Recordando… Adolfo Lozano Sidro

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Adolfo Lozano Sidro

 

LOZANO SIDRO, Adolfo  P  1910(F177)  21.ene.1872  PRIEGO (Co)  MADRID/PRIEGO 7.nov.1935

Socio Fundador Nº 177

Autor del cartel del Baile de Payasos de la AEPE en el Teatro Real

 

En 2022 se cumple el 150 aniversario de su nacimiento, conmemoración a la que desde la Asociación Española de Pintores y Escultores nos unimos

 

Nació el 21 de enero de 1872 en Priego de Córdoba, en el seno de una familia acomodada.

Su padre, José María Lozano Alcalá- Zamora, era juez; su abuelo, Fausto Lozano, era alcalde del municipio, y sus tíos, Adolfo y Manuel Sidro, promotores-fiscales en Almodóvar del Campo y Cabra.

Siendo niño, recibió su primera formación artística de su tío abuelo Federico Alcalá-Zamora Franco, que era profesor de Pintura en Madrid y pasaba largas temporadas en Priego. Inició sus estudios de bachillerato en Cabra.

En 1855 se trasladó a Málaga con su familia; allí simultaneó el bachillerato con las clases de la escuela provincial de Bellas Artes de San Telmo en Málaga, donde consta su presencia desde 1887, y en el taller de José Moreno Carbonero, su admirado maestro.

 

Gracias a sus grandes dotes para el dibujo, presentes a lo largo de toda su vida, desde 1890 se dedicará, exclusivamente, a perfeccionar su formación artística. A los dieciocho años ganó una mención honorífica en el certamen convocado por la Sociedad Económica Cordobesa de Amigos del País.

Ese mismo año se trasladó, junto a su familia, a Granada, en cuya Audiencia Provincial estaba destinado su padre. Éste deseaba que su hijo estudiase Derecho, pero él se matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras.

En 1892 participó en una exposición organizada por la Diputación Provincial de Córdoba, que le concedió una pensión que nunca llegó a hacerse efectiva.

 

Durante su etapa granadina perteneció a una tertulia regeneracionista llamada Cofradía del Avellano, con quien colaboró en la publicación, en 1899, de El libro de Granada.

En 1893 abandonó definitivamente los estudios universitarios y se trasladó a Madrid para completar allí su formación artística junto a Moreno Carbonero, de quien aprendió composición y colorido.

Poco después de llegar a la capital, las estrecheces económicas que atravesaba su familia —que no podía enviarle dinero— le obligaron a buscar trabajo para financiar sus estudios. Esa falta de recursos le llevó a tener que industrializar su arte, pintando postales y abanicos, según le eran encargados por las casas de comercio, y a relacionarse con el fotógrafo Francisco Ruiz Santaella, también de Priego, con quien colaboró y de quien fue amigo.

 

Cuando Moreno Carbonero cerró su academia, Lozano Sidro pasó a completar su formación con Joaquín Sorolla, de quien asume ciertos rasgos del luminismo que se advierten en su serie de paisajes y patios andaluces con macetas y flores. En 1904 pinta en Priego una serie de retratos de distintos miembros de su familia, todos ellos de gran calidad: Alfredo Calvo Lozano, Rosario Muñoz Vizcaíno, José Ruiz Torres Hurtado, José Tomás Valverde Castilla, Loreto Lozano Alcalá-Zamora, Antonio Calvo Serrano, etc.

 

Como consecuencia de la muerte de su cuñado, Alfredo Calvo, en 1913, Adolfo acogió en Madrid a Amelia, su hermana, y a sus diez hijos, a quienes sacó adelante no sin ciertos apuros. A este mismo año corresponde el retrato de Fidel Fita Colomer, encargado por la Real Academia de la Historia.

Uno de sus sobrinos, Alfredo, inició estudios en la Facultad de Bellas Artes de Madrid, lo que debió de animar a Lozano Sidro para que se matriculara, a sus cuarenta y cinco años, con el objeto de obtener la titulación académica superior. Consta en la Facultad desde 1917 hasta 1922, pero, al no presentarse a los exámenes, nunca obtuvo el título.

En 1922 pintó el retrato de Niceto Alcalá-Zamora que se conserva en el Ayuntamiento de Priego de Córdoba.

 

Junto con su labor pictórica, se debe reconocer la calidad artística de su actividad como ilustrador gráfico al servicio editorial del diario ABC y de algunos otros periódicos. Tras haber ganado el primer premio en el concurso de ilustración de la revista Blanco y Negro de 1903, participó asiduamente en sus ediciones, dejando en sus páginas muchos de sus mejores trabajos y siendo autor de algunas de sus más bellas portadas, que son obras que reflejan bien la “belle epoque” española.

También ilustró el “Cuento Semanal” y, en 1925, una edición de la novela de Juan Valera Pepita Jiménez, cuyos veinte dibujos originales se expusieron en el Salón de Nancy en Madrid, en 1926. También hizo algunos carteles, como el de la Feria de Granada de 1904.

 

Sus ideas regeneracionistas siempre mantuvieron vivo su compromiso con los más humildes, lo que le llevó a usar el lenguaje gráfico como instrumento de denuncia social, de modo que su obra se convierte en una crónica de la vida cotidiana de su época, en la que están presentes, con visión crítica, todas las capas sociales, desde los terratenientes andaluces hasta los gitanos vendedores en las ferias andaluzas y, muy especialmente, una cierta fascinación por la fiesta nocturna y la alta sociedad aristocrática y burguesa, que permanece ociosa y vive exclusivamente para tales fiestas. Se le ha considerado uno de los más incisivos cronistas gráficos de su tiempo, autor de un estilo propio lleno de elegancia, humor y aguda capacidad de observación.

Recibió diversas condecoraciones en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, como una Mención de Honor en 1897 por su Santa Teresa de Jesús, adquirida para una iglesia de México, la Tercera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1910 por su “Caballero Andante”, y la Medalla de Plata de Dibujo en la Internacional de Panamá de 1916.

 

 

Obtuvo, además, el reconocimiento real, ya que uno de sus lienzos fue comprado por la reina María Cristina, quién lo exhibía en el Palacio Real.

Son muy numerosas, conocidas y valoradas sus gouache, pequeños cuadros de composición bien ordenada, temáticas iconográficas agradables, tratados con gracia y delicadeza, en un estilo realista que denuncia claramente su formación decimonónica. También practicó la pintura orientalista, con fascinación por los ambientes musulmanes, como su Diversión del Sultán Selím, y por el mundo japonés.

 

De su abundante obra deben destacarse Hombre con chaleco, La odalisca (1908), La limosna y Saliendo de Misa (1917), La plaza de Priego (1928), La puerta del Sol (1929), Feria de Priego; La Becerrada, etc.

 

La sala Vilches de Madrid organizó dos exposiciones personales de su obra en los años 1908 y 1912 y, según señala Pantorba, ambas tuvieron notable éxito de ventas.

Aunque afincando en Madrid, nunca olvidará sus raíces, regresando los veranos a su Priego natal. En 1935, durante su estancia en este municipio, contrae una enfermedad que lo llevará a la muerte, el 7 de noviembre, a los 63 años, siendo enterrado al día siguiente  en el cementerio del Santo Cristo de Priego, ciudad que le ha dedicado un museo monográfico.

Este mismo año se cumple el 150 aniversario de su nacimiento, aniversario al que desde la Asociación Española de Pintores y Escultores nos unimos, felicitando al Ayuntamiento de Priego por las iniciativas que con tal motivo realice.

 

El consistorio prieguense ha guardado la memoria de este hijo ilustre, al dar su nombre al Centro Cultural del municipio, además del Museo en el que se encuentra parte de su obra, a través de un Patronato que con motivo del aniversario, ha organizado una serie de actos encaminados a divulgar los valores y la obra del pintor, así como dar a conocer el museo más allá del ámbito local.

El programa de actos incluirá una exposición antológica de la obra de Lozano Sidro en la ciudad Córdoba, después del acuerdo logrado con la Fundación de Artes Plásticas Rafael Botí, que permitirá realizar una muestra en una de las salas con las que cuenta el centro en la capital cordobesa.

Para esta exposición, que tendrá lugar entre los meses de junio y septiembre de este año, se contará con la obra del Museo, así como con la colaboración del Museo ABC del dibujo y la ilustración de Madrid, así como con la colaboración del Museo de Bellas Artes de Córdoba, sin olvidar el apoyo de los herederos del pintor. De igual forma se editará un catálogo de la exposición con textos divulgativos sobre las obras de Lozano Sidro.

 

Además, se va a editar un libro sobre las obras expuestas en el museo prieguense, que incluirá un estudio en profundidad de las 40 mejores obras de Lozano Sidro, dando prioridad a las que se encuentran en el citado museo.

Las actividades conmemorativas continuarán también con una exposición homenaje a cargo de la Asociación de Pintores de Priego, que realizarán cuadros inspirados en obras del pintor prieguense. Y por último, está prevista realizar una campaña divulgativa para acercar a los centros educativos, a los prieguenses y al público en general, la vida y la obra de Lozano Sidro.

 

Adolfo Lozano Sidro y la AEPE

La Gaceta de Bellas Artes de enero de 1913 informaba del “Baile de Payasos” que se iba a celebrar en el Teatro Real de Madrid el día 17 de ese mismo mes y que finalmente se verificó el día 24 de enero. Fue un gran esfuerzo de la Junta Directiva que venía preparando el baile de máscaras, según propuesta del Enrique Ubao. La novedad consistía “en implantar en Madrid los bailes de un color, con sorpresas de índole pintoresca que se preparaban, siendo obligatorio el disfraz en colores blanco y amarillo. La sala presentará un verdadero aspecto de sala de espectáculos y desde los palcos, como de las mesas del restaurante, se podrá gozar un punto de vista que necesariamente ha de ser rico de luz y de color, y atrayente por la animación más fácil de conseguir en grupos desenvueltos con alegría hirviente como la propia espuma del champagne, que en la apiñada fila de la acostumbrada concurrencia”… Se hacía notar los beneficios que la AEPE podía alcanzar de este festival y en bien de todos, para poder fomentar los planes de la Asociación.

El cartel anunciador de este gran baile fue obra de Adolfo Lozano Sidro.

 

La Gaceta de Bellas Artes del 15 de mayo de 1926 dedicó dos páginas completas al artista, con la reproducción de las obras tituladas “El homenaje”, y “Esperando el mixto”, en una crítica firmada por Bernardino de Pantorba. Además de repasar brevemente su biografía, el crítico se refiere a la exposición celebrada en el Salón Nancy, recogiendo el éxito cosechado con ella y refiere que “le ha servido para afirmar su fama de experto dibujante… Un poco oscurecida por su labor de ilustrador ha quedado su obra puramente pictórica. Sus óleos no han logrado alcanzar la aceptación de sus dibujos a la gouache, trabajados fuera del concepto decorativo y de la manera sintética que hoy predominan. Son dibujos que se hermanan con los pequeños cuadros de composición que se pintaban a fines del siglo pasado; dibujos compuestos de un modo realista y tratados con una gracia muy hábil… Es Lozano Sidro –como acertadamente reconoce el crítico Méndez Casal- un observador un tanto humorista de la vida, un dibujante que interpreta las escenas del gran mundo, acentuando tipos, las más de las veces indulgentemente; otras poniendo tal cual ponderación irónica… la mano de este notable artista, que ha sabido abrir su camino con esforzada honradez, con limpio tesón y ha logrado imponer, en este ambiente no siempre honesto, sus dibujos sinceros, sagaces, deliciosamente humorísticos”…

Socio de Honor del X Salón de Otoño, recompensa que equivalía a un importante premio en esta convocatoria y al que sólo accedían los más notables artistas.

Asiduo participante del Salón de Otoño, participó en

* II Salón de Otoño de 1921, donde apareció inscrito como “Adolfo Lozano Sidro, natural de Priego (Córdoba); vive en Madrid, San Mateo, 30”, y presentó la obra

166.- Las diversiones del Sultán Selim, gouache; 050 x 0,61

* VIII Salón de Otoño de 1928

161.- Fiesta de corte, guache

162.- En la Plaza de Priego, guache

163.- Esperando el mixto, guache

* IX Salón de Otoño de 1929

111.- Una fiesta aristocrática

112.- Un café

113.- Una verbena

114.- Sonata (Señorita antigua tocando el piano)

115.- Florentinos (Dos cabezas pequeñas antiguas)

116.- Madrid de noche

117.- La Puerta del Sol

* X Salón de Otoño de 1930

156.- Retrato romántico, óleo, 0,72 x 0,62

157.- Azucenas, óleo, 0,67 x 0,88

158.- Un patio andaluz, óleo, 0,92 x 0,80

159.- Rosas de enredadera, óleo, 0,64 x 0,75

160.- Adoquinadores, óleo, 0,52 x 0,38

* XI Salón de Otoño de 1931

297.- Románticos, guache

472.- La presidencia de la becerrada, gouache

* XIII Salón de Otoño de 1933, en el que aparece con nuevo domicilio en la calle Princesa, 41

151.- Otoño, óleo VIII XVII

359.- Calle de noche

361 Sala de un teatro

 

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Bernardo G. de Candamo

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

cabecera 1

 

La  Gaceta de Bellas Artes 1912

En octubre de 1912, en el número 28, en el que figura como Director Manuel Villegas, en el que será el número de su despedida, y como Redactor-Jefe Bernardo G. de Candamo, la portada hace un importante anuncio. Con el antetítulo “Nuestras reformas”, el titular “Lo que aspiramos a hacer”, y la entradilla destaca “Intentando mejoras materiales. Siempre dentro del Reglamento. Conversaciones sobre Arte. Teoría y Estética. Queremos que los artistas colaboren en nuestras campañas”. Y tras esta declaración de intenciones, un largo texto que merece la pena reproducir:

La GACETA DE LA ASOCIACIÓN DE PINTORES Y ESCULTORES va a cambiar, si no así de pronto y súbitamente de aspecto, por lo menos en un sentido del todo compatible con el Reglamento, de criterio.

Entiéndase lo de criterio como debe entenderse. Nos referimos, exclusivamente, a que ya que la Asociación ha adquirido fuerza, personalidad y vida, debe a su vez adquirir fuerza, vida y personalidad el Boletín, que es a modo de programa y a manera de síntesis a un tiempo mismo. Sobre todo personalidad es lo que necesita, lo que exige este periódico. Y la tal personalidad suya no puede ser otra cosa que un reflejo fiel de la personalidad de la vasta entidad social.

Bien está que el Boletín recoja las cuentas, los estados, las convocatorias, los anuncios de Exposiciones próximas, la noticia de las recompensas, etc. Para eso es, en primer término. Pero esto, por ser de índole utilitaria, es menos alto y menos ideal que otros nobles estímulos artísticos. Eso es el final del arte, es el acabamiento material de las obras de belleza, que por ser como son, y dada la índole de la vida contemporánea, no pueden aspirar a galardones de una naturaleza más elevada.

La GACETA dirá, pues, todo lo que debe decir; anunciará cuanto debe anunciar, recogerá cuanto debe recoger. Pero, ¿no os parece a vosotros, artistas, que falta algo? ¿No creéis que aparte de lo puramente oficial y referente a las aspiraciones justas, pero limitadas, debemos nosotros, los que redactamos la Revista, hablaros de arte y hablaros de belleza! Para los que encuentren en las columnas dedicadas a la información oficial la noticia que les convenga, nuestra divagación previa servirá de distracción y de entretenimiento, para los que no sólo no hallen lo que anhelan hallar, sino acaso lo contrario, nuestras palabras podrán ser consoladoras.

Pretendemos hablar de ideal artístico y de práctica del arte, de acuerdo con los criterios actuales, con las tendencias del día. No serán nuestros discursos escritos vanas palabrerías. El ejemplo servirá para concretar lo teórico; y junto al recuerdo de obras realizadas irá la consignación de las teorías que las han precedido.

Hablaremos de estética; haremos labor crítica; realizaremos trabajo, si no pedagógico, que sirva de estímulo al pensamiento y de excitante al recuerdo. No pararemos mientes en lo que signifique pueril moda de un día; y ni acogeremos con una sonrisa siquiera, ni consideraremos digna de nuestra protesta la arbitrariedad artística, que va encubriendo su impotencia cada día bajo un calificativo diverso. El arte, sobre todo en España, debe responder a la salud, al equilibrio, a las condiciones inalienables de la raza.

Tampoco sentaremos plaza de voceros del sentido común. Un poco de decisión en arte, una pequeña dosis de valor para afirmar, en la mayoría de los casos, a la obra aún construida con arreglo a cánones de escuela o de casticismo un nuevo y poderoso prestigio. El sentido común no ha tenido nunca que ver con el arte puro en sus aspectos geniales.

Es preciso añadir al pensamiento inicial algo que en vez de ser sentido común valga por sentido crítico. Hace falta propagar entre todos que la crítica no es solamente censura de la obra realizada; el primer crítico debe serlo el artista mismo, critico de sí propio y crítico de la realidad o de la idea que aspire a reproducir mediante los materiales del oficio. Sin recurrir a la minucia histórica, puede recordarse que todos los genios del arte, en todos los tiempos, han trabajado sobre bases de criticismo de su obra y de la naturaleza del arte en general. De Leonardo de Vinci a Augusto Rodin hay más espacio en lo relativo al tiempo transcurrido que en lo que significa comprensión del arte en la idea y en el trabajo mecánico que su realización exige.

Hablaremos de arte, a nuestro modo, como nuestra cultura y Dios nos den a entender. ¿Hay nada más bello ni más noble que una conversación frecuente sobre materias artísticas? Y esto que hemos escrito es tanto como el enunciado de una campaña. Precederá a lo utilitario, a lo que posee valor económico y se mezclará con ello, lo que aparte el pensamiento del número, de la cátedra, de la oposición, de la Exposición y de las recompensas. Sobre el conjunto prosaico de las noticias posará de vez en cuando su vuelo la mariposa del Ideal.

Y en esto aspiramos a que nos ayuden nuestros colegas los artistas españoles. Será la GA CETA tribuna abierta permanentemente a toda idea, a toda doctrina artística. No deben preocuparse los pintores o escultores de no dominar la forma literaria. El que tenga algo que decir que lo diga. Nuestra Redacción se encargará de corregir las cuartillas que se nos manden en los casos poco probables de que ello sea preciso. Estamos dispuestos, no sólo a acoger los trabajos que lo merezcan, sino a realizar las campañas que no estando en desacuerdo con el Reglamento sean justas.

Confiamos en que esta intervención directa de los asociados en la GACETA pueda fortalecernos y en que puedan deducirse de ella considerables ventajas para el arte español actual.

He aquí una parte de nuestro programa, acaso ampliable en lo que se refiere al aspecto de la GACETA, a mejoras de presentación, a mayor frecuencia y, sobre todo, a mayor puntualidad en su aparición.

Al efecto, ha aceptado el cargo de Redactor-jefe de nuestro Boletín un escritor que ha hecho notables campañas de crítica de arte, Bernardo G. de Candamo, conocido ventajosamente de cuantos se interesan en España de cuestiones literarias y periodísticas. Su nombre es una garantía, y nos complacemos en poderlo colocar al frente de esta publicación”.

Sin embargo, el número 28, correspondiente a octubre de 1912, fue el último en hacerse en ese año, reanudándose la publicación ya en enero de 1913, pero con otra cabecera llamada “Por el Arte”, y con otro director, José Garnelo y Alda.

Que González de Candamo fuera Redactor-Jefe de la Gaceta de Bellas Artes no puede más que ser motivo de orgullo para nuestra publicación, que con él alcanzó una categoría que sólo a la luz de la historia se puede apreciar como debiera, puesto que la biografía de este hombre, que ahora abordamos, deja bien claro que debíamos hablar de él como cofundador de la Generación del 98. Ni más, ni menos.

Bernardo González de Candamo y Sánchez-Campomanes fue una de las figuras más destacadas del panorama cultural español desde finales del siglo XIX y hasta más de la mitad del siglo XX.

Y un orgullo para todos los socios de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

 

Bernardo G. de Candamo

 

Firmaba sus escritos como Bernardo G. de Candamo, abreviando sus apellidos, que eran González de Candamo y Sánchez-Campomanes, y utilizó también el pseudónimo de Iván d’Artedo.

Bernardo G. de Candamo fue un periodista y escritor modernista español, miembro de la generación del 98, nacido el 5 de enero de 1881 en París (otros escritos lo fechan el día 1 e incluso el 2), y que falleció en Madrid, el 9 de septiembre de 1967.

Fue además un prestigioso crítico literario y de teatro en los principales diarios españoles durante el primer tercio del siglo XX. Socio Bibliotecario del Ateneo de Madrid durante la Segunda República y salvador de esa casa y de su Biblioteca durante la Guerra Civil.

Su nacimiento en París fue circunstancial, debido a la ocupación de su padre, el abogado Ladislao González de Candamo, que trabajaba en la legación de Perú en la república francesa. Su tío, Manuel Candamo Iriarte, que era embajador del Perú en Francia, había sido Presidente de la República.

A los tres años, su familia regresó a Oviedo, donde estudió la enseñanza primaria con Ramón Pérez de Ayala. Bernardo realizó sus estudios en la capital asturiana y concluyó el Bachillerato en Madrid, en el Instituto San Isidro, ciudad a la que se había trasladado en 1893.

En Madrid se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad Central, alternando continuos y frecuentes viajes a París, donde se introdujo en el mundo de los primeros poetas modernistas, como el guatemalteco Gómez Carrillo, con el que Candamo mantuvo una estrecha amistad.

La formación de Candamo fue también autodidacta, basada en su gran afición a la lectura y en el acceso que desde niño tuvo a una completa formación intelectual, dada la relación de su familia con los distintos ambientes artísticos.

A los 17 años, sustituyó las clases con las tertulias de los escritores y artistas en los cafés madrileños y en el Ateneo de Madrid. Contaba entre sus amigos y contertulios con los principales escritores de fines del siglo XIX y principios del XX que conformaron el Modernismo español y la Generación del 98. En particular, entabló estrechas relaciones con Rubén Darío, Ramón María del Valle Inclán, Francisco Villaespesa, Juan Ramón Jiménez, Pío Baroja, Azorín, Jacinto Benavente, Ramiro de Maeztu y Miguel de Unamuno, con quien mantuvo una amistad profunda e intercambió, hasta la muerte del rector en 1936, numerosas cartas, reproducidas en el libro de Jesús Blázquez “Unamuno y Candamo. Amistad y epistolario (1899-1936)”.

Candamo introdujo en esas tertulias modernistas y noventayochistas del cambio de siglo a Rubén Darío; en abril de 1900, recibió en Madrid a Juan Ramón Jiménez cuando éste llegó a la capital por primera vez, junto con Francisco Villaespesa, Salvador Rueda y Julio Pellicer y se lo presentó a Miguel de Unamuno; también proporcionó al rector las primeras noticias sobre Picasso, cuando ambos colaboraban en la revista Arte Joven.

Entre 1899 y 1906, publicó poesías, cuentos y reseñas bibliográficas en revistas señeras del grupo del 98, en las que algunas veces actuó como cofundador.

La actividad profesional de Bernardo G. de Candamo fue eminentemente periodística, pues de periodista ejerció en los principales rotativos españoles del primer tercio del siglo XX.

El crítico, que se movía como pez en el agua por el Madrid intelectual y bohemio de la época, fue descrito por Víctor Ruiz Albéniz, Chispero, de esta manera: “Menudito, muy miope, eterno ironista, gran cultura, buena pluma, pero acusando excesivamente su constante afán de encaramarse tras de las innovaciones triunfales, a las que, por cierto, siempre llegaba con retraso y para caer de ellas inmediatamente”.

Por su parte, Rubén Darío, en su Autobiografía, lo incluye en la relevante nómina de amigos españoles del fin de siglo: “Me juntaba siempre con antiguos camaradas, como Alejandro Sawa, y otros nuevos, como el charmeur Jacinto Benavente, el robusto vasco Baroja, otro vasco fuerte, Ramiro de Maeztu; Ruiz Contreras, Matheu y otros cuantos más, y un núcleo de jóvenes que debían adquirir más tarde un brillante nombre: los hermanos Machado; Antonio Palomero, renombrado como poeta humorístico bajo el nombre de Gil Parrado; los hermanos González Blanco, Cristóbal de Castro, Candamo; dos líricos admirables, cada cual a su manera: Francisco Villaespesa y Juan Ramón Jiménez; Caramanchel, Nilo Fabra, sutil poeta de sentimiento y de arte; el hoy triunfador Marquina y tantos más”.

Cabecera de la Gaceta en la que aparece como Redactor-Jefe Bernardo G. de Candamo

 

Luis Calvo, en una semblanza dedicada a Candamo con motivo de su muerte, no duda en declarar que “en vez de ‘Los del 98, y Candamo’, hubiera debido decirse: ‘Candamo y los del 98’. Pues fue el engarce de aquellos hombres dispersos e individualistas que formaron la generación de 1898”.

Fue corresponsal en París para el diario El Mundo durante la primera guerra mundial, además de escribir ya desde finales del XIX en Gente Vieja, Cosmópolis, Revista Nueva, Helios, Madrid Cómico, Vida Literaria, Santo y Seña, Nuestro Tiempo, Juventud, la barcelonesa Revista, La Hoja del Lunes, de Madrid —en la que firmaba con el seudónimo de Iván d’Artedo—, Vida Nueva, La Lectura, Arte Joven o El Fígaro.

Unamuno, a través de sus numerosas cartas a Candamo, influyó en sus concepciones literarias y en su toma de compromiso social. Candamo, por su parte, fue el informador de Unamuno con respecto a cuanto acontecía en los ambientes literarios del Madrid. Durante décadas, actuó como fiel compañero del rector salmantino en sus visitas a la capital. Visitó a don Miguel en su destierro en Hendaya durante la época de la dictadura de Primo de Rivera, régimen que también le deportó a él mismo a Ciudad Real.

Toda la literatura de finales del XIX y, sobre todo, de la primera mitad del XX, llegó a manos de Candamo, que ilustró durante décadas a sus lectores con acertadas opiniones y comentarios objetivos sobre el panorama literario contemporáneo al autor. Obras de Baroja, Unamuno y Azorín; de los dramaturgos Arniches, los Quintero, el matrimonio Martínez Sierra o Jacinto Benavente; de hispanoamericanos como el poeta mexicano Francisco A. Icaza, pasaron por el tamiz crítico de Candamo, que supo recomendar al público español qué representaciones teatrales merecía la pena ir a ver o qué libros era imprescindible adquirir.

Bernardo González de Candamo, un espíritu inquieto y a buen seguro devorador de todo tipo de literatura, también escribió algún que otro poema que publicó en la revista Arte Joven, de la que él mismo fue uno de los fundadores.

Candamo, además de su labor periodística como crítico literario y teatral, desarrolló una amplia actividad en el seno del Ateneo Científico, Artístico y Literario de Madrid desde su ingreso en 1899, cuando la presidenta de la sección de Literatura, Emilia Pardo Bazán, lo propuso para ostentar el cargo de secretario de la misma sección.

 

En el mismo número de la Gaceta de octubre de 1912, Villegas Brieva confirma  el cargo de Redactor-Jefe de Candamo

 

Leyó Bernardo con motivo de su nombramiento un ar­tículo en el que, bajo el epígrafe de “Opiniones literarias”, realizaba un exhaustivo análisis de la generación de fin de siglo. En el texto, que suscitó numerosos comentarios por parte de sus coetáneos, se hallan varias de las premisas que definen a Candamo. Una frase es particularmente reveladora: “Y puse sobre mi corazón las Elegías de Ventura Ruiz de Aguilera, y puse sobre mi cabeza El sombrero de tres picos”. Es decir, el “parisino” reconocía en el pasado inmediato español una fuente importante de inspiración y enseñanza.

Pero, como los del grupo en que está inscrito y en el que comenzó su andadura desde tan joven, también fue un gran defensor de la literatura que se cultivaba fuera de las fronteras españolas —especialmente la francesa y, destacando sobre el resto, la obra de Verlaine, del que se declaró ferviente admirador y discípulo—, y el “arte nuevo”.

Este tema fue motivo de diversas digresiones aparecidas en artículos posteriores de don Bernardo, y resulta fundamental para conocer la opinión acerca de lo que debe ser la literatura el publicado el 19 de marzo de 1912 en la primera página de El Mundo madrileño y en el que, con el título de “Acerca del Neoclasicismo. Escritores y edi­tores”, arremete contra los que él denomina “casticistas”, a los que identifica como aquellos autores tan anclados en el pasado, concretamente en el nacional, que se niegan a abrir los ojos a las nuevas tendencias que llegan de fuera. Comienza el artículo así: “Se advierte en la literatura española contemporánea algo que vale por un caso de atavismo, de regresión a los viejos modelos, de vuelta atrás. (…) Algunos, muchos acaso, de los escritores jóvenes, procuraron dar a sus ideas y a sus sentimientos del día una expresión denodada y un vocabulario de edades pretéritas y remotas. El hecho es indu­dable. Desde Pedro de Répide a Diego San José está repitiéndose a diario el caso”. E incluye en el texto la postura de los que, como él, defendían la novedad: “El hecho de copiar el estilo viejo es para nosotros algo pueril, algo presuntuoso y que además va contra el progreso de una literatura que, como la española, se ha dejado influenciar por toda clase de elementos extraños, unos del Norte: ejemplo, los libros de caballerías; otros meridionales, y ahí están los poetas italianos, que trasegaron toda su espiritualidades el seco naturalismo del arte de Castilla”.

Algunas de las escasas fotografías existentes de Bernardo G. de Candamo

 

Su labor le granjeó un homenaje de doscientos ateneístas en mayo de 1935, presidido por sus amigos Manuel Azaña, Fernando de los Ríos, Ramón del Valle Inclán y Ángel Osorio y Gallardo. Al poco tiempo, el Ateneo le nombró Socio de Honor.

Durante la Guerra Civil, Candamo fue el único miembro de la Junta Directiva de la casa que permaneció en el Madrid sitiado. Consiguió preservar la Biblioteca e instalaciones del Ateneo y logró mantener las propias actividades de la institución durante aquellos duros años.

Al terminar la contienda, Candamo fue depurado por el nuevo régimen. Le salvó que su hijo primogénito, Bernardo, luchara en las filas nacionales y falleciera a los 25 años, y Finat, el Conde de Mayalde, director de Seguridad que fue teniente provisional del hijo muerto.

Solamente algunas publicaciones dirigidas por antiguos amigos le abrieron sus puertas -«Santo y Seña», «ABC» y «Hoja del Lunes» de Madrid- en las que firmaba bajo el seudónimo Iván d’Artedo, en recuerdo de uno de los más bellos paisajes de su infancia asturiana, la Concha de Artedo.

También utilizó el seudónimo Pickwick, por su gran admiración a Dickens.

Poco antes de morir recibió el homenaje de la Asociación de la Prensa de Madrid.

Bernardo González de Candamo falleció en su casa de Madrid, el 9 de septiembre de 1967, a los 86 años de edad.

La obra de Bernardo G. de Candamo es esencialmente periodística. Publicó en 1900 su primer y único libro bajo el título de Estrofas con un prólogo de su maestro y amigo Miguel de Unamuno. Se trata de un libro de prosa poética modernista, muy influido por la literatura francesa del momento y por Rubén Darío. El libro no alcanzó el éxito que esperaba y decidió dedicarse al periodismo como crítico literario y de teatro.

En sus primeros años de actividad profesional, colaboró en las revistas noventayochistas: Arte Joven, Vida Literaria, Vida Nueva, Juventud y La Lectura, así como en los periódicos madrileños El Imparcial y Diario Universal.

La firma de Candamo apareció en los principales rotativos españoles del primer tercio del siglo XX. Ejerció como crítico de teatro y de literatura en El Gráfico, El Fígaro y El Mundo, La Vanguardia de Barcelona, La Nación, El Tiempo, e Informaciones. Trabajó como redactor jefe en El Fígaro y en la revista Summa.

Bernardo González de Candamo y Sánchez Campomanes estaba casado con Carmen Feliú Acevedo, hija del general Feliú, militar afecto al rey, y a la que unía una gran amistad con la infanta Doña Isabel.

Padres del periodista y crítico de arte Luis González de Candamo y Feliú, especialista en la obra de pintores y escultores tales como Pancho Cossío, Benjamín Palencia, Francisco Arias, Eduardo Vicente, Álvaro Delgado, Luis García Ochoa, Francisco San José, Gerardo Rueda, Gustavo Torner, Antonio Lorenzo, Aurelio Teno, Matías Figares, Juan Francisco Toro de Juanas y Manuel Pardo.

Bernardo con sus hijos Bernardo y Luis

 

Vivía en el barrio de Salamanca, en la confluencia de la calle Claudio Coello con Don Ramón de la Cruz, donde nacieron sus hijos Bernardo, fallecido en la Guerra Civil, Carmen, fallecida al año de nacer, y Luis.

 

Ana de Tudela

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

 

Ana de Tudela

 

TUDELA, Ana de    P    1950    CARTAGENA    MADRID

 

Ana Ortiz Pérez de Tudela, nació a principios del siglo XX en Cartagena, probablemente por estar allí destinado su padre, ya que era hija del Teniente Coronel José Ortiz.

Poco sabemos de su infancia y adolescencia, sólo que desde bien niña tuvo afición por el mundo de la pintura y que mientras su padre no aprobaba esos estudios, su madre la alentó en todo momento.

Fue discípula de José Pinazo Martínez, socio fundador de la Asociación de Pintores y Escultores, en la Academia de Dibujo que el pintor mantenía en Madrid.

La artista, que firmaba sus obras como Ana de Tudela, participó en el II Salón de Otoño de 1921, con un cuadro “que nos describe las flores de Mallorca con el castillo de Bellver… y un abanico magníficamente pintado”, como reseñaba el diario La Época.

En 1922 envió la obra “Interior de iglesia” a la Exposición Nacional de Bellas Artes, como recogieron El Heraldo de Madrid y La Libertad.

Según leemos en La Vanguardia, en junio de 1923, participó en la Exposición de Arte de Barcelona con tres obras, dos de figura y un interior, en las cuales se ven “las cualidades que posee para el cultivo de la figura. Uno de esos cuadros, sobre todo, señala un camino sano por el sincero estudio que revela, tanto en lo concerniente a la forma como al color”.

En 1924 participó en una muestra que organizó la Escuela de Cerámica de la Moncloa, bajo el nombre de Exposición Municipal de Artes Industriales, que dirigía el socio de la AEPE Francisco Alcántara, en los salones del Círculo de Bellas Artes, en la que se exhibieron más de 300 obras de cerámica, encajes, talla y pintura, como testimonió La Correspondencia de España.

En 1927 presentó obra al Certamen del Trabajo del Ateneo de Burgos, obteniendo el Premio de Cooperación de la sección artística por unos dibujos, tal y como consignaba el Diario de Burgos.

En febrero de 1931, una fotografía de la artista servía de portada a la revista bisemanal Mujeres españolas. Ya dentro del número, una pequeña reseña nos informa de que …”si bien la fotografía de la portada nunca dice de las primorosas pinceladas que prodigadas en sus cuadros, revelan una maravillosa e intuitiva técnica, en los retratos que reproducimos y que son copia exacta de las señoritas María Teresa y Emilia Barrera… y un interior de una iglesia de Burgos, una cabeza de estudio de un viejo y una gitana, los cuales han estado expuestos en una de las exposiciones de Barcelona, siendo muy felicitada por la prensa y críticos locales. En una visita a su estudio, hemos contemplado obras admirables, tomadas todas del natural en la sierra de Gredos, Burgos, Granada y Palma de Mallorca. Lo portentoso de esta gentil niña, ya que así puede llamársele, tanto por su juventud, como por la ingenuidad de su carita angelical, es que casi se ha formado sola, aunque reconoce que en el corto tiempo que la ha dirigido el genial don José Pinazo, es donde ha completado su técnica… La señorita Ana de Tudela, aunque contrariando algo a sus familiares por su decisiva vocación al arte, tiene el apoyo entusiasta de su inteligentísima madre, distinguida dama que ha sabido formar el espíritu abierto y comprensivo de su hija, para mayor gloria del arte pictórico español”.

Por la revista Ellas, de junio de 1932, sabemos que era la Tesorera de la Junta Nacional de la Juventud Católicofemenina Española, institución fundada en 1926.

Portada de la revista Ellas, 1931

 

En 1934 participó en el Salón de Otoño, obteniendo la “Propuesta de Socio” de la Asociación de Pintores y Escultores, que equivalía a un importante galardón. Así lo reflejan La Libertad, El Sol, El Debate, El Siglo futuro, La Voz,…

La Época recogió una amplia información sobre las mujeres participantes en el Salón de Otoño, en la que se distinguía que “En pintura se lleva en esta ocasión la preferencia «Malagueña» de Ana de Tudela, nota muy fina de color y bien entonada y sin nada que pedir respecto a calidades”.

Blanco y Negro también reseñó la obra que Ana de Tudela presentó al Salón de Otoño, así como el ABC, que recoge la “Propuesta de Socio” para ella.

1935 fue un año decisivo en la vida de la artista. El 14 de marzo inauguraba una exposición de sus obras en el Círculo de Bellas Artes, que tuvo eco en la prensa del momento, apareciendo en La Voz, El Heraldo de Madrid, El Sol, La Libertad, ABC, Blanco y Negro, La Vanguardia…

La inauguración de su exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid apareció en distintos medios de la época

 

Fotografía original de la Exposición de Ana de Tudela en el Círculo de Bellas Artes. Junto a Rafael Salazar Alonso, Alcalde de Madrid. Fotografía, Archivo José Luis Temes

 

En La Nación y en La Libertad, se publicó una fotografía de la artista realizada por el fotógrafo Alfonso, en la que aparece junto a dos de sus obras, y en días sucesivos, en el mismo diario, otra fotografía que recoge la inauguración de la exposición de Ana de Tudela, en la que aparece la artista junto al Ministro de Marina y al Alcalde de Madrid.

La Libertad, marzo de 1935

 

La Época publicaría además una nota de arte, firmada por J.M., en la que destaca que “Ana de Tudela presenta óleos y dibujos. Tanto los unos como los otros, son manifestaciones de grato sabor, realizadas con la loable intención de conseguir un fin artístico. En el colorido, en la factura de sus retratos, amenas composiciones y atinados interiores, revela Ana de Tudela, una sana inclinación y cualidades de gran ventaja para el logro feliz de su carrera pictórica. El carácter de ciertos dibujos y la adecuada visualidad de algunas de sus obras acusan temperamento para triunfos próximos”.

Fotografías de dos de sus obras del Archivo Moreno y  Archivo Ruiz Vernaci

 

En Ahora, Gil Fillol firma una crítica bajo el título de “La nueva pintora Ana María de Tudela”, una página completa en la que se reproducen tres de sus obras, las tituladas “Elmadiallah” (Agua de Dios), “Refugio” y “Vidas humildes”. Por las palabras del crítico de arte sabemos que “…es una pintora joven y capacitada… su último maestro fue José Pinazo… en muchos cuadro de Ana de Tudela se advierte aún la influencia de Pinazo… una influencia de gusto… la predilección por las tonalidades claras de gran efecto luminoso, prendió en sus discípulos… Es indudable que Ana de Tudela conformó su sensibilidad de artista a las mismas predilecciones de Pinazo. Adelantemos que esta joven pintora, en vías de formación aún, muestra excelente disposición para ese género de pintura cuyo lenguaje plástico es el color, entonado en escalas de notas simples y armónicas de gran delicadeza. Domina especialmente las entonaciones en oro y plata…. Hoy, por ejemplo, puede hablarse de una pintura delicada, de tonos tiernos y claros, sin hacer pensar que se trata de una pintura intrascendente…. Esa sensación maravillosa de vigor constructivo, pintura fuerte, solidez clásica y, al mismo tiempo, sutilezas de color, entonaciones dulces, gamas delicadísimas… en la misma trayectoria se agita la inquietud estética de Ana de Tudela. La aparente confusión que ahora se nota en el estilo impreciso de la joven pintora es, o me figuro yo que es, un fenómeno pasajero, propio de la educación atropellada de todos los pintores impacientes. Ana de Tudela se está formando –repito que bajo un signo inmejorable- y todavía atormentan su espíritu las influencias de lo que vio y las incertidumbre de su propio temperamento… alterna el dibujo varonil con notas de luminosidad… modela, con dureza, a veces con rudeza, como si toda la fuerza de expresión quedara confiada a la resistencia de los lápices… se recrea buscando armonías, tonalidades y contrastes de fino sentido colorista, sin descuidar la plasticidad del dibujo… tal variedad no puede perjudicar a una pintora en formación… de la suma de vibraciones que ahora conmueven la sensibilidad estética de Ana de Tudela surgirá al fin, la pintura personal que ya auguran sus cuadros del Círculo de Bellas Artes”.

Dibujos de la artista aparecidos en Ahora, en marzo de 1935

 

Por su parte, El Debate publicaba una crítica de la exposición en la que destaca la … “obra múltiple y varia que comprueba en el artista un temperamento indudable, una personalidad en formación. Este “pintor”, que no hace arte femenil –intrascendencia, blandura, superficialidad- aunque aporte refinamientos de femenina sensibilidad a su arte, adopta una actitud ejemplar de iniciación de trayectoria artística: mirar abierto al mundo, a la embriaguez de la luz y del colorido; sensibilidad alerta al sentimiento del paisaje; espíritu en tensión para fijar el ritmo sutil y fugitivo de la expresión anímica sobre el espejo de las formas corpóreas. Y espíritu y mirar cerrados –en inflexible alejamiento- a la canción de sirenas de las estéticas de vanguardia… Ana de Tudela pinta de frente a la realidad, buscando la exaltación de su “sentido”, la captación de sus esquemas formales, sin interponer entre su sensibilidad y el mundo, entre su mirar y la realidad exterior, la pauta de criterios deformadores… preferimos a los paisajes e interiores, sus retratos. Y estimados los realizados al lápiz, superiores a los óleos… porque en ellos alía la fuerza de la expresión individual con el prestigio del carácter representativo… vemos a Ana de Tudela… un “pintor” que trabaja por interpretar la realidad, que lucha por captar los encantos pintorescos del mundo, y que nos trae como logro de su primera jornada: bella luz natural prisionera en monumentos y paisajes… que traslucen su espíritu en el esquema formal de la fisonomía”.

El Debate, marzo de 1935

 

En El Siglo futuro se podía leer que “Ana de Tudela presenta un conjunto de obras muy aceptables, en las que ha ahogado todo el preciosismo y detalle de la pintura de mujer, y en la que sin embargo influye su condición femenina en la limpieza de los asuntos y en el buen gusto y discreta combinación de luces y efectos. Desde luego la especialidad y el éxito de Ana Tudela son sus retratos a lápiz; todos los catalogados bajo el título de «Canción de mar», a base de cabezas vascas, a más de “Pescador» y “Jasé Luis» son inmejorables, correctos de dibujo, bien de colorido y sobre todo asomando un alma y una psicología a través de sus ojos expresivos. El retrato de la señorita Dolores Escosura, igualmente un acierto. En sus óleos sobresale «Malagueña», de elegantes tintas y bella colocación… el público que acude a la Exposición y tras la antesala de colorines ,de Ramón Muñiz, la contemplación de los cuadros de Ana Tudela son un descanso y un recreo para los sentidos y un remanso para el espíritu”.

Y también con motivo de su exposición, en el Diario de la Marina de La Habana apareció publicada otra fotografía de la artista ante uno de sus cuadros.

Diario de la Marina  periódico oficial del apostadero de La Habana 1935

 

Por su parte, en distintos días, el ABC también recogía la exposición, incluso en el ABC de Sevilla se leía …”la apertura de una Exposición de Pinturas Argentinas, que con la de las obras de Ana de Tudela constituye gran éxito para el Círculo de Bellas Artes”.

 

 

A mediados de marzo, ABC se hacía eco de la marcha de la muestra, con alentadoras palabras en las que expresa que …”son 55 cuadros de figura, paisaje y bodegones. Esta pintora se halla en momento de comenzar a soltarse y a construir la forma, anunciando la posibilidad de triunfo, si un trabajo intenso, perseverante, austero, preside su labor próxima”.

Y ya clausurando la muestra, publicó otra crítica en la que se decía que …”con todos los honores, una gran Exposición de Ana de Tudela… mucha labor. Acaso demasiada labor, que si dice tanto de la fecundidad creadora de esta artista sugiere también el recelo de que las evidentes dotes privilegiadas de la artista se diversifiquen demasiado, con mengua de la intensidad de la obra. Viajera, peregrina enfervorizada del arte que impresiona su maravillosa retira mediterránea… el talento de interpretación sabe salir airoso de la dura prueba de agilidad… en dibujo, Ana de Tudela es magistral. Y cuando a toda otra valoración antepone la del dibujo, éste la retribuye con esplendidez el homenaje… los retratos acusan ese mismo valor inestimable del dibujo, pero aquí sin insistir dañosamente en la línea, sino con una matización muy fina e insinuante, que con recorta gracia la forma”…

En el Blanco y Negro de marzo de 1935 firmaba Manuel Abril una crítica en la que decía que …”Ana de Tudela comenzó pintando el repertorio oficial del muestrario de temas artísticos para uso de los aspirantes a artista… a cada obra se advierte que ganan terreno, de manera paulatina, pero ya manifiesta y decidida, las dos características de la nueva modalidad… por un lado, el dibujo preciso; por otro, la sobriedad de la entonación colorística. Los dibujos que presenta esta muchacha denotan un dominio del oficio y una seria atención al modelo, que habla muy a favor de ella, sobre todo cuando, como aquí sucede, los aciertos mejores de expresión y carácter y dibujo se dan en aquellos casos en los que los modelos son más serios y más ajenos a otros atractivos de arte “efectista o bonito”. En el color igualmente, la tendencia a componer el cuadro entero, entonando en una calve de color, a base de una gama, y gama sobria, nos hace recibir con simpatía y con expectación atentísima la aparición de esta muchacha… los dibujos en negro y negro y siena, o negro y sepia, son tan varios, como acertados, predominando la fortaleza del carácter, la seriedad de su interpretación y la justeza del dibujo”.

También en 1935 presentó obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes que se celebró en el mes de mayo en el Retiro.

Y parece ser que también en 1935, realizó una exposición individual en las Galerías Layetanas de Barcelona.

En febrero de 1936 La Época nos reseña “la exposición La memoria de Gargallo, una visión retrospectiva del palacio de la duquesa de Alba, por Ventura Rodríguez, con Ana Tudela, Virgilio Bernabéu, Valls, Muñiz y Vela-Puig”.

En noviembre de 1942, ABC recoge su participación en el Concurso Nacional de Acuarelas, esculturas y carteles organizado por la Dirección General de Bellas Artes, junto a artistas como Bonnin, Potau, Benjamín Palencia, Peris Aragó…

En diciembre de 1943, una de sus obras protagoniza la portada de Y, la Revista para la Mujer, una hermosa Virgen con el Niño en brazos de delicada factura y composición clásica.

Paisaje

 

Por la Hoja Oficial del lunes de octubre de 1943 sabemos que realizó una exposición en el Salón Cano de Madrid, donde presentó 18 obras, y mereció una crítica que firmaba A. de las H. en la que decía que sus “cuadros son el exponente de una vocación y un temperamento femenino en el arte de pintar y el principio de una técnica que en su día dará frutos madurados por el estudio y el trabajo… Ana de Tudela posee todos los componentes para llegar lejos en el camino emprendido, le falta el sello que la diferencie del resto de los demás pintores. Y así, por ejemplo, esos cuadros de carácter religioso que hoy nos recuerdan a estampas muy admiradas en nuestra niñez, irán tomando cuerpo y fuerza cuando un día, al verlas, nos pongan de golpe en primer plano el arte de Ana de Tudela.  Como ya nos ponen hoy de manera más decisiva en posesión de un estilo los pequeños cuadros de flores donde su autora emplea sus recursos con más dominio y soltura. En el corto número de cuadros reunidos para esta exhibición se completan éstos entre sí como tendencias y posibilidades y anuncian el porvenir firme que aguarda a esta joven pintora”.

ABC nos hace saber que “la inauguración tuvo un gran éxito y que estuvo presidida por el Director General de Bellas Artes, Marqués de Lozoya, asistiendo a la misma además el Infante Luis Alfonso de Baviera y Borbón, el escultor Mariano Benlliure y otras muchas personalidades del Arte y las Letras, recibiendo la pintora calurosas felicitaciones”.

Cecilio Barberán firma en el ABC del 6 de octubre de 1943 una crítica en la que se asegura que “Hay en la obra de Ana de Tudela un predominio de dibujo. El lápiz de color es en sus manos el mejor colaborador para hacer un género pictórico mixto entre la composición cromática y la arquitectura lineal, que por su solidez y fino concepto lo destaca con singular personalidad… Ana de Tudela, culminada su formación como dibujante, ensaya luego otra obra al óleo con la mejor fortuna. Va su predilección en este caso hacia composiciones de pintura religiosa… lienzos que revelan sus excelentes condiciones para la pintura mural; composición y colorido la ponen muy cerca del triunfo en lo decorativo… tampoco le es ajena a la artista el abordar otros temas pictóricos en donde prevalecen el estudio de calidades y las orquestaciones de color más finas… apenas comienza el camino del arte, ya muestra una obra de positivo interés. La misa está presidida por una sólida formación, que no es ajena en este caso a los conceptos del arte moderno”.

El ABC menciona también su participación en el XVIII Salón de Otoño de 1944.

Como queda reflejado en distintos medios como La Vanguardia o el Cartel de las artes, participa en el Salón de Otoño de 1945.

En marzo de 1946 participa en el I Salón Femenino de Bellas Artes organizado por la Sociedad Española de Amigos del Arte, en el Museo de Arte Moderno, por el semanario “Domingo” y patrocinado por la Dirección General de Bellas Artes.

Madrid, 27-5-1946.- Inauguración de una exposición de pintura en el Salón Cano, con un cuadro de Ana de Tudela. EFE Vidal

 

En 1946 fue distinguida como “Socio de Mérito del Salón de Otoño”, inaugurando una nueva exposición en mayo, en el Salón Cano de Madrid, que recogió el diario ABC.

En mayo de 1946, según refleja el ABC, inauguró una nueva exposición, sin que se especifique dónde.

En el Salón de Otoño de 1948 obtuvo la Tercera Medalla de Pintura y ese mismo año, participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes con la obra “Pomona”.

En marzo de 1949 expuso en los Salones Macarrón de Madrid.

Y en abril de ese mismo año, el ABC publica que Ana de Tudela había logrado la Medalla de Oro de Pintura de la VI Exposición Nacional de Arte Sacro celebrada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

El ABC de noviembre de 1950 recoge la Segunda Medalla obtenida en el XXIV Salón de Otoño, en la sección de Pintura (figura).

En abril de 1951 el ABC informa del fallo de la VII Exposición Nacional de Estampas de la Pasión, en la que Ana de Tudela logró la Medalla de Oro de Dibujo por su obra “La Anunciación”.

En octubre de 1952 obtuvo Primera Medalla en la sección de Pintura (figura), del Salón de Otoño, por su obra “Princesa india”.

Participó también en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1954, según detalla ABC.

A partir de esta fecha, su rastro se pierde hasta que se tiene constancia de su fallecimiento el 5 de marzo de 1990, en Madrid.

Obras presentadas al Salón de Otoño de distintos años

 

Ana de Tudela y la AEPE

La artista participó en un total de trece convocatorias del Salón de Otoño con distintas obras, desde el año 1921 hasta 1962:

II Salón de Otoño de 1921. Apareció inscrita como Srta. Ana de Tudela, natural de Cartagena; vive en Madrid, Lope de Rueda, 19.

257.- Flores de Mallorca, óleo, 1,24 x 1,63

XIV Salón de Otoño de 1934, reside en Madrid, Diego de León, 24 moderno

133.- Motrico, óleo, 0,67 x 0,54

135.- Refugio, óleo, 0,71 x 0,59

XVIII Salón de Otoño de 1944

104.- Retrato, óleo

135.- Máter Purísima, óleo

XIX Salón de Otoño de1945

148.- Sibila, óleo

149.- Sibila, óleo

150.- Retrato, óleo

XX Salón de Otoño de 1946

14.- Salomé, óleo

XXII Salón de Otoño de 1948:

Pandora

Bacante

XXIII Salón de Otoño de 1949

223.- Voces

XXIV Salón de Otoño de 1950, aparece como Tercera Medalla 1948 y Premio Diputación de Madrid 1948. Socio de Mérito Salón de Otoño

42.- Muchacha de Palestina, dibujo

175.- Primavera, óleo

185.- Rosas, óleo

XXV Salón de Otoño de 1952

87.- Estampa isabelina, óleo

88.- Princesa India, óleo

XXVI Salón de Otoño de 1954

179.- Piedad, dibujo

XXVII Salón de Otoño de 1955

94.- Dríada, óleo sobre papel de oro

XXIX Salón de Otoño de 1957

100.- En el maizal, óleo

101.- Mater Divinae Gratiae, óleo

102.- Niña de la rosa, óleo

XXXIII Salón de Otoño de 1962

179.- El marinero vasco Joshu-Miren, óleo

 

 

Firmas con sello de lujo: Tomás Paredes

Cultura y propaganda

 

Sigo en el charco de la cultura. Digo que está amenazada y me llaman catastrofista. Es como si presencias el derrumbe de un edifico, que te puede caer encima, y preguntas que está pasando, sin apartarte. Hemos pasado de la gracia de la fusión a la más absoluta desgracia de la confusión. Sin cultura nos asilvestramos, nos brutalizamos, oscurecemos la vida.

Fusión para el DRAE es el paso de un cuerpo sólido a líquido por la acción del calor. En segunda acepción, unión de dos o más presencias diferentes formando una sola, en especial ideas, interés o agrupaciones.  Hablamos de fusión, en cultura, cuando dos formas, o tiempos, distantes se mezclan para crear algo distinto. En música, un ejemplo maravilloso: la imbricación de jazz y tango que hace luminoso a Astor Piazolla. Hay otros, por citar un coetáneo, la escultura de Andrés Alcántara. El cine de Theo Angelopoulos, la poesía de Giorgos Seferis.

Odisséas Elytis

Astor Piazolla, el músico

 

Confusión, sustantivo derivado de confundir. Confundir es mezclar, perturbar, desordenar las cosas o los ánimos; equivocar, convencer, humillar, turbar. La confusión puede ser inocente, pero en general contiene un guiño al engaño, perversión; intención de deturpar, destruir lo consolidado o convenido. Los que pretenden destruir, comienzan por la confusión, como elemento desestabilizador, para que se cimbree el lugar donde apoyamos nuestros pies o lo que creíamos saber. Ocurre con el arte ahora.

Para acabar con la cultura, los que no la tienen, crean denodadamente confusión. Esta memez manifiesta del lenguaje inclusivo es uno de los arietes de derribo; que lo impulse una analfabeta, como demuestra ser la ministra Dª Irene Montero, no es más que una cruel evidencia de su inanidad, de su estulticia. La confusión avanza cuando se pretende presentar en igualdad cultura y espectáculo, ontología y entretenimiento, cultura y negocio, poesía y propaganda, mecenazgo y patrocinio ¡Lenguaje inclusivo, que torpeza bastarda!

Mecenazgo es compromiso con la cultura, generarla, sin exigir compensación económica. V. gr, la organización y desarrollo del Premio BMW de Pintura, desde su inicio, BMW ha querido participar en la difusión del arte en España y creó tres galardones, dotándolos de cuantías considerables; ha realizado exposiciones, publicado catálogos, pagado jurados, con la sola idea de fomentar el arte. Sin pedir nada a cambio. Otro caso, Google España en relación al Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura de esta casa. Patrocinio es establecer una ayuda esperando un beneficio social o económico.

Retrato de Osip Mandelstam de Silvia Cosío, Premio BMW de Pintura, 2021 y Vacíos, de Jorge Galleto, 54 Premio Reina Sofía

 

La cultura afecta, se relaciona, determina la entidad del ser; la propaganda es una acción lícita, siempre que sea legítima, y se propone el efecto de dar a conocer algo con el fin de atraer adeptos o compradores, DRAE. No es legítima la propaganda, si es engañosa, falsa, fraudulenta, obscena. No es discutible la relación de dependencia de una empresa con la publicidad, a más propaganda más recaudación y más beneficio. Los políticos lo traducen a votos: a más propaganda, más clientes, más obedientes.

La confusión llega a su cenit cuando nos intentan convencer, los que parecen querer lo contrario, de que todo es cultura y de que la propaganda es necesaria para la cultura. Son los topos antisistema que viven de lo contrario que defienden, luchan de boquilla contra el capital, para hacerse, si no capitalistas, ansiosos por llegar a serlo. La cultura no necesita más que seres humanos inquietos, que se pregunten a qué han venido a esta vida y en relación a qué construyen su andadura por ella.

La propaganda tiene fines, perfecto. Si una empresa, o un individuo, gasta su dinero para anunciar esto o aquello, nada que objetar. Otra cosa son los gobiernos, estatal, autonómico o municipal. Los políticos deberían gestionar, no gastar el dinero de nuestros impuestos, en vanaglorias personales o encubrir conductas ineficaces, delictivas y macarras. El nulo respeto al dinero público es escandaloso, antidemocrático. El Sr. Sánchez Castejón, como el gasto en publicidad no era suficiente, ha elevado un 32% los costes en propaganda. ¿Qué tiene que vendernos el Sr. Sánchez Castejón y sus secuaces? ¿Cómo es posible la complacencia general con los trileros?

La cultura no necesita propaganda, sino interés, entidad, densidad, claridad, legitimidad, audacia, luminosidad. Ya decía Federico García Lorca que la poesía no necesitaba adeptos, sino apasionados. Hay medios que se dedican a promocionar la cultura y que tienen que vivir de la publicidad, lo que es una anomalía, pero mientras esa publicidad sea legítima y la información no se adultere, nada que oponer. Para Odisséas Elyris: “la transparencia tiene mayor importancia en la vida que cualquier clase de líquido”, lo decía observando agua en un vaso de cristal.

En octubre del pasado año, pandemia mediante, durante veinte y tres días, expuso su obra el pintor y arquitecto Charles Villeneuve, Nantes 1971,  en Casa de Vacas del Retiro madrileño. Pues bien, sin publicidad alguna, sin promoción de nadie, sin propaganda, en ese corto lapso de tiempo, la muestra tuvo 92.193 espectadores. Además de vender todas las obras expuestas. Un hecho insólito, que no apareció en ningún periódico, para más inri y vergüenza de estos medios engolfados con la política y con los chismes.

Grand-Paris-in-progress. Charles Villeneuve. Credito Juan Carlos Dongil Garcia

 

Es terrible cuando se traviste la propaganda con las vestimentas de la cultura, utilizando a esta de modo partidista e ideológico. Y aquí están todos en la lista, y más veces lo que gobiernan sean del signo que fueren. La cultura es libre, y si no goza de libertad para expresare deja de serlo. Eso no quiere decir que todo lo que se hace en nombre de la cultura lo sea. La cultura no es ideología, ni endogamia, ni dogmatismo. Se repite la idea de que la cultura es política, si el hombre es un animal político, lo que haga será político, relación a la polis, al ciudadano, pero sin tintes sectarios.

A todo esto, el ministro D. Miquel Iceta ha comparecido el día 23 de enero en el Senado, a petición propia, para explicar toda una fanfarria de medidas con sus correspondientes cantidades de gasto, para forzar el “renacimiento de la cultura y el deporte”. ¡Ahí es nada, el gobierno va a propiciar un “renacimiento de la cultura”! Ha prometido tantas cosas que, aunque solo ejecute algunas, sería un triunfo. Pero, veremos si no es un acto de propaganda monda y lironda. ¡Y, cuidado, si va a auspiciar un renacimiento del deporte, no sé si podremos aguantarlo!

Acaba de aparecer un libro, Horror en el hipermercado. Poesía y publicidad, Luis Bagué Quilez y Susana Rodríguez Rosique (editores), Universidad de Valladolid, 2021, que va en la misma dirección de lo que apunté de suso. Una suerte de antología de poemas y opiniones a fin de hermanar poesía y propaganda y de justificar a los comparecientes.

Uno de los autores, crítico de poesía (¿) del periódico independiente. Los antologados, opinadores, poetas de la capilla prisaria y todos con poemas (¿) y opiniones falaces y primarias, con la excepción de Aurora Luque, que se expresa sin ambigüedad alguna, rechazando esa coyunda de poesía y propaganda. Un libro que olvida otros ejemplos de poetas considerables. Pero, parece que siempre hay que repetir los mismos nombres: Elena Medel, Manuel Vilas, Beltrán, Luque…¡Si esa es la gran poesía actual, yo quiero cambiarme de lugar y de tiempo!

A los que llaman poeta a cualquiera, yo les recomendaría la lectura de Juan Ramírez Ruiz, Jacobo Fijman o Miltos Sajturis. A los que llaman escultura a los archiperres, les ruego que contemplen la obra de Alcántara. A los que llaman música al ruido, les sugiero que escuchen la armónica de Sonny Boy Williamson II, poeta, compositor, músico y ángel…

Existe una acción ejemplar de difusión cultural, bien alejado de la propaganda. ¡Si no lo han visto nunca, inténtelo, se lo agradecerán! Se trata de unos videos que difunde la Galería Estampa de Madrid, en los que Luis Mayo se da un paseo por la Dehesa de la Villa y presenta, con severa brevedad, un libro de artista, una escultura, una pintura. Es una forma entre cándida y campechana de invitar a cultura; una performance gloriosa, desenfadada, cordial, sencilla, generosa.

Luis Mayo, Madrid 1964, es profesor titular de la Universidad Complutense; activo docente entregado a su función, que pinta y expone con regularidad en galerías privadas e instituciones, que da cursos y recibe premios por su pintura; lector insistente, escritor, amante de la edición y generador de actividades culturales. Luis es amabilidad y hurmiento, un militante de la belleza y el arte allí donde esté. Vean esos videos, que monta su mujer, María José Gómez Redondo, profesora y excelente fotógrafa creativa, y se quedarán con una sonrisa de admiración con su labor, que pareciendo ingenua es importante.

Luis Mayo, tríptico después de Patinir. temple sobre tabla, tríptico de 73x30cm, 73x60cm y 73×30 cm 2021

 

Cuanta más sea la propaganda y menos la cultura, más ausencia de libertad para el ciudadano. A más propaganda, menos libertad de decisión. Estamos presos, poseídos por la propaganda. El consumismo no es más que un efecto de la misma. Nos dicen lo que tenemos que consumir- contamos con un campeón de la memez- y cuantas veces. Los que quieren equiparar cultura y consumo, están trabajando subrepticiamente a favor de la carencia de libertad. Algunos museos se encargan de numerar a sus visitantes, pero ninguno nos dice el tiempo de la visita ni la impresión que obtienen sus visitantes.

Cada vez veo menos lectores en el Metro. Cada vez hay menos lectores en las bibliotecas, donde van a utilizar los ordenadores. Se exigen cada vez más salas de estudio, pero para preparar exámenes y oposiciones. Ha desaparecido el cine de arte y ensayo: tanto salas, como pelis. Se ha expulsado a la música sinfónica. Las galerías sobreviven entre la soledad y la miseria. Las librerías agonizan. No se puede ver danza. Sólo el teatro y las exposiciones mediáticas cuentan con asistencia. ¿Es para echar las campanas a vuelo o estamos asistiendo a unas exequias? ¡Y, entre tanto, el Sr. Iceta está alumbrando pomposamente el “renacimiento de la cultura”!

Me despertaré engañada 100X150 impresión fotográfica sobre tela 2002 y Esperaré un logro más dulce 100X150 impresión fotográfica sobre tela 2002, María José Gómez Redondo

 

En su discurso de aceptación del Premio Nobel, afirmaba Odisséas Elytis: “si alguna certeza puede ofrecernos la poesía en los tiempos de “durftiger” (indigencia) que nos toca vivir, es, justamente, la de que nuestro destino, a pesar de todo, está en nuestras manos”. La propaganda sirve para el consumo, para el mercado consumista, para domeñar la sociedad gregaria. La cultura es lo opuesto, genera dimensión, debate, búsqueda. La propaganda es lucrativa y eso hace que tenga tantos novios. Pero, ¡si nuestro destino está en nuestras manos, qué hacemos callados y sometidos!

José Ángel Sánchez Asiaín, hasta hace poco citado y venerado, historiador y mago de la economía, bancario y académico, profesor universitario y calderoniano, decía que si las leyes de la oferta y la demandan alimentan el mercado, en los dominios de la cultura no era igual, pues en cultura la oferta crea demanda. Pero la mejor forma de ofertar cultura, no es la propaganda, sino permitir que surja con la mayor limpieza y libertad, porque ella sola se fortalece y regenera. La cultura es palingenésica, como podemos comprobar a lo largo de los tiempos. Es como un hermoso bosque que se tala una y otra vez y que siempre retoña y se rehabilita por su intrínseca necesidad de germinar.

La empresa del hombre es rebelarse, decir no a lo que le imponen contrario a la razón y la dignidad. Agitar, no la demagogia, sino los misterios que cuajan de belleza la vida y nos ayudan a vivirla, a sentirla. Vivir la vida implica compromiso existencial y oponerse a los truhanes, a los estafadores sociales, a los pseudointelectuales.

Desnudo», 2000, piedra de Colmenar, talla directa, 80x32x162 cm,  y «Dama de Elche», 2002, piedra de Tamajón, talla directa, 48x30x33 cm, Andrés Alcántara

 

No es lo mismo anunciar y prometer subvenciones, que motivar a los adolescentes en la escuela. No es igual crear el nombre de un banco que hacer poesía. Ni pintar que jugar con un programa industrial en un ordenador. No tiene las mismas consecuencias sentir una escultura de Pedro Quesada que ver programas banales en la tele. Es sintomático el destrozo de un soneto espléndido de Lope de Vega para anunciar una playa en tv. O utilizar unos versos de Juan Ramón Jiménez para que beban una marca de cerveza.

¿Dónde queda el decoro, la ética, la estética, la vergüenza, el comportamiento, el compromiso de una persona normal con la decencia? ¿Qué tiene que ver la poesía con Ikea, Coca-Cola, El Corte Inglés, Leroy Merlín o la Thermomix? ¡Elevemos un poco el listón, aunque sólo sea por vergüenza torera! Siento alipori y desazón y desconsuelo por este nivel tan elemental y primario de nuestras elites oficiales y oficiosa ¡Huyan de la propaganda y elijan según su criterio!

 

                                                                                                                   Tomás Paredes

                        Presidente H. de la Asociación Española de Críticos de Arte/AICA Spain

Los artistas, «víctimas de guerra»

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

112 años después, nada ha cambiado

 

En la Gaceta de la Asociación de Pintores y Escultores de julio de 1910, Año I, Número 1, la primera noticia de arte general que aparece, dejando a un lado las informaciones sobre la constitución de la entidad, los Estatutos… y las informaciones de la Gaceta “Oficial”, es la que lleva por subtítulo “Cortesía internacional”.

En la misma, se refiere cómo “el gobierno bávaro ha hecho retirar de la Exposición de Munich, un cuadro notable del pintor polaco Vabjauski, que representa una “Matanza de judíos en Kief”, ante el temor de reclamaciones diplomáticas por parte del representante ruso. Se creía ver en el lienzo cierta tendencia molesta para el Czar”.

Como vemos, estas cosas ya pasaban hace tiempo… 112 años después leemos otro titular en la prensa española “El Gobierno cubre con telas en Madrid al mejor muralista del siglo XX”, con el subtítulo “Exteriores censura la obra de Stolz, el pintor que salvó el Prado en la Guerra Civil, por el águila franquista que pintó en el antiguo INI”.

Uno de los techos pintados por Stolz

 

Amparados en la Ley de Memoria Histórica, se van a “tapar” tres pinturas que representan una alegoría del momento histórico en que fueron pintadas, una de las cuales es un Águila de San Juan en escorzo, integrada en el escudo de los Reyes Católicos y vigente en el escudo que aprobó el Gobierno de Suárez en 1977, que sostiene entre sus garras el escudo oficial de España.

Las pinturas, son obra del valenciano Ramón Stolz Viciano, compañero de Sorolla y Benlliure, ambos socios fundadores de la Asociación Española de Pintores y Escultores, restaurador de los frescos de Goya, González Velázquez y Bayeu en el Pilar de Zaragoza, y cuyos más logrados trabajos los realizó en la Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados de Valencia y la Iglesia del Espíritu Santo de Madrid.

Los frescos del que es considerado por historiadores y críticos de arte como el “mejor fresquista español desde el siglo XVIII”,  se ocultarán deliberadamente con telas, formando una especie de falso techo que evite que alguien pueda verlas.

La pretendida “exaltación de la dictadura”, se encuentra en la antigua sede del Instituto Nacional de Industria (INI), situado en la madrileña Plaza del Marqués de Salamanca, ahora sede del Ministerio de Exteriores.

Vista general de los techos pintados por Stolz

 

Política, insensibilidad artística, injusticia, ingratitud… con el artista. Precisamente con quien fue uno de los integrantes de la Junta de Protección de Tesoros Artísticos que en 1936 salvaron las pinturas del Museo del Prado.

Ramón Stolz, uno de los más grandes muralistas del siglo XX, sirvió al Gobierno republicano en otra misión, formando parte del comité de depuración de los profesores considerados “fascistas” de la Escuela de Bellas Artes de Madrid, junto al socio de la AEPE Juan Adsuara. Hizo informes de todos ellos centrados en sus conocimientos y su valía artística, pero obviando su ideología.

Terminada la contienda, fue depurado sin ninguna responsabilidad en ese proceso, llegando a ser catedrático.

Otro de los lienzos pintados por Stolz

 

Después, como todo artista viviente, tenía que comer.

Como ya comenté cuando abordé la biografía del escultor Santiago de Santiago, “los artistas, los grandes artistas de cualquier parte del mundo, viven de su trabajo, al menos lo intentan. Pero cuando uno es artista, lucha por sobrevivir con mayor o menor éxito, y por llegar a ser parte de la historia y por dejar su huella creativa y de belleza en este mundo cada vez más atípico y variable.

Uno tiene que comer y recibe encargos de todo tipo. Le gustarán más o menos, pero se debe a ellos y a su arte. Como cualquier hijo de vecino, el artista también tiene su propia ideología, y es libre también de declararla o reservarla para él, pero el acto creador no reconoce doctrinas que no sean las puramente dictadas por el ansia de trabajar y crear, sin límites ni fondos ocultos”.

El último de los frescos de Stolz

 

Desconocemos si el trabajo realizado en el entonces Instituto Nacional de Industria, exigía la realización expresa de un Águila de San Juan, o fue iniciativa propia del artista. En cualquier caso, es un trabajo artístico que debe respetarse.

Y dicho sea de paso, calificar el escudo de España con el Águila de San Juan como «anticonstitucional, fascista o franquista» es incorrecto y revela una grave ignorancia histórica, dominante en las jerarquías de poder actuales e interesadas, pues este distintivo procede de la época de los Reyes Católicos, cuando se unieron los emblemas de Castilla y Aragón y se incorporó el águila que tenía el escudo heráldico de Isabel I de Castilla, que se hizo coronar Reina de Castilla precisamente el día de San Juan.

Así fue durante los siglos posteriores sin ninguna referencia a Francisco Franco, así figura en todos los lugares oficiales y documentos en los debates, redacción y promulgación de la Constitución española de 1978…

Acabáramos… es asociado entonces a la Constitución que se viene torpedeando con impunidad desde hace ya algunos años…

Así es cómo cuando en los medios de comunicación se dice que “los manifestantes portaban banderas con el Águila de San Juan y que es ilegal exhibirla”, por tanto se convierte en un acto deleznable, pero no es igual que exhibir banderas republicanas, no, no es lo mismo, cuando en realidad, ambas son legales siempre que no se utilicen por organismos públicos y ondeen en instituciones oficiales. Nunca jamás he oído comentar que “los manifestantes portaban banderas republicanas”…

Pero si entramos en el jardín de lo interesado, descubriremos falsedades históricas supinas e inigualables que debido a la ignorancia se llevan a cabo impunemente a diario.

En los recorridos culturales y visitas guiadas de toda España, se puede oír de boca del guía de turno… “que un desafortunado incendio de tal iglesia, destruyó parte de la edificación y los tesoros que contenía”… y después se oye eso de… “y esta plaza fue liberada y recuperada de los terribles destrozos que llevaron a cabo los fascistas”… Es curioso que el incendio provocado por los republicanos quede en un “desafortunado” incendio, mientras que la plaza recuperada se “liberó” del terrible fascismo…

La visceralidad, la violencia y el odio se ejercieron en los dos bandos. Citando a Jorge Vilches, “la manipulación del lenguaje y tergiversación de los hechos y personas, que ha pasado desde siempre, desde Herodoto, es ahora moneda común, solo que ahora se lleva a cabo con dinero público y sin posibilidad de réplica”.

Pero sin querer alejarme del tema que nos ocupa, los artistas siguen siendo, 112 años después, víctimas de la vida cotidiana.

Querer borrar la historia a base de destruir o censurar el valor artístico de sus obras, es necio e insultante. Denota estupidez e ignorancia. Es aberrante y de un menosprecio intelectual digno de los progres que nos gobiernan.

El léxico esencial para referirse peyorativamente a una capacidad intelectual insuficiente como la que acusa nuestra sociedad y nuestros políticos, es rico y variado. Del latín recibimos todo un catálogo de términos con los cuales se articularon los diversos matices de un entendimiento torpe o un conocimiento insuficiente. Así, en la monumental síntesis enciclopédica del saber antiguo aportada por las Etimologías de San Isidoro de Sevilla (obra compuesta en el siglo VII), ya encontramos un léxico básico para designar diferentes problemas intelectuales: imbecillus significa la débil fragilidad e inconstancia (supuestamente, a falta de báculo); ignarus o ignorante es el que ignora (presuntamente, por falta de olfato: sine naribus);  inscius remite a quien carece de ciencia, e idiota sería una palabra de origen griego para significar al inexperto; obtunsus denota al obtuso y confundido (o tundido); el insipiens o necio carecería de criterio o sapiencia; stultus sería el embotado que, por aturdimiento (per stuporem), no reacciona ante las injurias y afrentas; stupidus, el estúpido al pie de la letra, frecuentemente quedaría estupefacto.

Kant fue más allá y habló del obtuso o carente de ingenio; de la estupidez o carente de juicio sin ingenio; del simple, aquel con dificultad de aprender; de la tontería, y si el tonto es ofensivo, topamos con la necedad; del petulante o fatuo, como un necio pretencioso; de la idiotez consiste en la plena debilidad de la mente y la máxima falta de inteligencia… Todo esto es lo que ahora nos gobierna, lo que en la sociedad se impone. Una lástima, porque en lugar de prosperar y mirar al futuro, seguimos embotados en el pasado y repitiendo los mismos errores.

Pero me he metido ya en otro jardín del que es preciso salir para continuar con las actuales “víctimas de guerra”, los artistas.

Sin querer remontarme a las atrocidades que sufrieron los frescos de Miguel Ángel, seguimos en una trayectoria ascendente que no respeta la creación artística y que poco a poco, estrecha su cerco cada vez más.

Frescos del Salón de Sant Jordi, de Torres García

 

Hablamos de la desaparición de los frescos del Salón de Sant Jordi encargados durante la dictadura de Primo de Rivera, la cubierta con lonas de los escudos del Palacio de Santa Cruz, de Muguruza, la retirada en 2011 de la escultura “La Victoria” de Frederic Marés, de la Diagonal de Barcelona, modelada en 1932, la retirada de esculturas, escudos, monumentos y estatuas relacionados con los años de dictadura, obra de grandes escultores como José Capuz, Juan de Ávalos… el controvertido Valle de los Caídos, con la monumentalidad que encierra, la petición de retirada de una escultura de La Pasionaria obra de Victorio Macho, la retirada de la placa dedicada a José María Pemán en Cádiz, la de la estatua de Largo Caballero en Madrid, de José Noja Ortega, la petición de retirada del Sagrado Corazón de Urgull, la Cruz de los Caídos en plazas e iglesias….

La Victoria, de Frederic Marés

 

La Pasionaria, de Victorio Macho

 

Sagrado Corazón de Urgull, de  Federico Coullaut-Valera

 

Largo Caballero, de  José Noja

 

Placa de José María Pemán, de Juan Luis Vassallo

 

Pero lo realmente triste de todas las noticias en las que se habla de estas desapariciones de la vía pública, lo apabullantemente triste y desolador, es que ni siquiera se cita al escultor autor de la obra, porque ya ni eso se respeta, no sólo su trabajo, sino además su firma. Si existiera una sociedad de escultores a la manera de la Sociedad de Autores, montada en el dólar, como suele decirse de forma coloquial, otro gallo cantaría, pero eso tampoco interesa.

Cuatro tristes fotos nos van a quedar de esos frescos. Cuatro nada más. Y echarán la cortina de la indiferencia sobre ellos, literalmente van a taparlos con una cortina, y aquí habrá acabado todo.

Es curioso cómo honramos la memoria de nuestros artistas… decepción que sobrecogía a cuantos triunfaban fuera de España y volvían a su patria para sumirse en el mayor desencanto al tener que vivir cómo eran denostados y ninguneados… los grandes así lo sufrieron: Sorolla, Pradilla, Benlliure, Rosales… asqueados por la envidia y animadversión de los progres de turno de la época.

Mal camino llevamos cuando no se respeta ya a quienes tanto han aportado y aportan al mundo de la creación.

Lo peor de todo es que no he visto a nadie levantar la voz por estos ultrajes. Solo son noticia de portada un día. El tiempo los sume en el olvido. Nadie ha sacado la cara por ellos, nadie ha protestado ni razonado su fechoría. Pero ¿es que a nadie la importa ya?

Recordando… Agustín Lhardy

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Agustín Lhardy Garrigues

 

 

Socio Fundador Nº 103 de la Asociación de Pintores y Escultores

 

LHARDY GARRIGUES, Agustín    P   1910(F103)  20.jul.1848    MADRID   MADRID   3 abril .1918

 

Agustín Lhardy y Garrigues. Pintor paisajista, dibujante, aguafortista, y empresario.

Agustín era el primogénito del matrimonio formado por el cocinero y pastelero francés, de padres suizos, Emilio Huguenin, nacido en Montbéliard en 1808,  y Juana Garrigues.

Emilio trabajó como repostero en Besançon, como cocinero en París y como “restaurateur” en Burdeos, regentando su propio negocio. Su restaurante era frecuentado por numerosos españoles liberales perseguidos por Fernando VII, y anteriormente por seguidores de José Bonaparte. Tal vez muchos de ellos le animaran a montar un negocio en Madrid, carente, por entonces, de locales de este tipo. Así, en 1839, Emilio Huguenin abrió en Madrid una pastelería, muy bien situada en la Carrera de San Jerónimo, número 6, a la que llamó Lhardy, probablemente en imitación al café parisino “Hardy”. Al poco tiempo Don Emilio sustituyó su propio apellido por el de su establecimiento, así como el de su descendencia.

A los pocos meses, y por recomendación del famoso viajero y escritor francés Prosper Mérimée, Lhardy abre una charcutería y un restaurante en la planta superior de la pastelería. Lhardy introdujo en Madrid el bollo suizo, el cruasán, y los canapés. El veterano Lhardy fue un revulsivo en la cocina madrileña al introducir innovaciones como las mesas separadas, el precio fijo en el menú, las minutas por escrito, o los manteles en las mesas. En el aspecto gastronómico, introdujo la salsa besamel, el pan “brioche”, los soufflés y los “volavant”.

Lhardy se convirtió pronto en el restaurante preferido de la aristocracia, los políticos, los intelectuales, siendo interminable la lista de sus clientes: Alfonso XII, Isabel II, el general Prim, el marqués de Salamanca, Sorolla, Amalio Gimeno, Pérez Galdós, Mazantini, Mariano de Cavia… Es además el restaurante más citado en la literatura española.

Lhardy es un restaurante ubicado en pleno centro de Madrid. (Carrera de San Jerónimo n.8). Fundado, en el año 1839 por el francés Emilio Huguenin . Lhardy​ es considerado uno de los primeros y más antiguos restaurantes de Madrid

 

Emilio Lhardy falleció el 17 de enero de 1887. Su hijo Agustín, ya regentaba el negocio familiar, aproximadamente desde 1882.

Agustín Lhardy nació el 20 de agosto de 1847. Parte de sus estudios los realizó en Francia. Años más tarde fue alumno de la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, según otras fuentes estuvo en la escuela de Bellas Artes de San Fernando, teniendo como maestro al célebre pintor Carlos de Haes y compartiendo estudios con otros paisajistas como Morera, Aureliano de Beruete o Casimiro Sainz.

Compaginando siempre la vida artística con el negocio familiar, Agustín llevó a cabo reformas importantes e innovaciones en el negocio, para mantener e incluso aumentar su prestigio. Al poco de acceder a la dirección, se cambió la fachada y el interior del establecimiento, que tomó la apariencia que conocemos ahora. El autor de la reforma fue el ebanista y decorador Rafael Guerrero, padre de la actriz María Guerrero, que cambió el aspecto del local y decoró la fachada con caoba cubana. Fue el que diseñó los famosos salones japonés, blanco y grande o isabelino.

Agustín Lhardy retratado por Ramón Casas

 

Agustín consiguió introducir y refinar platos de nuestra gastronomía popular, consiguiendo que fueran alta cocina. Sus principales adaptaciones fueron el cocido, los callos y el consomé, pero logró introducir también el “Dinner Lhardy”, según el cual, a las cinco de la tarde, se servía una merienda en la que se hizo famoso el “consomé de Lhardy”. Muchas veces era imposible circular por la calle, porque los carruajes paraban un instante para abastecerse del famoso caldo.

Continuó con el prestigioso servicio de catering de su restaurante. A modo de ejemplo, señalemos que atendía cacerías regias, banquetes en el Banco de España, servicio en trenes especiales, en el bufé del Teatro Real; incluso sirvió un catering en el globo aerostático “Cierzo”, que pilotaba Fernández Duro, en febrero de 1906, con pavo en gelatina, rosbeef, y champán., tirando desde el aire los platos de cartón y las botellas.

Agustín Lhardy retratado por otro de los fundadores de la Asociación de Pintores y Escultores, Cecilio Plá (Colección particular)

 

Las anécdotas sobre Lhardy, sus banquetes y su cocina, son innumerables. Agustín Lhardy prestaba todo tipo de servicios relacionados con lo que hubiera en su comercio. En cierta ocasión, un ministro de Estado, utilizó la vajilla de plata de Lhardy, por no sacar la suya del banco de España, ya que pensaba que con el lavado, desgastaría la propia. Los candelabros de Lhardy sirvieron, en cierta ocasión, para decorar el estreno de una ópera de Puccini, en el Teatro Real…

Los banquetes celebrados en Lhardy eran innumerables y las tertulias en las que participaron artistas, políticos, toreros, científicos, periodistas, médicos, etc… eran conocidas en todo Madrid.

Pero Agustín fue también un hombre de arte y amaba la pintura y el grabado. Su maestro, Carlos de Haes, le inculcó  la técnica y los recursos para convertirse en un reconocido paisajista. En sus cuadros, el protagonista es la naturaleza en armonía con el entorno, y el paisaje donde destacan motivos como los ríos, los árboles o las diferentes estaciones del año. A través de ellos nos muestra los espacios tal como son, escenas costumbristas sin posibilidad de crítica o ironía, ya que como decía Haes: “La naturaleza difícilmente soporta el trabajo de la imaginación (…) la multitud innumerable de sus accidentes y combinaciones poca cosa nos permite inventar”.

Agustín pintaba en su estudio de la calle Núñez de Arce (antigua calle de la Gorguera), donde acogió como huéspedes a Mariano Benlliure y Pablo Sarasate.

 

 

 

Barcas en Estarreja (Portugal) y debajo, Árboles en flor

 

La primera vez que presentó un cuadro suyo en público fue en 1874. En los años siguientes intervino en exposiciones en Madrid (1876, 1878 y 1881) y París (1878). Participó en numerosas Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, obteniendo medallas en las de 1887, 1890, 1895 y 1901. Los títulos de sus obras premiadas, reflejan perfectamente el contenido de las mismas: “Paisaje de los Pirineos”, “Pinos de la costa de Asturias”, “Arroyo en la Casa de Campo”, o “Primavera”. Tuvo especial predilección por representar vistas de los Picos de Europa, los Pirineos y de la sierra de Guadarrama.

A partir de 1888 participó en la llamada “colonia artística”, organizada por el pintor Casto Plasencia en Muros de Pravia (Asturias). Allí pintaban durante los veranos, además de Lhardy, otros pintores, como Plá, Campuano, Polak y Robles.

Tras participar en la Exposición Internacional de Chicago de 1893, se dedicó en profundidad al dibujo en pastel. En la Exposición Nacional de 1896 obtuvo una condecoración del Círculo de Bellas Artes por los dibujos a pastel titulados Un manzanal y Otoño.

En 1904, obtuvo otra medalla, esta vez como grabador. Su culmen como artista vendría con la medalla de oro de 1912, concedida por el grabado titulado “La Laguna de la Granjilla”, en la que demostró haber superado a su maestro Haes, al lograr dar efectos pictóricos a los grabados, debido a su adecuado uso de las resinas.

Sobre la concesión de medallas, el famoso crítico de arte y socio de la Asociación Española de Pintores y Escultores José Francés, escribió: “Las medallas no parecían ser la obsesión de Agustín Lhardy. Concurría a las exposiciones con el mismo entusiasmo después de lograrlas que antes de conseguirlas”.

Para Agustín fue una satisfacción enorme ver en la Exposición Nacional de 1915, un cuadro titulado “Crisantemos y rosas”. La autora era su propia hija Luisa, que firmaba como Lily Lhardy.

Agustín participó con sus grabados y cuadros en la ilustración de revistas como Blanco y Negro, y la Ilustración Española y Americana. Muchos de sus grabados se conservan en la Calcografía Nacional, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Agustín era un amante de todas las artes, pero su devoción por el mundo de la música se puede detectar en muchas facetas de su vida. Su mujer, Doña Luisa Gassier y Cruz, con la que contrajo matrimonio antes 1876, era hija de Luis Gassier, célebre bajo-cantante marsellés. Lhardy fue muchos años abonado al Teatro Real. En su restaurante tenía una tertulia que reunía numerosos amigos deseosos de la promoción de la música en Madrid.

De Lhardy surgió la idea de fundar la Sociedad Filarmónica Madrileña, que quedó constituida, el 30 de abril de 1901, con doscientos noventa y un socios fundadores. Agustín también fue uno de los creadores de la Asociación Wagneriana Madrileña, fundada en el restaurante Lhardy, en 1911. Entre sus miembros figuraban, entre otros artistas, destacados pintores socios de la AEPE como Cecilio Plá, Félix Borrell, Tomás Campuzano, Aureliano de Beruete o Rogelio de Egusquiza, y realizaba conciertos, conferencias, publicaciones; y hasta tenía una biblioteca. En diciembre de 1914 o enero de 1915, la Asociación terminó sus actividades debido a lo exiguo de su cuota, y a la explosión de la Primera Guerra Mundial, que dividió a los españoles en aliadófilos y germanófilos.

Socio Fundador de la Asociación de Pintores y Escultores, participó en la Exposición de Brighton y Londres que organizó la entidad en 1914, y donó obra para el Festival Benéfico que en 1915 llevara a cabo la institución bajo el nombre de “Fiesta de los Artistas”, al que asistió la familia real en pleno y lo más granado de la sociedad madrileña del momento.

En el III Salón de Otoño de 1922, en la Sala XII denominada del “Recuerdo”, en la que sólo figuraban obras de artistas fallecidos, se exhibió el óleo titulado “Estudio de paisaje”, propiedad del Presidente de la AEPE Pedro Poggio, quien había sido discípulo de Agustín Lhardy.

Agustín continuó trabajando y pintando de manera infatigable hasta el 3 de abril de 1918, en que fallece en Madrid. Su cuñado Adolfo Temes Nieto, le sustituyó en el famoso restaurante.

La Gaceta de Bellas Artes del 1 de abril de 1918 le dedicó unas cariñosas palabras: “Agustín Lhardy. La muerte de este hombre bueno, inteligente y artista, priva a nuestra Asociación de uno de los individuos más queridos y populares. Como no es costumbre en la Gaceta otra cosa que el respeto y recuerdo a los que nos dejan, sirvan estas líneas de consuelo a su familia y de imperecedera memoria para todos”.

Sus últimos años de producción grabó numerosos aguafuertes y pintó al fresco, junto con los pintores Juan Comba y Mariano Benlliure, la decoración del pequeño palacio que la infanta Isabel se hizo construir en el barrio de Argüelles de Madrid, el Palacio de Quintana, conocido popularmente como el Palacio de La Chata.

 Distintos paisajes de Agustín Lhardy

Como alumno de Carlos de Haes, Agustín Lhardy destacó tanto como grabador y calcógrafo como por hombre de mundo y plenairista incansable; en este último aspecto formó parte activa de la efímera Colonia artística de Muros

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Joaquín Llizo Ruiz

Por Mª Dolores Barreda Pérez

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

La  Gaceta de Bellas Artes 1911-1912

Pese a que oficialmente no apareciera como Director de la Gaceta de Bellas Artes, Joaquín Llizo Ruiz sí estuvo presente en la cabecera de la revista como Redactor, junto a Manuel Villegas Brieva.

Teniendo en cuenta que Llizo era periodista y Manuel Villegas Brieva era pintor, bien podemos afirmar que el peso de la publicación recaería en el periodista, ya que en sus números aparecen más noticias relacionadas con el arte y los artistas en forma de narraciones cortas, que podríamos calificar de información “pura y dura”.

Permaneció en la cabecera de la Gaceta de la Asociación Española de Pintores y Escultores como Redactor, desde abril de 1912 hasta el número 27 correspondiente a septiembre de 1912.

Durante ese tiempo, la Gaceta tenía la redacción y las oficinas en la calle Caños, I, Plaza de Isabel II, y atendía en horario de 6 a 8 de la tarde, “días no festivos”.

En los números en los que figuró Llizo, se recogían bastantes informaciones del extranjero, sobre todo de exposiciones y aperturas de nuevos museos por todo el mundo, bajo el epígrafe de “Crónicas de Arte extranjeras”, así como noticias arqueológicas, distintas de la venta de cuadros y colecciones, subastas y otros temas de interés nacional como lo fue la suscripción popular iniciada para evitar la venta y salida de España del cuadro “La Adoración de los Reyes”, de Van der-Goes, conservado en Monforte y que finalmente fue adquirido por Alemania.

JOAQUÍN LLIZO RUIZ

 

 

Joaquín Llizo Ruiz fue un periodista malagueño nacido en 1885.

Una vez terminados sus estudios, comenzó a trabajar en periódicos de provincias, hasta que finalmente se traslada a Madrid para trabajar en el diario ABC.

Más tarde, dejaría el diario para ser el encargado de la información política y de trabajos interiores de redacción del periódico El Sol.

Escritor políglota, siempre estuvo muy interesado por la cultura, realizando diversas traducciones de obras de teatro.

Pero, fuera de su etapa profesional como periodista, Joaquín Llizo, fue el protagonista de un acontecimiento excepcional, por el cual pasó a la historia.

Primera cabecera de la Gaceta en la que aparece Joaquín Llizo Ruiz

 

En miércoles 2 de diciembre de 1930, en una mañana en la que el malagueño Joaquín Llizo, de 45 años, casado, sin hijos y pluriempleado (periodista y secretario particular del director de la Compañía Arrendataria de Tabacos), se plantó delante del Presidente del Gobierno, General Dámaso Berenguer, sacó una pistola, que apuntó al suelo, y tras pronunciar las siguientes palabras, “Ésta es una demostración enérgica e incruenta contra el régimen que usted representa”, disparó.

A Joaquín Llizo, mientras los agentes de policía más cercanos corren a neutralizarlo, le hubiera dado tiempo para realizar otro disparo, pero no lo hizo, sino que se limitó a esperar a que los agentes lo detuvieran.

Cuando se lo llevaban, el Presidente de Gobierno, se metió en el ascensor y tranquilizó a los periodistas, todavía en estado de shock, con las siguientes palabras: “No se preocupen, señores, que no ha pasado nada. Esto sólo puede ser obra de un perturbado.”

Toda España no daba crédito de lo sucedido, y en la prensa se dijo que Joaquín Llizo no estaba bien mentalmente y que había mostrado pulsiones suicidas y que incluso eminentes psiquiatras, como el Doctor Marañón, aconsejaban su ingreso en un manicomio.

Pero el periodista fue en todo momento plenamente consciente de sus actos. Esto se sabe gracias a dos circunstancias: la carta que le dejó a su jefe, el director del diario El Sol antes de cometer el suceso, acompañada de su carné de prensa y sus tarjetas; y la segunda, una declaración escrita que llevaba encima en el momento de la detención.  El texto que le dejó a Félix Lorenzo, su superior en el periódico El Sol, fue el siguiente:

Mi querido director:

Un motivo esencial de delicadeza hacia la profesión me obliga a dimitir mi puesto de redactor de este periódico. No es que yo vaya a realizar nada indigno. Pero sí lo sería el ponerme hoy en contacto con varios periodistas sin decirles que no estoy entre ellos como compañero, porque a ampararme en ellos, es decir, en la profesión, equivaldría mi silencio. Tengo la esperanza de volver junto a usted, junto a ustedes. Mas por lo pronto remito adjunto mi carné y hasta mis tarjetas. Sólo conservo una en la que tacho la línea que dice “Redactor de El Sol”. Ojalá no haga la fatalidad que aquella esperanza deje de cumplirse. Para todos los de la casa, abrazos míos, y usted reciba otro de su muy agradecido e incondicional. Joaquín Llizo”.

Por otro lado, la declaración que llevaba consigo decía lo siguiente:

Declaro mi propósito de realizar una demostración enérgica e incruenta contra el capitalismo delincuente, personificado en uno de sus más característicos representantes. Entiéndase por capitalismo delincuente el explotador del trabajo y usurpador del Poder Público. Con un simulacro de violencia demostraré precisamente mi repugnancia, ya que podré y no querré consumarla; pero este mismo simulacro probará mi resuelta actitud contra la iniquidad. Conmigo tiene complicidad toda la opinión sana y valerosa del mundo entero. Aspiro a la justicia y a la libertad igualitarias”.

Este último mensaje muestra que Joaquín Llizo se convirtió al anarquismo, a pesar de repugnarle la violencia, por lo que su único objetivo era asustar al Presidente del Gobierno, pero sin dañarle.

Según aseguraron los periódicos de la época, Joaquín Llizo jamás había militado en partido político alguno. Estaba bien conceptuado por sus dotes de inteligencia, honradez y laboriosidad, estuvo varios años en la redacción de ABC, desde donde pasó a la de El Sol, desempeñando allí diversos puestos como el de confeccionador de ediciones.

Tenía además un destino en la Tabacalera, y entre el personal de oficinas de ésta, gozaba de generales simpatías. En sus opiniones era muy moderado y siempre se mostró enemigo de estridencias y radicalismos ideológicos.

Diversas contrariedades de orden personal y particular habrían ensombrecido su carácter, que todos dicen era de natural abierto y expansivo.

Tal y como refleja la prensa de la época, tras su detención, el ex redactor cayó en el estado de postración mental, entristecido por lo que había hecho. Desde aquel acontecimiento, nada más se volvió a saber ya sobre Joaquín Llizo.

Esta es la reconstrucción, a partir de las crónicas periodísticas, de la película de los acontecimientos que tuvieron lugar el miércoles 2 de diciembre de 1930. Joaquín Llizo tiene todo planeado para que el Director del diario El Sol, Félix Lorenzo, reciba su carta exactamente a las cinco y media de la tarde, la hora a la que tenía previsto consumar su plan. El servicio de la mensajería de Continental Express de la glorieta de Bilbao no resultó ser muy diligente, y teniendo en cuenta que la calle Larra le quedaba a tiro de piedra, la entrega no se hizo efectiva hasta las 18’15 horas.

El General Berenguer, rodeado de los periodistas, al salir del Consejo, en el  mismo lugar donde se hallaba  al ocurrir el lamentable incidente del señor Llizo.  Fot. Pío

 

La siguiente escena se produce en uno de los salones de la presidencia del Gobierno. Los reporteros aguardan la llegada de Dámaso Berenguer, que los atenderá, según su costumbre, antes de la celebración del Consejo de Ministros. La presencia de Llizo sorprende a los colegas, porque hace tiempo que ha dejado de hacer información política.

-Hombre, Joaquín, tú por aquí otra vez.

-No vengo como periodista –replicó. No soy periodista ya; he dimitido de El Sol y podéis echarme de aquí si queréis.

-¡Como te vamos a echar, hombre! –respondieron los compañeros. Pero, ¿te ha pasado algo en el periódico?

-Es larga la explicación; de cualquier modo, pronto la tendréis.

Los periodistas se quedan algo intrigados. Continúan charlando por matar el tiempo. Al poco de la llegada del ministro de Gracia y Justicia, señor Montes Jovellar, entre las cinco y cuarto y las cinco y media –los testigos no se ponen de acuerdo–, un ordenanza anuncia al Presidente. Entra el general Berenguer, que viene acompañado de su hermano Luis. Se quita los guantes y se dirige a los periodistas para saludarlos, estrechándoles la mano. Todo sucede rapidísimamente. Llizo se adelanta, saca del bolsillo de su gabán gris una pistola –una Browning de repetición automática del calibre 6,35– y, con manifiesta intención, apunta al techo (otros creen que fue al suelo) y dispara. La bala queda incrustada en el ángulo más próximo al lugar donde cuelga el retrato de Eduardo Dato. ¡Lagarto, lagarto!, pensaría Berenguer si le diese tiempo, pero está ocupado en inmovilizar a Llizo. Se ha abalanzado sobre el pistolero, arrinconándole contra un radiador.

-¿Qué ha intentado usted?

-Esto –proclama Llizo– no es sino una protesta incruenta y enérgica contra el régimen social que representa vuecencia.

Y añade gritando, mientras un grupo de agentes lo placan: ¡Ya está! ¡Ya está!

-¿Quién es este hombre? –pregunta el presidente.

-Es un compañero nuestro, redactor de El Sol –responden los periodistas.

-No soy redactor de El Sol –corrige el aludido–, porque antes de venir aquí he presentado la dimisión.

Llizo, que todavía tiene en su poder la pistola, la entrega en cuanto le es requerida. Al ser examinada, se comprueba que no tenía más balas y que el casquillo de la disparada todavía estaba en el cañón. Aquello corroboraba la impresión de los presentes de que si hubiese querido atentar contra Berenguer, a esas horas ya sería hombre muerto. Pero está vivo y preocupado por la versión que los periodistas darán del suceso.

-No deben darle ustedes proporciones alarmantes a lo sucedido. No es un atentado (frase que subrayó marcadamente). Se trata, sin duda alguna, de la obra de un loco, de un desdichado, de un perturbado. Yo les suplico que no le den importancia, porque en realidad no la tiene. Yo incluso creí que se trataba de una pistola de juguete.

 

El Presidente posa para los fotógrafos antes de retirarse y Llizo es detenido. Inmediatamente presta declaración ante el comisario jefe de la Brigada Social, señor Chamorro. Después de serenarse, niega pertenecer a ningún grupo político; sostiene que no ha querido dar a su protesta una forma cruenta, que no se le ocurrió cambiar la pistola por una bolsa de confeti y que para matar no hubiese tenido más que alargar la mano a la altura del pecho, pero que no era ese su propósito, porque esto repugna a sus sentimientos de humanidad y porque había entrado en el salón de la Presidencia del Consejo en calidad de periodista y no quería manchar de ningún modo la profesión.

Llizo insiste y ruega que no le quiten un papel escrito que lleva en el bolsillo que confirma que su única intención era dar la mayor publicidad posible a su categórica protesta contra “el capitalismo delincuente” y el actual régimen político.

La declaración finaliza unos minutos antes de la siete de la tarde. Mientras, Félix Lorenzo intenta convencer a las autoridades de que Llizo ha perdido el juicio, que precisamente por eso lo habían relegado como reportero de calle (era cierto que últimamente ejercía como redactor de mesa, pero por la sencilla razón de que sabía inglés y era de los pocos que podían traducir los despachos).

Joaquín Llizo en las distintas fotografías que aparecieron en la prensa del momento

 

El doctor Gregorio Marañón se presta a corroborar el diagnóstico y declara que estaba buscando, desde hace tiempo, la ocasión para recomendar a su familia que lo internasen en un manicomio. No coló y Joaquín Llizo ingresa en la Cárcel Modelo, de donde sólo salió cuatro meses después, con la amnistía para presos políticos del 14 de abril de 1931. El día 17, El Sol anunciaba que el periodista volvía a formar parte de la plantilla del diario.

Un año después. Joaquín Llizo se encuentra con un colega del Heraldo de Madrid, quien le pregunta cómo le van las cosas. Le cuenta que está preparando un libro.

-La idea surgió en la cárcel, cuando estaba yo como detenido político por el Gobierno Berenguer. Se me ocurrió celebrar una interviú diaria de dos horas con un famoso ladrón. Me concedieron el permiso. Así catorce días.

-¿De modo que es una interviú de veintiocho horas?

-Exactamente. Y el libro no está terminado aún, porque, reintegrado al trabajo diario, ya saben ustedes cómo es de absorbente.

Sí, tan absorbente que nunca lo terminó. Una lástima. Iba a ser un “relato novelesco” construido a partir de aquellas entrevistas carcelarias. Ya tenía el título, magnífico: “Mario Neblar, ladrón de pulsera y tango”. Se podría haber adelantado a Truman Capote más de treinta años.

En 1934 figura como colaborador de la revista ONDAS.

En 1935, el diario El Debate del 10 de marzo, da cuenta de una “Audiencia presidencial” en la que se lee textualmente: “Por el jefe del Estado fueron recibidos don Julián Besteiro, don Antonio Obregón, secretario del «Intercambio Cultural Iberoamericano», acompañado de una Comisión del Consejo directivo; don Manuel García Rodrigo, don Joaquín Llizo Ruiz, don Alfonso Alcalá, Martín, acompañado de don Bautista Pérez Iglesias; don Enrique Marilaga y don Alfonso Pérez Iglesias.
El 15/02/1935 fue condecorado por el Gobierno de la República en el aniversario del 11 de febrero.

En 1937 según el periódico «La Libertad» hace labores de censura de la prensa extranjera.

El 2 de mayo de 1939 se publica la escueta noticia de su muerte:
Fallecimiento de un periodista. MadridVíctima de dolencia adquirida como consecuencia de privaciones sufridas durante el dominio rojo, falleció el sábado, el periodista Joaquín Llizo. El entierro estuvo concurridísimo de periodistas, escritores y amigos.

En uno de los artículos de Joaquín Llizo, titulado “Unas palabras de Le Corbusier. El sutil poeta de la edificación. La emoción de lo geométrico”, publicado en El Sol, el  11 de mayo de 1928, realizada en la Residencia de Estudiantes, sentenciaba…  “Y habitar no es sólo comer, dormir, etc., sino tener un sitio donde pensar…”

Lily Lhardy

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

 

Lily Lhardy

 

LHARDY, Lilly      P             1915      MADRID

 

Nacida aproximadamente en 1885, Luisa Isabel Lhardy Gassier era hija de Agustín Lhardy, el hijo de Emilio Huguenin y Juana Garrigues, quienes abrieran el famoso restaurante Lhardy de Madrid, y de Luisa Gassier y Cruz, que falleciera en 1912, hija del afamado cantante de ópera marsellés Luis Gassier, y también pintora.

Firmaba sus obras como Lily Lhardy.

Concurrió a la Exposición Nacional de 1915 con el cuadro titulado “Crisantemos y rosas”.

El 17 de junio de 1916 contrajo matrimonio con el pontevedrés Adolfo Temes, funcionario de Hacienda, escritor y melómano que falleció en 1963 y con quien tuvo dos hijos: Agustín Temes Lhardy y Lilí Temes Lhardy, casada con Rafael de Vicente Velo, con quien tuvo cinco hijos: Rafael, Adolfo, Lily, Paloma y María.

Lily creció rodeada de una vida artística inigualable, coincidiendo en el famoso local de su padre, con amigos y personalidades culturales y artísticas de la época como Julio Camba, Enrique Sepúlveda, Gutiérrez Gamero, Mariano Pardo de Figueroa (Dr. Thebussem), Méndez Bringa, el Duque de Tamames, Mariano de Cavia, Antonio Vico, Romero Robledo, Múñez de Arce, Félix Borrell, Tomás Campuzano, Rogelio de Egusquiza, Frascuelo y otros muchos escritores, intelectuales y politicos, así como con muchos socios de la Asociación de Pintores y Escultores como Mariano Benlliure, Joaquín Sorolla, Tomás Muñoz Lucena, Carlos de Haes, Aureliano de Beruete, Casimiro Sainz, José Francés, Cecilio Plá…

Su padre pintaba en el estudio que tenía en la calle Núñez de Arce (antigua calle de la Gorguera), donde acogió como huéspedes a Mariano Benlliure y Pablo Sarasate, por lo que no es aventurado pensar que ella siguiera allí sus pasos, aprendiendo de los grandes maestros y con la clara influencia de su progenitor.

Quienes la conocían afirman que pintaba maravillosamente bien, y que de haber continuado con esta afición, hubiera llegado lejos.

Sus temas preferidos, muy al gusto de las pintoras de la época, eran los paisajes, y bodegones de flores y animales a los que sabía dar elegancia y color.

A la muerte de su padre, en 1918, dejó de pintar y se dedicó por entero a su familia, si bien nunca perdió el gusto por el arte.

En junio de 1946 realizó la donación de una colección de planchas originales de su padre, Agustín Lhardy, a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que reproducían paisajes, monumentos y viejas calles de España que la Academia agradeció.

Falleció en Madrid, el 17 de febrero de 1947.

En la Exposición de Primavera organizada por la Galería Gregorio Blanco en marzo de 1986 se exhibieron obras de Agustín Lhardy y también un “Retrato” firmado por su hija Lily.

Nuestro agradecimiento al maestro José Luis Temes Rodríguez Lhardy por la información facilitada para realizar esta biografía.

Fotografía de Luisa Lhardy,  su hija Lilí Temes Lhardy y  su esposo Adolfo Temes en los años 40. Imagen cedida por José Luis Temes Rodríguez Lhardy

 

Imagen de una obra de Lily Lhardy. Imagen cedida por José Luis Temes Rodríguez Lhardy

 

Esquela de Luisa Lhardy

Firmas con sello de lujo: Tomás Paredes

En el charco de la cultura

Hay una expresión, de cumplido tránsito en el habla coloquial, meterse en un charco, que vale por buscar una complicación, un lio, tratar algún asunto complejo. Meterse es un verbo pronominal o reflexivo, que indica movimiento y decisión, introducir o aventurarse a hacer, muchas veces con la connotación de atrevimiento o de falta de idoneidad para ello. Confío en no ser ejemplo.

Hay otras frases, que se emparentan con esta. Es habitual oír que alguien se mete, o pisa, todos los charcos, para indicar que entra al trapo en todos los temas discutidos, comprometidos, candentes. Además, están meterse en camisa de once varas, que no es lo mismo, pero tiene semejanzas; meterse en un berenjenal, meterse en boca de lobo…

Por cierto, meterse en un charco no lo recoge el Diccionario Fraseológico de Manuel Seco, quien falleció el 16 de diciembre. Manuel Seco, padre de todos los diccionarios de la Academia Española, es autor de obras fundamentales como Diccionario de dudas y Diccionario del español actual. Un lexicógrafo de lujo y un caballero. A su muerte, excepto una columna de Amorós en ABC, se le ha aplicado el silencio: claro signo de ignorancia de los medios y de los lectores que deben exigir calidad a sus medios. Comprar un periódico es un contrato por el que adquirimos información contrastada y fundamental a cambio de un precio. Si no es así, te están estafando.

Manuel Seco Reymundo

 

La cultura en la antigüedad era el canto mélico, la mitología, las artes, los saberes admitidos en célebres repertorios. Fueron Herder, de una parte, y de otra Kant quienes estructuraron el concepto de cultura que hemos venido admitiendo como válido hasta ahora, que se ha implantado el guirigay, la bazofia mental y la más cultivada ignorancia.

He decidido meterme en el charco de la cultura, porque está en peligro. Y sin cultura somos salvajes. La cultura en España y con referencia a Madrid, que es donde resido. En muchas autonomías la cultura agoniza -caso de Barcelona, no de Cataluña-, si no está solemnemente muerta, a excepción de Valencia, el influjo del Guggenheim de Bilbao, Málaga, Lindbergh en Coruña…

El artículo 44 de muestra Carta Magna, Constitución española de 1978, consta de dos epígrafes: 1.- Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho. 2.-Los poderes públicos promoverán la ciencia y la investigación científica y técnica en beneficio del interés general.

¡Papel mojado! Al menos en relación a la actividad que vemos del Ministerio de Cultura, de las Consejerías de Cultura autonómicas y de los concejales del ramo en los Ayuntamientos. ¡Por supuesto que siempre hay excepciones, pero tan escasas que…!

El primer problema está en saber qué refiere el vocablo cultura. Gustavo Bueno, abusado por unos y por otros, publicó en 1996, El mito de la cultura, tratando de explicarla desmitificándola con conocimiento de causa. La cultura hoy está considerada como lo más elevado, el estado supremo del hombre, el reino de la gracia, pero había que preguntar qué entiende cada uno por cultura, porque no todo es cultura.

Portada del libro « El mito de la cultura », de Gustavo Bueno

 

En realidad, hace relación a la agricultura, que labra y cuida la tierra para obtener feraces cosechas. Así, el cerebro virgen del ser humano es moldeado por los saberes, afectos y perspectivas de conocimiento, formando una mente para convivir y compartir. La cultura está determinada por aquello que modula, ahorma nuestra inteligencia con un cariz positivo, por la sensibilidad, por el medio. La gastronomía per se, no es cultura, puede serlo la forma de consumirla; el espectáculo no es cultura, el deporte no es cultura, el cine de masas no es cultura, el turismo no es cultura, y no por ello hay que denostarlos.

¡Nos quedamos sin cultura y eso envilece y asilvestra aún más al ser humano! Se ha puesto en pinganitos ese invento de las industrias culturales. No hay mayor aberración. La cultura tiene que ver con la organización de la vida y sus comportamientos, con la espiritualidad, no con la industria, ni con la cantidad, ni con la estadística. La cultura sublima la sensación, vehicula nuestra idiosincrasia, nos dispone a la eticidad, a la epiqueya, hace de cada hecho un acto enriquecedor.

En manifestaciones a Europa Press, 18.XI.21, el académico Félix de Azúa afirma: “Poner a Iceta en Cultura es como poner a Chiquito de la Calzada”. ”Tenemos uno de los Gobiernos más ignorantes de la Historia de España y ahí están los resultados”. Que yo sepa ni el Ministerio ni nadie han rectificado al Sr. Azúa y no seré yo quien lo haga.

Bodegón de Álvaro Delgado en la tapa del catálogo de su exposición de Conde Duque

 

No es admisible, aunque si posible, que un señor que no tenga un concepto claro de lo qué es cultura, dirija un Ministerio, que además lo es del Deporte. Cuesta un triunfo que te reciban y cuando lo consigues, si no vas a por una subvención, ni te escuchan. Tengo nombres y apellidos de damnificados. No hay promoción para el arte, sino migajas; sin embargo, para el cine rebosan las subvenciones, hasta tal punto que la Academia del Cine, por esta vía, hace exposiciones de actores y directores y de lo que le echen.

Los Premio Nacionales se ha convertido en un circo de jurados obedientes, para estar a bien con todos. Los últimos nombres agraciados con el Premio Velázquez, son una conmoción tenebrosa; como los del Cervantes, convertido en el Premio de los Difuntos. Los premios no son ni una jubilación, ni una beca, ni una compensación. Los premios son distinción a la excelencia, al talento, un reconocimiento. ¿Quién evalúa la eficacia de esta política caprichosa y nefasta, injusta y despectiva, arbitraria e ignorante? ¿Una sociedad tan ignara como sus mentores políticos? ¿No hay nadie que levante la voz?

Álvaro Delgado

 

¿Para qué sirve un Ministerio de Cultura? Si no es para agilizar los proyectos de los ciudadanos, que así se cultivan, y facilitar que la diversidad luzca sus mejores galas. ¿O hemos vuelto al Ministerio de Instrucción y Propaganda? ¿Quién cuida nuestro patrimonio material e inmaterial? ¿Para qué sirve la Dirección General de Bellas Artes? María Dolores Barreda, secretaria general de AEPE, hizo un listado de los premios nacionales y de trescientos sesenta y cuatro, sólo cinco eran parar el arte.

¿Podría explicar la consejera de Cultura, Turismo y Deporte -¡ahí es nada!- de la Comunidad de Madrid cuál es su objetivo cultural? La oposición, como tampoco tiene un concepto claro, se lanza a críticas personales en lugar de señalar las deficiencias. Marta Rivera de la Cruz está en manos de sus asesores, que pagamos todos, y que acomplejados hasta el tuétano, acatetados, sólo quieren ser modernos, “muy modernos”, pero la responsable de la inacción y de la ignavia es ella.

¿En qué consiste ser moderno? No en apoyar la creatividad de nivel existente o que surge, sino en apostar por ocurrencias vacías y estrambóticas con la pretensión de epatar a los pazguatos. La banalidad, la frivolidad, las ideas estereotipadas de igualdad, las idioteces de algún atrevido parecen distinguir la modernez de estos sujetos. La gente que no tiene nada que ver con el arte no debería tener nada que ver con el arte, ¿Me explico?, reza de una de los Pensamientos despeinados de Stanislaw Jerzy Lec (Lwöw 1909-Varsovia 1966). Sustituyan la palabra arte por cultura.

Retrato de Leopoldo María Panero , por Álvaro Delgado

 

La Comunidad de Madrid no tiene un proyecto cultural, la oposición mucho menos, pues de tenerlo evaluarían las carencias, en lugar machacar con consignas marujiles. ¿Qué hace Marta Rivera de la Cruz por Madrid en el ámbito cultural? Nada. Subvenciona a grandes museos, colabora con la Academia de Bellas Artes, programa la sala de Alcalá 31- con manifiesta arbitrariedad y desacierto- y preside no sé cuántos patronatos. ¿Cómo influye en la oferta cultural de Madrid? No influye. ¿Cómo se evalúan el gasto de esta Consejería y su idoneidad? Podría ser que se dedicara a la conservación del patrimonio histórico, pero tampoco.

En Madrid influyen las exposiciones de Mapfre, El Museo del Prado, Telefónica, cada vez menos el “Reina Sofía”, la colección del Thyssen, el museo Sorolla; para una franja joven de edad, Matadero, La Casa Encendida, cada vez menos. El tour del Bernabéu, que es más visitado que cualquier museo y pagando. Si la Sra. Ayuso deja a Madrid sin entidad cultural, consintiendo la ineficacia de la Sra. Rivera de la Cruz, lo pagará y restará atractivo a la Comunidad y a la ciudad.

El caballero, la muerte y el diablo, mixta s/papel pegado a fibrapán 164 x 130, 1998

 

En 2022 se celebra el centenario del nacimiento del pintor Álvaro Delgado, madrileño de Antón Martín, y pintor determinante del expresionismo español del s. XX. Paseó el nombre de Madrid por el mundo, fue creador de la “Escuela de Madrid”, miembro de varias Academias, el artista que más intelectuales inmortalizó. Bien, pues la Sra. Rivera de la Cruz, lo ignora, no contempla esta efeméride. Me consta que, hace unos meses le presentaron un proyecto sobre este centenario y para la Sra. consejera y su equipo de ilustres no había nada de interés, ellos quieren “cosas muy modernas”.

Y si miramos al Ayuntamiento de Madrid, igual: errático, sin rumbo, dejado de la mano de Martínez Almeyda y sin una idea de lo que hay que hacer. Y la oposición, de picos pardos, sin centrarse, escorándose al vapuleo ideológico general y a la descalificación sistemática. El Ayuntamiento hizo exposiciones magníficas- tiempos del denostado Álvarez del Manzano-, muy visitadas, en el Centro Cultural de la Villa, en Conde Duque. ¿Qué hace ahora, para qué sirven Centro-Centro y Conde Duque?

Portada del libro «Pensamientos despeinados», de Stanislaw Jerzy Lec

 

Las instituciones culturales públicas no deben estar secuestradas por las ideas personales de sus directores. Se deberían elegir para ellas, no personas por un determinado tiempo, sino proyectos e ideas, de modo que se pudiera contemplar una sucesión de brillantez en lugar de una decadencia sectaria. Y las propuestas que se seleccionaren no deberían estar pagadas en su totalidad, sino en parte, para obligar a tener los pies en la tierra, cosa que no sucede hoy. No se trata de doblegarse a lo comercial, pero tampoco a la mente de un iluminado o varios. No incluyo a los Museos Nacionales, pero si al resto.

En fin, los que se proclaman de izquierdas, auténticos o espurios, dicen que sí, que es cuestión de derechas e izquierdas. Y no es verdad, es cuestión de ignorantes y menos ignorantes. Lo que el ciudadano pide hoy, mayoritariamente, es libertad, gestión, menos impuestos, menos Estado, eficacia, seriedad, limpidez, gestión, gestión…y que cada cual piense como le venga en gana.

Lo que hace el ministro Iceta no es gestión, es contentar a los suyos y ponerse a favor de corriente. El Sr. Iceta es un generador de mediocridad. Quería desmantelar los Museos Nacionales y cuando se le han echado encima, se ha escondido como una comadreja asustada, como la tenista china, negándolo todo. ¿Y qué hace Marta Rivera de la Cruz? Nada, vegetar, vivir de lo que hacen otros. Aún, no se han dado cuenta estos dirigentes floreros y superfluos que el dinero público es de todos y que, si sus acciones no generan feracidad cultural, el dinero para sus juergas ideológicas y serviles se acabará.

Madrid es una meca del teatro de toda laya y condición, hecho a espaldas de las instituciones. Pero debería serlo de la edición, de la poesía, de la música, de las marionetas, de los concursos de pensamiento, de danza, del diseño, de la creatividad, de la performance… y no lo es. Hay espectadores, pero faltan ideas, programas, gestores.

Felipe II, por Álvaro Delgado

 

La lectura es importante para la cultura. Pero no se excita gastando dinero en propaganda para que se lea. Necesita otros planes y otros profesionales. No hay que dar subvenciones a libreros, editores y distribuidores, sino premiar con compras de material para bibliotecas a quienes mejores ideas exhiban. Hay que cuidar a los lectores y a los escritores, los intermediarios son necesarios, pero sin los primeros qué harían. Porque soy un asiduo de las librerías puedo decir esto.

La cultura es la semilla más fina del espíritu humano, la herencia más valiosa del hombre, sin mitificar nada, sólo hay que sembrar, dejarla crecer; regarla, abonarla, no pisotearla, mirar como emerge en todas direcciones, porque la cultura es plural como el arte, como los humanos. Indomable como el aire. La ideología es totalitaria, dogmática, sectaria. Las instituciones deben incitar a marchar, pero no exigir que sea en una dirección concreta. La cultura sirve para muchas causas, la incultura para ninguna, es yerma, baldía, vacía, huera. La cultura construye, nos hace progresar; la incultura es reaccionaria, genera caos y desasosiego.

Álvaro Delgado es un maestro del arte, más avanzado que toda esa patulea de modernos. ¡Que no se revise su obra en su centenario y en su ciudad indica en que estado se encuentra la cultura; muestra un gran desprecio a nuestra historia, caso de que se conozca, y una falta de respeto al presente y a las nuevas generaciones, que deben conocer lo que les precede, también lo de su tiempo, pero sin quemar el pasado!

   Tomás Paredes

                                Presidente H. Asociación Española de Críticos de Arte/AICA Spain

Descubriendo… Lola Gómez Gil

Por Mª Dolores Barreda Pérez

En diciembre de 2019 publicamos la biografía de una de nuestras socias: Lola Gómez Gil, dentro de la sección «Las primeras socias de la Asociación Española de Pintores y Escultores», en la que cada mes intentamos recuperar para la memoria colectiva, a aquellas mujeres que formaron parte de la centenaria entidad.

En aquella ocasión, intentamos realizar la biografía de Mª Dolores Gómez Gil, a quien todos conocían como Lola, y que había nacido en Málaga en 1895.

Acompañaba al artículo algunas imágenes de las obras de la artista, y una fotografía contenida en el Archivo Histórico «Bernardino de Pantorba»,  en la que podemos ver a la artista en su madurez.

En todos los números de nuestra Gaceta de Bellas Artes hay insertado un anuncio en el que solicitamos la colaboración de cualquier persona en la búsqueda de un contacto con familiares de los socios de nuestra entidad, de forma que podamos ampliar el archivo que mantenemos de todos ellos, para engrandecernos y dar visibilidad a quienes formaron parte del arte de España.

Fruto de esa petición, contactó con nosotros el pasado mes de diciembre  Federico Relimpio Astolfi, desde Sevilla, haciéndonos llegar una fotografía de la artista Lola Gómez Gil, realizada en el estudio-escuela de Manuel González Santos, situado en la C/ Ángeles del barrio de Santa Cruz, y fechada en 1935.

Un retrato de juventud de excepcional calidad y que viene a poner un rostro amable a un perfil que se puede descubrir en el enlace siguiente:

https://apintoresyescultores.es/dolores-gomez-gil/

Nuestro más sincero agradecimiento al escritor Federico Relimpio Astolfi.

 

 

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