Aída Uribe

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Aída Uribe

URIBE, Mª Aída       P       1923       MADRID

 

 

María Aída Uribe es una artista que no llegó a tener la trascendencia de otras muchas, pero estuvo de actualidad tras exponer en distintos lugares de prestigio.

Fue una pintora de cierta modernidad.

Nada sabemos de su nacimiento, más que por las reseñas en la prensa, que lo sitúan en Guatemala, pero también en Colombia. Las referencias a este respecto, varían de un país a otro sin que haya sido posible verificar ninguno de los dos.

La única constancia expresa es que en 1918 se encontraba ya en España, y ese mismo año expuso en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, como así lo atestiguan los recortes de la prensa de la época, que simplemente la mencionan en una muestra compuesta por obras de los artistas Nicolás Raurich, Juan Luis López, Vázquez Díaz, Gutiérrez Larraya, Juan José, Adelardo Covarsi, Enrique Ochoa, Ernesto Gutiérrez, Milada Sindlerova, P. Isern y José Planes.

En 1922 presentó obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes.

Al IV Salón de Otoño de 1923, presentó dos paisajes vascos, un bodegón y el apunte de unas barcas, un “buen paisaje”, como lo describió La Libertad, titulado “Berriatúa”

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1924 participó en la sección de artistas americanos, como pintora guatemalteca que exhibió dos paisajes titulados «Zarauz» y «Parque del Oeste», que la crítica encontró “brillantes de colorido y simples de factura”.

En otros medios se la nombra como una de los artistas vascos participantes en la Exposición Nacional, junto a grandes artistas como Zubiaurre, Maeztu, Baroja… destacando que “es una pintora joven en cuyo porvenir artístico hay que poner esperanzas. Expone solamente un paisajito, pero es muy fino y muy apacible de emoción”.

En el catálogo oficial figuró que la artista vivía en la Calle Sacramento, 19 de Zarauz, pero en la inscripción del IV Salón de Otoño de 1923, figuraba su domicilio en la calle Sacramento, 10 de Madrid. Contrastado el dato con el Ayuntamiento de Zarauz, la localidad vasca nunca ha contado con ese nombre en su callejero, por lo que deducimos que es un error en la hoja de inscripción, que debió recoger la Calle Sacramento de Madrid, sin explicar que su lugar de residencia en ese momento era Zarauz.

Participó en la primera muestra de la Sociedad de Artistas Ibéricos de 1925. Con este motivo, la revista de vanguardia Alfar, editada en La Coruña por Julio J. Casal entre 1923 y 1926, publicó también una crítica sobre Aída Uribe, en un momento estético en la que la relacionaba con la nueva figuración en sus distintas vertientes, al hilo de lo que también ocurría en Europa con el Novecento italiano y la Nueva Objetividad alemana.

Acerca de ella, se comentaba que era una artista paisajista guatemalteca asentada en Madrid y en Guipúzcoa, citándola en la relación de artistas que participaron en el evento, donde su trabajo se habría visto en una sala contigua a la principal, en la que habían reunido a los que todavía no tenían obra suficiente para mostrar grandes series.

Según Francisco Alcántara describió en El Sol, Aída Uribe “es de Guatemala, y sus luminosos paisajes cántabros suelen aparecer hace tiempo en nuestras Exposiciones. En esta de los Ibéricos tenía cuatro de laderas verdes y arboledas bañados en luz, acordes a la renovación estética del movimiento”.

«Naturaleza en silencio» el cuadro de Aida Uribe  que  apareció en La Esfera, en julio de 1927

 

Sin embargo en otro medio se comenta que …“ Aída no toca en el radicaliano colindante con el sistema cubista, pero lucha por individualizarse con rectitud de propósitos”.

Y hay aún un artículo firmado por Fritz, en el que refiriéndose a esta muestra se dice que …”Hay en esta Exposición una segunda parte de artistas que son los que, llamándose a sí mismos renovadores, revolucionarios y avanzados, agregan a sus obras el apellido de impresionistas, cubistas, expresionistas, etc., y tienen como una gloria el confundir con elementos desusados ante la vista a la crítica y al público que ellos creen honestamente burgueses. A estos grupitos pertenecen las obras firmadas por Bores, Sáenz de Tejada, Benjamín Palencia, Moreno Villa, Dalí, Santa Cruz, Ferrant, Ucelai, Urrutia, Prada, Pelegrín, Aída Uribe, Fernández Balbuena, Peinado, Cossío, Maroto, Planes”…

Expuso en el Lyceum Femenino de Madrid en 1927, consiguiendo multitud de reseñas en la prensa del momento.

Antonio Espina, en La Gaceta Literaria, escribió sobre la paisajista guatemalteca Aída Uribe, discípula de Ángel Larroque, refiriendo que era una “artista refinada y un poco tímida”, cuyos paisajes no aportaban nada nuevo en la técnica, expresada a veces con toques puntillistas, y otras de apretada energía; …”pintura de alma transparente y serena, dotada de una “suavidad intimadora”, capaz de sosegar el alma del ajetreo del mundo exterior; En algún lienzo, breve dispersión de puntillismo; en otros, apretada energía. Pero energía delicada, llena de precauciones y de un encanto que surge hasta en los apuntes de naturalezas muertas. Dediquemos un sincero elogio a Aída Uribe, A sus paisajes. Y a sus «Tulipanes”, «Margaritas » y «Claveles».

José Francés, quien fuera Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, escribió en La Esfera que por el salón del Lyceum habían pasado muestras tan interesantes como…. el arte de Aída Uribe…

Algunos medios de la época citaban el brillante éxito obtenido por la artista en esta exposición, que además estaba siendo muy visitada por el público.

El Imparcial refería que la muestra había estado compuesta por “Veintidós paisajes y cuatro bodegones, todos al óleo… Moderna sin exceso, la autora entiende el paisaje un tanto a la manera de Regoyos; en alguno de sus bodegones parece recordar el concepto que de este género tiene Juan de Echevarría. Las obras no son grandes; hay en ellas una visión grata y fina del color, y en cuanto a la ejecución, están construidas de suerte que no se diría pintura hecha por manos de mujer. El plano en que se desarrollan las exposiciones del Lyceum antes exige la alabanza que la censura. La labor, por lo tanto, de cultura artística allí realizada, resulta de verdadero interés. Las expositoras femeninas trabajan, cada cual según sus convicciones y arte, con simpático empeño. Aplaudámoslas, por ser de justicia, galanterías, aparte”. A. V. y S.

Por su parte, La Voz relataba que ….”aparece ante el público madrileño en ese saloncillo, sino por primera vez, si menos en forma más completa y cabal, otra pintora, la señorita Aída Uribe, dotada de delicada y Serena sensibilidad para la pintura del paisaje. Expone una notable colección de paisajes, vizcaínos y madrileños, principalmente, en los que campea fervoroso sentimiento la luz difusa y clara. Algo influida por Darío de Regoyos, por quien tiene gran admiración, y aquí y allá, de una manera leve y discretísima, por Vázquez Díaz, la personalidad de esta pintora salta pronto a la vista. Hay siempre en sus paisajes una noble quietud y gracia que complace tanto a la vista como al espíritu. El sentimiento poético y encalmado de la naturaleza corre parejas en tales obras con una fina percepción de las armonías cromáticas y un sentido noble de la composición formal. Otro talento artístico femenino que convendrá no olvidar”.

Además, el miembro de la Asociación de Pintores y Escultores Francisco Alcántara, comentaba en el diario El Sol que …” Aída Uribe expone después de dos o tres años de retraimiento. Desgracias de familia alejaron temporalmente a esta notable artista guatemalteca de la vida activa de las exposiciones. Presenta ahora veinticuatro paisajes de la región cántabra, de Castilla la Vieja y de Madrid. También presenta tres o cuatro floreros. Cuando empezó a exponer en Madrid era una chiquilla, y su estilo paisajístico, todo luz y candor, el apropiado a su edad. Han pasado algunos años, y hoy trata los mismos temas que antaño, con igual sorprendente luminosidad y candor infantil. Si se tiene presente que es en la estación veraniega cuando Aída Uribe estudia el paisaje, encuéntrase explicación para esa sistemática luminosidad pero aun con tal explicación resulta poco explicable la luz de aurora de estos paisajes de Aída, luz que debe ser más subjetiva que de la realidad, puesto que anima con iguales exaltaciones rosadas o levemente cárdenas, paisajes de muy diversas localidades. Ahora que, según parece, va a dedicar su tiempo a la pintura, irá matizando su congénita luminosidad exquisita con esas notas que tanto gustan a la pintura, cuales son, por ejemplo, el tono de la luz de Madrid y de Castilla en general, tan distinto del de la luz en la región cántabra. Entre los cuadros que expone resultan de los más notables los titulados «Ondárroa«, «Orillas del Manzanares», «Carretera de Zarauz«, «Almendros en flor», «Caserío vasco» y «Claveles».

«Ondarroa» apareció en el catálogo del IV Salón de Otoño de 1923

Ondarroa” fue publicado en Gran Vida en 1927

Gran Vida escribía que …”Aída Uríbe nos ha demostrado recientemente ser artista de delicada sensibilidad con sus obras, de una gran finura de color y de una luminosidad que podríamos denominar exquisita, porque sin ser tenue es intensa y a la vez suave. Su labor, completamente moderna, pero sensata, posee cierta idealidad en muchos momentos, y por su colorido, sobre todo en los bodegones, hay algún punto de contacto con Echevarría. Como él, nuestra amiga, al tocar este asunto, ha gustado del deleite del color, ha logrado obtener esas tonalidades tan delicadas y como si dijéramos espirituales. Como él, lo mismo en este tema que en el paisaje, ama el color sin estridencias ni arrebatos. Dirías que se recrea plácidamente en él. Esta artista ha dado su primer paso con acierto. De quien así empieza hay razón para esperar mucho más”.

Por último, La Esfera se hizo eco de esta exposición, publicando incluso una fotografía de la misma, en donde se leía …”cuadro Naturaleza en silencio… recientemente expuso en el Club Femenino Lyceum, la joven y notable pintora colombiana Aída Uribe, una serie de paisajes y naturalezas en silencio, que ratificaron la importancia de esta artista, ya destacada en Exposiciones generales españolas. Uno de aquellos cuadros es el que reproducimos ahora y en el que se aprecian la delicadeza, finura y sensibilidad de la señorita Uribe, llamada a adquirir sólido prestigio en la pintura hispanoamericana”.

En el Socialista, firmaba una nota Emiliano M. Aguilera en la que decía que “Aída Uribe pertenece a ese sector de paisajistas que busca gradaciones de color y de forma en la naturaleza, y que tomando ciertos detalles de ésta, “componen” sus obras. Aída Uribe puede estar satisfecha de su labor. Esta demuestra bien a las claras que su autora ha obtenido óptimos resultados en la línea de conducta artística que se ha marcado. “Ondárroa”, únicamente, bastaría para poner de manifiesto el feliz éxito logrado por la señorita Uribe en su empresa. De este cuadro podríamos decir que es una armonía elíptica, en la que la forma y el color siguen esa dirección sin perder paralelismo. Dentro de la escuela a que se ha afiliado, Aída Uribe adquirirá prestigio, porque está muy bien impuesta en las normas que ha consagrado la escuela en cuestión”.

Amiga de la pintora paisajista Nicasia de Madariaga Rementeria, a quien visitaba con frecuencia en su casa de Mañaria que todos conocían como la Casa de los Artistas, a la que solían acudir otros muchos como los hermanos Baroja o la pintora polaca y socia de la Asociación Española de Pintores y Escultores, Victoria de Malinowska.

En enero de 1944 participó en una exposición en la Sala Delsa de Bilbao, y con este motivo La Gaceta del Norte publicaba la siguiente reseña: “Una bilbaína aclimatada en Madrid, tiene una preferencia sentimental al lanzarse a exponer sus obras, meditadas y trabajadas con labor de años y elige Bilbao y ofrece a sus paisanos el fruto de sus obras de pintura con criterio honrado que escusa aparatosas presentaciones. Aída Uribe compone estos cuadros de contemplativa con los más simples elementos, ungidos de sentimiento y vibración íntima en los que el ambiente lo sugiere todo, sin necesidad de extremar ni buscar la composición hecha ni conformada porque no hace falta cuando se trata de aprisionar el sentido de los seres y de las cosas, raras veces perceptible en lo complicado y compuesto. Nada más sencillo y evocador que ese cuadrito de las afueras desoladas de la capital española allá donde termina lo urbano con un farol y una valla y empiezan a encenderse las luces vibrantes del sol campesino de Castilla calcinando las graveras que esconde el artificio de la urbe. Solo con ese cuadro aun habiendo otros más que acreditan a Aída Uribe como pintora de sentido y fuerza interior, creeríamos habernos, en efecto, con una artista que busca y halla los caminos de la emoción por los más honrados procedimientos. Nos gustan más los paisajes esos, sencillos, franciscanos, que sus bodegones y flores, en los que las calidades no se han logrado con la precisión que se exige en estos temas ingratos, que no tienen otra justificación en pintura. “Paisaje de la Casa de Campo” es otro de los cuadros bien vistos e interpretados con esa fina percepción que distingue a la distinguida pintora bilbaína Aída Uribe”. J. de I.

Tras esta última reseña, su rastro desaparece, no habiendo sido posible encontrarla en los distintos ayuntamientos del País Vasco, donde se supone que se afincó, ni tampoco confirmar su fallecimiento en España o su regreso al país de origen, que tampoco hemos podido constatar a través de las distintas embajadas.

 

Aída Uribe y la AEPE

Participó en el IV Salón de Otoño de 1923, en donde apareció inscrita como Uribe, María Aída; natural de Guatemala, reside en Madrid, Sacramento, 10, pral. Presentó cuatro óleos:

302.- “Ondárroa (Paisaje vasco)”, 0,79 x 0,93

303.- “Berriatúa (Paisaje vasco)”, 0,58 x 0,66

304.- “Naranjas y limones”, 0,57 x 0,45

305.- “Lanchas (Apunte)”, 0,19 x 0,27

Portada del Catálogo de la Exposición de Artistas Ibéricos de 1925 en la que participó la artista

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