ESPECIAL SALÓN DE OTOÑO. Somos los grandes olvidados

ESPECIAL SALÓN DE OTOÑO.

Somos los grandes olvidados

Mª Dolores Barreda Pérez

SECRETARIA GENERAL DE LA AEPE

«SECRETARIA PERPETUA» DE LA AEPE

 

113 años de vida societaria, al servicio del arte de España bajo al dirección de los grandes maestros de la pintura española

 

 

«El Salón de Otoño representa el esfuerzo realizado por la AEPE

sin auxilio oficial alguno y dando la mayor amplitud a su pensamiento,

aquí donde todo se fía a la iniciativa y ejecución del estado».

Pedro Poggio, 1920

Reclamamos justicia, exigimos el reconocimiento que merecemos los que trabajamos sin percibir ninguna retribución y lo hacemos además, con la satisfacción del deber cumplido.

Pasan los años y nunca alcanzamos la pequeña parte de esa justicia distributiva que las administraciones proclaman.

No será por falta de entusiasmo, honradez y esfuerzos puestos a devoción de la causa del Arte por un elevado número de artistas, que desde hace 113 años vienen haciendo una labor verdaderamente heroica, sin protección, sin recursos y sin elementos de aquellos que mantienen la vida de otras entidades; no será tampoco por la ayuda que nos han prestado los críticos y escritores de arte.

Arrastrando una existencia precaria, aposentados en modesto albergue, reducidos a un número de socios, sufriendo las continuas críticas de quienes no logran sus miras políticas e interesadas, de quienes una vez conseguidas, nos abandonan, la Asociación Española de Pintores y Escultores vive, sobrevive y da señales evidentes de sus virtudes al celebrar el 90 Salón de Otoño y el 59 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, manifestaciones nobles de arte que suponen un nuevo aldabonazo que damos a la atención pública y a las puertas oficiales del Estado.

Casi todas las corporaciones artísticas similares a la nuestra han logrado de los poderes gubernamentales tener refugio gratuito donde convivir, donde celebrar sus fiestas y desarrollar sus actividades y fines en pro de las Bellas Artes.

La Asociación Española de Pintores y Escultores, con méritos más que suficientes labrados a fuerza de trabajo desinteresado a lo largo de 113 años de historia, tiene que solicitar anualmente la concesión de ayudas y subvenciones como apoyo a su incansable actividad, y no logra obtenerlas porque no encaja en ningún grupo de los establecidos oficialmente para poder obtenerlas.

Si las ayudas son para la creación, se contemplan a nivel individual, no asociativo; ayudas a la creación en las que no entran las entidades sin ánimo de lucro; si la ayuda es para las entidades sin ánimo de lucro, no entramos porque es para proyectos expositivos que exigen curadores y un amplio sistema de gestión de personal al que no podemos hacer frente desde la AEPE; si es para un proyecto en concreto, como el Salón de Otoño o el Premio Reina Sofía, tampoco entramos porque debe ser que este tipo de arte no consigue los puntos suficientes para la baremación; si la subvención es para la edición de libros, no podemos editarlo porque debe tener una amplia tirada que nos exige una inversión de al menos el 60% del importe total; si es para la publicación de libros, tampoco entramos porque no somos una editorial; si la ayuda es para la gestión de archivos documentales, imposible, porque nos obligan a contratar a personal especializado con categorías y sueldos imposibles de asumir…

Y así estamos…

Nadie parece entender que nuestra ventaja es la dirección, organización y realización de exposiciones encomendadas a la buena voluntad y desinterés de una Junta Directiva celosa en la administración de sus recursos.

Por eso nuestras actividades ofrecen un carácter singular que las diferencia de las oficiales y particulares: y es que en ellas no hay esa lucha sórdida de intereses creados y de compadrazgos más o menos encubiertos.

En los Salones de Otoño, en el Premio Reina Sofía, en el resto de certámenes y salones de la institución no hay privilegios, no hay cortapisas; es un palenque al que pueden asistir los que al Arte se dedican, sin el temor de que sus obras sufran una disección cruel de los partidistas de las diversas escuelas clásicas y modernas.

Al lado de las producciones de los maestros y de los conspicuos figuran las de los humildes y noveles. En ellas no actúan Jurados sujetos a presiones del corazón, de la gratitud y del cupo de género. A los jueces sólo se les ofrecen las obras con los números de inscripción, jamás con el nombre de los autores, de forma que la obra se salva o se condena por sí misma, desprovista de todo antecedente histórico de su género, de sus méritos, títulos, cruces, medallas, premios o padrinos. Al lado del académico o del genio consagrado aparece el principiante o el demoledor futurista de todo lo existente.

Quienes reniegan de los jurados de la AEPE no entienden realmente de arte. No se puede seleccionar obras por género, y menos aún premiarlas o exigir una paridad en los galardones. No se puede exigir, en premios en los que nada tiene que ver el Estado ni sus organismos, una paridad de género, puesto que en los Jurados alimentados con la teta del estado, todos cobran sus honorarios, largos y agradecidos, mientras que los jurados de la AEPE se realizan con auténticos artistas, socios y amigos de la entidad, que prestan su apoyo a la misma de forma desinteresada.

Nada mejor que un artista para decidir sobre otro artista. No asociaciones artísticas repletas de juristas y otros oficios que, aunque relacionados con el arte, no lo son. Nada de cupos obligados y calzados a presión por una falsa legitimidad determinada por el género en lugar de los méritos. Nada de infantiles reproches que aludan a la dignidad de una sociedad paritaria en la que nada cuenta el prestigio y la maestría. No.

La lucha que llevamos a cabo a través de nuestra independencia política, que viene dada precisamente por no recibir ningún tipo de subvención oficial, es precisamente la que nos permite llevar a cabo la actividad de la entidad de forma honrada y noble, puesto que así trabajamos por el arte desde hace ya 113 años, lejos de causas interesadas y defendiendo la libre concurrencia de los artistas para que tengan cabida en nuestros certámenes todas las tendencias y categorías, y encuentren una oportunidad de exhibir sus obras sin apenas restricciones, más que las dictadas por las dimensiones de salas de exposiciones, y bajo el Jurado seleccionador y calificador formado por artistas iguales.

Justicia reclamo para nosotros.

Porque somos los grandes olvidados.

Hemos cumplido 113 años de historia. Hemos sido imprescindibles en la vida artística y cultural de España por muchos, muchísimos años. Hemos abanderado la creación y exhibición artística española a lo largo de décadas gloriosas de pintura y escultura nacional e internacional. Hemos realizado más de 9.000 actos culturales que abarcan desde exposiciones hasta conferencias y todo tipo de actividades artísticas. Hemos sido referencia obligada en la realización de muestras y exhibiciones. Hemos sido pioneros en la edición de una revista artística con 113 años de historia como es la Gaceta de Bellas Artes.

Hemos brindado nuestros socios a otras instituciones en las que han ejercido cargos de suma importancia, como Directores del Museo del Prado, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, del Círculo de Bellas Artes, del Ateneo, de la Academia de España en Roma, del Museo de Arte Moderno, hoy Museo Reina Sofía, de la facultad de Bellas Artes…

Con todas ellas nos hemos relacionado. Todas han colaborado con la Asociación Española de Pintores y Escultores, han bebido de nosotros, han forjado su historia con la nuestra… y todas, se han olvidado de nosotros deliberada e intencionadamente.

Desde 1951, en que la AEPE ya solicitó por primera vez a la Real Academia de Bellas Artes de Fernando la concesión de la Medalla de Oro para nuestra entidad y para el Salón de Otoño, petición repetida en los últimos años, hasta más de una década en la que venimos solicitando a esas instituciones un reconocimiento para nuestra entidad, pasando por la petición al Ministerio de Cultura para que nos conceda la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, puesto que el Salón de Otoño es el certamen más antiguo y prestigioso de los que se convocan en España y el Premio Reina Sofía es además el único no oficial que mantiene esta denominación, hasta las reiteradas peticiones que anualmente realizamos a la Comunidad de Madrid, para que nos conceda la Medalla de Oro, o al Ayuntamiento de Madrid, para lograr la Medalla de Honor… todo es inútil. Nuestro “rodaje” no interesa.

Incansables, seguiremos pidiendo lo que en justicia nos corresponde. Nosotros, que no costamos al erario público un solo euro, que pagamos religiosamente nuestros impuestos, que funcionamos y gestionamos por amor al arte, que representamos en verdad a los artistas de España.

Y lo reclamo porque el resto de entidades viven de esos fondos oficiales, perdiendo así su independencia.

Justicia para nosotros y para los pintores y escultores.

Justicia para el arte y los artistas.

Justicia reclamo sin ninguna esperanza, en estos tiempos en los que la justicia se ha convertido en una utopía.

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