Firmas con sello de lujo: Tomás Paredes

En el charco de la cultura

Hay una expresión, de cumplido tránsito en el habla coloquial, meterse en un charco, que vale por buscar una complicación, un lio, tratar algún asunto complejo. Meterse es un verbo pronominal o reflexivo, que indica movimiento y decisión, introducir o aventurarse a hacer, muchas veces con la connotación de atrevimiento o de falta de idoneidad para ello. Confío en no ser ejemplo.

Hay otras frases, que se emparentan con esta. Es habitual oír que alguien se mete, o pisa, todos los charcos, para indicar que entra al trapo en todos los temas discutidos, comprometidos, candentes. Además, están meterse en camisa de once varas, que no es lo mismo, pero tiene semejanzas; meterse en un berenjenal, meterse en boca de lobo…

Por cierto, meterse en un charco no lo recoge el Diccionario Fraseológico de Manuel Seco, quien falleció el 16 de diciembre. Manuel Seco, padre de todos los diccionarios de la Academia Española, es autor de obras fundamentales como Diccionario de dudas y Diccionario del español actual. Un lexicógrafo de lujo y un caballero. A su muerte, excepto una columna de Amorós en ABC, se le ha aplicado el silencio: claro signo de ignorancia de los medios y de los lectores que deben exigir calidad a sus medios. Comprar un periódico es un contrato por el que adquirimos información contrastada y fundamental a cambio de un precio. Si no es así, te están estafando.

Manuel Seco Reymundo

 

La cultura en la antigüedad era el canto mélico, la mitología, las artes, los saberes admitidos en célebres repertorios. Fueron Herder, de una parte, y de otra Kant quienes estructuraron el concepto de cultura que hemos venido admitiendo como válido hasta ahora, que se ha implantado el guirigay, la bazofia mental y la más cultivada ignorancia.

He decidido meterme en el charco de la cultura, porque está en peligro. Y sin cultura somos salvajes. La cultura en España y con referencia a Madrid, que es donde resido. En muchas autonomías la cultura agoniza -caso de Barcelona, no de Cataluña-, si no está solemnemente muerta, a excepción de Valencia, el influjo del Guggenheim de Bilbao, Málaga, Lindbergh en Coruña…

El artículo 44 de muestra Carta Magna, Constitución española de 1978, consta de dos epígrafes: 1.- Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho. 2.-Los poderes públicos promoverán la ciencia y la investigación científica y técnica en beneficio del interés general.

¡Papel mojado! Al menos en relación a la actividad que vemos del Ministerio de Cultura, de las Consejerías de Cultura autonómicas y de los concejales del ramo en los Ayuntamientos. ¡Por supuesto que siempre hay excepciones, pero tan escasas que…!

El primer problema está en saber qué refiere el vocablo cultura. Gustavo Bueno, abusado por unos y por otros, publicó en 1996, El mito de la cultura, tratando de explicarla desmitificándola con conocimiento de causa. La cultura hoy está considerada como lo más elevado, el estado supremo del hombre, el reino de la gracia, pero había que preguntar qué entiende cada uno por cultura, porque no todo es cultura.

Portada del libro « El mito de la cultura », de Gustavo Bueno

 

En realidad, hace relación a la agricultura, que labra y cuida la tierra para obtener feraces cosechas. Así, el cerebro virgen del ser humano es moldeado por los saberes, afectos y perspectivas de conocimiento, formando una mente para convivir y compartir. La cultura está determinada por aquello que modula, ahorma nuestra inteligencia con un cariz positivo, por la sensibilidad, por el medio. La gastronomía per se, no es cultura, puede serlo la forma de consumirla; el espectáculo no es cultura, el deporte no es cultura, el cine de masas no es cultura, el turismo no es cultura, y no por ello hay que denostarlos.

¡Nos quedamos sin cultura y eso envilece y asilvestra aún más al ser humano! Se ha puesto en pinganitos ese invento de las industrias culturales. No hay mayor aberración. La cultura tiene que ver con la organización de la vida y sus comportamientos, con la espiritualidad, no con la industria, ni con la cantidad, ni con la estadística. La cultura sublima la sensación, vehicula nuestra idiosincrasia, nos dispone a la eticidad, a la epiqueya, hace de cada hecho un acto enriquecedor.

En manifestaciones a Europa Press, 18.XI.21, el académico Félix de Azúa afirma: “Poner a Iceta en Cultura es como poner a Chiquito de la Calzada”. ”Tenemos uno de los Gobiernos más ignorantes de la Historia de España y ahí están los resultados”. Que yo sepa ni el Ministerio ni nadie han rectificado al Sr. Azúa y no seré yo quien lo haga.

Bodegón de Álvaro Delgado en la tapa del catálogo de su exposición de Conde Duque

 

No es admisible, aunque si posible, que un señor que no tenga un concepto claro de lo qué es cultura, dirija un Ministerio, que además lo es del Deporte. Cuesta un triunfo que te reciban y cuando lo consigues, si no vas a por una subvención, ni te escuchan. Tengo nombres y apellidos de damnificados. No hay promoción para el arte, sino migajas; sin embargo, para el cine rebosan las subvenciones, hasta tal punto que la Academia del Cine, por esta vía, hace exposiciones de actores y directores y de lo que le echen.

Los Premio Nacionales se ha convertido en un circo de jurados obedientes, para estar a bien con todos. Los últimos nombres agraciados con el Premio Velázquez, son una conmoción tenebrosa; como los del Cervantes, convertido en el Premio de los Difuntos. Los premios no son ni una jubilación, ni una beca, ni una compensación. Los premios son distinción a la excelencia, al talento, un reconocimiento. ¿Quién evalúa la eficacia de esta política caprichosa y nefasta, injusta y despectiva, arbitraria e ignorante? ¿Una sociedad tan ignara como sus mentores políticos? ¿No hay nadie que levante la voz?

Álvaro Delgado

 

¿Para qué sirve un Ministerio de Cultura? Si no es para agilizar los proyectos de los ciudadanos, que así se cultivan, y facilitar que la diversidad luzca sus mejores galas. ¿O hemos vuelto al Ministerio de Instrucción y Propaganda? ¿Quién cuida nuestro patrimonio material e inmaterial? ¿Para qué sirve la Dirección General de Bellas Artes? María Dolores Barreda, secretaria general de AEPE, hizo un listado de los premios nacionales y de trescientos sesenta y cuatro, sólo cinco eran parar el arte.

¿Podría explicar la consejera de Cultura, Turismo y Deporte -¡ahí es nada!- de la Comunidad de Madrid cuál es su objetivo cultural? La oposición, como tampoco tiene un concepto claro, se lanza a críticas personales en lugar de señalar las deficiencias. Marta Rivera de la Cruz está en manos de sus asesores, que pagamos todos, y que acomplejados hasta el tuétano, acatetados, sólo quieren ser modernos, “muy modernos”, pero la responsable de la inacción y de la ignavia es ella.

¿En qué consiste ser moderno? No en apoyar la creatividad de nivel existente o que surge, sino en apostar por ocurrencias vacías y estrambóticas con la pretensión de epatar a los pazguatos. La banalidad, la frivolidad, las ideas estereotipadas de igualdad, las idioteces de algún atrevido parecen distinguir la modernez de estos sujetos. La gente que no tiene nada que ver con el arte no debería tener nada que ver con el arte, ¿Me explico?, reza de una de los Pensamientos despeinados de Stanislaw Jerzy Lec (Lwöw 1909-Varsovia 1966). Sustituyan la palabra arte por cultura.

Retrato de Leopoldo María Panero , por Álvaro Delgado

 

La Comunidad de Madrid no tiene un proyecto cultural, la oposición mucho menos, pues de tenerlo evaluarían las carencias, en lugar machacar con consignas marujiles. ¿Qué hace Marta Rivera de la Cruz por Madrid en el ámbito cultural? Nada. Subvenciona a grandes museos, colabora con la Academia de Bellas Artes, programa la sala de Alcalá 31- con manifiesta arbitrariedad y desacierto- y preside no sé cuántos patronatos. ¿Cómo influye en la oferta cultural de Madrid? No influye. ¿Cómo se evalúan el gasto de esta Consejería y su idoneidad? Podría ser que se dedicara a la conservación del patrimonio histórico, pero tampoco.

En Madrid influyen las exposiciones de Mapfre, El Museo del Prado, Telefónica, cada vez menos el “Reina Sofía”, la colección del Thyssen, el museo Sorolla; para una franja joven de edad, Matadero, La Casa Encendida, cada vez menos. El tour del Bernabéu, que es más visitado que cualquier museo y pagando. Si la Sra. Ayuso deja a Madrid sin entidad cultural, consintiendo la ineficacia de la Sra. Rivera de la Cruz, lo pagará y restará atractivo a la Comunidad y a la ciudad.

El caballero, la muerte y el diablo, mixta s/papel pegado a fibrapán 164 x 130, 1998

 

En 2022 se celebra el centenario del nacimiento del pintor Álvaro Delgado, madrileño de Antón Martín, y pintor determinante del expresionismo español del s. XX. Paseó el nombre de Madrid por el mundo, fue creador de la “Escuela de Madrid”, miembro de varias Academias, el artista que más intelectuales inmortalizó. Bien, pues la Sra. Rivera de la Cruz, lo ignora, no contempla esta efeméride. Me consta que, hace unos meses le presentaron un proyecto sobre este centenario y para la Sra. consejera y su equipo de ilustres no había nada de interés, ellos quieren “cosas muy modernas”.

Y si miramos al Ayuntamiento de Madrid, igual: errático, sin rumbo, dejado de la mano de Martínez Almeyda y sin una idea de lo que hay que hacer. Y la oposición, de picos pardos, sin centrarse, escorándose al vapuleo ideológico general y a la descalificación sistemática. El Ayuntamiento hizo exposiciones magníficas- tiempos del denostado Álvarez del Manzano-, muy visitadas, en el Centro Cultural de la Villa, en Conde Duque. ¿Qué hace ahora, para qué sirven Centro-Centro y Conde Duque?

Portada del libro «Pensamientos despeinados», de Stanislaw Jerzy Lec

 

Las instituciones culturales públicas no deben estar secuestradas por las ideas personales de sus directores. Se deberían elegir para ellas, no personas por un determinado tiempo, sino proyectos e ideas, de modo que se pudiera contemplar una sucesión de brillantez en lugar de una decadencia sectaria. Y las propuestas que se seleccionaren no deberían estar pagadas en su totalidad, sino en parte, para obligar a tener los pies en la tierra, cosa que no sucede hoy. No se trata de doblegarse a lo comercial, pero tampoco a la mente de un iluminado o varios. No incluyo a los Museos Nacionales, pero si al resto.

En fin, los que se proclaman de izquierdas, auténticos o espurios, dicen que sí, que es cuestión de derechas e izquierdas. Y no es verdad, es cuestión de ignorantes y menos ignorantes. Lo que el ciudadano pide hoy, mayoritariamente, es libertad, gestión, menos impuestos, menos Estado, eficacia, seriedad, limpidez, gestión, gestión…y que cada cual piense como le venga en gana.

Lo que hace el ministro Iceta no es gestión, es contentar a los suyos y ponerse a favor de corriente. El Sr. Iceta es un generador de mediocridad. Quería desmantelar los Museos Nacionales y cuando se le han echado encima, se ha escondido como una comadreja asustada, como la tenista china, negándolo todo. ¿Y qué hace Marta Rivera de la Cruz? Nada, vegetar, vivir de lo que hacen otros. Aún, no se han dado cuenta estos dirigentes floreros y superfluos que el dinero público es de todos y que, si sus acciones no generan feracidad cultural, el dinero para sus juergas ideológicas y serviles se acabará.

Madrid es una meca del teatro de toda laya y condición, hecho a espaldas de las instituciones. Pero debería serlo de la edición, de la poesía, de la música, de las marionetas, de los concursos de pensamiento, de danza, del diseño, de la creatividad, de la performance… y no lo es. Hay espectadores, pero faltan ideas, programas, gestores.

Felipe II, por Álvaro Delgado

 

La lectura es importante para la cultura. Pero no se excita gastando dinero en propaganda para que se lea. Necesita otros planes y otros profesionales. No hay que dar subvenciones a libreros, editores y distribuidores, sino premiar con compras de material para bibliotecas a quienes mejores ideas exhiban. Hay que cuidar a los lectores y a los escritores, los intermediarios son necesarios, pero sin los primeros qué harían. Porque soy un asiduo de las librerías puedo decir esto.

La cultura es la semilla más fina del espíritu humano, la herencia más valiosa del hombre, sin mitificar nada, sólo hay que sembrar, dejarla crecer; regarla, abonarla, no pisotearla, mirar como emerge en todas direcciones, porque la cultura es plural como el arte, como los humanos. Indomable como el aire. La ideología es totalitaria, dogmática, sectaria. Las instituciones deben incitar a marchar, pero no exigir que sea en una dirección concreta. La cultura sirve para muchas causas, la incultura para ninguna, es yerma, baldía, vacía, huera. La cultura construye, nos hace progresar; la incultura es reaccionaria, genera caos y desasosiego.

Álvaro Delgado es un maestro del arte, más avanzado que toda esa patulea de modernos. ¡Que no se revise su obra en su centenario y en su ciudad indica en que estado se encuentra la cultura; muestra un gran desprecio a nuestra historia, caso de que se conozca, y una falta de respeto al presente y a las nuevas generaciones, que deben conocer lo que les precede, también lo de su tiempo, pero sin quemar el pasado!

   Tomás Paredes

                                Presidente H. Asociación Española de Críticos de Arte/AICA Spain

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver Política de cookies
Privacidad