Recordando… Rafael Botí Torres

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

El guardián de su memoria

Rafael Botí Torres

Socio de Honor

 

Buen hijo, guardián de su memoria, de su obra y de su legado, Rafael Botí Torres ha dedicado su vida a velar por el conocimiento y reconocimiento de la figura del pintor y músico. Lleva una vida entera entregada a este noble fin.

El día 21 de diciembre de 2018, Rafael Botí Torres recibió la Medalla de Honor de la AEPE en un acto repleto de cariño y sensibilidad al que acudieron numerosos amigos y personalidades del mundo del arte y la cultura como Tomás Paredes, el Director del Museo de Bellas Artes de Córdoba, José María Palencia, el crítico de arte y poeta Juan Manuel Bonet Planes…

En ese mismo acto, una tarde emocionante en la que pudimos comprobar su gallardía, tuve el honor de presentar, a modo de introducción, un breve recorrido por la biografía casi desconocida del mecenas, eclipsado siempre a voluntad propia, por la figura de su padre.

No encuentro mejor modo de describirlo que reproducir las palabras que en aquel acto pronuncié.

Rafael Botí Torres nació en Madrid en 1930, pese a no poder olvidar la Córdoba natal de su padre, a la que ama como a una hija.

Hijo único del músico y pintor, pasa su infancia entre Madrid y la localidad ciudadrealeña de Manzanares.

 

El matrimonio Botí con su hijo en 1932, en la Casa de Campo

 

Terminada la Guerra Civil, la familia regresa a Madrid, en donde aunque pequeño, nuestro Rafael JR. compartió el ambiente artístico y cultural que rodeaba a su padre, acercándose a figuras como Vázquez Díaz, José Caballero, la Duquesa de Alba, Sáez de Heredia, Micaela Amaya “La Chunga”, José Camón Aznar, Antonio Manuel Campoy, Marino Gómez-Santos, Elena Flórez… en tertulias y visitas en las que acompañaba a su padre, que de niño lo llevaba a todas partes, yendo de su mano a los estudios de todos sus amigos.

Rafael Botí junto a su hijo Rafael Botí Torres y a Daniel Vázquez Díaz

 

Así, tuvo la dicha de ser un niño que jugaba entre los lienzos y pinceles de Vázquez Díaz, los hermanos Solana y otros grandes artistas amigos de la familia.

Según él mismo ha declarado, posó mucho para Vázquez Díaz entre los años 50 y 55. Lo hacía en su estudio, los domingos por la mañana y allí lo pasaba de maravilla.

Por este motivo, ha vivido toda su vida rodeado de arte y de artistas.

Por eso, podemos decir que lleva el arte dentro.

Rafael Botí Gaitán y Rafael Botí Torres

 

Desistió de pintar desanimado por su progenitor, ya que según ha declarado en alguna ocasión, su padre le dijo: «Mira, niño, dedícate a otra cosa que Dios no te ha llamado por ese camino»…

A fuerza de batallar por reivindicar la figura paterna, de invertir trabajo y dadivosidad a favor de Rafael Botí padre y de Vázquez Díaz, muy poco sabemos en realidad de Rafael Botí hijo.

Rafael Botí Torres estudio Economía y trabajó en la Banca, con categoría de Director de Sucursal.

Agente de la Propiedad Inmobiliaria, empresario y emprendedor, editor de numerosas obras sobre el arte, director de la Sala del Banco de Córdoba en Madrid, promovió la difusión del arte de los andaluces y, en general, del arte español comisariando exposiciones y escribiendo textos para catálogos.

Miembro de la Asociación Madrileña de Críticos de Arte, de la Asociación Española de Críticos de Arte, de la Asociación Española de Escritores y Artistas.

Ha luchado incansablemente, y lo sigue haciendo, por la difusión y trascendencia de la obra de su padre, el músico y pintor Rafael Botí Gaitán.

Lucha que se materializó en la adquisición de parte de sus obras por la ciudad de Córdoba, a través de su Diputación provincial, ya que había apoyado al artista en vida con la concesión de diferentes becas.

La necesidad de gestionar este legado es el germen para la creación de la Fundación provincial de artes plásticas Rafael Botí, de la que nuestro Rafael es Miembro del Consejo Rector, además de Miembro de su Comisión Técnica.

 

Sus desvelos y trabajos culturales y artísticos le llevaron a la Vicepresidencia de la Academia Libre de Arte y Letras de San Antón.

Es además Socio de Honor de la Asociación Española de Pintores y Escultores

En el año 2010 fue nombrado Hijo Adoptivo de Torrelodones (Madrid), donde organiza el “Certamen de Pintura en Directo Rafael Botí”

En el año 2012 fue nombrado Académico de Honor de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.

En 2016, y coincidiendo con la celebración del día de Andalucía, recibió la insignia de oro y plata y Diploma de Honor del Real Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario de Córdoba.

Como coleccionista de obras de arte, con predilección por las de Vázquez Díaz, y José Caballero, Rafael Alberti, Antonio Cobo y otros muchos pintores maestros en los que ha centrado su difusión, es el máximo especialista, experto  y conocedor de la obra de Vázquez Díaz y de Juan Antonio Morales.

Su generosidad es bien conocida por la donación de obras de Vázquez Díaz y de Rafael Botí, y por el préstamo de otras muchas para su exhibición en importantes exposiciones pictóricas.

En la actualidad, colabora siempre que es convocado, como Miembro de Jurados de premios, certámenes y bienales.

Enamorado de Córdoba, pasión que comparte con su esposa, Dely Blanco, reparten su tiempo entre Madrid y esta ciudad en la que posee una vivienda junto a los jardines de Los Patos, muy cerca del palacete que perteneciera a Manolete, y que a su padre le habría encantado, por lo mucho que a él le gustaban los toros.

Allí miran también el patio de la Calle Isabel II, en el que sus padres se conocieron y en el que por iniciativa propia, logró ubicar una placa alusiva al pintor y músico cordobés como reconocimiento del que fuera su hogar.

Rafael es discreto, elegante, una excelente persona. No habla mal de nadie, no falta nunca a nadie, es generoso, amigo de sus amigos, paciente, luchador, optimista y creyente fiel de la realidad de las cosas.

Sincero y sensato, lo único que le hubiera pedido a la vida después de tantos sacrificios compartidos con su esposa Dely, presente en este homenaje como no podía ser de otra manera, es tener descendencia, pero echando mano de su optimismo, eso también lo han arreglado, haciendo hija a la hermosa ciudad de Córdoba, de la que ambos están completamente enamorados, y no sin razón, me consta.

Al realizar este perfil, creo que la AEPE no puede ocultar su alegría y entusiasmo por otorgar hoy esta merecida Medalla, un honor que debe convertirse en estímulo cargado de pleno y consciente sentido de responsabilidad que todos compartimos con Rafael.

Gratitud y reconocimiento son los sentimientos que en este momento nos embargan a la hora de pensar en Rafael y analizar el devenir de su vida, rodeado de arte y de artistas y de vivencias que han sido constante preocupación en su vida.

Constituye no sólo un noble hábito, sino un obligado gesto el reconocimiento y recuerdo de las virtudes humanas y valores artísticos de un mecenas como Rafael. Estoy convencida de que todos los aquí presentes, todos los que te conocemos, corroboramos el sentimiento generalizado de quienes te hemos tratado, destacando tus afables dotes personales y tu extraordinaria vocación altruista.

Nos gustaría que este acto constituya para todos el recuerdo de tu figura, nobilísimo arte y una ejemplo de energía y fecundidad al servicio de los demás.

Etimológicamente el término proviene del nombre del famoso consejero de Augusto, Mecenas, protector de las letras y de las artes, que implica una idea y conciencia del arte como realidad que incluye unos valores y unos sentimientos de amor y generosidad como los que encarnas.

Estamos acostumbrados a entender el mecenazgo como un amor por las letras y las artes que se manifiesta en forma de acción de estímulo y ayuda de gobiernos y de hombres ricos y poderosos. Incluso hoy en día, esa generosidad está ligada a motivos utilitarios de poder, de prestigio social y de otro tipo de iniciativas de los grandes grupos industriales y económicos.

Rafael Botí Torres firmando en el Libro de Honor de la AEPE

 

En el caso de Rafael, debemos entender el mecenazgo como misión, tal y como nos advertía en su momento el propio Ortega y Gasset.

No pretendo en esta introducción acumular sólo datos de un currículo de Rafael Botí Torres. Creo que era indispensable presentar aquí un apretado perfil humano de quien se ha pasado la vida difundiendo con eficacia el legado de los demás.

Al rememorar su presencia activa en todo tipo de actos de difusión de otros pintores, destacaremos sobre todo la fecunda labor que viene realizando en la ciudad de Córdoba, en la Fundación que lleva los apellidos de su padre. Una Fundación que intenta de forma cíclica renovarse y transformarse en una institución sólida y a la altura, y que tanto hace en el campo de las artes.

Desde la AEPE, desde AECA, podemos dar fe de los esfuerzos realizados en épocas de bonanza y de crisis para cumplir las ilusiones y los sueños de su fundador, contando siempre, eso sí, con su extraordinaria generosidad a la hora de ceder obras en beneficio y consecución de este fin.

Me resulta indispensable vincular el entusiasmo que ha puesto en realizar publicaciones de gran calidad que rememoren el importantísimo trabajo de los pintores, en realizar exposiciones antológicas, temáticas, y una fecunda labor que se acompaña de múltiples gestiones y trabajos cuyo detalle oscuro, laborioso, callado, no cabe aquí.

Rafael Botí Torres con Tomás Paredes en la inauguración de una retrospectiva de Rafael Botí

 

Me he resistido con todas mis fuerzas a hablar en esta introducción de Rafael Botí Gaitán como artista, no así como padre y amigo, y de Daniel Vázquez Díaz, puesto que hoy el protagonista indiscutible y absoluto de nuestro reconocimiento es Rafael Botí Torres. Él sólo y por él mismo. Por su trabajo, y su personalidad.

La callada memoria del olvido debe ser devuelta y recordada para homenajear a Rafael Botí Torres.

Por eso quiero proclamar que Rafael Botí Gaitán será por siempre el maestro y pintor cordobés por excelencia del siglo XX, pero tú, Rafael, sólo tú, serás únicamente nuestro Rafael, con entidad propia más allá de la memoria de tu amado padre, nuestro Rafael más allá de posibles comparaciones o referencias, nuestro Rafael más allá de quienes te asocien únicamente a él.

Tú serás ya por siempre el Rafael de la Asociación Española de Pintores y Escultores que hoy te agradece una vida entera dedicada al arte y los artistas.

Felicidades y muchas gracias”.

Rafael Botí Torres y su esposa, Dely Blanco

 

De la misma manera, el discurso que pronunció en aquel acto el Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, nos dice también mucho de la esencia de Rafael Botí Torres. Por ese motivo, lo reproduzco a continuación, como la mejor definición de quien lleva una vida guardando la memoria de uno de los mayores artistas que ha tenido España:

“La AEPE siempre ha sabido reconocer todas las disciplinas que conforman las Bellas Artes: la formación de una base sólida, la selección de la mejor materia prima, la suma de destrezas y buen gusto, la búsqueda de la belleza, en suma, el aroma que, como la cultura, caracteriza a una prestigiosa entidad como la nuestra.

En los últimos años la AEPE ha sabido reescribirse: con decisión firme y vocación de servicio bien demostrada, ha apostado sin ambages por la pintura y la escultura, dos de las más nobles entre las Bellas Artes, para convertirse en el catalizador del arte y los artistas en Madrid y en toda España.

En un siglo tan agitado como en el que nos ha tocado vivir, este reconocimiento al mérito que hoy otorga la AEPE es también una invitación a detenerse en una biografía ejemplar, en esa parte inmutable de la vida que es la inquietud artística. No hay más que mirar su rostro para descubrir la suma de facultades, afán y trabajo que representa y que hoy se concentran en esta Sala “Eduardo Chicharro”.

Las Bellas Artes requieren el impulso generoso y apasionado de los mecenas y de quienes trabajan en beneficio de la cultura sin esperar nada a cambio. Por eso reconocemos hoy la labor de Rafael Botí Torres, que ha dedicado su vida al estudio y la difusión del arte, presentando una atención especial a la obra de su padre y a la de su maestro, Vázquez Díaz, a través de todo tipo de trabajos y desvelos, actividades, y por cuantos medios han estado a su alcance.

En la AEPE abundan los mecenas y benefactores culturales, ya que como sabéis, todos los miembros de la Junta Directiva trabajamos por amor al arte. 

Juan Manuel Bonet Planes, Tomás Paredes, Mª Dolores Barreda Pérez, José Gabriel Astudillo López, Dely Blanco, Rafael Botí Torres y José María Palencia

en el acto de entrega de la Medalla de Honor de la AEPE

 

De igual forma, Rafael une a su cualidad de mecenas y benefactor, la de académico: su vida ha sido una perseverante investigación de toda aquella  manifestación artística relacionada con la obra de su padre, que le apasiona, logrando la excelencia y la fama por sus estudios al respecto. Como promotor cultural, ha depositado todo su talento y su energía en detectar, impulsar y hacer brillar las obras de los demás.

En realidad, su trabajo constituye también toda una auténtica obra de arte, porque sin él, sin su empuje e iniciativa, muchos talentos permanecerían ocultos toda la vida y nos privarían, a quienes disfrutamos a diario de la cultura, del placer de conocerlos.

Por eso hoy reconocemos y galardonamos a uno de esos grandes exponentes de la promoción cultural, a Rafael Botí Torres. Toda su vida ha sido un esfuerzo constante por acercar al público el arte y la creación cultural. La divulgación pictórica de la obra de su padre, y de su maestro, es la pequeña muestra de cómo ha logrado contagiar su pasión pictórica a tantos ciudadanos, a través de la generosidad extrema y gracias a la perseverancia de una vida dedicada a ello.

Rafael Botí Torres es un modelo de conducta para la sociedad; un alma que ha logrado superarse en la conquista de la excelencia, haciendo de su trabajo una transmisión y difusión de la pintura y del arte que no puede pasar inadvertida.

Pero hoy Rafael no está aquí como representación ni como difusor de la obra de otros artistas, sino que está con nosotros por ser reconocido como un gran filántropo y una excelente persona. Está aquí por méritos propios y no cabe hablar más que de él.

Decía la Secretaria General y Secretaria Perpetua, Mª Dolores Barreda Pérez, en su nota biográfica, que no quería hablar más que estrictamente lo necesario del pintor Botí y de Vázquez Díaz. Efectivamente, hoy el único protagonista aquí es Rafael, cuya forma de ser, cuya bondad y  cuyo perfil humano le ha granjeado el cariño y el agradecimiento de cuantos estamos en esta sala, de los que no están, de los cordobeses, de los españoles, de todos los que amamos el arte y alabamos la generosidad de su vida.

El esfuerzo que hoy reconocemos no caerá en saco roto. Porque toda una vida entregada a las Bellas Artes es una enorme fuente de fecundidad y riqueza para toda la sociedad, y es, además, un orgullo para todos los españoles, para todos los artistas y para esta Asociación Española de Pintores y Escultores que hoy te aplaude.

Hoy es un día para celebrar. La Asociación Española de Pintores y Escultores está de fiesta y este acto de entrega de la Medalla de Honor es una buena muestra del espíritu de agradecimiento y de servicio que vivimos en esta centenaria institución a la que me gusta llamar casa de todos.

Hemos aprendido de nuestros predecesores -y hoy lo vemos encarnado en Rafael- a trabajar con alegría y con afán de ayudar a los demás, al servicio del arte y de los artistas. Probablemente todos me habéis oído decir que cada día nos empeñamos en que la AEPE sea uno de los mejores lugares del mundo en donde reconocer el arte y la creación. Estoy persuadido del privilegio que tenemos quiénes cada día compartimos una misión tan relevante en servicio de la sociedad.

Por supuesto, los obstáculos no nos faltan: así ha ocurrido en el pasado y así seguirá sucediendo en el futuro, en medio de las tormentas se descubre el temple de los buenos marineros. Y ahora podemos estar contentos porque las circunstancias del entorno nos hacen ver que ni podemos ser mediocres, ni podemos vivir instalados en la cultura de la queja.

Pero mis palabras deben ser fundamentalmente de felicitación y agradecimiento a Rafael Botí Torres. Hoy recordamos la suma de muchas tareas sencillas, silenciosas, calladas, realizadas con el empeño de servir: a la memoria de su padre, a la del maestro Vázquez Díaz, a la de ciudades como Córdoba, Nerva, Jaén, a empresas y fines de todo tipo relacionados siempre con el mundo del arte… a la de nuestra propia entidad y a la de otras muchas instituciones.

En un gesto más de generosidad y altruismo, Rafael nos ha hecho llegar la obra que aquí exhibimos del pintor Rafael Botí Gaitán, cuya donación a esta Asociación Española de Pintores y Escultores quedará reflejada en el acta que a continuación firmaremos para que quede ya por siempre unida a nuestra institución, en un acto que nos abruma y recuerda la grandeza de quien hoy homenajeamos. 

Por esta ingente tarea, llena de coraje y magnanimidad, la Asociación Española de Pintores y Escultores te manifiesta su reconocimiento y su gratitud. Rafael: te quiero dar las gracias, en nombre de todos, porque con tu compromiso, con tu capacidad de superar las dificultades con paciencia, ingenio y creatividad, has contribuido a plasmar el espíritu que da vida al acto creativo y al arte.

El amor al trabajo bien hecho, el afán de descubrir la verdad y darla a conocer, la lealtad, el ambiente de afecto y preocupación por los demás, son rasgos de ese espíritu fundacional -que enseguida perciben quienes se acercan a la AEPE- y que son reales porque muchas personas como tú se empeñan en vivirlos cada día.

Además de felicitarte y de agradecerte que hayas hecho tuyos los fines y los proyectos de nuestra entidad, quiero decirte que tu espíritu de servicio es una fuente de inspiración para quienes trabajamos ahora en el difícil mundo del arte y la cultura.

Llevas toda una vida luchando por difundir el arte de los demás, el arte de muchos artistas y lo has hecho trabajando cada día con ahínco, no por vanagloria, sino por servir mejor a los demás, al arte, a los artistas, enseñando con el ejemplo y con la palabra, con toda tu vida, mediante publicaciones, textos, exposiciones, premios, certámenes, en definitiva, con logros repletos de beneficios para los creadores y para toda la sociedad.

Las instituciones, como las personas, se hacen mejores cuando se acostumbran a dar las gracias a quienes las sirven con lealtad. Esta entrega de la Medalla de Honor es, por tanto, un bien para todos y no sólo para el galardonado.

Por esta vida dedicada a preservar la memoria de los artistas, nuestra Junta Directiva ha acordado concederte la Medalla de Honor. Quienes hoy te acompañamos –y otras muchas personas que no han podido acudir- te felicitamos de todo corazón, y nos unimos a tu alegría y grandiosidad.

Muchas gracias”.

Como recomendación final, la vida, obra, crítica, premios, títulos y reconocimientos, bibliografía y todo lo relacionado con el pintor y músico Rafael Botí Gaitán, quedan recogidos en la espléndida página web que al autor ha dedicado su hijo, Rafael Botí Torres, completa y tratada con sensibilidad, donde el mecenas ha volcado tantos años de lucha y de trabajo por guardar su memoria.

http://www.rafaelboti.es/

Tomás Paredes, Mª Dolores Barreda Pérez, José Gabriel Astudillo López y Rafael Botí Torres en el acto de entrega de la Medalla de Honor de la AEPE

 

 

Recordando… Rafael Botí Gaitán

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Rafael Botí Gaitán

BOTI GAITAN, Rafael       P      1923       8.ago.1900  CORDOBA      MADRID/CORDOBA     6.feb.1995

Socio de Honor

Retrato de Rafael Botí (1921), de José Dabrio Pérez

 

Rafael Botí Gaitán nació en Córdoba, el 8 de agosto de 1900, fruto del matrimonio de Santiago Botí Company, natural de la localidad alicantina de Alcoy, músico del Centro Filarmónico de Córdoba y de la Orquesta Sinfónica de Madrid, y de la cordobesa Margarita Gaitán Gavilán, natural de El Carpio.

Con inclinación para el dibujo, con tan solo nueve años comenzó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba de la que era director Mateo Inurria. Allí tuvo como profesores  al socio de la AEPE, Julio Romero de Torres, Victoriano Chicote y Ricardo Agrasot.

Algunos de sus compañeros fueron Antonio Rodríguez Luna, Enrique Moreno “El Fenómeno”, Ángel López Obrero, Antonio Merlo, Rafael Romero de Torres y Octavio Nogales.

Además, la afición musical que le brindaba la rama paterna, hizo que también cursara estudios de música en el Conservatorio Superior Eduardo Lucena de Córdoba, teniendo como profesor a Cipriano Martínez Rücker.

En 1917 se trasladará a Madrid, continuando sus estudios en el Real Conservatorio de Música con Tomás Bretón y Conrado del Campo. Dos años más tarde ingresará en la Orquesta Filarmónica de Madrid, mediante oposición, como profesor de viola, pasando ya en 1930 a la Orquesta Nacional de España.

Desde 1918 cursó también estudios en la Escuela de San Fernando de Bellas Artes, asistiendo además como discípulo al taller del socio de la AEPE, Daniel Vázquez Díaz, que sería su profesor en la cátedra de pintura mural. Es entonces cuando se forja una gran amistad entre ambos, puesto que además de ser uno de los discípulos predilectos del maestro, éste le utilizaba como modelo en repetidas ocasiones.

Ensayando, en 1919

 

Es así como Rafael Botí logró reunir una gran colección de obras de Vázquez Díaz, sobre todo una fantástica serie de retratos de personajes de la cultura española del momento.

En el estudio de Vázquez Díaz coincidirá con otros artistas como Pablo Zelaya, Miguel Rodríguez Acosta, Jesús Olasagasti, Díaz Caneja, Cristino de Vera, Rafael Canogar y José Caballero.

Su integración en el ambiente artístico del Madrid de la época es total, comenzando por aquel entonces a asistir a las tertulias de los cafés Zaragoza, Fornos, Pombo, Lyondior, Nuevo Levante, Colonial y Oriente, donde conectará con poetas, escritores, músicos y pintores. Las nuevas amistades durarán toda su vida: Eugenio Noel, Alberto Sánchez, Juan Esplandiú, Aurelio Arteta, Eduardo Vicente, hermanos Solana, Manuel Ángeles Ortiz, Barradas, Santiago Pelegrín, Tomás Borrás, Emilio Carrere, Jorge Luis Borges, José Bergamín e Iturrino, Julio Romero de Torres, Zuloaga, Ramón del Valle Inclán, Penagos, el Dr. Jiménez Díaz, Eliodoro Puche, Vicente Ríos, Pepito Zamora, Juanito Tallería, Antonio de Hoyos y Vinent, y Manuel Fontanals entre otros.

Santiago Pelegrín, Retrato de Rafael Botí, 1921

 

En 1922 participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes, en el IV Salón de Otoño de la AEPE y en la II Exposición de Arte de la Sociedad Cordobesa de Arqueología.

En 1923 celebrará en el Círculo de la Amistad de Córdoba, su primera exposición individual.

En 1924 contrae matrimonio con la cordobesa Isidra Torres Lerma. Fruto del matrimonio nacerá un hijo, Rafael Botí Torres, Medalla de Honor de la AEPE, heredero, valedor y depositario del legado de su padre, cuya labor de mecenas ha beneficiado sobremanera a la cultura y el arte españoles.

En ese mismo año, participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes obtiene como premio una bolsa de viaje. Participará también en el V Salón de Otoño de la AEPE celebrado ese mismo año.

En 1925 participa en la Exposición de Bellas Artes de Cádiz y en el VI Salón de Otoño de la AEPE.

Acompañado de su maestro Vázquez Díaz, viajará con frecuencia a la localidad de Fuenterrabía, plasmando en sus lienzos paisajes vascos que les cautivan.

En 1926 participa en el I Salón de Pintores Andaluces y en la Exposición Nacional de Bellas Artes.

En 1927 lleva a cabo una exposición en Casa Nancy de Madrid y participa en distintas colectivas en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y en el Salón del Heraldo de Madrid en la muestra de artistas andaluces.

 

En una foto de 1927

 

Pensionado por la Diputación de Córdoba, entre 1929 y 1931 se traslada a París para ampliar sus estudios de pintura. Allí conocerá a Picasso y a Braque y su pintura adquirirá el color de Matisse y el cubismo picassiano que marcó toda su obra.

En 1929 participa en la Exposición de Artistas Independientes del Salón Heraldo de Madrid, en la Exposición Nacional de Barcelona, y en la Exposición Regional de Arte Moderno de Granada, donde fue premiado por la obra “De la Sierra de Córdoba”, hoy en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.

En 1930 es galardonado en la exposición del Patronato Nacional de Turismo “Casa de los Tiros” de Granada y participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes y en el Círculo de Madrid.

De regreso a Madrid, en 1931 funda la Agrupación Gremial de Artistas Plásticos (AGAP), junto a otros artistas como Emiliano Barral, Winthuysen, Planes, Moreno Villa, Castedo, Souto, Climent, Díaz Yepes, Pérez Mateos, Rodríguez Luna, Santa Cruz, Isaías Díaz, Pelegrín, Servando del Pilar, Francisco Mateos… el 29 de abril lanzarán un “Manifiesto vanguardista” dirigido a los jóvenes artistas, cuyo fin es apostar por la renovación completa de la vida artística española como una forma para luchar contra todo lo que signifique arbitrariedad.

En 1931 expone en la Diputación Provincial de Córdoba y en la Galería Castelucho y Diana de París.

En 1932 participa en distintas exposiciones celebradas en el Museo de Arte Moderno, la Nueva Federación de las Artes y en el Lyceum Club Femenino de Madrid.

Un año más tarde realizará una exposición individual en la Asociación de Artistas Vascos de Bilbao.

Cocina

Entrada al Santuario de la Fuensanta

Casa de la Calle de Santiago, Córdoba

Genil-Guadalquivir, Palma del Río

Patio de la Fuensanta, Córdoba

Girasoles del Jardín Botánico de Madrid

 

En 1934 presentará obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes y en 1935 llevará a cabo una muestra individual en el Salón de Arte Moderno de la Biblioteca Nacional de Madrid.

En 1936 participa en la Exposición Regional de Bellas Artes de Córdoba y en la Exposición Nacional de Bellas Artes, que no llegó a inaugurarse debido al estallido de la guerra.

En los primeros días de la Guerra Civil, una bomba destruye su casa de la calle Gobernador, 21, frente al Jardín Botánico que tanto pintara,  lo que obliga al traslado de la familia a la localidad ciudadrealeña de Manzanares, donde ejercerá durante toda la contienda como profesor de Dibujo y bibliotecario en el Instituto de Segunda Enseñanza.

Al finalizar la guerra, regresa a Madrid, si bien no será hasta el año 1947 cuando reiniciará su actividad pictórica participando en una exposición organizada por la Sala Gumiel.

Brevas

Nocturno del Cristo, Córdoba

Noche en la plaza de los Dolores (Córdoba)1978

Patio de la Judería, Córdoba

La fuente del Olivo (Patio de los Naranjos, Córdoba

 

Un año más tarde participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes y en la I Bienal Hispanoamericana de Arte de 1951.

En 1953 participa en la exposición de Pintura española contemporánea de Lima, celebrada en el Museo de la Universidad de San Marcos de Santiago de Chile; también estará presente en la Exposición del arte español actual o I Feria-Exposición de Productos Españoles de Madrid, en el Homenaje a Vázquez Díaz celebrado en las Salas de Exposiciones de la Dirección General de Bellas Artes, y en el Centenario de la fundación del Liceo Artístico y Literario de Córdoba.

A partir de 1958 y hasta su fallecimiento, participará en incontables muestras colectivas por toda la geografía nacional.

Un año después, lleva a cabo una exposición individual en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y a lo largo de los años, hasta 1979, en distintas exposiciones individuales en la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy, en Salamanca, en la Galería Toisón de Madrid, en la Galería Lázaro de Madrid, en la Galería Studio de Córdoba, en la Galería Giotto de Madrid, en la Sala de Santa Catalina del Ateneo de Madrid, en el Conservatorio Superior de Música de Córdoba, en la Caja de Ahorros de Córdoba, en Cajamadrid de Barcelona, en el Palacio de la Merced de Córdoba, en la Galería Ansorena de Madrid, en el Patio de la Cultura de Tabacalera de Madrid, en la Caja de Ahorros de Córdoba, en el Museo de la Ciudad de Madrid…

Fuente Goiri, Deusto

Palma del Río, Córdoba

Vallecas

Moratalaz

Viejo París o el Sena

Patio del Museo Romántico

 

En 1979 el Ayuntamiento de Córdoba le nombró Hijo Predilecto de la ciudad, concediéndole además la Medalla de Oro de Córdoba.

También la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba le nombrará académico correspondiente.

Presidente de Honor de la Asociación de Artistas Plásticos Cordobeses.

Académico Ilustre de la Academia Libre de Arte y Letras de San Antón.

En 1980 el Ministerio de Cultura le concedió la Medalla de Plata al Mérito en las Bellas Artes.

Tras una larga vida dedicada al arte y a la música, Rafael Botí falleció a consecuencia de una neumonía pulmonar el 4 de febrero de 1995, a los noventa y cuatro años.

El hondo pesar por la triste noticia derivó en la realización de múltiples homenajes, exposiciones póstumas –especialmente, aunque no sólo, en Madrid y en Córdoba– y reconocimientos institucionales, como la inauguración en 1996 de una plaza con su nombre en su Córdoba natal y la creación en 1998, también en Córdoba, de la Fundación provincial de artes plásticas que lleva su nombre, entidad dependiente de la Diputación de Córdoba a la que el hijo del pintor donó la mayor parte de su colección, con obra tanto propia como de otros artistas coetáneos. Igualmente lleva su nombre la convocatoria bienal de artes plásticas que se celebra desde ese mismo año, organizada por la Diputación de Córdoba, y el centro de arte contemporáneo inaugurado en el año 2015, adscrito a la fundación.

Ruinas de San Isidoro del Parque del Retiro de Madrid

Rafael Botí, por Juan Cantabrana

 

Poseen obras suyas, en Madrid: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, Museo de la Historia de Madrid, Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Palacio de Liria (Duques de Alba), Ayuntamiento de Madrid, Ministerio de Trabajo, Tabacalera y Banco de Madrid. En Córdoba: Museo Provincial de Bellas Artes, Museo Taurino, Ayuntamiento, Diputación, Museo Diocesano, Fundación Provincial de Artes Plásticas Rafael Botí, Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, Conservatorio Superior de Música, Cajasur. Patronato Lozano Sidro y Diario Córdoba. En Zaragoza: Museo Camón Aznar. En Cuenca: Excma. Diputación. En Almería: Cuevas de Almanzora, Museo Antonio Manuel Campoy. En Bilbao: Museo de Bellas Artes y Asociación Artistas Vascos. En La Coruña: Museo Camilo José Cela. En Nerva (Huelva): Museo Daniel Vázquez Díaz y en Sevilla: Palacio de las Dueñas (Duques de Alba) y Museo de Bellas Artes. En Jaén Museo Provincial, en Huelva Museo Provincial. En Alicante, el Museo de BBAA de Alicante.

Paisaje de Torrelodones

Patio antiguo, Córdoba

Nota vespertina

Satán

Primavera desde mi estudio (Casa de Campo, Madrid)

La fuente del patio del museo II Córdoba

 

Su dilatada vida, siempre en activo como artista, le hizo conocer y participar en el desarrollo del arte español de todo el siglo XX.

Hablar de Rafael Botí es hablar de Córdoba. Junto a Julio Romero de Torres, ellos encarnan la imagen misma de la ciudad y de sus gentes. De él escribió Antonio Manuel Campoy que “el pintor Rafael Botí es cordobés, y esté donde esté, y pinte lo que pinte, está siempre en Córdoba y todo lo que pinta, de Córdoba es… pinta siempre en su ámbito cordial de Córdoba. Córdoba siempre”.

Los paisajes de Rafael Botí conjugan la armonía y el ritmo de la música con el equilibrio, la profundidad y la expresividad del arte poético. En ellos demuestra que es un enamorado de la naturaleza y que siente la misma con una especial espiritualidad.

En la puerta del Museo de su maestro Julio Romero de Torres, en Córdoba. 1980

En la Fuente del Olivo del Patio de los Naranjos de la Mezquita de Córdoba, en 1973

Pintando en su estudio de la calle Gaztambide, Madrid, en 1978

Pintando en el campo con su maestro Vázquez Díaz

Con Rafael Romero de Torres en Córdoba en 1980

 

Sus primeras obras abrazan aún los restos del decadentismo de fin de siglo, pero conforme pasa el tiempo, su pintura evoluciona hacia el tímido arranque de las vanguardias y al proceso de la modernización artística que se llevó a cabo con la entrada de las distintas corrientes artísticas internacionales.

La influencia del magisterio de Vázquez Díaz le dirigió hacia el sentido constructivo de la forma, pero el paso del tiempo le llevaría a crear su propio estilo, y aunque su paleta tiende a decantarse por tonos terrosos en sustitución de la gama fría, su obra se centra básicamente en el paisaje, pese a cultiva de manera ocasional otros temas como el bodegón o los interiores intimistas.

El dominio del color es patente en su obra, así como la fidelidad que siempre mostró a su técnica y temática, con un estilo coherente, irreductible, de sencillez seductora y pureza inquebrantable. El uso libre de la pincelada de sus primeras obras fueron ganando en estructuración, definición de volúmenes e importancia del dibujo que al final de su vida adquirió una profundidad lírica y aire nostálgico inolvidables.

Patio de la Madama del Palacio de Viana

Patio amarillo, Córdoba

El Cristo de los Faroles, Córdoba

Pez (vaca)

Barca en La Mata, Torrevieja

 

De él escribieron artistas, críticos, músicos, políticos y personalidades de todo tipo contemporáneos de su vida y de su obra.

Waldo Aguiar: “Tú ya no estás aquí entre nosotros, pero tú no estás muerto, te tenemos en tus cuadros, en tus obras: color, alegría de vivir, antiretórica, antipetulancia, tan al uso hoy, sin haberte dejado colonizar por dictaduras estéticas ni modas”…

Francisco Alcántara: “Rafael Botí es muy joven, delgado, sutil casi, como los sonidos armoniosos que produce en su oficio de instrumentista de orquesta”…

Mario Antolín: “Rafael Botí pertenece a ese pequeñísimo grupo de los limpios de corazón. Fiel a sí mismo, ajeno a maniobras de grupos, de grupitos o de escuelas. Botí sonriente y cordial, humilde y silencioso, lleno de admiración hacia los otros, es un ejemplo de amor a la pintura y un maestro –aunque él no se lo crea– del difícil oficio de pintar”.

Juan Barjola: “El gran artista Rafael Botí, hombre sencillo, sensible y armónico, tanto en la pintura como en la música”.

Tomás Paredes: “En la vida con luz de gas, sencilla y honesta, de este pintor azulenco, cantan pájaros de lapislázuli, conformando un universo turquí, donde nacen todos los azules del mundo, su mundo añil, andaluz, iluminado por los sueños del agua, del cielo, del mar, del co­balto, de la soledad y la distancia azul del Sur”…

Vázquez Díaz: “Él vive una vida callada, Lejos de buscar renombre está entregado al goce íntimo de la creación, de una obra inyectada de sueños y palpitaciones, de alma delicada y sencilla. Siempre he sentido devoción especial hacia estos hombres entregados a la realización de una obra en silencio, poniendo en ella lo más hondo de su corazón –que la obra sea tan pura como el alma de un niño–, por eso el pájaro siempre acude al paisaje cuando Botí pinta musicando el silencio”.

Waldo Aguiar, Retrato de Rafael Botí, 1992

Rafael Botí en el Patio de los Naranjos (Córdoba), 1987

Jardín Botánico de Madrid

Bodegón de la bota

Córdoba callada

Frutas

Manzanas y tazón

Cerámicas

Donado a la AEPE un retrato de Álvaro Delgado

El 12 de abril de 2019 tuvo lugar en la sede de la AEPE el acto de donación del “Retrato de Ignacio Molina niño”, obra del artista Álvaro Delgado Ramos y gentileza de su hijo, Ignacio Molina de la Peña, quien ha decidido donarlo a la Asociación Española de Pintores y Escultores para su custodia y como forma de garantizar su adecuada conservación.

El acto, presidido por José Gabriel Astudillo, Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, contó con la asistencia del Vicepresidente, Juan Manuel López-Reina, de la Secretaria General de la AEPE, Mª Dolores Barreda Pérez, así como de los Vocales Alicia Sánchez Carmona, Paloma Casado, Carmen Bonilla Carrasco, del Bibliotecario, Fernando de Marta, de la Tesorera, Ana Martinez y de la Asesora de Presidencia, Itziar Zabalza Murillo.

El Presidente comenzó el acto cediendo la palabra a la Secretaria General, Mª Dolores Barreda Pérez, quien perfiló sucintamente el alcance de la figura de Álvaro Delgado, agradeciendo el gesto de Ignacio Molina para con la entidad, generoso gesto de quien entiende que el arte debe ser algo que es necesario preservar para generaciones futuras, ha entendido que nuestra centenaria institución atesora un prestigio y un respeto por los artistas, sean o no socios, que se ha hecho merecedora de la custodia de una bellísima obra de arte de tan afamado pintor español.

Este detalle es el que subrayó el Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, José Gabriel Astudillo López, quien agradeció a Ignacio Molina su desinteresado gesto y confianza en la institución en nombre de todos sus socios y de los amantes del arte en general.

Ignacio Molina posó así ante el retrato de su padre, obra de Álvaro Delgado

 

Desveló también algunos detalles de la vida y obra del pintor, haciendo especial hincapié en la coincidencia que supone el hecho de que el último retrato que también se donara a la AEPE fuera de otro discípulo de Vázquez Díaz, como fue Rafael Botí Gaitán y en este caso, el de Álvaro Delgado Ramos, un artista que desarrolló con especial intensidad el género del retrato, interpretado de una singular manera expresionista, concibiendo este género como una suerte de aproximación ensayística serial a la intimidad del retratado hasta alcanzar sus rasgos más definitorios, que él subrayaba con expresiva crudeza a través de unos trazos ágiles y atrevidos en consonancia con la gestualidad y factura del expresionismo abstracto.

Además, el Presidente comentó cómo vivió de forma personal la repercusión que los retratos de Álvaro Delgado tuvieron en la ciudad de Madrid, cuando recibió el encargo de pintar a los Alcaldes Tierno Galván, Juan Barranco y Luis María Huete, ya que él formaba parte de la corporación municipal en aquellos momentos.

Astudillo quiso destacar además el arte de un madrileño que se acercó al grupo de pintores de la Segunda Escuela de Vallecas, embrión de la Escuela de Madrid, en donde se imponía la importancia de la técnica en la pintura y la sensualidad con que se trataba la materia, tratamiento con el que se podía conseguir diversos efectos, entre ellos el sentido intimista, dotando a sus obras de un particular lirismo. De Solana tomó la tendencia hacia la monocromía.

Vocal del Real Patronato del Museo del Prado, nombrado en 1970. Estudió en la Escuela Superior de Pintura de Madrid, formando parte después de la Segunda Escuela de Vallecas. En 1949 recibe una beca del Instituto Francés para viajar a París, lo que le permite entrar en contacto con la vanguardia eu­ropea y afianzar su admiración por los maestros cubistas, Picasso y Braque. También se muestra interesado por la pintura tradicional española y estudia la obra de Velázquez, Zurbarán y Goya. Según el propio artista, es, sin embargo, El Greco el pintor que más ha influido en su obra. En 1951 participa en la Bienal de Venecia y, entre otros premios gana, en 1953 el de pintura de la II Bienal Hispanoamericana, en 1955 el gran premio de pintura de la Bienal de Alejandría y en 1962 la medalla de oro del Salón Nacional de Grabado. Es académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, desde 1974; titular de la Academia de Arte, Ciencias y Literatura de Europa, desde 1988, y académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias, de Granada, desde 1991. Es patrono de la Fundación Amigos del Museo del Prado desde 1995 hasta 2011. Ha recibido, entre otros galardones, la medalla del Ayuntamiento de Madrid al Mérito Artístico, en 1991; la medalla de oro de la Villa de Madrid en 1995, y la medalla de oro Nacional de Bellas Artes, en 1996.

Rafael Botí Torres recibe la Medalla de Honor de la AEPE

En un acto celebrado el pasado día 21 de diciembre en la sede institucional de la AEPE, el benefactor y altruista madrileño Rafael Botí Torres recogió la “Medalla de Honor”, que le fue otorgada de manos de su Presidente José Gabriel Astudillo, en reconocimiento a su labor de coleccionista, mecenas, y emprendedor que ha dedicado toda una vida al fomento del arte y la cultura.

Momentos antes de comenzar el acto, en el despacho presidencial, de izquierda a derecha: Mª Dolores Barreda Pérez, Secretaria General de la AEPE, junto a Rafael Botí Torres, José Gabriel Astudillo, Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores y Juan Manuel López-Reina, Vicepresidente de la AEPE

                            

Repleta de asistentes, entre los que se encontraban numerosos socios y amigos, así como diferentes personalidades del mundo del arte y la cultura como Tomás Paredes, el Director del Museo de Bellas Artes de Córdoba, José María Palencia, el que fuera director del Instituto Cervantes, crítico de arte, comisario y poeta Juan Manuel Bonet Planes, numerosos socios, amigos y público en general, transcurrió un acto emocionado en el que a modo de introducción, la Secretaria General, Mª Dolores Barreda Pérez, realizó un breve recorrido por la biografía casi desconocida del mecenas, especialista en la obra de Rafael Botí Gaitán y de Daniel Vázquez Díaz, y que sigue realizando actividades culturales en las que difunde a estos y a otros muchos artistas.

El homenaje espontáneo, nacido del corazón de todos los que forman la Asociación Española de Pintores y Escultores hizo especial hincapié en los valores humanos que siempre han rodeado a la persona de Rafael Botí Torres.

José Gabriel Astudillo lo reflejó muy acertadamente cuando expresó que Rafael “une a su cualidad de mecenas y benefactor, la de académico: su vida ha sido una perseverante investigación de toda aquella  manifestación artística relacionada con la obra de su padre, que le apasiona, logrando la excelencia y la fama por sus estudios al respecto. Como promotor cultural, ha depositado todo su talento y su energía en detectar, impulsar y hacer brillar las obras de los demás”

Y sobre todos estos valores, Astudillo destacó que “en realidad, su trabajo constituye también toda una auténtica obra de arte, porque sin él, sin su empuje e iniciativa, muchos talentos permanecerían ocultos toda la vida y nos privarían, a quienes disfrutamos a diario de la cultura, del placer de conocerlos.

Tras la imposición de la Medalla de Honor, el homenajeado quiso también dirigir unas palabras a los asistentes, pero la emoción lo embargó hasta el final y sólo pudo agradecer el honor de un reconocimiento de una institución tan prestigiosa como la Asociación Española de Pintores y Escultores.

Tras recibir la Medalla de Honor de la Asociación Española de Pintores y Escultores, Rafael Botí Torres firmó en el Libro de Honor de la AEPE, bajo la atenta mirada del Presidente, José Gabriel Astudillo.

Y finalmente, firmó el acta de donación del cuadro titulado «Desde mi ventana», de Rafael Botí Gaitán, que ha donado a la AEPE y figura ya inscrito e inventariado en el patrimonio de la entidad.

Como en otras ocasiones, por lo entrañable de las palabras que a modo de introducción realizó Mª Dolores Barreda Pérez, palabras que emocionaron no sólo al homenajeado, sino a todos los asistentes, y por la encendida defensa de su perfil humano, reseñamos a continuación la intervención de la Secretaria General:

Rafael Botí Torres (1930) nació en Madrid, aunque no puede olvidar la Córdoba natal de su padre a la que ama como a una hija.

Hijo único del músico y pintor Rafael Botí Gaitán y de Isidra Torres Lerma, naturales de Córdoba.

Durante los primeros días del conflicto, su casa de Madrid, situada en la Calle Gobernador, 21, frente al Jardín Botánico, es semidestruida en un bombardeo.

La familia Botí se desplaza a Manzanares, en Ciudad Real, donde su padre ejerció como Profesor de Dibujo y como Bibliotecario en un Instituto de Segunda Enseñanza.

Terminada la Guerra Civil, la familia regresa a Madrid, en donde aunque pequeño, nuestro Rafael comparte el ambiente artístico y cultural que rodea a su padre, acercándose a figuras como Vázquez Díaz, José Caballero, la Duquesa de Alba, Sáez de Heredia, Micaela Amaya “La Chunga”, José Camón Aznar, Antonio Manuel Campoy, Marino Gómez-Santos, Elena Flórez,….en tertulias y visitas en las que acompañaba a su padre, que de niño lo llevaba a todas partes, yendo de su mano a los estudios de todos sus amigos.

Así, tuvo la dicha de ser un niño que jugaba entre los lienzos y pinceles de Vázquez Díaz, los hermanos Solana y otros grandes artistas amigos de la familia.

Según él mismo ha declarado, posó mucho para Vázquez Díaz entre los años 50 y 55. Lo hacía en su estudio, los domingos por la mañana y allí lo pasaba de maravilla.

Por este motivo, ha vivido toda su vida rodeado de arte y de artistas.

Por eso, podemos decir que lleva el arte dentro.

Desistió de pintar desanimado por su progenitor, ya que según ha declarado en alguna ocasión, su padre le dijo: «Mira, niño, dedícate a otra cosa que Dios no te ha llamado por ese camino»…

A fuerza de batallar por reivindicar la figura paterna, de invertir trabajo y dadivosidad a favor de Rafael Botí padre y de Vázquez Díaz, muy poco sabemos en realidad de Rafael Botí hijo.

Rafael Botí Torres estudio Economía y trabajó en la Banca, con categoría de Director de Sucursal.

Agente de la Propiedad Inmobiliaria, empresario y emprendedor, editor de numerosas obras sobre el arte, director de la Sala del Banco de Córdoba en Madrid, promovió la difusión del arte de los andaluces y, en general, del arte español comisariando exposiciones y escribiendo textos para catálogos.

Miembro de la Asociación Madrileña de Críticos de Arte

Miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte

Miembro de la Asociación Española de Escritores y Artistas

Ha luchado incansablemente, y lo sigue haciendo, por la difusión y trascendencia de la obra de su padre, el músico y pintor Rafael Botí Gaitán.

Lucha que se materializó en la adquisición de parte de sus obras por la ciudad de Córdoba, a través de su Diputación provincial, ya que había apoyado al artista en vida con la concesión de diferentes becas.

La necesidad de gestionar este legado es el germen para la creación de la Fundación provincial de artes plásticas Rafael Botí, de la que nuestro Rafael es Miembro del Consejo Rector, además de Miembro de su Comisión Técnica.

Sus desvelos y trabajos culturales y artísticos le llevaron a la Vicepresidencia de la Academia Libre de Arte y Letras de San Antón.

Es además Socio de Honor de la Asociación Española de Pintores y Escultores

En el año 2010 fue nombrado Hijo Adoptivo de Torrelodones (Madrid), donde organiza el “Certamen de Pintura en Directo Rafael Botí”

En el año 2012 fue nombrado Académico de Honor de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba

En 2016, y coincidiendo con la celebración del día de Andalucía, recibió la insignia de oro y plata y Diploma de Honor del Real Círculo de la Amistad, Liceo Artístico y Literario de Córdoba.

Como coleccionista de obras de arte, con predilección por las de Vázquez Díaz, y José Caballero, Rafael Alberti, Antonio Cobo y otros muchos pintores maestros en los que ha centrado su difusión, es el máximo especialista, experto  y conocedor de la obra de Vázquez Díaz y de Juan Antonio Morales

Su generosidad es bien conocida por la donación de obras de Vázquez Díaz y de Rafael Botí, y por el préstamo de otras muchas para su exhibición en importantes exposiciones pictóricas.

En la actualidad, colabora siempre que es convocado, como Miembro de Jurados de premios, certámenes y bienales.

Enamorado de Córdoba, pasión que comparte con su esposa, reparten su tiempo entre Madrid y esta ciudad en la que posee una vivienda junto a los jardines de Los Patos, muy cerca del palacete que perteneciera a Manolete, y que a su padre le habría encantado, por lo mucho que a él le gustaban los toros.

Allí miran también el patio de la Calle Isabel II, en el que sus padres se conocieron y en el que por iniciativa propia, logró ubicar una placa alusiva al pintor y músico cordobés como reconocimiento del que fuera su hogar.

Rafael es discreto, elegante, una excelente persona. No habla mal de nadie, no falta nunca a nadie, es generoso, amigo de sus amigos, paciente, luchador, optimista y creyente fiel de la realidad de las cosas.

Sincero y sensato, lo único que le hubiera pedido a la vida después de tantos sacrificios compartidos con su esposa Dely Blanco, presente en este homenaje como no podía ser de otra manera, es tener descendencia, pero echando mano de su optimismo, eso también lo han arreglado, haciendo hija a la hermosa ciudad de Córdoba, de la que ambos están completamente enamorados, y no sin razón, me consta.

Al realizar este perfil, creo que la AEPE no puede ocultar su alegría y entusiasmo por otorgar hoy esta merecida Medalla, un honor que debe convertirse en estímulo cargado de pleno y consciente sentido de responsabilidad que todos compartimos con Rafael.

Gratitud y reconocimiento son los sentimientos que en este momento nos embargan a la hora de pensar en Rafael y analizar el devenir de su vida, rodeado de arte y de artistas y de vivencias que han sido constante preocupación en su vida.

Constituye no sólo un noble hábito, sino un obligado gesto el reconocimiento y recuerdo de las virtudes humanas y valores artísticos de un mecenas como Rafael. Estoy convencida de que todos los aquí presentes, todos los que te conocemos, corroboramos el sentimiento generalizado de quienes te hemos tratado, destacando tus afables dotes personales y tu extraordinaria vocación altruista.

Nos gustaría que este acto constituya para todos el recuerdo de tu figura, nobilísimo arte y una ejemplo de energía y fecundidad al servicio de los demás.

Etimológicamente el término proviene del nombre del famoso consejero de Augusto, Mecenas, protector de las letras y de las artes, que implica una idea y conciencia del arte como realidad que incluye unos valores y unos sentimientos de amor y generosidad como los que encarnas.

Estamos acostumbrados a entender el mecenazgo como un amor por las letras y las artes que se manifiesta en forma de acción de estímulo y ayuda de gobiernos y de hombres ricos y poderosos. Incluso hoy en día, esa generosidad está ligada a motivos utilitarios de poder, de prestigio social y de otro tipo de iniciativas de los grandes grupos industriales y económicos.

En el caso de Rafael, debemos entender el mecenazgo como misión, tal y como nos advertía en su momento el propio Ortega y Gasset.

No pretendo en esta introducción acumular sólo datos de un currículo de Rafael Botí Torres. Creo que era indispensable presentar aquí un apretado perfil humano de quien se ha pasado la vida difundiendo con eficacia el legado de los demás.

Al rememorar su presencia activa en todo tipo de actos de difusión de otros pintores, destacaremos sobre todo la fecunda labor que viene realizando en la ciudad de Córdoba, en la Fundación que lleva los apellidos de su padre. Una Fundación que intenta de forma cíclica renovarse y transformarse en una institución sólida y a la altura, y que tanto hace en el campo de las artes.

Desde la AEPE, desde AECA, podemos dar fe de los esfuerzos realizados en épocas de bonanza y de crisis para cumplir las ilusiones y los sueños de su fundador, contando siempre, eso sí, con su extraordinaria generosidad a la hora de ceder obras en beneficio y consecución de este fin.

Me resulta indispensable vincular el entusiasmo que ha puesto en realizar publicaciones de gran calidad que rememoren el importantísimo trabajo de los pintores, en realizar exposiciones antológicas, temáticas, y una fecunda labor que se acompaña de múltiples gestiones y trabajos cuyo detalle oscuro, laborioso, callado, no cabe aquí.

Me he resistido con todas mis fuerzas a hablar en esta introducción de Rafael Botí Gaitán como artista, no así como padre y amigo, y de Daniel Vázquez Díaz, puesto que hoy el protagonista indiscutible y absoluto de nuestro reconocimiento es Rafael Botí Torres. Él sólo y por él mismo. Por su trabajo, y su personalidad.

La callada memoria del olvido debe ser devuelta y recordada para homenajear a Rafael Botí Torres.

Por eso quiero proclamar que Rafael Botí Gaitán será por siempre el maestro y pintor cordobés por excelencia del siglo XX, pero tú, Rafael, sólo tú, serás únicamente nuestro Rafael, con entidad propia más allá de la memoria de tu amado padre, nuestro Rafael más allá de posibles comparaciones o referencias, nuestro Rafael más allá de quienes te asocien únicamente a él.

Tú serás ya por siempre el Rafael de la Asociación Española de Pintores y Escultores que hoy te agradece una vida entera dedicada al arte y los artistas.

Felicidades y muchas gracias

 

A continuación, el Presidente entregó la Medalla de Honor a Rafael Botí Torres, quien la recibió emocionado y dirigió unas palabras a los asistentes en las que sólo pudo agradecer el honor y declararse feliz y emocionado por el hecho de estar allí, y saberse de verdad objeto de una atención tan especial.

Las palabras del Presidente fueron:

Queridos socios y amigos:

Hacemos esta tarde un hermoso acto de reconocimiento a la generosidad.

La AEPE siempre ha sabido reconocer todas las disciplinas que conforman las Bellas Artes: la formación de una base sólida, la selección de la mejor materia prima, la suma de destrezas y buen gusto, la búsqueda de la belleza, en suma, el aroma que, como la cultura, caracteriza a una prestigiosa entidad como la nuestra.

En los últimos años la AEPE ha sabido reescribirse: con decisión firme y vocación de servicio bien demostrada, ha apostado sin ambages por la pintura y la escultura, dos de las más nobles entre las Bellas Artes, para convertirse en el catalizador del arte y los artistas en Madrid y en toda España.

En un siglo tan agitado como en el que nos ha tocado vivir, este reconocimiento al mérito que hoy otorga la AEPE es también una invitación a detenerse en una biografía ejemplar, en esa parte inmutable de la vida que es la inquietud artística. No hay más que mirar su rostro para descubrir la suma de facultades, afán y trabajo que representa y que hoy se concentran en esta Sala “Eduardo Chicharro”.

Las Bellas Artes requieren el impulso generoso y apasionado de los mecenas y de quienes trabajan en beneficio de la cultura sin esperar nada a cambio. Por eso reconocemos hoy la labor de Rafael Botí Torres, que ha dedicado su vida al estudio y la difusión del arte, presentando una atención especial a la obra de su padre y a la de su maestro, Vázquez Díaz, a través de todo tipo de trabajos y desvelos, actividades, y por cuantos medios han estado a su alcance.

En la AEPE abundan los mecenas y benefactores culturales, ya que como sabéis, todos los miembros de la Junta Directiva trabajamos por amor al arte.

De igual forma, Rafael une a su cualidad de mecenas y benefactor, la de académico: su vida ha sido una perseverante investigación de toda aquella  manifestación artística relacionada con la obra de su padre, que le apasiona, logrando la excelencia y la fama por sus estudios al respecto. Como promotor cultural, ha depositado todo su talento y su energía en detectar, impulsar y hacer brillar las obras de los demás.

En realidad, su trabajo constituye también toda una auténtica obra de arte, porque sin él, sin su empuje e iniciativa, muchos talentos permanecerían ocultos toda la vida y nos privarían, a quienes disfrutamos a diario de la cultura, del placer de conocerlos.

Por eso hoy reconocemos y galardonamos a uno de esos grandes exponentes de la promoción cultural, a Rafael Botí Torres.  Toda su vida ha sido un esfuerzo constante por acercar al público el arte y la creación cultural. La divulgación pictórica de la obra de su padre, y de su maestro, es la pequeña muestra de cómo ha logrado contagiar su pasión pictórica a tantos ciudadanos, a través de la generosidad extrema y gracias a la perseverancia de una vida dedicada a ello.

Rafael Botí Torres es un modelo de conducta para la sociedad; un alma que ha logrado superarse en la conquista de la excelencia, haciendo de su trabajo una transmisión y difusión de la pintura y del arte que no puede pasar inadvertida.

Pero hoy Rafael no está aquí como representación ni como difusor de la obra de otros artistas, sino que está con nosotros por ser reconocido como un gran filántropo y una excelente persona. Está aquí por méritos propios y no cabe hablar más que de él.

Decía la Secretaria General en su nota biográfica, que no quería hablar más que estrictamente lo necesario del pintor Botí y de Vázquez Díaz. Efectivamente, hoy el único protagonista aquí es Rafael, cuya forma de ser, cuya bondad y  cuyo perfil humano le ha granjeado el cariño y el agradecimiento de cuantos estamos en esta sala, de los que no están, de los cordobeses, de los españoles, de todos los que amamos el arte y alabamos la generosidad de su vida.

El esfuerzo que hoy reconocemos no caerá en saco roto. Porque toda una vida entregada a las Bellas Artes es una enorme fuente de fecundidad y riqueza para toda la sociedad, y es, además, un orgullo para todos los españoles, para todos los artistas y para esta Asociación Española de Pintores y Escultores que hoy te aplaude.

Hoy es un día para celebrar. La Asociación Española de Pintores y Escultores está de fiesta y este acto de entrega de la Medalla de Honor es una buena muestra del espíritu de agradecimiento y de servicio que vivimos en esta centenaria institución a la que me gusta llamar casa de todos.

Hemos aprendido de nuestros predecesores -y hoy lo vemos encarnado en Rafael- a trabajar con alegría y con afán de ayudar a los demás, al servicio del arte y de los artistas. Probablemente todos me habéis oído decir que cada día nos empeñamos en que la AEPE sea uno de los mejores lugares del mundo en donde reconocer el arte y la creación. Estoy persuadido del privilegio que tenemos quiénes cada día compartimos una misión tan relevante en servicio de la sociedad.

Por supuesto, los obstáculos no nos faltan: así ha ocurrido en el pasado y así seguirá sucediendo en el futuro, en medio de las tormentas se descubre el temple de los buenos marineros. Y ahora podemos estar contentos porque las circunstancias del entorno nos hacen ver que ni podemos ser mediocres, ni podemos vivir instalados en la cultura de la queja.

Pero mis palabras deben ser fundamentalmente de felicitación y agradecimiento a Rafael Botí. Hoy recordamos la suma de muchas tareas sencillas, silenciosas, calladas, realizadas con el empeño de servir: a la memoria de su padre, a la del maestro Vázquez Díaz, a la de ciudades como Córdoba, Nerva, Jaén, a empresas y fines de todo tipo relacionados siempre con el mundo del arte… a la de nuestra propia entidad y a la de otras muchas instituciones.

En un gesto más de generosidad y altruismo, Rafael nos ha hecho llegar la obra que aquí exhibimos del pintor Rafael Botí Gaitán, cuya donación a esta Asociación Española de Pintores y Escultores quedará reflejada en el acta que a continuación firmaremos para que quede ya por siempre unida a nuestra institución, en un acto que nos abruma y recuerda la grandeza de quien hoy homenajeamos.

Por esta ingente tarea, llena de coraje y magnanimidad, la Asociación Española de Pintores y Escultores te manifiesta su reconocimiento y su gratitud. Rafael: te quiero dar las gracias, en nombre de todos, porque con tu compromiso, con tu capacidad de superar las dificultades con paciencia, ingenio y creatividad, has contribuido a plasmar el espíritu que da vida al acto creativo y al arte.

El amor al trabajo bien hecho, el afán de descubrir la verdad y darla a conocer, la lealtad, el ambiente de afecto y preocupación por los demás, son rasgos de ese espíritu fundacional -que enseguida perciben quienes se acercan a la AEPE- y que son reales porque muchas personas como tú se empeñan en vivirlos cada día.

Además de felicitarte y de agradecerte que hayas hecho tuyos los fines y los proyectos de nuestra entidad, quiero decirte que tu espíritu de servicio es una fuente de inspiración para quienes trabajamos ahora en el difícil mundo del arte y la cultura.

Llevas toda una vida luchando por difundir el arte de los demás, el arte de muchos artistas y lo has hecho trabajando cada día con ahínco, no por vanagloria, sino por servir mejor a los demás, al arte, a los artistas, enseñando con el ejemplo y con la palabra, con toda tu vida, mediante publicaciones, textos, exposiciones, premios, certámenes, en definitiva, con logros repletos de beneficios para los creadores y para toda la sociedad.

Las instituciones, como las personas, se hacen mejores cuando se acostumbran a dar las gracias a quienes las sirven con lealtad. Esta entrega de la Medalla de Honor es, por tanto, un bien para todos y no sólo para el galardonado.

Por esta vida dedicada a preservar la memoria de los artistas, nuestra Junta Directiva ha acordado concederte la Medalla de Honor. Quienes hoy te acompañamos –y otras muchas personas que no han podido acudir- te felicitamos de todo corazón, y nos unimos a tu alegría y grandiosidad. Muchas gracias.

       

     

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver Política de cookies
Privacidad