ESPECIAL SALÓN DE OTOÑO. 90 Salones después

ESPECIAL SALÓN DE OTOÑO.

90 Salones después

José Gabriel Astudillo López

Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

Desde principios del siglo XX, los pintores y escultores de España comenzaron a darse cuenta de que debían defender el arte y proteger sus intereses, tanto en lo relativo a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, único gran evento alrededor del cual se movía el arte de la época, como en cuanto a sus relaciones con el Estado, que creían debía promover y fomentar la vida artística y cultural de España.

Tras algún que otro intento fallido, Eduardo Chicharro y más de 180 artistas del momento, reconocidos como auténticas figuras y maestros en la actualidad, lograron fundar la Asociación de Pintores y Escultores, que el pasado mes de abril cumplió ya 113 años.

Los comienzos siempre son difícil, pero la naciente entidad superó todo tipo de trabas y encaminó sus pasos en la defensa del arte y los artistas y se centró en abordar el gran problema que sufría el arte español: la falta de exhibiciones a la manera en que se estaba haciendo en el resto de capitales europeas.

La Asociación Española de Pintores y Escultores, que venía colaborando en la realización y desarrollo de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, la única manifestación colectiva de alguna entidad y significación representativa de carácter artístico que existía en España, consciente de todos sus vicios, albergó durante años la idea de una exposición pura y aséptica en la que no hubiera más opinión ni críticas que la del público soberano.

El firme propósito del Secretario de la AEPE de la época, Juan Espina y Capo, fue determinante para la creación en 1920 del Salón Otoñal de Artistas Independientes que en seguida se conocería como Salón de Otoño.

Una muestra nacida con la idea de ser una gran cita artística en la que se admitirían obras de pintura, escultura y grabado sin previo examen, siendo ésta la base y solo teniendo en cuenta como limitación, la que impusiera el local, en relación a las obras presentadas.

Frente al desinterés de las instituciones oficiales por el arte y los artistas, frente a la oposición de los propios artistas, algunos no creían en esta independencia ni libertad, frente al problema que suponía que Madrid no contara con un espacio digno de exposición, más que el Palacio de Bellas Artes del Retiro, en un estado de abandono humillante para los artistas. Frente a todo ello y mucho más, la AEPE luchó por la creación de un salón independiente, lejos de los criterios institucionales que marcaban la participación en las Exposiciones Nacionales y de los vicios que éstas arrastraban.

Presentar la obra por sí misma y que por sí misma se condenara o glorificara ante el público y la crítica.

Y hacerlo en unas fechas opuestas a la única cita artística con la que contaba la capital, que celebraba las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de manera bianual en la primavera y en el mismo lugar, el Palacio de Bellas Artes del Parque del Retiro, que hoy conocemos como el Palacio Velázquez, con su adjunto el de Cristal.

Así fue como nació el primer Salón de Otoño, una experiencia en la que no había premios en metálico ni compras oficiales; no había esperanza en el apoyo de los poderosos, ni recomendaciones, ni dádivas, ni favores o regalos que pagar; sin alicientes egoístas ni expectativas aduladoras; sin presiones, sin apasionamientos, sin envidias ni prejuicios; sin otro propósito más que el de presentar al público, a la crítica (que por aquel entonces sí ejercía y en abundancia), una obra de arte.

Se trataba de reunir en un ambiente de compañerismo e igualdad, todas las maneras y todos los diferentes criterios del arte. Una acción noble que se logró y que llega hasta el día de hoy, en que celebramos su edición número 90.

113 años después, el Salón de Otoño es el certamen artístico más antiguo y prestigioso de los que se celebran en España.

90 ediciones después, seguimos pidiendo para el Salón de Otoño la Medalla al Mérito de las Bellas Artes, en intentos silenciados para los que no recibimos ni una normalizada contestación del Ministerio de Cultura, ese que tanto nos debe a través de la Dirección General de Bellas Artes que tan ligada estuvo siempre con nuestra entidad.

113 años después, la Asociación Española de Pintores y Escultores respira milagrosamente gracias a la inyección en sus venas del tremendo trabajo de su Junta Directiva, del impagable esfuerzo de su Secretaria General y Secretaria Perpetua, Mª Dolores Barreda Pérez, a quien jamás podremos recompensar su labor altruista y entusiasmo.

113 años después sobrevivimos gracias a la ilusión de los socios, porque no contamos con ayudas del erario público ni vivimos merced a subvenciones oficiales. Y pese a ello, somos capaces de lograr milagros como este 90 Salón de Otoño, cuya calidad avala y reafirma, más que nunca, su necesaria existencia.

Y es precisamente esta ausencia de intervención de los poderes públicos, a los que no estamos sujetos por ningún tipo de vínculo económico, la que avala nuestra independencia y libertad de criterio, nuestras acciones y decisiones, nuestro prestigio.

La Asociación Española de Pintores y Escultores vela porque el Arte y su dignidad se salven por su propio valor.

113 años después, los poderes públicos siguen siendo completamente refractarios a las Bellas Artes. Los recursos del Estado y las iniciativas oficiales son insuficientes para atender a estas manifestaciones de la cultura, y lo que es peor y más doloroso es que los poderes públicos mantienen la doctrina de que la pintura y la escultura no merecen una consideración pública especial e igual frente a otras artes como el cine o el teatro, haciendo que veamos esta lucha que mantenemos como algo inútil.

Evocando pasadas ediciones, la presente, en la que conmemoramos el 90 nacimiento del Salón de Otoño, quiere rendir un pequeño pero emotivo homenaje a Santiago de Santiago, que fuera Vicepresidente de la AEPE y Premio Princesa Sofía de 1971.

Fallecido esta primavera, el escultor llevaba más de 50 años otorgando un premio con su nombre en el Salón de Otoño. Un mecenazgo ejercido durante más de medio siglo, que sólo puede ser expresión de su generosidad personal orientada al apoyo de la cultura, del arte y específicamente, de la escultura.

Por eso, Santiago de Santiago merece este reconocimiento de la Asociación Española de Pintores y Escultores, en la que estuvo muy implicado, pero también merece el reconocimiento de los artistas y de la sociedad en general, porque su labor y trabajo artístico y de mecenazgo, sobreviven bajo el amparo de lo que significa el arte, por encima de su rentabilidad y rédito mediático y social.

Homenaje y reconocimiento también a los cerca de 40.000 artistas que han participado en las 90 ediciones del Salón de Otoño. Gracias a ellos el certamen artístico más antiguo y prestigioso de España existe; ellos son los que justifican su existencia y reafirman su imprescindible necesidad hoy más que nunca; ellos son los auténticos protagonistas de este acontecimiento, los depositarios de un legado tan importante y los defensores de un futuro ineludible con los que la Asociación Española de Pintores y Escultores continuará escribiendo la historia del arte de España por muchísimos años más.

Aquí estamos 113 años después, 90 Salones de Otoño después, presentando al público y a la prensa, una nueva edición del único reducto artístico independiente de toda España.

Es posible gracias a los socios, a los artistas participantes, seleccionados o no, al jurado de esta y otras ediciones, un auténtico lujo del que bien podemos presumir por su amor y apoyo a nuestra entidad, a instituciones como la Comunidad de Madrid, como el Ayuntamiento de Madrid, a través de la Junta Municipal de Retiro, a la dirección de la Casa de Vacas, cuya reputación viene forjando tan acertadamente su directora, a los amantes del arte que cada año nos animan a continuar con este tremendo esfuerzo y a cuantos asisten al milagro del arte que desde la AEPE sostenemos.

A todos, muchas gracias.

Llevamos 113 haciendo arte

113 años de pasión por el arte

113 años haciendo cultura en España

El falso puritanismo en la sociedad y en el arte

 

Mª Dolores Barreda Pérez

Secretaria General

Secretaria Perpetua de la AEPE

 

Buscaba motivos para inspirarme en el cartel anunciador de la exposición “Desnudos”, tema elegido por la Junta Directiva para realizar una muestra de la Asociación Española de Pintores y Escultores para el próximo año 2024.

Pensé que el desnudo más universal de la pintura española, entre otros muchísimos, por supuesto, era la Maja desnuda de Goya, y así la busqué en internet, en imágenes.

Imposible, no aparecía ni una sola imagen del famoso cuadro. Todas las fotografías mostraban a la Maja vestida.

No me lo podía creer, entre los aproximadamente 254.000 resultados obtenidos, no se encontraba imagen alguna del famoso cuadro.

Eso sí, encontré a Penélope Cruz a lo Maja vestida, a Rosalía, de igual pose, y fotogramas de series españolas que recrean la escena… pero vestidas, claro.

Otra búsqueda. En seguida pensé en el cuadro de Sorolla titulado “Desnudo de mujer”, una maravilla inspirada en la Venus del espejo de Velázquez, en la que la esposa del pintor aparece en la cama sobre un impactante edredón de raso color rosa.

Nada. No aparecía la imagen del cuadro. No lo podía entender.

Probé nuevamente con la Venus del espejo de Velázquez. Ni una imagen oiga. La cosa se ponía ya entretenida.

Entonces quise abarcar el tema completo y busqué “famosos desnudos en la pintura”, y de entre todas las imágenes que aparecieron, sólo dos contenían desnudos realistas: El nacimiento de Venus, de Botticelli, considerada una de las diez pinturas más famosas del mundo, y La Creación de Adán, de Miguel Ángel, el famoso fresco de la Capilla Sixtina.

Junto a ellos, aparecía el famoso desnudo moderno abstracto de Matisse, monocromo, un Autorretrato con perro de Lucian Freud, en el que el artista aparece con unos pantalones, y una pintura tildada de “pornográfica” de Egon Schiele. Y ninguna más.

Nada de la Olympia o el Desayuno sobre la hierba de Manet, de la Venus de Urbino de Tiziano, ni Las tres Gracias de Rubens, por poner solo unos ejemplos.

Y ya entonces ni hablamos de las Venus prehistóricas, de las representaciones egipcias, nada de los suaves desnudos de Praxíteles o la famosa Afrodita (Venus de Cnido), de las pinturas de los lupanares de las casas de Roma o Pompeya, de las Evas de los códices medievales, o la Vanidad de Memling, los desnudos de El Bosco, de Fragonard, Bouguerau, Coubert, de Ingres, Delacroix, Degas, Renoir, Toulouse-Lautrec, del erotismo de las odaliscas de Fortuny, Pinazo, Rosales, ya lo hemos dicho de Sorolla y tampoco, y para qué decir nada de Gauguin, Klimt, Tamara de Lempicka, Otto Dix, Magritte, Dalí, Picasso, Miró…

¿Por qué entonces no aparecen fotografías de sus desnudos? Porque un desnudo artístico, en un lienzo o en una escultura, es una interpretación de la belleza en la que podemos recrearnos y es un puro gozo para la sensibilidad de quien lo aprecia.

Busqué entonces en el Museo del Prado, donde se pueden ver a gran resolución las obras maestras que atesora la pinacoteca. Y allí sí que la encontré. La imagen del famoso cuadro por fin aparecía ante mis ojos.

Sin embargo, al igual que en otras obras se puede ampliar con el zoom para observar los detalles, en la Maja desnuda no hay más que un único aumento, mientras que en otras, el zoom nos muestra detalles exquisitos.

 

La maja desnuda, de Francisco de Goya

 

Esto me hace preguntarme a qué viene este puritanismo artístico en la sociedad en la que vivimos, plagada de mensajes y de imágenes explícitas de desnudos, sexo y violencia.

Enciendo la televisión, en esas escasas veces que la veo por analizar las informaciones que nos depara, y me impactan una serie de imágenes explícitas y escatológicas que hieren cualquier sensibilidad, aunque aún no he oído a nadie quejarse de ello.

Entonces recuerdo el asunto de 2017 de The Met Museum, cuando una recogida de firmas solicitó al Metropolitan de Nueva York la retirada del cuadro Thérese Dreaming de Balthus, donde se ve a una adolescente sentada en una silla que deja al descubierto sus bragas. Me acuerdo en este preciso momento de un anuncio en el que nos enseñan la absorción de unas compresas, en las que un líquido rojo hace las veces de menses, en una imagen escatológica que daña más que las bragas blancas de una adolescente.

En aquel momento se dijo que algunos espectadores encontraban ofensiva esta visión. ¿En serio? ¿Ofensivo ver unas bragas? Qué pensarían entonces de este anuncio de compresas… no me lo quiero ni imaginar.

Pero claro, es que no debe ser lo mismo. Vivimos en una época en la que impera lo políticamente correcto, y debe ser que tenemos que normalizar ver menses en lugar de bragas. Feminismo contra realismo de pretendido “mensaje subliminal”.

En 2021 el Museo del Prado inauguró la exposición Pasiones mitológicas, plagada de cuerpos femeninos desnudos, cuadros sublimes que representaban el ideal y la perfección que el cuerpo femenino ha supuesto para los creadores, y en esta ocasión se repitió el incomprensible pero cierto intento de censura de obras de Tiziano, Rubens o Velázquez, justificado en el valor político y moral del arte como beneficioso para la sociedad.

Ataques con los que se busca imponer un ideario obligatorio para la sociedad en el que no caben imágenes estéticas y artísticas de ningún tipo, y menos aún si éstas son del pasado.

En cambio, no hay problema alguno en difundir imágenes de una Drag Queen en las que se blasfema contra la Santísima Virgen y contra Cristo crucificado. Al contrario, se tienen como ejemplo de revolución artística y como una faceta más del arte actual que es transgresora, tiene carácter perturbador o sirve de denuncia.

Eso sí es políticamente correcto. Pero nadie piensa entonces en cómo esas imágenes atentan contra la libertad religiosa de una parte de la sociedad española, del mundo, y la falta de respeto que suponen para sus practicantes, mientras nos llevamos las manos a la cabeza y nos parece impensable hacer lo mismo con otro tipo de cultos por los que ya en Francia, murieron multitud de personas en un ataque sin precedentes a la revista Charlie Hebdo.

La sombra de lo políticamente correcto, que es lo que en la actualidad vivimos incluso en el mundo del arte, se impone en detrimento de la calidad de lo que se nos muestra, siendo el resultado un arte que evade, pero no ofende. O eso creen quienes así lo defienden.

Censurar Las tres gracias, El rapto de Europa o Dánae recibiendo la lluvia de oro resulta para mi aberrante, y que en redes sociales se censuren sus imágenes por “contenidos explícitos”, que se les ponga una estrella o una tira negra a los pechos de las mujeres, a su pubis, me resulta inconcebible, pero es el resultado de la sociedad que estamos haciendo, una sociedad repleta de grandes eufemismos donde triunfa el “buenismo” que alguien se encarga de determinar que es el correcto y adecuado para la época que vivimos.

Eso nos empobrece. Los regeneracionistas de principios del siglo XX tienen en común con los idearios políticamente correctos actuales, que ninguno quiere echar la vista al pasado para glorificar lo vivido. Lo anterior no vale, no sirve de ejemplo, no es moralizante ni bien visto por el buenismo imperante.

El pasado nos hace grandes, nos ha hecho grandes siempre. España sigue viviendo de la grandeza de Velázquez, y en eso parece que no hay reparos. De momento… Pero no está dispuesta a claudicar con el resto de artistas. No, sólo vale lo actual como fuente de conocimientos imprescindible que aportan a la sociedad una imagen falsa de belleza basada en selfies y el postureo, que nada tienen que ver con el arte con mayúsculas.

Hay que educar en valores. Hay que educar en arte. No es lo que el artista hace, sino la mirada de quien lo ve de forma perturbada y retorcida, haciendo de ese arte algo incómodo y ofensivo.

La Inquisición ha vuelto a nuestras vidas. Quizás no lo creamos, pero por mucho menos se quemaba en las hogueras que tanto critica la revisión histórica que se está forjando. No lo vemos, pero existe esa medida inquisitorial a todos los niveles de la vida, dictada por no sabemos quién, para que solo veamos el todo que quieren que veamos y no más allá.

 

Desnudo, Joaquín Sorolla

 

No soy mucho de pensar en teorías conspiratorias, pero en el arte, en la vida actual, todo lo que está pasando, va mucho más allá de lo imaginable.

Hay una panda de Braghettones que nos están condicionando la forma de ver las cosas, la forma de apreciar el arte, dictaminando cómo debe ser todo, lo que debe ser el arte, en una línea que no pienso cruzar porque entra directamente en el campo de la censura, y como periodista que soy, me hiere profundamente esa práctica que parecía haber quedado en ese pasado que nadie quiere revisar y al que, necesariamente, debemos echar mano cada vez con más frecuencia.

Cuando una institución como la Unesco, censura los desnudos de esculturas con tangas y braguitas de Stéphane Simon, para no ofender, pero se permite que en horario infantil se puedan ver películas con contenido sexual, con escenas sexuales que pueden herir más que el cuerpo desnudo de unas esculturas, es que algo gordo está pasando en el mundo del arte.

Cuando se critica tanto que una cantante pueda desnudar su busto en un concierto, en aras de la libertad, y convertirse en noticia global que sale en telediarios y programas de opinión y tertulia en horarios de todo tipo, pero se censuran los pechos de Las tres gracias y se tapan con un rectángulo negro, es que algo se está haciendo mal. Muy, muy mal. A no ser que el hecho censurable no cuadre con el ideal de belleza actual… que denuncio como afectada directa por semejanza a las mujeres de Rubens, aunque eso ya sea otra historia y entraríamos en otro jardín…

A esos modernos Braghettones que quieren censurar el arte les gusta además censurar libros, ideas, pensamientos, acciones, hechos y la historia, avocándonos a una revisión del pasado con ojos del presente que es imposible de analizar sin tomar en cuenta las circunstancias de la sociedad del momento.

Gracias a programas como el de Iker Jiménez, conocemos de primera mano esa censura de libros que, estoy convencida, se da en otras muchas ramas del saber y la vida cotidiana. Mi amigo Javier Sierra, maravilloso estudioso del arte y sus mensajes ocultos, podría llenar páginas enteras sobre el recato y lo pecaminoso de las obras de arte… incluso de las actuales.

Ya he leído en algún comentario de opinión que vivimos en una época puritana gobernada por imbéciles. Lo suscribo.

Me reafirmo cuando veo que la presentación de una obra de arte no escudriña el arte mismo, sino el impacto, el debate y la polémica que genera. Muy próximamente volverá a pasar en ASCO. Uy, perdón, en ARCO.

¿Es eso arte? ¿De verdad? ¿Es bueno un #MeToo llevado al puritanismo tan extremo que exige la censura del arte?

El falso puritanismo de la sociedad actual, del arte actual, solo nos lleva a la hipocresía, a los atroces eufemismos y a la prohibición y la censura. El progresismo actual, ¿no defiende precisamente acabar con el puritanismo y la censura?

Como diría un clásico, “Están locos estos romanos”…

Recordando… Sorolla en el XII Salón de Otoño de 1932

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Joaquín Sorolla y Bastida en el XII Salón de Otoño de 1932

SOROLLA Y BASTIDA, Joaquín    P      1910(F070)        27.feb.1863       CERCEDILLA      MADRID         10.ago.1923

 

Socio Fundador Nº 70

Presidente de la AEPE

 

 

En 1932, la Asociación Española de Pintores y Escultores tuvo un gesto digno de admiración al consagrar una sala al recuerdo de quien fuera su Presidente, Joaquín Sorolla, y uno de los Socios Fundadores de la entidad.

En otra sala, se exhibía la obra de Mariano Benlliure, Fundador igualmente de la AEPE, ambos genios creativos, valencianos y revolucionarios del arte. Porque Benlliure fue a la escultura española lo que Sorolla fue a la pintura.

La iniciativa del homenaje a Sorolla sin embargo, no obtuvo la resonancia y el eco esperados pese al tesón de los iniciadores, al esfuerzo de los organizadores, ni al deseo entusiasta de los deudos y amigos del insigne artista.

Con innumerables dificultades e incontables vicisitudes, la AEPE logró reunir algunas de sus obras, pese a que no fueran las más famosas hoy en día, ni las que más honda huella han dejado de su influencia en el arte contemporáneo.

La obra reunida alcanzaba las postrimerías del siglo XIX, cuando el impresionismo aún no había logrado cuajar en el temperamento nacional y se consideraba más como una moda de la corriente artística española, periodo de experimentación de un maestro que aún no había creado el placer de pintar libremente, que con tanto afán gustó al valenciano junto a las playas de Levante.

Sin embargo, de sus pinturas decimonónicas al esplendor de la luz de sus más famosas obras, hay un salto tan tremendo que deja atrás a los impresionistas franceses, que se debatían aún contra el sombrío academicismo de David, Courbet y Manet, que anticipaban a Cezanne, Pizarro y Degás, pero a los que aún asustaban los paisajes soleados, las escenas al aire libre, los colores frescos sin la previa preparación en la paleta.

En España, Goya había dejado sucesores estimables como Vicente López, Alenza, Esquivel, los Madrazo… Los maestros de Sorolla, Muñoz Degrain y Pradilla, entre Fortuny y Rosales aún, sentían la luz y querían llevarla al natural, cálida y vibradora, a sus retratos, a sus cuadros de género, compuestos aún en talleres y estudios.

Así empezó Sorolla, que tamizó la luz fría y la hizo desbordar en llamaradas hasta lograr una atmósfera de sol. Un sol y una luz que avivaron la hoguera del color que tan excepcionalmente manejaba. Lo interesante en su obra, además del sol, era su lenguaje, el dominio y el alcance de su expresión plástica.

Joaquín Sorolla, pintor de retina maravillosamente dotada para la percepción de la luz en su amplísima variedad o temática, allí donde plantaba el caballete, allí hacía un «asunto», fuera éste no más que una nota de color. “Lírico cantor del sol de España, compuso el vasto poema que celebra a nuestro cielo y a nuestro suelo desde el Museo neoyorquino de la Hispanic Society”.

Algunos de los retratos de Sorolla reunidos en el XII Salón de Otoño, tenían aún una luz tímida y opaca, se presentía en ellos, pero no triunfaba aún. Son obras a la par de sus coetáneos Emilio Sala y Cecilio Pla.

Tras esa etapa, Sorolla salió del estudio y fue en busca de la luz, del sol, de la playa… dando a la pintura impresionista una calidad y una fuerza lumínicas que nadie pudo sospechar. Como él mismo sentenció con una frase, en un cuadro “el principal personaje es el sol”.

Joaquín Sorolla tuvo un gran éxito en vida; era de los que más cobraba y quien más encargos recibía. Pero poco después de morir, cayó en el olvido, dejó de ser considerado un gran pintor y desapareció de los libros y del mundo del arte.

Así viene ocurriendo en el mundo cultural de España, donde nadie quiere volver la vista atrás más que para réditos políticos; donde no se reconocen figuras, maestros ni genios; donde todo ocurre y pasa por las modas y el postureo.

Sorolla triunfó en Estados Unidos, en Nueva York. Si fuera un actor, diríamos de él que conquistó Hollywood, pero sólo fue un pintor y durmió en el olvido hasta que recientemente fue rescatado por la proximidad de su centenario.

Se ha trabajado bien, se ha querido engrandecer su figura y su obra, se van a rendir homenajes y se completará con actividades y documentales. Pero nunca será bastante.

¿Habrá que esperar siempre a que se cumplan centenarios para que los grandes maestros del siglo XIX y principios del XX españoles, sean rescatados del olvido en el que duermen?

Eclipsados continuamente por el impresionismo francés, los críticos han despreciado la pintura española del XIX y principios del XX, condenando al ostracismo a pintores fabulosos que no terminan de encontrar hueco en el Museo del Prado, ni por supuesto entrarán jamás en el Reina Sofía, pese a ser los excelentes representantes de la pintura nacional del XIX y de la pintura entresiglos.

Lucas Velázquez, Rosales, los Madrazo, Fortuny, Carlos de Haes, Alcalá Galiano, Alenza, los Bilbao, Beruete, los Benedito, Casado del Alisal, Casas, Checa, Chicharro, Domingo Marqués, Espina y Capo, Falero, Alejandro Ferrant, Fernanda Francés, Garnelo, Gessa, Iturrino, Jiménez Aranda, Llaneces, Flora López Castrillo, Joaquín Mir, Muñoz Degrain, Palmaroli, los Pinazo, Pla, Marcelina Poncela, Pradilla, Romero de Torres, Rusiñol, Emilio Sala, Marceliano Santamaría, Soria Aedo, Segrelles, Sert, los Urgell, Vázquez Díaz, Gutiérrez Solana, Rafael Botí, Alejo Vera, Villegas Cordero, los Zubiaurre, los Zuloaga…

Todos están esperando su centenario, todos esperan su reconocimiento, su gran exposición retrospectiva, una gran muestra inmersiva, aún a riesgo de que su arte se ponga de moda y devore el arte mismo, y que esa moda termine con la temporada y quede solo en saldos y liquidaciones.

Su recuerdo es una muestra de respeto, de ese que no siente la sociedad española por el arte, de ese que no abarrota los museos y solo crece en las exposiciones interactivas diseñadas como un entretenimiento, como un plan de ocio que apenas roza el interés cultural. Diseñadas al milímetro para hacer de ellas una experiencia sensorial, multidimensional e interactiva, más próxima a un videojuego que a una exposición de arte, se proclaman como las inventoras de la relación del público con las artes plásticas, como una nueva fórmula mágica de contemplación del arte, olvidando cómo las proyectó el propio artista, para ser vistas con determinadas dimensiones y muchas veces con establecida espacialidad.

Ideas para nuevas muestras interactivas podríamos dar miles. Se imaginan las flores de Gessa, las mujeres de Romero de Torres, los jardines de Rusiñol, los paisajes de Beruete… ¿Se imaginan reunir a todos estos artistas, y muchísimos más que harían cortas estas páginas, en exposiciones itinerantes por toda España? ¿Que además de Picasso, Dalí y Sorolla, todos conocieran a Soria Aedo, Zuloaga o Pradilla?

Gracias a Dios, ahora está de moda Sorolla… y ojalá dure muchos años.

Mientras tanto, nos toca esperar que alguna moda nos devuelva a tanto maestro del arte en España que duerme el sueño del olvido.

Fueron un total de 32 los óleos de Sorolla expuestos en el XII Salón de Otoño de 1932, tres marinas, una figura, un paisaje, tres bocetos, tres estudios, cinco apuntes, una Cabeza de niño, un Desnudo de niña, Boceto para el cuadro La barca, Boceto para el retrato de D. Manuel de la Torre y once retratos más: del Sr. Beruete, otro del Sr. Beruete, de la Sra. Marquesa de Moret, de D. Silverio de la Torre, de la niña Laura de la Torre, de Lucrecia Arana, de José Luis Benlliure y Arana, del Sr. Conde de Gimeno, de la señora de Gutiérrez –Gamero, de Laura de la Torre y de Félix de la Torre.

Retrato del Sr. Conde de Gimeno

 

Retrato de D. Silverio de la Torre

Retrato de Lucrecia Arana

Retrato de la Marquesa de Moret

Retrato de Laura de la Torre

Retrato de Félix de la Torre

Retrato de Aureliano de Beruete padre

Retrato de José Luis Benlliure y López de Arana

 

 

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

 

El mundo de las citas

La suspicacia podría llevar a sospechar que es un marbete equívoco. No, nada que ver con el mundo rosa, ni el mercadeo erótico o el cotilleo de vulgares charlatanes. Refiero el mundo de la cita literaria, con el modernismo norteamericano al fondo, que tanto la practicó. Pareciera un asunto caprichoso, sólo libresco, ¡verán que no!

Cita es señalar un día, hora y lugar para un encuentro del tipo que sea. Ley o doctrina que se alega para probar a afirmar algo. En el ámbito académico, cita es inclusión de una idea ajena en un trabajo propio. Es lícito y se practica con ciertas exigencias, incluso legales, debería bastar la decencia intelectual. Es decir, si citamos una frase o idea de otro, hay que entrecomillar el texto, mencionar al autor y la fuente, o sea la obra donde se ubica esa sentencia.

A veces, puede hacerse de forma general y con elegancia como ejemplifica Borges en su poema “El Golem”:

                                        “Si (como afirma el griego en el Cratilo)

                                           El nombre es arquetipo de la cosa,

                                          En las letras de rosa está la rosa

                                          Y todo el Nilo en la palabra Nilo”

El griego es Platón y el Cratilo es el dialogo que escribe en el año 360 a. d. C. En el poema “Los dones”, repite cortesía: “Le fue dada la música invisible ….La erguida sangre del amor humano/ (la imagen es de un griego) le fue dada…”. Borges fue satírico, incisivo, sarcástico, nunca zafio ni descortés ni sandio ni azorero.

Ahora, con el corta y pega que facilita la tecnología digital, se ha pasado de la didáctica al gatuperio, de la elegancia a la mancebía, al abuso, cuando no al plagio. Algunos se escudan en la intertextualidad para imbricar largos párrafos ajenos y acabar escribiendo collages, que son de otro antes que de quién firma. No es baladí la tergiversación resultante del empleo de páginas con distinta orientación de la que esculpió su autor.

Ezra Pound

 

En el planeta del arte es un escándalo, los nuevos textos críticos se han convertido en un rosario de citas con los mismos nombres siempre, vengan o no a cuento: Benjamín, Derrida, Deleuze, Lacan, Foucault, Baudrillard, Barthes, Heidegger, Wittgenstein….¡Y si no los citas, adoleces de idoneidad, modernez, que no es lo mismo que modernismo.

El modernismo norteamericano surge entresiglos y reina en la primera mitad del XX. La gran nación emergente carecía de una tradición actualizada y algunos autores se comprometieron en crearla. Tenían a Whitman, Emerson, Emily Dickinson, pero eran el pasado. Entonces surgen los nombres de T.S. Eliot y Ezra Pound, que se marchan a Europa, en busca de esa tradición de la que carecían. Y en EE.UU. quedan: Wallace Stevens, Marianne Moore, William Carlos Williams, e. e. cummings, Mina Loy, inglesa.

El modernismo usamericano liberó la forma, se zafó de la rigidez de la rima y el metro; abogó por el versolibrismo, por el ritmo, por la cadencia, mas, perdió la estructura de la musicalidad. La música reposa sobre un entramado hecho de silencios y de sonidos, que no se ve, pero se percibe en la riqueza de sus registros, en cómo nos endulza el corazón y enciende el cerebro. La música no es una melopea monserguera, sino una sucesión de chispazos, que nos sacude el cuerpo, cuyas vibraciones rebelan los pálpitos de la sangre armonizando el ritmo de la vivencia y poniendo alas a la imaginación.

Conocemos el uso que de la cita hicieron Eliot, el venerado, y en modo casi peligroso Ezra Pound; peligroso, porque a veces corre el riesgo de mariposear, de no proponer presencia, con palabras en latín, chino, provenzal o toscano. Los especialistas caracterizan y critican a Marianne Moore por el uso de la cita -con Wallace Stevens, que también lo hizo, no se atreven-, sin valorar la claridad, la belleza y el aroma de permanencia de Miss Moore: “Amante de la distinción que/ no nace de la jactancia”-.

 

Marianne Moore

 

Excurso de los especialistas. Se define, se jerarquiza, se matiza en nombre de los especialistas. Un título que engloba a no se sabe quién ni cuántos, pero que tiene patente de corso para decidir y sentenciar. ¿Quiénes son los especialistas? ¿Críticos de una materia concreta, informadores sectoriales, profesores que viven de alargar la agonía de la reiteración de un asunto? En poesía no hay especialistas, hay personas que viven con ella, no de ella; hay amantes que sienten el fulgor del poema, zahoríes que saben dónde está el agua, aunque no se vea. ¿Especialistas? ¡Por favor, con nombre, apellido y lugar!

Ralph Waldo Emerson, el padre del trascendentalismo, pilar de la tradición americana, exclamaba: “Odio las citas. Dime lo que sabes”. Pero la cita no impide decir lo que sabemos, ni mejorarlo. La cita es un homenaje a su autor, la cortesía de resaltar una idea brillante. Una manera, no de aparentar erudición, ni de apabullar, sino de ofrecer una ventana por la que poder contemplar un paisaje maravilloso o importante, deslumbrante. Una cita no debe de ser una apropiación, sino un reconocimiento a quien la genera; un lujo para paladear o reconciliarse con la proceridad del espíritu.

 En la entrevista que le hizo Donald Hall a Marianne Moore, The París Review, invierno de 1961, preguntada por el abundante uso de las citas, responde Miss Moore: “Solo trataba de ser honesta y de no robar. Siempre he pensado que si algo se ha formulado de la mejor manera posible, ¿cómo vas a mejorarlo? Si yo quería decir algo y alguien lo había dicho ya impecablemente, yo me lo apropiaría, pero citando a su autor. Así de fácil. Si un autor te fascina, me parece que sería propio de una imaginación extraña y enfermiza no desear compartirlo. Alguien más podría leerlo, ¿no le parece?”.

 

W. Carlos Williams

 

Me parece. ¡Si quieres dar a conocer a un autor o un verso sin parangón que descubres en su poesía, ¡qué mejor que citarlo y difundirlo a los cuatro vientos! Es verdad que debemos dar nuestra opinión, no la ajena para encubrir la nuestra, pero una vez que la das, ¿dónde está el problema de festonearla con una hermosa idea que la potencie?

No citar por citar, no al pavoneo de ignorantes que creen ocultar sus carencias con plumas de otros. No a los trileros de la internet que sacan de contexto cualquier oración con la pretensión de lucirse. “Con las plumas de otro puedes adornarte, pero no puedes volar. Eso poca gente lo sabe, pero no lo ignoran los pájaros”, aforismo de Piedra para mi tiempo, 1919, del enorme poeta y filósofo rumano Lucian Blaga, 1895-1961.

Armando Villegas, el insigne y glorioso maestro peruano nacionalizado colombiano, hizo una pintura mágica con plumas de hechiceros y colores hechizados que nos deja en suspenso, conmocionados por la emoción poética de unas formas que se fundían en colores y unas cromías que eran música del misterio destilada en la alquitara humana, o arcangélica. ¿Por qué un pintor de tan alta categoría no está en nuestro ideario? Es algo que hay que preguntar a museos públicos, cono el Reina Sofía u otros, empeñados en rarezas y medianías porque sus mandamales lo creen exótico, excéntrico y rentable.

 

Maurice Maeterlinck

 

William Carlos Williams, tanto en In the American Grain como en Paterson usa citas, no ya cuantiosas, sino excesivas. La única disculpa, si es que la hay, es que estaba, cabe sus colegas, creando un lenguaje nuevo para un mundo nuevo, fijado en su realidad. No es el caso de nuestra actualidad que, de espaldas a la realidad, crea una ficción paralela y una retórica ocasional, que no puede perdurar porque no tiene fundamentos; prescinde de la emoción y se enfoca al oportunismo.

Los problemas que generan las citas están en la falta de lectura. Quien no lee una obra no debe citarla y menos reflejar algunas de sus partes sin tener idea del contexto general. Y eso en la era digital está al día, porque hay portales que reúnen frases de diferentes autores, sin mencionar la fuente, incluso erróneas o inventadas, que se utilizan sin contraste, sin pudor, sin decencia, sin clementica.

 

Lucian Blaga

 

La cita es elegancia; hacerla con precisión y rigor, exigencia de la decencia intelectual. ¿Dónde la decencia de quién se apropia de páginas de otros autores, aunque los nombre, para completar un texto propio? Algunos parafrasean ideas ajenas y para dar a entender que es suyo, se adornan del trabajo de otro, sin rubor. ¿Quién hace trabajo de campo ahora, como el que publica en esta Gaceta Mª Dolores Barreda, cada mes? ¿Quién va a los archivos, a las bibliotecas a buscar? Muy pocos, los hay, pero la mayoría, a la pantalla y lo que no aparece en la pantalla no existe para las nuevas generaciones.

¿Plagio? Cuando Maurice Maeterlinck publica La vida de las termitas, 1926, es acusado de plagio por el escritor sudafricano Eugène Marais, que había escrito Die Siel van der Mier, El alma de la hormiga. No llegó a esclarecerse nada, hay evidencias de páginas iguales. Plagiar es copiar una obra o parte de ella, una idea o una imagen, un delito contemplado en Derechos de Autor. ¿Cuándo se mira al espejo un plagiario, qué puede sentir? Acostumbrase a la mentira es la muerte de la decencia, el fin de la dignidad en las relaciones humanas. Los mentirosos compulsivos, al engañarse, no tienen sensación de la piltrafa que son. Pero, no les quepa duda, la basura siempre acaba en el estercolero.

 

Armando Villegas

 

Es muy habitual leer: ¡Como dijo Platón! ¿Dónde lo dijo, cuándo lo escribió, en qué página de qué libro de qué edición? La cita es lícita, aconsejable, útil, pero seamos dignos, decentes, didascálicos, oportunos, inteligentes, nobles. ¡Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios!, Mat. 22,21.

 

                                                                                                                    Tomás Paredes

                                                                                               Presidente H. de AICA Spain

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Julio Vicent Mengual

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

Julio Vicent Mengual

VICENT MENGUAL, Julio              E             1915         1890   CARPESA (V)     MADRID              28.jul.1940

 

Vicepresidente de la AEPE

Socio de Honor

 

Julio Vicent en una fotografía de 1920

 

Julio Vicent Mengual nació en Carpesa, Valencia, el 9 de mayo de 1891.

Comenzó los estudios artísticos en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, donde pasó por los distintos talleres en los que se familiarizó, especialmente, en la talla en madera y su policromía, adquiriendo una facilidad incomparable de gran calidad.

Retrato

Retrato de José Blanco Coris

 

Se inicia como escultor en los talleres de Romero Tena y de Pío Mollar. Como los jóvenes artistas de su tiempo, sintió el peso de la tradición romántica y pintoresca, con un lenguaje enfático, detallista y anecdótico. Pero percibe también las nuevas corrientes que provienen de Italia y de Francia.

Presentó un yeso titulado Estudio a la Exposición Internacional de Arte de Barcelona de 1911.

Caricatura de Roberto, 1931 en la revista Gutiérrez

 

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1912, logró una Mención de Honor con la obra Yo pecador.

En 1914 obtuvo una pensión para ampliar estudios.

Sin apoyo alguno, se traslada a Madrid, cargado de ilusiones y sueños, y según sus propias palabras “fueron malos tiempos” que cuando rememora le hacen fruncir el ceño.

Trabajador incansable, dejando a un lado el desaliento, logró la Segunda Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1915 por la obra “Ensueño”, conservada en el Museo de Bellas Artes de Valencia; presentó también otra obra titulada Consuelito.

A la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1917 presentó las obras Amanecer y Claudina, que el jurado propuso fueran adquiridas, pasando el busto en bronce de la muchacha al Museo de Arte Moderno, estando depositada en la actualidad en el Consulado de Tánger.

Con 28 años tuvo acceso al profesorado de la Escuela de Artes y Oficios, mientras continuaba trabajando en los talleres de Pío Mollar.

En 1919 colaboraba con los talleres Granda, integrándose en el equipo de artistas de Talleres de Arte, trabajando al lado de los también valencianos José Capuz Mamano, Ramón Mateu y Rafael Bargues, especializado en la talla del marfil.

Reposo

 

En 1920 conseguiría la Primera Medalla con la obra Amanecer, que contó con el beneplácito general de todos los artistas, cosa poco habitual y frecuente.

En la Exposición de Arte Español celebrada en Ámsterdam y Bruselas de 1928, participó con el bronce Inquietud.

En 1931 recibió el Primer Premio del Concurso Nacional de Escultura con el desnudo Primavera.

Primavera

 

En 1932 es nombrado profesor de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.

En 1935 obtiene el Premio Nacional de Escultura Policromada con su obra Fuenteovejuna.

Fuenteovejuna

 

Desalojado de su taller del Hipódromo por los republicanos, Julio Vicent sufrió una parálisis en su brazo izquierdo, fruto de la presión que durante la guerra civil soportó.

Escondido, junto a sus familiares, en el sótano de su casa de la calle de la Montera de Madrid, estuvo un mes oculto hasta que se inició la marcha del gobierno republicano a Valencia, pudiendo escapar hacia sus tierras, donde no encontró dónde trabajar y malvivió toda la familia.

Realizó en Valencia tras la guerra, multitud de obras a cambio de alubias y patatas, mientras labraba la tierra para subsistir; obras que adquirió el cónsul de Cuba.

 

Poco antes de morir, Valencia de ofreció la dirección de la Escuela Superior de San Carlos, que no aceptó, regresando a Madrid, donde el diseño de su medalla de conmemoración del alzamiento, fue elegida oficialmente tras ganar el concurso celebrado a tal fin.

Había sido propuesto para Académico de Mérito de la Real Academia Española de Bellas Artes de San Fernando, mientras se encontraba opositando a la cátedra que ocupaba interinamente en dicha escuela y era miembro del Patronato del Museo de Reproducciones Artísticas.

El 28 de julio de 1940, el mismo día que la Escuela de San Fernando le nombraba catedrático, Julio Vicent falleció… y fue bien pronto olvidado.

Su hijo, José Luis Vicent Llorente ingresaba en dicha Escuela al año siguiente, en 1941.

El Salón Cano de Madrid le rindió una exposición homenaje en 1941.

La ciudad de Madrid conserva parte de su obra religiosa, como una Virgen del Carmen que se encuentra en la Iglesia de Chamberí, el retablo mayor de la Iglesia madrileña de las monjas de Chamartín de la Rosa, una Santa Teresa en las Carmelitas de la Plaza de España, y el panteón de Rafael Sánchez en la Iglesia de la Concepción de Madrid.

Relieve del panteón de Rafael Sánchez en la Iglesia de la Concepción de Madrid

 

El Círculo de Bellas Artes de Madrid conserva una cabeza femenina en escayola patinada, una figura de cuerpo entero de La Fortuna, y los bustos en escayola de Vicente López, del  pintor Muñoz Degrain, de María Guerrero y Lope de Vega.

Fue llamado el Donatello valenciano. Su obra más grandiosa fue el monumento dedicado al Papa Pío X, en Riesé, Italia, que labró en mármol de Carrara, y el retablo del altar mayor del santuario de la Gran Promesa, de Valladolid, además de los relieves exaltatorios del  Homenaje al Padre Hoyos de la iglesia de San Esteban de la misma ciudad.

Virgen que acompaña al Monumento al Papa Pío X

Monumento al Papa Pío X en Riese, Italia

 

Para Huelva realizó dos Cristos crucificados venerados en el Seminario Diocesano de la ciudad y en el Monasterio de Oblatas de Cristo Sacerdote. Allí comentan que sus autores fueron Julio y José Luis Vicent, es decir, padre e hijo, que podemos acreditar, también era socio.

 

Obra religiosa también se encuentra en Córdoba, donde realizó dos Cristos, en Colmenar Viejo, el sepulcro de San Juan de la Cruz en Segovia y un Vía Crucis con medallones de bronce de las catorce estaciones en el Monte de Santa Tecla, de La Guardia, Pontevedra.

Vía Crucis del Monte de Santa Tecla, en La Guardia, Pontevedra

 

Es además el autor del medallón que preside la casa natal del escritor Vicente Blasco Ibáñez, que regaló a la ciudad como homenaje al valenciano universal.

 

El arte de Vicent posee un suave barroquismo, tibiamente endulzado por una graciosa armonía de líneas, un ritmo fácil y una justa ponderación de masas, alejado de retorcimientos o arcaísmos de otras escuelas, de sensación tranquila.

Sus cuerpos son ampulosos, sólidos y correctos, con ligeras suavidades y una flexibilidad elegante y riente. En los relieves se aprecia el eco lejano y limpiamente modulado del arte renacentista de un Benedetto da Majano o un Mino da Fiesole y la policromía sencilla y algo inocente de los della Robbia.

Modelar el desnudo es su mayor placer, y los suyos son bellos de línea y de planos bien marcados, de sólida arquitectura, rítmicamente movidos, con un gran sentido de la proporción, supeditando el natural a su idea, huyendo del detalle realista fútil.

Según sus propias palabras … “El desnudo en arte, creo que es lo más interesante y lo más difícil de interpretar. Es tanta mi devoción por el desnudo, cuando posee !a serenidad y belleza que debe tener, que frente a él siento la misma emoción y el mismo respeto que sentiría contemplando la mejor imagen tallada por Montañés. El desnudo en el arte, cuando reúne las tres condiciones de serenidad, belleza y proporción, refleja el optimismo de la vida, la alegría sana, el ansia de vivir entre lo más bello de la Naturaleza”…

Ofrenda

Mirra

Mi modelo

 

Julio Vicent y la AEPE

En 1931, con motivo de obtener el Primer Premio del Concurso Nacional de Escultura con el desnudo Primavera, es homenajeado en el Hotel Nacional de Madrid, en un acto organizado por la AEPE por José Francés, Capuz, Robles, Graciella, Estévez Ortega, Roberto y K-Hito, y al que asistieron más de 200 comensales.

Vocal de la Asociación de Pintores y Escultores en diciembre de 1921 hasta 1927.

Socio de Honor de la AEPE en 1924, elegido Vicepresidente de 1931 a 1934.

Jurado en el Salón de Otoño de 1923.

En 1934 formó parte del Comité para estudio de Reglamentos de las Exposiciones Nacionales, a propuesta del Ministerio de Instrucción Pública y en representación de la AEPE.

Participó en distintas ediciones del Salón de Otoño.

Al I Salón de Otoño de 1920, inscrito como Julio Vicent Mengual, natural de Valencia, reside en Madrid, calle de Augusto Figueroa, núm. 23.

947.- Desnudo femenino, yeso patinado

948.- La Agustina, bronce

Al II Salón de Otoño de 1921:

305.- Escultura

Al III Salón de Otoño de 1922

523.- Retrato, busto en yeso patinado

Al IV Salón de Otoño de 1923

339.- Macuca, busto en madera

Al V Salón de Otoño de 1924

457.- Mi modelo, bronce

Al VI Salón de Otoño de 1925

453.- Tipo vasco, yeso

454.- Anhelo, bronce

455.- Fuente (obra premiada en el Concurso Nacional de Escultura 1922-23)

Al VII Salón de Otoño de 1927

574.- Desnudo, bronce

Al XII Salón de Otoño de 1932

319.- Concurso nacional, escayola

Al XIII Salón de Otoño de 1933

12.- Retrato de la señora de Rafael Sánchez, busto en mármol

Medallón

Medalla conmemorativa

 

Marina y comercio

Madona con el Niño Jesús

Desnudo

Fuente premiada en el Concurso Nacional de Escultura

Desnudo

Desnudo

Busto de Justo López Gomara

Apóstoles del retablo de la iglesia de la Gran Promesa de Valladolid

Anhelo

Amanecer

 

Luisa Urcola y Zuloaga

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

 

Luisa Urcola y Zuloaga

URCOLA Y ZULOAGA, Luisa de      P    <1928       MADRID       VILLAGARCIA AROSA/MADRID

 

Luisa Urcola y Zuloaga nació en Madrid, en el año 1908.

Era hija de los bilbainos Ignacio Urcola Ybarra y Rufina Zuloaga Arratibel, y tenía dos hermanos: Dolores, casada con Alfonso Ozores y Saavedra, X Marqués de Aranda; e Ignacio, casado con María de los Dolores Diez de Ulzurrun y Arana.

Ignacio y su familia se trasladaron a vivir a Madrid, cerca de la corte, de sus amistades y del mundo deportivo del que eran asiduos y entusiastas practicantes, alrededor del año 1904, residiendo en un Palacio situado en el Paseo de la Castellana, 45, esquina a la calle de Eduardo Dato, y frente al Palacio de los Marqueses de Urquijo.

Los periódicos y revistas llamaban a Ignacio “distinguido sportman», ya que se dedicaba a excursiones automovilísticas por la sierra de Madrid, probando sus nuevos y potentes motores, disfrutando de los distintos modelos que poseía la familia, y al tiro de pichón, en el que era un tirador consumado con muchos premios y noticia casi diaria en los periódicos. En estos acontecimientos deportivos alternaba con la realeza y la aristocracia de España, y las principales figuras del mundo de la política y la cultura.

Rufina Zuloaga se dedicaba a las obras de caridad para el pueblo de Madrid, siendo una de las más comentadas de la época, la de regalar 1.140 boinas a los asilados de un hospicio de Madrid.

La señorita Luisa Urcola en el tiro de pichón. La Hormiga de Oro, 1925

 

Luisa recibió clases de pintura en el estudio del también socio de la AEPE, Enrique Martínez Cubells, del que era discípula.

Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926.

En 1928 participó en el Salón de Otoño, logrando el título de Socia de Mérito por su obra “Gitana”, presentando también obra en las ediciones de 1929, 1930 y 1932.

Ese último año, presentó también obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes.

Luisa Urcola en una fotografía publicada por Estampa, 1928

Luisa se casó con Augusto Aguirre Vila, ingeniero militar y aviador pionero de la fotografía aérea en España, y residían a caballo entre Madrid y La Coruña. En el año 1927 impulsó la creación de la primera compañía aérea española, la empresa CETFA (Compañía Española de Trabajos Fotogramétricos Aéreos), centrada en la fotografía aérea aplicada a la generación de cartografía, que llegó a realizar una ortofoto en papel para las confederaciones del Ebro y Segura. Utilizando un equipamiento similar al que usaban las fuerzas armadas españolas y de otros países europeos, generaron en diversas campañas a lo largo de los años 1928, 1929 y 1930, alrededor de 10.000 fotogramas, fotografías originales tomadas desde el avión.

El Capitán Augusto Aguirre Vila falleció el 20 de noviembre de 1936 en el Sanatorio de Santa Teresa de Salamanca, tras resultar herido en acción de combate en el mediodía del 4 del mismo mes, durante una acción de bombardeo sobre Cuatro Vientos y Madrid de la escuadrilla del Capitán Pardo.

Aguirre Vila era observador-ametrallador en el aparato Junkers-52, número 22-55, de la escuadrilla Pardo (la cuarta de bombardeo, 2-E-22), y a pesar de resultar gravemente herido continuó disparando la ametralladora contra los Chatos republicanos (cazas Polikarpov I-15 suministrados por los soviéticos al gobierno republicano, conocidos popularmente con este nombre), que atacaban su aparato consiguiendo derribarlo sobre la localidad toledana de Esquivias.

Por esta acción se le concedió la Medalla Militar, ya póstumamente, por orden del 25 de noviembre de 1936.

Fruto de este matrimonio, nacieron tres hijos: Luisa, Miguel y la arquitecta y paisajista Isabel Aguirre, que hasta hace pocos años dirigía la Escuela Gallega de Paisaje perteneciente a la Fundación Juana de Vega de La Coruña, a la que sigue ligada a través de su patronato.

En esta época, la familia Aguirre-Urcola residía en Villagarcía de Arosa, donde nacieron sus tres hijos, en una casa propiedad de Antolín J. García, que éste les alquiló y cuyo jardín ha quedado inmortalizado en distintas obras de Joaquín Sorolla, especialmente en el cuadro “Galicia, la romería”, que le encargara la Hispanic Society de Nueva York.

Joaquín Sorolla pintando en Villagarcía de Arosa

 

Sorolla instaló allí su lugar de trabajo al aire libre, junto a un castañar, combinando las ideas y transponiendo motivos de distintos emplazamientos para crear la imagen emblemática de Galicia que buscaba.

Isabel Aguirre, hija de Luisa, reconoce su propio jardín en la fotografía que hoy conocemos de Sorolla pintando en Villagarcía de Arosa, evocando la amistad de sus abuelos con el que también fuera Presidente de la AEPE, Joaquín Sorolla, y con otros muchos de sus socios, como Mariano Benlliure y el maestro de Luisa, Martínez Cubells, a quienes recibieron en su residencia en épocas posteriores.

La familia, enamorada del paisaje de Villagarcía de Arosa, decidió comprar el pazo conocido como La Torre de Pompeán, situado entre esa localidad y Pontevedra.

Algunos años después, Luisa Urcola Zuloaga contrajo nuevas nupcias con el diplomático José Linares Rivas Soujol, hijo a su vez de Manuel Linares Rivas Astray, feraz creador teatral, además de político (diputado en Cortes, ministro de Fomento y senador vitalicio), y académico de la Lengua.

Manuel Linares Rivas Astray era uno de los comediógrafos más populares de su tiempo. Estrenó con gran éxito en el Teatro Español y publicó sin pausa en El Cuento Semanal. Añoranzas, La fuente amarga o La fuerza del mal son algunas de sus obras. Casado con Elisa Soujol O’Connor, adaptó también a la escena La casa de la Troya y La viuda alegre. La Coruña recuerda al autor y político en su gran estatua de los jardines de Méndez Núñez.

La familia vivía entonces en el pazo de la Peregrina, en Palavea, La Coruña.

José Linares Rivas en una fotografía aparecida en La Nación, 1931

 

El matrimonio Linares Rivas-Urcola tuvo una hija, Elisa Linares-Rivas Urcola, fallecida el año 2019 sin descendientes, muy conocida en su Coruña natal, recordada por la generosa donación que hizo al Ayuntamiento coruñés de los manuscritos de su abuelo, por haber pertenecido a la directiva del Real Club Náutico de La Coruña, haber sido presidenta para Galicia de Unicef y presidenta de la Federación Gallega de Bridge y campeona de España en esta disciplina.

Elisa Linares-Rivas Urcola

 

La última noticia artística que tenemos de ella data del año 1953, cuando participó en una Exposición de Artistas Gallegos, celebrada en La Coruña y organizada por el Apostolado Social a beneficio de la Casa de Ejercicios Espirituales, junto a artistas como Álvarez de Sotomayor, las hermanas Sotomayor, Julia Minguillón, María Corredoyra, Llorens, Asorey, Mosquera, Castro-Gil, Dolores Díaz Baliño, Eva Llorens, M.G. de Pastor, María Cagiao, Concha Vázquez, Elvira Santiso, Teófila Sasiain, María del Villar, Elena Olmos y las hermanas Bescansa.

Un mes después, la exposición se trasladaba a la localidad de El Ferrol, destacando la prensa del momento que se trataba de una muestra de óleos, acuarelas, grabados, dibujos, esmaltes y marfiles.

Enferma del corazón, sus últimos años los vivió en un céntrico apartamento en La Coruña, donde falleció en el año 1999.

 

 

Luisa Urcola Zuloaga y la AEPE

Socia de Mérito del VIII Salón de Otoño.

Participó en las siguientes ediciones:

VIII Salón de Otoño de 1928

258.- Gitana, óleo, 1,08 x 1,07

IX Salón de Otoño de 1929

195.- Gitana, óleo, 1,05 x 0,99

196.- Retrato, óleo, 1,08 x 0,94

X Salón de Otoño de 1930

272.- Segoviano, óleo

XII Salón de Otoño de 1932

9.- Desnudo de mujer, óleo, 1,18 x 1,18

85.- Bodegón, óleo, 0,63 x 0,77

Gitana, presentado al IX Salón de Otoño

Retrato de Dolores Urcola, presentado al IX Salón de Otoño

 

Los últimos defensores del arte

Mª Dolores Barreda Pérez

Secretaria General

Secretaria Perpetua de la AEPE

Mientras nos tienen entretenidos con las elecciones, con la sequía, los pavorosos incendios, las danas, vamos, la gota fría de toda la vida, mientras asistimos impávidos a la rotura de la nación, del estado español y otros entretenimientos que a modo de caramelos nos lanzan los de arriba.

Mientras todo eso ocupa la vida y los comentarios a nuestro alrededor, no vemos lo verdaderamente importante; ni siquiera lo intuimos, pero el cambio del mundo tal y como lo conocemos, ya ha empezado a hacerse más visible, porque en realidad, son décadas las que ya viene haciéndose.

Al principio fue de manera más tímida y callada, pero a estas alturas del juego, ha perdido ya todo recato y se muestra, para quien quiera verla en su total desnudez, bajo la bandera del cambio climático.

La agenda 2030 lo denominan.

El mayor cambio tecnológico y financiero de todos los tiempos es ya una realidad. Se avecina pausada pero segura, avanzando de forma irremediable.

No hay vuelta atrás. Primero desaparecerá el dinero en efectivo; todo será digital, virtual, instantáneo, rápido, controlado, revisado, permitido, conocido y anotado por el estado a través de la tecnología blockchain. El Bizum ya reina en España con más de 24 millones de usuarios y 2.000 millones de operaciones.

Esto supone el fin de la privacidad del dinero, el fin de nuestro derecho fundamental a la privacidad.

Cuando la sociedad se dé cuenta de esto, ya será tarde, muy tarde, como ahora mismo ya lo es, porque como decía antes, ya no hay marcha atrás.

Acto seguido, tras perder el dinero en efectivo, se perderá la identidad, porque lo siguiente de la lista es la identidad digital; desaparecerá nuestro DNI, el permiso de conducir, tarjeta sanitaria… porque todo estará integrado en la misma plataforma digital.

Ese será el fin de nuestro derecho e identidad personales. El fin de nuestro derecho como  personas a preservar nuestra vida íntima, privada, familiar, profesional, política y social. Porque en el mismo momento en el que transgredamos alguna norma impuesta o compremos algo que no es lo indicado por el “gran hermano”, o difundamos opiniones contrarias a la agenda 2030, sencillamente, nos apagarán.

Apagarán nuestro dinero, nuestros carnets y tarjetas y simplemente, dejaremos de existir como personas, nos convertiremos en invisibles, perdiendo toda nuestra identidad.

Esto es aterrador. Pero lo más grave es que nadie parece darse cuenta de ello y que a nadie parece importarle, entretenidos como estamos en asuntos livianos y mediocres.

De esto no se habla. Se discute de la guerra de Ucrania, de besos no consentidos, de cambio climático, ecología y sostenibilidad, pero no de lo que en el tercer trimestre de este mismo año 2023 va a empezar a pasar.

Los anuncios de una desconexión digital en niños y adolescentes no tienen sentido si todo va a pasar por un móvil o una pantalla de ordenador. Ningún sentido si no podemos dar a nuestros hijos un solo euro en metálico por su cumpleaños, o la paga semanal, o por el ratoncito Pérez… avocándoles a llegar al móvil para recibirlo.

Perder nuestra identidad es volver a una nueva esclavitud, a la más salvaje e intolerable esclavitud que un ser humano pueda tener. Nos dividen de forma genérica por razas, por sexo, religiones, culturas, por clases sociales, por países, por idiomas, por ideologías, por equipos, por pacientes, por la brecha digital, por España vaciada, por lo que sea hasta llegar al odio. Nos dividen por lo que sea preciso hasta llegar a ser capaces de defender cualquier cosa menos a la persona, al ser humano.

Vivimos cómodos con el sistema, somos personas corrientes con aficiones, deportivas, culturales, artísticas, con sentimientos religiosos. Nos creen con una mente cerrada, idiotizados por la televisión y las redes sociales, asistiendo a la realidad de la actualidad como algo normal, sin cuestionar normas ni planes. Cumpliendo en el trabajo, con algunos momentos de placidez determinados por unas cortas vacaciones, un puente, una escapada, un fin de semana,  las copas de después del trabajo… Amamos y respetamos la naturaleza en su justa medida, a los animales, y sobre todo, creemos aún que el gobierno que nos rige, velará por nuestro bienestar.

Pero hay que despertar. Muchos ya lo estamos haciendo cada vez que nos preguntamos qué está pasando en esta sociedad en la que vivimos, con la pérdida total de valores, con la falta de educación imperante, con el egoísmo reinante que tiende al individualismo y a la pérdida de conciencia colectiva, contemplando un sistema social y de gobierno injusto y corrupto.

Algunos comenzamos a ser conscientes de que algo está mal a nuestro alrededor y consecuentemente, lo cuestionamos, intentando buscar información más allá de la que el que era el cuarto poder nos niega, en otras fuentes, en medios especializados, en expertos, a base de leer y contrastar noticias, opiniones y datos.

Gracias a la poca libertad de la que disponemos aún, controlada eso sí por las consultas realizadas en la red, entendemos que muchas cosas que nos dicen, no son ciertas, que muchas otras que nos dicen que son normales, no lo son, que se ocultan hechos históricos y además se tergiversan descaradamente, se siembra caos en la sociedad con pandemias, desastres y debates inútiles para tenernos ocupados y distraídos, para tenernos ignorantes y obedientes.

Todo está ya en marcha y el plan funciona.

Resistimos los pocos que echamos mano a leer, estudiar, a la ciencia, a la filosofía, a la historia, a la espiritualidad, al arte… justo todo aquello que han eliminado de los estudios de nuestros hijos para hacerlos serviles.

Y es que todo lo que ocurre a nuestro alrededor, en nuestras propias vidas, está ya programado y manipulado: la historia, la educación, las noticias, los medios de comunicación, la música, el arte… Todo.

¿El arte y la creatividad, también? Por supuesto.

La muerte de Sócrates , Jacques Louis David

 

La Inteligencia Artificial ya escribe por nosotros, ya crea imágenes por nosotros, por muy disparatadas que pueden parecer. Los NFT, el activo digital inimitable, ya arrasa en el mercado del arte y el coleccionismo. El arte digital, el new media art, el arte multimedia, interactivo y electrónico, ya convive con nosotros desde hace años, vendiéndonos la moto de que una exposición inmersiva es reveladora, cuando no se trata más que de un populismo barato que distorsiona obras maravillosas con mensajes truculentos. Es, en definitiva, un menosprecio del arte.

Decía Tomás Paredes en su disertación “¿Qué estamos haciendo con el arte?”, que “el arte hay que observarlo, contemplarlo, sentirlo, en ambiente adecuado. Y lo de estos recintos es una atmósfera centrocomercial para hacerse selfies y corretear sin tener conciencia de la obra que se exhibe porque no tiene nada que ver con ella… es la destrucción de la concepción de un autor en aras del espectáculo y el negocio, la confusión total entre cultura y espectáculo, la manipulación espuria. Es la aniquilación de lo que entendíamos por cultura a cambio de bastardía, ignorancia y estética tanatorio”.

Como vemos, el acto creador ya es suplido por la Inteligencia Artificial en cuanto a la pintura, y si hablamos de escultura, el escaneo o impresión en 3D, ya dan forma a cualquier objeto que se nos pueda ocurrir.

El arte, como decimos, ha perdido su esencia. No quiero entrar en el terreno de la rentabilidad porque deberíamos disertar sobre lo que es el valor y lo que es el precio de una obra. Y el dinero no puede ser nunca el árbitro de lo que es bueno o de lo que es arte. Esa es la auténtica perversión del arte.

Sin entrar en esos jardines, decía Mario Vargas Llosa que el “arte es un objeto material o mental compuesto por un ser humano y que puede cambiar el estado de ánimo de otros seres humanos”. De esta forma, es la carga emocional la que hace de nuestras creaciones una obra de arte, algo que la IA no podrá suplir, pese a que pueda llegar a despertar alguna emoción en ciertas personas. Por el momento, claro.

Por eso hago siempre referencia a que en arte, no todo vale. Y en la actualidad, mucho menos aún.

La libertad

 

La última visita que realicé a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, acudí a la sala de reproducciones, donde se pueden ver réplicas exactas de pinturas de Velázquez realizadas por alumnos de la Academia. Réplicas exactas, idénticas, formales, iguales. Pero al contemplarlas allí, todas juntas, sin embargo percibí una sensación muy rara, como de vacío, como de un hueco en el corazón que no me llenaba, que no me decía nada.

Miraba y miraba pensando qué podía ser. Contemplaba las obras sabiendo que algo faltaba. Porque no sentía la emoción que experimento en otras ocasiones cuando veo las pinturas originales en el Museo del Prado. Y al final llegué a la conclusión de que lo que ocurría era que a esas obras les faltaba el alma del artista original.

Por lo tanto, se puede crear una imagen exacta con IA, pero para que sea arte, se necesita ese ingrediente extra, yo diría extraordinario en verdad, que una máquina todavía no tiene: imaginación, discurso propio, mensaje, magia, arte…

Eso es lo que defendemos en la Asociación Española de Pintores y Escultores, por lo que nos hemos convertido en el último reducto del arte, en los guardianes de la magia y las emociones de los artistas.

En el arte actual tal y como nos lo están vendiendo, no queremos parecer ignorantes, por eso lo aceptamos y asumimos como algo establecido. Pero somos muchos los que pese a todo, no nos conformamos con ello, no comulgamos con los espectáculos y performances.

Nosotros creemos aún en los artistas, en esos seres divinos que encerrados en sus estudios, luchan a diario con sus miedos y libran quijotescas batallas en sus actos creativos.

Creemos en los que desechan un dibujo para comenzar otro desde nuevos planteamientos, creemos en los que modelan o tallan una piedra de la que extraen, a fuerza de tesón, vida.

Creemos en ellos y por eso seguimos aquí, 113 años después, luchando por ellos.

Somos el último bastión del arte, el último mohicano, el último gladiador que mantenemos la esencia creativa viva con nuestros certámenes y convocatorias.

Nuestra pasión es el arte y nuestra vida los artistas.

¿Nos ayudas?

Llevamos 113 años haciendo arte

113 años de pasión por el arte

113 años haciendo cultura en España

 

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

 

La impasible mirada del estoico

                                                                                     

Vivimos tiempos de conductas innobles, de arbitrariedad, de indecencia; de fragmentación, de adulación de derechos y olvido tórpido de obligaciones. Urge pensar, aplicar la impasible mirada del estoico, dedicando a los hechos análisis desapasionado y objetivo, impersonal. Como dice René Char: “No nos está permitido enloquecer en una época demente, aunque nos pueda quemar vivos un fuego cuyo igual somos”.

Los sistemas filosóficos que no son formas de vida son materia de manual, teorías que se transmiten como objetos de pensamiento, sin ser conocimiento. El estoicismo afirma la esencial universalidad y la unidad del hombre. Nace en la época helenística y permanece hasta la actualidad, porque no elabora doctrinas, sino que ahorma un estilo de vida. Más que idearios requiere conductas, nobleza, limpidez, transparencia.

Nobleza, condición de noble, nada que ver con castas interesadas en vestigios o fortunas hereditarias. La nobleza es una forma de inteligencia y de belleza. Noble es quien de forma natural exhibe conducta generosa, tolerante, empática, limpia, iluminada por la inocencia genuina del ser. Tengo el privilegio de conocer y tener cerca personas nobles; no hablo de oídas, sino de actitudes que justifican la mejor condición del ser humano. Nadie es más rico, más afortunado que aquel que es noble, pero la nobleza se conquista.

La mentalidad helenística es racionalista, pragmática, empírica. El siglo III a. d.C. es el del apogeo helenístico, cuando prosperaron las ciencias positivas. Época augural para la física, la matemática, la química, la astronomía, la medicina. Tiempo de Arquímedes, Eratóstenes, Erasístrato, Euclides. Evoluciona el pensamiento, el arte se hace realista, se impone la koiné, la política se hace práctica: el sistema de Ptolomeo II es el ejemplo.

En ese lapso glorioso emerge el estoicismo, el mayor agente activo revolucionario de los siglos III a.d. C. al II d. C. en el Mediterráneo. Aunque oficialmente el estoicismo acaba con la clausura de la Escuela de Atenas por el emperador Justiniano, año 529.

Tras centurias de confusión, de guadianismo, resurge y se sincretiza con el cristianismo, s. XVI: el humanista belga, Justo Lipsio/Joost Lips, publicó en 1584 De Constantia, la obra que lo fundamenta. El estoicismo ha sobrevivido hasta nuestros días, ¿acaso Borges no es un estoico? El jovencísimo nadador rumano, David Popovici, asegura que su fuerza para vencer y romper todas las marcas se la da el estoicismo, citando máximas de Marco Aurelio y Epícteto.

Zenón de Citio llega a Atenas el 311 a.d.C. y después de merodear varias escuelas, se decide por crear una que se denominó estoicismo, que toma su nombre de la Stoa Pecile, o puerta del lugar donde el maestro exponía sus enseñanzas a seguidores. Al principio se llamó también zenoismo. Zenón propone la primera Utopía de un estado universal en el que los ciudadanos estarán regidos por el amor, como única ley. Y también la igualdad de los hombres y su respeto mutuo.

Para su estudio, se periodizan tres etapas: el estoicismo antiguo, integrado por su fundador y sucesores Cleantes y Crisipo de Solos. El medio, con Diógenes de Babilonia y Antípater de Tarso, que difunde la filosofía por el Mediterráneo, contando con las figuras de Panecio de Rodas y Posidonio de Apamea, los Catón y Escipión el Africano.

Todos saben que, Posidonio de Apamea, Siria, 135-51 a. d .C, fue el gran polímata de su tiempo: político, historiador, astrónomo, geógrafo, filósofo y viajero, incluso estuvo en Gades y midió las mareas y su relación con los flujos, lunares. Figura más universal de la ciencia, después de Aristóteles. De familia acomodada siria, estudió en Atenas y se convirtió en un paladín de lo estoico y de la cultura universal.

Y tercera fase, el estoicismo nuevo o romano, la introducción del sistema en el mundo romano, con las figuras señeras de Séneca, Epícteto y Marco Aurelio, siglo II. Senequismo no es sinónimo de estoicismo, pero ya veremos que coinciden en puntos sustanciales. Y que Séneca bebe en Posidonio de Apamea.

Marco Aurelio, 121-180, fue uno de los grandes emperadores, su honestidad y sus principios estoicos condicionaron su forma de gobernar con éxito. Adriano le llamaba, aun joven, verisimus, el honesto. Marco Aurelio escribió unas Meditaciones, que se han convertido en una almaciga de citas. Persiguió a los cristianos, pero fue noble, digno y respetuoso de la justicia. Valen más sus acciones que su benevolencia.

El estoicismo apunta dos ideas generales: la universalidad y la unidad del hombre. Las grandes virtudes que adornan a los estoicos son: el conocimiento, templanza, justicia y la fuerza para mantener la claridad y la integridad. Sin conocimiento no hay elección, criterio; sin templanza no hay tolerancia; sin justicia no hay libertad, ni igualdad; sin integridad, sin ética, ninguna conducta tiene orientación.

 No estoy hablando de un sistema de autoayuda, tan manoseados y tópicos ahora, sino de un estilo de vida, de unas normas de conducta, de un comportamiento, fundamentado en la ejemplaridad, no en la propaganda. Nuestro desarraigo intelectual y espiritual nos ha hecho intolerantes, macarras, insolidarios. Y todo eso tiene mucho que ver con el resurgimiento de los nacionalismos excluyentes, torpes y salvajes, ignaros, alimentados por fanáticos, frenéticos y fantásticos, con muy poco en la cabeza y nada en el corazón.

Polibio de Megalópolis hace la recepción de las ideas estoicas en la historiografía antigua. La historia con Heródoto se proponía narrar; con Tucídides, enjuiciar; con Teopompo, declamar. ¿Qué ofrece el estoicismo a la historiografía? Comprender, demostrar y comprobar, o sea investigar. Será Polibio el que imponga “la noble objetividad”, la impasible mirada, el examen desapasionado e impersonal de los hechos.

Posidonio de Apamea, 135-51 a. d. C., facilitará el paso del helenismo a la época grecorromana. Las Historias de Posidonio contienen tres ideas: la ambición universalista, la igualdad de los pueblos y la voluntad de la razón cósmica, que es la idea providencialista en el porvenir. En él se inspirará Séneca, quien a su vez influirá en Floro, cantor de la paz romana. El poeta Lucano será otro estoico.

Arriano, de formación estoica, es autor de Anábasis de Alejandro, uno de los libros más hermosos de la antigüedad, allí podemos leer: “Aunque censuro en el discurso de esta narración algunos de sus hechos, confieso sin rebozo que soy admirador entusiasta de Alejandro”. Esta aseveración se ha repetido después y se ha adjudicado a distintos personajes de la historia sin citar a su autor. Los estoicos no fueron nunca proclives a Alejandro, pero Arriano le admiró profundamente y lo dice sin tapujos.

Algunas ideas que hoy nos resultan asimiladas y comunes, como la existencia de una historia universal, el hecho de que el género humano es sujeto colectivo de la historia o que los hechos trascienden la esfera de un pueblo, son ideas que expresa e impone Polibio y que afinan sus sucesores.

El discurrir de los césares, con sus adulteraciones, produjo una cierta decadencia, que se salva con la llegada al poder de Trajano. Hay unas páginas extraordinarias, Semblanza de Trajano, de don Santiago Montero Díaz, que hablan del gran emperador español y de su influencia de Séneca y del estoicismo. Esas páginas me sirven de guía para esta nota.

Para Montero Díaz: “Lo heroico se realiza según tres categorías. La épica, en las culturas que nacen: el héroe domina el destino. La histórica, en las culturas que culminan: el héroe es la expresión del destino. La trágica, en las culturas que se hunden: el héroe es vencido por el destino. En la primera y la última hay conflicto. En la segunda, no. A ella pertenece Trajano”. ¡Deduzca el lector dónde nuestro momento!

Después de su campaña germánica, es nombrado emperador y hace su entrada en Roma a pie- lo que nunca había sucedido-, con manifiesta sencillez y exclama: “Quiero tratar a los demás como yo quisiera ser tratado si no fuera emperador”.  Tácito alaba a Ulpio Trajano asegurando: “en su tiempo cada cual podía pensar lo que quería y decir lo que pensaba”.  Suena a música liberal, “brisas liberales” las llama Montero Díaz.

Trajano, el general de la Bética es un romano de rancio abolengo. Nace el año 53, es pretor, gobernador de la Tarraconense y de Germania. Adoptado por Nerva, será emperador a los cuarenta y cinco años. Trajano “coloniza para la eternidad”, conquista a partos y dacios, a los germánicos y gobernará guiado por el cálculo y la prudencia.

Según Eutropio, cuajó de arte Roma, España, África, Italia, Oriente, reconstruyendo la destruida Antioquía. Hizo edificios, puentes, calzadas, acueductos, fortalezas. Para él “el bienestar de su patria radica en la agricultura como base vital y en la guerra como destino colectivo”. Y a eso se dedica con mano de seda y autoridad de bronce.

El estoicismo, con su punto de acendrada rebeldía, incita a la crítica del estatus imperial, corroe las bases del estado, socaba las viejas jerarquías, porque contiene un sentido tan fuerte de autoridad como de nobleza. Firme con el poderoso y tolerante con el vulnerable. Trajano tan imperial y respetuosos de las jerarquías, jamás pasa los límites. No es un estoico puro, pero es generoso, leal al decoro del estado, senequista ejemplar, duro, vive con modestia, como su hermana y su mujer, inusual en un emperador.

Para Montero Díaz: “Trajano es, pues, un traductor de su propia grandeza a fórmulas escuetas, exactas, infalibles […] intérprete fiel del destino irrevocable y único de su tiempo”. Sobrio, austero, castrense, tenaz, fiel.  ¡Igual que los gobernantes actuales!

                                                                                                                    Tomás Paredes

                                                                                               Presidente H. de AICA Spain   

 

Recordando… Narciso Sentenach y Cabañas

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Narciso Sentenach y Cabañas

SENTENACH Y CABAÑAS, Narciso     P E          <1925                       05.feb.1853          CORDOBA        MADRID    26.ago.1925

Retrato de Narciso Sentenach de la Colección del Ateneo de Madrid

 

Narciso Sentenach Cabañas nació en Soria, el 5 de febrero de 1853.

Su padre, catedrático, fue nombrado director del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Córdoba, ciudad a la que se trasladó la familia, y donde pasó su infancia y juventud.

Allí estudió también Derecho y Filosofía y Letras, alternando sus clases con las de pintura y escultura en la Escuela Provincial de Bellas Artes de Sevilla, si bien también estaba interesado por las artes industriales y artesanales.

1907

 

A la Exposición de Cádiz de 1879, presentó un óleo titulado Jesucristo.

Amigo de juventud del escritor, historiador del arte, ceramófilo y arqueólogo español José Gestoso y Pérez, con él recorría los barrios de Sevilla en busca de antigüedades romanas y árabes; juntos, escribieron la obra Estudios sobre cerámica sevillana, publicada en 1882.

En 1884 participa en la Exposición Literario-Artística organizada por la Asociación de Escritores y Artistas en el palacio de Lucas Aguirre, con una pintura titulada, Escena del Quijote.

 

ABC, 1912

 

A partir de 1886 sus cuadros ilustran revistas como La Ilustración artística y comienza a impartir conferencias relacionadas con el mundo de la arqueología. Sus escritos sobre artistas también se pueden leer en diarios y publicaciones.

En 1889 comenzó sus estudios en la Escuela Superior de Diplomática en Madrid, ingresando en 1893 por oposición, en el Cuerpo Superior de Archiveros, Arqueólogos y Bibliotecarios, siendo su primer destino la dirección del Museo Arqueológico de Tarragona.

En 1892 presentó a la Exposición Nacional de Bellas Artes una Reconstrucción de una portada de la Mezquita de Córdoba, proyecto en barro.

En 1893 ya es considerado por la prensa como “escritor de reconocida competencia americanista”.

 

El artista en 1917

 

De hecho, fue miembro organizador de la Exposición Histórico Americana y obtuvo su traslado al Museo Arqueológico Nacional (MAN) en 1894, donde trabajó en la antigua Sección Etnográfica, labores que compatibilizó con la Biblioteca del Mapa Geológico desde 1901.

En esos años, organizó una exposición de las colecciones de la casa de Osuna y publicando varios artículos sobre pintura, escultura y artes decorativas españolas.

Entre 1902 y 1903 trabajó bajo las órdenes directas del Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Álvaro Figueroa y Torres Mendieta, conde de Romanones, aunque continuó adscrito al MAN.

Desde 1911 y hasta el año 1917 ejerció como Jefe de la Sección Etnográfica del MAN, mostrando gran interés por las culturas precolombinas.

Se interesó especialmente por los Catecismos de la doctrina cristiana en jeroglíficos indígenas americanos y publicó un estudio sobre ellos.

Mujer reclinada y El hombre prehistórico

 

Allí trabajó  con algunos de los más reconocidos arqueólogos que ha tenido España, como José Ramón Mélida.

Aunque había redactado varios trabajos sobre Arqueología y Numismática fue a partir de la promulgación de la Ley de Antigüedades de 1911 y la consiguiente creación de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades cuando dirigió campañas arqueológicas, con sus correspondientes memorias, supervisando las excavaciones de Tiermes (1912), Clunia (1913-14), Bilbilis (1917), Nertobriga (1919), Sertobriga (1919) y La Bureva (1925), donde recogió importantes objetos que hoy forman parte de las colecciones del Museo Arqueológico Nacional.

Posteriormente, pasó al Museo de Reproducciones Artísticas, del que fue Director hasta su jubilación en 1923.

En 1907 ingresó como académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, con un discurso sobre la Evolución de la escultura española, al que contestó su gran amigo José Ramón Mélida, y una de sus obras más interesantes.

Secretario perpetuo de la RABASF desde 1924, secretario de Comisión Mixta de las Organizadoras de las Provinciales de Monumentos; en sus últimos años, bibliotecario y contestó a los discursos de ingreso de Marceliano Santamaría y Mateo Inurria.

En 1911 reconoció como auténtico el retrato de Cervantes que existe en la Real Academia Española.

En 1915 presentó una maqueta al Anteproyecto del monumento a Cervantes que se situaría en la Plaza de España de Madrid, junto al arquitecto Eladio Laredo.

Baile popular

Molino de La Albolafia

 

En 1924, La Esfera publicaba una lámina con una de sus pinturas que se había exhibido en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, con un texto en el que se leía:  “La personalidad interesante de Narciso Sentenach se manifiesta en múltiples aspectos literarios y artísticos. Es autor de numerosas series de obras Críticas y de divulgación estética, considerada entre los eruditos por su valor documental y su vasta profundidad de conocimientos. Con igual fervor cultiva Sentenach la escultura y la pintura, tomando parte en Certámenes y Exposiciones nacionales, donde ha obtenido justas recompensas. Muestra de sus dotes pictóricas es el cuadro «Un hombre prehistórico», expuesto recientemente en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y que se reproduce en esta página”.

Bibliotecario del Círculo de Bellas Artes, miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo y secretario del Ateneo de Madrid.

Durante los últimos años de su vida se centró en la elaboración del Catálogo Monumental de Burgos, el cual quedó inédito.

Fundador de la Sociedad de Folklore Andaluz en 1881, colaboró y publicó artículos en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, de cuyo consejo de redacción formaba parte, al igual que del de la Gaceta de Bellas Artes, en la Ilustración Española y Americana y muchas otras revistas de la época.

Asiduo participante en las principales tertulias artísticas de Madrid, especialmente en la del conde de Valencia de Don Juan, quizá la más sobresaliente de todas ellas.

Falleció en Madrid, el 26 de agosto de 1925.

La del alba seria, Casa Moreno. Óleo sobre lienzo

Apunte, capilla y parte interior del hospicio

 

A su muerte, su gran amigo José Ramón Mélida, publicaba una semblanza del pintor, escultor, historiador de arte, arqueólogo y crítico de arte en la Revista de archivos, bibliotecas y museos:

Con cruel rapidez, una dolencia mal conocida o encubierta nos arrebató, en 26 de agosto último, al excelente compañero y amigo don Narciso Sentenach y Cabanas, cuya labor inteligente en el Museo Arqueológico Nacional y en la Dirección del de Reproducciones Artísticas han sido bien notorias. Al dedicarle estas líneas, recuerdo que no hace mucho tiempo visitó Soria, con el deseo de examinar las ruinas de Numancia, y movido por un deseo más íntimo, conocer su cuna, pues había nacido en aquella ciudad. Pero criado en Córdoba y habiendo cursado sus estudios en Sevilla, en el ambiente intelectual de Andalucía despertaron sus aficiones artísticas, a las que se consagró en Madrid … Sus estudios arqueológicos granjeáronle desde entonces merecida reputación. En libros, artículos y conferencias señaló las dos orientaciones de su actividad: la investigación y examen crítico del arte representativo español y el conocimiento de las antigüedades exóticas, especialmente las americanas. Fruto de unos y otros estudios fueron sus libros La Pintura en Sevilla y La Pintura en Madrid, y el Ensayo sobre la América Precolombina… A él son debidos algunos esclarecimientos importantes; por ejemplo, la demostración clara de que la imagen de San Juan Bautista, conservada en la histórica basílica fundada por Recesvinto en Baños de Cerrato, lejos de ser producto del arte visigodo, como se había venido creyendo, es una estatuilla del siglo XIV. Sentenach fue asimismo el primero, según creemos, en reconocer como auténtico retrato de Cervantes la tabla que ostenta en sitio de honor la Academia Española. Muy estimables han sido sus trabajos de excavaciones en las ruinas de Termes, Clunia, Bílbilis, Segóbriga, de los cuales recogió importantes objetos, que hoy figuran en el Museo Arqueológico Nacional… En toda la labor, labor muy larga y continuada, resaltó siempre su amor a las Artes, lo que le movió también a cultivarlas. Sentenach era un artista de corazón. Hombre íntegro, leal, afable y buenísimo, se granjeó generales simpatías y afectos, a los que supo corresponder con largueza. Fue un amigo fraternal, ¡Descanse en paz!”

De él también publicó La Esfera …”Una ilustre personalidad, honrosamente destacada en el campo del estudio y la investigación artísticos, ha desaparecido recientemente: don Narciso Sentenach y Cabañas, infatigable investígador de nuestro arte viejo, amante, sobre todo, de nuestra escultura… Era D. Narciso Sentenach una persona cultísima, de la más exquisita caballerosidad y del más noble entusiasmo por cuanto con el arte se relacionase… Su muerte es una sensible pérdida para el campo de los estudios sobre nuestro arte viejo. Descanse en paz el ilustre académico”.

Obras:

La pintura en Sevilla: Estudio sobre la escuela pictórica sevillana desde sus orígenes hasta nuestros días, Establecimiento Tipográfico de Gironés y Orduña, 1885.

Catálogo de los cuadros, esculturas, grabados y otros objetos artísticos de la antigua Casa Ducal de Osuna, expuestos en el Palacio de la Industria y de las Artes. Segunda edición, corregida y aumentada. Madrid, Est. tip de la Viuda é Hijos de M. Tello, 1896.

La lengua y la literatura sánskritas ante la crítica histórica: Conferencias dadas en el Ateneo de Madrid en las noches del 7 y 11 de enero de 1897, Imprenta La Verdad, 1898.

Ensayo sobre la América precolombina, Toledo: Impr. y Librería de la Viuda e Hijos de J. Peláez, 1898.

Estudios sobre numismática española, Tip. de la Revista de Arch., Bibl. y Museos, 1905 (2ª ed., id., 1906-1909, 3 vols.).

Narciso Sentenach y José Ramón Mélida, Evolución de la escultura española: Discursos leídos ante la Academia de Bellas Artes de San Fernando, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando – Nueva imprenta de San Francisco de Sales, 1907.

La pintura en Madrid desde sus orígenes hasta el siglo XIX, Madrid: Administración del «Boletín de la Sociedad Española de Excursiones», 1907.

Bosquejo histórico sobre la orfebrería española. Madrid: Revista de Arch., Bib. y Museos, 1909.

Los grandes retratistas en España, Fototipia de Hauser y Menet, 1914.

El Escudo de España, Madrid, Revista de Arch., Bib. y Museos, 1916.

Técnica pictórica del Greco, Fototipia de Hauser y Menet, 1916.

Catálogo Monumental de Burgos, Inédito, 1922 – 1924.

Multitud de artículos y ensayos publicados en distintos medios.

España ibérica, del I Salón de Otoño

Anteproyecto del Monumento a Cervantes

 

Narciso Sentenach y la AEPE

Socio que participó en el I Salón de Otoño de 1920, en el que aparece inscrito como Sentenach y Cabañas, D. Narciso, natural de Córdoba; reside en Madrid, calle de Apodaca, núm. 20. En aquella ocasión lo hizo con la obra

941.- España ibérica, escultura

Al II Salón de Otoño de 1921 presentó la pintura:

250.- Un alcalde, óleo, 1,08 x 0,94

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Julio Moisés

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

La Gaceta de Bellas Artes: 1932-33

Como venimos viendo en los últimos meses, entre  1932 y 1933, el comité de redacción de la Gaceta de Bellas Artes estaba integrado por: Enrique Estévez Ortega, Emilio Romero Barrero, Julio Moisés Fernández de Villasante, Julio Vicent, Juan Adsuara, Enrique Pérez Comendador, Francisco Llorens, Luis Rubio, Ramón Pulido, Guido Caprotti, Carlos Casado, Luis Benedito, Miguel Lucas S. Mateo y Fructuoso Orduña

Además, comenzaron a colaborar asiduamente Julián Moret y José Prados López. Varios de nuestros colaboradores lo eran también de otros medios, como Emiliano M. Aguilera de El Socialista, Santiago Camarasa de Avance, Gil Fillol de Ahora, Javier Tassara de Metrópolis y A. Méndez Casal de Blanco y Negro.

En 1933 era redactor jefe el crítico Enrique Estévez-Ortega, y figuraba como Director Julio Moisés, Presidente de la Asociación. El cambio de año y de redactor-jefe dieron su toque cambiando la cabecera y primeras hojas, y no tanto el resto, salvo el comité de redacción, que poco a poco va rotando.

Se editó con sumo cuidado la revista, procurando darle un interés vivo y documental, recogiendo en sus columnas con toda amplitud, libertad e independencia no sólo el movimiento artístico español, sino también el movimiento de Arte en el extranjero.

La Gaceta de Bellas Artes era la única revista de arte en España con aparición periódica, y de su importancia y difusión es buena prueba el que de algunos números fue preciso duplicar la tirada habitual para satisfacer la demanda de ejemplares, y cuyo éxito era debido en gran parte al esfuerzo personal de Estévez-Ortega y a su generosidad, que suplió las dificultades económicas en algunos casos con otros medios puestos al servicio de la revista y a mayor gloria de la Asociación y a la colaboración de José Francés, Ramón Pulido, José Prados López, Cecilio Barberán, Julián Moret, Vegué y Goldoni, Santiago Camarasa, Emiliano Martín Aguilera y otros.

 

Julio Moisés

FERNANDEZ de VILLASANTE, Julio Moises    P     1910(N)    9.ene.1888   TORTOSA   CADIZ/MADRID/TORRELAVEGA 22.jul.1968

Presidente de la AEPE

Socio de Honor

Autorretrato

 

Julio Moisés Fernández de Villasante, conocido artísticamente como Julio Moisés, nació el 9 de enero de 1888 en Tortosa, Tarragona.

Su padre, Fernando Fernández, era marino de guerra, tuvo continuos traslados debido a su trabajo, por lo que la familia vivió primero en Tortosa, para trasladarse luego a Villagarcía de Arosa, Pontevedra, La Guardia y el Ferrol, La Coruña, donde con siete años pinta sus primeras tablitas al óleo y posteriormente a Cádiz, donde Julio pasó su infancia y adolescencia.

En esta última ciudad andaluza, estudió en la Escuela de Bellas Artes con el que también fuera socio de la AEPE, Fernando Abarzuza, junto con el que entre 1909 y 1910, decoró el Gran Teatro de la ciudad y restauró las pinturas del Antiguo Hospital de Mujeres.

En esos primeros años definió también su tendencia hacia el retrato, género con el que alcanzó gran prestigio, llegando a retratar a la sociedad de la época.

En la Exposición Hispano Francesa de Zaragoza, celebrada en 1908, obtuvo la Tercera Medalla.

A la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1912, a la que se presentaba por primera vez, presentó una obra con la que logró la Tercera Medalla.

El artista fotografiado en 1947

Autorretrato

 

En ese mismo año se traslada de nuevo su familia a Barcelona, donde Julio establece su estudio iniciando con gran éxito su carrera como retratista, ciudad en la que se creó una clientela fiel de la alta sociedad, que reclamaba retratos con los que se hizo un nombre y atesoró prestigio.

En 1914 expuso en la Sala Parés, siendo presentado como un pintor madrileño, donde se exhibieron distintos retratos de miembros de la burguesía catalana, como los de los marqueses de Castelldosrius, del doctor Ferrán, de la señorita Sansalvador…

En 1915 concurrió nuevamente a la Exposición Nacional de Bellas Artes, obteniendo una Primera y una Segunda Medallas.

El artista en dos fotografías de 1915

 

Fue un enorme triunfo y todo un éxito que le proporcionó popularidad y prestigio, apareciendo en la prensa del momento, que le dispensó amplios reportajes y comentarios.

En la revista La Esfera del 9 de octubre de 1915, junto a las fotografías de ocho cuadros en blanco y negro y dos en color a toda página, se podía leer …”Niño aún, se trasladó a Cádiz. Ahondando un poco en el arte de Julio Moisés, tan severo y sensual a un tiempo, veremos cómo Andalucía influyó sobre el tortosino, nieto de romanos. (…) hizo sus primeros estudios en la Escuela de Bellas Artes, donde obtuvo diversos premios y logró distinguirse de entre sus compañeros. En plena adolescencia dejó la escuela y se dedicó a trabajar por su cuenta y riesgo, prescindiendo de otras enseñanzas que las que no fueran el natural y la cultura de museos. (…) En Cádiz realizó Julio Moisés varias obras de arte decorativo en unión del pintor Abarzuza, tales como el techo, sala, foyer y vestíbulo del Gran Teatro y restauración y pinturas murales de la iglesia del Hospital de Mujeres(…) Su nombre era conocido por los profesionales; se asomaba tímidamente a los catálogos de exposiciones catalanes y todavía los encargos de retratos bien retribuidos estaban un poco lejos. Fue después de la tercera medalla obtenida en la Exposición Nacional de 1912 cuando Julio Moisés logró destacarse. En aquella Exposición presentó tres cuadros: Vía Crucis, El santero y un retrato de señora”.

Aprendiz de pintor, del XVIII Salón de Otoño

 

En la Exposición Internacional de San Francisco, California, de 1916, logró la Medalla de Oro, y también ese mismo año, en la Exposición Internacional de Panamá, obtendría la Medalla de Plata.

En 1920 traslada su residencia a Madrid, a la calle Lope de Vega, 47, ocupando también una plaza como profesor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la que llegaría a ser académico en 1947 y más tarde terminaría dirigiendo, al igual que sus amigos pintores y Socios Fundadores de la AEPE Eduardo Chicharro y Manuel Benedito.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1920 obtiene la Primera Medalla.

En 1923 fundó una Academia Libre de Arte por la que pasaron numerosos alumnos que ocuparían muy diversas generaciones artísticas.

Bailaora

Bocetos para una capilla

 

A la Exposición Internacional de Pintura, Escultura y Grabado de Barcelona de 1929, presentó tres desnudos, logrando la Medalla de Oro con el titulado Eva, una obra en la que es deudor de la tipología inaugurada por Goya y que continuó Zuloaga. Se trata de una hermosa figura femenina recostada sobre una cama, mirando atentamente al espectador.

El desnudo sería uno de los temas preferidos a lo largo de su vida, unas obras académicamente correctas, pero que exhumaban una sensualidad completamente inusual en la época; desnudos que tuvieron además un buen éxito comercial.

Considerado un excelente retratista, sobre todo para el tipo de clientela que el artista tenía, alcanzó un gran prestigio en la sociedad madrileña. Como dijo Gaya Nuño: “Madrid es el campo de acción adecuado para los retratistas del gran mundo entre los que destacan Anselmo Miguel Nieto y Julio Moisés”.

En 1928 fue llamado al Palacio de Oriente para hacer los retratos de la reina Victoria Eugenia y del rey Alfonso XIII, prueba de la aceptación oficial y social que tenía el pintor.

En 1935 realizó un extenso viaje por Iberoamérica. Estuvo en Argentina, Uruguay y Brasil, consiguiendo un gran éxito, lo que no es de extrañar dada las características de su obra que tenía como tema esencial a la mujer.

Bodegón con ave

Bodegón de limones

 

Cabe decir que creó una tipología determinada: mujeres esbeltas, de labios gruesos, en actitud sensual o bien de recogimiento, pero siempre bellas.

El reconocimiento oficial se hizo patente también al ser llamado como miembro del jurado de admisión de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de los años 1941, 1943 y 1948.

En 1950 Tortosa le organizó una exposición homenaje a un artista nacido en su suelo, pero con el que no había existido la menor relación. Fue un reencuentro accidentado. La muestra, que constituía un acontecimiento social al que estaban invitados las autoridades de la ciudad y el obispo de la diócesis, sólo fue vista por ellos. Se exhibían algunas figuras semidesnudas, lo que molestó profundamente al obispo que salió rápidamente de la sala. Una vez se marchó la comitiva, la llave se perdió y la muestra permaneció cerrada.

Académico correspondiente de la Hispano-Americana de Cádiz.

Julio Moisés falleció en Suances, Santander, el 22 de julio de 1968, cuando contaba con 80 años de edad.

Distintos paisajes, escenas y marinas de Julio Moisés

Julio Moisés y la AEPE

Designado por la Asociación de Pintores y Escultores, fue Jurado de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1924.

En 1929, entró a formar parte de la Junta Directiva de la AEPE.

En 1930 fue elegido Presidente de la AEPE, permaneciendo en el cargo hasta enero de 1936.

En 1932 formó parte del Comité para estudio de los reglamentos para una Federación de Artistas.

Representó a la Asociación en la Comisión para la Ley de Propiedad Intelectual en 1934.

También formó parte del Comité Ejecutivo para el II Congreso Nacional de Bellas Artes de 1945.

Socio de Honor en el Salón de Otoño de 1922.

Fue Jurado en los Salones de Otoño de 1923, 1930 y 1934.

Participó en los siguientes Salones de Otoño:

III Salón de Otoño de 1922:

562.- Retrato, óleo, 1,17 x 1,20

563.- Retrato, óleo, 1,20 x 1,05

IX Salón de Otoño de 1929

326.- María Aurelia, óleo, 1,40 x 1,15

X Salón de Otoño de 1930

172.- Natalia, óleo, 1,30 x 1,00

XI Salón de Otoño de 1931

55.- Gitana, óleo, 1,31 x 1,17

XII Salón de Otoño de 1932

24.- Candor, óleo, 0,90 x 0,75

XIII Salón de Otoño de 1933

30.- Estudio, óleo

31.- La roja, óleo

XVIII Salón de Otoño de 1944

122.- Aprendiz de pintor, óleo

XX Salón de Otoño de 1946

19.- Estudio, óleo

XXXIX Salón de Otoño de 1968

Retrato del Cardenal Herrera Oria

Desnudo

Figura

 

Aquí dejamos una muestra de algunos de sus característicos retratos

 

 

 

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