Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Ramón Pulido Fernández

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

Ramón Pulido Fernández

PULIDO FERNANDEZ, Ramón   P  1910(F031)   27.jul.1868    MADRID    MADRID

Socio Fundador Nº 31

Socio de Mérito de la AEPE

Socio de Honor de la AEPE

 

 

Ramón Pulido Fernández nació en Madrid el 3 de julio de 1867, aunque en los archivos de la AEPE figura como fecha de nacimiento el 27 de julio de ese mismo año.

Poco sabemos de su vida personal y de su infancia, más allá de que la familia la formaba el matrimonio y tres hijos: Juana, Ángel y Ramón.

En 1885, con apenas 17 años, apareció en El Liberal con motivo de una subasta benéfica para la que donó una obra que fue reconocida como de “una valentía poco común en el dibujo y una extraordinaria brillantez en el colorido”.

Comenzó su formación en el estudio de Alejandro Ferrant, otro de los socios Fundadores de la Asociación de Pintores y Escultores, y en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde obtuvo sus primeros triunfos con sobresalientes, accésits, diplomas y medalla en la carrera.

 

Ramón Pulido en dos fotografías  aparecidas en la prensa en 1918 y 1916

 

En 1888 participó en la Exposición de Barcelona con un cuadro que representaba a Alfonso VI orando ante el sepulcro de San Isidro, que la prensa calificó como “primera obra formal y de empeño del joven pintor… conocido en los círculos artísticos y reputado por muchos ilustres pintores como una brillante esperanza. El cuadro de Pulido, por su inspirada composición, por su dibujo y por su hermoso colorido, revela en su autor condiciones envidiables de que el tiempo y el estudio pueden sacar obras de primer orden….estos días el cuadro lo han visto los pintores más famosos de Madrid y han tributado al joven artista sinceros elogios”.

En una fotografía aparecida en El Liberal en 1925

 

Envía la obra “El 17 de julio de 1834” a la Exposición Nacional de 1890, que la prensa consideró que “tenía detalles justos y bien pintados, pero cuyo asunto es el defecto capital del cuadro”, y a la de 1892.

La Diputación Provincial de Madrid le pensionó para ampliar estudios de pintura en Roma durante dos años, prorrogándole la concesión por otros dos más.

En 1894 participó en la Exposición de impresiones de viaje celebrada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, que exhibía los apuntes y bocetos recogidos por sus socios en las expediciones del último verano. En aquella ocasión, Ramón Pulido presentó quince apuntes de Venecia, Nápoles, Pompeya, Roma y Lido.

Obtuvo Tercera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1895.

Caricatura aparecida en El Imparcial, en 1925

 

Para 1899 ya se había cobrado una excelente reputación como decorador, al haber realizado “panneaus” y pinturas murales de grandes dimensiones, algunas con más de 60 metros.

En 1900, Francisco Alcántara, otro de los socios de la Asociación de Pintores y Escultores, firmaba en El Imparcial una nota acerca del mural que el artista acababa de realizar en la capilla gótica de la casa de salud de Cuatro Caminos, inspirado en los pintores florentinos de los siglos XIV y XV, en una obra de “vasta superficie… de gran belleza y expresión delicadísima… en la que abundan los ciertos. El gran grupo de ángeles de la izquierda es lo mejor que en su género hay en España… Ramón Pulido ha encontrado una senda por la que pocos podrán seguirle y en la que le esperan brillantes triunfos”.

También ese año terminó los frescos del templo de los Trapenses del Val de San José, que el propio artista enseñó a algunos amigos y que fue recogido por la prensa como una expedición  a la que acudieron artistas como Alejandro Saint Aubin, periodistas como Antonio Cánovas y Vallejo, críticos como Luis Pardo, además de los hermanos Amaré.

En su estudio. Blanco y Negro de 1906

 

En la Exposición de Bellas Artes de 1901 consiguió la Tercera Medalla, compitiendo con nombres como Joaquín Sorolla, Gonzalo Bilbao, José Mª López Mezquita o Aureliano de Beruete, todos ellos socios fundadores de la Asociación de Pintores y Escultores.

En la Exposición de Bellas Artes de 1906 obtuvo la Segunda Medalla por el óleo «Inmaculada».

Descubrió la ciudad de Toledo, que le apasionó, y en la que vivió y trabajó como Profesor de Término de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos, grado en la época a la que sólo algunos llegaban tras mucho tiempo ejerciendo en la docencia y méritos acumulados.

Con el tiempo llegó a ser director de la misma de 1934 a 1936, impartiendo la asignatura de Dibujo Artístico y de Historia del Arte.

Desde que comenzara a concurrir a las Exposiciones Nacionales en 1896 y hasta 1912 se dedicó principalmente a trabajar en los frescos de grandes dimensiones de distintas instituciones religiosas.

Colaboró además de forma habitual con artículos en la prensa nacional, en diarios como El Globo, El Liberal, La Correspondencia de España…  y también en La Gaceta de Bellas Artes, órgano de la Asociación de Pintores y Escultores, y en el diario local El Castellano, así como en la revista Toledo.

Escribió un pequeño tomo altamente sustancioso titulado «La Pintura Religiosa», libro en que repasa y hace crítica instructiva de las obras y autores comprendidos, extendido principalmente al Renacimiento y al Barroco.

José Francés, que fuera Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, recogía en una nota publicada en 1916 en Mundo Gráfico, que se trata de “un documentado e interesantísimo estudio de las obras de este género pictórico y de los autores que preferentemente la han cultivado en todo los siglos… Mucha es la autoridad del ilustre crítico para tratar la materia”…

Banquete con que fue obsequiado por su exposición en el Círculo de Bellas Artes en Blanco y Negro

 

La fotografía del banquete aparecida en Nuevo Mundo

 

Gracias a su iniciativa, Eduardo Rosales cuenta con un monumento en Madrid, proyecto que fue aprobado por el Ayuntamiento en 1916, haciéndose además otro tipo de actividades como conferencias y homenajes que él mismo promovió.

Propuso multitud de iniciativas de forma continua, que no llegaron a realizarse o no tuvieron la repercusión que él buscaba, pero que justificaban su amor al arte y a los artistas y el reconocimiento al trabajo de los mismos, como el monumento a Casimiro Sainz, a Muñoz Degrain…

Vivía en un hotelito en el que también edificó su estudio, en la calle Ávila, 9, en Cuatro Caminos, donde cultivaba su jardín y trabajaba también por la urbanización y ornato de la extensa barriada, colaborando con arquitectos y el ayuntamiento de la capital en los diferentes proyectos al respecto.

Fue socio del Círculo de Bellas Artes, al frente de cuya sección de Arte Decorativo realizó exposiciones y actividades de gran importancia.

En 1925 realizó en los salones del Círculo de Bellas Artes una exposición que incluía paisajes, pinturas religiosas, “con hondas ambientaciones espirituales, escenas de la Dehesa de la Villa, paisajes expresados con acierto, cariño y emoción decorativa… de pocos colores que él mismo prepara… y en pinturas de animales de técnica luminista donde el estudio de las formas y de la anatomía y el de los fondos, son de gran justeza, porque el dibujo y las calidades del color no se sacrifican en holocausto de la luz”…

¡Pobre padre mío!   

De vuelta de un entierro en Roma

 

Con motivo de la exposición, el Círculo de Bellas Artes ofreció un banquete en su honor para festejar el éxito de crítica y público que obtuvo.

Ramón Pulido entendía que Toledo era una ciudad singular para fomentar el arte, reclamando para ella mayor prevalencia en orden a estudios a impartir y a considerarla como punto clave en la especialidad. Estaba convencido de que «Toledo puede crear una gran escuela de arte castellano, no sólo artes suntuarias y decorativas sino arte puro…  Toledo tiene orfebres, tallistas, rejero, bordador, ceramista, encajera, y no hablemos de escultores… La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando puede hacer mucho en ese sentido”, no dejando de exponer y pedir apoyo para crear en Toledo un Centro de Restauración con rango universitario superior.

Miembro de la  Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.

Él mismo escribió que …”Sin ser toledano, siento por Toledo suma admiración y cariño, y cuando pasa una temporada sin haber podido ir a visitarla, un anhelo por recorrer sus poéticas callejuelas”…

En 1922 ya se adhería al periodista Santiago Camarasa, solicitando ambos que “Toledo fuera declarada monumento nacional en su conjunto”, declaración que no llegó hasta 1940.

Para el Museo de Infantería instalado en el Alcázar, pintó Pulido un extraordinario cuadro cuyo tema era el de la visita que Carlos V hizo a Francisco I de Francia en el Palacio Real, lugar de acogida del francés por algún tiempo.

Aldeana

Dama con un paraguas

La degollación de los frailes, en San Francisco el Grande

 

Ramón Pulido, hombre bueno, fue respetado y respetuoso con cuantas personas conoció, en particular con sus alumnos, e igual de afable con ellos. A Ramón Pulido puede atribuírsele carácter ingenuo poseído, añadido a una acusada real miopía y también su naturaleza envejecida, con una constitución física acusadamente menguada, por lo que las correcciones efectuadas en los ejercicios de los alumnos caían con escepticismo en el aula.

Le pesaba mucho la gran carga de trabajo que tuvo durante toda su vida; extremadamente sensible, le afectaban mucho los sinsabores y dificultades que a otros con parecidos contratiempos no les habrían ocasionado similares quebrantos.

La Inmaculada Concepción

 

Hombre enjuto, de cuerpo algo inclinado hacia delante, más una miopía advertida y una visión bastante disminuida, su paso al andar era ligero, aunque parecía que se esforzaba mucho porque sus piernas no delataran un mayor envejecimiento.

Ramón Pulido era en exceso temeroso ante cualquier eventualidad, pensando que podría acusársele de contrario a lo imperante en aquella turbulenta época política, aumentado su prejuicio por haber sido articulista de un periódico católico como era El Castellano.

Nunca buscó la fama, por ser de talante modesto, si bien tuvo reconocida notoriedad.

Plaza del Grove

Mater Purísima

 

Estallada la guerra de 1936, en los primeros meses de la subversión trató de cumplir con su cometido acudiendo a la Escuela de Artes, no sin hallarse en todo instante profundamente conturbado; se daba cuenta de que su aspecto infundía sospechas a los milicianos extremistas que habían llegado a la ciudad para luchar contra los sitiados en el Alcázar; “pelo canoso y coronilla, más algo encorvado y reconociéndose con apariencia de fraile ocultando su profesión”, era para sentir miedo continuo.

Enrique Vera, ese otro gran pintor y compañero de enseñanza, y otro de los socios de la Asociación de Pintores y Escultores, estuvo a su lado en todo momento proporcionándole protección, pues con Vera no se metía nadie.

El altar mayor de la nueva iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, obra de Pulido, en una imagen aparecida en La Esfera

Infancia de Jesús

 

Pero Ramón Pulido volvió a Madrid, recogiéndose en su casa, donde pasó penosamente los iniciales meses de guerra. Conforme transcurría el conflicto, aumentó su inquietud y sus temores, y completamente acobardado y sin posibilidad de proporcionar alimentos y refugio a su familia, y a pesar de ser creyente, se quitó la vida en 1936.

Nadie habló de ello nunca. No fue noticia. No se reflejó en ningún periódico de la época ni en ese año ni en los posteriores. Del suicidio nunca se habla en la prensa.

Ramón Pulido fue un gran pintor que cultivó la pintura de historia imperante en su época, pero también la social y religiosa, realizada en grandes lienzos.

Marina con personajes

Firma autógrafa del artista

 

Tiende en sus cuadros a un post-romanticismo, distante del impresionismo tardío imperante en sus brillantes años de artista. Dominaba la composición y las formas, muy cuidadas, con argumentos oníricos y atributos simbólicos.

Obras suyas colgaron en el Museo del siglo XIX (Casón del Buen Retiro madrileño), en instituciones como el Hospital de la Cruz Roja de Madrid, en palacios, el salón de baile del Balneario de La Toja y en numerosos templos de Madrid, como el de Nuestra Señora de los Ángeles, la parroquia de San Ramón Nonato de Vallecas, el monasterio del Val de San José de los trapenses (Getafe), la Iglesia de los Agustinos, el retablo mayor de la capilla del hospital de San José y Santa Adela, los existentes en colecciones particulares, en palacios y establecimientos y alguno en la mansión toledana del profesor de Cerámica Sebastián Aguado, al que le unía estrecha amistad.

Salas y comedor del Balneario de La Toja, con pinturas de Ramón Pulido

Paisaje con caballos

La Violetera

Paleta con paisaje

 

Ramón Pulido Fernández y la AEPE

Socio Fundador de la Asociación de Pintores y Escultores, con el número 31, publicó al menos treinta y seis artículos en la Gaceta de Bellas Artes sobre temas muy variados.

Vocal de la Junta Directiva en 1914, repitió cargo en la de 1932 a 1934.

Activo participante de todo tipo de actividades de la entidad, donó obra para el festival benéfico de 1915, pronunció varias conferencias en distintos años, como la del Ciclo Goya, en 1928.

Además, formó parte del Comité para la organización de una Federación de artistas que promovió la AEPE, de la que hizo la presentación del proyecto en junio de 1932.

Socio de Mérito y Socio de Honor de la AEPE.

Participó en los Salones de Otoño de:

IX Salón de Otoño de 1929:

152.- Rosas y albaricoques, óleo, 0,81 x 0,85

153.- Margaritina, óleo, 0,40 x 0,32

154.- Palacio Ducal de Venecia, óleo, 0,53 x 0,37

155.- San Marcos de Venecia, óleo, 0,37 x 0,53

X Salón de Otoño de 1930:

221.- Patio toledano, óleo, 0,66 x 0,87

222.- Rosas blancas, óleo, 0,84 x 0,50

223.- Rosas, óleo, 0,82 x 0,60

XI Salón de Otoño de 1931

110.- Calle de la Indeña (Toledo), óleo, 0,87 x 0,65

117.- Plaza de Valdecaleros (Toledo), óleo, 0,60 x 0,82

367.- Rosas y cerezas, óleo, 0,79 x 0,70

XII Salón de Otoño de 1932:

99.- Rosas, óleo, 0,57 x 0,67

100.- Los Batanes (Sierra de Alcaraz), óleo, 1,20 x 1,19

101.- Un jardín, óleo, 0,90 x 0,80

102.- Mercedes, óleo, 0,50 x 0,45

103.- Rosas, óleo, 0,72 x 0,79

XIII Salón de Otoño de 1933:

116.- La Quinta de los Pinos (Madrid), paisaje óleo

117.- Rosas, óleo

118.- Paisaje de la Moncloa, óleo

 

Parroquia de San Ramón Nonato, en el  Puente de Vallecas

Calle del pueblo

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