Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

Historia Universal del Servilismo

 

Lo que sigue no es un tratado histórico, ni comprende todo el mundo, ni es servil. Evoca el rubro de Historia universal de la infamia, que no es un ensayo histórico, ni contempla el orbe en su esferidad, ni es infame, sino un conjunto de textos maravillosos donde Borges nos revela su maestría escribiendo y su sentido de la perfección, ahormando una obra gloriosa, donde pendonea arrogante el Hombre de la esquina rosada.

Para los maliciosos, aclaro. Ni por asomo, no es una comparación con Borges, sino con el título de un libro, que juega, como su autor, con la ironía, para disimular su grandeza. Lo de aquí, tiene tangueadores, cuchillos filosos y milongas; navajeros, fanáticos y gregarios de risitas orgásmicas, incapaces de decir oxte ni moxte si no es por mandato del Capo.

Han aparecido torquemadas y trileros, servilones grasientos y codiciosos sicarios, chorizos avalados, gente amarilla, que viven de esto, besando la mano de don Giuseppe Genco Russo; tergiversando para confundir, denunciando a otros para proteger al jefe. No todos los infames son serviles, por contra,  todos los serviles son infames.

No creo que exista ninguna actitud tan repugnante, tan humana, tan antiestética, tan facilona, tan gansteril, tan miserable como el servilismo. Servil refiere conducta de siervos y criados. El servilismo es exclusivo del hombre, ningún animal lo practica. No es lo mismo renunciar a la lucha o someterse cuando se ve la fuerza del oponente que el servilismo. El servilismo supera al esclavismo, casi siempre soportado por necesidad existencial. No, el servilismo es aceptado, genuino, saboreado por las mentes más depauperadas y vacías, como un premio mayor a la indecencia.

El servilismo marca de por vida, no se es servil un rato, una temporada. El servil lo es para siempre, porque no es capaz de ser libre, ni de pensar, y el capo, arteramente, beneficiándole le hace entender que está en el camino correcto, que son los demás los que están errados. El fanático no miente, el servil ni se lo cuestiona, va más allá de donde cree para salvaguardar trasero y soldada.

No se pide, se ofrece motu proprio, se da con cierto exhibicionismo, para que se note. Nadie nos pide que seamos serviles, por supuesto. El individuo servil lo canta, bien alto, para que se le oiga y con su conducta lo airea. Para el DRAE servilismo vale por “ciega y baja adhesión a la autoridad de uno”.  El capo marca el camino, incluso las palabras y el silencio, la familia le sigue sin rechistar, sin cuestionarse nada. Lejos de los gregarios la funesta manía de pensar. Llama la atención, este esclavismo del siglo XXI, abolida tiempo ha la esclavitud.

Coriolano, Julio César, Marco Antonio y Cleopatra conforman la trilogía romana de W. Shakespeare. Se detiene en tres tiempos de la historia de Roma: inicios, esplendor y decadencia respectivamente. Se da como más segura la fecha de 1607 para la escritura de Julio César, aunque no se imprime hasta 1623, en ella, W. Shakespeare le hace decir a Casio: “No es culpa de los astros, caro Bruto. Es culpa nuestra que vivamos siervos”. Pero, Bruto a lo suyo.

El servilismo, eso sí, existe desde la noche de los tiempos, aunque no es lo mismo las guerras serviles de los esclavos que los serviles que ahora hacen la guerra. El servil no tiene más patria que la mendacidad, el narcisismo, la cobardía, el pancismo, uno se queda de piedra, cuando ve los caretos impasibles, inalterables, o las risitas de conejo, diciendo un día una cosa y al otro la contraria. ¿Algunos inocentes dudan sobre si podrán dormir? Pues claro, ¡no sean ingenuos!, son profesionales serviles, intentan que su representación no ensombrezca su mensaje y se mueven como un ciego en un apagón de luz: diestros, cómodos, seguros, felones, atroces, como un cuchillo cuya misión es cortar donde quiere que se hincare.

Los serviles son marionetas manejados desde la tramoya por hilos invisibles pero tenaces, todos repiten lo mismo. Juan de Mairena recuerda lo que decía su maestro Abel Martín: “El hombre que no es capaz de luchar por la libertad no es un hombre, es un esclavo”.  Los serviles son esclavos menesterosos de su indecencia, no piensan, no lo necesitan, por eso siguen a toda costa las consignas sin más, sin dolor y sin conciencia; su responsabilidad es con la esclavitud y con el sueldo, lo demás no cuenta.

Se entiende que el gánster conforme la familia y la proteja, cuando uno entra en la familia ya sabe su cometido. Nada de bromas ni experimentos; no hay límites sino obediencia absoluta. Lo difícil de comprender es que medios de difusión, escritos y audiovisuales, que se dicen independientes, se conviertan en el brazo agitpro de la familia. Esto no es sólo servilismo, sino babosismo delictivo, pues se hacen cómplices de los delincuentes, amén de hacer un ridículo personal espantoso, que les marcará.

En la epístola a su amigo Lolius, inclusa en el Libro I de las Epístolas de Horacio, escribe el poeta de Basilicata: Dimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, incipe”. O séase: “Quien ha comenzado, ya ha hecho la mitad, atrévete a pensar(saber), empieza”.

Sapere aude es una locución latina que hace gloriosa Horacio y que significa: atrévete a pensar, sé tú mismo, ten la valentía de seguir tu propia razón, sin esperar consignas para moverte, para actuar. El filósofo del s. XVIII, Emmanuel Kant –“En Proverbios y cantares, dice Machado: “Tartarín de Könisberg / con el puño en la mejilla/ todo lo llegó a saber”- la retoma y pone en circulación de nuevo.

En “¿Qué es la ilustración?, asegura Kant: “La ilustración es la liberación del ser humano de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de utilizar su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia, sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. Sapere aude. ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!”-

Sigue argumentando Kant su razonamiento y señala la pereza y la cobardía como las causas que conducen a la esclavitud, al servilismo. ¡No lo duden, el servil es un esclavo, que come de la mano de su jefe y éste le da la posibilidad de poder pavonearse en un medio del hampa complaciente! En la antigua Roma, Melania luchó contra la esclavitud, pero los esclavos trataron de disuadirla, porque su estado les convenía; en tiempos de incertidumbre, el propietario estaba obligado a darles, comida y cobijo, lo que en muchos momentos tiene un peso incontestable.

Hay lectores de un solo periódico y oyentes de una sola emisora de radio- no hace falta nombres-, lo que leen, lo que oyen, no es lo que pasa, no les cuentan lo que sucede. Lo que oyen es su propuesta de realidad, que apenas coincide con la realidad. Cuando falseamos, tergiversamos los hechos estamos incurriendo en delito contra la libertad, engañando, sorprendiendo la buena fe. Todos estos servilones, con nombres y apellidos, tienen en su contra la hemeroteca. Todo lo que están defendiendo sin objetividad se conservará y nunca se borrará su conducta felona y sectaria.

Los políticos han crispado la convivencia en España y cada día que pasa echan más lumbre al fuego. Bajar la temperatura, domeñar la crispación es asunto de todos y mucho más de los que tienen voz en tribunas públicas y medios de comunicación. Los serviles son los pirómanos que avivan este incendio. Y las consecuencias de un incendio son imprevisibles, por veces acaban quemando al individuo de la lata de gasolina.

Hay políticos incapaces de aportar una sola idea, como algunos plumillas, y sólo se valen de su servilismo putrefacto para envenenar el aire que respiramos. Los que hacen cosas se pueden equivocar, pero nos ayudan a caminar; los que no hacen más que encizañar, justificar conductas hediondas, se convierten en pura basura, en detritus social. ¿Por qué hemos de pagar todos a estos narcisistas ineficaces y trileros?

La huida hacia adelante es una incógnita peligrosa que, la mayoría de las veces, acaba en el precipicio. Que los idiotas triunfen es una gran desazón, una humillación para los ciudadanos nobles que pretende vivir sin renunciar a la libertad y a la dignidad. Los que defienden a los mafiosos se juegan mucho, porque es muy probable que ellos sufran la vendetta de los más, el castigo de las generaciones posteriores, en tanto los mafiosos seguirán ocultos en su tenebrosa oscuridad, en la maraña de sus compras y sus pagos.

 

Tomás Paredes

                                                                                                  Presidente H. AICA Spain

Recordando… Eugenio Hermoso Martínez

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Eugenio Hermoso Martínez

HERMOSO MARTINEZ, Eugenio   P   1910   26.feb.1883     FREGENAL SIERRA     FREGENAL/MADRID/HUELVA    2.feb.1963

 

Socio Fundador

Socio de Honor

Vicepresidente de la AEPE

Autorretrato

 

Eugenio Hermoso Martínez nació el 26 de febrero de 1883 en Fregenal de la Sierra, Badajoz.

Hijo del labrador Sabas Hermoso Félix y de María Martínez Carrero, que formaron una familia con nueve hijos.

Muy niño, y al mismo tiempo que trabaja ayudando a su padre en las labores del campo, comienza a destacar en la pintura en la escuela de su localidad natal.

En enero de 1898 viaja a Sevilla para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, donde tuvo como primer maestro a Jiménez Aranda.

Durante su formación fue becado tanto por el Ayuntamiento de Fregenal de la Sierra como por la Diputación de Badajoz, lo que le permitió ampliar sus estudios en el extranjero. Ambas instituciones, forman hoy parte del patronato de la Fundación Eugenio Hermoso-Legado Rosario Hermoso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Autorretratos y fotografías del artista

 

Alumno de los también socios de la AEPE Gonzalo Bilbao y José Jiménez Aranda, en Sevilla, en 1901 se trasladó a Madrid.

En el Museo del Prado copió las obras de los grandes maestros, frecuentando el Ateneo y el Círculo de Bellas Artes.

En 1092 obtiene su primer galardón, el premio Duquesa de Denia de la Exposición del Círculo de Bellas Artes, con el cuadro Huérfano que representa a un niño que se ata un zapato.

En 1904 logra la Medalla de Bronce en la Exposición Nacional de Bellas Artes con La muchacha haciendo media, que adquiere el Museo de Cádiz.

En 1905 viajó a París,  donde estableció su primer contacto con las vanguardias, viajes que también le llevarían a Bélgica.

Durante varios años vivió en Madrid en la misma pensión que Daniel Vázquez Díaz, gran amigo al que retratará en algunas ocasiones. Con anterioridad, juntos habían asistido en Sevilla a las clases de Jiménez Aranda, en su estudio de Triana.

En 1905 llevó a la Exposición del Círculo de Bellas Artes: El Colegio e Hijas del terruño que es elogiado por el crítico de arte y Presidente de la AEPE, José Francés.

Con veintidós años pintó La Juma, la Rifa y sus amigas que fue Segunda Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1906 y en la Exposición Internacional de Barcelona de 1907, y constituye un primer jalón estilístico que recoge un grupo significativo de obras juveniles pero muy originales: El desayuno, La vuelta al trabajo, La Marocha, Francisco, La Niña del violín.

En 1906, desde Barcelona pasó a Italia: Génova, Pisa, Roma, Nápoles, Florencia, Venecia y Milán y en 1908 obtuvo la Segunda Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes.

En 1910 se le concedió la encomienda de Alfonso XII, canjeada luego por la Encomienda con Placa de Alfonso X el Sabio, y asistió junto con los socios de la AEPE Julio Romero de Torres, Anselmo Miguel Nieto, y José María López Mezquita y otros más, a la Exposición Internacional de Barcelona, en la que logró una Primera Medalla. Este mismo año participó en la exposición del Centenario de la Independencia de Chile con su cuadro La merendilla, que fue adquirido por el Gobierno chileno.

En 1912, embarcó en Lisboa camino de Inglaterra, allí residió en el condado de Cheshire Haylake, a orillas del mar, y expuso en Londres. Después, regresa a España e inicia la serie de sus desnudos con El baño de las zagalas y Manzanas del Manzanares.

En 1914 contrae matrimonio con Rosario Ramos Jarilla, con la que tuvo dos hijos, un varón fallecido al poco de nacer, y Rosarito.

Su estancia en Huelva se prolonga desde 1915 hasta 1919, donde ocupa la vacante a director de la Academia de Pintura, hasta entonces conocida como Escuela de Pintura.

Juan Ramón Jiménez, con quien Hermoso mantenía gran amistad, escribió una carta elogiando su designación como director de la Academia.

En Huelva, y dada la cercanía con su Extremadura natal, ejercerá de profesor de pintura principalmente de retratos, género que practicó durante toda su vida.

 

Retratos de tipos populares

De su etapa en Huelva, Hermoso recordaba en su autobiografía, sus reuniones con su tertulia La Palmera, compartiendo espacio con Manuel Siurot, el fotógrafo Diego Calle, Manuel Garrido Perelló y otros escritores, poetas e intelectuales de la vida cultural onubense.

Las diversas vestimentas y atuendos típicos de la provincia onubense inspiran al artista, dado su asombroso colorido, luz y vistosidad, algo que le rememora constantemente las pinturas realizadas en Fregenal y sus pueblos colindantes.

Un escaso número de alumnos de la mencionada academia destacan por haber respirado del estilo de Eugenio Hermoso, como Rafael Cortés Moreno o José Martín Estévez.

En 1916 expuso en Barcelona obras que fueron reproducidas por las principales revistas de arte nacionales y extranjeras, confirmación del éxito y reconocimiento que estaba alcanzando.

Con A la fiesta del pueblo, propiedad del Museo Reina Sofía, actualmente cedido al Museo de Cáceres, alcanzó la Primera Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1917, junto a los también socios de la AEPE Joaquín Mir y Valentín de Zubiaurre.

A la fiesta del pueblo

 

Ese mismo año, 1917, nace su hija Rosario, a quien el pintor representará en numerosas obras y quien, al fallecer, dispondrá la creación de la Fundación que lleva su nombre. También en 1917, a través del marchante Artal, Eugenio Hermoso empieza a vender sus obras en Buenos Aires.

Con Rosarito, como llamaban cariñosamente a su hija, compartió su juventud, ilusiones y una gran amistad, ya que al poco de nacer, su madre fue internada en una casa de salud de la que salía en cortos períodos de normalidad. La hija, sola en el hogar, buscó refugio en su padre y en su pintura, colaborando desde entonces con él como consejera, consuelo y modelo. La madre finalmente hubo de ser ingresada en una institución psiquiátrica, con la razón perdida para siempre.

Durante su estancia en Huelva, Hermoso tiene la oportunidad de recibir en su estudio en 1918 al universal pintor Joaquín Sorolla, quien fuera Presidente de la AEPE en 1912.

En 1919 se instala definitivamente en Madrid, en un estudio en la calle Almagro, 14.

Goza ya de la amistad y la admiración de los intelectuales madrileños. Sobre todo, de la de Ramón del Valle Inclán, entrando a formar parte de la tertulia nocturna del Café Nuevo Levante, a la que acudían los hermanos Ricardo y Pío Baroja, Ignacio Zuloaga, José Gutiérrez Solana, Rafael de Penagos, Anselmo Miguel Nieto, Ángel Vivanco, Luis Alemany y otros muchos artistas y escritores como Antonio Muñoz Degrain, Valle Inclán, Jacinto Benavente, Manuel y Antonio Machado, Anselmo Miguel Nieto, Sebastián Miranda, Enrique Gómez Carrillo, Ramiro de Maeztu, Francisco Villaespesa…

También a lo largo de los años, disfrutó de la amistad de Pio Baroja, Juan Gris, Valle Inclán, Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala, Gregorio Marañón, González Ruano, Jiménez Díaz, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Juan de la Cierva, Niceto Alcalá Zamora, Sorolla, Romero de Torres, Vázquez Díaz, Sebastián Miranda, José Aguiar, Valentín y Ramón de Zubiaurre…

Con Enrique Pérez Comendador y Magdalena Leroux  compartieron desde la amistad de siempre, su amor por Fregenal, Hervás y Extremadura en general…

Su primera gran exposición personal la llevó a cabo en 1922, en el Salón del Museo de Arte Moderno, con éxito de público y de ventas y encargos de retratos.

En 1926, Eugenio Hermoso obtuvo la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes con Lavanderas y los desnudos Melancolía y Madreselvas.

Para el centenario de Arias Montano había modelado el busto del célebre humanista del siglo xvi que se encuentra ubicada en la peña de Arias Montano de Huelva. Es el inicio de su fase de escultor que sigue con su Autorretrato en bronce y Dina, modelo que aparece también en Tierra, Fauna y Flora y otros cuadros suyos. Se conserva además otro busto en bronce de Rosario Ramos, su mujer; y una cabeza de su hija, Rosario Hermoso.

 

Busto de Rosario Ramos

 

Autorretrato

 

Por encargo del Banco de España pinta el retrato de Niceto Alcalá Zamora. Una réplica del mismo se encuentra en el Museo Eugenio Hermoso, de Fregenal de la Sierra.

En 1927 expone en Sevilla y Badajoz. A partir de 1934 en Argentina, Chile y Brasil. Antes lo había hecho en Bruselas, Venecia y  La Haya.

En 1941, fue elegido académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y nombrado catedrático por oposición de la Escuela Superior de Bellas Artes, de la que era director el que fuera Presidente de la AEPE, Eduardo Chicharro.

Su faceta pedagógica transmitió a generaciones de artistas españoles su experiencia de la modernidad, pero conservando siempre en su pintura y en su labor docente su arraigado sentido clasicista, a alumnos como Antonio López, Villaseñor, Amalio García del Moral, Sebastián García Vázquez, Timoteo Pérez Rubio, José Pérez Jiménez, entre sus alumnos…

En 1948 recibió la Medalla de Honor de la Exposición Nacional de Bellas Artes, a la que envió dos cuadros de gran formato: Altar y La Siembra. La Primera Medalla fue para su paisano, amigo y también socio de la AEPE, Adelardo Covarsí.

Bajo el seudónimo de Francisco Teodoro de Nertóbriga publicó su Autobiografía en 1955, y firmó sus pinturas de carácter satírico que nos presentan a un Hermoso crítico, satírico y burlón.

En 1955 fue nombrado jurado del Tribunal de la Real Academia de San Fernando para el premio de grabado de la Academia de Bellas Artes en Roma, labor que compartió con los socios de la AEPE Vázquez Díaz, Fernando Labrada, Enrique Lafuente Ferrari y Valentín de Zubiaurre.

Cabeza de pollino

Filósofo leñador

En 1956 la Diputación de Badajoz organizó una muestra de su obra en la Casa de la Cultura, situada en el antiguo seminario de San Antón, y adquirió para el Museo Provincial de Bellas Artes su tríptico Arcadia.

Eugenio Hermoso murió en Madrid el 2 de febrero de 1963, siendo enterrado posteriormente en Fregenal de la Sierra.

En 1964, se celebraban tres exposiciones con carácter de homenaje póstumo: Una en Badajoz, otra en Sevilla y otra en Madrid en el Circulo de bellas Artes.

En 1964 se le hizo un homenaje, con la Exposición Antológica de sus obras en el Salón Goya del Círculo de Bellas Artes. En la prensa, el crítico Camón Aznar escribió: “un arte que ha entrado con dignidad museal en la conciencia del pasado, con la aureola de la tradición y vinculado a una estética que tiene plena vigencia.”

Tras su fallecimiento, su hija Rosario Hermoso custodió algunas de sus obras más personales.

Al fallecer esta, dispuso en testamento la creación de la Fundación Eugenio Hermoso-Legado Rosario Hermoso, con el fin de abrir al público en Fregenal de la Sierra, Badajoz, una Casa Museo dedicada a exhibir la colección privada del pintor.

Con motivo de su centenario en 1983, el Museo de Bellas Artes y la Diputación de Badajoz organizaron la exposición: Eugenio Hermoso y la pintura de su época, que recorrió casi toda Extremadura.

En  la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla se  hizo otra exposición en 1984, con gran éxito de público y de crítica.

El catálogo de la exposición: Centro y periferia en la modernización de la pintura española 1880-1918, organizada por la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura,  lleva de portada su cuadro Fiesta infantil.

Con ocasión de la Exposición Universal de Sevilla de 1992, de nuevo, la Academia de Santa Isabel de Hungría celebró una muestra de su obra más representativa.

En diciembre de 1999/enero de 2000 se organizaron sendas exposiciones, en los Museos de Badajoz y de Cáceres,  bajo la coordinación del Área de Cultura de la Diputación Provincial de Badajoz y la Fundación Museo Eugenio Hermoso/Legado Rosario Hermoso de Fregenal de la Sierra.

La Juma, la Rifa y sus amigas

Dotado de extraordinaria sensibilidad, su espíritu captaba lo humilde, lo sencillo, el detalle nimio pleno de humanismo y sentimiento que engrandece el alma y la llena de emoción y regocijo.

Su posición en el arte del siglo XX  se explica además por la importancia capital que adquiere la cantidad de retratos que pintó de los hombres y las mujeres de su tierra: Extremadura. Una de las razones de su oposición final a las vanguardias está en la insistencia de Hermoso en la figura humana. Como retratista excepcional, creó una valiosa galería iconográfica, cuya contemplación nos acerca a la forma de vida de la gente sencilla del pueblo.

Eugenio Hermoso es considerado como uno de los máximos exponentes de la pintura costumbrista extremeña, plasmando, con gran realismo, la vida y costumbres de la Extremadura de inicios del siglo XX.

Hermoso pertenece a esa generación de artistas –López  Mezquita, Sotomayor, Salaverría,  Zubiaurre,  Romero de Torres, Chicharro, Anselmo Miguel Nieto, Rodríguez Acosta, Ortiz Echagüe…- nacidos en el último tercio del siglo XIX, que partiendo de Velázquez unos, otros de Zurbarán y Murillo, algunos de El Greco y casi todos de Goya, dieron a España una auténtica y verdadera edad de oro de la pintura, y muy especialmente en el retrato.

Sobre su obra escribieron algunas de las mejores plumas del país como la condesa de Pardo Bazán, Ramiro de Maeztu, Max Nardau, Juan de la encina, Díez-Carredo, Cauzón Aznar, José Francés…

No imitó a nadie, sus cuadros poseían un mundo propio, con su impresión personal, compartiendo con los pintores extremeños Luis de Morales y Zurbarán, el intimismo ingenio y la voluntaria clausura.

Tercera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904.

Segunda Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1906 y

Segunda Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1908

Primera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1917.

Condecoración en 1910.

Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes en la Exposición Nacional de 1926.

Medalla de Honor de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1948.

Segunda Medalla en la Exposición Internacional de Bellas Artes de 1907

Primera Medalla en la Exposición Internacional de Bellas Artes de 1911

Tercera Medalla en la Exposición Internacional de Bruselas de 1910

Segunda Medalla en la Exposición Internacional de Buenos Aires de 1910.

Medalla de Oro en la Exposición de Panamá en 1916.

Gran Diploma de Honor en la Exposición Hispano Francesa de Zaragoza de 1919.

Medalla de Oro del Círculo en la Exposición Nacional de 1926

Participó en la Bienal de Venecia de 1930 y en 1936.

Medalla de Oro de Pintura y Medalla de Plata de Escultura en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929.

Gran Cruz de Alfonso X el Sabio en 1946.

Paisajes

 

EUGENIO HERMOSO Y LA AEPE

Socio fundador de la Asociación de Pintores y Escultores con el número 79.

Delegado de la AEPE en Huelva                en 1918.

Socio de Honor del Salón de Otoño de 1924

Vicepresidente de la Asociación el 25 de febrero de 1927

Eugenio Hermoso participó en las siguientes ediciones del Salón de Otoño:

I Salón de Otoño de 1920: En la huerta; Una serrana; ¡Aquel, aquel!; Carmela.

V Salón de Otoño de 1924: Eloísa; Huérfana.

IX Salón de Otoño de1929: Dina; Victoria la aldeana; Mendiga; La Quica; Niñas en la iglesia; Autorretrato.

XII Salón de Otoño de 1932: Despedida; El niño de la alquería; Estreliña.

XX Salón de Otoño de 1946: Cabeza; Rosarito.

XXV Salón de Otoño de 1952: De humilde cuna; fuente de leyenda.

XL Salón de Otoño de 1969: Figuras; Pobladores; Estalacmitas; Tierra, fauna y flora; Autorretrato; El tamborilero; Retrato de Rosarito; Muchacha de Montehermoso; En Punta Umbría; La Culiqui; Musa de Goethe; Prisión y muerte de la pintura; Caído en desgracia; Moras y madreselvas; Mi sobrina Pilar; Muerte de la dríada; Bañistas.

Retrato de María y Miguel

Sevilla

Tierra, fauna y flora

La Fundación Eugenio Hermoso – Legado Rosario Hermoso

 

La Fundación Eugenio Hermoso – Legado Rosario Hermoso es una organización sin ánimo de lucro creada por Rosario Hermoso Ramos, hija del pintor, quien en su testamento dispuso la creación de la Fundación con el fin de difundir la obra de su padre, el pintor Eugenio Hermoso Martínez y crear una Casa Museo en Fregenal de la Sierra, Badajoz, localidad natal del artista.

Se trata de una gran casa solariega extremeña situada en el centro del municipio, muy cercana a la plaza de la Fontanilla. La casa tiene un gran patio central con un granado que fue inmortalizado en varias obras del autor. También es el escenario utilizado para retratar la hija del pintor.

Al fallecer, Rosario Hermoso, legó su colección particular a la Fundación y realizó varias donaciones de obras a instituciones como la Real Academia de Bellas Artes y San Fernando de Madrid, al Museo de Bellas Artes de Badajoz y al Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Tras la muerte de la fundadora en 1997, la Fundación se constituye el 11 de mayo de 2005, con sede en Fregenal de la Sierra, Badajoz.

Centrada en difundir artística y culturalmente la obra de Eugenio Hermoso, el pintor que mejor supo plasmar en su obra la realidad y las costumbres de la Extremadura de principios del siglo XX. Obras que representan un valioso archivo de la memoria cultural de Extremadura que permite conocer la vida cotidiana y las celebraciones de sus gentes en el inicio del siglo XX.

 

Casa Museo de Eugenio Hermoso

Eugenio Hermoso, 30
06340 Fregenal de la Sierra (Badajoz)
Telf.: 924 700 254

 

AÑO MUÑOZ DEGRAÍN: En el centenario de su nacimiento

Por Enrique Carlos Fernández Barrado

Graduado en Historia del Arte

Anécdotas y reflexión en torno a un yelmo y una rueda de afilar en la serie cervantina de Muñoz Degraín para la Biblioteca Nacional

 

Tal y como recogió Ricardo Bernardo, en el diario El Cantábrico, un 19 de marzo de 1920: “con motivo de la inauguración de la sala dedicada al Príncipe de los Ingenios en la Biblioteca Nacional, ha quedado patente, una vez más, la filantropía de este insigne artista. Desinteresadamente ha donado una veintena de cuadros, inspirados en las páginas del libro inmortal”. Ese libro inmortal era Las aventuras del ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha, la obra cumbre de las letras hispánicas y universales que el pintor valenciano, Antonio Muñoz Degraín, trasladó a veinte lienzos realizados ex profeso como regalo para decorar la sala dedicada a Cervantes en la Biblioteca Nacional de Madrid. No pocos diarios y periódicos se hicieron eco de la inauguración y la entrega oficial de los cuadros: ABC, El Sol, Hoy, El pensamiento Español, etc. A la que asistieron los reyes don Alfonso XIII, doña Victoria Eugenia o incluso los expresidentes Maura y Eduardo Dato.

J. Ortega Munilla, informó como a los pocos días de aquella entrega, el rey Alfonso XIII exhortaba a un ilustre extranjero a ver los cuadros del pintor valenciano. Pues, como decía el rey: “No es que ha sido un pintor… Es que lo es. Empezó grande y fuerte, y fuerte y grande sigue”. Palabras nada baladíes teniendo en cuenta la avanzada edad de Muñoz Degraín, ya octogenario. Y aun así no dejó de sorprender incluso a aquellos que tuvo cerca. Sirva de ejemplo el asombro que causó a Rodriguez Marín, director de la Biblioteca Nacional por aquellos años, el encontrar entre las obras donadas una escena singular, que no correspondía a la fidelidad narrativa del Quixote. Hablamos del cuadro titulado: don Quixote aderezando el yelmo de Mambrino. Yelmo que constituyó una gran victoria para nuestro inmortal caballero don Quixote, que manifestó poder aderezarlo en el primer lugar donde pudiera hallar a un herrero. Hasta aquí Cervantes. Sin embargo, Muñoz Degraín, visitando un pequeño pueblecillo de Málaga, halló una pobre herrería que le trajo a la cabeza el recuerdo nunca leído de la visita de don Quixote y Sancho a la herrería. Y que esa visión no se recogiera en el libro era “harina de otro costal”, tal y como le manifestó el pintor a Rodríguez Marín. Pues, como explicó Antonio Muñoz Degraín: “quien busque esta herrería en la obra de Cervantes, a buen seguro que no ha de encontrarla, pero no por eso no deja de ser el Quixote. Porque en el caso, o yo así me lo figuro, que en el Quixote no está todo el Quixote”. Y a tan pintoresca
respuesta, el pintor prosiguió: “no hay que sonreírse amigo don Francisco. Déjeme explicar lo que yo he imaginado, y se dará cuenta clarísima de que no está todo en el Quixote que anda impreso en cuantas lenguas y naciones tiene el mundo. Cervantes, con aquel talento privilegiadísimo que Dios le dio, concibió y pensó toda la historia de don Quixote de la Mancha sin que le faltara punto ni coma; pero al escribir se dejó atrás todo lo que no hacía falta, lo uno por no hacer demasiada abultada su obra y lo otro porque, como suele decirse, «algo se ha de dejar para el curioso lector»”.

Dicha visión de la herrería imaginada por Muñoz Degraín impresionó a otras personas. En este caso nos referimos al poeta Marcos Rafael Blanco Belmonte, que le dedicó unos versos al lienzo en la revista Blanco y Negro, en su edición de enero de 1934, y que reproducimos en parte:

Lo que no pintó Cervantes
lo ha pintado un gran pintor.
Mucho tiempo era corrido
desque un pobre cobardón
en poder de Don Quijote
el fino yelmo dejó;
aquel yelmo medio yelmo
que, siendo deslumbrador,
al verlo falto de encaje,
disputaron más de dos
por barberil bacinilla
de rapabarbas que huyó.

De esta manera, reparemos nosotros, gentes del siglo XXI, en la capacidad que tuvo un tan insigne como desconocido pintor de inspirar versos de una manera ignota, como el agua que se abre paso sin ser sentida, como esa rueda de afilar que podemos contemplar en la pintura de Muñoz Degraín, siendo capaz de dar filo al hierro aunque ella no pueda cortar, tal y como dice Horacio sobre los poetas. Admiremos la capacidad de quien por medio de sus pinceles nos nutre y nos guía junto a las musas que, amablemente, nos dan la mano para hacernos soñar con el Parnaso. Ut pictura poesis. Aprendamos de los antiguo.

 

Degraín: el pintor que se hizo a sí mismo

 

Estamos ante uno de los pintores más influyentes del panorama pictórico español del siglo XIX y principios del XX. Sin embargo, desde su fallecimiento -este año se cumple el 100 Aniversario de su partida hacia otra dimensión (él reconoció su ateísmo)- el que había laureado multitud de premios y condecoraciones -incluso el rey Alfonso XIII le ofreció un marquesado, negándose el artista a ello porque su vida ya estaba enormemente compensada- hoy es injustamente desconocido y olvidado.

Para saber de este maestro de maestros hay que remontarse a sus orígenes. Degrain era una persona hermética y controlada, aunque no en su temprana juventud. Posiblemente se arrepentiría, entre otros hechos, de su atrevimiento cuando viajó de adolescente buscándose la vida en el París decimonónico. Allí trabajó como “limpia pinceles”, hartándose de un chulesco pintor parisino, al que le arrojó la paleta, con tan mala fortuna que le partió la nariz (según me relató su nieta primogénita). Tal incidente aceleró su regreso a España. Esto indica el temperamento fuerte que tenía. Hay que ser muy valiente y tener las cosas muy claras para dejar su casa familiar , en contra de su padre, y aventurarse, andando o por medios fortuitos, a Roma, para allí empaparse de la pintura clásica.

Degrain era muy meticuloso en su pintura, posiblemente porque desde su niñez tenía el ejemplo de sus padres, fabricantes de relojes (una de las fotografías que se ven en este artículo es la tirada 955, e indica que poseían infraestructuras y disfrutaban de una economía holgada). Eso le marcó su personalidad y carácter, reflejándose en su metodología pictórica, ya que le dedicaba tiempo a la preparación de sus lienzos, realizando pruebas, bocetos, colores, luces, composiciones, estudios históricos y geográficos, etc., pues su base literaria era amplia y fecunda. Una explosión de imaginación muy inclinada hacia los misterios, tragedias, desgracias, ensoñaciones, situaciones de carga emocional elevada, que se reflejan  frecuentemente en su pintura. Al quedar huérfano de madre en su niñez, tuvo la capacidad de revertir su tristeza positivamente, cultivándose en la literatura clásica y actual, lo que le ayudó a canalizar su energía, como se aprecia en Los amantes de Teruel (museo del Prado), Otelo y Desdémona (museo de Lisboa), Amor de Madre (museo de Valencia) o Los de Igueriben mueren pero nunca se rinden (museo de Málaga).

Arriesgó su vida y ganó. Ahora nos toca a sus descendientes no rendirnos y devolverle a la Historia.

 

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Luis Rubio Verano Aguirre

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

La Gaceta de Bellas Artes: 1932-33

Como venimos viendo en los últimos meses, entre  1932 y 1933, el comité de redacción de la Gaceta de Bellas Artes estaba integrado por: Enrique Estévez Ortega, Emilio Romero Barrero, Julio Moisés Fernández de Villasante, Julio Vicent, Juan Adsuara, Enrique Pérez Comendador, Francisco Llorens, Luis Rubio, Ramón Pulido, Guido Caprotti, Carlos Casado, Luis Benedito, Miguel Lucas S. Mateo y Fructuoso Orduna.

 

Luis Rubio Verano Aguirre

RUBIO Y VERANO AGUIRRE, Luis  P  1910(N )  MADRID  MADRID

Socio Fundador

Socio de Honor

Socio de Mérito

Vocal de la Junta Directiva

 

No ha sido posible encontrar un retrato o fotografía del artista

 

Nació en Madrid, entre los años 70 y 80 del siglo XIX. Muy pocos datos tenemos acerca de este artista.

Domiciliado en la calle Tetúan, 15 y posteriormente en Lagasca, 119.

Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1910, envió obra a la Exposición de

Panamá de 1916, y presentó también trabajos a la Exposición Internacional de Barcelona de 1929 y en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1930.

En 1920, con motivo de su participación en el I Salón de Otoño, La Ilustración española y americana decía: “Luis Rubio, en “Peñalara”, nos parece muy minucioso y tan preocupado de la forma que perjudica al ambiente, pues hay que tener en cuenta la perspectiva aérea, contra la cual conspira el exceso de detalles”.

Discípulo del pintor  José Lupiáñez, que claramente le influenció en su temática de paisaje, y de Manuel Ramos Artal.

En 1921 participó en la Exposición que se realizó en el Salón Permanente de Exposiciones de la AEPE.

Puesta de sol en Marmolejo, presentada al VIII Salón de Otoño

 

En los salones de Ediciones Inchausti realizó una exposición en 1928, de la cual extraemos la crítica del momento: “En otros salones de la misma Casa ha reunido el pintor Luis Rubio una veintena de interesantes paisajes… El estilo de Luis Rubio no me es simpático, ni siquiera en lo que pretende evocar del minucioso detallismo de los primitivos; pero reconozco su capacidad artística, su excelente retina y su buena pañeta. Y desde luego juzgo muy meritoria la consecuencia literal de un pintor que, encariñado con su estilo, persiste en no apartarse de él, procurando al mismo tiempo perfeccionarlo y superarlo. Monótonos y duros en cuanto a entonación muchos de estos paisajes, revelan algunos insospechada flexibilidad, con lo que el artista ha podido obtener resultados muy bellos de luz y perspectiva. “Un aspecto del Guadarrama” es cuadro que se recomienda por su hondura panorámica y su acertada disposición de luces. La vista de la Moncloa al declinar el sol, el pinar de San Rafael y el huerto de los frailes del Paular, son asimismo obras sugerentes que se recuerdan con agrado y prometen lo que puede esperarse de Luis Rubio cuando al prurito de ser original anteponga la espontaneidad de su temperamento”.

En otro medio se leía: “Transcribimos a continuación el artículo que nuestro colaborador Ramón García-Diego ha publicado en “El Tiempo”: “He aquí un pintor original. Un pintor que ha llegado a tiempo de brotar en nuestra época, con un acento suyo, sincero, sencillo. Luis Rubio pasó muchos años de su vida frecuentando el dibujo lineal y topográfico. Y un buen día cogió los pinceles y fue al estudio de Ramos Artal, donde permaneció cinco meses. Después, a instancias de su maestro, laboró solo frente a la Naturaleza. Sus ojos miraron, ávidos, todo cuanto se ofrecía ante ellos con una mirada ingenua, libre de enseñanzas y métodos. Esto realza su obra porque el alma de artista de Luis, Rubio se siente libre para crear, sin ayuda de nadie, un arte instintivo e interesante. Por eso, ve el paisaje de un modo distinto que los demás paisajistas… Dijo lo que veían sus ojos, y lo dijo porque antes, le había emocionado el paisaje. Así que puso al servicio de su emoción la pureza de su arte, sin pensar antes en un método que pudiera iluminar mejor sus obras. Recogió en sus lienzos todos los detalles que se ofrecían a sus miradas, y consiguió el encanto que todos sentimos ante su obra… Este natural agradable, es el mejor te- soro en la obra de Luis Rubio. Nos la ofrece sin el menor condimento, que podría hacerla más substanciosa, pero también más artificial… Yo, particularmente, quisiera que Luis Rubio nos dijera también su verdad frente a los seres humanos. Que no limitase sus facultades naturales a los paisajes del campo. Que se adentrara en la ciudad frente a magnificencias y a miserias sórdidas. Y también ante la humanidad… Quizá con su arte sencillo, nos mostrara parajes ocultos, y sobre todo y ante todo, creo que sus ojos que miran ingenuamente todas las cosas, acertarían a darnos una imagen original de sus modelos, sin pensar en embellecernos ni en «destrozarlos»… Más bien como en una continuación de su labor, reflejaría lo que viera, sin tácitos pensamientos complicados… Diferentes visiones de su sinceridad. Variadas muestras de su arte. El público respondió con su admiración al artista que supo decirle llanamente sus emociones frente a la Naturaleza”.

Peñalara, del I Salón de Otoño

 

En Estampa se leía: “Merece también un comentario el notable paisajista Luis Rubio… a quien no faltan condiciones ni sensibilidad, preséntase en estas nuevas obras demasiado cuidadoso del estilo. Demasiado, porque la pureza estilista obra a modo de freno, impidiendo el desarrollo legítimo de sus facultades creadoras. De ahí, cierta pacientísima lentitud que parece observarse en el trazado de sus paisajes. Ejecutados éstos de una manera menos fría, más suelta, cálida y espontánea, aumentaría el interés emotivo que apunta en casi todos, concebidos con férvido entusiasmo artístico y resueltos con ingeniosa habilidad. Es verdadera lástima que pintor del mérito de Luis Rubio conceda algunas veces a la forma más importancia que al tema del cuadro. Tratándose, además, de paisajes realistas, donde el autor se confunde con el intérprete, el estilo no debe hacernos olvidar la emoción del natural ni prevalecer a costa suya. Aparte de tales objeciones, tenemos que señalar en Luis Rubio al cantor afortunado, devoto y sereno de su naturaleza. Fortuna que no es sino pericia técnica; devoción que significa amor sincero; serenidad que recuerda el modo de la pintura de los primitivos”. J. J. Gárate.

Un aspecto del Guadarrama. Del VII Salón de Otoño

 

En La Esfera, Silvio Lago, seudónimo con el que firmaba algunas de sus críticas el que fuera Presidente de la AEPE, José Francés, y bajo el título de “Un paisajista original. Luis Rubio”, apuntaba que …”Desde el primer paisaje de Luis Rubio, que descubrí en una Exposición del desaparecido saloncito de Arte Moderno que hubo en la calle del Carmen hace años, encontré esa serena equidistancia entre las picardías de taller, los trucos transmitidos de maestro a discípulo y la boba insipidez o la cómica audacia del aficionado. Ni el paisajista hecho, ni el advenedizo ocasiona!, Luis Rubio era menos que aquél, y, desde luego, mucho más que éste… Los paisajes de Luis Rubio, con sus verdes agrios, su minucionismo folial, sus rigideces negras de los troncos, sus aguas transparentes, sus celajes relevados, no se perdían entre los demás… Para mí se destacaban de otro modo. Eran casi dolorosos testimonios de una tortura sentimental y estética. No; ciertamente no fueron creados con gracia espontánea, con un candor fresco, moceril… En el caso de Luis Rubio, el pintor profesional que sonreía de la acritud verdinegra y de la rigidez lineal de un paisaje, no podía alcanzar hasta qué punto se estaba formando, con angustia, con dificultad manual, con torpeza elocuente, un paisajista verdadero. Quizá todavía hoy, cuando de la un poco repelente manera inicial ha brotado ya el personal estilo; cuando no cabe engañarse de que Luis Rubio domina su mano, en lugar de ser esclavo de ella; cuando está a punto de cumplirse plenariamente el milagro revelador a que aludo antes, todavía no le falte la sonrisa desdeñosa de los contempladores de la Naturaleza a través de una enseñanza oficial o de una total dedicación desde la adolescencia… ¿Cuántos años han pasado desde que vi el primer paisaje de Luis Rubio en Arte Moderno y su reciente Exposición en las dos salitas de la casa Inchausti? Nueve, diez cuando menos. Pero no ignoraba el ascenso evolutivo de su esfuerzo obstinado,- de su veraz empeño por ser pintor en el sentido que le negaban sus compañeros. Y, sin embargo, los veinte cuadros expuestos en la Casa Inchausti daban esa sensación brusca de lo inédito, de lo dotado de cualidades pristinamente originales, del sallo seguro hacia el valor casi absoluto—dentro del fin propuesto y peculiar—desde relatividades sucesivas, levemente estacionarias. Estos paisajes tienen ya una más amplia riqueza cromática, un más jugoso sentido de las gradaciones tonales, un mejor conocimiento de perspectiva. Conserva, afortunadamente, el toque minucioso, el candor primitivista, y, sobretodo, esa fuerte expresión de la madurez melancólica. Y el acento grave, hondo, sin artificios retóricos, sin grotescas simulaciones de extravagancia, sin pretensiones dogmáticas, reza el credo estético del hombre maduro que no aprendió de nadie, sino escuchando la voz de su alma y obedeciendo e! mandato visual de sus ojos, limpios de toda anteojera profesionalista”.

Cabeza del Hierro. Del III Salón de Otoño

 

En 1928 participó también en la Exposición española en los Países Bajos.

En 1930 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes.

Debió de fallecer hacia 1932, porque en distintos medios encontramos mención al hecho de que debían haberle hecho un homenaje, con ocasión de celebrar el Salón de Otoño, que tuvo lugar entre los meses de octubre y noviembre.

En la revista Nuevo Mundo del 28 de octubre de 1932 se dice textualmente que “los cuadros de Luis Rubio Verano Aguirre, a quien habría sido laudable consagrar una Sala especial y a quien la AEPE debe el homenaje de una Exposición póstuma”.

Y en Crónica, también de 1932, se dice que …”los paisajes de Luis Rubio y Verano-Aguirre, a quien la muerte se llevó cuando empezaba a consolidar un prestigio merecido. Sería oportuno y conveniente hacer una exposición de este artista tan original, tan desligado de influencias acomodaticias, tan expresivo, de un recio temperamento de pintor honrado y sincero”.

Y aquí ya se pierde su pista y no vuelve a saberse de él o de sus obras.

 

Reflejo en el arroyo de San Rafael. Estampa, 1928

El puente de los ingenieros. La Esfera, 1928

 

Luis Rubio y Verano Aguirre y la AEPE

Socio Fundador de la AEPE, Vocal de la Junta Directiva entre 1928 y 1929 y Contador en 1930.

Socio de Honor del X Salón de Otoño de 1930.

Presentó obra a las siguientes ediciones del Salón de Otoño:

I Salón de Otoño de 1920: Peñalara y Cabeza de Hierro y las Guarramas

II Salón de Otoño de 1921: Cabezo-Reina

III Salón de Otoño de 1922: La caída de la hoja y Cabeza de hierro

VII Salón de Otoño de 1927: La ribera del Jalón, Desde la Fuente de las Damas, Un aspecto del Guadarrama

VIII Salón de Otoño de 1928: Cabeza de hierro y Puesta de sol en Marmolejo

IX Salón de Otoño de 1929: Peñalara desde El Paular, En el Arroyo de San Rafael y Orillas del Lozoya en El Paular

X Salón de Otoño de 1930: El Puente de los Ingenieros de San Rafael y Interior del Pinar de San Rafael. Socio de Honor

XI Salón de Otoño de 1931: La caída de la hoja y Puesta de Sol

XII Salón de Otoño de 1932: La ribera del Jalón, La Fuente de las Damas, Puesta de Sol, Anochecer, Interior del Pinar de San Rafael, Un aspecto del Guadarrama visto desde la Dehesa de la Villa

La Esfera 1928. Fuente en la Moncloa

Anochecer. La Esfera 1928

La Esfera 1928. Paisaje de San Rafael

Teresa Sánchez-Gavito Perdomo

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Teresa Sánchez-Gavito Perdomo

SANCHEZ GAVITO PERDOMO, Teresa  P   1950  19.jun.1918    MADRID    MADRID/POZUELO A.  julio 2000

 

Autorretrato

 

Teresa Sánchez-Gavito Perdomo nació en Madrid, el 19 de junio de 1918, en una familia de origen asturiano.

Hija del compositor José Sánchez-Gavito y de María Luisa Perdomo de Guzmán, le infundieron su amor por las artes y la música. Con ellos realizaba asiduas visitas al Museo del Prado que la artista recuerda con especial cariño.

Con siete años, sufre una delicada enfermedad que la postra en cama durante dos largos años, dedicándose a la lectura de obras clásicas y de libros que incluían reproducciones en color de grandes obras de la pintura.

Cursa estudios de bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros de la capital y en el Instituto Velázquez, donde tuvo como profesor de dibujo al extraordinario Rafael de Penagos.

La guerra civil la pasa en San Sebastián, junto a sus padres y hermanas, y allí comienza a dibujar en la Escuela de Artes y Oficios y a recibir clases del pintor José Cobreros Uranga.

Realiza un largo viaje a México antes de regresar a Madrid, donde se matricula en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, obteniendo el premio de colorido que otorgaron sus maestros Benedito, Chicharro y Valverde, socios todos ellos de la AEPE, así como otros grandes de los que fue alumna como Juan Adsuara, Vázquez Díaz y Fernando Labrada.

En 1942 envió un cuadro de San Agustín a la Exposición Nacional de Barcelona, obra que en la actualidad se encuentra en la Parroquia del mismo nombre de la Calle Joaquín Costa, en la Colonia del Viso de Madrid.

Obtiene Premio de 1.000 pesetas en el XVI Salón de Otoño de 1942.

Autorretrato, obra presentada al XXVIII Salón de Otoño

 

En 1943 participa en la Exposición femenina de pintura y escultura que organiza la Asociación de Escritores y Artistas en la calle del Rollo, junto a otras socias de la AEPE.

Ese mismo año, expone junto a Guillermo Vargas, en las Galerías Partenillo de Madrid.

Tras finalizar los estudios, pintará en el estudio que Eduardo Chicharro mantenía en la calle Bárbara de Braganza, teniendo como referencia a los pintores italianos, además de El Greco, Ribera, Zurbarán y Goya, identificándose plenamente con Velázquez.

Hacia 1944 abrirá su propio estudio en su residencia de la calle Ebro, situada en la Colonia de El Viso.

Paisaje

 

Ese año, realiza su primera exposición en solitario en la Sala Marabini de Madrid. José Prados López, quien fuera Secretario de la AEPE, comentaba en el diario Pueblo que …”es una colección de telas en la que están representados todos los géneros y varios procedimientos, de valiente factura… tiene un proyecto de fresco, con su estudio correspondiente, que indica el afán de esta pintora por los grandes esfuerzos y por la búsqueda de las alargadas dificultades, confiando acaso en su magnífica ambición… telas de dimensiones desusadas, que pocos pintores conciben, están pregonando un temperamento que fía en su capacidad y en su entusiasmo para lograr visiones gigantes de la belleza… puede descansar con orgullo la artista en su propio esfuerzo y en su propia sensibilidad que está cimentada en atrevida y potente voluntad de carácter, en el que la fe en sí misma anda de por medio de continuo”.

En septiembre de 1944 logra una Mención de Honor de Pintura en la I Exposición Española de Pintura y Escultura de Salamanca.

Bodegón

 

En 1945 por encargo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas pinta los frescos exteriores e interiores de la capilla de Nuestra Señora de las Nieves en la Universidad de verano de Jaca, obra del arquitecto Miguel Fisac con escultura de Juan Adsuara.

En mayo de 1945, hablando en una noticia sobre la pintora María Teresa Sánchez Gavito, se afirma que “sorprende en [ella] la seguridad de una línea tan certera en arte, cuando solo se puede tener el arte de ser tan joven como ella… en el ventanal del estudio de María Teresa hay un rosal que se asoma curioso para admirar a esta pequeña – gran mujer, que pinta, que ríe, que sueña, que espera”.

Muchacha, presentado al XXXVII Salón  de Otoño

 

En 1948 pinta su Conversión de María Magdalena, que presenta a la Exposición Nacional de ese año logrando la Tercera Medalla. Este cuadro forma parte de las colecciones del MNCARS y se encuentra depositado actualmente en la Capilla de estilo barroco perteneciente al actual Instituto San Isidro de la calle Toledo de Madrid.

De 1944 a 1949 realiza dos exposiciones en Madrid y viaja a Montevideo, donde trabaja para el galerista vienés Richard Schmal.

Desnudo

 

Ramón Faraldo escribía sobre ella en 1949 asegurando que …”Es otro ejemplo de artista dotada, exigente consigo misma, escrupulosa con lo que quiere y con lo que  no quiere. Su tentativa es de las más difíciles y de las más nobles: conjugar  las calidades coloristas modernas con los conceptos clásicos de composición y de oficio. De ella fa naciendo una personalidad plástica vigorosa, clásica y contemporánea a un tiempo”.

Retrato del padre García D Figar 1949

 

Premio del Ayuntamiento de Logroño de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1957.

En 1967 la Hija oficial del Lunes publicaba una corta entrevista, junto a una fotografía de la artista, en la que ésta aseguraba que pese a ser madrileña “soy de ascendencia asturiana y siento un profundo amor por esta región, donde he pasado épocas muy felices… Mis temas preferidos son la figura, composiciones, bodegones, flores y paisajes, pero nada como el retrato… Ferviente admiradora de Velázquez, Zurbarán, De la Croix y los retratistas ingleses del XVIII”…

La artista en una fotografía aparecida en la Hoja del Lunes, 1967

 

Al contraer matrimonio cambio su domicilio a la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón, en donde trabajará de forma ininterrumpida hasta 1982, cuando una larga enfermedad que le afecta al corazón la obliga a dejar aparcada la pintura.

Recuperada, en 1987 comienza a pintar de nuevo con más ímpetu y brío, intensa y lúcidamente.

En 1990 realizó su última exposición en Madrid, abandonando un año después la pintura por razones de edad y salud.

En 1996 el Museo Municipal de Madrid realizó una exposición titulada “Donación Teresa Sánchez-Gavito”

Falleció en Pozuelo de Alarcón, Madrid, en julio del año 2000.

El Ayuntamiento de Madrid posee diez obras suyas en el Museo de Arte Contemporáneo, que donó en 1996.

 

Retratos

 

Teresa Sánchez-Gavito y la AEPE

Tercera Medalla de Pintura en el XXIV  Salón de Otoño de 1950

Segunda Medalla de Pintura en el XXV Salón de Otoño de 1952

Primera Medalla de Pintura del XXVII Salón de Otoño de 1955

Premio Excma. Diputación Provincial de Madrid del XXVII Salón de Otoño de 1955

Al XVI Salón de Otoño de 1942 presentó Retrato de mi madre y San Agustín

Al XVII Salón de Otoño de 1943: Retrato del Rvdo. Padre Antonio García de Figar, O.P.

Al XIX Salón de Otoño de 1945: Primavera

Al XXII Salón de Otoño de 1948: Primavera y Estudio para retrato

Al XXIV Salón de Otoño de 1950: En la tarde

Al XXV Salón de Otoño de 1952: Retrato de Elenita Muñoz Mateos

Al XXVII Salón de Otoño de 1955: Retrato del Ilmo. Sr. D. Juan Muñoz Mateos

Al XXVIII Salón de Otoño de 1957: Autorretrato

Al XXIX Salón de Otoño de 1957: Pensamiento y Niña con frutas

Al XXXV Salón de Otoño de 1964: Niños

Al XXXVII Salón de Otoño de 1966: Retrato de niño y la Muchacha del pañuelo blanco

Al XXXVIII Salón de Otoño de 1967: Retrato de la señorita María Elena Muñoz

Al 40 Salón de Otoño de 1969: Aunciación y Campello (Alicante)

Al 41 Salón de Otoño de 1971: Momento de hogar

Al 42 Salón de Otoño de de 1972:

Al 45 Salón de Otoño de 1977: Mi hijo Federico y Nuria Fernández Berceruelo.

Jesús y la samaritana

Estudio, presentado al XXII Salón de Otoño

Retrato de Juan Muñoz Mateos del salón de 1955

San Agustín, del XVI Salón de Otoño

Lavanda

El arte «progre»

Mª Dolores Barreda Pérez

Secretaria General

Secretaria Perpetua de la AEPE

 

Leo declaraciones del Ministro de Cultura. Hay que digerirlas.

Leo la concesión de las Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2023. Hay que analizarlas. Concedidas a 37 personalidades y entidades de la cultura. Me reafirmo. ¿Por qué lo llaman Bellas Artes entonces? (http://apintoresyescultores.es/por-que-lo-llaman-bellas-artes-cuando-quieren-decir-cultura/)

Las Bellas Artes tradicionales son siete: Arquitectura, Danza, Escultura, Música, Pintura, Literatura y Teatro. Los añadidos modernos incluyen el Cine, la Fotografía, el Cómic, los Videojuegos, el Origami, el Dibujo y la Ilustración, además del Diorama.

Veo los galardonados:  1 Vidriero; 7 fundaciones e instituciones varias; 6 directores de cine, de fotografía, guionistas y productores; 1 periodista; 1 coleccionista de arte; 1 museo; 2 abogados; 4 actores; 1 payaso; 1 compositor y director de orquesta; 1 modisto; 1 bailarín; 1 escritor; 1 dramaturgo; 1 iluminador de escena; 1 bibliotecario; 1 historietista; 1 revista; 1 festival de teatro; 1 empresa de efectos visuales ; 1 bailarina; 1 cantante.

TOTAL: 37 Medallas de Bellas Artes. ¿De Todas las Bellas Artes? Pues está claro que no. ¿Qué es lo que nos falta? Pues lo de siempre, un escultor y un pintor. Esta vez, además un arquitecto, quizás también un cocinero… Pero en fin, es que no había ninguno a mano y no recordaban ningún nombre, pero vamos, que tampoco pasa nada, total…

El asesor de turno, perdón, los 503 asesores de turno, no han encontrado esta vez a un artista multidisciplinar del transformismo y las nuevas tecnologías, el feminismo y la memoria del reciclaje y la ecología, así como de los procesos de exclusión y precariedad, como fue el último Premio Velázquez.

Lástima de arte… no han sido capaces de encontrarlo, ya digo. Eso sí, paridad total que no falte, pero si no hay pintores y escultores, pues no pasa nada.

Muchas de las categorías de estos galardonados tienen unos importantísimos premios propios que además de ser de sobra conocidos, se entregan en fastuosas galas –no es magia, son tus impuestos, que diría un tiktokero- que pagamos todos los españoles.

A su vez, leemos que el número de visitantes a museos ha crecido espectacularmente. Me pregunto, ¿a quién o qué han ido a ver? Pues resulta que a ver obras de pintores y escultores. Vaya por Dios, qué contradicción más grande. Premiamos todo lo que se mueve por ahí menos a los pintores y escultores, pero el turismo cultural y artístico, ese que ha crecido (me niego a decir eso de exponencialmente) más, se basa en ellos.

Pasada la navidad, recorriendo el Parque del Retiro en paseos deliciosos en los que contemplar la riqueza de esculturas de nuestros maravillosos artistas, la gran mayoría socios de la AEPE, llego al Palacio de Velázquez y sin esperas ni apretones, decido entrar a ver qué exposición hay en estos días.

1.670 metros cuadrados me reciben y veo una larga fila de visitantes haciendo cola. Claro -pienso yo- no estaban fuera y la cola empieza aquí. Pero resulta que no, que esa cola es para acceder al wc, que lo que pasa es que los paseantes encuentran allí un desahogo a su incontinencia y no les importa esperar para usar los baños.

La visita a la exposición es libre y está, además… desierta. Paredes blancas, inmaculadas, lisas, vacías. Paneles que separan espacios en los que hay apoyados algún que otro peluche de gran tamaño. Sólo del techo cuelgan unos grandes lienzos de tela de colores rojo, amarillo y morado que no llegan hasta el suelo. Un poco más allá, una caja gigante vacía de madera, de color blanca, sin nada dentro; una esfera blanca también de madera de gran tamaño… y nada más.

En dos esquinas, usando los paneles como monitor, se proyectan unas escenas ante cuatro sillas plegables de madera. Algunas personas que están esperando entrar al baño las usan para aliviar el cansancio del paseo.

 

Poco más. La cara de interrogación que muestro preocupa a mis acompañantes. Perdonar –mascullo- es que no sé qué estamos viendo. Cojo un folleto publicitario y leo que se trata de una instalación-exposición que convierte al Palacio de Velázquez en un teatro inmersivo. Acabáramos!!!!!!!

Ah, y me dicen que es gratis, eso sí. Pues no se hable más. Es que como vengo diciendo desde hace ya mucho tiempo, no entiendo de arte y no puedo “saborear” como debiera este triunfo artístico…

Desconcertada, tomo la salida, repleta de paseantes que van saliendo del wc. Espero a ver si consigo oír sus comentarios. Mudos, salen todos de allí sin cruzar palabra. Así que me acerco a una pareja joven y les pregunto qué les ha parecido. Y ponen la misma cara de interrogación que yo.

Son jóvenes y parecen preparados. Ninguno quiere empezar a hablar para no quedar “retratados”. Tímidamente dicen que en realidad no han entendido la exposición, pero que ellos prefieren el arte que pueden apreciar a simple vista, y me recomiendan que visite el Museo del Prado, que allí sí que hay “mucho arte”.

Respiro aliviada. No soy la única que se ha quedado a cuadros. Un poco más allá vuelvo a preguntar a una familia. Les he puesto en un compromiso, la verdad. Tener que explicar lo que han visto ante dos chiquillos, les cuesta. En realidad –dice el hombre- debe ser algo moderno, pero no alcanzamos a entenderlo, ya sabes, estas cosas que se hacen ahora”…

Una verdadera lástima. Un despropósito total. Yo no quiero quitarle mérito al “artista” que ha ideado esa exposición-instalación, que le habrá costado lo suyo, sobre todo en ganarse el majestuoso espacio del Palacio de Velázquez a través de… vete tú a saber cómo… he llegado a un punto en que me cuesta hasta imaginarlo.

Pienso únicamente en la cantidad de cuadros, de pinturas y esculturas, que podrían exhibirse en 1.670 metros cuadrados dignos, bien iluminados, con techos altos de lucernarios que crean un ambiente tan propicio al arte…

Con datos aún sin actualizar, leo que el alquiler del Palacio de Velázquez en el año 2017 costaba 12.024 euros por una hora. La exposición en cuestión ha durado desde el 1 de diciembre de 2023 al 10 de marzo de 2024; en horario de 10 a 18 h. Ha cerrado sus puertas los días 1 y 6 de enero, y los días 24 y 31 de diciembre, ha cerrado una hora antes.

Calculando… lo impensable: tres meses y pico son 790 horas de alquiler, a esos precios… estaríamos hablando de casi nueve millones y medio de euros.

En cuanto a lo allí “exhibido”, poco más puede decirse: el precio de las telas se llevaría la mayor parte del presupuesto de la muestra, los carriles donde van colgados, más una caja y una esfera de madera pintadas, los peluches y las cuatro sillas. Otra cosa ya serían las imágenes que se proyectaban, o película, el videoproyector y el sonido, aunque francamente creo que no tenían sonido. Pero vamos, una minucia comparado con los nueve millones y medio de euros del espacio.

Reviso las declaraciones del nuevo director del Museo Reina Sofía, del que depende el Palacio de Velázquez, un puesto de carácter político, pero que según él, reniega del arte político. Olvida quizás que su carrera nace, crece, se desarrolla y de momento se fija, en centros públicos, en los que ha sido nombrado por políticos, y cuya trayectoria se basa en lenguajes discursivos de la igualdad de género, argumentando que esa es la preocupación principal de la sociedad respecto al arte contemporáneo.

Eso es justo lo que yo pensé al salir de la expo-instalación, que menos mal que era de una mujer, porque la verdad, era lo que más me preocupaba de todo…

Como buen progresista, el nuevo director estima que hay que “reforzar la estructura administrativa del museo”. Es decir, más personal, más gasto público, más exposiciones de artistas actuales y retirar de las salas los hombres-artistas, en beneficio de las mujeres-artistas. Lo de reivindicar la presencia de artistas españoles en el Reina Sofía, incluir a grandísimos españoles, o al relegado Antonio López… si eso ya… de momento no toca.

Así que seguimos en la misma línea. Exposiciones conceptuales, discursivas y alejadas del público, que van a costar una pasta gansa pero con las que glorificar la modernidad del arte, lo progre del arte actual, a ojos vista de los progres no políticos actuales, con el que ir educando a la masa sobre las nuevas realidades del arte.

Auguro que tendremos muchas más muestras y exposiciones de artistas extranjeros como la del Palacio de Velázquez, eso sí, sin nada que objetar al ser de una mujer, porque vivimos en la era del arte progre, ese que Estanislao Giménez Corte define como la “exaltación de la política por el arte”, condenando así al “arte por el arte”, como un hecho simplemente estético.

Y es que para el arte progre, el ser humano, como animal político, no puede sino hacer política. Todo lo que hace “es” política. Pero el arte progre es incapaz de entender que alguien pudiese decidir que esa elección no sea “su” visión, postura, ideología- política.

De ahí que las Medallas al Mérito en las Bellas Artes tengan siempre una significación política tan evidente; de ahí que las exposiciones temporales que se realizan, tengan una interpretación tan rebuscada que impida al público descubrir el arte, el verdadero “arte por el arte” entendido este, como delicia y gozo y exaltación de la belleza.

Ortega y Gasset y su “deshumanización del arte” están más vigentes que nunca, con todas las actualizaciones que se le quiera incluir, al conceptuar la nueva estética como “arte para minorías, la evasión que no sabe asimilar el vulgo”, que es lo que impera en la vida artística y cultural actual.

Sin ninguna cabida ya para el clásico “Ars gratia artis”, entendido con el único y simple fin del enaltecimiento de la belleza. Nada más lejos de la realidad progre que vivimos.

Yo diría que todo es gracias a la incultura de la que presumimos… Y así nos va.

AÑO ALCALÁ-GALIANO: En el 150 aniversario de su nacimiento

Por Begoña Alcalá-Galiano Ferrer

Nieta y especialista en su obra

Semblanza

 

ÁLVARO ALCALÁ-GALIANO VILDÓSOLA 1873-1936

PINTOR DE MARINAS

 

Álvaro Alcalá-Galiano y Vildósola, hijo de Jesús Alcalá-Galiano y Eguía y de Mercedes Vildósola y Coste, nace en Bilbao el 21 de mayo de 1873.

Pasa la mayor parte de su infancia en la casa solariega de los Vildósola en Igorre (Yurre). Muy temprano manifiesta su afición por la pintura, realizando numerosos dibujos de su entorno más cercano: ríos, bosques, montañas, caseríos, iglesias y torres. También dibuja muchos retratos, de jóvenes, mujeres del campo, ancianos y varios autorretratos.

Dibuja y pinta a mujeres de su familia, a su abuela materna Matilde Privat de Coste y, sobre todo, a su madre, Mercedes Vildósola, a la que admira sobremanera y con la que mantiene una estrecha relación a lo largo de su vida.

Al morir su padre en 1886, su madre regresa con él a Bilbao, donde estudia Bachillerato, inglés, francés y euskera, en el Instituto de la villa. Terminados sus estudios, decide dedicar su vida a la pintura. En Bilbao es discípulo de Antonio María Lecuona Echaniz y más tarde de Adolfo Guiard Larrauri, 1886.

Se traslada a Madrid en 1892 para continuar sus estudios y allí se inicia en el taller del pintor José Jiménez Aranda. En 1894 realiza su primera exposición en el Salón del Círculo de Bellas Artes de Madrid con las obras: Vieja de Mondéjar y Tipo vizcaíno.  Poco después se incorpora, como discípulo, al taller del entonces joven pintor Joaquín Sorolla y Bastida.

Mientras trabaja con este nuevo maestro participa en la Exposición General de Bellas Artes de 1897, con su cuadro El Rancho. Esta obra es adquirida por el Estado español para el Museo de Arte Moderno de Madrid.

En 1899 acude de nuevo a la Exposición General de Bellas Artes de Madrid con cuatro cuadros y más tarde a la Exposición de Bellas Artes del Liceo de Málaga, en la que coincide con un joven Pablo Picasso. El éxito obtenido en estas dos exposiciones marca definitivamente su fama como pintor.

Tras pasar el invierno en Córdoba, abandona el estudio de Sorolla y decide viajar a Holanda. De su estancia en Holanda han quedado un buen número de marinas, personajes y escenas costumbristas. Es una época muy fecunda de su producción. Dos de las obras pintadas allí, Puerto de Volendam y Sobre cubierta, obtuvieron sendos premios en 1900 en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid.

Al año siguiente se traslada a la Bretaña francesa, donde pinta marinas, paisajes y un buen número de retratos.

El pintor regresa a Madrid en enero de 1902 donde realiza una exposición de 18 cuadros pintados en Holanda y en Bretaña. El éxito de esta exposición suscita el reconocimiento de Joaquín Sorolla, que había sido su maestro.

“… de Sorolla adquiere, por ejemplo, la manera genial de ver y de interpretar la luz; pero no queda convertido en un imitador del incomparable, sino que da a aquel sentido de visión y de interpretación una personalísima la de sentir e interpretar luces, claridades difusas, exóticas para retina española, tales como las brumas de Holanda y las de Bretaña, que el pintor representa en su cuadro: “La fiesta del mar”[1].

Exposición tras exposición, su fama se extiende y decide regresar a Bilbao. En su ciudad recibe, en 1903, el encargo de pintar los techos del salón del trono y del salón de Vizcaínos ilustres del Palacio de la Diputación Foral de Bizkaia, en la Gran Vía de Bilbao.

Ese mismo año, se inaugura el ¨Salón de la Société des Artistes Français¨ en el “Grand Palais” de los Campos Elíseos de Paris. En el Salón Durand-Rouel expone un lienzo de gran formato, la Bendición del mar en Bretaña, una de sus obras más conocidas.

Gracias al reconocimiento de su obra recibe encargos privados y de organismos oficiales. Es entonces cuando comienza la pintura de los techos del Ministerio de Marina de Madrid. Durante su estancia en la capital, amplía su actividad cultural a otros ámbitos. Escribe en periódicos y revistas, en el diario ABC y en la Revista Blanco y Negro. Estas publicaciones reproducen en su portada y páginas algunos de las obras realizadas por el pintor.

Escribe e ilustra en las revistas la Esfera y Hermes y también en la revista Idearium del Ateneo de Bilbao.

En 1908 contrae matrimonio con Isabel Chavarri Aldecoa, hija de Benigno Chavarri y Salazar, marqués de Chavarri y senador por Bizkaia y de Juana Aldecoa.  De este matrimonio nacen sus cuatro hijos, Alfonso, Isabel, Alberto y Jaime.

En 1909 ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando como correspondiente en Bilbao.

 

Portada de Galería artística, Hemeroteca abc.es, Madrid, 20 enero 1924.

 

En 1910, su óleo titulado La Bendición del mar en Bretaña, es presentada a la Exposición Internacional del Arte Centenario de Buenos Aires, siendo premiado en la misma, lo que hace que la fama del pintor se extienda por el continente americano, en países como Panamá y EE.UU.

En 1912, vuelve a ver premiadas dos de sus obras: Vendedor de naranjas y Plaza de León en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid.

En 1914 participa en la Exposición de Artes e Industrias en Eibar junto a Ignacio Zuloaga, siendo un gran éxito el alcanzado en esta exposición.

Miembro, vicepresidente y presidente de la Sociedad Española de Pintores y Escultores 1914 -1926.

Participa activamente en el mundo de las Artes y de la cultura, siendo uno de los fundadores del Ateneo de Bilbao. En 1915 ocupa el cargo de presidente de dicha sociedad.

En 1917 se descubre la cueva de Basondo (Santimamiñe, Bizkaia). El artista realiza 7 calcos al carboncillo de las pinturas prehistóricas de la cueva. Estos calcos se publican en el primer Boletín de Monumentos de Vizcaya y él es nombrado miembro de la Comisión de dicho organismo un año después.

Calcos de los dibujos de la cueva de Basondo, Santimamiñe

 

En 1918, consigue premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes celebrada en el Palacio del Retiro de Madrid con su obra La Bendición del mar.

Forma parte del Comité Ejecutivo del I Congreso Nacional de BB.AA.

En 1920 presenta su obra La Senda en otra edición de la Exposición Nacional de BB. AA y alcanza la Primera Medalla, consolidando su fama de pintor.

En 1922, forma parte del jurado en varias exposiciones, entre otras en la Exposición Nacional.

En 1923, con ocasión de la apertura del III Congreso de Estudios Vascos en la Casa de Juntas de Gernika y por encargo de la Diputación Foral de Bizkaia, pinta el cuadro del Almirante Juan Martínez de Recalde.

Los encargos se suceden y en 1924 recibe el de realizar las pinturas de los techos de la Sala de los Pasos Perdidos del Palacio de Justicia de Madrid sede del Tribunal Supremo.

En enero de ese mismo año aparece en la portada del diario ABC la imagen de uno de sus cuadros Después de la Vendimia. Desde muy joven, el pintor siente una gran admiración por Diego de Velázquez, quien ejerce una evidente influencia como se puede apreciar en esta obra.

El articulista menciona el famoso cuadro del insigne pintor que sirvió a Alcalá-Galiano de inspiración.

El pintor, del sol y del mar…arranca raudales de luz y de color a su paleta…no será posible a ningún espectador… eludir la evocación de la joya pictórica que nos legó el arte glorioso de Velázquez, que se llama Los borrachos. …que ha inspirado esta creación de Alcalá-Galiano. Después de la vendimia es, como alguien ha escrito, una rapsodia de Los borrachos[1].

En 1925 se crea en Madrid, bajo la presidencia de D. Pedro Muñoz Seca, la Unión de Autores Españoles (futura Sociedad General de Autores). Alcalá-Galiano, completamente inmerso en el mundo de las artes y de la cultura, forma parte de la Junta Directiva como presidente de la sección de artes plásticas.

En 1926 forma parte del jurado en el concurso Nacional de Arte Decorativo y en la Bienal de Venecia.

Ese año y el siguiente 1927, el pintor se dedica a la decoración del salón de actos del Nuevo Ministerio de Marina de Madrid.

En 1927 es nombrado presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

En 1928, como delegado de la A.E.P.E organiza la Exposición Internacional de Primavera, sobre Arte Francés e Italiano y Libro Alemán, en el Palacio del Retiro de Madrid. El Estado Francés le concede la Orden Nacional de la Legión de Honor Francesa por su impecable labor en la realización de esta exposición.

 

En 1931 se traslada de nuevo a Madrid y allí pinta murales por encargo, en las casas de algunos personajes ilustres de la Villa: la capilla propiedad del Sr. Hernández de Figueroa en la calle Fomento de Madrid, paneles en casa de los señores de Villalón, murales y techos en el palacio de D. Tomás Allende, actual sede del Ayuntamiento de Madrid en la calle Mayor.

El artista sigue obteniendo más premios y reconocimientos con sus obras. Colaboró también con varias revistas y diarios de la época con sus ilustraciones y artículos sobre arte.

Álvaro Alcalá-Galiano fue merecedor de la Primera Medalla de la Exposición de Bellas Artes en 1920 con su oba titulada La Senda y varias medallas de 2ª y 3ª categoría en otras ediciones de la mencionada muestra.

Obtuvo numerosas medallas y menciones de honor en España y el extranjero, como el Gran Premio de Pintura de la Exposición de Panamá.

Caída la monarquía y proclamada la segunda república, Alcalá-Galiano pasa una temporada en su residencia de Yurre, Vizcaya. Finalizado el verano de 1936 vuelve a Madrid, donde a los pocos meses es detenido en su estudio de pintor y tras unos meses en la cárcel de San Antón, fallece en trágicas circunstancias fusilado en Paracuellos del Jarama, el 27 de noviembre a la edad de 63 años.

 

NOMBRAMIENTOS

Fue miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 1909; socio fundador y miembro de la Junta Directiva y Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, socio y miembro de la Junta Directiva y Presidente del Círculo de Bellas Artes y Ateneo de Bilbao, socio y miembro de la Junta Directiva de la Comisión de Monumentos de Vizcaya, miembro de la Asociación Española de Pintores y Escultores, como delegado de pintura y Presidente. Miembro de la Junta Directiva de la Unión de Autores Españoles (actual Sociedad General de Autores Españoles).

 

TITULOS Y CONDECORACIONES

Le fueron concedidos en vida los títulos de Maestrante de la Real Orden de Zaragoza, Orden de Carlos III, Orden Nacional de la legión de Honor Francesa, Condecoración de la Orden de Leopoldo de Bélgica, Orden del León de Bélgica, Cruz de la Orden del Mérito Naval Española, Mayordomo de Semana del Rey Alfonso XIII, y el título, ligado a su familia, de Conde del Real Aprecio.

Después de la vendimia; La conversación; Pescador holandés; La siesta; Marina holandesa; Retrato de su hijo Alfonso; Techo del salón del trono; Diputación Foral de Bizkaia; Molino de viento holandés; Techo de salón; Diputación Foral de Bizkaia     

 

[1] GALINSOGA, Luis de. En número extraordinario del diario A B C.

 

 

Estilos pictóricos en las obras de Álvaro Alcalá-Galiano

 

A caballo entre los siglos XIX y XX el pintor se mueve influenciado por las corrientes  vanguardistas de su época: Romanticismo, Realismo e  Impresionismo. Movimientos que se suceden con gran rapidez y a veces se superponen y coinciden en el tiempo. En la obra de Alcalá-Galiano esto se hace muy evidente; parece que el tiempo no cuenta para él y tras una obra de marcado estilo impresionista podemos encontrar otra que retorna al romanticismo.

La fuerza del romanticismo se puede apreciar en sus obras, exalta sus pasiones y sus sentimientos. Le atrae lo lejano y lo exótico y así, aunque muy joven, viaja a Europa en busca de la libertad de sus pinceles y la ruptura con las normas impuestas por sus maestros españoles.

Viaja a Volendam, Holanda y a la Bretaña francesa y convive con las colonias de artistas allí instaladas. Muchos de esos artistas proceden de Gran Bretaña y el joven Alcalá-Galiano se inspira en  famosos paisajistas ingleses próximos a los impresionistas, como Turner y Constable y realiza composiciones dinámicas de los elementos marinos, mar y viento, teniendo en cuenta los cambios del paisaje en función de la luz. Estos cambios destacan en sus numerosas pinturas de barcos en el puerto de Volendam, entre las cuales se encuentran versiones que resultan casi idénticas a los ojos del espectador.

Ya no pinta tanto del natural y realiza muchas de sus obras en el taller, costumbre que recibe de los impresionistas.  Para ello realiza estudios previos como bocetos o fotografías, de las cuales se conservan todavía un buen número.

La naturaleza se convierte para el pintor en una expresión infinita donde los objetos quedan envueltos en torbellinos de aire y luz. No hay más que observar los cielos y los mares de sus obras para constatar esto. Su obra: Molino del brujo en Bretaña es un claro ejemplo de esta influencia de la naturaleza en sus paisajes.

Alcalá-Galiano Reacciona contra el exceso de idealización del Romanticismo y hace un estudio más profundo de la realidad y de los problemas sociales, sumergiéndose en el costumbrismo: Canal de Bretaña. Lavanderas, Unidos por el pensamiento, o Campesinos recogiendo la mies…

 

 

AÑO ROMERO DE TORRES: En el 150 aniversario de su nacimiento

Por Juan José García López

Licenciado en Filosofía y Letras

Presidente de la Asociación Cultural Pro Casa Museo Julio Romero de Torres en Córdoba

 

Una obra de Romero de Torres en el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga

2024 Año Romero de Torres, empezamos en el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga donde se está celebrando desde diciembre 2023 hasta agosto 2024 una exposición titulada «La Pintura Malagueña del siglo XIX con la Colección Castillo Torreblanca y fondos del Patrimonio Municipal». En esta exposición destaca una obra pintada por Julio Romero de Torres, titulada «Jardín de Córdoba», óleo sobre tabla, 41,5 x 26,5 cm, siendo  esta obra el germen de la Colección Castillo Torreblanca. Hace unos meses tuvimos constancia de esta exposición por el mismo coleccionista de arte, a través de la web proyectogarlo.com se puso en contacto, comunicando la existencia de esta pintura que en el año 2003 se presentó por primera vez, y ahora la podemos contemplar en Málaga en esta muestra pictórica.  En el periódico La Opinión de Málaga, el abogado Antonio Castillo (Málaga, 1973) comenzó con 30 años a coleccionar pintura andaluza del XIX, malagueña principalmente. Es partidario de que las obras de arte salgan del ámbito privado.

 

En este periódico La Opinión de Málaga aparece la referencia a la obra citada del pintor cordobés Julio Romero de Torres, a lo que ahora transcribimos:

«Y en esta muestra no podía faltar una obra muy especial porque como explica, es el origen de sus vocación como coleccionista de arte: se trata de «Jardín de Córdoba» de Julio Romero de Torres, que estaba en Madrid en casa de sus abuelos paternos. ¿Cómo llegó el cuadro a su familia?: ¿El único vínculo es que mi bisabuelo paterno nació en Priego de Córdoba y era contemporáneo de Romero de Torres», cuenta. En los años 90 fue Mercedes Valverde, la mayor especialista sobre el pintor cordobés, quien dató la obra y hasta le puso título. Pintada hacia 1898-1900 durante la primera etapa del artista, Antonio Castillo recuerda que el cuadro participó en 2003 en una gran exposición sobre Romero de Torres en su ciudad natal que pudo visitar. Y fue en esa muestra donde sintió esa relación especial con una obra de arte «que no es tener una relación con un coche que se hace en serie». 4 febrero 2024 La Opinión de Málaga.

Referencia Web: https://museodelpatrimoniomunicipal.malaga.eu/noticias/detalle-de-la-noticia?id=169714

El Museo Patrimonio Municipal MUPAM profundiza en la pintura malagueña del siglo XIX con la colección ‘Castillo Torreblanca y fondos del patrimonio municipal’. La exposición, compuesta por obras de Moreno Carbonero o Reyna Manescau, entre otros, puede visitarse hasta el 25 de agosto.

 

Desde Málaga nos vamos a la ciudad de Córdoba a los fondos de la Colección artística de la Fundación Cajasur ubicada en el Palacio de Viana. En el Año Romero de Torres en este mes del amor, febrero 2024, el Palacio de Viana en sus redes sociales nos presenta obras como «Amor místico y Amor profano» (1908), y en el calendario anual también es la fotografía del mes de febrero, llegando de esta forma a numerosos hogares, oficinas, lugares de Córdoba y Andalucía. En la publicación nos relatan curiosidades que os transcribo en este momento para nuestra lectura:

«A la izquierda del cuadro aparece una joven vestida de negro, mostrando una actitud sobria, austera y de abnegación. A la derecha, una muchacha de blanco muestra el esplendor de su cuerpo juvenil, con su espíritu impregnado de sentimientos amorosos que aluden al goce y a los deleites profanos.⁣  Romero de Torres se inspiró en la obra de Tiziano  ‘Amor sacro y amor profano’, pero llena el tema de simbolismo y misterio y lo sitúa en un paisaje andaluz.⁣ Bajo las manos que no llegan a rozarse hay una rosa blanca, símbolo de pureza e inocencia. El escritor Valle Inclán, que era íntimo amigo del pintor cordobés, ayudó a escoger el título para este cuadro⁣. Al fondo aparece un nicho abierto y una joven a los pies de un féretro, que recuerda aquello que nos iguala a todos y que está por encima de la virtud y del pecado: la inevitable presencia de la muerte.⁣ «

Amor Místico y Amor Profano, 1908, Julio Romero de Torres (1874-1930), óleo y tempera sobre lienzo, 168 x 139 cm. Tesoros Cajasur en Palacio de Viana. Esta obra se puede ver de cerca durante la visita al interior del Palacio de Viana. Para más información accede a este enlace: https://www.fundacioncajasur.es/tesoros-cajasur

Sobre el Calendario Anual del año 2024 accede a este enlace: https://www.europapress.es/andalucia/noticia-calendario-2024-cajasur-promociona-rico-patrimonio-pictorico-palacio-viana-cordoba-20231230104549.html

 

En Córdoba, en el Palacio de Viana, se conservan “Tesoros” de la Colección Cajasur: ‘La Saeta’ (1917), obra de madurez que refleja el sentimiento de la Semana Santa andaluza; ‘Amor místico y amor profano’ (1908) de la etapa Modernista y Simbolista del autor, y los retratos del empresario cordobés don Antonio Muñoz Gassín y su esposa, doña Salvadora Pérez Ortí (1900). Todas obras del pintor cordobés, socio fundador y de honor de la Asociación Española de Pintores y Escultores desde el año 1910, junto con su hermano Enrique.

El coleccionismo es un valor en alza, y ahora en el 150 Aniversario del Nacimiento del pintor cordobés, ante las expectativas de las actividades anunciadas en FITUR mucho más necesario realzar y difundir. ¿A quién le gustaría poseer en su casa un cuadro de Julio Romero de Torres? En mi modesta opinión es un valor en alza en el mercado del arte, y auguro que irá en ascenso su cotización. En esta conmemoración seguimos expectantes ante la aprobación en Diputación de Córdoba del Plan de Rehabilitación de la que fue su casa familiar donde nació, vivió, se educó en las Bellas Artes y falleció en 1930 para convertirse en Casa Museo Natal. En los fondos documentales se encuentran joyas en papel y en fotografías, destacando el fondo de la Familia en el Archivo Histórico Provincial de Córdoba, y el Archivo Digital Julio Romero de Torres donde los investigadores e interesados encuentran información muy valiosa sobre sus obras, vida artística, correspondencia epistolar, siendo un valioso legado, revelándonos a un artista de gran reconocimiento nacional e internacional como maestro de la pintura.

Actualmente estamos investigando sobre los años de sus viajes, 1903, 1904 y 1908 a Francia, Inglaterra, Italia, Suiza, Países Bajos y Marruecos  junto con su hermano Enrique y otros artistas españoles como Iturrino. Nos resulta interesante la apreciación de estos viajes en la biografía publicada en la web de la Real Academia de la Historia donde se cita: «Emprendió diferentes viajes por su cuenta como los que realizó con su hermano Enrique a Marruecos en 1903 (donde pintó, entre otros, La morita o Escena árabe de mercado) y, en 1904, a París y a los Países Bajos. En 1908, Romero de Torres emprendió un nuevo viaje por Europa del que poco se sabe, pero que, seguro, le permitió acercarse a los pintores simbolistas en Francia, a los prerrafaelistas en Alemania y a la pintura del Renacimiento en Italia.» Desde esta reseña hemos iniciado el viaje en la investigación, en próximos meses desvelaremos más detalles de nuevos descubrimientos.

Visita el enlace aquí: https://dbe.rah.es/biografias/14056/julio-romero-de-torres

En la Revista Archivística de la Asociación de Archiveros de Andalucía, TRIA23, María del Mar Ibáñez Camacho, Archivo Histórico Provincial de Córdoba, nos presenta el artículo científico sobre «El Archivo Fotográfico Romero de Torres» año 2020, en el que observamos una fotografía donde aparece el pintor cordobés Julio Romero de Torres en el año 1903 en el viaje a Marruecos con su cámara de fotos al hombro.

Hace unos años inicié una investigación artística e histórica sobre un artista, escultor, malagueño sujeto de mi Tesina de Licenciatura, se llama Enrique Marín Higuero (1873, Arriate – 1951, Madrid); a medida que encontraba datos de sus obras en las hemerotecas digitales surgían datos sobre la vida de Julio Romero de Torres, y viceversa. Es un tema interesante, y entre todos los libros, artículos, fondos fotográficos y manuscritos inéditos, encontré una noche un libro titulado «Artistas Andaluces» escrito por Bernardino de Pantorba, Biblioteca Ascasibar, Tomo I, 1º Edición, Madrid, 1929. Entre todos los capítulos encontré uno dedicado a Enrique Marín, el escultor, y otro de Julio Romero de Torres.

Cada mes iré presentando fragmentos dedicados a Julio Romero de Torres en este año 2024 fecha conmemorativa de su nacimiento. Os presento una somera descripción escrita al inicio del capítulo, dice así: «Es cordobés y va a cumplir, según dice, los cincuenta años. Hay en sus ojos, pequeños, esa soñarrera del hombre que duerme poco, y en su hablar, ceceante, ese revoloteo de giros hiperbólicos que forman el caudal andaluz. Son reposados sus ademanes; su andar, algo contoneante; su simpatía, verbosa; su risa, pronta; su aire, un poco tristón y mustio. Marcado tipo cordobés. Cuando se echa al hombro la capa y se pone el sombrero de ala ancha, su andalucismo se acentúa, de tal modo que bien puede servir de ejemplar representativo de su tierra.»

Recordando… Daniel Vázquez Díaz

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Daniel Vázquez Díaz

VAZQUEZ DIAZ, Daniel     P.E     1915          15.ene.1882            NERVA  (Hu)         SEVILLA/MADRID                17.mar.1969

Socio de Honor

Autorretrato

 

Daniel Vázquez Díaz nació el 15 de enero de 1882 en Nerva, Huelva, denominada por aquellas fechas como Aldea de Río Tinto, en el seno de una familia acomodada.

Sus padres fueron Daniel Vázquez y Jacoba Díaz Núñez y pronto lo enviaron a estudiar a Sevilla, a los salesianos, donde descubrirá el Museo de Bellas Artes y las obras de Zurbarán y El Greco, que influirán en su obra.

 

Distintas fotografías del artista

 

Hacia 1897 ya se conocen algunas de sus obras y en 1899 vende su primer cuadro. Amigo de Eugenio Hermoso, con quien después coincidirá en Madrid.

En Sevilla realizará la carrera de comercio, graduándose en 1902 como profesor mercantil.

En 1903 se traslada a Madrid, donde comienza a copiar en el Museo del Prado y entraba amistad con Ricardo Baroja, su hermano Pío, Juan Ramón Jiménez…

En 1904 presentará cuatro obras a la Exposición Nacional de Bellas Artes, recibiendo una Mención de Honor.

Dos años más tarde descubrió el paisaje vasco, exponiendo en el Salón del Pueblo Español de San Sebastián.

Participó también en el Salón de Independientes de París y en 1908 logró hacer una muestra en la Galería Rue Trouche, junto a Picasso, al que conoció gracias a Paco Durrio, manteniendo desde entonces una estrecha relación.

Expuso después en Sevilla, junto a Picasso, Juan Gris, y a Antoine Bourdelle, que le inicia en la técnica de pintura al fresco.

En 1911, contraerá matrimonio con Eva Preetsman Aggerholm, escultora danesa que se convertirá en su musa y en la protagonista de muchas de sus obras. Al año siguiente nacerá su hijo Rafael.

El círculo de amistades se amplía cada vez más con intelectuales de la talla de Rubén Darío, Manuel Machado o Amado Nervo.

En 1914 vuelve a París, donde permanecerá durante nueve años, relacionándose con Modigliani. Allí encontró en el cubismo su medio ideal de expresión. Evitando la Primera Guerra Mundial, se traslada a Fuenterrabía, junto al río Bidasoa, reflejando en sus obras una luz y ambientes vascos desde la óptica impresionista descubierta en París.

 

 

En 1918 expuso en el Salón Lacoste de Madrid, cosechando duras críticas y siendo acusado de “extranjero” pero aclamado por vanguardistas y renovadores como Azorín, García Lorca, Unamuno y Eugenio D’Ors.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1920 obtiene la Tercera Medalla de Grabado, comenzando un período de éxito que le llevará a exponer en Bilbao, Portugal, Barcelona, Francia e Inglaterra.

En 1925 participa en la Exposición Nacional de pintura de Pittsburgh junto a Zuloaga, Álvarez de Sotomayor, los Zubiaurre y Picasso que también se llevó a Cleveland y después a Chicago.

En el periodo de entreguerras ejerce de profesor en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid, contando entre sus alumnos con Dalí, Jorge Gallardo o Modesto Ciruelos.

En 1925 acepta la dirección de la Residencia de Artista de Fuenterrabía, en San Sebastián, participando además en la Exposición Internacional de Venecia.

En 1927 expone en el Museo de Arte Moderno de Madrid, en una muestra visitada por el rey Alfonso XIII con la que cosechó otro gran éxito.

Catedrático de dibujo del Instituto Cervantes de Madrid, en 1932 participó en la Exposición de Arte Español de Copenhague, junto a su mujer.

La guerra civil la pasó en Madrid y tras la contienda, realizó una exposición de dibujos y bocetos del Poema del Descubrimiento en Portugal y en la Bienal de Venecia.

Continuó con su magisterio con alumnos como Canogar, José Caballero, Juan Manuel Díaz-Caneja, Cristino de Vera e Ibarrola, fundando en 1948 la Escuela de Paisajes en la Universidad Hispanoamericana.

Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 1949, y catedrático de pintura mural en dicha Escuela, plenamente reconocido como artista consagrado, los frescos de La Rábida le valieron el prestigio internacional.

En 1959 falleció su esposa.

 

Retrato de los hermanos Baroja

Rubén Darío vestido de monje

 

En 1962 expuso en la Sala Quixote y realizó su último cuadro.

​Falleció el 17 de marzo de 1969 en Madrid.

Su obra se encuentra repartida por todo el mundo.

Tras su muerte, fue objeto de importantes exposiciones retrospectivas en distintas pinacotecas, aunque gran parte de su obra se encuentra en el Centro de Arte Moderno y Contemporáneo “Daniel Vázquez Díaz” de su localidad natal, así como en el Museo Provincial de Huelva.

Encuadrado en los movimientos cubista y neocubista, sus retratos inmortalizaron a las grandes personalidades de su época en la serie que denominó “Hombres de mi tiempo”, con figuras como Picasso, Juan Ramón Jiménez, Ricardo Baroja, Unamuno, Alfonso XIII, Ortega y Gasset, Juan de la Cierva, Gómez de la Serna, el Conde de Romanones, Rubén Darío… hasta llegar casi al centenar de obras. Célebres también fueron sus cuadros de temática taurina, como los realizados a los toreros El Litri, Juan Belmonte y muchas otras escenas que conforman una excelente galería gráfica de la España intelectual del momento.

 

Distintos retratos

 

Su obra más considerada son los frescos del Monasterio de La Rábida, en Palos de la Frontera, donde realizó una alegoría de carácter personal del descubrimiento de América, en un retrato idílico de los hombres de la tierra en el siglo XV y los paisajes protagonistas durante la epopeya descubridora.

Realizados con la ayuda de su hijo Rafael, el propio Alfonso XIII abanderó un proyecto que la sociedad civil de la tierra acogió con entusiasmo por acoger una obra universal e inmortal.

Para muchos investigadores, Vázquez Díaz consigue con esta obra fundir los frescos bajo medievales con el Renacimiento, en una obra que resultó ser de “estética nacional” artística para el tiempo en que se hicieron. La obra le valió al autor el sobrenombre de “Pintor de la hispanidad”.

 

Distintas imágenes de los frescos de La Rábida

 

Medalla de Oro en la Exposición Internacional de París de 1925, Primera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1934, Medalla de Oro de Versalles, Medalla de Oro de Bellas Artes, Medalla de Honor de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1954, Socio de Honor de la Asociación Española de Pintores y Escultores, Premio de Honor de la Primera Bienal Hispanoamericana de Arte Contemporáneo de Madrid de 1951, Premio de Honor de la Tercera Bienal Hispanoamericana de Arte de Barcelona de 1955, Gran Premio de Grabado en la Exposición de Arte de Barcelona.

Hijo Adoptivo de Fuenterrabía, de Madrid, Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, Hijo Predilecto de la provincia de Huelva, Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, Vicepresidente del Patronato del Museo del Prado.

Rafael Botí Gaitán y Rafael Botí Torres han sido los principales difusores de la obra y magisterio de Daniel Vázquez Díaz en todo el mundo.

Rafael Botí Gaitán fue su primer discípulo cordobés, creándose entre ambos un vínculo de hermandad que se mantuvo a lo largo de toda su vida.

Rafael Botí Torres es posiblemente, el mayor coleccionista vivo de la obra de Vázquez Díaz. De hecho, ha realizado una excelente donación al pueblo de Nerva, a través del museo,  de todas las obras de Vázquez Díaz relacionadas con el Poema del Descubrimiento. Se trata de la colección más importante que obra en su poder, conseguida con paciencia, dedicación y pasión a lo largo de toda la vida.

Y hablar con Rafael Botí es confirmar el inmenso amor que profesa a aún por don Daniel, como él le sigue llamando.

 

Daniel Vázquez Díaz y la AEPE

Socio de Honor

Ha participado en las siguientes ediciones del Salón de Otoño:

I Salón de Otoño de 1920: Cartujo, Madre y Estudios para el retrato de Unamuno

II Salón de Otoño de 1921: Proyecto mural y Mujer

XV Salón de Otoño de 1935: Casita de Pierre Loti en el Bidasoa, Frascuelo, Vitrina de la calle del Prado, Lagartijo y El poeta Dalmar

XX Salón de Otoño de 1946: Playa, Las cuadrillas de Lagartijo, Frascuelo y Mazantini, El Padre Sancho y Retrato del doctor Reinaldo do Santos

XXV Salón de Otoño de 1952: Retrato de Pío Baroja, Retrato del poeta Augusto Dalmar

50 Salón de Otoño de 1983: Retrato del doctor Silva

Jurado del III Salón de Otoño de 1922

 

De las numerosas referencias que de él encontramos en la Gaceta de Bellas Artes, destacaremos algunos párrafos de la crónica que desde Portugal, remitió  Norberto de Araujo, del Diario de Lisboa, publicada en nuestra Gaceta del 15 de mayo de 1923, con motivo de la exposición de pintura y dibujos que el artista realizó en el país vecino:

Vázquez Díaz tiene un nombre significado en el arte español. Su exposición, que hoy abre en la /llustragao Portuguesa, es, para nosotros los portugueses, una revelación de su extraño temperamento y del vigor de su manera, toda ella de un «modernismo regresivo»—más adelante justificaré la expresión—y de una extravagancia coherente con la belleza y con la unidad de su proceso. Esta unidad es la mayor cualidad de sus cuadros.

Vázquez Díaz, cuyo sentido del color y de los colores es pasado por una nada vulgar patine subjetiva, presenta cinco grandes telas, algunas de las cuales dan la impresión de frescos, y en las que el pintor ostenta notables cualidades decorativas sensacionalistas, no dejando de transmitir la emoción, no tanto por la técnica, que es segura, sino por el sentimiento, que es profundo y acusa un alma dentro del artista. Hallamos así, que Vázquez Díaz no aparece apenas como un manejador de pinceles hábil en los efectos y equilibrado en los procesos. Vázquez Díaz pone en cada tela y en cada dibujo una intención, y del fondo de los grupos y de las composiciones surge alguna nota: la meditación, el misticismo, el sentimiento regional, el molde de un alma, alguna cosa superior e intuitiva.

Objetivamente, su tela «El monje», profunda y sensitiva, es la mejor. Brota el sentimiento de ella como un fraile que abriese una puerta y saliese de su meditación, en la Cartuja, de su alma torturada. «La familia» es una composición de extraño vigor y delicada interpretación; pero nos agrada menos porque su carácter decorativo, o como tal le tomamos, nos dispone menos entusiásticamente.

La tela, ejecutada con colores vibrantes, de armónico conjunto, que figura la mujer con su criatura, es ciertamente irritante. Pero nada más bello, más fuerte, mejor afirmación de un pintor digno de tal nombre, que la cabeza de la pequeñita, verdadero milagro conseguido con tres pin- celadas inspiradas, donde hay unos ojos que se mueven y sonríen; ojos que parecen arrancados a una tabla primitiva, ingenua y valiosísima, donde va todo el resumen del esfuerzo evolutivo anterior al Renacimiento. Esa tela, indudablemente me- nos emocionante y grave que «El fraile» y «La familia», sólo por el detalle cita- do es una manifestación del innegable valor de este artista.

De lo dicho, y de la contemplación de sus dibujos, que son de fuerte y voluptuosa intención, casi histriónica, escultórica, como modelados en barro, hicimos esta observación: el equilibrado modernismo de este pintor se encuentra, en cierto grado de ejecución, por milagro y coherentemente, con aquel espíritu emotivo y primitivo a que impropiamente hemos llamado  “regresivo», y que no es sino la prueba de que en arte la belleza es sólo una y la misma, tanto la que vive en las prime- ras tablas de los pintores de retablos sacros, en las inocentes tablas de la Virgen y de los niños, en los ojos ras- gados y bíblicos de las mujeres en oración, como la que puede estar en los alucinadores grupos de los creadores de sensaciones por el color, por lo imprevisto, por lo geométrico, por la originalidad nacida de la voluntad dignísima.

Vázquez Díaz, cuyo modernismo, por ventura, no está inspirado en un superficial primitivismo—su mayor elogio—, presenta también algunas postales que reproducen algunos de sus cuadros más conocidos, entre ellos «Dolor» (la muerte del torero) y «Los ídolos», que sin dar una impresión exacta del color, dan una idea clara de las grandes cualidades de composición y sentimiento, de realidad y de emoción, que hacen de Vázquez Díaz uno de los más interesantes pintores de la España actual.

Nos falta espacio para hablar uno por uno de su aguafuertes y dibujos; mas como quisimos sólo hacer resaltar el merecimiento nada corriente de este artista, invitamos a los gustadores del buen arte a subir a la /lustragao Portuguesa, donde es patente algo nada vulgar y que conforta el espíritu”.

 

El artista fotografiado cuando pintaba los frescos de La Rábida

Placa homenaje y recuerdo al artista situada en la Calle María de Molina, 66 de Madrid, obra de Vassallo

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Carlos Casado Hernández

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

La  Gaceta de Bellas Artes 1932-1933

Como venimos viendo en los últimos meses, entre  1932 y 1933, el comité de redacción de la Gaceta de Bellas Artes estaba integrado por: Enrique Estévez Ortega, Emilio Romero Barrero, Julio Moisés Fernández de Villasante, Julio Vicent, Juan Adsuara, Enrique Pérez Comendador, Francisco Llorens, Luis Rubio, Ramón Pulido, Guido Caprotti, Carlos Casado, Luis Benedito, Miguel Lucas S. Mateo y Fructuoso Orduna.

 

Carlos Casado Hernández

CASADO HERNANDEZ, Carlos    P.G. 1930                  1897                MADRID              MADRID

 

Carlos Casado en una fotografía de El Heraldo de Zamora, 1928

 

Carlos Casado Hernández nació en Madrid, en 1897.

Discípulo de Julio Prieto Nespereira y de la Escuela de Artes Gráficas, siendo conocido como pintor y grabador de vocación.

Interventor del estado en la explotación de ferrocarriles, en 1928 realizó una exposición en la localidad vallisoletana de Medina del Campo, que incluía una fotografía del artista, en una reseña que describe la muestra, compuesta por un centenar de obras: óleos, acuarelas y dibujos que “revelan a un artista reciamente castellano las del joven interventor del Estado en la explotación de ferrocarriles… Son cuadritos pequeños, apuntes medinenses, alamedas… todo elegido con gran acierto y expuesto sin estridencias modernistas pasajeras, sin otra escuela que la que hacer ver el natural como es… los habituados a la contemplación de este género de obras encomiaban la frescura de la pincelada, la jugosidad del colorido, el acierto en la elección de temas y la seguridad de futuros triunfos de su autor en empresas de mayores empeños”.

En aquellos años residía en la Glorieta de San Bernardo, 5.

En el Salón de Otoño de 1931 fue Socio de Mérito.

De 1932 a 1936, fue el Vicesecretario de la Asociación de Pintores y Escultores.

Gaceta de Bellas Artes,  julio 1935

 

En el Salón de Otoño de 1946 obtuvo el Premio de la Diputación Provincial de Madrid.

Obtuvo la Tercera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1948 y la Segunda Medalla de Grabado en el Salón de Otoño de 1948.

Un año más tarde, logró la Primera Medalla de Grabado del Salón de Otoño.

Diploma en la Exposición Nacional de Grabado de Palma de Mallorca.

Jurado del Salón de Otoño de 1967.

Falleció en Madrid, en agosto de 1960.

En 1978 la localidad de Brihuega realiza una exposición póstuma de aguafuertes en los que es protagonista dicha villa.

En 1980 la Sala de Arte de la Diputación Provincial de Guadalajara y bajo el patrocinio de la Institución Cultural “Marqués de Santillana”, celebró otra exposición póstuma de aguafuertes del pintor y grabador, que dejó un extenso legado de acuarela, óleo y grabado, dedicados con preferencia al paisaje, tanto urbano como campestre.

Su hija, Mª José Casado Arredondo, en 1998 donó cuarenta y ocho matrices a la Calcografía Nacional.

Participó en las siguientes ediciones del Salón de Otoño:

VIII Salón de Otoño de 1928: Patio (Brihuega) y Plaza Mayor de Medina del Campo

IX Salón de Otoño de 1929: Plazuela de San Felipe (Brihuega) y Catedral de Segovia

X Salón de Otoño de 1930: La barca en la ría, Antigua hospedería y El carro y la leña

XI Salón de Otoño de 1931: Arco de San Andrés, Santa María desde los huertecillos (Brihuega), Prados de Requejadada, Rincón de Segovia, Cabeza de vasco, Un pasadizo (Brihuega), Casas viejas (Brihuega)

XII Salón de Otoño de 1932: El rebaño y Paisaje de Castilla

XIII Salón de Otoño de 1933: Arco de Cozagón-Brihuega y Castillo de la Mota

XV Salón de Otoño de 1935: Portales de Chapero (Brihuega), Una calleja (Brihuega) y Viejas casas de Trillo

XVIII Salón de Otoño de 1944, tres grabados: Espigadoras, Tordesillas y Puente de Alcántara

XIX Salón de Otoño de 1945: Santo Cristo

XX Salón de Otoño de 1946, cuatro grabados: Santa María, Una calle de Carril (Pontevedra), Molino de la Mancha y Murallas de Ávila

XXI Salón de Otoño de 1947, el grabado Puerta de San Vicente (Ávila)

XXII Salón de Otoño de 1948, tres acuarelas: Los Arcos (Brihuega), Jardines de Carlos III (Brihuega) y Árbol de Júpiter, y tres grabados: Castillo de la Piedra Bermeja, Mercado en la plaza y Alcázar de Segovia

XXIII Salón de Otoño de 1949, un grabado, Rincón de San Felipe (Brihuega) y la acuarela Callón de San Juan

XXVI Salón de Otoño de 1954, un grabado, El ciego de la guitarra, y una pintura, Bodegón

XXIX Salón de Otoño de 1957, los grabados Castillo de Coca y Puerto de Pasajes

 

Una calleja de Brihuega, del XV Salón de Otoño

Paisaje de Castilla, del XII Salón de Otoño

Del XI Salón de Otoño

Del IX Salón de Otoño

Del X Salón de Otoño

 

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