Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

…Y Toledo

La Fundación Obra Pía de los Pizarro, que preside el Vizconde de Amaya, Hernando de Orellana -Pizarro, es una fundación privada, con sede en Trujillo, Cáceres, cuyo objetivo global es acrecentar y cultivar relaciones de España-Extremadura con Perú y Sudamérica. Dedica sus fondos a conservar patrimonio histórico y a tejer una relación intercultural de exposiciones, conferencias, debates, biblioteca, publicaciones y factura de una colección de arte hispanoamericano.

Acaba de clausurar la exposición Romeral…Y Toledo, patrocinada por la Fundación Obra Pía de los Pizarro, en colaboración con Arte Trujillo Perú Contemporáneo, obra de Romeral y comisariada por mí. La muestra, en el palacio de los Barrantes-Cervantes, se acompañaba de un magnífico catálogo. El palacio, s. XVII, rehabilitado, con un cuidado extremo, por la Fundación es la sede oficial de la misma y una de las joyas renacentistas de Trujillo.

He tomado parte en varias de sus actividades, percibiendo siempre un aire de soledad oficial. Ni la Junta de Extremadura, ni el Ayuntamiento de Trujillo, ni los trujillanos, entienden ni sienten este importante proyecto que una empresa privada, a su absoluta coste, viene haciendo en Extremadura. Y no hablo de subvenciones, que ni las piden ni las quieren, sino de una mera atención personal a un desarrollo cultural generoso. ¿Qué le pasa al PP con la cultura? Y digo al PP, porque en este caso es quien gobierna. ¿Qué ocurre en Trujillo para que una manifestación así no suscite la atención de sus vecinos?

Toledo vista de Sorolla, oleo a tabla 53×122 (2000)

 

Trujillo, el gran joyel de Extremadura, ensartado de iglesias y palacios del barroco y el renacimiento, agoniza, entre el descuido de quienes deberían privilegiarlo y el desencanto de quienes lo viven. No es fácil vivificar una ciudad media como esta, lo sé, pero sus dirigentes públicos y empresas privadas espabilan o se encontraron todos lamentándose en el funeral. ¡Una urbe tan hermosa, tan noble, con tanto abolengo, tan mágica en sus inesperados rincones, merece una atención, que ahora no tiene!

La exposición ROMERAL, pintura-escultura-dibujo, mostraba a pasos de gigante, su desarrollo plástico en cincuenta años de oficio. En su poema “Andalucía”, Manuel Machado, “banderillero de Apolo/ supo, cantó y está solo”- y así sigue solo, merced a una sociedad que está a otra cosa- después de cantar a siete capitales andaluzas, deja para el final a Sevilla, sin más, cual materia inefable: “Y Sevilla”, ¡ahí queda eso!

Pues bien, visto Romeral en varias etapas, técnicas y tentativas, cerraba su propuesta con su canto icónico a Toledo, cumpliendo con los cánones de su idiolecto. Y así, reproduzco varias vistas de “La peñascosa pesadumbre estable/ ni se derrumba ni se precipita!”, como inicia el poema de Jorge Guillén. ¡El milagro de Toledo es consustancial a su hechizo, a su sobriedad imperial, a la obra hecha por los siglos!

Toledo de oro y noche (poliptico) mixta a  lienzo144x100(1980)

 

No ha gozado Toledo del favor de los poetas, ha tenido otras fortunas. Desde el s. XI hasta la fecha, todos los que suenan, lo nombran. Pero, no hay un soneto incontestable, broncíneo, sobre Toledo; no existe un poema que pongan en pinganitos su condición de topacio ascensional, ahormado con la meguez de los canjilones del tiempo. ¿Cómo no lo harían Fray Luis o Tirso de Molina, con tanto que lo citan en sus liras o comedias?

Además, Toledo es la capital del hito manriqueño. Ahí se casa el poeta, 1470, con doña Guiomar Castañeda Meneses. En Toledo es nombrado capitán de la Hermandad de Toledo por gracia de la Reina Católica. Y Juan de Borgoña lo retratará más tarde, ya instalado en la penumbra. Jorge Manrique es nuestra luminaria anterrenacentista, Con sólo una canción, con solo una estrofa bastaría para respetarle:

                                                    Con dolorido cuidado,

                                                    desgrado, pena y dolor,

                                                    parto yo, triste amador,

                                                    de amores desamparado,

                                                   de amores, que no de amor….

¿Les suena?, “…no me podrán quitar el dolorido/ sentir si ya del todo quitan el sentido”, Égloga I de Garcilaso. Caballero de las armas y las letras, murió en una escaramuza ante el castillo de Garcimuñoz en Santa María del Campo Rus, antes de los 39 años, como quieren los dioses para los poetas cimeros. Lo distingue en su “Glosa”, Antonio Machado: “Entre los poetas míos / tiene Manrique un altar”.                                                

El poeta Jesús Cobo, maestro y amigo, zahorí del hurmiento toledano, uno de los conspicuos exégetas de la pintura de Romeral, ya publicó “Toledo como tema poético”, Archivo Secreto, nº 3, Toledo 2006, pp. 294-319, una antología de poemas y unos comentarios tan acertados como brillantes sobre este asunto.

Toledo sueño  22×33 acuarela 1987

 

Es probable que su enigmático misterio, que el repujado cáliz de vida y piedra que circunda el Tajo intimide, hasta el punto de aturdir con su presencia milenaria. Porque desde el Romancero a Gonzalo de Berceo; el mago Garcilaso; Lope, Góngora, Quevedo; Bécquer y A buen juez mejor testigo de José Zorrilla; Galdós, Blasco Ibañez en sus novelas; Lorca, Jorge Guillén; Vivanco, Ridruejo, García Nieto, Villacañas… Todos pasean Toledo, pero pocos desnudan su alma con la estirpe del prodigio.

El mismo Cervantes no se excede. En Los Trabajos de Persiles y Segismunda, esa obra que tanto elogia Azorín, venera la capital del Tajo como “peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de las ciudades”. Pero, ¿y el silencio de Gabriel de Bocángel? Algunos lo refieren con la venustez que su entidad y su arquitectura encienden, con el valor de su historia, no todos con la grandeza enllamecida con la que lo exorna El Griego.

Toledo huele al amanecer con la enjundia mollar del tomillo. Pero es al anochecer, que las hordas se esfuman, cuando suena su silencio con el misterio de un tango de Antonia la Negra. Entre tinieblas y nieblas, Toledo es un tronío de los delirios del hombre. Es en ese denso callar, roto por la cita puntual de las campanas, cuando podemos cruzarnos con Garcilaso, con Bécquer o doña Isabel de Urbina, mujer de Lope, con Micaela Luján, su amante; con una sombra, que dibuje con sigilo el duende del misterio; con un arpegio mistérico de Paco de Lucía o la melodía undosa de eternidad de Juan de Yepes.

Toledo rojo oleo tabla 38×46 (1988)

 

Toledo, después de serlo todo, de cruzar varias civilizaciones y tantas heridas se ha convertido en materia poetizada, en paisaje poemático, en antesala gloriosa de cigarrales y montes aromados. No puedo obviar el soberbio ofrecimiento que construye Jesús Cobo, cuando comenta la visión, aparentemente abstracta de “Toledo” de Rafael Canogar, Museo de Arte Abstracto de Cuenca, revista Archivo Secreto. Rilke, aunque toledano confeso y convicto, más que cantarlo, lo interioriza su salmodia intelectual.

Juan Antonio Villacañas (1922-2001), toledano de Toledo, cultor de lira juanantoniana, por cuya sangre navegaba la ciudad tibar, invitó a Dante a conocerla y le sirvió de guía, emulando a Virgilio, dejando testimonio en El Dante en Toledo, 1980. Y por si se nos había pasado, Manuel García Chamorro hizo una glosa en ataujía sobre su viaje, Fantasía Toledana, Jaén 1983. Y entre realidades y fantasías se teje el misterio que acicala ese cofre de taracea donde se guarda el tiempo que es Toledo.

Verán a Toledo en todos los colores, por los pinceles de ROMERAL: azul, verde, oro, plata, bistre, bermellón, almagre, entre brumas o entre soles; perfumado de incienso y de cantueso. ¡Sereno, mágico, majestuoso, eterno, observando desde su alta atalaya como las generaciones se suceden, ante su soberana impronta!

Toledo nevado, 100×144 cm.,  mixta a tabla (2017), Colección de la Diputación de Toledo

 

He descubierto un soneto luciérnaga de Florbela Espanca, Soror Saudade y María das Quimeras, como ella se llamó, que, en su portugués original, fulge como fuego cuando arde, reproducido en el catálogo. ¡Al poeta siempre hay que agradecerle su canto, como intermediario sigiloso entre los dioses y los hombres, las hambres y los adioses!

“Romeral …Y Toledo”, ha sido una ocasión feliz para gozar del arte, de ese abrazo que se dan poesía y arte plástico, en esa ciudad de conquistadores, Trujillo, cuna de Pizarro, lecho de nobles emprendedores. En la accesible poética de José Ángel Buesa  -cubano de 1910, muerto en el exilio de Santo Domingo, en 1982-, en el segundo cuarteto, leemos:

                                 Así como el exceso de virtud hace el vicio,

                                el exceso de arte llega a ser artificio.

                                Escribe de tal modo que te entienda la gente,

                               igual si es ignorante que si es indiferente.

Lo esencial esta orientado por la esencia, es cortesía de la elegancia. No hay distancias cuando el amor se lo propone. Lo que nace oscuro, si auténtico, con el tiempo se aclara. Es distinto ennochecer la claridad para que no se vea, que despojar de máscaras y tinieblas la luz. Y no importa tanto el desafecto de los políticos a la cultura, como la afección de una dinámica elegante como la de la Fundación Obra Pía de los Pizarro, que mantiene su espléndida generosidad para con esta tierra tan huérfana de mecenas.

Toledo misterioso mixta tabla 81×100, 2016

                                                                                                                   Tomás Paredes

                                                                                                    Presidente H. AICA Spain

 

Recordando… José Aguiar García

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

José Aguiar López

AGUIAR GARCIA, José         P            1934                        1898                  CUBA      MADRID          1976

Vicepresidente de la AEPE

Autorretrato

 

José Aguiar García nació en Santa Clara, Cuba, en 1895, pero al poco tiempo, su familia se trasladó a Agulo, municipio de la isla de La Gomera, de Santa Cruz de Tenerife, de donde sus padres eran originarios y donde fue bautizado.

Acudió a la escuela de La Laguna para sus estudios de bachillerato y en 1914, viajará a Madrid para estudiar la carrera de derecho durante dos años, si bien pronto abandonará esos estudios, atraído por el arte, asistiendo a clases libres en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde recibirá clases del socio de la AEPE José Pinazo Martínez.

En 1918 regresa a La Gomera para contraer matrimonio con su prima, Ana García Cabrera, que poco después fallecerá a causa de la epidemia mundial de gripe.

En  1920 participa en su primera Exposición Nacional de Bellas Artes, con su obra Comadres de La Gomera, que es rechazada por el jurado.

Regresa a Madrid, donde trasladará su residencia, y en 1924 se casa con Encarnación Carmona y Albella, unión de durará hasta la Guerra Civil.

En 1924 presentará obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes.

Autorretratos

 

Comienza una etapa artística en la que sus pinturas recogen el mundo rural de las islas, lleno de color y exuberancia, encuadrándose su obra en el movimiento regionalista.

En 1926 nace su hija, María Concepción de los Ángeles, y cuatro años después, su hijo Waldo, que seguirá sus pasos artísticos.

En 1929 logró la Medalla de Oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Barcelona por su obra Mujeres del sur.

En 1930 se afiliará a la masonería en la logia de Azaña de Santa Cruz de Tenerife, motivo por el que fue represaliado al finalizar la contienda, pero según sus biógrafos,  “No era falangista, al menos en la práctica. Él era artista. Era un muralista. Era un talento puramente expresionista. Y a su regreso a Canarias, retrató a otro masón como Marrero Regalado con un compás, uno de los símbolos de la orden del gran arquitecto”.

Ese mismo año, obtiene una beca del Cabildo de La Gomera para estudiar en Florencia, ciudad en la que permanecerá durante dos años estudiando la estética del Renacimiento. Allí se perfilará su interés por la pintura mural, descubriendo la encáustica, técnica que utilizará y sobre la que investigará arduamente.

En Italia descubrirá también al colectivo Novecento, el movimiento artístico italiano iniciado en 1922 por un grupo de artistas en torno a la galería Pesaro de Milán.

Retratando a Miguel de Unamuno en Salamanca

Desnudo, presentado al XX Salón de Otoño

 

A la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1931 presentó también obra, consolidándose como un gran pintor a nivel nacional.

Participará también en la Exposición Colectiva Internacional de Oslo, Noruega, siendo invitado por dicha ciudad para exponer de forma individual.

En 1933 obtendrá una plaza de profesor de dibujo artístico en la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla, pero un año más tarde regresará a Italia, al lograr cambiar una beca para viajar por el norte de África por una ayuda para permanecer en Florencia, ciudad que le apasiona.

Muralista por excelencia, es en este campo donde desarrolla una gran producción. De los murales realizados en los años treinta para distintas entidades, destaca el Friso isleño para el casino de Santa Cruz de Tenerife. El carácter rural y festivo de estas pinturas refleja el vivir cálido en las islas.

Entre los años 30 y 40 participará en numerosas exposiciones, exponiendo su obra en el Museo de Arte Moderno de Madrid, en la Sala Gaspar de Barcelona, en la Galería Buchholz de Madrid, en el Museo de Arte Moderno de Barcelona, el Palacio Municipal de La Coruña y la Galería Ribera.

En 1936 exhibe su obra en la Exposición colectiva de Arte Español Contemporáneo, celebrada en el museo Jeu de Paume de París.

Verano, presentado al XX Salón de Otoño

 

En Salamanca, realizará el retrato de Miguel de Unamuno.

En 1938 participará en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Valencia.

A lo largo de su vida escribe numerosos textos sobre arte. En 1940 publica uno de los primeros en la revista Vértice: “Carta a los artistas españoles sobre un estilo”, donde habla de su postura antivanguardista y su preferencia por el dominio de la forma.

Una vez finalizada la Guerra Civil española, su obra mural se convierte en alegórica y heroica. Esta expresión artística es ideal para exaltar las bondades del régimen político español, y así es aprovechada.

Aguiar realiza toda una serie de escenas narrativas que sirven de propaganda política. Las más conocidas, aunque no las llega a terminar y actualmente no se conoce su paradero, son las que pinta entre 1943 y 1945 para la Secretaría General del Movimiento en Madrid.

En 1943, participa en la exposición colectiva de pintura y escultura española que organiza, en Lisboa, el Ministerio de Asuntos Exteriores.

 

En 1946, realiza un viaje pintoresco por Castilla, viajando tanto en burro, como en carro o en tren. Realiza en Ávila una serie de estudios al natural de los campesinos de la región, dando como resultado su obra “Hombres de Palacios de Goda” en 1947, año que establece definitivamente su estudio en Pozuelo de Alarcón, en Madrid.

En agosto de 1947, como delegado de la “Exposición Nacional de Arte Contemporáneo Español” junto a Eduardo Llorent y Fernando Álvarez de Sotomayor, realiza la selección de artistas y obras en Buenos Aires y Río de Janeiro. Organizada por la Dirección General de Bellas Artes y el Instituto de Cultura Hispánica, su estancia en estos países se prolonga durante todo un año.

En 1950, participa en la “Exposición Arte Español en El Cairo”, una muestra organizada por la Dirección General de Relaciones Culturales donde se reúnen artistas españoles del siglo XIX y XX. Sus lienzos son seleccionados junto a obras de Goya, Dalí, Cossío, Sorolla, Madrazo, Picasso o Vázquez Díaz, entre otros.

Es al año siguiente, 1951, cuando recibe el encargo para decorar el salón de actos del Cabildo de Tenerife.

Asiste en 1954, a la “II Bienal Hispanoamericana de Arte” celebrada en La Habana y viaja a Nueva York para exponer en la Galería Gutan.

Desnudos

 

En 1958, realiza el mural para la sede madrileña de la Confederación de Cajas de Ahorros de España y le es otorgada una beca de la Fundación Juan March.

Siendo miembro de la Hispanic Society of America en 1959, al año siguiente es también nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En su presentación, titula su discurso “Breve análisis de la angustia en el arte contemporáneo”.

En 1959 comienza los frescos decorativos de la Basílica de Candelaria en Tenerife, destacando por su expresividad la obra “El Milagro de los panes y los peces” (1962).

En 1964, expone sus obras en la Galería Schumacher de Múnich.

No llega a concluir los murales, pues le sorprende la muerte el 14 de febrero de 1976 en Madrid. Es su hijo, Waldo Aguiar, quien los finaliza siguiendo sus bocetos.

Fiesta

Bodegón de peces

 

Aguiar es, ante todo, un muralista que refleja el regionalismo tradicional, una imagen idílica del campesinado canario. Un trabajo artístico de lo más complejo en el que pinta grandes narraciones, escenas en las que refleja a una gran cantidad de figuras que convergen en un costumbrismo entre lo alegórico y heroico, interesándole, más que el paisaje, los personajes que lo habitan, a través de una paleta vibrante y luminosa. Vestidos con trajes típicos, sus rostros muestran ausencia, grandes colosos que aparentan cansancio como en “Frutos de la tierra” (1924), una pintura que rinde tributo a las islas, a su abundancia y su misticismo.
El pintor gomero también aborda la temática religiosa en grandes murales de figuras expresivas, de rostros angustiados y poses patéticas, con la idea de representar la miseria que conlleva la vida terrenal. Con el paso de los años su pintura va cambiando, madura, su pincelada se vuelve más desenfadada y el uso de la paleta de colores, virtuoso. Sus murales muestran un vigoroso expresionismo que se atenúa con los años.

El formato monumental no es el único que utiliza, ya que, además de las decoraciones murales, cultiva también el paisaje y el retrato. No se considera retratista, aunque pinta por encargo un gran número de retratos, tanto a personajes de la vida cotidiana de la isla de La Gomera —mujeres y hombres trabajadores de la tierra—, como a miembros destacados de la sociedad isleña. Miembros de la Iglesia, políticos y militares posan para él. Entre ellos, destacan un retrato de Unamuno y dos retratos de Francisco Franco que actualmente se encuentran en el Ayuntamiento de Salamanca y en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. A lo largo de su vida escribe numerosos textos sobre arte en los que deja clara su postura antivanguardista.

Frutos de la tierra

Alfombra de flores

Romería

 

Otra de las temáticas preferidas por José Aguiar fue el desnudo.

Sus trabajos se conservan actualmente en numerosas colecciones, tanto particulares como institucionales: City of London Corporation, la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid, el Museo Municipal de Bellas Artes de Tenerife, el Cabildo Insular de Tenerife, el Cabildo Insular de La Gomera, el Casino de Santa Cruz, en la Basílica de Candelaria en Tenerife, el Museo de Arte Moderno de Barcelona, el Ministerio de Justicia, las Cajas de Ahorros Confederadas y el Ayuntamiento de Madrid.

El milagro de los peces y los panes  (fragmento)

Crucifixión

En reconocimiento del artista, se creó la Cátedra José Aguiar de la Universidad de La Laguna y el Cabildo de Tenerife.

Gomeros

Miseria y prosperidad

El milagro de los peces y los panes

Entrenamiento en la playa

 

José Aguiar García y la AEPE

Elegido Vicepresidente de la Asociación de Pintores y Escultores en 1939, Enrique Estévez Ortega le dedicó un artículo en la Gaceta de Bellas Artes en 1936, donde se publicaron sus obras: Desnudos juntos; Desnudo; Ansotanos; Figuras de pueblo; Poema de Canarias, Mural. También se publicó otro comentario en 1944.

Pronunció varias conferencias, entre ellas, en un ciclo organizado por la Asociación Española de Pintores y Escultores que tuvo lugar en la Escuela de San Fernando, en mayo de 1944.

Participó en los Salones de Otoño:

II Salón de Otoño de 1921: Retrato gris e Impresión de danza

XX Salón de Otoño de 1946: El hombre de Palacios de Goda, Verano, Naturaleza muerta en rojo, Desnudo, Frutas, Muchachas junto al mar y Retrato de Ms. Liw Watson

XXXVIII Salón de Otoño de 1967: Primavera, Composición y Toledo

Salón noble del Cabildo de Tenerife

Diferentes retratos

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Miguel Carrión Menéndez

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

 

Miguel Carrión Menéndez

CARRION MENENDEZ, Miguel        P    1948            1.ago.1909       MADRID      MADRID         27 nov.1982

Secretario de la AEPE

 

Miguel Carrión Menéndez nació en Madrid, el 1 de agosto de 1909.

En 1949 obtuvo la Medalla de Plata con su obra titulada Vio la luz, en el concurso de Arte Sacro.

Sarao, del 24 Salón de Otoño

 

Especializado en paisaje, en 1960 logró la Tercera Medalla de Pintura del XXXI Salón de Otoño.

En el XXXII Salón de Otoño de 1961, consiguió la Segunda Medalla, y la Primera Medalla en la edición de 1962.

Premio Excmo. Ayuntamiento de Madrid en la Exposición de San Isidro de 1966.

Perteneciente al Grupo Velázquez, con el que realizó distintas exposiciones, como la realizada en el Club Pueblo en 1970.

Desde 1971 desempeñó el cargo de Vicesecretario de la Asociación Española de Pintores y Escultores, y con posterioridad, hasta 1982, el cargo de Secretario Administrativo.

Jurado de distintos premios, concursos y convocatorias para los que se requería a la AEPE, como los que realizaba El Corte Inglés, el Ayuntamiento de Madrid… también lo fue del Salón de Otoño en sus ediciones de 1967, 1973 y 1974.

Vista de Madrid

 

En 1981 realizó una exposición de pintura titulada El Madrid de tres pintores, junto a los socios y artistas Luis Lucas y José Azpilicueta, en el Patio de Cristales de la Casa de la Villa de Madrid, especificando la prensa que los tres, eran guías y profesores de arte de los alumnos de los colegios nacionales y que colaboran con la Delegación de Educación del Ayuntamiento de Madrid.

Para la iglesia de Santa Cristina y Santa Margarita María de Alacoque, en la Puerta del Ángel de Madrid, Miguel Carrión realizó en 1959 tres grandes cuadros al óleo de los cuales las dos laterales representan dos pasajes de la vida de Santa Cristina, y el central, una composición de la persecución de la iglesia. El baldaquino enclavado sobre la mesa de oficiar está basado sobre columnas de mármol con capiteles y basas de bronce. Un proyecto realizado en su totalidad por el pintor Miguel Carrión Menéndez.

Panorámica

Bodegón

 

Los tres grandes lienzos tienen el magnífico empaque de las obras definitivas, por su composición, dibujo y color, que acreditan al artista como consumado realizador de trabajos de gran orquestación y emoción. El baldaquino y la mesa de oficiar demuestran también hondos conocimientos artísticos, en los que Miguel Carrión ha soñado sus interpretaciones con el buen gusto y el buen oficio que estas obras religiosas deben tener. Como detalle curioso y ejemplar, debemos decir que estas obras han sido ejecutadas y logradas gracias a los donativos de la barriada de la carretera de Extremadura.

Retrato de mi hija

 

En la Gaceta de Bellas Artes del mes de mayo de 1975, apareció publicado un soneto que el entonces Presidente de la AEPE, Ramón Ferreiro, le dedicó y que reproducimos:

 

A Miguel Carrión

    Buen pintor. Buen torero y tabernero,

Tres profesiones de arte y fantasía.

Jamás oyó  un aviso del Usía.

Ganó orejas. Pintando fue sincero.

    El vino le dio amigos, no dinero.

Buen artistas; su barrio lo sabía.

(La bodega también se lo diría:

Sin agua, no es el vino financiero).

Escribió Cañabate un libro grato:

Historia -lo llamó- de una Taberna”.

Zuluaga bebía allí suave mixtura.

    La tasca sigue igual. El tiempo ingrato

Las mesas y basares descuaderna,

Pero queda un mensaje de pintura.

                              Ramón Ferreiro

 

Falleció el 27 de noviembre de 1982 en Madrid a los 73 años.

Con SS.AA.RR. los Príncipes de Asturias en la inauguración del 43 Salón de Otoño de 1973

Con el Marqués de Lozoya en la inauguración del 42 Salón de Otoño de 1974

Con SS.AA.RR. los Príncipes de Asturias en la inauguración del 42 Salón de Otoño de 1974

Iglesia de Santa Cristina y Santa Margarita María de Alacoque, en la Puerta del Ángel de Madrid

 

Miguel Carrión y la AEPE

Vicesecretario de la Asociación de Pintores y Escultores en 1971.

Secretario Administrativo hasta 1982.

Obtuvo Tercera Medalla en 1960, Segunda en 1961, Primera en 1962.

Premio Excmo. Ayuntamiento de Madrid en la Exposición de San Isidro en 1966.

Fue jurado, al menos, en los Salones de 1967, 1973, 1974.

Perteneció al Grupo Velázquez.

Participó en las siguientes dediciones del Salón de Otoño:

XXII Salón de Otoño de 1948: Bodegón y Bodegón

XXIII Salón de Otoño de 1949: Bodegón

XXIV Salón de Otoño de 1950: Las Navas del marqués y Sarao

XXV Salón de Otoño de 1952: Parque de Rosales y Cercedilla

XXVI Salón de Otoño de 1954: Estación de Goya

XXIX Salón de Otoño de 1957: Puente de Segovia y La iglesia de la Encarnación

XXX Salón de Otoño de 1959: Retrato de mi hija

XXXI Salón de Otoño de 1960: Retrato de mi mujer

XXXII Salón de Otoño de 1961: Segovia

XXXIII Salón de Otoño de 1962: Panorámica

XXXIV Salón de Otoño de 1963: Cerro de los locos y Puerta del Sol

XXXV Salón de Otoño de 1964: El Manzanares, Segovia y Árboles

XXXVI Salón de Otoño de 1965: Flores, Casa de Campo, El Manzanares, Calle del Arenal y Naranjas

XXXVII de 1966: Combarros

XXXVIII Salón de Otoño de 1967: Puente de Segovia, Libros y cerámicas y Cerámicas y libros

XXXIX Salón de Otoño de 1968: Río Manzanares, Casa de Campo y Viejo Madrid

40 Salón de Otoño de 1969: Casa de Campo, Paisaje, Las Navas y Cercedilla

41 Salón de Otoño de 1971: Paisaje de Madrid

42 Salón de Otoño de 1972: Paisaje y Nublado

43 Salón de Otoño de 1973: Plaza del pueblo y Desde las afueras

Exposición de Bellas Artes de 1976: El Zarzal-Madrid y Desde el Zarzal-Madrid

45 Salón de Otoño de 1977: Siete picos y Madrid

46 Salón de Otoño de 1978: Paisaje y Pueblo

48 Salón de Otoño de 1980: Palacio y Cruz verde

50 Salón de Otoño de 1983: Segovia

Francisca Cristina Sáenz de Tejada y Ortí

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Francisca Cristina Sáenz de Tejada y Ortí

SAENZ DE TEJADA, Francisca Cristina                  E     1964

Francisca Cristina Sáenz de Tejada y Ortí en una foto restaurada por IA

 

Francisca Cristina nació el 28 de julio de 1896 en Andújar, Jaén. Era hija de Urbano José Sáenz de Tejada y Herrero, natural de Logroño, y de Mercedes Ortí y Sánchez, de Andújar, y recibió el bautismo en la parroquia de San Miguel.

Fue la mayor de dos hermanos y perteneció a una clase social acomodada.

Su padre llegó a Andújar llamado por su tía carnal, Francisca Herrero, mujer, sin hijos, del banquero Isidoro Gil de Muro, también riojano, ambos de cuantioso patrimonio urbano y rústico.

Se conoce la niñez y adolescencia de Francisca Cristina gracias a su libro de memorias La segunda de mis siete vidas, publicado en 1960 y escrito con la mentalidad de una niña, no con el recuerdo de un adulto. En él habla de personajes de su ciudad natal, de sus edificios monumentales y de una vida acomodada protegida por la familia.

Fotografía de la familia Sáenz de Tejada, en ella se pueden ver a José Sáenz de Tejada, su mujer Mercedes Orti, a la hija de ambos Paca Tejada ( Gracián Quijano ). En los jardines que la familia  en Andújar. Fuentes Francisco Sáenz de Tejada

 

Sus primeros escritos fueron versos. En 1926 ya encontramos poemas firmados con su seudónimo. No obstante, pese a contar con buenos padrinos, como Rafael de Valenzuela, y el apoyo familiar, su incidencia en la vida cultural de Andújar sería escasa. En aquella época gustaba de aislarse en el jardín que tenía la familia junto a la carretera nacional IV, al que ella denominaba su «Yuste», con claras aspiraciones místicas y la búsqueda de un compañero de viaje, que no llegó.

Estudió Magisterio en la Escuela Normal de Jaén.

Francisca Cristina firmó sus obras literarias con el seudónimo de Gracián Quijano, queriendo unir la gravedad conceptuosa y aguda de Gracián, con el amor al ideal de Don Quijote.

Escribió más tarde cuentos de humor, novelas cortas de temas femeninos, pequeños ensayos biográficos, y más poesía: ahora mística. Más tarde tres novelas, poesía de nuevo y ensayos.

El primer libro que publicó fue Mujeres (1934). Un año después y en la misma tipográfica, vio la luz Meccano, con prólogo de Federico García-Sanchiz, prestigioso conferenciante, que fue quien la lanzó literariamente.

En los años treinta escribió dos guiones de cine sobre estampas españolas con referencias a Córdoba y Sevilla y novelas, La eterna canción, e insiste en el verso.

Gracián Quijano colaboró durante muchos años en el periódico El Guadalquivir (1907-1936) de su localidad, pero también escribió en publicaciones como Blanco y Negro, Ellas y Chicas, de Madrid, así como en los diarios Jaén, Burgos, Patria (Granada), La Verdad (Murcia), Letras y Encajes de Medellín (Colombia), España de México, etc.

En 1936, la familia Sáenz de Tejada se trasladó a Madrid, pero el estallido de la contienda del18 de julio, les sorprendió en San Sebastián, donde permanecieron toda la Guerra Civil.

Allí Francisca Cristina escribió y publicó varias poesías y novelas utilizando el seudónimo de El Padre Pareja, que utilizó en la revista Chicas.

Regresó a la capital de España en 1940, año en el que murió su padre, nombrando administrador de sus bienes a su hermano Antonio.

 

Propietaria del Teatro Alcázar, en él creó que llamaría El Faro, un refugio literario donde leía, escribía y recibía a sus amistades, participando en la vida cultural del país.

Fue durante esta década de los cuarenta y de los cincuenta en que desarrolló su mayor labor literaria.

En 1948 pertenecía al círculo privado “Gil Blas”, donde predominaban mujeres y participó en las sesiones de la primera temporada de Versos con Faldas, de Gloria Fuertes (1951).

Para la revista Chicas, escribió durante los años 50 una serie de 48 capítulos sobre las aventuras de tres niños y un perro: Tres en uno. La serie tuvo gran éxito entre el público juvenil.

En 1953 era vocal de Bibliotecas, del Consejo Superior de Mujeres de Acción Católica.

En 1954 falleció su madre, fecha en la que comenzaron sus problemas económicos, a los que se sumaría una época de desánimo que la llevó a una decadencia en sus escritos, si bien logró sobreponerse y retomó la escritura.

 

Fue en esa época en la que le atrajo especialmente la escultura, así que comenzó a modelar el barro.

Desde 1944 fue consejera del Instituto de Estudios Giennenses y académica correspondiente de la Real Academia de Córdoba, de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes.

Dirigió la colección Vilanos, ediciones para bibliófilos de obras de poetas españolas contemporáneas, como Oda a la reina de Irán, de Alfonsa de la Torre, libro que incluyó un manifiesto donde daba cuenta del carácter de la colección: “Obras de mujeres, pero no para ellas, sino para todos; obras que sirvan para mostrar la aportación a la cultura actual de la mujer que escribe y de sus sentimientos, ideas y pasiones, como esas vetas claras que en la mole ingente del saber humano le prestan gracia y luz”…

En total publicó 35 obras entre poemas, ensayos y novelas y dejó inéditos siete novelas, 2 ensayos biográficos, 5 obras de teatro, 6 guiones de cines y 7 poemarios

En su labor de mecenas, Paca Tejada —como la llamaban sus amistades— apadrinó en Madrid los estudios de Bellas Artes de su paisano Antonio González Orea, que llegó a ser un prestigioso escultor.

Con gran sentido del humor, sus tarjetas de visita anunciaban: «Paca Tejada, ex-joven, ex-feliz, ex-millonaria».

«Antología. Poesía y Prosa de Gracián Quijano», de Enrique Toral y Peñaranda, Instituto de Estudios Giennenses

 

El  crítico literario, historiador, periodista y académico granadino Melchor Fernández Almagro, veía en ella una gran sensibilidad y a propósito de la publicación de El lago de los cisnes ciegos, prosa poética, compara a Gracián Quijano con Alfonsina Storni,  calificándola de «frágil y apasionada». Para lograr sus propósitos, la autora fuerza la expresión metafórica para transmitir estados de ánimo que directamente explicados quizás careciesen de interés.

 

De ella se decía lo siguiente en plena década de los sesenta: «Dueña de una exuberante fantasía y de una gran facilidad, cultivó todos los géneros literarios. Gran parte de su obra está caracterizada por un andalucismo racial y temperamental, y en algunos casos aflora en ella una subterránea vena de orientalismo».

Falleció en Madrid, el 18 de octubre de 1974, a los 78 años. Fue enterrada en la Sacramental de San Isidro, junto a sus padres, en el panteón de la familia Llagudo.

 

Obras: Mujeres, Andújar, Imprenta La Puritana, 1934; Meccano, Andújar, La Puritana, 1935; La piedra en el lago, Madrid, Héroe, 1940; Canta Jondo, San Sebastián, Gráficas Fides, 1945; Mujeres hispánicas, Madrid, Ibarra, Ediciones y Publicaciones Españolas, 1945; La Insaciable, Madrid, Epesa, 1946; Baladas del Alma-Niña, Madrid, J. Romo Arregui, Industrias Gráficas, 1946; Canciones de Fijiltsubo y Poemas del Capitán O-Yuka, Madrid, J. Romo Aregui, 1946; El Lago de los cisnes ciegos, Madrid, Talleres Gamo, 1948; Poemas del puro amor, Madrid, Gráficas Yágüez, 1950; Altar de mi muerte, Madrid, Gráficas Carlos Jaime, 1950; Alma y paisaje de Iberoamérica con Carolina Toral, Madrid-Buenos Aires, Ediciones Studium de Cultura, 1954; La segunda de mis siete vidas, Madrid, Escelicer, 1960; Judas, vendedor de Cristo, Madrid, Halar- Studium, 1963; Contra viento y marea. Poemas del Sur, Málaga, Gráficas San Andrés, 1967; Del penacho a las raíces, San Celoní (Barcelona), Bilbeny, 1972; Aurora de Dios, San Celoní, Bilbeny, 1973.

Homenajes y reconocimientos:

  1. Antología: (poesía y prosa) de Gracián Quijano, selección de E. Toral y Peñaranda y publicada en Jaén, Instituto de Estudios Giennenses.
  2. Exposición celebrada en el Teatro Principal de Andújar, organizada por la Asociación Cultural Enrique Toral y Pilar Soler.
  3. Homenaje dentro del Encuentro de Investigadores. Letras del siglo XIX, coordinado por Juan Vicente Córcoles de la Vega y María del Carmen Toro Muñiz.
  4. Biblioteca Gracián Quijano (Doña Paca) del CEIP Francisco Estepa Llaurens de Andújar.

Francisca Cristina Sáenz de Tejada y la AEPE

Se presentó a las siguientes ediciones del Salón de Otoño:

XXXV Salón de Otoño de 1964: Cristo del sudario (madera), Cabeza de San Francisco (bronce), Fantasmilla de un fraile (barro)

XXXVI Salón de Otoño de 1965: Anunciación

XXXIX Salón de Otoño de 1968: Cabeza de San Francisco

Tercera Medalla de Escultura del XXXV Salón de Otoño de 1964

AÑO SANTIAGO DE SANTIAGO: En el 100 aniversario de su nacimiento

Socio de Honor

Vicepresidente de la AEPE

Mientras hacía la mili, leyó un libro de quiromancia con el que analizó sus propias rayas de la  mano. Estaba escrito: su destino era ser escultor. Así comenzó a modelar cera, barro, escayola, piedra… y comprobó que su facilidad para transmitir vida con sus manos e infundir su espíritu en ella, era inverosímil.

Estatua del arzobispo Alfonso Carrillo de Acuña, en Alcalá de Henares

Las Medallas de la AEPE: Santiago de Santiago

AÑO BOTÍ GAITÁN: En el 125 aniversario de su nacimiento

Socio de Honor

Uno de los mayores intereses del artista cordobés fue el del paisaje, género que predomina de manera significativa en su producción. Paisajes realizados en diferentes épocas, la mayoría de ellos muestran la predilección del artista por los pequeños espacios urbanos o por escenas tranquilas dentro de la ciudad. Pero también paisajes de sus lugares favoritos a los que acude en ocasiones junto a su amigo y maestro, Daniel Vázquez Díaz, a plasmar el pasaje vasco, y que se traduce en la ordenación de los elementos en el plano, la contundencia en los volúmenes y una luz plateada, muy apropiada para esos paisajes.

Recordando… Rafael Botí Gaitán

 

AÑO BENEDITO VIVES: En el 150 aniversario de su nacimiento

Socio Fundador

Vocal de la Junta Constituyente

Socio de Honor

Tesorero de la AEPE

Celebró en Madrid su primera exposición personal en los Salones Amaré, un local reducido, pero muy acreditado, donde sólo exponían los artistas consagrados. Allí dio a conocer una colección de trabajos varios realizados durante sus recientes viajes por Italia y los Países Bajos, figurando apuntes, estudios, dibujos y acuarelas; trabajos dotados del peculiar atractivo de la intimidad.

Luna llena

AÑO ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR: En el 150 aniversario de su nacimiento

Presidente de la AEPE

Socio Fundador

Socio de Honor

Director del Museo del Prado

La pincelada suelta a grandes trazos, la expresión de la mujer, y los colores elegidos, refuerzan el dramatismo de la escena, si bien hay un punto de esperanza que se  atisba en los colores de la izquierda, como contrapunto al intenso fondo que se funde con la imagen de la retratada.

El infortunio

Firmas con sello de lujo. Tomás Paredes

Rafael Canogar, Premio Velázquez

 

El 25 de noviembre de 1891 aparecía en El Liberal, el artículo: “La catástrofe de anoche: España está de luto. Incendio en el Mueso de Pinturas”, lo firmaba Mariano de Cavia. Refería el texto que el Museo del Prado había ardido y contaba al detalle como había sucedido y quienes eran los afectados. Al final, aclaraba que era una broma, sólo un aviso por las pésimas condiciones de funcionamiento de la pinacoteca.

La mayoría de los lectores, entonces como ahora, no leyeron el final y salieron de sus casas despavoridos a contemplar el estado de la ruina, concentrándose un gentío desmesurado ante el edifico de Villanueva. Al día siguiente, El liberal publicó una aclaración del autor con rubro: “¿Por qué he incendiado el Museo de Pinturas?”, que explicaba los motivos y concluía: “Hemos inventado una catástrofe…para evitarla”.

El objetivo de Cavia era denunciar la situación precaria del Museo. Empleados y ujieres vivían en los bajos del museo con sus familias y en los altos cocinaban y hacían fuego para calentarse en el invierno. La situación era insostenible, de acampada, y eso inquietó al escritor y para llamar la atención, no se le ocurrió otra cosa que narrar su incendio con marcado dramatismo y anunciar que todo había quedado reducido a cenizas.

El 28 de noviembre, el ministro de Fomento, Manuel Linares Rivas, visitó el Museo y comprobó que los temores y datos ofrecidos por Cavia eran ciertos y objetivos. Y comenzó a tomar las medidas necesarias con la dirección y los arquitectos responsables para resolver aquel desaguisado.

 

Mariano de Cavia y Lac, zaragozano de 1855, se formó en el colegio jesuita de Carrión de los Condes y en su ciudad, comenzó a colaborar en semanarios, con la ilusión de ser periodista. En 1881 ingresa en El Liberal, poco tiempo. Dirige el Diario Democrático de Tarragona unos meses y vuelve a El Liberal. Va al Heraldo de Madrid, 1985, y al final de ese año escribe en El Imparcial hasta 1917, pasando a continuación a El Sol.

En un artículo, El Imparcial, 1.VIII.1908, defiende el uso de la palabra balompié, contra los que difundían la de fútbol, que comenzaba a generalizarse. Cavia fue un defensor del español y un pulcro sajelador de la palabra. En 1916, la Real Academia Española de la Lengua le elige como numerario, aunque se quedó en electo, porque su salud quebradiza no le permitió leer su discurso de recepción, que versaba sobre el “idioma aragonés”.

Alfonso XIII le condecoró y el Ayuntamiento de Zaragoza le nombró hijo meritísimo. Escribió crónicas taurinas con el pseudónimo de “Sobaquillo”. En De pitón a pitón, 1891, publica una entrevista imaginaria con el Nuncio del Vaticano sobre la moralidad de las corridas de toros. Entre sus obras: División de plaza, Azotes y galeras, Grageas, Chácharas.  Moría en 1920 y dos años luego, se editaba de forma póstuma su obra Limpia y fija. En su tiempo, tuvo una importancia extraordinaria y un halo exótico, ya que vivía en un hotel y tenía un piso para su biblioteca. ABC instituyó un premio con su nombre, para distinguir la belleza en la escritura.

 

El titular del incendio del Museo del Prado era apócrifo, como el que figura, ut supra, encabezando estas líneas, mal que nos pese a muchos. No, Rafael Canogar no ha sido aún distinguido con el Premio Velázquez lo que es noticia y supone una afrenta al Premio infligida por los sucesivos jurados.

Se suele culpar al gobierno o al ministro de Cultura de este desafuero, pero, la culpa es de quien vota: si no es libre para decidir o sigue consignas de quien le convoca, evidencia su incapacidad para ser jurado. Un títere no tiene dignidad, ni entidad, pende de quien tira de las cuerdas para que actúe. El gobierno ahora lo copa todo, con el mayor descaro y sin arrugarse, pero los peones que jalean la fiesta, ya están señalados por su oportunismo cobarde y su colaboracionismo.

Es una praxis espuria la que se ahorma en torno a la idea de criticar a unos para defender a otro. No se trata de denigrar a ninguna de las personalidades que lo han obtenido. ¡Felicitaciones para todos ellos! Sí, de defender la identidad de quien se propone, justiciando esa decisión con evidentes muestras objetivas, sin añagazas.

El Premio Velázquez fue creado por Orden del 17.VII. 2001 del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, constituido como galardón de carácter internacional “que premia la obra de un creador en el ámbito de las artes plásticas”. En la Orden que convoca el correspondiente a 2024, leemos en su artículo “Primero. Objetivo y finalidad del Premio: “El premio <Velázquez> de las Artes Plásticas…tiene por objetivo reconocer la totalidad de la obra de un creador en el ámbito de las artes plásticas en cualquiera de sus manifestaciones”.  La orden cita los requisitos para la presentación de candidaturas y da quince días de plazo desde su publicación en el BOE, que suele ocurrir en la primera quincena de julio.

 

Fecha sospechosa, dada nuestra meteorología. Presentar candidaturas en un tiempo veraniego de altas temperaturas es poco acertado, tramposo. Pero, no hay disculpas y las instituciones atentas a nuestro desarrollo socio-cultural deben de estar prestas en todo momento para cumplir su cometido en defensa de la cultura y la creatividad. Con posterioridad ha habido alguna modificación en relación al jurado, para hacerlo cada vez más manejable y por tanto improcedente.

Los galardonados son: Ramón Gaya, el primero, 2002; Tápies, Palazuelo, Juan Soriano, Antonio López, Gordillo, Cildo Meireles, Antoni Muntadas, Doris Salcedo, Artur Barrio. En 2012 no se otorgó. Aún, Jaume Plensa, Esther Ferrer, Isidoro Valcárcel Medina, Marta Minujin, Concha Jerez, Antoni Miralda, Cecilia Vicuña, Soledad Sevilla, Tania Bruguera, Elda Cerrato, Marisa González y Francesc Torres. No comparo, ni juzgo la desigualdad de esta nómina, el lector valorará esas trayectorias en relación a la desarrollada por Rafael Canogar.

¡Que no haya ni un miembro del grupo El Paso, entre los agraciados, es significativo, cuando fue el conjunto que más internacionalizó el arte hecho en España! Antes de establecer esta distinción murieron algunos miembros, pero en su vigencia estaban vivos Martin Chirino, Antonio Suárez, Luis Feito, ha poco desaparecidos. El único vivo es Rafael Canogar. Y no es su permanencia lo que merece mi atención, ni su pertenencia a El Paso, sino la calidad de su deslumbrante cursus honorum, la entidad y variedad de su trabajo sin renunciar jamás al rigor, ni perder nunca la orientación.

 

Rafael Canogar es, no el decano de nuestros artistas, si el más internacional. Este premio no va de edad, ¿o sí? En todo caso, la presencia de un Premio está en relación a la categoría de los premiados, quienes lo prestigian. A pesar de mi consideración por el maestro Ignacio Iturria, no creo que haya en el ámbito iberoamericano ninguna obra con la dimensión que exhibe la de Canogar.

Ignoro si este año el Premio Velázquez 2024 se le concederá a Rafael Canogar, sí así fuere, bienvenido sea, aunque haya tardado tanto. Pero si un año más, el jurado halla una trayectoria más importante e interesante que la suya, insistiremos el año que viene, desde distintas Instituciones, en proponerlo, como un acto de decencia, de justicia, ético.

En CentroCentro, Ayuntamiento de Madrid, palacio de Palacios, frente a la Cibeles, se puede contemplar una retrospectiva de su obra, con rubro de Realidades.1949-2024, hasta el 18.V.25. No es una antológica, pero hay piezas suficientes para entender su capacidad plástica y su dimensión, en recorrido comisariado por Alfonso de la Torre.

Fotografía Fernando Puente

 

Comisarié una antológica de su obra, Edificio da Alfândega de Oporto, patrocinaba Cordeiros Galería, con motivo de su septuagésimo quinto aniversario y conoció un éxito extraordinario. Expusimos piezas de diferentes épocas: pinturas, esculturas; realismo social, abstracción, informalismo…Logramos imbricar cuadros, libros, botellas de oporto de añadas distantes, carteles. Canogar es muy apreciado en Portugal, hay grandes colecciones enriquecidas con sus piezas. Sucede igual en Italia, Francia, Alemania, Dinamarca, Suecia, EEE.UU., Japón, China, México, Venezuela, Países Bajos, Uruguay, Polonia, Croacia, Noruega, Finlandia…

En los concursos públicos, del tipo que sean – municipales, nacionales.  internacionales, incluso privados-, se juzga lo que se presenta. A veces, las excusas vienen de esa circunstancia. Pero eso no se puede alegar en este caso, porque me consta que no es la primera vez que su candidatura se presenta. Hecho absolutamente ajeno al autor.

La gran virtud de Canogar es que se formó en la pintura, de la mano de Vázquez-Díaz; emergió de ella, quiso experimentar, pero siempre retornó a la pintura. Sus salidas han servido para reafirmar su entidad genuina y poder volver, cada vez con más fuerza, a la pintura. Es su destino, como la palabra para el poeta. Al regresar, deja algo para integrarse en lo que era: un pintor germinal, nunca acabado, en diálogo perenne, siempre distinto, siempre el mismo.

“Cuando llegué a la exposición de Canogar aún no estaba abierta. Di una vuelta por Cibeles hasta la hora de apertura. Subí a la 5ª, estaba solo, como me gusta ver las exposiciones, iba deteniéndome en las obras, hasta que delante de Toro de fuego, sentí alguien detrás. Me volví y creí reconocer al ministro de Cultura, Sr. Urtasun. Me hizo un gesto, como asintiendo, sí, soy yo. Seguí, sin más, hasta que, ante “P. 34-76, me dijo: <¿Le interesa? ¡Que exposición tan hermosa y qué creador tan fascinante! Es la tercera vez que vengo a verla y en cada visita me propongo volver>. Me sonrió, dio la vuelta y desapareció”. Un ruido me despertó, y comprendí que estaba soñando; como un jaspe salté de la cama para escribirlo, porque los sueños hay que anotarlos. El problema de los sueños es que casi siempre se olvidan antes de vivirlos.

                                                                                                                 

Tomás Paredes

Presidente de H. AICA Spain

Cómo se otorga un premio

Mª Dolores Barreda Pérez

Secretaria General

Secretaria Perpetua de la AEPE

 

La AEPE es experta en la dirección, organización y realización de grandes exposiciones. El 60 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura es prueba de ello.

En él, como en el Salón de Otoño, la clave está en el Jurado y en la ausencia de las luchas sórdidas de intereses creados y de compadrazgos más o menos encubiertos.

En los Salones de Otoño, en el Premio Reina Sofía, en el resto de certámenes y salones de la AEPE no hay privilegios, no hay cortapisas; es una palestra a la que pueden asistir los que al Arte se dedican, sin el temor de que sus obras sufran una disección cruel de los partidistas de las diversas escuelas y movimientos.

Al lado de las producciones de los maestros figuran las de los noveles. En ellas no actúan Jurados sujetos a presiones del corazón, de la gratitud y sobre todo, del cupo de género.

Las obras presentadas se almacenan convenientemente en una nave preparada al efecto.

Allí, días antes de la reunión del jurado, y como Secretaria del mismo, superviso personalmente que una a una se desembalen y queden listas para la presentación a los miembros del jurado.

Reviso especialmente que cumplan reglamentariamente con las bases de la convocatoria, sobre todo en lo relativo a las medidas, garantizando que todas participen en igualdad de condiciones.

Convenientemente dispuestas, las esculturas son colocadas en plintos, de forma que luzcan como lo harían en la exposición, mientras que las pinturas se encuentran en módulos, según su tamaño, en vertical, con especial atención a aquellas que ofrecen soportes menos resistentes, como los óleos de gran formato.

Todas sin embalajes, todas identificadas por el número de inscripción, todas, repito, en igualdad de condiciones.

Llegado el momento de la reunión de los miembros del Jurado, el personal especializado, enfundado con guantes de algodón para no dañar las obras, las ofrece a los jueces únicamente con los números de inscripción, jamás con el nombre de sus autores, de forma que la obra se salva o se condena por sí misma, desprovista de todo antecedente histórico de su autor, de su sexo, género, de sus méritos, títulos, medallas, premios o padrinos.

Una primera ronda descarta aquellas cuya calidad no es la mejor, puesto que el jurado siempre busca la excelencia. Son retiradas de plintos y de módulos para no obstaculizar las siguientes rondas de visionado y facilitar así el trabajo.

La segunda ronda afina aún más entre lo visto, volviendo a descartar aquellas dudosas en un primer momento, basado siempre en la votación por mayoría de los jueces.

Hasta una tercera ronda pasan todas y cada una de las obras que van quedando, que deben alcanzar una nueva mayoría de votos de los miembros del jurado.

En la cuarta fase, con todas las dudas aún en cuanto a cuál será la obra ganadora de entre las pinturas y esculturas seleccionadas, cambia el escenario y la nave de almacenamiento se convierte en una exposición improvisada.

Las obras de pintura y escultura seleccionadas (determinada siempre por la espacialidad de la sala en la que se van a exhibir), alrededor de 75 dependiendo del criterio de los jueces, son expuestas alrededor del almacén, de forma que el Jurado se mueve libremente para verlas, una a una, votándose nuevamente las que podrían optar al premio y resultar finalistas.

En esta fase, son alrededor de diez las obras que el Jurado ha estimado tienen una mayor calidad y pueden ser galardonadas, iniciándose una presentación de candidaturas que defiende cada juez según su criterio, exponiendo las razones por las que cree es merecedora de ganar el Premio.

El debate, siempre constructivo, siempre inteligente y sabio, da como resultado la elección de la obra ganadora y de las finalistas, pudiendo asegurar, como garante de las deliberaciones del Jurado, que con ese fallo todos están conformes y satisfechos.

Después de más de cinco horas de deliberación, para todos, para la AEPE, es más que suficiente, es una gran decisión.

Los artistas tienden a pensar que son maravillosos, especiales, únicos, creativos, geniales… en fin, que son los mejores. Y tienden a creer además, que sus obras son exactamente iguales a los adjetivos mencionados.

No cabe para muchos, la aceptación de que una de sus obras quizás no haya estado a la altura del resto de su producción. Para esos, nunca es posible esto.

De esta manera, sintiéndose realmente ofendidos por no haber sido seleccionados, tienden a culpar al jurado, a la manía persecutoria (inexistente) de alguno de sus miembros (que repito, no sabe el nombre del autor, únicamente el número de inscripción), al mal visionado de su obra, a la poca profesionalidad de los trabajadores, a la compañía de transportes que trasladó su obra, a… todos, menos a su obra misma.

Es más, tienden a creer que los catorce miembros del jurado están equivocados. No uno, dos, tres o quizás cuatro, no, están equivocados catorce miembros a la vez. Catorce que no saben apreciar su obra, ni su arte, ni entienden de vanguardias ni de modernidad, ni del más nuevo arte contemporáneo innovador, sobre todo cuando han colgado esa obra en redes sociales y tiene tantísimos “me gusta”…

Les queda el recurso del pataleo, del reclamo de la injusticia, de la amenaza, de la ofensa personal, de la baja de la entidad como socio, de la petición de explicaciones acerca del criterio del jurado, de los análisis realizados en su obra y sobre todo, exigiendo saber los comentarios que ha suscitado su obra y quién no la ha votado y el por qué…

El desmesurado ego de los artistas y la ausencia total de autocrítica son determinantes a la hora de dar ese mal paso que tan mal puede hablar de ellos como personas y tan poco bien hace a su arte.

Los jurados de la AEPE se realizan con auténticos artistas, socios y amigos de esta entidad, que prestan su apoyo a la misma de forma desinteresada y noble. Y nada mejor que un artista para decidir sobre otro artista. Porque estamos hablando de artistas de prestigio y maestría de todas las tendencias y categorías.

El Jurado elegido es siempre el mejor exponente de la genialidad en el arte. Un jurado excepcional no sólo por su competencia y su prestigio, sino por lo muy en serio que se toman las labores de deliberación, incluyendo las apasionadas discusiones surgidas cuando se analizan y enfrentan estilos muy distintos y técnicas muy dispares.

Su energía, dedicación y cariño ejemplares, demuestran que el Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, al igual que el Salón de Otoño, se otorga de una manera honesta y coherente.

Un Jurado que demuestra el bien que puede hacer a un Premio y a nuestra Asociación Española de Pintores y Escultores, el reunir a los mejores artistas, excitando en ellos la emulación y el despliegue de sus talentos para seleccionar y premiar las maravillas de las artes actuales en las que han participado más de 300 artistas de todo el mundo.

Son grandes maestros del arte actual acostumbrados de manera innata a reconocer indistintamente en todas las pinturas y esculturas el mérito real y el lugar que cada obra debe ocupar con una imparcialidad propia y característica basada también en el arte actual.

El Jurado del 60 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, ha ilustrado como ninguno el rechazo del mundo del arte comercial y experto en beneficio de un mundo del arte identificado a los principios de acercar, reunir, exponer conjuntamente cualidades o condiciones que sólo se encuentran en talentos y artistas y en determinadas obras. Se trata pues, de mostrar el arte por el arte, mezclando escuelas, nombres, estilos, métodos, caracteres y técnicas.

Como Secretaria General de la Asociación Española de Pintores y Escultores, Secretaria Perpetua, y como Secretaria del Jurado del 60 Premio Reina Sofía, no puede caberme mayor orgullo que el de proclamar la transparencia e imparcialidad de un premio del que todos deberíamos sentirnos tremendamente orgullosos, así como de pertenecer a nuestra centenaria entidad.

En la AEPE luchamos por dar visibilidad a los artistas, porque representamos en verdad a los artistas de España con actuaciones como estas, tan inusuales en el mundo del arte actual.

En el 60 Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, pese a todo y a todos, triunfa el arte. Sólo arte.

Por eso es para nosotros tan importante celebrar este acontecimiento del arte, este premio, vuestra comprensión, vuestra complicidad y participación, en una palabra, contar con vosotros, los artistas.

Como nos dice siempre el Presidente, desde la Junta Directiva sólo queremos agradecer a socios, amigos, colaboradores, instituciones y público en general, vuestro total apoyo a nuestra continua labor en beneficio del arte y de los artistas.

 

EL JURADO DEL 60 PREMIO REINA SOFIA DE PINTURA Y ESCULTURA

De izquierda a derecha y de arriba abajo: Elena Blanch, Celia Fenollar, Lola ChameroWifredo Rincón, Martín Sati, Eduardo Naranjo, Ricardo Sanz, Alejandro Aguilar Soria, José Gabriel Astudillo López, Tomás Paredes, Fernando Colomo, Mª Dolores Barreda Pérez, Paula Varona y Antonio López

 

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