Firmas con sello de lujo: Tomás Paredes

La crítica a la luz de Seferis

Yorgos Seferis es la columna exergónica que mantiene el tímpano del Partenón, donde Atenea y Poseidón luchan por el patrocinio de Atenas. Seferis, poeta de la casa, símbolo de felicidad, que aniquila el exilio. Cantor del sol, de la claridad del mar, del jazmín y la paloma; nos pone la Grecia eterna ante los ojos, la ilumina, la acerca, la desnuda con el tacto de quien hace una meguez a la virginidad o a un himno de Píndaro en Delfos.

Seferis recibiendo el Nobel en Estocolmo el 10 de diciembre de 1963

 

Yorgos Seferis, pseudónimo de Yorgos Stalianós Seferiadis, nació en Esmirna 1900, los turcos la arrancaron de Grecia y la familia tuvo que exiliarse tras perder su patria. Poeta, ensayista, diplomático, trashumante entre guerras, murió en Atenas, en 1971, en cuyo entierro los griegos cantaban su poema “Negación”, musicado por Mikis Theodarakis: “tuvimos sed al mediodía/ pero nos dieron agua salobre”.

Seferis, maestro de la generación griega de 1930, Premio Nobel de 1963, en la que se arraciman poetas deslumbrantes como Odisséas Elytis, Embirikos, Matsie Hadjilazaros, a la que Vilató hizo varios magníficos retratos; Gatsos, Engonopulos, Ritsos, Vretakos, que implantaron las bases del demótico. Una obra corta, hoy preterida, traducida al español por Pedro Bádenas de la Peña. ¡La sociedad que olvida u obvia la poesía se encamina a la egestad!

Odysséas Elytis

 

En su poesía se oye la profunda sonrisa del Egeo, un murmullo de almas y crepúsculos, las lágrimas de la fuente Castalia que saben a tomillo y el dolor del hombre que se siente extranjero, mutilado, imbele. Poeta puro, en la órbita de Paul Valery y Juan Ramón Jiménez. Con él compitieron W. H. Auden y Pablo Neruda, para el Nobel. Una poesía apotropaica, psoteriológica, trágica, pulquérrima, que bebe en el esplendor imaginero de Esquilo, el poeta que fascinaba a Francis Bacon.

El poeta, editor y diplomático mexicano Jaime García Terrés

 

Publicó ensayos bajo el marbete Dokimés. Tenemos la suerte de que se enamorara de ellos Jaime García Terrés, que mandó traducirlos al español y publicarlos en Fondo de Cultura Económica de México- la cultura siempre tendrá que venerar al FCE- Versión de Selma Ancira, se editan con rubro general: El estilo griego, 1988-1999, en tres volúmenes: I, Kavafis y Eliot; II, El sentimiento de eternidad y III, Todo está lleno de dioses.

En el segundo tomo, encuadernado en tapa dura, se inserta su ensayo, En torno a la poesía, que imbrica partes de “Diálogo sobre la poesía” y “Monólogo sobre la poesía”. En él habla con meridiana claridad de la función del poeta y la del crítico, de la poesía y la crítica, desde su óptica. Ese volumen se titula El sentimiento de eternidad, México 1992, y todas las citas que propongo son de las pp.127-159.

 

 

¿Qué fue de la crítica de arte?  Oímos, desde diferentes concepciones, que la sociedad está enferma. No lo creo. Que la crítica, reflejo del medio social en el que se desarrolla, está doliente. No me lo parece. Puede ser que ambas estén desnortadas, deturpadas, fumadas, anestesiadas, dirigidas. Es verdad que, desde cada edad, en cada sensibilidad los hechos se perciben de distinto modo, lo que nos lleva a visiones diferentes de un mismo suceso. El problema de la crítica es que se está mirando el ombligo y, cuando alguien actúa así, quiere decir que no puede ver lo que hay más allá de su ombligo.

Para Seferis “la crítica que no parte de las obras de arte para acercarnos a ellas ya no es crítica, sino filosofía, sociología o teología”. El poeta de Esmirna no quiere hacer sangre, pero no podemos llamar filosofía, teología o sociología a la simple palabrería sin contenido. ¿Existe algún crítico hoy del corte de Gaya Nuño, V. Sánchez Marín, Teresa Soubriet o J. Mª Moreno Galván? No, los tiempos son otros, pero hoy impera el reseñismo, el sahumerio, la reflexión inane y estulta.

Aún Seferis: “…la misión del crítico no es la de un simple exégeta[…] el buen crítico, para lograr su objetivo, debe descubrir un fragmento de verdad: debe presentar un conjunto de obras conocidas y nuevas, e iluminarlo de manera que sea diferente y complete la verdad que heredó de los antiguos.[…]el crítico crea una obra de sensibilidad, porque es el indicador de la sensibilidad de un mundo, cosa que puede ser- aunque sea sólo desde este punto de vista- tan importante como la obra de un poeta. Porque el crítico se convierte en la brújula de la sensibilidad de una época, aunque este no sea su único privilegio”. Pienso en Ortega y Gasset, en Eduardo Lourenço, en Ramón Faraldo, en Antonio Bonet Correa.

Francesc Mirallles, foto José Vicente Bernabeu

 

Le falta confianza y formación al crítico, en general. No tiene la sensación de lo que representa, por eso inventa una historia al margen. El crítico importa por la sensibilidad que descubre a otras sensibilidades. Y claro que hay enfoques y nombres: el trabajo de Juan Manuel Bonet es el más respetuoso con la tradición, el que relaciona los hechos de forma insuperable. Está Francesc Miralles, el que más se pega a la realidad que analiza con solercia, un maestro de lo concreto. Acaba de publicarse: Un reino nítido. La pintura de Marta Iglesias de Carmen Pallarés, editorial Síntesis. Un ejemplo de calidad, de intensidad, de belleza, la que nos deja la grandísima poeta Carmen Pallarés. Lean este libro que analiza, ubica, define y engrandece. Son más: José Jiménez, Jesús Cobo…

Un reino nítido, de Carmen Pallarés

 

Hay demasiados charlatanes en la feria, otros se denominan comisarios independientes (¿), porque no saben hacer crítica y hacen lo que pueden. También, bienintencionadas personas que creen que porque les gusta una actividad están capacitadas para escribir, desarrollar un pensamiento, identificar la sensación. Yo estoy por la libertad total, en todo, también por los filtros precisos para no convertir esa libertad en una insalvable confusión.

Para el autor de Leyenda: “La misión del crítico es, si se puede decir así, el papel de un zahorí. Encuentra en nosotros las nuevas fuentes de sensibilidad, las fuentes que hacen de los pantanos aguas que fluyen”.[…]La misión del crítico no es la de hacer justicia, sino la de integrar una forma de sensibilidad determinada. Esto no significa que el buen crítico sea un exaltado agresivo que sitúe el sentimiento por encima del juicio”.

Sobran histriones y narcisos en la crítica de arte, abundan aduladores y fabuladores, espontáneos y furtivos; hay que ceñirse a lo que analizamos. No debe ser la crítica soflama hagiográfica de lo que hace un autor, ni servil con los nombres conocidos. ¿Para qué sirven todas esas críticas que nadie lee de los suplementos de periódicos?  No valen ni como publicidad, porque, en su mayoría exhiben una redacción que tira para atrás. La consigna actual es que la crítica es una reflexión, y si, pero, sobre qué. Elytis reconoció su fracaso en la crítica, siendo uno de los poetas más brillantes, Premio Nobel Literatura de 1979, y que se quedaba boquiabierto ante el talento de Picasso.

Marsie au pull blreu  Vilató, 1.IV.1942,m óleo/lienzo, 81×65 cm. colec. X. Vilató

 

Todavía el poeta heleno: “Así como el poeta crea poemas, y con ellos alcanza su objetivo, el crítico no dispone de otro instrumento que su pensamiento crítico que, como tal, debe ser severo y preciso para alcanzar el resultado de orientar nuestra sensibilidad. Por otro lado, pensamiento humano y sensibilidad humana no significan verdad pura, sino amalgama de verdad y error”. Lo que nos permite rectificar.

Las nuevas tecnologías han traído muchas ventajas y algunos inconvenientes. Estamos llegando a términos inaceptables. No sólo ya no se ven físicamente las exposiciones que se comentan (¿), sino que un autor te pide un texto y te propone enviarte imágenes por correo digital. Pero, ¿esto qué es? La sensación que te produce el original no puede ser sustituida por nada. ¿Qué hemos hecho del contacto humano?

Portrait de Matsie Hadjilazaros, Vilató, 1947, óleol/ienzo, 65×54 cm , Benaki Museum de Atenas

 

Algunos premios, casi todos, promueven una selección digital con lo que se pierde el misterio del contacto. El arte tiene que ver con la sensibilidad, con la reacción de la contemplación, con la sensación que nos produce, con el impacto de un chispazo en nuestro espíritu. ¡Si no tenemos delante una obra que nos impresione de qué vamos a hablar, de la importancia del agua para la navegación? De los escaso concursos que resisten ortodoxos: Premio Reina Sofia de Pintura y Escultura y algún híbrido como Figurativas y Premio BMW de Pintura

La crítica ha sido suplantada por el precio, no por el valor. Importa lo más caro, no el criterio del crítico, convertido en palmero de una fiesta sin duende. Otros confunden las tareas de historiador, publicista, difusor, propagandista o vendedor con la del crítico y corresponde a los críticos demostrar con sus trabajos la entidad de lo que hacen.

Otra perversión: la hojita de sala. Entras a un museo y, asohora, te dicen los que tienes que ver y cómo. Accedes a una galería y la hojita de marras te cuenta qué ver y por qué debes ver sólo lo que la hojita te dice. El arte es realidad y sueño, materia y fantasía, misterio, emoción, sensibilidad, ¡si no somos capaces de descubrirlo es que aquello no es arte o que nuestra sensibilidad no está preparada para esa fiesta, ni para nada!

Para finalizar, el poeta sin patria, el dolorido y regañón Seferis exclama: “No siento ninguna simpatía por la llamada torre de marfil y creo, por el contrario, que el arte es el medio más elevado que ayuda a los hombres a acercarse entre ellos. Nada nos une más que una emoción estética común”.  Y en estos momentos de polarización, enfrentamientos, trileros y macarras, navajeros y cultores del odio, un poco de arte nos vendría bien a todos para unirnos, sin confusiones, en sentir una emoción estética.

¿Qué se hizo de la emoción del ser humano? La emoción la produce la sensación, es imprevisible, incontrolable, no se emociona alguien sin más. Un arte para la emoción y una crítica para emocionarnos, en un ámbito constructivo, eso es lo que reclamamos. Identificar sensibilidades, incitarlas, poner alas a nuestra pesantez con la magia de los artistas. En otro ensayo sobre Andreas Kalvos, el poeta del que no se tiene imagen, dice Seferis algo definitivo y maravilloso: “El don que tiene el arte es el de conducirnos hasta un punto en donde ya nada sabemos”. ¿Saber? ¡Sentir! ¡Hay quién dé más!

 

                                                                                                                  Tomás Paredes

                        Presidente H. de la Asociación Española de Críticos de Arte/AICA Spain

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