María Galán Carvajal

Por Mª Dolores Barreda Pérez

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LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

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MARÍA GALÁN CARVAJAL

María Galán Carvajal nació el 9 de diciembre de 1880 en Avilés, Oviedo. De su puño y letra así lo escribió en su ficha de inscripción, contradiciendo la información que a este respecto publica Ramón Baragaño.

Hija de José Galán Estrada y de Teodora Carvajal Zaldúa, hermana del marqués de Pinar del Río, ilustre filántropo que se había enriquecido en Cuba.

La familia gozaba de una buena posición social y económica, pero tras el fallecimiento de su padre, y cuando maría contaba con 10 años de edad, los hermanos y su madre se trasladan a Madrid.

Dotada de grandes condiciones para el dibujo, comenzó a pintar a la edad de 16 años.

Cursó estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, siendo discípula de José Ramón Zaragoza, Alejandro Ferrant y Álvarez Sala.

Fueron muy frecuentes también sus visitas al Museo del Prado, ejerciendo de copista de los grandes maestros y viviendo el ambiente artístico que reinaba en Madrid.

Animada por sus maestros, abrió un estudio en la calle Goya de la capital, dedicándose a la enseñanza.

María Galán Carvajal en su estudio

 

En 1915 concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes con el cuadro titulado “Segoviano”

En 1920 la familia regresó a Asturias y fijó su residencia en Oviedo, pasando los veranos en Salinas, entonces incipiente y tranquilo centro de turismo estival.

Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1922, hecho que recogió el crítico J. Blanco Coris cuando destacó en la prensa de la época…”Haremos mención del retrato cabeza estucho de mujer de la señorita María Galán Carvajal”.

En abril de 1924 aparece como maestra participante en el Congreso Nacional de Educación Católica, puesto que además de su actividad pictórica, María fue una mujer profundamente religiosa y muy preocupada por las clases desfavorecidas.

De esta forma, en octubre de 1929 fue nombrada por el gobernador de Asturias, Concejala del Ayuntamiento de Oviedo, cargo que por distintas circunstancias políticas sólo desempeñó hasta febrero de 1930.

 

Retrato, obra del XIV Salón de Otoño

 

Su actividad pictórica continuó con su concurrencia a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1930 y 1936.

En 1932 participó en el XII Salón de Otoño, mereciendo la calificación de Socio de Mérito según recogió la prensa de la época.

En 1933 la crítica señala sus obras como de “buenas pinturas” y un año después se reafirma cuando se mencionan sus “dos buenos retratos”.

En 1935 realizó su primera exposición en Oviedo, en el Salón Peñalba.

Madrecita, obra del XII Salón de Otoño

 

Por enfermedad propia y por distintas desgracias de familia, tuvo algunos parones en su dedicación artística, que siempre lamentó pero fueron inevitables.

Pintaba principalmente retratos, interiores y bodegones, y algunas flores y paisajes con la técnica del óleo, si bien también cultivaba la acuarela y el temple.

Realizó distintos viajes a Florencia, Roma y París, para conocer y estudiar de primera mano el arte y los grandes maestros.

La familia vivió la contienda española en la localidad asturiana de Salinas, donde veraneaban. De regreso a Madrid y, habiendo fallecido ya su madre, María Galán Carvajal regresó en 1943, a Salinas, donde residió y estableció su estudio en Villa Teodora, con la única compañía de su sobrina Mª del Carmen.

 

“Bodegón”

 

En 1938 el ingeniero Julio Martínez Hombre, Director de la Estación Experimental Agrícola de Nava, le encarga la realización de una serie de acuarelas para ilustrar las variedades de manzanas asturianas, trabajo interrumpido por el fallecimiento del agrónomo en 1945 pero que el Ministerio de Agricultura publicó en 1957 con 234 acuarelas ilustrativas que, desgraciadamente se han perdido.

Entre 1939 y 1940 llevó a cabo los trabajos de restauración del retablo de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Salinas.

Simultáneamente, continuaba su participación en todo tipo de certámenes, presentando obra a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1945, 1948, 1954. También participó en varias exposiciones colectivas, entre las que destaca la que organizó el Automóvil Club de Oviedo en 1940 con el título de Exposición de Artistas Asturianos.

 

“Figura de Porcelana”, obra con la que concurrió al XIV Salón de Otoño

 

En 1947 realizó su segunda exposición individual, que tuvo lugar en la Universidad de Oviedo, en los bajos del antiguo Colegio de Recoletas (después rectorado), el mismo lugar en donde llevó a cabo su tercera muestra individual en 1953.

En 1954 celebró una exposición en la Sociedad de Amigos del Arte, en Avilés, muestra que contó con 27 cuadros y con éxito de crítica y público.

Ese mismo año, el Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo hace público el acuerdo de compra, por una suma de 4.000 pesetas, de la obra titulada “Rincón de Estudio”, de la pintora María Galán Carvajal.

El 30 de agosto de 1960 María Galán Carvajal fallecía en su casa de Salinas. A pesar de ser soltera y no haber tenido hijos, lo hizo rodeada de sus familiares más íntimos.

Su obra está situada en el realismo académico de la época, siendo muy apreciados sus interiores y retratos, que reflejan una gran calidad, un especial dominio del dibujo y un muy personal empleo del color.

 

“Salón”

 

María Galán Carvajal y la AEPE

Su primera participación en el Salón de Otoño fue en su edición número XI, del año 1931, a la que presentó: 313. “Dibujando” (óleo), 0,95 x 0,70 y 469. “Retrato”, 0,63 x 0,49

En el XII Salón de Otoño de 1932 participó con las obras 2. “Bodegón (óleo), 0,69 x 0,69 y 7. “Bodegón” (óleo), 0,69 x 0,71

Al XIII Salón de Otoño de 1933 llevó cuatro obras, figurando ya en el catálogo editado como “Socio de Mérito de Salones anteriores”: 114. “Retrato de la señora”,  120. “Bodegón” (óleo), 358. “Retrato” (dibujo) y 362. “Retrato” (dibujo)

En el XIV Salón de Otoño de 1935 encontramos las obras 84. “Figura de porcelana” (óleo),  1,11 x 0,84 y 138. “Retrato” (óleo), 1,10 x 0,82

El último Salón de Otoño en el que participó fue en el de 1942, correspondiente a su edición XVI, con la obra 129. “Bodegón” (óleo)

 

Altar de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, de Salinas y detalle de la restauración del altar de la Iglesia de Salinas

“Árboles”

Biliografía y webgrafía

Región, 10/4/1924, 19/11/1927

La Libertad 15/10/1929, 11/11/1932, 30/11/1933, 3/1/1934

El Heraldo de Madrid. 11/5/1922, 12/11/1932

El Imparcial 15/10/1929

ABC 22/6/1945

Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo 12/4/1954

El Siglo futuro 11/11/1932,

La Voz 12/11/1932,

Y (Madrid) 1/1/1942,

Crítica de arte en la Asturias del primer tercio del siglo XX, de Natalia Tielve García.

Archivo Histórico “Bernardino de Pantorba” de la Asociación Española de Pintores y Escultores

www.gacetadebellasartes.es

www.salondeotoño.es

La pintora María Galán Carbajal, por Ramón Baragaño

 

Carolina Castillo y Díaz (Sra. de Campo)

Por Mª Dolores Barreda Pérez

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LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

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Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

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CAROLINA CASTILLO Y DIAZ (SRA. DE CAMPO)

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CASTILLO DE CAMPO, Carolina del. P 1911 (F) GIJON 1867 (Avd. Villaviciosa, 99) GIJON 1933.

Pintora de excepcional inteligencia y cultura, nacida en Gijón en 1867, en el número 16 de la calle Uría, se crio en una familia perteneciente a la burguesía gijonesa y estudió dibujo y música. Heredó de su padre el interés por la cultura y la inquietud intelectual, ya que él mismo era culto, sensible y participó intensamente en la vida cultural de su tiempo, e incluso produjo una curiosa y original obra plástica, todo ello, sin buscar notoriedad ni más pretensión que satisfacer su gusto y sus impulsos creativos, haciendo uso profusamente de un don artístico natural que nunca quiso convertir en eje profesional en su vida.

Carolina con sus hijos

Desde muy temprana edad, manifestó una gran disposición para el dibujo y la pintura. Sus cuadros, bocetos, apuntes y dibujos son lo más representativo de su obra.

Su afición artística se despertó pronto, y discurrió de modo autodidacta hasta que su marido insistió en que retomase sus creaciones, relegadas durante un largo período en el que mantuvo una relación tan solo intermitente con la pintura.

Su vida personal transcurrió de forma apacible tanto en su niñez como en su juventud, pero se vio más tarde malherida por la pérdida temprana de dos de sus seis hijos: primero Felipe, con cuatro años, y poco más tarde la única hija, Margarita.

 

Coincidiendo con el fallecimiento del primero, en 1906, Carolina del Castillo asistió a clases con Nicolau Huguet y se mantuvo activa, participando en las Exposiciones Nacionales de 1908, 1910 y 1912.

Durante esta época realiza ocasionales viajes a Madrid, donde conocerá a su futuro maestro Cecilio Pla. Es el momento de acercarse a los grandes artistas del Prado, donde admira y copia a Velázquez. En estos primeros tiempos firmó repetidamente sus trabajos con el seudónimo de Krol-Ina, dándose a conocer en 1908, en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, con tres cuadros, uno de los cuales: El alma de la casa, obtuvo una mención honorífica. Posteriormente concurrió con varios lienzos: Cecilia, El acecho, El abuelito… a numerosos concursos, obteniendo diversos galardones.

En 1914 la familia se desplaza a vivir a Madrid y se abre una nueva etapa en la vida y en la creación de la artista gijonesa. Cecilio Pla le muestra un mundo de fuerte cromatismo y de creaciones impresionistas que abren una brecha con todo lo que había aprendido con anterioridad y le permiten asomarse a un universo creativo nuevo en el que se encuentra a sí misma como artista. Pero, además, Madrid le abre las puertas de un ambiente intelectual muy distinto de la tranquilidad pasmosa de Gijón. Son años de intensa producción artística.

 

Carolina con sus hijos en Madrid

Participó en la Exposición de Artistas Asturianos de 1916 celebrada en Oviedo, con gran éxito, así como otras exposiciones Nacionales de Bellas Artes.

Le gustó cultivar el retrato, el paisaje y el desnudo, este último en un arranque de valentía que sorprenderá a la sociedad del momento. Pero fue el retrato el campo en el que se le reconocieron los mayores logros, al componer lienzos en los que los personajes se acercaban al contemplador. En ellos Carolina del Castillo reflejó su entorno emocional con admirable habilidad.

Se la conoce fundamentalmente por sus paisajes y temas infantiles, además de ser una notable retratista. Fue la primera mujer asturiana que afrontó el tema del desnudo femenino para gran escándalo de la época, aunque éstos no se encuentran entre sus obras más interesantes. En su obra de este tipo más conocida, titulada “Desnudo”, plasmado con manifiesta destreza, aparece una figura abstraída, concentrada en la tarea de ponerse una media, al margen a los presupuestos academicistas en los que la pose era un componente fundamental en el resultado final y esperado de la pieza.

Llama la atención la naturalidad con que Carolina del Castillo se enfrenta a la situación y crea un instante robado a la intimidad que admiramos en su plenitud, pero sin formar parte de ella. La obra no dialoga con nosotros, sólo nos permite mirar.

Llaman la atención las veladuras con las que cubre el cuerpo, con las que se distancia del dibujo perfilador y opta por una pincelada gruesa y constructiva de formas y volúmenes destacados sobre un fondo que únicamente se modela para reflejar y resaltar el cuerpo femenino. Es un telón creado con texturas que caen verticales y son concebidas con imprecisión formal: se intuyen y se adivinan, pero no se visualizan del todo.

 

La luz se alía precisamente con esta pincelada de impronta impresionista para subrayar la fuerza del volumen, el cuerpo que se destaca sobre la oscuridad de un fondo utilizado en función de las formas femeninas que en modo alguno buscan el erotismo, sino simplemente la naturalidad. La blancura de la anatomía que no se delimita milimétricamente nos ofrece un contraste con el cabello oscuro conformado por una mancha negra. Esta pieza fue adquirida por la Universidad de Oviedo en 1990.

Esta temática, ya controvertida de por sí, resultó aún más conflictiva en este caso, porque quien la abordaba era una mujer. Los prejuicios sociales se removieron y los aspavientos fueron numerosos. Baste decir que, como recuerda Víctor Alperi, cuando Carolina del Castillo requirió a una mujer para posar desnuda la modelo se negó al saber que no se trataba de un pintor sino de una pintora.

En 1927 la familia regresa a Asturias y pocos años después, en 1933, Carolina del Castillo fallece en la misma ciudad que la había visto nacer.

En 1987, sus hijos Gonzalo y Luis organizaron una exposición antológica de la obra de Carolina, con motivo del centenario de su nacimiento, exposición que se instaló en la sala del Ateneo Jovellanos, la primera de esta pintora y que logró un rotundo éxito. De ella se comentó que “el paisaje y retrato eran los géneros más representados en la muestra, y en ellos se advertía una soltura de pincelada y una viveza de color que la pintora aprendió de Cecilio Plá, su maestro.

Pero además hubo de ella otras exposiciones en su homenaje en los años 1975, 1977 y 1986.

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