer independiente y moderna.

No se dedicó a la actividad artística que ocupó a sus dos hermanas y a su hermano Juan, si no que llevó los asuntos domésticos y actividades de gestión del negocio familiar. Especialmente a raíz de la muerte de su hermana Esperanza, en 1944.

Cándida murió en Segovia el 6 de noviembre de 1965.

Fue el único miembro de la familia que donó su parte de la herencia al Estado para la creación del museo familiar.

Murió en Segovia, el 6 de noviembre de 1965.

Cándida Zuloaga retratada por su primo Ignacio

Esperanza Zuloaga Estringana

Esperanza nació el 18 de diciembre de 1881 en la madrileña calle Ferraz.

Hija de Daniel Zuloaga Boneta y Emilia Estringana, se formó en el taller familiar, interesándose desde muy joven por la iconografía religiosa debido a su personalidad devota y mística.

En esa época, década de 1920, hizo copias en cerámica de obras maestras de la pintura, como la del Cristo crucificado de Diego Velázquez. También envió una pequeña pizarra esmaltada a la localidad albaceteña de Hellín, destinada al sagrario del santuario de su patrona, la Virgen del Rosario.

En 1925 fue pensionada para estudiar cerámica dos años en Sèvres, Francia, donde habían estudiado su padre y su abuelo.

En 1929 visitaría de nuevo Francia para estudiar en Limoges, y en 1930 fue becada para profundizar el estudio de los esmaltes en Inglaterra.

Ese mismo año volvió a Sèvres para perfeccionar su técnica; durante esa estancia, la revista Blanco y Negro publicó un artículo glosando su paso por la fábrica francesa.

Esperanza fue retratada por algunos de los artistas que visitaban el taller familiar de la capital segoviana, y el escultor Mateo Inurria le dedicó un busto.

Falleció en Segovia el 15 de abril de 1937, cuando su obra comenzaba a equipararse a la de su hermano Juan.

Su muerte, con 55 años de edad, afectó profundamente a su hermano.

Parte de su obra se conserva en el Museo Zuloaga de Segovia, dedicado a la familia.

Esperanza  Zuloaga retratada por su primo Ignacio

 

Teodora Zuloaga Estringana

Conocida familiarmente como Tolola, nació en Madrid, el 17 de mayo de 1886.

Aprendió el oficio y las técnicas cerámicas en el alfar familiar, mientras ayudaba junto a su padre y sus hermanos Juan y Esperanza.

En 1925 fue pensionada, junto con su hermana Esperanza, para estudiar cerámica en Sèvres, Francia, como hicieron antes otros miembros de la familia.

Regresó a Segovia, donde se encontraba el taller familiar, instalado en la iglesia de San Juan de los Caballeros, siendo retratada por muchos de los artistas que les visitaban.

Colaboró con sus hermanos en las tareas del alfar y, una vez fallecida su hermana Esperanza, se hizo cargo de la parte administrativa de la empresa.

Contrajo matrimonio con Antonio Mazorriaga Martínez, archivero de Segovia, del que quedó viuda en 1944 sin haber tenido descendencia.

Tras la fundación del museo familiar en Segovia en el año 1948, fue nombrada directora, cargo que ocupó hasta 1969, quedando como directora honoraria.

Falleció en la capital segoviana el 30 de octubre de 1976.

Teodora en unas fotografías de la época

Las tres primas

Mi tío Daniel y su familia, de Ignacio Zuloaga, donde aparecen sus primas Esperanza, Teodora y Cándida

Sus primas posando para el artista en una foto de la época

Mis primas, de Ignacio Zuloaga. Las tres primas son las hijas de Daniel Zuloaga Boneta (1852-1921): Cándida (1877-1965), Teodora (1886-1976) y Esperanza (1882-1937) Zuloaga Estringana

Esperanza con su padre y otra fotografía de Esperanza,  a la izquierda junto a su padre y hermanos Juan y Teodora

 

Juan Ramón Zuloaga Estringana

ZULOAGA Y ESTRINGANA, Juan       P.C.  1911        1886             S.SEBASTIAN       SEGOVIA/MADRID

Juan Ramón Zuloaga Estringana nació en San Sebastián, Guipúzcoa, el 25 de febrero de 1884. 1968

Era hijo del ceramista Daniel Zuloaga, nieto del maestro del damasquinado Eusebio Zuloaga, y primo del pintor Ignacio Zuloaga, y de Emilia Estringana.

Sus hermanas Esperanza, mayor que él, y Teodora, menor que él, y Cándida, nacieron en Madrid.

Muy pronto se inició como alfarero y ceramista en el taller familiar, completando su formación en la Escuela Provincial de Artes y Oficios de Segovia y después en la Escuela de Cerámica de Sèvres, pensionado en 1911 por la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas.

En Francia, entró en contacto con su primero Ignacio Zuloaga y con Paco Durrio, amigo del pintor, compartiendo experiencias sobre la cerámica y acudiendo al Museo del Louvre como copista, pero al margen de las vanguardias parisinas.

También se trasladó a Roma, estudiando en la Academia de España la estética clásica que armonizaba con sus gustos.

Ya en España, trabajó con su padre en el taller de San Juan de los Caballeros en Segovia.

En 1915 ingresó como profesor auxiliar en la madrileña Escuela Especial de Cerámica Artística de Madrid, cargo que ocupará interinamente desde 1921 a 1923, en que fue cesado.

Se seguirá dedicando a la enseñanza de la cerámica en Segovia, en donde fue director de la Escuela de Cerámica Daniel Zuloaga en San Juan de los Caballeros.

 

 

A la muerte de su padre en 1921, Esperanza y Juan se hicieron cargo del alfar, y en 1925, con el apoyo familiar, se puso en marcha en Segovia la Escuela de Cerámica Artística ‘Daniel Zuloaga’, empresa que Juan alternaría con el cargo de Director de la también segoviana Escuela Elemental del Trabajo, cargo que ocupó hasta 1948.

En 1929 contrajo matrimonio con rosa Olalla García, de cuya unión nacerían cuatro hijos, uno de ellos, Daniel Zuloaga Olalla, también siguió el oficio de ceramista.

Durante la Segunda República fue Delegado de Bellas Artes en la provincia, Concejal del Ayuntamiento de la ciudad y Correspondiente de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.

1930 fue la época de mayor esplendor y actividad del negocio segoviano, incorporándose al taller sus hijos Juan y Daniel Zuloaga Olalla.

En ese periodo participó con obra propia en numerosas exposiciones nacionales e internacionales.

En 1934 se le concedería el Primer Premio en el Concurso Nacional del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, conservándose sus obras en el Museo Nacional de Artes Decorativas.

La guerra civil y la Segunda Guerra Mundial resultaron letales para la continuación del taller alfarero.

En 1947 se vendió la iglesia de San Juan de los Caballeros al estado español, que acabaría declarándola Museo y Escuela de Cerámica “Daniel Zuloaga”.

En 1951, Juan y su hijo Daniel partieron para Argentina para crear y dirigir la escuela de cerámica de Mar de Plata. Pero Juan enfermó pronto y tuvo que regresar a España.

Muy unido siempre a su hermana Esperanza, la muerte de ella a los 55 años, en 1957, marcaría el inicio de una serie de pérdidas que le afectarían profundamente.

Así, se sumarían las muertes de su otra hermana, Cándida, y la de su hijo primogénito Juan.

Los éxitos profesionales, fueron una constante en su carrera.

Ya en el año de 1905, llevó obras a la exposición de Bilbao.

En 1906 participó con pinturas y cerámicas en la Exposición Nacional de Bellas Artes.

En 1911 se presentó a la Exposición Nacional de Artes Decorativas y a la primera Exposición Nacional de Arte Decorativo, organizada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

En 1913 obtuvo un Segundo Premio en la Exposición Nacional de Artes Decorativas por el gran mural cerámico de Las Bellas Artes y las Artes Ornamentales.

En 1916 y 1921 participó, junto a su padre, en las respectivas exposiciones de la Sala Parés de Barcelona.

En 1934 logrará el reconocimiento a su carrera como ceramista, al obtener el Primer Premio en el Concurso Nacional del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, pasando las cerámicas premiadas al Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid.

Juan Zuloaga Estringana murió en Segovia, el 24 de noviembre de 1968, dejando a «Tolola” a cargo del museo hasta la muerte de esta en 1976.

Obras de ~: Las Bellas Artes y las Artes Ornamentales, 1912.

Con sus hermanas: Fuente de cerámica del Círculo de Bellas Artes, Madrid, 1926; Relieve de cerámica de la fachada del Círculo de Bellas Artes, Madrid, 1926; Fuente y bancos de cerámica, plaza de la catedral, León, 1927-1928; Banco de cerámica para la plaza de España, Sevilla, 1929; Murales del metro, Buenos Aires, 1934; Cerámicas del Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid, 1934.

Escritos: “Un error artístico. La cerámica segoviana”, en Arte Español (Madrid), 30 de junio de 1923; “El Arte en Segovia. Una opinión y una réplica”, en El Adelantado de Segovia, 16 de agosto de 1923; “Daniel Zuloaga, el hidalgo ceramista y su obra en Segovia”, en Estudios Segovianos (ES) (Segovia), vol. VI (1954); con A. Mazorriaga, “Castellarnau, ceramista segoviano”, en Universidad y Tierra (Segovia), año I (1934).

Ignacio Zuloaga Zabaleta

ZULOAGA Y ZABALETA, Ignacio       P       1910 (F087)              26.jul.1870      EIBAR       PARIS/ZUMAYA      31.oct.1945

Autorretrato

 

Nació el 26 de julio de 1870 en Éibar, Guipúzcoa.

Era el tercero de los cinco hermanos nacidos de la unión de Plácido Zuloaga y de Catalina Josefa Lucía Zamora Zabaleta.

Se formó en Kontaderekua, la casa torre y escuela-taller familiar, ubicada en la localidad de nacimiento.

Allí ejercitó el arte del dibujo, disciplina que tanto valoraba su padre, gran damasquinador.

Acudió al colegio en Vergara, con los dominicos, y posteriormente estuvo en un internado parisino regentado por jesuitas.

Vivió a caballo entre España y Francia, teniendo taller en activo en París, Segovia, Madrid y Zumaya.

En 1887 realizó con su padre una primera visita a Madrid, que marcó decisivamente su estilo. En el Museo del Prado descubrió la pintura española del Siglo de Oro y a sus grandes maestros, Velázquez, Zurbarán, Ribera y El Greco, a los que copió incansablemente. De hecho fue Zuloaga el descubridor de El Greco y el gran revalorizador de Goya, para la pintura española de principios de siglo XX.El impacto de sus obras influyó muy significativamente en su obra.

Ese mismo año participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, con el cuadro Un sacerdote rezando en una habitación, lienzo que, sin embargo, pasó inadvertido.

En septiembre de 1888, envió tres obras al certamen convocado con motivo de las Fiestas Euskaras celebradas en Guernica, logrando una crítica fue muy favorable y vendiendo uno de ellos a un coleccionista británico.

En 1889, viajó a Roma, donde residió seis meses. Allí pudo admirar a los artistas del Renacimiento, afirmando su vocación de pintor.   Durante esta estancia pintó Forjador herido, que en 1890 presentaría en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid.

 

De Italia marchó a París, instalándose en el barrio de Montmartre y asistiendo a la Academia Libre de Henri Gervex, gran admirador de Manet, y a la Academia La Palette, siendo alumno de Eugene Carriere y del pintor simbolista Puvis de Chavannes. Las visitas al Museo del Louvre son continuas y allí copiará a los grandes maestros.

Su círculo social en París estaba formado por Toulouse-Lautrec, Degas, Gauguin, Van Gogh, Blanche, Emile Bernard, Paul Maurice, Maxime Dethomas, con cuya hermana se casó, así como artistas españoles como Rusiñol, Paco Durrio, Pablo Uranga y Ramón Casas.

Admirador de Degas y Rodin, quien le acompañó en diferentes viajes por España y con quien expuso en alguna ocasión.

El mismo año de 1890 presentó en el Salón de los Artistas Franceses su obra La forja, cuya crítica fue muy favorable. En 1891, participó con dos cuadros en la exposición inaugural de la famosa y tan importante galería de arte parisina para artistas jóvenes, ubicada en la rue Le Peletier.

Hacia 1893 viajó a Bilbao para fundar junto a otros jóvenes representantes de la sociedad vasca la Sociedad Festiva Kurding Club o El Escritorio. Además, participó en la decoración de sus paredes, realizando el panel Amanecer, hoy en la Sociedad Filarmónica de Bilbao.

Retrato de Maurice Barrès

Víspera de corrida

 

De regreso a París, se instala con sus amigos artistas catalanes (Rusiñol, Jordá y Ramón Casas) en la Ile Saint-Louis. La fortuna y su admiración por la obra del Greco le deparó hallar dos cuadros de dicho pintor en París. Al no poder adquirirlos, convenció a su gran amigo Rusiñol para que lo hiciera.

En 1892 su admiración por el pueblo gitano, sus costumbres, su lengua, su forma de vida…, lo llevan a visitar Andalucía, instalándose en Alcalá de Guadaira primero y después en Sevilla, donde se empapó de todas sus tradiciones, aprendió caló y durante un periodo de tiempo intentó ser torero, asistiendo como alumno a una escuela de tauromaquia, años más tarde su nombre aparece en el cartel de una corrida en la plaza de toros de Manuel Carmona. Su obra, durante este tiempo, se centró en bailarinas, gitanos, toreros y todo tipo de escenas llena de vida y alegría.

Sin embargo, su pésima situación financiera hará que su padre lo recomiende a su principal mecenas, el magnate inglés Alfred Morrison. Así, Zuloaga se traslada a Londres y comienza a trabajar haciendo retratos de la sociedad británica. Allí, conoce la obra de James Whistler, cuyo estilo le influye. Todavía con cierta escasez económica, acompaña a su amigo Rusiñol en un viaje por varias ciudades italianas. Durante el mes que duró el periplo, sufragado por el catalán, Zuloaga realizó los dibujos que ilustraban los artículos que este escribía para el periódico La Vanguardia.

A pesar de estas idas y venidas de residencia (Andalucía, Londres y París), Zuloaga no descuida su carrera como pintor y continúa presentando sus obras en los más importantes certámenes del momento: Societé Nationale des Beaux-Arts de París; Galería Le Barc de Bouteville; Bilbao; Exposición de Bellas Artes de Barcelona. En la celebrada en Barcelona, en 1896, obtuvo la Segunda Medalla por Las dos amigas; y en misma, pero de 1898 logró la Primera Medalla con Víspera de la corrida.

La familia del torero gitano

Retrato de Mr. Halley-Schmidt

El Cristo de la Sangre

 

A finales de la década, Ignacio Zuloaga descubrirá Castilla, y en concreto, Segovia. En la ciudad castellana vivía su tío Daniel Zuloaga, reputado artista y propietario de un taller de cerámica.

Alquila la conocida como Casa del Crimen, y ahí abre taller y realiza las obras que le abrirán las puertas de la fama internacional.

En 1899, y en París, contrajo matrimonio con la francesa Valentine Dethomas, miembro de una distinguida familia burguesa parisina y hermana de su íntimo amigo Máxime, pintor como él. Testigos de la boda fueron el pintor Eugene Carrière, y los músicos Isaac Albéniz y Willian Chaumet. En 1902 nació su hija Lucía, y cuatro años más tarde su segundo hijo, Antonio.

A raíz de la muerte de su padre en 1910 y debido a un enfrentamiento con el Ayuntamiento de Éibar por una cuestión urbanística relacionada con Kontadurekua, los hermanos Zuloaga deciden vender la casa-torre. Comienza así a buscar unos terrenos donde poder edificar su nuevo hogar familiar, que constaría de vivienda, taller y museo. En octubre de 1910 adquiere la marisma entre el caserío de Santiago y el mar en Zumaya.

En septiembre de 1912 comienza la construcción de su casa: una edificación de estilo neovasco, influido por los caseríos vasco-franceses. En su decoración incluye importantes obras cerámicas realizadas por su tío Daniel Zuloaga, así como rejas andaluzas y otras piezas de origen francés. Es una obra ecléctica. Se inauguró el 14 de julio de 1914.

La noche del 24 al 25 de diciembre de 1921 se inauguran el museo y la capilla, en lo que en su día fue el caserío de Santiago. La casa y el museo se convirtieron en lugar de peregrinaje de amigos y admiradores.

 

 

Su Medalla de Primer Premio en la Exposición de Barcelona, en 1898, y ser nombrado miembro asociado del Salón de la Sociéte Nationale de París, insuflaron a Zuloaga las fuerzas suficientes para no desfallecer en su sueño de ser pintor. Retomó su actividad y comenzó a presentar obras, sin ningún temor, a las exposiciones públicas del momento, independientemente del país en el que se convocaran: España, París, Burdeos, Bruselas, Róterdam, Múnich, Dresde, Düsseldorf, Budapest, Praga, Berlín, Viena, Lieja, Amberes, Londres, México, Roma, Santiago de Chile, Buenos Aires…

En 1909 expuso por primera vez en Estados Unidos. Fue en la Hispanic Society de Nueva York, por invitación directa de su fundador y director Archer Hunttington, donde exhibió treinta y ocho lienzos. Entre 1916 y 1917 realizó un intenso tour de exposiciones por el país anglosajón, mostrando treinta y cuatro obras en Nueva York, Boston, Búfalo, Pittsburg, Cleveland, San Luis y Mineápolis.

Casi una década después, 1925, la prestigiosa Reinhardt Gallery de Nueva York organiza una muestra de cincuenta y dos lienzos, cosechando un éxito más en su carrera. Esto le incita a llevar su obra a Boston, Palm Beach y La Habana.

En 1926 el Círculo de Bellas Artes de Madrid organiza una exposición monográfica suya (39 cuadros). Su éxito, una vez más, es abrumador, si bien los jóvenes artistas seguidores ya de las vanguardias europeas, no ven en él un maestro al que seguir.

En 1931 es nombrado presidente del patronato del Museo de Arte Moderno, hoy Museo Centro de Arte Reina Sofía, cargo del que dimite de manera inmediata.

Ignacio Zuloaga fue propietario de un automóvil, y con él recorrió España, siendo pionero en este tipo de viajes. De hecho, fue el primero en llegar en coche a Fuendetodos, en 1903 para localizar la casa natal de su tan admirado Francisco de Goya. En 1915 la adquirió, para posteriormente restaurarla. Además, proyectó unas escuelas y un monumento. Este último fue inaugurado en 1920.

Ignacio Zuloaga se encontraba, junto a su familia, en París en el momento en que tiene lugar la sublevación, el 18 de julio de 1936. Con respecto a su posición ideológica y política, el embajador estadounidense escribió: «Nunca se había interesado en política, aunque sus amigos íntimos en los círculos intelectuales y artísticos eran los republicanos académicos».

La víctima de la fiesta

Mi familia

 

Tras el robo de cuadros en su estudio en la Plaza de las Vistillas en Madrid, y ante el riesgo de que ocurriese algo similar con el museo Zuloaga de Zumaya, el pintor consiguió que el ministro de Gobernación enviase a varios milicianos del Frente Popular a guardar el museo. Pero, ante el continuo avance de los sublevados hacia Guipúzcoa y las alarmantes noticias que llegaban, decidió viajar con su mujer e hijo a España. Tras recoger a su hija Lucía, su yerno y su nieto en San Sebastián, la familia Zuloaga permaneció en Zumaya, asegurando su museo. Sin embargo, el cuadro del Greco San Francisco presentando los estigmas le fue robado.

Cuando las tropas franquistas toman Zumaya, el 21 de septiembre, la familia Zuloaga no hizo ninguna clase de muestra de apoyo a los sublevados. Esta actitud provocó las iras del nuevo alcalde franquista de Zumaya, que incluyó al pintor y a su yerno en la lista de rojos y separatistas a los que recomienda multar. En noviembre de 1936 el hijo de Ignacio Zuloaga, Antonio, es movilizado y enviado al frente de Madrid. Ese mismo mes el duque de Alba, amigo del pintor, le dice que el Palacio de Liria, donde tenía varias pinturas suyas, había sido incendiado por los republicanos y se habían perdido sus obras.

Durante el invierno de 1937 Zuloaga conoció a la inglesa condesa Kinnoull, fotógrafa de guerra de los franquistas, que le narró devastaciones patrimoniales de los republicanos, como la quema de Irún, Éibar, Durango y Guernica.

El bombardeo de Éibar y el incendio de la casa-torre de la familia Zuloaga por parte de los republicanos, que ya no les pertenecía, causó gran impresión en el artista. El pintor acabó posicionándose completamente a favor de Franco.

A partir de 1938, Ignacio Zuloaga se sumó enteramente al esfuerzo de guerra franquista, participando en las exposiciones de Venecia y Londres a favor de los sublevados y pintando al general Franco y otros altos cargos, como Serrano Suñer o Millán-Astray, el asedio del Alcázar de Toledo, etc.

El amplio espectro político de las amistades que cultivó Zuloaga a lo largo de su vida, los paisanos del pueblo más llano mezclados con las damas de más alcurnia, parecen demostrar que a él le importaban más las personas que sus ideas. Si retrató a Franco como falangista o al rey Alfonso XIII de húsar es como si a un torero le pintaba de torero o a una gitana con mantilla: lo que veía en el personaje es lo que representaba, sin ánimo proselitista.

Retrato de Ignacio Zuloaga por Jacques  Emile Blache

María del Rosario de Silva y Gurbubay, XVII Duquesa de Alba

La Duquesa de Alba niña

Mujeres en Sepúlveda

 

La pintura de Zuloaga fue de las más discutidas por la crudeza de su dramatismo. La expresión de un realismo empecinado en presentar la crónica de la época, particularmente de una Castilla en cierto modo deformada por la literatura del 98, si bien influido por un amplio repertorio de maestros que podrían encabezar el Greco y Puvis de Chavannes. El tono sombrío de su paleta y el realismo creciente de sus retratos, contrastó con el luminismo imperante en España, representado por la obra de Joaquín Sorolla.

Fue un gran aficionado a los toros, tema que representó en sus cuadros, llegando a salir al ruedo en alguna ocasión.

El 31 de octubre de 1945, a los setenta y cinco años de edad, Ignacio Zuloaga falleció en su estudio de las Vistillas. Fue enterrado en San Sebastián

Retrato de Francisco Franco

Una manola

 

Estaba considerado como el último gran maestro de la Escuela Española de pintura.

Los elementos que caracterizan la obra del autor son los paisajes urbanos de los pueblos de España, los tipos populares, la forma realista de abordar las escenas o la influencia de Goya tanto en la temática taurina, la forma cruenta de representarla como en el uso de una paleta cromática oscura donde destaca la presencia del negro, que enlaza con las pinturas negras del artista aragonés.​ Algunas de sus obras son: El reparto del vino, 1900,Celestina, 1906 (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid), Las brujas de San Millán, 1907 (Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires), El enano Gregorio el Botero, 1908 (Hermitage, San Petersburgo), Mi tío Daniel y su familia, 1909 (Museum of fine Arts, Boston), Doña Adela Quintana Moreno, 1910 (Museo de Bellas Artes, Bilbao), Maurice Barrés devant Toledo, 1913 (Museo d’Orsay, París), Retrato de la condesa de Noailles, 1913 (Museo de Bellas Artes de Bilbao)

Además de los citados, otros muchos grandes museos y galerías de todo el mundo conservan su obra. Por ejemplo: Fundación Zuloaga, Madrid, Galleria Internazionale d’Arte Moderna di Ca’ Pesaro, Venecia, Galleria degli Uffizi, Florencia, Musée National Picasso, París, Musée Rodin, París, National Gallery of Art, Washington D. C., Museo Pushkin, Moscú,San Telmo Museoa, San Sebastián, The Metropolitan Museum of Art, Nueva York, Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, Palacio de Liria, Madrid, Museo Zuloaga, San Juan de los Caballeros, Museo Zuloaga, Castillo de Pedraza, Museo Nacional del Prado, Madrid, Universidad de Oxford, Museo de Bellas Artes de Asturias, Art Museum, Misuri, Museo Ibáñez de Olula del Río, Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona, Galería de Arte Moderna, Roma, Sociedad Hispánica de Améric, Nueva York, Museo Ignacio Zuloaga, Zumaya, Museo Picasso, Barcelona, Museo del Louvre , París, Tate Gallery, Londres, Santa Barbara Museum of Art, San Luis, Detroit Athletic Club, Museo Franz Mayer, México, Museum Belvedere de Viena, Universidad de Cambridge…

Lolita, mujer tendida con chal azul

Retrato de la Condesa Mathieu de Noailles

 

Recibió distintos homenajes: 1912. Recibe el homenaje de sus vecinos de Éibar, 1913. Es nombrado hijo adoptivo de Fuendetodos, 1921. Miembro del Instituto de Francia en la sección de grabado, 1922. Es nombrado presidente honorario de la Comisión de Arte y de Decoración del Museo Vasco de Bayona, 1926. Ateneo Guipuzcoano, 1931. Presidente del patronato del Museo de Arte Moderno, hoy Museo Centro de Arte Reina Sofía, 1947. el Ayuntamiento de Madrid le erige un monumento, emplazado en la plaza de Las Vistillas, obra de González Quesada, 1947. La FNMT emite una serie de sellos postales con su último autorretrato, 1954. La FNMT emitió un billete de 500 con la imagen de su último autorretrato en el verso, y Vista de Toledo en su reverso. Estuvo en circulación hasta 1973, 2004. La compañía de aviación española Iberia bautizó un Airbus 340/600 con su nombre.

Las ciudades de Éibar, Bilbao y San Sebastián también erigieron monumentos en su memoria. Le han dedicado su nombre tres museos y existen en distintos puntos de España numerosas vías públicas, centros de enseñanza y otras instituciones que llevan su nombre.

Retrato de la Duquesa de Arión

Retrato del Duque de Alba

Mª Dolores Cid nos acercó a Marcelina Poncela, Socia Fundadora de la AEPE

El viernes 15 de noviembre la Asociación Española de Pintores y Escultores vivió una jornada especial en la que, gracias a la Catedrática Mª Dolores Cid Pérez, pudimos conocer más acerca de la Socia Fundadora Nª 29 de nuestra centenaria institución.

Tras una breve presentación del Presidente de la AEPE, José Gabriel Astudillo, en la que agradeció la colaboración de la autora del estudio acerca de la magnífica pintora, fue la Secretaria General, Mª Dolores Barreda Pérez la encargada de introducir a los asistentes en la relación de Marcelina Poncela con la AEPE, a través de sus maestros y numerosos amigos, la mayoría socios fundadores también de la entidad.

La Secretaria General comentó que tal y como ocurre en todas las biografías de artistas del siglo XIX y XX, en ningún texto, tesis doctoral o libro suele figurar su relación con esta casa, lo cual nos hace aprender que para que algo se conozca, debe ser primero estudiado y ofrecido después al público. Además, comentó cómo el Presidente ha intentado potenciar este hecho a través de nuestro Archivo Histórico Bernardino de Pantorba, y de forma específica también con la creación de la MEDALLA DE PINTURA MARCELINA PONCELA DE JARDIEL creada en el año 2017.

Añadió además que es intención de la AEPE pedir que el plan memoria de Madrid la tenga presente, instalando una placa en la calle donde vivió.

Como curiosidad de la tarde, la presentación contó con la presencia de dos nietos del famoso hijo de la pintora, Enrique Jardiel Poncela, quienes asistieron a la interesante charla agradeciendo el recuerdo para con su bisabuela.

Mª Dolores Barreda Pérez resaltó varios hechos de la biografía de la artista, como que conoció a su marido cuando vivía en la Costanilla de San Pedro, junto a la Iglesia de San Pedro el Viejo, donde se venera a Jesús el Pobre, imagen de la que también ella es devota.

Resaltó la suerte que tuvo su hijo Enrique, a quien su madre puso como mote «Potito», que contaba que a los siete años solía visitar el Museo del Prado en compañía de su madre y, a los nueve acostumbraba a acompañar a su padre a la tribuna de prensa del Congreso de los Diputados, donde presenció numerosos debates políticos. La tendencia a dibujar apareció en Enrique antes que la de escribir.

Destacó que Marcelina Poncela fue alumna de Alejandro Ferrant Fishermans, uno de nuestros socios fundadores, junto a su hijo, el escultor Ángel Ferrant y Vázquez, también socio fundador de la AEPE. Y que fue asidua al Círculo de Bellas Artes, fundado entre otros por Marceliano Santamaría, quien fuera Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores elegido el 24 de enero de 1936, y que dimitiera tras ser nombrado Presidente del Círculo de Bellas Artes ese mismo año. Allí, se relacionó con otros socios y fundadores de nuestra institución, como Sorolla, Aureliano de Beruete, Cecilio Plá, Lhardy Garrigues, Luis García Sampedro, Fernanda Francés, Zuloaga, Aniceto Marinas,…

Tuvo relación en definitiva, con casi todos los artistas plásticos del momento, tanto personal como artísticamente, ya que coincideron en el Círculo de Bellas Artes como estudiantes y posteriormente concurrieron a casi todas las Exposiciones Nacionales.

La catedrática Mª Dolores Cid Pérez nos adentró en su biografía, haciendo especial reseña de su formación académica, que fue muy completa: buena técnica del dibujo preparatorio de sus pinturas. Siempre haciendo dibujos a lápiz y a carboncillo, que trasladaba después al óleo. Dibujaba sobre pequeño y gran formato; en este caso se trataba de obras acabadas, no simples apuntes, que destinaba a concursos. Empleaba la técnica del albayalde y también utilizaba el lápiz conté, muy popular en el siglo xIx. También dibujó a plumilla, con gran calidad y merecieron premios de primera clase, y utilizó también la pintura al pastel pero esta técnica es frágil y difícil de conservar por lo que apenas hay un par de ejemplares conocidos. Fue una gran acuarelista, utilizaba bien todas estas técnicas pero con lo que realmente se encontraba a gusto era con la pintura al óleo.

Además de los bodegones, las flores, los paisajes, las escenas costumbristas, Marcelina se ocupó del retrato tanto a lápiz como al óleo. A veces esos retratos se apoyaban en la existencia de una fotografía, práctica muy común a finales del siglo xix pues muchos artistas aprovechaban esta oportunidad para hacer óleos de retratos de personajes de difícil acceso pero que sus fotografías se podían encontrar con cierta facilidad.

 

Teresa Condeminas Soler

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Por Mª Dolores Barreda Pérez

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LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

 

TERESA CONDEMINAS SOLER

 

CONDEMINAS SOLER, Teresa P  1928.  1905 BARCELONA

Nació en Barcelona el 27 de febrero de 1905 y falleció en la misma ciudad el 24 de enero de 2002.

Pintora clasicista-novecentista formada en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, también conocida por Escuela de la Lonja, desde los 13 años y a lo largo de los 10 siguientes, tuvo como maestros a Félix Mestres, de quien aprendió el refinamiento y la corrección de la línea, y a Vicente Borrás, quien le transmitió el interés por la luz, rasgos siempre presentes en su producción artística.

Miembro de la Asociación de Arte de la Llotia, constituida en 1926, participó en las exposiciones colectivas que dicha entidad realizaba.

«El espejo»

En 1927 participó en el VII Salón de Otoño de la Asociación de Pintores y Escultores, con dos óleos titulados “Manzanas”, de 43 x 57 cms. y “Paisaje de San Ginés”, de 53 x 69 cms. y en cuya ficha de inscripción figuraba que era natural de Barcelona, donde residía, en la Calle Provenza, 332.

Participó desde muy joven en las Exposiciones de Primavera y en las Nacionales de Bellas Artes de Barcelona, donde muy pronto consiguió algunos premios.

Está documentada su repetida participación en las bienales de Venecia, como en la de 1938, en la que el comisario de la muestra fue Eugenio d’Ors, quien además de a Teresa, eligió a otros artistas como Zuloaga, Togores o Ciruela, si bien su nombre no consta en la relación del libro editado por el Ministerio de Asuntos Exteriores “Un siglo de arte español en el exterior. España en la Bienal de Venecia 1895 a 2003”.

Sí consta sin embargo, que participó en las de 1940 y de 1944. También lo hizo en la Exposición de Arte Español de Berlín en 1941.

«La carta»

En 1937 la artista donó dos de sus óleos titulados “Naturaleza muerta con frutas” y “Naturaleza Muerta con manzanas y uvas” para la exposición-subasta que debía celebrarse en México y recaudar fondos para las víctimas del fascismo. El barco que transportaba las obras de 121 artistas catalanes, fletado por la Generalidad de Cataluña, fue capturado por el bando nacional y las obras confiscadas y trasladadas a Burgos.

A pesar de las reiteradas participaciones en concursos y exposiciones colectivas de todo tipo, Teresa Condeminas no llevó a cabo ninguna exposición individual hasta enero de 1948, en el que se estrenó en la Sala Gaspar.

«Plenitud»

Posiblemente su producción no fue demasiado regular, pero siempre se mantuvo fiel a su manera de pintar, a su clasicismo-novecentismo de la primera época.

Cultivó casi todos los géneros pictóricos: paisajes, bodegones, figuras y sobre todo, desnudos femeninos de formas redondeadas, clásicas, claramente novecentistas. Los desnudos femeninos ocuparon un relevante papel en su producción de los años 30. En ellos queda patente su técnica cuidada y el refinamiento empleado en la representación de los cuerpos desnudos de texturas nacaradas, de líneas perfectas, de composiciones estudiadas y pinceladas tan suaves que parecen casi imperceptibles; en definitiva, unos rasgos que junto con el tratamiento de las telas llevaron a los críticos a hablar de pintura ingresiana.

Con todo, sus figuras respiran cierta frialdad cercana a una falta de sentimiento o una actitud extremadamente distante que posiblemente la llevaron a una obsesiva representación de los rostros, repetidos muchas veces, algunos de los cuales tienen cierta apariencia de máscara picassiana.

Su manera de hacer ha sido considerada de pulcra, reposada y de un perfecto clasicismo.

Sus desnudos y las representaciones de figuras femeninas se pueden considerar como los últimos coletazos del clasicismo novecentista.

También se dedicó a la docencia: impartió clases de dibujo y de pintura en su estudio situado en los alrededores de la Sagrada Familia de Barcelona.

Teresa Condeminas se casó con el también pintor Lluís Muntané Muns (1899-1987), que fuera Director de la Escuela de Bellas Artes de Barcelona (1945-48), donde ejerció de profesor hasta su jubilación.

Al quedar viuda, vivió sola en su casa, teniendo su estudio en la cuarta planta de su mismo edificio y pintando hasta los 95 años de edad.

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www.gacetadebellasartes.es

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Archivo Histórico “Bernardino de Pantorba” de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

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