La cultura del «todo vale»

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

En la Asociación Española de Pintores y Escultores no entendemos nada de arte. Es una lástima. Llevamos ya 112 años de historia sin discernir lo que es y lo que no es arte.

Los grandes maestros de finales del siglo XIX, del siglo XX y de principios del siglo XXI son sólo unos iletrados, unos pobres incultos en cuestiones de arte a los que de nada sirve pedirles su opinión en este y en otros temas.

Y así nos va. Como diría alguien… “pa lo que hemos quedao”…

Debe ser que no estamos en la honda… claro, que cualquiera va y dice que no sabemos de arte, ni creemos en el arte contemporáneo entendido tal y como se presenta en ferias como ASCO… uy, perdón, ARCO.

No. Ni siquiera estamos a la altura.

Estamos necesitados de alguien que nos indique qué es arte y qué no, algún experto que nos dirija y nos guíe porque, con total sinceridad, no entendemos de arte.

En la web de la feria he leído que ARCO “es un motor de pensamiento alrededor del arte contemporáneo”… vale. “El arte visto a través de las galerías y su esencial relación con artistas y coleccionistas”… bueno. “Investigar, de la mano de comisarios y profesionales, en torno al presente y futuro del arte contemporáneo”… bien. Queda de lo más bonito dicho así.

 

Si lo he entendido, son las galerías las que presentan a artistas con nuevas y diferentes propuestas de arte. Es decir, las galerías nos enseñan lo que es y lo que no es arte.

No se trata de diferenciar y distinguir artistas, sino de educarnos e instruirnos sobre lo que es el arte. Y claro, eso lo hacen de forma totalmente desinteresada, porque como pueblo llano, estamos muy necesitados de que alguien decida por nosotros qué es arte.

Por eso, ya no se trata de saber pintar o esculpir, eso es lo de menos. Valiente tontería he dicho. No, ya no se trata de eso. Se trata de ser el más original y “quedarse con la peña”, el más gracioso, el que mejor desate la polémica, consiguiendo ese minuto de gloria y fama con obras creadas únicamente para eso. Se trata de ser extravagante y sorprendente, de generar controversia, de provocar… eso es el arte contemporáneo.

Ya no sirve ser artista, ahora hay que ser otra cosa… por ejemplo, trabajar en una tienda de bricolaje, o meternos de lleno en los oficios de decorador y escaparatista… Me niego a utilizar palabras de procedencia anglosajona para describir oficios tradicionales cuya terminología está muy bien definida en el idioma español.

Leo en un periódico que los “espectadores no siempre entienden de arte moderno y las vanguardias que se exponen en el certamen de creaciones contemporáneas más importantes de nuestro país”, a pesar de que (esto lo veo en otros medios) “la población está ávida de experiencias nuevas y apetencias artísticas”, y que “la  gente que va a ARCO sabe de arte contemporáneo y nuevas tendencias”.

 

Bueno, vale, pues yo he ido y sigo diciendo que no sé nada de arte. Que cuando fui y me encontré una escalera junto a una pared, y escuchaba a un corrillo definiendo esa “propuesta”, como algo que nos hace llamar la atención sobre cómo va ascendiendo el arte… pues resulta que llegó el operario y cerró la escalera y se la llevó… y la cara de incredulidad de los “entendidos” no hizo sino reafirmarme en mi total ignorancia y pésima educación cultural.

No”, me dicen. “Lo importante es el concepto, no el arte material”… Vale, aceptamos pulpo como animal de compañía. “Es normal tener reacciones de desprecio y rechazo al arte contemporáneo, porque es complicado comprender una obra sin saber absolutamente nada del autor”… acabáramos…

Debe ser normal entonces mi rechazo a obras como la realizada por una señora que grabó una operación quirúrgica para una oclusión parcial de su vagina… pero claro, es normal porque no entiendo ni una sola palabra de arte.

En diferentes medios comentan que es recomendable consultar la opinión de expertos en arte contemporáneo: galeristas, comisarios, casas de subastas, especialistas con los que aprender qué es el arte contemporáneo.

Así que volvemos a un círculo vicioso en el que las galerías deciden qué es arte e intentan enseñárselo al pueblo. Cada año, definen cuál es el arte “bueno” y cuál no, el que se cotiza, el que le gusta a coleccionistas e instituciones que pagan auténticos “pastizales” por obras incalificables que según las galerías, son arte contemporáneo.

 

Leo también que “la educación artística que recibimos (sobre la que hay tanto que decir aún) se ha quedado anticuada y tiende a apreciar el arte como se hacía hace cien años atrás, dejando de lado, en general, el arte contemporáneo”. Pues no me digas más. Eso va a ser.

Cuando seguimos denunciando la falta de educación artística en la enseñanza, resulta que la que se da es para ver obras de hace 100 años… soberbia explicación. Las mejores obras de arte de toda la  historia de la humanidad, algunas tienen más de 100 años, pero vamos, pocas, a decir de quien ha escrito esa reseña… están anticuadas y las vemos con ojos antiguos, por eso no sabemos apreciar bien el arte contemporáneo.

Ni sabemos distinguir, ni diferenciar, ni discernir si lo que vemos es una obra de arte o es una operación quirúrgica…

Y lo peor de todo es la postura “políticamente correcta” de los artistas. Salvo raras y contadas excepciones, aquí nadie dice ni mú, ni saca los pies del tiesto… no sea que se quede fuera de un posible futuro en ARCO, que difícil veo si no se tiene galería, ni presenta a perros que se atan con longanizas, o máquinas que den besos, e incluso elefantes que hablen o ballenas que vuelen…

Porque aquí, vale todo, y si no lo ves, es porque no entiendes nada de arte. Como me pasa a mí, que soy una gran ignorante.

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver Política de cookies
Privacidad