Recuerdo del 75 aniversario del fallecimiento de Eduardo Chicharro

Importante acuerdo de la Junta Directiva

La Junta Directiva de la Asociación Española de Pintores y Escultores, a propuesta de su Presidente, José Gabriel Astudillo López, acaba de adoptar el acuerdo de llevar a cabo un recuerdo y conmemoración permanente a lo largo del año 2024, del 75 aniversario del fallecimiento de Eduardo Chicharro y Agüera, quien fuera Fundador y Presidente de la centenaria entidad.

Pese a que no se espera la realización de actos específicos con dicho motivo, se ha acordado incluir de forma permanente en las comunicaciones que mantiene la AEPE, una pequeña imagen, que es la que publicamos, que a modo de eslogan, figure como pie de firma y venga a recordar este importante hecho para la AEPE, que nos honra como institución artística de primer orden.

Las Medallas de la AEPE: Eduardo Chicharro

Por Mª Dolores Barreda Pérez

 

      Después de ver cómo y cuándo nació la Medalla de la Asociación de Pintores y Escultores, vamos a seguir conociendo más acerca de su creador y en qué galardones se otorga actualmente, con sus correspondientes denominaciones.

 

Medalla Eduardo Chicharro

del Salón de Otoño

 

En 1962 se creó la Medalla Eduardo Chicharro y se nombró un jurado especial para ella, ya que esta medalla tenía reglamentación propia, cuya documentación no ha podido encontrarse, si bien conocemos estos datos por notas sueltas. Esta distinción se adjudicaba entre los poseedores de una Primera Medalla, bien fuera en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes o en los Salones de Otoño.

En la Asamblea General Extraordinaria celebrada en la Asociación de Pintores y Escultores el 28 de junio de 1963, se presentó y admitió la propuesta de que quienes optasen a la “Medalla Eduardo Chicharro” tuvieran derecho a presentar más obras que aquellos que optaban a premios menores, en forma parecida a como bastantes años atrás se hacía ya con quienes eran Socios de Mérito o Socios de Honor, con el doble fin de homenajear a esos artistas y mantener así un alto nivel de calidad en el Salón de Otoño.

En 1966 se propuso que los galardonados con la “Medalla Eduardo Chicharro” pudieran optar al “Premio Princesa Sofía”, creado dos años antes, y que inicialmente se reservaba como premio especial para las Primeras Medallas de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes.

No fue hasta 1972 cuando la AEPE propuso al Ayuntamiento de Madrid que la “Medalla Eduardo Chicharro” y la “Medalla Mateo Inurria” tuvieran una asignación económica, dotando a cada una con 25.000 pesetas que fueron aumentando o disminuyendo con el pasar del tiempo, dependiendo siempre del presupuesto asignado.

Con el cambio de milenio, la dotación económica del Ayuntamiento de Madrid fue retirada y pese a las múltiples peticiones realizadas en este sentido, no ha sido escuchada la reclamación que la AEPE viene haciendo desde hace tantos años.

Autorretrato

 

Eduardo Chicharro Agüera

CHICHARRO AGUERAS, Eduardo    P   1910(F )   17.jun.1873  MADRID   MADRID   24.may.1949

 

Fundador de la AEPE

Presidente de la AEPE

Director General de Bellas Artes

Director de la Academia de España en Roma

Director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

 

La carrera artística de Eduardo Chicharro se desarrolló con extraordinaria brillantez, siendo quizás el artista más galardonado de su tiempo, desde sus inicios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando hasta en los distintos certámenes nacionales e internacionales en los que participó.

Pese al éxito que el pintor disfrutó en vida, los historiadores del arte del siglo XX español lo han olvidado deliberadamente, por no formar parte de las corrientes de vanguardia.

Lo olvidan también intencionadamente, y le roban así su mérito y gloria propias, cuando en su biografía apuntan primero, y como hecho más destacado de su vida, el ser el progenitor del poeta Eduardo Chicharro Briones, a quien por supuesto, no se le niega su importancia, pero que gana siempre a costa de empequeñecer la figura de su padre.

Eduardo Chicharro fue un pintor “fin de siglo”, como la gran mayoría de los artistas que fundaron la Asociación Española de Pintores y Escultores y en los que encajan diversas corrientes artísticas como la denominada generación del 98, el realismo social, el simbolismo… Sensibilidades que no tienen por qué ser opuestas, excluyentes o contradictorias, pero en ningún caso se puede menoscabar la importancia de estos artistas, que no encuentran hueco en el Museo del Prado, ni en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía…

Un hueco merecido por ser grandes pintores y maestros reconocidos pero que por no tener obra en estos grandes museos, vagan en el limbo del olvido y la ignorancia.

Autorretrato, presentada al XXV Salón de Otoño

 

Eduardo Chicharro y Agüera nació en Madrid, en la Corredera Alta de San Pablo, el 17 de junio de 1873. Era hijo de Hijo del vidriero y decorador Eduardo Chicharro Serrano, fallecido prematuramente en 1875, y de la pintora santanderina Adela Agüera y Venero, que ya participara en las exposiciones del Círculo de Bellas Artes de Madrid de 1893 y 1897, y en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1899, a la que presentó la obra titulada “Un rincón de Asturias”.

Autorretrato, 1920

 

En este ambiente artístico, Eduardo fue educado con una exigente formación artística. Su madre le recordaba que su padre era artesano y un gran vidriero, y pese a que falleció cuando él solo contaba con dos años, su recuerdo seguía vivo en la pasión por el arte que compartía también con su madre, que buscó como primeros profesores para el infante a Antonio Eusebi, grabador, y al pintor Raimundo Mateos.

El más conocido Autorretrato del artista

 

Cuando se matriculó como alumno en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, ya había recibido su primera instrucción en la Escuela de Artes y Oficios de la misma ciudad.

En medio de una época de cambios continuos y fluir artístico, Chicharro supo aunar sus conocimientos con todo lo novedoso del momento, si bien su postura se basaba en la disciplina, el trabajo duro, una gran tenacidad, una singular laboriosidad y una extraordinaria fe en su propio arte.

Eduardo Chicharro, obra de Ramón Casas

 

Además, su madre le inscribió en las clases de Dibujo Lineal, de Adorno y de Figura que se impartían en el Centro de Fomento de las Artes. Comenzó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios y en el taller de Manuel Domínguez, y allí coincidió con Marceliano Santa María, socio fundador también de la AEPE,  estableciendo con él una gran amistad que se mantuvo de por vida. Con quince años, ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes, la actual Academia de San Fernando, donde destacó rápidamente.

Adela Agüera y Venero, madre del artista

 

Fue en ella donde recibió clases de Carlos de Haes en Paisaje, que le impresionó fuertemente por su manera de innovar en la pintura, de Alejo Vera en Dibujo del Natural, de Dióscoro Teófilo de la Puebla, de Colorido, quien al corregirle le decía: “Para poner colores como usted los pone, mejor están en la paleta”, de Luis de Madrazo, de Jaime Morera y de José Moreno Carbonero.

Allí obtuvo muchos premios y diplomas, como el premio metálico de Colorido y Composición de 1896 (cuando tenía 23 años) que ya le daba derecho al título de profesor de dibujo.

Entre tanto, se presentó a varias de las convocatorias de Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, consiguiendo una Mención de Honor en la de 1896 y la Segunda Medalla en la de 1898.

Viajó por esas fechas a Granada e instaló un pequeño taller en los mismos Palacios Nazaríes.

Los modelos

 

Tras esta experiencia estudió en el taller de Sorolla, que consideró a Chicharro como uno de sus mejores y más brillantes discípulos.

En 1900 viaja a Italia tras obtener el primer puesto y la beca de la Academia. Allí coincidió con Manuel Benedito y con Fernando Álvarez de Sotomayor, constituyendo entre los tres la generación más brillante de pensionados de la era alfonsina.

Chicharro aprovechó la beca para viajar a Cerdeña, mientras sus compañeros eligieron el norte de Francia, Bélgica y Holanda. Roma significó el definitivo abandono de sus incipientes preocupaciones realistas en pos de una visión ensoñada de los viejos mitos literarios, que plasmó en sus lienzos con una estética que osciló desde la inicial influencia de Sorolla hasta un mayor apego a la simplificación del dibujo y a una ejecución en la que también pesa, paradójicamente, el ejemplo de Zuloaga.

Dama

 

Estos viajes le van a permitir completar su estilo sólido y estructurado, basado en una brillante composición y en un profundo conocimiento del color.

Durante varios años viajó por toda Europa, regresando a Madrid, debido a su delicado y prematuro estado de salud, convirtiéndose en uno de los protagonistas esenciales de la vida artística madrileña.

En 1904 consiguió la Primera Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes con “Los amores de Armida y Reinaldo”. A partir de entonces ya es considerado un maestro joven. En adelante se dedica a pintar escenas costumbristas del Madrid de la época, lo que se ha venido llamando “madrileñismo”, tendencia a la que recurren la mayoría de los pintores del momento.

Capilla de Nuestra Señora de la Soledad

 

Vive en Asturias un tiempo para pasar a Ávila tras su boda con María Briones Tardat, en 1904. Allí pasarán largas temporadas. Se trata de un período durante el cual elabora obras de carácter popular, representando muchos modelos sociales. A pesar de ese retiro en Ávila sigue presentándose a certámenes por todo el mundo.

El poema de Reinaldo y Armida

 

Obtiene Medalla de Oro de segunda clase en la Exposición de Munich de 1905 y la Primera Medalla en la Exposición Internacional de Barcelona en 1907. En la línea prerrafaelista se encuentra “Las tres esposas”, que presentará en la exposición Nacional de Bellas Artes de 1908, obteniendo de nuevo la Primera Medalla.

 

Dos versiones de «Reinaldo y Armida»

 

En 1910 funda en su estudio de Madrid la Asociación de Pintores y Escultores, que también preside en varias ocasiones.

En 1912 pinta “Dolor”, con el que obtiene la Primera Medalla de Oro de la Exposición Artística Internacional de Munich de 1913 y un año después, en 1914, recibe la Medalla de Oro en la Exposición de Bellas Artes de Berlín.

Los críticos le reconocen como uno de los pintores mejor dotados para el profesorado y reclamaron para él, en 1912, la dirección de la Academia de España en Roma, cargo que le concedió el Gobierno y que ejerció hasta 1925.

«Durmiendo al niño» y «Bodegón con pescado»

En su segunda estancia en Italia adoptó un gran interés por el color. A partir de aquí comienza a componer en profundidad, le importa la técnica, lo anecdótico y pierde en cierto modo la estilización de sus figuras.

Allí comenzó a ejecutar lo que se considera su obra maestra, “Las tentaciones de Buda”. Siempre sintió mucho interés por la cultura india y viajó a París para aprender más de ella. Aparte de demostrar unos grandes conocimientos pictóricos, anatómicos y animales, quienes observaban la obra, pensaban que Chicharro había estado años en la India hasta llegar a entender la filosofía y la obra del poeta Rabindranath Tagore, en la que se inspiró para su realización y que obtendrá en 1922, la Medalla de Honor de la Exposición Nacional de Bellas Artes.

«Pigmalión»

 

Un par de años antes, había sido elegido académico electo de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Eduardo Chicharro logra nuevos éxitos. Su fama trasciende fronteras y los museos y coleccionistas de todo el mundo adquieren sus obras.

En 1926, Chicharro deja la Academia de Roma y se establece definitivamente en España, ejerciendo como profesor de Dibujo del Natural y de Colorido en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid.

En 1928 realiza su primera exposición monográfica bajo el título “Mujeres”, en la Sala Vilches de Madrid. Bernardino de Pantorba escribe en la Gaceta de Bellas Artes …”Lo que más admiramos en esta galería de mujeres es la sencilla facilidad con que están resueltas todas ellas. Dentro de gamas, por lo general, claras, con la luz de frente, para fijar mejor el carácter, las figuras mantienen la línea movida, rítmica, expresiva, y el color armoniosamente acordado. En algunas, la simplicidad de ejecución es pasmosa. Sobre el propio tono del lienzo, la curvada línea dice cuanto el autor quiere; el rostro y los brazos surgen de unas pinceladas de color muy diluido, puestas magistralmente, sin esfuerzo… las dificultades de los escorzos están vencidas; las telas, tratadas con suma destreza, y los fondos, hallados con gran acierto de entonación. Pintura, en fin, de la buena casta, de la que se asienta en las dos bases perennes: firmeza de dibujo y armonía de color; decorativa, sin retorcimientos de forma, sin extravagancias, sin trucos; clara, fluida, elegante, expresiva”…

En 1930 consigue la cátedra de Dibujo del Natural en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado.

En los comienzos de la Segunda República, el gobierno le nombra Director del Museo de Arte Moderno, un nombramiento que duró solo 22 días. En 1932 era designado Inspector General de las Escuelas de Artes y Oficios Artísticos. Tres años después, es nombrado Director General de Bellas Artes.

Durante la Guerra Civil vuelve a centrarse en la pintura y trabaja en Ávila, Segovia y Burgos.

«El alguacil Araujo»

«Figuras»

 

Cuando finaliza la contienda regresa a Madrid, a la antigua casa de la plaza de San Bernardo, al estudio de la calle de Bárbara de Braganza, a las clases en la Escuela Superior de Bellas Artes, a las reuniones de la Academia de San Fernando, a la Asociación de Pintores y Escultores, a las clases particulares, a las Exposiciones y los Salones de Otoño.

En 1943 será nombrado Director de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. En la primavera del año 1944 celebra una gran exposición de 40 obras en el Museo Nacional de Arte Moderno.

Junto a su familia, pasa largas temporadas de verano en Ávila. Es en esta ciudad castellana, llena de abolengo, es donde encuentra los motivos que caracterizan una gran parte de su producción, haciendo una excelente interpretación del ruralismo noventayochista.

El realismo social, un tema que también conforma su producción y que repite en fechas muy distantes con escenas que muestran el mundo de los afectos en la intimidad del hogar y con otras escenas familiares sencillas.

«Dolor»

 

Sus bellos desnudos, que plasma en numerosos cuadros de éste género, se encuadran en el realismo, pero con un aire auténticamente renovado que hace que sus figuras sean de las más interesantes de nuestro panorama artístico.

Un género importante en su producción son los retratos, donde va a dar muestras también de su habilidad pictórica y capacidad para captar la psicología de los modelos.

Sus últimas obras están marcadas por el regionalismo y el reencuentro con la Castilla profunda, pero manteniendo siempre una austeridad compositiva con personajes estáticos, de contornos precisos y rígida mirada, que continúan conservando un cierto gusto por el primitivismo prerrafaelita y el simbolismo.

«Gitana», «El tío Carromato» y «Las tentaciones de Buda»

 

Durante su vida demostró poseer un gran conocimiento del dibujo, al que en ocasiones dio más importancia que al color, y siempre estuvo ávido de aprender más. Destacan en su estilo el realismo, el naturalismo y la preocupación por la atmósfera, teniendo siempre presente la luminosidad de Sorolla y el gusto por la composición decorativa. Nunca se le pudo reprochar que no buscase las armonías del color y los tipos expresivos o fantasías de extraña visualidad sin caer en la vulgaridad realista.

Se ha dividido su obra en cuatro períodos, aunque ninguno de sus lienzos es exclusivo de uno u otro. Se habla de una etapa costumbrista hasta 1900, de otra decorativa hasta 1912, de un período realista hasta 1930 y de un otro más psicológico que se prolonga hasta sus últimos días.

Entre sus discípulos más notables se cuentan su propio hijo, el pintor y poeta Eduardo Chicharro Briones, el muralista mexicano Diego Rivera y Pablo Sansegundo Castañeda.

A las nueve menos cuarto de la mañana del 24 de mayo de 1949, fallecía en su casa de Madrid, a causa de una bronconeumonía, que le tenía postrado en el lecho desde hacía más de un mes. Fue enterrado al día siguiente en la Sacramental de San Justo de la capital.

«Mujer de perfil con quimono» y «Perséfone»

 

En 1955, en la Gaceta de Bellas Artes José Prados López lo recordaba así: …”genial en su producción, en su alargada juventud pictórica, en sus enseñanzas, en su propio verbo pedagógico, en su sencillez incomparable… horas antes de morir, sentenciaba: “Si yo volviera a vivir mis nuevos setenta y cinco años, desembocaría fatalmente en el clasicismo griego”… inquietud por lo mejor, por la superación, que es inteligencia y superioridad, inquietud por alcanzar las concreciones más altas; inquietud por esa sed de ideal y por el reconocimiento noble y humilde de no haber llegado a metas superiores… pensando en esto no hay más remedio que sonreír ante la mediocridad que nos rodea; ante el cinismo y el impudor de tanto mentecato del arte, que se cree genio porque logró un premio por turbios caminos de mala amistad o favoritismo circunstancial, al socaire de unas modas absurdas, ajenas al arte, que lo alzaron sobre pedestales de barro que el tiempo destruirá y hundirá en el olvido… Chicharro está pregonando su propia gloria en esa continuidad de belleza que no se apaga nunca, por más que luchen los ignorantes y los ineptos de todas las capillitas de la publicidad que hemos soportado y que aún estamos soportando… este hombre tiene derecho a sonreír desdeñosamente desde la otra vida, de la ignorancia, de la incapacidad y de la podredumbre de los “genios” actuales que siguen los “ismos” más disparatados”…

«El desplante», «Odalisca» y «Muchacha de Ávila»

 

El arte de Eduardo Chicharro. Por Manuel Prados López

Es sabido cómo tuvo que trabajar, en sus comienzos, sometido a una disciplina tradicional de persistencia en el dibujo, de la cual el maestro nunca renegó por anticuada. Y a nadie se le oculta que Chicharro no era un rutinario, sino el pintor más extraño a la rutina…

En la Escuela de San Fernando, donde ingresó no como un niño prodigio, sino como un muchacho trabajador y perseverante, que llevaba bien aprendido lo fundamental de su carrera, el estudiante discrepó de los tópicos pedagógicos al uso; pero no se rebeló contra la autoridad de ninguno de sus profesores, ni consideró innecesario ningún consejo, por distante que estuviese del propio sentimiento. Al contrario, Chicharro siguió siendo voluntariamente alumno de la Escuela, después de poseer el título que lo emancipara de la rectoría del dómine oficial…

Chicharro no se distingue como estudiante. ¿Cómo se muestra tan estudioso en las asignaturas fundamentales para el pintor y en las indispensables para una formación artística ancha y profunda? Es que Chicharro se siente pintor: nada más y nada menos que pintor, desde el principio de su carrera…

«Los Pieles Rojas» «Joven con peineta»

 

No es que desdeñe ningún conocimiento útil: es que necesita todo su tiempo para pintar, para aprender a pintar, para conocer todos los antecedentes de la pintura en el mundo, para estudiar a los dignos de estudio, para compararse con colosos, para valorizar y revalorizar en su concepto las grandes figuras españolas, para aprender su oficio con minuciosidad de artesano, con pasión de alquimista y con un desvelo artístico ejemplar. Él es un pintor: nada más y nada menos que un pintor español del siglo xx. Sabe a cuánto le obliga su existencia y su presencia en un momento crucial de la pintura española: cuando Rosales desaparece. Al empezar a pintar descubre que sus trabajos de adolescente, penosos, repetidos, poco estimulantes de la ilusión artística, no han de ser ineficaces, ni negativos, sino de una positiva vigencia para los arios de aprendizaje, los de magisterio, los del éxito y los de la gloria. Claro que su experiencia se irá formando en la eliminación de ciertas normas y ciertos preceptos ramplones, consuetudinarios o simplemente empíricos. Chicharro es un pintor luminoso, superdotado, inteligente, analítico, evolutivo, enemigo del empirismo por propia estimación y por puro amor a la pintura y a lo español en pintura; esto es, a la pintura española. A pesar de ello no adula la memoria de los pintores españoles de fama mundial, sino que los estudia con un raro amor de artista, con un amor nuevo y casi doloroso. Luego viaja mucho y con talento: siempre observador, siempre comparando y comparándose. En ocasiones se reconoce sumamente pequeño. Otras veces se siente impulsado por la grandeza que lo impresiona. Estudia, estudia siempre: estudia como cuando copiaba ojos, narices y bocas con una vocación de servicio a la dificultad. Estudia, aunque ya liberado de preceptivas ahormadoras. Siente la necesidad de aprender «directamente» lo que nadie le ha enseriado, ni le enseñará, con palabras habladas o escritas. Chicharro ha guardado en su cerebro y en su corazón todo lo aprendido con más o menos morosidad, con más o menos reparos. Sabe lo que es cierto y lo que no lo es: entrevé la verdad y busca sus razones. Cuanto ha seleccionado de lo aprendido es puesto, fielmente, al servicio de la verdad artística española. Así y no de otro modo había de cooperar al engrandecimiento del arte español un pintor como Chicharro —nada más y nada menos que pintor—, que no podía contentarse con aprender mucho de pintura, ni aun siquiera con dominar su oficio, ni con descubrir combinaciones, efectos, síntesis, sino que tenía que proyectar la propia luz al pasado y al futuro español, servir de nexo, enseñando lo aprendido y experimentado, en la historia de nuestra pintura. Para ello había de ser, además de maestro eminente, maestro de maestros. O lo que es igual, no le bastaba ser «nada más que pintor»; necesitaba ser también «nada menos que pintor».

«La familia del anarquista» y «Las uveras»

 

Eduardo Chicharro y la Asociación de Pintores y Escultores. Por José y Manuel Prados López

El maestro Chicharro era un hombre sencillo, enemigo de exhibiciones, sin aparato social ni protocolario, de vida solitaria e íntima, con gustos al margen de la vulgaridad…. Sus pasiones eran la pintura, las antigüedades y los libros. Gastaba en ello sumas considerables de dinero, de ese dinero que otros hombres destinan al placer material, intrascendente y frívolo…. Siempre con sed de cultura, de conocimientos… que le elevaron a la cumbre de la autoridad técnica e histórica… y tuvo también ilusiones magníficas con la misma fuerza y hondura que tienen unos amores humanos. Una de ellas fue la Asociación de Pintores y Escultores de España. Él la fundó, a ella consagró sus años, por ella luchó y sufrió, con ese fanatismo y adhesión con que se mira al hijo del amor.

El 24 de abril de 1910, se reúnen en el estudio de Chicharro de la calle Ayala, 28, un plantel de artistas notables alrededor del maestro, que contaba con 37 años… Blay, Plá, Baroja, Marinas, Benedito, Sotomayor, Pinazo, López Mezquita, Santamaría, Moreno Carbonero, Muñoz Degrain, Benlliure, Pradilla, Inurria, Romero de Torres, Coullaut Valera… y muchos que fueron y son aún maestros del arte de España.

Allí Chicharro les explicó su deseo, aportando sugerencias y llenando a sus compañeros de su propio entusiasmo. Y así fue como entre los maestros y los jóvenes discípulos, más tarde maestros también, se fundó la Asociación de Pintores y Escultores, en la idea de ser adalides de reivindicaciones artísticas…

Para Chicharro, la entidad fue la preocupación máxima de su vida… fue su primer Presidente en abril de 1910, y murió siendo su Presidente también… ocupó la presidencia en varias ocasiones, siendo Presidente Honorario y Delegado de la Asociación en Roma.

«Boyaderas indias”

 

Jamás volvió la espalda ni rehuyó su ayuda a la entidad. La Asociación de Pintores y Escultores fue uno de los mayores amores de la vida de Chicharro, por la que luchó con entereza y carácter, sintiéndose respetado hasta por sus enemigos.

Muchas fueron las victorias conseguidas al frente de la entidad, todas al servicio del arte y de los artistas, sus compañeros, y nunca en su propio provecho. Muchas han sido las vicisitudes por las que la Asociación atravesó; muchas las mejoras logradas por otros presidentes, pero las más grandes realidades conseguidas, los momentos de mayor prestigio, las más nobles sugerencias en pro de la cosa artística, tuvieron su máxima eficacia en los años en que Chicharro se sentaba en el sillón presidencial, sobre todo en los de iniciación, cuando el maestro estaba rodeado de los más altos prestigios del arte nacional.

Aquella primera Junta Organizadora proclamó en su primer artículo –que no ha cambiado desde entonces- que la Asociación de Pintores y Escultores se formaba para conseguir la unión de todos los artistas profesionales de la pintura, escultura, grabado y artes decorativas, profesores de enseñanza de las artes y protectores de las mismas, con la aclaración de la defensa por todos los medios legales de sus intereses materiales y artísticos… exposiciones personales y colectivas y relación cordial y práctica con todos los organismos artísticos del mundo…

“Retrato del Conde de Romanones” y “Melancolía”

 

… y seis meses más tarde, el comisario general de las Exposiciones de Bellas Artes encomendaba a la Asociación los proyectos de Reglamento de dichas exposiciones y de la de Artes Decorativas… el Círculo de Bellas Artes pide a la Asociación un representante para la Exposición Internacional de Artes Gráficas y distintas distinciones y deferencias de los organismos artísticos españoles y extranjeros para con la Asociación, que fueron fruto de la labor sistemática del maestro Chicharro, que luchó toda su vida para que la entidad que él fundara tuviera la máxima autoridad en el ambiente del arte, dentro y fuera de España…

Chicharro no descansa en su labor presidencial por sumar nuevas ventajas para sus amigos los artistas. Consigue que se dicte una Real Orden con fecha 12 de julio de 1912, que declara a la Asociación de Pintores y Escultores de Utilidad Pública, con carácter de Benéfica y Honores de Corporación Oficial y continúa en sus trabajos por conseguir los derechos de propiedad de los artistas. Y en el mayor auge de su prestigio, cesa como Presidente por tener que encargarse de la dirección de la Academia de España en Roma, si bien se marcha contento de haber puesto los cimientos de una gran Asociación, encauzada hacia fines prácticos y en manos del gran Sorolla, segundo Presidente del organismo soñado por todos.

… desde Roma, sigue ayudando y velando por la Asociación… pidiendo el reconocimiento de la personalidad de la entidad, exigiendo como corporación oficial artística que esté representada en Juntas, Patronatos, Exposiciones Nacionales e Internacionales, como tiene derecho reconocido por la Real Orden…

“Frente al espejo” y “Retrato del Martínez Cubells”

 

… en 1915 muere en Madrid la madre del maestro y la Asociación le escribe a Roma para expresarle su condolencia colectiva… aplaude el I Congreso de Bellas Artes que organiza la Asociación en 1918, bajo el Patronato del Rey y que cuenta con los grandes maestros del arte, socios de la entidad, participando con distintas proposiciones que se presentan al Congreso y que son la base del sistema cultural actual, tales como: la creación de una escuela-taller para escultores; exposiciones de escultura con independencia de la pintura; la creación de direcciones en las galerías de escultura de los museos antiguo y moderno; la creación de una Junta Asesora de la Dirección General de Bellas Artes; la creación de plazas de modelado y vaciado en las Escuelas de Artes y Oficios; la creación de un museo moderno de escultura, la creación de nuevos museos provinciales…

En 1920 se realiza uno de los acontecimientos mayores que la Asociación tiene en su haber práctico y artístico, en bien de los artistas españoles: la fundación de los Salones de Otoño por iniciativa de Juan Espina y Capo. El éxito fue definitivo. Allí se originó una grata y simpática mezcolanza de maestros y discípulos… unos Salones de Otoño que hoy conservan el mismo espíritu de comprensión y cordialidad que iniciara en su primera exhibición… porque vinieron a dar cabida a ese ejército de artistas jóvenes cuyas condiciones económicas o limitación de conocimientos les impedía colgar sus obras en las Exposiciones Nacionales o particulares… por eso los Salones de Otoño han tenido y seguirán teniendo un porcentaje mediocre que contrastará siempre con las obras maestras… por eso son una necesidad y una justicia para ese sector en lucha, que sueña y que se inquieta, que se atreve con todas las audacias y que ensaya todas las rebeldías… por eso ha habido obras de atrevimiento y de ensayo que la Asociación ha amparado siempre, sin encasillarse en tradicionalismos sistemáticos, ya que todos sus asociados son iguales, sin fronteras de ideales ni de técnicas, ni de tendencias…. La Asociación de Pintores y Escultores, fundando los Salones de Otoño, cumplió uno de los mejores fines societarios de su reglamento y, artísticamente, realizó una labor meritísima en favor de los artistas modestos que no tienen cabida en otras exposiciones oficiales. Este fue el pensamiento del maestro Chicharro, que toda su vida tuvo la idea fija de la ayuda cordial y sincera para sus compañeros. Este fue su propósito primero al fundar la Asociación y a este fin supeditó, en todo momento, sus afanes camaraderiles, muy especialmente para la juventud, tal vez porque él no conoció nunca, desde sus principios, la escasez ni la modestia material en su arte. Por eso es justo e importante resaltar esta virtud del gran pintor, algo desconocida de muchos.

Eduardo Chicharro y la AEPE

Al XIII Salón de Otoño de 1933 concurrió con el óleo “Desnudo”, situada en la Sala IV, identificada con el Nº 34.

Al XVIII Salón de Otoño de 1944 presentó un óleo titulado “La Modelo”, que se expuso en la Sala III, con el Nº 81.

En el XXIII Salón de Otoño de 1949, y con motivo del reciente fallecimiento del artista, se le dedicó una Sala de “Homenaje al Maestro Chicharro, Fundador y Presidente electivo hasta su muerte de la Asociación de Pintores y Escultores”, en la que se exhibieron cinco obras: “Tres edades”, “El Idiota”, “La Mantilla negra”, “La pintora Yugo” y “Gosyescas”.

El XXIV Salón de Otoño de 1950 dedicó una “Sala Retrospectiva del Maestro Chicharro”, la Sala V, que contó con quince cuadros: “La Casa de Misericordia”, “Desnudos”, “La Venus de la Rosa”, “La costurera”, “El regalo”, “Beldad marroquí”, “Beldad mejicana”, “India”, “Princesa rusa”, “Manto hindú”, “Mantellina abulense”, “Nostalgia”, “El libro rojo”, “Marcela” y “Moza de Ávila”.

En el XXV Salón de Otoño de 1952, con motivo de las bodas de plata del certamen, se incluyó un recuerdo en forma de “Sala de Maestros”, en el que se colgó un “Autorretrato” del fundador de la Asociación, Eduardo Chicharro.

En el XXXIII Salón de Otoño de 1962 se preparó una Sala de Presidentes, Fundadores y Primeras Medallas, la Sala V, en la que se expusieron cinco óleos del Maestro Chicharro: “Mujer italiana”, “Retrato de la esposa del pintor”, “La Cofradía del Resucitado”, “Retrato de la hija del pintor” y “El telar”.

En el XXXIV Salón de Otoño de 1963, y con motivo de la creación de la “Medalla Eduardo Chicharro” como homenaje al fundador y Presidente, en la Sala XII se colgó el óleo “Mujer de Ávila”.

En el XXXVII Salón de Otoño de 1966 , en la Sala XII, “Sala de Maestros”, se exhibió la obra “Muchacha abulense”.

En el XXXVIII Salón de Otoño de 1967, en la “Sala de Maestros”, Sala XI, se colgó el óleo “La ofrenda”.

En el XXXIX Salón de Otoño de 1968, la “Sala de Maestros”, Sala IX, colgó la obra “El regalo”.

En el 50 Salón de Otoño de 1983 se incluyó una “Sala Homenaje a los artistas que hicieron posible el I Salón de Otoño en 1920”. Con este motivo, se exhibieron dos obras del maestro Chicharro: “Autorretrato” y “Fetiche”.

Obras expuestas en el Salón de Otoño, en distintas ediciones

«El Chamarilero»

«Escena»

En su toma de posesión como académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, junto a Eugenio Hermoso

 

Firmas autógrafas del maestro

«Retrato en grupo»

 

«Retrato de una dama con mantilla»

 

«Predicadores del bien y del mal» fotografia de Chicharro y Gregorio Priego

«Il penduto» fotografia de Chicharro y Gregorio Priego

Placa de su casa en la Plaza Vázquez de Mella de Madrid

 

Las Medallas de la AEPE: Marceliano Santa María Sedano

Por Mª Dolores Barreda Pérez

Después de ver cómo y cuándo nació la Medalla de la Asociación de Pintores y Escultores, vamos a seguir conociendo más acerca de los galardones en los que se otorga actualmente, con sus correspondientes denominaciones. 

Medalla de Dibujo “Marceliano Santa María Sedano”

del Salón de Dibujo, Grabado e Ilustración

En el año 2016 la Asociación Española de Pintores y Escultores convocó por vez primera el Salón de Dibujo de la AEPE, que constituyó un rotundo éxito.

Con este Salón, buscamos que sea a través del lenguaje universal que representa el dibujo, una de las formas de engrandecer la manifestación artística de la pintura, mediante la eclosión de una técnica de representación elevada, base de toda la creación plástica, en una exposición de obras seleccionadas, siguiendo estrictos criterios de calidad y excelencia.

Además del dibujo, el grabado ha sido también una técnica muy utilizada por los artistas, que estamos intentando recuperar y elevar al nivel que merece. Y lo mismo ocurre con la ilustración, mermada drásticamente de cualquier presencia expositiva, que debe ocupar su espacio y que nos gustaría dignificar.

El Salón del Dibujo, Grabado e Ilustración de la AEPE, constituye pues una cita grandiosa, una excelente oportunidad de presentar el talento y la calidad de todos los artistas y cuenta con dos premios instituidos especialmente para honrar a los fundadores de la centenaria entidad y para terminar de reconocer la importancia que esta cita tiene en el calendario expositivo de la entidad.

En 2017 y gracias a la propuesta que realizara el Presidente de la AEPE, José Gabriel Astudillo, bajo el título de “La plenitud de los nombres”, se acordaba la reorganización de los premios y galardones que otorgaba la institución en los distintos certámenes y concursos habituales. En el caso del Salón del Dibujo, Grabado e Ilustración, y como en el resto de las ocasiones con el ánimo de honrar la memoria de los fundadores de la AEPE, se instituyeron los siguientes premios: La Medalla de Dibujo Marceliano Santamaría Sedano, la Medalla de Grabado Francisco Esteve Botey y la Medalla de Ilustración Eulogio Varela Sartorio.

MARCELIANO SANTA MARIA SEDANO

SANTAMARIA SEDANO, Marceliano  P   1923  18.jun.1866   BURGOS   MADRID  12.10.1952

Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores

Director de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos

El año 2021 se cumplen 155 años de su nacimiento

Autorretrato

El pintor, academicista e impresionista Marceliano Santa María Sedano o Marceliano Santamaría y Sedano como también lo escriben distintos medios, nació en Burgos, el 18 de junio de 1866, en el seno de una familia artesana dedicada a la platería.

Con su padre, Luciano, aprendió los oficios de platero, oribe (el trabajo con oro) y joyero, y básicamente a dibujar, a fuerza de diseñar cálices y custodias, construyendo candelabros y martillando bandejas.

Es en el taller donde adquiere una sólida formación estética y espiritual que le acompañaría de por vida, en la ciudad sonora del pasado, en el taller de orfebrería religiosa y repartida entre libros y pinceles. Este sedimento romántico saldrá siempre a la superficie en sus obras y en su vida personal, que reflejará la emoción y el alma del artista.

Alternó los estudios de bachiller, que terminó en Palencia, con los artísticos de la Academia de Dibujo, situada en la antigua sede del Consulado del Mar de Burgos, donde impartían clases los maestros Isidro Gil Gavilondo y Evaristo Barrio.

En compañía de su tío Ángel Sedano Espiga, canónigo de la Catedral, se trasladó a Madrid, en 1885, con el deseo de asistir a las clases del Círculo de Bellas Artes y a la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando.

Apenas llegado a Madrid, un trágico accidente puso en gravísimo peligro su vida. En la calle de San Bernardo le atropello un tranvía, destrozándole la mandíbula inferior y parte del cuello. Sacado de entre las ruedas y conducido a su domicilio, después de la primera cura en la Casa de Socorro, tardó más de diez meses en triunfar su robusta naturaleza contra la muerte. 

Entró después como aprendiz al estudio del pintor Manuel Domínguez Sánchez, teniendo como compañeros a los artistas Fernando Álvarez de Sotomayor y Eduardo Chicharro Agüera, ambos fundadores de la Asociación de Pintores y Escultores y además, Presidentes, como él mismo luego, de la misma, llegando el uno a Director del Museo del Prado y a Director de la Academia Española de Roma el otro.

En 1885 obtuvo el Segundo Premio en la Exposición de Bellas Artes de Burgos con un estudio de paisaje, después de haber realizado diversos trabajos de ilustraciones.

En el campo

Logró el Primer Premio al año siguiente y tras la concesión de la Tercera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1890, fue becado por la Diputación Provincial de Burgos para ampliar estudios en Italia, fijando su residencia en Roma durante cinco años, compartiendo pinceles con Rafael Romero de Torres, con Mateo Inurria, con artistas que como él, ansiaban la gloria y rezumaban un intenso amor al arte.

Fue allí donde pintó el famoso lienzo El triunfo de la Santa Cruz en las Navas de Tolosa, en el que ha sabido conservar como tantas otras obras del maestro, hitos de los momentos evolutivos de su arte, y del que la crítica italiana destacó que era “miltoniano de concepto y miguelangesco de ejecución”. Todo en él es arrogante y gigantesco: cerca de 6 metros por cinco, la composición, el episodio que conmemora, la técnica segura, la frescura del trazo, la espontaneidad de la ejecución…

Paisaje castellano

Pintado en pleno verano, el terrible calor húmedo de Roma se lo puso difícil al maestro, que se encerró con el cadáver de un enorme caballo blanco, recién muerto, y tres negros vivientes y sudorosos. La descomposición del equino y la exudación, causaban una atmósfera nauseabunda que el artista venció, pese a los desvanecimientos, contando el autor en entrevistas posteriores, que perdió parcialmente el sentido del olfato de buenos olores, conservando de forma pertinaz el de los repugnantes, lo que nos da idea de su concepto realista de la pintura.

El triunfo de la Santa Cruz en las Navas de Tolosa

En 1895 vuelve a España para afincarse en Burgos, donde el Ayuntamiento de Burgos le requiere para pintar cuadros, murales y techos.

A partir de 1900 se dedica a la enseñanza en Burgos y crea una famosa escuela de pintores que siguieron con su estilo; además, el pintor realizó numerosos retratos reales, retratos de aristócratas y burgueses locales. No obstante, el sobrenombre de «Pintor de Castilla» le viene por sus innumerables paisajes, de una sensibilidad cercana a la mostrada en literatura por la generación del 98, que consideraba Castilla y sus paisajes como médula de España.

Ya en Madrid, inició nueva etapa artística que incluyó también una intensa dedicación pedagógica, ejerciendo la docencia en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos.

Sol de verano

La Medalla de Primera Clase la ganó en la Exposición Nacional de 1910 con Angélica y Medoro. Destaca su colaboración en muchos concursos y escritos en publicaciones de la época (Blanco y Negro, Revista Moderna, La Ilustración Española y Americana, Boletín de la Real Academia de San Fernando, Caras y Caretas, etc.).

Angélica y Medoro

En 1912 fue elegido miembro de la Real Academia de San Fernando a los cuarenta y seis años de edad.

En diciembre de 1914 falleció su madre.

Vivía Marceliano con su hermana Carmen, viuda de Teodoro Boneta y Osés, Mayor de Intendencia Militar, hasta que se casó con Carmen Arán, aunque en algunos inventarios figura como Orán, si bien el chalet donde vivía era “Villa Arán”, y los familiares mantienen el apellido Arán.

La fama del pintor fue extendiendo la enorme popularidad adquirida hasta que en 1914 apareció, en las columnas de La Esfera, el primer comentario del que fuera su principal cronista Silvio Lago, seudónimo de José Francés, además de otras muchas críticas que evidencian la estima hacia el pintor de ilustres personajes de la época, como Valle-Inclán, Azorín, Camón Aznar, fray Justo Pérez de Urbel, Armiñán, Sánchez Camargo, Cossío, de la Fuente, etc.

El río

Representó a la Academia de San Fernando en el Primer Congreso Nacional de Bellas Artes, en 1918, que fue organizado por la Asociación de Pintores y Escultores, perteneciendo al Comité Ejecutivo del Congreso.

Desempeñó entre otros, los cargos de Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, Presidente de Honor del Círculo de Bellas Artes y Académico correspondiente en diversas Academias nacionales y extranjeras.

Retrató a innumerables personajes de la época como Echegaray, Eduardo Dato, Primo de Rivera, Franco y pintó en veintiséis ocasiones al Rey Alfonso XIII, la primera de ellas cuando aún no había sido proclamado Monarca de España, y en otras varias a su esposa, la Reina Doña Victoria Eugenia.

Programa de mano de la exposición de Burgos de 1923

En 1919 participó en una exposición hispano-francesa de Zaragoza junto a Beruete, Regoyos, Francisco Domingo, Picasso, Arteta, Vázquez Díaz, Gargallo, Bonnard, Vlaminck y otros. Era por entonces presidente de la sección de pintura del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Pasaba las vacaciones en su ciudad natal, dedicando gran parte de la actividad a pintar el paisaje burgalés, ganándose el apelativo de “Pintor de Castilla”, como hasta hoy se le conoce.

El Ayuntamiento organizó una exposición individual en 1923 y acordó nombrarlo Hijo Predilecto de Burgos el año siguiente, entregándoselo junto a la Gran Cruz de Isabel la Católica, solicitada previamente por el Concejo.

La Ilustración Española y Americana de 1913

Premiado en numerosísimas ocasiones, fue condecorado con la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, la Gran Cruz de Leopoldo II de Bélgica, el título de caballero de la Legión de Honor, la Medalla de Oro de la Cruz Roja Española, la Medalla del Trabajo, entre otros honores, como el de caballero del Santísimo y Santiago de Burgos.

En 1934 fue nombrado Director de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, cargo que ocupó hasta su jubilación.

En este año, recibe la Medalla de Honor en la Nacional de Bellas Artes, lo que supone su definitiva consagración en el mundo de la pintura.

Durante la Guerra Civil, su salud empeora y tiene que ingeniar soluciones para poder pintar, ya que le era imposible comprar los instrumentos necesarios. Tras la contienda, continuó su actividad con mucha menos intensidad. En esta época recibió la Medalla de Oro Extraordinaria del Círculo de Bellas Artes en 1943, y también se convirtió en mentor, protector y benefactor de jóvenes artistas.

Rebaño

Gracias a su mediación, en agosto de 1944 el Ayuntamiento de Burgos cedió el Palacio de la Audiencia de Burgos, a la Asociación Nacional de Pintores y Escultores para llevar a cabo una muestra cuyos protagonistas fueron los burgaleses Marcela Escolano, que presentó doce obras, en su mayoría paisajes, y Pablo Remacha, en la especialidad de forjado. Fue una gran innovación el coprotagonismo del género femenino en la muestra, siendo Marcela Escolano la única mujer que triunfó dentro del panorama de la pintura burgalesa en la época.

En Burgos logró ser profeta en su tierra, con una estima popular tan importante, que la corporación municipal acordó concederle la Medalla de Oro de Burgos en 1946.

Busto del artista en el Paseo del Espolón de Burgos

En 1948 el Gobierno Civil, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Burgos patrocinaron una exposición individual en el Teatro Principal de Burgos, que también dedicó al pintor de Castilla un museo, instalado en el antiguo Monasterio de San Juan y el salón o andén central del paseo del Espolón, que está presidido por su busto.

Programa de mano del homenaje del Club Rotary

Además de pintor, Marceliano Santa María fue ilustrador, director artístico de empresas dedicadas a las artes industriales, proyectista de obras de orfebrería, alfombras y vidrieras, jurado casi sin cesar y promotor de exposiciones; es decir, uno de los prohombres que tuvieron en sus manos un magnífico tanto por ciento de la actividad artística española de la época.

Programa de la exposición en las Galerías Layetanas de Barcelona de 1935

Y si por todo ello no fuera suficiente, podía haber ejercido perfectamente la escultura, que también practicaba con acierto; dio conferencias; se entregó a la enseñanza; estimuló vocaciones mediante el magisterio artístico, incluso negándose legítimos ocios de jubilado. Y escribió un muy considerable puñado de artículos y discursos académicos, donde se evidencian sus inquietudes culturales y su insobornable pasión por Burgos y por Castilla.

Fotografía aparecida en La Esfera, en 1914

Silvio Lago, el crítico, y José Francés, el amigo, escribían así acerca de su figura:

…”el maestro alcanzó gloria pronto en el arte de retratar gentes, componer humanas escenas y evocar aventuras y poemáticos idealismos… y se dio a amar por entero la contemplación y relato de su tierra nativa y a mantener ferviente la nostalgia de la figura del Cid…

…murió en plena dedicación de lo que constituyera la ilusión y la actividad infinita de toda su vida: el arte….

…cada verano, Santa María volvía a su tierra, lo que se traducía en una serie, sin cesar renovada, de visiones frescas, fragantes, plenas de claro optimismo, felizmente opuestas a la tendencia monocroma que suele oscurecer el arte de los pintores en su máxima senectud….

… artista dotado de una inmarchitable ingenuidad, de una casi infantil ufanía… la sensatez noble, el equilibrio reflexivo y, sobre todo, su infinita bondad y tolerancia… su obra estuvo saturada de cultura literaria, de apasionado conocimiento de la historia de la patria…

… entre el Triunfo de la Santa Cruz y Angélica y Medoro, se suceden veinte años de una renovación estética constante, de un permanente anhelo de perfecciones sensoriales y espiritualismos cada vez más sensibles, hasta llegar a la depurada quintaesencia de su arte, donde la verdad y el ensueño se fundían en unas creaciones que heredaban legítimas la aúrea atmósfera y voluptuosa complacencia cromática de los venecianos…

… Marceliano rinde tributo a su época. Está siempre en la vanguardia y compite con los maestros coetáneos. Así, no solamente puede estudiarse a lo largo de la dilatada obra de Santa María su propia personalidad, sino hallar como un resumen de las diversas tendencias que han agitado la pintura española durante el último período del siglo XIX y los primeros del XX.

… aborda y triunfa en todos los géneros:

El lienzo histórico: Triunfo de la Santa Cruz, Las hijas del Cid, Se va ensanchando Castilla …

El cuadro simbolista: El mar dará sus muertos (La Resurrección de la carne)…

La pintura decorativa: techos del Ayuntamiento de Burgos y del Palacio de Justicia de Madrid… El cuadro anecdótico y costumbrista: ¿Será difteria?, A la Epístola…

Los cuadros de tendencia social y melodramática…

El cuadro al gusto finisecular: Entierro de una niña, A mejorar la raza burguesa. …

Los temas religiosos: Santa Teresa, El Buen Pastor, Santa Casilda, San Benito, Las Animas, La Santísima Trinidad…

El cuadro de tema rural, de concepto reciamente naturalista: El esquileo…

… pero predominan en su obra los temas cidianos, reflejados con un esplendor cromático propio de Tiziano, composición robusta, sobria de tonos, enérgica de trazo, con la obsesión de enaltecer lo supremo de la pintura y la personificación de la misma y la lealtad castellanas.

… Sus paisajes rurales son obras con un aparente aspecto de grandes bocetos de impresionistas y fugaces interpretaciones, donde predominan las gamas claras, azules, transparentes, rosadas lejanías, verdores jugosos y la canción del agua en regatos y arroyos, o majestades fluviales. Son obras que siempre interpretó del natural y jamás reinterpretó en el interior de un estudio.

… Pasó la guerra civil en Madrid, con angustia e inquietud, pero con la alegría inesperada de recibir un sobre franqueado en la zona nacional, con un sello en el que se reproducía su cuadro “Se va ensanchando Castilla” y que constituía un homenaje al arte del pintor. 

… Marceliano Santa María es robusto, musculoso, bien plantado, con los hombros anchos de un guerrero de castellana historia … Y es, al mismo tiempo, sencillo, parco y sentimental, como un pastor de égloga o un oteador de horizontes en el ingente silencio de las cumbres…

… He sido testigo tembloroso, apenado, de los últimos momentos de Marceliano Santa María y puedo decir que la última impresión vital que se llevó al otro mundo fue la de una infinita alegría, al decirle yo —el amigo y el crítico tan leal a él— que su cuadro Ya se van los pastores a la Extremadura y el boceto del retrato de su sobrina con el hijo, niño, me parecían admirables. Fue esta idea la postrera de su pensamiento….  

Paraje con pinos

Marceliano falleció a las dos de la tarde víctima de una bronco-neumonía, en su casa estudio de la calle Abel, 17, cuando contaba con 86 años. Cuatro días antes, seguía pintando su cuadro “Ya se van los pastores a la Extremadura”, aquejado de un fuerte catarro que degeneró pero que le mantuvo en pleno uso de sus facultades.

En el momento de su muerte se encontraban con él su sobrino, Juan Antonio Arán Martínez de Setién Santa María (al que había adoptado como hijo propio al carecer de descendencia) y el crítico y amigo Juan Francés.

Retrato de Carmen Orán, esposa del pintor

Fue enterrado en la Sacramental de la Almudena, junto a su esposa Carmen Arán.

Junto a su hijo adoptivo

Marceliano Santa María y la AEPE

* En el XII Salón de Otoño de 1932:  Aparece inscrito como Santa María, (D. Marceliano). Reside en Madrid, Abel, 11. Sala V Pintura:

21.- “Un páramo” (óleo, 0,76 x 0,90

22.- “Aldea solitaria” (óleo), 0,90 x 0,97

* En el XIII Salón de Otoño de 1933, el maestro contó con una Sala propia en la que exhibió 33 obras: Luz dorada, El sendero, Ancha es Castilla, Burgos, El Tajuña, Calle de Poza de la Sal, El Manzanares, Cauce en el Soto, Urones, Villalvilla, Cuestas de Zulema, Ventorrillo, Pradoluengo, Gavillas, Ermita de Toberna, Casas rústicas, El esquileo, Campo de Burgos, Tierra labrada, Calle de Pradoluengo, Quintanilleja, Páramo, El río Henares, El Pardo, Aldea solitaria, Arroyo de Gredos, Tierra encendida, Calleja sombría, Campos de oro, Arboleda, Serranía, Pinar y Calle de Cotar.

* En el XV Salón de Otoño de 1935 apareció inscrito como “Santa María (D. Marceliano), natural de Burgos. Reside en Madrid, Abel, 19. Socio de Honor del Salón de 1923. Al mismo, concurrió con cinco obras que se exhibieron en la Sala III:

29.- “Covarrubias” (óleo) 0,65 x 0,71

30.- “El vado” (óleo) 0,65 x 0,71

31.- “Lejanía” (óleo) 0,80 x 0,85

32.- “Ribera frondosa” (óleo) 0,65 x 0,71

33.- “Molinillo” (óleo) 6,65 x 0,71

Molinillo, obra presentada al XV Salón de Otoño

* En el XXIV Salón de Otoño de 1950 estuvo también presente en la Sala XI, dedicada a los Fundadores de la Asociación de Pintores y Escultores, junto a artistas como Espina y Capo, Moreno Carbonero, Pinazo, Joaquín Sorolla, Zubiaurre… con tres obras:

21.- “Quintanilla Vivar”

22.- “Fruta del tiempo”

23.- “Puente rústico”.

Fruta del tiempo, obra presentada al XXIV Salón de Otoño

* En el XXV Salón de Otoño de 1952 también presentó tres obras:
246.- “Aldea castellana” (óleo)

247.- “Camino de Lilaila” (óleo)

248.- “Panorama burgalés” (óleo)

Aldea castellana, obra presentada al XXV Salón de Otoño

* En el XXIX Salón de Otoño de 1957 estuvo presente ya que la Junta Directiva quiso recordar al maestro dedicándole una Sala de Honor (Sala IV) al que “fuera nuestro Presidente, Socio de Honor y Fundador, Medalla de Honor de las Nacionales, gloria de la pintura española, aquel simpático y cordial ejemplar humano que fue el Sr. D. Marceliano Santa María”. En la misma, se exhibieron las obras: “Sra. Dª Milagros de la Paz de Matos” (retrato), “Bodegón”, “D. Florencio Rodríguez” (retrato), “Conchita” (retrato), “La resurrección de la carne”, “Esposa del autor” (retrato), “Ilmo. Sr. D. Luis Sánchez Cuervo” (retrato), “Excmo. Sr. D. Ricardo Rada” (retrato), “D. José Rodiles de  Salas” (retrato), “María Luisa Simón” (retrato), “Retrato familiar” (obra póstuma), “D. Juan Antonio de Arán” (retrato), “Excmo. Sr. D. José Echegaray” (retrato), “Excmo. Sr. D. Manrique Mariscal de Gante” (retrato), “Dña. Carmen Heredia de Regueral” (retrato), “D. José Rodiles Pascual” (retrato), “Bodegón”, “Dña. María Fabra de Fraile” (retrato), “Regreso de la cacería”, “La solana”, “Villalvilla”, “Orbaneja”, “Zagala”, “Vivar del Cid”, “Gavillas”, “Tierras del Cid”, “Panderetera”, “Sesteando”, “Nieve en Amaniel”, “Lavadero de Cortes”, “La parva”, “Río Cardeña”, “Autorretrato”, “Tierra mater”, “Portillo”, “Trillando”, “Lavanderas del Arlanzón”, “Serpenteo del cauce”, “Panorama burgalés”, “Sigüenza”, “Castellana”, “Vado de Escaño”, “Parador de Villatoro”, “Calma estival”, “Lavadero cubierto”, “Calle de Poza de la Sal”, y “Colegiata de Peñaranda”.

* En el XXXIII Salón de Otoño de 1962, con motivo del aniversario de la fundación de la entidad, estuvo también presente en la Sala Quinta, llamada Sala de Fundadores, junto a otros artistas como Joaquín Sorolla, Valentín Zubiaurre, Chicharro, Álvarez de Sotomayor, … en la que se exhibieron sus obras:

143.- “Término de Villacienzo” (óleo)

149.- “Parador de Villatoro” (óleo)

165.- “Retrato de Inmaculada Martínez de Setién” (óleo)

Ventorrillo, obra presentada al XXXIII Salón de Otoño

* En el XXXVIII Salón de Otoño de 1967 se presentó una Sala de Maestros con nombres señeros como Chicharro, Soria Aedo, Roberto Domingo, Cruz Herrera, Bardasano… exhibió dos obras:

321.- “Figura”

322.- “Paisaje”

Retrato de Inmaculada Martínez de Setién que se exhibió en el XXXIII Salón de Otoño

EN 2021 SE CUMPLE EL 155 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL ARTISTA

La conmemoración de los nacimientos o las defunciones, por la proximidad a los seres eminentes que han merecido este homenaje, casi pueden reducirse a una entrañable evocación. Si en el momento de su óbito surgió la necrología, aún viva y caliente, al correr de los años su recuerdo se encuentra en una zona de transición, en la que gravita el pasado, en colisión con los gustos, los modos y las modas del presente.

Tan sólo en el curso de varias generaciones llega a consolidarse la fama, y así podemos afirmar que por un escalonamiento de juicios llegamos a hacer un análisis sereno del pretérito, tanto por lo que respecta al personaje como a sus obras.

A veces la estela de la vida de un gran hombre se pierde en un Guadiana espiritual para aparecer en la superficie pasados muchos años como en un descubrimiento maravilloso, que, pese a los avatares del olvido, justifica esa constante de las artes y de las letras, ya que, sin el apoyo de lo que fue, lo llamado nuevo y lo moderno, con cierta petulancia de inventores gregarios, no podría existir. Son importantes, sin embargo, estos recuerdos y volver nuestra atención a los que por sus obras fueron objeto de admiración, estima y enseñanza.

Mas sin pasado, sin memoria para juzgar el pasado, lo presente no tendría sentido.

Ribera

Santa María triunfó en las difíciles circunstancias del renacimiento contemporáneo, sin apartarse sin embargo, de lo que resultaba todavía discreto. Pero su verdadera cumbre la alcanzó en 1933, en el marco del Salón de Otoño, organizado por esta Asociación de Pintores y Escultores, con en una sala repleta de paisajes de Castilla, junto a otra sala de extraordinario valor consagrada a Julio Romero de Torres. El éxito es popular, de una espontaneidad extraordinaria, de una unanimidad de crítica de los matices más contrarios en el campo del periodismo. La pintura española había sabido interpretar de una manera original los valores ambientales del paisaje burgalés, donde se resume una Castilla no del todo esteparia, sino una Castilla con reflejos de agua, con alcores amables, con lejanías íntimas y acogedoras vistas, e interpretadas de una manera espontánea, sin profundizar en valores anecdóticos de un puro paisaje o valores sicológicos del paisanaje, con la inspiración del paisaje burgalés sentido a la manera de un profeta (frase que repetía muchas veces Santa María), que capta rápidamente, taquigráficamente, la extraña enseñanza de una luz superior, esta luz admirable y difícil de Castilla, tratada de una manera etérea con un mínimo de plasticidad, con fugacidad instantánea, en una especie de síntesis de dos horas de observación, donde se expresa y recoge un mundo en el solo instante de unas pinceladas.

Así como la escuela impresionista francesa había conseguido esa misma expresión en el color, Santa María trató de crear otra escuela de valores ambientales puramente luminosos, con una vibración acertada de colorido, del que no se aparta, pero que no es lo esencial en sus cuadros. Es precisamente cuando pretende resaltar con preferencia efectos de color, cuando sus paisajes resultan ser acertados, porque su verdadera originalidad está, como repito, en conseguir el valor expresivo de una luz viva, como aquel Zohar o luz mística propia de sus antepasados israelitas en Castilla.

Marceliano había ya ganado la medalla de honor, máximo galardón, un año antes de que se la concediesen en la exposición nacional de 1934. La había ganado en ese Salón de Otoño de 1933. Poco importaba ya el cuadro concreto a que se había de otorgar ese galardón, en lucha con colosos como Gutiérrez Solana, Soria Aedo y Maiffren. Ese premio sólo podía ser el resumen de un historial y la creación de un estilo. El estilo fue el de sus paisajes burgaleses que habían quedado consagrados desde el año anterior. Santa María conjuga su libertad y espontaneidad a una especie de ascenso de escalafón, de avance firme entre distinciones oficiales y trabajo de academias.

El esplendor lo vivió en ese Salón de Otoño, luego en Burgos, cuando recibió la Medalla de Oro de la ciudad, la Gran Cruz de Isabel la Católica, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio,… el ocaso lleva viviéndolo ya desde hace casi medio siglo en el que su visión de Castilla ha sido poco a poco olvidada de manera trágica e imperdonable.

EL OLVIDADO PINTOR DE CASTILLA

El Museo del Prado está en deuda con el artista. La mayor pinacoteca nacional cuenta en su inventario con cinco obras del pintor burgalés. Sin embargo, ninguna de ellas se puede ver en Madrid:

* “La misa de pontifical”, para cuyo personaje central, el obispo arrodillado, tomó como modelo a su amado tío, canónigo de la catedral de Burgos, se encuentra en depósito en el Palacio Real de Riofrío.

La misa de pontifical

* “El triunfo de la Santa Cruz en la batalla de las Navas de Tolosa”, pertenece al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, pero se encuentra en depósito en el Museo Marceliano Santa María, aunque ahora mismo no se exhibe debido a las obras que acaban de llevarse a cabo en el Monasterio de San Juan que acoge la colección.

El Triunfo de la Santa Cruz en la Batalla de las Navas de Tolosa tal y como se exhibía en el Museo Marceliano Santa María

* “Angélica y Medoro”, también del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en depósito en el Museo Marceliano Santa María de Burgos.

Angélica y Mérodo

* “Las hijas del Cid”, perteneciente al Museo del Prado, pero que aparece como “No expuesto”, comprensible al apreciarse perfectamente el ruinoso estado de conservación que muestra y cuya fotografía exhibe la propia web del Museo.

Las hijas del Cid

* “Páramo”, perteneciente al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, pero actualmente en depósito en el Museo de Salamanca.

Páramo

Incomprensible pero cierto… la obra de este gran pintor no tiene cabida en el Museo del Prado ni en el Reina Sofía. Definitivamente, no interesa. Además, habría que añadir la censura moralizante que en la actualidad sufrirían algunas de estas obras, cuya exhibición sería impensable: una misa… que a nadie ya interesa, la batalla de las Navas de Tolosa, en donde los esclavos negros, (me niego a escribir aquí hombres de color porque ¿de qué color son?, ¿en qué contexto histórico nos encontramos?) son arrollados por la victoriosa y triunfante Cruz… imposible exponer este cuadro en el contexto actual, visto con los ojos maledicentes de la progresía absurda, como imposible es aquel otro de Soria Aedo titulado “Turbas sin Dios”, que representa la quema de una iglesia y la profanación de un crucifijo por las turbas republicanas…. Porque como escucho ahora en las visitas guiadas, un desgraciado incendio ocurrido en 1936, destruyó el edificio…

En Madrid, la ciudad que le aplaudió y encumbró, solo pueden verse dos lienzos suyos en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando: el titulado “Atalaya castellana” y el “Retrato de Carmen Orán”, en cuyo inventario nadie ha reparado que el apellido de su mujer no se corresponde a la ficha, ya que figura como Orán, siendo Arán el correcto.

Retrato de Carmen Orán, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

Pueden verse también, aunque sólo en los días visitables, los frescos que pintara en el Palacio de Justicia de Madrid, tan de actualidad hasta hace poco, ya que bajo sus techos se ha llevado a cabo el famoso juicio del proceso de Cataluña.

Atalaya castellana, también en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

Y quitando las colecciones y coleccionistas privados, cuyo número será elevado, pero de los que el común de los mortales no tenemos acceso, ninguna otra obra de Marceliano Santa María puede verse en Madrid.

Una deuda que bien podrían reparar algunas instituciones echando mano a la familia, deseosa de perpetuar el reconocimiento del artista, con sus magníficos paisajes tan característicos tan diferentes a los evocados por la generación del 98, pero tan esenciales para entender la vida y el arte de ese periodo de la historia artística de España que parece esfumarse sin remedio.

MUSEO MARCELIANO SANTA MARIA DE BURGOS

El Museo Marceliano Santa María de Burgos se encuentra enclavado en el Claustro del Monasterio de San Juan Bautista de la capital burgalesa. De titularidad municipal, ha atravesado por distintas etapas de olvido por parte del consistorio, que actualmente ha vuelto a reunir al patronato desde que en 1979 lo hiciera por última vez, para determinar el futuro de la sede.

Las obras de la cubierta del claustro han obligado a desmontar las obras de este museo, que aguardan custodiadas lo que al respecto determine el patronato, que debe ahora aprobar un proyecto de musealización y lanzar un concurso de ideas que adapte un espacio tan complejo y permita la colocación de las obras.

Museo Marceliano Santa María en Burgos

Otro gran problema que debe vencer el patronato es la asignación en los presupuestos municipales de un presupuesto propio, del que hasta este momento ha carecido el museo, ya que el potencial del museo, que es excelente y de primer orden, necesita de otros proyectos especiales (como exposiciones temporales o cualquier otro tipo de evento), para mantener el museo activo y convertirse en una opción que el público aprecie y distinga. De ese movimiento y de esa intensidad, dependerá el interés del público, posibilitando que se ofrezca a los visitantes una forma interesante de conocer el arte y al artista.

De todo ello depende que el futuro Museo Marceliano Santa María se convierta en un auténtico referente cultural de Burgos, de España y por supuesto, de la escena internacional.

Museo Marceliano Santa María

El museo se nutre de fondos propios de la ciudad de Burgos, pertenecientes al Ayuntamiento, así como de obras en depósito, donaciones y la obra cedida por los familiares de Marceliano Santa María, integrantes del Patronato y que viene a ser aproximadamente el 60 % de la colección.

La familia del artista, representada en el Patronato por Pilar Arán, Juan José Setién, Cristina Romano y otros sobrinos, ven con preocupación el futuro del Museo, sobre todo en los tiempos que vivimos, sobre todo por los largos plazos y las trabas administrativas que parecen no tener fin, pero pese a las que confían, pueda llegar a recuperarse la memoria de tan insigne artista.

Museo Marceliano Santa María

Según nos asegura Ignacio González, técnico responsable del Ayuntamiento de Burgos, la totalidad de la obra del museo se encuentra inventariada y debidamente embalada para evitar que los trabajos de la cubierta pudieran dañar cualquier obra, a la espera de que el concurso de ideas pueda al fin ver la luz y se proceda a la adjudicación del mismo, interrumpido por la inesperada pandemia que sufrimos, y cuya licitación se esperaba para el segundo semestre del año.

A la espera de una nueva reunión del Patronato, el interés por la obra de este burgalés universal no decae, sobre todo ahora, que una de sus obras más emblemáticas, va a estar presente en la exposición que bajo el título de “Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931)”, inaugurará próximamente el Museo Nacional del Prado y que podrá visitarse del 6 de octubre de 2020 al 14 de marzo del año 2021.

EL PALACIO DE JUSTICIA

Ocho  grandes e ilustres pintores y escultores españoles, todos ellos miembros de la Asociación Española de Pintores y Escultores, se encargaron de la decoración pictórica y escultórica del nuevo Palacio de Justicia de Madrid: Marceliano Santa María, José Garnelo, Alvaro Alcalá Galiano, Enrique Simonet, Miguel Blay, Lorenzo Coullaut Valera, Mario Capuz y Fructuoso Orduña.

Nos referimos al Tribunal Supremo, cuya sede se encuentra en el antiguo Monasterio Real de la Visitación de Nuestra Señora, conocido popularmente en Madrid como las Salesas Reales, que en 1915 sufrió un incendio que devastó completamente el edificio y ocasionó su posterior reforma por parte del arquitecto Joaquín Rojí y López Calvo.

Frescos de Marceliano Santa María en el Tribunal Supremo

Se encargó a artistas del momento, esculturas y frescos que enriqueciesen las fachadas y estancias nobles. Estas obras realizadas ex profeso para el edificio se centraron lógicamente en representaciones referidas a la Justicia, la Equidad, el Derecho y la Jurisprudencia, el gran cuarteto de las alegorías jurídicas.

En el antiguo vestíbulo de la Audiencia Provincial, situado junto a la entrada de la calle del Marqués de la Ensenada, se encuentran una serie de medallones pictóricos firmados por Álvaro Alcalá Galiano, conde del Real Aprecio: Derecho Natural, Derecho Romano, Derecho Canónico, Derecho Internacional y La entrega a Moisés de las tablas de la Ley. Se trata de alegorías que simbolizan la Administración de la Justicia, que se completan con cuatro mosaicos también alegóricos, situados sobre las puertas que se abren en los muros laterales, y que representan a la Ley, La Fortaleza, La Igualdad y la Elocuencia.

Alcalá Galiano también realizó las pinturas de los tramos alternos del techo de la galería de los pasos perdidos de la planta superior, que hacen alusión a conceptos relacionados igualmente con la Justicia: el delito, la riqueza, el progreso y la verdad desnuda.

El Salón del Pleno del Tribunal Supremo, la estancia de mayor riqueza del edificio, y donde se celebra el acto solemne de apertura del año judicial presidido por el rey, está cubierto con una bóveda esquifada y un techo moldurado con dorados. En el centro se sitúa la composición pictórica La Ley triunfando sobre el mal o El vencimiento de los delitos y los vicios ante la aparición de la Justicia, realizada por Marceliano Santa María Sedano en 1920, composición que simboliza la esperanza y la espera de la aplicación de las leyes y del cumplimiento de las sentencias.

El antedespacho del presidente del Tribunal Supremo, en el frente norte del edificio, está cubierto con una cúpula semiesférica con pinturas de José Garnelo y Alda, ejecutadas en 1924 y cuyo trabajo puede considerarse como la exaltación final de la Justicia.

La iluminación de la bóveda se consigue por medio de cinco ventanales elípticos, que rodean el contorno de la línea de arranque, y entre las vidrieras, se sitúan alegorías de las distintas ramas o modalidades del Derecho: Derecho Natural, Derecho Civil, Derecho Canónico, Derecho Internacional, Derecho Mercantil y Derecho Penal. 

En el centro de la cúpula se desarrolla el tema principal del conjunto: La imposición por España del collar de la Justicia a la Magistratura. Del anillo de la base de la bóveda arranca un árbol, el árbol de la justicia, entre cuyo ramaje se despliegan las representaciones alegóricas de las virtudes y dignidades, que han de tutelar la acción de los magistrados: la Asiduidad, la Vigilancia, la Perseverancia, la Reflexión, la Fama, el Amor a la Justicia, la Verdad, la Meditación, la Memoria, el Entendimiento, la Gloria y la Voluntad.

La entrada principal y la escalera se cubren con una gran vidriera de la casa Maumejean, en las que aparecen de nuevo figuras alegóricas de la Justicia, y una serie de pinturas en la cornisa que presentan escenas costumbristas, que hacen referencia a las regiones españolas y las principales fuentes de producción obra de Enrique Simonet Lombardo.

Descendiendo por la escalera, se sitúan junto a su arranque dos esculturas de Lorenzo Coullaut Valera que representan a Justiniano y Alfonso X el Sabio, dos alegorías de la Jurisprudencia.

En la fachada principal, situada frente a la plaza de la Villa de París, el único elemento que destacaba era la portada de acceso, rematada por un gran frontón triangular, sobre el que se colocó en 1920 un grupo escultórico firmado por Miguel Blay, La Justicia amparándose en la Equidad y el Derecho.

A los lados del grupo central, encontramos otras dos esculturas realizadas también por Blay. A la derecha, la representación del Derecho Romano. En el lado contrario, tenemos el Derecho Civil.

Las hornacinas situadas a los lados de la entrada principal albergan las estatuas de los juristas Papiniano y Gayo, obras de Mario Capuz y Vicent, que simbolizan a la Jurisprudencia.

En cuanto a las esculturas de las hornacinas laterales, representan a hombres de leyes, que simbolizan otra vez la Jurisprudencia: Gregorio López y Jacome Ruiz. La escultura de Jacome Ruiz fue realizada por Fructuoso Orduna y la de Gregorio López es obra de Mario Capuz.

Bibliografía y webgrafía

http://dbe.rah.es/biografias/7518/marceliano-santa-maria-sedano

“Necrología. D. Marceliano Santa María y Sedano”, por José Francés

Biografía de Marceliano Santa María y Sedano, por José Pablo Arévalo García-Galán

“Las exposiciones de los pintores burgaleses en las salas de arte y galerías de burgos. (I)”. Almudena Alonso González

La Esfera 26/12/1914 13/4/1918 14/2/1920 3/7/1920 4/2/1922  29/11/1924

Mundo Gráfico 14/4/1915

La Epoca 11/2/1915  26/6/1920

La Ilustración Española y Americana 22/6/1917

La Ilustración artística 5/7/1915

Mundo gráfico 26/5/1915

La Correspondencia de España 27/2/1916

Hojas selectas 1/1917

Nuevo mundo 24/11/1916  2/2/1917 3/11/1933

Actualidad hispana. 7/1934

Castilla (Madrid. 1924). 2/11/1924

Francisco de Cossío, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando Nº 24 de 1967

Museo del Prado

https://realacademiabellasartessanfernando.com/es

http://www.aytoburgos.es/direcciones/museo-marceliano-santa-maria-0

http://www.museodeburgos.com/index.php?option=com_content&task=view&id=851&Itemid=121

https://www.diariodeburgos.es/noticia/z2117bbd8-ee14-80e1-ae2a05226616d7c0/los-sucesores-de-marceliano-santa-maria-defienden-el-museo

Archivo Histórico “Bernardino de Pantorba” de la Asociación Española de Pintores y Escultores

www.gacetadebellasartes.es

www.salondeotoño.es

En torno a la cultura y al arte: voluntad política o más de lo mismo

Por José Gabriel Astudillo López

 

Desalentador. Con una sola palabra definiríamos las declaraciones del titular de Cultura del gobierno de España al referirse al sector cultural y asegurar que “ya llegará el momento en que tendremos que reimpulsar la cultura y el deporte”. Todos imaginamos cómo se ocupará del mundo del deporte después de tanto tiempo sin un solo partido de fútbol… pero miedo nos da pensar en las medidas que “implementarán” (palabra que ahora está tan de moda) para el sector cultural.

De momento, promete mantener reuniones y una mesa de diálogo permanente con el sector… pero para qué, o es que el propio Ministerio no sabe todavía la problemática del arte y la cultura.

Reuniones que parece ser ya ha tenido con los Consejeros de Cultura de las comunidades, con la Federación Española de Municipios y Provincias y con interlocutores válidos en el sector que parece ser, agrupan a la práctica totalidad de artistas visuales de nuestro país…

Y los demás qué? ¿Los demás no tenemos derecho a opinar? ¿O es que acaso lo que no se quiere realmente es que opinemos? Porque el ejemplo es claro, en el año 2018 todos estos agentes del sector cultural a los que me refiero, se dieron mucha prisa en aprobar el Estatuto del Artista, y a cuyo fracaso hoy asistimos y denunciamos, pues sigue sin dar soluciones a la precariedad de los artistas en España, encontrándonos todavía  completamente desprotegidos al no existir una legislación específica adaptada al sector que contemple nuestra actividad.

Es decir, los interlocutores válidos junto con el gobierno, aprueban un estatuto y se olvidan de desarrollarlo. Es más, personados en el Congreso para hablar con los diputados, nos dan la razón al no contemplarse en el sector como hay muchas profesiones, a los pintores y escultores específicamente, indicándonos que al haberse hecho mal, cuando pasara por el Senado habría que enmendar y corregir todas estas cuestiones. Y yo me pregunto ¿Entonces, para qué tanto correr?

La Asociación Española de Pintores y Escultores trabajaba en ese sentido; de hecho, fue consultada por algunos partidos políticos que encontraron en nosotros y en nuestra institución, razones sobradas para ser consultados, reafirmando nuestro válido papel como interlocutores más que cualificados a la hora de hablar de los problemas de los artistas en España.

Nadie recuerda ya que fue de la Asociación Española de Pintores y Escultores de dónde nació la creación de la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura; tampoco que a propuesta de la AEPE se aprobó la Ley de Propiedad Intelectual, pero sin embargo los interlocutores válidos para tratar sobre el arte y la cultura en España parecen ser otros, y los demás, con nuestras opiniones, debe ser que no debemos ser dignos de consulta.

Pedro Poggio y Álvarez (1863-1929), primer Director General de Bellas Artes y Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores en 1917

 

Aprobado el Estatuto, todos pasaron página, porque ya no era “necesario” y tampoco era el momento de abordar unas medidas que deben implicar obligatoriamente a distintas áreas de un gobierno como son las tributarias, legislativas, económicas, culturales…

Se nos llena la boca a la hora de decir que el arte es necesario en nuestra sociedad pero, sinceramente, dudo mucho que esta afirmación que encontramos a diario en todo tipo de discursos y publicaciones, sea real.

Y lamento afirmarlo porque algo que no está contemplado en la educación básica de nuestros hijos no podrá nunca ser algo que se valore como debiera.

Los planes de estudio que arrinconan las enseñanzas artísticas, no pueden ser nunca depositarias de la memoria artística de una sociedad simplemente porque no reconocen su importancia. Sin memoria no hay avance, igual que sin patrimonio no hay diversidad.

La crisis de los artistas no es nada nuevo. Venía de lejos y ahora se ve final e inexorablemente agravada, aflorando la precariedad cotidiana y haciendo patente la necesidad de soluciones que no se queden en simples parches.

El artista ha luchado contra ello desde siempre, echando mano a la imaginación, a la reinvención propia de todo proceso creativo, a la acumulación de obras sin salida que llenan espacios físicos y rompen el alma pero a las que no se puede renunciar porque según grita la sociedad, “forman parte de esta estructura democrática a la que pertenecen, haciendo solidaria a nuestra sociedad, explicando así su necesidad obvia”.

Qué palabras tan bonitas y huecas, qué discurso más encantador y vacío… porque si preguntamos a los artistas, el arte así concebido no da de comer, un oficio así concebido no da para ganarse la vida.

Mariano Benlliure, quien fuera Director General de Bellas Artes y Socio Fundador  de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

Si el artista se reinventa a cada momento, ¿no debiera reinventarse también todos los problemas asociados al arte? Me refiero a la Ley de Mecenazgo y Patrocinio que tenemos ahí plantada y con la que ocurrirá lo mismo que con el Estatuto del Artista…. que un buen día se hará a toda prisa, diciendo haber contado con el consenso de todos los agentes culturales (mentira que vuelvo a exponer por si cabían dudas al respecto), o con el tema del IVA cultural o las prestaciones y tributaciones a la seguridad social de los artistas y a las que ningún gobierno, ninguna administración, ningún partido político, va a meter mano jamás.

Todo ello, claro está, en beneficio de los artistas. Sobre todo ahora, en que de buenas a primeras, la sociedad cae en la cuenta de que en España hay millones de artistas. El confinamiento ha sacado de cada uno de nosotros un artista que ya se reivindica para cuando pase la cuarentena y se convoca para realizar exposiciones y actividades públicas de todo tipo.

Todos somos artistas. Ese parece ser ahora el lema. Entonces, ¿Qué pasa con los verdaderos artistas, con aquellos que llevan trabajando en esto toda una vida? ¿Qué pasa con aquellos a los que se ha negado una visibilidad que necesitaban? Pues simplemente, que se quedan ahí como mera anécdota, diluidos en el torrente imparable del creciente número de artistas que han aflorado con el desastre.

Es curioso cómo reconoce la sociedad a un individuo cualificado en un campo específico y es incapaz de reconocer que en el arte, como en el resto de profesiones, es necesaria una preparación, una formación, unos estudios y una experiencia para ser denominado como artista.

El intrusismo en nuestra profesión está subvencionado por los poderes públicos que animan a los ciudadanos a manifestar su arte y creatividad. Sin embargo, niega el reconocimiento a quienes se han formado y preparado de alguna manera para ello, igualándolos a quienes sin ningún tipo de preparación, proclaman su arte.

Nos resultaría escandaloso pedir a un abogado que fuera repartiendo recursos y pleiteando de forma altruista, pero nos parece lógico que quienes tienen arte tengan que aportarlo en beneficio de la sociedad así, libre y espontáneamente, amparados por la administración.

Ese desprecio por la profesión es el mayor daño que jamás se haya hecho a un colectivo profesional en una campaña de descrédito implícita a la que asistimos desde hace décadas.

Todo ello agravado por quienes se “intitulan” personas de la cultura, que parece ser son quienes deciden qué es arte y las acciones que cada gobierno que es encumbrado al poder, debe llevar a cabo en el ámbito cultural.

Claro está que todo se reduce al séptimo arte, que nació, creció y sigue multiplicando sus reivindicaciones a costa del erario público y de unos fondos que salen de los impuestos de todos los españoles, que cada acción que realizan está amparada por fondos públicos y cuya libertad se encuentra de esta forma, limitada a quienes se deben. El pago de las lealtades sigue vigente desde el nacimiento mismo de la humanidad.

Sobrevivir literalmente, sin más ayuda que la fe depositada en unas acciones limpias y honestas como es el caso de la Asociación Española de Pintores y Escultores, no vende nada. Sobrevivir sin ningún tipo de subvención, sin costar a los españoles ni un solo euro, sin comprometer nuestra libertad para acusar a quienes viven del cuento, de explotar una imagen y crear una corriente de opinión, no es algo de lo que presumir hoy en día.

Y sin embargo, la AEPE lo hace a diario, por eso su voz está más autorizada que otras en este invento cultural de la sociedad actual; por eso nuestra neutralidad y objetividad están fuera de dudas; por eso no somos consultados por el ministro, nosotros, que creamos la Dirección General de Bellas Artes en la época de Benlliure; nosotros, que organizamos Exposiciones Nacionales e Internacionales, Bienales de Arte…; nosotros, que buscamos únicamente el arte sin ningún tipo de condicionante ni beneficio propio; nosotros, que valoramos a quienes llevan una vida entera dedicada a esto; nosotros, que luchamos por dar visibilidad a los artistas con los escasos medios de que disponemos…

Eduardo Chicharro, Director General de Bellas Artes y Presidente de la Asociación Española de Pintores y Escultores

 

Ahora hablan ya de reflexionar para sacar conclusiones de esta crisis que vivimos a raíz del coronavirus. No, señores, no. La crisis la llevamos sufriendo muchos, muchos años, los mismos que la sociedad lleva mirando hacia otro lado y señalando como cultura falsos mitos y doctrinas, falsos héroes y espejos estéticos, siendo dirigidos por quienes dicen “hacer cultura” en bien de la sociedad.

Y el panorama así, se vuelve desalentador. De esta manera iniciaba esta reflexión tras escuchar las declaraciones del ministro de Cultura. Desalentador y decepcionante, añado. Seguimos pidiendo que los artistas creen gratuitamente frente al resto de profesionales, y no nos avergüenza pedirlo. Esa es la sociedad que dice estar abierta a la cultura y al arte. La que dice necesitar del arte para hacernos más solidarios. Inexplicable.

El arte continuará, siempre lo ha hecho pese a todo. Lo que ya no será igual será lo que llamamos el “mundo del arte”. La degeneración comercial de las mini galerías de arte terminaron de agravar la situación que atravesaba el sector justo antes de la pandemia. Galerías que se habían convertido en salas de exposiciones de alquiler en las que funcionaba la fórmula de la exhibición bajo condiciones de alquiler de espacio.

Quizás sobrevivan porque su función se limita a la cesión de uso de un espacio para el que no van a faltar artistas que tengan la necesidad de exhibir su arte ante la falta de espacios públicos y gratuitos en los que realizarlo.

Decía que el arte continuará existiendo y lo hará porque siempre habrá auténticos artistas, pese a que el “mundo de la cultura” vulgarice e iguale a creadores, siempre quedarán aquellos que “hacen arte” realmente, haciéndose fuertes y destacando frente al resto y pese a toda aquella corriente de opinión que se empeñe en diluirlos con la masa.

El arte es profesionalismo, eficiencia, exigencia, virtuosismo, constancia, práctica…. y por supuesto, genialidad. No todos los artistas la poseen, pero esa será la clave que los distinga y haga sobresalir en una sociedad que cuenta con tantos millones de artistas…

El ministro se empeña en proponer reconocer la cultura como un “bien de primera necesidad”, y quiere hacerlo con un “gran Pacto de Estado por la Cultura”, para la que no se han dado ni fórmulas ni se han adoptado medidas, quedando todo, como siempre, en pura palabrería que suena deliciosa pero sigue hueca. Me río más aún cuando dice que no dejará a nadie fuera, no sabemos de qué o de dónde, pero fuera estamos ya los pintores y escultores con los que no se ha contado, y la carcajada es total cuando asegura que la cultura “debe estar fuera del regateo político” en el que no entramos tampoco jamás… pese a las 21 peticiones de subvenciones de los proyectos y actividades que la AEPE lleva presentados en los últimos 3 años.

Todo continuará, me temo, como siempre… con los “señores de la cultura” encumbrados, con subvenciones, dispendios y apoyos millonarios a sectores audiovisuales, como ya comprobamos por las recientes concedidas a las televisiones… increíble pero cierto, y con el descubrimiento de nuevas formas de hacer cultura a raíz de frases tan tontas como “reivindicar el papel transversal de la cultura”… ¿me quiere explicar alguien qué es el papel transversal de la cultura y cuántas más tonterías tenemos que seguir escuchando acerca de la cultura?

¿Cuesta tanto hablar claro y directo de la cultura y el arte y dejarnos de frases y eufemismos que no dicen nada? Este sería quizás otro artículo para tratar las tonterías que en torno al arte manifiestan los “señores de la cultura”…

Así que sin propuestas serias, claras, definidas, reales y en papel, lo único que puedo decir es que los propios artistas sí estamos capacitados para hablar de arte, para discernir entre lo que es arte, para incluso, gestionar el mundo del arte. La Asociación Española de Pintores y Escultores así lo viene haciendo desde hace ya 110 años, sin ningún tipo de sobrecosto adicional, sin ningún tipo de gravamen, sin ningún afán de lucro o especulación, sin burbujas ni aviesas intenciones, reduciendo costes innecesarios, centrándose únicamente en la exhibición del arte pura y dura, sin artificios. Y lo hacemos bueno, bonito y barato. Cualquiera de nuestras exposiciones cumple el más exigente de los parámetros para dar paso únicamente a la calidad. Los últimos Salones de Otoño, los Premios Reina Sofía de Pintura y Escultura son sólo una muestra de lo que estamos haciendo.

Por eso es urgente revisar las modalidades de actuación vigentes de las administraciones públicas. Quizás una nueva modalidad de pacto público-privado pueda cumplir todas estas expectativas. Una institución como la nuestra está más que capacitada para realizar exposiciones de gran calidad en espacios públicos y llevar a cabo una programación de actividades en las que los artistas, con toda su grandeza y diversidad, puedan exhibir de forma “normal” sus obras y ponerlas al alcance de la sociedad.

Quizás porque es lo que llevamos haciendo ya 110 años, sabemos de lo que hablamos.

Quizás por ello seamos los más cualificados para ser interlocutores válidos ante las administraciones.

Quizás el hecho de que todos nuestros cargos directivos no perciban retribución alguna por el desempeño de su tarea a favor del arte y los artistas, nos haga diferente a quienes cuentan con consejos de administración y puestos más que bien remunerados.

Quizás porque entendemos que el arte es lo primero, seamos conscientes de lo que “cuesta” generar arte.

Quizás por ser artistas entendamos mejor que no hace falta “espectáculo” cuando se ofrece sólo arte.

Quizás sea hora ya de que la sociedad afronte nuestra existencia con el respeto debido al resto de profesiones y oficios, sin contemplar una “fatua gratuidad” mal entendida.

Quizás debería el ministro revisar los conceptos de cultura y arte y discernir sobre quienes lo generan si es que queremos que el arte y los artistas sobrevivan en la sociedad resultante al confinamiento.

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