Justa Pagés

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Justa Pagés

PAGES GONZALEZ BALANDRES, Justa            P            1944                             1915             MADRID                             MADRID

 

La muralista Justa Pages González Belandres, era natural de Madrid, si bien su familia debía proceder de la vecina localidad de Paracuellos del Jarama.

De Justa Pagés se conocen pocos datos personales, aunque sabemos que tenía una hermana llamada Teresa y trabajaba en el Instituto Nacional de Previsión perteneciente al Ministerio de Trabajo.

En algunas referencias se cita que era natural de Madrid, y que había nacido en 1917. Sin embargo, en la ficha de inscripción en la Asociación de Pintores y Escultores consignó como fecha de nacimiento la de 1915. Si hubiera sido al revés, tomaríamos como referencia la de 1917, por eso de que quizás la coquetería femenina le hubiera hecho quitarse algún año, pero nos parece más lógica tomar la de la entidad, expresada por ella misma.

Poco más sabemos de su infancia y adolescencia, salvo que se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y que a lo largo de su vida residió en la calle Rodríguez San Pedro, antiguo 64 y 70 moderno, de Madrid.

En 1941 se presenta a la Exposición Nacional de Bellas Artes con el cuadro titulado “No todo es coquetería…”, que merece menciones especiales en la prensa al ser considerada obra de una autora “no exenta de cualidades… ya en el modo de pintar, de grabar o de esculpir de ella”…

A la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1943 presentó una estampa de ilustración que era un tríptico titulado “Regina Pacis”.

En 1944 en el antiguo Lyceum Club se instaló el Centro Cultural Medina, en el que la Sección Femenina se encargó de realizar exposiciones renombrándose como Círculo Medina. Ese año, organizó una exposición que se inauguró primero en los salones de El Escorial y posteriormente se trasladó a Madrid, en la que se exhibieron 70 obras de artistas como María del Carmen Álvarez de Sotomayor, Pilar Largarde, Aurora Mateos, Marisa Roësset, Rosario de Velasco, Justa Pagés y Eulalia Luna entre otras.

En el año 1947 se organizó otra exposición de arte llevada a cabo por la Delegación Nacional de la Sección Femenina de FET y JONS en el Círculo Cultural Medina, que permaneció abierta entre los días 2 y 16 de abril. Entre las artistas que figuraron encontramos a María Del Carmen Álvarez de Sotomayor, María Josefa , Pilar y María del Rosario Álvarez de Sotomayor, Pilar Barrera, Pilar Carrillo de Albornoz, Tere Font, Josefina Gallo, Irene Gracia, Pilar Gracia, Ana María Jurado, Emilia Lagarde, Merche Leza, Aurora Lezcano, Marquesa de O’ Reilly, Eulalia Luna, María Josefa Luna, Sofía Morales, Justa Pagés, Amelia Portella, Marisa Roësset, Maruja Rodríguez de Aragón y María Ana Rojas.

Fue en ese mismo año en que Justa Pagés realizó una Exposición en los Salones Macarrón de Madrid, exhibiendo composiciones religiosas, figuras y bodegones.

José Francés firmó una reseña en La Vanguardia con motivo de esta exposición, en la que decía que …” Justa Pagés muestra en las Salas Macarrón un vigor masculino, un rigor robusto. Grandes lienzos de composición, retratos, temas místicos. Aquí hallamos una capacidad fuerte, expresiva e incisiva. El afán creador disciplinado por un feliz aprendizaje de la forma y del color.  A veces es casi áspero de tan penetrante ese afán realista de Justa Pagés. Para ella, el postimpresionismo se viriliza de naturalismo, de terrible preocupación realista. El modelo humano encuentra en ella tenaz, exigente interpretación. Me parece uno de los más recios artistas de nuestro tiempo, aunque a muchos les parezca ver ausencia de sensibilidad peculiar femenina”.

«Melodía estival «del 23 salón de otoño

 

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1948 estuvo presente con una composición de tipo mural. Ese año participó además en el Salón Nacional de la Acuarela que organizaban los Amigos del Arte, destacando el diario ABC …”en la pintura de figura, el escorzo en enérgico modelado de Justa Pages”…

En el XXIV Salón de Otoño de 1948 obtuvo la Primera Medalla.

En 1949 su obra estuvo presente en la Exposición de Arte, Pintura y Escultura Modernas, Arte Retrospectivo y Carteles que se celebró en Sevilla, en el pabellón de Perú.

Participó también en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1950, en cuya crítica,  Manuel Prados López señaló que …”No queremos dejar de citar obras que justifican esencialmente el prestigio del certamen. Así, recordamos: “Títeres”, de Justa Pagés”….

En 1952 participó en la Bienal de Dibujantes, Acuarelistas y Grabadores Españoles y Americanos que se celebró en el Palacio de Cristal del Retiro.

Ese mismo año, en la Exposición Nacional de Bellas Artes, Camón Aznar aseguraba de su obra que …”El gran lienzo de Justa Pagés es de un audaz sentido historial, compuesto como un friso, pero con el fallo de los cuadros modernos de tema religioso. Mientas los personajes del séquito evangélico se hallan efigiados con normales carnaciones, la figura de Jesús decae y se desvanece en flojos rasgos de la más lacia cinografía”…

Sin embargo, la obra titulada “Pasaje evangélico” que tan poco gustó a Camón Aznar, mereció Medalla de Tercera Clase, según publicó el BOE, pese a que en distintos diarios de la época, figurara que había conseguido la Medalla de Primera Clase.

José Camón Aznar firmaba una pequeña crítica en el ABC de noviembre de 1952, con motivo de otra exposición que la artista realizó junto a Fernando Briones y Juan Mirasierras, en la que apunta que “En los cuadros de Justa Pagés hay que consignar, como su principal virtud, un dibujo muy firme y de líneas amplias. Pero su pintura es dura, con un empaste monótono y opaco. Lo más estimable de estos lienzos es su concepción sólida y corpulenta, que en alguna composición modela fuertes volúmenes. Es lástima que las masas de color que los cubren resulten tan apagadas y faltas de calidades. Este arte quizá se vitalizaría si se le diera una mayor importancia a la luz, matizando sus efectos y aligerando la sequedad cromática con brillos más fugaces”.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1954, el ABC destaca que  …”en el cuadro de Justa Pagés, las formas son en exceso sólidas y de maciza corporeidad”.

Mujer trabajando. Justa Pages. Fototeca_MORENO

 

Justa Pagés fue una de las artistas que realizó distintas obras para el Instituto Nacional de Colonización.

El Instituto para la Reforma y el Desarrollo Agrario (IRYDA), que antes se llamaba Instituto Nacional de Colonización (INC), se creó en 1939 como  instrumento de la nueva política agraria, dependiente del Ministerio de Agricultura. La estrategia política sustituía la  redistribución de la tierra por una política de colonización  basada en la transformación del medio rural que permitiera asentar en pueblos de colonización un campesinado autosuficiente.

Su incidencia social, económica, agronómica y paisajística fue innegable. En la comunidad científica hay unanimidad en la relevancia de la obra arquitectónica de la política de colonización, expresada fundamentalmente a través de la construcción de más de 300 nuevos pueblos en toda España, situados en las cuencas de los ríos, suponiendo la actuación urbanística más importante de las realizadas en el medio rural en España en el siglo XX.

Cada uno de esos pueblecitos contó con una nueva parroquia, cuya decoración estuvo a cargo de alrededor de 70 artistas como Manuel Millares, Pablo Serrano, Manuel Rivera, Manuel Herández Mompó, Arcadio Blasco, Amadeo Gabino, Rafael Canogar, Manuel Mampaso, Antonio Suárez, Antonio Valdivieso, José Luis Sánchez, Carretero, José Vento, Isabel Villar, Menchu Gal, Justa Pagés, Teresa Eguíbar, Pablo Serrano Delhy Tejero, Arcadio Balsco, los hermanos Atienza, Antonio H. Carpe, Julián Gil, José Luis Vicent, Antonio Povedano …

La iglesia desempeña un papel fundamental en el panorama español de la posguerra, por ello, una de las partes más importantes y más representativas de estos nuevos pueblos de colonización van a ser sus iglesias; unos edificios que fueron dotados de los elementos necesarios para llevar a cabo los rituales religiosos: mobiliario litúrgico (mesas de altar, pilas bautismales, pilas para el agua bendita, confesionarios, lámparas, veletas, campanas, etc.) y otros elementos donde cabía una mayor intervención de los artistas plásticos (pinturas, esculturas o mosaicos), todo ello regido por las pautas de funcionalidad y síntesis.

Al tratarse de obras construidas de nueva planta, la dotación del INC debía ser completa. Esto ayuda a la realización de la “obra de arte total” que se buscaba recuperar en los años ’50, a lo que se une el interés en la posguerra por volver a usar las técnicas tradicionales, condicionados por la situación que se vivía, en la que los materiales tenían que ser por necesidad los de la tierra y las técnicas artesanales, volviendo al trabajo tradicional y permitiendo la integración de las artes.

El INC siempre defendió unos valores estéticos avanzados, como la introducción de la abstracción, gracias a José Luis Fernández del Amo, Director del Museo Nacional de Arte Contemporáneo, que a la vez era arquitecto del Instituto desde 1947, siendo él mismo el que recomendó a las autoridades el encargo de murales y esculturas al gusto de la nueva estética que no fue entendida por todos, lo que llevó a que muchos obispos no quisieran bendecir algunas obras, retirándolas o destruyéndolas en el peor de los casos. Aunque la realidad es que no todo fue arte de vanguardia.

Para Fernández del Amo, si la arquitectura tomaba conciencia de su responsabilidad en la formación de un ambiente que mejorara la condición del medio y aportase alegría de vivir del hombre, una buena parte había de corresponderle al arte, siendo el arte religioso, en palabras de José Luis Sánchez, el único arte social aplicado que se podía hacer en España entonces.

Una de estas manifestaciones, ligada indisolublemente a la arquitectura, era la pintura mural, entendida como superación de la pintura de caballete y portadora, además, de un destino social. Desde las páginas de la Revista Nacional de Arquitectura se insistía en que había que romper la división de funciones y el arquitecto debía ser a la vez muralista, una idea de arquitecto total que concibe toda la obra completa, desde la arquitectura hasta su decoración y acabado final.

Las bases de esta nueva pintura mural eran el realismo y la religiosidad. Con el muralista José María Sert, se iniciaba una labor de muralismo que seguirían maestros como Daniel Vázquez Díaz, Ángel Carretero, Francisco Farreras, José L. Gómez Perales, Manuel Villaseñor, Justa Pagés, Carlos Lara, Delhy Tejero, Manuel Mampaso, Javier Clavo, etc., siendo los años 50 la década más importante para el muralismo.

Justa Pagés pintó retablos y murales en siete pueblos de Badajoz, de Cuenca y de Toledo.

Según ella misma confesó en una entrevista, su trabajo fue muy gratificante para ella y no tuvieron que convencerla con la promesa de unos billetes para que pusiera manos a la obra, “Lo hubiera hecho gratis”, asegura y piensa que, si tuvo muchos encargos, fue “porque yo no he sido muy vanguardista, sino más bien realista. Había gente que se reía de lo moderno, que no les gustaba y, entonces, me preferían a míSiempre están en contra de lo que se hizo en tiempos de Franco, todo lo critican, hasta los pantanos que se hicieron entonces. Antes no se pensaba en política ni nada de eso; ahora, todo es política”.

En Toledo, y para Talavera la Nueva, una entidad local menor perteneciente al municipio de Talavera de la Reina, pintó el Retablo de la Iglesia parroquial de San Francisco de Asís.

Retablo de Talavera la Nueva

 

En Badajoz realizó los siguientes trabajos:

En la pedanía de Novelda del Guadiana, y para la Iglesia parroquial de Santa María Magdalena, Justa Pagés realizó un tríptico del evangelio alusivo a la santa con La crucifixión de Jesús en la cruz, en el centro y de mayor dimensión, y otras dos menores de la unción de los pies de Jesús en Betania y la aparición de Jesús Resucitado.

Retablo de Novelda del Guadiana

 

En la pedanía de Sagrajas, en la Iglesia parroquial de La Asunción de Nuestra Señora, pintó el retablo.

Para la Iglesia parroquial de La Sagrada Familia de la localidad de Valdelacalzada, en 1951 realizó un mural al temple con el tema de la Natividad, que recrea la adoración al Niño Jesús.

Retablo de Valdecalzada

 

La perspectiva que conforman las figuras laterales centra la atención en la Sagrada Familia, en una composición académica, de trazo firme pero con una paleta de colores apagados y poco definidos, con dos ángeles arrodillados que portan filacterias. Se distinguen dos pasajes: La Adoración de los Pastores que portan ofrendas (una gallina, ovejas y alimentos) en primer término y El Nacimiento de Cristo bajo una choza de madera y paja ocupando el segundo plano. Como fondo se plantea un recinto amurallado y en último término se reconoce, sobre una colina y entre un cielo nuboso, un Calvario. Sobresale la calidad artística y el estilo realista de la obra. Presenta un dibujo preciso y académico; los colores acentúan el potencial expresivo del conjunto.

Para la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe, de las Gargáligas, una entidad local menor cercana a Don Benito, y dentro del Plan Badajoz, realizó dos grandes tablas de la Adoración de la Virgen, hoy en paradero desconocido, que componían el retablo, y que conocemos gracias a una fotografía del Centro de Estudios Agrarios de Mérida y a las facilitadas por matrimonios del pueblo durante su boda. El retablo iba montado sobre una sencilla estructura de hierro y mostraba, bajo la imagen escultórica de la Virgen de Guadalupe, una tabla con dos querubines, y en los laterales, con mayor formato, ángeles orantes proyectados en perspectiva y con los brazos alzados hacia la Virgen. Su morfología, aunque muy dinámica, presentaba un tratamiento algo más académico que el resto de artistas, y es común a los retablos más complejos pintados por ella.

Retablo de Gargálidas

 

Para la Iglesia parroquial de San Miguel de la localidad de El Torno, municipio perteneciente al Valle del Jerte, en Cáceres realizó el retablo de San Miguel,  que según la historiadora Ricarda López, “es bellísimo, de una gran calidad y modernidad”, y que “está firmado por el escultor José Luis Vicent y la pintora Justa Pagés en 1949. Concebido como un tríptico representa en su calle central, en alto relieve, al arcángel San Miguel pisando el dragón; y en las a las cuatro pinturas al óleo con escenas del sacrificio de Isaac, la resurrección de Cristo, la expulsión del paraíso de Adán y Eva y la Coronación de María.

Retablo de la Iglesia de El Torno

 

Después de estos trabajos, sabemos que fue una de las artistas que participaron en un proyecto muy especial: el libro de escritoras más caro de la historia.

Es un ejemplar único en el mundo, encuadernado en piel, en un estuche con piedras y metales preciosos, y que solo un puñado de personas han podido leer

 

Estamos hablando de un libro en tapa dura de piel con seda y raso naturales, con piedras preciosas, platino, oro y plata, zafiros y rubíes; del que solo existe un ejemplar así en el mundo; y que se regaló a Fabiola de Mora y Aragón con motivo de su matrimonio con el rey Balduino de Bélgica, convirtiéndose así en la Reina Belga.

Para su boda, la escritora Juana Marín decidió elaborar un libro homenaje a esta española; la idea le vino de un columna del poeta Raimundo de los Reyes, a quien luego pidió que escribiese el epílogo para el libro.

El proyecto consistía en solicitar a escritoras —y mujeres destacadas en general— que enviasen textos; al mismo tiempo solicitó a dibujantes y pintoras que proporcionasen ilustraciones para acompañar los cuentos y poemas. No era necesario ser escritora, tan solo enviar un cuento o poema y se seleccionarían los mejores.

La cantidad de obras recibida fue inmensa, y se realizó una criba nada despreciable para dar lugar al tomo, de 367 páginas de extensión, lleno de poemas, cuentos, canciones, incluyendo partituras, para las cuales se contó con compositores, e ilustraciones.

Se costeó con las contribuciones recibidas de participantes y demás donantes y, en gran parte, con fondos de la misma Juana Marín y su marido.

El veintitrés de mayo comenzó la encuadernación, obra de Antonio Valencia, en piel de cabra color esmeralda con guardas de seda natural. El estuche que contiene al libro es de la misma piel forrado de raso natural color marfil.

Para rematar la encuadernación y el estuche se llevó a la joyería Villanueva y Laiseca donde le añadieron cantoneras de plata con rubíes sobre oro, el cierre lleva un zafiro, también sobre oro, y en la cubierta tiene una corona real de oro y platino con cinco brillantes, tres esmeraldas, dos rubíes y cuatro esmaltes; los dibujos sobre la piel son de oro y plata y la llavecita es de plata dorada. Así, el uno de junio se terminó la fabricación de este libro y se presentó durante la XX Feria Nacional del Libro en Madrid.

A Fabiola de Mora y Aragón se le entregó en Bélgica, en el palacio de Laeken, la nochebuena de 1961.

Justa Pagés fue una de las ilustradoras.

A partir de estas fechas, poco o nada se sabe de ella, más que dejó de pintar y se dedicó a su familia.

El salvado de las aguas del 22 salón de otoño

 

Justa Pagés y la AEPE

En el XVI Salón de Otoño de 1942 participó con la obra

179.- Calma, óleo

En el XVII Salón de Otoño de 1943 participó con la obra

276.- Otoño, óleo

En el XVIII Salón de Otoño de 1944 participó con la obra

103.- Costureras, óleo

En el XIX Salón de Otoño de 1945 participó con la obra

164.- Trotamundos, óleo

En el XXI Salón de Otoño de 1947 participó con la obra

30.- El Tocado, óleo

En el XXII Salón de Otoño de 1948 participó con la obra

106.- El salvado de las aguas

En el XXIII Salón de Otoño de 1949 participó con la obra

188.- Melodía estival

En el XXIV Salón de Otoño de 1950 participó con la obra

14.- Eva, óleo

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

 

El dibujo: Pedro Martínez Sierra

 

El seis de octubre se inaugura en Ávila, Palacio Los Serrano, una retrospectiva del dibujo de Pedro Martínez Sierra, propuesta por la Fundación Ávila. Coinciden en ella dos hechos insólitos: una institución que apuesta por el dibujo y una obra fundamentada en el desarrollo de su esencia. En medio del naufragio cultural que vivimos, en el mundo del arte, resulta conmovedor encontrarse con este acontecimiento, por lo que felicito a la Fundación Ávila y a sus responsables por hacer posible la publicitación de esta obra excepcional.

 

Autorretrato en fotografía

 

Sin atisbo alguno de ironía o doble sentido. Defender el dibujo es fundamental, no sólo por lo que representa respecto de la configuración de la forma, sino porque se está abonando su desaparición. Encontrar hoy un arquitecto que dibuje o un pintor que lo haga, con prosapia, es empresa arriesgada y dificultosa, cuando no imposible. ¡Hasta catedráticos hay, en una Facultad de Bellas Artes, que estiman más importante saber coser que dibujar! Y no quiero decir más. Por ello y por la entidad plástica que ensalza es importante esta muestra.

El arte está ejecutado por el hombre y es para el hombre. Al margen de toda elucubración, algunas incluso atractivas, el arte se hace para impresionar al hombre, por distintas causas y variados cauces. En consecuencia, hablemos primero del artista, de quien se expresa a través del dibujo, en este caso; luego, de la obra.

Lo que más admiro en Martínez Sierra es su fundada rebeldía. Rebelde de carne y hueso, saboreando el triunfo y el fracaso, el dolor y la gloria, el arcano y el esfuerzo. Todo ser se ilumina en el halo de su misterio. Emotivo, mágico, lúdico, exergónico, cántico. Vuela con el carboncillo tatuando el papel de vida. Es chispa que enciende el fuego, resplandor de lo hondo, el azul del cielo en el fondo del pozo, perito en identificar una cartografía de las emociones.

Siempre tuvo una cabeza caravaggesca, o de efebo dórico, la sigue teniendo, ya de plata coronada. Aquí se muestra un autorretrato fotográfico, soberbio. Se creería que está peleado con el mundo, pero jamás dejó de asirse a la ternura. Trazo puro nervio, fuerza furia fiera, sus huellas dejan surcos y establecen un código de heridas y caricias, de cuerpos contorsionados, listos para saltar, pero contenidos en el fulgor de su viveza. Impulsivo, decisivo, resuelto, convulso, es el hombre camusiano penitente, fedatario, confidente del hermetismo. Brillante, arbitrario, augural, deslumbrante en sus zigzagueantes decisiones plásticas.

Diríase más alto de lo que es, ascensional, sarmentoso, impetuoso, pólvora que estalla en una ambueza de jazmines. Un punto seco, cortante, distante, adusto, como si tuviere necesidad de construir un escudo para proteger su intimidad, donde un rescoldo cenagoso aviva su mordacidad y su claridad entre las sombras; sus dudas y sus certezas. No dibuja lo que sueña, dibuja para soñar, para inaugurar esquejes a las sensaciones.

“La bicicleta”, 100×70 cm, dibujo a carbón y lápiz conté, 1981

 

Siempre a caballo del recuerdo y la esperanza, del escozor y la ansiedad, de la desazón y la intuición, de la luz y las tinieblas, del rito y del mito, de la aspereza y la meguez. Destino contradictorio para un corazón claro, transparente, lacerado, hambriento de darse al por mayor, pero condenado a gotear secretos expresionistas, a buscar a tientas la realidad. En la noche de su adolescencia se fragua la ambición de su madurez.

Aislado, huido, secluso, iba para galeno, pero su rebeldía nazarena acabó inventando formas al sufrimiento, al amor, a las contiendas que los hombres se empeñan en prolongar sin porqué. Administrador del espacio, hace que los cuerpos y las almas se retuerzan exornando imperiosos el carnaval del tiempo; cuerpos y almas que se purifican en el crisol de su idiolecto. Apabullante, sobrado, tímido, en guardia, en celo.

El gesto y la mirada le delatan, no puede fingir, es fieramente humano, duro e imbele a un tiempo, porque aquel que viene del dolor nunca deja de ser vulnerable, nunca dimite, aunque sueñe que es un minotauro, aunque sueñe, aunque tenga todo el derecho del mundo a aparentar una solidez, que termina siendo deleznable.

El trazo sagaz, limpio, impío o benevolente; la mano dúctil a los dictados del cerebro. El corazón es aquí un invitado que se altera o se sosiega sin variar el curso de la sensación. En la agresiva sintaxis de su expresividad, pasamos sin solución de continuidad del endecasílabo al verso de pie quebrado, de la caricia al filo de la navaja, del calor al frío, del sol a la nieve.

El dibujo como un grito, una danza con piruetas y desplantes, exprimiéndose, dándose, girando como un animal que quiere zafarse de la muerte. El dibujo como un manifiesto sin palabras, en cueros, en los huesos, descarnado, histriónico, hirsuto, irónico, agónico. El dibujo no como soporte, sino como juramento, como deseo inconfesable, obsceno y sensual como la lujuria. Lujuria sobria, ascética, provocadora, diáfana, pasional, tal una oración o una blasfemia.

“La contorsionista”, 24×33 cm, dibujo a carbón y lápiz conté, 1990

 

De inicio, el aprendizaje, la ambición de arrancar sus secretos al natural, obsesionado con ir más allá. Desde 1974, sin modelo, profundizando, metido de hoz y coz en descubrir el misterio, en colocarse en las fronteras del paraíso, arañando hasta descarnar para enseñarlo todo, enseñando a vivir en las fronteras

Taxidermistas, equilibristas, palafreneros, izas y rabizas, comblezas y amantes del precipicio. Hombres, mujeres, bestias, bajo el escrutinio del carboncillo, de la perspicacia, analizados sin consuelo ni traición. Escenas que podrían ser retóricas pero que acaban proponiéndose trágicas, anunciando el naturalismo de la poesía esquilea, del expresionismo limpio y duro.

Imágenes látigo, no complacientes, inquisidoras, de esas que meten los dedos en la llaga, sal en las heridas. Y todo ello con la mayor austeridad. Aquí la belleza está en la solercia de la ejecución, en la materialización del proceso, no en el icono; en la manera de destruir la forma para instituir la sensación, en el estilo que deja constancia de un estado de ánimo.

“El sueño del palafrenero”, 24×34 cm, dibujo a carbón, 2004

 

Hay sentimientos y sensaciones que no caben en la estrechez del currículo. Como su decisión de ser cuando lo tenía todo en contra; su pasión por decirse en el dibujo, por mostrarse tal cual y no como parecía. Su soledad en los momentos más festivos, su soledad siempre. La de ser el catedrático de Dibujo más joven de la Complutense. La dedicación de su vida a la docencia del dibujo, el recuerdo de algunos de sus alumnos de que era el único profesor que dibujaba in situ, en la clase, a cuerpo gentil con el carboncillo en la mano.

 Hay sucesos de la vida que no tienen su lugar en una fría relación de hechos. Su participación y dirección de tesis doctorales, su labor en tribunales y jurados, su pertenencia al Comité de ARCO, hasta que no pudo soportar el espectáculo, la confusión de arte y cultura. Son numerosos los textos y ensayos de su autoría, en volúmenes propios o en colaboración acerca del Dibujo. Sus clases, sus conferencias, los galardones recibidos.

“Macaco”, 97×67 cm, dibujo a carbón y lápiz conté, 1989

 

El espectador tiene el privilegio de poder contemplar, en Ávila y hasta el 19 de noviembre, una panorámica de la obra dibujística de Martínez Sierra. Bien es verdad que a zancadas porque las obras están fechadas entre 1974 y 2020, si bien algunas se muestran por vez primera. Pero, son más que suficientes para tomar conciencia de su mundo y conocer su radical expresionismo: su íntima mismidad, su íngrima sensibilidad, la virtud de su línea. No puedo silenciar que la fotografías de los originales se deben a Pedro de Agustín.

En una entrevista que le hice en El Punto de las Artes, 25.II.05, aseguraba: “Dibujar bien no es acertar, es resolver”. Acertar no es lo primordial, tiene connotaciones azarosas, casuales. Resolver alude a establecer un orden conjugando forma y espacio con el tiempo. La fidelidad del dibujo no está en lograr el parecido, sino en mostrar el profundo sentido de las cosas, como definía la poesía James Joyce.

Martínez Sierra no ha hecho más que diez muestras personales desde 1973 al presente. Eso no le ha impedido ser premiado, ni tener una dimensión y una presencia en el dibujo del último cuarto de siglo. Siempre se ha alejado del mercado. Las dinámicas burocráticas no van ni con este hombre ni con esta obra. Pinta al óleo, a la acuarela, a la aguada, pero cuando dibuja se vacía, se atreve a revolucionar: es un transgresor, un chamán de la figuración, un ángel del expresionismo.

Por encima de la admiración a Hans Baldung Grien, a Durero, Goya, Egon Schiele o Balthus, está la fuerza de su carácter, sus demonios interiores que guerrean con la memoria y con los símbolos, con la vida y con la muerte, con la tradición y su renovación. En el colofón de su catálogo de la exposición que hizo con Ángeles Penche, Madrid 2005, colocaba una cita de Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal: “Ten cuidado, cuando expulses a tus demonios, de no expulsar lo mejor que hay en ti”.

“Taxidermista con lince”, 48,05×48,05, dibujo a carbón, 2002

 

Todos vivimos con el peso de nuestra historia y sus avatares, que nadie conoce mejor que uno mismo.  Pedro une el desparpajo visionario de Rimbaud al carácter indeleble de Nietzsche, armoniza la gracia de una mano prodigiosa con los demonios interiores en un discurso genuino, expresivo, profundo, brillante y agónico. Tiene un yatagán de seda en las flores de sus manos.

El dibujo es arte, el arte es hijo de la sorpresa de los sentidos bien afinados, no es ocurrencia, ni milagro, sino conjunción de emociones y necesidades expresivas de las últimas habitaciones del palacio del hombre. El pensamiento ordena para responder, el dibujo conjuga para resolver. Una línea es capaz de retratar el mundo, un carácter, un prodigio, el juego de un mago. Con la austeridad de una línea identificadora no puede competir ni el deslumbre del color.

“Eros y Tanatos”, 24,5×34,5 cm, dibujo a carbón, 2020

 

Los poetas se expresan con palabras, lustrando con ambrosía sus sensaciones; el músico con sonidos; el cineasta con una sucesión calibrada de imágenes; el dibujante con líneas de luz, o bistres, que abren puertas al instinto, a la razón, a la sazón. Tenemos ante nosotros un muro infranqueable, pero queremos traspasarlo, ver la otra orilla, y ahí juega el arte un papel determinante, no por lo que nos muestra, sino por las herramientas que nos facilita para cumplir nuestros retos.

Quien practica el dibujo anhela la perfección, no formal, sino expresiva; la expresión idónea y definitiva. Y sabe que el fulgor no llega cuando uno quiere, sino, a nuestro pesar, cuando se conjugan el cerebro, la mano, la sensación y la sensibilidad y se conjuran para hacer danzar los sentidos con la armonía precisa de la inocencia. Y esos son los territorios que transitan estos dibujos de Martínez Sierra, esquivos, contorsionistas, dolientes, victoriosos o domeñados por sus virtudes originarias.

                                                                                                                   Tomás Paredes

                                   Presidente H. Asociación Española de Críticos de Art/AICA Spain

 

 

Recordando… Julio Antonio

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Julio Antonio

 

Continuando con la saga de artistas que estamos recogiendo a lo largo de estos meses, hoy recordamos a uno de nuestros más ilustres socios. Recuperamos así su memoria, para que no duerma en el olvido.

 

Julio Antonio

ANTONIO, Julio            E           1910(F053)                  ALMADEN            feb.1919

Socio Fundador Nº 53

Autorretrato

 

Julio Antonio Rodríguez Hernández nació el 6 de febrero de 1889, en Mora del Ebro, Tarragona. Fue bautizado con el nombre de Antonio y Julio.

Hijo de Aquilino Rodríguez García, natural de León y alférez de infantería, y de Lucía Hernández Costa, natural de Mora del Ebro, el matrimonio tuvo tres hijos: Julio Antonio, Josefa y Erenia.

La vida militar de su padre, que viajaba constantemente por el este de España, cambió cuando éste fue destinado a Cuba. Entonces la familia quedó bajo la protección de su tío, Ricardo Díaz Rodríguez, Responsable de Administración Civil o interventor de Hacienda y que llegó a ser Gobernador de Tarragona.

Julio Antonio con 3 años

Julio Antonio en 1900

La familia en 1895

 

La tutela que ejerció fue positiva y beneficiosa, ya que el tío y especialmente su madre, siempre apoyaron la dedicación al arte de Julio Antonio, cuya infancia y adolescencia fueron las normales, si bien tenía muy clara su vocación artística.

Sus primeros maestros fueron Luis Viñas Viñals, en Mora del Ebro, y el escultor Bernardo Verderol y Roig y la pintora María Pedrol en Tarragona, donde asistía a las clases del Ateneo Tarraconense para la Clase Obrera.

En 1898 volvió de Cuba su padre, que continuó en la reserva de Tarragona hasta que en 1904 se le concedió el retiro.

Julio Antonio se traslada a Barcelona, trabajando en el taller del imaginero Félix Ferrer.

En 1905 viaja a Murcia, donde realiza un bajorrelieve con la efigie de Juan de la Cierva, y su primer grupo escultórico, Flores Malsanas.

Autorretrato

 

Arrastrando ya problemas de salud, su familia se traslada primero a Valencia, donde Julio Antonio la visita siempre que puede, en constantes viajes a Barcelona y Mora del Ebro, y luego a Almadén, donde su tío trabaja como interventor de una empresa minera.

En Almadén descubre el ambiente minero, el trabajo de las minas, la miseria, cuerpos, torsos y tipos que influirán tan decisivamente en su arte, centrado en el ser humano como tal, con toda su carga de trabajo y de esfuerzo, pero libre y puro, no tocado por connotación de ninguna clase de mensaje social o político.

Allí volverá siempre que puede a inspirarse, dejando dibujos y sanguinas inolvidables sobre los niños y comenzará a idear los primeros bustos de la Raza como el Minero, con el que comenzará su producción más madura.

Con 18 años, Julio Antonio se traslada a Madrid, donde entra a trabajar en los talleres del escultor, fundador y Vicepresidente de la Asociación de Pintores y Escultores, Miguel Blay, del que aprenderá todo y al que según muchos opinan, superará.

Allí trabajará mucho modelando, dibujando y con muchas ansias en un ambiente que se tornó en amistad con el maestro.

Cuando Julio Antonio, pasado un tiempo, dejó de ir tan a menudo al taller de Miguel Blay, su madre, inquieta, se dirigió al maestro, pero éste le contesto: “Señora, vuestro hijo ya no tiene nada más que aprender de mí”.

En una carta a sus padres, Julio Antonio, define su actitud delante de los escultores de la época: “Cuando llegué a Madrid, lo hice adorando al dios Blay con todo el fanatismo de un ingenuo. Menospreciaba, sin saber qué hacía ni qué decía, la escultura de Benlliure, Querol y Marinas… Blay es el único al que respeto en lo que respecta al dominio de la materia, en lo referente a dar calidad, pero eso sí, como artista y escultor, os diré que lo considero un poco mejor que las otras calamidades, pero sólo un poco mejor”.

Distintas fotografías del artista

 

Establece su estudio en la calle Villanueva y acude asiduamente al Círculo de Bellas Artes, donde entabla amistad con otros artistas como Miguel Viladrich y Luis Bagaria.

Sociable y abierto, franco, bohemio, vitalista, emprendedor, generoso, guapo y gentil, con cierta cultura, él mismo escribía: “Soy amigo de casi toda la juventud intelectual: Oroz, Anselmo Miguel, Valle-inclán, Pío y Ricardo Baroja, Alcántara, Solana, Martínez Pérez, Villodas, Juan Francés, Ramírez Ángel, Eugenio Noel, Ramón Gómez de la Serna, Ramón Pérez de Ayala”… Algunos de sus amigos lo definían así:

Para Bernardino de Pantorba “Era un joven de buena estatura y aspecto saludable, por más que la muerte, que ya lo quería para ella… una voz opaca, porque su cara, de piel bronceada, denunciaba una salud campesina, como de hombre que trabajaba al aire libre y el cielo abierto. El torso era amplio, rotundo el pecho y ágiles movimientos. Su cabeza era romana, tenía facciones nobles, frente clara, perfil de medalla, con la nariz aguileña, la boca sutil y la barbilla prominente. Se vestía con ropa tirando a la manera típica de Quartier latin, pero con aire español: gran chambergo, entre Rubens y Cordobés; camisa de cuello amplio y flojo, corbata flotante, capa larga y voladiza y zapatos semi bajos con amplias cintas”.

Victorio Macho decía que “Su cara era bella, de color oliváceo, la boca grande y sensual, ambiciosa de vida, de nariz aguileña, y las manos fuertes, de creador. Tenía tipo de cortijero andaluz y el moreno de barro cocido, pañuelo rojo al cuello y sombrero amplio”.

Tenía el tipo de un romano”, recuerda Pío Baroja.

Todos hemos visto alguna vez a Julio Antonio, calzado con zuecos, torear el frío feroz de Madrid con una capa tronada”, escribía Julio Camba.

El artista trabajando en su estudio

 

En “La Esfera” del mismo día de su muerte, José Francés, quien fuera Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, bajo el pseudónimo de Silvio Lago, recordaba aquellos primeros años: “hace poco más de doce años, Julio Antonio surge en Madrid. Tiene en la sangre y en la cara la sensualidad noble, el ansia pagana y conquistadora que, con un don ancestral de belleza, le otorgó su cuna tarraconense. También trae visiones moras de Córdoba, y en sus pupilas, además, la trágica resignación de la gente que baja cada día a agonizar un poco en las minas. Madrid lo absorbe momentáneamente, le inyecta literaturas, le da aventuras galantes y tertulias de café que desvirtúan si no se dejan a tiempo. Entonces Julio Antonio dibuja. Dibuja frenéticamente, tozudamente, ocho y diez horas diarias delante de la modelo, con una tenacidad aguda e inquisitiva del cuerpo humano… y, de pronto, acompañado de Miquel Viladrich, abandona Madrid y sus círculos y sus mujeres vampiresas para recorrer caminos reales o senderos apartados, pueblos escondidos en la sombra de los siglos o ciudades viejas erizadas de templos”.

De conversaciones de tertulia y de largas divagaciones de su propia imaginación, Julio Antonio iba perfilando ya la realización de una larga serie de bustos que recogerían el amplio espectro humano de toda la Península.

Entre la bohemia, tenía buena relación con cierto mundo de gitanos y de entonces datan numerosos retratos de pastel de gitanas y el bronce de María, la querida que fue del Pernales, retrato de una vieja, el rostro de la cual muestra una bella serenidad entre clásica y oriental.

Julio Antonio y Colombine. Archivo MAMT

 

El ambiente del taller lo recordaba así Gómez de la Serna: “por aquellos días una gitanería habladora y pintoresca invadía el estudio. Julio Antonio hacía el busto de una bella gitana, y dibujaba, con trazos más negros las viejas de la parentela, mientras Viladrich hacía nacer el cabello negro en sus retratos de gitana… Julio Antonio parecía un gitano entre gitanos”.

A final de 1908, Julio Antonio vuelve esporádicamente a Tarragona para hacer una exposición en el Salón de Lectura del Ateneo Tarraconense para la Clase Obrera. La exposición es sobre todo de dibujos, carbón y sanguina, siendo la única que hizo el escultor. De esculturas, solo había un busto de un niño y un relieve titulado Aprendiz de artista.

Julio Antonio diseñó este exlibris de Eugenio Noel

El artista en el taller tocando la guitarra

 

Julio Antonio nunca fue muy amigo de las exposiciones, como no lo era de halagar ningún tipo de público ni de preocuparse de hacer una obra para recibir elogios.

Esta exposición, que fue muy aplaudida por la crítica local, coincide con su primer viaje, en compañía de Viladrich, por tierras españolas. Vitoria, Burgos, Zaragoza, Pamplona, Ávila, en una de las varias veces que tenía que recorrer, a pie o en carro, las tierras castellanas, empujado por esta ansia que siempre tuvo de vivir e integrase con la gente de toda España, con su tierra, con sus paisajes y con los pueblos, y también con su arte.

En verano de 1909, y gracias a la ayuda del estudio de mil pesetas que le concedía la Diputación de Tarragona, Julio Antonio viaja tres meses a Italia, acompañado por su madre. Será el único viaje al extranjero.

Visita Roma, Nápoles y Florencia. Como tantos escultores de la época, los museos italianos le entusiasman, sobre todo Donatello y Miguel Ángel.

Autógrafo del artista

 

De vuelta, pasará por París, visitará el Louvre  y conocerá la obra de Rodin y Bourdelle.

A su regreso de Italia se encierra unos meses en Almadén y trabaja intensamente. Así salen, una detrás de otra, las primeras piezas que él mismo irá englobando dentro de la serie bustos de la Raza, la obra más original y valiosa de Julio Antonio. Pretendía llegar a crear una inmensa galería donde estuvieran representados personajes del pueblo, tipos, caracteres, y rasgos de todas las tierras peninsulares.

Los bustos de la Raza son rostros retratados de las mismas tierras donde habían nacido, como si el paisaje viviera en ellos y se convirtiera en carne y piel, en suprema fusión del hombre y su tierra. Los rasgos de estos bustos son muy diferentes los unos de los otros, pero todos tienen, como antecedente, el interés del autor por crear figuras no solo realistas, sino profundamente humanas, casi retratos psicológicos, es como querer plasmar el alma, el carácter, incluso, casi la ascendencia y el pasado presente en cada rasgo, cada arruga, cada gesto. Y todo eso tratado con una serenidad que es una mezcla extraña de nobleza mediterránea, clásica, con la naturalidad del pueblo más castizo.

La Raza: joven de la Mancha

La Raza: joven de Ávila de los Caballeros

La Raza: minera de Puertollano

Retrato de Julián Cañedo

María la gitana

Minero de Almadén

 

En Madrid acaba el retrato del poeta Lasso de la Vega, una de las piezas más finas de su serie de bustos. En Almadén hace el retrato de los niños Darío y Piedad, el de Rosa María y su autorretrato en relieve. También en esta ciudad acaba el esbozo de la figura en bronce del torero Lagartijo, inicialmente concebido como un monumento, del cual hace esbozos y dibujos, que debía levantarse en Córdoba, aunque este proyecto nunca se convirtió en realidad por falta de interés de la misma ciudad.

Julio Antonio trabajaba, y mucho. Margarita Nelken, que según parece estaba enamorada de él, escribe: “Pocos artistas se deben haber dado a tal fanatismo y tal integridad a su arte. El arte se lo comía, como un nuevo Moloch”.

Más adelante, el escultor llegará a disponer de tres estudios en Madrid: en la calle Villanueva, el de la Cuesta de las Descargas, otro al lado de casa de sus amigos los hermanos Julián y Castor Cañedo, y el más íntimo, el que comparte con sus amigos más fieles, Julián Lozano, el escultor Enrique Lorenzo Salazar, que acabó los principales monumentos que Julio Antonio dejó sin colocar, y el también escultor Santiago Costa, autor del monumento que le dedicó a su villa natal, Mora del Ebro.

Esa extraña fiebre de vivir y trabajar que lo domina, que le obliga a trabajar sin descanso, lo impulsa también a viajar: su obra está permanentemente ligada a constantes excursiones fuera de Madrid, por todas las tierras peninsulares, y de todo eso y de la variedad de emplazamientos de sus monumentos, nos hablan no pocos testimonios.

 

Monumento a Ruperto Chapí

 

Julio Antonio dejó acabados solo cinco monumentos.

De 1911 data su mejor monumento, el que según él mismo, podría quedar como muestra de la escultura que pretendió en sus ambiciones monumentales, el dedicado a los Héroes de Tarragona.

Pero antes, mientras tanto y después de éstos, el artista no paró de concebir, imaginar y hasta plasma y dibujar, construcciones monumentales.

En el Ayuntamiento de Tarragona se había convocado un concurso en memoria de los héroes muertos en el asedio y asalto de la ciudad por los franceses en 1811.

El esbozo presentado, una figura de 38 centímetros, representaba una mujer -personificación de la ciudad- con un héroe muerto en los brazos y otro héroe herido, en el suelo a su lado. Una vez adjudicado el concurso, Julio Antonio tuvo que empezar a trabajar. El escultor se dedicó plenamente y durante mucho tiempo. Primero hizo los bustos de los dos héroes en mármol, verdaderas obras maestras, y después, en bronce, el de Tarraco.

Monumento a los héroes de Tarragona

 

Según confesó su madre, Julio Antonio tuvo el primer vómito de sangre a causa de los disgustos originados por el monumento a Tarragona.

Acudió al Hospital General de Madrid para que le hicieran un primer diagnóstico, y fue allí donde conoció al Doctor Marañón. Cuando se presentó en la consulta, el ilustre médico no lo quiso recibir a causa del exceso de pacientes que tenía que visitar. Alguien le recomendó que le pasara un dibujo suyo a través de un enfermero. El Dr. Marañón salió enseguida a la puerta.

En 1915 lo trató el Doctor Barrachina, de Valencia.

El artista, resignado a sufrir una extraña afección, no abandonó la actividad artística ni la intensa vida social, sino todo lo contrario, se sumergió en sus últimos años, en un intento de agotar, exprimir al máximo cada momento de la poca vida que le habían concedido.

En 1915 el Círculo de Bellas Artes abrió su salón permanente de exposiciones de calle Príncipe con obras de F. Domingo, Muñoz Degrain, Ferrant, Martínez Cubells, Benedito, López Mezquita, Miguel Nieto, Santamaría, Pla, Morera, Nestor, Mariano Benlliure, Julio Antonio y Arnau.

 

Viladrich, Valenciano Nieto y Julio Antonio

 

Los monumentos construidos por Julio Antonio son los siguientes:

Monumento al teniente Braulio de la Portilla, muerto en combate en el Barranco del Lobo, en la Guerra de Marruecos (1909), inaugurado en el “Parque del Oeste” de Madrid el 14 de diciembre de 1913.

Monumento al arquitecto, ingeniero, y arabista Eduardo Saavedra y Moragas, constructor del ferrocarril de Torralba en Soria. Fue colocado en Tarragona en 1913.

Monumento al farmacéutico Camo, colocado en Huesca, hacia 1916. Monumento a Goya, en Fuendetodos, inaugurado el 8 de octubre de 1917, en una jornada memorable organizada por Ignacio Zuloaga, quien además pagó el monumento.

Monumento al compositor Ruperto Chapí, situado en el Parque del Buen Retiro de Madrid, en el que comenzó a trabajar en 1917, pero que no fue inaugurado hasta después de su muerte, en junio de 1921.

La concepción del Monumento a Wagner, encargado por la Asociación Wagneriana de Madrid en 1912, destinado a ser colocado en el Parque del Oeste, fue una realidad en la que Julio Antonio se entregó apasionadamente y en el cual trabajó meses y meses. Cuando ya estaba casi acabada, el mismo escultor demolió gran parte a golpes de martillo, y a día de hoy sólo se conserva la cabeza de yeso, que actualmente está guardada en los almacenes de la Diputación de Tarragona.

En 1914, en Ávila, donde intentó recuperar la salud Julio Antonio vuelve a trabajar intensamente en el ambicioso proyecto de los bustos de la Raza.

En Madrid, en su última etapa de vida hará los bustos de Castor y Julián Cañedo, buenos amigos en casa de los cuales tenía incluso habilitado un taller. Esos retratos son un auténtico ejemplo de modelado, y también el busto de su prima, la Condesita de la Gracia y el Recuerdo. Para el marido de la condesa, el marqués de la Rodriga, hizo una Fuente de Venus, para su casa de Oviedo, la cual parece que fue destruida durante la Guerra Civil.

También desarrolló trabajos como cartelista e ilustrador, pero no fue muy conocida, ilustró obras de amigos suyos, como Ramón Gómez de la Serna,  Eugenio Noel y Antonio Hoyos y Vinent.

En 1916 recibió el encargo de realizar un monumento -mausoleo a Alberto Lemonier. En este conjunto trabajó los últimos años de su vida.

El mármol del joven debió ser la última pieza en la cual trabajó el autor, que cada vez se encontraba más fatigado.

La Sociedad de Amigos del Arte de Madrid hizo, en enero de 1919, una curiosa exposición: una única pieza, el Mausoleo Lemonier, pomposamente presentado en una gran sala decorada con festones negros y sin otro objeto que distraiga la atención.

Los reyes visitan la exposición. En la foto, en la que aparece la reina Cristina al lado de Gregorio Marañón y el marqués de Montesa, se puede ver a un Julio Antonio febril, con una cara delgada y casi desencajada, acariciado ya por la muerte: son sus últimos días.

Los Reyes junto al escultor y su madre  visitando la exposición del Mausoleo Lemonier

Mausoleo Lemonier. Archivo Ruiz Vernaci

 

La prensa y el pueblo crean una leyenda entorno al artista que, cuando apenas cumplía los treinta, estaba a punto de morir, y de la pieza expuesta, la figura yaciente de la cual casi se podía creer que era el autorretrato del escultor agonizando. No hace falta nada más para garantizar un éxito popular apoteósico, quizás un poco macabro: las colas se alargan para visitar la exposición, en los bajos de la Biblioteca Nacional, llegan hasta Cibeles y hacen necesaria la regulación del tránsito y de los peatones.

El éxito es sorprendente, pero el escultor tiene que ser internado definitivamente. El Dr. Marañón lo ingresa en el Sanatorio Villa Luz, de su amigo el Dr. Antonio García Tapia. Julio Antonio ya no saldrá vivo de allí.

Se escribe: “El mausoleo de Julio Antonio”. El joven yaciente ya no es Alberto Lemonier: es Julio Antonio. Y la fiebre popular madrileña le da al trágico desenlace carácter de grandeza.

El 15 de febrero de 1919, a las siete de la tarde, Julio Antonio muere en los brazos de su madre, rodeado de amigos, los que siempre le ayudaron. En el comunicado de los médicos aseguran que la causa de la muerte es una meningitis tuberculosa. También le acompañan las hermanas, el Dr. Marañón, Pérez de Ayala, Moya del Pino, Enrique Lorenzo Salazar, Julián Lozano y Bagaria.

Fue enterrado al día siguiente en el cementerio de la Almudena en una sepultura propiedad del Doctor Marañón. Sólo para dar una idea de cómo impresionó a todo Madrid la muerte de Julio Antonio, recordamos que en la comitiva fúnebre figuraban, entre otros, Menéndez Pidal, Ignacio Zuloaga, José Ortega y Gasset, Pérez de Ayala, Gregorio Marañón, los hermanos Álvarez Quintero, Luis Araquistain, Julio Camba, José Bergamín, Bagaria, Goyanes, Tapia, Ramón Gómez de la Serna, Lázaro Galdiano, Madariaga, Azaña, Julio Romero de Torres y muchas otras personalidades más.

Su muerte se convirtió en un verdadero luto cultural del cual se hizo gran eco toda la prensa de la época. Se abrió una suscripción pro-monumento a Julio Antonio.

Julio Antonio en su lecho de muerte, por Juan de Echevarría

El dibujo que del artista muerto hizo Daniel Vázquez Díaz

El entierro del escultor

Tumba del escultor en el cementerio de La Almudena

 

En abril del mismo año, se organizó una magna exposición con los bustos de la Raza, en una sala del piso principal de Teatro Real, cuando fueron entregados al Rey por el Conde de Abasolo, quien  los había adquirido unos meses antes.

En 1921 se inauguró el busto dedicado a Julio Antonio, obra de Enrique Lorenzo. El busto se instaló en los jardines del Palacio de Bibliotecas y Museos Nacionales. Al acto asistió el rey, la reina, las infantas y la familia de Julio Antonio.

La familia depositando flores ante el busto del artista situado en los jardines de la Biblioteca Nacional

 

Pasadas algunas semanas de la muerte de Julio Antonio, poco a poco, el entusiasmo se fue transformando en olvido. El Mausoleo Lemonier quedó en la casa de la familia Lemonier, en la calle Goya, donde se podía visitar. Después de la guerra, en 1940, fue depositado en el Museo de Arte Moderno de Madrid, con la condición de ser expuesto, cosa que el nuevo gobierno no cumplió. En vista de que había estado abandonado en un almacén, la familia lo reclamó y se lo llevó al Museo de San Telmo en San Sebastián, hasta que finalmente, en los años sesenta, fue adquirido por la Diputación de Tarragona.

Los bustos de la Raza, que había sido regalados al Rey Alfonso XIII, fueron dados por el monarca al Museo de Arte Moderno de Madrid, el cual organizó una sala permanente dedicada a Julio Antonio que se inauguró en 1922 y exhibía además el Monumento a los héroes de Tarragona y los estudios preparatorios del mismo.

 

Exposición de los bustos de La Raza

 

Al cabo de unos años, esta sala fue desmontada para organizar una exposición sobre Zuloaga. Los dibujos, que había sido depositados por la madre del artista, volvieron a ser reclamados cuando se comprobó el desmantelamiento de la sala, y la presencia de Julio Antonio desapareció del museo madrileño.

La Diputación de Tarragona decidió en 1976 crear unas salas especialmente dedicadas a Julio Antonio.

En 1988 en la Bienal Iberoamericana de Arte de Ciudad de México se exhibió una obra del escultor, junto a otras de muchos de los socios de la AEPE.

Pasados diez años de su muerte su pueblo natal, Mora del Ebro, le colocó una lápida conmemorativa en la casa donde nació aquel hijo preclaro (cayó más adelante a causa de los bombardeos de la Guerra Civil), con un texto de Pérez de Ayala, perfecta descripción de lo que había sido la vida del gran artista:

EL DÍA VI DE FEBRERO DE MDCCCLXXXIX

NACIÓ EN ESTA CASA JULIO ANTONIO

ÚLTIMO DE LOS ESCULTORES CLÁSICOS

Y PRIMERO DE LOS MODERNOS

POSEYÓ PULCRITUD DEL ALMA Y DE ROSTRO

CUANTOS LE CONOCIERON LE AMARON

FUERON BREVES SUS DÍAS: ETERNO SU ARTE

VIVIÓ IGNORADO

MURIÓ GLORIOSO

SUS AMIGOS ESCRIBEN EN ESTOS MUROS

UNA FECHA QUE LAS FUTURAS GENERACIONES

HISPANAS QUERRÁN SABER.

En 2018 los restos del escultor fueron exhumados y trasladados a su pueblo natal en una de las acciones que con motivo del centenario de su muerte organizó la Diputación de Tarragona. En Madrid, había sido enterrado en una sepultura propiedad de la familia Marañón, donde también fue sepultada su madre, en una concesión que finalizaba en 2023.

Tumba del escultor en el cementerio de Mora del Ebro

 

Julio Antonio y la AEPE

Socio Fundador con el número

En el I Salón de Otoño de 1920, en la Sala VII del Círculo de Bellas Artes se expuso su obra:

768.- Desnudo de mujer, bronce

En 1970 se decidió que el Salón de Otoño fuera una bienal, y en el año que no hubiera, se realizara un homenaje exposición de artistas olvidados. De esa manera, se acordó rendir homenaje a Julio Antonio en una exposición que se celebraría en el Palacio de Cristal del Retiro con obras de Julio Antonio y del dibujante Francisco Sancha.

Así fue como la Asociación Española de Pintores y Escultores organizó una muestra que resultó muy gravosa y esforzada, puesto que el Comisario de Exposiciones del Ministerio, Luis González Robles, que era Director del Museo de Arte Contemporáneo, debía proporcionar las obras, siendo insuficientes las que reunió, lo que obligó a “acompañar” a las del escultor, con otras de Eduardo Chicharro, Solana, Benedito, Emir…

Tras muchas dificultades, la exposición-homenaje a Julio Antonio se inauguró en enero de 1971, sin catálogo de obras, puesto que no había un gran presupuesto, y de los carteles se encargó la Comisaría General de Exposiciones, perteneciente a la Dirección General del Ministerio de Educación y Ciencia.

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Francisco Pompey Salgueiro

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

La  Gaceta de Bellas Artes 1921 

Tras la dimisión de Cándido Medina Queralt como director de la Gaceta en marzo de 1921, la Junta Directiva del 22 de ese mes, designó a Francisco Pompey como Director-Delegado de la Gaceta, un nombramiento que conllevó un cambio en la publicación.

En el número 164, correspondiente al 15 de marzo de 1921, nuestra Gaceta, que hasta este momento se llamaba Gaceta de la Asociación de Pintores y Escultores pasó a llamarse Gaceta de Bellas Artes y se subtituló Órgano de la Asociación de Pintores y Escultores, comenzando con el editorial Vida nueva.

Decía expresamente ese número “que hasta aquí vino siendo una GACETA solamente para los artistas de la Asociación y seguía doce años lleva de vida la Asociación y durante ese tiempo, con una constancia que no se esperaban los artistas, ha ido trabajando, abriéndose camino hasta llegar a interesar a la opinión pública… como quiera que nos faltaba el ponernos en comunicación con el público amante de las Bellas Artes, se nos ocurrió el hacer de nuestra GACETA íntima una revista que sea el gentil heraldo de nuestros proyectos y de nuestros ideales artísticos… Nuestro proyecto es ir aumentando páginas, cambiar el papel de portada por el couché, ampliar el número de fotograbados, empezando por la publicación de una anteportada que lleve una reproducción de un grabado al aguafuerte…».

Nuevo proyecto, a partir del cual se retomaba un estilo de revista que recordaba, aunque actualizado, el que tuvo en el año 1913, cuando se llamó Por el arte.

Comenzó contando con la colaboración ocasional de figuras como Jacinto Benavente, Francisco Villaespesa, José Ortega y Gasset, Joaquín Dicenta hijo, Sarah Lorenzana, Emilia Pardo Bazán, José Nogué, Antonio Méndez Casal, Goy de Silva, Rubén Darío, Marqués de Dosfuentes…

Se notificó a los asociados que podían enviar para su publicación foto o dibujo de sus obras con motivo de algún triunfo o encargo importante.

El número de abril costaba ya 50 cts. y a partir de ese momento, dedicaba un apartado para las altas de socios habidas desde el número anterior, y las bajas por fallecimiento a las que se dedicaba mayor espacio si se tenía conocimiento en un tiempo razonable, o páginas completas en casos especiales, como el caso de Francisco Pradilla.

En noviembre de 1921 Francisco Pompey cursó la baja de la Asociación, motivada por sus continuos viajes y ausencias de Madrid.

La Gaceta de septiembre apareció con una portada a la que se incorporó un color, el verde, haciendo como una orla de flores y se incluyeron entre los textos algunas anécdotas sobre tema artístico con cierto humor.

En noviembre se cambió de papel y se quitó la orla. Al número ordinal de la Gaceta se le añadió otro, entre paréntesis, contando los correspondientes a esta última etapa.

Se comenzó una serie de biografías sobre artistas extranjeros, empezando con los argentinos…

El 15 de diciembre de 1921 quedó registrado el diseño de marca para distinguir una publicación periódica, revista ilustrada con la denominación Gaceta de Bellas Artes completada por un dibujo de adorno formado por rasgos artísticos combinados con dos figuras de animales fabulosos. Dicho diseño de marca se aprecia ya en la portada de 1 de diciembre de 1921, siendo imposible determinar quién fue su autor.

Diseño de marca de la Gaceta de Bellas Artes

 

El número de 15 de diciembre incluyó un Boletin, suplemento de la Gaceta de Bellas Artes destinado sólo a los asociados.

 

Francisco Pompey Salgueiro

POMPEY SALGUEIRO, Francisco        P       1910(N )      1887             PUEBLA GUZMAN        MADRID            1917

 

 

Francisco Pompey Salgueiro nació en el año 1887 en La Puebla de Guzmán, provincia de Huelva.

La familia Pompey vivió unos años en el vecino municipio minero de Nerva.

En 1904 Francisco Pompey se trasladó a Madrid ingresando en la Escuela de Artes y Oficios de la calle de los Estudios, de la que era director Francisco Américo, el compañero romano de Rosales, que se interesó por él y al que preparó para la Escuela de Ssn Fernando, donde Pompey tuvo por condiscípulos a Solana, Labrada, Robledano, Victorio Macho, Nogué…

A partir de 1909, y hasta 1952, concurrió a exposiciones españolas, francesas e hispanoamericanas, siempre como paisajista y pintor de retratos.

Fijada su residencia en Madrid, en 1911 ya escribía artículos de crítica de arte en diarios como El Globo, o El Día de Madrid, haciendo sus pinitos con comedias cortas y ejerciendo como periodista, a la vez que pintor.

De hecho, en La Correspondencia de España se incluye en ese año una reseña acerca de su pintura, en la que se destaca que …”estudia, ve, observa y luego pinta. Y después de pintar, duda y achaca al original el acierto, quedándose solo con la satisfacción de haber sabido copiar… Veo en él un gran artista para dentro de poco, para muy pronto. De momento, ensaya victoriosamente algo muy nuevo y muy personal en el color. De un autorretrato que tiene en su estudio he podido deducir su empeño por lograr con una tonalidad sola un conjunto armónico, todo sobriedad, energía, vida. Cuando al empezar, se tiene concepto tan restringido de la fantasía y voluntad bastante para imponer a estas reglas severísimas, no es difícil llegar en la técnica a la perfección. A eso tiende Pompey en los comienzos de su carrera: a pintar antes que a soñar… en el retrato, por ejemplo, estudia las líneas y el verismo con honradez muy laudable… en el paisaje se aparta de rutinas que no pueden tener ya justificación… en sus demás ensayos, este joven artista lucha heroicamente por la verdad, interpretándola muchas veces de un modo acabado. La Diputación de Huelva, su pueblo, va a pensionar a Pompey para estudiar en Italia… yo felicito a Pompey por las obras suyas que he visto y le auguro un porvenir brillante. Su lucha por la notoriedad hará bien pronto la conquista de esta”.

En 1912 el periodista Manuel Abril firma un artículo en el que comenta que Pompey …”en su estudio de la calle del Carmen guarda retratos de procedimiento enérgico y de intención cerebral. Se ve claro que antes de coger el pincel medita y desentraña el carácter del modelo; prefija la factura que convendrá a tal carácter; con arreglo a esto ejecuta, y después completa el cuadro con un fondo convencional, imaginativo, donde figuran accesorios alegóricos referentes a la personalidad del retratado… autorretrato a punta de lápiz, excelente, amplio de dibujo y de limpieza escueta, segura y sin engaños… y dos lienzos: una castellana impregnada de dulce misticismo y una chula del Madrid bajo y de “la vida”… toda la obra dice de un espíritu que piensa, busca, intenta, ensaya y, trabajando siempre, consigue. Su pintura y su orientación requiere más trabajo, más austeridad y rigor en la resolución de un plan que aquellos que únicamente se proponen la copia mecánica de lo externo. El camino de Pompey es el bueno; pero es el difícil y espinoso”…

En 1916 participa en el homenaje a su amigo Rubén Darío, que se celebra en el Salón Moderno de Madrid, con un retrato del poeta acompañado de su esposa e hijo que mereció elogios de la crítica.

Un año más tarde, mantuvo una disputa con los responsables del Ministerio relativa a la solicitud de una pensión para la Academia de Roma, a la que según las normas y reglamento, no podía acceder por tener 30 años y estar además casado.

El artista, trabajando en su estudio en 1928

 

Entre tanto, continúa pintando y haciendo críticas de exposiciones de arte que son publicadas en los principales medios de la época.

En 1918 organizó, junto a Carlos Verger, Eduardo Navarro y Manuel Abril, una importante Exposición de Aguafuertes en el Ateneo de Madrid, en la que se podían ver firmas excepcionales y de gran repercusión, como las de Goya, Leonardo Alenza, Lameyer, Giraldo, Fortuny, Egusquiza, Ricardo Baroja, Espina y Capo, Fortuny hijo, Lhardy, Labrada, Esteve Botey, Verger, Pedraza, Castro Gil, señorita Botet, Milada Sindlarova, Loigorry, Madrazo, Unceta, A.M.Nieto, Arteta, Darío de Regoyos, G.Larraya, Goy de Silva, Lambert,… La exposición resultó ser un rotundo éxito.

También imparte conferencias, como la titulada “El realismo y el espíritu en el arte”, que en 1918 congregó en el Ateneo de Madrid a destacados artistas y en la que destacaba que …”nada hay que perjudique tanto a los jóvenes artistas como dejarse influir por la literatura psicológica y las críticas de arte de señores que, sin haber esbozado un dibujo en su vida (y, por tanto sin práctica de sus teorías), se permiten dar consejos y señalar rutas, equívocas y perjudiciales en la mayoría de las ocasiones”…

Cuando en 1918 Mariano Benlliure, siendo Director General de Bellas Artes, crea la Residencia de Pintores de El Paular, bajo la dirección de Antonio Muñoz Degrain, Francisco Pompey logra ser pensionado y además, nombrado alumno secretario directamente por el pintor.

La Acción, 1918

 

Entre 1916 y 1918 fue secretario técnico del Director Geenral de Bellas Artes, Mariano Benlliure, con el que desarrolló una labor muy positiva en la política española de bellas artes.

En 1919 y ya en solitario, Francisco Pompey logró llevar a cabo la segunda Exposición de Aguafortistas, en la que se exhibían inéditos de Goya, además de obras de Pradilla, Lucas, Rosales, Julio Antonio, Domingo Marqués, Fortuny, Unceta, Alenza… y además, la primera de Dibujos íntimos. Un año más tarde, realizaría la tercera Exposición de Aguafortistas y la segunda de Dibujos íntimos.

ABC, 15/6/1919  en la inauguración de la Exposición de Aguafortistas

 

Más centrado en las labores periodísticas, dirigió durante un breve espacio de tiempo la Gaceta de Bellas Artes de la Asociación de Pintores y Escultores, para pasar a crear la denominada Revista de Bellas Artes, que no hay que confundir con la primera y en cuya cabecera figuraba la frase: “Esta revista no pertenece a ninguna entidad”.

La incluyó Pompey en su publicación ya que tenía que diferenciar así su propia revista, de nombre similar a la de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE, que como decimos dirigió en 1921 y de la que dimitió según explicó, por …”no estar de acuerdo con sus contenidos”.

Su Revista de Bellas Artes se dedicó a informar sobre exposiciones y concursos, nombramientos y convocatorias, de la misma forma que ya lo hacía la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE desde 1910.

Proyecto el suyo que duró menos de tres años y tuvo desde su inicio serios problemas económicos.

Dos autógrafos manuscritos de Francisco Pompey

 

Participó en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1922 y 1924 y finalmente, en 1925 se le concedió la consideración de pensionado para ampliar estudios en el extranjero siendo funcionario administrativo del ministerio de Instrucción Pública.

Viajó entonces por Italia y París, donde realizó una exposición en 1928 cuyos ecos recogió la revista Unión patriótica, que publicaba además dos fotografías de sus obras, en un artículo firmado por Rodrigo de Triana que destacaba que …”Pompey es pintor y escritor. Un verdadero temperamento de artista de fina sensibilidad y extraordinaria comprensión… un artista muy español que no se ha dejado influir por las corrientes modernistas. La prensa francesa, al hacer la crítica de su reciente exposición, le dedica sinceros y calurosos elogios. Adolphe de Talgairolle afirma que Pompey, en su triple carrera de amigo del arte, de crítico y de profesional, ha encontrado su expresión integral. Pompey ha llevado a París interesantes visiones de España y no de la España de exportación y pandereta, sino de la verdadera, de la menos conocida, por ser más sincera y real. Deliberadamente ha huído de fáciles efectismos y recogido notas de belleza típico y profundamente racial… en suma, se exponen treinta telas en las que dentro de la unidad del estilo personal, vibran los más variados e interesantes aspectos artísticos. Pero Pompey no solo ha triunfado como pintor, sino también como escritor, como crítico de arte. Su pluma ha logrado abrirse camino en poco tiempo y hoy su firma figura en las columnas del importante periódico París-Madrid y de otras valiosas revistas francesas”…

Paisaje

Vista panorámica del viejo Madrid

Rubén Darío con su esposa e hijo y Desnudo

 

Por la Revista hispanoamericana de ciencias, letras y artes sabemos que una galería de Nueva York compró una de las obras de la exposición de París que representaba una vista panorámica del Madrid viejo, que reproducía junto a una fotografía del artista trabajando.

Sus años en París los pasa con amigos como Vázquez Díaz, María Blanchard, Picasso, Modigliani, Juan Gris, Durrio, Kunz, Rubén, Rodin, Utrillo, Renoir, Carolina Otero, Susana Valadón, Beltrán Masés, Mateo Hernández, María Laurencin, Maillol, Foujita, Zuloaga, Croce, Soutine, Colette …

En 1931 realizó una exposición de pinturas en el Instituto Ibérico Americano de Berlín, que acompañó de una conferencia sobre el arte moderno español. Unos meses antes, había impartido otras conferencias en el mismo escenario, dedicadas a los escultores del siglo XVII y a la vida y obra de Zurbarán, y que eran continuación de las que dio en la Casa de España en París y las de Berlín y Praga (Checoslovaquia).

Ese mismo año expuso en el Salón Nacional de París, mereciendo los elogios de la crítica, que no dudó en considerar a Pompey como un “pintor de remarcables condiciones técnicas y una profunda visión de poesía del paisaje”.

Durante esos años se dedicó a la divulgación de la historia del arte español antiguo y moderno en otros países europeos y sudamericanos a través de artículos publicados en los principales diarios y revistas.

En 1933 regresó a España y retomó su actividad conferenciante y periodística, disertando acerca de “Los pintores judíos. La escuela de París”, en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

El Imparcial, El Globo,… son sólo algunas cabeceras donde se publicaban sus artículos de crítica de arte.

Fuente de la corona, París

Desnudo

 

Invitado por la Societe pour la Propagation des Lengues extrangeres en France, en octubre de 1933 impartió una conferencia en el Amphitreatre Michelet de la Sorbona de París, que versó acerca del impresionismo francés en la obra de Velázquez, siendo muy aplaudida.

Durante el periodo de guerra nada se sabe de él hasta el año 1941, en que realiza una exposición de pinturas en el local de la Confederación Nacional de Casas Regionales de la Carrera de San Jerónimo, 32. La muestra despertó interés por tratarse de un artista que hacía más de veinte años no exponía sus obras en España, y constaba de 48 cuadros con …”color y dibujo y reflejos de las inquietudes artísticas de su autor”.

Ese mismo año presentó obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes mientras continuaba escribiendo en publicaciones del momento como Falange, Yugo, ABC, La Nueva España, El Pueblo Gallego…

En 1942 publicó un ensayo titulado “Los artistas y el público”, que …”toca puntos muy vivos de la estética moderna y de la sensibilidad general a que aquella responde… subrayamos con especial interés los puntos de vista situados por el autor acerca de Cezanne y de Modigliani, en relación con corrientes del gusto que pasan… y que en una u otra forma suelen volver”.

En 1946 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes y publicó una monografía titulada “Goya”. Antes ya había escrito otra titulada “El Prado, sus 200 mejores obras”, “Zurbarán, su vida y sus obras”, “Museo Nacional de Arte Moderno”. Según el  autor,  su obra “es un ensayo con 105 grabados que recogen lo más sobresaliente de la obra total del aragonés”.

También en 1946 realizó una exposición de paisajes bajo el título de “Estampas de viajes por Europa”, en la Sala Marabine de la Carrera de San Jerónimo, 33.

Monasterio de El Paular

Marina

 

En 1947, el Jurado designado por el Círculo de Bellas Artes para fallar el concurso de críticas de arte sobre la II Exposición de Artistas Laureados con Medalla de Oro, le concedió el primer premio por un trabajo publicado en el diario El Español.

En 1952 hizo otra exposición de pinturas en las Galerías Altamira de la calle Prado, 2.

En 1960 participó con una obra en el homenaje aniversario del poeta Rubén Darío en la exposición iconográfica de obras de grandes artistas como Daniel Vázquez Díaz, Gregorio Prieto…

En 1964 participó en la XIII Exposición de Otoño de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría.

Autorretrato

Paisaje

Paisaje

 

En 1967, con motivo de su ochenta cumpleaños, el escritor y pintor fue agasajado por un grupo de amigos que le ofrecieron una cena de homenaje que se celebró en el Círculo de Bellas Artes.

En 1972 publicó uno de sus libros más inolvidables titulado “Recuerdos de un pintor que escribe”, en el que evoca a sus maestros y amigos de Madrid y París con una “generosidad y una delicadeza, ternura soterrada más bien, que hacen de esta obra algo único en la bibliografía artística que hacen de él una deliciosa y penetrante crónica del arte español moderno y contemporáneo”…

El canalillo, 1921

Su último libro

 

Amigo de artistas como Sorolla, Ricardo Baroja, Valle-Inclán, Carrere, Julio Antonio, Solana, Hermoso, Rusiñol, Gómez de la Serna, Sawa, Villaespesa, Pérez Galdós, Benavente y muchos otros, sobre Francisco Pompey han escrito André Lhote, Emile Blanche, W. George, Henri Focillon, Paul Fierens, Maurice Denis, Bourdelle, Sara Bernard, Jean Cassou…

Francisco Pompey Salgueiro falleció en 1974 en Madrid.

Con motivo de su fallecimiento, el ABC publicaba una semblanza con un óleo de Pompey por Vázquez Díaz y un dibujo de Vargas Ruiz

 

El diario ABC publicó un artículo que firmaba Antonio Manuel Campoy, en el que hablaba sobre el crítico y pintor, desgranando rasgos personales y profesionales que no me resisto a citar. …”su figurilla pulcra y nerviosa… era una costumbre, como lo había sido José Francés, como vino siendo Picasso durante años y años. no era imaginable un Madrid sin Pompey, como nadie lo imaginaría tampoco sin la tienda de los Macarrón, sin el Salón Cano, sin el Ateneo o sin el Rastro… Aunque últimamente se recluía en su estudio de la calle del Casino… debió ser pequeñito, en los últimos años se quedó más minimizado todavía, muy delgadito, erguido siempre, solitario, con su sombrero, sus guantes, su gabán y su bastón puros y un indeclinable clavel en la solapa. Sus ojillos, entre irritados y burlones, se entreveían tras el oscuro de las gafas. Iba y venía por la ciudad como un pajarito, curioso de escaparates de librería, de exposiciones, de muchachas bonitas. Era como un gorrión de esos que todavía dan saltitos en Recoletos y en Montmartre. No era fácil de carácter… había nacido en Puebla de Guzmán (Huelva) en 1887 (aunque siempre se puso en duda tal fecha, pues los amigos más viejos de Pompey, como Robledano, Benedito, Sotomayor, Francés, creían que se quitaba años)… Fue sobre todo, un crítico e historiador del arte y, en segundo lugar, pintor”.

Autor de estudios sobre Zurbarán, Goya, Velázquez, Picasso, Valdés Leal, Alonso Cano, Rubens, Rosales, Fortuny… un total de 23 obras originales y participante en otras dos.

En Madrid, vivía en la Calle Hilarión Eslava, número 28.

De su pintura se decía que abrió paso entre el arte antiguo y moderno; sus obras, que principalmente eran paisajes y por los que consiguió gran fama, se asemejaban enormemente a la de los artistas del siglo XVI, eran unas copias exactas en las que se alternaba la pintura con la poesía; sus creaciones, a pesar de tener rasgos trágicos como los del Greco, los fondos son sombríos armoniosos y delicados; demuestran una seguridad artística admirable; y se aprecia una gran influencia de tres artistas principalmente: el Greco, Goya y de su contemporáneo Julio Romero de Torres.

Orilla del mar

Paisaje

Naturaleza muerta

 

Francisco Pompey y la AEPE

Fue Socio de número en el año de la fundación, con el número de adhesión 123.

Al I Salón de Otoño de 1920 presentó las obras:

603.- Retrato de señora, óleo, 1,07 x 0,89

604.- El jardín de la corona, óleo, 1,15 x 0,95

Unión Patriótica, 1928

 

 

Ángeles Parra de Lavin

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

 

Ángeles Parra de Lavin

PARRA DE LAVIN, Angeles        P    1936       CADIZ           SANTANDER

 

La artista en una foto de 1927

 

Conocida artísticamente como Ángeles Parra de Lavin, que era como se hacía llamar ya casada, Ángeles Parra de los Reyes nació en Cádiz, alrededor de 1905, creemos que de forma ocasional, puesto que pertenecía a la alta burguesía cántabra.

Hija de Paz de los Reyes y Morales y de Juan Parra Alba, que había llegado a la República Dominicana con los bolsillos vacíos y logró hacer fortuna gracias a su voluntad inquebrantable y a su ambición.

Una fortuna sólida gracias a la casa comercial que con su mismo nombre, dejaría establecida en América (Sucesores de Juan Parra Alba) cuando regresó a España, erigiendo una lujosa mansión en Santander. Allí dejó huella y memoria, citando su historia en libros de costumbres dominicanas y perviviendo su memoria en el nombre de una calle de Santo Domingo.

Casado con Paz de los Reyes y Morales, Vizcondesa de Llanteno, Juan Parra Alba falleció en 1922, dejando viuda y siete hijos: Juan Alfonso (casado con Laura Murga), Juana María (1897, casada con Julio Castro del Rosario), María de la Paz Virginia (casada con Guillermo Rances y Lías), Pedro, Francisco, casado con Carmen Cobián, se quedó a vivir en Santo Domingo, República Dominicana, mientras que el resto de la familia, madre y hermanos, se vinieron a España, María de los Ángeles y Fernando.

Imaginamos una infancia relacionada con el mundo de la cultura y el arte, con todas las manifestaciones de las que Santander disfrutó a principios de siglo, cuando era lugar de encuentro y veraneo de la burguesía y la realeza.

La afición a la pintura de Ángeles no sólo se manifestó en ella, sino que su hermana Virginia también se dedicó al arte, coincidiendo las hermanas en algunas exposiciones.

Ángeles fue discípula de Álvarez de Sotomayor, quien fuera Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, y de Daniel Vázquez Díaz, socio de la AEPE. También aprendió de la mano de uno de los fundadores y también Presidente de la AEPE, Eduardo Chicharro, lo que justifica su pertenencia a la entidad.

Dos influencias tan contrapuestas, ya que los estilos, escuelas y tendencias son antagónicas, que terminaron depurando la propia técnica de la artista.

En 1923 contrajo matrimonio en la madrileña iglesia de Santa Bárbara con el arquitecto montañés Valentín Ramón Lavín del Noval, adoptando desde entonces su apellido y firmando como Ángeles Parra de Lavín.

Residía en Santander, en la calle de Castelar, número 31.

La primera noticia que tenemos de la artista corresponde a su intervención en una competición de “Lawn-Tennis” benéfica, con destino al Ropero de Santa Victoria, en la que tomó parte con su marido en un partido de dobles en agosto de 1926, y un año más tarde, por su asistencia al baile celebrado en el Club de Regatas de Santander.

En 1927 contribuye a la suscripción popular para levantar un monumento a la memoria de Concha Espina en la capital cántabra, y celebra en el Ateneo de Santander, cuya sección de Artes Plásticas preside su marido, la primera exposición de cuadros.

A esta muestra asistió la Reina Victoria, que “hizo elogios de la exposición y felicitó efusivamente a la artista, que fue también muy felicitada por el éxito de su exposición, ante la que han desfilado numerosas personas”.

En 1927 cuando inauguró su exposición, que visitó la Reina Victoria Eugenia

 

La exposición tuvo un gran eco en la prensa local del momento, como así lo recogió El Pueblo cántabro, que comienza haciendo una crónica social del acto de inauguración, con los asistentes regios y la alta sociedad de Santander, y termina dedicando comentarios a la artista, diciendo que hace un año, …”el pintor Chicharro había tenido frases de caluroso elogio y estímulo para la artista… palabras proféticas… ¿Cómo es posible que en un año se llegue a la seguridad asombrosa con que aparecen resueltos todos los problemas técnicos, vencidas todas las dificultades en estos lienzos? ¿Cómo se puede llegar a ese dominio del dibujo y del color que hacen atribuibles estos cuadros a un maestro encanecido ante el caballete?… En el caso extraordinario de Ángeles Parra de Lavin, la inspiración, el sentimiento artístico, lo han hecho todo, lo han vencido todo… hay especialmente un cuadro, un autorretrato –“Estudio en blancos” lo titula la artista- que es algo asombroso y admirable… el fondo del retrato es blanco también; el cuadro es una sinfonía de pureza; la luz vibra hasta hacer entornar los ojos. La figura de la artista, que en otros lienzos  -como un autorretrato que en el catálogo figura con el número 7 y que parece pintado por Benedito- es una frágil y frívola silueta de mujer moderna, aparece aquí con un halo de espiritualidad que la hace incorpórea… un retrato admirable el de Toñuca Lavín… el parecido es asombroso, no se trata de un parecido fotográfico nacido de la reproducción fiel de los rasgos fisonómicos: la artista ha plasmado, a un tiempo mismo, el rostro y el espíritu… de su rápido paso por algunos estudios guarda la artista recuerdos que se evocan ante los lienzos que expone… felicitémonos de que la irresistible vocación de esta mujer admirable la arranquen a la elegante frivolidad en que naufragan otros espíritus menos fuertes que el suyo”.

ABC 30/8/1927

 

En el diario La Región también se recoge la exposición, en una nota firmada por el periodista, político e historiador Maximiano García Venero, en la que destaca que la obra de Ángeles Parra de Lavín tiene una “soberana intuición, un prodigioso sentimiento artístico, pulido y esmerilado tan solo, por una delicada educación, recibida desde la cuna. No ha pasado su corazón, por el alambique de la academia. Felicitémonos de ello. Quizá la intuición se hubiera doblegado y perecido, bajo el peso abrumador de los clasicismos instituidos, con la rigidez de código… en Santander, Ángel Espinosa Herrera… fue hace algunos años el primero que la vio pintar y las indicaciones ponderadas que guiaron a la dama pintora, fueron precisamente de Espinosa. Pero de esa permanencia limitada en los estudios de grandes pintores, Ángeles Parra ha logrado sacar libre su temperamento de influencias. Ha aprendido lo que de oficio tiene el arte… la exposición en el Ateneo de Santander tiene esclarecidas virtudes artísticas… Están expuestos veinte cuadros, obra copiosa, que recaba para su autora un puesto excelente en arte… Nos encontramos ante una pintora que merece toda la atención… reparos minúsculos… todos esos reparos y observaciones quedan anonadados, no solo por su insignificancia, sino también por los aciertos indudables de color, dibujo y expresión de los cuadros… nos parece que es una excelente, una notable pintora, de merecimientos grandes”…

Recogida también la exposición en el diario El Cantábrico, con una crónica firmada por José Mª García Rodríguez-Alcalde, en la que felicita a la artista por la exposición “con que honra al Ateneo de Santander, y que la testimonia como formante en la vanguardia del feminismo aceptable y deseable: el de la elegancia espiritual”.

Alejandro Gilardi firma en El Cantábrico otro artículo en el que dice que le produce “sorpresa y admiración en nuestro ánimo la contemplación de las notables obras que expone, sobre todo teniendo presente que hace poco más de un año que ha dado principio a su carrera artística, en la que tantos triunfos le aguardan si persevera en ella, a juzgar por los primeros frutos de su preclaro talento, más propios de la madurez de un artista consagrado que de los de una novel que comienza a ascender por la difícil y espinosa senda que conduce al arte de Apeles”….

Como vemos, la exposición dio mucho de sí, y diarios como La Región y La Voz de Cantabria, incluían una nota un poco antes de que fuera clausurada.

La Virgen. I Exposición de Pintura y Escultura de Castilla y león

 

En 1928 la prestigiosa revista La Esfera, dedica dos páginas a la artista, con ilustraciones de sus obras, en una crítica realizada por José Francés, quien fuera Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, en la que realiza un paralelismo entre la pintora y la escritora Concha Espina, equiparando el sentimiento cántabro que una describe con el que la otra lo pinta.

Cuadros de brío sereno… una profunda virtualidad femínea dentro de una forma armoniosa y fuerte… el sentimiento de belleza… consigue un virtualismo acentuado, un aire de añoranza noble por las cadencias atmosféricas de Cantabria… retratos de una firmeza constructiva… las figuras femeninas tienen reminiscencia fisonómica y psicológica con el retrato… que pinta con pincelada amplia y dimensiones naturales, se encierran en el tamaño reducido de una miniatura agrandada… predilección por las gamas frías, los acordes tonales finos y delicados, pero también una repetida sucesión de acordes cálidos, de entonaciones oscuras y densas donde resaltan los rostros como una claridad lunar… Yo prefiero los lienzos grandes en que las figuras femeninas se muestran de modo más suelto y convincente. El color es aquí también de una limpia y sosegada belleza. Predominan los grises… los blancos, los azules, los sienas, los verdes claros. Y de cuando en cuando, un rojo que canta sin desentonar… estas figuras de mujer están vistas sin frivolidad, sin ñoñería y sin descoco… de aquí el atractivo esencial que poseen, la integridad femínea no falseada ni enardecida como en otros casos de dudosa ambigüedad de ciertas artistas o escritoras”…

En 1928, en el diario valenciano Las Provincias, publica Luis de Galinsoga una columna en la que habla de la pintora santanderina con motivo de la exposición que está realizando en el Salón Nancy de Madrid, de algunas de sus obras. …”La probidad, la honradez, el ingenuo entusiasmo con que la pintora crea su obra… su inspiración, de finura y de suavidad elegante… a veces, hasta con demasiada sistemática sobriedad, con lo cual, si de momento algunos cuadros aparecen fríos, a la larga la obra de conjunto ganará en limpieza de amaneramiento, en depuración de estilo… En dibujo, es firme, sucinta, intransigente, a la buena usanza y al buen dogma. Modela la forma sin insistir en la línea… en el color, gusta de plantearse muy severos problemas técnicos que su talento acierta siempre a resolver: son sobremanera ejemplares los estudios en blanco y en rojo”…

Nuevo Mundo, 1928

 

La exposición apareció también en otros medios como en La Época, que asegura que la muestra ha sido patrocinada por la Asociación de Pintores y Escultores en el Salón Nancy de la carrera de San Jerónimo.

El diario La Nación recogió una amplia reseña en la que destacaba que la artista presentó 22 lienzos que incluían seis retratos, un autorretrato y 15 estudios de temas muy acertadamente tratados. Destacaba La Nación que la artista posee la “gran cualidad de manejar con suma gracia y maestría los colores más pálidos y los tonos más notoriamente leves… muestra de ello es su “Estudio en blanco”, acertadísimo”…

La revista Nuevo Mundo publicaba con este motivo, una reseña que incluía una fotografía de la artista ante su Autorretrato.

Para festejar el triunfo de la artista en Madrid, la Sociedad “Lawn-Tennis” organizó un banquete baile con el que homenajearla, que se celebró el 21 de julio de 1928.

Si la artista ya pertenecía a la alta sociedad cántabra, su faceta de pintora hizo que fuera muy demandada en todo tipo de fiestas benéficas y nobles causas para las que siempre tuvo un regalo o aportación salida de sus pinceles.

En septiembre de 1929 participó en la exposición de pintura contemporánea de pintores montañeses, organizada por el Conde de Güell en el Parador de Gil Blas, de Santillana del Mar. En algunos diarios se dice que se trataba de la I Exposición de Pintura y Escultura de Castilla y León, siendo las fechas de su celebración del 15 de septiembre de 1929 al 30 de septiembre de 1930.

Allí concurrió junto a otros artistas como la Archiduquesa Margarita, Lola de la Vega, Gutiérrez Solana, Mariano Cossío, Gerardo Alvear y otros muchos reputados maestros que colgaron 83 obras. La exposición sirvió también de homenaje al pintor Agustín Riancho.

En agosto de 1932 el diario La Voz de Cantabria recogía la noticia de la celebración de una exposición en la Feria de Muestras en la que participaban artistas como Francisco Iturrino, Agustín Riancho, María Gutiérrez Cuetos, Casimiro Sainz, Justo Colongues, Rogelio Egusquiza, Rufino Ceballos,… y respecto a la artista Ángeles Parra de Lavin, comenta que “la primera vez que supimos de ella fue en la exposición del Ateneo. Un rasgo que proclama su integridad artística es ese  de no rehuir las dificultades, sino, por el contrario, buscarlas para alcanzar la satisfacción de resolverlas. Así en ese autorretrato, tan agradable de color, la lucha de luces está airosamente resuelta”.

La maja de la sonrisa, y debajo, Estudio en blanco, aparecidas en La Esfera

 

En 1934 debuta en la Exposición Nacional de Bellas Artes con un “Retrato”. La Voz de Cantabria recogía el hecho de la participación de cinco artistas montañeses en la Exposición Nacional, comentando que Ángeles Parra “ha enviado a la exposición un cuadro que resume sus características de pintora. Es un retrato. La factura, cuidada en luces, colores y dibujo hasta la exactitud. Pintura equilibrada en la que el dibujo no predomina sobre el color ni el color sobre el dibujo. Pintura… pintura… Observando sus lienzos se advierte cómo sus preocupaciones se concentran sobre las cuestiones de técnica… pinta honradamente… busca las dificultades de orden técnico… entre los cuadros de los notables, el cuadro de Ángeles Parra se mantiene dignamente. Lo cual, tratándose de un debutante en el certamen, puede considerarse como un estimable triunfo”.

En 1934 la artista vuelve a realizar una exposición de sus obras en el Ateneo de Santander, recogida por La Voz de Cantabria, que destaca “el finísimo colorido que entona maravillosamente con el carácter de la composición que… tiene un inconfundible y personalísimo sello que adquiere grandes vuelos en los retratos, de una jugosidad de expresión estimabilísima… el arte de esta artista que pinta por afición y sabe de técnica y de colorido, ha de alcanzar prontamente el puesto que entre los pintores de valía le corresponde por derecho propio”.

La exposición tuvo buena acogida de público, lo que motivó que se prorrogase ante el numeroso público visitante.

En 1935 entró a formar parte de la sección femenina del Ateneo de Santander, constituida en esas fechas, y que llevó a cabo distintas actividades y homenajes a personalidades femeninas de la época.

En 1943 pintó el “Retrato de Concha Espina”, donde plasmó a la escritora santanderina en su plenitud, obra que se conserva en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria.

En 1945 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes.

En 1950 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes con el cuadro titulado “Retrato”.

Ese mismo año, el Boletín Oficial de la Provincia de Santander publicaba la aprobación de la propuesta de la Junta de Patronato del Museo Municipal de Pinturas, de la donación de un cuadro de Ángeles Parra de Lavín, con destino al Museo Municipal de Bellas Artes.

Retrato de Concha Espina 1943, óleo sobre lienzo MUSEO DE BELLAS ARTES, Santander

 

En 1954 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes con un “Autorretrato”.

En 1979 participó en la I Exposición de Pintoras y Escultoras de Cantabria celebrada en 1979, junto a su hermana Virginia y a otras artistas como Maria Blanchard, Carmen Gómez Raba, Maria Mazarrasa, Paloma Alvarez de Lara, Maria del Carmen Alvarez Lavín, Luz de Alvear, Pilar Berían, Teresa Blanco del Piñal, Texi Camus, Pilar Cossio, Maria Jesús Cueto Puente, Berta Fernández Abascal, Charo González, Rosita González Torre, Aurora Gutierrez Sosa, Angeles Herrero, Elena Illade López, Maria Angeles Labrador, Pilar Martínez «Pimaro», Josefina Millor Albisua, Maria Luisa B. Miñambres, Margarita Moro Ribalaygua, Cristina Muñiz,  Hortensia Pascual, Pepita Peña, Nana Piñeiro, Mercedes Rodriguez Elvira, Belen Saro, Raquel Sendino Gutierrez, Gema Soldevilla, Tinidad Sotos Bayarri, Carmen Van den Eynde, Zoa Veci Blanco.

Esta es la última noticia que se tiene de la artista, no habiendo podido averiguar la fecha de defunción.

Juventud, obra publicada en La Esfera

 

La artista tiene cuatro óleos en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria: el titulado “Miedo”, “Retrato de Concha Espina”, “El río” y “Palmeras”.

En los ambientes artísticos madrileños corría una anécdota relativa a la artista: el pintor Fernando Calderón relata cómo su maestro, el pintor Barquera, profesor en la Academia Elorz de la calle Menéndez Pelayo, era un crítico ácido y mordaz, hacedor de rimas jocosas, como la que le dedicó a Ángeles Parra de Lavín:

Que la pinten con guitarra,

que la pinten con violín,

¡qué mal pinta Ángeles

Parra de Lavín!

Andalucía,  del XIV Salón de Otoño

Ángeles Parra de Lavín y la AEPE

Al XIV Salón de Otoño de 1934 concurrió con dos obras

6.- Capillo montañés, óleo 1,09 x 1,30

80.- Andalucía, óleo 1,46 x 1,30

 

 

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

 

 

Sóror Juana Inés de la Cruz, la inteligencia

 

Inteligencia diáfana; sobre todo, inteligencia. Sin ella no hubiera tenido el talento fascinante para hacer cuanto hizo. Sin capacidad de aprender y conocer no hay pensamiento que desarrollar. El lector se preguntará, ¿qué interés tiene una monja jerónima del XVII, mexicana, poeta, envuelta en la leyenda?, ¿qué importa hoy una religiosa que dedica su vida a intentar conocer a Dios? Veamos si soy capaz de expresar su modernidad, el interés de su obra y el de su vida sincrética.

“Prácticamente toda la información que circula entre los lectores sobre la poetisa mexicana, la monja Sor Juana Inés de la Cruz, es de facto errónea, libremente inventada o equívoca, deformada por las distintas corrientes críticas, entre las tradicionalistas y las modernizadoras”. Así comienza el ensayo de Emil Volek, La mujer que quiso ser amada por Dios: Sor Juan Inés en la cruz de la crítica, Editorial Verbum, Madrid 2016. Entre sus estudiosos están: Menéndez Pelayo, Alfonso Reyes, Lezama Lima, Octavio Paz, Karl Vossler, Pfandl, Darío Puccini, José Gaos, Xirau…

Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana nace el 12 de noviembre de 1651 en San Miguel de Nepantla, en la hacienda de Panoaya entre los volcanes Popocatépetl e Iztaccihuatl. Ella fue otro volcán, un géiser de claridad, de lava de proceridad, hasta el momento de su extinción,1695, en México. Poeta, pintora, compositora, astrónoma, ecónoma, gastrónoma, campeona del esdrújulo y “monstruo” del Barroco. Con fecha 14.VII.1945, el Congreso del Estado de México cambió el nombre del municipio, por el de Nepantla de Sor Juana Inés de la Cruz.

El 28 de junio pasado, tuvo lugar en Madrid, Instituto Cultural de México, el taller literario, “VIAJE POR LA OBRA DE SOR JUANA. La décima musa mexicana”, impartido, con acierto, por el profesor de la UNAM, Jorge Gutiérrez Reyna. Participé en él, obtuve buena impresión e idea clara de cómo ven los mexicanos a su eterna musa. Y cómo era de esperar, la ven con un chovinismo acendrado, exacerbado, comprensible.

Gutiérrez Reyna, con manifiesta solercia, desarrolló un encuentro eficaz y ameno, lene. Comentó una breve antología de villancicos, sonetos y romances, no sin exigir antes la lectura de Respuesta a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz. A partir de ahí, retomé mis lectura y libros de la jerónima y la bibliografía generada, lo que propicia estas líneas.

En 1980, aseguró Antonio Alatorre: “…con excepción de Garcilaso, ningún poeta de los siglos de oro fue tan reeditado como Sor Juana…Lo que fueron Góngora y Lope en sus tiempos, eso fue Sor Juana en los suyos. Ella los <resume> a los dos; tuvo la fama del primero y la FAMA del segundo”. Sin recortar un ápice la gloria de la monja, el especialista peca de euforia. Sor Juana, cumbre del Barroco, musa de América, mayor poeta novohispana, pero es imposible constreñir a Lope y Góngora en una sola voz.

 

Sor Juana Inés de la Cruz (Juan de Miranda)

 

Fue una niña prodigio hasta convertirse en un genio de Occidente, puente entre el mundo indígena y Europa, entre la Religión y la Ciencia. Estrella azul de oro, que nunca conoció el mar. Luego de transitar el follaje áspero, pretencioso, de sus críticos, exégetas y escoliastas, mi impresión es que deben de leerla al margen de esa farragosa selva que han tejido unos y otras, con el afán de aprovechar su talento vívido para justificar circunstancias hodiernas, lo que no siempre es correcto, ni pertinente, para no desviarnos de su obra y acabar hablando de la importancia del agua para la navegación.

De padre desconocido, en un principio, la educó su abuelo. Criolla, accede a la alta sociedad virreinal por su inteligencia. Entra en la comunidad carmelita, pero la deja para profesar de monja jerónima en el Convento de Santa Paula, 1668. Y en ese convento pasó toda su vida. Tenía una esclava y criados, recibía en el locutorio, pero jamás abandonó esa casa. Allí terminó su vida a causa de una epidemia de peste.

Mujer deslumbrante, hechizó por su intelecto y sus dotes, por la luz de su razón. Le aplicaron diversos apelativos: “el Argos de los entendimientos”, “San Agustín de las mujeres”, Minerva de América”, “Fénix de América”; “Décima musa”, como Safo, y “Musa décima”. En el s. XVIII inicia su instalación en la oscuridad, prolongada al XIX.

En 1910, Amado Nervo con su Juana de Asbaje la desempolva. Ayudaron a ello Menéndez Pelayo, Alfonso Reyes y, con más verecundia, el gongorismo reivindicado por la vanguardia y los poetas del “veintisiete”. En 1982 Octavio Paz publica un denso ensayo y abre un cauce, que transitará una tropa descomunal de especialistas, casi todos perezosos, caprichosos, sectarios y fabulistas.

En el Romance 51, versos 13-20, pareciera que adivinaba este guirigay demoledor:

                                                     “…No soy yo la que pensáis

                                                       si no es que allá me habéis dado

                                                       otro ser en vuestras plumas,

                                                      y otro aliento en vuestros labios,

                                                       y diversa de mi misma

                                                       entre vuestras plumas ando,

                                                      no como soy, sino como

                                                      quisisteis imaginarlo”.

Es difícil encontrar un poeta mayor que haya suscitado una bibliografía tan apabullante como la de Sóror Juana. Sin exagerar un añico, hay especialistas para cada pliegue de su hábito, para un soneto, un cuarteto, una frase, una línea, un verso. Y no digamos en torno a su vida y el carácter de su sexualidad.

La crítica tradicional la hagiografía, la modernizadora la exhibe como la cumbre del feminismo, las relaciones lésbicas y con todo un cúmulo de invenciones y enredos ridículos y lamentables. No hay pruebas de nada, decir que mantuvo una relación homosexual con la condesa de Paredes de Nava, es desconocer tantas cosas, que uno se cuestiona la estabilidad mental y el conocimiento de muchos osados publicistas.

Sé que resulta muy chispeante para los frikis, decir que se trata de una monja de clausura, feminista, lesbiana, no creyente y adelantada a su tiempo, secuestrada en su convento y sujeto de las mayores glorias y aberraciones. Pero, todo esto es confuso, pútrido, tósigo, mendaz y en buena parte falso.

Con toda probabilidad, aparte de algunos sonetos soberbios y romances enjundiosos, su obra maestra sea Primero sueño, una silva en heptasílabos y endecasílabos, y Respuesta a la muy ilustre sor Filotea de la Cruz, en prosa. Bien es cierto que, como cima del Barroco, su lectura no es fácil, pero se acaba sintiendo con gozo y emoción. Hay más obra, pero la fundamental es la citada.

Sor Juana Inés de la Cruz por Tania Janco

 

¿Quién no conoce el soneto del retrato, “Este que ves, engaño colorido” o “Esta tarde. mi bien, cuando te hablaba”? ¿Quién no ha oído alguna vez la redondilla: “Hombres necios que acusáis/ a la mujer sin razón, / sin ver que sois la ocasión/ de lo mismo que culpáis”? Sabía latín, nahuatl, congolés y hace al español mágico; pintó el arco de bienvenida del marqués de Mancera; componía villancicos y su música, pergeñó dos tratados de música, uno perdido- El caracol- y otro que se conserva; escribió poemas, enigmas, autos alegóricos, teatro, cartas filosófico-teológicas. Conocía al dedillo a nuestros renacentistas y luciérnagas de los siglos de oro: Garcilaso, Cetina, Fray Luis, Lope, Góngora, Quevedo y Calderón.

Sus hermanas la nombraron ecónoma y administró el convento de forma sobresaliente, con pingües ganancias. Hizo un libro de gastronomía y vendían pitanzas que preparaban. Por sus encargos recibió suculentas sumas en monedas de oro. Defensora pertinaz de la libertad en su carta Atenagórica, criticando el sermón del P. Vieira; luchó denodadamente por demostrar la igualdad entre hombres y mujeres: “la inteligencia no tiene sexo”. Su razón es una columna jónica para la ética, la estética y el Barroco.

Su obra es una cumbre, pero demasiados, sin comprenderla, pretenden asimilarla a las circunstancias actuales. Y claro, el México virreinal se parece a hoy como un huevo a una patata. Para los jesuitas era insoportable que una mujer pensara y lo hiciera con tanta brillantez, luminosidad y belleza, y eso produjo choques.

Como ejemplo de las interpretaciones, una alusión a Primero sueño: Ezequiel Chávez lo relaciona con Hölderlin; Emilio Carilla con el romanticismo alemán y el surrealismo; Ramón Xirau con Gorostiza y O. Paz. Octavio Paz con Huidobro, Gorostiza y Stephane Mallarmé. Elías L. Rivers con Jorge Guillén; Emil Volek con César Vallejo; Lezama Lima con el barroco americano mágico. Otros con Góngora.

En los años ochenta s. XVII era la estrella de la poesía e intelectualidad novohispana, vigilada por los jesuitas y enclaustrada, pero estrella poderosa. Fue amiga de las virreinas, todos los prohombres civiles y eclesiásticos acudían en busca de su consejo y veneraban su pluma; entretanto, ella iba tejiendo una obra germinal que se publicó en Madrid, 1689, por orden y a costa de la condesa de Paredes, su dedicataria.

Su vida íntima ha suscitado fuerte interés cinematográfico. Desde 1935, un largometraje de Ramón Peón: Tránsito a los jardines de Venus. En 1939, El secreto de la monja de Raphael J. Sevilla, denuncia amoríos de la jerónima con el marqués de Pontevedra, Hernando Álvarez y Santaella. En 1978, Constelaciones de Alfredo Joskowicz, debate entre Sor Juana, Sigüenza y Góngora y un pícaro. 1988, documental de Nicolás Echevarría. En 1990, Yo, la peor de todas de María Luisa Bemberg, basada en propuestas de Octavio Paz, donde se muestra de forma explícita su lesbianismo, afirmando que los poemas amorosos responden a una relación real, sin prueba alguna. Aún, Las pasiones de Sor Juana de Antonio García Molina, 2004, con guion de Olivia de Montelongo, disperso, dispar y disparatado.

Sor Juana Inés de la Cruz por Yurihito Otsuki

 

Sor Juana Inés de la Cruz por Yurihito Otsuki

 

Inmensa escritora, artista y técnica, virtuosa del lenguaje, princesa del esdrújulo, su capacidad intelectual le distingue y su talento le ayuda a realizarse con solidez. Genio de niña superdotada, monja audaz, replicante de fuste y artista consumada. Excelsa creadora en lengua española, no necesita parangones con Safo, ni Ovidio, ni con Vallejo, para ser una poeta sublime de la estirpe gongorina más pura.

Para poder acceder con holgura a Góngora fue preciso Dámaso Alonso y sus colegas. Sor Juana tuvo peor suerte, llegaron Ludwig Pfandl enfocándola desde una perspectiva freudiana y las feministas hablando a tontas y locas, consumando la ceremonia de la confusión. También Octavio Paz llegó a conclusiones inesperadas, él que defiende que los poetas no tienen biografía, cayó en la trampa de alterar la de Sóror Juana.

Sor Juana Inés de la Cruz por Miguel Cabrera

 

Las creaciones de las grandes almas no se extinguen. El poeta crea la materia del milagro y lo eterniza. El escultor establece el alma de la forma. Ella anheló un alma que comprendiera todo el conocimiento científico como llave que abriera el secreto de Dios; quiso conocerlo y ser amada por Él: su faceta mística. En La tentación de existir, asegura Emil Cioran: ·El místico siempre se desvirtúa al expresarse, pero nunca tanto como el erudito desvirtúa al místico al comentarle”.

Ya asegura Antonio Machado en el Retrato (“-quien habla solo espera hablar a Dios un día-“). Mística de clausura, buscaba a Dios, se atrevió a rectificar al P. Antonio Vieira, se enfrentó a la jerarquía jesuítica, fue amiga de tres virreinas – ¿todas eran lesbianas?, pues a todas escribió poemas de amor-; un genio que estudió, trabajó sin descanso y que al final obligan a apartarse de la escritura. Los beneficios de la venta de su biblioteca los dedica a los indios pobres. Acabará cuidando a otras hermanas apestadas, se contagia y fallece.

Sor Juana Inés de la Cruz, Autorretrato

 

¿Por qué hay que leer a Sóror Juana? Por su visión, por placer intelectual, por hambre de descubrir la belleza; para aprender a defender la libertad, para desarrollar pensamiento, para afinar la percepción. Para desenmascarar el feminismo frívolo de memes y memas, para conocer y respetar la Historia, nuestra historia. Para entender la mística que busca conocer a Dios. Para saborear la poesía, para participar de una fiesta esplendorosa de la lengua y la inteligencia. Para conocer la grandeza en la sobriedad, la abundancia en la ascética, la conquista del mundo desde un ostugo.

Cabe estas líneas aparecen unos retratos de la poeta, todos ellos cuestionables, pues en las artes plásticas también el hechizo ha sido descomunal. Traigo aquí el famoso y dudoso “Autorretrato” de El Escorial, las imágenes de época de Juan de Miranda y Miguel Cabrera; y las más actuales de Tania Janco, como tapa del libro de 1995, y las de Yurihito Otsuki. ¡En todo es la jerónima un hechizo sorprendente, no dejen de participar de su gloria y de su halo, es decir, de leerla y de aprehenderla!

                                                                                                                   Tomás Paredes

                       Presidente H. de la Asociación Española de Críticos de Arte /AICA Spain

 

Restauración de una escultura de Margarita Sans Jordi

Representa al General Domingo Batet Mestres

 

Forma parte del patrimonio de la AEPE, gracias a la donación de su nieto,  Julio Batet Rodríguez -Roda

 

Por Por Amalia Cicard Soto

Experta en Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural

 

 

El Busto del General Domingo Batet Mestres, realizado por la escultora Margarita Sans Jordi, llegó al taller de Restauración de la Asociación Española de Pintores y Escultores (AEPE) en el pasado año 2021, gracias a la donación de su nieto, Julio Batet Rodríguez –Roda.

Ejecutado en escayola, el vaciado ha sido policromado con un tono verdoso oscuro que imita el  bronce. Sans Jordi fue de los primeros miembros pertenecientes a la AEPE, por lo que ha resultado una labor enternecedora revivir el patrimonio heredado por los propios integrantes de esta institución.  Su obra en la actualidad se ha relegado al olvido y se difunde poca información sobre su recorrido como artista destacada  de la escuela catalana.

Por ello resulta oportuno, restaurar parte de su legado y dar la oportunidad a otros de descubrir su obra. Esa pieza retrata el busto del general Domingo Batet Mestres: figura militar, republicano condenado a fusilamiento por órdenes de Franco.  Vinculado a la Guerra de Cuba(1895-1898). Juez del expediente Picasso, juicio que evaluó los desastres militares ocurridos durante la guerra de Marruecos.

Margarita Sans Jordi junto a su obra. Fuente: Biografía de Margarita Sans Jordi. Publicado por AEPE

 

 

El General Domingo Batet Mestres. Fuente: Centro Documental de la Memoria Histórica, Salamanca.

 

Junto a estas líneas,  el general saludando a su pelotón

La pieza no contaba con alteraciones que supusieran un riesgo para su estabilidad. Se observaron diversidad de faltas de policromías que impedían la correcta lectura del conjunto. De igual manera, eran notables algunas faltas volumétricas que habían alterado la morfología original de la pieza. Mostraba abundante suciedad superficial en forma de acumulación de polvo. Debido a la tipología estriada de la superficie, el polvo se acumuló e impregnó en los surcos y perfiles complejos de la obra. Existían otros depósitos en forma de concreciones de color blanquecino. Al parecer se trataban de manchas de escayola por la naturaleza porosa de la suciedad. Se encontraba adherida a la superficie, sobre todo en las zonas hundidas de la obra.

 

A la izquierda, detalle de falta de volumétrica. Ubicada en la zona de la ceja derecha. En el medio, detalle de falta de material en la esquina inferior derecha de la escultura. A la derecha, detalle de concreciones y polvo acumulado en perfiles de la obra. Ubicado en hombro derecho por la vista trasera. Fuente: Amalia Cicard

 

En líneas generales el tratamiento de restauración consistió en estabilizar los deterioros de la pieza para impedir su avance y en restituir la completa visibilidad del bien. Para ello se realizó una limpieza superficial de las partículas de polvo a base de paletinas de pelos suaves y pinceles.  Seguido de una limpieza mecánica de algunas concreciones de coloración blanca que existían sobre la obra. Esta fase se acometió con especial cuidado, procurando no desprender partes inestables de la policromía. Posteriormente se consolidaron las zonas con riesgo de desprendimiento con una resina sintética en muy baja concentración y aplicando varias manos del producto.

La tarea más laboriosa durante el proceso de restauración fue la reintegración cromática de la diversidad de faltas de policromía ubicadas en la vista posterior del busto.  Se reintegró con una técnica de puntillismo que pudiera ser discernible para los profesionales en conservación y no cometer un falso histórico.  De igual manera se reintegró volumétricamente las zonas con pérdida de material con un estuco sintético de secado al aire.  Finalmente se aplicó un barniz de retoques en spray  para proteger y conservar la obra del ambiente circundante.

 

Reintegración cromática de la esquina inferior de la obra. Progresión del tratamiento. Fuente: Amalia Cicard

 

De modo que la pieza ha adquirido su visión original, siempre respetando el paso natural del tiempo y sin pretender restaurar la pieza como si acabara de salir del taller de la artista. La pátina del tiempo se ha conservado protegiendo la dignidad de la edad de la pieza.

 

Vista trasera del busto. Antes de ser restaurado. Fuente: Amalia Cicard

Vista trasera del busto. Después de ser restaurado. Fuente: Amalia Cicard

Vista frontal del busto. Antes  de ser restaurado. Fuente: Amalia Cicard

Vista frontal del busto. Después de ser restaurado. Fuente: Amalia Cicard

 

Donación de un busto de Margarita Sans Jordi

Representa al General Domingo Batet Mestres

Gracias a la generosidad de su nieto,  Julio Batet Rodríguez -Roda

 

El pasado mes de diciembre, Julio Batet Rodríguez-Roda contactó con nuestra entidad haciéndonos llegar su inquietud por el futuro de tres esculturas que poseía en su domicilio, y que buscaba de alguna manera poder preservar.

Nadie mejor que la Asociación Española de Pintores y Escultores para custodiar un legado de grandes artistas, miembros a su vez de la entidad, como son Margarita Sans Jordi y Victorio Macho.

Junto a la donación de las obras, que ya se encuentran convenientemente inventariadas en el patrimonio de la institución, nos hizo llegar un texto que no nos resistimos a publicar de forma íntegra, agradeciendo una vez más y desde estas líneas, su gesto altruista y confianza en la AEPE.

 

Donación a la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

El general Domingo Batet Mestres fue hijo de Domingo Batet Rosich y Ventura Mestres Sugrañes. Nació el 30 de agosto de 1872 en Tarragona.

El general Batet se casó con Elvira Martínez de Larrea con la que tuvo dos hijos: Domingo y Elvira Batet Martínez.

Domingo Batet Martínez casó en primeras nupcias con Antonia López López con la que tuvo dos hijos: Domingo y Elvira Batet López. Elvira falleció a los pocos meses de nacer.

Casó más tarde con Carmen Rodríguez-Roda Compaired y fruto del matrimonio fueron sus cuatro hijos: Carmen, Reyes, Julio y Juan Ramón Batet Rodríguez-Roda.

La donación que hago a la Asociación Española de Pintores y Escultores colma mis deseos de que se perpetúen dos bustos que están repletos de recuerdos positivos para mí. Dos bustos: General Domingo Batet Mestres, realizado por Margarita Sans Jordi, y Benito Pérez Galdós, nominado por Victorio Macho.

Dono ambos sin apoyo de documentación alguna.

El busto del general Batet siempre se ha atribuido a Margarita Sans Jordi.

Nací en Torrelavega en el año 1949. Mis padres fueron Carmen Rodríguez-Roda Compaired y Domingo Batet Martínez. Desde que vi la luz en esa ciudad de La Montaña, esos bustos fueron compañeros y alimento de mi imaginación. En la biblioteca familiar han estado siempre las obras completas de Galdós y, ya en la adolescencia, era muy corriente que curioseara, de vez en cuando, en toda la documentación que mi padre tenía de mi abuelo, el general Domingo Batet Mestres.

Mis padres nos educaron en un ejemplar distanciamiento de ideologías. Mi padre falleció en 1968 con 66 años cumplidos. A la edad que tenía yo cuando él falleció, no me permitió ocasión idónea para platear preguntas. En 1970 me ausenté de Madrid, en donde vivíamos desde 1963.

Mi padre, Domingo Batet Martínez, tenía la documentación del general Batet. Cuando falleció, 27 de mayo de 1968, mi madre quedó afectada y tuvo que solicitar la incorporación en Magistratura del Trabajo, después de casi veinticinco años de excedencia. La situación económica familiar era mala a causa de unos problemas de mi hermano mayor, con los que el patrimonio familiar quedó muy reducido.

El cuñado de mi padre, Francisco Carbó Cotal, y su hijo, Francisco Carbó Batet, presionaron a mi madre para que les entregara la documentación completa que tenía del general Batet con el fin de escribir una biografía. Viuda reciente tuvo que luchar por sus hijos, solicitar el regreso al trabajo para solucionar problemas… y la presión de enviar toda la documentación a su cuñado. Aprovechó la venida a Madrid de un hermano suyo, Celestino Rodríguez-Roda Compaired, para encargarle le llevara presencialmente esos documentos a Francisco Carbó Cotal. No se firmó ningún documento de entrega y recibí y siempre negaron la entrega, afirmando que la documentación siempre la habían tenido ellos. La depositaron en el Archivo Maciá-Tarradellas ubicado en el monasterio de Poblet. La intención era que el monje benedictino de Monserrat, Hilari Raguer, escribiera la biografía del general, pues se dedicaba a la investigación histórica.

Mi madre solicitó a Hilari Raguer que indagara la autoría del busto del general Batet.

Mi madre falleció hace veintiún años. Recuerdo que ordenando los documentos que se quedaron en casa en la anterior «donación» a mis primos, hallé algunos preciosísimos. Uno de ellos es la estampa manuscrita por el jesuita Serapio Leturia, confesor y asistente de mi abuelo en el penal de Burgos al que acompañó los días antes y hasta el momento del fusilamiento. Es una estampa «suscipe, sante Pater» en cuyo reverso escribió las últimas palabras de mi abuelo.

Encontré un trozo de folio en el que mi madre había escrito algo como: «Parece ser que la autora del busto es Monserrat San Jordi o nombre parecido».

Esto es todo lo que puedo aportar para sustentar mi donación.

La razón de que la escultura esté vestida con el uniforme francés es a causa de las posibles represalias que temía la artista, lo que motivó que la escultora lo vistiera con uniforme y capa del ejército francés, pero sin dejar de reseñar con claridad, la Cruz Laureada de San Fernando del ejército español.

El busto de Galdós está más relacionado con la familia de mi madre. Su padre, Julio Rodríguez-Roda Hacar, fue ingeniero de caminos, canales y puertos. Entre sus obras (ferrocarril Ceuta – Tetuán, ensanchamiento del Puerto de Castellón, ensanchamiento de la ciudad de Tetuán y otras), destaca el el ensanchamiento del Puerto de la Luz y de las Palmas. Mi madre nació en Melilla, y la familia residió tiempo en Las Palmas. Ahí uno yo la relación del busto de don Benito Pérez Galdós.

Tengo documentos preciosos en los que admiro la figura del general Batet, un militar auténtico, sin antecedentes militares en su familia. Sí tuvo mucha admiración por el general Prim, paisano suyo. Escritores hay (Santos Juliá) que afirman que fue muy apreciado por generales rebeldes con la República: Mola (paisano, amigo y traidor más tarde), Cabanellas, Queipo de Llano. Y afirma que era un conservador republicano, ferviente católico y apolítico. Esto último me parece importante, pues, desde la ejemplar Transición española, hay formaciones políticas de izquierdas y republicanas que han conseguido casi adueñarse de su figura. Juliá afirma que Franco no firmó el indulto al general Batet, porque Queipo se negó al indulto del general Campins que le solicitó Franco. Como militar siempre ofreció un alto nivel profesional y un gran respeto a los gobiernos legalmente constituidos.

Siendo capitán general de la IV División Militar, Cataluña, abortó la proclamación del Está català por parte de Lluís Companys, en octubre de 1934, con el mínimo derramamiento de sangre. Ostentando la capitanía general de la VI División Militar, Burgos, puso peros a la sublevación militar, dirigida en principio por Mola y luego por Franco, por lo que fue hecho prisionero. Es el único caso que siendo detenido el 18 de julio de 1936, no fue fusilado hasta el 18 de febrero de 1937, me refiero al tiempo transcurrido.

Cuando sus tropas detuvieron a Lluís Companys, el general Batet le dijo: «Por la violencia jamás se logran los ideales, aunque estos sean justos».

En 1921, siendo coronel, lo nombran Juez especial en los actos del Annual, lo que se conoció como el expediente Picasso. Desde el momento de su nombramiento pide ser cesado en su responsabilidad, y que sean nombrados jueces del cuerpo jurídico, dado que su nombramiento no se ajustaba al código de justicia militar, y, por tanto, era nulo. Viajó a Madrid y se entrevistó con el subsecretario de Guerra, general Barrera, que lo escuchó y regresó al mando de su regimiento. Pero mientras comenzó su tarea en condiciones calamitosas y con constantes trabas en su desempeño. Dejó escrito: «En mi cometido, no se me dejaba obrar en perfecta libertad, pues, según quién era el culpable, se creía injustamente no encontrarle culpabilidad».

Últimamente se está resucitando el enfrentamiento de las dos Españas irreconciliables, que parecían reconciliadas en la Transición. El general Batet, en aquella época, no tenía cabida en ninguna de las dos Españas. Los catalanistas lo repudiaban por no obedecer a Companys el 6 de octubre de 1934. Las izquierdas no lo querían. Las derechas lo repudian pues lo consideraban afecto a Companys —pues defendían que actuó inducido por sus subordinados— y que no fue lo suficientemente duro durante la noche del 6 de octubre de 1934. Y la misma derecha lo acusó de traición al no secundar desde Burgos el levantamiento contra la República.

Todo esto para destacar algo mi admiración por una personalidad tan equilibrada y que dejó escritas a mano, momentos antes de su fusilamiento, unas cartas a sus hijos y a su cuñada María Martínez de Larrea. A sus hijos (mi padre) les decía ideas como esta: «Sed siempre buenos ciudadanos y cumplid siempre con vuestro deber, cualquiera que sean las circunstancias que os depare el destino. Seguid mi ejemplo, y no cuente, para vosotros, el fin que he tenido».

Pido disculpas por haberme alargado tanto. No haber conocido a mi abuelo y no haberlo disfrutado algunos años, ahora se me va haciendo duro. En realidad no conocí a mis abuelos Domingo y Elvira, ni a mi abuelo Julio. Solo disfruté en contadas ocasiones de mi abuela Carmen.

San Sebastián de los Reyes, 14 de diciembre de 2021

Julio Batet Rodríguez-Roda

 

El General Domingo Batet Mestres. Archivo de la familia Batet

Recordando… Álvaro Alcalá Galiano y Vildósola

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Álvaro Alcalá Galiano y Vildósola

 

Continuando con la saga de artistas que estamos recogiendo a lo largo de estos meses, hoy recordamos a uno de nuestros más ilustres socios. Recuperamos así su memoria, para que no duerma en el olvido.

 

Álvaro Alcalá Galiano y Vildósola

 

 

ALCALA‑GALIANO VILDOSOLA, Alvaro        P            1910 (F)        21.may.1873   BILBAO         MADRID/BILBAO     PARACUELLOS 27.nov.1936

Conde del Real Aprecio

 

Socio Fundador de la Asociación de Pintores y Escultores

Vicepresidente de la AEPE

Presidente de la AEPE

Socio de Honor

 

Jesús Ygnacio Dionisio Álvaro María de la Santísima Trinidad Alcalá Galiano y Vildósola nació en Bilbao, el 21 de mayo de 1873.

Era hijo único de Mercedes Vildósola y Coste, natural de Bilbao, y de Jesús Alcalá-Galiano Eguía, hijo a su vez del Barón de Bellera, Dionisio Salvador Alcalá-Galiano Bermúdez, el famoso marino de la Batalla de Trafalgar al que nohay que confundir con el político.

Tampoco hay que confundir a Álvaro Alcalá Galiano Osma, el literato y escritor, con su primo, el pintor Álvaro Alcalá Galiano que es el que nos ocupa.

Nacido en el seno de una familia aristocrática, ostentó el título de Conde del Real Aprecio, el de Mayordomo de Semana del Rey Alfonso XIII y el de Maestrante de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza.

 

 

En la localidad francesa de Ciboure, de donde era su abuela materna, Matilde Privat de Coste, pasó largas temporadas en su niñez, donde le gustaba pintar paisajes y en donde el entonces director de la Escuela de Bellas Artes de París, M. Gervex, le propuso trasladarse a la capital francesa para formarse junto al maestro M. Bonat.

Por esos mundos. 1903

 

Rechazada la propuesta por sus padres, su juventud transcurrió en Bilbao, donde recibió clases de su primer maestro, Adolfo Guiard, el introductor del impresionismo en el País Vasco, que tras pasar por Barcelona y París se estableció en Bilbao, abriendo un taller en la calle Correo, 23.

El progreso en sus estudios artísticos hace que su familia decida que los amplíe en Madrid, comenzando su formación como discípulo de Jiménez Aranda primero, cuando el artista contaba con 18 años de edad, aprendiendo el vigor y la escrupulosidad del dibujo, y posteriormente bajo la tutela de Joaquín Sorolla, quien fuera Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, destacando como uno de sus más notables alumnos. Con Sorolla descubrió el color impetuoso, se enamoró del aire libre y la factura amplia.

Así pasó de la enseñanza de un gran dibujante a la de un gran colorista, uniendo de forma fiel  y equilibrada ambas, buscando para sus obras problemas de dibujo y de color, armonías de líneas y de tonos.

 

Autorretrato

 

Entre dos maestros, Alcalá Galiano supo demostrar su personalidad independiente de las naturales influencias y empezó a pintar con independencia de criterio.

Colaboró en las páginas del diario ABC y de Blanco y Negro, con dibujos muy del gusto de la época, en un medio en el que se sentía muy a gusto, puesto que siempre se declaró profundamente monárquico y de derechas, lo que le costaría la vida.

Centrado en escenas costumbristas o de género, no descuida la construcción de las formas por atender a los cambiantes efectos de la luz, ni abandona éstos para ocuparse solamente de aquella.

 

Aldeano

Viejo bretón

Muchacha

La carta

 

Viajó por multitud de países en los que visitó museos y pinacotecas “para estudiar la técnica de cada autor, comparando estilos, procedimientos, manías, todo lo que entra en la compleja personalidad de un artista, todo lo que él lleva al lienzo”… Así lo destacaba La Correspondencia de España en 1903, cuando informaba a los lectores de cómo los periódicos franceses, tan parcos de elogios con los artistas extranjeros, aireaban por esos días el nombre de un magnífico pintor: Álvaro Alcalá Galiano.

 

El maestro en su estudio trabajando

 

En el artículo, firmado por Manuel Bueno, se asegura que “no es un maestro, pero está en vías de serlo… hay en Alcalá Galiano cierta poesía en la visión de las cosas, que recuerda el temperamento de Puvis y cierta franqueza de procedimiento que quizá haya aprendido de Sorolla… Carezco de títulos para extender credenciales de genio a nadie. No he podido sustraerme, sin embargo, al sano impulso de ponderar lo que vale un artista joven a quien ya cita con calientes elogios la prensa extranjera. Es un compatriota nuestro que honra… un artista destinado a tener extensa nombradía… Alcalá Galiano es un temperamento, es joven, es laborioso y renueva en el trabajo esas consoladoras alegrías que no comprenden todos. Su firma se cotiza ya a buen precio en el mercado. Y sobre todo: hay muchos, yo entre ellos, que creen en él. Y si su fe desmayara, la que nosotros hemos puesto en su talento le conduciría al triunfo definitivo”.

 

Sobre cubierta, puerto de Volendam (Holanda)

 

La primera vez que expuso fue a los veintiún años, en 1894 y en el Salón que el Círculo de Bellas Artes tenía entonces en la calle de la Libertad. Presentó cuatro cuadros, de los cuales fueron objeto de críticas satisfactorias “Tipo vizcaíno” y “Vieja de Mondéjar”.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1897 obtuvo la Tercera Medalla por su obra “El rancho”, igual recompensa que la obtenida en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1899, mientras que en la de 1901, logró la Segunda Medalla.

Alrededor de 1900 viajó por la Bretaña francesa, Holanda y Alemania, ampliando sus estudios y conocimientos y desarrollando su técnica paisajista y mural. Allí pintó con entusiasmo y uno de esos lienzos, el titulado “Sobre cubierta”, ganó la Segunda Medalla de la Exposición Nacional de 1901.

 

Después de la vendimia

 

A partir de estas fechas, sus obras forman parte de grandes exposiciones colectivas repartidas por toda la geografía nacional, como la del Salón Amaré de 1903, junto a nombres como Sorolla, Moreno Carbonero, Muñoz Degrain, Garnelo, Beruete, Pradilla, López Mezquita, la Exposición Anglo latina celebrada en Londres, la Exposición de Pintura Española de Argentina, que celebraba José Pinelo…

En 1902, en su estudio madrileño de la calle Villanueva, hizo una exposición con veinte cuadros que había traído fruto de ese viaje, con pintorescos tipos holandeses y bretones, que mereció buenas reseñas por parte de los críticos, que manifestaron que Alcalá Galiano …”ha sabido conservar el carácter propio de nuestra pintura interpretando un ambiente tan distinto a ella”… o …”que es la fe de vida de un vigoroso temperamento”…

En 1903 participó en la Segunda Exposición de Arte Español celebrada en los salones de Durand-Ruel de París, reseñando la crítica que …”este joven artista, continúa distinguiéndose por la sinceridad de su arte… pinta sin contorsiones, sin esfuerzos, sin incoherencias; el esfuerzo, la incoherencia queda para el taller en donde trabaja lleno de fe y con ardiente entusiasmo. Su espíritu se abre a las sanas influencias de la pintura moderna, en la que estudia lo que hay de sólido y fundamental, sin olvidar nunca lo que se debe a la vieja escuela española”…

 

Limpiando sardinas

 

 

Distintas imágenes e ilustraciones de semanarios, revistas y diarios con dibujos del artista

 

En 1905 su estudio estaba situado en la calle Sacramento de Madrid, donde el artista presentó las dos obras que había realizado para la Diputación de Vizcaya. Composiciones decorativas que fueron merecedoras de un generalizado aplauso entre la crítica y los propios artistas, al considerarlas dos composiciones de …”valentía de las líneas y riqueza de tonalidades, vibrante de luces, animación y alegría… por las que recibió muchas y muy merecidas felicitaciones”…

 

El rapto

 

Alentado por sus recientes éxitos, el artista regresó a Bretaña y Holanda, surgiendo ahí las primeras obras importantes y valiosas, las más conocidas y celebradas: “Lavanderas bretonas”, “Viejos marinos holandeses”, “Las barcas del heno” y “La fiesta del mar”, que expuso en el Salón de París de 1910 y con la que obtuvo la Tercera Medalla.

Ese mismo año, logró la Segunda Medalla en la Exposición Universal de Buenos Aires.

En 1916 consigue el Gran Premio de Honor de la Exposición Internacional de Panamá y no será hasta 1920, cuando logra la ansiada Primera Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes, por el lienzo titulado “La senda”, que se encuentra en el Museo del Prado de Madrid.

El 23 de febrero de 1908, en el Palacio Chávarri de Bilbao, el artista contrajo matrimonio con María Isabel Chávarri Aldecoa, hija del acaudalado empresario y político Benigno Chávarri, Marqués del mismo título, con quien tuvo tres hijos: Alfonso, Alberto e Isabel.

 

LA CONVERSACION

Imagen del Calendario de la Unión Española de Explosivos de 1923

 

En la década de los años veinte, Alcalá Galiano centró su atención en la decoración, pintando un techo y un friso destinado a la mansión madrileña de Tomás Allende, donde hizo cinco paneles para la capilla, representando la llegada de San Carlos Borroneo a Milán y otros episodios de la vida del santo.

Concluida la obra, Alcalá Galiano emprendió la realización de los techos del Palacio de Justicia de Madrid, hoy sede del Tribunal Supremo, surgido de la reforma del antiguo monasterio de la Visitación de la Bienaventurada Virgen María, más conocido como las Salesas Reales, que en 1915 había sufrido un pavoroso incendio.

Pintó allí seis techos, dos de grandes dimensiones, con distintas composiciones alegóricas de las leyes humanas y la Ley Divina, figuras que simbolizan la Verdad, la Riqueza, el Progreso y el Delito.

En ellas, mantuvo el credo realista, bien documentado en cuanto al carácter e indumentaria de los personajes y su agrupación similar a los cuadros de género. Pintados al óleo, sin estilizar la línea, sin descuidar la perspectiva aérea, sus decoraciones se ven animadas y luminosas, en las que penetra a menudo la luz del sol, repartiendo reflejos y dando a los motivos su máxima vistosidad.

 

Paisaje

 

Realizó también tres paneles históricos en el Ministerio de Marina, que recogen con el dinamismo bélico de las líneas, la poderosa sinfonía de los colores que alcanza, en algunos puntos, intensidad de himno patriótico, como fue definida por la prensa del momento.

Sus figuras simbólicas, tanto del Palacio de Justicia como del Ministerio de la Marina, continúan la tradición insuperable de este género con nubes, escorzos, piernas y brazos desnudos, túnicas flotantes, perfiles griegos, atributos mitológicos…  Las líneas, mórbidas y los colores, pomposos, con fuertes contrastes de sombra y luz.

En 1923 le fue concedida la Cruz del Mérito Naval por sus trabajos en el Ministerio de Marina.

Ese mismo año, fue elegido para ilustrar el famoso calendario de la Unión Española de Explosivos, que se distribuía por toda España.

 

Acantilados

Marina nocturna

Firma autógrafa

 

En 1924 en su estudio, reunió una exposición de marinas de la que se hizo eco la prensa de la época, como en este texto de Concha Espina en el que leemos …”magnífica colección de sus obras, entre las cuales faltan muchas adquiridas por los museos y salones insignes, o viajeras por el mundo… nunca habíamos recibido plenamente la influencia de sus marinas, lienzo que nos acercan a los arenales de nuestro país… cuadros veraces, tan sensibles, donde el refinamiento del colorido, el empuje y la emoción del asunto, adquieren una sublimidad incomparable… no le detienen fatigas ni peligros en los viajes temerarios. Espíritu aventurero de la indómita Vizcaya… nos transmite el sentimiento de la mar con un arte viril y español que no tiene semejanza”…

 

Fotografías de los techos del Palacio de Justicia aparecidas en la Gaceta de Bellas Artes de octubre de 1924

 

En 1928 el gobierno francés nombró Caballero de la Legión de Honor al ilustre pintor, en agradecimiento a las Exposiciones de Arte francés que, siendo Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, organizó en el Palacio del Retiro, tal y como aparece publicado en El Imparcial del 14 de octubre.

A su mano de dibujante se deben las primeras imágenes que se conocen de las pinturas rupestres de la cueva de Santimamiñe, situada en la localidad vizcaína de Cortézubi, en donde se han hallado restos y pinturas rupestres datados en el Paleolítico Superior, y que está considerada como un icono de la cultura vizcaína y su principal yacimiento prehistórico.

 

Bretonas

Pescador

Gitanos conversando

Canal en Bretaña

Paisaje

Pueblo andaluz

 

Álvaro Alcalá Galiano vivió en la Calle Don Ramón de la Cruz, número 15 y en la Calle Almagro, 40 de Madrid.

Amante de las artes y la cultura, fue el impulsor de la creación del Ateneo de Bilbao, del cual fue su primer Presidente.

 

La senda

 

Álvaro Alcalá Galiano y Vildósola se encontraba detenido en noviembre de 1936, en la cárcel de San Antón de Madrid por pertenecer a la organización política de derechas Acción Española, de tendencia abiertamente antimarxista.

Allí se prestaba más atención a los civiles con antecedentes sociopolíticos, sacerdotes y religiosos, y se determinaba si un preso vivía o moría.

El día 27 de noviembre de 1936, la autoridad carcelaria llamó a los presos que aparecían en la lista, uno a uno, y les fue despojando de sus pertenencias. Álvaro Alcalá Galiano fue uno de ellos. Atado por las manos, fue subido a un vehículo de dos pisos de color verde del servicio público de transportes de Madrid.

La expedición fue escoltada hasta la madrileña localidad de Paracuellos del Jarama, por milicianos pertenecientes a las Milicias de Vigilancia de la Retaguardia, que eran quienes integraban los pelotones de fusilamiento junto a los milicianos comunistas adscritos a la checa de la calle Marqués de Riscal.

Así fue cómo el 27 de noviembre de 1936, Álvaro Alcalá Galiano fue fusilado en Paracuellos del Jarama.

En 2006 una exposición en Igorre, donde la familia conserva la casa, reunió un conjunto de cuadros de tema vasco y con personajes y vistas del valle de Arratia, escogidas de colecciones particulares, sobre todo de sus descendientes, y sirvió para preparar otra exposición antológica en Bilbao y Madrid, que nunca se llegaron a celebrar.

Álvaro Alcalá Galiano firmó innumerables artículos a lo largo de su vida, bajo el pseudónimo de Juan de Eguía.

 

Vendedoras de frutas

Veleros

 

Hay obras del artista en multitud de instituciones como en el Ayuntamiento de París, la Diputación Foral de Bilbao, la Casa de Juntas de Gernika, la Colección Fundación MAXAM (Unión Española de Explosivos), Madrid, el Ministerio de Marina, Madrid, el MNBA-Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, el MNCARS-Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, el Museo ABC, Madrid, el Museo Arqueológico Nacional, Madrid, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, Bilbao, el Museo de Bellas Artes de Santander, Santander, el Museo Nacional del Prado, Madrid o el Museo San Telmo, Donostia-San Sebastián.

Díptico Unidos por el pensamiento

 

Álvaro Alcalá Galiano y la AEPE

Socio Fundador de la Asociación de Pintores y Escultores.

En 1914 es elegido Vicepresidente de la Asociación, cargo que ocupará hasta 1926.

Donó obra para el festival benéfico que organizó la AEPE en 1915.

Perteneció al Comité ejecutivo del I Congreso Nacional de Bellas Artes que convocó la AEPE en 1918 y presentó además una ponencia.

Fue jurado de distintas convocatorias de la institución, en los Salones de Otoño y en Exposiciones Nacionales, como la de 1922, en el Concurso Nacional de Arte decorativo de 1926, en la Bienal de Venecia…

Fue también Vocal representante de la Asociación en la Comisión Técnica para la Exposición de Arte español en la XV Bienal de Venecia.

Tras haber sido Presidente accidental en varias ocasiones, en 1927 es elegido Presidente de la AEPE.

En 1928 formó parte del Comité para la Exposición del arte francés e italiano y del libro alemán.

Fue nombrado Socio de Honor del Salón de Otoño de 1925.

Participó en los Salones de Otoño de 1920, 1921, 1922 y 1925.

Al I Salón de Otoño de 1920 presentó la obra

949.- Vendedora de manzanas, óleo

Al II Salón de Otoño de 1921 concurrió con

11.- La playa de San Fausto (Galicia), óleo, 1,10 x 0,90

En el III Salón de Otoño de 1922 estuvo presente con la obra

5.- Playa desierta, óleo, 1,03 x 1,20

Al VI Salón de Otoño de 1925 concurrió con

8.- El molino del brujo (Bretaña), óleo, 137 x 108

9.- Viejo pescador (Holanda), óleo, 116 x 96

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Cándido Medina Queralt

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

La  Gaceta de Bellas Artes 1921-1922

La revista recogía un resumen de la Gaceta de Madrid, en noticias relacionadas con el mundo del arte, sobre todo en materia de docencia, incluyendo los movimientos del profesorado de dibujo en las escuelas y facultades de España, lo que entonces tenía todo el sentido del mundo ya que el profesorado formaba un núcleo muy numeroso de socios de la entidad.

Por estos años se llevó a cabo la creación de una biblioteca en la sede de la Asociación, solicitando a sus miembros, distintas entidades y asociaciones, su colaboración en forma de donación de libros, dándose cuenta de los llegados en los números sucesivos, como la importante donación que realizó la Real Academia Nacional de Medicina.

Por su parte, la Dirección General de Bellas Artes concedió a la Asociación de Pintores y Escultores, con destino a su biblioteca, una importante colección de pruebas de aguafortistas, desde Goya, así como ocho tomos, lujosamente encuadernados, del Quijote del Centenario, ilustrado por Jiménez Aranda, donación de sus hijos.

En la Junta General del 24 de febrero de 1921 se eligió Secretario a Cándido Medina Queralt, encargándole también de la dirección de la Gaceta, si bien dos meses después, en abril de 1921, presentó su dimisión como encargado de la misma.

 

Cándido Medina Queralt

MEDINA QUERALT, Cándido       D.P       1920             BARCELONA         MADRID

Secretario de la AEPE

 

Con escasos datos acerca de su vida personal, más allá de su nacimiento en Barcelona, según dejó consignada en su ficha de inscripción en la Asociación de Pintores y Escultores, Cándido Medina Queralt vivía en Madrid, en la calle Argumosa, número 4.

En algunos documentos encontrados relacionados con su trabajo y profesión, se describía a sí mismo como “Ingeniero de la Internacional Institución Electroténica”, una escuela libre de ingenieros mecánicos electricistas, fundada en 1903 en Valencia, por Julio Cervera que daba títulos propios de ingeniero mecánico, electricista y mecánico-electricista, denominados libres. Fue una de las primeras experiencias de educación a distancia de todo el mundo. En 1908 pasó a llamarse Institución de Enseñanza Técnica, ofreciendo cursos en disco. Publicaba además la revista Electricidad y Mecánica, que estuvo en el mercado desde 1905 hasta al menos 1920.

Cabe destacar que Julio Cervera, que trabajó en 1899 durante tres meses con Guillermo Marconi y su ayudante, George Kemp, obtuvo ya sus primeras patentes en telegrafía sin hilos antes de finalizar el año.

Según el profesor Ángel Faus, una de las patentes más destacadas de Cervera es la del telemando de equipos y sistemas, antecesor del mando a distancia, atribuyéndole también la invención del primer sistema técnico de la radio.

Julio Cervera según últimas investigaciones realizadas, desarrolló la radio once años antes que Marconi. Cierto es que el italiano inventó antes que Cervera la telegrafía sin hilos, pero para transmitir señales, no sonido. Cervera transmitió la voz humana -y no señales- sin hilos entre Jávea, Alicante, e Ibiza en 1902, lo que significó la conexión de dos puntos alejados cerca de 85 kilómetros.

Decíamos que Cándido Medina Queralt firmaba como Ingeniero de la Internacional Institución Electroténica, y además como Constructor de Obras.

 

Anuncios aparecidos en la prensa de la época

 

Con pequeños guiños a la arquitectura y al arte, era gran aficionado al dibujo, como aseguraba el Anuario del Comercio, de la Industria, de la Magistratura y de la Administración de 1899.

En 1902 se presentó a las oposiciones para alguna de las plazas de Catedrático de Caligrafía de Instituto en diferentes centros educativos de España, si bien no se ha podido confirmar si la consiguió finalmente.

En 1904 comenzó a publicar artículos en algunos diarios y revistas especializadas como La Construcción Moderna, la más importante y con mayor tradición en el ámbito de la arquitectura española y principal plataforma de opinión de sus profesionales en el primer tercio del siglo veinte, cuyos contenidos versaban sobre edificios públicos, privados y religiosos, fábricas y materiales de construcción, proyectos urbanísticos y obras y saneamiento público, abastecimientos de aguas, congresos internacionales de arquitectura, artículos técnicos e informaciones de carácter corporativo, notas bibliográficas y de actualidad, arte y arqueología. Un gran aporte de la revista eran sus ilustraciones, especialmente las fotografías de edificios construidos en la época, tanto españoles como extranjeros.

También publicaba en la revista El Constructor, especializada en ingeniería civil y sanitaria, construcción, obras públicas, arquitectura y decoración, urbanismo y automovilismo y mecánica, que se publicaba con la colaboración de ingenieros, arquitectos, directores de empresas de construcción y fabricación de materiales, carpinteros y maestros de obras, entre otros profesionales. Publicaba artículos dedicados a trabajos de albañilería, cubiertas, herrería o carpintería, propagando materiales modernos (uralitas, pavimentos, asfaltos, cementos, hormigones, cerámicas, estructuras metálicas, tuberías) o maquinaria (ascensores, montacargas, calefacción, etc.).

 

La inauguración del Salón de Otoño de 1922, donde aparece el Ministro y el Director General de Bellas Artes junto a los organizadores, de la AEPE, entre los que se encontraría sin lugar a dudas el Secretario de la AEPE

 

En 1903 figura como Director de la Academia Politécnica Caballero de Gracia, 26, tercero, según se anunciaba en el Boletín Minero y Comercial, Revista ilustrada y en El Defensor de los Pueblos.
En 1904 La Construcción Moderna daba cuenta de la siguiente noticia “El Mundo Industrial.- Hemos recibido el número primero de una interesante revista que, con dicho título, ha empezado a publicarse en esta corte bajo la dirección de D. Cándido Medina Queralt… Devolvemos el saludo que a la prensa dirige, y deseámosla vida larga y próspera”.

En 1910 se encargó de organizar la obra de la Casa de los Actores, realizada por la Asociación de Actores, que abrió sus puertas junto al Teatro Español, y en donde estuvo ayudado por el arquitecto Francisco Reynals Toledo, cuyas obras realizadas en Madrid se caracterizaban por su estilo modernista, y con quien había también dirigido la obra de instalación del Casino de Madrid en todo lo relacionado con la decoración, mobiliario…

 

El Director General de Bellas Artes inaugura  el II Salón Otoño de 1921, en donde estaría el Secretario de la AEPE

 

En 1916 presentó una patente denominada “Escenometal”, un nuevo sistema patentado de Escenario metálico incombustible, que  firmó  como Ingeniero de la Internacional Institución Electrotécnica, Constructor de Obras, tal y como recogió la revista Electricidad y mecánica.

Un año después, la misma revista declaraba que “el invento realizado por el Ingeniero de esta Escuela, D. Cándido Medina Queralt y el artista dramático Arturo de La Riva, titulado “Escenometal”… hoy tenemos la satisfacción de comunicar que el 27 de diciembre fue firmado el contrato para la instalación del mismo en el magnífico “Teatro Pereda”, en construcción, en Santander. Al dar cuenta de dicho contrato, felicitamos calurosamente a los inventores, y en especial, a nuestro muy querido amigo Cándido Medina”.

Según se lee en La Correspondencia de España del 30 de julio de 1919  “las salas de butacas, las galerías, telares, los peines y otros servicios escénicos, han sido construidos en metal con arregglo a la nueva patente denominada “Escenometal”, de la cual hasta la fecha, el teatro Pereda de Santander es el segundo de España que la ha utilizado. Suple con grandes ventajas al maderamen en los escenarios. Con el objeto de dotar al teatro de las mejores condiciones de incombustibilidad, además de utilizarse en él es Escenometal, en la construcción del coliseo se ha empleado, casi en su totalidad, el hormigón armado, y la cabina del cina va situada detrás del muro posterior del escenario”…

 

Patente Escenometal

 

Por El Pueblo cántabro, de julio de 1924, sabemos que veraneaba en Santander junto a su mujer, lo cual denota una posición económica desahogada.

Sin muchos más datos que aportar, más que el gran número de conferencias de temática arquitectónica que impartió a lo largo de su carrera, como curiosidad destacamos que el año 1927 lo dedicó por entero a esta actividad.

 

Un recodo de Miera. Fotografía del Archivo Moreno. Con esa obra participó en el I Salón de Otoño de 1920. En la fotografía de abajo, la misma obra recogida en el catálogo del I Salón de Otoño

 

Cándido Medina Queralt y la AEPE

En  1921 es nombrado Secretario General de la Asociación Española de Pintores y Escultores, puesto que ejerció hasta 1922, junto con el de Director de Gaceta de Bellas Artes, para la que escribió distintos artículos sobre paisajistas catalanes.

Participó en el Salón de Otoño de 1920 con cuatro óleos titulados: “Recodo del Miera” (0,78 x 1,26), “Paisaje de Cuenca” (0,87 x 0,96), “En la carretera de Mirones” (0,88 x 0,97) y “La presa” (0,56 x 0,85).

En el Salón de Otoño de 1921 lo hizo con dos óleos: “La marina. Ribadesella”, óleo de 1,30 x 0,78 y “Costa cantábrica”, un óleo de 1,20 x 1,00.

 

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