Ante la inauguración del 91 Salón de Otoño

Mª Dolores Barreda Pérez

Secretaria General

Secretaria Perpetua de la AEPE

 

 

Como vengo haciendo en las últimas ediciones del Salón de Otoño, quiero hoy también alzar mi voz en nombre de los artistas, con unas palabras de reflexión que considero fundamentales.

Como seguro coincidiréis conmigo, haber llegado a realizar 91 ediciones de un premio de pintura y escultura en España es todo un acto heroico.

Que además, sea gracias a una entidad con 114 años de historia, en las que sus directivos no perciben ningún tipo de remuneración, gracias como digo a una entidad sin ánimo de lucro y sin apenas apoyos institucionales y sobre todo, en España, se convierte en una hazaña, en un acto épico, memorable, legendario, glorioso, trascendente, valiente, denodado, admirable… prácticamente en un milagro.

Acto que por supuesto y como ocurre con otros muchos, no es tenido en cuenta por nadie ya, porque como viene ocurriendo en España, pronto olvidamos nuestras hazañas y nuestro glorioso pasado, no digo ya su historia, que también, y no, no hablo de la España en la que no se ponía el sol, no, hablo del pasado artístico y cultural de nuestra España.

Si preguntamos a cualquier persona de mediana edad por el pintor más famoso de España de todos los tiempos, seguramente dirá que Velázquez, Goya, Picasso, Dalí… pero, y por el escultor más famoso de España? Habría largos silencios al respecto, alguno quizás llegue a decir Chillida, Antonio López… Entonces, dónde quedan pintores como El Greco, Murillo, Madrazo, Rosales… y escultores como Pedro de Mena, Salzillo, Susillo, Benlliure, Inurria, Capuz…

Seguimos sin aprender del pasado para no seguir cometiendo los mismos errores en el presente y por supuesto, en el futuro.

La Asociación Española de Pintores y Escultores ha sobrevivido a 13 años de Restauración en el reinado de Alfonso XIII, a los 8 años de la dictadura de Primo de Rivera, a los 9 años de la II República, a los 40 años de la dictadura de Francisco Franco y a los 49 años de la democracia que vivimos, quizás solo de nombre, y que sólo revelan el enorme esfuerzo que han hecho los miembros de las Juntas Directivas que nos han precedido, de todos aquellos artistas que por encima de todo, nos muestran una voluntad y un compromiso escrupuloso con el arte y los artistas que llega hasta el mismo día de hoy.

El Salón de Otoño confirma la existencia de una sensibilidad y una conciencia plena acerca de la importancia del hecho artístico en sí mismo como un bien patrimonial y su enorme riqueza en lo relativo a la generación de una herencia identitaria y cultural sólida.

Y eso que vemos y sentimos cualquiera de los que conocemos algo de la historia del arte de España, sigue siendo ignorado por los poderes culturales, por las instituciones y organismos dedicados a la nueva cultura, en la que no parece tener cabida el arte más básico y esencial: la pintura y la escultura que desde esta casa defendemos.

En el resto del mundo presumen de arte y cultura, de preservación de la historia, de museos y exposiciones, de artistas inigualables, de cuadros maravillosos, de obras singulares…

En España, nos empeñamos en dejar atrás todo eso y apostamos únicamente por el arte conceptual, apostamos por ser más modernos que nadie, más igualitarios, más inclusivos, más innovadores, más listos, más sostenibles, más reciclables, más ecológicos, más… en fin, de todo más y mejor que otros, también más diferentes que otros, porque Spain is diferent…

Pero de lo que presumen en el resto del mundo y aquí se ignora es, sobre todo, de instituciones culturales centenarias. Eso aquí no vende, no es trending topic.

Después del Salón de París, el Salón de Otoño de la Asociación Española de Pintores y Escultores es el certamen artístico más antiguo y prestigioso de los que se convocan en todo el mundo, llegando este año a su edición número 91. Sólo el Salón de París nos supera.

Amigos, el resto de certámenes y convocatorias de arte de todo el mundo quedan detrás de este Salón de Otoño con mucha, con muchísima diferencia.

Y sin embargo, en todo el mundo, las instituciones oficiales presumen y se jactan de convocar premios de arte con menos historia que nuestro Salón de Otoño, y se enorgullecen de contar con asociaciones, ni mucho menos centenarias como la nuestra, que atesoran años en defensa del arte.

El gobierno francés presume de su Salón, París enaltece su convocatoria, la prensa francesa y la crítica arropan y guardan su celebración, los artistas lo toman como referente, el público lo visita y apoya…

El gobierno español nos ignora, el Ministerio de Cultura ni contesta. Nuestras peticiones para que el Salón de Otoño de la AEPE consiga la consideración que, estamos convencidos, merece, ni siquiera son respondidas.

La lucha por lograr la distinción de Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes o el Premio Nacional de Artes Plásticas, frente a personalidades de moda y al postureo reinante del momento, es una batalla imposible.

La pintura y la escultura deben competir en desigualdad de condiciones, con el performance, el arte conceptual, las exposiciones inmersivas, con espectáculos de masas, con exposiciones digitales, con el espectáculo, con el cine, el teatro, con el circo…

La prensa española y la crítica de arte nos desoyen, quizás porque en la exposición de obras seleccionadas del 91 Salón de Otoño no exhibimos un burro siguiendo a una zanahoria o un espantapájaros colgado del techo, o un cerdo volando o un perro verde que, en realidad, ya no son noticia porque no son nada nuevo ni expectante, y por supuesto, nada polémicas. Creo que en ese sentido ya estamos curados de espanto… cosas más variopintas se han visto ya en la gran feria del arte de Madrid.

Pero es que lo que se exhibe en el 91 Salón de Otoño son obras maravillosas, son puro arte, arte del bueno, el mejor arte del momento de la mano de artistas singulares, excepcionales, únicos… quizás por eso no nos acompañará ningún representante del gobierno.

Cualquier país y ciudad del mundo presumiría de tener una entidad como la nuestra, con nuestra historia, que cada mes podéis conocer y descubrir en esta misma Gaceta de Bellas Artes. Una historia excepcional y única, con los artistas que por ella han pasado, nombres de artistas que duermen el sueño del olvido… ¿Qué podéis esperar entonces vosotros, los artistas del presente, para el futuro si los grandes han quedado olvidados?

Cualquier país y ciudad del mundo nos protegería y distinguiría como merecemos, no solo ya por nuestra riqueza histórica (porque actualmente…. de esta…. nada de nada) sino por la heroicidad de seguir vivos 114 años después, sin costar un solo euro a los contribuyentes y convocar 91 ediciones de un Salón de Otoño que vosotros hacéis que sea grande, como lo sois todos vosotros.

Cualquier país y ciudad del mundo se enorgullecería de contar con este patrimonio vivo que hoy llena la Casa de Vacas del Parque del Retiro de Madrid… cualquiera, como digo, menos España, que pasa tan deprisa las hojas del libro de la historia que a fuerza de correr… ha olvidado ya su camino.

Es cierto, lo reconozco, no somos sostenibles, ni reciclables, ni ecológicos, ni sustentables, ni biodegradables, ni renovables… bueno, eso sí, con elecciones cada cuatro años… lo siento, no puedo seguir con el ecopostureo… y quizás por eso mismo, porque no presumimos de todo esto, sino de ser única y excepcionalmente, pintores y escultores, de ser buenos y grandes artistas, no ocupamos el lugar que nos corresponde en el mundo de la cultura.

Quiero pensar que es eso y no el desconocimiento de la historia del arte de España, lo que hace que la Asociación Española de Pintores y Escultores no cuente con más apoyo que el de los propios artistas, ante los que me inclino y a quienes agradezco que asuman junto a nosotros, la responsabilidad de una nueva edición del Salón de Otoño.

Mis mejores deseos para todos y mis felicitaciones a los galardonados.

 

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