Historia, memoria, recuerdo…

Historia, memoria y recuerdo

Centenarios, aniversarios y recordatorios

memorables son una forma de celebrar y asimilar la historia

La historia y la memoria son fundamentos para el conocimiento del pasado.

Recordar nuestra historia es aprender de ella y de los miles de genios artistas socios que la Asociación Española de Pintores y Escultores ha tenido.

Es muy triste pensar que en la sociedad actual, la historia es olvido en lugar de recuerdo emocionado y agradecido.

Por eso desde estas páginas queremos recordar mensualmente, a quienes participaron en el desarrollo de la institución centenaria, haciendo partícipes a los socios actuales y amantes del arte en general de esa riqueza, y contribuyendo de esta manera a salvaguardar la inmensa memoria de la AEPE, generando así un legado imborrable para el futuro.

El pasado es historia y memoria. Nosotros mismos, algún día, seremos pasado y pediremos recuerdo en lugar de olvido.

No se trata tanto de agasajar a los muertos, como de enriquecernos con su experiencia y sabiduría.

No se trata de idolatrar, sino de incorporarnos las claves de su vivir y robustecernos nosotros, individual, social, cultural y artísticamente.

Es triste, lamentable e indignante, que aceptemos vivir alejados de aquello que nos hizo grandes y no seamos capaces de ver aquello que tanto admiró la sociedad en cada momento.

 

Recordando… José Cruz Herrera

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

José Cruz Herrera

CRUZ HERRERA, José       P       1915          1.oct.1890       LA LINEA CONCEP.     MARRUECOS/MADRID       11.ago.1972

Socio de Mérito

Socio de Honor

Vicepresidente de Honor

José Cruz Herrera. Autorretrato

 

José Cruz Herrera nació el 1 de octubre de 1890 en La Línea de la Concepción, Cádiz.

Sus abuelos eran originarios de Cádiz y trabajaban en una prensa litográfica. Sus habilidades eran muy demandadas en Gibraltar, donde se fabricaba el rapé, que se vendía en sobres.

Para cubrir la demanda de sobres impresos y etiquetas de embalaje, trasladaron su prensa a la comarca del Campo de Gibraltar, y ante la imposibilidad de residir en la colonia británica, puesto que se requería de un permiso especial, se asentaron en la ciudad española fronteriza.

Día a día cruzaban la frontera para operar con su prensa.

En 1989, su padre, José de la Cruz García, contrajo matrimonio con la lienense Antonia Herrera Ramírez, que tenía 19 años y era la sobrina del primer alcalde de La Línea, siendo él mismo alcalde de la ciudad durante un corto espacio de tiempo.

El 1 de octubre de 1890 nacía José María Remigio Cruz Herrera, el primero de siete hermanos.

Su interés por la pintura se manifestó desde pequeño, cuando en el transcurso de una enfermedad, le regalaron una caja de acuarelas con las que comenzó a copiar grandes obras de la pintura clásica: Velázquez, Murillo, Goya…

Su talento como copista fue descubierto pronto, empezando su formación formal con el pintor Juan Aciego, en Cádiz.

Distintas fotografías del artista y un autorretrato de madurez

 

Sus padres lo envían en 1907 a Sevilla, donde recibe lecciones del socio de la AEPE, Gonzalo Bilbao, marchando en 1909 a Madrid, donde trabajará como empleado en la compañía de seguros del Fénix Agrícola, hasta obtener el ingreso en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, bajo la dirección del socio de la AEPE, Cecilio Pla.

En 1914 es pensionado por el Círculo de Bellas Artes para viajar a Roma y a París.

En 1915 envió a la Exposición Nacional de Bellas Artes el cuadro de la Capilla del Cristo de la Piedad de los Duques de Osuna, con el que consiguió la Medalla de Tercera Clase, obteniendo desde entonces múltiples menciones y galardones, como la Medalla de Segunda Clase en 1924, la Medalla de Primera Clase de 1926 y Medalla de Plata en la Exposición Internacional de Panamá.

Cruz Herrera se concentró principalmente, en retratos y pintura paisajística, pero su éxito más profuso se debe a su faceta como un excelente pintor de escenas orientales y árabes, mostrando una excelente habilidad en la reproducción atmósferas y escenas costumbristas de Marruecos.

En 1922 viajó a Uruguay y Buenos Aires para terminar trasladándose a Casablanca en 1927, donde abrió estudio y permaneció varios años.

En 1929  estableció su estudio en Neuilly-sur-Seine, a las afueras de París, donde participará en exposiciones colectivas como el Salón de la Société Nationale de Bellas-Artes y obtiene la Medalla de Oro de las Artes, las Ciencias y las Letras parisina y en 1930, el nombramiento de Socio de Honor del Salón de París.

Regresó a Casablanca en 1938, donde pasó gran parte de su vida en la ciudad  que le sirvió de inspiración para su amplia producción en pintura orientalista andaluza. Allí recibe la condecoración de la Orden de la Medhaouia.

En 1939 es nombrado miembro correspondiente de la sevillana Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, y en 1943, de la de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

En 1940 recibió la Cruz de los Caballeros de la Orden de Isabel la Católica.

En 1949, creada una convocatoria anual para temas africanos, se lleva la Primera Medalla de Pintura, abriendo estudio en San Roque, Cádiz, compatibilizando sus estancias entre esta localidad y Casablanca.

En 1958 fue distinguido con el nombramiento como Caballero de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio y en 1961 con la de la Orden de África.

Realizó exposiciones individuales en Madrid, Barcelona, Londres, Amberes, Casablanca y París, mostrando regularmente su obra a lo largo de toda su vida.

Falleció el 11 de agosto de 1972 en Casablanca pero sus restos fueron trasladados a La Línea para ser enterrado en su ciudad de nacimiento.

El artista en su estudio trabajando en distintas épocas de su vida

 

Durante su vida proyectó la construcción de un museo para la conservación y muestra de parte de sus obras, que se contaron superando las cinco mil.

Su amplia producción está esparcida por colecciones particulares e instituciones y sus temas han sido frecuentemente utilizados para la cartelería festiva.

Los museos de Granada y Cádiz, entre otros, cuentan con cuadros suyos. En la parroquia de ésta cuelgan asimismo una Inmaculada Concepción y una temprana copia del Cristo velazqueño.

Fue miembro fundador del Grupo Velázquez.

Distintas obras y paisajes del artista

 

En 1975 el ayuntamiento de La Línea inauguró el Museo Cruz Herrera, con 257 pinturas, construido en la céntrica Plaza de Fariñas.

Su pintura, que surge inicialmente dentro del figurativismo finisecular español, partiendo de un ecléctico simbolismo hasta llegar a una pintura más colorista y de tipos populares, afín a la corriente del regionalismo andaluz, se consolida con su viaje a Marruecos y el contacto con la clientela cosmopolita, francesa, que determina una obra colorista, suelta de trazos, reiterativa en el tratamiento de los temas, fundamentalmente escogidos entre los tipos marroquíes y completados con escasos paisajes, naturalezas muertas meramente ornamentales y, sobre todos desnudos femeninos y retratos de elegancia convencional.

Tanto su obra como sus convicciones son declaradamente tradicionales por lo que, salvo en la ligereza del trazo y en el aclaramiento de paleta, ambos basados en sus esquemas originales, no hay una evolución significativa, en especial desde 1940 en que su estilo queda definido. Su papel como director del grupo de crítica y opinión autodenominado “Grupo Velázquez”, fundado en Madrid en 1956 en el seno de la Asociación Española de Pintores y Escultores, manifiesta su completa aversión a las corrientes de renovación estética, incluidas las ya pasadas vanguardias históricas.

José Cruz Herrera ha sido el artista que más lauros ha dado a su tierra natal. Aunque triunfó en el mundo del retrato, como viajero incansable también fue un eminente paisajista, sobre todo de las medinas de las ciudades marroquíes, como Tetuán, Tánger, Rabat, Xauen, Fez o Mequinez. En estos paisajes urbanos orientalistas encontramos al artista más intuitivo y vibrante, plasmando las escenas con una gama de colores muy acertados cargados de materia, maridaje que aplasta al individuo y subyuga al espectador.

Al mercado, Museo Reina Sofía

El artista linense es sinónimo, fundamentalmente, de pintor de figuras. No obstante, también trabajó otros géneros, destacando su faceta de paisajista, pero ese paisaje lo va a desarrollar de forma diferente, según el lugar donde viva. Y es, igualmente, en el paisaje, donde vemos al Cruz Herrera más vital e intuitivo, de pincelada más libre y pasional.

En cuanto a los tipos de paisaje, los aborda desde múltiples localizaciones, perspectivas y panoramas; sin embargo, donde Cruz Herrera alcanza sus mayores logros es en los paisajes urbanos marroquíes, sobre todo de la medina, con sus mezquitas, zagüías, alminares, zocos, calles estrechas, emparrados…

Dentro de la amplia trayectoria artística de José Cruz Herrera uno de los géneros que cultivó con más acierto es el de la pintura costumbrista: hermosas mujeres con el traje típico andaluz, así como de otras regiones españolas. Su gusto por la mujer predomina en estas composiciones, en las que también tienen cabida toreros, músicos de pueblo o vendedores…

Cruz Herrera es uno de los pintores andaluces de su generación que más destacó en la temática del desnudo, para la que se requiere una especial sensibilidad. Prueba de que el artista linense contaba con ella es la calidad de sus cuadros, de pincelada más suelta, más impresionista, que demuestran su gran soltura y fluidez, características de su pintura de madurez.

Distintos retratos y tipos costumbristas

 

José Cruz Herrera y la AEPE

Socio de Mérito en el Salón de Otoño de 1924.

Socio de Honor en el de 1925 y en 1952.

Fue vocal de la Junta directiva de la Asociación de Pintores y Escultores entre 1925 y 1927.

Medalla de Honor de la Asociación en 1950.

Jurado especial para la medalla de Honor en el Salón de Otoño de 1968.

Vicepresidente de Honor de la Asociación en 1971.

En 1956 se fundó en Madrid el grupo Velázquez, del que se le nombró presidente.

Se publicaron sus obras en la Gaceta: Inspiración, La ofrenda de la cosecha, Mujeres linenses, Homenaje a La Línea, Mektub, Retrato, Tipo marroquí…

Participó en las siguientes ediciones del Salón de Otoño:

I Salón de Otoño de 1920 con Día de fiesta, Romería en Galicia, Retrato de la niña Julita Calleja y El gildo

V Salón de Otoño de 1924: Inspiración, La nieta de la Picanta, Bulerías, Oporto, Galicia, Tánger, Fez, Rioja, El encantador de serpientes, Músicos árabes y Negrito

VI Salón de Otoño de 1925: Músico morisco, Niña gris, Pueblo, Retrato de señora, Fuente dos macacos, Bahía y playa y Una visita

VII Salón de Otoño de 1927: Zohra, MEktub, Hilandera del Atlas, Fátima y Vendedor de tapices

XXV Salón de Otoño de 1952: Maja linense, ¡¡¡Madrid!!! y Segovia

XXVIII Salón de Otoño de 1957: Calle de Fez, Parisiense, Lluvia en Marrakech, La mantilla negra y Ensueño

XXIX Salón de Otoño de 1957: Soledad, Soñando, Arkia, Al mercado, El jarrito verde, Reposo, El abanico blanco, Madre gitana, El sabio, Moritos alfareros, Castellana, En el camerino, Aurora, La Lola, En la sinagoga, Celos, Desnudo rosa, En el harem, Procesión de las Palmas y Juventud

XXXIII Salón de Otoño de 1962: Maternidad árabe y Morito con uvas

XXXIV Salón de Otoño de 1963: Figura, Figura y Figura

XXXVI Salón de Otoño de 1965: Juventud, Portuguesa, Las tres moritas, Después del baño y Reposo

XXXVII Salón de Otoño de 1966: Mercado árabe

XXXVIII Salón de Otoño de 1967: Marrakech, Morito en oro y Aurora

XXXIX Salón de Otoño de 1968: Músicos de pueblo, Fondak y Mercado de Fez

XL Salón de Otoño de 1969: Mora de fez, El canal rojo y Cheikas

L Salón de Otoño de 1983: Gitana

La ofrendad de la cosecha, en el Museo Reina Sofía

La buenaventura de Sevilla

Fiesta en Rabat, Museo Reina Sofía

 

Algunos retratos de mujeres y tipos populares

 

El artista en pleno trabajo

 

El Museo Cruz Herrera de la Línea de la Concepción

Situado en uno de los edificios más históricos de la ciudad, la Villa San José, en sus salas se expone una colección de 200 lienzos de los más de cinco mil que pintó.

Inaugurado en 2016, exhibe 110 obras de las 257 que almacena en fondos que completa con exposiciones temporales.

En el museo se puede seguir la evolución artística del pintor, puesto que se recogen sus primeros trabajos, además de muchas de las obras que pintó durante su estancia en Marrakech, caracterizados por la luz, el ambiente, el colorido y el exotismo del mundo árabe.

En su obra predominan los retratos de mujeres andaluzas con cabellos y ojos oscuros y labios gruesos y muy rojos, junto con una gran variedad de temas: bodegones, retratos, desnudos, paisajes o autorretratos.

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: César Fernández Ardavín

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

César Fernández Ardavín

FERNANDEZ ARDAVIN, César     P   1910(N)    3.jul.1883     MADRID        MADRID    19.jun.1974

 

Socio de Honor

Pueblo, 1959

 

César Fernández Ardavín nació el 3 de julio de 1883, en el seno de una familia muy ligada al cine.

Su hermano Luis fue un escritor, cuyas obras se convertirían en películas, mientras que su hermano Eusebio, tocó casi todas las disciplinas cinematográficas, siendo conocido sobre todo por su faceta de director.

Además, su hijo César Fernández-Ardavín Ruiz, es también director y guionista de cine con varios e importantes premios a sus espaldas.

La familia veraneaba en Santander.

Los hermanos Fernández Ardavín se sintieron atraídos desde pequeños por el arte escénico y representaban obras de teatro en el estudio familiar, una litografía que había fundado su padre, Eusebio Fernández Mingo, a finales del siglo XIX, bajo el nombre de Litografía E. Fernández, y que con el tiempo, pasaría a ser conocida como Litografía Fernández o Vinfer Carteles Artísticos.

Fue precisamente César el que más atención dedicará a la empresa.

César Fernández Ardavín cursó estudios para ser profesor mercantil, simultaneando esta carrera con los estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, teniendo como profesores a los pintores y Socios Fundadores de la AEPE, Luis Menéndez Pidal y Cecilio Plá.

Desde muy joven comenzó a colaborar con su padre en el estudio litográfico familiar, pintando carteles de cine, circo, toros y variedades, muy en boga por aquella época.

El Sol, 1922

 

En su primera etapa de pintor, sus temas preferidos fueron los ambientes y tipos extraídos de la España del momento, destacando en sus cuadros los tonos oscuros, que evolucionarán después hacia los paisajes.

Además de óleos, realizará más de mil dibujos.

Como pintor, firmaba sus obras con su nombre, mientras que como cartelista lo hacía casi siempre como Vinfer, al considerarlo un arte menor.

En 1906 presentó tres cuadros a la Exposición Nacional de Bellas Artes, Su Ilustrísima, Una familia y Para la verbena, logrando la Tercera Medalla de Pintura.

En 1914 ilustró el libro de su hermano Luis, titulado “Espinas”, logrando buenas críticas por sus dibujos.

A la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1915 presentó la obra La copla española.

En 1916 participó en la Exposición de Panamá, junto con otros socios de la AEPE, en la que obtuvo la Medalla de Plata por la obra titulada “Sagrario”.

En marzo de 1917 realizó una exposición de obras en el Salón del Palace Hotel, junto al pintor Florensa y al grabador argentino Franco.

La prensa de la época publicó varias críticas acerca de la muestra en las que se podía leer …”hemos de felicitar al joven pintor, que une a su laboriosidad e inteligencia un gran acierto en la elección de modelos, pues todos los que presenta son dignos de las preferencias de un artista”.

Mozuela andaluza

Nubes

Retrato del Doctor Martín Calderín

Misticismo

Moza de Talavera

La copla española

 

Por esta época, sus dibujos y pinturas ilustraban con asiduidad las páginas de La Esfera, incluso sus portadas, además de otras publicaciones del momento.

En 1918 formó parte como Congresista de la Mesa de la Sección de Pintura del Congreso de Bellas Artes que organizó la Asociación de Pintores y Escultores.

En 1919 participó en la IV Exposición de Pintura, Escultura y Grabado que organizó la APE en Bilbao con las obras Ventolina y Cercedilla.

Envió los óleos Estrella y Retrato, a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1920, logrando la Tercera Medalla.

En 1926 la Academia de Bellas Artes de Toledo le nombró académico correspondiente.

En julio de 1933, en la Gaceta de Bellas Artes, José Prados López escribía de él: …..”Fernández Ardavín tiene en su obra esa nota simpática de lo inédito y del trabajo silencioso. Nadie conoce su última fatiga ante el caballete. Se reserva, quizá, para mayores empresas en un futuro no lejano. Nosotros, que hemos visto parte de los cuadros, hemos aplaudido ese sello de mocedad que tienen sus telas, de alegre juventud que se despierta cada día con una duda. Sus cuadros trashuman fragancias y sutilezas; su manera, de hombre un poco desengañado por haber mirado mucho a la vida en silencio, se traduce en su obra casi siempre con un punto de amarga ironía que enseña alguna cosa. Tienen algo de parábolas estas telas hechas con la honradez y el deseo de querer decir algo importante. En algunas, la interrogación se agranda y se nos confunde. “La madre, el hijo y el mono” es de esos cuadros que nos hacen meditar y terminan poniéndonos tristes”…

Participó en la Exposición de Venecia de 1936.

El viejo filósofo

Calle de Calatayud

La madre, el hijo y el mono

 

En 1943 realizó una exposición de obras en los Salones Macarrón de Madrid, después de más de veinte años sin exponer, aunque sin dejar de pintar.

José Prados López escribía en el diario Pueblo: …“ha pintado por amor, por placer de alma, como un regalo que hacía a su espíritu, de alegría y divertimento… César ha convertido sus cuadros con afanes de íntimo regocijo, casi por egoísmo, por deseo de soledad y de aislamiento. Hombre solitario… sincero consigo mismo, buscó los temas de su agrado; los concibió sin prisas y sin alardes exhibitorios; los maduró; fue acostumbrándose a ellos en el silencio; los amó con sibaritismo; los creó, dándoles forma y llegando a los finales exhausto, con dolor y gozo de cuerpo y de alma, satisfaciendo el anhelo de sus ojos y de su corazón… En todos los cuadros de Ardavín hay un punto esencial de regusto sensualista que roza el espíritu… hasta tal punto que parece que en sus pinceladas se advierte la caricia de sus manos, que, con los pinceles, quedó en las telas como una huella luminosa… En esta exposición tiene figuras y paisajes… con el sello inconfundible de su amor a la naturaleza traducido también de modo sensual en verdes y grises, en rojos y azules, condicionados a su afán ampuloso de crear con originalidades y personalidad. Delicado de color, correcto de dibujo, buscando dificultades y resolviéndolas, Ardavín lucha por sujetar su voluntad al dominio español… acaso incomprendido, viviendo una vida interior de ansias infinitas… Pintor de concepciones, llenas por lo menos de intensidad de deseos, de humanidad caliente y vibrante es, sobre todo, el artista de la honradez y de la sinceridad, que busca el cumplimiento de su deber estético con disciplina de hierro y con exigencias, de tal fuerza que contrastan notablemente con las mentiras y trucos de muchos que se llaman maestros, aunque nadie lo crea”.

En 1944 llevó la exposición a Barcelona

En 1945 participó en la Exposición de Bellas Artes del Palacio de la Lonja de Palma de Mallorca, organizada por la AEPE.

Vivió en la calle Fuencarral, 157 de Madrid y en la calle Gonzalo de Córdoba.

En 1950 aparece en la prensa su deseo de debutar como realizados cinematográfico, llevando al plató la adaptación de “Del brazo y por la calle”, una comedia de Armando Mook, manteniendo el dúo protagonista formado por Ana Mariscal y Gerad Tichy, el gran tipo de “Neutralidad”. Sin embargo, al poco se anunciaba que no lo haría “por causas ajenas a la voluntad de la empresa”.

Falleció en Madrid, el 19 de junio de 1974.

Desnudo

Sor Clara

Tocas albas

Reinosa

Composición poética clásica

Andrea, la de Castilla

 

En 2020 la sala de exposiciones de la Biblioteca Regional de Madrid “Complejo el Águila”, realizó una exposición de carteles publicitarios del mundo del espectáculo, artistas del cine y del teatro y de las representaciones de variedades, de la Colección Fernández Ardavín, Vinfer, recientemente restaurada y digitalizada, disponibles en la Biblioteca Digital de Madrid.

En la misma, se contempla la obra de Fernández Ardavín como fundamental para entender la pintura social y costumbrista del cambio de siglo. Su arte, un realismo castizo que recuerda a Romero de Torres, refleja los ambientes y tipos de la España del momento sin grandes barroquismos ni dramatizaciones.

A raíz de esta muestra, César Fernández Ardavín es considerado como uno de los padres del cartelismo moderno en España, facturando desde sus inicios numerosos trabajos en la empresa familiar.

Retrato de mi hermana

 

En su primera etapa de pintor, sus temas preferidos son los ambientes y tipos extraídos de la España del momento.

Sus carteles dan testimonio de las primeras películas estrenadas en España y recogen eventos, fiestas, toros y temáticas sociales. Son testigos de una época y dan cuenta del excelente dibujante que hay tras el pintor madrileño.

En 2021 la Galería de arte contemporáneo José Lorenzo, de Santiago de Compostela, realizó una exposición de treinta y cinco obras inéditas a través de las que se recorre de forma antológica la producción más reseñable del artista a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Obra variada en cuanto a soportes y procedimientos, con óleos sobre lienzo, dibujos, cartulinas y preparatorios para carteles.

 

César Fernández Ardavín y la AEPE

Diseñó el cartel de la exposición que sustituyó al Salón de Otoño de 1941.

Premio Jesús Aramburu del Salón de Otoño de 1959

Bibliotecario de la AEPE entre 1939 y 1942.

Contador de 1943 a 1969, cumpliendo 30 años como miembro de la Junta Directiva de la AEPE.

Primera Medalla del XXX Salón de Otoño de 1959.

Socio de Honor de la AEPE

Participó en las siguientes ediciones del Salón de Otoño:

XVI Salón de Otoño de 1942: Sol de otoño (Cercedilla), Majas de la risa y Devota de San Antonio

XVII Salón de Otoño de 1943: Gitanos del Albaicín, Casona de la Virgen y Viejo castillo castellano

XVIII Salón de Otoño de 1944: Viejo violinista y Abuelo y nieta

XXIV Salón de Otoño de 1950: Intimidad

XXX Salón de Otoño de 1959: En el día de San Antonio

XXXI Salón de Otoño de 1960: Orando

XXXIII Salón de Otoño de 1962: Calatayud y Madrileñas

XXXIV Salón de Otoño de 1963: Orgullo y Composición de poesía clásica

XXXV Salón de Otoño de 1964: Barrio de las eras, Plaza Mayor de Calatayud, Retrato y Dama antigua

Algunos carteles Vinfer

Amparo Cruz Herrera

Por Mª Dolores Barreda Pérez

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Amparo Cruz Herrera 

CRUZ HERRERA, Amparo     P       1957      1926            MADRID        MADRID

Amparo Cruz Mayor nació en Madrid, el 4 de octubre de 1926.

Era la tercera hija del insigne pintor y también socio y Vicepresidente de Honor de la AEPE, José Cruz Herrera, académico de Bellas Artes de San Fernando y de Amparo Mayor de Miguel.

En memoria de su padre, firmaba sus óleos como Amparo Cruz Herrera.

En 1927 la familia residía en Casablanca, donde su padre abrió un estudio, pero a los dos años se trasladaron a París, regresando en 1938 a Casablanca.

Ya en 1949, la familia se establece en San Roque, Cádiz, compatibilizando así las estancias entre España y Marruecos.

Los constantes viajes de su familia le hicieron conocer los principales focos de la pintura europea, norteafricana y americana.

Sus estancias en París, Bruselas, Stach (Suiza), Casablanca y otras ciudades, enriquecieron su sensibilidad y la visión europeizada de sus obras.

Autodidacta, con la principal referencia de su padre como escuela, conoció y aprendió la técnica de los pintores impresionistas. Perfeccionó su propia pintura hasta conseguir este estilo tan temperamental y de gran sutileza.

Autorretrato de Amparo Cruz Herrera

 

Viajó por la India, Perú, México, Indonesia, Francia, Uruguay, China, Estados Unidos, Holanda, Bélgica, Turquía, Cuba… y demostró a través de su obra la luz, la belleza y el espíritu humano que sólo ella podía trasmitir con su mirada llena de sensibilidad y buena maestría.

Premiada en numerosas ocasiones, destacan la Primera Medalla de Paisaje y Premio Diputación de Madrid del XXX Salón de Otoño de 1959, la Segunda Medalla del XXIX Salón de Otoño, y Tercer Premio de Pintura en la XVII Exposición de Pintores de África, entre otros.

En 1957, con motivo de la exposición conjunta que con su padre celebró en el Salón Dardo de Madrid, la crítica resaltaba que …”Amparo es una pintora de grandes arrestos; discípula de su padre, ha heredado el crisol paternal y están bien armonizadas sus obras… donde expone bellos paisajes de Francia, que no se pueden mejorar porque Amparo Cruz Herrera Mayor es maestra en lo suyo, de estilo y técnica como la de su primogenitor, limpia y tan brillante como aquella: siente el color dentro de un espíritu emocional, que al admirar su obra queda uno embriagado de belleza y emoción”…

En el transcurso de su vida, pintó un cuadro a diario, aprovechando las mañanas, compaginándolo con la maternidad, pues la artista era madre de familia numerosa. Sus hijos Cristóbal, Pepe, José, Amparo, Pilar y Antonio deambulaban por el estudio jugando y curioseando la escena que la pintora planteaba.

En 1965 la editorial Publicaciones Españolas, publicaba una separata titulada “La España de cada provincia”, y en el número correspondiente a Ceuta y Melilla, y con el mismo título, aparece como autora.

La artista falleció el 26 de septiembre de 2013 en San Roque, Cádiz, a los 86 años tras sufrir un infarto.

La artista en dos instantáneas junto a su padre y otros amigos

Presentó sus obras en distintas exposiciones, entre las que podemos citar las realizadas en la Galerie Du Livre de Casablanca,  Galerie D’art Venise Cadre de Rabat, Sala Art-Hogar de Bilbao, Salón Dardo de Madrid, «Pintores de África», en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, Salón Eureka de Madrid, Casa de la Cultura de Cádiz, Casa de la Cultura de La Línea de la Concepción, Salones del Casino de Algeciras, Gran Hotel Victoria de Madrid, Galeria Merche de Casablanca, Sala Sacarello de Gibraltar, Sala Mackintosh de Gibraltar, Museo del Istmo de La Línea de la Concepción,  Galería Aleph de Madrid, Galería del Museo Cruz Herrera de La Línea de la Concepción, Salones del Círculo Mercantil de La Línea de la Concepción, Galerías Forum de Marbella, Galerías Forum de Estepona, Fundación Unicaja de Málaga, Colegio de Ingenieros Caminos de Barcelona, Galerie Veronese de Marruecos, Caja de Ahorros de Cádiz, Centro Cultural «La Victoria» de Sanlúcar de Barrameda…

En 2022 en San Roque, en el edificio Alcalde Fernando Palma, calle S.XX de San Roque, se inauguró la exposición titulada El Linaje del Color: Amparo Cruz Herrera, con 35 obras de Amparo más algunas obras de su padre.

La familia de Amparo Cruz Mayor donó al Ayuntamiento de San Roque, Cádiz, 30 cuadros de la artista, a los que se añaden otros tres de su padre, si bien uno de ellos solo en cesión temporal. Las obras se expondrán de manera permanente en instalaciones municipales junto a otras del insigne pintor linense que ya eran propiedad del Consistorio.

La temática de estas obras es muy variada. Predominan los retratos de personas y los paisajes norteafricanos, algún desnudo, escenas costumbristas españolas o retratos y paisajes más europeos.

La pintura de Amparo es básicamente impresionista, con un costumbrismo orientalista y sobre todo, demuestra ser una paisajista urbana en la que están impresas las huellas del tipismo de sus gentes y las ciudades.

Todo ello a través de la utilización del color, que transforma en luz, y de la luz del Mediterráneo y de Marruecos, que la cautivó lo mismo que años atrás hiciera con su padre.

 A través de su mirada sensible y su don para la pintura, plasmó la luz, la belleza y el espíritu humano.

Amigas árabes

Desnudas en el campo

Desnudo

Bodegón de liebre y pato

Bosque en ocres

Bosque en verdes

Calle de Fez

Rabino

El velo azul

El llanto

Entre frutas y flores

Fez

Fuente de pescado

Indonesia

Jamil

Jarrón con flores

Amparo Cruz Herrera y la AEPE

La artista participó en las siguientes ediciones del Salón de Otoño:

XXIX Salón de Otoño de 1957: Flores y Calle de Mequinez

XXX Salón de Otoño de 1959: Casablanca

XXXI Salón de Otoño de 1960: Niño con flores

XXXII Salón de Otoño de 1961: Casa de Strasbourgh

XXXIII Salón de Otoño de 1962: Perdices y Vortes (Francia)

XXXIX Salón de Otoño de 1968: Marraqués, Meknes y Flores

XL Salón de Otoño de 1969: Fiesta mora y Niño de la fruta

XLII Salón de Otoño de 1972

Medalla

Judío

Mantilla negra

La siega

Las tres amigas

Mohamed

Mujer con flores

Padre e hija

Parisino

Pequeña laguna

Pescadores

Retrato

Reunión de judíos

Vendedor de agua

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

De «Azul» a Noigandres y más allá

 

Con este rubro exótico, se ha mostrado en Casa de América, hasta el 14 de noviembre 2024, la exposición más importante que se ha visto en Madrid sobre las vanguardias literarias de uno y otro lado del Atlántico durante el siglo XX. Es verdad que limitada a la desbordante colección López-Triquell, propietaria de los contenidos.

La exposición era abusiva, descorazonadora para un simple mortal, lector y amante de la creatividad de ese periodo, tal era la cantidad de primeras, rarezas, manifiestos, carteles, manuscritos y joyas literarias capitales exhibidas; hasta 500 piezas. Del comisariado conjunto de Juan Manuel Bonet y de José Ignacio Abeijón no podía esperarse otra cosa. Excelente el montaje, objetivo tan complicado con tanto elemento, al que no era ajeno Claudio Pérez Miguez, experto en la materia y riguroso profesional.

Terminada la muestra pública, cuyo periodo de exhibición se me antoja corto, queda el catálogo editado para la ocasión, convertido en otra joya literaria y cuya entidad quiero comentar, amén de los diferentes roles de las personas que han colaborado en este acontecimiento. Porque se trata de un acontecimiento cultural y no tengo la certeza de que haya sido contemplado así, pero insisto. ¡un acontecimiento cultural!

Aunque no aparece escrito en el colofón, ni en parte alguna, me consta que la tirada es de cien ejemplares, lo que es muy insuficiente. Soy un privilegiado al tener la ocasión de releerlo, subrayarlo, anotarlo, pero no puedo dejar de pensar que una obra así necesita muchos más ejemplares. El autor quiere que le lean, el coleccionista pretende dar a conocer su tesoro y, por supuesto, como mejor se homenaje a los autores es con una gran difusión.

El verbo coleccionar y el sustantivo coleccionista son palabras que hacen sonreír al arte, porque sin coleccionismo el arte, la vida de los artistas, no serían posibles. Los pilares fundamentales del arte: el autor y el coleccionista, el resto son complementos, aleatorios, por importantes que sean. Coleccionar es reunir un conjunto ordenado de cosas. Hay innumerables tipos de coleccionista: patrocinadores, mecenas, negociantes, oportunistas, nuevos ricos, aventureros…

Y de colecciones. Antonio Prates coleccionaba entre otras cosas, papeles de seda que envolvían las naranjas. Francisco Rodríguez restauró un castillo medieval para exponer obras de Álvaro Delgado. El doctor Puigvert se hacia con todo lo que podía de Sert. Josep Mª Cadena, crítico de arte, colecciona de todo, desde botones o bolígrafos a cómics y pinturas. El museo Thyssen procede de la colección Thyssen….

Se repiten los tópicos ignaros de que el coleccionismo existió siempre. No es verdad. Se apunta como primer coleccionista a Ptolomeo II Filadelfo, s. III a.d.c., que inauguró la Biblioteca de Alejandría. Y no, una biblioteca es más que una colección de libros, es un volcán dormido, inteligente, luz reunida del mundo creativo dispuesta a despertar: el autorretrato de un bibliófilo o un mecenas. El coleccionismo tal como lo entendemos ahora nace en el Renacimiento y se pule en los siglos XVI y XVII.

 

La principal característica de la vida, de la cultura, del arte es la pluralidad. Existe un coleccionismo público y otro privado. El único que garantiza esa pluralidad, esa diversidad, es el privado, porque es la determinación de una persona, que adquiere, conjunta, colecciona lo que siente, lo que le inspira, lo que le enriquece el espíritu y lo hace con su propio dinero. Los trileros politicastros de turno tratan de desacreditar la función del mecenas, del empresario sin entender que intentan cercenar la fuente que les hace vivir, que les permite jugar a sobrevivir de la cosa pública sin producir nada.

Empresario es el señor que tiene ideas, las pone en práctica y con ello genera un bien social, proporcionando productos útiles, creando empleo, riqueza y pagando impuestos. Y dedica sus beneficios a crecer y muscular su entidad vital y social. ¡Que invierta sus ganancias potenciando el mundo de la cultura es una suerte, porque permite que esta se desarrolle y nos enriquezca a todos! El gran coleccionista suele ser un mecenas, alguien que no espera un retorno económico de su patrocinio. Pero, ¿por qué iba a ser condenable que alguien patrocine la cultura esperando un retorno de su inversión?

Todos deberíamos agradecer al industrial Juan López Hurtado que destine sus ganancias a reunir los ejemplos más significativos de las vanguardias literarias iberoamericanas s. XX. Podría haberlo dedicado a adquirir coches de lujos, yates u objetos banales caros. No sería lo mismo para el grueso de la sociedad. El coleccionismo importa más que el Ministerio de Cultura, porque ayuda a todos, en tanto que el Ministerio se inclina por la deriva ideológica, por el amiguismo y por lo que se lleva. No hay más que ver en qué se han convertido los Premio Nacionales del mundo de la cultura.

¡Qué hay sujetos que se dicen empresarios y son unos explotadores! Pues claro, ya hemos convenido en que la sociedad es plural. Y que para corregir los desafueros están las leyes y la justicia. El empresario es más respetable cuando más ejerce de empresario, porque sabe que produce algo de lo que viven los trabajadores y él y si falla a unos se traiciona a sí mismo. Por suerte he conocido y convivido con grandes empresarios y profesionales libres, que han acabado siendo estupendos coleccionistas y no son populares, como es el caso de Juan López Hurtado, quién junto a su esposa, Marta Triquell, ha conjuntado este emporio literario, estético, de pensamiento y belleza.

El catálogo, gran formato, diseño gráfico de Miguel San José Romano, impreso por Gráficas Hercu y Gráficas Rey, fotografías de Andrés Vargas Llanos, es una pieza de colección, un documento excepcional del periodo que ensaya, vertebrado por el texto general y por países de Juan Manuel Bonet. Sus “fans” le consideran un datista, pero ¿qué se puede construir con rigor sin datos fidedignos? Lo que importa en Bonet, más allá de los datos, es su pericia en relacionarlos y el ritmo que impone en los textos. En esto es un maestro absoluto, como en el periodo de vanguardias que tan bien domina.

Bonet ha realizado un trabajo titánico, de una riqueza y brillantez manifiestas. No se le escapa nada y, además, lo hace tan cercano, que da la sensación de que está hablando con los autores que comenta, sin dejar de conversar con el lector. “Azul”, Valparaíso 1888, el libro rompedor de Rubén Darío, el aire nuevo, da color al título, pero la exposición iniciaba con el modernisme catalán, que a su vez fue el principio de la biblioteca López-Triquell y llega más allá de Noigandres, el concretismo brasileño.

Era una exposición para ver en distintas jornadas, igual que el catálogo, que no debe de leerse seguido, sino a sorbos, como los licores densos y olorosos; es una silva de varia lección que deleita mientras enseña. Cualquiera cita nominal sería cercenante. Hay que repasarlo, poco a poco, pero entero, posicionarse ante el conjunto. Las representaciones de Argentina y del Perú son exhaustivas, expansivas, detallistas. Las de Bolivia y Ecuador, descubridoras, reparadoras, bellísimas. En la brasileña echo de menos algo de Eugen Gomringer, Oyvind Fahlström, pero todo llegará.

La diferencia de Bonet con otros especialistas es que Juan Manuel es bibliófilo lector, no todos lo son. Y cuando tú lees un libro y tomas notas y lo relacionas, tu visión es otra, total, esférica, interrelacionada. Cuando Bonet cita un título, te recuerda el autor de la tapa, el editor, el encuadernador, el propietario primero o el anterior, el dedicatario, y luego debate sobre el contenido y los vestigios que revela.

Me resisto a llamar coleccionista a un lector que reúne libros, aunque no deje de serlo. Por cierto, algo que los norteamericanos, muy habituados a buenas bibliotecas públicas, no hacen. No en todas partes se estima la formación de una biblioteca particular. Pero, hay acciones que van más allá de lo personal y se convierten en proyectos culturales de dimensión, en apuestas contra la pérdida de la memoria ointelectual, como el de la colección López-Triquell, que tiene un afán de exhaustividad, profundizando con exclusividad. Su más reciente deriva es la brasileira, que está en formación.

En el catálogo se reproducen tapas y contratapas, catálogos, panfletos, revistas, afiches, algunos muy raros de ver y otros jamás vistos por los aficionados al lapso temporal que se contempla: la cubierta de Ucelay para los poemas de Milicua, la de Manuel Méndez para Proel; los Carteles de Gecé, lo portada de Joc Net de Tápies, el cadáver exquisito de Jorge Cáceres y Huidobro, las obras de Nahuí Olin, las tapas del Dr. Atl, el Amor original  de José Álvarez Baragaño con esa cubierta mágica de Wifredo Lam, ¡qué maravilla!.

En un país, España, donde el gobierno descree de la cultura, dedicado al espectáculo y a la construcción de muros, más que nunca, los coleccionistas son vitales. El coleccionista es un restaurador de la historia, facilita la percepción objetiva de lo que pasó para que los ciudadanos no necesiten intermediarios, ni ideólogos baratos que les digan que el pasado fue como ellos lo pintan. El coleccionista protege la realidad, ampara la libertad, limpia la memoria de interese espurios, es soteriológico, preserva las nuevas formas culturales, que testimonian cambios históricos, como enseña Fredric Jameson.

Para los que no vieron la exposición, queda el catálogo, referente para las vanguardias iberoamericanas del siglo XX. Por eso, insisto en que sería muy conveniente otra edición para que llegue a muchas manos, a muchas bibliotecas que puedan difundir este legado que ha construido Juan López Hurtado. No se trata de una propuesta para una elite, sino del contenido genial, espiritual, que ilumina de forma deslumbrante media centuria del s. XX.

Tomás Paredes

                                                                                               Presidente H. de AICA Spain

AÑO ALCALÁ-GALIANO: En el 150 aniversario de su nacimiento

Por Begoña Alcalá-Galiano Ferrer

Nieta y especialista en su obra

Retratos

Este capítulo, cerrará la serie de los publicados a lo largo de este año en el que se conmemora el nacimiento del pintor Alvaro Alcalá Galiano y Vildósola, el cual fue miembro del AEPE y tuvo el honor de ocupar la presidencia de esta Asociación durante varios años.

Aquí se ha considerado parte de su biografía y de su obra, y ambos aspectos han quedado reflejados más ampliamente en el libro que la autora de este artículo ha escrito en memoria de su abuelo, algunas veces olvidado por la historia del Arte y sin embargo recordado, a veces, tan solo por su violenta muerte en la guerra civil española, la cual sacudió duramente las relaciones entre los diferentes estamentos sociopolíticos del momento histórico que tuvo lugar entre 1936 y 1939,  que conllevó la desaparición de muchos personajes  españoles, cuyo recuerdo no debería quedar en el olvido, como es el caso  del pintor Alvaro Alcala-Galiano.

En este compendio de capítulos se ha pretendido hacer un retrato del pintor, y en este que ahora sirve de cierre, se mostrarán algunos de los realizados por él mismo.

Alcalá Galiano no ha sido especialmente considerado como un pintor retratista, sin embargo, en su obra figuran muchos retratos, tanto en figuras individuales como en obras costumbristas, en las que cuida atento el detalle de los rostros de los personajes retratados así como de sus ropajes. Entre estos cuadros aparecen obras realizadas a lápiz, carboncillo, sanguina y óleo.

Desde sus primeros dibujos de niñez y juventud aparecen retratos de su familia, así como de figuras de su entorno más cercano, lo cual demuestra su amor por sus raíces. A medida en que su obra se va ampliando, aparece un buen número de retratos que dan luz a su a veces, oscura biografía.

A lo largo de su carrera artística sus retratos cobran gran fuerza expresiva y así lo demuestra en la gran cantidad de detalles que acompañan a los personajes que salen de sus pinceles. Cuando quiere destacar otros motivos de sus cuadros, estos personajes aparecen desdibujados, a veces expresados con dos pinceladas, a la manera de los impresionistas.

  Mercedes Vildósola, madre del pintor

Matilde Privat de Coste,abuela del pintor

Autorretrato del pintor niño

 

Barcas de Heno. Fragmento

      

Bañista

Gitana

Campesinos gallegos

Campesinos arratianos

Vendimiadores

        

Retrato de su esposa Isabel Chavarri

Retrato de sus hijos Alfonso y Alberto

Retrato de su madre Mercedes Vildósola

El Almirante Juan Martinez de Recalde

        

Antonio Alcalá Galiano y Villavicencio

Nina gallega

Comadres

       

El Segoviano

Sus autorretratos muestran un rostro serio y sereno

Autorretrato del pintor en su estudio

 

Ahora que se acerca el final del relato de la biografía del pintor Alvaro Alcalá Galiano, es de justicia mencionar su triste y temprana muerte.

El pintor no solía manifestar públicamente sus ideas políticas, aunque su entorno familiar y social, su relación con la monarquía, su título de Conde y sus nombramientos honorarios, es de suponer, que fueron suficiente motivo para su encarcelamiento y posterior fusilamiento en Paracuellos de Jarama en aquel fatídico mes de noviembre de 1936. En agosto de aquel año, un grupo de milicianos republicanos arrancaron los lienzos y los pinceles al pintor, encarcelándolo sin juicio alguno en la cárcel de San Antón. Posteriormente y estando las tropas franquistas a las puertas de Madrid, muchos de los presos de aquella cárcel, recibieron la noticia de su liberación. Al día siguiente les ordenaron subir a los camiones que supuestamente les conducirían a Valencia, pero aquel viaje se truncó para muchos, entre ellos para el pintor Álvaro Alcalá Galiano, a quien hicieron descender del camión que le transportaba, en Paracuellos del Jarama, siendo fusilado y enterrado en una de las fosas comunes de aquel cementerio.

Sirva este artículo de epitafio de aquel singular pintor. Mi abuelo.

                                  Begoña Alcalá Galiano Ferrer

Recordando… Aniceto Marinas

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Aniceto Marinas García

MARINAS GARCIA, Aniceto      E   1910(F  )         set.1866       SEGOVIA        MADRID       23.set.1953

Socio Fundador

Autorretrato

 

Aniceto Marinas García nació en Segovia, el 17 de abril de 1866, de familia humilde, en la calle de los Caballeros, de la parroquia de San Millán, en Segovia, calle que lleva hoy su nombre.

Aniceto ingresó siendo muy niño en el Coro de Infantes de la Catedral de Segovia, en el que ganaba unas pesetas con las que ayudaba en su casa.

Fue violinista en iglesias y conciertos, pero al hacerse mayor y con la voz más bronca, tuvo que dejar el coro, aunque siguió tocando el violín hasta que marchó a Madrid.

Con la cera derretida de las velas y cirios de la Catedral, empezó a esculpir pequeñas tallas, trabajando también con barro y arcilla, haciendo figuritas para los belenes, que sus hermanos vendían por las casas de Segovia, ayudando así a la maltrecha economía de la familia.

En 1882 se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios de Segovia. Por aquellos años se estaba restaurando El Alcázar, lo que fue su primera oportunidad, pues los encargados de la misma, Fernando Tarragó y Pedro Grau, adivinaron el potencial del joven Marinas y le llamaron a participar en dichas obras.

Asistió a las clases del pintor de Historia Emilio Soubrier y del dibujante Pedro Subirats, ambos serían también con el tiempo, socios fundadores de la AEPE, modelando cabezas clásicas, bustos y todo tipo de obras.

Distintas fotografías del artista a lo largo de su vida

Con el socio Mariano Benlliure

Recibiendo la Cruz de Alfonso X el sabio

 

Ante sus dotes artísticas, en 1884 es pensionado por la Diputación de Segovia para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde tuvo como profesores a Juan Mansó y Jerónimo Suñol, a condición de ganar por oposición una plaza en la Academia de España en Roma, como así ocurrió al cuarto año de su beca.

En 1888 consigue el Premio de la Academia de España en Roma.

En 1890 obtuvo la Segunda Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes por su San Sebastián Mártir y también la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Munich.

En 1892 envía obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes, consiguiendo la Primera Medalla con su escultura El dos de mayo de 1808, ubicada en los jardines del General Fanjul de Madrid.

En 1893 obtiene la Medalla de Oro de la Exposición Internacional de Chicago.

Al regresar de su pensión en Roma, pasó por momentos de angustia y estrechez, siendo ayudado entonces su segundo mecenas, el obispo de Salamanca, Fray Tomás de Cámara, que le encargó para la fachada principal de la iglesia de San Juan de Sahagún, dos grandes bajorrelieves de bronce que representan el Milagro del Pozo Amarillo, y la Pacificación de los Bandos, de gran inspiración y originalidad.

Distintas fotografías del artista

Bajorrelieve de Los Amantes de Teruel

 

Posteriormente realizaría monumentos importantes por concurso, como el de Legazpi, en Zumárraga, Moreno Nieto, en Badajoz, Concepción Arenal, en Orense, Guzmán el Bueno, en León, Velázquez y el Héroe del Cascorro, en Madrid, todos ellos ejecutados en bronce, en la década de 1890, y comienzos del nuevo siglo XX, que le dieron prestigio y notoria fama.

Conoce en Madrid a Valentina Merchán Ambrosio, natural de Villanueva de la Vera, localidad donde contraerán matrimonio.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1899 obtiene la Primera Medalla por la escultura de Velázquez que hoy se admira ante la fachada y puerta principal del Museo del Prado de Madrid.

Él mismo decía que este trabajo le llevó más tiempo en la silla concibiéndolo, que ejecutándolo. Se pasó semanas enteras frente al Museo del Prado observando dónde y cómo colocar finalmente la obra. Se impuso la misión de que la misma no estorbase en nada al conjunto arquitectónico del edificio. Marinas decía: “A mí lo que más tiempo me lleva es la paciencia de la silla”. El día de la colocación de la estatua llegaba y cuando fueron a colocarla le preguntaron cómo debían hacerlo, y entonces respondió: “Con un simple dado de piedra, para que se pueda conversar directamente con Velázquez”.

Por esta obra se le concedió el Lazo de Comendador de Número de la Orden de Isabel la Católica.

Anciano

 

En 1901, ganó por oposición la cátedra de Modelado y Composición Decorativa en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, permaneciendo en ella hasta 1936.

En 1903, fue designado académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde llevó a cabo una importante lucha personal que la Academia hizo suya, solicitando el justo, el legítimo restablecimiento de la sala de escultura contemporánea en el patio central del Museo de Arte Moderno, para que las obras de los maestros de fines del XIX y principios del xx, demostrasen a las gentes de hoy y de mañana su espléndido significado y tuvieran el respeto que se merecen.

En el año 1909 fue premiado y reconocido con la Gran Cruz al Mérito Militar.

En 1913 entrega a Cádiz el Monumento a las Cortes de Cádiz de 1812. Es su monumento más ambicioso y un gran conjunto escultórico de primer orden. El propio autor consideraba que esta obra era “mi mejor obra”. Para la confección de éste monumento trabajaba frecuentemente en un solar situado enfrente de su casa, dada las dimensiones del mismo y de la cantidad de grupos que llevaba, siendo bastante complicada su realización.

En 1923 Aniceto Marinas es reconocido con la Gran Cruz de Alfonso XII.

Busto de Benlliure

Busto de su esposa

Niña madrileña

 

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926 logró la Medalla de Honor por la obra Hermanitos de leche, que perteneciendo al Museo del Prado, se exhibe en el Museo de Segovia.

La Guerra Civil la pasó en Navas del Marqués, Ávila, donde falleció su esposa y a su regreso a Madrid, tras la contienda, encontró su estudio en escombros y sus obras robadas, teniendo que partir de cero nuevamente para poder subsistir.

En 1945 se le concede la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio.

Después de la Guerra Civil Española, Aniceto Marinas fue designado presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en su Sección de Escultura.

En 1947 inauguró una exposición de 33 obras, que incluían 14 esculturas, 8 pinturas y 11 dibujos en el Museo de Arte Moderno de Madrid. En la muestra se exhibió un retrato de Benlliure en bronce, conocida por los artistas de la época como “El desafío”, ya que se creó por un acuerdo amistoso entre los dos artistas: Marinas haría el busto de Benlliure y éste el de Marinas para ver cuál era el mejor.

En 1950, fue elegido director general de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Cristo en su última palabra

Cervantes

Monumento a Juan Bravo

Judith y Olofernes

 

Los veranos los pasaba en el pueblo abulense de Las Navas del Marqués, localidad a la que regaló dos Cristos que sustituían a los quemados durante la Guerra Civil.

Al final de sus días, en los que se encontraba ciego, bastante solo y falto de cariño, estaba ya enfermo y sus piernas apenas le tenían en pie, ya que se le hinchaban y no caminaba bien, pero a pesar de todo, con 84 años, acudía a actos y asambleas en las que se le requería.

Falleció en Madrid, el 23 de septiembre de 1953, a consecuencia de un derrame cerebral del que no pudo recuperarse.

Hombre locuaz, comunicativo, de conversación fluida y amena; se expresa como un castellano viejo, con sencillez y naturalidad; no era vanidoso y sí un buen ejemplo de caballerosidad y compañerismo al que sus coetáneos definieron como “hombre y artista honrado, fiel a una inspiración y a una escuela”.

En Madrid tiene una calle dedicada a su memoria, una placa en la calle Marqués de Urquijo, 29, donde tenía su estudio, así como en el pueblo de su esposa, Valentina Merchán Ambrosio, en Villanueva de la Vera, Cáceres, que le dedica su Plaza Mayor. En Brunete, el Centro Cultural lleva su nombre, así como El Parque Madrid Río 2012 contiene los Jardines Aniceto Marinas, situados en la margen izquierda, en el talud que se encuentra entre la Glorieta de San Vicente y el río Manzanares.

Hermanos de leche

La Piedad

 

El Centro Segoviano de Madrid creó en 1996 el Premio Aniceto Marinas a la labor del Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Castilla y León.

En Segovia se encuentran sus obras más significativas como el Monumento a Daoíz y Velarde.

En Madrid, el Monumento a Velázquez que preside la entrada al Museo del Prado, pero también el Monumento a Eloy Gonzalo, en Cascorro, el grupo La Libertad del Monumento a Alfonso XII del Parque del Retiro, el Monumento al Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles de Getafe, que fuera destruido durante la Guerra Civil y del que se realizó un nuevo proyecto inaugurado en 1965, varios años después de su muerte.

Fueron sus discípulos Juan Luis Vassallo Parodi, Lorenzo Fernández de Viana, Toribio García Andrés y Florentino Trapero.

Grupo escultórico «La Libertad», del Monumento a Alfonso XII en el Parque del Retiro de Madrid

 

Junto a Mariano Benlliure, del que fue compañero inseparable, fue un genial intérprete de la escultura del último tercio del siglo XIX. Su estilo se encuentra a caballo entre el naturalismo y el realismo.

Aniceto Marinas y su esposa no tuvieron hijos, pero contaron con la compañía de sus sobrinas Gertrudis y Valentina, solo dos de la numerosa familia de su esposa.

Su sobrino, Mariano Timón Ambrosio, escultor también e imaginero, era Director de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Palencia.

Velázquez, en la fachada del Museo del Prado de Madrid

 

Es preciso reconocer su gran maestría en la realización de grupos escultóricos, en los que se convirtió en todo un referente del momento. En ellos logró transmitir el sentimiento, el dolor o la tragedia del momento histórico, con una fuerza a veces desgarradora, como en el caso de los Héroes del Dos de Mayo.

Los personajes históricos que esculpe parecen cobrar vida a través de la perfección de sus rasgos y la extraordinaria expresividad de sus cuerpos. Sus obras cuentan una historia, muestran la personalidad de un héroe o transmiten un sentimiento religioso. Logra superar la rigidez del estilo academicista de la época, transmitiendo un mensaje al espectador. Todo en ellas tiene un significado, por eso es preciso detenerse ante cada uno de sus personajes y observar cada detalle, leer en sus pliegues, en sus gestos, en su ambientación. Cada una de sus esculturas se convierte en una obra de arte. En más de una ocasión ha sido calificado como un autor de «poemas épicos en bronce».

Monumento al pueblo del dos de mayo de 1808

Monumento a Eloy Gonzalo, Cascorro, Madrid

 Monumento a Daoíz y Velarde de Segovia

 

Al final de su vida se especializó en la escultura religiosa y alcanzó una categoría comparable a la de los mejores imagineros españoles de todos los tiempos, trasladando la experiencia de su madurez a las figuras religiosas que tanto le inspiraban en aquellos años.

Importa recordar siempre varias de las obras representativas y características del gran escultor. Y que, incluso, señalan simbólicamente la trayectoria vital, serenamente recta, conmovedoramente apasionada del artista y sus tres directrices fundamentales: la honda fe en lo divino; la ternura hacia lo humano y el ardor nunca amortiguado del arte, como expresión perfecta de los dos sentimientos anteriores.

Comentaba que “se puede ser pintor y se puede ser escultor. Pero ser artista, es otra cosa. Esa cualidad no se aprende en los tratados, hay que llevarla muy dentro del alma. Tiene el artista a su alcance, siempre que quiera, un magnífico libro abierto, cantera inagotable de los más variados y hermosos temas: la naturaleza. No precisa más que ser un buen observador”.

 

 

Sus principales obras son: Monumento al filósofo Moreno Nieto, 1896, Badajoz;  Monumento a Miguel López de Legazpi, 1897, Zumárraga, Guipúzcoa. Monumento a Velázquez, 1899, Madrid. Monumento a Concepción Arenal, 1899, Orense. Monumento a Eloy Gonzalo, 1902, Madrid. Hermanitos de Leche, Biblioteca Nacional, Madrid. Grupo La Libertad (en el Monumento a Alfonso XII) 1905, Madrid. Monumento a Fray Enrique Flórez de Setién, 1906, Villadiego, Burgos.  Monumento conmemorativo del atentado a los Reyes de España, 1908, Madrid. Monumento a los Héroes del Dos de Mayo, 1908, Madrid. Monumento a Daoiz y Velarde, 1910, Alcázar de Segovia, Segovia. Monumento a Fray Tomás Cámara, 1910, Salamanca. Monumento a las Cortes de Cádiz, 1913, Cádiz. Monumento al Sagrado Corazón de Jesús, 1919, Cerro de los Ángeles, Getafe, Madrid. Altorrelieve de los Amantes de Teruel, 1921, Teruel. Monumento a Juan Bravo, 1922, Segovia. Monumento a Ramón Fernández Asenjo, 1927, Luarca, Asturias. Monumento a José Rodao, 1927, Segovia. Monumento a Guzmán el Bueno, 1929, León.   La Soledad al pie de la Cruz, 1930, Segovia. Santo Cristo en su última palabra, 1947, Segovia. Stmo. Cristo de Gracia, 1948, Las Navas del Marqués, Ávila. Stmo. Cristo de la Salud, 1948, Las Navas del Marqués, Ávila. Monumento ecuestre del general José Enrique Varela, 1948, San Fernando, Cádiz. Grupo escultórico Frontón del Palacio de Buena Vista, actual sede del Cuartel General del Ejército de Tierra, 1943, Madrid.

Monumento a la Constitución de 1812, Cádiz

Aniceto Marinas y la AEPE

Socio Fundador de la Asociación de Pintores y Escultores.

Nombrado vocal de la Junta Organizadora de la Asociación de Pintores y Escultores, cargo en el que permaneció hasta octubre de 1914.

Cesó por renovación reglamentaria el 30 de noviembre de 1911, designado por sorteo pero fue reelegido.

Se agregó a la comisión para estudio de la reforma de Estatutos de las Exposiciones Nacionales el 22 enero 1911.

Participó en los Salones de Otoño de 1943, 1944 y 1966 (éste, centenario de su nacimiento).

Tuvo una Sala especial homenaje en la Exposición Nacional de 1966, por su centenario.

En el XVII Salón de Otoño de 1943 participó con las obras Retrato de Mariano Benlliure y Urso

En el XVIII Salón de Otoño de 1944 lo hizo con el Boceto del frontispicio del Ministerio del Ejército

 

 

Monumento al Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles

En 1919 se inauguró el impresionante monumento del Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles de Madrid, el centro geográfico de España, que en poco tiempo alcanzaría una cifra de visitantes espectacular, ampliándose el conjunto con una ermita y convento, que se convirtió en el primer gran centro de peregrinación de España.

A imitación del mismo, en el resto de ciudades y poblaciones españolas se fueron realizando monumentos al Sagrado Corazón de Jesús, con gran influencia de la escultura de Marinas.

 

El primer Monumento al Sagrado Corazón de Jesús inaugurado en 1919 por Alfonso XIII

 

El monumento, que se edificó con las aportaciones voluntarias de miles de españoles, era todo de piedra caliza en tonos ligeramente amarillentos. Contaba con dos grupos de esculturas laterales, uno de los cuales representaba a la «Humanidad santificada» y el otro a la «Humanidad que tiende a santificarse».

En el primero de los grupos figuraban los santos Santa Margarita de Alacoque, religiosa de la Visitación, San Agustín, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús, Santa Gertrudis, el beato Bernardo de Hoyos y San Juan Evangelista.

En el segundo grupo, que estaba situado a la izquierda del monumento, se representaba el camino para llegar al cielo mediante la práctica de la caridad, del amor, de la humildad y del arrepentimiento. La caridad  estaba representada por una hija de San Vicente de Paúl y cinco niños guiados por ella. Otro grupo de cinco figuras representaba la Virtud y el Amor, personificada la primera por una joven de elevada alcurnia y una niña con el traje de primera comunión, y el segundo, por un hombre y una mujer del pueblo con un niño en brazos.

Grupos escultóricos del primer Monumento al Sagrado Corazón de Jesús

 

La altura del monumento era de 28 metros, incluida la figura, a la que correspondían 9 metros desde el plinto. El ancho era de 31,5 metros, y de fondo tenía 16 metros. Estaba construido con piedra de Almorquí, y en ella se emplearon 882 toneladas de material.

Con la República, los sucesos de Getafe se precipitan, y a pesar de facilitar la salida de las Carmelitas del convento, que serán encarceladas en la localidad, el 23 de julio de 1936 se produce el fusilamiento de cinco miembros de la Compañía obrera del Sagrado Corazón por parte de milicianos republicanos, que defendían y guardaban el monumento de posibles atentados.

Cinco días después, los milicianos proceden al fusilamiento de la imagen de Jesús y del monumento de Aniceto Marinas, cuyas imágenes aparecerían en los medios de comunicación internacional.

El fusilamiento del Sagrado Corazón de Jesús  por los milicianos

Los restos del monumento, una vez dinamitado

 

Tras ello, procedieron a la destrucción de las esculturas, primeramente a mano, mutilando las obras con picos y mazas y por último, dada la dureza de su material, recurrieron a la dinamita hasta lograr reducirlo a ruinas. La prensa del Frente Popular publicó en portada y en primera página las fotografías del fusilamiento y comentó favorablemente el hecho calificándolo de «Desaparición de un estorbo».

El Ayuntamiento de Getafe, en decisión refrendada por el Gobierno de la República, cambió el nombre cerro de los Ángeles por el de «cerro Rojo», nombre que conservó hasta el final de la guerra civil.

Terminada la guerra, el régimen de Francisco Franco  recuperó su nombre original y dio orden de construir un nuevo monumento, réplica del anterior, que comenzó a edificarse en 1944.

La imagen del Sagrado Corazón de Jesús y su pedestal fueron de nuevo obra de Aniceto Marinas, y los grupos escultóricos de la base de Fernando Cruz Solís. El nuevo monumento muestra a Cristo con los brazos abiertos y mide 11,50 metros. El pedestal sobre el que se apoya, de 26 metros, está rematado con la leyenda Reino en España.

En la base de éste se encuentra un altar, debajo del cual se encuentra la oración Sagrado Corazón, en vos confío. Encima de éste, en el centro figura la locución España al Sagrado Corazón de Jesús. A los lados se encuentran, a la izquierda, el escudo del papa León XIII  y, a la derecha, el escudo episcopal del entonces nuncio en España Francesco Ragonesi.

Los grupos escultórico están situados a los laterales del pedestal. Los grupos delanteros representan a la España misionera y a la España defensora de la fe. Los dos grupos posteriores representan a la Iglesia militante y a la Iglesia triunfante. Estos dos últimos están personificados por las figuras originales pero dispuestas en distinto orden.

El primer grupo está representado por: Isabel la Católica, Cristóbal Colón, Hernán Cortés y Fray Junípero Serra. El segundo grupo representado por: Osio, obispo de Córdoba, Don Pelayo, Diego Laínez, Juan de Austria, y el beato Anselmo Polanco.

El tercer grupo representado por: La caridad, personificada por una religiosa guiando niños, la virtud, representada por una niña con flores y otra vestida de niña de primera comunión, el amor, representado por un hombre y una mujer del pueblo con un niño en brazos y además un hombre desnudo que se dirige a Cristo.

El cuarto y último grupo representado por: San Agustín, San Francisco de Asís, Santa Margarita de Alacoque, Santa Teresa de Jesús, Santa Gertrudis y el beato Bernardo de Hoyos.

El 25 de junio de 1965 fue inaugurado el nuevo monumento, conservándose las ruinas de lo que quedó del anterior monumento (la base y el arranque del pedestal) en un nuevo emplazamiento en frente de la explanada. El nuevo monumento se levantó en el mismo lugar que ocupaba el original.

Ruinas del primer Monumento al Sagrado Corazón de Jesús que aún pueden verse en el Cerro de los Ángeles

Detalle de cómo quedó la cabeza tras ser dinamitado

 

Diez años después de la inauguración del monumento, en 1975, se inaugura el santuario del Sagrado Corazón de Jesús, obra no existente en el proyecto anterior.

El acceso al templo se encuentra debajo del monumento al Sagrado Corazón. Se accede por dos puertas

El santuario se encuentra en la base del monumento. Es de 12 metros de altura, con una superficie de 42,40 metros de largo y ancho, formando un cuadrado. El complejo está compuesto por cinco bóvedas de cañón. Las tres naves principales son de 11 metros de ancho y las dos naves laterales de 4,50 metros de ancho.

Según Aniceto Marinas confesó, hizo esta obra trabajando con fe y entusiasmo, “me persiguieron, me buscaron con verdadero ahínco, y mi salvación fue no encontrarme en Madrid. Saquearon mi casa totalmente, destrozaron todas las esculturas que guardaba como reliquias y que eran tantas que con ellas podía llenar por tres veces la sala de Exposiciones del Museo. Tenía una reproducción maravillosa del Cristo de Velázquez, con que me obsequió un amigo, y la hicieron tiras…”.

 

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: José Prados López

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

José Prados López

PRADOS LOPEZ, José                   Cr  1932                     1897                  MALAGA                     MADRID  1972

Secretario Perpetuo de la AEPE

 

José Prados López nació en Málaga en 1897.

Hijo del matrimonio formado por Manuel Prados Corral y Carmen López Arias, que tuvieron tres hijos: José, Josefa (fallecida en 1946 en Madrid) y Manuel, cronista oficial de Málaga.

Los chicos eran sobrinos de  Baldomero y Rafael López Arias, malagueños pedagogos y periodistas de marcada ideología republicana que pertenecían a la iglesia evangélica bautista, de la que Rafael llegaría a ser pastor, y que dirigieron un centro de enseñanza protestante en la capital alicantina, denominado primero ‘Escuela Moderna’ y luego ‘Escuela Modelo’, al menos desde 1905.

Los hermanos recibirán sus primeras enseñanzas en el colegio evangelista situado en la calle de Torrijos de Málaga.

Apasionado de las letras, como su hermano Manuel, también periodista y escritor, pronto comienza su colaboración con revistas y prensa de la época en su ciudad natal.

En 1917 figuraba como maestro de una escuela privada en Málaga.

  

Casa natal donde vivía la familia Prados López

 

En 1920 encontramos su primer artículo firmado en La Unión ilustrada, de Madrid, dedicado a su hermano Manolo, iniciando una colaboración de pequeños pasajes y cuentos, historias cortas en las que demuestra una prosa versada de traza romántica.

En 1929 presenta “Historia de un hombre bueno”, escrito junto a su hermano Manuel, al concurso de cuentos convocado por la revista Estampa.

José Prados López, el primero por la izquierda

 

A partir de 1930 escribe para Nuevo mundo artículos costumbristas bajo el título de Siluetas y charlas periodísticas, en los que presenta instituciones y pasajes de la vida diaria de Madrid.

Y sobre esas fechas comienza su colaboración con ABC y Blanco y Negro.

Busto de José Prados López obra de González Macías

 

En 1932 escribe para Luz artículos relacionados con el arte. También para otros diarios y revistas de la época como Mundo gráfico, Mundo Hispánico, La Voz, La Libertad, Informaciones, Ideal, El Siglo futuro, El Sol, La Nación, El Financiero, Cartel de las artes, El Heraldo de Madrid, Ideal, La Vanguardia española, Fotos, Falange, La Nueva España, Yugo, ejerciendo en ellos como crítico de arte. Colaborador fijo del diario Pueblo desde 1943 y del diario Madrid desde 1957.

Escribió críticas sobre la gran mayoría de artistas que exponían en la capital, además de otros muchos que lo hacían por el resto de España, siendo sus comentarios numerosísimos y diarios, además de tratar sobre todo tipo de exposiciones de importancia.

Desde 1933 vivía en el mismo piso en el que la Asociación de Pintores y Escultores mantenía sus oficinas, en la Calle Infantas número 30, piso primero derecha (la AEPE ocupa en la actualidad el 2º piso).

Caricatura de Espin

 

En 1935 fue nombrado profesor de Historia de las artes gráficas publicitarias de la Escuela de Artes Gráficas y después profesor de Historia del Arte de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid.

Miembro de los jurados de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, de concursos de todo tipo de arte, grabado, escultura, pintura… y realizó también una gran labor como conferenciante, impartiendo charlas acerca de la pintura de los clásicos, el arte contemporáneo, los artistas de su época, músicos, poetas, incluso teatro.

Desde 1940 y a través del Radio España de Madrid, todos los jueves, comentaba con juicio objetivo y sereno las exposiciones estéticas que se celebraban en la capital de España como auténtico apasionado del arte.

Con motivo de sus bodas de plata con la profesión y como homenaje, se publicó en 1950 por suscripción entre los artistas, el tomo 1946-1948 de su Arte Español, al que siguieron otro par de tomos anuarios que recogían sus crónicas de Arte emitidas por Radio España.

A tenor de la labor cultural y artística que realizaba, en 1951, a propuesta del Ministerio de Educación Nacional, le fue concedida la Cruz de Alfonso X el Sabio.

José Prados López retratado por Alfredo Enguix

 

Con tal motivo, la Asociación de Pintores y Escultores de la que era Secretario Perpetuo, organizó un banquete-homenaje que se celebró en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el 8 de marzo de aquel año, al que acudieron más de 300 personas y en el transcurso del cual le fueron impuestas las insignias de la orden.

En 1957 fue nombrado profesor de Historia del Arte y Dibujo Ornamental de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de Madrid.

En 1960 obtuvo el Premio “Ortega Munilla” otorgado por la Mutua de Agentes Comerciales de España, por el trabajo “Se va ensanchando Castilla”, publicado en el semanario Domingo.

Casado con Amalia García González, tuvo una sola hija, Carmina Prados -López García, que en 1961 contrajo matrimonio con el doctor en medicina José Daniel Ortega Piga.

En 1962 fue galardonado con la Medalla de Oro de la Orden de Arts, Sciences et Lettres y con el grado de Oficial de la Orden del Mérito Nacional Francés, por su contribución al mundo del arte.

La condecoración le fue entregada en abril, en el transcurso de un acto celebrado en la sala de honor del Ayuntamiento de la localidad francesa de Pau, donde se realizó la imposición de las Palmas Académicas y de Mérito Nacional Francés.

José Prados López retratado por Luis Brihuega

 

Un mes más tarde, se celebraba un banquete homenaje en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, que con esta ocasión reunió a los críticos y artistas más relevantes del mundo cultural de la capital de España.

Secretario General de la Asociación Española de Pintores y Escultores, cargo que desempeñó a lo largo de 37 años (desde 1935 hasta 1972) siendo además, director de la Gaceta de Bellas Artes, revista que emite la misma entidad desde 1910 y que a lo largo de muchos años fue un referente en el mundo del arte español.

Fue además distinguido como Secretario Perpetuo de la centenaria institución, como homenaje a su labor en la AEPE.

 

Secretario también del prestigioso Grupo Velázquez, surgido de la centenaria entidad y compuesto por relevantes socios de la AEPE.

En principio, un grupo de amigos artistas, se reunían para tomar café en la Puerta del Sol, bajo la convocatoria de José Prados López. Y lo que empezó siendo unas charlas animadas, terminó constituyendo un grupo formal bajo el nombre del inmortal Velázquez, cuyo objetivo era hacer exposiciones y seguir con las reuniones para tratar todo tipo de asuntos relacionados con el arte. La mayoría, buscaba defender la pintura dentro de la crisis de la posguerra, siendo muy estimado y popular por la crítica y el público, hasta que los miembros se fueron haciendo mayores, diluyéndose al cabo del tiempo.

El propio Prados López lo definía así: «El Grupo Velázquez ha nacido por una necesidad urgente de continuidad. No es que ninguno de sus nueve pintores vayan a pintar como Velázquez, ni a seguir su concepto, cosa ideal que los honraría sobremanera. Es que en esta ambición de continuidad, el Grupo se puso bajo la advocación del más grande pintor del mundo, en un acatamiento españolísimo de su máxima jerarquía, como una bella bandera desplegada, temblorosa de estímulo para el trabajo y para las ilusiones, como un símbolo de pureza y de altura. De este modo el Grupo Velázquez pregona y pregonará su españolismo porque ninguno de sus componentes necesita mirar al extranjero para aprender nada ni para expresar sus sentimientos«.

Tras una larga enfermedad, falleció en Madrid el 1 abril de 1972, siendo enterrado en la Sacramental de San Justo de la capital.

A lo largo de su trayectoria, publicó distintos libros, impartió conferencias y recibió diferentes reconocimientos, que le otorgaron un gran prestigio en el mundo de las artes y de las letras.

José Prados López entrevistando al Sr. Rovira en la revista Blanco y Negro

 

Algunos de los libros que publicó son: la biografía “Chicharro”, dedicada al fundador de la AEPE; su novela “Desolación”; o su obra titulada “Frivolidad” escrita junto su hermano Manuel.

Impartió numerosísimas conferencias, entre las que destacamos las que tuvieron como marco el Palacio Achurri de Bilbao (1947), “Modernismo y eternidad en la pintura de Chicharro”, en el Museo de Arte Moderno (1947), “Luz y color en la obra de los Barrera”, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (1947), “La obra escultórica de la marquesa de Spano” (1949), “Crítica sobre la Bienal Hispanoamericana de Arte” en el teatro del Círculo de Bellas Artes (1951), “Ribera y la Crítica” en el Centro Industrial y Comercial de Madrid (1952), “Arte de ayer y de hoy” en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País (1952), “El paisaje de La Mancha en la obra de Isidro Antequera”, “Artistas levantinos de ayer y de hoy”, en el Aula de Cultura de la Caja de Ahorros de Alicante (1955), “Arte valenciano de ayer y de hoy” (1956), o “Por el realismo a la espiritualidad”, en la Confederación de Cajas de Ahorro, entre otras muchas.
A lo largo de su vida profesional obtuvo el Premio de 1935 de la Real Academia de Medicina y el Primer Premio de Crítica de Arte de 1948 del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Fue miembro de las Reales Academias de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias de Granada, Purísima Concepción de Valladolid, San Telmo de Málaga y Rosario de La Coruña, Socio de Honor del Círculo de Bellas Artes, Socio de Mérito de la Agrupación Española de Acuarelistas.

De él se dijo que “fue siempre fiel a un criterio, que manifestó sin agresividad, pero con firmeza… un criterio limpio de un hombre noble y de cordial naturaleza… Su personalidad como crítico de arte fue estimada en toda su valía por amplios sectores artísticos nacionales, que en él encontraron el más firma valedor del realismo de tradición española, en cuya defensa se mantuvo tenazmente fiel a lo largo de su dilatada vida profesional. Con él desaparece uno de los más importantes escritores artísticos de nuestro país y uno de los más inquebrantables paladines del arte nacional”.

En ABC se leía: “La muerte de José Prados López, secretario perpetuo de la Asociación Nacional de Pintores y Escultores, produce un vacío irreparable en la crítica de arte madrileña, de la que era decano, y sobre todo en la organización de Salones de Otoño, certamen éste que Prados López alentó y orientó siempre con ejemplar dedicación. La Asociación Nacional de Pintores y Escultores fue otra de las empresas que Prados López realizó y mantuvo con exquisito tacto y plena entrega. Los Amigos de Velázquez, a su vez, pierden a su crítico más constante y, desde luego, a su inspirador más cabal No es posible resumir ahora la gran obra llevada a cabo por el crítico de arte desaparecido, cuya puntual dedicación a lo largo de los años (en Radio España, en el diario Madrid y otros muchos) viene a ser el calidoscopio de una extensísima parcela del arte español de nuestro tiempo, cuya pureza defendió siempre con energía y honestidad, luchando denodadamente con cuanto pudiera menoscabar las raíces y la fidelidad de unas maneras nacionales frente a modas extrañas a su naturaleza. El profesor J. Camón Aznar, presidente de la Asociación Española de Críticos de Arte a la que Prados López pertenecía desde su constitución, ha expresado a todos los miembros de la A. E. C. A. el sentimiento por la muerte del compañero querido y admirado”.

Prados López con Fernando Castan Palomar, en el transcurso de una entrevista celebrada en la casa del Secretario Perpetuo de la AEPE

 

Para José Prados López el arte era algo más que una serie de exposiciones, era el producto de unos sentimientos unidos a una técnica y por encima de la técnica.

Según decía, “Crítico en principio, es todo aquel que no se convierte en “padrino interesado” de sus amigos y contertulios”.

Dejó inconclusas numerosas biografías sobre artistas socios de la entidad.

A su muerte, se le quiso recordar otorgando un premio a su nombre en el Salón de Otoño, la Medalla de Acuarela José Prados López, que hasta el día de hoy concede la institución.

Su busto en piedra, realizado por el escultor González Macías, fue donado por su viuda a la AEPE, figurando entre los bienes patrimoniales de la entidad.

Fotografiado por Alfonso

Nuevo Mundo, 1931

Pueblo, 6 de agosto de 1951

Pueblo 11/3/1952

En una tertulia, con amigos

El domicilio de José  Prados López se encontraba en el piso primero de la Calle Infantas, 30

Manuel y José Prados López

José Prados López en un almuerzo

Los hermanos Prados López

La aldea gala: los irreductibles

Mª Dolores Barreda Pérez

Secretaria General

Secretaria Perpetua de la AEPE

 

Bajo el gran telón de la solidaridad y sostenibilidad que tan de moda está ahora en esta bendita España, se dirigen a nosotros infinidad de instituciones de todo tipo con ideas peregrinas en las que solicitan nuestra colaboración, y por supuesto, la de los artistas a los que representamos, en aras de lograr una obra artística innovadora, de mejora, sostenible y solidaria, sensibilizando sobre el deterioro del medio ambiente y el cambio climático, cuyo fin último sería una subasta solidaria de las obras, que se exhibirían en algún restaurante…

Lo pienso y recapacito, y con inmensa tristeza pienso que ya no saben cómo degradar y sangrar más a los artistas.

Para la sociedad actual no importan más que los conceptos y acciones de esta nueva religión, humillando la obra artística hasta extremos insospechados, rozando incluso la malicia, puesto que amparados bajo el paraguas de la solidaridad, se busca llevar a cabo actividades a coste cero, pero muy a la moda del postureo que impera.

Me pregunto si le pedirán a un cocinero que haga lo mismo y done después su comida, su esfuerzo, su trabajo, para deleitar al público de manera innovadora, sostenible y solidaria.

También nos escriben para mostrarnos espacios fabulosos para eventos de todo tipo, solicitando que así se lo hagamos llegar a nuestros asociados, a módicos precios de escándalo, con todo tipo de servicios asociados, excepto los de una cartera de clientes al modo en que de toda la vida han tenido las verdaderas galerías de arte.

Cuelgacuadros, como venimos ya conociéndolas, con otras ideas peregrinas en la asistencia a ferias y exposiciones en países muy interesantes, también a módicos y desorbitados precios, de a metro cuadrado la exhibición.

Constituidas como fundaciones, asociaciones o empresas, estos nuevos salvadores del arte y los artistas pretenden hacer su negocio.

Es lícito. Como liberal que soy, defiendo la iniciativa privada y el libre mercado, la propiedad privada, la justicia… pero me pongo a pensar en todos esos cargos de una fundación cualquiera, que se nutre de los fondos del estado y de las subvenciones que acumula por dedicarse a enaltecer la agenda 2030, en los empresarios que sin pudor deciden alquilar sus espacios a precio de oro sin más actividad que la de contar con unas lindas paredes, bajo el dosel de galerías de arte, y en aquellas otras empresas que nacen al rubor de los sueños e ilusiones de los artistas, y que envueltos en un aire de modernidad, aluden a la digitalización y universalidad de internet para acometer exposiciones peregrinas en galerías inexistentes, como una oportunidad de negocio no explorado bien aún en España, que comienza a ser ya calado por cuantos incautos han tenido la desdicha de caer en sus patrañas.

Todos ellos, cobran sueldos de escándalo, en sus debidas proporciones. Todos ellos se nutren de la ilusión y el trabajo de artistas que siguen sin percibir ni un solo estímulo por su esencia creativa y a los que la sociedad, o quienes vertebran ese sociedad, piden más cada día.

Hablamos siempre de manera hueca y banal de cómo la sociedad necesita del arte y los artistas, de que son imprescindibles porque el arte es universal y trasciende barreras, porque tiene la capacidad de provocar cambios sociales y políticos, porque ayuda a construir identidades, sin olvidar su impacto económico…

Palabrerías nada más. Pueden decirlo como quieran, pero el arte hoy en día es solo un medio más para lograr modificar las ideas y pensamientos de generaciones enteras, de forma que se convierta en algo anecdótico y nimio, puesto que en la sociedad actual, todos son pintores, todos escultores, todos fotógrafos, todos chefs, todos músicos, todos… y ninguno…

No somos solidarios. Vivimos de nuestro trabajo, que en algún momento puede prestarse a apoyar causas y acciones, pero que en ningún caso nos da de comer. La prueba es que la mayoría de los artistas tiene un trabajo que soporta su pintura.

Según nos afean algunas entidades subvencionadas, en la AEPE no somos igualitarios, porque nuestros premios no contemplan la igualdad de género, es decir, deberíamos elegir las obras según su autor, no por ellas mismas.

No somos inclusivos. Pese a que mantenemos una prestigiosa Medalla de Pintura Down Madrid en el Salón de Otoño, creada expresamente para este certamen en el que se da así la oportunidad a un artista de este colectivo, de exponer su obra junto a la de profesionales. Pero claro, tampoco elegimos las obras preguntando por el sexo del autor discapacitado.

No somos sostenibles, que visto así, nuestro trabajo debería reutilizar cada lienzo y cada tablero, por las dos caras a ser posible, para evitar daños al planeta… también se puede morir de belleza entonces…

No somos reciclables… ni ecológicos, ni nuestras obras son de mejora para el medio ambiente y el cambio climático…. Cachis…

Y por eso no entramos en la oficialidad de instituciones que hacen de estas iniciativas su modo de vida y razón de ser.

Somos antiguos, muy antiguos. Creemos en la belleza por sí misma sin necesidad de innovar el acto creativo… las innovaciones en el arte hoy en día, se centran en exposiciones inmersivas donde prima la imagen y se confunde el arte con el ocio y entretenimiento, intentando reinventar la relación del público con las artes plásticas.

Las nuevas tecnologías vienen a crear atmósferas mágicas en torno a la contemplación de cuadros para que el visitante participe en el hecho creativo, frente a la contemplación serena de una obra ideada para ser vista en un ambiente específico.

Las llaman experiencias sensoriales, multidimensionales e interactivas más cercanas al cine y la televisión, a los vídeos de redes sociales, cuyo presupuesto millonario se invierte en comunicación y publicidad exterior.

Pero no puedo dejar de pensar que nada hay que pueda sustituir la contemplación directa de una obra de arte. Nada. El consumo fácil, el entretenimiento, el ocio y la rutina a la que nos lleva esta cultura de lo inmediato, entontece al público y lo aleja, cada vez más, del Arte con mayúsculas.

De ahí que fundaciones y entidades abusen de los artistas, pidiendo su participación en acciones solidarias en favor de causas sostenibles, reciclables, igualitarias…

Se ha perdido el respeto por los artistas. Y la culpa también es de los propios artistas, aceptando como arte y declarando obra artística instalaciones de plátanos en una balda o escaleras apoyadas en paredes o medio vaso de agua, la exposición de productos de desayuno comprados en un supermercado, performance donde una mujer vestida de flamenca simula morir, cuadros hechos con bragas, una bandera grafiteada…

Si eso es lo que la sociedad va a entender como arte y además se le ofrece como una experiencia inmersiva, resultará imposible que ver un cuadro o escultura “normal” llegue a ser contemplado como una obra de arte en toda regla.

Para las generaciones actuales, el concepto de artista se ha devaluado tanto que sólo se reconoce como tal a quien vive de las industrias  creativas. Pocos afortunados son.

Entre tanto, en la AEPE seguimos capeando las solicitudes de colaboración basadas en acciones solidarias con entidades recién nacidas al amor del dinero que todos ponemos al pagar nuestros impuestos.

Me acuerdo ahora de Goscinny y Uderzo y de aquello de… toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste, todavía y como siempre, al invasor…

Esa es nuestra lucha, y nuestros valores. Creemos en el arte auténtico, y esa fe es nuestra poción mágica que prepara con esmero nuestro druida, nuestro Presidente, José Gabriel Astudillo, en el convencimiento de que no se puede seguir exprimiendo a los artistas en aras de agendas comercializadoras de formas cada vez más inapropiadas y humillantes.

No se puede confundir el Arte con el nuevo estilo de vida que nos venden como arte, a través de vías rápidas y masivas que alimentan negocios que en nada benefician al creador.

El Arte no puede morir. Y de nosotros depende velar también porque no muera.

Margarita de Frau

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

 

Margarita de Frau

GONZALEZ DE FRAU, Margarita         1981      19.jun.1914     MADRID               MADRID

 

Margarita en una fotografía de 1936

 

Margarita González Giraud, fue conocida en el mundo artístico como Margarita de Frau.

La fecha de su nacimiento varía dependiendo de la fuente consultada. En algunas se data en 1914, en otras, en 1919, fecha esta última que resulta del todo imposible, ya que si contrajo matrimonio en 1929, no podría haberse casado con solo 10 años. También hay textos en los se le adjudica el mismo lugar y fecha de nacimiento que su marido, José Frau Ruiz (Vigo, 1898). Pero, en su ficha del Registro Nacional de Extranjeros en México, se certifica que la pintora nació en Madrid en 1909.

Y aunque no se puede comprobar que ninguna de estas fechas sea correcta, esta última es la que resulta más convincente en relación con el resto de su biografía.

Pero también es cierto que en la ficha que rellenó cuando se hizo socia de la Asociación de Pintores y Escultores, consignó que había nacido en Madrid, el 19 de junio de 1914, y aunque habría que tener en cuenta que la coquetería reinante en la sociedad de la época, hacía que algunas mujeres se quitaran años, en principio, no tenemos por qué dudar de su palabra.

Hija de un mayordomo real de Alfonso XIII, se conservan dos reportajes en los que la autora explicaba que había comenzado a pintar en el estudio de su hermano mayor, quien al apreciar el talento de la joven, habría convencido a su padre para buscarle un profesor.

De esta manera, contrataron al pintor y también socio de la AEPE, José Frau Ruiz, que en 1929 se convertiría en esposo de Margarita.

Desde ese mismo momento, ella compartió todos sus logros con su marido, minimizando, en ocasiones, su propio mérito y adoptando el apellido de su marido para firmar sus obras, dándose a conocer entonces como “Margarita de Frau” o “Margarita Frau”.

Así, comienza a participar en exposiciones y certámenes públicos.

Interior

El abrazo de la hiedra

 

Sus primeras menciones en la prensa aparecen en 1932, con motivo de su participación en la Exposición Nacional de Bellas Artes, a la que presentó el lienzo Ventana que mira al puente, llamando la atención de algunos periódicos, que la describieron como “un prodigio de sencillez, de sobriedad y de sentimiento”.

En 1933, el matrimonio expuso en el Museo de Arte Moderno de Madrid, en una antológica dedicada exclusivamente a ellos. La institución se encontraba en un periodo de renovación y apertura hacia las actitudes vanguardistas, liderado por el recién nombrado director Juan de la Encina. De este modo, la exposición de los Frau se integró dentro de la nueva programación de muestras temporales dedicadas a artistas contemporáneos que estaba promoviendo el museo.

La revista Blanco y Negro reproduciría una de las obras más representativas de Margarita, un bodegón titulado Anunciación, y fotografías de El abrazo de la hiedra y otras obras de su marido.

En la Gaceta de Bellas Artes se citaban además, La casa de enfrente, Marina, El tren, Anunciación y Caracola, reproduciéndose estas dos últimas.

Por lo general, las críticas fueron positivas. Antonio de Lezama, por ejemplo, afirmó que la obra de Margarita era “muy moderna en la tendencia y en la técnica, sin que ello excluya la nota emotiva, sencilla y claramente expresada, ni una manera de pintar que acusa un temperamento artístico sólido y firme”.

Además, muchas de las crónicas coincidieron en advertir una evolución estilística opuesta en ambos artistas. Manuel Abril observó en José Frau un cambio hacia la depuración y la sobriedad, mientras que según el crítico, Margarita partía de un dibujo demasiado preciso, superficial y decorativista, para progresar hacia una mayor plasticidad.

La artista en una fotografía de 1934

 

En Blanco y Negro se decía de Margarita que no llevaba muchos años de pintora, si bien El abrazo de la hiedra contenía “en discreto equilibrio las mejoras de plástica que avanzan y la —aunque fina— excesiva simplificación decorativa que va paulatinamente desapareciendo en provecho de más hondas calidades”.

José Francés, por su parte, terminaba su artículo expresando que “Acompaña en la Exposición a su marido Margarita de Frau con una pequeña colección de diez notas delicadas y sutiles. Indudable discípula suya, orientada hacia un fin coincidente, ostenta, empero, rasgos distintos y anuncia un temperamento capaz de gustos distintos”.

Manuel Abril percibía “una fragancia poética de feminidad exquisita” en sus obras,mientras que en La Gaceta de Bellas Artes se afirmaba que la pintora prestaba “un encanto peculiar” a sus lienzos, en los que “su fina y aguda sensibilidad de mujer, en la que se adivinan ternuras infinitas, resplandece por entero. Sobre todo, en la elección de temas […], como el que titula Anunciación”.

La exposición resultó ser un gran éxito, teniendo en cuenta que él contaba con una trayectoria afianzada, mientras que ella todavía estaba dando unos firmes, pero primerizos pasos en el mundo de las exposiciones públicas. Con los años, la experiencia ganada por la pintora y el creciente interés de las instituciones por la labor de las mujeres artistas, hicieron que el reconocimiento de Margarita en prensa fuera cada vez más notable.

Retrato de Margarita de Frau pintado por su marido, el también socio de la AEPE, José Frau

 

En 1934, el matrimonio volvió a mostra al público sus obras en la Exposición Nacional de Bellas Artes y sus lienzos, descritos como “excelentes”. Margarita presentó Jardín y Tinta en plata.

En esta ocasión, Margarita logró un mayor reconocimiento que su marido. Su obra Jardines, se reprodujo en la portada del número de la Gaceta de Bellas Artes dedicado a la exposición y Tinta en plata fue merecedora de una medalla de tercera clase concedida por unanimidad, por lo que entró a formar parte de las colecciones del Museo de Arte Moderno, siendo alabada y reproducida en publicaciones como Mundo Gráfico, La Libertad, El Heraldo de Madrid, La Nación…

Estévez Ortega, por ejemplo, definía a la galardonada como “la discípula más predilecta y fiel” de Frau y apuntaba a las diferencias entre ambos: “Tan importante como el color suele ser la anécdota en la obra de Margarita, en a que se puede señalar cierta obsesión literaria puesta al servicio de su exquisita sensibilidad de mujer, plena de ternuras”…

En la misma línea, López Izquierdo señalaba, “La alta crítica quiso eludir el parecido extremo de la obra de Margarita, francamente identificada, o al menos tendenciosa, a la creada por José Frau. La influencia es natural y hasta lógica, y a nada raro obedece esa analogía. La sola diferencia es la que motiva la distancia temperamental del hombre a la mujer. De Frau solo puede decirse que no debe confundirse al apreciar sus lienzos la ingenuidad con la feminidad o delicadeza conceptiva. De Margarita digamos que es una promesa casi ya en sazón, de sana orientación y norma fija, llamada a integrar la airosa hueste de mujeres pintoras”.

Tinta en plata

El galardón obtenido fue celebrado en un homenaje que le dispensaron amigos y admiradores en el Hotel Ritz de Madrid, y al que asistieron Juan de la Encina, y socios de la AEPE como Marceliano Santa María, Julio Moisés, Julio Prieto Nespereira, José Francés, Manuel Abril, Estévez Ortega, Gil Fillol, Manuel Benedito, Timoteo Pérez Rubio, Gregorio Prieto, José Aguiar…

El triunfo y reconocimiento de las obras del matrimonio les llevaron a participar en las Exposiciones Internacionales de Pittsburgh, organizadas por el Instituto Carnegie, una muestra a la que sólo se accedía por invitación expresa de los organizadores y en la que el matrimonio estuvo presente en las ediciones de 1934, 1935, 1936 y 1937, mientras que a la de 1938, solo acudió Margarita.

Estas exposiciones también incluían la venta de obras, siendo además itinerantes por distintas ciudades de Estados Unidos, llegando a museos e instituciones como el Museo de Arte de San Francisco.

Bodegón con ventana

La selección de obras era bastante exclusiva, de forma que de cada país, se incluían solo 20 o 30. La encargada de escoger las obras en España era Margaret Palmer, que ya había asistido al homenaje a la artista en el Hotel Ritz con ocasión de lograr su medalla, quien comentaba siempre su selección a Homer Saint-Gaudens, director de Bellas Artes del Instituto Carnegie, que en alguna ocasión escribió que“esta Frau es más fuerte que su marido, o mejor, es mucho más encantadora”.

En estas exposiciones en EEUU, los Frau compartieron sala con artistas como Salvador Dalí, Picasso, Genaro Lahuerta, Daniel Vázquez Díaz, José de Togores o José Gutiérrez Solana.

A finales de 1934 Margarita participó en el XIV Salón de Otoño con las obras tituladas Ruinas y Cocina o interior, que fueron reproducidas en diferentes publicaciones. También lo hizo su marido con otras obras.

Para Estévez Ortega, Ruinas “era superior a Interior, ya que en el primero la autora conseguía definir su personalidad pictórica, también marcada por la emoción y el lirismo, aunque el segundo demostraba una infinita delicadeza, un temperamento sensible, de un lirismo exaltado y un sereno concepto del arte”.

Anunciación

Ramas sin hojas

 

Para Estévez Ortega, Ruinas “era superior a Interior, ya que en el primero la autora conseguía definir su personalidad pictórica, también marcada por la emoción y el lirismo, aunque el segundo demostraba una infinita delicadeza, un temperamento sensible, de un lirismo exaltado y un sereno concepto del arte”.

La revista Blanco y Negro publicaba: “Del matrimonio Frau, preferimos la obra de la esposa. No por galantería, sino por equidad”. En La Nación, se imprimió un reportaje dedicado casi en exclusiva a la pintora, mientras que la obra de su marido le valió la distinción de Socio de Mérito de la Asociación de Pintores y Escultores.

Gaceta de Bellas Artes, mayo-junio 1934

Ellas 10/7/1932

 

El matrimonio volvió a participar en el Salón de Otoño de 1935, al que Margarita presentó Anunciación y Paloma Mensajera.

Margarita de Frau, Gaceta de Bellas Artes, julio 1933

 

También se pudo ver obra de los dos en la Exposición de Arte Español Contemporáneo que en 1936 tuvo lugar en el Museo del Jeu de Paume de las Tullerías de París, donde se exhibieron obras de Picasso, Juan Gris María Blanchard, Zuloaga, Gargallo…

La prensa española destacó entonces su participación como parte del grupo de artistas de tendencia constructivista, neotradicionalista y humanista que figuraban en la muestra.

En 1936 el matrimonio participó también en la Exposición Nacional de Bellas Artes que quedó interrumpida por el estallido de la Guerra Civil.

José Frau se inscribiría en las Milicias de la Cultura, creadas por el Ministerio de Instrucción Pública con la finalidad de alfabetizar a los soldados, mientras que Margarita se afiliaría en calidad de “paisajista”, al Sindicato único de la Enseñanza de Madrid, ligado a la CNT.

Durante el conflicto, el propio bando republicano condenó a muerte a José Frau, ya que su colección de arte religioso levantó sospechas sobre sus relaciones con la iglesia.

Tanto José como Margarita procedían de familias bien posicionadas: el padre de José Frau había pertenecido a la Sección de Fronteras de la Guardia Civil y el de Margarita había sido mayordomo real. Y los reportajes de la época también dan a entender que la pareja pertenecía a la alta burguesía ya que, según describen, vivían en una enorme casa en Madrid, con jardín y servicio doméstico.

Las gestiones realizadas por Margarita lograron salvar la vida de su esposo, permitiendo continuar con su carrera artística una vez finalizado el conflicto, si bien emigraron a América por separado.

Antes, en 1940, realizó una exposición en la Galería Buchholz de Madrid.

Según el Registro Nacional de Extranjeros de México, Margarita de Frau y su hijo, que en aquel momento tenía cinco años, viajaron allí desde Buenos Aires en 1940.

En 1943 Margarita ganó la pensión de la Fundación Conde de Cartagena concedida por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que consistía en un viaje por Latinoamérica de un año, en el transcurso del cual, realizó doce óleos que se expusieron en solitario en el Salón Marabini de Madrid un año más tarde.

José permaneció en España, logrando en 1943 la Primera Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes, viajando en 1947 a Buenos Aires y de allí a Coyoacán, en México donde la familia estableció su residencia, entablando amistad con intelectuales exiliados.

José expondría en varios lugares de México, en Nueva York y otras ciudades americanas, y continuó participando en diferentes muestras españolas, sobre todo a partir de su regreso a Madrid en 1964.

Sobre Margarita de Frau, no se ha podido hallar ninguna actividad artística correspondiente a la etapa mexicana, aunque retomó su participación en exposiciones tras su regreso a España, donde continuó trabajando hasta su fallecimiento, ocurrido en1986, diez años después que su marido.

Paloma mensajera

Ruinas

 

Margarita de Frau y la AEPE

Participó en las siguientes ediciones:

XIV Salón de Otoño de 1934, con la obra Ruinas.

XV Salón de Otoño de 1935 con Paloma mensajera y Anunciación.

 

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