Artistas que participaron en el primer Salón de Otoño de 1920

Por Mª Dolores Barreda Pérez 

El 1 de abril de 1920, la Gaceta de Bellas Artes hacía pública la Convocatoria del Primer Salón Otoñal de Artistas Independientes fundado por la Asociación de Pintores y Escultores

En la exposición de motivos se decía que “es el otoño la época más interesante de Madrid y la puerta monumental de entrada al laborioso invierno… y por ello, la Asociación ha elegido el otoño para la Exposición de referencia, huyendo de la primavera, en la cual, lo mismo en España que en el Extranjero, las Exposiciones de todo género constituyen un verdadero laberinto…”

Todos conocemos el éxito que supuso aquella primera convocatoria justo ahora que asistimos a la inauguración de la edición número 83, pero pocas veces se habla de los artistas que concurrieron y sobre todo de las mujeres que en este primer Salón, colgaron sus obras.

En el Palacio de Exposiciones del Parque del Retiro se celebró el Primer Salón Otoñal que reunió un total de 959 obras pertenecientes a más de 700 artistas. Todas ellas se colgaron pese a lo reducido del espacio y a las contrariedades que la colocación de un número tan elevado trajo consigo, pero todas fueron expuestas.

En esta primera convocatoria participaron 24 artistas. Muchas de ellas, socias de nuestra entidad; unas, conocidas ya por haber sido fundadoras de la institución, y otras a quienes hoy rendimos un pequeño tributo y de las que prometemos hablar en próximos números.

Además, en la Sala VIII titulada “Recuerdos” se expusieron dos obras de artistas que contaron con una especial atención en lugar preferente.

A la hora de preparar este artículo, descubro los nombres de las artistas tal y como se recogieron en los listados y en el catálogo realizado a propósito, y me parece hasta lógico pensar que junto a sus nombres, se recogiera su lugar de nacimiento (no así el año) y su residencia, dato que voy a transcribir por lo anecdótico que resulta.

En la sección de Pintura, se colgaron obras de:

Julia Alcayde, natural de Gijón, reside en Madrid, calle Columela, 10. Hoy en día está considerada como la pionera de las pintoras asturianas y fue comparada, como bodegonista, con artistas como Zurbarán o Picasso.

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Autorretrato. Casa Museo de Jovellanos en Gijón (España)

Concepción Bascones Pérez, natural de Alcañiz, Teruel, reside en Madrid, calle Atocha, 147. Nada encontramos de ella, excepto que fue la hermana del doctor Bascones Pérez, que perteneció al famoso Instituto Rubio de Madrid, germen del Hospital de la Concepción.

Juana Belloso López, natural de Madrid, calle Reloj, 1. Era hija del portero mayor del Senado, y realizó el retrato de Joaquín Sánchez de Toca y Castro (Alcalde de Madrid, Ministro y Presidente del Senado), que se colgó en la Cámara Alta, causando sensación de cuantos lo veían por “la excelente ejecución del conjunto, reveladora de condiciones artísticas muy estimables y de gran porvenir”.

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Joaquín Sánchez de Toca y Castro

Alfonsa Bendicho, natural de Madrid, calle Lagasca, 125. Fue discípula de José Parada Santín (padre del también pintor Luis Parada Eguilaz), exponiendo durante años sus obras en el estudio que su maestro tenía en la dirección proporcionada por ella. Sus temas eran bodegones y frutas “resueltos a conciencia y pintados con cariño, al estilo del famoso maestro en el género Gessa. Y retratos al pastel y otros dibujados”.

Luisa Botet y Mundi, natural de Cassá de la Selva, Gerona, reside en Valencia, calle del Doctor Montserrat, 19. A ella dedicamos un artículo como Socia Fundadora Nº 16, en la Gaceta de Bellas Artes de abril de este mismo año, en la que pudimos descubrir que estudió en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona y en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid, obteniendo recompensas y el título de académica en  Pintura y Grabado, siendo discípula de Emilio Sala y de Muñoz Degrain en pintura y de Ricardo de los Ríos en la disciplina de grabado.

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Matilde Calvo Rodero, natural de Madrid, vive en la calle Juan de Mena, 16. Artista polifacética que se dedicaba a numerosos ámbitos de la creación (grabado, encuadernación, escultura, etc.) recibió varios premios y reconocimientos, participando en la Exposición Internacional de Artes Decorativas celebrada en París en 1925 y en la Exposición Nacional de Arte Decorativo, Arquitectura y Grabado de 1926. Miembro del Lyceum Club Femenino, Asociación presidida por María de Maeztu.

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Grabado de Matilde CalvoRodero

Mª Elena Camarón, natural de Madrid, vive en la calle Infantas, 28 y 30. Mª Asunción Elena Camarón y Navarro fue alumna de la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, consiguiendo Accésit en la disciplina de Anatomía Pictórica en 1900, y siendo después profesora de Dibujo, desarrollando su talento para la enseñanza.

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Esperanza Cañizares y L. Sandino, natural de Madrid, vive en la calle Génova, 11. Alumna de la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, pintaba bodegones que tenían un “minucioso estudio de calidades”.

Carolina Castillo, natural de Gijón, reside en Madrid, en la calle Fuencarral, 74 y 76. Fue una gran pintora, una mujer de excepcional inteligencia y cultura, que nació en Gijón en 1867. Autodidacta durante años, asistió a clases después con Nicolau Huguet y se mantuvo activa, participando en las Exposiciones Nacionales de 1908, 1910 y 1912. Alumna de Cecilio Pla, sus primeras piezas aparecieron firmadas como Krol-Ina y Krolina, y le gustó cultivar el retrato, el paisaje y el desnudo, este último en un arranque de valentía que sorprenderá a la sociedad del momento. Pero fue el retrato el campo en el que se le reconocieron los mayores logros, al componer lienzos en los que los personajes se acercaban al contemplador. En ellos Carolina del Castillo reflejó su entorno emocional con admirable habilidad.

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«Desnudo», obra de Carolina del Castillo

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Mª del Carmen Corredoira Ruiz de Baro, natural de La Coruña, donde reside, calle San Andrés, 2. Nació en La Coruña el 18 de mayo de 1893 y murió el 17 de noviembre de 1970. Pasó su vida en Coruña, bajo la dirección de Enrique Laboret, pintando bodegones realistas de espiritualidad evidente. En Madrid fue discípula de Eduardo Chicharro y José María López Mezquita. Su trabajo mereció distinciones, como la Medalla de Oro en la Exposición Regional de Santiago en 1926, y fue miembro numerario de la Academia de Bellas Artes de Rosario en La Coruña. Realizó muchas exposiciones, de excelente calidad, formal, de dibujo firme y una paleta rica y sabia.

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Dos de las más conocidas obras de Carmen Corredoira

María Alicia Consolle y Artic, natural de Burdeos (Francia), reside en Madrid, Avenida de la Plaza de Toros, 2.

Miss Nelly Harvey, natural de Londres, Inglaterra, residen en Madrid, calle Españoleto, 10. Nelly Ellen Harvey (Inglaterra 1877 – 1961), inglesa que residió largo tiempo en España. Frecuentó la alta sociedad madrileña, alcanzando fama como copista en el Prado, donde copia a Velázquez, Rubens, Tiziano y El Greco, y como retratista. Participó en la Exposición de Otoño de 1908. Vivió luego en Munich y en 1911 viaja a Nueva York donde expuso sus retratos en la prestigiosa galería Knoedler.  En 1914 vuelve a Madrid y abre estudio y taller para impartir clases a sus discípulos en la calle Españoleto. En 1915 participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes. En 1916 expuso individualmente en el Salón Iturrioz, presentando un conjunto de 37 obras, paisajes y retratos. Expuso en el Salón de Otoño de 1920, en los de 1925, 1934 y en 1930 en la Exposición Nacional de Bellas Artes. En 1946 presentó obras en la Exposición del Instituto Británico de artistas españoles e ingleses.

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Nelly Harvey en su estudio

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La infanta doña Isabel visita la exposición de Nelly Harvey

María López Carbó de Fontes de Albornoz, natural de Madrid, vive en la calle Libertad, 16. Era hija del coronel de Ingenieros Sr. López Carbayo. Se casó en la parroquia de San José de Madrid con Antonio Fontes Albornoz y Stárico, perteneciente a la familia de los marqueses de Ordoño.

Mª de los Ángeles López Roberts y Muguiro “Neneta”, natural de Madrid, vive en la calle don Pedro, 1. Pintora y dibujante, hija de Mauricio López Roberts Terry (Embajador de España en Suiza) y de Mª de los Ángeles Muguiro Beruete (Marqueses de Torrehermosa). Estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, siendo discípula de Fernando Álvarez de Sotomayor y de José María López Mezquita. Participó en las Exposiciones Nacionales de 1922, 1924, 1926 y 1930, y en diversas ediciones de los Salones de Otoño. Residió en París, y expuso individualmente en 1934 en la sala  Brame del Boulevard Malesherbes. Fue nombrada subdelegada de la Cruz Roja en la capital francesa. En 1942 llevó a cabo una notable muestra individual de sesenta de  sus obras en los Salones Macarrón de Madrid, exponiendo de nuevo en 1957 y 1963.

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Juana Maurer, natural de París, reside en Madrid, calle General Castaños, 3 y 5. Participó en varios Salones de Otoño y en varias Exposiciones nacionales.

Paula Millán Alosete, natural de Madrid, vive en la calle Atocha, 82. Artista botánica, desde niña mostraba una gran afición a la pintura; su padre, pintor y escultor conocido, le enseñó lo necesario para que rápidamente comenzara a pintar por sí misma. En 1933, por oposición, ganó la plaza de Auxiliar Artístico del Real Jardín Botánico de Madrid, empleo que desempeñó hasta su jubilación en 1969. Casi sólo elogios se pueden expresar acerca de su obra a plumilla, admirable dibujante de plantas. Practicó, además el dibujo a la acuarela y al óleo, y ya jubilada, seguía trabajando por encargo.

Marie Therese Monchar, natural de Francia, residen en Barcelona, ronda de la Universidad, 33. Españolizada como María Teresa Monchar, participó en Salones de Otoño y Exposiciones Nacionales con paisajes presa de inquietud estética y obras que la crítica consideró como muy bellas.

Matilde Nieto Martín, natural de Salamanca, reside en Madrid, calle Carmen, 38. El 13 de diciembre de 1928 saltó a la prensa al denunciar que cuando pasaba por la calle de Carretas le substrajeron un bolso con varias participaciones de la lotería. Participó en distintos Salones de Otoño y varias Exposiciones nacionales

Delfina Ocaña y Gómez, natural de Campo de Criptana, Ciudad Real, reside en Madrid, calle Génova, 4. Participó en distintos Salones de Otoño.

Mª Luisa Pérez Herrero, natural de Madrid, vive en la calle Ataulfo, 10. Notable paisajista, fallecida prematuramente a los treinta y seis años de edad el 26 de mayo de 1934. Algunos periódicos de Madrid se hacían eco de su fallecimiento en los siguientes términos: “Aunque joven, tenía en su haber señalados triunfos, obtenidos en el extranjero y en España. Pensionada, recorrió Francia y Bélgica, recogiendo sabrosos frutos, que maduraron ampliamente en sus obras premiadas con Tercera Medalla en la Exposición de 1922. «La Época», 28 de mayo de 1934. «… se podía considerar como una de las más interesantes de nuestra pintura contemporánea».

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Pilar de los Ríos de Martínez, natural de Madrid, vive en la calle Luis Cabrera, 32. Participó en distintos Salones de Otoño y varias Exposiciones Nacionales.

Pura Vázquez de la Varga, natural de Madrid, vive en la calle Espoz y Mina, 6 duplicado. Pintora de paisaje y de figuras, su técnica es ágil y triunfó lo mismo en las opulencias decorativas como en los sobrios toques de tipo moderno. Notable fueron su colección de paisajes de Marruecos, con acierto de luz y color, impresionismo vivaz, y sabe captar con presteza los cambiantes fugitivos de la atmósfera.

En la Sala VIII “RECUERDOS”:

Adela Ginés y Ortiz (óleo propiedad de Don Pedro Martínez). (Madrid, 1847-1923). Pintora y escultora española. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y fue discípula de Carlos de Haes y Sebastián Gessa. Profesora en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, practicó el paisaje y la pintura de bodegones, especialmente los floreros. Se presentó con asiduidad a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, consiguió mención honorífica en 1887 y 1895, en la especialidad de pintura, en 1892 en escultura y tercera medalla en 1895 y 1899, también en escultura. Obtuvo tercera medalla en 1897 en la especialidad de pintura, y en 1901 y 1912. En 1899 obtuvo una mención honorífica en la Exposición Universal de París.

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En la sección de Grabado:

Encarnación Velázquez, natural de Madrid, vive en la calle Velázquez, 64. Presentó aguafuertes a diversos Salones de otoño, siendo maestra.

En la sección de Escultura:

Eva Preetzman Aggerholm de Vázquez Díaz, natural de Francia, reside en Madrid, calle Lagasca, 119. Se inscribió en el primer Salón como francesa, si bien en realidad fue una artista danesa nacida en 1882. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Copenhague y en 1908 se traslada a París, donde acude a la Academia Humbert y al estudio de Bourdelle. Se casó con el pintor español Daniel Vázquez Díaz, a quien dedicó su vida, renunciando a su trabajo. En 1919 realizó una única exposición junto a su marido en la Sala de Exposiciones de la Dirección General de Bellas Artes, si bien concurrió a alguna Exposición Nacional en la que fue premiada con una medalla. Su escultura pertenece al realismo castellano, pues busca un estudio de la gente y de la raza a través del retrato y se caracteriza por la pura y simple expresividad del volumen, limpio de accesorios, anécdotas y con ausencia de énfasis, pureza del claroscuro, rigor del dibujo y sensibilidad certera, plena de serenidad que la acerca al orden clásico. Falleció en Madrid en 1959.

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Eva pintada por su marido

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La autora en su taller

Elena Sorolla y García, natural de Valencia, reside en Madrid, paseo Martínez Campos, 37. Helena Sorolla García, como le gustaba firmar, nació en 1895 (Madrid, 1975), fue la hija menor del matrimonio Sorolla. Desde muy joven mostró inclinación por la escultura y tuvo como maestro al escultor valenciano José Capuz. Esculpió y modeló, siempre del natural, y en todo tipo de materiales. Se formó en la Institución 2 Libre de Enseñanza, hecho que la marcó definitivamente, haciendo de ella una mujer moderna y librepensadora. Desde 1911 se interesó por la escultura, desmarcándose de sus hermanos María y Joaquín, que practicaron la pintura como su padre. Participó en algunas exposiciones importantes, entre ellas, la exposición de Arte joven valenciano de 1917, la exposición de arte de Barcelona de 1922, o la que organizó en 1926 el Club femenino Español en Madrid. En 1922 se casó con Victoriano Lorente y como muchas artistas de la época, su dedicación al marido y los hijos condicionó su dedicación artística. Escultora de producción reducida, sus obras gozan de gran calidad técnica. Esculpía siempre del natural sacando, a menudo, de la propia familia los modelos, entre los que abundan las figuras femeninas de cuerpo entero. Sus obras destacan por la fidelidad a los rasgos personales, que intentan reflejar la singularidad de cada personaje mediante la reproducción de sus gestos más habituales y los aspectos físicos más característicos.

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Luisa Botet y Mundi. Socia Fundadora Nº 16

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Por Mª Dolores Barreda Pérez

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LAS SOCIAS FUNDADORAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Cinco fueron las mujeres que estuvieron dispuestas a apoyar la fundación de la Asociación de Pintores y Escultores y que como tal, firmaron y que presentamos según su orden de adhesión, para ir conociéndolas una por una y aprendiendo de ellas:

Socia Fundadora Nº 16: Luisa Botet y Mundi

Socia Fundadora Nº 29: Marcelina Poncela de Jardiel

Socia Fundadora Nº 94: Paz Eguía Viuda de Pina

Socia Fundadora Nº 131: Carmen Alcoverro

Socia Fundadora Nº 137: Pilar Montaner y Sureda

 

LUISA BOTET Y MUNDI

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La pintora y grabadora Luisa Botet y Mundi nació en Cassá de la Selva (Gerona) el 2 de febrero de 1884 y falleció en Valencia en 1951.

Hija de Rita Mundi y del subinspector de Sanidad militar Domingo Botet y Carreras, que en 1883 pidió un permiso de excedencia de dos años para ir destinado a Cassá de la Selva. En 1895 fue destinado a Cuba, regresando en 1899.

Luisa recibió sus primeras enseñanzas artísticas en la Escuela Politécnica de Cassá de la Selva, donde fue discípula de Pilar Vilaret.

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Posteriormente amplió su aprendizaje  en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona y en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid, donde obtuvo numerosas recompensas y el título de académica en  Pintura y Grabado, siendo discípula de Emilio Sala y de Muñoz Degrain en pintura y de Ricardo de los Ríos en la disciplina de grabado.

Cuando cumplió dieciocho años,  el Centro Republicano de Cassá de la Selva le adquirió el retrato de Nicolás Salmerón para su salón biblioteca. Un año más tarde, en 1906 realizaba una relevante exposición individual en la Sala Parés de Barcelona.

Concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1910 con “¡Ampáranos Dios mío!”, “Baile gitano”, un “Autorretrato al pastel” y tres grabados.

En 1911 expone en la Muestra Internacional de Roma, en 1912 ilustra la novela “Precocidad de Gualterio”, de M. Seco.

En 1913 realiza una exposición individual  en el Salón Iturrioz de Madrid, con más de treinta cuadros de paisajes, retratos y estudios de gitanos; en 1914 en la Sala Athenea de Girona y en 1915 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

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En diciembre de 1915 es nombrada Profesora de Dibujo Geométrico y Artístico de la Escuela de Adultas de Valencia, ciudad donde permanecerá hasta entrada la guerra.

En 1917 expone en el Círculo de Bellas Artes de Valencia y en la Academia de Bellas Artes de Sabadell.

En 1918 muestra un tríptico titulado “La vida de la Virgen” en el Salón Iturrioz de Madrid. Posteriormente participó en el Salón de Otoño de 1922 y en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926.

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Su última actividad conocida es la participación en 1936, en la Exposición de Pintura de Valencia organizada por la Alianza de intelectuales para la defensa de la cultura.

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Encontramos reseñas de su actividad artística en publicaciones como El Globo, que el día 14 de octubre de 1910, bajo el título de “En la exposición. Luisa Botet”, artículo firmado por Qualterío M.Seco, dice lo siguiente:

Luisa: concordancia fiel

encuentro en gracia y dulzura,

entre tu propia dulzura

y el fruto de tu pincel;

como las abejas miel,

trofeos el vencedor,

y el galán prendas de amor,

en tu mansión atesoras

esos cuadros que elaboras

con exquisito primor.

En ellos tu pulso diestro

reproduce la Natura,

que revistes de hermosura

con artificio maestro.

En todos se observa el estro,

la brillantez, el decoro;

y es tu lápiz un tesoro

y tu pincel un prodigio,

que tu artístico prestigio

tejen con hilos de oro.

Tu genio activo y fecundo,

que guía tu mano inquieta,

arranca de tu paleta

breve resumen del mundo.

Mezclas con arte profundo,

en ti 8 lienzos, risa y llanto,

y causan igual encanto

á quien los ve y analiza,

desde la fresca Hortaliza

hasta la Muerte de un santo.

Hay en tus varios paisajes

á veces honda tristeza;

ora alegría y grandeza,

ora sombríos boscajes,

Y mezcl«8 plantas salvajes,

arroyos, peñascos, florea,

con riqueza de colores,

aire puro, claro ambiente,

y luz de Sol refulgente

ó de opalinos albores.

Y en tus lienzos numerosos,

hallo tipos de italianas,

negras, chulas, segovianas,

damas y niños graciosos.

Y hay retratos primoroso?,

y cuadros llenos de unción;

y guardas en un rincón

la Gitana, brava moza

que conquistó en Zaragoza,

honorífica mención.

Constituye noble acierto

tu San Andrés Abelino,

en un éxtasis divino

repentinamente muerto.

De sobriedad y concierto,

aquel cuadro es un trasunto;

y avaloran el conjunto,

el altar Iluminado

y el acólito espantado

al desplomarse el difunto.

Entre tus obras descuella

tu retrato, fiel pintura,

donde tu propia hermosura

oculto fuego destella.

En esa pintura bella,

expresiva y sonriente,

se descubre el alma ardiente,

la viveza juvenil

y la inspiración gentil

que brilla sobre tu frente.

Es inmensa tu valía,

y eso que sólo hasta ahora,

tu juventud es aurora

que anuncia esplendente día;

Pero te sobra energía,

que excluye la incertidumbre;

en ti la lucha es costumbre,

de gloria sientes anhelo,

y en rapidísimo vuelo

abordarás á la cumbre.

No eres tú la mariposa

falta de aliento y vigor,

que vaya de flor en flor

versátil y caprichosa:

Por lo contrario; animosa,

a impulsos de otro divino,

avanzas en tu camino,

cual paloma mensajera

que hiende el aire ligera

y va recta á su destino.

Ni eres la flor de hermosura

débil, efímera, inerte,

que halla el olvido y la muerte

al llegar la noche oscura:

no, ni la luz que fulgura,

de la instantánea centella,

sino la tranquila estrella

que señala en lo infinito

del arte noble y bendito

su minesisima huella.

Quizá tus obras mejores

hallen vulgo indiferente;

quizá la envidia inclemente

descargue en ti sus rencores.

Quizá sufras mil dolores,

antes de hallar la victoria

contra la mundana escoria

en batallas intestinas,

porque es sendero de espinas

el que conduce a la gloria.

Mas la inspiración ardiente

de tu espíritu creador,

el lauro del vencedor

ceñirá a tu casta frente:

Lucha, pues, alma valiente,

sin desmayar en tu celo

y sin que corte su vuelo

tu ambición noble y tenaz,

que sólo el águila audaz

logra remontarse al cielo.

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En La Correspondencia de España del 15 de noviembre de 1913, de la pluma de Alberto de Segovia, encontramos la siguiente reseña bajo el título de «Notas de arte. Una muchacha pintora».

“Femenino pincel ha sabido trasladar a la tabla el paisaje madrileño del Retiro. Diferentes rincones del bello parque pintó, hábil, Luisa Botet. Contemplando los pequeños cuadros acuden al alma sensaciones de sitios amigos. Son aquéllos los álamos esbeltos y robustos, son aquéllas las gallardas acacias, son aquéllos los recortados ebónibus.

En uno de los paisajes aparece un ciprés del parterre. Nosotros recordamos ese ciprés. En otro de los cuadritos hay pintados varios bancos de madera, de esos bancos que tienen grabados en la tabla del respaldo nombres de mujer, en memoria de idilios que pasaron.

Es el Retiro, y el Retiro en otoño—que es el tiempo en que está más hermoso—, el que ha hecho vivir en sus cuadros Luisa Botet. El Retiro mismo, con toda su luz maravillosa, la espléndida luz del sol de Madrid.

Estos paisajes son lo que más nos gusta de la labor de la joven pintora que expone en el Salón Iturrioz. Porque ofrecen una visión sentimental, un poco melancólica, de lugares que vemos, que amamos; de lugares que deben ser motivos estéticos—y aun no lo son— de un arte local, madrileño, de una escuela nueva, de aquí.

Igual quisiéramos que se crease una novela, una poesía, una literatura, en una palabra, puramente, castizamente madrileña. Y tenemos algunos cultivadores: Martínez Sierra, Ramírez Ángel, Emilio Carrere… y pocos más.

De las obras de Luisa Botet merecen mención especial los estudios de la Niña de las trenzas—una nena encantadora—, la Niña del gato, los retratos de las Srtas. Cristina y Paula de Gan, Margarita y Teresa Benito Torres, Pilar Maffei—todas muy gentiles y muy gentilmente retratadas por Luisa Botet—, Señora de Coll, el padre de la pintora, Agustina y el pintor Grau.

Son bellísimos los cuadros de la Granja de Barcelona. Uno de ellos presenta un estanque que es un acierto. Los estudios de gitanos—Baile gitano, ¡Enjaulado!, Gitanilla y otros—son muy interesantes; también Las rosas y los claveles (que ha adquirido S. A. R. la Infanta doña Isabel), En la plaza. En la iglesia. La rubita. La de los «bluets» y Lucha interna, un cuadro grande, verdaderamente valiente y atrevido, que revela un esfuerzo y un deseo dignas de elogio, aunque en nuestro modesto juicio no sea el mejor de los cuadros de la notable pintora.

Tal vez merezca este calificativo el titulado Para los toros, un interior incomparable, luminoso, acertado, lleno de vida, de realidad. Es un cuarto en la calle de San Pedro—bien madrileño, ¿verdad?—, ocupado por varías muchachas juncales y repeinadas, modistillas castizas, que se preparan para ir a los toros. No podemos ser nosotros más antitaurinos. El lector no ignora el odio cordial que profesamos a la maldita fiesta nacional. Pero ante la verdad, el prejuicio sectario enmudece y aun es vencido. El caso es que técnicamente el cuadro este de la inspirada artista merece todas las alabanzas del crítico. El arrebol de las mejillas de las lindas manolas, sus mantones de Manila, sus mantillas de madroños, todos los detalles y el conjunto son de una exactitud, de una expresión, de una emoción insuperables, verdaderamente afortunados. Envidia uno al majo—al escolar o al hortera, hablemos de hoy que espera a esta chulona de mantón amarillo para acompañarla a la corrida. Y por un momento olvidamos las campañas de Eugenio Noel.

Luisa Botet es una muchacha, una jovencita. Lo que presenta al público en esta Exposición de sus obras es sólo una parte de su trabajo. Además, está en camino de hacer más y de hacerlo mejor. Si estudia, si no se cansa llegará a colocarse entre los mejores pintores. En el momento actual prueba vocación, buen gusto, conocimiento de la técnica. Bastante es.

Deseamos que lo que hoy es una esperanza extraordinaria, sea mañana una cumplida realidad. Como jóvenes que somos, también a su progreso artístico será paralelo el de nuestro criterio. Esperemos en esta muchacha, por bien del arte español, y más especialmente del arte madrileño.

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Luisa Botet

La pintora en Valencia en 1917

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NOTAS BIOGRAFICAS:

«De la exposiciódee la senyoreta Lluisa Botet a l Ácademia de Belles Arts de Sabadell»  Feminal, 1917.

“Una pintora cassanenca” en Horitzó, 14 junio 1934.

Rosa POUS TENAS Memòria de la recerca. L ´art a Girona als Segles XIX i XX. Emprentes de creació femenina 1872 – 1960. Ajuntament de Girona, 2010

Revista Antiqvaria

La Gaceta de Sanidad Militar, 25 julio 1883.

“Cassá de la Selva” en El Ideal, 2 agosto 1903

“Una pintora catalana», Feminal, 1911

LAS SOCIAS FUNDADORAS DE LA AEPE

Por Mª Dolores Barreda Pérez

LAS SOCIAS FUNDADORAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

La mujer en las Bellas Artes en la primera década del siglo XX

Nunca fueron lucidos los escenarios y exposiciones de las mujeres de principios de siglo.

La descortesía ocupaba el puesto que por derecho propio correspondía al trabajo artístico de la mujer, dada la importancia de las obras presentadas en las diferentes secciones de las distintas Exposiciones Nacionales de Bellas Artes con firmas femeninas.

En aquel momento se ponía en ridículo toda mujer que, saliendo de la rutina, estudiara y se enriqueciera, como si fuera un perjuicio que la mujer aprendiese.

Bien es verdad que había voces que defendían que “será siempre mejor y más provechoso para los suyos, que la mujer asista a las sabias lecciones del Ateneo, que vaya a los museos, porque oiría hablar de las obras clásicas o modernas de Calderón o Cervantes, … pues que esto, a más de deleitar su espíritu, cultiva su inteligencia y la dispone en condiciones ventajosas para la lucha por la existencia en la sociedad, a aquella que por azares de la vida sea el único sostén de su familia, o tenga precisión de coadyuvar al sostenimiento de la suya, por ser escaso el sueldo del marido, o excesiva la familia, cumpliendo con lo que dice Fray Luis de León, de que la mujer debe ayudar a su marido, siempre que pueda honradamente. Muchas mujeres viven con los puntos de su pluma, y no son pocas las que tienen su paleta como único medio de subsistencia. Y ¿qué mejor ocupación que la artística para una mujer que tiene que trabajar, y que por su salud o por cualquier conveniencia social no puede dedicarse a trabajos de confección, única profesión destinada (aunque a medias, pues siempre se paga mejor al modisto que a la mujer?”.

Pero estas voces que hoy nos parecen tan superadas, no dejaban de ser siempre una excepción en la prensa de la época, dominada por hombres y en la que triunfaban también los hombres como artistas.

La principal pega consistía en que la mujer que se dedicaba a las artes estaba abandonando los cuidados domésticos, el hogar y sobre todo, el cuidado de los hijos, descuidando sus obligaciones como esposas y madres y el buen gobierno de sus casas.

Sin embargo, sí se le concedía verdadero “mérito artístico” a algunas obras creadas por pintoras; no a las propias féminas en sí, sino a la obra, y no a toda la obra, sino sólo a algunas.

En este ambiente, sólo a las hijas de familias acomodadas les era posible el acceso de manera independiente a la educación artística. Para el resto de mujeres, pertenecientes a clases medias, el desarrollo de  su actividad artística se realizó a través de sus relaciones, bien sea como madres, hijas, hermanas, parejas o esposas de otros artistas. Otras, las menos, se introducen en los círculos artísticos

como modelos y trasforman después sus aficiones artísticas en labor profesional, con el apoyo de sus esposos y amantes, y en muchas ocasiones, a pesar de colaborar (trabajos que por supuesto iban mucho más allá de la simple colaboración) con sus esposos o amantes.

Puntualmente tuvieron el reconocimiento a su genialidad y creatividad en sus innovaciones artísticas, participaron en exposiciones y salones, y vendieron sus cuadros, pero pocas han entrado a formar parte de los libros de Historia del Arte.

Las trabas a las que se enfrentaban hicieron muy difícil que pudieran desempeñar un papel más destacado. Asumieron en la mayoría de los casos una subordinación artística respecto de sus compañeros, intentando a través de temáticas más femeninas, que estaban a su alcance, desarrollar sus actividades artísticas. Quizá precisamente porque no fueron consideradas como artísticas en un sentido intelectual.

Nuevos datos de la Fundación de la Asociación Española de Pintores y Escultores

En este ambiente, el 15 de abril de 1910 se funda la Asociación Española de Pintores y Escultores en la ciudad de Madrid. Los socios fundadores, 180 en total, son nombres brillantes, conocidos, admirados, pero entre todos ellos, únicamente fueron cinco las mujeres que firmaron como socias fundadoras.

Cinco grandes mujeres, como ahora veremos, que supieron destacar unas por sí mismas, y otras pese a sus apellidos, ya que estaban vinculadas al mundo del arte a través de parientes directos. Sólo una sintió la verdadera vocación del arte sin haber mediado en el ambiente familiar la influencia de sus progenitores o hermanos.

Cinco grandes mujeres, desconocidas para muchos, que vamos a ir descubriendo en éste y en los próximos números de la Gaceta de Bellas Artes, y que a todos nos va a gustar rememorar y admirar por cuanto de luchadoras, vanguardistas y renovadoras tuvieron, porque merece la pena conocer más la historia de nuestra entidad, para sentirla grande y seguir haciendo de ella, hogar de memoria y recuerdo perecedero de cuantos ayudaron a encumbrarla como se merece.

Sin embargo, el espíritu de la recién nacida Asociación de Pintores y Escultores se manifestó desde el principio con un marcado carácter liberal, ya que la mayor parte de sus fundadores admitían mujeres en sus estudios y talleres y el nivel artístico de las socias venía ya avalado por sus obras y trayectoria artística.

Es decir, no se asociaban jovencitas deseosas de aprender de grandes artistas, sino artistas en el sentido más amplio de la palabra que eran mujeres, y que buscan y comparten el ideario asociativo de defensa de sus intereses materiales y artísticos, la difusión del arte, su fomento…

La trayectoria histórica de nuestra entidad nos muestra que las mujeres artistas se fueron incorporando y aproximando cada vez más y con mayor entusiasmo, al mundo del arte y al mundo asociativo. Las limitaciones sufridas a lo largo de la historia se iban superando poco a poco gracias al libre acceso a las escuelas de pintura, a la participación en exposiciones y concursos y a la dura tarea de lograr desechar los prejuicios instalados en una sociedad dominada por hombres.

Sin embargo, por encima de ser hombres y mujeres, los artistas son una rara especie aparte, especial, diferente, en la que prevalece el talento, la curiosidad, el carácter impulsivo, las interminables horas de trabajo, el esfuerzo creador y la autocrítica, el sacrificio y a veces la incomprensión, la pasión, la sensibilidad, la búsqueda de la belleza sublime, el placer, la ensoñación, el deleite, la capacidad de transformar la fantasía, la fragilidad del alma ante la crítica, la deslumbrante visión del color, la particular percepción de la luz, la desbordante imaginación, la genialidad misma y hasta la excentricidad, dejar aparte lo convencional, las reglas mismas del arte para llegar a ser visionarios, compulsivos, intuitivos, desbordantes, versátiles… y miles de cualidades innatas o adquiridas, en las que no importa si eres hombre o mujer, porque lo que sí eres es un ARTISTA.

La fundación de la Asociación de Pintores y Escultores se fraguó según una idea de Mariano Benlliure, quien en 1904 y en el transcurso de un banquete celebrado en el Retiro en honor de los artistas premiados en la Exposición Nacional, propuso ya la “formación de una Sociedad de Pintores y Escultores Españoles, aún residentes en el extranjero, con objeto de defender sus intereses materiales y artísticos,… fomentar todas las manifestaciones del Arte por medio de Exposiciones en España y en el extranjero, crear una Caja de socorros y pensiones…y la instalación de un salón permanente donde los individuos que perteneciera a la Asociación pudiesen exponer sus obras, dando así mayores facilidades al público y a los artistas para la venta”.

Estas y otras ideas expuestas entonces fueron acogidas por todos los presentes y los ausentes cuando las conocieron, con unánime aplauso. Pero Mariano Benlliure no volvió a acordarse de ello y la idea quedó sumida en el olvido.

Años más tarde, fue Eduardo Chicharro quien recordando las palabras del maestro, decidió retomar la idea y recordar a todos los artistas que era preciso unirse para constituir una fuerza, para prestarse mutualidad y recíproco apoyo, y así se formó una Junta organizadora que convocó a todos los pintores y escultores madrileños y logró reunirlos en el gran salón de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Más de 150 acudieron a este llamamiento que se convirtió en Asamblea y que reunió a artistas anónimos y a otros de primera fila, y en donde se habló de la conveniencia de la reunión de todos los artistas y se leyeron los estatutos, que habían sido previamente repartidos con las invitaciones a la convocatoria, para que los que quisieran pudieran presentar modificaciones o sugerencias, y que fueron finalmente aprobados con total unanimidad.

Tal y como se dijo en aquella Asamblea fundacional, a la que asistieron nuestras socias fundadoras, la naciente Asociación contribuía a “la regeneración del artista y al resurgimiento del arte, tan abandonado en nuestra patria de los poderes públicos, como la más rica del mundo en Arte e inspiración pictórica y escultórica”, contando desde un principio con el incondicional apoyo de la prensa, justificando que “si el artista moldea las costumbres de los pueblos, el periodista moldea la conciencia pública, siendo, por tanto, hermanos gemelos el periodista y el artista”.

Las Socias Fundadoras

Como decimos, cinco fueron las mujeres que estuvieron dispuestas a apoyar la fundación de la Asociación de Pintores y Escultores y que como tal, firmaron y que presentamos según su orden de adhesión. En los próximos meses, iremos conociéndolas una por una y aprendiendo de ellas:

Socia Fundadora Nº 16: Luisa Botet y Mundi.

Socia Fundadora Nº 29: Marcelina Poncela de Jardiel.

Socia Fundadora Nº 94: Paz Eguía Viuda de Pina.

Socia Fundadora Nº 131: Carmen Alcoverro.

Socia Fundadora Nº 137: Pilar Montaner y Sureda.

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Luisa Botet y Mundi

Luisa Botet y Mundi

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jardiel

Marcelina Poncela de Jardiel

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Paz Eguía

Paz Eguía, Viuda de Pina

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carmen alcoverro

Carmen Alcoverro

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pilar montaner

Pilar Montaner y Sureda

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