Goya… «el decapitado»

Goya… «el decapitado»

El cráneo de Goya pintado por Fierros en 1849

 

Desde que se descubrió que el cadáver estaba decapitado, se hicieron múltiples pesquisas para intentar encontrar la cabeza. Se barajaron varias hipótesis basadas en documentos, testimonios e investigaciones.

Versiones distintas, desde que Goya podía haber pedido a sus albaceas que, a su muerte, le separaran la cabeza del cuerpo y la enterraran en Madrid, hasta que él mismo dejara dicho que se donara a la ciencia para su estudio, o que, sin dejarlo por escrito, le fuera separada del tronco nada más fallecer, para que los científicos estudiaran su privilegiado cerebro, incluso que el pintor dejara dicho a su amigo, el doctor Laffargue, que se la cortara y llevara a su laboratorio, en el asilo de San Juan, de Burdeos, para realizar un estudio frenológico, que pudo haberse llevado en secreto y, posteriormente, depositar el cráneo en unos de los hospitales de la Facultad de Medicina de París.

Autorretrato-Fierros,1878

 

En las investigaciones que se llevaron a cabo sobre el paradero de la cabeza del pintor, y que no llegaron a buen puerto, se encontró, en Fuendetodos, su lugar de nacimiento, un cuadro obra de Dionisio Fierros, en cuya reverso se podía leer: “El cráneo de Goya pintado por Fierros en 1849”. En esa fecha, aún no había sido exhumado su cuerpo en el cementerio de Burdeos. El cuadro desapareció y fue encontrado en 1928, en poder de un anticuario, Hilarión Gimeno. En el transcurso de la investigación, un nieto del autor del cuadro, dijo que había visto en el estudio de su abuelo, “una calavera que podría ser la de Goya”,  testimonio ratificado por la viuda de Fierros, quien añadió, que un hijo suyo, siendo estudiante de Medicina, se llevó el cráneo a Salamanca, donde, según la versión de un sobrino de éste, quiso hacer un experimento sobre la fuerza expansiva de los gases, y el presunto cráneo saltó por los aires, hecho añicos. No sabiendo qué hacer con los huesos, se los dio a un mastín, que los devoró sin tardanza.

Cuando su cuerpo fue inhumado en la ermita de San Antonio de la Florida, se introdujo en la sepultura un pergamino, al parecer firmado por Alfonso XIII, con el  siguiente texto: «Falta en el esqueleto la calavera, porque al morir el gran pintor, su cabeza, según es fama, fue confiada a un médico para su estudio científico, sin que después se restituyera a la sepultura, ni, por tanto, se encontrara al verificarse la exhumación en aquella ciudad francesa«.

 

Firma autógrafiada del Marqués de San Adrián, firma autógrafa de Fierros y la Inscripción Cráneo de Goya pintado por Fierros

 

Saber dónde se encuentra la cabeza de Goya, incluso si fue destruida, o no, sigue siendo un misterio y un reto para quienes tienen la esperanza de que no todo está perdido.

Lo único cierto es que Goya, el gran don Francisco, que casi perdió la cabeza durante su vida en riñas callejeras o escalando tapias en la ciudad de las colinas, supo resistirse hasta su muerte. Y entonces la perdió del todo. Como al fin tenía que ser.

Especial «Francisco de Goya»

Portada del número especial dedicado a Francisco de Goya de la Gaceta de Bellas Artes correspondiente al mes de mayo de 2021

 

La Gaceta de Bellas Artes del 15 de abril de 1928, correspondiente al número 334, exhibía en su portada una reproducción de la obra “Isabel Cobos de Porcel”, de Goya.

La portadilla era un dibujo titulado “Alegoría”, obra de Pedraza Ostos, cuya interpretación hemos tomado para hacer en este número de Mayo de 2021, el merecido homenaje al artista aragonés, con motivo de la celebración del 275 aniversario de su nacimiento.

 

En este número de 1928, se abordó la vida y biografía de Goya, también se incluyeron opiniones de artistas y críticos sobre el pintor.

En 1947, el número 462 de la Gaceta de Bellas Artes que publica la Asociación Española de Pintores y Escultores, estuvo dedicado al II Centenario del nacimiento de Goya.

Con ese motivo, los grandes críticos y artistas de la época, firmaban sus artículos especializados en las múltiples facetas del genial artista aragonés.

José Francés, Manuel Machado, Bernardino de Pantorba, Esteve Botey, José Subirá, Pérez Obís, Ángel Dotor… un número repleto de interpretaciones de un artista del que se ha dicho ya casi todo.

A lo largo de la historia de la Gaceta de Bellas Artes, son innumerables las referencias que se hacen al artista, imposibles de enumerar aunque solo  sea de pasada, lo que demuestra que Goya ha estado, está y seguirá siendo punto de referencia obligado en la historia del arte de España, del mundo.

Con este ánimo, abordamos un especial de Francisco de Goya, en el que reseñamos las facetas más anecdóticas de Francisco de Goya, en un intento por descubrir aspectos menos conocidos del genial aragonés .

Nuestro tributo y admiración por quien, como decimos en el llamamiento realizado a todas las artes, lo fue todo, lo pintó todo.

 

Victoria Malinowska

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Victoria Malinowska

 

MALINOWSKA, Vitoria        P     1925            RUSIA          MADRID

 


La artista Victoria de Malinowska fotografiada en 1918

 

Victoria de Malinowska (Polonia, activa entre 1918-1952), es una artista injustamente olvidada a pesar de haber logrado realizar exposiciones individuales en distintos y prestigiosos locales de Madrid.

Y con este currículum poco frecuente en una artista, apenas han trascendido datos de su vida.

Por la prensa sabemos que era ruso-polaca y aunque en algunos escritos se comenta que fue autodidacta, algún que otro medio también menciona que estudió en la Escuela de Bellas Artes de París.

La prensa del momento se refiere a ella en ocasiones como “artista polaca” y otras como “artista rusa”, y dependiendo del artículo, nació en Rusia, hija de un general del ejército ruso.

Sobre sus años de juventud, se cuenta que recorrió Crimea y la estepa de Siberia, visitó los museos de Varsovia, San Petersburgo, Berlín y acabó instalándose en París.

Por entonces realizó algún viaje a España como visitante, pero al llegar la primera gran guerra, tuvo que emigrar a la península  por necesidad, junto a su madre y su hermana, también pintora.

A España debió llegar en torno a 1915, huyendo de la Guerra Mundial como otros pintores y escritores  polacos que vivían en Francia y que fueron considerados personas “non gratas” debido a que casi todos procedían de la Galitzia polaca, es decir, poseían pasaporte austríaco, como fue el caso de la artista.

La amistad entre Malinowska y Valentín de Zubiaurre se remonta al menos a 1917, año del que data el retrato que nuestro socio realizó a la pintora en Paris y que fue reproducido en el n.º 5 de la revista Hermes.

 

 

Victoria de Malinowska,  por Valentín de Zubiaurre

 

Al principio de su estancia en España, vivió con escasos medios económicos hasta que logró una cierta holgura que le permitió incluso  enviar dinero a su familia, gracias a la venta de retratos en los círculos de la alta sociedad madrileña con la que pronto congenió.

Fue esa dependencia económica la que condicionó su obra, y su “triunfo” entre los círculos sociales vino marcado por los retratos, bodegones y paisajes, que resolvía en gamas claras y a veces atrevidas, y tenían un resabio de la moda pictórica del momento, de Gauguin, del fauvismo, del postimpresionismo francés que había vivido, y que poco a poco iría perdiendo, aclimatándose a los realismos de nuevo cuño y a los gustos de sus clientes y de la oficialidad.

En 1912 Ignacio Zuloaga la retrató en París, en el famoso cuadro llamado “Retrato de Madame Malinowska (La Rusa)”, que sería adquirido por el Museo de Arte Moderno en 1929.

«Autorretrato»

 

Amiga de la pintora paisajista y retratista Nicasia de Madariaga, a la que visitaba con frecuencia en la Casa de campo conocida como “La Casa de los Artistas”, que la pintora tenía en Mañaria (Vizcaya), frecuentada también por otros artistas y escritores como los hermanos Pío y Ricardo Baroja.

Realizó algunas muestras en el Salón de Artistas Vascos de Bilbao y San Sebastián, lugar donde residió entre 1918-1919, pintando algunos retratos de mujeres vascas faenando, en la misma línea regionalista que Valentín y Ramón de Zubiaurre  e Ignacio Zuloaga, amigos de la pintora y socios de la Asociación de Pintores y Escultores.

Para Malinowska, mujer sola y sin parentesco español, debió ser fundamental en sus inicios el contacto con Zuloaga y los hermanos Zubiaurre.

«Retrato de Madame Malinowska (La Rusa)» por Ignacio Zuloaga

 

La autora participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1917, mientras estudiaba en profundidad a los clásicos en el Museo del Prado, como algún medio de la época destacó.

En abril de 1917 ofrecía en su estudio una fiesta artística amenizada por el guitarrista Andrés Segovia y la mujer de Zubiaurre,  a la que acudieron ilustres personalidades.

Victoria de Malinowska es uno de los 175 nombres de artistas creadoras activas en España que merecieron la reseña y los titulares del crítico de arte y Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, José Francés, que centraba su atención en las artistas situadas en la línea de la renovación francesa impresionista y un postimpresionismo amplio que llegaba hasta el fauvismo.

En 1918, Malinowska realizó una exposición en el Círculo de Bellas Artes, donde presentó  el “Retrato de Pilar Zubiaurre”, hermana del pintor y amigo. La muestra incluía otros retratos y estudios de paisaje, de España, de Bretaña, Biarritz y los Pirineos franceses.

«Retrato de la condesa de Sobauska, ministra de Polonia» 1925

 

Ya entonces la prensa destacó que la “joven pintora posee un buen temperamento artístico, por lo cual es de desear que, prescindiendo de todo objetivo ajeno al verdadero modo de sentir, se entregue de lleno a la propia inspiración, sin pensar más que en traducir lo que vea y la emocione”.

El crítico Juan de la Encina reseñó de aquella exposición que eran obras de “orientación moderna, vivaces de color, muchas de ellas impregnadas de agradable ingenuidad”.

Silvio Lago escribía que Malinowka “nos muestra nuevos aspectos de su bella pintura. Es un espíritu apasionado del color, éste de la joven artista. Alterna la pintura de retratos con el paisaje. Nosotros preferimos este último aspecto suyo, donde se manifiesta con plena libertad”.

En la exposición de Victoria Malinowska. ABC del 12 de junio de 1918

 

En otro medio, José Francés refiriéndose a esta exposición, le achacó un “abuso de lo naif que hacía que sus obras parecieran de principiantes”, si bien le “agradaron su ingenuidad y sencillez juvenil”, tras las cuales encontraba “grandes dotes en el dibujo y la composición y un armonioso y apasionado colorido, sobre todo en sus paisajes”, género donde la artista se mostraba “más libre y personal”.

En 1918 expuso también en el Salón de «El Pueblo Vasco» de San Sebastián  un conjunto de paisajes y retratos, destacando el de Pilar Zubiaurre.

«Dama con frutas«

 

Ese mismo año, pedía ayuda por carta a Joaquín Sorolla, quien fuera Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores,  para buscar un local donde exponer obras fáciles de vender en San Sebastián, por encontrarse necesitada de dinero para subsistir.

La exposición de Victoria Malinowska en el Círculo de Bellas Artes, 1918

 

En 1919 expuso en el Salón Iturrioz de la calle Fuencarral, hecho que la prensa destacó como un paso intermedio para “llegar a los grandes salones como el Teatro Real o el Círculo de Bellas Artes… ofreciendo a la artista polaca nuestro incondicional elogio por este nuevo y callado triunfo, confiados en que no tarde mucho el ruidoso éxito que tanto persiguen los maestros como ella”.

En 1920 Victoria Malinowska viaja a Vigo, donde entabla relaciones sociales con las clases altas de la ciudad, y trabaja intensamente.

El 6 diciembre de 1920, «recibía en su estudio, de Arenal 68, a sus amistades, a las cuales ofrecerá una taza de té ruso. Con tal motivo los invitados podrán admirar los últimos cuadros que ha pintado».

El 25 de febrero de 1921, inaugurará una exposición en la Sociedad «La Tertulia» de Vigo. «Figuran en ella nuevos trabajos, entre ellos algunas personas conocidas de la localidad».

En mayo se anuncia que impartirá un curso de verano en su Academia de Pintura y Dibujo para alumnas. Desde su llegada a la ciudad gallega, ya había dado clases a jóvenes alumnos, entre ellos «verdaderas precocidades artísticas que están aprovechando sus lecciones prácticas de pintura y dibujo al natural».

La última presencia pública conocida de la pintora en Vigo data del 2 de agosto de 1921, cuando expone en la iglesia de la Divina Pastora de los Capuchinos un cuadro al óleo de asunto religioso.

En 1920 inauguró una exposición de sus obras en los Patios del Ministerio de Estado, que fue registrada por la prensa del momento como “una interesante exposición de cuadros… de la artista que residen desde hace algunos años entre nosotros, trabajando de continuo y estudiando en nuestro Museo. En las dos exposiciones ya celebradas ha demostrado su talento y su arte. En la exposición anunciada presentará notables retratos de señoritas aristocráticas, entre ellos el de una señorita de Dato”…

Por otras reseñas, sabemos que la muestra incluía pasteles y retratos y cuadros de tipos españoles y paisajes de España y los Bajos Pirineos, de la “artista de mérito”.

Otras crónicas destacaban que la exposición estaba siendo muy visitada por “numerosas personas de la sociedad y aficionados al arte… suman hasta 140 entre retratos, paisajes… la artista posee el don de la simpatía que se manifiesta en todos sus cuadros. Es una extranjera interesantísima por la desgracia que la persigue desde que estalló la guerra. Su talento y juventud le han permitido pelear contra todos los infortunios. Esta exposición demuestra que es una artista de verdadero mérito… desde la exposición pasada ha progresado Victoria de una manera tan notable que en casi todas sus obras se percibe el adelanto realizado en el dibujo y en el manejo del color. Sus estudios en el Museo del Prado han sido verdaderamente eficaces…

«La buenaventuraLa Esfera, 31 julio 1920

 

En otro medio se lee que …”desde hace cuatro o cinco años el nombre de esta joven pintora viene sonando en la vida artística española. Expone sucesivamente en Madrid, Bilbao, Barcelona, San Sebastián y Madrid otra vez. Su arte apasionado y sutil va depurándose cada vez más y adquiriendo una consistencia y fijando un norte que antes no se precisaban bastante. La exposición del Ministerio ha sido la que mejor la define… resaltaba su optimismo cromático, el amor a las gamas claras, el feliz instinto decorativista. Y el buen gusto… Así sus cuadros causan alegre sensación de brillantez y diafanidad, brotada tanto de los temas pictóricos como de esa aguda sensibilidad, con que la señorita Malinowska comprende e interpreta el color. Y a veces, cuando es preciso, da también el resultado de una pintura enérgica firmemente constructivista, como en los retratos del músico Bretón, por ejemplo. Retratos femeninos e infantiles tenía muchos deliciosos, y sus notas de flores, sus paisajes del Norte y de la sierra madrileña causaban en el espectador ese deleite intelectual y sensitivo que es una de las características de la pintura moderna”.

Refiriéndose a esta muestra en los patios del Ministerio de Estado, de más de 200 obras entre retratos, paisajes y bodegones, José Francés encontró en la autora “resabios del impresionismo francés”, como ella misma había reconocido en una entrevista concedida a la revista Voluntad, donde decía ser “heredera de Renoir, Monet y Sisley, y sentirse “muy moderna, sin llegar… al ultramodernismo”.

En 1920 expuso además en el salón de fiestas de “El Faro de Vigo” una numerosísima obra “que mereció los elogios de los inteligentes… trátase de una artista de un excepcional temperamento para la cual el colorido no tiene secretos… en todos ellos campea la naturalidad… el gran Zuloaga auguró a la pintora polaca que hoy es huésped de Vigo, un brillante porvenir en el arte de Rembrandt. Y en verdad que la señorita Malinowska camina hacia el triunfo definitivo con paso seguro.”

Ya en 1922 realizó otra exposición en el Hotel Ritz de Madrid, y gracias a las reseñas de la misma, sabemos que “la artista vino a España con su familia, como viajera pudiente antes de la guerra y a consecuencia de esta, se vio poco menos que en la miseria, de la que se ha salvado hasta ahora a fuerza de talento, de trabajo incesante y de heróico valor… la notable artista ha hecho en sus últimos trabajos grandes adelantes, perfeccionando su delicado arte”…

Por entonces su madre y su hermana residen ya en Italia.

Participó en el Salón de Otoño de 1923 y en el de 1924 y presentó obra a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1924.

«Pequeñas pescadoras de Ondarroa «1912

 

En 1925 expuso en el Museo de Arte Moderno de Madrid. Una puesta de largo de Malinowska que fue un triunfo logrado tras el éxito de sus otras individuales, y fruto también de sus contactos sociales, a algunos de los cuales invitó la noche anterior a su nuevo estudio de la calle Villalar 9, donde acudieron los condes de Peretti de la Roca, el Ministro de Polonia y su esposa, la condesa Plater, la marquesa de Villanueva, la señora del ministro de Cuba, el marqués de Montesa, los artistas Jelewski, Moreno carbonero, Valentín de Zubiaurre…

El montante de obras que colgó en el Museo superaba las 70, entre paisajes al óleo, retratos y cuadros de flores, según lo narrado en La Época.

Este mismo medio citaba entre los asistentes al acto de inauguración, al pintor Hidalgo de Caviedes y al crítico Ángel Vegué.

La prensa le atribuyó cierto éxito de público y crítica, aunque las impresiones no fueron unísonas. A críticos como Rafael Doménech, también miembro de la Asociación de Pintores y Escritores, que en 1918 ya le había recriminado el “abuso de un intencionado carácter infantil”, la apuesta de 1925 tampoco terminó de convencerle, reprochándole en esta ocasión que mostrara “obras de estilos tan dispares que casi parecían realizadas por artistas diferentes”. Entre las obras más modernas, el crítico de ABC señaló su “Autorretrato”. En cambio, los más adeptos a la pintora, destacaron su “agilísima mano”, con rasgos y trazos rápidos y colores suaves que compensaban su “deliberado desdibujamiento”.

Permaneció en nuestro país al menos durante una década, pero más allá de 1926, poco más sabemos de esta artista.

Además de su muestra en el Museo, participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926 con los óleos “Una polonesa” e “Interior”.

Su rastro se pierde a partir de estas fechas.

«Vista de Ondarroa«

 

Pudo volver a San Sebastián, o instalarse en Bayona, porque en 1952 participó en la III Exposición de Artistas Franceses de L’Union Bayonnaise des Arts, celebrada en San Sebastián.

El Museo Reina Sofía posee una de sus obras, titulada  “Florero” (1918), procedente de la ordenación de fondos del  Museo Español de Arte Contemporáneo, MEAC.

«Retrato de señorita«

 

Victoria Malinowska y la AEPE

En el IV Salón de Otoño de 1923, apareció inscrita como Dª. Victoria Malinowska, natural de Rusia; reside en Madrid, Caños, 5, y presentó las obras:

194.- Rincón del salón de la Embajada de Inglaterra en Madrid, óleo, 0,79 x 0,63

195.- Rincón del Parque del Retiro en Madrid, óleo, 0,68 x 0,79

196.- Rincón del jardín del escultor Mariano Benlliure, óleo, 0,79 x 0,63

394.- Retrato de la señorita Isabel Dato, pastel, 0,70 x 0,55

395.- Retrato del Maestro Bretón, pastel, 0,61 x 0,50

396.- Apunte de una cabeza

En el V Salón de Otoño de 1924 está inscrita como Malinowska, natural de Rusia, vive en Madrid, Caños, 5. Concurrió con las obras:

207.- Retrato de la señorita Cristina Camarasa, 0,82 x 0,62

208.- Retrato de la señora S, 0,71 x 0,60

209.- Retrato de doña L. 0,70 x 0,56

210.- Parque del Oeste, 0,87 x 0,65

211.- Jardín de don Mariano Benlliure 0,77 x 0,62

 

Villanueva de Gállego, Francisco Pradilla y yo

Por Wifredo Rincón García

Instituto de Historia, CSIC,

 Madrid

 

El expresidente de la AEPE es el mayor especialista en la figura de Francisco Pradilla

 

Inspirándome en Juan Ramón Jiménez y en su poética obra de todos conocida, titulo así este texto que redacto a petición de mis queridos amigos María Dolores Barreda Pérez y José Gabriel Astudillo López ―Secretaria y Presidente, respectivamente, de la Asociación Española de Pintores y Escultores―, para la Gaceta de Bellas Artes con motivo de mi nombramiento como “Hijo Adoptivo” de Villanueva de Gállego, localidad zaragozana en la que nació el 24 de julio de 1848 el célebre pintor Francisco Pradilla Ortiz. En el mismo pleno municipal celebrado el 11 de marzo de este año 2021 y, con motivo de la celebración del centenario de su muerte en Madrid, el 1 de noviembre de 1921, el artista fue nombrado “Hijo Predilecto”. Los dos nombramientos fueron hechos por al Ayuntamiento de Villanueva de Gállego a propuesta de Frinnette Reynoso García, Concejal de Cultura.

El motivo de esta distinción fue ―y copio de la comunicación que se me hizo llegar con el acuerdo municipal― por mi «dilatada carrera académica y de investigación en la historia del arte, en especial por ser uno de los mayores especialistas en Francisco Pradilla y su colaboración con las iniciativas municipales relacionadas con el ilustre pintor».

Siempre me habían impresionado los dos famosos cuadros de Pradilla, Doña Juana la Loca y La Rendición de Granada, numerosas veces reproducidos y, poco a poco, fui tomando conciencia de la importancia del pintor en la historia del arte, conociendo en primer lugar sus obras existentes en el Museo y en el Ayuntamiento de Zaragoza.

Concluida ya mi carrera de Geografía e Historia en la Universidad de Zaragoza y orientado hacia el estudio de la historia del arte, a finales de 1979 ―o tal vez en los primeros meses de 1980―, cuando colaboraba con el equipo de investigación del recién inaugurado Museo e Instituto de Humanidades “Camón Aznar” de Zaragoza, tuve la fortuna de que se presentase en el citado centro un coleccionista levantino que traía la fotografía de un dibujo y la fotocopia de una carta de Pradilla, documentos que me regaló, al saber que estaba interesado en investigar la obra del citado pintor.

En aquellos momentos ―defendida la tesina de licenciatura y concluidos los cursos de doctorado― me enfrentaba a la elección del tema sobre el que iba a versar mí tesis doctoral en historia del arte. El que iba a ser, y finalmente fue, mí director, el Dr. José Luis Morales y Marín, en aquellos momentos Secretario del citado Museo “Camón Aznar”, me propuso que la hiciera sobre la vida y la obra de Francisco Pradilla, autor del que se exponían algunas de ellas en el museo. Después de sopesar los “pros” y los “contras” de esa opción me decidí por elegir un tema vinculado más directamente al arte zaragozano: La escultura del siglo XIX en Zaragoza (1808-1908). La investigación sobre Pradilla excedía mis posibilidades por la amplitud de su obra plástica y lo disperso de la documentación sobre el artista que residió una gran parte de su vida en Madrid y en Roma.

Guardadas la fotografía y la fotocopia de la carta en una carpeta de mi archivo, allí permanecieron hasta 1985 cuando ya residía en Madrid y era becario postdoctoral en el Departamento de Historia del Arte del Centro de Estudios Históricos del CSIC. Convocada en el mes de abril una plaza de “Colaborador científico” ―nombre que en aquellos momentos recibía el puesto de funcionario actualmente denominado “Científico titular”― en el mismo departamento del que era becario, tuvo lugar la oposición durante los días 10 y 11 de octubre, plaza que afortunadamente gané. El segundo ejercicio consistía en presentar un proyecto de investigación a desarrollar por el candidato que ganase la plaza. Y, claro, yo elegí a Francisco Pradilla, su vida y su obra, ¡al que ya tenía ganas! Por cierto que durante el desarrollo de la oposición el presidente del tribunal el Dr. Antonio Bonet Correa me puso en la pista del cuadro El suspiro del moro, que poco después localicé.

El primer resultado científico de mi investigación sobre el pintor aragonés fue el artículo titulado “Francisco Pradilla y la pintura de historia” que apareció en la revista Archivo Español de Arte (número 235, 1986, pp. 291-303), publicada por el que ya era mi Departamento de Historia del Arte del CSIC, al que sigo vinculado desde que tomé posesión de mi plaza el 1 de febrero de 1986.

Esta “deuda” contraída con Pradilla me indujo a profundizar en el estudio de su vida y obra dando lugar, un año más tarde a la monografía Francisco Pradilla, publicada por la Editorial Antiqvaria de Madrid, que fue presentada en el salón de actos del Centro Cultural Conde Duque de Madrid el 5 de marzo de 1987, convirtiéndose en el primer estudio sobre su obra que veía la luz. Debo dejar constancia en este momento de la deuda que tengo con otros autores aragoneses que se ocuparon anteriormente del autor y, entre ellos, destaco a los aragoneses Anselmo Gascón de Gotor, Enrique Pardo Canalís, Julián Gállego Serrano y José Camón Aznar, autor este último de numerosos textos, siempre brillantes, en los que puso de manifiesto la importancia de este artífice, no solo como “pintor de historia” sino también como paisajista, pintor de retratos y de obras de temática costumbrista. La maquetación del libro fue llevada a cabo por el diseñador Emilio Aguilar Lastras, a quien no quiero dejar de recordar en estos momentos.

El 12 de marzo del mismo año 1987 ―al día siguiente de la presentación del libro en la sala de música del Palacio de Sástago, de la Diputación Provincial de Zaragoza―, tuvo lugar su presentación en el salón de actos del Ayuntamiento de Villanueva de Gállego, siendo esta mi primera aproximación a esta localidad.

La publicación de esta primera monografía tuvo como efecto el contacto de la entonces directora del Museo Municipal de Madrid, Dra. Mercedes Agulló y Cobo, proponiéndome el comisariado de una exposición sobre Pradilla para el mes de octubre de ese año. Aceptado el encargo, me puse a seleccionar las posibles obras que pudieran figurar en la muestra que debió retrasarse por la decisión del Ayuntamiento de Zaragoza de organizar otra exposición sobre Pradilla en La Lonja con motivo de las fiestas en Honor de Nuestra Señora del Pilar. Coincidió esta muestra, comisariada por Ana García Loranca y J. Ramón García Rama, con la publicación de una segunda monografía sobre Pradilla, debida a estos mismos investigadores, a cargo de la entonces llamada Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja

La exposición comisariada por mí en el Museo Municipal de Madrid se inauguró a mediados de noviembre de 1987 y fue clausurada avanzado el mes de enero de 1988, exponiéndose dos centenares y medio de obras del artista, con notable éxito. La revista Correo del Arte, en la convocatoria de la IV edición de sus premios, me concedió el Premio a la “Mejor exposición de 1988”.

La preparación de esta muestra me permitió conocer, además de las obras conservadas en museos y centros oficiales, otras muchas que estaban en propiedad de nietos y biznietos del artista y de numerosos coleccionistas privados, personas todas ellas con las que he mantenido una estrecha relación a lo largo de estas cuatro últimas décadas.

Seguí profundizando en la biografía y en la obra de Pradilla, para lo que también aproveché distintos viajes fuera de España, particularmente a Londres, Roma y Nueva York, añadiendo nuevas obras a las ya conocidas. Entre ellas debemos destacar, a mediados de 1992, el “hallazgo” de los dos monumentales retratos de los Marqueses de Linares, que fueron expuestos en el Museo Romántico de Madrid (1992) y en el edificio del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza (1993). En la actualidad se encuentran en el palacio de Linares de Madrid, sede de la Casa de América, en la sala para la que fueron pintados en 1888, edificio en el que también se conservan otras obras del artista.

En 1998, coincidiendo con la celebración del 150 aniversario del nacimiento de Pradilla, participé en los actos celebrados en su Villanueva de Gállego natal y también, por iniciativa de Ricardo Centellas Salamero, comisarié entre junio y septiembre de ese año una exposición de dibujos de Pradilla en la sala de exposiciones del Consorcio Cultural Goya-Fuendetodos, en el pueblo natal de Francisco de Goya y Lucientes, uniéndose así a los dos “Franciscos”, considerados como las “mayores glorias” del arte aragonés.

Un año después, en 1999 publiqué mi segunda monografía sobre Francisco Pradilla; en esta ocasión a cargo de Aneto Publicaciones de Zaragoza y por ello quiero manifestar mi afecto y reconocimiento, tanto a Javier Arbués Villa como a María Luisa Torralba Biescas, responsables de la editorial, así como a la empresa Grafur, dirigida por José Manuel Furones Sendín, tristemente desaparecido, que llevó a cabo la magnífica edición del volumen, de gran formato y peso (cuatro kilogramos) en el que, además de su vida y de una aproximación a su actividad plástica, se catalogaron 1100 de sus obras.

Nuevas publicaciones tuvieron lugar a lo largo de los siguientes años al igual que me ocupé de otras exposiciones sobre su obra, destacando aquí la celebrada en mayo de 2001 en la galería madrileña Lvis Burgos, Arte del siglo XX, donde fue presentada una colección inédita de obras de Pradilla ―nueve óleos y una acuarela― que había pertenecido al coleccionista bilbaíno Ramón de Aburto y que entonces salió a la luz. En ese mismo año tuvo lugar otra exposición antológica en la Sala de exposiciones del Ayuntamiento de Logroño, patrocinada por Cajalón Rioja.

En Villanueva de Gállego su sala de exposiciones “Francisco Pradilla” albergó durante el mes de abril de 2003 la muestra titulada Pradilla en las colecciones privadas, comisariada por mí, y organizada por el Área de Cultura de su Ayuntamiento, en la que figuraron cuarenta y cinco obras de Pradilla, algunas de ellas propiedad del mismo Ayuntamiento que, desde hace años, viene adquiriendo obras del que desde el mencionado día 11 de marzo de 2021 es su “Hijo Predilecto”. Interesante proyecto para el que conté con la colaboración de las concejalas María Luisa Orobia Ortiz e Irene Vicente Guillén y la coordinación de J. Antonio Monzón.

Una última exposición vamos a destacar, la celebrada en los meses de marzo y abril de 2006 en sede de la Caja Rural de Aragón en Zaragoza. Debo recordar y agradecer el encargo de esta muestra a Carmen Bartolomé Estaún, entonces Secretaria General de la institución bancaria. También a Eduardo Capapé García que intervino en la coordinación y en el montaje de la misma y en la edición de su precioso catálogo.

 Siempre atento a la aparición de nuevas obras de Francisco Pradilla, llegamos ya a este año 2021 en el que, con motivo de la celebración del primer centenario de su muerte, el Ayuntamiento de Zaragoza me encargó comisariar una exposición, de carácter antológico, que tendrá lugar a partir de principios de octubre en el magnífico espacio expositivo que constituye el edificio de La Lonja de Zaragoza, ejemplar de la arquitectura aragonesa de mediados del siglo XVI y magnífico cofre para guardar los dos centenares de obras del pintor aragonés que integrarán la muestra.

También Villanueva de Gállego celebrará esta efeméride de Pradilla programándose lo que se ha dado en llamar el “Año Pradilla”, que se extenderá entre mayo de 2021 y mayo de 2022, con una serie de actividades entre las que destacamos el concurso de pintura “Premio Pradilla” que, con carácter anual, se viene celebrando desde 1988; el “Espacio Pradilla” donde se expondrán las obras del artista que figuran en la colección municipal, y otras muchas actividades que serán presentadas en una rueda de prensa que se celebrará en los primeros días del mes de mayo. Como desde hace ya tantos años, también me encuentro vinculado a estas celebraciones aunque esta ocasión tiene un matiz distinto pues, junto a lo puramente profesional como historiador del arte preocupado por la obra de Pradilla, se junta el cariñoso regalo de mi nombramiento por parte de Villanueva de Gállego como “Hijo Adoptivo” de la localidad, uniéndome así más al maestro Pradilla, al que admiro profundamente.

Mirando hacia delante

José Gabriel Astudillo López

Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

Mirando hacia delante. Siempre hacia delante.

Más orgulloso que nunca del magnífico trabajo que estamos haciendo, la Asociación Española de Pintores y Escultores continúa un camino imparable, ascendente más si cabe, que nos mantiene en lo más alto, como referente imprescindible en el mundo del arte en España. Pese a la pandemia. Pese a todo.

Con mucho esfuerzo, con alegría, hemos conseguido sacar adelante un proyecto soñado por mi y por la Junta Directiva, desde hace años: conseguir espacios expositivos para los socios. Un proyecto del que tenéis noticias en este número extraordinario que nos regala su directora, la Secretaria General de la Asociación Española de Pintores y Escultores, «Secretaria Perpetua», Mª Dolores Barreda Pérez, auténtica alma máter de nuestra institución, que ha querido hacer de nuestro particular homenaje a Francisco de Goya, una ocasión especial en la que ha trabajado  duro y que es la clave de su éxito.

Seguimos avanzando en un calendario repleto, como ya os adelanté en el mes de marzo, que empieza a dar sus frutos en espléndidas exposiciones cuya calidad y fuerza podéis también seguir por los extensos reportajes que en nuestra página web se muestran, y cuya reseña también se incluye en estas páginas.

Para este mes de mayo tenemos unas convocatorias muy especiales a las que me gustaría que prestarais especial atención, como son el Certamen ALFONSO, SABIO DE CORAZON, con jugosos premios que suponen un aliciente añadido a vuestra participación,  y conoceremos por fin la imagen visual que servirá de marco al cartel anunciador del 88 SALON DE OTOÑO, el más antiguo y prestigioso delos que se celebran en España.

Pero no podemos olvidar el Certamen de San Isidro, que llega a su edición número 58, el Salón de Primavera de Valdepeñas, EScultura en Sanchinarro, que ya se perfila como una de las mejores muestras expositivas de arte contemporáneo que se podrán ver en España durante el año 2021 y, por supuesto, la cita con el 56 PREMIO REINA SOFIA DE PINTURA Y ESCULTURA, que promete ser el acontecimiento artístico del año junto al Salón de Otoño.

También vais a encontrar todo tipo de información sobre la AEPE, como la Medalla de Honor que acabamos de conceder al IES «José María Infantes» de Utrera, que en cuanto conozcáis, os va a enamorar como lo ha hecho ya con quienes hemos estudiado su proyecto y visto sus resultados.

Un mes más… seguimos hacia delante.

«Las Majas» eran… Pepitas

«Las Majas» eran… Pepitas

La Maja desnuda

 

Pese a las dudas, los expertos coinciden en que esta chica andaluza, simpática, morena y con 16 años, retratada como “La maja desnuda” y “La maja vestida” es Pepita Tudó, una mujer conocida en el mundo entero gracias al pincel de Goya.

Pinturas que pertenecieron a Godoy por encargo directo a Goya, para que decoraran una de las salas de su casa-palacio del Marqués de Grimaldi, junto al Palacio Real, una casa obra de Sabatini; “un gabinete secreto donde Godoy guardaba su pequeña colección de cuadros con pinturas como la “Venus” de Tiziano, la “Venus del espejo” de Velázquez, “La escuela de amor”, de Correggio… y por supuesto, las majas, dispuestas de forma que la vestida quedaba a la vista, mientras que con un ingenioso sistema de poleas, Godoy la levantaba y descubría la desnuda.

La tradición de las habitaciones reservadas la seguían los nobles a imitación de los reyes, y ya Antonio Pérez, el secretario de Felipe II, tenía unas salas de desnudos en su residencia cercana a Atocha, en la que había joyas como “Adán y Eva” de Tiziano o los “Amores de Júpiter” de Correggio.

El Almirante de Castilla tenía su casa del Prado de San Jerónimo organizada como un auténtico museo, en el que las habitaciones estaban dedicadas a pintores como Rubens, Ribera, etc., y a géneros como los bodegones o los paisajes. Dos de ellas tenían como tema el desnudo.

Algo parecido ocurría en el palacio de los condes de Altamira, en Morata de Tajuña, que se nutría de la magnífica colección que había formado el marqués de Leganés en época de Felipe IV.

Felipe IV se hizo con la más rica colección conocida, por herencia, encargos y compras. El rey, muy amante de la pintura, no dudó en decorar los salones más íntimos de su palacio, entre ellas el salón al que se retiraba inmediatamente después de comer para gozar… con una siestecilla; una sistecilla rodeado de cuadros mitológicos de Tiziano, en los que destacaban los desnudos, con obras de Rubens, Las tres gracias, El rapto de Paris o Diana y Calixto, Durero, Tiziano, Tintoretto, Veronés, Carraci, Reni, Rubens, Furini…

Pero el gabinete secreto más famoso de los que nos ha quedado noticia es el del  todopoderoso  Godoy,  muy  importante no tanto por su número cuanto por su calidad, pues contenía obras maestras de la talla de la Venus del espejo de Velázquez, las Majas de Goya o La Escuela del Amor de Correggio.

Godoy encargó a Goya estos cuadros que representaban a su amante oficial, Pepita Tudó, que aparece retratada como una mujer real, contemporánea de Goya, e incluso en su época se le llamó “La gitana”, si bien las primeras referencias al cuadro refieren una Venus.

Se ha especulado con que la retratada sea la Duquesa de Alba, pues a la muerte de ésta en 1802, todos sus cuadros pasaron a propiedad de Godoy, a quien pertenecieron las dos majas. Sin embargo, no hay pruebas definitivas ni de que este rostro pertenezca al de la  duquesa  de Alba  ni de que no hubiera podido llegar la Maja desnuda a Godoy por otros caminos, incluyendo el de un encargo directo a Goya.

La historia de la obra está llena de peripecias: en 1807 Fernando VII se la confiscó a Godoy, y en 1814, la Inquisición decidió secuestrarla por «obscena» e iniciarle un juicio a Goya del que logró la absolución merced al influjo del cardenal Luis María de Borbón y Vallabriga, pero la pintura quedó depositada fuera de la vista del público prácticamente hasta inicios del siglo XX.

Que tales pinturas hayan sido posesión inicialmente de Godoy parece desvelar el enigma de quién es la retratada.

Por la amistad, se especula que íntima, que Goya mantuvo con la decimotercera duquesa de Alba, María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, de la cual hizo varios retratos en los que el tratamiento pictórico revela gran cariño, y también por las similitudes entre la duquesa y la mujer representada en Las majas (La maja vestida y, en especial, La maja desnuda) se consideró que ella era la retratada.

Pero por las fechas y por el hecho de que las majas hayan estado en una colección prácticamente secreta de Godoy, se ha considerado mucho más probable que la modelo directamente retratada haya sido Pepita Tudó, la entonces amante y más tarde esposa de Godoy.

La Maja vestida

 

Según otros autores, el pintor aseguró que se trataba de una «gitanilla», amante de un monje «agonizante»,​ ajusticiado por dar muerte a la joven durante un ataque de celos, ​que se ofreció a posar para las obras y cuyo asombroso parecido con la amante de Godoy hizo aconsejable su emplazamiento en una «cámara reservada».​

En 1843, el escritor francés Louis Viardot, que había visto La maja vestida en la Real Academia de San Fernando, dice que en 1802 «creían que representaba a la duquesa de Alba». Será el también francés Charles Yriarte quien primero alerte sobre la total desemejanza entre ambas mujeres, teniendo en cuenta, además, que, cuando Goya pintó La maja desnuda hacia 1800, María Teresa tenía ya casi cuarenta años y estaba muy enferma; y que, cuando terminó La maja vestida hacia 1805, ya había muerto.

Sin embargo, la atractiva posibilidad de que la duquesa hubiese intervenido en la ejecución de las obras siguió seduciendo a muchos admiradores del artista y estudiosos del mundo del Arte hasta el extremo de que, el 17 de abril de 1945, el entonces Duque de Alba, Luis Martínez de Irujo, ordenó exhumar los restos de su famosa antepasada con la intención de demostrar que, efectivamente, ni su estructura anatómica ni su edad se correspondían en absoluto con las de La maja desnuda.

Así, tras el informe realizado por los tres doctores que llevaron a cabo la exhumación del cadáver y posterior autopsia, se llegó a la conclusión, entre otras, de que la aristócrata sufría una grave deformación de la columna vertebral (escoliosis) hacia el lado derecho, que le provocaba una notable elevación del hombro del mismo flanco, lo que, evidentemente, nada tenía que ver con la figura de la joven modelo.

También se había asegurado que, debajo del rostro que aparece en la actualidad, se encontraba una imagen de la duquesa, repintada años más tarde. Pero las radiografías realizadas en 1945 por el gabinete de documentación técnica del Museo del Prado demostraron una vez más que, pese a lo llamativo de la hipótesis, no había debajo figura alguna y, por consiguiente, la cabeza de La maja desnuda fue siempre la misma.

Como destaca Artur Lundkvist , tanto la «maja» desnuda como la vestida presentan dos particularidades morfológicas que las hacen, sin duda, claramente reconocibles: la excesiva separación entre los pechos (canal intermamario demasiado ancho y consiguiente deformación, sobre todo, del izquierdo) y la anormal desproporción entre el talle y la longitud de las piernas, más cortas de lo que correspondería conforme al primero: […] acaso la mujer fuera un poco deforme —la cadera torcida y los muslos demasiado cortos—, defectos que el artista ha reproducido implacablemente.

María Teresa, por el contrario, parece que era más «esbelta» que la mayoría. Tanto es así que, cuando en 1843 se procedió al traslado de sus restos a la Sacramental de San Isidro, se descubrió que al menos un pie había sido desmembrado del resto del cuerpo, muy probablemente porque este no cabía en el ataúd.

En todo caso, dadas ciertas similitudes físicas entre ambas damas es probable que Goya al retratar a Pepita Tudó evocara a La Cayetana, como era llamada popularmente la duquesa de Alba, y así la inmortalizara.

Pepita podría haber sido ya amante de Godoy en el momento en que los cuadros fueron encargados, pues se sabe con certeza que fue este el primer propietario de las obras y que en 1808, aparecen registradas entre sus bienes como “Gitanas”.

La maja desnuda será la fuente de inspiración de la pose de la famosa obra Olympia de Manet.

Olympia, de Manet

 

La última tumba de Goya

La Ermita de

San Antonio de la Florida de Madrid

 

Cúpula de la Ermita de San Antonio de la Florida de Madrid, pintada por Goya

 

La ermita de San Antonio de la Florida es la única superviviente de las dedicadas a San Antonio de Padua que hubo a las afueras de Madrid.

Desde el siglo xix se celebra en sus cercanías la verbena de San Antonio de la Florida  cada 13 de junio, considerada popularmente una de las primeras verbenas del año, que con el tiempo ha pasado de romería a verbena y en donde se realiza el ritual de los trece alfileres, así como la recogida de panes del santo.

Tras dos ermitas que fueron derribadas y levantadas por Carlos III  y Carlos IV, finalmente se construyeron las que hoy conocemos, que formaban parte del Palacio de la Florida.

Desde 1929 son dos ermitas similares: una que ofrece al público las decoraciones murales de Francisco de Goya, siendo además museo y panteón del pintor, y la otra que  está habilitada sólo para el culto religioso.

Goya fue designado para decorar la ermita, trabajo que le ocupó seis meses, de agosto a diciembre de 1798. La parte más espectacular de sus pinturas es la cúpula. Ahí está representado el milagro de San Antonio de Padua que, transportado por los ángeles a Lisboa, la gracia divina hace que un difunto conteste a las preguntas del juez para confirmar la inocencia del padre de San Antonio. Esta obra tiene 6 metros de diámetro. En ella se ven las figuras del difunto, los padres del santo y el propio San Antonio, apreciándose el paisaje y consiguiendo la ilusión de estar a cielo abierto. Aquí, el pueblo de Madrid (majas, chisperos, caballeros embozados) está presente apoyándose en la barandilla de la base de la cúpula, logrando un gran realismo. El ayudante de Goya en la realización de estos frescos fue su discípulo Asensio Juliá.

     

Exterior de la Ermita de San Antonio de la Florida de Madrid

 

En el interior de la ermita, a los pies del presbiterio, se encuentra el panteón del pintor, con la lápida del cementerio de Burdeos, ciudad francesa en la que falleció. Curiosamente, comparte la sepultura con su gran amigo, Martín Miguel de Goicoechea, ya que cuando fueron enterrados en ella el 29 de septiembre de 1919, después de ser desenterrados en Francia, se prefirió dejarlos tal como estaban en el cementerio francés para evitar un error en la identificación de los restos mortales. Pero los restos del pintor no descansan de forma completa en este panteón: el cuerpo de Goya no tiene cráneo ya que se cree que fue separado del resto del cuerpo para hacerle análisis frenológicos.

Tumba de Francisco de Goya, en el interior de la Ermita de San Antonio de la Florida de Madrid

 

 

 

 

 

Pinceles y cinceles. Juntos, por amor al arte

La Junta Municipal de Hortaleza ha vuelto a contactar con la Asociación Española de Pintores y Escultores.

El éxito que supusieron las exposiciones que la entidad desarrolló el pasado año 2020, en EL SILO DE HORTALEZA, pese a la pandemia, bajo el título de PURO ARTE y GALDÓS: HOMENAJE AL ARTISTA, fueron nuestra tarjeta de presentación.

Una tarjeta excelente en la que tanto el Concejal como la empresa de gestión cultural que tiene asignada el Silo de Hortaleza, pudieron ver la calidad de los artistas que presentamos en las dos exposiciones.

Animados por unos resultados inmejorables, se nos ofrecería nuevamente EL SILO, para llevar a cabo tres exposiciones en tres meses seguidos, desde mediados de septiembre a principios de enero de 2022.

La Asociación Española de Pintores y Escultores ha hecho historia justo este año, y a pesar de la covid-19, cerrando un total de trece exposiciones propias que se llevarán a cabo desde febrero a diciembre de 2021.

Consideramos que las convocatorias existentes ya son suficientes para la entidad, que mantendría actividad en casi todos los meses del año, duplicándola y triplicándola en algunas ocasiones.

Y llegados a este punto, es justo cuando podríamos llevar adelante el proyecto tan largamente ansiado por el Presidente y la Junta Directiva de la AEPE, que hemos bautizado como PINCELES Y CINCELES: JUNTOS, POR AMOR AL ARTE, y que básicamente consistiría en conseguir espacios expositivos para los socios artistas de la entidad.

Y lo que es más importante, conseguir que los gastos de las exposiciones, estuvieran prácticamente cubiertos económicamente.

Un logro que nos pone en el camino correcto de ayuda al arte y los artistas, y que nos confirman en la línea del trabajo que realmente llevamos buscando desde hace ya años.

La oferta expositiva para EL SILO DE HORTALEZA comprendería desde mediados del mes de septiembre hasta principios de enero de 2022.

Y se concretaría en 6 plantas del edificio, que corresponderían a dos artistas por planta, y que se alternarían entre pintores y escultores.

De esta forma, las exposiciones a realizar serían:

Exposición 1: del 17 septiembre al 17 de octubre de 2021

Exposición 2: del 19 de octubre al 21 de noviembre de 2021

Exposición 3: del 23 de noviembre al 9 de enero de 2022

Cada exposición de 12 artistas tendría incluido el transporte de ida a Agepost, para centralizarlo todo, así como el montaje y desmontaje de las exposiciones que se englobarían en realidad en una sola.

Pero además se haría un cartel anunciador y un digno catálogo que incluiría a los 36 artistas de las tres exposiciones.

Un alivio para los artistas, que no tendrían que asumir los costes que representaría una exposición en solitario o colectiva, y que se verán coordinados, arropados, acompañados y protegidos por la AEPE.

Para evitar que la falta de compromiso de algunos artistas  repercuta negativamente en el resto, y sobre todo en el proyecto, se ha  estipulado que cada uno paguaría un total de 100 euros simbólicos, que asegurarían su interés, confirmarían su participación y les «obliguaría» a prestar todos su apoyo al proyecto, en la idea de evitar vacíos que no benefician a nadie, pero que en nuestro caso, nos señalarían de forma penosa por no saber gestionar un espacio, cuando llevamos 111 años haciendo esto mismo.

Como seguramente también sabéis, desde hace años, mantenemos abierta en la sede un listado de artistas interesados en exponer en cualquier momento y situación en el caso de que hubiera salas disponibles, así que no ha sido difícil articular una propuesta en la que contar con artistas dispuestos a exhibir su obra.

Y para evitar que todos escogieran las mismas fechas y plantas del edificio, se procedería a realizar un sorteo por el que se asignarían las fechas y las plantas, de forma que ninguno de los artistas pudiera decir que no ha sido tratado de igual manera por los gestores del proyecto, cuya responsabilidad recae en nuestra Secretaria General, Mª Dolores Barreda Pérez.

La propuesta se centraría en elegir estilos diferentes para que en cada exposición hubiera una variedad y una calidad de técnicas para todos los gustos. De ahí que sean disciplinas y estilos completamente distintos.

 

La estatua de Goya, obra del socio de la AEPE José Llaneces

 

Situada en la Glorieta de San Antonio de la Florida, frente a la Ermita del mismo nombre donde se encuentra la tumba de Francisco de Goya.

El autor de la magnífica escultura ante la que se ha depositado la corona de laurel es el que fuera socio de la AEPE, el escultor, pintor y fotógrafo José Llaneces.

El artista envió desde París en 1901, su estatua sedente de Goya, que cinceló y fundió de su propio bolsillo y que finalmente regaló al Estado español en 1904 y que hoy es de propiedad municipal.

Como vemos, nuestros socios han sido siempre generosos con las bellas artes y con la sociedad y aún hoy siguen siéndolo, constituyendo uno de los rasgos fundamentales de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

Nacido en Madrid el 10 de septiembre de 1864, su inclinación artística surge desde  niño,  en  el taller del fotógrafo Herbert y de su formación en la Escuela de Artes y Oficios. También acude a la Escuela Superior de Pintura de la Academia de San Fernando y es copista en el Museo del Prado.

En 1886, se instala en París, donde se centra en la pintura de género y de casacones, al amparo del éxito comercial que esta temática alcanzó en el mercado internacional, imbuido en la estela artística de Fortuny.

Su amistad con Francisco Domingo, conocido en el mundo artístico argentino, le abre las puertas del mercado bonaerense, de donde recibe importantes encargos no solo de pintura, sino también de escultura.

Secretario de la Sociedad de Artistas en París, es nombrado en 1894 caballero de la orden de Carlos III, en 1901 caballero de la Legión de Honor y en 1902 comendador de la real orden de Isabel la Católica.

A principios de siglo vuelve a España y se dedica a la ejecución de retratos, que combina con la pintura de paisaje y de escenas populares anecdóticas que recoge en diversas ciudades.

Goza de la protección de la realeza, siendo numerosos los retratos que pinta de la reina María Cristina y de miembros distinguidos de su corte.

Pone fin a su vida suicidándose en Madrid el 11 de diciembre de 1919.

En 1925, el Salón de París le rinde un homenaje con una exposición  póstuma de  su  obra realizada en Francia.

La escultura estuvo primero instalada en la escalinata norte del Museo del Prado, pasando en 1925 a la escalera principal de la Casa de la Villa y finalmente, en 1986, pasó a su ubicación actual de la glorieta de San Antonio de la Florida, sustituyendo a la magnífica cabeza de Goya de otro de los socios de la AEPE, el escultor Juan Cristóbal, escultura que hoy se encuentra en los jardines del parque de San Isidro de Carabanchel.

Se trata de una estatua de bronce sobre pedestal  de granito  que representa a Goya, en figura completa y sentada en una silla estilo «Imperio»,  vestido con  ropaje de  la época (camisa con chorreras, pantalón ajustado por debajo de las rodillas, sobre las medias, y casaca abierta) y en actitud de meditación y reposo, con una paleta y unos pinceles en su mano izquierda, en los bajos del sillón, un par de libros apoyados en el suelo y un cartapacio de canto y semiabierto donde se lee la inscripción en relieve: AGUA / FUERTE. En el lateral derecho consta una placa con la inscripción en relieve: FUNDICION ARTISTICA / MASRIERA y CAMPINS, mientras en el opuesto se ha inscrito directamente con letras en relieve el nombre del escultor: J. LLANECES.

 

En el frente principal se inscribe una lápida oval horizontal de caliza de Colmenar con la inscripción simulando caracteres manuscritos, de la firma y rúbrica del pintor: Fran. de Goya, y debajo, la inscripción, con caracteres asimismo rehundidos y pintados: FUENDETODOS 1746 / BURDEOS 1828.

Sobre el frente posterior se adosa una placa también caliza que muestra la inscripción rehundida: EN ESTOS LUGARES / DE LA ANTIGUA / QUINTA REAL DE LA FLORIDA / FRANCISCO DE GOYA / BUSCO INSPIRACION / PARA DOS DE SUS CREACIONES INMORTALES / LOS FRESCOS DE LA IGLESIA / DE SAN ANTONIO DE LA FLORIDA / PINTADOS EN 1798 / EN LA QUE REPOSAN SUS RESTOS / Y EL CUADRO DE LOS FUSILAMIENTOS / DEL TRES DE MAYO/ PINTADO EN 1814 / / LOS HEROES QUE ASI MURIERON / POR LA LIBERTAD DE LA PATRIA ESPAÑOLA / DESCANSAN EN LA CRIPTA / DE LA CERCANA ERMITA / DE LA MONTAÑA DEL / PRINCIPE PIO

José Llaneces fotografiado en 1928

 

 

Goya íntimo

Pintor universal

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Goya era de estatura mediana, cabello moreno, rostro regordete, algo colorado, con grandes ojos negros, nariz gruesa y boca grande, de temperamento y genio vivo que en la galería de tipos hispanos suele asociarse al aragonés: «En acordarme de pintura y Zaragoza, ardo vivo«, genio que suavizó con el ejercicio de su pasatiempo principal, la caza, que practicó con los propios Reyes y el infante Luis de Borbón, su benefactor y hermano del monarca.

No tuvo formación erudita, pero el trato con la Corte y los amigos que hizo, así como el viaje de formación por Italia (tras el cual entendió bien la lengua italiana) lo pulieron bastante. El horizonte de imágenes artísticas que acumuló debió de ser excepcional, siempre en constante incremento gracias a la inquietud vital del artista.

El clamor multitudinario y el olor a muchedumbre no le agradaban, quizás porque  los conocía, bien por haberlos provocado con su ironía y hurgado con su ferocidad.

Amigo de hombres inteligentes, apasionado de mujeres bellas, el tufo de las glorificaciones como decimos, no le era grato.

Goya era elocuente por sí mismo. Su mirada, su arte, sentía la curiosidad de verlo todo y reflejarlo todo: ensueño y realidad, fantasía y exacta copia del natural, realeza y plebe, hombres de pensamiento y de acción, monstruos y mozas garridas, madamas y rudos toreros, místicos y merendolas populares, aristócratas vestidos de majos de gentil apostura, escenas galantes y episodios trágicos, elegancia cromática en los tapices y sombras murales en la Quinta del Sordo, el horror de las escenas de los fusilamientos y la gracia voluptuosa de la maja, el crudo naturalismo de Los Disciplinantes y el misticismo profundo del Cristo Crucificado, el zumbón regocijo que se adivina en las alusiones a Velázquez y la feroz y despiadada sencillez de los Caprichos y los Disparates, la diáfana y sutil delicadeza de grises, amarillos, sienas, rojos y blancos de sus retratos y la hosca fiereza tonal de sus retratos de Burdeos, el acusador alegato pacifista de Los Desastres y el brío de jugador con la muerte de La Tauromaquia.

Se le describe como huraño, intérprete de pesadillas y personajes generativos, que ahora descansa en el Olimpo de la sátira.

A los 46 años se quedó sordo, y sólo quien haya convivido con alguien que sufre de sordera, sabe de las consecuencias no sólo físicas que puede ocasionar la pérdida de audición, como cansancio, cefaleas, vértigos, estrés, problemas de sueño, estomacales… o aumento de la presión sanguínea, sino de cómo afecta también a la estabilidad emocional, haciéndoles ser menos extrovertidos, con creciente riesgo de desarrollar una depresión, fobia social, trastornos de personalidad varios y hasta ansiedad.

Hoy en día lo entendemos, pero con los modernos audífonos y aparatos, la sordera queda como una enfermedad menor, pero en un tiempo y una época en la que sólo se podía leer, y escuchar, por supuesto también hablar, la sordera se transforma en una barrera insalvable que debía afectar muchísimo a quien la padecía, convirtiéndose en un aislamiento total que con toda seguridad cambiaría la personalidad, el carácter, el genio, el humor y todo lo que podamos añadir al respecto.

Así que aislado, se volvió huraño, sí. De repente, estaba solo con él mismo en su cabeza, oyendo únicamente sus pensamientos, percibiendo el mundo de otra forma completamente distinta a la que hasta ese momento había vivido.

Esa introspección debió transformar su manera de ver, entender y asimilar el mundo que le rodeaba, que hasta ese momento conocía y dominaba, pero que se vuelva ahora diferente y cambiante, hostil.

Se sabe que conoció el lenguaje de signos porque en uno de sus grabados realizado en 1812 se ven manos representando las letras del alfabeto. Al menos lo intentó.

Y así, pasó de oír el mundo a escuchar el silencio que produce un alma atormentada sin más sonidos que los que el pensamiento evoca.

Quizás por eso mismo pintara sonidos y no colores. Quizás fue eso lo que trastornó  su  genio y  su figura hasta llevarle a una frenética huida de las formas típicas y tópicas del arte y la pintura.

 

La Romería de San Isidro, estética de lo desagradable, cuerpos deformes y expresiones de ansiedad, angustia, locura y pesadez que denotan desesperación total

 

Si ya eres un pintor reconocido, de cámara, con acceso al rey y a la corte, si no te interesa medrar, ni has medrado, ni alcanzar gloria y fama, que ya tienes, ni eres avaricioso ni ambicioso, si has visto horrores, una guerra, desastres inimaginables, el hambre, la enfermedad, la vileza humana, si te asquea una sociedad corrupta, llena de advenedizos, que deja de lado los enunciados básicos de la ilustración en un país necesitado de cultura, repleto de ignorancia e ignominia, si ya lo has visto y oído todo… y te quedas sordo… te centras entonces en aquello que más te apasiona, te refugias en lo que siempre has deseado en la vida, en pintar.

Y lo haces ya sin tener que dar gusto a necios, ni dar explicaciones a insensatos  y  botarates,  sino  plenamente consciente de pintar lo que tu genio y tu grandeza (por supuesto tu conciencia) te inspiran.

Y entonces sumas todo lo anteriormente expuesto y su mente produce brujas, sátiras, demonios, desastres, caprichos y si hubiera vivido más años, más obras de carácter negro hubiera dejado.

De Goya se ha dicho: “sintó así, vió así, comprendió así y así pintó”. Pero Goya sintió, vio  y comprendió, pintando lo que su temperamento le inspiró, para recoger como herencia el valor de sus antepasados y volcarlo en sus lienzos primorosos, creando un arte nuevo, que es la iniciación del arte moderno.

Goya ni tuvo escuela ni dejó más rastro que la gran revolución estética que solamente se puede asimilar a través de mucho tiempo, ni tampoco se dejó influir por los pintores nacionales ni por los extranjeros.

Quizás ningún artista ni en España ni fuera de ella, y viéndolo a través de todos los siglos de la historia del arte, haya llegado a un grado de personalidad en su propio arte como el genial Goya.

 

Duelo a garrotazos es una escena desértica en dónde dos españoles de rodillas se están peleando a garrotazos, es la lucha de las dos Españas

 

Nadie logró tanta popularidad, al superar el mismo escenario y ambiente, llegando a tener más valor y notoriedad, incluso para la historia, que aquello que en su derredor la generara.

No fue una vida llena de aventuras, de anécdotas irrepetibles, de accidentes determinantes, pero supo transitar por la vida de la Corte y capear los temporales y luchas cotidianas hasta alcanzar la gloria en un tiempo difícil, turbulento, tumultuoso… que le hicieron llegar a ser excepcional.

Pero el hombre, más allá del artista, es el que nos ocupa. La intransigencia le dio carácter, que imprimió en la grandiosidad de sus lienzos, en la valentía para caricaturizar los vicios de la sociedad de su época, en la intransigencia con las normas y modales frente a la incomprensión y la injusticia que campaban a sus anchas en su derredor.

Fue un creador de belleza incomparable, popular, magnífico. Compositor de coloraciones orquestales y fantásticas, de conceptos universales, que igual derrocha caricias de suaves manos al pintar niños, como desprende brujas y aquelarres con pinceles manchados con tierras y negros profundos.

Goya ante todo, tenía talento. De entre los buenos pintores y artistas que da España, pocos tienen talento, que es lo que los encumbra y los glorifica, los hace únicos, irrepetibles, los señala con el dedo acusador de la grandeza que pese a todo, a su genio, a su personalidad, a su simpatía o cordialidad, pese a ellos mismos, les distingue.

Goya ha dejado una huella imborrable en el imaginario universal en las diferentes manifestaciones del arte.

A lo largo de los años, de los siglos, cada época ha vuelto su mirada a Goya, adaptándolo a sus intereses y objetivos. El Goya de los románticos no es el mismo que el de los realistas, ni el de los vanguardistas, pero todos vuelven a él su mirada.

Y qué decir de la escena aragonesa para la que la imagen de Goya es un referente de identificación colectiva en una territorialidad casi única que se amplía y hace nacional como pocos símbolos quedan ya en España.

Ha sido la perspectiva extranjera la que ha visto en Goya el paradigma de España, contemplando su obra como el producto más acabado, rico y de más abundantes significados resultantes de la crítica y la modernidad de España.

Y así se convirtió en una de esas extrañas y escasas figuras que originan unanimidad, que resultan indiscutibles no sólo como virtuosos de su arte, sino como genios, como glorias nacionales, como aglutinantes de valores imprecisos, ejemplaridades diversas y significados eternos, al margen de ideologías políticas, tendencias artísticas o perspectivas religiosas.

Goya fue, ante todo, fiel a sí mismo, noble en la desdicha, humilde en la fama, que pintó primorosamente.

 

 

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