Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

De Chebé a Chepé: el niño postista

¡Cómo ha cedido el planeta editorial! Nunca, en nada, debemos generalizar, pero el bajón es tal, que uno no ceja en la tentación de hacerlo. ¡Miren lo sucedido con Anagrama, las mediocres ediciones de Alfaguara, la vulgaridad de Seix Barral, la dejadez lacerante de Espasa!¡Y lo digo con dolor, porque soy amante de los libros y este descuido actual no es más que menosprecio al tesoro que las letras crean!

Igual que los supermercados están en batalla alocada por ver quién ofrece productos más baratos, las editoriales quieren vender a precios bajos, lo que no consiguen, pero degenerando los continentes hasta cotas insultantes, de mal gusto. ¡Y claro, también podemos encontrar editoriales dignas con ediciones preciosas, pero es la rareza! Impera el beneficio, que es necesario, porque sin beneficios no existe continuidad, pero no estoy de acuerdo con el procedimiento: degenerar nunca es honesto ni aconsejable.

Existen editoriales de toda laya y condición- rigurosas, frívolas, pagadas, estrafalarias, fraudulentas, correctas, artísticas, especializadas, temáticas, científicas, de poesía, ilustradas-, algunas, casi secretas, se convierten en el milagroso capricho de alguien, que enriquece nuestras vidas, porque sí, porque se lo exige su actitud. Otras, sólo miran los resultados crematísticos; alguna, pocas, que se empeña en una línea cuyo principal objetivo es la difusión cultural, dejar constancia del sueño de la vida de los creadores, mostrar esencias que no deben ser ignoradas, ni perdidas.

En esa dirección está Libros del Innombrable, Zaragoza, cuyo timonel es Raúl Herrero. Libros del innombrable, varias colecciones, nació en 1998 con el propósito de editar libros “raros o bifrontes”. Su rubro homenajea la novela El Innombrable de Samuel Beckett, pero, también esa pretensión de que la poesía nombra lo innombrable.

Una editorial requiere de una organización empresarial y de peones, que, en silencio, llevan a cabo un trabajo arduo. Mas, sobre todo, de un condotiero, arrojado y tenaz, que guíe la nave por el vinoso mar de los aciertos. Aquí, el capitán, vestido de príncipe de la edición, no es otro que Raúl Herrero, patafísico. Zaragozano de 1973, poeta, pintor, antólogo, dramaturgo, actor, director, novelista, hombre orquesta, diestro en innúmeres instrumentos. ¡Raúl es como un jardín cuajado de flores, que no aciertas a saber qué es lo que más te atrae, si su belleza, sus cromías o sus aromas!

Eduardo Chicharro Papiri

 

Cuando encuentras a Raúl Herrero no sabes bien si estás ante un mistagogo, arúspice, un chaman o el poeta de Los trenes salvajes. Su vestimenta arrabalesca, su mirada enigmática, su sonrisa egineta, te predisponen al prodigio. Y eso es lo que hace con tantos títulos editados en su fábrica de sueños. Es probable que esté enamorado de torreones de mágicos castillos, no lo he podido constatar; de lo que estoy seguro es de que está abducido por el postismo. Obsesionado, comprometido, identificado, hasta convertirse en una criatura postista, como lo es el niño Toni, genuino fruto postista.

Ya oigo alguna voz intemperante, que clama, pero, ¿a estas alturas, a quién interesa el postismo? Pues, por lo que se estudia y se comenta y se lee, a muchas personas importa, entre las que me cuento. Raúl Herrero, desde que Antonio F. Molina le metiera el gusanillo en la mente, se ha transformado en el ángel anunciador del postismo. Ha publicado en su editorial a Chebé, Nieva, Fernández Molina, Beneyto; una antología de poesía postita, a los estudiosos del fenómeno, a los Chicharro y, poco ha, Memorias del niño Toni, objeto de estas líneas y perejil de todas las salsas postistas.

Para los que ya conocen, sobran explicaciones. Para los que no estén al tanto, urge comenzar por referir la trilogía Chicharro. No quiero ser ingenuo, todos conocen al dedillo la obra pictórica excepcional de Eduardo Chicharro y Agüera, Madrid 1873-1949. Famosísimo en su tiempo, fundador de AEPE y su primer presidente, creador del Salón de Otoño, director de la Academia de Roma, de la de Bellas Artes de San Fernando, director General de Bellas Artes durante la República…¡Una estrella!.

Su único hijo, Eduardo Chicharro Briones, 1905-1964, llegó a ser otra celebridad. No al alcance de la de su padre, pero fue un hombre venerado, conocido cono Don Eduardo Chicharro, “Chicharro hijo” o Chebé. Convencionalmente se le tiene por poeta, creador del Postismo y, siendo verdad, se soslaya la calidad de su pintura y la magia de su docencia. Todos sus alumnos- Lucio Muñoz, Ramo, Nieva, Ory. Ángel Crespo, Zarco, Carriedo, Antonio López- se hacían lenguas, o se hacen, de su brillantez, su elegancia, de su señorío, de su magisterio, de su porte exquisito y conquistador.

Cierra la trilogía, Antonio Chicharro Papiri, Roma 1940, hijo de Don Eduardo y de la pintora italiana Nanda Papiri, autor de Memorias del niño Toni, Libros del innombrable, 2022. A lo largo de 375 páginas, el niño Toni narra sus recuerdos de Roma, su vida con sus abuelos y la corta presencia de su padre, que fallece a sus veinticuatro años, en un ambiente entre surrealista, ingenuo, sibarita y tedioso. El niño Toni, Chepé, estudia Medicina y tras años de tanteo, rondando el peligro y la bohemia, desarrolla su vida profesional como director de una editorial médica, siendo el científico de la saga.

Ángel Maroto y el niño Toni

 

A través de su narración, ante todo, se percibe la realidad de ser el fruto postista por excelencia. Es posible que el postismo sea el único movimiento creativo de la historia que cuente entre sus componentes con un niño, que dibuja y escribe poemas. No hay ningún ejemplo vivo, ni muerto, más evidente de lo que es el postismo que la personalidad de Chepé. Vista esta panorámica con ojo de pez, no tiene ninguna gracia, ni mérito, que yo repita las andanzas del niño Toni, sus anécdotas y vivencias, para ello, deberán comprar el libro y disfrutar de su contenido. ¡No se van a aburrir!

Repito, para los doctos, excusas por la insistencia. Pero, los que desconocen tienen derecho y obligación de saber lo que es el postismo. Igual que Italia alardea del futurismo y Francia del surrealismo, España debería de enorgullecerse de la creación de dos movimientos de vanguardia: el ultraísmo y el postismo. Para el primero, lean su más completa y clara visión, su análisis más conspicuo: Las cosas se han roto. Antología de la poesía ultraísta, 2012, Juan Manuel Bonet, colec. Vandalia, Fundación José Manuel Lara. Para el segundo las notas y referencias que a continuación apunto.

Las citadas Memorias del niño Toni se abren con prólogo de Raúl Herrero, que explica la génesis de la publicación, así como el concepto del postismo, su historia y cumplida bibliografía. El postismo, que para Chebé está entre los “primerísimos ismos”, en realidad fue de los últimos. Se fragua mediados los años cuarenta y lo lidera Eduardo Chicharro Briones, Silvano Sernesi y Carlos Edmundo de Ory; un año más tarde se les unen Ángel Crespo, Gabino Alejandro Carriedo y Félix Casanova de Ayala.

Sin un gran estruendo, clava sus raíces en un silencio que no lo manifiesta ni le permite morir. Tuvo su gran ración de menosprecio, incluso de traiciones y oportunistas que se quisieron subir al carro una vez faltó Chebé. Gloria Fuertes se reivindica como la única mujer postista, lo que no cuaja estando la pintora Nanda Papiri, musa y sacerdotisa de la fantasía dragónica. Entre los filopostista se encuentran: Antonio Fernández Molina, José Fernández Arroyo, José Luis Mayoral, Carlos de la Rica, Antonio Leyva, Avedan, Beneyto…El postismo es un guiño inteligente a la creatividad más plural, que no ajena el humor, ni la gracia, ni el duende, si no, ¿cómo iba a amar el flamenco Chebé?

Se cita como postista a Manolito el Pollero y me parece un hecho relevante y de justicia. Porque El Pollero, encarna los dictados existenciales y creativos del postismo. Manuel Fernández Sanz, heredó una pollería prestigiosa, que le dio la oportunidad de vivir de la pluma y dar crédito a otros poetas menesterosos. Camilo José Cela, también con ostugos postistas, le publicó su libro Silva, Grillera y Cigarral. Pero, además, encontramos sus versos en revistas y en diversos números de La Estafeta Literaria. En edición reciente, Mario Fernández, librero y tipógrafo espasino, hace un retrato correcto, fiel, de El Pollero, en una reedición de Silva, Grillera y Cigarral, Reino de Cordelia, junio 2020.

El niño Toni es el joyel que consuma el sesgo científico del postismo, 1945. Médico, melómano y brillante conversador, que está obligado a publicar su poesía, como eslabón del caudal postista, porque el postismo, como quería Eugenio Montes para los estilos, no es de un lapso concreto, sino que es transversal en el tiempo. Ignoramos cuando nace, sabemos cuando se hizo visible- los cuatro manifiestos de Chebé-, desconocemos su finitud. ¡El postismo es un regalo de la inteligencia del hombre en un tiempo oscuro!

Chepé, El niño Toni, nos traslada la temperatura del ambiente familiar, en un fidelísimo homenaje a sus padres, venerando a Chebé y envolviendo en hálara de ternura a Nanda Papiri y a su hermana, la niña Lilla. Narra su novelesca trayectoria y nos deja pulidos perfiles de Paco Nieva, Lucio Muñoz, Antonio López, y, por encima de todos, el de su padre, Eduardo Chicharro Briones, a quien dibuja con todas sus luces y sombras, con sus deslumbramientos y sus debilidades. No se guarda nada y eso es un disfrute para el lector y una exigencia de Antonio López, el maestro realista del s.XXI.

El libro me ha planteado varias cuestiones: ¿por qué no se ha valorado y estudiado con rigor la obra de Eduardo Chicharro? ¿Por qué las referencias librescas de “Chicharro hijo” son tan escasas y tan pobres? ¿Por qué no se ha debatido la pintura de Chebé? ¿Por qué no ha tenido recorrido la inocencia espléndida y feérica de Nanda Papiri? Chebé y Nanda Papiri engendraron un hijo postista, que ahí sigue, vivito y coleando, y eso que le falta un riñón ¡Con dos riñones hubiera superado a todos los postistas y asimilados! Este libro incide en la vitalidad del postismo, en su perfume, en todo lo que queda por saber y en la conveniencia de la publicación de la poesía de Chepé.

 

Tomás Paredes

Presidente H. de AICA Spain

Eduardo Chicharro y Agüera

Eduardo Chicharro Briones pintado por su padre, Eduardo Chicharro Agüera

Nanda Pairi y los niños Lilla y Tony Chicharro Papiri pintados por Eduardo Chicharro Briones

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

…Y Toledo

La Fundación Obra Pía de los Pizarro, que preside el Vizconde de Amaya, Hernando de Orellana -Pizarro, es una fundación privada, con sede en Trujillo, Cáceres, cuyo objetivo global es acrecentar y cultivar relaciones de España-Extremadura con Perú y Sudamérica. Dedica sus fondos a conservar patrimonio histórico y a tejer una relación intercultural de exposiciones, conferencias, debates, biblioteca, publicaciones y factura de una colección de arte hispanoamericano.

Acaba de clausurar la exposición Romeral…Y Toledo, patrocinada por la Fundación Obra Pía de los Pizarro, en colaboración con Arte Trujillo Perú Contemporáneo, obra de Romeral y comisariada por mí. La muestra, en el palacio de los Barrantes-Cervantes, se acompañaba de un magnífico catálogo. El palacio, s. XVII, rehabilitado, con un cuidado extremo, por la Fundación es la sede oficial de la misma y una de las joyas renacentistas de Trujillo.

He tomado parte en varias de sus actividades, percibiendo siempre un aire de soledad oficial. Ni la Junta de Extremadura, ni el Ayuntamiento de Trujillo, ni los trujillanos, entienden ni sienten este importante proyecto que una empresa privada, a su absoluta coste, viene haciendo en Extremadura. Y no hablo de subvenciones, que ni las piden ni las quieren, sino de una mera atención personal a un desarrollo cultural generoso. ¿Qué le pasa al PP con la cultura? Y digo al PP, porque en este caso es quien gobierna. ¿Qué ocurre en Trujillo para que una manifestación así no suscite la atención de sus vecinos?

Toledo vista de Sorolla, oleo a tabla 53×122 (2000)

 

Trujillo, el gran joyel de Extremadura, ensartado de iglesias y palacios del barroco y el renacimiento, agoniza, entre el descuido de quienes deberían privilegiarlo y el desencanto de quienes lo viven. No es fácil vivificar una ciudad media como esta, lo sé, pero sus dirigentes públicos y empresas privadas espabilan o se encontraron todos lamentándose en el funeral. ¡Una urbe tan hermosa, tan noble, con tanto abolengo, tan mágica en sus inesperados rincones, merece una atención, que ahora no tiene!

La exposición ROMERAL, pintura-escultura-dibujo, mostraba a pasos de gigante, su desarrollo plástico en cincuenta años de oficio. En su poema “Andalucía”, Manuel Machado, “banderillero de Apolo/ supo, cantó y está solo”- y así sigue solo, merced a una sociedad que está a otra cosa- después de cantar a siete capitales andaluzas, deja para el final a Sevilla, sin más, cual materia inefable: “Y Sevilla”, ¡ahí queda eso!

Pues bien, visto Romeral en varias etapas, técnicas y tentativas, cerraba su propuesta con su canto icónico a Toledo, cumpliendo con los cánones de su idiolecto. Y así, reproduzco varias vistas de “La peñascosa pesadumbre estable/ ni se derrumba ni se precipita!”, como inicia el poema de Jorge Guillén. ¡El milagro de Toledo es consustancial a su hechizo, a su sobriedad imperial, a la obra hecha por los siglos!

Toledo de oro y noche (poliptico) mixta a  lienzo144x100(1980)

 

No ha gozado Toledo del favor de los poetas, ha tenido otras fortunas. Desde el s. XI hasta la fecha, todos los que suenan, lo nombran. Pero, no hay un soneto incontestable, broncíneo, sobre Toledo; no existe un poema que pongan en pinganitos su condición de topacio ascensional, ahormado con la meguez de los canjilones del tiempo. ¿Cómo no lo harían Fray Luis o Tirso de Molina, con tanto que lo citan en sus liras o comedias?

Además, Toledo es la capital del hito manriqueño. Ahí se casa el poeta, 1470, con doña Guiomar Castañeda Meneses. En Toledo es nombrado capitán de la Hermandad de Toledo por gracia de la Reina Católica. Y Juan de Borgoña lo retratará más tarde, ya instalado en la penumbra. Jorge Manrique es nuestra luminaria anterrenacentista, Con sólo una canción, con solo una estrofa bastaría para respetarle:

                                                    Con dolorido cuidado,

                                                    desgrado, pena y dolor,

                                                    parto yo, triste amador,

                                                    de amores desamparado,

                                                   de amores, que no de amor….

¿Les suena?, “…no me podrán quitar el dolorido/ sentir si ya del todo quitan el sentido”, Égloga I de Garcilaso. Caballero de las armas y las letras, murió en una escaramuza ante el castillo de Garcimuñoz en Santa María del Campo Rus, antes de los 39 años, como quieren los dioses para los poetas cimeros. Lo distingue en su “Glosa”, Antonio Machado: “Entre los poetas míos / tiene Manrique un altar”.                                                

El poeta Jesús Cobo, maestro y amigo, zahorí del hurmiento toledano, uno de los conspicuos exégetas de la pintura de Romeral, ya publicó “Toledo como tema poético”, Archivo Secreto, nº 3, Toledo 2006, pp. 294-319, una antología de poemas y unos comentarios tan acertados como brillantes sobre este asunto.

Toledo sueño  22×33 acuarela 1987

 

Es probable que su enigmático misterio, que el repujado cáliz de vida y piedra que circunda el Tajo intimide, hasta el punto de aturdir con su presencia milenaria. Porque desde el Romancero a Gonzalo de Berceo; el mago Garcilaso; Lope, Góngora, Quevedo; Bécquer y A buen juez mejor testigo de José Zorrilla; Galdós, Blasco Ibañez en sus novelas; Lorca, Jorge Guillén; Vivanco, Ridruejo, García Nieto, Villacañas… Todos pasean Toledo, pero pocos desnudan su alma con la estirpe del prodigio.

El mismo Cervantes no se excede. En Los Trabajos de Persiles y Segismunda, esa obra que tanto elogia Azorín, venera la capital del Tajo como “peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de las ciudades”. Pero, ¿y el silencio de Gabriel de Bocángel? Algunos lo refieren con la venustez que su entidad y su arquitectura encienden, con el valor de su historia, no todos con la grandeza enllamecida con la que lo exorna El Griego.

Toledo huele al amanecer con la enjundia mollar del tomillo. Pero es al anochecer, que las hordas se esfuman, cuando suena su silencio con el misterio de un tango de Antonia la Negra. Entre tinieblas y nieblas, Toledo es un tronío de los delirios del hombre. Es en ese denso callar, roto por la cita puntual de las campanas, cuando podemos cruzarnos con Garcilaso, con Bécquer o doña Isabel de Urbina, mujer de Lope, con Micaela Luján, su amante; con una sombra, que dibuje con sigilo el duende del misterio; con un arpegio mistérico de Paco de Lucía o la melodía undosa de eternidad de Juan de Yepes.

Toledo rojo oleo tabla 38×46 (1988)

 

Toledo, después de serlo todo, de cruzar varias civilizaciones y tantas heridas se ha convertido en materia poetizada, en paisaje poemático, en antesala gloriosa de cigarrales y montes aromados. No puedo obviar el soberbio ofrecimiento que construye Jesús Cobo, cuando comenta la visión, aparentemente abstracta de “Toledo” de Rafael Canogar, Museo de Arte Abstracto de Cuenca, revista Archivo Secreto. Rilke, aunque toledano confeso y convicto, más que cantarlo, lo interioriza su salmodia intelectual.

Juan Antonio Villacañas (1922-2001), toledano de Toledo, cultor de lira juanantoniana, por cuya sangre navegaba la ciudad tibar, invitó a Dante a conocerla y le sirvió de guía, emulando a Virgilio, dejando testimonio en El Dante en Toledo, 1980. Y por si se nos había pasado, Manuel García Chamorro hizo una glosa en ataujía sobre su viaje, Fantasía Toledana, Jaén 1983. Y entre realidades y fantasías se teje el misterio que acicala ese cofre de taracea donde se guarda el tiempo que es Toledo.

Verán a Toledo en todos los colores, por los pinceles de ROMERAL: azul, verde, oro, plata, bistre, bermellón, almagre, entre brumas o entre soles; perfumado de incienso y de cantueso. ¡Sereno, mágico, majestuoso, eterno, observando desde su alta atalaya como las generaciones se suceden, ante su soberana impronta!

Toledo nevado, 100×144 cm.,  mixta a tabla (2017), Colección de la Diputación de Toledo

 

He descubierto un soneto luciérnaga de Florbela Espanca, Soror Saudade y María das Quimeras, como ella se llamó, que, en su portugués original, fulge como fuego cuando arde, reproducido en el catálogo. ¡Al poeta siempre hay que agradecerle su canto, como intermediario sigiloso entre los dioses y los hombres, las hambres y los adioses!

“Romeral …Y Toledo”, ha sido una ocasión feliz para gozar del arte, de ese abrazo que se dan poesía y arte plástico, en esa ciudad de conquistadores, Trujillo, cuna de Pizarro, lecho de nobles emprendedores. En la accesible poética de José Ángel Buesa  -cubano de 1910, muerto en el exilio de Santo Domingo, en 1982-, en el segundo cuarteto, leemos:

                                 Así como el exceso de virtud hace el vicio,

                                el exceso de arte llega a ser artificio.

                                Escribe de tal modo que te entienda la gente,

                               igual si es ignorante que si es indiferente.

Lo esencial esta orientado por la esencia, es cortesía de la elegancia. No hay distancias cuando el amor se lo propone. Lo que nace oscuro, si auténtico, con el tiempo se aclara. Es distinto ennochecer la claridad para que no se vea, que despojar de máscaras y tinieblas la luz. Y no importa tanto el desafecto de los políticos a la cultura, como la afección de una dinámica elegante como la de la Fundación Obra Pía de los Pizarro, que mantiene su espléndida generosidad para con esta tierra tan huérfana de mecenas.

Toledo misterioso mixta tabla 81×100, 2016

                                                                                                                   Tomás Paredes

                                                                                                    Presidente H. AICA Spain

 

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

Rafael Canogar, Premio Velázquez

 

El 25 de noviembre de 1891 aparecía en El Liberal, el artículo: “La catástrofe de anoche: España está de luto. Incendio en el Mueso de Pinturas”, lo firmaba Mariano de Cavia. Refería el texto que el Museo del Prado había ardido y contaba al detalle como había sucedido y quienes eran los afectados. Al final, aclaraba que era una broma, sólo un aviso por las pésimas condiciones de funcionamiento de la pinacoteca.

La mayoría de los lectores, entonces como ahora, no leyeron el final y salieron de sus casas despavoridos a contemplar el estado de la ruina, concentrándose un gentío desmesurado ante el edifico de Villanueva. Al día siguiente, El liberal publicó una aclaración del autor con rubro: “¿Por qué he incendiado el Museo de Pinturas?”, que explicaba los motivos y concluía: “Hemos inventado una catástrofe…para evitarla”.

El objetivo de Cavia era denunciar la situación precaria del Museo. Empleados y ujieres vivían en los bajos del museo con sus familias y en los altos cocinaban y hacían fuego para calentarse en el invierno. La situación era insostenible, de acampada, y eso inquietó al escritor y para llamar la atención, no se le ocurrió otra cosa que narrar su incendio con marcado dramatismo y anunciar que todo había quedado reducido a cenizas.

El 28 de noviembre, el ministro de Fomento, Manuel Linares Rivas, visitó el Museo y comprobó que los temores y datos ofrecidos por Cavia eran ciertos y objetivos. Y comenzó a tomar las medidas necesarias con la dirección y los arquitectos responsables para resolver aquel desaguisado.

 

Mariano de Cavia y Lac, zaragozano de 1855, se formó en el colegio jesuita de Carrión de los Condes y en su ciudad, comenzó a colaborar en semanarios, con la ilusión de ser periodista. En 1881 ingresa en El Liberal, poco tiempo. Dirige el Diario Democrático de Tarragona unos meses y vuelve a El Liberal. Va al Heraldo de Madrid, 1985, y al final de ese año escribe en El Imparcial hasta 1917, pasando a continuación a El Sol.

En un artículo, El Imparcial, 1.VIII.1908, defiende el uso de la palabra balompié, contra los que difundían la de fútbol, que comenzaba a generalizarse. Cavia fue un defensor del español y un pulcro sajelador de la palabra. En 1916, la Real Academia Española de la Lengua le elige como numerario, aunque se quedó en electo, porque su salud quebradiza no le permitió leer su discurso de recepción, que versaba sobre el “idioma aragonés”.

Alfonso XIII le condecoró y el Ayuntamiento de Zaragoza le nombró hijo meritísimo. Escribió crónicas taurinas con el pseudónimo de “Sobaquillo”. En De pitón a pitón, 1891, publica una entrevista imaginaria con el Nuncio del Vaticano sobre la moralidad de las corridas de toros. Entre sus obras: División de plaza, Azotes y galeras, Grageas, Chácharas.  Moría en 1920 y dos años luego, se editaba de forma póstuma su obra Limpia y fija. En su tiempo, tuvo una importancia extraordinaria y un halo exótico, ya que vivía en un hotel y tenía un piso para su biblioteca. ABC instituyó un premio con su nombre, para distinguir la belleza en la escritura.

 

El titular del incendio del Museo del Prado era apócrifo, como el que figura, ut supra, encabezando estas líneas, mal que nos pese a muchos. No, Rafael Canogar no ha sido aún distinguido con el Premio Velázquez lo que es noticia y supone una afrenta al Premio infligida por los sucesivos jurados.

Se suele culpar al gobierno o al ministro de Cultura de este desafuero, pero, la culpa es de quien vota: si no es libre para decidir o sigue consignas de quien le convoca, evidencia su incapacidad para ser jurado. Un títere no tiene dignidad, ni entidad, pende de quien tira de las cuerdas para que actúe. El gobierno ahora lo copa todo, con el mayor descaro y sin arrugarse, pero los peones que jalean la fiesta, ya están señalados por su oportunismo cobarde y su colaboracionismo.

Es una praxis espuria la que se ahorma en torno a la idea de criticar a unos para defender a otro. No se trata de denigrar a ninguna de las personalidades que lo han obtenido. ¡Felicitaciones para todos ellos! Sí, de defender la identidad de quien se propone, justiciando esa decisión con evidentes muestras objetivas, sin añagazas.

El Premio Velázquez fue creado por Orden del 17.VII. 2001 del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, constituido como galardón de carácter internacional “que premia la obra de un creador en el ámbito de las artes plásticas”. En la Orden que convoca el correspondiente a 2024, leemos en su artículo “Primero. Objetivo y finalidad del Premio: “El premio <Velázquez> de las Artes Plásticas…tiene por objetivo reconocer la totalidad de la obra de un creador en el ámbito de las artes plásticas en cualquiera de sus manifestaciones”.  La orden cita los requisitos para la presentación de candidaturas y da quince días de plazo desde su publicación en el BOE, que suele ocurrir en la primera quincena de julio.

 

Fecha sospechosa, dada nuestra meteorología. Presentar candidaturas en un tiempo veraniego de altas temperaturas es poco acertado, tramposo. Pero, no hay disculpas y las instituciones atentas a nuestro desarrollo socio-cultural deben de estar prestas en todo momento para cumplir su cometido en defensa de la cultura y la creatividad. Con posterioridad ha habido alguna modificación en relación al jurado, para hacerlo cada vez más manejable y por tanto improcedente.

Los galardonados son: Ramón Gaya, el primero, 2002; Tápies, Palazuelo, Juan Soriano, Antonio López, Gordillo, Cildo Meireles, Antoni Muntadas, Doris Salcedo, Artur Barrio. En 2012 no se otorgó. Aún, Jaume Plensa, Esther Ferrer, Isidoro Valcárcel Medina, Marta Minujin, Concha Jerez, Antoni Miralda, Cecilia Vicuña, Soledad Sevilla, Tania Bruguera, Elda Cerrato, Marisa González y Francesc Torres. No comparo, ni juzgo la desigualdad de esta nómina, el lector valorará esas trayectorias en relación a la desarrollada por Rafael Canogar.

¡Que no haya ni un miembro del grupo El Paso, entre los agraciados, es significativo, cuando fue el conjunto que más internacionalizó el arte hecho en España! Antes de establecer esta distinción murieron algunos miembros, pero en su vigencia estaban vivos Martin Chirino, Antonio Suárez, Luis Feito, ha poco desaparecidos. El único vivo es Rafael Canogar. Y no es su permanencia lo que merece mi atención, ni su pertenencia a El Paso, sino la calidad de su deslumbrante cursus honorum, la entidad y variedad de su trabajo sin renunciar jamás al rigor, ni perder nunca la orientación.

 

Rafael Canogar es, no el decano de nuestros artistas, si el más internacional. Este premio no va de edad, ¿o sí? En todo caso, la presencia de un Premio está en relación a la categoría de los premiados, quienes lo prestigian. A pesar de mi consideración por el maestro Ignacio Iturria, no creo que haya en el ámbito iberoamericano ninguna obra con la dimensión que exhibe la de Canogar.

Ignoro si este año el Premio Velázquez 2024 se le concederá a Rafael Canogar, sí así fuere, bienvenido sea, aunque haya tardado tanto. Pero si un año más, el jurado halla una trayectoria más importante e interesante que la suya, insistiremos el año que viene, desde distintas Instituciones, en proponerlo, como un acto de decencia, de justicia, ético.

En CentroCentro, Ayuntamiento de Madrid, palacio de Palacios, frente a la Cibeles, se puede contemplar una retrospectiva de su obra, con rubro de Realidades.1949-2024, hasta el 18.V.25. No es una antológica, pero hay piezas suficientes para entender su capacidad plástica y su dimensión, en recorrido comisariado por Alfonso de la Torre.

Fotografía Fernando Puente

 

Comisarié una antológica de su obra, Edificio da Alfândega de Oporto, patrocinaba Cordeiros Galería, con motivo de su septuagésimo quinto aniversario y conoció un éxito extraordinario. Expusimos piezas de diferentes épocas: pinturas, esculturas; realismo social, abstracción, informalismo…Logramos imbricar cuadros, libros, botellas de oporto de añadas distantes, carteles. Canogar es muy apreciado en Portugal, hay grandes colecciones enriquecidas con sus piezas. Sucede igual en Italia, Francia, Alemania, Dinamarca, Suecia, EEE.UU., Japón, China, México, Venezuela, Países Bajos, Uruguay, Polonia, Croacia, Noruega, Finlandia…

En los concursos públicos, del tipo que sean – municipales, nacionales.  internacionales, incluso privados-, se juzga lo que se presenta. A veces, las excusas vienen de esa circunstancia. Pero eso no se puede alegar en este caso, porque me consta que no es la primera vez que su candidatura se presenta. Hecho absolutamente ajeno al autor.

La gran virtud de Canogar es que se formó en la pintura, de la mano de Vázquez-Díaz; emergió de ella, quiso experimentar, pero siempre retornó a la pintura. Sus salidas han servido para reafirmar su entidad genuina y poder volver, cada vez con más fuerza, a la pintura. Es su destino, como la palabra para el poeta. Al regresar, deja algo para integrarse en lo que era: un pintor germinal, nunca acabado, en diálogo perenne, siempre distinto, siempre el mismo.

“Cuando llegué a la exposición de Canogar aún no estaba abierta. Di una vuelta por Cibeles hasta la hora de apertura. Subí a la 5ª, estaba solo, como me gusta ver las exposiciones, iba deteniéndome en las obras, hasta que delante de Toro de fuego, sentí alguien detrás. Me volví y creí reconocer al ministro de Cultura, Sr. Urtasun. Me hizo un gesto, como asintiendo, sí, soy yo. Seguí, sin más, hasta que, ante “P. 34-76, me dijo: <¿Le interesa? ¡Que exposición tan hermosa y qué creador tan fascinante! Es la tercera vez que vengo a verla y en cada visita me propongo volver>. Me sonrió, dio la vuelta y desapareció”. Un ruido me despertó, y comprendí que estaba soñando; como un jaspe salté de la cama para escribirlo, porque los sueños hay que anotarlos. El problema de los sueños es que casi siempre se olvidan antes de vivirlos.

                                                                                                                 

Tomás Paredes

Presidente de H. AICA Spain

Soledad Fernández recibió la Medalla de Honor de la AEPE

Agradecida, emocionada y rodeada de artistas y amigos

 

El 14 de febrero de 2025, en la sede social de la AEPE, tuvo lugar el acto de imposición de la Medalla de Honor de la AEPE a la pintora y socia Soledad Fernández.

Presidió el acto José Gabriel Astudillo López, Presidente de la centenaria entidad, que hizo entrega del más alto reconocimiento que otorga la Asociación Española de Pintores y Escultores.

 

A su llegada, Soledad Fernández fue recibida por los miembros de la Junta Directiva que asistieron al acto, la Secretaria General y Secretaria Perpetua de la AEPE, Mª Dolores Barreda Pérez, Paloma Casado, Carmen Bonilla Carrasco, Fernando de Marta y Jesús Alcolea, estando también presentes Tomás Paredes, la Alcaldesa de Villalba, Mariola Vargas, su esposo, familiares y numerosos socios y amigos.

Abrió el acto con una reseña biográfica, la Secretaria General y Secretaria Perpetua de la AEPE, Mª Dolores Barreda Pérez, quien destacó el aspecto humano y personal de la medallada en una semblanza que reproducimos íntegra:

«SOLEDAD FERNÁNDEZ. EL ALMA DE LA PINTURA

Nace en Madrid… da igual en qué fecha porque en realidad estamos hablando de una adolescente…

Y aunque gata de nacimiento, pronto traslada su residencia a Collado Villalba, que es donde tienen la suerte de tenerla como vecina.

Su inquietud por el arte la lleva a estudiar en el taller del pintor de la escuela sevillana José Gutiérrez Valle.

Pero más allá del taller, acude con regularidad al Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde me ha contado alguna vez José Gabriel, acudían los artistas a dibujar modelos en vivo, que es sin duda la parte que más ha debido de marcar su trayectoria artística, ya que se adquiere una mano, como decís los pintores, difícilmente posible de lograr sin esa experiencia.

Tímidamente, comienza a presentar obras a certámenes y concursos

En los años 80, en plena movida madrileña, viaja a París, Roma, Londres y Venecia, donde aprende de los clásicos que tanta importancia tienen en su obra.

Y a contracorriente, cuando estaba tan de moda el paisaje urbano hiperrealista, decide dedicarse al cuerpo humano, al desnudo.

Esa decisión, tan acertada ahora que revisamos su obra, fue la que le proporcionó su seña de identidad y el estilo propio por el que hoy en día es reconocida, la que ha hecho de ella una pintora única y excepcional del desnudo femenino.

Pero decíamos que viaja por las capitales artísticas europeas, y este aprendizaje queda plasmado en las primeras exposiciones que realiza, hasta que en 1987 logra exhibir su obra en la Sammer Gallery de Londres, una prestigiosa casa que abrió sus puertas en 1975 y estaba especializada en arte orientalista.

Tras la experiencia británica, llegaron pronto otras muestras en Madrid, Barcelona, Zaragoza, Palma de Mallorca o El Escorial, así como su participación en importantes ferias nacionales e internacionales, como las de Washington, Chicago, Miami, Santander o Valencia.

Ese mismo año, obtiene el Primer Premio de Pintura Extranjera del XXIX Certamen Internacional Grolla d’Oro de Treviso, Venecia.

Dos años más tarde, logra el Primer Premio del VI Certamen del Premio de Pintura Durán.

Soledad tiene obra en importantes museos de Francia, Malta, Cádiz, Huesca y en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, aquí en Madrid.

De ella han escrito importantes críticos de arte, de esos que en realidad hacen crítica y conocen la trayectoria de un artista y sus desvelos e inquietudes, aunque poco puedan decir en realidad de su alma.

Soledad ha pasado muchas, muchísimas horas en el Museo del Prado. Como ella misma confiesa, sus pies siempre la han llevado hacia la obra de Rogier Van der Weyden. Hablamos de El Descendimiento, una pintura que hizo famoso a su autor por el naturalismo de sus detalles y el patetismo expresivo de sus personajes, a quienes logró dar vida e infundir el sufrimiento que tanto nos conmueve hoy en día y que imagino, tanto impresionó también a Soledad.

Y entonces, tuvo una idea brillante y genial: trasladar a la actualidad a aquellos personajes y que esa compasión y dolor que el cuadro transmite, represente el contenido social que cinco siglos después vivimos.

Si presidiera este homenaje algún miembro del gobierno de España, invitado como estaba y de quien no tenemos respuesta, sin duda hablaría del nuevo término que han inventado hace apenas dos semanas, otro nuevo eufemismo que anotar: el dolor social.

Pero no se trata del dolor social al que se refería el gobierno el otro día, sino del dolor de los familiares ante una víctima de accidente de trabajo, algo que por desgracia, aún es común en España y a veces, inevitable y fortuito.

Sin embargo, si el modelo nos estremece, también lo hace la versión de Soledad, que ha sabido reexperimentar las verdades espirituales de Van der Weyden.

Como ella misma cuenta, prepara sus telas personalmente, puesto que sus tramas le permiten conseguir unas texturas y transparencias que también pintan, y partiendo de su herencia clásica, su admiración por el realismo de Velázquez y de los pintores del siglo de oro, ha elegido el cuerpo humano como tema principal, como fuente de inspiración y como lenguaje con el que transmitir tantas y tan intensas emociones.

Sin embargo, sus obras están cargadas a la vez de un fuerte romanticismo, y también de un simbolismo prerrafaelista en el que los personajes se desnudan y donde los ropajes se incorporan como algo ajeno a los mismos, pero a la vez intrínseco y complejo.

La utilización del romanticismo y simbolismo que demuestra, nos presenta siempre una luz increíble en la que hay un dominio total de las sombras, lo que da como resultado, volúmenes, pliegues y ondulaciones imposibles de contener, en estudiadas sesiones que demuestran además, que Soledad es una incansable trabajadora.

Uno de sus temas favoritos es el desnudo femenino, cuya carnalidad afronta con unos colores maravillosos y una frescura traslúcida que los hace únicos por su armonía y sensibilidad.

De estilo delicado, sus mujeres son como ella, rezuman amor y cariño, respiran belleza y reflejan a una mujer hermosa de buenos sentimientos y grandeza de espíritu.

El resultado son obras de tremenda fuerza expresiva y creativa, de gran belleza y de mensaje, que transforma la materia en espíritu, y en las que laten unas pinceladas preciosistas y apasionadas.

Sus mujeres son, como digo, como ella, por eso las desnuda, para que veamos en todo momento su alma, más allá de su cuerpo, repleta de voluptuosidad y de naturalidad a la vez, repleta de belleza y calma, de amor y sosiego.

Soledad es conocida por ser una de las mejores pintoras realistas.

Citando alguna de esas críticas, especialmente elegida puesto que quien la ha hecho es el reconocido crítico Tomás Paredes, también como ahora ella, Medalla de Honor de la Asociación Española de Pintores y Escultores, “¿Qué determina la obra de Soledad Fernández?: la técnica, el concepto, la decisión de ahormar un mundo personal, que respira en sus formas y cromías. Su realismo, antes que representar, presenta, muestra la presencia del misterio y la emoción, aunados por su solercia técnica, por la dimensión que brota en cada pincelada, por la sensación de su impacto”.

La evolución en los temas es algo que la ha llevado a plasmar el cuerpo humano acompañado esta vez de telas de exuberante y vivo colorismo: me refiero a los mantones de Manila, que representa junto a manos de fuerza contenida, en ejercicios de auténtica maestría, ya que estas telas plantean una laboriosidad y dificultad extremas, tanto en hacerlas como en pintarlas.

Y también refleja su calma y sosiego en bodegones, en frutas retorcidas y ajadas muy del gusto de pintores de la escuela madrileña. Membrillos que hasta parece que podemos oler y coger en cuanto se descuide Soledad.

Sus manos, estas que tengo junto a mí ahora, pero también esas que pinta, suponen un lenguaje no verbal que son capaces de expresar los diversos afectos del ánimo y evidencian la estrecha relación entre la mano y la mente, pues la mano expresa lo que la mente piensa y lo que la artista siente, siendo capaz de reflejar la interioridad psíquica.

Pintar una mano es algo muy difícil. Visto como fragmento, tal y como lo utiliza ella, adquiere muchísima importancia, ya que por ella misma y sola, representa un todo.

Es una huella, un signo de identidad humana que remite a la propia artista.

Y a pesar de que se dice que pintar manos es de lo más difícil anatómicamente, yo creo que pintar manos que reflejan una historia, es lo más sublime en el arte.

Citando nuevamente a Tomás Paredes, “pocos han pintado como ella, con pulcritud y ductilidad, papeles envolviendo cuerpos… telas acariciando la figura humana… sabiendo dar calidad y calidez a la carnación, intimidad a las personas, vida a los objetos”…

Soledad está siempre rodeada de cariño, de personas a las que ama y que utiliza como modelos en sus obras. Por eso, las trata también con mucha ternura, y eso, que parece que no cuenta, se refleja en sus pinceladas, amorosas, primorosas y sabias.

Soledad es artista, pero también hija, hermana, madre y abuela. Lo hace todo, y todo bien… bueno, ya sabéis que las mujeres podemos hacer un montón de cosas a la vez…

Soledad es una pintora de versos que difumina con su pintura líricos trazos de belleza. Por eso, quiero terminar esta introducción a su vida y obra, con algunos versos de Eloy Sánchez Rosillo, que dicen así:

Tu obra es patrimonio

de cuantos quieran que les pertenezca.

Pero, además de compartir tan fértil

y tan bella heredad con los que la hacen suya,

yo fui también testigo de tu vida,

y eso sólo unos pocos lo hemos sido.

Ineludible obligación gustosa

y legítimo orgullo

mueven y moverán mi ánimo y mi lengua

al testimonio fiel.

Querida Soledad: como le gusta decir al Presidente, ya eras parte de esta gran familia de socios que componemos los miembros de la Asociación Española de Pintores y Escultores, pero hoy escribes además, una nueva página de honor en nuestra historia, que recordaremos mientras queden artistas que busquen aprender de quienes cultivan la belleza.

Gracias por tu arte, por tu ternura y tu cariño, que es lo que celebramos quienes tenemos el honor de conocerte.

Muchas gracias»

El Presidente dio entonces la palabra a la hermana de Soledad Fernández, que leyó unas notas de la artista, así como algunos pasajes de su autoría.

Tras su intervención, el Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, José Gabriel Astudillo López, exaltó las cualidades de la artista en un discurso que también reproducimos íntegro:

«Soledad Fernández es una gran artista. Pero es además amiga, compañera y maestra, una gran persona que ha logrado superarse en la conquista de la excelencia, haciendo de su trabajo una búsqueda de la belleza, la innovación y la creatividad.

Es quien ha dado esos maravillosos brochazos de color al paisaje, a veces gris, del mundo en que vivimos, haciendo del virtuosismo y de la temática femenina, un espacio exclusivo y especial que nos ha hecho admirar, emocionarnos y sentir muchas y muy variadas emociones y que se resumen en una máxima que es la creación de la belleza.

Este reconocimiento al mérito que hoy otorga la Asociación Española de Pintores y Escultores es también una invitación a detenerse en su biografía ejemplar, en esa parte inmutable de la vida que es la inquietud artística.

No hay más que mirar su rostro para descubrir la suma de facultades, afán y trabajo que representa y que hoy se concentra en esta humilde Sala Eduardo Chicharro.

Con su obra, en definitiva, ha contribuido a hacer de la inmensa familia de artistas que es esta casa, un lugar mejor para vivir y conectar con otros buscadores de belleza y creadores geniales, unidos por el amor común a las bellas artes.

Como bien ha hecho la Secretaria General al perfilar su biografía, porque así lo merecía al hablar de ella y de su obra, asumo el riesgo de que mis palabras no alcancen a reflejar el conjunto de razones por las que hoy le rendimos homenaje con la entrega de esta Medalla de Honor de la AEPE.

Las Bellas Artes requieren el impulso generoso y apasionado de los mecenas y de quienes trabajan en beneficio de la cultura sin esperar nada a cambio. De los museos e instituciones, de la sociedad en su conjunto, pero sobre todas esas cosas, precisan de los creadores, de los artistas que se estudiarán en los siglos futuros y que son los artistas de hoy, a quienes hay que reconocer su genialidad y maestría.

Su creatividad y su inspiración son garantía de que sus obras perdurarán, marcarán tendencias y serán recordadas y admiradas. Por eso distinguimos hoy a Soledad Fernández.

Su pintura es sinónimo de elegancia, de belleza, de distinción y de arte, pero también de tesón y esfuerzo.

Hoy distinguimos con la Medalla de Honor de la AEPE, no solo por las emocionantes obras que ha regalado a los amantes de la pintura durante décadas, sino también por haber sabido sobreponerse a las dificultades de encarar la madurez en este arte ahondando en su talento y redescubriendo su propia personalidad como pintora.

Soledad ha depositado la mayor de sus energías y todo su talento en sus obras, pero también ha puesto su energía en hacer brillar las obras de los demás, en aportar su sensato juicio en desvelar a futuros talentos y en distinguir las buenas obras de arte y el placer de conocerlas.

El impacto sensorial y sentimental de la belleza de sus obras pone de relieve su inmenso amor por la pintura, y el hecho de hacer de la figura femenina su tema predilecto solo nos viene a reafirmar en la especial sensibilidad que tiene su obra, en la fuerza cohesionadora de la misma, en la irrepetible identificación de sus trazos y en la genialidad de sus escenas, ricas en detalles y que al fin y al cabo solo presentan, el alma de la propia artista.

Te llamas Soledad y como puedes ver, no estás sola. Llevas muchos años dejando por ahí tu esencia y tu buen hacer y hoy hemos reunido aquí algunos trocitos nada más, que son los que te dispensamos en estos aplausos, devolviéndote el cariño que a diario nos has dispensado y que hoy recoges como una antítesis a tu nombre en forma de compañerismo.

Te llamas Soledad, pero ya ves que no estás sola, que nunca lo has estado porque has creado tantas obras, tantas mujeres hablando con sus gestos y sus silencios, que en cada nueva creación entablas un fascinante diálogo contigo misma y con el alma que infundes a cada una de ellas, nacida de tu propia alma y de tu propia esencia…

No te voy a llamar bruja Soledad, pero das vida a rostros y a cuerpos y los haces vivir ya por siempre en nuestra retina y eso para mí tiene un nombre: magia. Así que prefiero llamarte encantadora, maga, poeta del pincel, señora de los colores… la bruja del oeste de este Madrid que hoy se rinde a tus pies.

La página que hoy escribimos en la Asociación Española de Pintores y Escultores con la entrega de esta Medalla de Honor a Soledad Fernández, no ocupará la primera plana de ningún diario, pero puedo aseguraros que para esta casa constituye uno de sus capítulos fundamentales.

Su esfuerzo y su talento no caen en saco roto, porque nuestras vidas, como la de ella, entregadas a las Bellas Artes, son una enorme fuente de riqueza y fecundidad, de belleza para toda la sociedad, y además un gran orgullo para todos los socios de esta casa, para los artistas y para los amantes del arte y la cultura de todo el mundo.

Recibe Soledad esta Medalla de Honor y permítenos regocijarnos contigo y compartir tu triunfo y tu arte.

Muchas gracias«.

Tras estas palabras, el Presidente hizo entrega de la Medalla de Honor de la AEPE a Soledad Fernández, así como del Diploma acreditativo de la misma, mientras la concurrencia aplaudía cariñosamente a la artista, visiblemente emocionada, que no pudo evitar que se le empañaran los ojos.

Soledad Fernández también quiso agradecer el honor con palabras sentidas en las que expresó que estaba realmente emocionada y agradecida y que en la AEPE había encontrado una verdadera casa de los artistas en donde la hermandad y el arte van de la mano en el estupendo trabajo que están realizando para toda la sociedad española.

Después, la artista firmó en el Libro de Honor de la AEPE y  una vez realizada la sesión de fotografías obligada, los asistentes pudieron felicitarla de forma personal y compartir una copa de vino español en otra velada inolvidable de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

 

Tomás Paredes, Jurado del 60 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura

La del pasado día 23 de enero de 2025, tuvo lugar la reunión del Jurado del 60 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura. Una tarde maravillosa en la que se dieron cita amigos de la Asociación Española de Pintores y Escultores, de artistas, de profesionales cuyo criterio se hizo oír en las más de seis horas que duró la sesión, convertida en una lección magistral de arte gracias a sus miembros, que aportaron alegría, experiencia, saber, arte… mucho arte.

Todas y cada una de las más de 300 obras presentadas al certamen tuvieron su momento de gloria, su presencia, su revisión, su debate, su comentario y detalle. Para todas hubo una palabra, un gesto, un reconocimiento al esfuerzo del artista como no podía ser de otra manera.

Y entre descanso y respiro, también hubo tiempo de comentar las impresiones de cada uno de los miembros del Jurado respecto a lo que estaban viendo y sintiendo.

Esto es lo que comentó

Tomás Paredes

Vocal del Jurado

del 60 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura

Crítico de Arte, Comité de Premios de AICA

Para mí es un honor acudir a este Premio siempre que me convocan, y aunque no es una novedad, porque vengo participando en certámenes de todo tipo desde hace ya muchos años, a este en concreto le tengo un afecto muy especial, ya que es un certamen muy importante en el mundo del arte. El trabajo de los artistas ha sido bueno y los resultados nos van a mostrar lo que se está haciendo en la actualidad en la pintura y la escultura.

60 PREMIO REINA SOFIA DE PINTURA Y ESCULTURA

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

con la colaboración de GOOGLE

Inauguración: 27 de febrero de 2025, 19 h. ENTRADA LIBRE

Fallo y entrega del Premio, presidido por S.M. la Reina Doña Sofía:

17 de marzo de 2025, 19 h. SOLO CON INVITACIÓN

27 de febrero a 23 de marzo de 2025

Casa de Vacas

Parque del Buen Retiro de Madrid

Pº de Colombia, 1. 28009 Madrid

De lunes a domingo, de 10 a 21 h.

Metro: Retiro (Línea 2)

Bus: 2, 20, 28

BICIMAD: Estación 102 (C/ Alcalá, 95) y Estación 60 (Plza. Independencia, 6)

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

Isegoría y Parresía

 

Si van a DILE, encontrarán sólo la segunda. Isegoría es término originario de la antigua Grecia, que atribuía a todos el derecho a utilizar la palabra en la asamblea. Proviene de isos (=igual) y agora(=reunión), es decir, todos poseen el mismo derecho de expresión. La asamblea no la formaban todos los ciudadanos, sólo los derechohabientes. Libertad de palabra no es lo mismo que libertad de expresión. Hay matices que las diferencian.

Tener derecho al uso de la palabra no implica el derecho a ser escuchado. El respeto se consigue con la idoneidad de la expresión y con la capacidad de tener criterio. El debate no consiste en un diálogo de besugos. Si las preguntan no se responden con referentes reales, estamos deturpando la deliberación y, en consecuencia, no se podrá llegar a proposición oportuna.

La parresia, en el DRAE sin tilde en la i, se considera figura retórica, que pretende aparentar que se habla con libertad y audacia y lo que pareciera ofensa, sin embargo. es grato a aquel a quien se dirige. Es decir, le insufla un fuerte contenido irónico. Mas, el sentido que hoy se da a parresía es la facultad de todo ciudadano de hablar de todo, sin filtros, sin miedos. Algo que no ocurre el presente, porque toda intervención pública, o privada, esta mediatizada por la autocensura.

La democracia no es tal si no contempla en su desarrollo isegoría, isonomía e isotimia. Tampoco encontrarán en el DRAE los dos últimos términos. Isonomía, tener igualdad de derechos políticos ante la ley. Isotimia, posibilidad igualitaria de que cualquiera pueda optar a cargos públicos por sorteo, lo que en la antigüedad estaba sujeto a normas y colegios profesionales. Ahora se simplifica en exceso y hay asuntos que no pueden tratarse con frivolidad reduccionista, como las instituciones ancestrales.

No hablo de política. Ni de democracia. Es más, hoy por hoy, quien pretenda encontrar su dignidad y conservarla debe alejarse del muladar que han creado los políticos –”Si no puedes convencerlos, confúndelos”,  Harry S. Truman-. Se puede hablar de todo, sin autocensura, sin censura, sin pavor. Más todavía, es conveniente que dialoguemos sobre cualquier materia, siempre que tengamos opinión, criterio. Estamos acosados por los opinadores, en donde quiera que sea, das un golpe y se levanta una nube de palmeros, cantamañanas beneficiarios de la ignorancia, pendientes del móvil, no del propio caletre.

Gilbert Keith Chesterton, el “príncipe de las paradojas”, defendía que “para opinar hay que tener opinión”. Parece simple, pero es esencial. La opinión la forma el conocimiento, el pensamiento y el juicio que se obtiene del análisis equilibrado de un suceso. Equilibrio no es equidistancia. Algunos, demasiados, para defender una opción, menosprecian la del contrario. Los sectarios, los gregarios, los sicarios, los serviles no son inocentes; apestan por más que se perfumen con los réditos de su felonía.

Chesterton

 

Para tener criterio son precisas isegoría, parresía, juicio y opinión.  Criterio procede del griego, kriterion de krinein (=juzgar, separar), y es discernimiento y juicio para conocer la realidad de algo o alguien. Se tiene o no criterio, como ocurre con la sensibilidad. No es algo que pueda fragmentarse y emplearse según cómo. El criterio está por encima de gustos, preferencias, filias y fobias, el amor, las ideologías, las religiones. El amor por alguien no debe obnubilar nuestro juicio sobre su realidad. El criterio no es hacer justicia, pero para hacer justicia hay que tener criterio. En La caja de música, Costa-Gavras ensaya este asunto.

Costa-Gavras

 

El juicio no es “una facultad del alma”, como asegura el DRAE, sino una apuesta de nuestro pensamiento, una evidencia de nuestro criterio, una conquista. ¡Señores académicos, dónde están? ¡Atribuir al alma un juicio! ¡Vaya por Dios! La Academia no inventa la lengua, la registra: “limpia, fija y da esplendor”. ¡En lugar de estar tan atentos a las modas efímeras, deberían desmalezar el DRAE de ambigüedades, tergiversaciones y otros demonios! ¡Y de neologismos innecesarios y gratuitos!

Tener criterio es esencial para vivir con dignidad. El criterio sabe separar lo espurio de lo imaginado, lo falso de lo real, lo digno de lo indigno. El criterio te dice hasta donde puedes llegar, qué puedes o no debes hacer. El criterio fundamenta la idea unamuniana de hombre. Un hombre tiene defectos, pero lucha para que no alteren su condición. El criterio sirve para llegar a ser. Y no depende de la edad, aunque con los años se enerve.

En La Lectura, viernes 24 de enero de 2025, suplemento de El Mundo, Benjamín G. Rosado entrevista al director de orquesta W. Christie, que está de gira con varios conciertos en España por sus 80 años. William Christie que es muy crítico con la “panfletización de los libretos” y con los populismos, acaba afirmando: “…cuando ponemos una partitura al servicio de una ideología corremos el riesgo de eclipsar la belleza de las emociones, que es, en última instancia, donde reside el auténtico potencial de la música”. ¡Y de la vida!

El criterio, su ahormado, no lo genera la información recibida, sino del procesamiento por nuestro cerebro de esa información, para pensar y crear conocimiento. Toda esta ralea de narcisistas, furtivos, zascandiles, que se denomina a sí mismos tertulianos, comunicadores, se limitan a trasladarnos lo que reciben en la pantallita, que es algo muy distinto a pensar.

Lo más importante del hombre es la inteligencia. Algunos creen que el corazón. Pero, desbarran, sin inteligencia no hay nada, ni corazón, ni vida, ni futuro: sólo decadencia. ¡Ah!, recuerdo aquello tan hermoso del Libro del Desasosiego, cuando Bernardo Soares, heterónimo de Pessoa, exclama: “El corazón, si pudiera pensar, se pararía”. Es un hechizo, pero no es seguro, porque si el corazón pensara, cabría la posibilidad, o el sueño, de ser mejores. A los hombres me refiero.

La ausencia de pensamiento conduce a la decadencia. Decadencia, ausencia de fertilidad social, es debilidad, ruina, menoscabo, ocaso, declive, degeneración. Y no es una cuestión que dependa de la política. Nuestros siglos de oro, que se dan en decadencia política, ocasionaron la emergencia de genios y artistas universales. ¿Dónde están, hoy, en España, los grandes novelistas, poetas, pintores, músicos, científicos, pensadores? Existen profesionales en distintas áreas, excelentes buhoneros, no grandes cabezas, si muchas cabecinhas pensadoras, cuando no metecos a sueldo.

Epícteto

 

Defendía Epícteto que la virtud es la vida conteste con la razón y que la eudaimonía (= la felicidad), es una consecuencia de la virtud, que se logra por ataraxia (= serenidad); apatía (=desapasionamiento); y eupatías (=buenos sentimientos). Sólo debe ocuparnos lo que depende de nuestro albedrío, con independencia de las circunstancias externas, asegura el estoico.

Según Orígenes, en su tiempo, Epícteto (55-135), era más respetado y conocido de lo que lo fue Platón en el suyo. El filósofo griego, de quien ignoramos el nombre –epícteto, significa “adquirido”- fue esclavo manumitido en Roma y nunca escribió nada. Enseñó en Nicópolis, Grecia, donde abrió una escuela. No aleccionaba, enseñaba a pensar, daba herramientas a la razón para desperezarla. El historiador Flavio Arriano, alumno y seguidor, fue quien recogió el Enchiridión, que literalmente es Manual, y las Diatribas.

El sueño de la razón, de Francisco de Goya

 

El estoicismo nada tiene que ver con los libros de autoayuda. Ni Marco Aurelio, ni Trajano, ni Epícteto, ni Séneca son lideres o gurús que dan consejos para solucionar nuestros problemas existenciales. El estoicismo es sistema de pensamiento que hay que interiorizar y sajelar con la mayor limpieza y libertad; debe reflejarse en la vida que hacemos o en cómo hacemos nuestra vida. No es sólo aptitud, es, sobre manera, actitud, modo de vida. Arpa acaba de editar Manual de vida de Epícteto, en traducción de David Hernández de la Fuente.

¿Qué hemos hecho entre todos del lenguaje? Un galimatías, que sirve lo mismo para un roto que para un descosido. Hay miles de palabras deslumbrantes que duermen en los diccionarios y en los libros. Las palabras tienen que estar vivas, corresponder con lo que sucede. Hay lindos arcaísmos, que no se pueden utilizar, porque lo que describen no se da ya. Hemos de ser muy cuidadosos con las palabras y su significado. Si al agua llamamos vino o al amor costumbre estamos creando una aterradora confusión.

Retrato de Juan Ramón Jiménez, de Joaquín Sorolla

 

En Eternidades, 1918, Juan Ramón Jiménez, incluye su poema “Intelijencia”, donde clama por la idónea pulcritud de la palabra exacta y reza así con su grafía personal:

                                                         Intelijencia, dame
el nombre esacto de las cosas!
Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas…
¡Intelijencia, dame
el nombre esacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!

 

 

Tomás Paredes

                                                                                                  Presidente H. AICA/Spain

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

Manolo Conde, Centenario

 

Manolo, así, con hipocorístico, porque era barriero, castizo, madrileño de pro, prefería el comercio de cercanía, las tabernas y las casas de comida casera. Al mismo tiempo, espíritu refinado, melómano, amante de la danza y defensor encendido del informalismo y la abstracción. ¡Una sensibilidad exquisita, sutil, para un tiempo gris panza de burro! Expresión que se atribuye a Héctor Velarde Bergmann referida al cielo ceniza de Lima.

En el estudio que dedica Pilar Sancet Bueno a Juana Francés, AACA, septiembre de 2007, la pintora alicantina sostiene: “A Manuel Conde le conocía desde hacía mucho tiempo. Fue compañero mío en la Escuela de San Fernando de Madrid. Teníamos una entrañable amistad. A través de él conocí a Canogar y a Feito, antes de El Paso, ya antes de El Paso, en la Galería Fernando Fe existía una gran inquietud, queriendo introducir nuevas tendencias. Esta galería, en donde Manuel Conde estaba, fue un lugar de encuentros. También conocí con anterioridad de El Paso a Antonio Saura. También a Pablo Serrano. Al resto del grupo lo conocí a través de Manuel Conde. Creo que Manuel Conde fue el aglutinante del grupo”.

Sigue interrogando la historiadora a la pintora, por si quería precisar o añadir algo y asegura Juana Francés: “Sólo recordar a Manuel Conde, a quien con frecuencia se olvida, cuando se habla de El Paso”.

Foto del grupo El Paso, 1957, con Conde a la derecha

 

En 2024 se cumple el centenario del nacimiento de Manuel Conde, poeta, escritor, crítico de arte, generador de cultura, acendrado bohemio. ¡Pues bien, hasta hoy, ni una línea, ni una mención, ni el más mínimo recuerdo! A excepción de Fernando Fernán-Gómez, que fue amigo cercano y protector en sus últimos años. Fernando se acuerda de él y me pidió una intervención sobre su obra, en el Foro Gaya Nuño, que tuvo lugar el día 29 de noviembre en Soria, patrocinado por Fundos, donde intervine junto a Juan Manuel Bonet, que disertó sobre las conexiones de El Paso y el surrealismo.

Manolo Conde, Madrid 1924, después de su primera enseñanza y brujulear por el Madrid republicano, se encuentra de sopetón con la Guerra Civil, que pasa en condiciones indecentes, como tantos. Su vocación temprana de poeta se aviene mal con el momento convulso. Estudia música y bellas artes en la Escuela de San Fernando y, aunque destaca en dibujo, desde un inicio apuesta por la renovación de la plástica, militando por la abstracción.

Se titula en 1949 siendo compañero de curso de Juana Francés, Revello de Toro o Francisco Farreras, con quien llegaría a tener una gran amistad. Además de las artes plásticas, Manolo era un melómano, asistiendo a conciertos y escuchando música como hábito. Su sensibilidad le encaminó hacia la formación de un gusto exquisito, volcándose en la poesía y defendiendo la causa de la renovación del lenguaje plástico.

Su ambiente estaba entre los pintores. Ya en 1950 publica Preludio de Arcoíris, que en realidad son cinco libros en uno, dedicado a Fernando Mignoni. En 1952, Canogar hace su primera expo en la galería Altamira y se encuentra con Manolo Conde, que le apoya y orienta hacia el informalismo.

Comienza a trabajar en la galería librería Fernando Fe, exponiendo a jóvenes rupturistas como Feito, Lucio Muñoz, Chillida, Quirós, Valdivieso…Con las ganancias marcha a París, invitado por Antoni Clavé con quien establece una relación de amistad y a quien Conde gana para la vía del informalismo. Viaja por Italia y regresa Madrid. Clavé siempre le tuvo en una alta estima.

En el verano del 56, Saura y Ayllón comienzan a fraguar lo que sería, en febrero de 1957, el grupo El Paso, estando entre los fundadores: Antonio Saura, Ayllón, Millares, Canogar, Feito, Manolo Conde, Rivera, Juana Francés, Antonio Suárez y Pablo Serrano.

Libros primero y último de Conde

 

Hasta 1959 formará parte del grupo, escribiendo textos para sus distintas exposiciones, pero, en el mes de abril, deja El Paso, separándose por discrepancias con su funcionamiento. En ese mismo año publica su segundo libro de poemas, El Muro y la monografía de Fernando Sáez. En 1961 está entre los fundadores de la Asociación Española de Críticos de Arte, pronto integrada en AICA. Comisariando ese año la participación española de la Bienal de París, volviendo a hacerlo en 1967.

 En el 63, hace la exposición de Dámaso y escribe un texto crítico sobre su obra en Cuadernos del Ateneo. Comisaría exposiciones y publica estudios sobre Alfredo Alcaín y Eduardo Sanz. Fundamentalmente poeta, en 1966 aparece Habitando el exilio, que es su libro de poemas más cuajada: de entrada, aromado de surrealismo; en su segunda parte, Contemplada presencia, están sus poemas más lúcidos.

Junto con Pepe Hierro, organiza la exposición de Úbeda en Sao Paulo y editan un libro-catálogo sobre su trayectoria. En 1971, publica el ensayo Los problemas del arte y una monografía sobre la vida y obra de Martín Chirino, en la famosa colección de la Dirección General de Bellas Artes.

En 1976, nuevo ensayo acerca de Uría Monzón, una pintura de ensueño, Rayuela. En los setenta, embarnece su bibliografía con textos para catálogos y ensayos sobre Antonio Valdivieso, Bores, Cristino Mallo, El cubismo y su proyección actual, Millares y en 1979, de nuevo en Editorial Rayuela, Toral, el tiempo suspendido.

Conde rodeado de los nombres de los artistas que colaboran en el libro

 

 En 1978, libro de poesía, mezclando éditos e inéditos, con ilustraciones de un centón de amigos pintores: El fuego cuadrado, tamaño folio mayor, con tres textos introductorios de las plumas de Teresa Soubriet, poeta y crítico de arte; el maestro de la síntesis crítica, Castro Arines, y el tercero de Javier Rubio, fino crítico de arte y poeta inédito a su vez.

Colaboró en varias revistas de su tiempo como Bellas Artes, Crónica 3, Arteguía, y Villa de Madrid, donde le buscaron una jefatura de redacción que le daba respiro económico. Fallece el 2 de marzo de 1990 y un año luego, en edición póstuma, con prólogo de Rodolfo Serrano, ve la luz el poemario Naufragio, casi una plaqueta, con sus últimos versos. Aunque no todos porque iba escribiendo por todas partes, en las servilletas de los bares, peteneras y cantares de una estrofa, que descansan en algún rincón preterido.

De Naufragio es esta letra, apta para una garganta de rajo flamenco:

                                                Tengo una mano tendida

                                                a ver si el cielo me oye.

                                                Con la otra mano acaricio

                                                 tu nombre.

Siempre fue muy inquieto. Cuando se reunían a escuchar música gesticulaba como si dirigiera la orquesta. Tuvo una fraternal amistad con Francisco Farreras, incluso existe una amplia correspondencia, que le escribía a Farreras y que el maestro conservó y nunca quiso publicar. Hay muy pocas fotografías de su persona, con el grupo El Paso está en la foto icónica de 1957: menudo y enteco, en el extremo, cabe Manolo Rivera; pero, luego ya es difícil encontrar alguna.

Le conocí y le traté, pero, era esquivo, escapista, timorato, aunque cariñoso. Llegaba a las inauguraciones y tras los saludos de rigor, un tanto precipitado, cuando te querías dar cuenta había desparecido. Nos citamos algunas veces para hablar más de poesía que de pintura. Antonio Leyva, amigo común, tenía muchas de esas peteneras, en papeluchos y servilletas, y prometió hacerle una edición, pero por las razones que fuere, nunca llegó. En 1988 participó en el grueso catálogo de la exposición que hizo el Ayuntamiento de Madrid de los Constructivista españoles.

Tuvo una importancia capital en la fundación del grupo El Paso, pero más para el informalismo y la abstracción de los años cincuenta a setenta en España. Conde fue siempre un ser abandonado. No se prestó atención a su poesía que, no obstante, tiene un acento propio, en algunos libros cercano al sobrerrealismo; en otros, machadiano y de una serenidad sensible para retratar ciudades, con poemas mínimos, leves, de una majestuosa sencillez, de una intensa fragilidad.

Dos poemas del libro Habitando el exilio

 

Y tenía razón Juana Francés, cuando se habla de El Paso, florece su olvido. Y si es de poesía, noche total. Para la tribu era un crítico de arte, que escribía demasiados catálogos, artículos y conferencias. Mas, yo presencié su fineza y su delirio lírico, muy agónico, trágico en los finales, porque veía venir la muerte y se regodeaba, pero escapando, como hacía de sólito. ¡Poeta de terciopelo y azabache, candor y quiebro!

Aunque son más los que le han olvidado que quienes le quisieron, Juan Antonio Gaya Nuño, Historia de la crítica de Arte en España, Ibérico Europea de Ediciones, Madrid enero de1975, le menciona y ensalza como entregado a la defensa del arte abstracto. ¡Heterodoxo, perspicaz, zahorí del duende, supo ver y su canto sobrio suena a Silos!

En 2010, en la fachada de la casa donde vivió, C/ Génova 7 de Madrid, el Ayuntamiento colocó una placa recordatoria de su vecindad. Poeta, escritor, pintor ocasional, aprendiz de músico, nefelibata, giróvago celeste, pero, sobre todo, bohemio: Manolo Conde encarna la figura más tierna y solanesca de la bohemia de esos años -no valleinclanesco, más bien figurante de Mateos- ¡Furtivo, orillado, secluso, casi secreto, anduvo “con dolorido cuidado”, como el canto bellísimo de Jorge Manrique: “desamparado de amores,/ de amores, que no de amor”.

 

Tomás Paredes

                                                                                                 Presidente H. AICA Spain

 

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

De «Azul» a Noigandres y más allá

 

Con este rubro exótico, se ha mostrado en Casa de América, hasta el 14 de noviembre 2024, la exposición más importante que se ha visto en Madrid sobre las vanguardias literarias de uno y otro lado del Atlántico durante el siglo XX. Es verdad que limitada a la desbordante colección López-Triquell, propietaria de los contenidos.

La exposición era abusiva, descorazonadora para un simple mortal, lector y amante de la creatividad de ese periodo, tal era la cantidad de primeras, rarezas, manifiestos, carteles, manuscritos y joyas literarias capitales exhibidas; hasta 500 piezas. Del comisariado conjunto de Juan Manuel Bonet y de José Ignacio Abeijón no podía esperarse otra cosa. Excelente el montaje, objetivo tan complicado con tanto elemento, al que no era ajeno Claudio Pérez Miguez, experto en la materia y riguroso profesional.

Terminada la muestra pública, cuyo periodo de exhibición se me antoja corto, queda el catálogo editado para la ocasión, convertido en otra joya literaria y cuya entidad quiero comentar, amén de los diferentes roles de las personas que han colaborado en este acontecimiento. Porque se trata de un acontecimiento cultural y no tengo la certeza de que haya sido contemplado así, pero insisto. ¡un acontecimiento cultural!

Aunque no aparece escrito en el colofón, ni en parte alguna, me consta que la tirada es de cien ejemplares, lo que es muy insuficiente. Soy un privilegiado al tener la ocasión de releerlo, subrayarlo, anotarlo, pero no puedo dejar de pensar que una obra así necesita muchos más ejemplares. El autor quiere que le lean, el coleccionista pretende dar a conocer su tesoro y, por supuesto, como mejor se homenaje a los autores es con una gran difusión.

El verbo coleccionar y el sustantivo coleccionista son palabras que hacen sonreír al arte, porque sin coleccionismo el arte, la vida de los artistas, no serían posibles. Los pilares fundamentales del arte: el autor y el coleccionista, el resto son complementos, aleatorios, por importantes que sean. Coleccionar es reunir un conjunto ordenado de cosas. Hay innumerables tipos de coleccionista: patrocinadores, mecenas, negociantes, oportunistas, nuevos ricos, aventureros…

Y de colecciones. Antonio Prates coleccionaba entre otras cosas, papeles de seda que envolvían las naranjas. Francisco Rodríguez restauró un castillo medieval para exponer obras de Álvaro Delgado. El doctor Puigvert se hacia con todo lo que podía de Sert. Josep Mª Cadena, crítico de arte, colecciona de todo, desde botones o bolígrafos a cómics y pinturas. El museo Thyssen procede de la colección Thyssen….

Se repiten los tópicos ignaros de que el coleccionismo existió siempre. No es verdad. Se apunta como primer coleccionista a Ptolomeo II Filadelfo, s. III a.d.c., que inauguró la Biblioteca de Alejandría. Y no, una biblioteca es más que una colección de libros, es un volcán dormido, inteligente, luz reunida del mundo creativo dispuesta a despertar: el autorretrato de un bibliófilo o un mecenas. El coleccionismo tal como lo entendemos ahora nace en el Renacimiento y se pule en los siglos XVI y XVII.

 

La principal característica de la vida, de la cultura, del arte es la pluralidad. Existe un coleccionismo público y otro privado. El único que garantiza esa pluralidad, esa diversidad, es el privado, porque es la determinación de una persona, que adquiere, conjunta, colecciona lo que siente, lo que le inspira, lo que le enriquece el espíritu y lo hace con su propio dinero. Los trileros politicastros de turno tratan de desacreditar la función del mecenas, del empresario sin entender que intentan cercenar la fuente que les hace vivir, que les permite jugar a sobrevivir de la cosa pública sin producir nada.

Empresario es el señor que tiene ideas, las pone en práctica y con ello genera un bien social, proporcionando productos útiles, creando empleo, riqueza y pagando impuestos. Y dedica sus beneficios a crecer y muscular su entidad vital y social. ¡Que invierta sus ganancias potenciando el mundo de la cultura es una suerte, porque permite que esta se desarrolle y nos enriquezca a todos! El gran coleccionista suele ser un mecenas, alguien que no espera un retorno económico de su patrocinio. Pero, ¿por qué iba a ser condenable que alguien patrocine la cultura esperando un retorno de su inversión?

Todos deberíamos agradecer al industrial Juan López Hurtado que destine sus ganancias a reunir los ejemplos más significativos de las vanguardias literarias iberoamericanas s. XX. Podría haberlo dedicado a adquirir coches de lujos, yates u objetos banales caros. No sería lo mismo para el grueso de la sociedad. El coleccionismo importa más que el Ministerio de Cultura, porque ayuda a todos, en tanto que el Ministerio se inclina por la deriva ideológica, por el amiguismo y por lo que se lleva. No hay más que ver en qué se han convertido los Premio Nacionales del mundo de la cultura.

¡Qué hay sujetos que se dicen empresarios y son unos explotadores! Pues claro, ya hemos convenido en que la sociedad es plural. Y que para corregir los desafueros están las leyes y la justicia. El empresario es más respetable cuando más ejerce de empresario, porque sabe que produce algo de lo que viven los trabajadores y él y si falla a unos se traiciona a sí mismo. Por suerte he conocido y convivido con grandes empresarios y profesionales libres, que han acabado siendo estupendos coleccionistas y no son populares, como es el caso de Juan López Hurtado, quién junto a su esposa, Marta Triquell, ha conjuntado este emporio literario, estético, de pensamiento y belleza.

El catálogo, gran formato, diseño gráfico de Miguel San José Romano, impreso por Gráficas Hercu y Gráficas Rey, fotografías de Andrés Vargas Llanos, es una pieza de colección, un documento excepcional del periodo que ensaya, vertebrado por el texto general y por países de Juan Manuel Bonet. Sus “fans” le consideran un datista, pero ¿qué se puede construir con rigor sin datos fidedignos? Lo que importa en Bonet, más allá de los datos, es su pericia en relacionarlos y el ritmo que impone en los textos. En esto es un maestro absoluto, como en el periodo de vanguardias que tan bien domina.

Bonet ha realizado un trabajo titánico, de una riqueza y brillantez manifiestas. No se le escapa nada y, además, lo hace tan cercano, que da la sensación de que está hablando con los autores que comenta, sin dejar de conversar con el lector. “Azul”, Valparaíso 1888, el libro rompedor de Rubén Darío, el aire nuevo, da color al título, pero la exposición iniciaba con el modernisme catalán, que a su vez fue el principio de la biblioteca López-Triquell y llega más allá de Noigandres, el concretismo brasileño.

Era una exposición para ver en distintas jornadas, igual que el catálogo, que no debe de leerse seguido, sino a sorbos, como los licores densos y olorosos; es una silva de varia lección que deleita mientras enseña. Cualquiera cita nominal sería cercenante. Hay que repasarlo, poco a poco, pero entero, posicionarse ante el conjunto. Las representaciones de Argentina y del Perú son exhaustivas, expansivas, detallistas. Las de Bolivia y Ecuador, descubridoras, reparadoras, bellísimas. En la brasileña echo de menos algo de Eugen Gomringer, Oyvind Fahlström, pero todo llegará.

La diferencia de Bonet con otros especialistas es que Juan Manuel es bibliófilo lector, no todos lo son. Y cuando tú lees un libro y tomas notas y lo relacionas, tu visión es otra, total, esférica, interrelacionada. Cuando Bonet cita un título, te recuerda el autor de la tapa, el editor, el encuadernador, el propietario primero o el anterior, el dedicatario, y luego debate sobre el contenido y los vestigios que revela.

Me resisto a llamar coleccionista a un lector que reúne libros, aunque no deje de serlo. Por cierto, algo que los norteamericanos, muy habituados a buenas bibliotecas públicas, no hacen. No en todas partes se estima la formación de una biblioteca particular. Pero, hay acciones que van más allá de lo personal y se convierten en proyectos culturales de dimensión, en apuestas contra la pérdida de la memoria ointelectual, como el de la colección López-Triquell, que tiene un afán de exhaustividad, profundizando con exclusividad. Su más reciente deriva es la brasileira, que está en formación.

En el catálogo se reproducen tapas y contratapas, catálogos, panfletos, revistas, afiches, algunos muy raros de ver y otros jamás vistos por los aficionados al lapso temporal que se contempla: la cubierta de Ucelay para los poemas de Milicua, la de Manuel Méndez para Proel; los Carteles de Gecé, lo portada de Joc Net de Tápies, el cadáver exquisito de Jorge Cáceres y Huidobro, las obras de Nahuí Olin, las tapas del Dr. Atl, el Amor original  de José Álvarez Baragaño con esa cubierta mágica de Wifredo Lam, ¡qué maravilla!.

En un país, España, donde el gobierno descree de la cultura, dedicado al espectáculo y a la construcción de muros, más que nunca, los coleccionistas son vitales. El coleccionista es un restaurador de la historia, facilita la percepción objetiva de lo que pasó para que los ciudadanos no necesiten intermediarios, ni ideólogos baratos que les digan que el pasado fue como ellos lo pintan. El coleccionista protege la realidad, ampara la libertad, limpia la memoria de interese espurios, es soteriológico, preserva las nuevas formas culturales, que testimonian cambios históricos, como enseña Fredric Jameson.

Para los que no vieron la exposición, queda el catálogo, referente para las vanguardias iberoamericanas del siglo XX. Por eso, insisto en que sería muy conveniente otra edición para que llegue a muchas manos, a muchas bibliotecas que puedan difundir este legado que ha construido Juan López Hurtado. No se trata de una propuesta para una elite, sino del contenido genial, espiritual, que ilumina de forma deslumbrante media centuria del s. XX.

Tomás Paredes

                                                                                               Presidente H. de AICA Spain

Inaugurado el 91 Salón de Otoño de la AEPE

En la gran gala de las Bellas Artes en España

La Asociación Española de Pintores y Escultores entregó el 31 de octubre de 2024 los premios correspondientes al 91 Salón de Otoño, organizado por esta entidad centenaria, en una gran gala del arte que tuvo lugar en la Casa de Vacas del Parque del Buen Retiro, en la exposición de obras que se podrá visitar hasta el próximo domingo 24 de noviembre, de lunes a viernes, entre las 10 y las 21 h.

Fotografía de familia del 91 Salón de Otoño de la AEPE

 

El acto de inauguración de la exposición contó con la presencia del Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, José Gabriel Astudillo, del Vicepresidente, Juan Manuel López Reina, de Mª Dolores Barreda Pérez, Secretaria General,  los miembros de la Junta Directiva: Paloma Casado, Carmen Bonilla Carrasco, Fernando de Marta y Sebastián, Jesús Alcolea y Manuel Díaz Meré, así como de Juan Pedro Jordá Espina, biznieto del creador del Salón de Otoño, Juan Espina y Capo, que acompañado de su mujer, asistieron orgullosos a la nonagésimo primera edición de un certamen nacido en 1920 que se ha convertido en el más antiguo y prestigioso de los que se convocan en España.

Además, estuvieron presentes el biznieto de Joaquín Sorolla y Presidente de la Fundación, Antonio Mollá, así como los representantes de las entidades colaboradoras del 90 Salón de Otoño: José Luis Manzanares y Pablo Martínez, de Tritoma Gestión Cultural, Alan Hernández y Celina, de Inmobiliarias Encuentro, Miguel Ángel y Mª Luisa Codina, de la Fundición Codina Escultura, Juan Luis Olleros, Vicepresidente de la Agrupación Española de Acuarelistas, Begoña Alcalá-Galiano, en representación de la familia Alcalá-Galiano y por la Fundación Down Madrid, Ignacio Egea.

Contamos además con la presencia de la mayoría de los miembros del Jurado reunido para la ocasión como son Eduardo Naranjo, Alejandro Aguilar Soria, Paula Varona, Ricardo Sanz, Soledad Fernández, Mª Dolores Chamero, Tomás Paredes y Rafa Álvarez, así como otros Socios de Honor de la centenaria entidad como Alberto Serrano, Luis Javier Gayá…

La Junta Directiva de la AEPE y los miembros del Jurado que asistieron a la gala

 

Presentes estuvieron también numerosos socios, los artistas seleccionados venidos desde todos los rincones de la geografía nacional especialmente para el Salón de Otoño, así como un elevadísimo número de público que no pudo acceder al Salón de Actos de la Casa de Vacas, por tener un limitado aforo de 125 personas, y que esperaron pacientemente la salida de cuantos allí estaban, para departir y charlar sobre los trabajos premiados y seleccionados.

La presentación del acto corrió a cargo de la Secretaria General y Secretaria Perpetua de la AEPE, Mª Dolores Barreda Pérez, y se inició con las siguientes palabras:

Consternados y profundamente afectados por la tragedia que vive España, queremos hacer llegar nuestro más sincero pésame a las familias de los fallecidos y el apoyo a los miles de afectados, esperando que la ayuda llegue pronto para aliviar en lo posible su sufrimiento. Vaya nuestro recuerdo más emocionado y apoyo incondicional para todos ellos.

Ahora, guardaremos un minuto de silencio”.

 

 

Al finalizar ese tiempo, una cálida ovación estremeció a los asistentes a la gala, embargados por la emoción del momento y la tristeza infinita que embargaba los corazones de cuantos allí estaban.

Momentos después, la Secretaria General explicó que pese al dolor por lo sucedido, no habían pensado en suspender el acto, por respeto a los artistas llegados de todos los rincones de la geografía nacional, disculpando a quienes debían también formar parte del acto y no han podido estar presentes, por encontrarse cercanos a la catástrofe, como era el caso de Rosa López Maroto de Carranza, depositaria del legado de Santiago de Santiago.

De esta manera triste, aunque decidida, se abrió el acto con unas palabras de la Secretaria General que reproducimos íntegramente:

En esta celebración, me vais a permitir que como en años anteriores, alce mi voz para reivindicar a los artistas y sobre todo, a esta AEPE.

Como seguro coincidiréis conmigo, haber llegado a realizar 91 ediciones de un premio de pintura y escultura en España, es todo un acto heroico.

Que además, sea gracias a una entidad con 114 años de historia, en las que sus directivos no perciben ningún tipo de remuneración, que sea gracias a una entidad sin ánimo de lucro y sin apenas apoyos institucionales y sobre todo, en España, se convierte en una hazaña, en un acto épico, memorable, legendario, glorioso, trascendente, valiente, denodado, admirable… prácticamente en un milagro.

Acto que por supuesto y como ocurre con otros muchos, no es tenido en cuenta por nadie ya, porque como viene ocurriendo en España, pronto olvidamos nuestras hazañas y nuestro glorioso pasado, no digo ya su historia, que también, y no, no hablo de la España en la que no se ponía el sol, no, hablo del pasado artístico y cultural de nuestra España.

Si preguntamos a cualquier persona de mediana edad por el pintor más famoso de España de todos los tiempos, seguramente dirá que Picasso, Dalí… alguno dirá Velázquez o Goya pero, y por el escultor más famoso de España? Callarán, quizás alguno diga Chillida, Antonio López…

Entonces, dónde quedan pintores como El Greco, Murillo, Madrazo, Rosales… y escultores como Pedro de Mena, Salzillo, Susillo, Benlliure, Inurria, Capuz…

Seguimos sin aprender del pasado para no seguir cometiendo los mismos errores en el presente y por supuesto, en el futuro.

La Asociación Española de Pintores y Escultores ha sobrevivido a 13 años de Restauración en el reinado de Alfonso XIII, a los 8 años de la dictadura de Primo de Rivera, a los 9 años de la II República, a los 40 años de la dictadura de Francisco Franco y a los 49 años de democracia que vivimos y que sólo revelan el enorme esfuerzo que han hecho los miembros de las Juntas Directivas de todos aquellos artistas que nos precedieron pero, por encima de todo, nos muestran, una voluntad y un compromiso escrupuloso con el arte y los artistas que llega hasta el mismo día de hoy.

El Salón de Otoño confirma la existencia de una sensibilidad y una conciencia plena acerca de la importancia del hecho artístico en sí mismo como un bien patrimonial y su enorme riqueza en lo relativo a la generación de una herencia identitaria y cultural sólida.

Y eso que vemos y sentimos cualquiera de los que conocemos algo de la historia del arte de España, sigue siendo ignorado por los poderes culturales, por las instituciones y organismos dedicados a la nueva cultura, en la que no parece tener cabida el arte más básico y esencial: la pintura y la escultura que desde esta casa defendemos.

En el resto del mundo presumen de arte y cultura, de preservación de la historia, de museos y exposiciones, de artistas inigualables, de cuadros maravillosos, de obras singulares…

En España, nos empeñamos en dejar atrás todo eso y apostamos únicamente por el arte conceptual, apostamos por ser más modernos que nadie, más igualitarios, más inclusivos, más innovadores, más listos, más sostenibles, más reciclables, más ecológicos, más… en fin, de todo más y mejor que otros, también más diferentes que otros, porque Spain is diferent…

Pero de lo que presumen en el resto del mundo y aquí se ignora es, sobre todo, de instituciones culturales centenarias. Eso aquí no es trending topic.

Después del Salón de París, el Salón de Otoño de la Asociación Española de Pintores y Escultores es el certamen artístico más antiguo y prestigioso de todo el mundo, llegando este año a su edición número 91. Sólo el Salón de París nos supera.

Amigos, el resto de certámenes y convocatorias de arte de todo el mundo quedan detrás de este Salón de Otoño con mucha, con muchísima diferencia.

Y sin embargo, en todo el mundo, las instituciones oficiales presumen y se jactan de convocar premios de arte con menos historia que nuestro Salón de Otoño, se enorgullecen de contar con asociaciones, ni mucho menos centenarias como la nuestra, que atesoran años en defensa del arte.

El gobierno francés presume de su Salón, París enaltece su convocatoria, la prensa francesa y la crítica arropan y guardan su celebración, los artistas lo toman como referente, el público lo visita y apoya…

El gobierno español nos ignora, el Ministerio de Cultura ni contesta. Nuestras peticiones para que el Salón de Otoño de la AEPE consiga la consideración que, estamos convencidos, merece, ni siquiera son respondidas.

La lucha por lograr la distinción de Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes o el Premio Nacional de Artes Plásticas, frente a personalidades de moda y al postureo del momento, es una batalla imposible.

La pintura y la escultura deben competir en desigualdad de condiciones, con el performance, el arte conceptual y las exposiciones inmersivas, con espectáculos de masas, con exposiciones digitales, con el espectáculo, con el cine, el teatro, con el circo…

La prensa española y la crítica de arte nos desoyen, quizás porque en esta exposición de obras seleccionadas del 91 Salón de Otoño no exhibimos un burro siguiendo a una zanahoria o un cerdo volando o un perro verde que, en realidad, ya no son noticia porque no son nada nuevo ni expectante, y por supuesto, nada polémicas… cosas más variopintas se han visto ya en la gran feria del arte de Madrid.

Pero es que lo que aquí se exhibe hoy son obras maravillosas, son puro arte, arte del bueno, el mejor arte del momento de la mano de artistas singulares, excepcionales, únicos… quizás por eso no está aquí con nosotros ningún representante del gobierno.

Cualquier país y ciudad del mundo presumiría de tener una entidad como la nuestra, con nuestra historia, que cada mes podéis comprobar en la Gaceta de Bellas Artes, es excepcional y única, con los artistas que por ella han pasado, nombres de artistas que duermen el sueño del olvido… ¿Qué podéis esperar entonces vosotros para el futuro si los más grandes han quedado olvidados?

Cualquier país y ciudad del mundo nos protegería y distinguiría como merecemos, no solo ya por nuestra riqueza histórica (porque actualmente…. de esta…. nada de nada) sino por la heroicidad de seguir vivos 114 años después sin costar un solo euro a los contribuyentes y convocar 91 ediciones de un Salón de Otoño que vosotros hacéis que sea grande, como lo sois todos vosotros.

Cualquier país y ciudad del mundo se enorgullecería de contar con este patrimonio vivo que hoy llena esta sala… cualquiera, como digo, menos España, que pasa tan deprisa las hojas del libro de la historia que a fuerza de correr… ha olvidado ya su camino.

Es cierto, lo reconozco, no somos sostenibles, ni reciclables, ni ecológicos, ni sustentables, ni biodegradables, ni renovables… bueno, eso sí, con elecciones cada cuatro años… lo siento, no puedo seguir con el ecopostureo… y quizás por eso, porque no presumimos de todo esto, sino de arte, de pintores y escultores, de buenos artistas, y por eso, digo, no ocupamos el lugar que nos corresponde en el mundo de la cultura.

Quiero pensar que es eso y no el desconocimiento de la historia del arte de España, que también, lo que hace que no contemos con más apoyo que el de los artistas, ante los que me inclino y a quienes agradezco que asuman junto a nosotros, la responsabilidad de una nueva edición del Salón de Otoño.

A todos, muchas gracias

La Secretaria General y Secretaria Perpetua de la AEPE, Mª Dolores Barreda Pérez, en un momento de su intervención

 

Seguidamente, tomó la palabra el Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, José Gabriel Astudillo López, quien se dirigió a los presentes con estas palabras:

Después de 91 ediciones del Salón de Otoño, puede parecer que en torno a este certamen esté ya todo dicho. Nada más lejos de la realidad. Historia hay de la que mucho se podría escribir y más aún de sus artistas, más de 40.000 a lo largo de estos 105 años, que vienen a reflejar y a escribir la historia del arte de España de los siglos XX y XXI.

Por eso decimos que toda la historia del arte de España ha pasado por la Asociación Española de Pintores y Escultores, porque los que antaño eran noveles, hoy ya reconocidos, continúan presentándonos sus trabajos en este escaparate maravilloso con el que seguimos escribiendo la historia artística y cultural de España.

Un valor que pese a no contar con el reconocimiento de la administración, nos lleva a realizar una lucha solitaria en la que nos sentimos plenamente respaldados por la sociedad y los artistas, que encuentran en nuestro trabajo un auténtico valor patrimonial artístico de carácter histórico, que aúna identidad y memoria.

El Salón de Otoño concentra esos valores simbólicos, materiales y artísticos al ser testigo de la historia. A lo largo de sus 91 ediciones ha conectado directamente con el público, logrando en cada edición, el interés de la sociedad y de los ciudadanos, que han terminado identificándose con este certamen tan estrechamente unido al madrileño Parque del Buen Retiro.

En la conmemoración de la edición número 90 del Salón de Otoño que llevamos a cabo el pasado año, a través de su Ciclo de Conferencias quedó patente la importancia de esta convocatoria en el mundo artístico. Una importancia que vemos reflejada en cada nueva edición de la Gaceta de Bellas Artes donde su directora, nuestra Secretaria General y Secretaria Perpetua, Mª Dolores Barreda Pérez, nos está recordando y desvelando la historia de los grandes genios del mundo del arte que por nuestra entidad han pasado.

Sus desvelos porque ese pasado nos ayude a reafirmar el presente y nos enorgullezca con toda seguridad en el futuro, son dignos de alabanza, al igual que la tarea que al frente de la secretaría viene desarrollando con tan buen hacer y tan buen criterio.

No dejo de repetir que no es posible agradecer lo suficiente el trabajo que realiza, lo impagable de su acertada gestión, pero sobre todo, el cariño que está poniendo en recuperar tanta memoria para hacernos sentir grandes, como sin ningún tipo de duda, somos.

Reconocer nuestra historia es salvaguardar nuestra identidad y ambas, deben ser motivo de orgullo no sólo para nuestros socios, sino para todos aquellos artistas que concurren al Salón de Otoño, que pueden así sentir el peso y la responsabilidad de una convocatoria como esta, única en España, la más antigua de todas las existentes y además, la más prestigiosa y acreditada.

Por eso es para mí un honor, presentar una nueva edición que viene a refrendar la imprescindible existencia del Salón de Otoño en la vida cultural de España.

Una nueva edición que protagonizan los artistas, maravillosos todos, seleccionados o no, y el espléndido jurado que como cada año reunimos, garantes de un criterio autorizado por la experiencia y la profesionalidad que con su desinteresada colaboración y apoyo continuo a nuestra entidad, nos enorgullecen siempre y nos emocionan.

El apoyo de la Comunidad de Madrid, del Ayuntamiento de Madrid, a través de la Junta Municipal de Retiro, de la Casa de Vacas y de los organismos e instituciones que colaboran en esta grandiosa cita con el arte, hacen siempre que las fatigas, el trabajo y el esfuerzo que afrontamos cada nueva edición, valgan la pena y justifiquen los desvelos de la Junta Directiva que con tanto amor y cariño desinteresado, hacen posible este milagro del arte al que ahora asistimos.

A todos, muchas gracias”.

 

El Presidente de la AEPE, José Gabriel Astudillo López, en un momento de su intervención

 

Después, y como viene siendo tradicional, en el acto de inauguración se hizo entrega de los galardones honoríficos que otorga anualmente la Asociación Española de Pintores y Escultores.

La Secretaria General pidió la subida al escenario de Juan Gallardo y Eugenio López Berrón, dos de los cinco galardonados con el título de Socio de Mérito, disculpando la asistencia de los otros tres: Indalecio Sobrino, Rafael Segura y Ramón González, que no pudieron acudir por la imposibilidad de trasladarse a Madrid debido a la tragedia, procediendo a la lectura de la designación:

En la reunión de la Junta Directiva celebrada el pasado día 20 de marzo, se acuerda nombrar Socios de Mérito a Indalecio Sobrino, por su permanencia en la entidad a lo largo de 64 años, a Rafael Segura, por 54 años de fidelidad, a Juan Gallardo, por 52 años de cordialidad, a  Ramón González, por 51 años de inamovible fe y a Eugenio López Berrón, tras 51 años de entrega a la AEPE.

Sirva esta distinción como sincero abrazo a quienes a lo largo de tantos años, han sido fieles y leales defensores de esta casa común de los artistas, testigos y protagonistas de su historia y excepcionales compañeros de viaje.

En nombre de la AEPE, recibid nuestra felicitación, admiración y cariño más sincero, sabiendo que para esta casa, es un orgullo contar con vuestro arte”.

Los Socios de Mérito Juan Gallardo y Eugenio López Berrón recogieron su galardón de manos del Presidente de la AEPE, José Gabriel Astudillo, y de los miembros de la Junta Directiva

 

Nuevamente, la Secretaria General requirió la presencia en el escenario de Dolores Chamero, galardonada con el título de Socia de Honor, procediendo a la lectura de la designación:

Lola Chamero escucha la lectura de su nombramiento

 

En la reunión de la Junta Directiva celebrada el 18 de septiembre de 2024, se acordó nombrar Socia de Honor a Mª Dolores Chamero Moyano, quien desde  hace ya muchos años, es parte indispensable de la celebración del Salón de Otoño. Y no sólo de este certamen, sino del Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, con ocasión de celebrarse en la Casa de Vacas del Parque del Buen Retiro, de la que es su directora.

Sin embargo, su concurso y aportación a esta entidad, no se han limitado al estricto papel profesional que acompaña a su cargo, sino que viene siendo una fuente inagotable de consejos y acciones que sin ningún lugar a dudas benefician al conjunto de los artistas, especialmente a los relacionados con nuestra entidad, y al mundo de la cultura madrileña y española.

Esa cercanía que demuestra siempre para con todo lo relacionado con la pintura y la escultura, trasciende a su faceta más personal, haciendo de ella un ejemplo y modelo de incondicional apoyo que nuestra entidad no puede más que distinguir con su máximo galardón.

Con inmenso orgullo y reconocimiento, la Asociación Española de Pintores y Escultores tiene el honor de realizar este pequeño reconocimiento por su entrega y aportación a esta casa común, en cuya familia ya es una más. Y como tal, la recibimos con los brazos abiertos”.

Lola Chamero, recogió su galardón de manos del Presidente de la AEPE, José Gabriel Astudillo López y del resto de miembros de la Junta Directiva

 

 

Lola Chamero se dirigió a los asistentes con las siguientes palabras:

“Queridos amigos, miembros de la Asociación Española de Pintores y Escultores y sobre todo, compañeros de alegrías y fatigas.

Recibo con inmensa gratitud este nombramiento de SOCIA DE HONOR… es sin duda alguna, un privilegio inmenso y un verdadero placer formar parte de esta ilustre, respetada y admirable Asociación, un privilegio que nunca imaginé tener y que me hace sentir profundamente agradecida y emocionada.

Y lo digo de todo corazón, porque esta consideración hacia mi persona, se debe a mi trabajo, un trabajo que me permite poder cultivar cada día la pasión y el amor que siento por la cultura y el arte.

Ese amor, amigos es el que compartimos todos los aquí presentes, y que nos hace ser unos privilegiados, no lo olvidéis nunca, tanto por poder hacer lo que nos gusta, como por poder estar cerca de grandes personas y mejores amigos, en un mundo donde cada vez se tiende más al individualismo.

Durante estos años, he podido estar muy cerca de todos vosotros, siendo testigo único de todas las labores y esfuerzos que conlleva mantener viva y activa una Asociación tan consistente, importante y representativa como la vuestra, una asociación que trabaja día a día con ahínco y desinteresadamente, manteniendo una lucha constante por seguir existiendo, por crecer y avanzar en una época que no es fácil y que, sin embargo, me consta que no solo lo lográis, sino que superáis las expectativas, por lo que os doy mi más sincera enhorabuena.

Pero es que además, y esto es lo más importante, todo ellos lo hacéis siendo siempre fieles al compromiso de promoción para con los artistas y al desarrollo del arte en España y eso, une y uno mucho.

Este reconocimiento es el galardón al espíritu de la colaboración y de la amistad.

No olvidemos que lo más valioso ha sido, es y será, la unión de las fuerzas, el trabajo en equipo y el compromiso por un propósito mayor a uno mismo.

Por todo ello, insisto, recibo con gran humildad y respeto este inmenso honor, el de formar parte de esta gran asociación, porque yo, solo soy un pequeño eslabón  de una gran cadena, una cadena llena de eslabones compuestos de ilusión, trabajo, altruismo y amor: el amor al arte y a la amistad.

Lo dicho, gracias a todos por confiar en mí, por ser fuente de constante inspiración y por la oportunidad que me dais de aprender de cada uno de vosotros, porque codo con codo, y todos juntos, tenemos el poder de contribuir en la construcción de un legado del que nos sintamos orgullosos.

Muchas gracias”.

 

Después, la Secretaria General procedió a dar lectura al acta del Jurado:

“En Madrid, a 26 de septiembre de 2024, reunido el Jurado de Selección y Calificación del 91 Salón de Otoño, organizado por la Asociación Española de Pintores y Escultores, compuesto por los siguientes miembros:

Presidente: José Gabriel Astudillo López, Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores; Secretaria: Mª Dolores Barreda Pérez, Secretaria General de la Asociación Española de Pintores y Escultores; Ambos con voz y sin voto, y los Vocales: Eduardo Naranjo, Alejandro Aguilar Soria, Paula Varona, Ricardo Sanz, Soledad Fernández, Tomás Paredes, Mª Dolores Chamero, Wifredo Rincón y Rafael Álvarez, acuerdan otorgar los siguientes premios:

 

PREMIOS DE LIBRE ACCESO

PREMIO AGRUPACIÓN ESPAÑOLA  DE ACUARELISTAS

Javier Ortas

Entregan el premio Juan Luis Olleros, Vicepresidente de la Agrupación Española de Acuarelistas y José Gabriel Astudillo López

 

PREMIO EXTRAORDINARIO ÁLVARO ALCALÁ-GALIANO

José Javier Velilla Aguilar

Entregan el premio Begoña Alcalá-Galiano y José Gabriel Astudillo López

 

PREMIO DE ESCULTURA SANTIAGO DE SANTIAGO

GULUAGA

Entrega el premio José Gabriel Astudillo López

 

 

PREMIO ENCUENTRO AL TALENTO JOVEN

Ana Molero Rodríguez

Entrega el premio Alan Hernández, Director Gerente de Inmobiliarias Encuentro

 

PREMIO FUNDICION CODINA

Ana María Castillo

Entregan el premio Mª Luisa y Miguel Ángel Codina, de la Fundición Codina

PREMIO EXCMO. AYTO. DE MÓSTOLES

Andrii Kovalyk

Entrega el premio Juan Manuel López Reina

PREMIO CIUDAD DE GETAFE

Iván Larra

Entregan el premio Paloma Casado y Carmen Bonilla Carrasco

PREMIO TRITOMA GESTION CULTURAL

Miguel Barbero

Entrega el premio José Luis Manzanares, Gerente de Tritoma

Por séptimo año consecutivo, la Asociación Española de Pintores y Escultores, en colaboración con la Fundación Down Madrid, ha decidido otorgar también la

MEDALLA DE PINTURA DOWN MADRID

reservada a artistas de este colectivo

Elena Muñoz Martín

 

Entregan el premio el Presidente del Patronato de la Fundación Down Madrid, Ignacio Egea y José Gabriel Astudillo López

PREMIOS HONORÍFICOS RESERVADOS A SOCIOS DE LA AEPE

(EXCEPTO A LOS MIEMBROS DE LA JUNTA DIRECTIVA)

MEDALLA DE GRABADO JUAN ESPINA Y CAPO

Raquel Mayor

Entregan el premio: Juan Pedro Jordá Espina y José Gabriel Astudillo López

MEDALLA DE DIBUJO ROBERTO FERNANDEZ-BALBUENA

Javier Langa

Entregan el premio: Fernando de Marta y Jesús Alcolea

MEDALLA DE ACUARELA JOSE PRADOS LÓPEZ

Juan Castilla

Entrega el premio: Rafa Álvarez a los dos hijos del artista, recientemente fallecido

MEDALLA DE ESCULTURA CARMEN ALCOVERRO Y LOPEZ

RCR Carretero

Entrega el premio: Mª Dolores Chamero

MEDALLA DE PINTURA MARCELINA PONCELA DE JARDIEL

Luis Javier Gayá

Entrega el premio: Tomás Paredes

MEDALLA DE ESCULTURA MIGUEL BLAY Y FABREGAS

Ana Hernando

Entrega el premio: Soledad Fernández

MEDALLA DE PINTURA CECILIO PLA Y GALLARDO

Paisano

Entrega el premio: Paula Varona

MEDALLA DE ESCULTURA MARIANO BENLLIURE Y GIL

Julio Murciego

Entrega el premio: Ricardo Sanz

MEDALLA DE PINTURA JOAQUIN SOROLLA Y BASTIDA

Ricardo Lamenca Espallargas

Entrega el premio: Antonio Mollá, biznieto de Joaquín Sorolla

MEDALLA DE ESCULTURA MATEO INURRIA

Luz Mari

Entrega el premio: Alejandro Aguilar Soria

MEDALLA DE PINTURA EDUARDO CHICHARRO

Raúl Gil Rodríguez

Entregan el premio: Eduardo Naranjo y José Gabriel Astudillo López

Para finalizar, la Secretaria General declaró “Desde este mismo momento, queda convocado el 92 SALÓN DE OTOÑO DE LA ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES”.

Muchas gracias a todos, felicidades a los premiados y seleccionados, y feliz 91 Salón de Otoño.

La gran gala finalizó con la fotografía de familia de las instituciones, colaboradores, Junta Directiva y premiados de esta inolvidable edición del 91 Salón de Otoño de la AEPE

Los artistas seleccionados en el 91 Salón de Otoño han sido:

Pablo Alcalá-Zamora (Pablo Alcalá-Zamora González, Javier Alemany (Javier Alemany de la Peña), Isabel Alosete (Isabel Moreno González), Carlos Andino (Carlos Andino Cerrato), Isabel Arocena (Isabel Arocena Loureda), Fernando Arribillaga (Fernando Arribillaga Martínez), Miguel Barbero (Miguel Barbero Llorente), Carmen Bonilla (Carmen Bonilla Carrasco), Ana Brea (Ana Cristina Brea Gago), Guillermo Calvo Jareño, Paloma Casado (Paloma Casado López), Juan Castilla (Juan Castilla García), Ana Mª Castillo (Ana María Castillo García), Leovigildo Cristóbal (Leovigildo Jorge Cristóbal Valverde), Magdalena España (Magdalena España Luque), Ramón Estévez Abeytua, Pilar Ezquerra Samaniego, Larisa G. Rush (Larissa González Martínez), Luis Javier Gayá (Luis Javier Gayá Soler), Raúl Gil Rodríguez, José Manuel Gómez Lorenzo, Gómez de Salces (Antonio Gómez Ruiz), Guluaga (Luis Gutiérrez López), Ana Gutiérrez (Ana Gutiérrez Mengual), Ana Hernando (Ana María Hernando Torres), Juan Luis (Juan Luis Barud Dabrowski), Andrii Kovalyk, Ricardo Lamenca Espallargas, Javier Langa (Francisco Javier Langa Canseco), Cati Lanza (Catalina Lanza López), Iván Larra (Iván Larra Plaza), Juan Layos (Juan Layos Pantoja) Lola López (Mª Dolores López Fernández), Juan Manuel López-Reina (Juan Manuel López-Reina Coso), Juan Ramón Luque Ávalos, Luz Mari (Luz Mari Morales Abiega), José Llorens (José Ignacio Gutiérrez Llorens), María R. Maluenda (María del Rivero Maluenda Gómez), Elena Muñoz Martín, Raquel Mayor (Raquel Mayor Lázaro), Ana Molero Rodríguez, Julio Murciego (Julio Murciego Cabrero), Javier Ortas (Javier Ortas González), Francisco Ortega Guzmán – FOG (Francisco Ortega Guzmán), Ortuño (Isabel Ortuño Gómez), Paisano (Juan Manuel Paisano Tena), Mª Victoria Puentes (Mª Victoria Puentes Felisatti), RCR Carretero (Remedios Carretero Rubio), Gracia Ramírez Juan, Ricardo Renedo (Ricardo Renedo Herranz), Pablo Reviriego (Pablo Reviriego Moreno), Mª Isabel Román León, David Rus (David Martin Rus), David Sánchez (David Sánchez Sánchez), Santial (Santiago Alonso Martínez), Yolanda Serra (Yolanda Serra Marchante), José Javier Velilla Aguilar, Carolina Vidal (Carolina Vidal Biedma), Zárate (Mª Luisa Martínez de la Pascua de Zárate).

Todas las fotografías del acto, una galería de obras y el catálogo digital lo puedes ver en esta misma web, pestaña Certámenes y premios, subpestaña Salón de Otoño.

 

 

 

Emotiva presentación del libro «Las Medallas de Honor» de Mª Dolores Barreda Pérez

En la tarde del 25 de octubre de 2024, en la sede social de la Asociación Española de Pintores y Escultores, tuvo lugar el acto de presentación del libro «Las Medallas de Honor», de la Secretaria General de la AEPE y Secretaria Perpetua, Mª Dolores Barreda Pérez.

El acto estuvo presidido por el Presidente de la entidad, José Gabriel Astudillo López y por Alejandro Aguilar Soria, autor de la ilustración de portada del libro, así como por los miembros de la Junta Directiva: Juan Manuel López Reina, Paloma Casado, Jesús Alcolea y Manuel Díaz Meré.

Y entre los numerosos socios y amigos, se encontraban presentes algunos de los medallados como  Tomás Paredes, Eduardo Naranjo, Rafael Canogar y Paula Varona. Y ante las ausencias irremediables, nos acompañaron también el hijo de Juan Alcalde, el de Venancio Blanco y la hija de José Luis Galicia.

Abrió el acto José Gabriel Astudillo, que recordó lo importante que es para la AEPE contar con todos ellos siempre y haberles entregado el máximo galardón que otorga la entidad.

El Presidente se dirigió a los presentes con las siguientes palabras:

«Todo hombre bueno es libre.

Y son luz, fuente de luz y sirven de luz a los demás.

Entre los muchos y magníficos recuerdos que guardo de los diez años de celebración y entrega de la Medalla de Honor de la Asociación Española de Pintores y Escultores, uno de los que me acompaña de manera más intensa es la imagen de los galardonados que han intervenido en los mismos.

Son sus reflexiones, sus consejos, sus opiniones y advertencias, todos los sueños que han ido desgranando, los que configuran en buena medida la historia de esta Asociación Española de Pintores y Escultores y construyen un edificio hecho de grandeza, de arte, de cultura, de espíritu positivo y de ideales.

Las Medallas de Honor han crecido, y nosotros con ellos, acompañados por la palabra directa, emotiva y sincera de quienes han sido con ellas galardonados, personas sabias, comprometidas y valientes. Y ese cúmulo de enseñanzas forma parte destacada e inolvidable del nuestra entidad.

Este volumen es además evocador y su lectura causa cierta nostalgia. Sucede siempre que se echa la vista atrás y se traen al presente anécdotas y vivencias como las que yo atesoro de todo este tiempo.

Los diferentes detalles que van revelando la intrahistoria de nuestra institución, el recurso a las citas poéticas, siempre tan sugerentes. Y, por encima de todo ello, la constatación de que en mis intervenciones una palabra se repite más que ninguna otra: artistas.

Este dato me hace sentir una profunda emoción y un sincero orgullo.

Aquí está el arte y los artistas esperanzados, comprometidos, diversos y unidos. El arte y los artistas en incesante progreso. Y en diálogo con el arte, su brillante historia, su fortaleza, la grandeza de su viaje milenario, su fraternidad y la tantas veces probada solidaridad de los artistas; su búsqueda del bienestar común, su alto sentido de la belleza, su convencido reconocimiento en la sociedad y sus vínculos históricos y entrañables con ella.

Valores y virtudes que nuestra institución tiene y que se reflejan cada año en el acto de entrega de la Medalla de Honor.

Una Medalla cuya esencia, todo lo que los ha impulsado, prestigiado y hecho crecer, permanecerá incólume. Como incólumes quedarán las palabras de quienes han sido y son los verdaderos protagonistas de su entrega: nuestros galardonados.

Testigos privilegiados de este tiempo, amantes de la belleza, comprometidos con el ser humano, fieles a sus principios y valores, ellos infunden sentido a estos textos que, reunidos, simbolizan los deseos que nos mueven, ejemplifican los objetivos para los que nació la Medalla de Honor y representan nuestras esperanzas«.

Después, dio paso a la autora, que explicó que el libro nacía de la necesidad de conservar la memoria de tan importantes momentos protagonizados por los más importantes artistas y personalidades que han tenido relación con la Asociación Española de Pintores y Escultores.

«Cuando ocupé la Secretaría General de la AEPE, creía que iba a encontrar un archivo maravilloso de los cientos de actos que de este tipo, habría realizado la entidad centenaria. Pero la realidad era tristemente reveladora de que nada se había conservado. Y comentando un día con el Presidente, me vino a decir que nosotros estábamos haciendo lo mismo, habíamos otorgado unos premios que en el futuro nadie recordaría, así que me animó a recopilar esas historias en el libro que hoy presentamos«.

Agradeció especialmente la autora «al Socio de Honor, compañero y amigo, Alejandro Aguilar Soria, por su desinteresada participación en la edición del libro, aportando la maravillosa ilustración de portada y el espíritu con el que siempre ha colaborado en esta casa«.

Y quiso después que los galardonados presentes, pudieran comentar lo que para ellos supuso la entrega de la Medalla de Honor de la AEPE.

Así que uno por uno, fueron agradeciendo a la entidad una distinción de la que destacaron, se entregaba entre iguales, entre compañeros artistas, que entienden del sufrimiento de la profesión y de los sinsabores y alegrías que la misma puede dar.

Rafael Canogar destacó la dicha de trabajar y que otros artistas celebren tu obra; Tomás Paredes alabó la inmensa actividad que da vida a la AEPE y que demuestra que sigue viva porque es necesaria, mientras que Eduardo Naranjo quiso expresar su disposición a colaborar en cuantas actividades realiza la institución, para la que deseó un largo y fructífero futuro; por su parte, Paula Varona se mostró entusiasmada con una asociación que no para de trabajar y proporcionar actividades a los artistas, que según dijo, es lo más importante que se puede hacer por quienes aman el mundo del arte.

Tomó también la palabra también a Francisco Blanco, hijo del escultor Venancio Blanco, que agradeció no sólo la invitación, sino la Medalla que recibió su padre en vida, que tan feliz le hizo. De manera similar, Juan Alcalde agradeció el recuerdo y la evocación de su padre, la invitación y la memoria que con actos de este tipo se intenta rescatar y recuperar.

Mª Dolores Barreda hizo mención al desaparecido Julio López, cuyas hijas no habían podido acudir al acto, disculpó la asistencia de Rafael Botí, a quien todos echaron de menos porque no suele perderse los actos que realiza la AEPE, de Soledad Lorenzo, que se encontraba fuera de Madrid, y de José Luis Galicia, cuya hija acudió a la presentación y agradeció no sólo la Medalla otorgada a su padre, sino la propuesta que para éste, hizo la AEPE al Ministerio de Cultura para obtener el Premio Nacional de Artes Plásticas que finalmente, no consiguió.

Tuvo también la autora un recuerdo especial para el IES «José Mª Infante» y la maravillosa obra que realiza, así como para los Delegados de la AEPE en Sevilla, Joaquín Fernández Igual y el recientemente fallecido Manuel Tabernero, quienes hicieron entrega de la distinción en nombre de todos los socios.

Finalizó su intervención evocando que «lo que recuerdo de cada uno de ellos siempre es la cara de felicidad, la sonrisa en los labios, la emoción de todos ellos, la alegría que irradiaban, la inmensa dicha de verse frente a otros artistas, recibiendo el reconocimiento que sólo dan quienes comparten alegrías y tristezas, y sabiendo lo importante que es que sean los propios artistas los que distinguen así a otro artista. Y me quedo con eso, con su sonrisa«.

Fue un acto espontáneo, sumamente sentido que emocionó a muchos de los asistentes, que disfrutaron de la presencia de tanto arte y tan grandes artistas, brindando al final de la tarde por todo ellos y por la Asociación Española de Pintores y Escultores.

De izquierda a derecha:

Alejandro Aguilar Soria, Paula Varona, Francisco Blanco, José Gabriel Astudillo, Mª Dolores Barreda Pérez, Eduardo Naranjo, Juan Luis Alcalde, Tomás Paredes y Rafael Canogar

 

 

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