Maruja Bardasano Rubio

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Maruja Bardasano Rubio

BARDASANO RUBIO, Maruja                   P.G <1961          4.abr.1935                       MADRID

 

 

María Francisca Bardasano Rubio, conocida como Maruja Bardasano, nació en Madrid el 4 de abril de 1935 en el seno de una familia de artistas.

Hija de los también socios de la AEPE, José Bardasano Baos (pintor y cartelista conocido en el panorama anterior a la guerra civil) y Juana Francisca Rubio (dibujante, ilustradora y pintora), artistas muy comprometidos con la Segunda República Española.

Un año después, la familia emprendió el camino del exilio hasta llegar a México. Allí comenzó una nueva etapa de casi veinte años, durante la cual la artista se formó tanto en pintura como en danza clásica para convertirse en una de las jóvenes españolas refugiadas en México más brillantes y polifacéticas.

Su padre combinó la práctica pictórica con su faceta docente, al abrir una frecuentada escuela de arte en su propia casa, en donde Maruja aprendió a dibujar y a pintar simplemente estando en su casa y observando a sus padres. No obstante, muy pronto descubrió otra de sus grandes pasiones, la danza.

Maruja en clase de danza de Sergio Unger

 

Compaginó sus lecciones artísticas con los cursos del Colegio Windsor, donde terminó la Enseñanza Primaria en 1947.

Tomó después clases de baile, actividad realizada simultáneamente con estudios de periodismo e historia del arte.

Maruja con sus padres en la inauguración de su primera exposición en el Círculo de Bellas Artes de México

 

Su pasión por la danza la llevó a entregarse casi por completo a esta disciplina, formando parte de compañías como el Ballet Concierto y el Ballet de Nelsy Dambre, con quienes interpretó grandes piezas del repertorio clásico y nuevas coreografías de Sergio Unger, Felipe Segura, Carletto Tibón, César Bordes y Michel Panaieff. Compartió escenario con bailarines como Lupe Serrano, Laura Urdapilleta, Tomás Seixas, Socorro Bastida, Jorge Cano, Déborah Velázquez y Francisco Arainza, entre otros, y llegó a ser nombrada primera solista.

Maruja caracterizada como Giselle con un vestido diseñado por su madre, Francisca Rubio

 

Paralelamente, comenzó su práctica de la pintura, una faceta que desarrolló con más fuerza a partir de su retorno a España en 1956 y de su posterior abandono de la danza.

En 1955 protagonizó su primera exposición individual en el Círculo de Bellas Artes de México, una exposición que llamó la atención de los periodistas de la capital, que señalaron que la artista había heredado las facultades pictóricas de su padre, «en sus cuadros revela que tiene un brillante porvenir en el manejo de los matices y los pinceles«.

Antonio de la Villa, auguraba todos los honores a una exposición que haría época: “Rubia como las candelas: ojos grandes, dulces, que dicen todo lo que lleva dentro; evocación de aquella primaveral Flérida del tierno poeta Garcilaso, uniendo en la delicadeza de la figura, originalidad y naturalidad en sus realizaciones, que amén de ser una bailarina suprema es una pintora excelsa. Ésta es Maruja Bardasano, la madrileñísima Maruja, que de casa le viene, ya que sus padres son pintores de altos vuelos y ella tenía que seguir la línea de sus padres, en el retrato, y en escenas de ambiente”…

Muchas de las obras expuestas en el Círculo eran escenas de aquellos ballets interpretados por la propia artista, sus personajes y sus momentos de trabajo cotidiano.

El éxito fue tal que prácticamente el público adquirió todas las obras expuestas, localizadas en la actualidad en colecciones particulares dispersas, circunstancia que dificulta el estudio pormenorizado de la obra plástica de juventud de la artista.

El folleto que acompañaba la exposición presentaba un bello retrato de Maruja, realizado por su madre, y en su interior se recogía una semblanza que le dedicó el poeta exiliado Alfonso Camín: …”la madrileñita nacida en la Plaza de Santo Domingo, cara a Preciados y a San Bernardo, a Leganitos y a los almendros de la Plaza de España, se presenta ahora con lo que es en ella raíz de naturaleza, pintora desde el vientre y la galladura, como la paloma es paloma desde que sale del huevo. Pintora la madre, pintor el padre, negarle a ella el don del color y de la gracia, sería tanto como negarle a la alondra el horizonte azul de las Españas y el crecer y el granar de la espiga. […] Mexicana y española y por ende madrileña, es la gentil Maruja Bardasano, finísima mujer en el arte, que en un 15 de abril de nuestro México, mes de luna en el Ajusco y del clavel de sangre en el Guadarrama, inaugura su exposición con treinta cuadros […] casi todos en escenas de ballet, que es no salirse de sí misma ni en el pincel del color, ni en la música de las alas. […] Pero Maruja Bardasano, la aurora de Castilla en la Meseta de México, no es el padre ni es la madre. Es ella misma. De un barro semejante salen muy distintas molduras, por lo que Maruja Bardasano se ha moldeado a sí propia, cuajada de color, de gracia y de música”…

Inauguración en el Círculo de Bellas Artes, México, D.F., 1954. En la foto, de izquierda a derecha, Sergio Unger, Maruja Bardasano, José Bardasano Baos, Tamara Toumánova, Socorro Bastida y Martín Lemus. Colección Maruja Bardasano

Folleto de su primera exposición en el Círculo de Bellas Artes de México

 Ópera

 

Contrajo matrimonio con Carlos Peña, fijando su residencia en Madrid, donde la artista continuó por un tiempo su práctica de danza en la escuela de Karen Taft de la calle Libertad, hasta el nacimiento de su primera hija, Carolina, a la que siguieron Rosalva y Beatriz. A pesar de su pasión por el ballet, la vida la llevó a quedarse solamente con la pintura.

Maruja Bardasano protagonizó varias exposiciones individuales ya en España, fue la primera la de la Sala Díaz, de la calle Los Madrazo número 6, inaugurada el 1 de marzo de 1966.  Críticos como Jorge Campos apuntaron que sus dibujos, gouaches y acuarelas —en los que todavía aparecía el tema de la danza, como Coppélia, El cisne negro y Ballerina— estaban informados «de una gracia y de un maduro concepto que las hace sugestivas«, mientras que José Prados López, Secretario Perpetuo de la Asociación Española de Pintores y Escultores y crítico del diario Madrid, anotaba que la artista se presentaba «por vez primera en Madrid, segura de sí misma, consciente de su senda iluminada de verdades y bellezas […] tiene abierta su ambición juvenil a las cuatro rosas de los vientos de la verdad«.

Para entonces ya había recibido varias distinciones: la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de México, la Cruz de Caballero al Mérito Nacional Francés, la Medalla de Plata de Artes, Letras y Ciencias de Francia y la Primera Medalla de Dibujo y Grabado en el Salón de Otoño de 1964.

En 1969 expuso en la galería del Ateneo de Madrid.

En esos años, la artista comenzó a dar clases de pintura con gran éxito.

En 1978 parte de sus alumnas junto a otros de L’Académie Européenne des Arts expusieron su obra en la madrileña Sala Cava Baja: Charo de Arpe, María Teresa del Campo, Carmen García Cabririzo, Piedad García Miranda, Malili García Oteiza, María Ester Garavilla (M.E.), Josefa Navarro, Conchita Ramirezony, Matuska de la Torre y María Pura Villar Palasí.

En 1980 expuso en el Salón Cano de Madrid. A propósito de esta exposición escribía en el diario Pueblo Conchita de Kindelan, asegurando que la muestra “rinde homenaje a quien fue padre,  maestro y amigo suyo. La pintora ha querido hacer honor a ese legado con este acto de humildad que es la semejanza de un modo, de unos temas e incluso de una rúbrica; pero creo que a partir de ese homenaje conmovedor, al que respetuosamente me sumo, se hace necesaria una salida personal a la medida del propio entendimiento de la pintura. La amorosa fidelidad no tiene por qué confundirse con una identificación absoluta. Y hay en este homenaje pruebas suficientes para reclamar esa independencia, aún dentro del realismo intimista y de la mansa luminosidad con que nos sedujo la pintura de José Bardasano”.

De la exposición en el Salón Cano de Madrid de 1980

 

Paralelamente, expuso en galerías y casas de subastas como las madrileñas Cano, Durán, Gavar, Segre, la valenciana M. D. Segrelles del Pilar y las bilbaínas Bay-Sala y Juan Bayón, la Fundación Sotomayor —en una colectiva de la Asociación Española de Pintores y Escultores— (1984), La Torre de Guadarrama (1992) siendo identificada en la misma como la Señora de Peña y siendo presentada meses después en Bilbao, en la Galería Bay-Sala, en el Centro Cultural Príncipe de Asturias de Madrid (1995), en la Sala de Arte P.E.A. Museo del Marco (2000), en la Sala de Cultura Juan Bravo de Madrid (2000) y en la Fundación Cultural de Cercedilla, en el Centro Cultural Luis Rosales (2003).

Sus referencias inmediatas en el mundo del arte, según la pintora, son Velázquez, Caravaggio, Zurbarán, Vermeer y Sorolla, entre otros, lo que marca muy bien las pautas perseguidas por su pintura.

Los bodegones de Maruja Bardasano descubren la sutileza de los rincones cotidianos. Sus paisajes capturan instantes de luz de la sierra madrileña, de la laguna de Venecia o de la fuerza del mar.

Los paisajes y las naturalezas muertas pintadas por la artista capturan los rincones ligados a sus experiencias y a su vida cotidiana, manteniendo siempre una coherencia en su manera de mirar al mundo.

Cercedilla

Bodegón naútico

 

Para Maruja Bardasano: «El artista nace, elegido por quien sea el que nos elige, al que en ese misterio llamamos Dios. El pintor se hace. Por eso el artista necesita del pintor para desarrollar su alma de artista. Yo nací para bailarina, pero necesité de la técnica para poder subir a un escenario a bailar Giselle«.  Una técnica, a la que se refería en esta cita, que evidenciaba haber logrado una muy buena mano para el dibujo, presente siempre en la base de sus óleos.

Falleció en Madrid, en 2019.

La artista en sus años de madurez

 

Maruja Bardasano y la AEPE

Participó en las siguientes ediciones del Salón de Otoño:

XXXII Salón de Otoño de 1961: Bailarina

XXXIII Salón de Otoño de 1962: Ópera

XXXIV Salón de Otoño de 1964: Madona, Doña Jimena, Carolina y Virgen

XXXVI Salón de Otoño de 1965: Puente romano, Dibujo y Bodegón

XXXVIII Salón de Otoño de 1967: Julieta, La paz y La rana encantada

42 Salón de Otoño de 1972

50 Salón de Otoño de 1983: La bolsa o la vida y Maja

AÑO ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR: En el 150 aniversario de su nacimiento

Presidente de la AEPE

Socio Fundador

Socio de Honor

Director del Museo del Prado

En «Estudio para Romería» se observa la rica gama cromática y la acertada composición, características que le valieron al artista el reconocimiento general de crítica y público, lo que hoy en día llamaríamos ser “un gran maestro de la pintura”.

 

AÑO BENEDITO VIVES: En el 150 aniversario de su nacimiento

Socio Fundador

Vocal de la Junta Constituyente

Socio de Honor

Tesorero de la AEPE

Manuel Benedito retrató al rey Alfonso XIII al menos once veces.

El rey inauguró su taller en 1927 y por él pasaron las figuras más relevantes de la vida social, económica e intelectual de España durante la primera mitad del siglo XX.

A lo largo de su carrera, realizó más de 600 retratos, género por el que más se reconoce, caracterizados por su equilibrio, contención y pulcritud.

Alfonso XIII con uniforme de capitán general de la armada

 

AÑO BOTÍ GAITÁN: En el 125 aniversario de su nacimiento

Socio de Honor

“Los cipreses” pertenece a la primera etapa del autor, considerada una de sus obras maestras en relación al conjunto de su producción. Aunque en Rafael Botí es habitual la figuración y el realismo, su interés por otras tendencias confieren a su pintura tintes vanguardistas en el género del paisaje, siendo esta obra una muestra destacada.

Representa el paisaje de la sierra cordobesa, con cipreses, ajenos a la vinculación fúnebre que les persigue, se erigen con un aspecto firme y elegante, plenos de connotaciones poéticas muy en consonancia con la sensibilidad y particular estética de la pintura de su autor.

 

AÑO SANTIAGO DE SANTIAGO: En el 100 aniversario de su nacimiento

Socio de Honor

Vicepresidente de la AEPE

En los Jardines del Príncipe, de la localidad tarraconense de Tortosa, Santiago de Santiago creó una colección escultórica compuesta por 23 grupos escultóricos que tratan el tema de «El hombre, su motivación y su destino» con un lenguaje acadecimista.

La obra plasma diferentes momentos históricos de la humanidad: el hombre primitivo, sus conquistas, el rebelde castigado por los dioses, la tragedia de Hiroshima o la conquista del espacio. El motivo central lo constituye un monolito de cuerpos humanos que se titula «La lucha de la Humanidad».

Firmas con sello de lujo: Tomás Paredes

 

Esto no es una necrológica, ¿O sí?: Gerardo Chávez

 

En la mañana del domingo 22 de junio fallecía el maestro Gerardo Chávez, uno de los principales creadores plásticos peruanos y una personalidad desbordante siempre batallando en pro de la cultura y de su querido Perú. Vivió más de treinta años en Europa, sobre todo en París, y regresó de forma intermitente, circunstancia que le convierte en un artista internacional, pero menos conocido de lo que debiera en su tierra natal y muy valorado en Europa.

En el imaginario colectivo- ¡Edgar Morin!- se le tiene por uno de los surrealistas conspicuos y sin dejar de serlo, es mucho más que eso. Su etapa surrealista es genuina, feraz, fantástica, onírica, aunque prefiero encuadrarlo en la cima de lo real maravilloso, en sintonía con la visión de Alejo Carpentier. Su andadura ha sido larga -ha muerto a los 87 años-, tiene varias etapas, todas ellas con una impronta personal, haciendo dialogar el esplendor con el misterio, lo telúrico con la imaginación, lo ancestral con lo porvenir, el erotismo y lo chamánico.

Gerardo Chávez, alto, canducho, sonriente, era un hombre dotado para vivir: empático, optimista, simpático, seductor, generador absoluto de entidad, no sólo es un artista de renombre internacional, uno de los grandes nombres del arte en Latinoamérica, sino un inquieto activista cultural. En su Trujillo natal creó un Museo del Juguete, el primer Museo de Arte Contemporáneo del Perú, la I Bienal de Arte Contemporáneo…y estaba en vías de abrir un Museo Arqueológico. Y todo ello a sus expensas, con la base de su colección personal, no solo de pintura moderna sino también de piezas arqueológicas.

Paredes y Gerardo Chávez en su estudio limeño

 

Juan Manuel Bonet, a la sazón director del Instituto Cervantes, me propuso para presentar una gran monografía sobre su obra y una antológica con motivo de sus ochenta años en el Museo Nacional de Lima, octubre de 2017. Aunque le conocía de París, aquella ocasión ahormó mi admiración por su sencilla complejidad y una amistad que se prolongó hasta que un accidente cardiovascular le retuvo en el hospital del que ya no saldría con vida.

Edmundo Gerardo Chávez López nació en Trujillo, 17.XI.1937, pero creció en Paiján, y pronto quedó huérfano de madre, en una familia de veintitrés hermanos, por lo que a los nueve años comenzó a buscarse la vida en todo tipo de empleo ocasional. Tuvo siempre pasión y facultades para el dibujo, y desde chico quiso ser pintor, emulando a su hermano Ángel que alcanzó cuotas de prestigio.

Siguiendo a Ángel Chávez, marcha a Lima y en 1953 entra en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde se forma, licenciándose en 1959, año de su primera individual en Lima, al tiempo que participa en la Bienal de París. Siempre becado en atención a su brillantez. Inquieto, vitalista, decide embarcarse para Europa en compañía de Tilsa Tsuchiya y Alberto González Basurco. Nápoles, Pompeya, Roma, Florencia, donde pasa dos años y comienza a despegar, ayudándose de su guitarra en los bares para vivir.

La Tamalera, 1959

 

En una exposición en Roma, le compran obras Negusleco, Kirk Douglas y Anthony Quinn al tiempo que Matta le invita a ir a Paris. Lo que hace el intrépido soñador peruano con ganas de comerse el mundo. Se establece en la capital de Francia, donde Roberto Matta será su guía y protector compartiendo con Wifredo Lam su padrinazgo. Lam le presenta a Alejo Carpentier y a André Breton, que le propone ilustrar los Cantos de Maldoror, obra que realiza, que encanta a Bretón, pero que no llega a publicarse por la muerte del papa del surrealismo. Poco antes de la pandemia, Francesc Miralles al tener noticia de esta obra me hizo que propusiera una expo conjunta de las ilustraciones al Conde de Lautréamont de Chávez y Dalí, lo que enloqueció al maestro de Trujillo, pero vino la peste y todo lo empecinó.

En París, congregó en su lenguaje un cierto expresionismo, que se fue aclarando y decantando con cierta influencia de Matta para llegar a la década de los setenta donde logra un idiolecto entre mítico y erótico, imaginativo, dando vida a una fauna surreal, enigmática y con una impronta soberbia. Los pasteles grasos sobre tela se convertirán en una proceridad, que dio pie a la monografía que le dedicó Alain Bosquet, 1976 y a un puñado de exposiciones determinantes. Paul Anka fue uno de sus coleccionistas.

De la serie de los carruseles

 

En 1976, en compañía de Joaquín Roca Rey y de Jorge Eduardo Eielson representa al Perú en la Bienal de Venecia. Un año luego, expone en la galería Desbrieres, obteniendo un éxito escandaloso, que le llevará a exhibiciones en Ámsterdam, Bruselas, Milán…En el 68 participa en los movimientos de mayo y después regresa a Trujillo, pero las condiciones no son las deseables y vuelve a París.

Ávido de aprender, como una esponja seca de agua, viaja a la Isla de Pascua, visita las cuevas de Altamira y las de Tasili recogiendo el eco de los primitivos en sucesivas etapas. En el 81 realiza otra muestra deslumbrante en el Museo de Arte Italiano con repercusión internacional. Seguirán sus series de los reyes, los carruseles y cierta recuperación del indigenismo con su monumental La procesión de la papa.

Tras la creación de los museos, en 2006 formalizó una Fundación con su nombre para ocuparse de su obra propia y su legado. En 2009 fue nombrado Gran Oficial de la Orden del Sol y obtuvo la medalla del Congreso de la República, así como el nombramiento de Caballero de las Artes y las Letras en Francia.

En octubre de 2017, junto al académico y embajador Harry Belevan, Luis Novais y Élida Román presentamos la gran monografía que celebraba su 80 aniversario. Unas semanas inolvidables, que anduve de la radio a la televisión y la prensa escrita hablando del maestro, sirviéndome para tomar el pulso de su influencia y de su importancia para la historia del arte y para las siguientes generaciones de pintores. Entonces, la notoriedad alcanzaba a partes iguales a Gerardo Chávez y a Fernando de Szyszlo, que muere el mismo día que llego a Lima, 9 de octubre de 2017, con quien tenía concertada una cita para visitarle.

Harry Belevan y Gerardo Chávez

 

Se estableció una campaña en pro de denominar con el nombre de Szyszlo al Museo Nacional, algo que Chávez no vio acertado, oponiéndose, y se distanciaron por esta circunstancia. Poco tiempo después hizo una gran exposición en México y en 2022 publicó su autobiografía Antes del olvido, donde Chávez reflexiona sobre su existencia y su cosmos, con envidiable fluidez, con llaneza y simpatía, mostrando un talante que la adustez de Szyszlo no poseía, como se aprecia en La vida sin dueño.

Su obra ha cautivado a cientos de apasionados en Europa y ambas Américas, expuso en varias capitales de EE.UU. Y a poetas, filósofos, críticos; la amplísima bibliografía que analiza su obra cuenta con las firmas de Juan Manuel Ugarte Eléspuru, A. Bosquet, Carlo Giacomozi, Mario Vargas Llosa, Edouard Glisant, Daniel Lefort, Manuel Scorza, César Miró, Patrick Waldberg, Damián Bayón, Jacques Meuris, Roger Otahi, Matta, David Sobrevilla, Élida Román, Alberto Tauro del Pino, Luis Enrique Tord, Renzo Modesti, Jean- Domimique Rey, Silvano Martini, Jerome Peignot, Jacques Baron…

Repetía adunia: “La belleza es algo que va a salvar al hombre”. Era un creyente, no en sentido religioso, sino en el más fieramente humano; amaba el arte de los otros, no era envidioso, era un hombre confiado, hecho a sí mismo, emprendedor, constructor de caminos, liberal, con gran atención a la justicia social.

Pastel graso sobre lienzo

 

Dibujante consumado -se percibe en sus dibujos autónomos, en sus pinturas y en los libros en colaboración con Joyce Mansour-. Aquí reproduzco la plaquette l’autre coté, 1984. Pero, también en Trous Noirs, poema de Mansour. Puso sus mágicos trazos en Wari Nayra, poemas escritos en aymara. Y en Sonetos del viejo amador de Arturo Corcuera. Y en las Poesías de Manuel Scorza. Pintor de grandes recursos, escultor, grabador. Y poeta. Le insistí en que publicara los poemas, mas sin éxito, en todo caso aparecen como pequeños milagros en el ensayo de Bosquet y en otros textos.

Su obra ha interesado a varios cineastas, que han intentado reflejar su mundo. En 1976 la tv. francesa, en el programa “Pintores de nuestro tiempo”, bajo la dirección de Michel Lancelot le dedica un corto. En 1981, el cineasta peruano Gilberto Zapata realiza un cortometraje de su vida y obra con rubro “El transparente habitado”. Es muy complejo elegir una pieza, una etapa, cuando realizó tantas obras maestras a lo largo de una vida plena de aciertos, de duende, de gracia con los colores y las formas, que nos llevan de la lírica poética al lado trágico del hombre, de los tiovivos a los mitos incas, de lo enigmático a lo sublime. ¡España le debe una antológica para responder a su cariño!

Si sus inicios están comprometidos con la belleza y la sutileza, alternó épocas oscuras, expresionistas, con ese milagro de sus pasteles grasos y el retrato de la idiosincrasia de su peruanidad. Pasarán los años y seguirá creciendo su obra y nunca olvidaremos su sonrisa. Despertará América y tomará por bandera su obra descomunal, fantástica, emocionante, mágica, mistérica, donde el hombre danza con el dolor y la alegría, con la miseria y la grandeza. ¡Cuándo Perú descubra a su creador más proteico, más incomparable, le pondrá en el altar donde se venera la expresividad más inteligente!

A Bibiana, a Gerardo Amador, a todos los más cercanos, mis condolencias. Y al pueblo entero del Perú. Se ausenta un grande de la creatividad y sólo podemos honrarle conociendo su orbe infinito y difundiendo sus virtudes humanas y plásticas. ¡Sit tibi terra levis, maestro, amigo, creador de mundos que enriquecen la vida para siempre!

 

                                                                                                                    Tomás Paredes

                                                                                                    Presidente H. AICA Spain

Tapa de la monografia de Bosquet

Plaquette con Joyce Mansour

Amantes

El ogro

Recordando… Aurelio Ureña Tortosa

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Aurelio Ureña Tortosa

UREÑA TORTOSA, Aurelio             E       1911(F  )                   VALENCIA(Colón, 14)

Socio Fundador de la AEPE

 

 

Aurelio Ureña Tortosa fotografiado en 1889

 

Aurelio Ureña Tortosa nació en 1861 en el pueblo valenciano de Ontinyent y tenía dos hermanos: Andrés y Modesta.

En 1874, con tan solo trece años, abandonará su localidad natal para desplazarse hasta Valencia, donde comenzará sus estudios artísticos en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, en la que estudiará entre los años 1874 y 1877 y teniendo como compañeros a algunos grandes artistas y socios de la AEPE como Joaquín Sorolla, Cecilio Pla, José Mongrell, Antonio Fillol o Fernando Cabrera Cantó, José Gerique Chust, Enrique Bellido, Juan Dorado Brisa o José Romero Tena.

Aurelio alternó sus estudios con el trabajo en el taller de los escultores Modesto y Damián Pastor, donde pasó doce años ejerciendo como primer oficial.

El maestro de Aurelio, Damían Pastor, en 1888

 

Años después, el artista se estableció por su cuenta, en el taller de la Calle Colón, 14 de Valencia, donde trabajaría toda su vida.

Su primer encargo lo hizo para su pueblo natal, una hermosa Virgen del Sagrado Corazón con la que logró la admiración de iglesias y ciudades, para las que trabajó a partir de ese momento con infinidad de obras que a consecuencia de la Guerra Civil, han desaparecido.

En 1896 y para Alicante, realizó dos Inmaculadas y un Sagrado Corazón. Poco después, se asociará con el también escultor formado en la Academia de San Carlos, Eugenio Carbonell Mir, asociaciones artísticas que fueron muy comunes entre los imagineros valencianos.

Niño Jesús mostrando su Sagrado Corazón, Aurelio Ureña Tortosa y Eugenio Carbonell

De manos de los dos, se conservan distintas esculturas como la imagen de San José de la colegiata de San Nicolás de Alicante, una imagen de la Virgen de Guadalupe para la catedral de Coria, carrozas para la batalla de flores de la Feria de Julio de Valencia o un Niño Jesús encargado por el arzobispo de Toledo, imagen que fue muy del agrado del público, presentando una actitud dinámica, donde se aproxima al espectador caminando sobre un lecho de nubes, suspendida en el aire, uniendo elegancia formal y compositiva, un lenguaje clásico y una serena belleza en las facciones, una buena muestra de la calidad de las obras que alcanzó esta asociación de artistas.

Un clasicismo que se extenderá a la policromía, en la que se emplean detalles decorativos propios del neoclasicismo, con cenefas en las que se representan motivos vegetales y roleos, combinados con elementos propios del rococó, contraste de estilos que estará presente en todas las obras realizadas por Aurelio Ureña.

En torno a 1908 Carbonell se estableció con taller propio, firmando a partir de entonces Aurelio sus obras en solitario. Separación que vivieron de mutuo acuerdo, ya que para no interferir en sus trabajos, decidieron que Ureña trabajaría la madera y Carbonell la piedra.

Los encargos se sucedieron: un San José para la ermita de Alcoy, una Inmaculada para América, una Purísima para Barrax, Albacete, un trono para la imagen de la Virgen de la Esperanza de Málaga, trabajo ganado en un concurso nacional convocado expresamente, la decoración del camarín de la patrona de Alicante…

Y en Valencia, una Virgen de la Correa para un convento de Agustinas, la Santa Teresa del altar del crucero de la iglesia de los padres Carmelitas; el San Antonio de Padua de la iglesia de San Lorenzo; la Virgen de los Desamparados de las Escuelas Pías; en el colegio de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer; en el Colegio de Nuestra Señora de Loreto…

También durante esta época iniciaría su relación artística con la ciudad de Cartagena, para la que haría un conjunto de obras que culminarían en 1931 con la ejecución del trono de la Samaritana para la Cofradía California, dos imágenes del Sagrado Corazón.

La vinculación del escultor con Cartagena, parece que estuvo favorecida por la presencia en esta ciudad de su hermano, el sacerdote Andrés Ureña, quien desde el año 1910 ejercía el cargo de organista de la iglesia de la Caridad de esta ciudad, alternando su actividad musical con la docencia.

Detalles de la Caridad, perteneciente al trono de la Samaritana de Cartagena

 

Aurelio Ureña fotografiado en la década de los 20

 

Con la proclamación de la Segunda República, la demanda de obra religiosa en su taller debió decaer considerablemente.

El artista sobrevivió a la Guerra Civil, falleciendo tan solo un mes después de haber finalizado la contienda, el 9 de mayo de 1939, en su domicilio de la calle Doctor Sumsi de Valencia, cuando contaba con setenta y ocho años de edad.

Estaba casado con Maria Camarasa Catalán, con quien tuvo cuatro hijos: Aurelio, Maria, Carmen y Juan Ureña Camarasa.

Inmaculada Concepción, Aurelio Ureña Tortosa, 1896, Concatedral de San Nicolás, Alicante

 

La Inmaculada Concepción de la concatedral de San Nicolás de Alicante, de 1896, es la obra más representativa del escultor, una bellísima imagen que muestra la calidad que ya había alcanzado el trabajo de Ureña en fechas tan tempranas. Una imagen que es compendio de las mejores cualidades del escultor que quedan patentes en la exquisitez con la que están tratados todos los detalles de la escultura. Especialmente destaca el clasicismo con el que está concebida, lo que evidencia la influencia recibida durante su formación académica y en los años que pasó en el taller de su maestro Damián Pastor. Ese clasicismo se enfatiza en la contención expresiva que presenta la imagen, que queda suavizada con la idealización de los rasgos, la elegancia de los gestos y la actitud cercana a la contemplación mística de la Virgen. También destaca el naturalismo de la obra, que se hace presente en la forma en la que están concebidos los pliegues de la túnica y la caída del manto, en los que se prescinde intencionadamente de recursos que pudieran aportarle movimiento e inestabilidad. Llama la atención la delicadeza con la que el artista dispone los pliegues de la túnica sobre los pies de la imagen y la forma en la que está recogido el manto a su derecha, lo que nos muestra la predilección de Ureña por cuidar los detalles de la obra: los mechones de pelo simétricos, la orla realizada a barbotina que imita el bordado a realce, con motivos neoclásicos…

Aurelio Ureña fotografiado ante una de sus obras más famosas

 

Hacia 1920 se aprecia en sus obras una cierta evolución artística en el escultor, algo que puede verse en el tratamiento de las cabezas, donde el artista se aproxima a una estética cercana al modernismo, con un modelado más evanescente en base a grandes volúmenes, pero que se resumirán en las cualidades propias de su trabajo: como la idealización, el gusto por el detalle y la elegancia formal que queda reflejada en el equilibrio compositivo y en el movimiento mesurado de los gestos y las posiciones corporales.

El camarín de Ntra. Sra. del Remedio en 1921izquierda y en la actualidad, Aurelio Ureña Tortosa, 1921, Concatedral de San Nicolás, Alicante

El trono de Ntra. Sra. de la Esperanza de Málaga a su llegada en 1916

San José, Aurelio Ureña Tortosa y Eugenio Carbonell Mir, 1900, Concatedral de San Nicolás, Alicante

Sagrado Corazón de Jesús, Aurelio Ureña Tortosa, 1897, Concatedral de San Nicolás, Alicante

Parroquia de San Carlos Borromeo, Ontinyent

Relieve de la Resurrección de la hija de Jairo del trono de la Samaritana

Mercedes Barba Álvarez

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Mercedes Barba Álvarez 

BARBA ALVAREZ, Mercedes (Mercedes)            P            1990     28.ago.1923               FUENLABRADA MONTES  MADRID

Mercedes Barba Álvarez nació el 28 de agosto de 1923 en Fuenlabrada de los Montes, Badajoz.

Era la segunda hija de Félix Barba Álvarez y de Petra Álvarez Sierra, una familia acomodada de agricultores y ganaderos, muy enamorados del campo y de su profesión.

Pasó su infancia en su pueblo natal, si bien junto a su hermana Domi y su abuela Saturnina, se traslada a Madrid para cursar sus estudios, sufriendo de paludismo durante dos largos años y viviendo la Guerra Civil en su Fuenlabrada natal.

Casada muy joven con el farmacéutico Carlos López Herrera en 1946, tuvo tres hijos: Carlos, Mª Carmen y Guillermo.

Comenzó a pintar cuando tenía 52 años, tras una visita al Museo Naif de Belgrado, en la antigua Yugoslavia, que visitó junto a su marido. A su regreso, y animada por su familia, comenzó a pintar y cuando tenía un considerable número de obras, acudió a la Sala de Subastas Durán, de Madrid, donde poco a poco, vendió la mayoría de las obras.

Su amistad con Amparo Martí, quien fuera la máxima representante del arte naif en España, despierta su conciencia y vocación de exhibir sus obras.

Cumpleaños

El comercio

 

A partir de ese momento comenzó a darse a conocer, mostrando su obra en importantes galerías de España y distintas ciudades europeas, siendo galardonada con numerosos premios y distinciones.

En 1977 realizó su primera exposición individual en la Galería Ramón Durán de Madrid, que fue visitada por Amparo Illana, mujer del entonces Presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, y Cayetana de Alba, entre otras personalidades, ya que eran grandes admiradoras del arte naif. Su interés fue tal, que la propia Duquesa de Alba llegó a adquirir tres cuadros de Mercedes para su propia colección.

En 1978 Mercedes Barba Álvarez participó en una exposición que se celebró en el castillo de Manzanares el Real, patrocinada por la Diputación Provincial de Madrid, en la que se reunieron algunos de los pintores naif del momento.

En 1978 expuso sus obras en la Galería Ramón Durán de Fuenlabrada de los Montes, Badajoz.

En 1979 participó en la muestra de arte naif español promovida por la Casa de España en París, en la Sala Goya, en la Sala Cristina de Barcelona, la Sala Ortá de Valencia, Sala Artis de Salamanca, Sala Benedet de Oviedo, Sala Manuela de Córdoba, en la Exposición Nacional de Artes Plásticas de Valdepeñas,  en la Sala de la Cultura de la Caja de Ahorros de Santander y en el Aula Espolón de la Caja de Ahorros del Círculo Católico de Burgos.

La prensa de la época recogió la noticia de esta última muestra, asegurando que la artista ha recibido “merecidos elogios de la crítica parisina… En su obra, deja sentir una evocadora nostalgia de esa Extremadura que la viera nacer… Su meticulosa pintura, cargada de gracejo, está exenta de dobleces o falsos guiños. En ella todo es transparencia, paz, luz y color, reflejo de toda una carga de creatividad y dedicación… Los cuadros de Mercedes son como una simetría cercana a lo perfecto. Simetría y perfección de un mundo, que el sueño y la poesía, lo hace real”.

Merienda en el campo

La plaza del pueblo

 

Colaboró en el IV Centenario de la muere de Santa Teresa de Jesús, pintando cinco cuadros para la conmemoración, de los que se hicieron millares de carteles y tarjetas postales que se remitieron a los colegios carmelitas de todo el mundo.

Con motivo de la presentación de las obras, la prensa refería que “La pintura de Mercedes Barba posee una gran personalidad y se caracteriza por una extrema individualidad y una diversidad asombrosa… Descripción, observación, imaginación, fantasía decorativa y poesía son los elementos que utiliza en su concepción de Santa Teresa. Hay en la artista un sentido amoroso de la imagen y del gesto creador, con la misma seriedad que los niños juegan los eternos secretos del arte. Esta nueva iconografía teresiana sirve a las almas modestas y puras, que encuentran espontáneamente, los secretos que no están en la realidad”.

IV Centenario de la muerte de Santa Teresa

Muerte de Santa Teresa

 

Santa Teresa Doctora de la Iglesia

 

Santa Teresa fundadora

Santa Teresa Doctora de la Iglesia

 

En 1979 se traslada a Guinea Ecuatorial junto a su marido, que es nombrado Jefe del Repuesto de Medicamentos, y donde la inspiración colorista de sus gentes y cultura, sirvió de inspiración a la artista.

A partir de 1980 sus obras estarán presentes en multitud de exposiciones celebradas a lo largo y ancho de toda la geografía nacional.

Activa hasta los últimos años de su vida, tuvo que dejar su pasión por la pintura debido a problemas de vista.

Falleció el 29 de mayo de 2018, cuando contaba con 94 años, siete nietos y once biznietos.

 

Recibió diversos galardones y reconocimientos, siendo el más importante el Primer Premio de la I Exposición de Pintura Naif de la Asociación Española de Pintores y Escultores, que tuvo lugar en la Sala de Exposiciones del Aula de Cultura de Aranjuez, la Cruz de Alcántara del Hogar Extremeño de Madrid, el Segundo Premio del IX Certamen de Arte Naif de la AEPE, la Mención de Honor del I Festival de Arte Naif en Sevilla y la Encina de Oro del Hogar Extremeño de Fuenlabrada.

En su pueblo natal, una placa colocada en la fachada de la casa en que nació, recuerda y sirve de reconocimiento de sus paisanos y vecinos.

Su naif ha sido clasificado de muy puro por los críticos de arte, ya que aprendió de forma completamente autodidacta y sin ningún tipo de escuela, manteniendo este estilo prácticamente invariable en el paso del tiempo, si bien lo fue depurando con el paso de los años, evolución que se aprecia en una mayor elaboración de los detalles que se encuentran en las últimas obras respecto a las primeras.

Durante su carrera artística pintó más de 200 obras de diversos tamaños.

Dentro de su faceta como artista, también llegó a publicar en el año 2009 sus memorias bajo el título Mercedes Barba. Vida y Pintura Naïf – Memorias, donde relata con su estilo sencillo y personal su vida y su pasión por la pintura.

Gran conversadora, muy culta y estudiosa, con una memoria sin límites, siempre se interesó por las artes, la literatura, la historia, la actualidad, la política y sociedad hasta sus últimos días.

Diploma de la AEPE del Primer Premio de la I Exposición de Pintura Naïf

 

Los motivos representados en las obras de Mercedes son principalmente bodegones florales, escenas familiares, campestres y rurales, así como retratos familiares. Normalmente realizaba sus pinturas de forma libre pero en ocasiones aceptaba encargos de amigos o familiares sobre una temática concreta.

La mayor parte de las obras de Mercedes están representadas bajo la técnica de óleo sobre lienzo, aunque también trabajó de forma minoritaria otros soportes como madera o vidrio, usando siempre el óleo sobre los mismos.

Según ella misma confesaba: “la pintura me proporciona una paz extraordinaria. Siempre encuentro temas y más temas míos. Me envicio perdiendo el control de las horas”.

En 1982, el doctor Vallejo Nájera, pintor naif como Mercedes, resalta en su libro El ingenuismo en España, la calidad pictórica, vitalidad y empuje de la artista.

En cinco años llevó a cabo más de 35 exposiciones, realizando un almanaque ilustrado en 1981, con más de 200.000 ejemplares.

Su obra está presente en colecciones y museos de todo el mundo: Museo Internacional de Arte Naif de Jaén «Manuel Moral de Jaén, Museo Internacional de Arte Popular del Mundo de Albacete, Museo de Arte Naif de Vicq, Francia, Museo Jakovsky de Niza, Museo Zavattini de Luzzara, Museo de Guimaraes, Museo de Bages, de Figueras, Gina Gallery de Tel Aviv, Colección Duquesa de Alba, Fundanción Santander, Museo de Badajoz…

Merienda de niñas

Merienda en el campo

A la fuente

Portada del libro de memorias de la artista

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Carlos San Román Gómez

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

Carlos San Román Gómez

 

SAN ROMAN GOMEZ, Carlos                                    D         <1965                       12.dic.1926             MADRID                        MADRID

 

Tesorero de la AEPE

Pueblo, 1975

 

Carlos San Román nació en Madrid el 12 de diciembre de 1926.

Pocos datos más tenemos acerca de este pintor y poeta a nivel personal, si bien nos consta que su esposa se llamaba Araceli.

En 1926 su obra aparece en el libro “Cuentistas nuevos de España”, de Ediciones Ensayos, de Madrid. Una selección de 17 cuentos de escritores noveles que llevan una breve biografía y dibujos de Carlos San Román, entre otros.

Ilustró en 1952 el libro “Huellas”, poemas de Nicolás Fontanillas, de Ediciones Ensayo.

En 1952 era miembro de la tertulia de Umbral, un grupo literario con sede en la calle Menorca de Madrid, que editaba además una revista y hacía concursos de prosa y verso, teniendo su lugar de reunión en un café de la Glorieta de Bilbao, llamado Marlin.

El grupo lo integraban Pablo Panadero (César Cantú), Carlos San Román, Francisco Gutiérrez, José Luis Martínez Redondo, Nazaret Gómez, Rafael Millán, Javier Martínez Padilla, José Pérez Llorente, Luis Arlas y Tomás Mondragón. La tertulia de Umbral partió de la tertulia que llamaron Club Bohemio.

En el año 1957 el pintor y poeta madrileño Carlos San Román envió un retrato de Juan Ramón Jiménez al Ayuntamiento de Moguer para que éste fuera mandado a Puerto Rico, lugar en el que se encontraba el premio Nobel, como obsequio de la admiración que le tenía. A la llegada de la obra, el entonces alcalde de Moguer, Juan de Gorostidi, le envió una carta a San Román con fecha de 16 de enero en la que le agradecía el detalle y le informaba de que «la situación de ánimo del poeta en estos momentos es lastimosa. Por esta razón estoy aguardando que se reanime un poco y vuelva a estar en este mundo. De todas formas, tenga la seguridad de que si hubiera de dilatarse por algún tiempo el envío del cuadro, éste quedaría mientras tanto en la Biblioteca y Casa-Museo de J. R.»

Según explicó a ABC el propio San Román, «al morir Juan Ramón, el alcalde me volvió a escribir para preguntarme que si quería que se quedase el cuadro allí y yo le respondí que sí». Sin embargo, el pintor se quedó sorprendido cuando «hace unos veranos fui con mi mujer y unos amigos a la Casa-Museo y no pude encontrar mi cuadro. Indignado me fui hacia un señor que estaba en la secretaría y le pregunté por él. Este hombre tiró de la ficha y apareció el retrato como prestado para una exposición celebrada en Madrid en el año 72».

Concretamente, la ficha del inventario es la número 30 y en ella aparece la siguiente información: «Cuadro-Lienzo Óleo, “Retrato de J. R. J.” firmado por San Román. Marco dorado. L- 0,60. a- 0,84. Procede de donación del autor. 1972: Por orden del Sr. Alcalde D. M. Barranco, se prestó para ser expuesto en Exponuba en Madrid. Encargados fueron los Srs. Marín Delgado y Gómez Méndez. NO LO HAN DEVUELTO».

Según el autor de la obra, «yo me despreocupé de estos señores porque remití una carta al director de la Fundación, Juan Cobos Wilkins, pidiéndole que aclarara la situación. Éste me respondió al poco tiempo y me dijo que él se encargaría de toda la investigación». Efectivamente, esta carta, a la que también pudo acceder ABC, se envió el 25 de septiembre de 1995. Unos meses después, en octubre, Carlos San Román volvió a interesarse por el estado de las indagaciones diciéndole a Juan Cobos que «solamente cuando Vd. me indique, contactaré con los Srs. Barranco, Marín Delgado y Gómez Méndez para pedirles las explicaciones oportunas». Pero el pintor dice que no volvió a tener respuesta de la Fundación, situación que le llevó a escribir una nueva carta en marzo de 1996: «En ese escrito fui un poco más duro porque me estaba temiendo lo peor». Literalmente, la carta dice: «Como autor del cuadro, no puedo admitir que haya sido “arrebatado” a una institución como la suya, cuya existencia se debe al esfuerzo y caridad de unos cuantos españoles de bien». Tras esta misiva el autor no ha vuelto a tener contestación, por lo que «ya doy el cuadro por perdido, aunque para mí eso es lo de menos, lo que es horrible es que estemos dilapidando los tesoros que tenemos, y no lo digo por mi cuadro, porque si se recupera no lo voy a reclamar, lo que ocurre es que creo que esto es una sinvergonzonería».

En 1965 obtuvo la Tercera Medalla de Dibujo en el Salón de Otoño de 1965 por la obra titulada Le salió mal.

En el Salón de Otoño de 1968 logró la Primera Medalla de Dibujo.

En 1971 realizó una exposición en la Galería Toisón de Madrid que recogió el diario Pueblo, en una reseña firmada por M.A. García Viñolas. En ella, se afirma que “sus dibujos no son rigurosamente dibujos, como no lo fueron muchas manchas de tinta que nos dejaron Goya o Daumier, sino auténticos esbozos de pintura realizados en negro, con tonos, veladuras y densidades que son más propias del cuerpo de la pintura que de dibujo. Al servicio siempre de un grito -religioso, erótico o social- Carlos San Román nos deja ver unas imágenes agitadas y expresivas que, ha ido almacenando en la buhardilla de su cerebro. Hay en esas imágenes una serie dedicada a tratar el desnudo y en ella, sin gesticulaciones y apenas sin anécdota, San Román Acredita especialmente sus grandes posibilidades de pintor”.

En 1974 publicó la obra Ilustraciones de Carlos San Román.

Publica en 1975 el libro de poemas titulado “Poemas negros”, una selección de críticas dirigidas a los cuatro puntos cardinales.

En 1982 publicó la obra Poemas perdidos (Elegía a mi esposa muerta), un canto a su memoria. Según la crítica, algunos poemas recuerdan al famoso “Insomnio elegíaco de Milosz.. Si las artes plásticas y la poesía tienen algún punto de contacto, el verso de Carlos San Román podría evocar las pinturas negras de Goya, aunque aquí el esperpento pierde, voluntariamente, crudeza”…

En 1983 publicará el libro titulado Cuarenta sonetos apasionados, del que la crítica señaló que “Hay sonetos francamente logrados”.

Novena sinfonía, obra presentada al 34 Salón de Otoño

María del Mar, del 50 Salón de Otoño

Niño, del 40 Salón de Otoño

 

Carlos San Román y la AEPE

Tesorero de la Asociación Española de Pintores y Escultores en 1982, fue años después Secretario Administrativo hasta que dimitió de sus cargos en la Junta al ser nombrado miembro de la Junta del Círculo de Bellas Artes de Madrid en 1983.

Colaboró en el Boletín Informativo de la AEPE ocupándose, entre otras cosas, de la sección de exposiciones.

Participó en:

XXIII Salón de Otoño de 1948: Musa

XXIV Salón de Otoño de 1950: Autorretrato

XXXII Salón de Otoño de 1961: Lagarterana

XXXIV Salón de Otoño de 1963: Sol, La novena sinfonía, Baile español, Danzas tahitianas

XXXV Salón de Otoño de 1964: Martirio, Retrato de la Sra. De Rubiera y Desnudo

XXXVI Salón de Otoño de 1965: Creced y multiplicaos, Le salió mal y Presentación en sociedad

XXXVII Salón de Otoño de 1966: Dibujo

XXXVIII Salón de Otoño de 1967: Padres felices y Lactancia

XXXIX Salón de Otoño de 1968: Señor, ya no tengo, Nace un elegido y Sabe Dios

XL Salón de Otoño de 1969: La revolución, Mi hijo y Dibujo

XLIII Salón de Otoño  de 1973: Los presagios, Las Walkyrias

L Salón de Otoño de 1983: María del Mar

Portadas de algunos de los libros  publicados por Carlos San Román

 

Historia de la Casa de Vacas del Retiro

Mª Dolores Barreda Pérez

Secretaria General

Secretaria Perpetua de la AEPE

La Casa de Vacas del Retiro está situada justo frente a la entrada del embarcadero, su formidable ubicación la convierten en un referente esencial que aglutina una gran cantidad de público durante todo el año, atraídos por su programación cultural.

En la actualidad, forma parte del paisaje de la Luz, un paisaje cultural declarado Patrimonio de la Humanidad el 25 de julio de 2021.

Según la Maqueta de Gil Palacios de 1830, los terrenos donde se levanta la actual Casa de Vacas eran unas huertas cercadas por un tapial, a las que se fueron adosando diferentes edificaciones.

Su construcción fue un proyecto de 1833 encargado a Isidro González Velázquez por parte de Fernando VII destinado a la “Casa Reservada del Real Sitio del Buen Retiro”. Formaba parte de una serie de “Anhelos Románticos” ordenados edificar por el monarca tras su retorno del exilio en Francia.

En esta edificación se erigió una alquería, en la que las hijas del rey jugueteaban a ser pastoras, teniendo a su disposición algunas vacas que ordeñaban ellas mismas y cuya leche se bebían.

Fotografía de la maqueta de León Gil de Palacio de 1830. A la derecha, del estanque, se pueden ver algunas edificaciones en las pequeñas huertas que se encontraban en el terreno que hoy ocupa la Casa de Vacas

Vista aérea del estanque en la actualidad

Mediante un decreto de 1868, la corona deja de tener los derechos de los Jardines del Buen Retiro, que pasan a depender del Ayuntamiento de Madrid, cambiando su nombre por el de Parque de Madrid.

La Casa de Vacas es arrendada a D. Mateo Cabezas y Romeral en 1873, que la convirtió en un lugar excepcional donde los madrileños podían beber la leche que había sido recién ordeñada y que los clientes podían consumir sentándose en un pequeño bar que existía al lado de los establos.

Poco después, se “amplió” el negocio a una chocolatería.

En mayo de 1886, un poderoso tornado, o un devastador ciclón como fue llamado en la época, arrasó Madrid, dejando a su paso 47 fallecidos. Los daños causados en el Parque del Retiro, con la caída de árboles y la destrucción de casetas y otros elementos del parque, fueron muy importantes.

Un informe realizado por Romualdo Aguado, Jardinero Mayor del Parque del Retiro, desveló que 557 árboles fueron destruidos, más de 100 eran de gran porte (en la actualidad cuenta el Parque con 17.000 árboles, entre los que se encuentran dos ejemplares singulares que sobrevivieron al tornado), y otros 400 resultaron dañados, produciéndose además graves daños en varias instalaciones. Una de ellas era la Casa de Vacas.

“La marquesina del establecimiento de vacas y los 28 veladores de mármol y de hierro, y las 120 sillas que había dentro de ella, han desaparecido por completo. Sólo han quedado de la marquesina las basas de piedra”.

Pese a todo, la Casa de Vacas fue reconstruida entrado el siglo XX, pasando en 1921 a ser un café-restaurante llamado Ideal Retiro. Contaba entonces con un gran salón en el interior y dos terrazas laterales. Una de ellas empleada para la venta de horchata en verano y la otra para practicar el patinaje sobre ruedas.

Concepción y sus padres en el Retiro. Santos Yubero, Martín. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid

Parroquianos disfrutando de la leche en la Casa de Vacas

 

Tras la Guerra Civil y paulatinamente, fue cayendo en el olvido, y la falta de mantenimiento hizo que llegara al año 1950 en un estado lamentable.

Pasado el año 1960, sufrió una nueva modificación y se inauguró como sala de fiestas, bar y restaurante, convirtiéndose en una popular sala que recibió el nombre de Pavillon.

La Casa de Vacas en Memoria de Madrid

Antigua postal de un grupo de amigos en la Casa de Vacas

La Casa de Vacas y el Templete

 

En Pavillón actuarían artistas y personajes míticos, como la mismísima Marlene Dietrich, que actuó allí el 10 de julio de 1960, logrando un lleno absoluto y un éxito espectacular.

José Luis Garci fue uno de los afortunados que estuvo en la sala Pavillón y que lo recordó décadas más tarde, en 1992, en una columna de ‘ABC’: “Gentes de toda condición, que en ningún otro lugar hubiéranse reunido, que dijo Don Jacinto, comunicábanse allí su regocijo y su nerviosismo. Marlene, a punto de cumplir 60, ‘la abuela más joven del mundo’, empezó a cantar a eso de las doce. Tenía la voz oscura, densa, enérgica y un poco turbia. Cantó en inglés, en alemán y en francés (…). Imagino a Marlene en Villa Luisiana, aquel hotelito que Felipe Trigo tenía por la Ciudad Lineal. La imagino abandonando al escritor, subiéndose en la ‘limousine’, alejándose por Arturo Soria, mientras el cielo se vuelve violeta y en algunos ventorros con jardín los últimos noctámbulos juegan a la rana borrachos de anís”, narraba el maestro.

Foto nocturna del antiguo Pavillon

Marlene Dietrich en su estancia en Madrid

 

La Casa de Vacas, como vemos, se convirtió en uno de los locales más famosos de Madrid, hasta su cierre en 1979.  En apenas dos años, el edifico abandonado fue poco a poco convirtiéndose en una ruina hasta que en 1983, un incendio provocado por un mendigo que pernoctaba allí, y que debió encender una hoguera para calentarse, lo destruyó completamente.

La Casa de Vacas fue reconstruida en 1985 por el arquitecto Guillermo Costa Pérez-Herrero, pasando a ser gestionada por el Ayuntamiento de Madrid, que en un principio pensó utilizarla como sala de ensayos de la Banda Sinfónica Municipal, que actuaba los domingos en el cercano quiosco de la música.

Desde 1987, es la sede del Centro Cultural Casa de Vacas, que gestiona la Junta de Distrito de Retiro del Ayuntamiento de Madrid y cuya oferta cultural incluye exposiciones y conciertos, entre otros muchos eventos.

El edificio consta de dos espacios principales, uno de 500 m2 y aforo para 400 personas, dedicado a sala de exposiciones, y otro de 175 m2 y aforo para 125 personas, destinado a una sala de teatro, además cuenta con un atrio o terraza exterior. Todas las instalaciones son accesibles para personas con movilidad reducida.

La Casa de Vacas está rodeada por patios con balaustradas de estilo decimonónico, así como por abundante vegetación. Los cedros quizás sean los árboles más llamativos, pero también hay plátanos, pinos, acacias y hasta palmeras de Fortune.

Desde el año 1990, se celebra en su sala el tradicional el Salón de Otoño, y desde el año 2017, el Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, ambas convocatorias organizadas por la Asociación Española de Pintores y Escultores y que nacieron en 1920 y 1964 respectivamente, en el Parque del Buen Retiro de Madrid.

 

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