Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Joaquín Llizo Ruiz

Por Mª Dolores Barreda Pérez

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

La  Gaceta de Bellas Artes 1911-1912

Pese a que oficialmente no apareciera como Director de la Gaceta de Bellas Artes, Joaquín Llizo Ruiz sí estuvo presente en la cabecera de la revista como Redactor, junto a Manuel Villegas Brieva.

Teniendo en cuenta que Llizo era periodista y Manuel Villegas Brieva era pintor, bien podemos afirmar que el peso de la publicación recaería en el periodista, ya que en sus números aparecen más noticias relacionadas con el arte y los artistas en forma de narraciones cortas, que podríamos calificar de información “pura y dura”.

Permaneció en la cabecera de la Gaceta de la Asociación Española de Pintores y Escultores como Redactor, desde abril de 1912 hasta el número 27 correspondiente a septiembre de 1912.

Durante ese tiempo, la Gaceta tenía la redacción y las oficinas en la calle Caños, I, Plaza de Isabel II, y atendía en horario de 6 a 8 de la tarde, “días no festivos”.

En los números en los que figuró Llizo, se recogían bastantes informaciones del extranjero, sobre todo de exposiciones y aperturas de nuevos museos por todo el mundo, bajo el epígrafe de “Crónicas de Arte extranjeras”, así como noticias arqueológicas, distintas de la venta de cuadros y colecciones, subastas y otros temas de interés nacional como lo fue la suscripción popular iniciada para evitar la venta y salida de España del cuadro “La Adoración de los Reyes”, de Van der-Goes, conservado en Monforte y que finalmente fue adquirido por Alemania.

JOAQUÍN LLIZO RUIZ

 

 

Joaquín Llizo Ruiz fue un periodista malagueño nacido en 1885.

Una vez terminados sus estudios, comenzó a trabajar en periódicos de provincias, hasta que finalmente se traslada a Madrid para trabajar en el diario ABC.

Más tarde, dejaría el diario para ser el encargado de la información política y de trabajos interiores de redacción del periódico El Sol.

Escritor políglota, siempre estuvo muy interesado por la cultura, realizando diversas traducciones de obras de teatro.

Pero, fuera de su etapa profesional como periodista, Joaquín Llizo, fue el protagonista de un acontecimiento excepcional, por el cual pasó a la historia.

Primera cabecera de la Gaceta en la que aparece Joaquín Llizo Ruiz

 

En miércoles 2 de diciembre de 1930, en una mañana en la que el malagueño Joaquín Llizo, de 45 años, casado, sin hijos y pluriempleado (periodista y secretario particular del director de la Compañía Arrendataria de Tabacos), se plantó delante del Presidente del Gobierno, General Dámaso Berenguer, sacó una pistola, que apuntó al suelo, y tras pronunciar las siguientes palabras, “Ésta es una demostración enérgica e incruenta contra el régimen que usted representa”, disparó.

A Joaquín Llizo, mientras los agentes de policía más cercanos corren a neutralizarlo, le hubiera dado tiempo para realizar otro disparo, pero no lo hizo, sino que se limitó a esperar a que los agentes lo detuvieran.

Cuando se lo llevaban, el Presidente de Gobierno, se metió en el ascensor y tranquilizó a los periodistas, todavía en estado de shock, con las siguientes palabras: “No se preocupen, señores, que no ha pasado nada. Esto sólo puede ser obra de un perturbado.”

Toda España no daba crédito de lo sucedido, y en la prensa se dijo que Joaquín Llizo no estaba bien mentalmente y que había mostrado pulsiones suicidas y que incluso eminentes psiquiatras, como el Doctor Marañón, aconsejaban su ingreso en un manicomio.

Pero el periodista fue en todo momento plenamente consciente de sus actos. Esto se sabe gracias a dos circunstancias: la carta que le dejó a su jefe, el director del diario El Sol antes de cometer el suceso, acompañada de su carné de prensa y sus tarjetas; y la segunda, una declaración escrita que llevaba encima en el momento de la detención.  El texto que le dejó a Félix Lorenzo, su superior en el periódico El Sol, fue el siguiente:

Mi querido director:

Un motivo esencial de delicadeza hacia la profesión me obliga a dimitir mi puesto de redactor de este periódico. No es que yo vaya a realizar nada indigno. Pero sí lo sería el ponerme hoy en contacto con varios periodistas sin decirles que no estoy entre ellos como compañero, porque a ampararme en ellos, es decir, en la profesión, equivaldría mi silencio. Tengo la esperanza de volver junto a usted, junto a ustedes. Mas por lo pronto remito adjunto mi carné y hasta mis tarjetas. Sólo conservo una en la que tacho la línea que dice “Redactor de El Sol”. Ojalá no haga la fatalidad que aquella esperanza deje de cumplirse. Para todos los de la casa, abrazos míos, y usted reciba otro de su muy agradecido e incondicional. Joaquín Llizo”.

Por otro lado, la declaración que llevaba consigo decía lo siguiente:

Declaro mi propósito de realizar una demostración enérgica e incruenta contra el capitalismo delincuente, personificado en uno de sus más característicos representantes. Entiéndase por capitalismo delincuente el explotador del trabajo y usurpador del Poder Público. Con un simulacro de violencia demostraré precisamente mi repugnancia, ya que podré y no querré consumarla; pero este mismo simulacro probará mi resuelta actitud contra la iniquidad. Conmigo tiene complicidad toda la opinión sana y valerosa del mundo entero. Aspiro a la justicia y a la libertad igualitarias”.

Este último mensaje muestra que Joaquín Llizo se convirtió al anarquismo, a pesar de repugnarle la violencia, por lo que su único objetivo era asustar al Presidente del Gobierno, pero sin dañarle.

Según aseguraron los periódicos de la época, Joaquín Llizo jamás había militado en partido político alguno. Estaba bien conceptuado por sus dotes de inteligencia, honradez y laboriosidad, estuvo varios años en la redacción de ABC, desde donde pasó a la de El Sol, desempeñando allí diversos puestos como el de confeccionador de ediciones.

Tenía además un destino en la Tabacalera, y entre el personal de oficinas de ésta, gozaba de generales simpatías. En sus opiniones era muy moderado y siempre se mostró enemigo de estridencias y radicalismos ideológicos.

Diversas contrariedades de orden personal y particular habrían ensombrecido su carácter, que todos dicen era de natural abierto y expansivo.

Tal y como refleja la prensa de la época, tras su detención, el ex redactor cayó en el estado de postración mental, entristecido por lo que había hecho. Desde aquel acontecimiento, nada más se volvió a saber ya sobre Joaquín Llizo.

Esta es la reconstrucción, a partir de las crónicas periodísticas, de la película de los acontecimientos que tuvieron lugar el miércoles 2 de diciembre de 1930. Joaquín Llizo tiene todo planeado para que el Director del diario El Sol, Félix Lorenzo, reciba su carta exactamente a las cinco y media de la tarde, la hora a la que tenía previsto consumar su plan. El servicio de la mensajería de Continental Express de la glorieta de Bilbao no resultó ser muy diligente, y teniendo en cuenta que la calle Larra le quedaba a tiro de piedra, la entrega no se hizo efectiva hasta las 18’15 horas.

El General Berenguer, rodeado de los periodistas, al salir del Consejo, en el  mismo lugar donde se hallaba  al ocurrir el lamentable incidente del señor Llizo.  Fot. Pío

 

La siguiente escena se produce en uno de los salones de la presidencia del Gobierno. Los reporteros aguardan la llegada de Dámaso Berenguer, que los atenderá, según su costumbre, antes de la celebración del Consejo de Ministros. La presencia de Llizo sorprende a los colegas, porque hace tiempo que ha dejado de hacer información política.

-Hombre, Joaquín, tú por aquí otra vez.

-No vengo como periodista –replicó. No soy periodista ya; he dimitido de El Sol y podéis echarme de aquí si queréis.

-¡Como te vamos a echar, hombre! –respondieron los compañeros. Pero, ¿te ha pasado algo en el periódico?

-Es larga la explicación; de cualquier modo, pronto la tendréis.

Los periodistas se quedan algo intrigados. Continúan charlando por matar el tiempo. Al poco de la llegada del ministro de Gracia y Justicia, señor Montes Jovellar, entre las cinco y cuarto y las cinco y media –los testigos no se ponen de acuerdo–, un ordenanza anuncia al Presidente. Entra el general Berenguer, que viene acompañado de su hermano Luis. Se quita los guantes y se dirige a los periodistas para saludarlos, estrechándoles la mano. Todo sucede rapidísimamente. Llizo se adelanta, saca del bolsillo de su gabán gris una pistola –una Browning de repetición automática del calibre 6,35– y, con manifiesta intención, apunta al techo (otros creen que fue al suelo) y dispara. La bala queda incrustada en el ángulo más próximo al lugar donde cuelga el retrato de Eduardo Dato. ¡Lagarto, lagarto!, pensaría Berenguer si le diese tiempo, pero está ocupado en inmovilizar a Llizo. Se ha abalanzado sobre el pistolero, arrinconándole contra un radiador.

-¿Qué ha intentado usted?

-Esto –proclama Llizo– no es sino una protesta incruenta y enérgica contra el régimen social que representa vuecencia.

Y añade gritando, mientras un grupo de agentes lo placan: ¡Ya está! ¡Ya está!

-¿Quién es este hombre? –pregunta el presidente.

-Es un compañero nuestro, redactor de El Sol –responden los periodistas.

-No soy redactor de El Sol –corrige el aludido–, porque antes de venir aquí he presentado la dimisión.

Llizo, que todavía tiene en su poder la pistola, la entrega en cuanto le es requerida. Al ser examinada, se comprueba que no tenía más balas y que el casquillo de la disparada todavía estaba en el cañón. Aquello corroboraba la impresión de los presentes de que si hubiese querido atentar contra Berenguer, a esas horas ya sería hombre muerto. Pero está vivo y preocupado por la versión que los periodistas darán del suceso.

-No deben darle ustedes proporciones alarmantes a lo sucedido. No es un atentado (frase que subrayó marcadamente). Se trata, sin duda alguna, de la obra de un loco, de un desdichado, de un perturbado. Yo les suplico que no le den importancia, porque en realidad no la tiene. Yo incluso creí que se trataba de una pistola de juguete.

 

El Presidente posa para los fotógrafos antes de retirarse y Llizo es detenido. Inmediatamente presta declaración ante el comisario jefe de la Brigada Social, señor Chamorro. Después de serenarse, niega pertenecer a ningún grupo político; sostiene que no ha querido dar a su protesta una forma cruenta, que no se le ocurrió cambiar la pistola por una bolsa de confeti y que para matar no hubiese tenido más que alargar la mano a la altura del pecho, pero que no era ese su propósito, porque esto repugna a sus sentimientos de humanidad y porque había entrado en el salón de la Presidencia del Consejo en calidad de periodista y no quería manchar de ningún modo la profesión.

Llizo insiste y ruega que no le quiten un papel escrito que lleva en el bolsillo que confirma que su única intención era dar la mayor publicidad posible a su categórica protesta contra “el capitalismo delincuente” y el actual régimen político.

La declaración finaliza unos minutos antes de la siete de la tarde. Mientras, Félix Lorenzo intenta convencer a las autoridades de que Llizo ha perdido el juicio, que precisamente por eso lo habían relegado como reportero de calle (era cierto que últimamente ejercía como redactor de mesa, pero por la sencilla razón de que sabía inglés y era de los pocos que podían traducir los despachos).

Joaquín Llizo en las distintas fotografías que aparecieron en la prensa del momento

 

El doctor Gregorio Marañón se presta a corroborar el diagnóstico y declara que estaba buscando, desde hace tiempo, la ocasión para recomendar a su familia que lo internasen en un manicomio. No coló y Joaquín Llizo ingresa en la Cárcel Modelo, de donde sólo salió cuatro meses después, con la amnistía para presos políticos del 14 de abril de 1931. El día 17, El Sol anunciaba que el periodista volvía a formar parte de la plantilla del diario.

Un año después. Joaquín Llizo se encuentra con un colega del Heraldo de Madrid, quien le pregunta cómo le van las cosas. Le cuenta que está preparando un libro.

-La idea surgió en la cárcel, cuando estaba yo como detenido político por el Gobierno Berenguer. Se me ocurrió celebrar una interviú diaria de dos horas con un famoso ladrón. Me concedieron el permiso. Así catorce días.

-¿De modo que es una interviú de veintiocho horas?

-Exactamente. Y el libro no está terminado aún, porque, reintegrado al trabajo diario, ya saben ustedes cómo es de absorbente.

Sí, tan absorbente que nunca lo terminó. Una lástima. Iba a ser un “relato novelesco” construido a partir de aquellas entrevistas carcelarias. Ya tenía el título, magnífico: “Mario Neblar, ladrón de pulsera y tango”. Se podría haber adelantado a Truman Capote más de treinta años.

En 1934 figura como colaborador de la revista ONDAS.

En 1935, el diario El Debate del 10 de marzo, da cuenta de una “Audiencia presidencial” en la que se lee textualmente: “Por el jefe del Estado fueron recibidos don Julián Besteiro, don Antonio Obregón, secretario del «Intercambio Cultural Iberoamericano», acompañado de una Comisión del Consejo directivo; don Manuel García Rodrigo, don Joaquín Llizo Ruiz, don Alfonso Alcalá, Martín, acompañado de don Bautista Pérez Iglesias; don Enrique Marilaga y don Alfonso Pérez Iglesias.
El 15/02/1935 fue condecorado por el Gobierno de la República en el aniversario del 11 de febrero.

En 1937 según el periódico «La Libertad» hace labores de censura de la prensa extranjera.

El 2 de mayo de 1939 se publica la escueta noticia de su muerte:
Fallecimiento de un periodista. MadridVíctima de dolencia adquirida como consecuencia de privaciones sufridas durante el dominio rojo, falleció el sábado, el periodista Joaquín Llizo. El entierro estuvo concurridísimo de periodistas, escritores y amigos.

En uno de los artículos de Joaquín Llizo, titulado “Unas palabras de Le Corbusier. El sutil poeta de la edificación. La emoción de lo geométrico”, publicado en El Sol, el  11 de mayo de 1928, realizada en la Residencia de Estudiantes, sentenciaba…  “Y habitar no es sólo comer, dormir, etc., sino tener un sitio donde pensar…”

Lily Lhardy

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

 

Lily Lhardy

 

LHARDY, Lilly      P             1915      MADRID

 

Nacida aproximadamente en 1885, Luisa Isabel Lhardy Gassier era hija de Agustín Lhardy, el hijo de Emilio Huguenin y Juana Garrigues, quienes abrieran el famoso restaurante Lhardy de Madrid, y de Luisa Gassier y Cruz, que falleciera en 1912, hija del afamado cantante de ópera marsellés Luis Gassier, y también pintora.

Firmaba sus obras como Lily Lhardy.

Concurrió a la Exposición Nacional de 1915 con el cuadro titulado “Crisantemos y rosas”.

El 17 de junio de 1916 contrajo matrimonio con el pontevedrés Adolfo Temes, funcionario de Hacienda, escritor y melómano que falleció en 1963 y con quien tuvo dos hijos: Agustín Temes Lhardy y Lilí Temes Lhardy, casada con Rafael de Vicente Velo, con quien tuvo cinco hijos: Rafael, Adolfo, Lily, Paloma y María.

Lily creció rodeada de una vida artística inigualable, coincidiendo en el famoso local de su padre, con amigos y personalidades culturales y artísticas de la época como Julio Camba, Enrique Sepúlveda, Gutiérrez Gamero, Mariano Pardo de Figueroa (Dr. Thebussem), Méndez Bringa, el Duque de Tamames, Mariano de Cavia, Antonio Vico, Romero Robledo, Múñez de Arce, Félix Borrell, Tomás Campuzano, Rogelio de Egusquiza, Frascuelo y otros muchos escritores, intelectuales y politicos, así como con muchos socios de la Asociación de Pintores y Escultores como Mariano Benlliure, Joaquín Sorolla, Tomás Muñoz Lucena, Carlos de Haes, Aureliano de Beruete, Casimiro Sainz, José Francés, Cecilio Plá…

Su padre pintaba en el estudio que tenía en la calle Núñez de Arce (antigua calle de la Gorguera), donde acogió como huéspedes a Mariano Benlliure y Pablo Sarasate, por lo que no es aventurado pensar que ella siguiera allí sus pasos, aprendiendo de los grandes maestros y con la clara influencia de su progenitor.

Quienes la conocían afirman que pintaba maravillosamente bien, y que de haber continuado con esta afición, hubiera llegado lejos.

Sus temas preferidos, muy al gusto de las pintoras de la época, eran los paisajes, y bodegones de flores y animales a los que sabía dar elegancia y color.

A la muerte de su padre, en 1918, dejó de pintar y se dedicó por entero a su familia, si bien nunca perdió el gusto por el arte.

En junio de 1946 realizó la donación de una colección de planchas originales de su padre, Agustín Lhardy, a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que reproducían paisajes, monumentos y viejas calles de España que la Academia agradeció.

Falleció en Madrid, el 17 de febrero de 1947.

En la Exposición de Primavera organizada por la Galería Gregorio Blanco en marzo de 1986 se exhibieron obras de Agustín Lhardy y también un “Retrato” firmado por su hija Lily.

Nuestro agradecimiento al maestro José Luis Temes Rodríguez Lhardy por la información facilitada para realizar esta biografía.

Fotografía de Luisa Lhardy,  su hija Lilí Temes Lhardy y  su esposo Adolfo Temes en los años 40. Imagen cedida por José Luis Temes Rodríguez Lhardy

 

Imagen de una obra de Lily Lhardy. Imagen cedida por José Luis Temes Rodríguez Lhardy

 

Esquela de Luisa Lhardy

Inaugurado el certamen Solo Arte

La tarde del 11 de enero de 2022, en la Sala de Exposiciones “Eduardo Úrculo” de Tetuán, tuvo lugar el acto de inauguración de la IV edición del certamen Solo Arte, que convoca la Asociación Española de Pintores y Escultores y que podrá visitarse hasta el 29 de enero.

Solo Arte es una convocatoria más con la que la AEPE intenta ser el reflejo de los artistas en la actualidad, dando visibilidad y representando sus intereses e inquietudes en la creación artística, ofreciéndolo a la sociedad y al público como forma de comprender y difundir el arte de la pintura y la escultura.

Solo Arte pretende ser también una plataforma de experimentación, desafiando lo convencional en busca de los nuevos caminos por los que se mueve el arte más actual. Por eso admite todo tipo de arte, formato, estilos, técnica y temática libre (tradicional, digital,…).

El acto de inauguración de la muestra, en la que tuvo lugar el fallo del jurado y la entrega de premios, estuvo presidida por el Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores, José Gabriel Astudillo, acompañado de algunos miembros de la Junta Directiva, como Antonio Téllez de Peralta y Carmen Bonilla Carrasco.

Para esta ocasión, el jurado ha estado formado por José Gabriel Astudillo López y Mª Dolores Barreda Pérez, actuando como Presidente y Secretaria del mismo, y por los Vocales Paloma Casado, Alicia Sánchez Carmona, Ana Martínez Córdoba, Carmen Bonilla, Antonio Téllez y Juan Manuel López-Reina.

Pese a la elevada participación, la selección ha sido muy rigurosa, fallándose los siguientes premios:

MEDALLA DE PINTURA ANTONIO MUÑOZ DEGRAIN

Juan Layos Pantoja. Gasolinera 587. Óleo / tela encolada. 52 x 100

 

MEDALLA DE ESCULTURA JULIO ANTONIO

Gloria Cediel Lafuente. Gimnasta. Barro refractario. 37 x 42 x 22,5

 

MENCIÓN DE HONOR

Joaquín Alarcón. Nocturno. Óleo / tabla. 70 x 50

 

MENCIÓN DE HONOR

Martina Cantero. Figura medieval. Terracota. 42 x 20 x 18

 

MENCIÓN DE HONOR

Cristina Jobs. Aliens in deltebre Escultura hiperrealista silicona. 24 x 26 x 30

 

MENCIÓN DE HONOR

Juanchi. Bailarina Española. Maderas ensambladas. 115 x 45 x 25

 

 

MENCIÓN DE HONOR

Lisbona. Proyecto M.R.11. Óleo, thix, mixta / tabla. 100 x 100

 

MENCIÓN DE HONOR

Cari Muñoz. Alhambra en flor Tintas al alcohol en papel Nara. 90 x 90

 

MENCIÓN DE HONOR

Concha Navarro. Fondo Marino Mixta / bastidor de madera. 100 x 100

 

Los artistas participantes en esta V edición de Solo Arte son:

Joaquín Alarcón – Rafael Alfonso Navarro – Aquafonía Toñi López – Esther Aragón – Arellano – Asun Arte – C. Baco Covarrubias – Barbac – Beazerolo – Begoña – Francisco E. Bertrán – Juaquín Besoy – Martina Cantero Jiménez – Gloria Cediel Lafuente – Sopetrán Domènech – Carmen Durán Sanz – Federico Echevarria Sainz – Karfer Eguia – Magdalena España Luque – Carmelo Esteban – Miriam García Basabe – M. García García – J. Pedro Gómez – Olga Gómez – Nuria González Alcaide – Cesar González – Carmen Guerra – Francisca Hereza Gil – Teiji Ishizuka – Cristina Jobs – Juanchi – Vicente Juárez – Patricia Larrea Almeida – LAUVON – Juan Layos Pantoja – Pablo Linares Amor – Lisbona – Juan Ramón Luque Avalos – Amparo Martín García – Naná Messás – Cándido Monge Pérez – Emilia Moreno – Antonio Municio – Cari Muñoz – Concha Navarro Conde – Jorge Oliva L. – Patricia Parra – José Gabriel Peláez Ibañez – José Antonio de la Peña García – Pilar Ruiz Sierra – Quismondo – Renedo – Ana Reynolds – Miguel Rivera – Paco Rocar – Julián Rodríguez Vázquez – Manolo Romero Solano – María de Francisco Salces – Chus San – Cristina Sánchez – Susana Sánchez – Avelina Sanchez[1]Carpio – Carolina Sauca – Miguel Sokolowski Romany Paulino L. Tardón – Arturo Tejero Esteban – Tessais

 

 

Catálogo Solo Arte 2021

 

 

 

 

 

Solo Arte

Del 11 al 29 de enero de 2022

Sala de Exposiciones “Eduardo Úrculo”

Junta Distrito de Tetuán

Plaza Donoso, 5. 28029 Madrid

De lunes a sábado: De 9 a 21,30 h.

Metro: Ventilla (línea 9)

Bus: 177, 42

 

Descubriendo… Lola Gómez Gil

Por Mª Dolores Barreda Pérez

En diciembre de 2019 publicamos la biografía de una de nuestras socias: Lola Gómez Gil, dentro de la sección «Las primeras socias de la Asociación Española de Pintores y Escultores», en la que cada mes intentamos recuperar para la memoria colectiva, a aquellas mujeres que formaron parte de la centenaria entidad.

En aquella ocasión, intentamos realizar la biografía de Mª Dolores Gómez Gil, a quien todos conocían como Lola, y que había nacido en Málaga en 1895.

Acompañaba al artículo algunas imágenes de las obras de la artista, y una fotografía contenida en el Archivo Histórico «Bernardino de Pantorba»,  en la que podemos ver a la artista en su madurez.

En todos los números de nuestra Gaceta de Bellas Artes hay insertado un anuncio en el que solicitamos la colaboración de cualquier persona en la búsqueda de un contacto con familiares de los socios de nuestra entidad, de forma que podamos ampliar el archivo que mantenemos de todos ellos, para engrandecernos y dar visibilidad a quienes formaron parte del arte de España.

Fruto de esa petición, contactó con nosotros el pasado mes de diciembre  Federico Relimpio Astolfi, desde Sevilla, haciéndonos llegar una fotografía de la artista Lola Gómez Gil, realizada en el estudio-escuela de Manuel González Santos, situado en la C/ Ángeles del barrio de Santa Cruz, y fechada en 1935.

Un retrato de juventud de excepcional calidad y que viene a poner un rostro amable a un perfil que se puede descubrir en el enlace siguiente:

https://apintoresyescultores.es/dolores-gomez-gil/

Nuestro más sincero agradecimiento al escritor Federico Relimpio Astolfi.

 

 

Recordando… Antonio Maura, Presidente y Pintor

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

Antonio Maura, Presidente y Pintor

Busto de Antonio Maura, obra de Mariano Benlliure

 

Antonio Maura, presidente del Consejo de Ministros en cinco ocasiones a lo largo del reinado de Alfonso XIII, nació en Palma de Mallorca el 2 de mayo de 1853. Era el séptimo hijo del matrimonio formado por Bartolomé, propietario de un taller de curtidos, y Margarita, consagrada por entero al cuidado de la familia.

Eran sus hermanos Margarita, Gabriel, Francisco, Miguel, Bartolomé, grabador y pintor, socio de la AEPE y Francisco, pintor y Socio Fundador de la Asociación de Pintores y Escultores, Susana, Concepción, Francisca y Catalina.

Fue cinco veces presidente del Gobierno (1904; 1907-1909; 1918; 1919; 1921-1922), vicepresidente del Congreso de los Diputados y ministro de Ultramar (1893), de Gracia y Justicia (1895) y de la Gobernación (1903).

Fue miembro de la Real Academia Española de la Lengua, de la Academia de Jurisprudencia y Legislación, de la de Ciencias Morales y Políticas y de la de Bellas Artes de San Fernando. Recibió numerosas distinciones, entre otras, la de Caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro, el Gran Collar de la Orden de la Torre y la Espada de Portugal, la Gran Cruz de la Legión de Honor de Francia, la Orden de Victoria de Inglaterra y la del Sol Naciente del Japón.

Antonio Maura, retrato obra de Francisco Maura, Museo del Prado

 

Retrato del político obra de Joaquín Sorolla

 

Antonio Maura tuvo diez hijos fruto de su matrimonio con Constancia Gamazo: Gabriel, político e historiador, Miguel, político y ministro durante la Segunda República y Honorio, dramaturgo y diputado a Cortes.

Formó parte de diversos organismos consultivos, quedando materializada su visión de estadista en grandes proyectos legislativos.

También es reseñable su faceta oratoria concretada en los discursos pronunciados en el Teatro Real de Madrid 1915, en la Plaza de Toros de Madrid 1917, y en Beranga (Santander 1917), los tres sobre Política Exterior. Además de sus numerosas intervenciones en el Parlamento, en las Academias y en los Centros Mauristas.

Antonio Maura, por su ascendencia materna, procedía de una destacable familia de artistas. Su tío, Francisco Montaner, era litógrafo y grabador profesional; su hermano Francisco, que como hemos dicho ya fue uno de los Socios Fundadores de la AEPE, tras formarse en Roma, fue pintor al óleo y catedrático de dibujo, contando el Museo de El Prado con varios lienzos suyos que ganaron Medallas en las Exposiciones Nacionales de 1890 y 1892.

Otro hermano, Bartolomé, fue Caballero de Carlos III, Jefe de la Casa De La Moneda, Grabador del Banco de España y Académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, obteniendo Medallas de Oro en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de Madrid de 1876 con el grabado de Las Lanzas y en la de 1901, con el autorretrato de Velázquez.

Antonio Maura era un gran aficionado al arte, afición que incluía la práctica de la acuarela, de la que dejó decenas de ejemplos que ilustran rincones de Cantabria, donde veraneaba, Castilla, o de los alrededores de Madrid.

Pareja de bueyes

Paisaje con casa en ruinas

 

En la casa que de veraneo en Riaño, en Solórzano, pintó Antonio junto a su hermano Francisco, un fresco en 1913, cuando tuvo un conato de atentado terrorista. Allí era visitado por Alfonso XIII, Gerardo Diego y otras personalidades del mundo cultural del momento.

Presentó cinco acuarelas al I Salón de Otoño organizado por la Asociación de Pintores y Escultores en 1920

 

En el libro “Maura: infancia y juventud”, Prudencio Rovira y Pita, califica sus primeras acuarelas, “muy cuidadas de dibujo, muy tímidas de colorido, sin las graciosas transparencias que después alcanzó cuando perdió miedo al agua. No tuvo otros modelos que los que la naturaleza le brindaba, cuando se enfrentaba a ella, sentado en la silla de campo, con el bloque de papel en las rodillas y el lápiz afiladísimo en la diestra: portaladas solemnes de la típica arquitectura montañesa; casonas como adormecidas bajo el dosel umbroso de algún pino secular; iglesias románicas espiritualizadas con los cipreses de los viejos osarios; cajigas pomposas; cimeras sobre campos húmedos y floridos; carreteras de heno balsámico, recién abatido por las guadañas; rotos muros ennoblecidos por escudos cuyos timbres pregonaban proezas hidalgas en la colonización de América; barcos reposando al abrigo de los malecones en un rincón del puerto; perfiles lejanos de las encrespadas sierras que forman la osamenta de Cantabria; pobres esbozos donde la inexperiencia del pincel consigue el balbuceo de una emoción ante la belleza que el natural prodiga en todos sus ámbitos.

Su sobrino Manuel Maura Salas, jurista y arqueólogo, hijo de su hermano Francisco, que le acompaña en sus salidas pictóricas, le calificará de devoto enamorado de la naturaleza.

Su hermano Bartolomé era socio de  la Asociación de Pintores y Escultores

Sin embrago, no fue hasta entrado el siglo cuando le dedicará más tiempo a esta inquietud. Le sirvió como antídoto a la vida pública. Pintar como medio de evasión, en ratos de ocio, con el objetivo de estar en el campo y de salir de su despacho, como hicieron otras personalidades públicas como Churchill, Eisenhower y el actual Príncipe de Gales.

Su principal argumento fue el paisaje. En él fue donde encontró sus mejores inspiraciones; tanto de su Mallorca natal como en La Montaña, pero también el campo en excursiones por el País Vasco, La Rioja, Navarra acompañado de otro de los socios de la AEPE, Gonzalo Bilbao, sur de Francia, el centro de Portugal, en la Sierra de Madrid, Aranjuez, Silos, Salamanca, Ávila, Guisando, con Francisco Pradilla quien calificaría a sus composiciones como arte espiritual y le consideró admiradísimo maestro.

En cambio no prestó demasiada atención a depurar su técnica. Aún así sus obras son dignas de un profesional experimentado, pintor de oficio. Paisaje rodeado de arquitecturas imponentes (Castillo de Manzanares El Real y de Viñuelas), otras, en cambio, decadentes o en ruinas, con unos colores suaves, sensibles; pinceladas que dinamitan la soltura y gran ternura con colores alegres que transmiten parajes melancólicos, hasta nostálgicos. Composiciones pintadas con gusto exquisito y vistas en ellas el natural con amor y delicadeza.

Su hermano Francisco fue Socio Fundador de  la Asociación de Pintores y Escultores

Es representante del paisajismo realista decimonónico.

Pintó entornos naturales, muy pocas veces acompañados de figuras animadas, quizás carros tirados por bueyes, gallinas o algún otro animal doméstico y sólo se aplicó en el retrato en el caso de que fueran familiares o amigos, como el político Sánchez Guerra, Siempre como pintor al agua, no al óleo y en dimensiones no muy grandes.

Su vocación pictórica la desarrollaba en sus expediciones o viajes de descanso que compartió con amigos como Pérez Galdós, y compañeros de veraneos como Santiago Rusiñol, del también socio de la AEPE Ángel Avilés, su profesor técnico y conocedor de los maestros ingleses, que fue un entusiasta de la acuarela, de Sorolla, quien fuera Presidente de la AEPE y le retrató en 1900 y apelaba, en su correspondencia cruzada, a su condición de pintor para que intercediera para promocionar a ciertos protegidos suyos.

En 1896, regala a su esposa un abanico pintado con tres composiciones: dos de paisajes montañeses (el puente de un río y unas casas de una aldea cántabra y la composición central es una estepa castellana, atribuible a Boecillo). Firma un cartel taurino, en 1904, que hace a su cuñado y muy amigo Trifino Gamazo, para su ganadería de El Raso del Portillo.

Distintas acuarelas obra de Antonio Maura

 

El político César de Medina Bocos, le pidió que ilustrara la portada de sus Espigas y racimos, con una vista de Castilla, que publicó en Valladolid en 1915.

El escritor montañés Pereda y Guillermo de Osma tenían obra en su despacho -lo que hoy es el Instituto Valencia de Don Juan-, también Benlliure, así como el fotógrafo Kaulak, Antonio Cánovas del Castillo y Vallejo, a quien regala cuatro acuarelas y quien, en 1916, le pide obra para ser expuesta en el Museo de Arte de Lérida, fundado por Jaime Morera, entregándole una vista de la Sierra de Guadarrama.

En 1920 expuso en el I Salón de Otoño de la Asociación de Pintores y Escultores cinco acuarelas, eso sí, no firmadas para no añadir, al mismo, el pecado, interesándose en la promoción de Juan Espina Capo.

A sus hijos fue entregando sus trabajos, y a otros familiares y allegados, no queriendo comercializarlos nunca.

La última salida con sus pinceles la hizo un domingo (dedicaba este día a pintar) de Santa Lucía, a la finca Canto del Pico en Torrelodones, propiedad de su buen amigo José María de Palacio y Abárzuza, Conde de las Almenas, donde murió en 1925, tras caer por las escaleras del palacete; y allí hizo colocar el conde una placa conmemorativa de tan funesto acontecimiento.

Sus acuarelas estuvieron expuestas en ciertas ocasiones: en febrero de 1941 en una exposición promovida por la Asociación de Escritores y Artistas; en abril de 1944, en Barcelona, por la Agrupación de Acuarelistas de Cataluña, de la que era Presidente Honorario. En 1953 se celebró una exposición organizada por el Ayuntamiento de Palma de Mallorca. Será en Madrid entre el 9 y el 20 de diciembre de 1958 cuando la Galería Velázquez exponga sus acuarelas, promovida por la Institución Cultural Española. En 1963 el presidente de la Asociación de Acuarelistas vascos, Antonio de Echévarri, en el IV Salón Nacional de la Acuarela, organizó otra exposición sobre las acuarelas de Maura, en la que Esteban Calle Iturrino criticó su obra.

De Antonio Maura procede la iniciativa del “descanso dominical” de los obreros de la que gozamos.

Antonio Maura pintando al natural en una imagen publicada por La Esfera, de 1916

 

 

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Manuel Villegas Brieva

Por Mª Dolores Barreda Pérez

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

La  Gaceta de Bellas Artes 1911-1912

Como vimos en el capítulo anterior, el primer cambio de cabecera apareció ya con el número 8, de 15 de enero de 1911, en el que se publicó la lista de los representantes en provincias y extranjero, puesta en conocimiento de la Junta General del pasado mes de diciembre.

También encontramos las necrológicas de los socios José Robles, Cipriano Folgueras y de Isidro Nonell en febrero.

A partir de febrero se imprimía en La Gaceta Administrativa, situada en la calle Leganitos, número 54.

Entre junio y agosto, la redacción y administración de la revista pasó a la calle Serrano, 47, y en noviembre,  la redacción pasó a la sede social de la calle Caños, hoy Caños del Peral, que fue cuando dejó el cargo como Director de la revista Ceferino Palencia, y aunque la Gaceta siguió saliendo normalmente, su nombre desapareció de la cabecera precisamente en noviembre.

No será hasta abril de 1912 cuando oficialmente figuren en la cabecera como director Manuel Villegas, que contaba con la colaboración del periodista Joaquín Llizo.

En la Gaceta número 28 de octubre de 1912, encontramos publicada una carta que firma el maestro Joaquín Sorolla, dirigida a Manuel Villegas, en la que expone que “En la Junta de hoy se ha acordado por unanimidad que la dirección de la Gaceta sea anexa al cargo de Secretario, y así se lo participamos, dándole al mismo tiempo las más expresivas gracias por sus trabajos, el interés y el amor con que ha desempeñado el cargo”…

A lo que Manuel Villegas firma otra carta contestando que “Cuando me encargó la Junta de la dirección de la GACETA hacía yo funciones de Secretario, y cuando presenté la dimisión de mi cargo hice presente también que el número de aquel mes era el último que pensaba dirigir, porque creía que la GACETA debía estar unida a la Secretaria. A ruegos del entonces Presidente, nuestro amigo Chicharro, accedí a continuar hasta que encontrásemos quien se hiciese cargo de ese trabajo; y este verano, la última vez que nos reunimos, recordará usted que ofrecí la dirección al que la quisiese y nadie quiso aceptarla. Cito estos hechos para demostrar lo muy acertado que encuentro el acuerdo actual, por el que felicito a la Directiva. Siento no poder encontrar tan acertado el procedimiento ni felicitarles por la oportunidad. El procedimiento creo que debió ser llamarme a mí a esa sesión de la Junta antes de tomar acuerdo alguno con respecto a la GACETA, sobre todo si, como tengo entendido, se pensaba juzgar mi gestión y tratar de algunas resoluciones tomadas por mi últimamente en beneficio del periódico, pues pienso que no debe ser juzgada la gestión de un compañero sin oírle, aun cuando el juicio fuese tan favorable como me dice usted en su amable carta. Y la falta de oportunidad se manifiesta sólo con leer el artículo con que comienza este número, en que se determinan reformas y se anuncian planes de mejoras materiales para el porvenir, reformas y planes que podrían haberse dejado a la iniciativa de la nueva Dirección. Repito mi felicitación a la nueva Directiva por su unánime y acertado acuerdo, y hago a ustedes presente mi gratitud por las inmerecidos elogios de su carta”….

Publica después la Gaceta una nota bajo el título de “Unas palabras de despedida”, que firma también Manuel Villegas: “Me complazco en rogar a todos los asociados que acepten mis excusas por los retrasos que han sufrido la mayor parte de los números de nuestra GACETA, aun cuando siempre ha sido por causas ajenas a mi voluntad y a pesar de mis esfuerzos para evitarlo. Deseando entregar la GACETA al día, este número comprende la Situación de Caja, la Estafeta de la Asociación y la Gaceta Oficial correspondientes a Octubre y Noviembre. Creo haber prestado un gran servicio a la Asociación y al periódico, consiguiendo que un periodista de la alta inteligencia y exquisita cultura artística del Sr. Candamo, acepte el cargo de Redactor-jefe, a pesar del corto sueldo con que está dotado. Es mi único éxito de director de la GACETA, y espero que si nuestro cultísimo Secretario tiene -como creo- más fortuna que yo, y consigue lo que yo no he conseguido, que se aumente la reducida cantidad que hoy se destina a la GACETA, podrá recompensar mejor este importantísimo servicio y mejorar las condiciones editoriales del periódico, que bien lo necesita. Madrid, 5 de diciembre de 1912”.

MANUEL VILLEGAS BRIEVA

 

VILLEGAS BRIEVA, Manuel  P 1910 (F  )  1871      LERIDA     TOLEDO/MADRID   18.nov.1923

 

Manuel Villegas Brieva nació en Lérida en 1871.

Estudió en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid y en la Escuela de Artes y Oficios.

Consiguió premios y reconocimientos.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1892 obtuvo la Segunda Medalla por la obra titulada “¡A la guerra!”.

Este premio le valió una pensión de la Diputación de Córdoba para estudiar en la Academia Española de Bellas Artes de Roma, bajo la dirección de Francisco Pradilla, de quien fue discípulo.

Allí terminó su formación como artista y llevó a cabo las obras más significativas de su carrera, por las que sería reconocido artísticamente.

Premiado también en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1895.

De vuelta a España, en 1910 firmó como Socio Fundador de la Asociación de Pintores y Escultores y fue nombrado Vicesecretario de la Junta Organizadora, siendo el encargado de la presentación de los Estatutos ante la Junta General del 26 de junio de 1910, ya que había colaborado en su confección.

Siguió de Vicesecretario con la primera Junta y un año más tarde, en 1911, se convirtió en el segundo Director de la Gaceta de Bellas Artes de la Asociación de Pintores y Escultores.

Muy activo en la actividad societaria, formó parte de la comisión para el estudio de la reforma de los Estatutos de las Exposiciones Nacionales de Artes Decorativas, así como de la de estudio de la Cooperativa que intentaba crear la Asociación.

 

 

Las doce en los Altos Hornos y bajo estas líneas, Último sueño de una virgen

 

En 1912 defendió ante la Asamblea General, en la que actuó de Secretario, la necesidad de la Cooperativa y además la creación de un grupo de socios protectores de la institución.

En junio de 1912 dejó la Junta Directiva para dedicarse con mayor profusión a la pintura.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1912 logró la Primera Medalla con unos “panneaux” decorativos de las estaciones.

En 1913 ganó una Primera Medalla en la Exposición Nacional de Artes Decorativas.

Retrato de Manuel Villegas Brieva

 

Preocupado por los beneficios artísticos que reportaba la Asociación, el 17 de enero de 1915 presentó a la Asamblea General de la AEPE un proyecto alternativo al Montepío de artistas, donando obra para el festival benéfico que ese mismo año celebró la entidad para recaudar fondos.

En 1916 formó parte del comité de redacción de reformas de los Estatutos de la Asociación, a la vez que conseguía la Medalla de Oro de la Exposición de Panamá.

Siempre intentando ayudar y aportar su experiencia, en 1917 volvió a presentar a la Asamblea de la AEPE otro proyecto de Montepío para artistas.

En el Primer Congreso Nacional de Bellas Artes de 1918, que organizó la Asociación de Pintores y Escultores, representó a las Escuelas de Artes y Oficios presentando una ponencia, formando además parte del  Comité Ejecutivo del Congreso como uno de los Secretarios que tuvo.

Premio también en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1920.

La guerra

Mujeres del Valle de Ansó

Paisaje

Puerto

 

Participó en el I Salón de Otoño de 1920, donde figuró inscrito como “Villegas Brieva, Manuel; natural de Lérida; reside en Madrid, calle de las Hileras, número 4, y presentó la obra: 757.- “Cartel de la actriz Matilde Moreno (temple), 1,96 x 0,96.

Logró plaza de profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid.

En 1923 expuso en el Círculo de Bellas Artes un conjunto numeroso de cuadros que comprendían su vida de pintor y en los que se pudo ver cómo supo encauzar la expresión técnica y artística de sus obras, dentro de las corrientes del tiempo en que fueron realizadas.

Las críticas de la muestra nos hablan de “una obra digna de admiración de quien ha sabido evolucionar con el tiempo, no quedándose clavado en una época de su vida; del artista, que ha trabajado con sinceridad, poniendo en sus obras todo lo que ha visto, y poniéndolo como ha sabido; del artista que ha trabajado siempre para saber ver más intensamente y para saber expresar cada vez de un modo más adecuado sus visiones del natural”.

Ese mismo año fue nombrado Presidente del Jurado del Concurso Nacional de Grabado de 1923-1924.

En Madrid vivía en la calle Hileras, 4, aunque pasaba largos periodos en la ciudad de Toledo.

Falleció en Madrid, el 18 de noviembre de 1923, y fue enterrado el día 20 de noviembre.

Echadora de cartas

 

Además de cuadros de composición y retrato, se especializó en la figura femenina y en el arte decorativo. De pincelada amplia, la impresión repentina, modelado fácil y espontáneo, sus cuadros dan la impresión de una impaciencia agradable, de un colorido que fusiona la experiencia de la realidad con el ensueño. Sin perder sus cualidades de contemplador de la realidad, persigue fines idealistas, la elevación de la vida cotidiana más allá de los episodios vulgares, de los tipos representativos demasiado al alcance del arte.

Considerado como un tradicionalista acuciado por las modernas normas del color y del espíritu pictóricos, se muestra audaz orientado hacia una más amplia emotividad por medio del exaltados cromatismos.

Algunas de sus obras son “Entrada del puerto de Ribadesella”, “Puente de Cangas de Onís”, “Camarera”, “Castillo de Santa Catalina”, “Muchacha de Monte Mayor”, “Una gitana”, “Una corda”, “Víctimas del mar”, “Mujeres del valle de Ansó”, “Carmencita la gitana”, “La pedrera”, “Irene”, “Un accidente”, “Descanso de la modelo”, “Último sueño de una virgen” o “Las doce en los altos hornos”.

Angelita

 

Banco de sacristía

Bebiendo vino

Dama en el campo

 

Distintas obras de Manuel Villegas

 

 

 

Paula Millán Alosete

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

 

Paula Millán Alosete

 

Autorretrato, 1933

 

MILLAN ALOSETE, Paula   A.P.G.1944     10.mar.1899    MADRID   6.nov.1979  MADRID

 

Paula Millán Alosete nació el 10 de marzo de 1899 en la madrileña calle Atocha, en donde pasó su infancia junto a sus tres hermanas, con lápices y tizas, heredando el arte de su padre, Mariano Millán Velasco, pintor y escultor acreditado, restaurador y dibujante de la Cátedra de Anatomía de la Facultad de Medicina de Madrid.

Paula era completamente sorda, pero supo hacer de esta realidad un problema menor gracias al ambiente cultural en el que creció, rodeada continuamente de estímulos artísticos, acudiendo a la Escuela de Cerámica de La Moncloa, en Madrid, y teniendo por maestro al que fuera socio de la Asociación Española de Pintores y Escultores, Manuel Castro Gil.

Conoció a amigos y contertulios de su padre, muchos de ellos socios de la Asociación Española de Pintores y Escultores, como Cecilio Plá, Bagaria, Xaudaró y otros artistas de principios de siglo.

De la Escuela de Cerámica de La Moncloa pasaría a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en donde aprendió a trabajar con distintas técnicas como la acuarela, óleo, temple, xilografías y entelados para pared.

En 1917 obtuvo premio, previa oposición, en Enseñanza Artísticoindustrial de la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer, como recogió la Correspondencia de España.

En 1920 presentó la obra “Fruta en sazón” al I Salón de Otoño, comenzando así a ser conocida en los círculos artísticos de la época.

En 1924 presentó una portada de libro en la sección de Artes Decorativas de la Exposición Nacional de Bellas Artes.

En 1925 realizó su primera exposición en el salón permanente del Círculo de Bellas Artes, en donde exhibió cincuenta obras, de las cuales treinta eran óleos y el resto temples y acuarelas, como recogió la prensa del momento, que le dedicó un espacio especial, acompañado de una fotografía de la joven artista.

La artista en una fotografía de 1925

 

El Liberal del 6 de diciembre de 1925 incluía un artículo firmado por L.P.B. en el que destaca que es una primera exposición que presenta “un conjunto… digno de interés y estimable, por cuanto permite estudiar las facultades artísticas de la expositora. Hay en su producción escenas de la ciudad y del campo, asuntos y temas de intimidad familiar, algunos retratos y varios apuntes de paisaje… sus notas de paisajes…. donde la artista manifiesta con más espontaneidad, sin prejuicios, sus cualidades de colorista… no dudamos que ha de triunfar en su carrera artística, porque en plena juventud ha significado de un modo brillante reiteradas veces decidida vocación por el arte de la pintura y una laboriosidad digna de encomio”.

Nuevo mundo, 1925

 

La exposición significó un triunfo para Paula Millán, recibiendo además la visita de la Infanta doña Isabel, que felicitó a la artista por la belleza de sus obras.

En 1930 expuso en el Museo de Arte Moderno más de treinta dibujos y acuarelas que incluían desnudos y figuras y revelaron la base sólida recibida en la Real Academia de San Fernando.

El periodista Enrique Estévez-Ortega así lo recogió en La Esfera, en la que elogia los trabajos de Paula Millán, asegurando que “la acuarela carece de secretos para la señorita Millán… en donde se ve una extraordinaria soltura e indudable seguridad en la pincelada… en obras en las que acomete temas no del todo fáciles y con el noble afán de ir venciendo dificultades voluntariamente buscadas… Es una artista que está formándose aún, pero que ya tiene buenas condiciones, y en la que apuntan cualidades notables que hacen razonadamente fundar esperanzas en futuros logros”.

En 1932 participó en el XV Salón de Humoristas celebrado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid organizado por la Unión de Dibujantes Españoles.

Fotografía aparecida en Estampa, en 1936

 

En 1933 ganó la posición como Auxiliar artístico del Real Jardín Botánico de Madrid, plaza que ocupó hasta su jubilación en 1969 y que le permite colaborar con los más destacados botánicos del momento, aportando con sus dibujos y pinturas a mantener el nivel científico de la botánica española.

El Director del Real Jardín Botánico le dedicaría una especie nueva de Marruecos, en agradecimiento por los excelentes dibujos que realizó de la flora endémica española y en otros muchos trabajos.

La estrecha colaboración que mantuvo con Elena Paunero, conservadora del Herbario, dio como fruto la ilustración de artículos que esta última publicaba en los Anales del Instituto Botánico Cavanilles.

En 1936 presentó la obra titulada “En el río” a la Exposición Nacional de Bellas Artes, siendo recogido el hecho en la prensa, destacando lo publicado en Estampa, en donde se dedicó un espacio más que aceptable a las “Pintoras de nuestros días”, en un reportaje en el que se nos mostraba “Quiénes son y cómo viven algunas de las expositoras de la Nacional de Bellas Artes”.

 

 Alegoría de la Eucaristía

Real Jardín Botánico

Fuente de Apolo, aguafuerte

Los Jerónimos, aguafuerte

Puentedeume (La Coruña)

Casa de Campo

 

Se referían a la artista como “Una señorita trabajadora”, asegurando que “Paula Millán Alósete hace una vida como las demás, como las demás mujeres que no son pintoras… Paula hace una vida muy modesta, muy laboriosa”…

Paula compaginó su trabajo en el Botánico con el de profesora de dibujo científico en la Escuela de Estudios Auxiliares de Investigación, dependiente del CSIC, bajo la dirección de Amadeo Tortajada.

Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1941, en la sección de grabado, con varias planchas.

En 1942 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes. En 1947 logró un accésito en el Concurso Nacional de Pintura por la obra titulada “La guarda cuidadosa”.

A la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1945 presentó un bello cartón para tapiz titulado “En el río”.

En la VI Exposición Nacional de Arte Sacro de 1949 obtuvo Medalla de Plata en la sección de Dibujo.

En el XXVI Salón de Otoño de 1954 logró la Tercera Medalla en la sección de Grabado y Dibujo.

En los premios “Ejército” de 1956 consiguió uno de 4.000 pesetas y en 1957 otro del Ayuntamiento de Melilla por la obra “Cabeza de fraile”.

También pudo verse su obra en la I Exposición de Estampas de Navidad, en la modalidad de pintura, donde obtuvo la Medalla de Bronce.

En el XXIX Salón de Otoño de 1957 obtuvo la Primera Medalla de Dibujo y Grabado y en el Concurso Nacional de Bellas Artes de 1960 logró un accésit en la modalidad de grabado por un ex libris.

En el XXXII Salón de Otoño de 1962 consiguió la Tercera Medalla de la sección de Acuarela y entró a formar parte de la Junta Directiva de la Agrupación Española de Artistas Grabadores, quien fundara la entidad en 1923, fuera Presidente de la misma en 1933, y la refundara en 1952, y que fue además Socio de Mérito y Vicesecretario de la AEPE.

Cuantos la conocieron destacaron su bondad, espíritu afable y respetuoso, y la tremenda meticulosidad en lo concerniente a su labor profesional.

Solía trabajar con plumilla y tinta china sobre papeles hechos a mano, con marga de agua, bastante caros y difíciles de conseguir, destacando por su claridad y limpieza las ilustraciones, de trazo fluido y pulso firme.

Sus dibujos presentan un claro estilo anglosajón y en las acuarelas, también muy sobresalientes, queda clara su sólida formación en bellas artes.

Practicó, además, aunque con mucha menor frecuencia, el dibujo a la acuarela y al óleo, pero nunca dispuso de tiempo suficiente para poder llegar a hacer cosas importantes en esta especialidad. Ya jubilada, Paula, seguía trabajando por encargo.

Vivía en la Calle Atocha, 82, de Madrid,  en donde falleció el 6 de noviembre de 1979.

Sus estampas ilustran numerosas publicaciones botánicas con dibujos detallados y minuciosos.

Firmas autógrafas de la artista

 

escultura Mocina leonesa

 

Desnudo

Catedral de Burgos, grabado

Gitana

 

Paula Millán Alosete y la AEPE

Asidua al Salón de Otoño, su participación fue constante y fluida, contando con sus obras en un total de 28 ediciones del certamen, desde su primera edición en 1920 y hasta el año 1969.

Al I Salón de Otoño de 1920 presentó las obras:

481.- Fruta en sazón, óleo

482.- Cabeza de estudio, temple

483.- Cuadro con dibujos a pluma

III Salón de Otoño de 1922:

190.- Antonia, óleo 0,84 x 0,73

191.- Vendimia, óleo 1,02 x 0,84

IV Salón de Otoño de 1923

216.- Los últimos toques, óleo 0,92 x 0,79

V Salón de Otoño de 1924

232.- El té, óleo 0,95 x 1,21

233.- Panó con cuatro apuntes al óleo, 0,62 x 0,80

234.- Panó con cuatro apuntes a pluma, 0,60 x 1,08

VII Salón de Otoño de 1927

353.- Paisaje del Botánico, óleo 0,63 x 0,49

VIII Salón de Otoño de 1928

Tres desnudos femeninos

XI Salón de Otoño de 1931

312.- ¡Clavelitos!, temple 1,40 x 1,10

XVIII Salón de Otoño de 1944

209.- Recolección, temple

XIX Salón de Otoño de 1946

281.- La vuelta del trabajo, óleo

288.- Floreal, óleo

XX Salón de Otoño de 1946

9.- Lilas

XXII Salón de Otoño de 1948

87.- Vendimia

233.- Florista

XXIII Salón de Otoño de 1949

104.- Lagarteranos

10.- Desnudo, grabado

XXIV Salón de Otoño de 1950

49.- Paisaje, aguatinta

50.- La trilla, dibujo a pluma

64.- Desnudo, aguafuerte

66.- Virgen con el niño, aguafuerte

150.- Puesto de botijos, óleo

XXV Salón de Otoño de 1952

199.- El músico, óleo

447.- Estudio botánico

529.- Acueducto de Segovia, acuarela

550.- Catedral de Burgo de Osma, aguafuerte

551.- Procesión de Ntra. Sra. Del Carmen, dibujo

XXVI Salón de Otoño de 1954

93.- Retrato de mi madre, óleo

192.- Río Aye (Guinea), grabado

XXVII Salón de Otoño de 1955

98.- Patio de Cortiguera (Santander), acuarela

170.- Apunte, dibujo

XXVIII Salón de Otoño de 1957

45.- Jardín Botánico

XXIX Salón de Otoño de 1957

29.- San Pedro el Viejo, Madrid, óleo

51.- Bailarina, lápiz

55.- El responso, aguafuerte

431.- Desnudo, acuarela

XXX Salón de Otoño de 1959

154.- Florista

XXXI Salón de Otoño de 1960

61.- Casa de Campo, óleo

XXXII Salón de Otoño de 1961

55.- Patio de Mallorca, óleo

91.- La creación, arte decorativo

XXXIII Salón de Otoño de 1962

243.- Pescadora

XXXIV Salón de Otoño de 1963

223.- Patio de los Cipreses (Granada), óleo

XXXV Salón de Otoño de 1964

283.- Campesinas alavesas, óleo

XXXVI Salón de Otoño de 1965

173.- Puentedeume, óleo

XXXVII Salón de Otoño de 1966

343.- Gente en la playa

XXXVIII Salón de Otoño de 1967

372.- Albarracín

XXXIX Salón de Otoño de 1968

86.- Fiesta en Vigo

XL Salón de Otoño de 1969

229.- La Alhambra

 

imágenes del Archivo Moreno

Retrato de una mujer

Retrato de Domingo González-Regueral y Álvarez Arena

Retrato de un hombre

Mujer con cesto de flores

 

Desnudo femenino

Figura de mujer

Desnudo

 

Sin Titulo

Allium

 

Leyenda,  del Archivo Moreno

Dos mujeres en la mesa, del Archivo Moreno

 

 

Mujeres tomando café, del Archivo Moreno

Consagración de un obispo, del Archivo Moreno

Catedral de Burgo de Osma, aguafuerte

 

En el mercado

Desnudo

Lilas

Niño dormido

Retrato de mujer

 

Recordando… La Tertulia del Café de Pombo

Por Mª Dolores Barreda Pérez

Obras, artistas, socios, pequeñas historias…

 

La Tertulia del Café de Pombo

José Gutiérrez Solana

1920. Óleo sobre lienzo. 161,5 x 211,5 cm

 

Hace unos años el Museo Reina Sofía lanzó un espacio web que permite explorar obras de su Colección con un zoom de gran definición con el que analizar trabajos de algunos artistas, como el famoso cuadro por todos conocido, del que fuera socio de la AEPE, José Gutiérrez Solana, titulado “La Tertulia del Café de Pombo”.

A raíz de esta información básica, realizo distintas búsquedas básicas de esa obra en la red y compruebo, que en ningún medio escrito aparece que el cuadro se presentó en el I Salón de Otoño que organiza la Asociación de Pintores y Escultores, celebrado en octubre de 1920, al que concurrió el socio José Gutiérrez Solana, inscrito así como natural de Madrid, donde reside, en la calle de Santa Feliciana número 5.

A este I Salón de Otoño presentó Gutiérrez Solana las obras 363- “La guerra” (1,30 x 1,16), 364- “Las peinadoras” (165 x 1,35), 365- “Los clowns” (1,20 x 1,16) y 366- “La tertulia del Café de Pombo” (1,85 x 2,35). En el catálogo editado con tal motivo, aparece una reproducción de la obra en blanco y negro.

En la prensa de la época encontramos algunas reseñas a la obra, como la aparecida en la revista Cosmópolis de diciembre de 1920, en la que Ballesteros de Martos firmaba un largo artículo en el que incluía lo siguiente: “Las tres notas salientes del Salón de Otoño las constituyen los envíos de Daniel Vázquez Díaz, Gutiérrez-Solana y Gustavo de Maeztu. Los tres artistas representan el único anhelo de independencia moral e intelectual que allí puede verse…. “La tertulia del Café de Pombo”, que por sus pretensiones podría ser una obra maestra, no prueba más que la impotencia técnica y la parvedad intelectiva del pintor. Ni son retratos, ni son interpretaciones más o menos personales de las psicologías de los personajes, ni hay en el cuadro nada que revele el sentimiento artístico. Es vulgar de composición y mísero de medios expresivos. Los personajes parecen muñecos de trapo inexpresivos que están esperando la mano experta del ventrílocuo para que los anime y los saque de su hieratismo un poco grotesco”.

En La Ilustración española y americana del 8 de diciembre de 1920, Ramón Rivas y Llanos se expresaba así: “Si Gutiérrez Solana hubiera nacido sesenta años antes hubiera vivido en la época del asfalto y sería un gran consumidor de este color, hoy proscripto… Sus cuatro cuadros «La guerra», «Las peinadoras», «Los clowns» y «La tertulia del café de Pombo» son oscuros lodos y sucios de color. El caso de este artista es verdaderamente curioso. Temperamento de pintor, fue víctima de predicaciones literarias que tuercen su camino lanzándole por una vía que no es la de pintura, y sin orientación fija va perdiendo sus cualidades. Es un ejemplo de retroceso lamentable. El Sr. Solana no se ha percatado que sin luz y, por consiguiente, sin color, no hay cuadro. Los que le metieron en las andanzas extraviadas en que se encuentra no estaban sin duda al tanto del movimiento pictórico actual, aun cuando lo estuvieran del literario, y así le ha salido a este artista, que pretende hacer literatura con los pinceles, y !a pintura no es literatura, es otra cosa”….

Y en La Esfera del 20 de noviembre de 1920, Silvio Lago expresaba: “Ante todo se destacan los envíos de Daniel Vázquez Díaz y de Gutiérrez Solana. “El cartujo”, de Vázquez Díaz, y “Las peinadoras”, de Solana, tan distintos de concepto y de finalidad, tan alejados de inquietud sentimental, son las sendas obras que mejor les definen a cada uno. Luego hay –en ellos siempre- los aciertos del apunte de la “Cabeza de Unamuno” y del espejo superior en “La tertulia del Café de Pombo”….

Pero más allá de todo esto, recordamos que el Café y botillería Pombo era un antiguo establecimiento que abrió sus puertas a principios del siglo XIX y estaba situado en la Calle Carretas número 4 de Madrid, junto a la Puerta del Sol, una calle que por entonces estaba repleta de librerías y tiendas ortopédicas.

En el siglo XIX y hasta la Guerra Civil, los cafés eran instituciones fundamentales en la vida cultural de Madrid y de otras ciudades españolas, por las tertulias que en ellos se realizaban.

Muchos autores hablaban ya en el siglo XIX de la botillería Pombo, la más antigua de Madrid, un local modesto conocido por su leche merengada y por el sorbete de arroz que servía, pese a que algunos platos elaborados con arroz producían diarreas, por lo que era apodado graciosamente en Madrid como «el café de los cagones».

En 1915 Ramón Gómez de la Serna decidió abrir en el local su tertulia literaria de los sábados por la noche, que bautizó como “La sagrada cripta del Pombo”, con el permiso de Eduardo Lamela, dueño del local, y atrajo allí a intelectuales y artistas que se reunían hasta la una de la madrugada.

El local, que tenía una doble entrada abierta a un gran salón, que daba paso a cinco salas y acceso a los sótanos donde se reuniría la tertulia, era de techo bajo, casi angustioso, y decoración modesta, cuya única fuente de calor eran las lámparas de gas, aunque disponía de espejos, dos grandes relojes, servicio de limpiabotas y mesas rectangulares de mármol para cuatro personas.

En 1920 José Gutiérrez Solana, tomando como modelo una fotografía de Alfonso Sánchez Portela, hijo del fotógrafo Alfonso, pintó el cuadro titulado “La tertulia del café Pombo”, que presentó en el I Salón de Otoño de la Asociación de Pintores y Escultores, celebrado en el Palacio de Exposiciones del Retiro, que se inauguró el 15 de octubre de 1920.

Después, el cuadro pasó al Café de Pombo, donde presidió la “cripta” hasta el año 1937.

En el lienzo están retratados algunos de los integrantes habituales de la tertulia: Tomás Borras, periodista, comediógrafo, novelista y autor de cuentos, Manuel Abril, escritor, periodista y crítico de arte, José Bergamín, poeta, crítico, ensayista y autor teatral, Ramón Gómez de la Serna, anfitrión, Mauricio Bacarisse, poeta, novelista y ensayista, José Gutiérrez, pintor y autor literario, Pedro Emilio Coll, escritor venezolano, Salvador Bartolozzi, pintor y dibujante y José Cabrero Mons, pintor.

La mesa de reunión de la tertulia se conserva en el Museo Nacional del Romanticismo de Madrid.

La tertulia se mantuvo hasta el año 1936, en los inicios de la guerra civil española, y el local sobrevivió hasta el año 1942, en que cerró sus puertas para siempre.

El óleo sobre lienzo de Gutiérrez Solana fue un regalo del pintor a Ramón Gómez de la Serna, quien en 1947 lo donó al Estado español, quedando expuesto en el Museo Español de Arte Contemporáneo, hasta su traslado al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Café Pombo ,en la calle Carretas nº 4, cerca de la esquina con Sol

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes de la AEPE: Ceferino Palencia Álvarez Tubau

Por Mª Dolores Barreda Pérez

Los Directores de la Gaceta de Bellas Artes

de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

La  Gaceta de Bellas Artes 1910-1911

Como hemos visto, el primer número salió bajo la dirección de Ceferino Palencia Tubau en calidad de Redactor-Jefe, pero ascendido a Director antes del segundo número, sin dejar de ser Redactor-Jefe.

El coste del primer número, en julio de 1910, fue de 160 pesetas, que se rebajaron a cien pesetas para el número de diciembre de 1910, a 85 pesetas en enero y a 75 pesetas en febrero, al parecer mediante una especie de contrato con la casa impresora.

También se bajó el sueldo al Director en enero de 1911, de 100 a 79 pesetas.

Se imprimía en «La Editora», situada en la calle de San Bernardo, número 19 de Madrid, vendiéndose por suscripción, a razón de 1,50 pts. al semestre, y de 2,50 pesetas la anualidad.

En febrero de 1911 se imprimía en «La Gaceta Administrativa», en la calle de Leganitos, número 54, estando la redacción en junio de 1911, en la calle de Serrano, número 47.

La nueva revista tenía como objetivos los que marcaban los Estatutos, pero también unas limitaciones que como ya hemos visto, quedaban expuestas de forma clara en el primer número, “no ocuparse en elogio ni en censura de ninguna obra de los asociados para evitar apasionamientos”.

La Gaceta recogió los Reglamentos de Exposiciones Nacionales, los de la Internacional de Roma, Congresos Artísticos Internacionales etc.

El primer número daba cumplida cuenta de la fundación de la Asociación de Pintores y Escultores, publicándose los estatutos reglamentarios y el listado alfabético de los socios fundadores y de los socios de número, donde se podían ver los nombres de los más ilustres y afamados artistas de la España del momento.

Figuraba también un extracto de los acuerdos de la “Gaceta de Madrid”, relativos a reglamentos de Exposiciones Nacionales, oposiciones y nombramientos oficiales, noticias generales de arte en España y de todo el mundo, que hoy en día constituyen una referencia indispensable para los investigadores de la historia del arte, la venta de cuadros en los principales países del mundo, una relación de concursos nacionales e internacionales,  exposiciones abiertas en España y en el extranjero, una sección de los libros y publicaciones de interés para los artistas, e incluso extensos artículos sobre las técnicas pictóricas más tradicionales que debía conocer todo artista.

En algunos números, historias en capítulos sobre el Arte Industrial de los tejidos, e importantes artículos como “Derechos de propiedad”, que ya eran fuente de preocupación e interés en la Asociación de Pintores y Escultores, el “Discurso de Adolfo Apolloni” leído ante la lápida conmemorativa de Mariano Fortuny, el robo de la “Gioconda” de Vinci, el Robo de la “Santa Ana” en el Prado o una primera comparativa entre la “Gioconda” de Madrid y la del Louvre.

Figuraban en los primeros números ya algunos anuncios locales e importantes internacionales de Londres, Bruselas, Dusseldorf y París.

A partir del número 5 se incluía un listado de modelos dividido en tres categorías: mujeres, hombres y niños.

También incluía interesantes artículos de opinión como el titulado “A propósito de la creación de un Museo de Artes Decorativas”, que firmaba Rafael Doménech y en el que se pedía la apertura de este museo específico y necesario para el patrimonio nacional. O sobre la nueva Escuela de Cerámica en un artículo de Francisco Alcántara, el que fuera su director y también socio de la AEPE.

Y por supuesto, información societaria de interés general, como actas de las Juntas generales o como la Memoria de gestión que en el número 6, correspondiente a diciembre de 1910, firma el Vicesecretario de la entidad.

El primer cambio de cabecera tuvo lugar con el número 8, del 15 de enero de 1911, año 1.

Ceferino Palencia fue el responsable de los quince primeros números de la revista, que incluía como dirección de la Administración la calle Ayala, número 26.

Entre junio y agosto, la redacción y administración de la revista pasó a calle Serrano núm. 47, lo que nos hace pensar que Ceferino Palencia, ante los cambios del local de oficinas, decidió trasladar la redacción a su casa.

En noviembre la redacción pasó a la sede social de calle Caños, hoy Caños del Peral, momento en el que dejó el cargo como Director de la revista, pues lo cierto es que, aunque la Gaceta siguió saliendo normalmente, el nombre de Ceferino Palencia desapareció de la cabecera precisamente en noviembre de 1911.

 

CEFERINO PALENCIA ALVAREZ TUBAU

 

 

Pintor, aguafuertista, historiador, crítico de arte, escritor, dramaturgo, ensayista y político madrileño nacido en 1882.

Era hijo del popular dramaturgo y empresario teatral español Ceferino Palencia (1859-Madrid 1928), nacido en Fuente de Pedro Naharro, provincia de Cuenca (al igual que el actual Vicepresidente de la entidad, Juan Manuel López Reina) y de la gran actriz María Tubau (Madrid, 1854- Madrid, 1914), cuyo nombre artístico teatral era María Álvarez Tubau, y que más tarde adoptaría como pseudónimo su hijo Ceferino, así como su hermano, el diplomático Julio.

La actriz María Tubau, madre de Ceferino

Ceferino Palencia, padre del director

 

Ceferino Palencia Álvarez Tubau estudió el bachiller en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid y derecho en la Universidad Central de Madrid. Una vez terminados sus estudios desempeñó diversos cargos públicos en la Segunda República: fiscal; juez del distrito de Buenavista; Gobernador de las provincias de Almería, Guadalajara, Teruel y Zamora; embajador de España en los Países Bálticos.

Como hombre público, ejerció su compromiso social, que desarrolló desde una inicial postura republicana, llegando a estar algún tiempo exiliado en Francia, en incluso encarcelado, durante la dictadura de Primo de Rivera y hasta su adscripción al PSOE.

Su relación con el mundo de la pintura se debe a su amistad con el fundador de la Asociación de Pintores y Escultores, Eduardo Chicharro, con quien estudió arte, coincidiendo ambos con el pintor mexicano Diego Rivera, afincado en España en esa época.

Se casó el 6 de julio de 1909 con la escritora, actriz y diplomática Isabel Oyarzábal, a quien conoció mientras ésta trabajaba como actriz teatral en la compañía de María Tubau y Ceferino Palencia con el sobrenombre de Isabel Aranguren.

El matrimonio tuvo dos hijos: Ceferino (1910) a quien todos llamaban Cefito y María Isabel, conocida como Marisa (1914) y pasó por varias crisis surgidas por la debilidad que al parecer sentía Ceferino por las faldas femeninas, y se trasladaba continuamente de residencia por motivos laborales; así, llegarían a vivir en Suecia, Finlandia, París, Nueva York…

Con su mujer escribió alguna obra como “El arte en la cocina y la cocina en el arte”.

Ceferino en una fotografía de 1938

 

Como pintor, realizó algunas exposiciones y se presentó a distintos certámenes nacionales. Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1915, logrando la Tercera Medalla, Medalla de Bronce en la Internacional de Panamá y Tercera Medalla en la Nacional de 1924 en grabado y obtuvo el Premio Nacional de Pintura, en 1920 y el Premio Nacional de Grabado en 1924.

Ceferino Palencia caricaturizado por Tovar, 1921

 

Socio fundador (número 126) de la Asociación Española de Pintores y Escultores.

Presentó tres obras al III Salón de Otoño de 1922, en donde figuró inscrito como “Palencia y A. Tubau, Ceferino; natural de Madrid; reside en Villamagna, 2 cuadruplicado”: 221.- “Japoneses”, óleo, 0,66 x 0,80; 222.- “Servicio de té”, óleo, 0,66 x 0,80 y 223.- “Flores”, óleo, 0,57 x 0,53.

Naipes

 

Pierrot y Pierette

 

Paisaje, obra de Ceferino en una tarjeta postal

 

En el campo de la literatura también obtuvo grandes reconocimientos, como el Premio Nacional de Literatura, en 1930, estando entre sus obras más conocidas, una adaptación al teatro de El fantasma de Canterville, de Oscar Wilde, alguna comedia y una monografía sobre Leonardo Alenza.

Realizó críticas de arte para La Época, El Debate, La Tribuna, La Jornada y otros diarios y pronunció variadas conferencias de tema artístico.

Ocupó importantes cargos en instituciones artísticas y educativas de gran prestigio a nivel internacional. En 1939 fue secretario del Museo de Arte Moderno de Madrid.

Durante la Guerra Civil Española se exilió como refugiado a México, de donde más tarde, en 1942, obtuvo la nacionalidad.

Ceferino y su esposa en México

 

Durante su estancia en el país sudamericano, ejerció de profesor de historia del arte en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM y en la Esmeralda del INBA.

El Director fotografiado en México

 

Cabe destacar, que además de ejercer como docente, realizaba algunas traducciones. También fue Vicepresidente del Ateneo Español de México.

Por otro lado, durante su estancia fuera de España, fue un asiduo colaborador de las revistas Las Españas y Novedades durante más de 30 años.  Además, participó en la creación del suplemento México en la Cultura.

Ceferino Palencia, Isabel, Elisa Morales y Bernardo Giner de los Ríos 27 de Enero, 1958, México

 

Publicó también libros especializados en historia del arte, y monografías sobre Pablo Ruiz Picasso, Leonardo Alenza o Rufino Tamayo (El Arte de Tamayo, Picasso y El Arte Contemporáneo en México), entre otras muchas publicaciones.

Falleció en México en 1963, a la edad de 80 años.

La familia Palencia Oyarzábal en la embajada de España en Suecia en 1938: Marissa, Cefito Palencia Oyarzábal, sentada la autora y Ceferino Palencia Álvarez-Tubau

 

Julia Alcayde de Montoya

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

LAS PRIMERAS ARTISTAS DE LA

ASOCIACION ESPAÑOLA DE PINTORES Y ESCULTORES

Desde su fundación en 1910, y después de haber tratado en anteriores números a las Socias Fundadoras de la entidad, y las participantes en el primer Salón de Otoño, vamos a ir recuperando de la memoria colectiva, el nombre de las primeras socias que vinieron a formar parte de la Asociación de Pintores y Escultores.

Julia Alcayde de Montoya

Autorretrato al pastel

 

ALCAIDE DE MONTOYA, Julia  P   <1920    GIJON   MADRID

 

Julia Alcayde Montoya nació el 22 de mayo de 1855 en Gijón. Era la menor de los tres hijos del matrimonio formado por Manuel Alcayde, militar profesional que llegó a General, y por Julia Montoya.

Siendo muy niña, la familia se trasladó a vivir a la capital, donde desarrolló toda su vida personal y profesional, si bien no perdió nunca el contacto con su tierra natal, regresando a Asturias siempre que le era posible.

En su juventud se sintió atraída por la poesía, logrando a lo largo de su vida conocer y tratar a famosos poetas como Zorrilla, Antonio F. Grilo o el pintor y periodista Octavio Picón, que además le dedicaron versos.

Su hermano Fermín, gran dibujante y pintor en horas de asueto, le inculcó la afición a la pintura y le enseñó los fundamentos técnicos del arte pictórico, aunque como su padre, era también militar y llegó a general como él. Gran amante de la pintura, dejó grandes cuadros que confirmaban su talento, dirigiendo la primera formación artística de Julia, que continuaría de forma autodidacta.

Su habilidad como dibujante hizo que ganara el primer premio del concurso de pintura que organizó el periódico “El Noroeste” de Gijón, lo que la llevó a frecuentar el estudio de Manuel Ramírez, que por entonces dirigía la Escuela de Artes y Oficios de Madrid.

Paisaje

 

Racimo de uvas

 

Gladiolos

Flores

 

Animada por su profesor, comenzó a presentarse a las exposiciones nacionales a partir de 1885, siendo la primera pintora asturiana en presentarse a las mismas y concurriendo desde entonces de forma regular y asidua a las mismas, así como a certámenes y muestras de arte.

Su desahogada posición económica hizo que pudiera dedicarse por entero a la pintura, siendo con Sebastián Cessa con quien se especializaría con el tiempo en los bodegones que marcarían su carrera en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1890, la reina María Cristina le compró un cuadro titulado Frutas.

En la Exposición Internacional de 1892 lograría la Medalla de Tercera Clase.

En 1893 participó en la Exposición Internacional de Chicago.

Fue la única mujer seleccionada para participar en la Exposición Internacional de Viena de 1894.

En la Exposición de 1895 conseguiría la Medalla de Tercera Clase.

En 1897, en la Exposición Nacional de Bellas Artes competiría con un jovencísimo Pablo Ruiz Picasso, que por aquel entonces tenía sólo 16 años, y cuya obra, Ciencia y caridad, obtuvo una Mención de Honor.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1899 obtuvo la Segunda Medalla.

En 1903 participó en la exposición del Círculo de Bellas Artes, consiguiendo la Primera Medalla, siendo la primera mujer en obtenerla en una institución que posteriormente la declararía “Socio de Honor”.

Julia con algunos familiares en 1905

 

En 1907 se presentó a las Exposiciones de Bellas Artes de Berlín y Múnich, donde logró un éxito notable, hasta el punto de que algunos museos de estas ciudades adquirieron obras suyas

Participó en la Exposición Internacional de Bruselas de 1910, en la Internacional de Buenos Aires de ese mismo año y en la de Roma de 1911.

En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1912 lograría también la Segunda Medalla.

Julia Alcaide votando en la Exposición Nacional de BBAA de 1912

 

En 1913 participó en la Exposición Internacional de Munich.

Participó en el Salón de Otoño de 1920, 1932 y 1933, y en el Salón de Pintura de Artistas Femeninas, celebrado en 1929.

Julia Alcayde llevó siempre una vida sencilla dedicada a la pintura.

Su última exposición tuvo lugar en 1935, cuando contaba ya con 80 años, a partir de la cual se retiró de la vida artística y social.

Su estado de salud comenzó a resentirse, y la profunda sordera que padecía la obligaron a permanecer en casa, ya que se veía obligaba a comunicarse por signos, pero esa sordera no impidió que dejara de pintar ni de exponer.

Permaneció soltera toda su vida y murió sin herederos el 18 de febrero de 1935 en su domicilio de la madrileña calle Columela, 10, perpendicular a la calle de Alcalá, frente al Parque del Retiro.

De ella escribió el poeta Antonio F. Grilo en la dedicatoria de su libro Ideales: “A la más bella y espiritual de las mujeres; a la Reyna de las artistas españolas, al pincel más inspirado de las frutas y de las flores; a mi niña mimada Julia Alcayde”.

A lo largo de su vida profesional recibió comentarios muy laudatorios por parte de la crítica aparecidos en prestigiosas revistas de la época como el Blanco y Negro, La Ilustración Española y Americana, ABC, El Sol, la revista Asturias, El Noroeste de Gijón, y en otros muchos periódicos y revistas.

El puesto de mi calle

Flores

Julia Alcayde está considerada como una de las mejores pintoras españolas de finales del siglo XIX y principios del XX, destacando por sus bodegones y escenas de caza, si bien también trabajó el paisaje con gran maestría, la escena costumbrista y el retrato.

Las composiciones de floreros y bodegones con los que se granjeó un sólido prestigio, la situaban a la altura de bodegonistas como Zurbarán, Gessa, Nonel o Juan Gris.

Su obra se enmarca en una reproducción fiel de la naturaleza y sus connotaciones climatológicas que se convirtieron en el sello diferenciador de la pintura asturiana de finales del siglo XIX.

Frutas. Museo del Prado

 

Es una de las primeras artistas asturianas de relieve y una de las máximas representantes del bodegón burgués.

Trabajó diversas técnicas: óleo, acuarela, cera, pastel y dibujo a lápiz, siempre dentro de una cierta unidad de estilo.

En su larga vida le tocó convivir con una constante sucesión de movimientos de vanguardia, desde el fauvismo al expresionismo, y, aunque en su etapa final se aprecia una cierta evolución técnica, en forma de una pincelada más suelta y atrevida, no se dejó influir decisivamente por ninguno de los movimientos artísticos de su tiempo.

Su obra se encuentra en museos como el del Prado, la Casa Museo de Jovellanos, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, en el Museo de Zurich y en el de Berna, en infinidad de instituciones públicas y numerosas colecciones particulares de España, Munich, Berlín, Berna, Zurich, Chicago, Buenos Aires o Suiza.

Naturaleza muerta. Museo de Cataluña 

Retrato de dama

 

Algunos de sus cuadros más significativos son: Bodegón de caza (1897), El puesto de mi calle (1899), Autorretrato (1903), Bodegón de uvas, Bodegón de fruta (1897), Ermita de San Saturio, Rincón de Carabanchel, Señora con mantilla, Retrato en azulFrutas, 1890 y, en cuanto a dibujos, El niño de la carretilla y Viejo molino, entre otros.

Estudio de flores

Gitana con pañuelo

 

Julia Alcayde y la AEPE

Al I Salón de Otoño de 1920 concurrió inscrita como Julia Alcayde, natural de Gijón, reside en Madrid, Calle Columela, 10, y presentó las obras

11.- En el campo, óleo, 1,47 x 1,23

12.- Bodegón, óleo, 0,99 x 0,74

13.- Higos, óleo, 0,72 x 0,65

Al XII Salón de Otoño de 1932 presentó una única obra:

126.- Primavera, óleo, 1,24 x 1,50

Al XIII Salón de Otoño de 1933 concurrió con la obra

295.- Bodegón

 

Naturaleza muerta

Retrato de joven con manto amarillo 

Obra presentada al I Salón de Otoño

 

Esquela aparecida en el diario ABC

 

Medalla conmemorativa de Julia Alcayde de artista desconocido

 

Retrato 

Retrato

 

Firma autógrafa de Julia Alcayde

 

 

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