ESPECIAL SALÓN DE OTOÑO. Fructuoso Orduna, autor de la Medalla de la AEPE

ESPECIAL SALÓN DE OTOÑO

Fructuoso Orduna

Autor de la Medalla de la

Asociación Española de Pintores y Escultores

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

ORDUNA LAFUENTE, Fructuoso    E    1922   23.ene.1893    RONCAL(Na)    MADRID    27.ago.1973

 

El escultor Fructuoso Orduna era el séptimo de ocho hermanos, y ya desde muy temprana edad manifestó su habilidad para trabajos de carpintería y afines.

Tras pasar su infancia en su localidad natal de El Roncal, en 1906 emprendió su carrera en Zaragoza primero en un taller marmolista que abandonó a los pocos días por el estudio del también escultor Dionisio Lasuén, quien fuera director de la Escuela de Artes e Industrias de Zaragoza, publicista de temas artísticos y que implantara en Zaragoza la fascinante arquitectura modernista.

El Sol, 10 de junio de 1922

 

Con Lasuén aprende los rudimentos artísticos del oficio, compaginando su labor de aprendiz con estudios, primero en la Escuela Elemental de Artes Industriales y más tarde, en la Escuela Superior.

En 1914, con veintiún años, se trasladó a Madrid para proseguir su formación en la Escuela de Artes y Oficios, entrando a trabajar en el estudio de Mariano Benlliure, con quien permanecería durante tres años.

Montó su estudio en la calle Atocha de Madrid, consiguiendo en mayo de 1917 de la Diputación de Navarra, una pensión de cuatrocientos duros con la que comenzó a realizar bocetos y estudios previos.

 

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1920 logró una de las medallas de tercera clase por el bronce “Busto de Roncalés”, un retrato de su padre, con el que la Diputación de Navarra amplió su ayuda, logrando trasladarse a Italia y establecerse en Roma.

Busto de Roncalés

 

Allí modeló el grupo Post nubila Phoebus, con el que logró en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1922, una primera medalla.

Post nubila Phoebus

 

Establecido definitivamente en España, al finalizar 1923 expuso individualmente en el Palacio de Bibliotecas y Museos, Salón del Museo Moderno, una muestra de su labor, con carácter de auténtica selección y estenográficamente concebida por Mariano Benlliure, con la que obtuvo una gran acogida por parte de la crítica.

En 1924 contrajo matrimonio con Carmen Ballestero, momento que fue todo un acontecimiento en la Asociación, y con quien tuvo a Pilar, su única hija, aunque desgraciadamente quedó viudo muy pronto.

Monumento funerario de la familia Fierro

 

En los años treinta, dosificó su presencia en exposiciones celebradas dentro y fuera de España y recibió multitud de encargos de esculturas urbanas y algunas piezas de imaginería popular en distintas ciudades repartidas por toda España.

Busto de Julián Gayarre

Fotografía del Busto de Julián Gayarre con dedicatoria de Fructuoso Orduna a su amigo Valerio Labari. Roncal 1917

Monumento a Julián Gayarre

 

Cuando en diciembre de 1935 Orduna realizó una exposición en su propio estudio, era ya un maestro pleno, no ajeno a lo moderno, pero firmemente vinculado al clasicismo aprendido en Roma.

Relieves del Instituto Ramón y Cajal donde se puede apreciar el parecido en cuanto a posturas y poses del personaje femenino con el de la Medalla de la AEPE

 

Aunque aún participó en algunas muestras, se dedicó a atender encargos y asumir honores, formando parte de jurados en certámenes y exposiciones.

Busto del Doctor Medinaveitia

 

Antes de 1936 se había presentado a las oposiciones de profesor numerario de figuras de la Escuela de Cerámica. En 1939 reunió los nombramientos de vocal del Patronato de la Criptoteca y Museo de Reproducciones Artísticas, Presidente de la Junta Directiva de la Asociación de Pintores y Escultores y vocal del Patronato del Museo Nacional de Arte Moderno. Desde 1940 fue profesor de la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado, de Madrid. En 1942 el Círculo de Bellas Artes de Madrid le distinguió como Socio de Honor y fue nombrado Académico de Número de la Real Academia Española de Bellas Artes de San Fernando en mayo de 1962.

Retrato de mi esposa

 

En los años 40 fueron muchos los encargos oficiales de estatuas ecuestres y otros bustos para distintos organismos oficiales así como una ecuestre de Alfonso XIII para la Ciudad Universitaria de Madrid que no llegó a realizarse o como el encargo de labrar seis estatuas en piedra para el campo de deportes del Instituto “Ramiro de Maeztu” de Madrid, que representan respectivamente al Pelotari, Arquero, Discóbolo, Remero, Hondero y Corredor. También en 1947 repetiría el tema del Discóbolo para el estadio del Real Madrid, a la vez que estampó en lámina de bronce el perfil de su presidente, Santiago Bernabéu.

Después llegarían el monumento a Julián Gayarre, la imagen de Jesús Nazareno de la Catedral de Huesca, una Inmaculada, otra de San Fermín de los Navarros, San Francisco Javier…

Su producción final, situada en la década de los sesenta, se centró en bustos de bronce, como el de Sarasate, el de José María de Huarte, o el del Duque de Ahumada, realizado en 1969, que es su última obra y se conserva en Pamplona.

Cabeza de niña

 

Fructuoso Orduna fue un escultor tenaz, laborioso y perfeccionista. Abordó todos los temas y no desdeñó ningún material, piedra o madera, bronce o mármol.

Busto de Guillermo Schultz

 

En sus retratos practicó una marcada fidelidad al personaje. Fue un realista expresivo, aunque con perfectible evolución, que va desde la minuciosidad y detallismo de sus primeros trabajos hasta una integrada suavidad formal.

Parco en el movimiento, se mostró especialmente preocupado por la corporeidad y la arquitectura constructiva de las figuras. La acentuación de músculos, tendones y huesos, y en general de las formas, especialmente en los años veinte y aún treinta, se puede atribuir a su formación en el clasicismo italiano, pero sin olvidar su tierra de origen, ya que en Navarra es muy acusada la huella que en las postrimerías del siglo XVI y buena parte del XVII, dejó el romanismo miguelangelesco.

A su muerte, la RABASF dedicó un homenaje que protagonizó Juan Luis Vassallo, quien dijo de él que: “Fue Orduna un hombre de llana sencillez y verdadera modestia, sin que ello debilitara su recio temperamento, que le hacía expresarse rotunda y claramente y siempre con absoluta fidelidad a su sentir. En su obra ha quedado bien patente la impronta de su carácter, tesón y honradez profesional. Su ecuanimidad y rectitud inspiraban a todos la mayor confianza. No es extraño, por tanto, que entre nosotros gozase de general simpatía, que él supo ganarse con su amor a la Corporación y respetuoso afecto a sus compañeros Académicos”.

Cristo de la Hermandad de la Pasión de Pamplona

 

De él también habló Enrique Pérez Comendador, Director de la Escuela Española de Bellas Artes de Roma, en estos términos: …”irrumpe Orduna con su navarra contextura física y moral, sólida, noble y fuerte como todos lo habéis conocido…pese a su carácter entero, reacio a la sumisión, al halago y a la intriga… Ante el modelo vivo estudiaba la forma humana con fidelidad y buscaba una sumaria concisión característica del todo y las partes. Ponderaba y equilibraba las masas, percibiéndose en todo un dibujo afirmativo, tanto que a veces las formas quedaron como desposeídas de esa envoltura vital que las da morbidez y tibieza. En esta línea ardua llegó Orduna a un academicismo con voluntad de equilibrio en la composición, de nobleza y estatismo en las actitudes…A través de la diversidad técnica y temática civil o religiosa, monumental, imaginera o de retratista, ya trátese de la materia pétrea o de la dúctil arcilla que la pericia artesana y el fuego metamorfosean en broncínea presencia tensando y revivificando las formas, podemos percibir, si abarcamos en conjunto la obra de Orduna, unidad en el concepto, continuidad en la técnica y la inalterable serenidad que la anima desde su primera obra laureada  hasta sus últimas producciones”…

Fructuoso Orduna vestido de gala en su ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

 

Fructuoso Orduña y la AEPE

Tercera Medalla en la Exposición Nacional de 1920.

Primera Medalla en la de 1922 con la obra Post Nubila Phoebus.

En enero de 1924 recibió un banquete homenaje en el Palace Hotel.

Designado Jurado en la Exposición Nacional por la Asociación de Pintores y Escultores en 1924, 1930 y 1940. También en el Concurso para la Medalla de Madrid convocado por el Ayuntamiento en 1935.

Jurado en la Exposición de la Asociación en 1930, y en mayo de 1935.

Socio de Honor en el Salón de Otoño de 1925.

En 1926 modeló la Medalla de la Asociación para la Exposición Nacional.

Vocal de la Junta directiva en 1926 y 1927, 1934 y 1935.

Tesorero en 1939.

Presidente de 1940 a 1943. Bajo su presidencia se trató con el Gobierno un sistema de pensiones que resolviera el problema de muchos artistas y entre otros proyectos estaba el pedir una pensión para los artistas galardonados en las exposiciones nacionales, proyecto bastante laborioso para el que la junta se entrevistó repetidas veces con el Ministro y el Director General, para subsanar la injusticia que suponen la indigencia de muchos artistas en los últimos años de sus vidas y desveló la necesidad de que todos los artistas medallados al cumplir los sesenta y cinco años cobraran del Estado una pensión y formando un comité que diera patente de profesionalidad a los artistas no medallados que soliciten las pensiones citadas.

En 1932 formó parte del comité de estudio de la Federación de Artistas promovida por la Asociación.

Participó en dos ediciones del Salón de Otoño:

En el VI Salón de Otoño de 1925, su inscripción rezaba: “natural de Roncal (Navarra); reside en Madrid, Modesto Lafuente, 39”, y presentó dos obras, un mármol bajo el título de “Retrato” y un bronce titulado “Cabeza (Juez de Roncal).

En el XI Salón de Otoño de 1931 figuraba su domicilio en la calle Ríos Rosas, 31, y se hacía constar que era Socio de Honor de Salones anteriores. Para éste, participó presentando un “Relieve dedicado al Instituto Ramón y Cajal”, un “Retrato del escritor Ezequiel Endériz” y otro “Relieve dedicado al Instituto Ramón y Cajal”.

 

El grupo escultórico «Los Atletas» 

En la plataforma de acceso al polideportivo Antonio Magariños, proyectado por los arquitectos Antonio Vázquez de Castro y José Luis Íñiguez de Onzoño en 1957 y acabado de construir en 1965, se colocaron en esta última fecha agrupados sobre un pedestal único los Atletas que Fructuoso Orduna Lafuente había labrado hacia 1942 para puntuar el perímetro del campo de baloncesto del Instituto Ramiro de Maeztu, obra de Carlos Arniches y Martín Domínguez realizada entre 1926 y 1933 para la Institución Libre de Enseñanza, y reconvertida en «instituto modelo» tras la Guerra Civil.

Estas seis esculturas (1,80 x 2,60 x 1,70) responden a las influencias de la estatuaria fascista italiana, inspirándose especialmente en las figuras de sesenta atletas que rodean el llamado Estadio de Mármol del Foro Mussolini, construido en Roma entre 1927 y 1932 según un proyecto del arquitecto Enrico del Debbio.

         

Grupo de atletas del Instituto “Ramiro de Maeztu” de Madrid

El grupo es una agrupación de seis esculturas independientes sobre un pedestal prismático común, que estaba situado a la derecha de la rampa escalonada de acceso al polideportivo Antonio Magariños. Las figuras, de piedra arenisca blanca, representan a seis atletas ejerciendo seis modalidades deportivas diferentes, y en distintas posturas.

En la cara frontal, de izquierda a derecha, se representaban: un lanzador de piedra con honda, un remero y un saltador de pértiga, mientras que en la cara posterior, y en el mismo orden parecen hallarse representados un lanzador de peso, un lanzador de martillo, y un jugador de pelota.

Todas las figuras se representaban desnudas y en posturas que armonizan el movimiento con cierta serenidad clásica, estando talladas con un modelado realista pero idealizado, que delata su época de ejecución en las expresiones de los rostros y cortes de pelo, que recuerdan a los atletas que inmortalizó la cineasta del régimen nazi, Leni Riefenstahl, en su película Olympia sobre las olimpiadas de Berlín de 1936.

Las estatuas se encontraban ya muy deterioradas a principios del siglo XXI por la calidad deleznable de la piedra arenisca, pero sobre todo, por las agresiones vandálicas, que produjeron múltiples roturas y desperfectos en todas las figuras. En el plinto de una de ellas aún se apreciaba casi borrada la firma del escultor en letra romana incisa: ORDVNA.

El grupo escultórico fue destruido el 17 de julio de 2013, al parecer de forma accidental, durante la realización de unas obras, quedando cuatro de las seis estatuas originales seccionadas en varios trozos.

En la Gaceta de Bellas Artes de marzo de 2015, en la biografía que sobre los Presidentes de la AEPE hiciera su director, Juan de la Cruz Pallarés, ya se hablaba del grupo escultórico Los atletas y de su destrucción parcial accidental, pero nada más se supo del mismo.

En junio de 2019, al abordar la biografía de Fructuoso Orduna en la Gaceta de Bellas Artes, antes de comenzar a ver cada una de las Medallas que otorga la Asociación Española de Pintores y Escultores, mantuvo una conversación con José Asensio Laguna, Director General del Club Estudiantes de Baloncesto en donde su ubicaba el grupo, que nos confirmó que el mismo, fue retirado en el año 2017 por el Departamento de Patrimonio de la Comunidad de Madrid para su restauración, puesto que la propiedad del conjunto corresponde a esta administración.

Hablamos entonces ya con la Dirección General de Bellas Artes de la Comunidad de Madrid, que nos indicó que revisaría en sus archivos la actual ubicación del conjunto monumental, así como los planes que al respecto había, sobre una posible restauración, y desde entonces, a pesar de las numerosas llamadas realizadas y de otras gestiones, no hemos vuelto a tener noticias del asunto.

Desconocemos si existe aún el grupo, si está olvidado en algún almacén, si está completo, con los siete atletas, o con los cuatro, o en última instancia, con los que queden aún «sanos», si está fragmentado y, en fin, si ese es el respeto que se debe a los artistas, en este caso, al escultor Fructuoso Orduna.

Aunque como todos bien sabemos, nadie levantará la voz por este artista, y menos aún por su obra, a la que desde estas líneas, lanzo un requiem en toda regla por su eterno y olvidado descanso.

 

Estatua de Papiniano

 

 

Proyecto de banco decorativo

Boceto del monumento irrealizado a Fray Diego de Estella

Cristo en la Cruz

Desnudo, «Sorprendida»

Obras de Fructuoso Orduna en la ciudad de Madrid

Además del grupo Los Atletas, en Madrid se conservan otras esculturas del autor como la Estatua a Alfonso XIII, situada en la Avda Complutense de la Ciudad Universitaria, como homenaje del Ministerio de Educación Nacional y la Junta de la Ciudad Universitaria al rey en agradecimiento al esfuerzo e interés del monarca en la creación de la misma.

Con este fin en 1943 fue encargada la realización de la estatua al escultor Fructuoso Orduna, quien entregó dos originales en yeso tres años más tarde, uno de los cuales fue rápidamente descartado por sus descomunales dimensiones y destruido poco después por las dificultades que presentaba para su almacenaje; el otro original entregado corresponde a la estatua que existe actualmente, que durante muchos años permaneció almacenado por la paralización del proyecto hasta que, en 1988, el rector de la Universidad Complutense, Gustavo Villapalos, retomó la propuesta y, gracias a una subvención, consiguió que se realizara el vaciado en bronce de la estatua.

Su inauguración tuvo lugar el 28 de septiembre de ese mismo año, y a la misma acudieron, entre otros, los Condes de Barcelona, quienes presidieron el acto con sus hijas Dª Pilar y Dª Margarita, la hija del ya fallecido escultor, Pilar Orduna, el rector de la Universidad Complutense, que leyó un pequeño discurso, y otras personalidades universitarias.

La escultura está realizada al más puro estilo clásico y reproduce la figura completa del rey Alfonso XIII, de pie, con la cabeza erguida mirando al frente, el rostro serio, la mano derecha abierta con un ademán de ofrenda y la izquierda sobre el torso sosteniendo un cetro rematado con una flor de Lis y vestido con una túnica y una capa larga que se pliega sobre los brazos y en la parte trasera, abierta en la parte frontal y cerrada sobre el pecho con una cinta ornamentada.

En el cinturón que frunce la túnica, se lee la inscripción: AXIII, y en el suelo, y frente a la estatua, una pequeña placa metálica incluye la inscripción: FRUCTUOSO ORDUNA / S.M. El Alfonso XIII. La pieza central del pedestal contiene en su cara frontal una inscripción grabada, apenas perceptible, en la que se lee: LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE / A DON ALFONSO XIII / MCMLXXXVIII.

Como propietario de la obra, figura la Comunidad de Madrid, igual que la escultura Escosura, situada en la Escuela de Ingenieros de Minas de la Calle Ríos Rosas, 21 (obra del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, que data de 1925 y fue erigida al ingeniero de minas madrileño Luis de la Escosura Morrogh (1821-1904).

Sobre un pedestal cúbico de granito con el apellido ESCOSURA inscrito en el frente seguido por una placa metálica moderna, grabada con la siguiente leyenda; LUIS DE LA ESCOSURA (1821-1904) / Ingeniero de Minas y Profesor de Química Analítica. / Director de la Escuela de Minas de Madrid (1882-1900), / periodo en el que construyó este edificio / del que fue su principal artífice. Y coronado por una cornisa moldurada de piedra caliza, aparece la figura en bronce del homenajeado vestido con camisa, chaleco y corbata de lazo, y cubierto con una bata de laboratorio desabrochada, sentado con las piernas cruzadas sobre un banco de granito en el que apoya la mano derecha, mientras que con la opuesta sostiene un libro que descansa en su pierna izquierda, con el título QUÍMICA / ANALÍTICA escrito en relieve en la portada; pudiendo leerse la firma del escultor F.Orduna / 1925, incisa en el extremo inferior derecho de la bata.

   

En el mismo emplazamiento pero a la izquierda de la puerta principal, se ubica la escultura erigida en 1925 al ingeniero de minas alemán Luis Guillermo Schultz Schreizer (1800-1877), también sobre un pedestal cúbico de granito con el apellido SCHULTZ inscrito en el frente seguido por una placa metálica moderna, grabada con la siguiente leyenda; LUIS GUILLERMO SCHULTZ (1800-1870) / Ingeniero de Minas que contribuyó al conocimiento geológico / de Asturias y Galicia. / Impulsó la reforma de las Escuelas de Minas / de Almadén y Madrid, de las que fue Director (1853-1857) / y la creación de la Escuela de Minas de Mieres (1854) y coronado por una cornisa moldurada de piedra caliza, descansa la figura en bronce del homenajeado, vestido con traje y corbata de lazo, sentado sobre un banco de granito, mirando al frente, y sosteniendo una piedra en la mano izquierda, y el martillo con que va a golpearla en la diestra; pudiendo leerse la firma del escultor: F.Orduna / 1925, incisa en el borde inferior de la chaqueta.

Y ya por último, y esta vez de propiedad municipal, encontramos una lápida situada en la Calle Pavía 2, en los Jardines del Cabo Noval.

En diciembre de 1953, una asociación denominada «Tertulia Navarra» encargó a Fructuoso Orduna, la realización de una lápida a Gayarre para instalarla en la casa donde murió en la plaza de Oriente, número 6. La dueña del inmueble no permitió su instalación, y fue el Ayuntamiento de Madrid quien propuso su instalación en los jardines del Cabo Noval, cerca de la casa donde nació, adosada a un monolito.

En el año 1990, se instaló una lápida al mencionado músico en la casa donde nació, patrocinada por el pueblo de Navarra.

Se trata de un monolito de granito con una lápida adosada en bronce, termina por la parte central superior en semicírculo donde aparece el busto en perfil del tenor en bajo relieve y en un tondo,  en la parte inferior lleva la inscripción tallada en la que se lee: JULIAN GAYARRE / NACIO EN RONCAL – NAVARRA / Y / MURIO EN ESTA VILLA / MDCCCXC / HOMENAJE DEL / EXCELENTISIMO / AYUNTAMIENTO DE MADRID, se remata por los laterales con pilastras que sujetan los escudos de El Roncal  a la izquierda y el de Madrid antiguo, a la derecha. Está firmada y fechada en el ángulo inferior derecho: Orduna / 1954.

 

 

Las Medallas de la AEPE: Juan Cristóbal

Por Mª Dolores Barreda Pérez

Después de ver cómo y cuándo nació la Medalla de la Asociación de Pintores y Escultores, vamos a seguir conociendo más acerca de los galardones en los que se otorga actualmente, con sus correspondientes denominaciones.

Medalla de Pintura Juan Cristóbal

del Salón de Arte Realista

En el año 2015, la Junta Directiva de la Asociación Española de Pintores y Escultores creó el Salón de Arte Realista, en contraposición del Salón de Arte Abstracto, que se ha convertido ya en una de las más esperadas convocatorias de la centenaria entidad, nacido para hacer de este arte una continua experiencia creadora que aporta todo tipo de conocimientos y la belleza de otra realidad, que sólo está en las manos de los artistas.

En 2017 y gracias a la propuesta que realizara el Presidente de la AEPE, José Gabriel Astudillo, bajo el título de “La plenitud de los nombres”, se acordaba la reorganización de los premios y galardones que otorgaba la institución en los distintos certámenes y concursos habituales. En el caso del Salón de Arte Realista, y como en el resto de las ocasiones con el ánimo de honrar la memoria de los fundadores de la AEPE, se instituyeron los premios: Medalla de Pintura José Villegas Cordero y Medalla de Escultura Juan Cristóbal.

 

JUAN CRISTOBAL GONZALEZ QUESADA

 

GONZALEZ DE QUESADA, Juan Cristobal      E    1928 24.may.1898           OHANES(Almeria)      GRANADA/MADRID            19.set.1961

 

Juan Cristóbal González Quesada, conocido como Juan Cristóbal, nació el 25 de mayo de 1896 en Ohanes, Almería. Cuando contaba con 10 años, su padre emigra a Argentina y el resto de la familia se traslada a vivir a casa de una tía en Granada.

En 1908 comienza a trabajar de botones en el Centro Artístico y Literario de Granada, y un año después, ingresa en el estudio del escultor Nicolás Prados Benítez y en la Escuela de Artes y Oficios de Granada.

Al año siguiente, obtiene la Primera Medalla de la Exposición de Escultores Noveles, organizada por la Sociedad Filarmónica de Granada.

Juan Cristóbal en su juventud

 

En 1913, en el Centro Artístico de Granada, realizó su primera exposición, siendo descubierto por el escultor francés Daniel Backe y por Natalio Rivas, que le ofrece su protección, creándose desde ese momento una relación casi paterno-filial durante el resto de sus vidas.

Consigue una beca del Ayuntamiento, Diputación de Granada y Centro Artístico y Literario de Granada para estudiar en la Escuela de Bellas Artes en Madrid, a donde se traslada a vivir en 1914, ingresando en el estudio de Mariano Benlliure, uno de los Socios Fundadores de la Asociación de Pintores y Escultores, durante un breve tiempo.

Su primer estudio estaba situado en una buhardilla de la calle Atocha 151, que sirvió de refugio a jóvenes intelectuales granadinos como Ismael González de la Serna, Manuel Ángeles Ortiz y Miguel Pizarro.

Retratando a Natalio Rivas en Granada

 

Durante sus estudios, entabla amistad con artistas como Antonio Vila Arrufat, Timoteo Pérez Rubio, Ramón Acín, Paulino Vicente, los arquitectos Emilio Castro, Enrique Colás, Adolfo Blanco, y los escultores Moisés Huertas, Fructuoso Orduña, José Ortells y Julio Vicent, todos ellos Socios y Fundadores de la Asociación de Pintores y Escultores.

En 1917 expone por primera vez en el Ateneo de Madrid, junto a su amigo el pintor Ismael de la Serna, inaugura su primer Monumento en el Puente Internacional de Irún (Guipúzcoa) y recibe el encargo del Monumento a Ángel Ganivet del Ayuntamiento de Granada.

Durante esos años, participa en numerosas exposiciones nacionales y certámenes internacionales de todo tipo, obteniendo la Segunda Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1917.

En su estudio de la Calle Londres de Madrid

 

El Ministerio de Instrucción Pública le concede una bolsa de viaje junto a Nicanor Piñole, Ricardo Urgell, Jesús Corredoira y Leandro Oroz.

A partir de 1918 recibe numerosos encargos y proyectos que le proporcionan una estabilidad económica.

Imagen aparecida en La Esfera

 

En 1919 traslada su estudio a la calle Don Ramón de la Cruz, 56 y en 1931 a la calle Londres, 44 de Madrid, que realizara el arquitecto Emiliano Castro.

Curiosamente hoy, en este número de la Gaceta de Bellas Artes correspondiente al mes de junio de 2020, se entrelazan las historias de Juan Cristóbal y de Mª Teresa Jiménez de Blas, la artista socia de la AEPE cuya biografía descubrimos también en este ejemplar, por ser vecinos del Madrid Moderno.

Juan Cristóbal en una fotografía de 1934, en su estudio

 

En 1920 contrae matrimonio con Juana Granel, del que nacerán seis hijos: Luisa, Rafaela, Micaela, Manuela, Teresa Cristobalina y Juan Cristóbal.

Tras una intensa actividad realizando esculturas y monumentos por toda la geografía nacional, obtiene la Primera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes.

La gitana Elvira

 

En 1923 comienza a ser jurado en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, bienales y concursos, junto a otros miembros de la Asociación de Pintores y Escultores como Mariano Benlliure, Victorio Macho, Juan Adsuara, Fructuoso Orduña, Moisés Huertas, Julio Vicente, José Ortells…

En 1926 inauguró en Salamanca el Monumento a Gabriel y Galán, realizando para el Círculo de Bellas Artes de Madrid el Alto Relieve La Música.

Trabajando en el busto de Goya para San Antonio de La Florida, de Madrid

 

Muy activo en la vida cultural y artística de España, participó en innumerables homenajes a pintores y escultores de su época, actos solidarios, e incontables iniciativas relacionadas con el mundo de las bellas artes.

En 1928 es invitado por el Gobierno de la Unión Soviética a visitar el país junto a Ramón Pérez de Ayala, Gregorio Marañon, Hernández Catá, Clemente de Diego, Anselmo Miguel Nieto.

Monumento a Zuloaga, Madrid

 

En estos años se reunían en su estudio de Don Ramón de la Cruz, asiduamente, un amplio círculo de amistades entre otros Ignacio Zuloaga, Julio Camba, Julio Romero de Torres, Rafael Penagos, Enrique de Mesa, Anselmo Miguel Nieto, Emiliano Barral, Lorenzo Domínguez, Ramón Pérez de Ayala, Casto Fernández – Shaw, Emiliano Castro…

Monumento a Ángel Ganivet

En 1930, con motivo de una excursión a Los Toros de Guisando y Cadalso de los Vidrios, de homenaje a Ramón Pérez de Ayala por haber sido nombrado académico de la Lengua, Juan Cristóbal descubre el Palacio de los Duques de Frías, adquiriendo, posteriormente, a Rafael Carlevaris la primera parcela del monumento, iniciando desde ese momento su restauración y conservación.

Victoria, portada de la Gaceta de Bellas Artes de julio de 1924

 

En esos años, es nombrado Vocal del Patronato del Museo de Arte Moderno.  
Cofundador en 1933 de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, fue recibido en distintas ocasiones por el Presidente del Gobierno, Manuel Azaña, con quien mantuvo estrecha amistad.

En 1934 la Real Academia de Bellas Artes le concede una beca para estudiar en Roma, costeada por el Legado del Conde de Cartagena, si bien se verá obligado a renunciar por motivos personales.

Cabeza (mármol)

 

Llevó a cabo la restauración de la estatua de Felipe III (Plaza Mayor de Madrid), de Juan de Bolonia (Giambolagna) y Pedro de Taca, regalo del gran Duque de Florencia Cosme de Medicis a Felipe III, tras el atentado sufrido el 14 de Abril de 1931, teniendo que reconstruir la cabeza del caballo, la grupa y la figura de Felipe III, siendo reinstalada la estatua el 23 de Agosto de 1934 en La Plaza Mayor.

Pasó la guerra civil en Madrid.

Princesita de ojos azules, obra presentada al I Salón de Otoño

 

En 1940 cede un tercio del Molino Burleta a Ignacio Zuloaga y otro a José Minguijon, con la intención de crear un Museo Cervantino.

Destacan la exposición organizada en 1958 en la Biblioteca Nacional de Madrid, la de 1972 del Círculo de Bellas Artes, institución para la que había creado en los años 30 la imagen de la Sibila Casandra, o la celebrada en el Palacio de Carlos V de Granada. En los últimos años de su vida, instaló su estudio en Ávila, donde vivió y trabajó hasta morir en la cercana población madrileña de Cadalso de los Vidrios el 19 de septiembre de 1961.

El artista junto al monumento a El Cid, de Burgos

 

Juan Cristóbal trabajaba piedra, bronce y madera. En su estilo confluyen el helenismo y el quattrocento italiano más clásicos con las corrientes contemporáneas, combinando asimismo en su lenguaje el simbolismo y el realismo.

Se especializó en arte urbano e imágenes monumentales. Son obra suya, entre otras muchas, el majestuoso Cid Campeador a caballo de Burgos, el monumento a Julio Romero de Torres de Córdoba o las estatuas de Manuel de Falla y Ángel Ganivet de Granada. También retrató a Indalecio Prieto o Ramón Pérez de Ayala.

En 2001 el Ayuntamiento de Cadalso de los Vidrios nombró a Juan Cristóbal “Hijo Adoptivo de la Villa” a título póstumo.

Desnudo

 

En el 2002 la Real Academia de Bellas Artes Nuestra Señora de las Angustias de Granada, creó la Medalla de Bellas Artes, Escultura, “Juan Cristóbal”.

En 2019, el Ayuntamiento de Madrid, colocó una placa en memoria del escultor en el número 87 de la madrileña calle de José Ortega y Gasset, lugar donde más tiempo vivió Juan Cristobal en la capital.

Al acto, asistieron familiares del escultor, amigos de la familia y representantes de grupos políticos del Ayuntamiento y el Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, José Gabriel Astudillo, invitado especialmente por la familia.

Retrato del pintor Pérez Rubio

 

Por su estudio han pasado alumnos que han terminado siendo grandes artistas, como como el escultor Emiliano Barral, a quien conoció haciendo el servicio militar, el pintor y escultor .

Tras la guerra y hasta su muerte, siguió siendo el de siempre, pero haciendo cierta revisión de los criterios plásticos y de representación contra los que él y su generación se habían definido en su juventud: naturalismo, abocetamiento, cierto carácter narrativo y hasta cierta retórica decimonónica.

Retrato de Goya

 

Pero lo que más siguió haciendo fueron bustos y cabezas, casi todos retratos, reflejo del ancho mundo de sus amistades, que, como antes de la guerra, incluía a muchos de los principales protagonistas de la vida cultural y social de Madrid.

Hombre apasionado, vital en extremo, que vivió intensamente la amistad y el amor, a su muerte dejó un generalizado sentimiento de humanidad y simpatía, así como el recuerdo de un tiempo que, en la España de entonces, empezaba a parecer muy lejano.

Retrato de José María Pemán

 

Juan Cristóbal y la AEPE

* Participo en el I Salón de Otoño de 1920, inscrito como Cristóbal, D. Juan; natural de Granada; reside en Madrid, calle de Don Ramón de la Cruz, número 56. Al mismo, presentó las obras:

889.- “Princesita de los ojos azules” (bronce)

890.- “El hombre sin ojos” (piedra).

* Al VI Salón de Otoño de 1925, en el que figuró inscrito de la misma manera,  presentó el mármol

420.- “Un Ángel”.

Protagoniza la portada de la Gaceta de Bellas Artes de la Asociación de Pintores y Escultores del 1 de julio de 1924, en donde Pedro G. Camio firmaba un artículo bajo el epígrafe de “Artistas contemporáneos”

En la Gaceta de Bellas Artes de junio de 1930, Bernardino de Pantorba firma un artículo en el que reconoce a Juan Cristóbal como “un escultor de su tiempo… que conoce la curva que trazan en la historia los diversos estilos escultóricos, y en vez de fijarse en uno de ellos, para seguirlo ciegamente, procura la alianza de todos, hasta lograr una síntesis equilibrada. Sus obras tienen, como casi todas las buenas obras de nuestro siglo, un acento nuevo al par que viejo”…

Juan Cristóbal fue Vocal de la Junta Directiva de la AEPE en 1929. Fue nombrado como Jurado para la Exposición Nacional de 1930 y actuó de Jurado en el IX Salón de Otoño. Siempre que se solicitó su ayuda y colaboración para la entidad, cumplió su cometido.

Juan Cristóbal

Retrato de Julio Romero de Torres

 

El Museo Juan Cristóbal en Cadalso de los Vidrios

El recientemente restaurado Palacio de Villena alberga las obras más representativas de Juan Cristóbal que posee la familia del artista

 

 

 

Webgrafía y bibliografía

https://juancristobalescultor.es/biografia-1896-1920/

http://ceres.mcu.es/pages/ResultSearch?Museo=MNEV&txtSimpleSearch=P%EDo%20del%20R%EDo%20Hortega&simpleSearch=0&hipertextSearch=1&search=simple&MuseumsSearch=MNEV%7C&MuseumsRolSearch=15&listaMuseos=[Museo%20Nacional%20de%20Escultura]

http://dbe.rah.es/biografias/13443/juan-gonzalez-quesada

«Juan Cristóbal», Chueca Goitia, F., 1965, Madrid

«Diccionario de pintores y escultores españoles del siglo XX», Editorial Forum Artis. Texto de Manuel Ruiz Ruiz

«La escultura española contemporánea 1800-1978». José María Medina. Editorial Edarcón, 1978,Madrid

«Arte español siglo XX. Colección Ars Hispanae». Juan Antonio Gaya Nuño, Editorial Plus Ultra, 1978, Madrid

«La escultura española contemporánea». Juan Antonio Gaya Nuño, Editorial Guadarrama, 1957, Madrid

«Historia de las Exposiciones de Bellas Artes celebradas en España». Bernardino de Pantorbo, Editorial Roma, 1985, Madrid

«Vida y obra de Ignacio Zuloaga». Enrique Lafuente Ferrari. Revista de Occidente 1972, Madrid

«Cuadernos Ignacio Zuloaga», Casa Museo Ignacio Zuloaga, Zumaya, Guipúzcoa, AAVV

Archivo Histórico “Bernardino de Pantorba” de la Asociación Española de Pintores y Escultores

www.gacetadebellasartes.es

www.salondeotoño.es

 

Las Medallas de la Asociación Española de Pintores y Escultores

La Medalla de Fructuoso Orduna

Por Mª Dolores Barreda Pérez

La Junta Directiva de la Asociación de Pintores y Escultores celebrada el 10 de febrero de 2017, aprobó la propuesta planteada por el Presidente de la centenaria entidad, José Gabriel Astudillo López, relativa a la reorganización de los premios y galardones que otorga la institución en los distintos certámenes y concursos habituales.

     Los análisis realizados por la Junta Directiva sobre el más que positivo aumento del número de esculturas que se presentan en cada convocatoria, hacían necesario distinguir definitivamente las secciones de pintura y escultura, dotándolas con premios bien diferenciados, de forma que no compitan entre sí dos elementos tan distintos y cuyo contenido da nombre a la Asociación Española de Pintores y Escultores.

     Ante esta situación, se hizo imprescindible revisar y reformar las bases de las distintas convocatorias que lleva a cabo la AEPE, y teniendo en cuenta que algunas de ellas tenían medalla propia, aunque sin especificar si era de pintura o de escultura, se hacía del todo necesario analizar los premios y distinciones que hasta la fecha otorgaba la institución, planteando una propuesta justificada del por qué y del cómo hacer bien las cosas.

     Es triste y descorazonador pensar que las distinciones y los premios, más allá de la pura anotación que nos queda en la actualidad, no tienen ningún tipo de soporte documental ni histórico. Más descorazonador aún pensar que hay medallas con reglamento específico del que no sabemos nada pese a haber visto la luz en nuestra entidad.

     El extravío de la documentación que se custodia en la institución, en el transcurso de los años, de forma cotidiana y habitual, nos priva de archivos históricos más completos en los que apoyarnos y poder entender mejor el cómo y por qué de cada acción.

     Partiendo del documento base de la Asociación Española de Pintores y Escultores que nos proporciona un mínimo soporte histórico como es el libro de la Historia elaborado por el Bibliotecario, Fernando de Marta y Sebastián, vamos a tratar de saber cómo y cuándo nacieron los premios y distinciones, y sobre todo, por qué y con qué fin, nacen los nuevos para cubrir la necesidad planteada de distinguir entre disciplinas artísticas.

Pero antes de nada, debemos saber más acerca de la Medalla de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

Fructuoso Orduna, Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores y autor de la Medalla de la AEPE

Creación de la Medalla

Bajo la presidencia de Pedro Poggio y siendo Secretario General Pedro García Camio, se reúne la Junta Directiva, informándose de ello en la Gaceta del 15 de junio de 1926, en donde aparece publicado textualmente, bajo el título de “Una Medalla de Oro”: “La Asociación de Pintores y Escultores, y por acuerdo de la Junta Directiva, ha creado una “Medalla de Oro” que, al igual que la del Círculo de Bellas Artes de Madrid, será otorgada en las Exposiciones Nacionales, y por primera vez en la actual Nacional que se celebra en el Retiro. Ha movido a ello, no sólo el deseo justificadísimo de que nuestra Asociación, a este respecto, no fuera menos que cualquier otra entidad, sino, además, el afán de acuciar la creación de premios especiales, de que tan faltas están nuestras Exposiciones. Da grima, en verdad, comparar cómo se estimula a los artistas, por los particulares, en otros países y lo muy poco que en España se hace en este aspecto. Esta nueva “Medalla de oro” será obra del escultor Fructuoso Orduña, que se ha ofrecido a modelarla gratuitamente».

«Su valor no será inferior a 500 pesetas, cantidad que se recaudará por suscripción, agradeciendo mucho que los que deseen suscribirse lo hagan rápidamente, pudiendo dirigirse para ello a esta Secretaría, Jovellanos, 8, Madrid. (La tan repetida Medalla será otorgada en las mismas condiciones que la de Honor, y firmando el votante la candidatura)».

El día 12 de junio se celebró la votación de la Medalla de Oro de la Asociación de Pintores y Escultores en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926, otorgándose a Martínez Vázquez por su cuadro “La Rondeña”. La Gaceta de Bellas Artes del 1 de junio de 1927 (Año XVIII, Núm. 313) publicó en su portada una fotografía original de Moreno, (Pl. de las Cortes, 8), del Anverso de la Medalla de Oro creada por la Asociación de Pintores y Escultores, para ser concedida en las Exposiciones Nacionales, obra del escultor Fructuoso Orduna.

Medalla de la AEPE obra original de Fructuoso Orduña

La Medalla en el Salón de Otoño


Portada de la Gaceta de Bellas Artes del 1 de junio de 1927 (Año XVIII, Núm. 313)

El I Salón de Otoño de 1920 nació …“Sin recompensas, sin presiones, sin apasionamientos, sin envidias ni prejuicios, el próximo Salón Otoñal ha de ser, no el campo de batalla de odiosas comparaciones, sino el santuario en el cual cada manifestación, cada destello tenga su propio altar, su merecido respeto y sus creyentes, todo en un ambiente de paz, de dulzura y compañerismo, que haga de ella en los años sucesivos el lugar consagrado a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad de los artistas y sus admiradores”…”Íntegro, sin prejuicios, en apretado haz, los artistas españoles inaugurarán, entregando al juicio público, al de la Prensa y a los altos poderes de toda clase, de quienes esperarán tranquilos el fallo”…

Como vemos, el Salón de Otoño nació con la idea de exhibir solo las obras, pero no otorgar ningún tipo de recompensa ni distinciones.

Sin embargo, en el III Salón de Otoño de 1922, y con la aprobación de la Junta General de 25 de mayo de ese mismo año, ya se hicieron propuestas de socio para los que no lo eran, propuestas que incluían la exención de la cuota de entrada, y para los que ya eran asociados se proponía que se les pudiera nombrar Socio de Mérito o Socio de Honor.

De esta forma, las primeras recompensas en un Salón de Otoño se otorgaron en el III Salón de 1922 y fueron el nombramiento de Socios de Honor, que según resaltaba el Reglamento, se acordaron por mayoría de votos, y que recayeron en José Moreno Carbonero, Julio Moisés, Jaldón, José Gutiérrez Solana y Miguel de la Cruz.

Así transcurrieron los salones hasta el año 1936, en que la actividad de la Asociación de Pintores y Escultores se vio interrumpida por la contienda civil.

En mayo de 1939, el Secretario de la entidad, José Prados López, envió una carta a los socios, que se difundió en los distintos medios de comunicación de la época, en la que rogaba a los artistas que poseían la Medalla de Oro de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, para que la entregasen en un acto altruista que ayudara a la reconstrucción de la España de la posguerra.

Toda la prensa recogió esta solicitud y la generosidad de los artistas que finalmente la entregaron, insistiendo en la voluntariedad del acto, y a quienes se les ofreció recibir otras medallas fundidas en inferior metal, para recuerdo.  

El plazo inicial fue hasta el 31 de mayo, pensando poder entregarlas al Vicepresidente del Gobierno el día 2 de junio, pero esta audiencia no tuvo lugar hasta el día 17, cuando el Conde de Jordana recibió en Burgos a la Junta Directiva de la Asociación y aceptó para el Tesoro Nacional las primeras 15 Medallas recibidas.

Entre quienes desinteresadamente las aportaron, y cabe recordar que dichas Medallas eran ciertamente de oro, figuran Mariano Benlliure, Aniceto Marinas, José Garnelo y Alda, Fructuoso Orduna, Daniel Vázquez Díaz, José Gutierrez Solana, Julio Prieto Nespereira, José Bueno Gimeno, Jacinto Higueras Cátedra, Eugenio Hermoso, Eduardo Chicharro Chicharro, José Ortells…

En la Junta Directiva del 15 de marzo de 1940, bajo la presidencia de Fructuoso Orduna y siendo Secretario José Prados López, se decidió que la leyenda de las medallas de bronce que sustituían a las medallas de oro entregadas por los artistas fuera: «España, por tu oro, te devuelve este honor -1940», y de ellas se hicieron cincuenta ejemplares, aunque en una Junta anterior se habían aprobado 30, que fueron hechas por la Casa Teu, sobre el modelo realizado por José Ortells. Dichas medallas fueron entregadas por Juan de Contreras y López de Ayala, más conocido como el Marqués de Lozoya, que ocupaba el cargo de Director General de Bellas Artes, en su despacho oficial el 17 de junio de 1940.

Como veíamos anteriormente, hasta este momento, las recompensas del Salón de Otoño se limitaban a los nombramientos honoríficos de Socios de Honor y de Mérito.

En 1942, para el XVI Salón de Otoño, se establecen por primera vez premios económicos, que conviven con los honoríficos: el Ministerio de Educación Nacional aportó 10.000 pesetas, y 1.000 pesetas el Ayuntamiento de Madrid y la Diputación Provincial de Madrid otras 1.000.

Para el XIX Salón de Otoño de 1945 la Dirección General de Bellas Artes concedió 10.000 pesetas para premios-adquisición de obras con destino al Museo de Arte Moderno.

También hubo premios de 5.000 pts del Banco de España, de 2.500 del Duque de Alba y del Marqués de Aledo, así como los ofrecidos por el Ayuntamiento y la Diputación de Madrid.

En principio, los premios del Salón los votaban los mismos expositores, pero en Asamblea Extraordinaria del 14 de enero de 1946 se llegó al acuerdo de nombrar un jurado que quedó formado por Daniel Martínez Vázquez y José Prados López, en representación de la directiva y por los pintores Joaquín Valverde y Gregorio Toledo, y el escultor Juan Adsuara, designados por la Asamblea General. Finalmente Adsuara fue sustituído por José Ortells.

Los premios a otorgar fueron, además de los de la Dirección General de Bellas Artes, otros dos de 2.500 pesetas del Marqués de Aledo y del Duque de Alba, y se había establecido que los primeras medallas presentados al salón no obtasen a premios.

El hijo de Martínez Vázquez pidió ser considerado fuera de concurso al haber sido designado su padre como jurado, y Planes decidió no aceptar el cargo para el que, al parecer, fue votado, por la misma razón de que se presentaba su hijo.

Para el XXII Salón de Otoño de 1948, y por acuerdos de la Asamblea General, se establecían por primera vez medallas de primera, segunda y tercera clase, para pintura, escultura, grabado y dibujo y arte decorativo en general, distinguiéndose en pintura entre figura y paisaje. La acuarela estaba incluida en la pintura.

El número de medallas para pintura fue de dos, cuatro y seis respectivamente para primera, segunda y tercera clase y fueron concedidas por voto escrito y firmado de los expositores y, posteriormente, los premios en metálico asignados por el mismo procedimiento de voto entre los medallados, recayendo entre ellos mismos.

Las medallas así establecidas se dejaron de adjudicar a principios del siglo XXI, siendo retomadas en el año 2014 por el Presidente de la AEPE José Gabriel Astudillo López, si bien no de la misma forma.

Simultáneamente, continuaban los nombramientos de Socio de Honor y de Socio de Mérito entre 1942 y 1963, a artistas dentro del Salón de Otoño, pero sin tener acreditada su participación en ellos.

A partir de 1963 y para su concesión exclusiva en el Salón de Otoño y fuera de las bases, se creó la Medalla de Honor, formándose para ello expresamente un jurado especial. La última otorgada de esta manera lo fue en el Salón de 1978.

Coincidiendo con la celebración de la última Exposición Nacional de Bellas Artes, la Medalla de Oro que concedía la Asociación de Pintores y Escultores deja de tener sentido, por lo que es muy probable que se decidiera hacer de la Medalla creada por Fructuoso Orduna la pieza “estrella” de los Salones de Otoño, quedando ya para siempre unida a la centenaria entidad y a su más prestigioso galardón.




El Heraldo de Zamora 4 mayo 1939
Anverso de la Medalla de José Ortells para quienes entregaron su Medalla de Oro al Tesoro Nacional

Reverso de la Medalla de José Ortells

Lo que encierra la Medalla

Más allá de lo que formalmente representa, la Medalla de la AEPE constituye la seña de identidad de la centenaria institución. En ella se muestra claramente la capacidad del autor para el estudio anatómico y su excelencia como retratista, con simbología simplificada y líneas en las que las figuras sobresalen con una fuerza y energía acentuadas siempre por su excelente complexión física. Una obra que muestra rotundidad en la composición y un modelado de gran potencia y maestría.

Antes que la recompensa en metálico, que bien es verdad que a nadie le amarga un dulce, obtener la Medalla de la AEPE significaba lograr el reconocimiento del artista, pero no un reconocimiento cualquiera, sino la aprobación y afirmación de otros artistas, y entre iguales, esa hazaña alcanzaba aún más importancia y repercusión.

Que quienes se dedican a la pintura y la escultura, con conocimientos propios de la materia y experiencia personal acerca del mundo de las bellas artes, del difícil mundo del arte, de sus penas y alegrías, sinsabores y vanaglorias, sean quienes reconozcan que el trabajo realizado es digno de una medalla, va más allá de cualquier otro tipo de distinción, puesto que dice mucho a favor de quienes hacen de la creatividad y la calidad, el oficio de los artistas con todos los valores que ello encierra. Por todo ello, lograr la Medalla de la AEPE es un gran honor que quizás pocos artistas puedan aún comprender, pero por el que merece la pena intentar conseguirla.

Sujetamedallas de la AEPE, obra de José Gabriel Astudillo López, Presidente de la AEPE
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