Firmas con sello de lujo: Tomás Paredes

Zachrisson, en el Conde-Duque

 

Con rubro Julio Zachisson. Un artista entre dos orillas se muestra, en las salas del primer piso del Museo Contemporáneo de Madrid, Centro Cultural Conde Duque, una retrospectiva de la obra del artista panameño, residente en España desde el año 1961. El proyecto comisariado por Marcos Giralt Torrente y Denis Long, quiere explicar la diversidad que ahorma la dimensión estética de Zachrisson. Las magníficas fotografías que acompañan estas líneas son de la autoría del pintor Adolfo Asmat.

Julio Zachrisson (2013) © Asmat Chirinos-Zavala

 

 

Los cuarteles de Conde Duque se construyeron a partir de 1771 con planos y dirección de Pedro de Ribera. Y posee una de las tres puertas barrocas importantes de Madrid. El cuartel estuvo destinado a la guardia de corps y en épocas posteriores sufrió un abandono y deterioro notables. En 1969 fue rehabilitado bajo la mirada exquisita de Julio Cano Lasso, que le dio su nuevo esplendor. Todavía en 2006, con la dirección del arquitecto Carlos de Riaño sufrió una nueva readaptación, que es la que ahora conserva, C7 Conde Duque, Madrid.

Los dirigentes municipales, que no han querido reactivarlo o que han despreciado las posibilidades de Conde Duque, después de la etapa floreciente en que lo dirigió Luis Caruncho, no han sabido cómo hacerlo imprescindible. Le han cambiado varias veces de nombre y de objetivos, llegamos a la actualidad, sin saber si es centro cultural, museo, salas polivalentes de actividades diversas o espacio para el espectáculo ¡Es hora de renunciar a la improvisación y hacer de Conde Duque un fortín de la cultura, está en la mano de Almeida!

Como quiera que sea, para los interesados, la exposición Zachrisson- ningún cartel la anuncia en la entrada, ni después- está en el espacio del Museo Contemporáneo, subiendo las escaleras en el primer piso, de nuevo a la izquierda, en una sala angosta que no propicia el montaje que requeriría una obra tan singular como deslumbrante.

Pájaro azul. Óleo sobre lienzo- 100 x 81 cm © Asmat Chirinos-Zavala

 

Julio Augusto Norman Sigfrid Zachrisson Acevedo, Panamá 1927, estudia en su país, marcha a México donde se forma en grabado, en la Esmeralda, impregnándose del aroma de Tamayo; y desde ahí marcha a Italia, amplía estudios y en 1961 viene a Madrid para conocer el Museo del Prado, pero todo se concatena para quedarse entre nosotros. En 1966 conoce a su mujer Marisé Torrente y desde ahí a nuestros días ha bailado un tango apretando la cintura del arte.

Es verdad que los inicios de Zachrisson en Madrid le ligan al tórculo y a la obra gráfica, a la Calcografía y al grupo 15, siendo el maestro de Pepe Hernández y de otros. Mas, su lenguaje plástico se expande a distintos materiales y variadas técnicas, pues como se comprueba en la muestra conoce tan bien el grabado calcográfico, como la pintura, el dibujo, la escultura o la cerámica. Es hondo en todo, genuino, pero en la pintura pasiona.

Brujo culebrero. Óleo sobre lienzo-100 x 81 cm © Asmat Chirinos-Zavala

 

Las piezas más alejadas en el tiempo son los dibujos de 1960 y las más cercanas pinturas de 2003. Entre medias están los grabados desde 1963, la cerámica de los 70, las esculturas de los 80 y la pintura recorriendo toda su vida, desde 1970 al 2003. Y lo más importante: ver cómo construye un lenguaje y como se mantiene fiel y reconocible a una creatividad, una forma de vida y una manera pensar, transformado en el gran cronopio del icono, en una melodía fogosa de Charlie Parker.

A la exposición acompaña un catálogo de gran formato, con todas las obras reproducidas y con toda la información precisa de su ancho currículo. Con un texto introductorio de Juan Manuel Bonet que es una maravilla, por cómo va ligando la vida y el arte que han hecho de Zachrisson un artista especial y un mago de la imagen. No se puede escribir de Zachrisson sin mencionar la poesía y la música caribeñas, sin reproducir ese ambiente, que Bonet traslada al papel, con conocimiento y solercia, como pocos lo lograrían.

Julio Zachrisson (2010) © Asmat Chirinos-Zavala

 

La palabra Zachrisson tiene fuego, movimiento, ritmo. Es pétalo de azúcar caribeña, diamela de son y geometría, fiesta de cromías y de falenas ¡Julio es un ser de sed y calentura, dulce como la fruta madura y dulce, ascético como la soledad y la quena! Crepita sin arder y echa raíces en el viento. Irónico, zumbón, secluso, cariñoso, baila en el filo de la navaja de la oscuridad y camina, en secreto, por el jazmín inquebrantable de la ternura.

Zachrisson no es surrealista, ni cubista, ni manierista, encarna lo real maravilloso; es colorista, insólito, festivo, se cimbrea con la magia y la destreza del relámpago. Goya le tienta, le mira, le influye, pero sin olvidar su genuina pertenencia a América Latina. Maestro de grabadores, joya, jinjol y lujuria; caribe de plata tórrida, tibar, pítico, íngrimo, mágico, lúdico, es un verso de Rogelio Sinan cantado por Carpentier.

TABACO TAINO. Aguafuerte -papel Arches 91 x 63 cm-plancha 81 x 54.5 cm. Edición 30 ( 1995)© Asmat Chirinos-Zavala

 

¡Ya era hora! Con más de setenta exposiciones en ambas Américas y capitales de Europa. Premio Dibujo-Concursos Nacionales; Premios Castro Gil, Soberanía Nacional de Panamá, Aragón-Goya; Condecoración Vasco Núñez de Balboa de Panamá. ¡Ya era hora de que Zachrisson tuviera una exposición antológica y un catálogo acorde a su entidad plástica!

El montaje siendo correcto, no lo veo adecuado, porque está todo mezclado y hay demasiada obra. Es probable que, con menos cantidad de grabados y dibujos, las obras importantes hubieran respirado mejor. Igual sucede con la escultura y la cerámica. Se adoptan criterios de montaje que sin ser incorrectos no son idóneos. Pero, con todo, felicito al Ayuntamiento de Madrid por esta iniciativa y animo a visitarla- estará abierta al público hasta el mes de julio- porque su obra merece una atención, que a menudo se ha relegado.

BULLARENGUE- Óleo sobre lienzo- 100 x 81 cm © Asmat Chirinos-Zavala

 

Zachrisson nunca ha hecho mucho por sí mismo, ni se ha propuesto como ejemplo, pero eso no empece que sea hoy uno de los maestros vivos del arte latinoamericano, con Gerardo Chávez o Iturria. Zachrisson está en las colecciones del MoMA, en las de “Reina Sofía”, Museo de Ponce de Puerto Rico, BNE, Museum of Brooklyn, Instituto Panameño de Arte, Metropolitan Museum of Art, M. Bs As de Bilbao, Real Academia de San Fernando, Smithsonian Institution de Washington….

Debería haberse hecho un desplegable, algún tipo de documento para que el espectador, el visitante tuviera un recuerdo de lo que ha visto. Estamos en pandemia, sí, pero no creo que lo uno impida lo otro. Y un detalle, si alguien pretende comprar el catálogo, no puede porque hay que ir a una librería, calle Concepción Jerónima, a una distancia considerable de donde se exhibe la obra ¡Señora Levy, pónganse las pilas, la cultura hay que apoyarla no de boquilla sino con hechos y no con hábitos descatalogados!

De su obra han escrito Luis González Robles, Ángel Crespo, José Hierro, Raúl Chávarri, Marta Traba, Carmen Martín Gaite, Martínez Sarrión, A. Fernández Molina, Gonzalo Torrente Ballester, Juan Malpartida, Miguel Logroño, Castro Florez,  Edilia Camargo, Eberhard Schlotter, Ángela de Picardi, Torrente Malvido y yo mismo, entre otros.

¡Un artista entre dos orillas! Un pura sangre del arte con una estética que une el viejo y el nuevo mundo. Un idiolecto que contiene todos los ingredientes del realismo mágico, una obra que nos enriquece, que nos ensalza, que nos conmueve con su misterio y su emoción. Un mundo en el que hay que entrar para disfrutar, para enriquecerse, para entender que “el arte no sirve para nada, pero es imprescindible”, como repite el maestro Zachrisson

 ¡Qué chévere, Bullarengue, El brujo culebrero, Guaraguao, La saloma, Bijao, El duende, Pájaro azul, Burundanga! Obras que les van a transportar a otros mundos, apasionantes y estuosos, fascinantes, con duende, como es el mágico fabulador de tanta gracia. Sin pedirlo ni buscarlo, los dioses le han protegido siempre, ahora sólo falta que ustedes se introduzcan en ese cosmos elegante y se contagien de su calentura, los visitantes, los espectadores se lo agradecerán a sí mismos.

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